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Voces, halagos y coincidencias

Por Mónica León monicaleon106@gmail.com

El duelo nunca puede ser eterno, pero cada individuo se toma siempre el tiempo que
necesite. Los tiempos los determinan las circunstancias, los sentimientos y el ambiente
que nos rodea. En mi caso, aparte de todo lo anterior, las voces, los halagos oportunos
y lo que mal llamamos coincidencias que, al fin y al cabo, sólo son consecuencias de
un complot entre el cielo, el cosmos y nuestros propios deseos.

Cuando decidimos salir a compartir con el mundo lo que la vida tiene preparado para
nosotros, en ocasiones, nos topamos con gratos momentos, hermosos lugares y bellas
personas. Mientras permanecemos encerrados en nuestro propio ser, alimentamos
inseguridades, miedos y nos aferramos a deseos ya imposibles de cumplir, que, muy
en el fondo de nuestro corazón y cerebro, sabemos que no son deseos verdaderos,
sino refugios en un tiempo y espacio que ya pasaron y que, simplemente, nos
mantienen alejados de las cosas maravillosas que están por venir y nos confinan a una
tristeza, soledad y amargura difíciles de superar.

“Hay que soltar”, te dicen y tú, obedientemente, agachas la cabeza, pero aún no estás
preparado y, entonces, no logras nada. “Tienes una vida por delante”, también te dicen,
pero tú no la ves porque tus ojos aún tienen miopía selectiva. Sucede que te encierras
y ocupas tu mente, tu tiempo y tu vida en actividades que parecieran nutrirte, pero que,
en realidad, contribuyen a que te sientas cada vez más vacío, más impotente, más
diminuto.

Y entonces, llega una voz, le sigue un halago y lo que pareciera que es una
coincidencia, que no es más que el mensaje directo para ti que te dice: “estás listo, sal
a vivir, que la vida es una sola”.

Punta Cana, 26 de junio de 2018.

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