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NOTA BIOGRAFICA Francisco Sudrez, llamado el Doctor Eximio, nacié en’ Granada, el 5 de enero de 1548. Murid en Lisboa, el 25 de septiembre de 1617. En el afio 1564 ingresé en la Compafifa de Jestis, no sin grandes dificultades por lo débil de su constitucién fisica y por lo corto de su capacidad intelectual. Durante el estudio en la Compafiia fue preciso que se le asignara un repetidor, con objeto de que pudiera aprender las lecciones. Sin embargo, un dia en que dicho repetidor le explicaba una dificil cuestién, mas por obediencia que por creer que pudiera comprender algo, Sudrez repitié la leccién con extraordinaria precisién, afiadiendo cosas de gran interés que su compafiero no habia mencionado siquiera. Desde aquel momento, se hizo patente la extraordinaria capacidad mental de Suarez. Es- tudid ‘ealopia en ‘Salamanca, y all{ adquirié gran fama, con motivo de una tesis sobre la santidad de la Virgen. En 1571 fue elegido profesor de filosofia en Segovia, y en 1575 de teologia. Después pasd a Valladolid, y luego al Colegio Romano, también en calidad de profesor de teologia, Su salud le forzé a volver a Espafia, pa- sando a Alcala de Henares, para sustituir a Vézquez. En esta ciudad permanecié desde 1583 a 1593. Luego ensefié en Salamanca, donde publicé sus famosas Disputationes Metaphysicae. Por ultimo, des- de 1597 y hasta el fin de sus dias, ensefié en Coimbra. Las obras de Sudrez comienzan a publicarse en Alcala de Hena- res, en 1590, durante su estancia en esta ciudad como profesor. Publicé primero un Comentario sobre la III parte de Santo Tomas (Tratado sobre la Encarnacién). En 1592, De Mysierii Vitae Chri- sti. En 1595, el primer tomo del De Sacramentis. En 1597, las Disputationes Metaphysicae, En 1599, Varia Opuscula Theologica. En 1602, De poenitentia. En 1606, De Deo wno et trino. En 1612, De legibus (el tratado mas completo publicado sobre este tema). En 1613, Defensio fidei. Muchas otras obras fueron publicadas des- pués de su muerte, como son De gratia, De angelis, De opere sex dierum, De anima, ete. TERCERA DISPUTACION DISTRIBUIDA EN TRES SECCIONES. DE LAS PROPIEDADES DEL ENTE EN GENERAL Y DE SUS PRINCIPIOS BIBLIOGRAFIA Francisco Sudrez: Opera Ommiia. Parfs, Vivés, 1856-1878. 28 vols. Placido Mugica: Bibliografia suareciana, Granada, 1948, Gregorio Iturria: Compendium Metaphysicae Eximii Doctoris F. Sudrez. Madrid, 1948. E, Gémez Arboleya: Frenciseo Sudrez, S. 1, Situacién espiritual. Vida y obra. Metafisica. Universidad de Granada, 1946. J. F. Yela Utrilla: La Metafisica de Sudrez. En Rev. Nacional de Educacién, 1943, Jestis Iturrioz: Estudios sobre la Metafisica de Suérez. Madrid, 1949. J. Ignacio Alcorta: La teoria de los modos de Sudrez. Madrid, 1949, En iB revista Pensamiento, nimero especial dedicado a Sudrez. Ma- drid, 1948, DE LAS PROPIEDADES DEL ENTE EN GENERAL Y DE SUS PRINCIPIOS poe ya la razén formal del objeto adecuado de esta ciencia’ y antes de descender a los objetos particulares, mediante varias divisiones del ente, es necesario tratar sobre las propiedades adecuadas a éste, las cuales se identifican con él, ya que el fin propio de una ciencia es demostrar las propiedades de su sujeto. Vamos a hablar aqui, pues, de las propiedades en general y, més tarde, de éstas en particular?, Y como la ciencia se sirve de ciertos principios para demos- trar sus propiedades, manifestaremos también brevemente 1 En la disputacién segunda, Sudrez se pregunta por el objeto adecuado de la metafisica. La conclusién a que llega es la siguien- te: “El ente en cuanto ente real es el objeto adecuado de esta ciencia”. En esta definicién quedan incluidos en el objeto de la metafisica, Dios, las sustancias espirituales, las materiales y los accidentes reales, 2 Disputacién IV a XI. Sobre la unidad, disputaciones IV, V y VI; sobre la verdad, disputacién VII; sobre la bondad, disputa- cién X. En las disputaciones WI, IX y XI se trata de los opuestos de estas propiedades, es decir, de la distincién, falsedad y mal, Tespectivamente. 24 SUAREZ de qué principios puede o debe servirse esta doctrina. Aqui tatamos, sin embargo1, de los principios cognoscitivos, que suelen ser Iamados principios complejos, pues de los ptincipios o causas reales hablaremos més tarde 2, 1 Santo Tomés (Suma Tealdgica, I, 33, 1) define el principio como “aquello de lo que algo procede de algtin modo”. Como cualquier cosa puede proceder de otra Seguin el entendimiento o segun Ja realidad, hay dos clases de Principios; unos son cognosci- tivos, y por ellos se ‘conoce algo; otros son reales, y por ellos es © se hace algo, 2 Trata Sudrez de las causas del ser en las disputaciones XII a XXVII. Szccton Parmera SI EL ENTE EN CUANTO ENTE TIENE ALGUNAS PROPIEDADES Y CUALES SON 1. [Los motivos de‘la razén de que dudemos]. — La taz6n de que dudemos consiste en que se requicren como minimo cuatro condiciones para que alguna cosa sea pro- piedad de otra. La primera condicién es que la propiedad misma sea alguna cosa, pues si no es nada, ¢cémo podria ser wna propiedad real? La segunda, que de algiin modo se distinga realmente de aquella de la cual es propiedad, pues si estuviera totalmente identificada con ella, mds bien seria su esencia, o algo perteneciente a ésta, que su propiedad. La tercera, que le conyenga de modo adecuado, o que se convierta con ella; tratamos, pues, de la propiedad que conviene a algo segtin el segundo modo de predicar por si!, ya que esta sola es la que cae bajo Ja ciencia y puede ser demostrada. Por tiltimo, la cuarta, es que el sujeto, o sea, 1 El segundo modo de predicar por si es aquel en el que el Sujeto entra en la definicién del predicado. Ej.: El hombre es ri- sible. Al definir el predicado risible diremos que es hombre apto para reirse. El predicado no pertenece en este modo a la esencia del sujeto, pero va unido necesariamente a él. 26 SUAREZ aquel a quien ‘pertenece la propiedad, no forme parte, in- trinseca y esencialmente de la propiedad, porque, como dice Aristételes —en el libro VII de la Metaph. (c. 5, tex. 18) y_en el libro I de los Analiticos posteriores (c. 18, tex. 35)—, el sujeto no entra en la definicién de la propiedad de modo intrinseco y esencial, sino sdlo como afiadido; de otra manera, se relacionarfan de tal modo entre st que la propiedad convendria al sujeto por el segundo modo de pre- dicar por si, y el sujeto a la propiedad por el primer modo 3, lo cual parece estar en abierta contradiccién. Sin embar- go, no puede haber, con respecto al ente, alguna propiedad que retina todas estas condiciones: en efecto, si la propie- dad es real, serd intrinseca y esencialmente un ente real, porque no puede ser, en absoluto, no-ser ni ente de raz6n, ya que, segtin decia, lo que no es nada o sélo es fingido por la razén, no puede ser propiedad real de un ente real; por consiguiente, debe ser algo real; y, por tanto, és un ente real quiditativa 2 y esencialmente, pues, como antes hemos probado, en contra de Escoto, no puede ser real nada que inttinseca y esencialmente no sea ente real. Es contradictorio, pues, que exista una propiedad real del ente real, en cuanto ente, porque si fuera una propiedad 1 El primer modo es aquel en el que el predicado pertenece a la esencia del sujeto, total o parcialmente, como en esta proposicién: el hombre es animal racional. 2 De quididad, Este término designa Ja esencia de una cosa en cuanto expresada por su definicién; proviene de to ti en eingi CAristételes, Metaph., VII, 3) traducido al Jatin por quod quid erat esse, de ahi quidditas. DE LAS PROPIEDADES DEL ENTE a7 real, el ente perteneceria, por consiguiente, a la esencia de ella; y si ella es propiedad del ente, el ente no puede per- tenecer a su esencia porque, como deciamos, el objeto no puede pertenecer a la esencia de la propiedad. Por otra parte, aquello que esencialmente es ente no puede distinguir- se realmente del ente, como més arriba se ha probado de modo general; por consiguiente, no puede ser tampoco pro- piedad del ente. Aun mis, aquello que es esencialmente ente, y no es el propio ente en general, es un inferior con respecto a éste; por consiguiente, no se convierte con él, y> por tanto, no puede ser propiedad suya. Por ultimo, aque- Ila que esencialmente es ente, debe tener todas sus propieda- des, si es que existen; por tanto, no puede una misma cosa ser propiedad del ente, y ademas propiedad de s{ misma —lo cual, de modo evidente, repugna—, ya que entonces incluirfa una propiedad semejante a sf y distinta de si; y de ella nuevamente podria decirse lo mismo, procediendo de esta manera al infinito 1. 1 Todo lo que es ente tendrd las propiedades del ente, si las hay. Si la pro eid es un ente distinto en la realidad del ente del cual es propiedad, seria propiedad del ente y propiedad de si misma (en cuanto que ella, como ente, tiene también las propiedades genera- les del ente), Esto leva a una contradiccidn, puesto que la pro- piedad, en cuanto ente, seria semejante a si misma y, en cuanto propiedad, realmente distinta de si misma. Ademés, origina un pro- ceso al infinito, puesto que lo ate se dice de la propiedad con tespecto al ente, puede decirse de la propiedad (que es también un ente), y as{ infinitamente. 28 SUAREZ Sz Exponen Varias Opiniones 2. Primera opinién: De Escoto. — Encuentro sobre esto tres modos de pensar. El primero, que el ente tiene propie- dades reales y positivas distintas realmente de él mismo, las cuales, sin embargo, no son intrinseca y esencialmente entes. Asi se halla en Escoto1, en los lugares antes citados. Sus fundamentos, en cuanto a las dos tiltimas partes, se han tra- tado en los motives de duda. La primera, no obstante, puede ser probada brevemente; en primer lugar, por la opi- nién general de todos aquellos que atribuyen al ente las propiedades de uno, verdadero, bueno, las cuales no son fingidas por el entendimiento, sino que le convienen al ente real y verdaderamente, y estén fuera de la naturaleza del ente mismo, puesto que ser uno, etc,, no se predica esen- cialmente de Jas cosas a la manera que se predica de ellas que sean ente. Ademés, porque una ciencia no demuestra acerca de su objeto real m4s que propiedades reales; ahora bien, la Metafisica es una ciencia verdadera, que demues- tra estas propiedades acerca de su objeto; existen, por con- siguiente, estas propiedades reales y verdaderas. Y esto lo dio a entender Aristételes (libro IV de la Metaph., cap. 1) diciendo que esta ciencia trata del ente en cuanto ente y de aquellas cosas que existen en él por si; y como no pueden existir en el ente real cosas que no sean reales, el ente tiene, por tanto, propiedades reales, 1 Escoto, Ox., I, distincién 2, q. 3 y 6; distincién 3, q- 3; dis- tincién 8, q. 2. DE LAS PROPIEDADES DEL ENTE 29 3. Segunda opinién, [Algunos tomistas convienen con y divergen de Escoto]. — La segunda opinién, que defienden algunos tomistas, conviene con Escoto, en principio, én que es necesario que el ente tenga propiedades reales, puesto que no puede dejar de tener propiedades, ya que, en ese caso, no seria objeto de ciencia; y, por otra parte, si no son reales no son nada, porque lo que no es real no puede siempre, por sf y necesariamente, convenir al ente, lo cual, sin embargo, pertenece a la naturaleza misma de la propiedad. Y, en consecuencia, admiten que estas propiedades se distinguen formalmente, en la realidad, del ente, puesto que esto per- tenece también a la naturaleza de la propiedad real. Ade- mas, porque esta clase de propiedades no predican formal- mente la esencia de la cosa, sino un modo que no pertene- ce a la esencia. De donde esta proposicién “el hombre es ente” esta en el primer modo de predicar por si; no asi esta otra: “el hombre es uno”, por lo cual, Aristételes dice — en el libro IV, de la Metaph., tex, 3— que ente y uno es lo mismo, pero no simplemente y como sinénimos, sino como principio y causa. Sin embargo, esta opinién puntualiza en contra de Es- coto, que estas propiedades, aun tomadas formalmente, in- cluyen al ente esencialmente por las mismas tazones con las que anteriormente se probé esto acerca de las diferencias o modos reales: pues ellas mismas proceden de esta clase de ptopiedades, supuesto que sean positivas y reales. De don- de en consecuencia, afirman que en estas propiedades tras- cendentales no existe inconveniente en que el sujeto esté in- 30 SUAREZ cluido intrinsecamente en Ja propiedad, ya que no se inclu- ye como sujeto, sino como determinado a un cierto modo, modo que es una propiedad del mismo ente tomado en si mismo; y puede ser adecuado a él e identificarse con él, puesto que no le determina a un género especial, sino que le afecta de cierto modo comin y universal para todos los entes. Pues, como dice Santo Tom4s (De Veritate, qed art. 1), un modo expresa 0 afiade doblemente algo a un ente, a saber: o bien como un modo especial del ente, o bien como un modo que de manera general sigue a todo ente. Por todo esto juzgan los autores de esta opinién que pueden climinarse todos los motivos de duda expuestos al Principio. 4. Tercera opinion. [De Santo Tomds y otros]. — La ter- cera opinién afirma que el ente no tiene propiedades posi- tivas reales, sino que todas aquellas que se le atribuyen como propiedades suyas, s6lo le afiaden alguna negacién 0 telacién de razén. Esta es la opinién de Santo Tomas, ex- presada en De Veriiates (q. 1, art. 1 y q. 21, art. 1), la cual expone también en la Suma Teolégica Cpar 1, q. 5, 11 y 16) y dondequiera que trata en particular sobre estas pro- piedades del ente+, Lo mismo sostienen Soncinas®? (Me. 1 Segiin esta opinién, las propiedades del ente no son algo real. Por tanto, lo que no es real no tiene verdadera existencia en la realidad, sino sélo en el entendimiento. Los seres de esta clase constituyen los entes de razén. El que el ente de razén no exista se debe a algo negativo, y de abt se origina la negacién; o a alga Positive, y resulta la relacién de razén. Ninguno de estos seres es algo real. La negacién expresa carencia de una forma. La relacién, direccién hacia al » con negacién de existencia en alguno. 2 Soncinas (Barbo Paulos. Filésofo tomista, Murié en 1494, DE LAS PROPIEDADES DEL ENTE 31 taph,. lib. IV, q. 1, ad 2; q. 17 y 19, ad 7, y lib. 5, g. 14); Javelo (Metaph., lib, IV, q. 2) +, Soto, en el Comentario a los Predicamentos (cap. de propio, q. 2, ad 2) °; Cayetano, en el comentario a la primera parte de la Suma Teoldgica (q. 54, art. 2)%, y Fonseca (Metaph., 1. 4, ¢. 2, q. 3)4 El fundamento de esta opinién se ha explicado en los mo- tivos de duda expuestos al principio y, en rigor, es verda- dera, aunque requiere una explicacién. Sz Decrara LA VERDADERA Oprmion 5. [Del predicado y sus propiedades]. — Hay que adver- tir, en primer lugar, que una cosa es que algun predicado sea una propiedad verdadera y real del sujeto, y otra, sin embargo, que se conciba, explique y predique por nosotros a modo de pasién o propiedad, si bien serfa més propio decir a modo de atributo, de la misma manera que los tedlogos hablan sobre las perfecciones divinas. A la natu- taleza, pues, de una propiedad verdadera y real pertenecen 1 Javelo, Dominico italiano del siglo xvi. Comentador de la Politica de Aristételes y de la Suma Teoldgica de Santo Tomas, 2 Domingo de Soto, ‘Religioso dominico. Nacié en Segovia, en 1494. Murié en 1570. Particip6 en el concilio de Trento. Es fa- moso su De justitia et jure. % Cayetano de Vio (1470-1534). Cardenal italiano y general de los dominicos. Comentarista de Santo Tomas y gran defensor de sus obras. * Pedro de Fonseca (1528-1599). Dirigié el curso filoséfico Mamado conintbricense; contribuyd al renacimiento escolistico. 32 SUAREZ aquellas condiciones expuestas al principio; sin embargo, no le son nécesarias a este modo posterior de atributo o propiedad, principalmente aquella de la distincién real, sino que es suficiente Ja distincién de razén +, mediante la cual se concibe, por una parte, una cosa como sujeto que tiene una determinada esencia o razén formal, aun cuando sea concebida confusamente; y, por otra, se concibe a modo de perfeccién o propiedad. Pueden servir de ejemplos, apar- te del que se ha puesto sobre los atributos divinos, los de Aristételes, en el libro de los Predicamentos, donde atribuye varias propiedades a aquellas cosas que no pueden distin- guirse o ser explicadas de otra manera; como, por ejemplo, cuando se ensefia que es propiedad de la cantidad ser el fun- damento de la igualdad y la desigualdad, propiedad que no es en la realidad nada distinto de la misma cantidad sino solamente una cierta aptitud, la cual mo es otra cosa que la cantidad misma; sin embargo, es concebida por no- sottos como un concepto distinto para explicar con més dis- tincién el contenido de la propia cantidad. De la misma manera puede atribuirse a la cantidad, como propiedad suya, 1 La distincién expresa la separacién de dos cosas. Es doble: la real indica separacién entre dos cosas, no sélo en el entendimiento, sino también en la realidad. La de razén sefala una separacién que se da en la mente, pero no en la realidad. Se debe a que la mente, en ocasiones, dada Ja riqueza ontolégica de la realidad, distingue en un mismo objeto varios aspectos. A veces la distin- guibilidad no est4 fundada en la cosa misma, sino que es un puro producto del entendimiento. Segiin esto, se distinguen: una dis- ooo de razén con fundamento en la realidad, y otra carente de te.

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