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PACHO CUNDINAMARCA
FECHA _13/11/2015_________________________________________________
La televisión es un fraude desde lo educativo, se pensó que iba a universalizar el acceso a la educación
formal, y no lo hizo, se imaginó que iba a ser del aprendizaje un acto más diverso y creativo, y no lo hizo. ¿Por
qué fracasó? Porque no se hace televisión bien hecha. La educación nunca ha aceptado la televisión con toda
sus potencias estéticas, narrativas y cognitivas.
Pero la televisión siempre educa, solo que lo hace de modos distintos: la comercial privada en todos sus
mensajes construyendo nociones de país, y eso es educación. La pública forma en nociones amplias del
proyecto educativo nacional que es de competencias ciudadanas. La infantil porque los niños aprenden en
todas partes.
A la televisión privada no le interesa educar, es entretenedora. Para ella un reality no crea falsas expectativas,
una telenovela no malforma en valores, un noticiero no crea la banalidad como sinónimo de reflexión. Para los
privados, lavarse las manos y hacer rating es todo.
La televisión pública (señal, canal 13 y regionales) lo intentan con tres franjas llamadas jóvenes Cromosomos,
niños Chinkaramana y ciudadanía Dilema. Programas bien estructurados, con diseños pensados y narrados
desde lo educativo, recursivos en sus propuestas; pero televisión pobre, pobre en billete, pobre en virtualidad,
pobre en planos y ritmo audiovisual. Excelente que haya franjas, brillante que haya pensamiento, pero hace
falta más televisión.
Los niños en Colombia no importan. Lo torpe es pensar que solo requieran televisión entre semana, de 6 a 8
a.m. y los fines de semana en la mañana en los privados. Ellos ven todo el día, tanto que hasta el rating de
las telenovelas Caracol y RCN se vanaglorian de las audiencias infantiles. La solución de los padres
responsables es apagar el televisor y leer y jugar con ellos. La de los papás cómodos, ponerlos a ver canales
infantiles de cable. La de los ocupados, obligarlos a ver lo que sea y no molesten.
Omar Rincón