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La envidia es un deseo excesivo de tener algo que otro ya tiene codiciando eso que el otro

tiene y que yo no he podido tener sintiendo emociones negativas por ello.

La envidia es causada en un Cristiano cuando desviamos la mirada de Dios y nos


enfocamos en lo que los demás tienen y poseen y no en lo que Dios ha trazado para
nosotros. ¿En cuál es la voluntad de Dios que quiere que cumplamos? Qué lugar debemos
tener en el plan de Dios para la humanidad, sin mirar el logro o bien ajeno para codiciar lo
sino para alegrarnos de este, glorificar a Dios por mostrar su poder,

una persona está libre de envidia cuando ves que la persona tiene lo que él siempre ha
querido y no tiene. Y siente tranquilidad y felicidad.

El efecto de la envidia es la amargura, el odio, la muerte física espiritual, la pérdida de


autoestima perdida, de amor al prójimo, la causa de la envidia es la falta de sinceridad con
Dios, con 1 mismo y con los demás, falta de reconocimiento del porque no tengo lo que
deseo porque Dios es galardonado de los que le buscan. La envidia puede llegar y tocar a
nuestra puerta, pero lo que hacemos al respecto es lo que marca la diferencia. Debemos
resistir, humillarnos ante Dios y no consentir este sentimiento negativo por la falta de amor.
También llega la envidia porque este amor no es envidioso y el amor nos lleva a no atentar
contra el prójimo. Es más que evidente que las personas que tuvieron envidia de los demás
no resultaron beneficiados y los llevaron a hacer el mal contra su prójimo. Caín mató a
Abel, los hermanos de José lo vendieron sin tener compasión de él, los filisteos le sellaron
los pozos avisado para que no prosperara más Raquel injuriaba a su hermana. María y
Aarón los llevó a murmurar de su hermano y Dios, los castigos, la envidia con tristeza,
espíritu, porque nos lleva a darle riendas sueltas a la carne, haciendo las obras de ella y
afligiendo al espíritus aportando a la ceguera espiritual, estancamiento, dureza de corazón,
dolor, enfermedad espiritual y física. Maquinaciones. Y pensamientos insistentes y
permanentes.

La prosperidad de los malos no debe despertar envidia nosotros porque eso desvía nuestra
mirada del propósito de Dios, nos desenfocan, nos lleva a querer igualarnos con ellos y a
querer tener lo que ellos tienen. Envidia no es compatible con el Evangelio. Impide el
crecimiento espiritual. ¿Daniel limpio corazón y nos manda a guardar el corazón porque de
esos damos y por qué más queremos ocultar? No pudimos.

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