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“Erética de Ia violencia’, primer sintagma del titulo, podria, de entrada, Roe Mca en Etech Pete Cut ce een cr Oe ere eae tty elemento constitutive, podria generar una discordancia ‘natural’, un Chee emt REI eee eee ae) Seen cae tesa ee eee ary Cio Ce Caco iene aoe Corey SOU tee eee teed or la fuerza de un deseo loco 0 extraviado? éCémo es que podriamos despefiarnos hacia el abismo de la inefabilidad gozosa donde reina la carne abierta del puro sexo mientras vivimos un duelo? éPor qué una mujer no podria decir nada de la complicidad en el asesinato de su oe ee ae aaa eee ces] Cate oe eon eet cy ears Ce ate Ricca Re eo Eee) TUR Reed un CERES aR) cierta inquietante turbulencia afectiva asociada a la infertilidad vivaz que purga el eros cuando se violenta, podra ser elaborada, nombrada, SI aes te eR se ee Ea Cocca a CSR RM ee eI a oes ese Pe CM eee oR an ere ge Cla cos aera o oe Primera edicién: agosto 2015 DR © Universidad Michoacana de San Nicolis de Hidalgo © Plaza y Valdés S.A de CV © Plaza y Valdéz S. A de C.V. Manuel Maria Contreras nim. 73, Col. San Rafael México, D.F 06470. Teléfono 5097 2070 editorial@plazayvaldes.com ww plazayvaldes.es Plaza y Valdés $.L, Murcia, 2. Cotonia de los Angeles. 28223, Pozuelo de Alarcén, Madrid (Espafia) G4) 918126315 e-mail: madrid@plazayvaldes.com www plazayvaldes.cs ‘Traductor: Carlos Alonso Caballero Vallejo Disefo de portada: Amaury Veira Huerta ‘Ceidsdo y trabajo de edicién: Kara leana Caballero Vallejo ‘Comeccién: Alejandro Suversa Foemacién ipogrifica: José Guadalupe Rivera Arroyo ISBN: 978-607-402-783-9 Pee ae Sitios de le presente obra, fue realizado en el taller de edicién de Plaza y BESS Siete eal Reclusorio Preventivo Varonil Noreen la ciudad de Mexico, gracias Be testes prestndes por odas las autoridades del Sistema Penitenciario, en especial ala Disecsion Ejecativa de Trabajo Penitenciario, Contenido Primera parte Del eros y la violencia legitimada: aspectos psicosociales y culturales , deseo, locura: mascaras violentas del goce sexual del sujeto Martin Alcalé Ochoa al otro, corrosiones del amor pasional 2 Orozco Guzman Soria Escalante... Ia violencia, las voces del superyé y los limites de Ia palabra peli Colin Cabrera are jeulpa de no decir nada: responsabilidad ética y radicalidad del mutismo en la violencia, el sexo y Ia feminidad d Pavon-Cuéllar Quiroz Bautista . sin de Plaza y Exico, gracias @ e especial, ala ‘Segunda parte Diferencia sexual y violencia: acotamientos subversivos del eros masculino y femenino {Juventud monstruosa y medios monstruosos? Sara Bragg YViolencia entre suegras y nueras: un estudio feminista sobre relaciones de poder entre mujeres Flor de Maria Gamboa Solis Sofia Blanco Sixtos Mis profundo: la configuracién de la narrativa de “Rio subterréneo” de Inés Arredondo una mirada psicoanalitica Pablo Pérez Castillo. . . . Lo hombre como violencia: de la ficcién ignorada a Ia resistencia Raiil M. Carrasco Fernando R. Lanuza Acerca de los autores Sufrir al otro, corrosiones del amor pasional Mario Orozco Guzmén Hada Soria Escalante amor loco 1 amor ingresando en los confines vertiginosos de la locura, se encuentra en las primeras formulaciones de Freud sobre la Verwerfing, entendida como posicién defensiva determinante de la psicosis. Es un caso clinico lo que mite escanciar un drama en la ilustracién de una defensa enérgica y eficaz, La Ea exitosa ante la experiencia de 1o que resulta intolerable o inconciliable para el | sujeto. Nos estamos refiriendo al trabajo de Freud (1894/1999) denominado neuropsicosis de defensa”, donde adelanta una pericia de diferenciacién tanto ncurosis histérica y obsesiva como entre neurosis y psicosis en funcién de amientos defensivos del yo. Las defensas antepuestas a eso que Freud califica o un “Fall von Unvertraglichkeit” (p. 61) un caso de inconciliabilidad 0 una glichen Vorstellung” (p. 65), representacién insoportable, resultan fallidas. aso lo salda y sella el sintoma histérico u obsesivo. Pero existe una modalidad iva sumamente radical que no falla en su pretensién de desalojar la represen- intolerable de la vida animica, dc la subjetividad. Fl yo se conduce como si resentacién jamés se hubiera hecho presente, como si “nunca hubiera com- ecido” (Freud, 1894/2000, p.59) ante él. El éxito de la defensa se define por la en la confusién alucinatoria. Su triunfo es la derrota del sujeto. Cuando el yo sujeto consigue erradicar de su ser aquello que lo desmantelaria en su unidad, io parece haber ganado en su poder de desalojar lo que Ie contradice, pierde y cerde en un mundo que se capta como inmutable. 39 EROTICA DE LA VIOLENCIA, PERSPECTIVAS PSICOANALITICAS ¥ FEMENINAS Foucault (1979) habia enfatizado 1a proximidad, la vecindad, locura-pasi [...] la reflexién clisica ha sabido definir entre pasién y locura un nexo que no es del orden del voto piadoso, de una amenaza pedagégica o de una sintesis moral; hasta esté en ruptura con la tradici6n, en la medida en que invierte los términos del encadenamiento: funda las quimeras de la locura sobre la naturaleza de la pasién; ve que el determinismo de las pasiones no os otra cosa que una libertad oftecida a la locura de penetrar en el mundo dela razén (p. 356). El caso que Freud expone de esta defensa extremadamente contundente inscribe iicha relacién reversible entre pasién y locura. Es un caso de amor que sobrevive al desengafio. Al precio de la locura. Es la creencia la que hace la mediacién o articula~ ién en esa comunicacién loca de la pasién, Es una chica que se cree correspondida por el hombre a quién ella ha ofrecido “una primera inclinacién impulsiva” (Freud, 1894/2000, p. 59). Sospechamos que se trata del primer amor, de los primeros impulsos amorosos que se dan como regalo al otro. La chica se defiende como puede’ de sus primeros desengafios recurriendo al traslado afectivo de la conversién histé- rica. Enearna 0 incorpora esos desengafios. Pero la conversién del afecto, bajo Ia ‘modalidad de inervacién histérica, no le alcanza para protegerse. Es tan inmenso el dolor que no se puede convertir plenamente en una instancia liberadora, de desahogo. Entonces, se tropieza con el acontecimiento. Con algo que viene a subvertir todo el orden de su relacién con el mundo. Con ocasién de una fiesta familiar ella espera suamado. Lo espera y no espera que pueda faltar, que pueda no llegar. No espera que pueda fallarle en esa ocasin festiva de orden familiar. Y es entonces cuando aparece lo inesperado, lo inconcebible, !inimaginabie, como lo que na aucun lieu oii s'inscrire en nous (Dufourmantelle, 2012, p. 44), m tiene ningin lugar donde inseribirse en nosotros. Y de este modo no se inscribe ausencia del amado: El ha llegado, oye su voz en el jardin, se apresura a bajar, con su vestido de noche, pam recibirlo. Desde entonces. y por dos meses, vive en un dichoso suefio, cuyo contenido él esta ahi, anda en derredor de ella, todo estd como antes (antes de los desengafios de que laboriosamente se defendia) (Freud, 2000, p. 59). La voz del amado cobra Ja densidad propia de un objeto que indica la magni real de la creencia. No s6lo no hay falta, no s6lo, ily a manque duu mangue (Mich 2004, p. 145-146), hay falta de la falta, sino que nos topamos con una presen continua, en tanto immer siempre, de modo consiante, se encuentra ahi y, ade um sie (Freud, 1894/1999, p, 73), alrededor de ella, de manera giratoria. Ella ct 40 =pasion: gue no es del Shasta esti en eadenamiento: éeterminismo penetrar en el inte inscribe -sobrevive al in o articula- orrespondida sva” (Freud, js primeros ‘como puede xsiGn histé- Ecto, bajo la = inmenso el de desahogo. peti todo el ella espera a p espera que smaginable, 2, p. 44), no ® inscribe la E noche, para contenido es pzatios de los la magnitud = (Michaud, = presencia iy, ademas, = Ella cuya ‘SUPRIR AL-O7RO, CORROSIONES DEL. AMOR FASIONAL. encia parecia girar en torno a la presencia/ausencia del amado postula un io donde es el amado el que nunca puede ausentarse y gira reiterativamente no a ella, Bo de los capitulos del libro de Umberto Galimberti (2011) denominado en Qu’est-ce que V'amour?, leva por titulo Amour et Folie, Amor y Locura. Sérminos que podrian ser uno slo, © quizés corresponder a un animalito que se 8 través de una banda de Moebius con un s6lo y tinico borde. El borde pasion. En dicho apartado cl autor se remite a Sécrates, dentro del contexto del El Banquete, para afirmar esta ingente participacién de la locura en la expe- amorosa a través de la posesién de los dioses: “Los dioses, en efecto, estén en Bros, y su locura nos habita. Conocer las cosas del amor significa entonces saber jeon las cosas del amor estamos en relacién con la otra parte de nosotros mismos, Ja locura” (p. 226). Amor es posesién divina, posesién de un dios, lo destaca miberti, pero también dislocacién del yo racional, atopia en términos de Sécrates. mor pone al yo fuera de sitio, dislocado y, entonces, alocado, pues pierde su de dominio sobre sus afectos. Freud (1915/2000) sefialaba de manera muy =, que en lo que se refiere al desarrollo de afecto el gobierno de la conscieneia e KC.) menos sélido. ¥ atin dentro de la vida normal puede discemirse una pugna perma- Beate de los dos sistemas, Co e lec, en tomo del primado de la afectvidad: se deslindan entre s{ciertas esferas de influencia y se establecen contaminaciones entre las fuerzas ‘sficaces (p. 175). El amor como algo que no es comandado por el yo y la voluntad consciente, en © posesién y dislocacién del yo en virtud de la divinizacién de otro, de su idea~ in, rebasa esa pugna de los sistemas intrapsiquicos. No se discieme quién » qué sistema manda? En el caso de psicosis de confusiéa alucinatoria que ead nos presenta, y donde amor y locura colindan, la chica ha dado —tenemos evocarlo de nueva cuenta— hat einem Mann eine erste impulsive Neigung *henkt (Freud, 1894/1999, p. 72), ha regalado @ un hombre una primera dispo- impulsiva. Es decir, se trata del Geschenk, regalo, de una primera tendencia erosa. El amor como un impulso primordial, como pasién, figura como regalo, mo un don, que destina a un hombre del cual sostiene una firme creencia, una Sidumbre, en su correspondencia. :Por qué no habria de pensarlo asi? {Por qué no a de pensar que el amado por el mero hecho de haber recibido este regalo estaria Ja misma condicién que ella? Lacan (1981) afirma que “desde el momento en Se pone a dos sujetos en el mismo campo —digo dos, no tres— los sentimientos siempre reciprocos” (p. 58). Dos sujetos puestos en el campo mismo del amor 41 EROTICA DE LA VIOLENCIA, PERSPECTIVAS PSICOANALITICAS Y FEMENINAS, hacen lazo especular y hacen especular en la reciprocidad de sus sentimientos. Pero para la chica, que ha sucumbido a la confusién alucinatoria —como ha sucumbid al amor— haciendo colapsar todo su orden imaginario, no sc trata para nada de especalacién sino de conviccién. Estamos pues ante una certidumbre pasional, ante una certidumbre afin a Jocura, a la locura de un amor que finalmente no se deja desengafiar. El incons ciente, como lo establece Lacan (1984), no se deja aprehender por el “circulo certidumbres mediante las cuales ¢] hombre se reconoce como yo” (p. 18). En esta sigue a Freud que ya indicaba que en el sistema inconsciente no existian ni duda m negaci6n, pero tampoco grado alguno de “Sicherheit” (1915, p. 284), certidumbre La certidumbre que no posee el inconsciente la poseeria un yo de firmes creencias. certidumbre de ser correspondida por el amado es propia del circulo de certidum bres del yo. Es una certidumbre ademas de orden circular, se juega entre él y el Certidumbre poderosa y certidumbre del campo pasional del narcisismo. El p nareisista se hace certeza. Poco importa lo que ocurra en el entorno si existe la s6lid creencia de que el amado sigue en tomo a ésta. Poco importa la realidad exteria cuando se cultiva en secreto esta pasién que suscribe una creencia firme, Como dics Derrida (2011): En el lugar de un secreto absoluto, Ahi estarfa la pasién. No hay pasién sin secreto, secreto, pero no hay secreto sin esa pasién. En el lugar del secreto: alli donde, sin ems todo esté dicho y el resto no es nada, nada mas que resto, ni siquiers literatura (p. 61) Esta pasién donde todo est dicho y nada queda por decir se sustenta en un orde imaginario. El amante puede decir, como a veces se escucha cn el divén, refiriéndos a su partenaire amoroso: Le conozco bien. Se arroja este aserto de manera infatuad precisamente cuando las desventuras de la experiencia amorosa suministran am ‘gamente Ia condicién enigmitica del otro. Pasién de conocimiento que se gest ante el telén de fondo de una inquietante ignorancia. Por eso Lacan (1981) sitia a ppasién en la composicién narcisista imaginaria del yo; advirtiendo lo ineémodo qu resulta hacerlo tomando en cuenta en este portentoso yo su funcin de garante det principio de realidad: En efecto, es muy dificil definir al yo como una funcién auténoma, y al mismo temp como un maestro en errores, sede de la ilusién, lugar de una pasi6n que le es propia y q conduce esencialmente al desconocimiento; salvo que se desemboque en la nocién, sélo de bipolaridad o bifuncionamiento del yo, sino estrictamente hablando, de spit istincién radical entre dos yo. Funcién de desconocimiento; esto es el yo en el anil coma lo es también por otra parte, en una gran tradicién filoséfica (p. 104). 42 SUFRIR AL OTRO, CORROSIONES DEL AMOR PASIONAL (1982) podria muy bien adscribirse como acépite de esta tradicién cuando “Yo soy yo, mi objeto y esencia es yo” (p. 145). El yo esté desdoblado 10 y objeto de modo esencial. Cuando la conseiencia pretende pasar al Superarlo, apropidrselo, enuncia este proceso aseverando: “todo es suyo” 1982, p. 147). Frase que tiene un sentido no sélo de propiedad y posesion, n de identificacién. Lo cual implica que la pasién amorosa se cifra en el miento de ese otro, del amado, con el cual se identifica también de manera a juvenil amante del coronel Cantwell, en la novela de Emest Hemingway |Al otro lado del rio y enire tos drboles, de nombre Renata, sabe que hay un i ista en Ta pasién amorosa: “aunque no soy realmente yo, soy la de como tii me ves” (p. 64). También podria decirse de ella que ha sucum- esa confusién alucinatoria, de la que habla Freud en su caso de psicosis, en cia de un amor que es bastante prodigo en la identificacion imaginaria y el amante con el amado. al del objeto e identificacién. Aunque le da una posicién primordial a esta advierte que su oposicién radica en el ser y en el tener. Para referirse al padre, turacién dialéetica del Complejo de Edipo, indica que bajo el proceso iden- 0 es “lo que uno querria ser” (p. 100). En cambio, al tomarlo como objeto es “lo que uno querria tener” (p. 100). Pero parece que bajo la égida pasional aspiraciones confluyeran de manera imperiosa. De este modo, se tendria que otro para poder ser pleno y se tendria que ser el otro para tener unidad, Por esono deja de sorprender que Galimberti (2011), al hablar de nuestra era ica proponga que tenga lugar una radicalizacién del individualismo, donde hombres y las mujeres buscan en el ti su propio yo, y en la relacién amorosa no tanto la jon con el otro sino la posibilidad de realizar su propio yo profundo, que no encuentra ‘en que expresarse en nuestra sociedad organizada técnicamente (pp. 11-12). eeprende porque reencontramos en este planteamiento contundente el discurso 10 (Freud, 1914/2000) acerca de la via narcisista de la eleccién de objeto El otro, en esta modalidad de investidura amorosa, resulta ser alguien se plasma la imagen de lo que hemos sido, de lo que somos o de lo que amos ser. En esa vertiente amorosa aparece de modo radical una pretensién ista. El narcisismo modula en su vertiente imaginaria los tiempos de la ple- ‘emorosa, El otro mediatiza y vehiculiza el encuentro del sujeto con su imagen , idealizada, Por eso, tiene su presencia algo de impronta gestiltica que atrapa, Eautiva, con su imagen de plenitud, También, por ese motivo la experiencia del B [EROTICA DE LA VIOLENCIA. PERSPECTIVAS FSICOANALIFICAS ¥ FEMENINAS amor supone como riesgo la ex-posicién a la mirada, su objetivacién ante los otros. Mirada y objetivacién que podrian no permitir la realizacién primordialmente. narcisista del yo. Una chica queda prendida y prendada de una imagen donde apa- Tece acompafiada por alguien del cual decia “gue lo veia todo completo”. Miradas de admiracién y fascinacién aparecian pintadas en las expresiones de quienes les vefan. Se constituia toda una estampa que le colmaba. Qué decir de los referentes parentales en lo que se refiere a su modelado amoroso, “anaclitico”, acorde al Anlehnungstypus (Freud, 1914/1999, p. 157), tipo de apunta- lamiento o contacto, en esta época de la tecnologia de la digitalizacion omnipotente del narcisismo? Es esta época donde Vargas Llosa dice que se puede saber de todo: por la inmediatez del saber informético y de nada a la vez (6 de octubre de 2013). Parejas se constituyen paulatina o intempestivamente, exhiben sus lances audaces, comunican sus desiices y sus rupturas por la via del facebook. Se puede saber del otro y hacer saber lo que se sabe del otro de una manera prodigiosa y vertiginosa mediante la digitalizacion cibernética. Creen saber mucho uno del otro. Alardes del poder del saber. Este saber se expone al servicio de la imagen, al servicio de la soberbia narci- sista. La formula coloquial de expresién entusiasta ;qué padre! configura el encuentro! entre el apuntalamiento amoroso en una figura de autoridad y la fascinacién narcisista despertada por la imagen. El modelo por apuntalamiento persevera cimentado en la autoridad, en la condicién de poder que supone subyugar al otro. Sigue prevalecienda pero bajo el ideal de dominio sobre el otro. Las tecnologias de la era de magi hipermodema ratifican y deifican dicho dominio. No obstante, el ideal de protec = la eleccién por apuntalamiento, adscrita a la figura patema, se ha resquebrajado rece tratarse de la extensién de la declinacién de la imago paterna que situab Lacan (2003) como determinante de la crisis de la familia soldada con variantes de las neurosis: “Declinacién condicionada por el retomo al individuo de efectos extre ‘mos del progreso social, declinacién que se observa principalmente en la actual en las colectividades mds alteradas por estos efectos: concentracién econdmic: catastrofes politicas” (p. 93). Precisamente Michel Wieviorka (2005) ha sefialado cémo la violencia ha encom trado posibilidades de ensanchamiento en funcién de la declinacién institucio que, en tanto fenémeno sociocultural, se concatena con la crise de l'autorité (p. 6 crisis de 1a autoridad. Empujar al desfallecimiento de una autoridad o impulsar la inminente claudics cién de una autoridad resulta una apuesta desafiante, una aventura radical para pasién amorosa. La cual parece una forma de deporte extremo que sobrepuja tod apuntalamiento en la seguridad, en ta supervivencia y toda confianza que pued brindar el Otro como supuesto modelo y garante de proteccién: 44 B= los otros. erdialmente donde apa- p”. Miradas quienes les io-amoroso, pde apunta- mnaipotente ber de todo ede 2013): es audaces,| ber del otra = mediante] dl poder del erbia narci- encuentro minarcisista mtado en la pvaleciends 1 de magia ‘SUFRIR AL OTRO, CORROSIONES DEL AMOR PASIONAL Eiberada de la realidad, la pasién se hace inquieta, vive su suctio despierta, exponiéndose sin moderacién al juego de lailusién y fa decepeién, que no impide el reflorecimaento deta certidumbre sobre el tronco extenuado del desco, en una promesa invasora de esperanzas ‘satisfechas, Pero la pasién no desespera de lo posible. Sin nunca renuncir al temor y #2 privarse del peligro, rechaza toda seguridad tranquilizadora (Galimbert, 2011, 5.190) E! anor bajo la crisis de autoridad, cuestionando los modelos de protccciéa y Ssridad, parece carecer de apuntalamientos, Convive con el peligro y esté siempre =o por el temor y la duda, Sélo parece tentarlo el ideal de omnipotencia cincums- ® la figura materna: “Ia invencién de la maternidad crea una situacién en ls que, @s tanto de Ia nifia como del nifio pequeiios, la madre es percibida como més lerosa y carifiosa, que en generaciones anteriores” (Giddens, 2000, p. 117). © si cl amor bajo la egida o efigie matemna fincara un sentido tal de poder ico ;Para su mejor ejercicio exigiera el riesgo, el peligro persistente. Entonoes die nde Frau (Freud, 1914/ 1999, p. 157), la mujer nutriente, la mujer que modela mor incomparable a la vez expone un amor ideal ante las crisis donde el sujeto Bee que no se puede asir a nada, Por eso es que para Boukobza y Lauret (2011) n0 entender el debilitamiento de la funcién del padre sin Ia ereciente cercania Sujeto al goce de la madre. Goce de autoridad fundamentalmente corporal, de pias demarcaciones y sujeciones corporales: {For medio de frustraciones ¢ interdicciones esta autoridad ace del cuerpo un territorio Zonas, orificios, puntos y lineas donde se marca y Se ejerce el poder arcaico del inio y del abandono, dela diferenciacién de lo propio y lo impropio, de lo posible y © imposible (Kristeva, 2006, p 97) sién que violenta Pasion amorosa se forja en la ilusién narcisista. Ilusién de convergencia, de Szcatro armonioso. Husién de reciprocidad y correspondencia, Como la que des- Inés Suarez, compaficra de aventura conquistadora y objeto de conquista de © de Valdivia en el Nuevo Mundo: “Eramos similares, ambos fuertes, mandones 45 EROTICA DE LA VIOLENCIA. PERSPECTIVAS PSICOANALITICAS Y FEMENINAS y ambiciosos: a Y Yo pretendia acompafiarlo. Lo que 4 sentia, lo sentia yo, compartimos la misma ilusién” (Allende, 2007, p. 117). El narcisismo consagra al otro en una especie de forzamiento especular para la aven Ge objeto transitaba por una posicién narcisista. Después de que el sujeto supe supuestamente una fase de intensa fijacién libidinal a la figura materna se identi caba con ésta. El saldo de esta identificacién marcaba no slo el hecho de amarse a: mismos a través de partenaires jévenes, de ahnliche Miner (Freud, 1905/1999, p 44), hombres similares, parecidos a ellos, sino también una exigencia de ser amad “como ta madre los habia amado” (Freud, 1905/1999, p. 132). Este deber impues 2 amor enlazado a fa identificacién matema lleva el signo de la intolerancia y imposible. Nadie podré amarlos como ella. La cual, erigida en instancia superyoiea incrusta el deber en el circulo vertiginoso del amor. El otro estarfa obligado a quereria no de cualquier manera, no a la manera propia y singular de cada quien, sino al mod matemo. Si el modo matemo de querer fue a través de la violencia, mediante el uso d 4a fuerza, recurriendo al maltrato, entonces eso se configura como un atributo, com ees que condiciona ta ilusién del amor. Pero también el otro se inscribe en el lugar portentoso del ideal del yo. Lugar d dominio hipnético, lugar de autoridad, ugar de poder. Freud (1921/2000) advert ue el objeto de amor, el hipnotizador y el conductor de masa, se instaura en ese sit ‘encumbrado por un narcisismo de perfeccién, de totalizacién ideal. El objeto d WB vrnores ua amo inkcancabie Por una comunidad re-signada tanto a la identificacié sombria como por la identificacién entre sus respectivos y despectivos egos. En sentido, parece catapultarse la afirmacién de Victor Hugo (2011) acerca de que amor es una falta” (p. 95). Falta en relacién a ese amo que parece exigir un mod de complacerlo que siempre se queda rezagado, que siempre resulta insuficiente aunque el sujeto se empefie en desplegar enormes esfuerzos de sacrificio y entre [Bie sy atnor que alcance para satisacer a ese objeto de amor erigido en amo igura que hipnotiza con su sola presencia, con su imagen de plenitud filica. Ci vor emana un efecto encantador. Aunque también puede volearse como imp tivo, como mandato que se debe cumplir subordinando la conciencia moral (Freud 1921/2000). Por eso, es que la violencia que ejerza este gran amo del ideal de mand siempre podria ser recibida como portadora de algin venturoso Bien: de complacer al otro —erigido en idolo— puede inducir las peores violencias (ag el llamacio del crimen); violencias idolatras, es decir narcisistas” (Sibony', 1998, p.2 En el texto las citas referenciadas por los autores Galimberti, Dufourmantelle, Wieviorka Sibony, son traducciones de los texios respectivos en francés por parte del autor, 46 = Lo que Pp 117). @ ple aventura! homosexual) sto superab) p se identifix eamarse a si 05/1999, pe El objeto de dentificaciéa egos. En ese rade que “al igir un modal Finsuficientey soy entrega pen amo, ea {falica. Cuyal pmo impere= moral (Freudy eal de manda “ta necesidad) plencias (aqui 1998, p. 27) ie, Wieviorka ‘SUFRIR AL OTRO, CORROSIONES DEL AMOR PASIONAL mecesidad imperiosa de complacer al otro idealizado, al idolo, que quiere ser do como él manda o como lo manda su superyé de sello matemo, puede invitar eto violento como evento de alcance sacrificial. Estos son los planteamientos Jnacen evocar lo inherente que resulta la pasin a la estructura del amor. Aunque n (1981) establece lo importante que resulta: _] distinguir ahora el amor como pasién imaginaria del don active que él constituye n cl plano simbélico. El amor, el amor de quien desea ser amado, es esencialmente una ntativa de capturar al otro en si mismo, de eapturarlo en si mismo como objeto (p. 401). ta distincién no es facil de instaurar cuando el sujeto no puede dejar enteramente su posicién narcisista en una experiencia que subvierte y vulnera todo su Por eso Galimberti (2011) propone atributos de la pasién que aun implicando el en narcisista del yo, parecen también hacerlo vacilat. A diferencia del amor: |Iapasién no obedece a ninguna regla, ignora el dominio de si, responde a una atraccién ‘Fiolenta que no conoce limite, no se alimenta ni de proyectos ni de construcciones, pero abalanza en la vecindad del sacrificio de si, si es que no a os encuentros con la muerte ‘pp. 165-166), amor-pasién no sabe de futuro més que su supeditacién a un suspenso cons- , a.un instante extendido y se muestra dispuesto a todo para complacer al otro. ene violencia en lo desmesurado de su exigencia, de su desafio. El cual puede en juego a un tercero al cual se reta y confronta en el presunto dominio y esién del objeto amado: “la pasién no es sin riesgo” (Galimberti, 2011 p. 172). go de perder y perderse en una apuesia que vislumbra més lo fusional que la ectativa de reciprocidad. Se trata més que de intercambio, de una ilusion de estinacién, Suefios de estar hechos 0 nacidos el uno para el otro. O como alguien spensaba, que creia firmemente, que estaba siempre en sintonia con el ser amado. ios que se van tejiendo de decepcién, que involucran sufrimiento, acosados por sombria sensacién de engaiio. onvendria, sin embargo, también cernir 1a perspectiva de que no todo amor onde a los ideales narcisistas. Sobre todo porque lo que se da en el amor no es To que se tiene, presuntamente, es decir, un yo insuflado de imAgenes de per- y poder pleno, sino lo que no se tiene, aquello que signa carencia. Se ama anto, o no tinicamente, lo que idealmente engrandece y enaltece al yo, lo que onde instrumentalmente a las aspiraciones de exaltacién de la imagen narcisista i. La vertiente simbética, apuntalada en lo real del amor, baliza la dimensién del tro sibito, del encuentro con lo inesperado, con ese dgalma, donde se guarece a EROTICA DE LA VIOLENCIA. PERSPECTIVAS PSICOANALITICAS ¥ FEMENINAS cel don que activa el deseo al mismo tiempo que lo enigmitico de la experiencia, No ‘sé qué tiene, no sé qué me pasa, son enunciados que calibran el sendero enigmitica de la experiencia amorosa. La experiencia de desconocimiento de si y del otro resulta abrumadora, aplastante. Dicho agalma se sittia como objeto del deseo en el corazéa| de la experiencia amorosa. Encontramos en Pascal (1984) la alusion a ese objeto en Ia causa vibrante del amor. Situado dicho objeto precisamente como hueco en el saber, como un vacio que no deja de interroger y producir efectos inquictantes. Objeto incomparable, sin equivalencias, sin referencias o correlaciones imaginarias con otros objetos que eniran en circuitos de ambiciones y valores mercantiles. Dicho objeto, premisa de singularidad radical, en altima instancia remite al otro en su condicién de “absoluto particular” (Zizek, 2004, p. 258). Objeto que sin sal cémo ni por qué, se localiza en el interior del ser amado, Alcibiades no dice —Es por mi bien o por mi mal, por lo que quiero eso que no e comparable con nada y que se encuentra en ti, égalma. Dice —Lo quiero porque lo quiera sea mi bien o sea mi mal (Lacan, 2008, p. 185). No hay explicacién ni recursos comprensivos. El amor articulado a este objeta se impone a cualquier basculacién ética o imprime una ética propia que hasta impre siona como carente de sentido. Desde luego, podemos afiadir, que abre un sendera obscuro no sélo de pérdida de conocimiento y comprensién de lo que sucede sin también del otro: Desvivirse, debatirse por un objeto impenetrable es religién pura. Haver del otro un eni insoluble del que depende mi vida es consagrarlo como dios; no llegaré nunca a resolves la cuestién que me plantea; el enamorado no es Bdipo. No me queda, entonces, mas qu ‘rastocar mi ignorancia en verdad. No es cierto que cuanto més se ama mejor se com Prende; lo que la accién amorosa obtiene de mi es solamente esta sabiduri: que el ots fo es para conocerlo; su opacidad no es en absoluto la pantalla de un secreto sino bien una especie de evidencia, en la cual se anula el juego de la apariencia y del ser. sobreviene entonces esta exaltacién de amar a fondo a alguien desconocido, y que seguird siendo siempre: movimiento mistico. Accedo al conocimiento del no conceimice (Barthes, 1998, p. 114). El otro no es todo, lo cual supondria conocerlo y comprenderlo, aunque designe el arrebato de la pasién amorosa. Ni es tan perfecto ni tan compl como parece. A menudo son los defectos del otro los que jalonan la posicién d Verliebtheit: SSUFRIR AL OTRO, CORROSIONES DEL AMOR PASIONAL Sigencia es ser amado hasta el punto méximo que puede aleanzar la completa ‘on del sujcto en una particularidad, y en lo que es particularidad tiene de mis Eo, de més impensable, Se quiere ser amado por todo, no s6lo por su yo —como dice — sino por su color de cabello, por sus manias, por sus debilidades, por todo 2009, p. 402). jpesi6n narcisista del amor parece insistir en la via de la semejanza, en la 2a de lo indiferenciado, en la conquista de una individuacién egregia. La vi <2 del amor, en cambio, es irrupcién de lo diferente, de lo que contradice y 2 las imagenes estelares de realizacién del yo. Es irrupcién de lo incog- ues al advertir que el otro escapa a mi desciframiento me tropiezo con mo de mi deseo: “;Qué es lo que quiero, yo, qué quiero conocerte?” Es, 1998, pp. 114-115). Por eso es que esta via que ronda el enigma interno también suscita vivencias de orden pasional: “Si este objeto les apa Es porque ahi dentro, oculto en él, esté el objeto del deseo, agalma” (Lacan, > 173) b mi horizonte eres ti, dice la cancién de Juan Carlos Calderén cantada y & por el grupo espafiol Mocedades. Plasma el costado pasional de un amor #20 emocional totalizante” (Galimberti, 2011, p. 172) desborda los limites a con la muerte, los limites del cuerpo con el alma. Como lo testimonia Inés en su primer encuentro pasional con Pedro de Valdivia: “ambos descubrimos Sedero amor, porque hasta entonces no habiamos experimentado la fusién del con cl alma. Mi elacién con Juan fue carnal, y la de él con Marina, espiritual; ego a scr completa” (Allende, 2007, p. 111). Volvemos a la expresién de la chica que declara que en relacién con su compaiiero amoroso: lo veia wpleto. Se refiere tanto a él, considerado como perfecto para ella, pero tam- ue con la compafifa de esta figura que le Henaba se irradiaba plenitud, su rebosaba plenitud. El horizonte de plenitud hace que el proceso identificatorio en el juego emocional: Hs pasién consisteen “suftr” al otro, en el sentido de “soportar” al otro, no hay pasién ‘Bo comporte una forma de alienacién de si, que culmina en general sea en la identi n con la persona amada, de donde resulta una pérdida de su propia identidad, sea 4s posesién de Ia persona amada, de donde resulta una tendencia a excluir del mundo, © iltimo siendo considerado como una amenaza contra una unién que la pasién desea En los dos casos, se encuentra una tentativa de abolir la distancia que separa alos zntes, sea por la anulacién de si en el otro (identifiacién), sea por la reabsorcion del = en si (posesin) (Galimbert, 2011, pp. 175-176). EROTICA DE LA VIOLENCIA. PERSPECTIVAS PSICOANALITICAS ¥ FEMENINAS El otro s6lo debe existir para el yo apasionado, Su existencia debe limitarse a él y lo que tenga que ver con él. La auténtica otredad no existe en la pasion amorosa cefida @ una voluntad de exclusividad y de extensién del yo. Pero sobre todo porque ¢n dltima instancia el otro se reduce a ser yo y el yo se resume y consume en ser para Podemos agregar que el punto de crispacién de esta alienacién de la pasién pmorosa radica en esta disposicién para soportar y suftir al otro, Se trata de sopor. Tarle sus vejaciones e infamias. Consiste en sufrrle sus incongruencias y estafas, Se Concentra en soporiarle y sufrirle sus violencias. El amor puede convertitse en tn ‘Yerdadero bastién del yo que parece dispuesto a soportar todo por el ser amado y en cl afin de sex amado. Un trabajo de investigacién de la Dra. Marcela Osorio Guzman, titulado “Violencia en el noviazgo de parejas del mismo género”, publicado recien, femente en un texto que uno de nosotros ha codirigido (Murueta y Orozco, 2012), Gescubre que un nimero importante de los sujetos que participan en este tipo de violencia asumen la idea de que “si aman lo suficiente, su novio cambiard” (Osorio, 2012, p. 73). Es una razén para no presentar denuncia. Es una raz6n amorosa o ec el amor como razén para sufi y soportar el maltrato del otro. La violencia pone a Prueba al amor y se prueba el amor como factor de resistencia. El enunciado de ahora te aguantas se conjuga en su carécter imperioso con el de aguantarle todo. 2 ese otfo que parece representar el todo filico para el sujeto, todo su horizonte ¥ con el cual parece que se arriesg6 (a) todo. Freud (1914-15/2000) subraya um aspecto en el amor transferencial que Io hace tan auténtico como cualquier otro: “la impresin que uno tiene es que de él se podria obtenerlo todo” (p. 171), Bajo esta impresi6n se confieren al amor atributos de magia y omnipotencia para conseguir lo ue se quiera y para conseguir de aquel o aquella que se quiera su transformacién, El otro pone el maltrato, la violencia, y el sujeto receptor pone al amor, o pretende que el amor se imponga, para sostener el vinculo, el Lazo, pese a todo, pese a todo lo que digan en su entomo. Se puede tratar de una resistencia amorosa sublime, que se crece y fortalece con el tormento recibido. Siguiendo a Freud (1912/2000) podria mos argilir que la pasién en su forvor amoroso en la transferencia demanda aecis mis que palabra, Se insinia silenciosamente, sustrayéndose al flujo asociativo, E cl terreno discursivo de lo erético, Clavreul (1968) propone que més que hablar de pasién, de lo que se trata es de abordar lo que denomina la “alegacién amorosa (>. 110). Posicién argumentativa donde el amor se constituye en aquello que mej defiende la causa de “padecer las pri 1968, p. 111). Causa que se padec éxtasis , clocuentemente, por ejemplo, de como una mujer ha aguantado el alcoholismo su marido y su cortejo ominoso de maltratos y vejaciones. 50 SUmRIR AL OTRO, CORROSIONES DEL AMOR PASIONAL veces uno cree que ya no puede, pero siempre se puede aguantar mis", sa un joven que relata c6mo soportar al otro, soportar sus insultos mientras <2 su virilidad, y colocéndolo en el lugar de poco hombre, puede llegar al punto iSesconocer el limite de uno mismo. Aqui, la dimensién de la violencia del soportar. = aguantar, toma cuerpo y toma al cuerpo del otro como objeto sobre el cual recacn practicas de maltrato, perversas, como una situacién de aguante. Es ese erotismo ido por la violencia que reduce la distancia entre Ia vida y la muerte, pues el Eto parece que siempre puede aguantar mas, Es también desde la pasién erdtica se abren y extienden las posibilidades del sujeto al goce. “La primera ver ‘tuvimos relaciones, las dos nos quemamos en las manos”, relata otra chica. E] So figura como lugar de amor violento que surca, que abre surcos, que excava y pea al maltrato como condicién de amor, de entrega al otro. Freud ya vislumbrabs acontecimiento desde las primeras fantasias sexuales del sujeto en “Pegan a un " (1919/2006). El padre castigador seré también la imagen que corresponde a stadio de amor incestuoso (de hijo a padre), donde el sujeto dice al otro, al igual; Padre me ama ami, por eso te golpea a ti, porque a ti no te quiere, sélo para és sustituiren Ia fantasia al niflo golpeado, para ser ahora objeto de violencia, © ante todo, de violencia erética. Se maltrata por amor, se golpea por amor. Es abién una forma de soportar al otro y ser soporte del otro. Es prueba tiltima de i por el otro. “Después de quitar la ropa habria que quitar otra cosa, ;pero qué? ortar un pedazo de carne, reventar el cuerpo?” (Pommier, 2000, p.25). ‘Lacan indica que no hay progreso, que se gira en redondo. Solo habria progreso qué de la mort, marcado por la muerte (1976, 16/03/76). Particularmente, el or seria una muestra de ello, Su progreso pasional Ilevaria la marca de la muerte: te unién de los amantes es el efecto de la pasién, apela a la muerte, al deseo de inato o de suicidio. Lo que designa a la pasidn es un halo de muerte” (Bataille. P. 33). Incluso Freud (1916-17/2000) propone que en lo que se refiere al soma mas que progresin existe regresién en lo que concieme al amor volcado demands. Y regresion rechazada a tal grado que conduee a puntos de fjacién sstadios libidinales previos, a momentos de demarcacién de demandas amoro- . Cuando ingresa en este universo clandestino se interroga por “;quién puede novie?”, (Coetzee, 2006, p. 110), advirtiendo inopinadamente que “se encuen- el mundo de Pavel, en el entomo erético de Pavel?”. Un entorno erdtico que "gna pues emerge “en él un inesperado vuelco del deseo” (Coetzee, 2006, I2) al contacto con el ruido del vestido y el olor que produce el paso de una tacha de ese entorno. Rastros y restos de eso que pasa en ese mundo por donde or supone que debié pasar el deseo de su hijo. Un deseo que cuando el joven 19 afios intenté imponerse como voluntad para limitar el encuentro erético su padrastro y su segunda esposa, Anna Grigoryevna: -] se obstiné sin embargo en no aceptar que ella, Anna Grigoryevna, se acostari en el 30 de su padre, Durante el aZio que vivieron todos juntos, Pavel sostuvo la ficcién de ‘Anna no era més que la compaiiera de su padre, tal como una mujer ya vieja puede er 8 una Compaiiera, una persona que se ocupa de la casa (Coetzee, 2006, p. 123). 0 sabemos qué funcién cumplia Fiodor Dostoievski para su hijo. No se sabe mplia la funcién de falta, Pero sabemos qué funcién pretendia cumplir Pavel ecto a su padrasiro. Funcién de interdiccién respecto a su segunda mujer. No te stards con él. Y sc lo dice a quien se ocupa de la casa de su padre, ja su casera? sorprende ya que es precisamente con Ia casera, con la que se ocupa de la en el caso de Pavel, donde aparece ese vuelco de amor pasional en Fiodor stoievski. La interdiccién esta destinada a una Anna, compafiera de casa del astro, y la pasion feroz y obscena de Dostoievski se destina a otra Anna, jnsable de la casa habitada por Pavel. Hay desplazamicnto desde la barrera del Erdicto hasta el vector de lo pasional que atraviesa a dos Annas y que se encarrila #funcién de una muerte: la muerte del hijo. Un llanto que no cesa, un llanto interminable, marcan una dificil apertura al duelo Sndose de la muerte de un hijo: “El llanto por un ser querido, sobre todo por un 37 EROTICA DE LA VIOLENCIA. PERSPECTIVAS PSICOANALITICAS Y FEMENIKAS , no termina nunca” (Allouch, 2001, p. 90). Para Allouch resulta determinant nla subjetivacién del duelo, hasta para valorar el horror que suscita, en qué medi existe algo de no realizado en la vida de aquel que ha muerto. Y también de potenci vital abruptamente impedida dp realizacién, Por eso resalta la singularidad qi reviste la muerte de un hijo: El caricter determinante de la no-realizaci6n nos hizo tomar nota de que, en nucst tiempo de muerte seca, desde el momento que la mortalidad infantil ha dejado de sex ue era, el paradigma del duelo es el duelo det hijo. De ali, la pregunta: zes pensabl ¢s posible que la muerte del hijo haya llegado asia ocupar ese sitio? ,En qué condiciones podria ser elevada a ese estatuto de paradigma gramatical para todo duelo? Habré heck falta para esto, para que la una-vida de cada uno fuera evatuada sin otro recurso que es ‘misma evaluacién en tanto que humana (gun siendo demasiado humana), que Dios no fuera reconocido como quien tiene en las manos, El y s6lo El, las cartas del juicio a efecto necesariamente ‘final’. Habra pues hecho falta la muerte de Dios, proclamada p Nietzsche, habra hecho falta que Dios fuera despojado de la contabilidad por el hombs (Coetzee, 2006, p. 376). El duelo del hijo como paradigma del duelo, en lugar de la muerte del padre y: idealizacion suprema bajo la figura de Dios, se puede escudrifiar muy bien a través de esta identificacién de Fiodor Dostoievski con la figura de Herodes. Odio conte todas aquellas criaturas que si podrian realizar lo que a su hijo le ha sido intempes tivamente vedado. Lejos de comprender la muerte de su hijo, lejos de ese tiempo. comprensién y asimilacién, se da sitio al odio asesino contra todo aliento de vid contra todo lo que aliente una vida por realizar: Una terrible maldad brota en él con destino a todos los seres vivos, y sobre todo a nifios vivos. Si en estos momentos hubicra alli un recién nacido, lo arrancaria de braai de su madre y lo arrojaria contra una roca. Herodes, piensa: jahora si que entiendo Herodes! Qué la perpetuacién de la especie termine de una vez! (Coetzee, 2006, p. 18 Se comprende al asesino, al asesino que da el golpe fatal porque se siente ame nazado, desesperado, ante la imposible comprensién del muerto, ante lo impo: que resulta comprender c6mo es que un joven en la plenitud de vida, que se ident ficaba con la gente marginal, con la gente del pueblo, siibitamente muere. Aung Dostoievski pueda reprocharle a su hijo que se haya sumado a las fuerzas subversi por la transformacién radical del pais dirigidas por Nechaev, no se puede sosla que ese compromiso politico era signo de vida, signo de potencia por el cami radical, seftal de pasién que no mide los riesgos. 58 erminante, qué medida ide potencia daridad que = en nuestra aio de ser lo 9 pensable, condiciones Habri hecho Bs0 que css = Dios yal el juicio ea fen a través Ddio contra 9 intempes- e tiempo de so de vida, m= todo 2 los) ia de brazos| g entiendo a! 2006, p. 18). sicate ame-| » imposible: © se identi we. Aunque! sabversivas de soslayar rel cambio 'SUFRIR AL OTRO, CORROSIONES DEL AMOR PASIONAL Se recogen esos atisbos de pasién politica, pasion incendiaria, en una pasién ea que se suspende de un fantasma de goce sidico, donde bajo el despliegue del , bajo su fascinante coartada, se suministra destruccién Tmagind cémo seria mirar los ojos de la mosca frente a frente mientras las alas le eran serrancadas: estuvo seguro de que ni siquiera parpadearia, y puede que ni siquiera lo ‘iese. Era como si, mientras durase el acto, su alma se inirodujera en la hembra. La ‘dea le hizo estremecerse; le dieron ganas de aniquilar a todas las moscas de la tiem= (Coetzee, 2006, p. 88). El fantasma devastador, infanticida, sustentado en la identificacién con Ia imagen fica de Herodes, se revierte y contradice con el empefio redentor de Dostoievski. Se en salvar a todos como quisiera salvar a Pavel, ya no tanto de la muerte sino ssaberse muerto, En una escena aparece un perro amarrado en la calle, un perro que terriblemente con el frio, y sc le impone a Dostoievski una demanda-condicién esde donde?) para salvar a ese perro, para salvar a todas los desamparados, a todos shuérfanos Pavel no se habri salvado hasta que él no haya liberado al pero, hasta que no se lo haya Ievado a su cama, hasta que no haya llevado lo iltima, al mendigo y a la mendiga tam- Dign si hace falta, y muchas més cosas de las que todavia no tiene nocién. Y ni siquiera entonces tendré Ia certeza (Coetzee, 2006, p. 49) Dostoievski se encuentra esperando una seffal de Pavel para salvarse. Para var a todos y matar a todos. Para salvar a todos los mendigos también, como el lgmitico personaje de Ivanov que se inmiscuye en la trama siendo protegido por Bstoievski, alimentado ¢ incluso acogido en el cuarto de Pavel. La muerte del ser marcada por el erotismo surgido de do aquello alguna vez perteneciente o relacionado con Pavel. Provocando de este Anna Sergeyevna, la casera, la que se ocupa de la casa donde fue a alojarse Pavel, soporte de lo que parece insoportable para Dostoievski. Lo sufre en ese sentido. le sefiala que fue utilizada por él para acceder a otra persona. Le afirma que era Widente que: “Estaba sufriendo. Estaba usted suplicando” (Coetzee, 2006, p. 71), Sdria indicarle nuestro gran escritor que ella fue el camino, la senda erotica, para frar al reino de la muerte, o quizés para entrar al duelo, para soportar la muerte El hijo. :Podemos entonces planteamos que el cuerpo de esta cascra se puede 59 EROTICA DE LA VIOLENCIA. PERSPECTIVAS PSICOANALITICAS ¥ FEMENINAS. compactar y reducir a la funcién del pequefio trozo de si que permite a Fiodo Dostoievski reunirse con su hijo en la muerte? La casa de esta casera dio hospedaj hospitalidad, atencién, al hijo de Fiodor Dostoievski, y su cuerpo, del cual aquélla e¢ un correlato metaférico, dio alojo al cuerpo sufriente del escritor: Asi el vinculo del muerto y de quien esté de duelo seria susceptible de una presentacié ¢ incluso de un posicionamiento simétrico donde cada uno tendria consigo un troz0 del otro, no un trozo cualquiera sino un trozo que le importa, un trozo libidinalizado, un en que el deseo esti comprometido (Allouch, 2001, p. 409) Parece que quien esté de duelo ante la pérdida de un hijo compromete su dese por la ruta de lo que en esta vida floreciente, bruscamente rota, estaria por realizarsa Ese trozo de si que salda un compromiso del deseo, en este caso de historia imps nada de ficcién, se configura en buena medida por la mediacién erdtica. La pasié iracunda, malévola, pero sobre todo amorosa que se moviliza, en Fiodor Dostoievsis hacen pensar en la posicién fundamental del deseo: “El deseo en su esen la muerte, es su tinico adversario verdadero incluso cuando pacta con ella es p encontrar alli la vida, la excitacién, la intensidad, el deseo de vivir en el lugar d otro...” (Dufourmantelle, 2012, p. 47). En el encuentro furibundo con la ‘casera, Cat la que ha hecho de su cuerpo casa, casa de muertos, casa de muerte joven, se plasms un erotismo de corrosién pasional donde se confunden los cuerpos, las identidac y la vida con la muerte: Hacen el amor como si pendiera sobre ellos una sentencia de muerte, absortos em 40s. Hay momentos en que &l no sabe quién es quigr, quién el hombre, quién la mu momentos en que son como esqueleios, ensambladuras de huesos y ligamentos aprciad ‘uno contra cl otro, entrelazadas las costillas, enredados los huesos de las piemas (Cok 2006, p.247). La absorcién de Ia pasién erdtica resulta mortifera. Los euerpos se confunden, pierden identidades de género pero también pierden la vida. No sin gozat in extremis, Se dan y muerte, Se dan todo. La pasién, como Pavel, surca ferozmente la mucrt. La pasiéa en iltima instancia el mismo Pavel que, en este estado, rebasando To humano y la mues zo se arredra ya ante nada En la sangre de este joven, esta versién de Pavel, corre una sensacién de triunfo. i atravesado las puertas de la muerte y ha regresado; ya nada puede tocarle. No ¢s un pero tampoco es humano. Esté en cierto modo mis allé de lo humano, més allé hombre. No hay nada de lo que no sea capaz (Coetzee, 2006, p. 263) ‘SUPRIR AL OTRO, CORROSIONES DEL. AMOR PASIONAL El cuerpo de la casera, como albergue del trozo de si para Dostoievski, encama anfo de Pavel, sobre su vida y sobre su muerte, Permite entonces un posiciona~ p subjetivo en toro al duelo distinto de lo que las versiones clisicas sobre el p describen. Un estallamiento pasional, erdtico, se puede presentar en funcién de sexperiencia de pérdida como momento privilegiado de ubicacién y reubicacion eseo'. Tenemos entonces al duelo como ocasién propicia para un estallido de erética. Podria incluso ser “Ia radiante presencia” (Abraham, 1907-24/ 1994, #37) del objeto amado, que Abraham suponia en varios casos de duelo, donde ecto apesadumbrado en el duelo puede verse sustituido 0 acompafiado por el erdo amoroso 0 erético del muerto. ZExplosién maniaca del arrebato erético que ‘modo conjura y difumina las sombras del objeto perdido? @No podria pensarse ese estallido erdtico del enlutado Dostoievski respecto a como una variante mas entre los “quitapenas” propuestos por Freud, como lo toxico? “En la mania se produce esa conducta como de alguien embriegado sin se haya introducido el téxico embriagador” (Freud, 1939/2006, p. 78). Freud gria una especie de triunfo sobre la muerte del ser amado que se delata mediante lido libidinal en forma de mania, pero también advierte que hay otras confi- ‘ones que en Ia misma serie de estados exaltarian la libido del sujeto en duelo: Lo que se consigue mediante las sustancias embriagadoras en la lucha por la felicidad {¥ por el alejamiento de la miseria es apreciado como un bien tan grande que individuos y j2un pueblos enteros les han asignado una posicién fija en su economia libidinal. No sélo fs les debe Ia ganancia inmediata de placer, sino una cuota de independencia, ardiente- ‘mente anhelada, respecto del mundo exterior. (p. 78) Efectivamente, hay una ganancia de placer que parece derivarse de la muerte de 1. Ese arrebatamiento erético, recordemos, se da por primera vez en el lugar de yace muerto Pavel. Se trata pues de un hijo que fue sepultado sin la presen- de su padre. Dostoievski no formé parte del ritual de duelo: “Y el funeral ya habia llevado a cabo. Las cuentas estaban zanjadas, ajustadas las cuentas co ‘vida, cerrado el libro. La versién definitiva, como suelen decir los impresores’ ee. 2006, p. 73). Lacan (1959) no disimula la importancia del rito de duelo 2 los supervivientes: “el rito se desempefia como una satisfaccién significante * Agradecemos al Dr. Ricardo Gareia, Profesor Investigador de la Universidad Veraeruzana, por 0S el siguiente referente: “Como el de la pelicula “Ojos bien cerrados" cuando la hija de un te del Dr. Harford, le comunica sobre su muerte; y luego de un corto intereambio de palabras ante dre que yace muert, ella intempestivamente lo besa de modo pasional a pesar de estar a punto de ‘on un Maestro en Mateméticas” (Comunicacién personal: 23 de agosto de 2013). 61 [EROTICA DE LA VIOLENCIA. PERSPECTIVAS PSICOANALITICAS Y FEMENINAS del agujero en la existencia, por la puesta en juego total de todo el sistema si ficante alrededor del minimo duelo” (p.98). No hay en Dostoievski esa puesta juego del sistema significante, pero si una exaltacién libidinal, parecida a la de mania y la toxicomania. Y si bien, como dice Ariés: “los muertos duermen” (1983, p. 27), Pavel no muerto, pero tampoco vive. Retorna con cada estallido pulsional, erdtico, de padre. Retoma confundido en la figura de Dostoievski que juega, sin saberlo, con vida y la muerte, midiendo sus limites, conociendo y reconociendo el lugar de uno de los personajes en una dindmica de deseo, del deseo de cada mo encarada propiciado por la muerte de Pavel. ‘También aqui se sufre al otro, en el duelo surcado por el erotismo. Tambié el otro se funde en el yo hasta la imposibilidad de diferenciarse el uno del otro, de reconocerse el uno frente al otto. Unién totalizadora de la pasién, los amantes unen y reabsorben entre si, Dostoievski y Anna hacen fusién que viene comand: or el suftimiento de una pérdida, borroneada en el encuentro erético. Dostoi y Pavel, por su parte, aparecen incorporindose el uno al otro y disolviendo asi barrera entre la vida y la muerte: “La lucha doliente del sujeto por aferrarse al objes que ha perdido, como muestra de lo irremplazable del mismo: el dolor del duelo es dolor de separacién, sino dolor de lazo”. (Vargas, 2011, p. 5). Dolor de lo aj subsiste més alld de la pérdida. Dolor que penetra los cuerpos que, perdiéndose ‘sus arrebatos eréticos, imponen su pasion como soberana coartada o irénico desa ala muerte. Referencias Abraham, K. (1907-24/ 1994), Psicoandlisis Clinico. Buenos Aires, Lumen-Horn Allende, 1. (2007), Inés del alma mia, México, De Bolsillo Allouch, J. (2001), La erética del duelo en el tiempo de la muerte seca, México, Epel Aris, P. (1983), El hombre ante la muerte, Buenos Aires, Taurus. Bataille, G. (1992), El erotismo, Barcelona, Tusquets. Barthes, R. (1998), Fragmentos de un discurso amoroso, México, Si Boukobza, Cy Laurent, M. 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