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Universidad Veracruzana
(México)
RESUMEN
ABSTRACT
The concept of reactional activation is proposed to systematize the biological states of the in-
dividual that participate in correspondence with the states of environmental conditions, stimu-
lus objects and events, as setting factors in the behavioral field. Reactional activation involves
two kinds of biological reactivity. The first one has to do with nonspecific states of activation
in the organism related with the orientation, defense, and adaptation reactions that take place
Una herencia de la psicología de las facultades del alma ha sido distinguir entre dos funciones
separadas, que interactúan en la determinación de lo que el individuo hace o experimenta:
aquello que sabe hacer y lo que quiere hacer. En un principio, estas facultades del alma o la
mente correspondieron, por una parte, al conocimiento (percepción y juicio) y, por la otra, a
la afección y voluntad. Posteriormente, con el advenimiento del pensamiento evolucionista,
surgieron el instinto o pulsión y el hábito, como ejes equivalentes de estas dos facultades
generales. En la actualidad, las facultades tradicionales del alma o la mente se han transfor-
mado en dos tipos de procesos complementarios, pero independientes: el aprendizaje o la
cognición, y la motivación y la emoción. Se supone que los estados pulsionales o los motivos
procuran una condición “energética” que aumenta la actividad del organismo o individuo,
en forma general o con cierta direccionalidad, dependiendo de la presencia o ausencia de
estímulos-pulsión específicos, de estímulos condicionales, de estímulos discriminativos, o
de “representaciones” internas. Por su parte, los objetos o acontecimientos de estímulo, hacia
los que se dirige la actividad, atraen o repelen al individuo con base en su valor de incentivo
o sus propiedades hedónicas o aversivas. En todas estas concepciones prevalece una lógica
que fracciona el comportamiento psicológico del individuo en dos o tres compartimentos
autónomos: lo que conoce o percibe, lo que desea o quiere, y lo que hace. La teoría operante,
formalmente, no establece esta división. Sin embargo, subraya las operaciones de privación y
otras similares, como las instrucciones (operaciones de establecimiento: Michael, 1982, 1988,
1993), que determinan que los eventos consecuentes sean reforzantes o aversivos. En dicha
teoría, la conducta que se emite de manera estable (o se suprime) es una función directa de
las consecuencias a las que está expuesta, de modo que se plantea un contacto inicial con los
estímulos consecuentes, fortuito o instigado y, dependiendo de las propiedades reforzantes
(positivas, negativas o punitivas), dicha conducta continúa ocurriendo con un determinado
patrón, o puede disminuir si es que ocurre ya frecuentemente. En la teoría operante, el hacer,
querer hacerlo y saber hacerlo, es función del reforzamiento, y el no hacer, no querer hacerlo
y dejar de hacerlo es función del castigo o de la ausencia de reforzamiento. En la teoría ope-
rante los conceptos de reforzamiento y castigo concentran todas las funciones explicativas,
sin que se formulen otros conceptos que incorporen el resto de las operaciones experimen-
tales que posibilitan la relación conducta-consecuencia. Todas estas tradiciones, ya sea que
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diferenciales, alteran la reactividad sensorial y motriz del organismo en distintos grados y ni-
veles, incrementando o reduciendo la sensibilidad a la estimulación exteroceptiva e interocep-
tiva, potenciando o perturbando distintas funciones motrices, y alterando las diversas formas
de coordinación sensorio-motriz. Los grupos de drogas que afectan al comportamiento distin-
guen a las antipsicóticas, las ansiolíticas, las antidepresivas, las estimulantes, las hipnóticas,
las alucinógenas (o psicoticomiméticas en oposición a las antipsicóticas), las analgésicas, y
otras más como la atropina, la cocaína, la reserpina y el tetrahidrocannabinol (Thompson &
Schuster, 1968). Los efectos disposicionales de estas drogas no son singulares ni directos, y
dependen, entre otras cosas, de las propiedades funcionales del comportamiento que se eva-
lúa, la dosis empleada, la situación en que se administran y su interacción con otros factores
biológicos (edad, condición nutricional, otras drogas administradas, entre otros).
También debe destacarse que la desactivación generalizada inespecífica, característica
de la anestesia, la inducción de estados de coma, o el dormir profundo no afectan de manera
simétrica toda la reactividad corporal. Lindsley y colaboradores (Lindsley, 1956,1957, 1960;
Mednick &Lindsley,1958; Lindsley, Hobika & Etsten, 1961; Lindsley & Conran, 1962) em-
plearon un procedimiento de escape conjugado para evaluar el grado de conciencia de per-
sonas durmiendo, sometidas a coma insulínico, trance hipnótico, choque electroconvulsivo,
o a anestesia. Comparó la respuesta de escape ante un estímulo auditivo continuo presentado
mediante audífonos. La presión de una perilla disminuía la intensidad y duración del estímu-
lo de 60 decibeles. La reducción o ausencia de respuesta era un indicador de la pérdida de
conciencia (o percepción del estímulo, como estímulo subumbral bajo dichas condiciones).
El procedimiento de escape fue más sensible que la actividad corporal como indicador de la
pérdida de la conciencia, y también más sensible para indicar la recuperación de la concien-
cia comparado con medidas como el EEG, el reporte verbal, y la actividad corporal. En el
caso del trance hipnótico, se desconocen con precisión los procesos fisiológicos involucrados
(Barber, 1969; Fromm & Nash,1992). Sin embargo, dependiendo de la sugestionabilidad de
los individuos, la hipnosis puede ser utilizada para inducir analgesia y anestesia en la práctica
odontológica y médica, y de la misma manera dirigir selectivamente la reactividad sensorial
y motora a estímulos de naturaleza verbal. Finalmente, es importante señalar que, en algunos
casos, la activación inespecífica puede producir desactivación específica de las reacciones de
defensa, como ocurre en el caso de la nocicepción (dolor). Como es conocido por testimonios
de lesionados en la guerra o accidentados en desplazamientos, una alta activación general,
como la que caracteriza a las interacciones violentas o a las competitivas, se acompaña de una
elevada descarga adrenérgica (adrenalina y noradrenalina), substancia, está última que, como
neurotransmisor, inhibe la actividad de los receptores nociceptivos. Hasta la terminación del
episodio de excitación, se reduce la producción adrenérgica y se reacciona con dolor a la
estimulación nociceptiva.
La activación inespecífica participa en el contacto como reactividad inicial sin direccio-
nalidad específica a objetos; es activación reactiva producida por cambios de estimulación en
intensidad, localización, ciclicidad, etc. Puede ser vista como un gradiente en el que el grado
de activación participa modulando aspectos intensivos del contacto. La activación inespecí-
fica modula los umbrales adientes mediante la orientación, los abientes por la defensa, los de
permanencia mediante la adaptación y los niveles metabólicos relacionados con la adaptación
y la desactivación. Por su parte, la activación específica participa en el contacto variando las
propiedades contactadas regulando la direccionalidad y permanencia durante el contacto con
objetos de estímulo específicos en el campo de contingencias. La exposición a propiedades de
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CONTINUO DE ACTIVACIÓN-DESACTIVACIÓN
DE PATRONES INESPECÍFICOS
ORIENTACIÓN GENERALIZADA
ante la ausencia del valor señal, u orientación específica ante valor señal (Lynn, 1966; Soko-
lov, 1963).
DEFENSA INESPECÍFICA
ADAPTACIÓN GENERALIZADA
DESACTIVACIÓN INESPECÍFICA
hacia otros objetos o componentes de estimulación en la situación. Los patrones, que forman
parte tanto del contacto funcional como de la activación dependiente del comportamiento,
constituyen un continuo fraccionado analíticamente. Las secuencias ocurren integradas du-
rante la familiarización y diferenciación específica de los objetos de estímulo (Dolin, Zboro-
vskaya & Zamakhovev, 1965). No es extraño encontrar secuencias como inspección posterior
a la manipulación, búsqueda posterior a la orientación inespecífica, e incluso desactivación o
alejamiento posterior a la inspección prolongada. La estructuración de estas secuencias afecta
tanto a la actividad biológica relevante como a la articulación de relaciones contingentes
del contacto psicológico. Estas fluctuaciones, a su vez, son efecto de la variación del valor
disposicional del objeto, que depende de la correspondencia entre activación inespecífica y
activación específica.
ORIENTACIÓN ESPECÍFICA
Localización
Búsqueda
La exploración inquisitiva, descrita por Berlyne (1960), es lo que aquí se denomina búsqueda.
Es el componente que sigue a la localización, cuando hay desplazamiento por locomoción en
dirección al ODP. Se carece de información sistemática sobre sus aspectos intensivos y ex-
tensivos, pero se sabe, sin embargo, que hay una disminución de la actividad general cuando
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Inspección
Manipulación
En la manipulación, los umbrales disminuyen con la estimulación del analizador háptico (Mi-
lerian & Tkachenko, 1963). La disminución del umbral es irradiada e inversa a la distancia
respecto del punto estimulado. Otro efecto reportado es la disminución bilateral del umbral
(Milerian & Tkachenko, 1963) y el aumento de la tensión en el brazo opuesto pese a no ser
empleado (Duffy, 1962; Feré, 1903). Propiedades como la fuerza de prensión son función de
las contingencias presentes: durante el condicionamiento aumenta y disminuye su latencia y
durante la extinción ocurre el efecto inverso (Ivanov-Smolenski, 1927). Existe una adecua-
ción de la prensión a la forma, tamaño y velocidad del objeto manipulado (Jones, 2018; Von
Hofsten & Rönnqvist, 1988). La manipulación es activada por la novedad y complejidad de
los objetos de estímulo (Welker, 1956), por situaciones que impliquen discriminación háp-
tica (Harlow, 1950, 1954; Harlow, Blazek, McClearn, 1956; Zaporozhets, 1969), así como
por patrones de alcanzar-agarrar (Gibson & Pick, 2000). La manipulación es afectada por la
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presentación repetida del objeto a manipular (Harlow, 1950), la variedad de propiedades del
objeto (Berlyne, 1960; Berlyne & Slater, 1957), la práctica en la manipulación de objetos
variados y su segmentación (Neverovich, 1977; Zaporozhets, 1969), las pruebas de discri-
minación (Harlow, 1950; Harlow, Blazek & McClearn, 1956; Harlow & McClearn, 1954), la
inspección contingente a manipular (Harlow, 1958), el reforzamiento contingente a manipular
(Ivanov-Smolenski, 1927), los programas conjugados (Lipsitt, 1967), y los procedimientos
de extinción, recondicionamiento, generalización, inhibición demorada, externa y diferencial
(Ivanov-Smolenski, 1927). La localización y la inspección ocurren, usualmente, como ante-
cedentes de la manipulación (Berlyne, 1960; Dolin, et al., 1965). Se reconoce ampliamente su
participación en la categorización y diferenciación (Gibson & Pick, 2000), y como preludio
de contactos funcionales de extensión y transformación (Piaget, 1970; Ribes, 2018; Wallon,
1978). La manipulación varía las propiedades de los objetos, al segmentar y cambiar los
ángulos y planos de exposición de los objetos de estímulo. En este sentido, es el patrón que
potencia o disminuye en mayor grado las propiedades que pueden ser disposicionalmente
pertinentes en una situación.
Defensa específica
La defensa específica refiere a los efectos de la estimulación nociva sobre los patrones espe-
cíficos complementarios a los apetitivos relacionados con la orientación específica. En este
rubro se cubren: la inmovilidad total o parcial, el alejamiento y el ataque.
La inmovilidad total o parcial ocurren como reacciones ante estimulación nociva específica,
localizable en el campo de estimulación. Cuando se trata de estimulación intensa, física y/o
funcionalmente, se presenta el patrón de congelamiento, en el que la tonicidad muscular au-
menta. Esta activación excesiva puede interferir incluso con el patrón de alejamiento presente
en contingencias de evitación ( Krieckhaus, Miller & Zimmerman, 1965). En otras ocasiones,
la inmovilidad puede ser parcial y transitoria, como en las conductas de ocultamiento. La
intensidad de la estimulación es la propiedad principal que modula la tonicidad muscular (Du-
ffy, 1962) y las respuestas simpáticas y parasimpáticas. Otras propiedades del estímulo como
forma, tamaño, y velocidad, pueden activar el patrón de congelamiento (Maier & Schneirla,
1964; Tinbergen, 1989) o el de inmovilidad parcial. Es el patrón análogo a la localización,
pero ante eventos nocivos o “aversivos”. La inmovilidad está emparentada con las reaccio-
nes de alejamiento durante el entrenamiento de evitación y con la localización e inspección
de estímulos como parte de los llamados “reflejos de precaución” (Dolin, et al., 1965). Los
componentes de la defensa específica e inespecífica se presentan conjuntamente en ocasiones:
la defecación y la excreción urinaria aumentan en general, y bajo condiciones extendidas se
pierde peso corporal y se desarrolla el síndrome general de adaptación (Coons, & Miller,
1960). Dependiendo de la relación que guarde el patrón de inmovilidad con la presentación
o alejamiento del objeto o evento contingente puede interferir o facilitar el establecimiento
del contacto funcional. Por ejemplo, en situaciones de depredación, los organismos que se
mantienen congelados suelen evitar ser depredados, mientras que en situaciones de evitación
el congelamiento interfiere con el aprendizaje de la respuesta instrumental.
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Alejamiento
Ataque
te. El ataque por su parte modula el contacto alejando o destruyendo el ODP, afectando las
contingencias presentes.
Adaptación específica
1966). Esta especificidad muestra la relación de adaptación entre los receptores gustativos y
afectaciones tóxicas del organismo.
COMENTARIOS FINALES
La figura 1 muestra las distintas formas de activación reactiva y sus relaciones como
funciones disposicionales. Por un lado, y como primer momento de todo episodio reactivo
del individuo, tiene lugar un patrón de activación inespecífico. La función disposicional de los
patrones de activación inespecíficos es alterar los umbrales reactivos del individuo, disminu-
yéndolos siempre en el caso de las reacciones de orientación, disminuyéndolos o aumentán-
dolos en el caso de las reacciones de defensa, o modulándolos homeostáticamente en el caso
de las reacciones de adaptación. Los patrones de activación inespecífica siempre se presentan
ante cambios abruptos y súbitos, de carácter transitorio, en las condiciones de estimulación
en las reacciones de orientación y de defensa, y ante cambios abruptos relativamente dura-
deros y/o crónicos en las reacciones de adaptación. El efecto disposicional en los umbrales
de reactividad se puede manifestar como localización o búsqueda inespecífica en forma de
aproximación u orientación sensorial (conducta adiente), como huida o inmovilidad por páni-
co (conducta abiente), o bien como incrementos o decrementos graduales en la exposición a
los estímulos (conducta homeostática). La activación inespecífica, como patrón somático, no
es necesariamente simétrica con las propiedades intensivas de la reactividad que tiene lugar.
Como se indica en la figura 1, a partir de los efectos en los umbrales reactivos resulta-
do de la activación inespecífica, pueden presentarse distintas formas de activación reactiva
específica. En todos los casos, la activación específica facilita o interfiere con patrones reacti-
vos/activos dirigidos a segmentos, objetos y acontecimientos de estímulo delimitados. Dicho
efecto facilitador o interferente se manifiesta en los cambios de direccionalidad y permanen-
cia respecto de los segmentos de estimulación en el ambiente que son disposicionalmente per-
tinentes, en correspondencia con los estados biológicos transitorios del individuo y su historia
interactiva como propensión reactiva específica. La activación específica afecta la reactividad
diferencial ante los objetos, y el tiempo y variedad de exposición ante ellos es resultado
del propio comportamiento del individuo. En la activación específica, en los mamíferos y el
ser humano, predominan las modalidades visual, olfativa y háptica, así como la modalidad
motora en la forma de cambios locales de tipo postural o de movimientos locales (como en
la manipulación o la lectura, la locución y la gesticulación) o en la forma de locomoción en
la translación o desplazamiento. En todas las formas de activación reactiva específica de
orientación y de defensa, el propio comportamiento facilitado o interferido afecta en forma
recíproca los estados de activación momentáneos, lo que da lugar al carácter transicional de
todos los contactos funcionales en el comportamiento psicológico. Las formas de orientación
específica incluyen la localización, la búsqueda, la inspección y la manipulación, mientras
que las formas de defensa específica incluyen el alejamiento o no acercamiento, la movilidad
restringida y el ataque. La adaptación específica siempre involucra comportamiento que pro-
duce cambios específicos en las condiciones generales de estimulación: exposición gradual,
movimientos compensatorios y otros más que regulan cambios locales en adaptación al calor,
al frío, a la intensidad de la luz o el sonido, a la concentración en los sabores, entre otros
muchos ejemplos.
El análisis propuesto puede ayudar a delimitar el sentido que tienen algunos términos
ordinarios que se usan técnicamente en biología y psicología de manera ambigua e imprecisa.
Un caso es de las diferencias entre alerta, atención y concentración. Usualmente se emplean
para designar o apelar a procesos encubiertos que “explican” los resultados ante situaciones
en que hay más de una opción de comportamiento frente a diversos segmentos o momentos
de estimulación. Desde la perspectiva aquí desarrollada, dichos términos describen condi-
ciones que corresponden a distintos estados de activación específica: la alerta como localiza-
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