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La “política” no consiste en constituir partidos políticos según las aspiraciones o “idearios” de una
persona o un grupo cualesquiera de personas, practicar el “marketing político” y el show
mediático, y de seguida redactar una nueva Constitución para la gestión “ética” del statu quo y el
desarrollo nacional sobre la base de la industrialización de materias primas, principalmente
mineralógicas, por inversión extrajera y mano de obra barata.
La Ciencia Política, contrariamente, nos obliga a interpretar y representar los patrones, procesos y
líneas generales del cambio mundial de la sociedad, que se reestructura a sí misma de forma
permanente, independientemente de la voluntad de nadie, para finalmente promover, liderar y
acelerar la transformación social según la experiencia mundial y modelos de validez universal: de
lo microeconómico a lo macroeconómico, y de lo local a lo nacional, estatuyendo y generalizando
el cambio. En tal sentido, la reforma legal no antecede al cambio, procede de este. Así, la reforma
legal se convierte en un instrumento verdadero de constitución nacional de la transformación.
Mientras tanto, nuestra clase política se debate en la pobreza ideológica. De igual forma los
medios de comunicación escritos, televisivos y de la internet, carecen de contenidos significativos
y valederos para guiar el desarrollo del país. Aunque tal situación no es consecuencia de alguna
voluntad reaccionaria comunicacional o de clase. Se expresa en todo el mundo y en todos los
niveles socioeconómicos. Lo que sucede es que el Sistema Capitalista Global y las Ciencias Sociales
que fundamentaron su institucionalización y desarrollo, han llegado a su límite a fines del siglo XX.
¿Qué hacer?
Miremos hacia adelante 20 o 30 años, ¿espera alguien que sean menos turbulentos? ¿Cómo será
el mundo que tendremos ante nosotros? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero sí sabemos que se
pondrá a prueba nuestra capacidad colectiva de hacerle frente... El mundo será algo totalmente
diferente al que conocemos. Por todo ello, estamos obligados a dejar viejas creencias… El
problema está en nuestras maneras más fundamentales de pensar. Si estas no cambian, cualquier
capacitación o recambio producirá los mismos tipos improductivos de acción (Senge, 1992).
Hoy por hoy, los problemas más apremiantes de la humanidad no son meramente tecnológicos;
estos son más bien culturales, sociales y políticos. Asimismo, son globales en su esfera de
influencia... Frente a tal situación, el futuro de la humanidad dependerá de nuestra capacidad de
innovación ideológica, social y política (Hamel, 2012).
● Industrialización de las materias primas: ¿Desarrollo del país a base de capital global y
mano de obra barata?
● Redacción de una nueva Constitución: ¿Desarrollo nacional como proceso cuya partida es
la reforma legal?