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Capítulo 16 de la liberalidad y la parsimonia

En este capítulo Maquiavelo insiste en la necesidad del príncipe en transmitir a otros la idea de
que él cuenta con virtud, de esta forma Maquiavelo señala la importancia de perecer no
necesariamente siéndolo, quien practica la generosidad a fin de ir ganando adepto, sin necesidad
de poner en riesgo las arcas públicas.

Estaría bien ser tenido por pródigo de manera que se sepa que uno es, perjudica, por otra parte, si
se le practica como se le debe practicar no será conocida y se le considerará como el vicio
contrario.

Un príncipe así acostumbrado a proceder consumirá en tales obras todas sus riquezas y se verá
obligado, si desea conservar su reputación, a imponer excesivos tributos, a ser riguroso en el
cobro y hacer todas las cosas que hay que hacer para procurarse dinero. Lo cual comenzará a
tornarlo mal.

No se puede practicar públicamente esta virtud sin que se le perjudique, convendrá que no se
preocupe si es tachado por tacaño, porque con el tiempo será tomado siempre como prodigo.

Solo hemos visto hacer grandes obras a las personas llamadas tacaños, los demás han fracasado,
un príncipe debe de reparar poco para que pueda defenderse, no robar a los súbditos, no volverse
pobre y despreciable, no ser ladrón, en incurrir en el vicio de tacaño; porque este es uno de los
vicios que le hacen posible reinar.

Capítulo 17 De la crueldad y la compasión; y de si es mejor ser amado que temido o lo contrario

El Gobernante en todo momento debe emplear a su pueblo, de forma simultanea el amor y el


temor como forma de proteger su gobierno, todos los gobernantes desean ser temidos por
clementes y no por crueldad, un gobernante no debe preocuparse por que lo acusen de cruel, y
siempre cuando su crueldad tenga por objeto el mantener unidos y fieles a sus gobernadores, con
pocas sanciones ejemplares será más clemente que aquellos que, por excesiva clemencia dejan
manipular sus órdenes.

Las personas tienen más cuidado al ofender a uno que se haga amar que a uno que se haga temer;
el amor es un vínculo de gratitud que los hombres, malos rompen cada vez que pueden
beneficiarse, el temor es el miedo al castigo que no se pierde nunca. El príncipe debe hacerse
temer de modo que evite el odio.

Como el amar depende de la voluntad de las personas y el temer de la voluntad del gobernante,
un gobernante prudente debe apoyarse en lo suyo y no en lo ajeno, tratando siempre de evitar el
odio.

Capítulo 18 De cómo los príncipes han de mantener la palabra dada

Todos sabemos que los gobernantes deben cumplir su palabra, pero vemos que los gobernantes
que han logrado más han sido logrados por el engaño. Un gobernante puede luchar con las leyes,
que es el camino de los seres humanos, o con la fuerza, que es el camino de los animales. Un
príncipe debe imitar al zorro en la astucia, así como el león en la fuerza. Un gobernante sabio
nunca debe cumplir su palabra cuando va en contra de su interés, porque puede esperar que otros
hagan lo mismo. Para sacarlo, debes ser un buen mentiroso, porque siempre encontrarás gente
dispuesta a ser engañada.

El control de los gobernantes sobre su imagen pública recibe una atención especial en este
capítulo. Un gobernante debe siempre parecer sincero, misericordioso y religioso, aunque a
veces actúe en sentido opuesto.

Es útil parecer virtuoso, pero debemos estar atentos para actuar de manera opuesta si la situación
lo requiere. Un gobernante debe hacer el bien si puede, pero esté listo para hacer el mal si es
necesario.

Sin embargo, un gobernante debe tener cuidado de actuar siempre de una manera que parece
virtuosa, porque muchos pueden verlo, pero pocos saben lo que realmente son. Si un gobernante
conquista y mantiene su estado, todos lo alabarán, juzgando sus acciones por su resultado.

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