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– Colombia, una nación a pesar de sí misma –

Primer capítulo: “Indígenas y españoles”


David Bushnell

Sebastián Herrera

A pesar de que Colombia, comparada con sus homólogos del continente, se salga de los estándares
esquemáticos con que se mira normalmente a Latinoamérica, es uno de los menos estudiados y, quizá,
el menos comprendido. Es más que evidente que aquellas imágenes, creencias e ideas en parte
erróneas, exageradas y, sin duda alguna, populares, aquellos juicios a priori que se le atribuyen a cierto
grupo social, en este caso, que se le otorgan al país; es decir, estereotipos tales como el narcotráfico y
la violencia endémica que, en conjunto a ese grupo de opiniones preconcebidas, generalmente
negativas, en otras palabras, prejuicios, son la causa de la opacidad de lo bueno en Colombia frente al
extranjero. Si bien, estas fueron y siguen siendo controversias/problemáticas que con certeza marcaron
y dañaron la imagen del país; sin embargo, eso no significa que, como nación, Colombia sea solo
aquello que tanto se piensa y se cree.

David Bushnell, en su libro “Colombia, una nación a pesar de sí misma”, toca diversas cuestiones tales
como la geografía, la cultura, la economía, la relaciones internacionales y otros aspectos relacionados
con la política, que nos permiten tener una visión más amplia de la historia de Colombia, que sólo
narcotráfico y violencia propiamente, y entender así, aquellos hechos relevantes ocurridos durante el
período colonial, aclarando el complejo proceso de formación que tuvo que atravesar la nación
colombiana para llegar a ser lo que hoy es. Es necesario mencionar que, esos conjuntos de
razonamiento, que se encuentran en el libro, escrito por el historiador Bushnell, están establecidos por
medio de su condición de extranjero, aquella que le permitió/ permite tener una visión clara de lo que
es realmente Colombia.

En efecto, el libro comienza dando una descripción de la geografía colombiana y de quiénes en primera
instancia, se acentuaron en ese territorio (la cultura de San Agustín), pero más que todo, una
descripción que abarca todos los aspectos de los grupos precolombinos más característicos como lo
son: los Taironas y los Muiscas. Se destaca que, este territorio está en una ubicación estratégica por el
simple hecho de estar en el centro del continente y por tener costas tanto en el Océano Atlántico como
en el Pacífico. E incluso, se resalta la gran biodiversidad de fauna, la variedad de climas y la riqueza
botánica que esta posee. Sabiendo ya cómo convivían y se organizaban estos pueblos indígenas, nos
sumergen en la llegada de los españoles al territorio colombiano en el 1500. Sin embargo, es preciso
señalar que es más tarde, específicamente en 1510, cuando el primer intento de colonización en busca
de oro y de esclavos indios es un hecho, llevada a cabo en el Golfo de Urabá, donde se fundó
originalmente la población de San Sebastián.

En 1516, se fundó Santa Marta, la ciudad española más antigua de Colombia, que resultó ser más
estable y eficiente que San Sebastián y que otro asentamiento del Golfo de Urabá, gracias a que se
localiza en una gran bahía. Más tarde, en 1533, se funda Cartagena, que resultó ser más eficiente que la
anterior, con una bahía mucho mejor que opacaría la de Santa Marta. Al arribar y tener ya
asentamientos en suelo de la Nueva Granada, los colonizadores como Jiménez de Quesada, Federmann
y Belalcázar, iniciaron expediciones al interior del país con el objetivo de saquear la riqueza aurífera
del famoso Dorado del que tanto se hablaba entre las poblaciones de Colombia precolombina. En ese
proceso de exploración, se encontraron con pueblos indígenas a quienes esclavizaron (entre esos, los
Muiscas y los Taironas) mediante el trabajo forzado y el sometimiento al sistema de encomienda,
donde el indígena era entregado al supuesto cuidado de un español para el adiestramiento o, más bien,
para llevarlos al camino hacia la “civilización”, algo que necesariamente involucra, más aún, con la
mentalidad imperialista de propiedad occidental, la imposición de una religión ajena (catolicismo),
lengua, cultura y cosmovisión distinta a la propia.

Cabe destacar que, con el paso del tiempo, hubo un drástico decrecimiento de la población nativa,
netamente indígena, no solo como consecuencia de muchos de los enfrentamientos que acontecieron
durante la conquista, sino que también de la excesiva exploración con respecto al trabajo forzoso, el
maltrato y la proliferación de enfermedades europeas.

Por otro lado, también se hace referencia a la sociedad, a esas instituciones y a aquellos organismos que
regían el sistema colonial de la Nueva Granada. Desde un principio, la estructura de Gobierno y la
administración de ese sistema era totalmente y altamente centralizada. El territorio estaba gobernado
por el rey y sus consejeros desde España, provenientes del ese cuerpo consultivo más importante, el
Consejo de Indias, cuyos miembros cumplían la función de un tribunal administrativo, órgano
legislativo e incluso, corte de apelación. En lado americano, la figura más representativa, la máxima
autoridad era el virrey (ojos del rey en América), quien contaba con una Audiencia, una versión
americana del Consejo de Indias, se podría decir, ya que tenía funciones parecidas a esta. Bajo el nivel
del virreinato, había divisiones territoriales más pequeñas llamadas provincias, cada una con su
respectivo gobernador y, el escalón más bajo del sistema político, lo administraba el Cabildo o consejos
municipales. Cabe resaltar o es necesario recalcar que, la organización política en los primeros años de
la Nueva Granada pasó de ser Capitanía General a Virreinato (estado monárquico).

En otro orden de ideas, abarcando un campo distinto de tantos que desarrolla o abarca Bushnell en su
libro, la economía de la Nueva Granada, en un principio, estableció en base a la explotación de los
metales preciosos como el oro que, por mucho tiempo, fue el único producto significativo de
exportación. Es de verdadera relevancia, precisar que el principal puerto y, de hecho, el más importante
de la Nueva Granada, era el de Cartagena, ese que administraba casi todas las importaciones y
exportaciones de la Colonia. El autor nos recalca que cada región se especializaba o, más bien, se
encargaba de algo en concreto: En la regiones de Cauca y Antioquia, primaba la explotación del oro; en
Boyacá y Cundinamarca, se empleaban en la agricultura y la ganadería; en Tunja, prevalecía el sistema
de encomiendas; en Bogotá, existía una gran concentración de artesanos y un centro de comercio y
servicios; en el Santander, se encargaban de la plantación del algodón y del sistema de textiles; y, por
último, en la costa Caribe, se especializaban en los cultivos de azúcar y cultivos tropicales.

Por otra parte, los conquistadores se adueñaron de grandes extensiones de tierras donde predominaban
los métodos extensivos de cultivo y ganadería trabajadas por los nativos. Aquellos que tuvieron que
abandonar sus tierras, romper con esa cotidianidad y apartarse de las costumbres que tenían
preestablecidas antes de la conquista, para pasar a trabajar como súbditos y esclavos con el fin de
conseguir dinero para pagar los impuestos que la Colonia les exigía, en parte ilegal frente a los ojos de
la corona española, que abolió este sistema de encomienda.

Para finalizar, es de interés abarcar y, de alguna manera, destacar el papel que jugó la Iglesia Católica
en el proceso de la colonización. La Iglesia siempre ha sido desde la Edad Media ese mediador entre el
Estado y las comunidades; en este caso, de la población nativa, siendo el medio de control ideológico
de la Corona que “justificó” la opresión española y todos aquellos pensamientos y acciones
imperialistas, en parte capitalistas, que se tenían en el momento. La Iglesia se encargó de forzar la
cristianización, de cambiar la cosmovisión de los nativos y del adiestramiento de estos hacia la
“civilización”. Según Bushnell, la Iglesia ayudó más adelante en la consolidación de la nación
colombiana, porque la religión propiamente sirvió como ese elemento de identidad, ese elemento en
común hallado en la diferencia, ya sea cultural, social, económico, entre otras más, que tanto impedía la
solidificación del territorio como nación.

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