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© Martín Flores

Estudios Bíblicos del Evangelio de juan

Juan 6:35-51
“Jesús el pan de vida”

1. Introducción.
El marco en que se desarrollan todos los eventos del capítulo 6 de Juan es la pascua.
En ella los judíos recordaban el rescate de sus antepasados de la esclavitud en Egipto,
ellos tendrían muy frescas en sus mentes las historias del cruce por el mar Rojo y la
alimentación continua en el desierto con el maná.
Esos grandes milagros de su historia les recordaba que Dios había preservado y
protegido a su pueblo.
Juan ha mostrado que esos mismos temas de repiten alrededor de la vida de Jesús en
este capítulo. El Señor alimentó a su pueblo y también llevó a sus discípulos a salvo al
otro lado del mar.
Estas no son coincidencias, Jesús escogió ese momento preciso para revelar algo
muy importante de sí mismo a sus discípulos.
Toma unos minutos para orar y pedir comprensión y la bendición de Dios.

2. Observando.
Lee Juan 6:35-40 y responde:
 ¿Qué afirmación hace Jesús acerca de sí mismo en el verso 35 y cuál es la
respuesta de las personas a esa verdad según el verso 36?

 ¿Por qué las personas no pueden acercarse a Jesús con fe según el verso 37?

 En los versos 38 al 39 Jesús habla de la voluntad del Padre ¿Cuál es la voluntad del
Padre según las palabras de Jesús en estos versos?

Lee Juan 6:41-51 y responde:


 ¿Cuál fue la reacción y respuesta de los judíos a las palabras de Jesús?

 ¿Cómo respondió Jesús a los judíos? ¿Qué afirmó acerca de ellos? ¿Qué dijo
acerca del Padre y qué acerca de sí mismo?

 Jesús también comparó la reacción de los judíos que le escuchaban con la de sus
antepasados en el desierto ¿Qué tenían en común los judíos con sus antepasados?

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 Jesús vuelve a afirmar que él es el pan de vida ¿Qué nuevo detalle añade en el
verso 51?

3. Profundizando.
Como ya vimos en estudios anteriores, cuando Jesús emplea la combinación de
palabras “yo soy” implica una clara referencia al nombre de Dios en el Antiguo
Testamento. Pero en el evangelio de Juan el Señor en varias ocasiones dijo “yo soy”
acompañado de otra afirmación.
En total son 7 declaraciones de Jesús que comienzan con “yo soy” y ésta es la
primera.
La gente que había seguido a Jesús desde el otro lado del lago le habían pedido que Él
les dé ese pan. Las palabras de Jesús revelan que lo que ellos sólo pensaban en un
pan físico, ellos sólo querían saciar su hambre física.
El pan del que él les hablaba era él mismo y Jesús declaró que la única forma de
obtener vida es por medio de él.
¿Cómo?
Jesús dijo "el que a mí viene...". Esa gente había ido a Jesús, ellos habían tomado sus
barcas y habían cruzado el lago por ir donde él, entonces no se trata de un simple
acercamiento “ir a Jesús” apunta más a la actitud detrás de la acción de acercarse.
Esta gente le buscaba no por él mismo, sino por lo que él les podía dar: pan para llenar
estómagos. El verso 36 aclara que la actitud correcta es la fe.
Las palabras siguientes de Jesús dirigen la atención a la soberanía de Dios en la
salvación del hombre.
Jesús afirma que la gente no se acerca a él porque han visto que es una buena idea
hacerlo. Aparte de una obra divina en sus corazones, la gente permanecerá en sus
pecados. Antes que los hombres se acerquen a Cristo, es necesario que el Padre se
los entregue.
La segunda parte del verso 37 trae el maravilloso aspecto positivo de este proceso:
Jesús les recibe con una grata y amorosa bienvenida, él no rechaza a ninguno que el
Padre le lleva.
Una gran mayoría de cristianos hoy leen la declaración de Jesús en el verso 37 de esta
manera:
"Todos los que vienen a mí, el Padre me dará"
El énfasis está en el orden. Simplemente no están dispuestos a aceptar que el hombre
no contribuye en su salvación. La idea es que “Nosotros venimos, nosotros decidimos,
entonces el Padre reconoce nuestra decisión, ve nuestra firmeza y nos entrega al Hijo”.
Pero esa no es la manera en que Jesús enseñó esta verdad. Jesús dijo: "Los que el
Padre me ha dado vendrá a mí cada uno de ellos." El Padre primero se los da y luego Él

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los recibe.
En el verso 38 Jesús vuelve a afirmar que él ha descendido del cielo (El pensamiento
del descenso de Jesús a la tierra es repetido siete veces en este capítulo en los versos
33, 38, 41, 42, 50, 51, 58). Su misión es proteger o guardar a aquellos que el Padre le
dio. Y su protección no se limita a esta vida solamente. Aquellos que son de Él, los
resucitará en el día final. La salvación que Jesús otorga no es efímera o temporal, es
eterna, final y duradera.
Jesús ha hablado de los hombres viniendo a Él y creyendo en Él. En el verso 40
complementa esa idea usando la acción de “ver”. Habla de aquellos que creen en él,
tienen también que verle. La idea es que es necesaria una visión espiritual de las
realidades celestiales acerca de Jesús, es otra forma de enfatizar que dejen de poner
su mirada en lo físico, en lo terrenal.
Lamentablemente la respuesta de los judíos es de murmuración, otro paralelo con los
eventos del Éxodo, los israelitas murmuraron contra Dios allí, ahora ellos murmuran
contra Jesús, se puede comparar con Éxodo 15.24, Números 14.2, etc.
La pregunta de los judíos es una muestra de la ironía que presenta Juan en su
evangelio. Ellos presumen de conocer muy bien quien es Jesús y quiénes son sus
padres. Sin embargo, ¡Si ellos hubieran sabido la verdad acerca de la paternidad de
Jesús, harían recibido sus declaraciones con fe y alegría! Su reacción es una prueba de
lo que Jesús estaba enseñando, no hay forma de verle y creer en él a menos que el
Padre les lleve.
Por eso Jesús vuelve a repetir lo que ha establecido en el verso 37, ahora de manera
enfática y con mayor fuerza dice que ningún hombre PUEDE venir a él a menos que el
Padre no lo trae. El pensamiento de la iniciativa divina para la salvación es una de las
grandes doctrinas de este evangelio. A los hombres les gusta sentirse independientes,
piensan que PUEDEN ir o acercarse a Jesús enteramente por su propina iniciativa y
voluntad. La realidad es que es necesario la intervención divina ¡Esto nos había
poderosamente de nuestra terrible condición e incapacidad de hacer algo por nuestra
propia cuenta! Y al mismo tiempo nos habla del maravilloso amor de Dios de salvarnos
de manera completamente desinteresada y generosa.
En los versos 45 y 46 Jesús nuevamente les compara con la generación antigua
israelita a la que Dios habló por medio de Moisés. Jesús expresa la misma verdad de
una manera distinta: Dios enseñara a su gente, a su pueblo ¿Qué es lo que les
enseñara? A sí mismo.
La potencia de la nueva afirmación de Jesús en el verso 46 está en la íntima relación
entre el Padre y el Hijo, un tipo de relación de cercanía e intimidad que nadie más tiene.
Ningún ser humano puede tener una visión completa de Dios como el Hijo la tiene,
nadie puede ver al Padre de la forma en que el Hijo le ve y Jesús ha venido para
mostrarle.
Jesús termina esta sección afirmando nuevamente que él es pan de vida. El maná
tenía sus grandes limitaciones, era un alimento para el cuerpo, pero nada más. En
contraste, Jesús les ofrece la comida que trae vida, una vida que no se termina, es un
pan que no tiene su origen en la tierra y una vez que el hombre lo come, no morirá.
Jesús añade a su declaración sobre sí que él es "pan viviente" o “el pan vivo” y define
este pan como su propia carne. Esta es una palabra fuerte que pone un poderoso

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énfasis: Jesús vino a entregar su cuerpo por la humanidad.

4. Aplicando.
Muchos se complican con el tema de la soberanía de Dios en la salvación y que el
hombre no puede acercarse a Jesús por su propia iniciativa. Pero esa enseñanza no es
lo único que dice este pasaje. Jesús les dijo a esas personas (y nos dice) lo que deben
hacer (lo que nosotros debemos hacer):
“El que a mí viene… y el que en mí cree”
Frente a esta enseñanza debemos correr a Jesús y reconocer que no hay otra
posibilidad de que Dios nos acepte y nos ame y nos bendiga y nos perdone que no sea
por medio del sacrificio de Jesús. Porque su carne fue torturada y destrozada y su
sangre fue derramada en la cruz ¡no hay otra posibilidad! Debes ve ir a él, debes creer
en él.
Venir a Él y creer en Él son dos imágenes muy poderosas que hablan de una decisión y
de una entrega total: venir y creer.
No puedo creer sentado desde mi rincón, como un observador ¡No! habla de tomar un
paso, de ir a Jesús, de dejar todo otro “pan” que has estado buscando o que has
estado comiendo. Ir a Jesús y creer en Él ¡Es algo tremendamente activo!
¿Buscas el Pan de Vida con la misma dedicación, empeño, esfuerzo y dedicación que
buscas la comida, y las otras cosas con las que te llenas o te satisfaces?
¿Buscas a Jesús con la misma dedicación?
¿Cuánto esfuerzo y trabajo le dedicas a tu necesidad de alimento, de ropa, de placer,
de distracción? ¡Ese es pan pasajero!
¿Y al Pan de Vida?, ¿Cuánto esfuerzo, dedicación y empeño pones en conocer y
alimentarme de ese Pan de Vida?
Hoy es el día de cambiar, hoy el Padre te puede ayudar, te quiere ayudar.
Ven a Jesús, confía en Jesús.
Aquellos que vienen a Él no son rechazados. Son hechos hijos de Dios.
Aquellos que creen en Él no se pierden. Son protegidos y guardados por Jesús hasta el
final.

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