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AUTOR
MILTON IVAN DE LA CRUZ NANGO
Cuentos Pág.
El rey y el dragón - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 6
Madre hada - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 10
El gran Cacholote era el rey del océano. Todo el mundo rendía homenaje
a Cacholope, un cachalope tan grande que con un solo golpe de su cola
podía provocar una ola de cien metros.
Cacholote era feliz. Como todo el mundo le temía nadie se metía con él y
siempre le daban lo que pedía. Así, Cacholope se fue construyendo una
magnífica mansión marina. De nada le servía, pues Cacholope no podía
permanecer más de 45 minutos sin salir a coger aire a la superficie. Y
como era tan largo y dormía con la cabeza para arriba y la cola para
abajo, su mansión no le servía para descansar.
Aún así, Cacholote disfrutaba del poder. Poco le importaba que los demás
pasaran necesidades o que tuvieran problemas. Mientras él, el gran
Cacholope, estuviera contento, todo iba bien.
-Sigues siendo el ser más grande del océano -dijo la cueva-. Pide tu
segundo deseo.
Pero con el coletazo que había dado todos había desaparecido, así que
nadie pudo oírle. O tal vez nadie quiso, porque Cacholote había sido tan
mal gobernante que nadie se preocupó por saber qué le había pasado. Y
disfrutaron de su ausencia para siempre.
EL REY Y EL DRAGON
Autor: Eva María Rodríguez
Edades: A partir de 6 años
Valores: egoísmo, arrepentimiento, aprendizaje
Había una vez un rey que lo quería todo para él. Y por ese motivo cogía
siempre todo lo que quería, sin importarle nadie más.
Una de las cosas que más molestaba a la corte era que primero comía él
hasta quedar harto. Luego podían comer los demás, pero solo las sobras
que él había dejado.
Cuando salía de caza, el rey no dejaba que nadie abatiera las piezas. Solo
él podía disparar -por suerte para las presas, porque nunca acertaba en el
blanco-.
El rey buscó a alguien que le ayudara, pero no había nadie. Pensando que
habrían muerto, el rey fue en busca de alguien que le sirviera. Pero los
campesinos tampoco estaban. Y el pueblo completamente destruido.
-Ahora es mía -dijo el dragón-. Y como soy más fuerte y más poderoso
que tú no podrás hacer nada.
-¡Ja ja ja! -rió el dragón-. Todos esos están bien acomodados en mi reino.
No vendrán a ayudarte. Allí tienen todo lo que quieren y todo lo que
necesitan. Y no hay nadie que les robe ni que abuse de ellos.
-Te estoy llamando abusón -le dijo el ladrón-. Adelante, búscalos, a ver
qué hacen.
-Si mientes todo bajo tus pies se convertirá en lava, recuérdalo -dijo el
dragón-. Ahora, vete a dormir, a ver qué puedo hacer.
El problema era que Incordius se aburría mucho. Aquel reino era un lugar
tranquilo, sin brujas perversas, sin trolls ambiciosos ni dragones
malvados. ¿Para que le servía entonces a Incordius tanto poder, si no
podía hacer nada? Algo tendría que hacer para darle uso ¿no? O, al
menos, eso es lo que pensaba Incordius.
Los habitantes del reino empezaban a cansarse. Pero no sabían qué hacer
para acabar con aquella pesadilla. Un día un unicornio tuvo una idea. A
todos les encantó la idea de escucharle.
Y eso hicieron. Esa misma noche todos los habitantes del reino se
mudaron a las montañas, dejando sus casas vacías y con unos carteles de
“Se Vende” muy grandes.
Menos mal que poco después apareció el mago Incordius y ahuyentó a los
trolls.
-Eso es lo que te hicimos creer para librarnos de ti, porque tus bromas
nos resultan muy molestas -dijo el unicornio.
Madre Hada tenía que irse de casa unas horas, pero no tenía con quién
dejar a sus hijas. Las niñas animaron a su madre a que se marchara,
porque ellas se ocuparían de todo.
Madre Hada no estaba muy convencida, pero tenía que irse y no se podía
llevar a las niñas con ellas. Así que decidió confiar en ellas.
Madre Hada se fue y las niñas se quedaron solas en casa, tan contentas.
Una de las niñas no se dio cuenta y fue a abrir la puerta. Menos mal que
Madre Hada llegó en ese momento y sacudió al intruso con lo primero que
encontró para espantarlo. Este salió huyendo como alma que lleva el
diablo. ¡Menudo susto se llevó!
-¿Veis lo que pasa por abrir la puerta sin asegurarse? -dijo Madre Hada-.
Que alguien os diga que soy yo no quiere decir que sea verdad. ¡Quién
sabe lo que hubiera pasado si se hubiera colado dentro de casa!
Al día siguiente, Madre Hada tuvo que irse otra vez. Y, una vez más, no
podía llevarse a las niñas.
Y una de las niñas abrió la puerta, sin acordarse de lo que le había dicho
su madre y de lo que había pasado el día anterior. Esta vez un ladrón se
coló, pero no le dio tiempo a nada, porque una de las mayores había ido
corriendo al ver que su hermana iba a abrir la puerta. Y le dio un buen
sartenazo al ladrón, que salió corriendo.
Cuando Madre Hada llegó y vio salir al ladrón preguntó qué había pasado.
Cuando se lo contaron, Madre Hada dijo:
-Tengo una idea: tendremos una contraseña -dijo Madre Hada-. Será…
será… ¡ya lo tengo! Venid, que os la digo bajito al oído.
-Hocico de lobo, hocico de bobo. Y ahora, diré en alto una falsa, que
parece que alguien nos escucha.
Y dijo, bien fuerte:
-Ole ole ole, qué rico está el guacamole.
Al día siguiente, Madre Hada se marchó otra vez.
-¡No olvidéis la contraseña! -dijo desde la puerta.
Poco después llamaron a la puerta.
- Abridme, soy mamá, se me han olvidado las llaves.
-Ole ole ole, qué rico está el guacamole -respondió alguien al otro lado de
la puerta.
-Mejor será que te vayas si no quieres llevarte otro sartenazo -dijeron las
niñas.
El ladrón iba a salir corriendo, pero justo en ese momento llegó Madre
Hada y le atizó un buen paraguazo.
A los ladrones les quedó bien claro que allí no tenían nada que hacer, y a
las niñas lo importante que es asegurarse de quién está al otro lado de la
puerta cuando llaman. Y que siempre hay que escuchar y hacer caso a lo
que dice mamá.
Había una vez un gnomo pequeñito que quería ser un gigante. Todos los
demás gnomos se reían de él, porque eso no era posible. Pero el gnomo
estaba seguro de que, si persistía en sus deseos, lograría su deseo.
Y funcionó. El Hada Maravillas tuvo noticia del deseo del pequeño gnomo
y decidió concedérselo. Pero le advirtió lo siguiente:
-Lo siento mucho -dijo el gnomo a todos los demás-. No pensé en cómo
os afectaría a vosotros que yo me convirtiera en gigante, ni pensé que os
perdería, ni que me quedaría solo para siempre.
MI COMENTATIO:
Esta es una obra dirigida a un público más joven, pero es muy
interesante la representan como cuento muy fantasioso, pero
eso le da un toque más para niños esto tal vez lo haga más
entretenido para las personas, este cuento si lo miro de forma
crítica me queda con dudas como que ¿de dónde viene el
delfín? ¿Por qué vino? ¿él quería matar al cachalope? No se me
dejo la intriga de cuál era su propósito exactamente, pero no le
puedo pedir mucho a un cuento de niños, este cuento es
maravilloso para su hijo, sobrinos, amigos, hermanos etc.
Es un cuento divertido y con buenas enseñanzas ya que nos
enseña a no ser egoístas solo por ciertas razones, no ser
avariciosos solo por ser aterrador o solo por tener poder, y que
si sigues así algún día te caerá la justicia o puede ser el karma
EL REY Y EL DRAGON
Autor: Eva María Rodríguez
Edades: A partir de 6 años
Valores: egoísmo, arrepentimiento, aprendizaje