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RIEGOS LOCALIZADOS

DE
ALTA FRECUENCIA (RLAF)
goteo, mícroaspersión, exudación
Fernando PIZARRO CABELLO
Dr. Ingeniero Agrónomo

RIEGOS LOCALIZADOS
DE
ALTA FRECUENCIA (RLAF)
goteo, microaspersión, exudación

3." edición revisada


y ampliada

Ediciones Mundi-Prensa
Madrid • Barcelona • México
1996
~---- Grupo Mundl-Prensa ----~

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© 1986, Fernando Pizarro Cabello


e 1986, Ediciones Mundi-Prcnsa
Depósito Legal: BI-16-96
ISBN: 84-7114-610-X

l.' edición: 1987


2.• edición: 1990
3.' edición: 1996

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PROLOGO
En sus distintas variantes, goteo, microaspersión, exudación etc., los riegos
localizados de alta frecuencia (RLAF) han experimentado un desarrollo impre-
sionante en los últimos años. El Grupo de Trabajo de Microirrigación de la In-
temational Commission on Irrigation and Drainage (ICID), al que pertenece el
autor de estas líneas, realiza cada cinco años una encuesta a nivel mundial
acerca de la utilización del riego localizado. Según la última encuesta, en 199l
la superficie mundial de estos riegos era de 1.768.987 has, lo que representa un
incremento del 63% en cinco años y del 329% en diez años. Los 10 primeros
países del mundo son:

% e n has de locoltzado
Has rieg» e rie110
rent«al total d
EstadosUnidos 606.000 3,0
Espai\a 160.000 4,8
Australia 147.011 7,8
Sudáfrica 144.000 12,7
Israel 104.302 48,7
Italia 78.600 4,7
Egipto 68.450 2,6
Méjico 60.600 1,2
Japón 57.098 1.8
India 55.000 0.1

En las comarcas donde se implantan los RLAF se provoca una verdadera


revolución agrícola, pues no se trata solamente de unos nuevos sistemas de rie-
go, con sus ventajas e inconvenientes respecto a los sistemas tradicionales de
aspersión o gravedad, sino que llevan consigo una nueva forma de cultivar, y
además, han revalorizado grandes extensiones de terrenos marginales (areno-
sos, gravosos, muy accidentados, poco profundos, etc.) que en secano eran im-
productivos y que presentaban dificultades para su transformación en riego por
los sistemas convencionales.
Paralelamente al desarrollo de los RLAF han ido apareciendo publicacio-
nes donde se· estudia la variadísima problemática de estos riegos. A veces se

7
trata de publicaciones de un alto nivel científico, pero que se adentran en un
mundo matemático y físico en el que en ocasiones cuesta trabajo identificar los
problemas reales que se presentan a diario en el manejo de los riegos, o en su
proyecto e instalación. Otras veces las publicaciones tienen un fin divulgativo
y van destinadas a una audiencia no especializada; otras, en fin, plantean y re-
suelven problemas reales con profundidad y criterio práctico, pero estos traba-
jos generalmente son monográficos y sólo estudian aspectos puntuales muy
concretos.
El trabajo que presentamos pretende ser una publicación práctica para el
proyectista o el técnico que dirige una explotación, y tiene un objetivo triple
que se refleja en la división del libro en tres partes, dedicadas respectivamente
a los aspectos agronómicos, los materiales, y al proyecto y manejo de las insta-
laciones.
La primera parte, que trata de la agronomía de los RLAF, es tal vez la par-
te que presenta mayor dificultad conceptual, porque sus protagonistas son unos
elementos tan difíciles de conocer como el suelo, las plantas y el agua. Consta
de seis capítulos, de los que los cuatro primeros tratan respectivamente de las
relaciones suelo-agua, agua-planta, salinidad y calidad del agua de riego, estu-
diando unas cuestiones básicas que no son exclusivas de los RLAF, sino pro-
pias de todos los sistemas de riego, pero que conviene recordar para poder
comprender las peculiaridades agronómicas de los RLAF, asunto al que se de-
dica el capítulo 5. Queremos advertir al lector interesado únicamente en los as-
pectos de aplicación al diseño que puede iniciar su lectura en el citado capítulo
5, o incluso prescindir de éste y pasar directamente al capítulo 6. «Diseño
agronómico», con el que termina la primera parte.
La segunda parte se dedica a los materiales característicos del riego locali-
zado. En ella se estudian los distintos componentes de éstas: emisores, tuberías,
filtros, equipos de fertirrigación, aparatos de control y medida y automatismos,
con especial atención a los criterios de elección o diseño. Como parte del capí-
tulo 10, dedicado a las obturaciones de los emisores, figura un extenso aparta-
do sobre los tratamientos de aguas.
La tercera parte se ocupa del diseño hidráulico y del manejo. Se empieza
estudiando La uniformidad del riego, que es uno de los objetivos básicos que
persigue el diseño y que sirve de puente de unión entre la agronomía y la hi-
dráulica. A continuación se trata del cálculo de los distintos elementos de una
instalación de RLAF, desde las cuberías de último orden, los laterales portago-
teros, hasta los componentes del cabezal de riego. Finalmente se incluye un ca-
pítulo sobre el manejo práctico de los RLAF.
En cada tema se incluyen numerosos ejemplos y además, a lo largo de
todo el libro se va estudiando un caso concreto y real, el del riego de l l has
de naranjos en el sur de la provincia de Huelva, de forma que se disponga de
un diseño completo, agronómico e hidráulico. Se ha procurado que los textos
sean inteligibles para el mayor auditorio posible, pero cuando ha sido impres-
cindible se ha recurrido a los instrumentos aparentemente áridos que la mate-
mática proporciona a los técnicos, a los que de forma preferente va dirigido
este libro.

8
En todo trabajo de este tipo hay una componente personal muy importante
que se refleja en la selección de los temas, forma de exponerlos, etc., cuestio-
nes que están, muy influenciadas por la experiencia del autor; en este caso di-
cha experiencia consiste en veintiseis años trabajando como ingeniero en pro-
yectos y obras de riego, en la participación en cursos, unas veces como alumno
y otras como profesor; en diversas publicaciones y en una circunstancia de la
que el autor se siente especialmente orgulloso: la de ser agricultor de regadío,
por supuesto con riego localizado de alta frecuencia.
Finalmente son muchas las personas, entidades, casas de riego, etc. que me
han prestado una importantísima ayuda para la elaboración de este libro. Es
prácticamente imposible citarlas a todas, pero sí quiero destacar el trabajo de
Manuel Romero en la delineación de las figuras que acompañan al texto. A to-
dos ellos, mi agradecimiento.
Huelva, abril de 1995

9
INDICE

Prólogo................................................................. 7
Primera parte: AGRONOMIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Capítulo l. RELACIONES SUELO - AGUA................................ 23
1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
2. Retención de agua por el suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
2. 1. Contenido de agua en el suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
2.2. Potencial hídrico del suelo.... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
2.3. Mecanismos de la retención de agua por el suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
2.4. Relación entre el potencial mátrico y el contenido de agua. . . . . . . . . . . . 34
2.5. Propiedades del suelo que afectan a la retención de agua . . . . . . . . . . . . . 35
2.6. Medida de la humedad del suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . .. . . . 38
2.7. Estados de humedad del suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
3. Flujo de agua en el suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
3.1. Ecuación general del flujo no saturado............................. 51

Capítulo 2. RELACIONES AGUA - PLANTA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55


I. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
2. El potencial hídrico en las plantas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
3. Movimiento de agua en la planta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56
4. Autorregutación de la transpiración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
5. Estrés hídrico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
5.1. Indicadores de estrés....... . . .. . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
6. Punto óptimo de riego................................................. 62
6.1. Cálculo en función de ET y A.U... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .. 62
6.2. Cálculo en función del potencial hídrico del suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
7. Necesidades de agua de los cultivos...... ........... .. . . . . . . . . . ... . ..... 68
7. J. Métodos de cálculo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
7.2. Esquema del cálculo para riegos convencionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
7.3. Avance del sistema de cálculo para riegos localizados de alta frecuencia 76
7.4. Crítica a los distintos métodos. El método de Penman-Monteith....... 76

11
8. Necesidades de aireación del suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
8.1. La aireación del suelo y la fisiología de las raíces . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
8.2. Alteraciones en las actividades microbianas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80

Capítulo 3. SALINIDAD . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
1. Origen de las sales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
2. Salinización de los suelos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
3. Písicoquímica de los suelos salinos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
3.1. Definiciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
3.2. Solubilidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88
3.3. Sales más importantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
3.4. Conductividad eléctrica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
3.4.1. Variación de la CE de la solución del suelo en función de su es- tado
de humedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
3.4.2. Relación entre la CE y otras medidas de la salinidad . . . . . . . . . . 98
3.4.3. CE máxima ocasionada por las distintas sales . . . . . . . . . . . . . . . . 100
3.5. Intercambio de cationes.......................................... 101
3.5.1. CIC y PSI (CEC y ESP)................................... 104
4. Efec tos de la salinidad sobre las plantas y el suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
4.1. Efecto osmótico de las sales disueltas en la solución del suelo . . . . . . . . 106
4. I .1. Relación salinidad-producción de los cultivos . . . . . . . . . . . . . . . . 108
4.1.2. La fórmula de Maas-Hoffman.............................. 109
4.1.3. Resistencia y sensibilidad de las plantas a la salinidad. . . . . . . . . 113
4.2. Efecto del sodio adsorbido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
4.2.1. Ploculación y dispersión de los coloides..................... 117
4.2.2. Factores que afectan a las fuerzas de repulsión . . . . . . . . . . . . . . . 118
4.2.3. Hinchamiento de los agregados del suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
4.2.4. El efecto dispersante del Na de cambio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
4.2.5. Dispersión, PSI y CE...................................... 120
4.3. Toxicidad...................................................... 120
5. Clasificación de los suelos salinos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
5.1. Localización de las sales......................................... 1i5
5.2. Suelo normal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
5.3. Suelo saJino.................................................... 127
5.4. Suelo sódico.................................................... 128
5.5. Suelo salino-sódico.............................. ........... ..... 130
6. Prácticas agrícolas contra la salinidad................................... 131
6.1. Elección de cultivos . . . . .. . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132
6.2. Mejorade la resistencia de las plantas a la salinidad . . . . . . . . . . . . . . . . . 132
6.3. Abonado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132
6.4. Métodos y prácticas de riego . .. . .. . . . . . . . . . . .. .. . . . . .. . . . . . . . . . . . 133
7. Res_umende las técnicas de recuperación de los suelos salinos . . . . . . . . . . . . . 134

12
Capítulo 4. CALIDAD DEL AGUA DE RIEGO -·...... 137
1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
2. Salinidad : ·. . . . . . 137
2.1. Criterio de salinidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
2.1.1. Clasificación de Richards. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . 140
2.1.2. Clasificación del Comité de Consultores U .C. . . . . . . . . . . . . . . . . 140
2.1.3. Clasificación de la FAO................................... 140
2.1.4. Inconvenientes de estas clasificaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140
2.1.5. El criterio de salinidad en RLAF . . . . . . . . . . . . . .. .. . . . . . . . . .. 143
2.2. Criterio de sodicidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 144
2.2.1. RAS. Su relación con el PSI del suelo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 144
2.2.2. Clasificación de Richards. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
2.2.3. Clasificación de la FAO de 1976. RASac1..................... 148
2.2.4. Clasificación de la FAO de 1987. RASº..................... 150
2.3. Criterio de toxicidad.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152
3. Problemas varios..................................................... 155
3.1. Exceso de nitrógeno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155
3.2. pH . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155
3.~. Magnesio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155
4. Tabla resumen para la evaluación de un agua de riego..................... 155
5. Reutilización de aguas residuales....................................... 156

Capítulo 5. PECULIARIDADES AGRONOMlCAS DE LOS RLAF........... 159


1. Introducción ;...... ........ 159
2. Necesidades de agua de los cultivos en riegos localizados de alta frecuencia. 160
2.1. Efecto de la localización en el valor de sr . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160
2.2. ¿Cúanta agua se ahorra con RLAF?.· .. :............................ 162
2.3. Riegos deficitarios de alta frecuencia.............................. 163
3. El bulbo húmedo en el riego localizado.................................. 164
3.1. Formación del bulbo............................................. 164
3.2. Factores que afectan a la forma del bulbo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165
4. Adaptación de las raíces al riego localizado.............................. 169
5. Régimen de humedad del suelo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170
5.1. Los rendimientos de los cultivos y el régimen de humedad . . . . . . . . . . . 170
5.2. Aireación del suelo en riegos localizados de alta frecuencia . . . . . . . . . . 172
5.3. El «régimen permanente» de humedad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173
5.4. Riego a pulsos.................................................. 175
6. Salinidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177
6.1. Efecto de la alta frecuencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177
6.2. Efecto de la localización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177
6.3. Lavado de sales en riegos localizados. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178
1
31 13
7. El abonado en los RLAF . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . 179
8. Ventajas e inconvenientes de los riegos localizados de alta frecuencia....... 180

Capítulo 6. DISEÑO AGRONOMICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183


1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183
2. Necesidades de agua.................................................. 184
2.1. Cálculo de ET0• • • • • • • • • • • • • . . • • • . . . . • • • . . • • • • • • • • . . . • • • . • . • • • • • . 184
2.2. Elección de Kc. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 186
2.3. Efecto localización.............................................. 186
2.4. Correcciones por condiciones locales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187
2.4.1. Variación climática....................................... 187
2.4.2. Variación por adversión................................... 188
2.5. Necesidades netas (N0)........................................... 188
2.6. Necesidades totales (N,). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . .. . . . . . . . . . .. . . . 190
2.6. l. Eficiencia de aplicación de RLAF . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 192
2.6.2. Necesidades de lavado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193
3. Dosis, frecuencia y tiempo de riego. Número de emisores por planta y caudal
del emisor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
3.1. Número de emisores por planta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
3.2. Porcentaje de superficie mojada. . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
3.3. Area mojada por un emisor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 196
3.4. Cálculo a partir de la prueba de campo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 198
3.5. Cálculo por medio de tablas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203
4. Disposición de los emisores.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 204
4.1. Arboles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 204
4.2. Cultivos herbáceos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 208
5. Ejemplo de diseño agronómico......................................... 209
5.1. Cultivo arbóreo (naranjos)........................................ 210
5.2. Cultivo hortícola (fresón) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 210

Segunda parte: MATERIALES............................................. 217

Capítulo 7. SISTEMAS DERLAF. ELEMENTOS DE LA INSTALACJON.... 219


l. Introducción . . . . . . .. . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . .. . 219
2. Sistemas de riego localizado de alta frecuencia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219
3. Algunos problemas del riego por goteo. Nuevas soluciones... ............. 220
3.1. El bulbo húmedo en suelos ligeros . . . . . . . . . .. . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . 221
3.2. Riego de cultivos en línea. El riego localizado por franjas............ 224
3.3. El riego por goteo subterráneo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225
4. Esquema de una instalación de riego. Definiciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227
5. Esquema de un cabezal de riego ,......... 228
Capítulo 8. EMISORES .................................................. 233

1. Introducción ............... .. ................................ .. ...... 233


2. Hidráulica de los emisores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 234
2.1. Régimen hidráulico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 234
2.2. El número de Reynolds . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 234
2.3. Relación caudal-presión.......................................... 237
2.4. Sensibilidad a las variaciones de presión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 240
3. Sensibilidad a las obturaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 240
4. Sensibilidad a la temperatura. ....................................... ... 242
5. Clasificación y tipo de emisores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243
o 5.1. Goter s . 243
5.1.1. De largo conducto . 243
-Microtubos . 243
-Helicoidales . 245
-De laberinto . 246
5.1.2. De orificio : . 246
5.1.3. Vortex . 247
5.1.4. Autocompensante . 248
5.2. Mangueras . 249
5.3. Cintas de exudación . 250
5.4. Microaspersores . 252
5.4.1. Ventajas . 254
5.4.2. Inconvenientes . 254
.. 5.4.3. Resumen de ventajas e inconvenientes . 258
5.5. Microtubos de alto caudal . 259
6. Características constructivas . 259
6.1. Puntos de emisión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 259
6.2. Sistemas de limpieza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 260
6.3. Conexión del emisor a la tubería lateral............................ 260
6.4. Uniformidad de fabricación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261
6.5. Identificación y datos de catálogo . . . . .. . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . 262
6.6. Comprobación de las característicasde un emisor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263

Capítulo 9. TUBERÍAS................................................... 265


l. Materiales .. .. . . .. . .. . .. .. .. .. . .. . . .. .. . . .. .. . . . .. .. . .. . .. . .. . . .. .. .. 265
2. Tuberías de plástico. Normali.zación y definiciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 266
2.1. Normalización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 266
2.2. Presiones....................................................... 266
2.3. Diámetros ,............................... 267
3. Tuberías de PVC . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269
4. Tubenas de políetñeno .. . .. .. . . .. .. . . . .. .. . . . . .. . . . .. .. . . .. . .. .. .. . . . . 269
5. Cálculo hidráulico de tuberías.......................................... 272
5.1. Fórmulas adecuadas para riegos localizados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 272
5.1.1. Régimen laminar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . 273
5.1.2. Régimen crítico . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . 274
5.1.3. Régimen turbulento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275
5.2. Otras fórmulas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 277
5.3. Ejemplos tipo................................................... 279
5.4. Efecto de las conexiones emisor-lateral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 281
5.5. Determinación experimental de la longitud equivalente de una conexión 282
5.6. Efecto de la disminución progresiva del caudal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 282
5.7. Pérdida de carga en un lateral porta-goteros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283

Capítulo 10. FILTRADO Y TRATAMIENTO DE AGUAS................... 285


l. Causas de las obturaciones....................... ...................... 285
2. Riesgo potencial de obturaciones por el agua de riego. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 287
3. Prefiltros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 287
3.1. Decantadores.................... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . 288
3.1.1. Velocidad de sedimentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289
3.1.2. Diseño de un decantador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289
3.2. Hidrociclón. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 292
4. Filtros de arena... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 292
4.1. Descripción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 292
4.2. Filtrado a través de un medio granular . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 294
4.3. Selección de la arena :. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 296
4.4. Pérdida de carga y limpieza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 297
4.5. Diseño. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 297
4.6. Emplazamiento en el cabezal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 299
4.7. El filtrado de aguas residuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 299
5. Filtros de malJa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 300
5.1. Descripción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 300
5.2. Tipos de mallas................................................. 301
5.3. Pérdida de carga y limpieza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 303
5.4. Diseño.... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 304
5.5. Emplazamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 305
6. Filtros de anillas... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 306
7. Válvulas de drenaje................................................... 306
8. El filtrado en riegos comunitarios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 306
9. Tratamientos de aguas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 308
9.1. Obturación producida por microorganismos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309
9.1.1. Desarrollo de algas en depósitos al aire libre . . . . . . . . . . . . . . . . . 309
9.1.2. Tratamientos alguicidas en depósitos....... ................. 309
9.1.3. Obturación producidas por microorganismos en el interior de
las instalaciones . .. . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . 31 O
. ..
a) Descripción del fenómeno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31 O
b) El cloro como oxidante y biocida........................ 311
e) Tratamiento preventivo con cloro........................ 312
d) Recuperación de emisores obturados.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 312
9.2. Precipitados químicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 313
9.2.1. Carbonato cálcico. Tratamiento preventivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 313
9.2.2. Carbonato cálcico. Tratamiento de limpieza.................. 314
9.2.3. Precipitados de Fe, Mn, y S. Tratamiento preventivo.......... 315
9.2.4. Precipitados de Fe, Mn, y S. Tratamiento de limpieza . . . . . . . . . 316

Capítulo 11. FERTIRRIGACION. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317


1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317
2. Agronomía de la fertirrigacién . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317
2.1. Necesidad, ventajas e inconvenientes de la fertirrigación . . . . . . . . . . . . . 317
2.2. Los nutrientes en el suelo y las plantas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 319
2.2. l. Nitrógeno. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 319
2.2.2. Fósforo.................................................. 321
2.2.3. Potasio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 322
2.2.4. Nutrientes secundarios y microelementos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 323
2.3. Abonos utilizados en fertirrigación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . 324
2.3.1 . Requisitos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 324
2.3.2. Productos básicos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 324
2.3.3. Abonos sólidos y líquidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 326
2.4. Normas prácticas de fertirrigación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 328
2.5. Aplicación de otros productos' con el agua de riego.. . . . . . . . . . . . . . . . . 331
3. Instalaciones de fertirrigación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 331
3.1. Depósitos de abono.............................................. 331
3.2. Sistemas de inyección de abono. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 332
3.2.1. Tanque de abonado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 332
a) Descripción ..... : . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 332
b) Fórmula de abonado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 334
e) Procedimiento de mejorar la uniformidad del abonado del
tanque................................................ 336
3.2.2. Inyector venturi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 338
3.2.3. Dosificadores de abono. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 339
a) Dosificadores eléctricos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 339
b) Dosificadores hidráulicos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 342
3.2.4. Otros sistemas de inyección de abonos . . . . . . ... . . . . . . . . . . . . . . 343
3.2.5. Criterios de elección . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 344

Capítulo 12. APARATOS DE CONTROL Y MEDIDA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 347


l. Contadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 347
1.1. Contador Woltman.............................................. 347
1.2. Contador proporcional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 349
1.3. Rotámctro...................................................... 350
1.4. Contador de ultrasonidos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . .. . . . . . . . . . 351
1.5. Contador electromagnético. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 353
1.6. Transmisionesde datos de los contadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 354
2. Manómetro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 355
3. Reguladoresde presión................................................ 356
3.1. Regulador de muelle. .. . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . .. . .. . . . . . . . . . . . .. . . 357
3.2. Reguladorde nivel hidráulico.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 358
3.3. Reguladores de gran diámetro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 360
4. Limitadorde caudal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 362
4.1. Limitadorde diafragma.. . . . . . . . . . . . . . . . .. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 363
4.2. Limitadorde muelle . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 365
4.3. Otros !imitadores................................................ 368
5. Válvula multivías........ ............................................. 368
6. Válvulahidráulica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 370
6.1. Válvula hidráulicanormalmenteabierta. . .. .. .. .. . . . . .. . .. .. . . .. .. . 370
6.2. Válvula hidráulicanormalmentecerrada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 372
7. Derivadosde la válvula hidráulica...................................... 373
7 .1. Electroválvula. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 373
7.2. Reguladorade presión .. .. . . .. .. . .. . . . . . .. . . . . .. .. . .. . . . . . . . . . . . . 374
7.2.1. Reductorade presión. . . .. .. . . . . . . . . .. . .. . . . .. . . .. . .. . . . . . . 376
7.2.2. Sostenedorade presión.................................... 376
7.3. Limitadorade caudal .. . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 376
7.4. Válvula volumétrica. . . . .. .. . . . .. . . .. . . .. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 376
7.5. Otros derivados de la válvula hidráulica............................ 381
8. Tomasde parcela en riegos comunitarios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 382

Capítulo 13. AUTOMATIZACION........................................ 383

l. Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 383
2. Automatización por tiempos .. . . . . . . .. .. . . .. .. .. .. . . . . . . . . .. . .. .. . .. . . . 384
3. Automatizaciónpor volúmenes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 385
3.1. Riego secuencial con válvulas volumétricas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 386
3.1.1. Riego con satélíte.. .. .. . . .. . . .. .. .. . . . .. .. . .. .. . . .. . .. .. . . 388
3.1.2. Transmisióna distancia de señales hidráulicas . . . . . . . . . . . . . . . 388
3.1.3. Válvula antitopográfica . . . . . .. . . . . .. . . . .. . . . . . . . . . . . . .. . . . 389
3.2. Riegocon programaciónelectrónicapor volúmenes . . . . . . . . . . . . . . . . . 389
4. Automatizaciónpor otros parámetros : .. . .. .. . .. .. . . . . 391
5. Fertirrigacióny automatización . . . .. . .. . . .. .. . . . . . .. . . . . . .. . .. .. . . . .. .. 391
Tercera parte: DISEÑO HIDRAULICO Y MANEJO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 395

Capítulo 14. UNIFORMIDAD DE RIEGO . .. .. .. . . . . . . . .. .. . .. .. . . . . .. . . . . 397


l. Uniformidad de riego . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 397
1.1. Coeficiente de uniformidad (CU).. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 397
1.2. Valores recomendados de CU..................................... 398
1.3. Factores que intervienen en CU . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 398
2. Factores constructivos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 399
2.1. Coeficiente de variación de fabricación (CV) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 399
2.2. Distribución normal de caudales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 401
2.3. Efecto de CV en la uniformidad de riego. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 402
3. Factores hidráulicos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 403
4. Fórmula de CU a emplear en el diseño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 404
5. Otros coeficientes de uniformidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 405
6. Evaluación de instalaciones en operación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 405
6.1. Uniformidad de riego . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 406
6.2. Diagnóstico de una baja uniformidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 406

Capítulo 15. SECUENCIA DEL DISEÑO HIDRAULICO Y CALCULO DE LA


SUBUNIDAD DE RIEGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 411
l. Secuencia del diseño hidráulico de un RLAF. . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 411
2. Tolerancia de caudales................................ ................ 414
3. Tolerancia de presiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 415
4. Diseño de la subunidad de riego........................................ 416
5. Cálculo de laterales................................................... 417
5.1. Laterales alimentados por un extremo.............................. 417
5.1.1. Fórmulas generales....................................... 417
5.1.2. Caso \. Terreno horizontal. . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . .. 425
5.1.3. Caso 2. Terreno subiendo.................................. 427
5.1.4. Caso 3. Terreno bajando.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 428
5.2. Laterales alimentados por un punto intermedio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 431
6. Cálculo de terciarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 436
6.1. Caso 1. Subunidad rectangular. Diámetro constante . . . . . . . . . . . . . . . . . 436
6.2. Caso 2. Subunidad rectangular. Diámetro variable................... 436
6.3. Caso 3. Subunidad no rectangular . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 452

Capítulo 16. DISEÑO DE LA RED DE DISTR.IBUCTON Y CABEZALDE RIEGO 455


l. Diseño de secundarias y primarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 455
l. l. Trazado de la red. . . . . . .. . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . 455
1.2. Diámetros y timbraje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 456
1.2.1. Presión disponible conocida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 456

20 19
1.2.2. Presión disponible desconocida. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 460
a) Soluciones clásicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 461
b) Cálculo mediante ordenador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 462
e) Criterio práctico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 463
2. Diseño del cabezal de riego. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 464
2.1. Coeficientes de seguridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 465
2.2. Emplazamiento del cabezal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 465
3. Ejemplo de diseño completo de un RLAF . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 466

Capítulo 17. MANEJO DEL RIEGO LOCALIZADO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 479


l. Introducción......................................................... 479
2. Programación del riego.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 479
2.1. Programación por parámetros climáticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 480
2.2. Programación en función de la humedad del suelo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 481
2.3. Programación en función de indicadores de estrés hfdrico de los cultivos 481
3. Programación práctica del riego localizado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 481
4. Programación de la fertirrigación . . . . ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 486
5. Control de las instalaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 490
5.1. Parte diario de presiones y caudales . . . . .. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . 490
5.2. Inspección periódica de emisores y tuberías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 493
5.3. Tratamientos preventivos... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 493
6. Evaluación de un riego localizado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 494
6.1. Evaluación de las instalaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 494
6.2. Evaluación agronómica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 494
6.2.1. Necesidades de agua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 494
6.2.2. Bulbo húmedo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 494
6.2.3. Abonado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 495
6.2.4. Salinidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 495

Apéndice 1. HIDRAULICA DE LOS LATERALES DE RIEGO . . . . . . . . . . . . . . 497


l. Fórmulas generales de los laterales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 497
2. Laterales alimentados por un extremo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 503
2.1. Caso 1. Terreno horizontal (i = O) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 503
2.2. Caso 2. Terreno subiendo (i > O) . . . . . . . . . . • . . . . • . . . • . . . . . . . . . . . . . . 503
2.3. Caso 3. Terreno bajando (i < O) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 504
2.3.1. Subcaso 3.1. lil < J' . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 504
2.3.2. Subcaso lil ~ 1' . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 506
3. Laterales alimentados por un punto intermedio........................... 506

BIBLJOGRAFIA......................................................... 513
PRIMERA PARTE
· AGRONOMIA
CAPITULO I

RELACIONES SUELO - AGUA

1. Introducción

El suelo proporciona un anclaje mecánico a las plantas y es el medio en que


se almacenan el agua y el oxígeno que absorben las raíces; la fracción
coloidal interviene en los fenómenos de intercambio de cationes y constituye un
depósito de nutrientes. Además, el suelo contiene una población microbiana y
pequeños animales como insectos, nemátodos, etc., cuya actividad afecta a las
propiedades físicas y químicas del suelo. De todas esas funciones, las que
mas interesan a efectos de riego son, naturalmente, las relaciones suelo - agua.
De ellas se trata en este capítulo, describiendo la retención del agua por el suelo
y el movimiento de ese líquido a través de suelos no saturados, lo que servirá de
apoyo para una serie de cuestiones agronómicas y de diseño, a tratar en
capítulos posteriores.

2. Retención de agua por el suelo

2.1. Contenido de agua en el suelo


El suelo está constituido por tres fases: sólida, líquida y gaseosa. La fase
sólida se compone de partículas minerales y de materia orgánica; esta última
representa un pequeño porcentaje salvo en el caso de suelos orgánicos. El
espacio no ocupado por la fase sólida constituye los poros del suelo, que están
ocupados por las fases líquida y gaseosa.
Se denomina densidad aparente, y se representa por dª, al cociente de dividir
la masa de un suelo seco (Ms) por el volumen del suelo (VT). Puede variar entre
0,7 g/cm3 en el caso de suelos volcánicos y 1,8 g/cm3 en suelos arenosos. Para un
mismo suelo varía en función de su compactación. La densidad real (dr) es el
cociente de dividir la masa de un suelo seco por el volumen ocupado por las

23
partículas sólidas (V J. La densidad real de los sueloses casi constante e igual a
2,6 g/cm3, pero ese valor disminuye cuando abunda la materia orgánica.

d

= M,
V
d
'
= M,
V {I}
T s

Al volumen ocupado por los poros del suelo se llama porosidad total o
simplemente.porosidad. Se expresa como un porcentajeo un tanto por uno
del
volumen total del suelo; por tanto no tiene dimensiones. Se designa por la letra e;
y su valor viene dado por la fórmula:

& = 100(1 - ~) (2)


d,

La porosidadde los suelos mineralesvaría entre el 25 y el 60 por 100,


aunque normalmente esté comprendida entre el 40 y el 50 por I OO. En suelos
con alto contenido en materia orgánica puede superar el 90 por 100.
Los poros del suelo están ocupados por agua y por aire, en proporciones
variables según el estado de humedad. Cuando todos los poros están ocupados
por agua, se dice que el suelo está saturado. Existen otros estados de humedad
con denominaciones particulares como «capacidad de campo» y «punto de
marchitez», que serán descritos más adelante.
El contenido de agua de un suelo se puede expresar de varias maneras:
0 (humedad gravimétrica en%)=~ · 100
' Ms (3)

· 9 (humedadvolumétrica en %) = ~ · 100
V • VT

donde:
Maa - masa de agua
M, - masa de suelo seco
v., - volumen de agua
VT - volumen total o aparentedel suelo
Recordando la definición de densidad aparente (1) se obtiene la siguiente
relación entre las humedades gravimétricas y volumétricas:

e = ag .
V
da (5)

El volumen de poros ocupado por el aire se denomina espacio aéreo y se


representa por «E.». Por definición:

Ea= i',: - 0 V
(6)

24 24
En la técnica del riego y drenaje es muy práctico expresar el contenido de
agua del suelo en forma de altura o lámina de agua, es decir, de volumen por
unidad de superficie. Las unidades más frecuentes son el m3/ha y el mm, entre
las que existe esta relación:

1 mm = 10 m3/ha

La altura de agua (h), la humedad volumétrica (0.) y la profundidad del suelo


(p) están relacionados por la expresión:
h = ev. p
(7)
100

Ejemplo 1
La a. de un suelo es 1,4 g/cm3. ¿Cuál será probablemente su porosidad?

e = l 00 (1 - da )
dr

A falta de datos se supone d, = 2,6

6 = 100(1 - ~) = 46 %
2,6

Ejemplo2
Suponiendo un metro de profundidad, ¿cuánto pesa una hectárea del suelo
anterior cuando está totalmente seco y cuando está saturado de agua?

VT = 10.000 x l = 10.000 m3
M, = VT · d.= 10.000 x 1.400 kg/m3 = 14 · }06 kg

Cuando el suelo está seco pesa 14 · 106 kg. Cuando está saturado ev = e y el
volumen de agua es:

Vag = - ev · VT = 46 x 10.000 = 4.600 m-


100 100

El peso de agua es 4.600 x 1.000 = 4,6 · 106 kg. El peso total en saturación
es de:

(14 + 4,6) · 106 = 18,6 · 106 kg


Ejemplo3
El suelo de los ejemplosanterioresse encuentra con una humedad
volumétri- ca del 15 por 100. Llueven 20 mm que se distribuyen en un
estratode 40 cm de profundidad. Calcular las nuevas ev y 08•
Antes de la lluvia:

e = 15 %
Pv= 400 mm.

h = ~ = 15 x 400 = 60 mm.
100 LOO
Después de la lluvia:

h = 60 + 20 = 80 mm.

0 = 1 ooh = 100 x 80 = 20 %
V p 400
20
e 8
= ~
da
=
1,4
= 14,3 %

Ejemplo 4
Un suelo tiene da = 1,25 y dr = 2,6. Se encuentra saturado y se pretende
drenar hasta que en los 80 cm superiores haya un Ea del 20 por 100. ¿Con qué
humedad queda el suelo y cuánta agua hay que eliminar por ha?

E = 100 ( 1 - ~ ) = 100 ( l - ~ ) = 52
%
dr 2,6
El suelo queda con ev = e - Ea= 52 - 20 = 32 o/o

V T = l 0.000 x 0,8 = 8.000


m3
Cantidad a eliminar:

VT · Ea 8.000 X 20
100 = 100
= 1.600 m3/ha.

2.2. Potencial hidrico del suelo


Desde el punto de vista de la extracción por las plantas del agua del
terreno, más que el contenido de humedad interesa conocer la energía con que
el agua es retenida. De nada sirve que un suelo contenga agua abundante si las
raíces no tienen la fuerza de succión necesaria para extraerla.
El agua del suelo está sometida a la acción de una serie de factoresque tienden
a retenerla o a expulsarla. El concepto de potencial hidrico del suelo, al que
algunos autores denominan potencial del agua del suelo, surgió como un
intento de elaborar una teoría general que englobase a todos esos factores. A
partir de la definición de la Sociedad Internacional de la Ciencia del Suelo (
1963), el poten- cial hídrico del suelo se puede considerar como «la cantidad
de trabajo que es preciso aplicar para transportar reversible e isotérmicamente
la unidad de canti- dad de agua desde una situación estándar de referencia
hasta el punto del suelo considerado». Tres observaciones conviene hacer
inmediatamente a esta defini-
ción:
- No hay que preocuparse demasiado de la situación estándar de referencia:
lo que importa son las diferenciasde potencial y no los valores
absolutos.
- El agua se mueve de mayor a menor potencial.
- El potencial sepuede medir en términos de trabajo dividido por masa, en
cuyo caso la unidad más frecuentees el ergio/gramo (erg/g), o en
términos de trabajo dividido por volumen, es decir, de presión. Este
segundo siste- ma es el que se utiliza generalmente y las unidades
empleadas son:
1 bar= 1.020 cm de columna de agua (aprox. 10 m) ~
• 75, 1 cm de columna de mercurio -
~ 0,987 atm
Otras equivalencias de interés son:
1 bar = lOO julios/kg = 10" dinas/crrr' = 10' ncwton/m ' = 10'
Pa
1 cbar (centibar) = 10 cm de columna de agua.
La equivalencia entre potencial y presión proporciona una idea muy
intuitiva de un concepto tan abstracto en principio como el potencial: el agua
del suelo está sometida a una presión que, como veremos a continuación,
tiene varios componentes; unos que tienden a expulsar el agua del suelo
(presión positiva) y otros que tienden a retenerla (presión negativa). La suma
algebraica de estos componentes es el potencial total, y el agua del suelo
tenderá a desplazarse desde puntos de alto potencial a puntos de bajo
potencial.

Componentes delpotencial hidrico del suelo


El potencial hfdrico del suelo, que se suele representar por la letra griega 'lf,
tiene cuatro componentes:
'V m = potencial mátrico
\lf O = potencial osmótico
'Vg = potencial gravitacional
'l'p = potencial de presión
(8)
El potencial gravitacional es el debido a la altura geométrica del punto
consi- derado respecto al plano de referencia.
El potencial de presión sólo se presenta en el caso de suelos saturados, y
corresponde a la presión ejercida sobre el punto considerado por el agua que
satura el suelo. Este componente del potencial es el fundamental en los proble-
mas de drenaje subterráneo.
El potencial mátrico ('1-'m) es el generado por los mecanismos de retención de
agua por el suelo (adhesión y cohesión), que se describen en 2.3. Debe su nombre
a que las fuerzas que crean este potencial son las asociadas a la matriz del suelo.
Su valor es siempre negativo, ya que la presión que origina se opone a la expul-
sión del agua del suelo. Cuanto más seco está un terreno, más bajo es el potencial
mátrico y mayor es la presión que habría que aplicar para extraer el agua del
suelo.
Con objeto de evitar el empleo de signos negativos, a veces se utiliza el
término tensión del agua del suelo. que es igual al potencial mátrico pero con
signo positivo.
Como ya se ha dicho, una de las unidades de medida del potencial es el
centímetro de columna de agua. El valor mínimo del potencial es de - 107 cm,
que corresponde a la ausencia total de agua (secado a 105º C). El manejo de
estas cifras tan bajas resulta incómodo, por lo que se introdujo una nueva
forma de medir el potencial, por medio del «pF», que es el logaritmo decimal de
la tensión del agua del suelo, es decir:

pF = log ( - '1-'m) (9)


Tanto el pF como el término tensión del agua del suelo están cada vez más en
desuso.
El potencial mátrico y el de presión son excluyentes. El '1-' sólo se da en
suelos saturados, en cuyo caso '1-'m = O. En cambio, en suelos noPsaturados
'1-'p = O y
'1-'m < O.

Puede ser conveniente aclarar más el concepto de potencial por medio de un


ejemplo. Sapongamos que se extrae una muestra de suelo, se satura de agua y se
deja escurrir: una última gota quedará colgando y para extraerla será necesario
aplicar una cantidad muy pequeña de energía. Esa energía es el potencial del
suelo en ese momento, aunque, como la energía no la proporciona el suelo sino
que hay que aplicarla exteriormente, el potencial será negativo. Si ese suelo se
deseca parcialmente, para extraer una gota de agua habrá que aplicar mucha más
energía que en el caso anterior: el potencial será mucho mayor en valor absoluto,
pero debido al signo negativo, es mucho menor en valor relativo.
El último componente del potencial hídrico del suelo es el potencial osmát tco.
El agua del suelo es una solución salina y por tanto puede dar lugar al fenómeno
de ósmosis: cuando dos soluciones de distinta concentración están separadas por
una membrana semipermeable, se produce un movimiento del agua desde la
solución más diluida a la más concentrada. La presión que origina este movi-
miento es la presión osmótica, que equivale en magnitud al potencial osmótico.
Es muy importante recordar que las diferencias de potencial osmótico sólo

28
afectan al movimiento del agua en presencia de una membrana
semipermeable. Este es el caso de las raíces de las plantas: el conjunto de las
células de la corteza

28
de la raíz actúa como una membrana semipermeable que separa dos soluciones:
a un lado la solución del suelo y al otro la del xilema. Cuando la solución del
suelo tiene un alto contenido en sales, las plantas deben realizar un esfuerzo
suplementario para absorber agua, superando la presión osmótica que se crea
entre ambos lados de la corteza radicular.
El potencial osmótico es una propiedad coligativa de una solución, es decir, es
directamente proporcional al número de moléculas del soluto, como expresa la
relación siguiente:

"'º = - MRT
(10)

"'Mº enmolalidad
=
atm
(moles de soluto en 1.000 g de disolvente)
R constante universal de los gases = 0,0820 1 · atm/g mol
=
T = temperatura absoluta.
En la práctica, el potencial osmótico se suele medir a partir del extracto de
saturación del suelo por métodos crioscópicos, concretamente en función del
descenso del punto de congelación de dicho extracto. Sin embargo, como vere-
mos al tratar de los efectos de las sales solubles sobre las plantas, es muy práctico
calcular "'º
a partir de la estrecha relación que existe entre esta magnitud y la
conductividad eléctrica, que es dato usual en los análisis de suelos (ver capítulo
3). Richards (1954) obtuvo empíricamente la siguiente relación:

(11)

donde:
'11oc= Potencial osmótico del extracto de saturación, en atm.
CE0 = Conductividad eléctrica del extracto de saturación, en mmhos/cm

El signo - es debido al valor siempre negativo de 'l'o·


Los valores del potencial osmótico obtenidos a partir del extracto de satura-
ción no son los reales de la solución del suelo, ya que para obtener el extracto se
añade agua destilada a una muestra del terreno, agua que se mezcla con la
solución del suelo hasta alcanzar la saturación. Además el valor de 'I'0 varía con el
estado de humedad del suelo: cuando éste está muy seco (próximo al punto de
marchitez), la solución del suelo está muy concentrada en sales y por tanto su
potencial osmótico será elevado. {\l contrario ocurre en las proximidades de la
capacidad de campo. Por todo ello es preciso introducir la siguiente correc-
ción:

(12)

'I'0 = Potencial osmótico de la solución del suelo en el estado


considerado.

29
En el capítulo 3, al estudiar la salinidad se definirá el concepto de CE y se
verán las consecuencias negativas que para la absorción del agua por las plantas
tienen los altos potenciales osmóticos (en valor absoluto).

EjemploS
Un suelo presenta la capa freática a 80 cm de profundidad. No se produce
flujo en ningún sentido (potencial hídrico constante). Calcúlese el \JI, 'l'm y \JI a
las profundidades de O, 30, 60, 80, 11 O y 150 cm, sin tener en cuenta ~l potenc~al
osmótico.

Pun10 'I' 'l'm '1/P 'V


1 o - 80 o - 80
2 - 30 - 50 o - 80
4 - 80 o o - 80
5 - 110 o 30 - 80
6 - 150 -o 70 - 80

El cáJculo se hace en centímetros de columna de agua, por el orden siguiente:


se toma como plano de referenciala superficie del suelo; '11 es para cada punto la
profundidad en cm. En el punto 6, por estar saturado 'l'm s= O y por estar 70 cm
bajo la capa freática 'l'p = 70. En ese punto:

'11 ='V,+ 'l'm + 'l'p =- 150 +O+ 70 = - 80 cm

Como el potencial total es constante, 'I' = - 80 cm en todos los puntos.


Los que están bajo la capa freática tienen 'l'm = O y 'l'p se calcula según
\Jlp = "' - 'I',·
Los que están por encima de la capa freática tienen 'llp = O y 'l'm se calcula
según "'m = "' - "',·
Este ejemplo permite obtener una conclusión importante: en el equilibrio, el
potencial mátrico de un punto situado sobre una capa freática es, en valor
absoluto, igual a la distancia entre el punto y la capa freatica, ya que para
trasladar agua desde la capa freática al punto, habría que ejercer una presión
igual a la distancia entre ambos.
Por ejemplo, el punto situado a 50 cm sobre la capa freatica tiene un
'l'm = - 50 cm. Si estuviera más seco (menor 'l'm), la fuerza de succión en ese
punto sería suficiente para elevar agua freática, lo cual haría hasta alcanzar la
humedad de equilibrio, a la que 'l'm .. - 50 cm. Si estuviera más húmedo
('l'm > - 50 cm), la fuerza de succión no sería capaz de retener toda el agua y
parte de ella drenaría, volviendo al punto de equilibrio. En este estado el suelo
«no tiene fuerza» para elevar una sola gota freática, pero tampoco permite que
drene una gota de agua.

30
Ejemplo 6
En el punto A de un suelo, situado a 30 cm de profundidad, se ha medido un
\ji m =-50 cm y en B, a 70 cm de profundidad se ha medido \ji m =-40 cm.
¿Qué ocurre con el agua de ese suelo? No se considere el potencial osmótico.
Tomando como plano de referencia la superficie del suelo se calcula el
potencial hídrico de cada punto (obsérvese que por ser 'Vm < O el suelo no está
saturado y por tanto en cada caso 'Vp = O).

A - 30 -50 - 80
B - 70 - 40 - 110

\ji A(- 80 cm) > 'Vi- 110 cm); por tanto está habiendo movimiento de agua
de
A a B (percolación).
Aunque en los ejemplos anteriores el potencial se ha expresado en cm de
columna de agua (cm. c. a.), es más frecuente hacerlo en centibares (cbares).
Recordemos la relación 1 cbar - 1 O cm c. a. Más adelante, al tratar de
los tensiómetros emplearemos ya esa unidad de medida.
Desde el punto de vista del drenaje, el componente más importante del
potencial hídrico del suelo es el de presión. Desde el punto de vista del riego, el
más importante es el mátrico. Por esa razón, en lo que sigue se van a analizar
con
más detalle los mecanismos de la retención, las propiedades del suelo que afectan
a esos mecanismos y los procedimientos de medida del 'l'm·

2.3. Mecanismos de la retención del agua por el suelo


Para quienes deducen la existencia de una Providencia a partir del buen
orden que se observa en la naturaleza, pocos argumentos hay tan poderosos
como los derivados del hecho de que el agua forme puentes de hidrógeno. Debido
a estos enlaces, el agua presenta una serie de propiedades anómalas que precisa-
mente favorecen el desarrollo de la vida. Por ejemplo, el agua tiene un elevado
calor especifico, lo que permite a los seres vivos realizar importantes intercam-
bios de calor con sólo pequeños cambios de temperatura. El elevado calor
de
vaporización permite, consumiendo volúmenes reducidos, emplear grandes can-
tidades de energía en la evaporación, fenómeno refrigerador muy extendido. El
hecho de ser menos densa en estado sólido que en líquido hace que el hielo flote
sobre el agua, lo que favorece la vida acuática en climas fríos: la vida puede
proseguir por debajo de la superficie helada. Todas estas propiedades son debidas
a que, además de las fuerzas de Van der Waals, que son las que normalmente
mantienen agrupadas las moléculas de otros líquidos como metano, éter, etc.,
entre las moléculas de agua se forman puentes de hidrógeno que proporcionan
un enlace más fuerte. Este tipo de enlace es también el responsable de la reten-
ción del agua por el suelo. Dediquémosle por tanto un poco de atención.
31
Como muestra la figura 1.1, la molécula de agua está formada por dos átomos

32
de hidrógeno unidos por enlace covalente a un extremo de un átomo de oxígeno,
formando un ángulo de 105º. En consecuencia la molécula de agua es polar, es
decir, presenta un polo positivo (el extremo del hidrógeno) y un polo negativo (el
extremo del oxígeno). Esta configuración permite a dos moléculas de agua unirse
entre sí por medio del llamado puente de hidrógeno: el polo positivo de una
molécula se une al negativo de la otra. Este mecanismo de unión de moléculas de
agua entre sí se denomina cohesión. El número de moléculas de agua que pueden
unirse por medio de la cohesión no tiene límite y así, como dice R. Devlin, se
puede considerar que un lago es una molécula gigantesca de agua, de estructura
laxamente trabada.
La polaridad de la molécula de agua permite la adhesión, es decir, la unión
entre moléculas de distinta naturaleza. Un caso muy importante es la adhesión
entre moléculas de agua y las partículas sólidas del suelo, sobre todo las arcillas.
Las cargas negativas que existen en las superficies de las micelas arcillosas se
unen al polo positivo de la molécula de agua, estableciendo un puente de hidró-
geno.
El agua retenida por el suelo se puede considerar dividida en dos capas: una
primera, cuyo espesor es de tres o cuatro moléculas de agua que es retenida
enérgicamente, y una segunda capa en la que dominan las fuerzas de cohesión,
cuyo espesor puede ser de varios cientos de moléculas que son retenidas más
débilmente que las de la primera capa.

1
H
J-¡
-«.••
,» "'.~ A' MOLECULA DE AGUA

A B 8, OISTRIBUCION DE CARGAS

C' ASOCIACION DE TRES MOLECULAS


H H H H DE AGUA MEDIANTE PUENTES DE

~p¡~~ H~
~c1

HIDROGENO

~ ·~e ·
Figura 1.1.

Estas fuerzas de cohesión y adhesión permiten el funcionamiento de los


mecanismos de retención de agua, que varían según los tipos de suelo. Si el suelo

32
Película

Contacto i nterpelicular

Figura 1.2.

no se contrae al secarse, como es el caso de las arenas. el aire debe reemplazar al


agua en los poros del suelo: aparecen superficies de contacto aire-agua y se
forman superficies curvas de agua entre las partículas sólidas contiguas. La
tensión superficial que actúa sobre esas superficies curvas se opone a la presión
ejercida para extraer el agua y constituye un mecanismo de retención de agua por
el suelo. Otros suelos, en cambio. se contraen cuando disminuye su humedad,
como ocurre en determinadas arcillas. En este caso el aire no sustituye al agua en
el espacio poroso y las partículas sólidas se aproximan entre sí. Como esas
partículas tienen una carga superficial negativa. se repelen unas a otras y al
aproximarse aumenta la fuerza de repulsión. que se opone a la fuerza ejercida
para extraer el agua.
El agua retenida por el suelo se reparte alrededor de las partículas del suelo en
forma de películas o de contactos interpeliculares. como muestra la figura 1.2
(Hallaire y Baldy, 1963).

Para valores reducidos de la humedad del suelo, la mayor parte del agua se
encuentra en forma de películas. En este caso, la humedad gravimétrica del
suelo, e&' puede expresarse como eg = s · h, siendo «s» la superficie específica
del
suelo (p. ej. en cm2 por 100 g de suelo seco) y «h» el espesor de las películas.
Tanto teórica como experimentalmente se ha encontrado que entre e
y el
potencial mátrico en las películas, o/m, existe la relación:
s
log 1111 = a - be ( 13)
Tm ¡

33
siendo a y b constantes para cada suelo. Esta relación permite calcular el espesor
de las películas de agua a partir de los valores de \ji~- Por ejemplo, Hallaire y
Baldy han encontrado los siguientes valores en suelos caoliníticos y montmori-
' lloniticos.

v/(cm) h(Á)
¡04.2
350
102,8
540

Cuando aumenta la humedad del suelo se van formando contactos interpeli-


culares y el valor de
El
e,
es mayor que el que se obtendría de la relación ( 13).
exceso de 08 corresponde al agua retenida en los contactos interpeliculares. En
éstos, el potencial mátrico 'V~ es debido a la formación de meniscos. Su valor
depende de la tensión superficial del agua.
En un lugar cualquiera del suelo pueden coexistir los dos potenciales,
sumán- dose sus valores de forma que:

(14)

Para cada estado de humedad el agua se reparte entre las películas y los
meniscos de tal forma que 'V.,, sea el mismo en cada punto.
Con frecuencia se explica el potencial mátrico como debido únicamente a
la capilaridad, asimilando el suelo a un haz de tubos capilares de diferentes
diáme- tros. Esta cómoda representación, que permite relacionar el diámetro
de los capilares más gruesos llenos de agua con un potencial dado, adolece de
ignorar el
'V~ antes descrito. Sin embargo, proporciona una imagen muy intuitiva y por
tanto útil siempre que se recuerde que se aleja de la realidad.

2.4. Relación entre el potencial mátrico y el contenido de agua


Por una serie de razones que se analizarán más adelante, para un mismo
contenido de humedad los distintos suelos retienen el agua con distinta energía.
Es decir, la relación humedad-potencial mátrico varía para cada tipo de suelo.
El gráfico que muestra esa relación se llama curva de retención de humedad.
En la figura 1.3 (debida a Richards, et al.) se muestran las curvas de varios
suelos. En ordenadas se muestran el 'Vm y en abscisas el porcentaje de agua
extraída entre el estado de capacidad del campo (O por 100) y el del punto de
marchitez ( l 00 por
100). Obsérvese que las curvas de los distintos suelos coinciden para los valores
de 'V.,, de - O, l y - 15 bar. Cuando estudiemos los estados característicos
de humedad del suelo y definamos la capacidad de campo y el punto de
marchitez, volveremos a este gráfico.
34
o/o d• agua uti I

O º/o: Capacidad de campo

100 °/o: Punto de marchitez

li' rn (bares)

-20

-5 . 0

-lO

-20

Fig. 1.3.
Curva de retención de humedad.

Un tramo horizontal en las curvas se produce cuando a pequeñas diferencias


de \Jlm corresponden grandes diferencias de humedad, lo que indica que en ese
tramo hay muchos poros del mismo tamaño. Por el contrario un tramo vertical
indica pocos poros del tamaño a que corresponda el 'l'm· Una inclinación del
orden de 45º muestra una distribución uniforme de los poros.

2.5. Propiedades del suelo que afectan a la retención del agua


Textura
Al estudiar los mecanismos de la retención de agua se ha visto que se trata de
un fenómeno de superficie. Para un mismo peso de suelo, las arcillas presentan
una superficie mucho mayor que las demás partículas minerales: 1 gramo de
arena gruesa puede tener una superficie de 1.000 cm2 mientras que el mismo
peso de arcilla puede alcanzar los 800 m2• Por tanto la textura, es decir, la
cantidad relativa de arena, limo y arcilla, influye de forma muy importante en la
capacidad de retención de agua de los suelos. Otra causa de que los suelos
arcillosos retengan más agua es que las micelas de arcilla presentan cargas negati-
vas, debido a la sustitución de iones de aluminio y sílice por otros cationes de
menor valencia. Esas cargas negativas se unen al polo positivo de las moléculas
de agua, estableciendo un puente de hidrógeno.
La figura 1.4 expresa claramente el efecto de la textura en la relación hume-
dad - 'l'm· Obsérvese que en el caso de suelo arcilloso la variación del potencial

35
i
i
\
\
\
\
\\

-,
\ ·,
Suelo aren
-· -:::r-·-· oso ·., -

Figura 1.4.
E
f
e
c
t
o

d
e

l
a

t
e
x
t
u
r
a

e
n

l
a

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ó
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n
-'t'm c
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ó
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a
compacto g
u
a

p
o
r

e
l
Figur s
a
u
1.5.
e
E l
f o
ec .
36
mátrico es paulatina, mientras que en el arenoso, cuando la humedad baja de un
cierto valor se produce un cambio brusco. El punto de cambio corresponde al
paso de poros grandes a pequeños.

Estructura
Las partículasde arena, limo y arcilla del suelo pueden unirseentre sí
forman- do agregados y creando una estructura en el suelo. El efectode la
formación de agregados se muestra en la figura 1.5.
Los sucios con buena estructura tienen una mayor porosidad y por tanto a
saturación ('lfm = O) contienen más agua.
Como elementos cementantes para constituir agregados actúan los coloides
del suelo. Todos los factores que favorecen la floculción de los coloides (sales
disueltas en la solución del suelo, abundancia de calcio en el complejo de cam-
bio, etc.) proporcionan estabilidad a la estructura. Por el contrario, los factores
dispersantes, como elevada proporción de sodio en el complejo de cambio,
ocasionan la pérdida de estructura del suelo y por tanto afectan a las relaciones
suelo-agua.
Cuando el potencial mátrico se aproxima a cero, el efecto de la estructura
domina sobre el de textura y lo contrario ocurre para valores altos de \Jlm· Por tal
razón la humedad correspondiente a este último caso (p. ej. a capacidad de
campo o punto de marchitez, como veremos más adelante) se puede medir en
muestras alteradas, mientras que la correspondiente a bajos 'l'm (porosidad total)
debe medirse en muestras inalteradas.

·,~-~-
Humectoc ion

Figura 1.6.

Histéresis.

37
Histéresi.1·
Para un mismo valor de 'l'm• la humedad del suelo es mayor durante el
proceso de desecación que durante la humectación. Este fenómeno se denomina
histéresis y se representa en la figura 1.6, donde se pueden observar ciclos parcia-
les de secado y humedecido. Si, como es normal, el estudio de las relaciones
suelo-agua se hace para conocer el comportamiento del conjunto frente a la
absorción hídrica del sistema radicualr, el valor que interesa es el correspondien-
te al desecado.

2.6. Medida de la humedad del suelo


Aparte de los métodos que miden el potencial hídrico o algunos de sus
componentes, de los que trataremos más adelante, la humedad del suelo se
puede determinar por varios procedimientos:
Gravimetria. El método estándar consiste en tomar una muestra de suelo
húmedo, pesarlo y secarlo a 105º C hasta peso constante. El contenido en
agua se calcula ¡por diferencia de peso. Este procedimiento es el más exacto
de todos y, de hecho, se utiliza para calibrar a los demás métodos. Sin embar-
go, tiene los inconvenientes de que necesita mucho tiempo, es caro y destruye
la muestra.
Sonda de neutrones. Este método se basa en la propiedad del hidrógeno de
reducir la velocidad de los neutrones rápidos (cuya masa y tamaño son pareci-
dos a los del hidrógeno) emitidos por una fuente radiactiva, transformándolos
en neutrones lentos. Los componentes del suelo, salvo el boro y los cloruros,
tienen un poder ralentizador muy inferior al del hidrógeno, de manera que la
medidad de la densidad de neutrones lentos permite conocer la cantidad de hi-
drógeno y, en consecuencia, el contenido de humedad del suelo.
El aparato consta de una sonda que se introduce en un tubo colocado per-
manentemente en el suelo. La sonda lleva una fuente de neutrones rápidos y un
contador de neutrones lentos. El tubo suele ser de aluminio, material que no
ofrece resistencia a los neutrones. Introduciendo la sonda a distintas profundi-
dades en el tubo, se puede medir la humedad en los distintos perfiles.
Este método es, hasta ahora, el más utilizado de los no destructivos de la
muestra de suelo. Tiene los inconvenientes del coste del aparato, la necesidad
de calibrado para cada suelo y, sobre todo, una serie de requisitos legales deri-
vados de la naturaleza radiactiva del material usado.
Reflectometria. Este método, también conocido como TDR (iniciales de
Time Domain Retlectometry), se basa en la relación que existe entre el conte-
nido de humedad del suelo y su constante dieléctrica. Debido a su carácter di-
polar, el agua tiene una constante dieléctrica mucho más alta que la del suelo
seco. En consecuencia, la constante dieléctrica del suelo húmedo depende prin-
cipalmente de su contenido en agua.
La constante dieléctrica de un suelo, E, se mide aplicando al suelo una
onda electromagnética de alta frecuencia y midiendo la velocidad V de propa-
gación. Entre ambas magnitudes existe la siguiente relación:

38
E=---
V;
µ v2
V es la velocidad de la luz en el
vacío y µ la permeabilidad
magnética.
O
Existen diversos modelos de
aparatos que miden la humedad del
suelo por este
procedimiento, que se puede
aplicar a distintas profundidades
en un mismo
emplazamiento, introduciendo en el
suelo unas varillas, tubos etc. La
humedad medida corresponde a un
volumen reducido de suelo, ya que
la penetración de la onda es del
orden de 2 a 3 cm. Por ello,
cualquier defecto en el contacto en-
tre el suelo y los elementos que se
introducen en él afecta de forma
importante a la fiabilidad del
resultado. Otro inconveniente es el
coste del aparato y de las varillas o
tubos a introducir en el suelo.
Actualmente ( 1995) en España se
asis- te a un auténtico boom de este
método de medida, que no siempre
se utiliza con conocimiento de sus
limitaciones.

M
é
t
o
d
o
s

d
e

m
e
d
i
d
a
d m
e
l
+
p
o \
t j
e i
n ,
c )
i .
a Bloques de yeso, que miden la
l suma del potencial mátrico y el
osmótico
h (
í '
d !
r
'
i
c m

o
La medida del potencial +
gravimétrico y del de presión no
presenta dificultad. Ya hemos dicho '
cómo se puede medir el potencial I
osmótico (crioscopía o me- diante su
relación con la CE). Veamos ahora '
los procedimientos de medida del .
potencial mátrico que, por otra parte, J
es el de más interés desde el punto de .
vista del aprovechamiento por las Menos divulgado está el uso de los
plantas de la humedad del suelo. sicrómetros de termopar, que
Para determinar el potencial igualmente
mátrico del suelo se utilizan m
distintos aparatos, i
ninguno de los cuales lo mide d
directamente, siendo preciso e
efectuar algunas correcciones a las n
lecturas directas. Entre estos aparatos
los de más frecuente uso son: (
'
Tensiómetros, que miden la suma l
del potencial mátrico y el '
gravitacional m
(
\ +
j
i '
1
'
0
)
.

T
e
n
s
i
á
m
e
t
r
o
s
Existen dos tipos de tensiómetros,
los de manómetro y los de mercurio.
Un tensiómetro de manómetro
(Figura 1.7) consiste en un tubo en
cuyo extremo inferior se coloca una
cápsula cerámica porosa y en el
superior, herméticamente cerrado,
un manómetro de vacío.
El tensiómetro se llena de agua y
se introduce en el terreno, colocando
la cápsula a la profundidad del perfil
a medir. El que la cápsula sea porosa
permite
que el agua salga de ella o entre, lo
que hace que al cabo de un cierto
tiempo se establezca el equilibrio
entre el agua del interior de la
cápsula y el agua del suelo. Cuando
éste se seca succiona agua de la
cápsula provocando una presión
negati- va que es indicada por el
manómetro. Si la humedad del
suelo aumenta, pasa

39
Manómetro
de vocio

Cdpsula de ceromico

Figura 1.7.
Tensiometro.

agua del suelo a la cápsula, disminuyendo el valor absoluto de la presión del ma-
nómetro.
Cuando el manómetro marca cero existe agua libre (no retenida) en el suelo.
Cuanto más seco esté el suelo mayor será la presión. Teóricamente se puede
medir hasta I atm = l bar, pero en la práctica, por encima de 0,8 bares el aire
empieza a entrar en I cápsula. Volviendo a la figura 1.3 se comprueba que para la
mayoría de los suelos el rango de utilización de los tensiórnetros (basta
'I'm = - 0,8 bar) corresponde a más del 50 por 100 del agua útil del suelo, que es
la comprendida entre capacidad de campo y punto de marchitez. En suelos
arenosos ese porcentaje puede elevarse a más del 75 por I OO.
El tensiórnetro no mide directamente el potencial mátrico del suelo. En
efecto, en la figura 1.8 se muestra un tensiórnetro en el terreno. Cuando se
alcanza el equilibrio el potencial hídrico \ji será igual en los puntos 1 (junto
al manómetro) y 2 (suelo). Por tanto:

( 15)

40
40
Si se toma como plano de refrencia el del punto 1, el valor de \ji I es igual a la
lectura del manómetro, con signo negativo ya que el manómetro mide presiones
negativas. El de \j/2 será:

(16)

El potencial gravimétrico del punto 2 es igual a - l; por tanto:

(17)

(18)
y recordando que 'Vi= - lectura del manómetro, se obtiene la siguiente norma
práctica:
«potencial mátrico del suelo = longitud del tensiómetro - lectura del manó-
metro»

1--

.. 1 "...:.

1,

,----l
Figura 1.8.

Ejemplo 7
Un tensiómetro de 70 cm de longitud se instala en un suelo a 60 cm de
profundidad. (Fig. 1.9). La lectura del manómetro es de 40 cb. y el suelo está en
equilibrio.
Calcular:
1. El potencial mátrico del punto 2.
2. El potencial hídrico de los puntos 1 y 2.
Se supone \jl0 = O y se toma como plano de referencia el del manómetro.

41
Figura 1.9.

El cálculo se hace en centibares (cb).

1.0 'I'~ = longitud - lectura = ~


10
- 40 =- 33 cb.

2.0 El manómetro da directamente el potencial hídrico, por tanto:


'1'1 = \j/2 = - 40 cb.

Ejemplo 8
Un suelo situado 50 cm por debajo del manómetro de un tensiómetro tiene
un 'l'm = - 20 cb. Calcular la lectura del manómetro.

Lectura = longitud - 'I' = 2º_ + 20 = 25 cb


m 10

Ejemplo9
Un suelo tiene instalados dos tensiómetros y ambos marcan 35 cb. Uno de los
tensiómetros está·a 50 cm de profundidad y el otro a 120 cm. En caso que haya
movimiento del agua ¿en qué sentido se produce?
El agua se mueve del punto de mayor potencial hídrico al de menor potencial.
Los tensiómctros marcan directamente el potencial hídrico; como en ambos
casos el 'I' es igual (35 cb) no hay movimiento del agua.

42
B A

bulbo húmedo

Figura 1.1 O.

Ejemplo JO
El tensiórnetro A marca 20 cb y el B 50 cb. Interpretar lo que ocurre en
el bulbo húmedo y proponer la medida adecuada (Fig. 1.1 O).

'!'A= - 20 cb
'I'ª = - 50 cb

'l'A > 'I'ª: el agua se está desplazando de A a B, lo que indica


humedad insuficiente en el centro del bulbo húmedo: hay que regar.

Ejemplo 11
En la misma figura del ejemplo lO las lecturas son:

tensiómetro A = 30 cb
tensiómetro B = 25 cb

¿Qué ocurre con el agua del suelo? Si la distancia vertical entre las cápsulas
de ambos tensiómetros es de 100 cm, calcular el gradiente del potencial.

'l'A = - 30 cb < 'lfª = - 25 cb

Está habiendo infiltración de B hacia A:

43
~"' = 5 cb = 50 cm
50
gradi ente de potenci'al = ~
1
= 100
= O, 5
Como ya se ha dicho, el rango de funcionamiento de un tensiómetro es de O a
- 80 cb. Para la mayoría de los cultivos la humedad óptima del suelo se encuen-
tra en este intervalo, como se verá en el capftulo 2.
Los tensiómetros presentan algunos inconvenientes:
- Limitado rango de actuación.
- No miden el potencial osmótico, que en casos de cierta salinidad puede ser
superior al mátrico.
- Proporcionan una respuesta atrasada, que es mayor a medida que la
permeabilidad de la cápsula disminuye por la formación de precipi-
tados.
No creemos necesario detenernos aquí en describir las técnicas de instalación
y llenado de agua de los tensiórnetros, ni de su cuidado. Digamos que se pueden
utilizar para:

- Determinar el momento y la dosis óptimos de riego. Un perfeccionamien-


to de esto es la posibilidad de automatizar el riego en función del potencial
del suelo: cuando la humedad desciende hasta el valor que no se debe
superar, se activan las bombas o electroválvulas que inician el riego.
- Determinar fluctuaciones en la capa freática.
- Conocer los momentos en que predomina la infiltración (movimiento
descendente) o la capilaridad (movimiento ascendente), con toda su se-
cuela de aplicaciones para el manejo del régimen de agua y de sales.
- Medir la actividad en los distintos puntos de la zona radicular.
En los tensiórnetros de mercurio la presión negativa no se mide en un manó-
metro de vacío, sino por la elevación que provoca en una columna de mercurio.
Para transformar esa elevación en cm de columna de agua, hay que multiplicar
los cm de mercurio por la densidad de éste, 13,6.

Bloques de yeso
Ya a finales del siglo XIX se intentó medir la humedad del suelo aprovechan-
do la propiedad de los suelos húmedos de conducir la electricidad mejor que los
secos. Inicialmente se presentaron dificultades de contacto entre los electrodos y
el suelo, que fueron superadas por Bouyoucos y Mick en 1940 al introducir los
electrodos en pequeños bloques de yeso. Estos bloques se entierran en el suelo y
adquieren una humedad que depende de la del terreno y que se puede medir en
función de la resistencia al paso de la corriente eléctrica.
Es preciso calibrar el aparato, para lo cual se puede hacer coincidir el 100 por
100 con el estado de capacidad de campo y el O con el punto de marchitez, con lo
que miden el porcentaje de agua útil del suelo. También se puede calibrar

44
colocando los bloques en un aparato de membrana de presión, lo que permite
relacionar las lecturas de resistencia con el potencial hídrico.
El rango de actuación de los bloques de yeso es de - 0,5 a - 15 bar, por lo que
son más adecuados para suelos secos que para suelos bastante húmedos, que
suele ser el caso cuando se aplican riegos localizados de alta frecuencia.
Debido a que la resistencia eléctrica de una solución disminuye al aumentar
su concentración salina, estos aparatos no sólo miden el potencial mátrico, sino
también el osmótico. Incluso en una teórica ausencia de sales se presenta un
cierto potencial osmótico, debido a la disolución del yeso de los bloques. Este
potencial se puede incluir en el calibrado del aparato.
Las medidas de estos aparatos pueden verse afectadas por la temperatura,
siendo necesario efectuar correcciones. Además muestran efectos de histéresis,
siendo más fiables durante el desecado que durante la humectación, ya que el
desecado es un fenómeno más lento y permite una mayor igualación entre la
humedad del suelo y la del bloque. Esta es una circunstancia favorable, ya que en
el riego interesa más conocer la evolución del secado del suelo que su humecta-
ción.

Sicrómetro de termopar
Se basa en que en el equilibrio se igualan los potenciales del agua del suelo y
del vapor del agua del suelo. El aparato lleva una cápsula cerámica que se
introduce en el suelo y en su interior se mide la humedad relativa (Hr); el
potencial se calcula según:
RT
\ji= -- ln Hr (19)
V

Al igual que los bloques de yeso, el potencial medido incluye el mátrico y el


osmótico. El aparato es muy sensible a los cambios de.temperatura y su rango de
operación es de - 2 a - 15 bar, donde el tensiómetro no opera.

2.7. Estados de humedad del suelo


Saturación
Se dice que un suelo está saturado cuando todos sus poros están llenos de
agua. Esta situación se puede presentar cuando a cierta profundidad existe un
estrato impermeable, cuando el drenaje es demasiado lento, etc. Si se permite
que un suelo saturado drene libremente, el contenido en agua comienza a des-
cender vaciándose primero los poros más grandes, que son ocupados por el aire.
El agua así eliminada se denomina agua libre o gravitacional; no es retenida por
el suelo. Por tanto, en el estadode saturación el potencial mátrico de un suelo es
cero.

Capacidad de campo. Macroporosidad


Si el drenaje continúa llega un momento en que el suelo no pierde más agua.

45
454 45
5
En este estado se dice que el sucio está a capacidadde campo (C.c.): los poros más
pequeños retienen el agua contra la fuerza de la gravedad y los poros mayores
están en buena parte ocupados por aire. Esta situación es muy favorable para el
desarrollo de los cultivos, que encuentran en el suelo agua abundante retenida
con una energía que es fácilmente superada por la de succión de las ralees al
mismo tiempo que el suelo está suficientemente aireado para permitir la respira-
ción radicular.
El estado de capacidad de campo permite clasificar los poros en grandes y
pequeños, también llamados macroporos y microporos; los grandes son los que
en ese estado están vacíos de agua. Tal criterio de distinción no se corresponde
muy bien con lo que ocurre en la realidad, ya que incluso a contenidos muy bajos
de humedad los macroporos tienen un cierto contenido de agua en forma de
película adherida a la superficie de las partículas sólidas. Sin embargo esa clasifi-
cación de los poros es de mucha aplicación a numerosos problemas de ingeniería.
La porosidad total (e) se puede considerar como la suma de la porosidad debida a
los poros grandes, que se llama macroporosidad y se representa por µ y la
porosidad debida a los pequeños llamada microporosidad que, como hemos
visto, es el contenido en humedad del suelo a capacidad de campo, por lo que se
representa por C.c.

e - µ + C.c. (20)

La capacidad de campo es un estado definido imprecisamente, sobre todo


porque el momento en que el suelo inicialmente saturado deja de perder agua
es un momento poco preciso: al principio el drenaje es muy rápido, pero
después comienza una fase de drenaje lento que puede durar hasta 15 días. En
la defini- ción tradicional de capacidad de campo se admite que ese estado se
alcanza dos o tres días después de comenzado el drenaje (lo cual es inexacto en
algunos suelos) a lo que corresponde un potencial mátrico de - 100 a - 200
cm. Otra causa de que este estado no esté bien definido es que cuando hay
próxima una capa freática, el contenido de humedad retenido por el suelo
varía, como se justificó
anteriormente por medio de un ejemplo en el que se demostraba que el
potencial
mátrico de un punto era igual a la distancia entre ese punto y la capa freáticas
Con objeto de soslayar esas imprecisiones, se ha intentado sustituir el concep-
to de capacidad de campo por el de humedad equivalente, que es el agua retenida
por el suelo cuando a una muestra del mismo se aplica una presión de extracción
de 1/3 atm (333 cm). Sin embargo, este término casi no se emplea en la actuali-
dad debido a que en algunos suelos hay grandes diferencias entre humedad
equivalente y capacidad de campo.
Como hemos dicho, en la capacidad de campo intervienen mucho más los
microporos que los macroporos; en consecuencia es una propiedad que depende
más de la textura que de la estructura y por tanto se puede determinar en
muestras alteradas. Es, por otra parte, una característica que se determina mejor
en suelos de textura gruesa, ya que en ellos los macroporos se vacían pronto y el
momento final del drenaje rápido es más evidente.
Punto de marchitez
El contenidoen agua puede descenderpor debajo de la capacidadde campo
como consecuencia de la evaporación y de la transpiración de las plantas. La
película de agua que rodea a las partículas se hace cada vez más fina y a medida
que el contenidode humedad disminuye, se hace más difícil la absorción de
agua por las raíces, hasta que se alcanza un estado denominado Punto de
marchitez (P.m.), que se caracteriza porque las plantas absorben el agua del
suelo con mucha dificultad y experimentan marchitez irreversible.
La marchitez no.depende sólo de la humedad del suelo, ya que intervienen
también las condiciones meteorológicas, densidad de raíces, condiciones
osmóti- cas de la solución del suelo, etc. Sin embargo, numerosas mediciones
han mos- trado que ese estado corresponde a un potencial mátricocomprendido
entre - l O y - 20 bares, con un valor medio aproximado de - 15 bares.
Volviendoa la figura 1.3 se puede observar que variaciones de 'lfm en la franja
- 1 O a - 20 bares corresponden a pequeñas variaciones en el contenido
de
humedad, por lo que se ha aceptado el 'l'm = - 15 bar como definitorio del
estado de punto de marchitez. Al igual que la capacidad de campo, el punto
de marchitez depende más de la textura que de la estructura y se puede medir
en muestras alteradas.

Agua útil
Ya hemos visto los defectos e imprecisiones de los conceptos capacidad de
campo y punto de marchitez. Sin embargo, independientementede la
dificultad de su determinación,tienen un gran significadoagronómico, ya que
representan los limites máximo y mínimo de la humedad del suelo que puede
ser utilizada por los cultivos;La cantidad de agua comprendidaentre esos dos
valores se define como Agua útil (A.u.).
La humedad correspondiente a los estados de capacidad de campo (C.c.) y
punto de marchitez (P.m.) y el agua útil (A.u.) se puede expresar en términos
de
humedad gravimétrica o volumétrica; en cualquier caso se
cumple:

A.u. = C,c. - P.m. (21)

Ejemplo
12
El análisis de un suelo de 50 cm de profundidadda los siguientes resultados:
da= 1,45 dr
= 2,60
e.e.= 36
%
P.m.=20%
Calcular los contenidos de agua en los estados de saturación, capacidad de
campo y punto de marchitez, así como el agua útil. Expresar los resultados en
mm y m3/ha.
En primer lugar se calcula la porosidad total s:

1•45
e - 100 (J - da ) =- 100 (J - ) = 44 %
dr 2,60
Para cada estado de humedad, el contenido en agua en mm se calcula apli-
cando (7):

h=-·-
e ·p
100

donde p = 500 mm.


En m3fha se calcula por la equivalencia I mm = 10 m3/ha.

Estado 6v('ló) h(mm) m3¡ha

Saturación 44 220 2.200


e.e. 36 180 l.800
P.m. 20 100 l.000
A.u. 36- 20- 16 80 800

Ejemplo/3
El suelo anterior está saturado. ¿Qué cantidad de agua se extraería drenando-
lo?

Saturación - C.c. - 220 - 180 = 40 rnm > 400 m3/ha

Este resultado se obtiene directamente cuando se conoce la macroporosi-


dad.

µ = e- C.c. = 44 - 36 = 8 %

agua drenable = 500 X 8 = 400 mm.


100

Ejemplo14
Un suelo de 70 cm de profundidad tiene una C.c. = 28 % y un P.m. = 11 %.
Se supone que la evapotranspiración (ET) es constante e igual a 6 mm/día. Si el
suelo está a C.c. ¿cuántos días tarda en alcanzarse el P.m.?

A.u.= C.c. - P.m.= 18 - 11 = 17 %

h = 17 x 700 = 119 mm
100
El contenido de agua del suelo es de 119 mm. Si se consumen 6 mm/día, el
número de días necesarios es:

JJ.2_ = 19,8 == 20 días


6

Ejemplo I 5
En el suelo del ejemplo anterior se pretende regar cuando el contenido de
agua haya descendido hasta el 70 por 100 del agua útil. Sin tener en cuenta las
pérdidas de riego, calcular la dosis y el intervalo de riego.
Cuando el agua sea el 70 por 100 del A.u. se habrá consumido:

119 x 0,30- 35,70 mm

Por tanto la dosis de riego es 35,7 mm= 357 m3 /ha

El intervalo de riego es ~ - 5,93 == 6 días


6

Ejemplo 16
Calcular la dosis y el intervalo de riego en el caso siguiente:

Cultivo - col. ET- 4


mm/día Profundidad
raíces- 50 cm C.c. = 33 %
P.m.-18%
Suelo arcilloso

Regar cuando el 'I'm descienda a - 60 cbares y no se considere el potencial


osmótico. Utilizar datos de la figura 1.3.
En la figura 1.3, para un suelo arcilloso, a ~ m - - 60 cbares corresponde un
descenso del agua útil del 16 por 100.

A.u. - 500(0,33 - 0,18) = 75 mm

75 x 0,16 = 12 mm

La dosis de riego es de 12 mm y el intervalode _g = 3 días.


4

49
3. Flujo de agua en el suelo

El estudio del flujo de agua a través del suelo es de la mayor importancia para
muchos problemas de ingeniería y concretamente para el riego y drenaje agríco-
las. Además de un conocimiento cualitativo, uno de los principales objetivos de
la ciencia del suelo es expresar dicho flujo por medio de fórmulas cómodas de
manejar y, sobre todo, en las que intervengan datos fáciles de obtener.
En el caso de flujo de agua en suelos saturados, es decir, en los típicos
problemas de drenaje,la cuestión es mucho más sencilla debido principalmente
a que el valor de la conductividad hidráulica (K) se mantiene constantea efectos
prácticos. La técnica ha desarrollado unos métodos de medida de K que no
requieren instrumentos sofisticados y unas fórmulas cuyo manejo es práctica
frecuente entre ingenieros. Ni mucho menos se pueden considerar totalmente
resueltos estos problemas, pero sí han superado el nivel de utilidad definido por
el hecho de que se pueden utilizar en los proyectos de obras e instalaciones de
drenaje.
El flujo de agua en suelos no saturados es el caso típico de los problemas de
riego en cualquiera de sus variantes (gravedad, aspersión o riego localizado). Por
tanto el conocimiento cuantitativo de ese flujo es del mayor interés. En el caso
concreto de riegos localizados permitiría calcular las dimensiones del bulbo
húmedo, es decir, del volumen de suelo mojado por un emisor de riego y en
función de esas dimensiones proyectar una serie de elementos fundamentales en
las instalaciones de riego, tales como:

- Número de emisores por planta y espaciamiento entre ellos.


- Caudal por emisor.
- Dimensionamiento de las tuberías y demás elementos, así como determi-
nar las magnitudes más importantes para las operaciones de riego como
duración del mismo, tumos, etc.

Sin embago este objetivo está muy lejos de haberse conseguido. Una primera
dificultad aparece en los modelos matemáticos: las ecuaciones diferenciales a que
se llega no son de fácil integración y las condiciones límites son difíciles de
establecer. Otra dificultad reside en que en las fórmulas intervienen característi-
cas del sucio dificiles de medir, como, por ejemplo, el valor de la conductividad
hidráulica en función de la humedad del suelo por debajo de saturación, cuya
medida requiere el manejo combinado de una batería de tensiómetros y una
sonda de neutrones. Numerosas investigaciones se desarrollan persiguiendo este
objetivo. Sin embargo no se ha conseguido un modelo cuyo uso sea práctico a
nivel de diseño: éste continúa haciéndose calculando la extensión del bulbo
húmedo a partir de unas tablas empíricas cuyos datos de partida rara vez coinci-
den con los del problema concreto a resolver, o mejor mediante experimenta-
ción, lo que sin duda es el método ideal pero que adolece de que no siempre es
factible de ser realizada,a pesar de su simplicidad, como veremos en su momen-
to.
Por las razones expuestas no vamos a profundizar demasiado en los modelos

50
50 50
matemáticos que pretenden reflejar el flujo del agua en suelos no saturados. Nos
vamos a limitar a establecer los puntos de partida, llegar a la ecuación general del
flujo y a indicar cómo a partir de esa ecuación, se desarrollan los distintos
modelos señalando los inconvenientes frecuentes en los mismos.

3.1. Ecuación general del flujo no saturado


En un suelo saturado el flujo de agua está regido por la ley de Darcy, cuya
expresión matemática es:

V = - K grad \ji (22)

donde v es la velocidad del agua, K es una constante para cada tipo de suelo
denominada conductividad hidráulica (o impropiamente permeabilidad) y grad
\ji es el gradiente del potencial, es decir, la variación de \ji respecto a la distancia.
El signo menos indica que el agua se mueve en el sentido de los potenciales
decrecientes. En el caso de suelo saturado el potencial mátrico es nulo y el
movimiento del agua está gobernado por los potenciales gravirnétricos y de pre-
sión.
En suelos no saturados se presentan dos dif erencia s importantes:
. .
l." El potencial de presión es nulo, por lo que el movimiento del agua está
gobernado por los potenciales gravimétricos y mátrico. Las fuerzas que originan
el potencial mátrico, es decir, las de adhesión y cohesión, son de una magnitud
muy superior a la gravedad excepto si el contenido de humedad es muy alto, por
lo que, salvo en suelos muy húmedos, el agua se mueve según gradientes de
potencial mátrico.
2.• La conductividadhidráulica K de la fórmula de Darcy ya no es constante,
e
sino que depende del contenido de humedad del suelo. Cuanto menor es el
espesor de la película de agua que rodea las partículas, menor es la sección por lo
que se mueve el agua, y el camino de ésta se hace más tortuoso. En consecuencia
menor es el valor de K. Este hecho establece una diferencia entre el comporta-
miento de la arena y la arcilla según que estén saturados o no: a saturación, las
arenas presentan una K mayor, debido a que poseen mayor número de macropo-
ros interconectados; en cambio en condiciones de no saturación, los suelos con
mayor porcentaje de macroporos disminuyen su K con más rapidez al disminuir
e,
la humedad, hasta que para un cierto valor de la K (0) de las arcillas supera a la
de las arenas. Esto explica que una capa de material más grueso entre dos de suelo
más fino pueda constituir una barrera al flujo no saturado y justifica que la
experimentación en arenas no siempre se pueda aplicar a otros tipos de suelo.
La ley de Darcy se puede aplicar al caso de no saturación:

v - - K(0) grad \ji (23)

donde ahora K(0) no es constante.


En movimiento unidimensional, la (23) se puede escribir:
v = - K(0) O\jl
ox
(24)

La dificultad de cuantificar esta expresión reside en conocer cómo varia K


en función de 0. Matemáticamente el problema se simplifica mediante la
introduc- ción de un nuevo término, la difusividad hidráulica D (0), que se
define así:
D (0) ,.. K (0) O'JI
00 (25)
con lo que (24) queda

V=- 0(0)~ (26)


ox

Esta ecuación ha sido muy estudiada para la transmisión de calor (de cuya
terminología procede la denominación de difusividad) y la matemática obtenida
facilita la resolución del problema hidráulico.
Por otra parte, la ley de conservación de la masa establece:
60::::::1;-- Sv
(27)
0t Sx

que combinada con la (26) conduce finalmente a la ecuación general del flujo no
saturado:

~
ot = -o~x.\Jo (0) (28)

ºoºx)
La integración de esta ecuación, o de la más general bidimensional en función
de x e y, permitiría conocer la forma y contenido de humedad del bulbo húmedo
y resolver los problemas prácticos antes enumerados de número de emisores por
árbol, caudal por emisor, etc. En la aplicación de esta fórmula a nivel de proyecto
se presentan tres dificultades:
l.ª Dificultad matemática de la integración. Existen algunos modelos que
simplifican el problema a costa de alejarse de la realidad. Por ejemplo, el caso
de la infiltración horizontal al introducir la transformación de Boltzmann, o
los modelos de Philip y Kostiakov para la infiltración vertical.
2.ª Dificultad de conocer la variación del D (0) en función de 0.
3.• Dificultad de establecer los límites de integración.
En el riego localizado se producen dos fases: la primera consiste en un
proceso de infiltración y la segunda de redistribución del agua en el suelo.
Cada una de
esas fases debe ser analizada en el modelo matemático lo que aún dificulta más el
problema. En consecuencia actualmente estos modelos no se utilizan a nivel de
proyecto. donde se emplean otros procedimientos. Por tanto no vamos a profun-
dizar en el tema y nos remitímos al capitulo 5, donde de manera semicualitativa
se estudia el bulbo húmedo y los factores que afectan a su forma y dimensiones.
y al capítulo 6 donde se muestran los procedimientos de diseño de las
magnitudes con él relacionadas, tales como número de emisores. caudal por
emisor, etc.
CAPITULO 2

RELACIONES AGUA-PLANTA

1. Introducción

El agua es el principal componente de las plantas, en algunos de cuyos


órganos representa más del 90 por 100 en peso. Actúa como disolvente y medio
de transporte de gases, minerales y otras sustancias esenciales para la vida vegetal
y es asimismo un reactivo de procesos fundamentales, como la fotosíntesis. Pero
desde el punto de vista de la tecnología del riego lo que interesa es conocer el
movimiento del agua en el sistema suelo-planta-atmó~ferª--y sobre todo dos
cuestiones prácticas: el momento óptimo d~. rie_g_o y_!?~_gecesidades hí_dricas de
los cultivos. Los temas citados pueden llevar una considerable carga teórica y este
libro pretende un planteamiento práctico de los asuntos tratados, en el sentido de
obtener conclusiones aplicables a nivel de proyecto. En el capítulo anterior ya
hubo tal vez un exceso de teoría y por tanto en éste vamos a pasar más directa-
mente a las aplicaciones prácticas: la teoría se va a limitar a una descripción
rápida de los mecanismos que hacen que el agua pase a través de la planta desde
el suelo hasta-la allnósfera y a algunas particularidades deese flujo que tendrán
consecuencias prácticas en los riegos localizados de alta frecuencia. Los aspectos
prácticos se van a concentrar en la determinación del estado de humedad o del
potencial óptimo para el riego y cálculo de las necesidades de agua vía cálculo de
la exanoiransairacián. En un capítulo posterior se verán las correcciones de esas
necesidades en el caso de riegos localizados frente a los métodos tradicionales de
riego.

2. El potencial hídrico en las plantas

.LaJeorja del potencial hfdrico se pued,e_aplicar al agua..q.ue contienen las


plantas en sus diferentes órganos. Al igual que en el caso del suelo, el agua de las

55
plantas está sometida a un potencial que es la suma algebraica de cuatro compo-
nentes.

(1)

Los potenciales gravimétrico ('Vg), mátrico (\Vm) y osmótico (1.11) tienen el


mismo significado que en el suelo. Añadamos que el \¡( sólo se manifiesta en
0

presencia de una membrana semipermeable, situación que se presenta en la


absorción del agua del suelo por las raíces.
El potencial de presión (\Vi) requiere una pequeña explicación. Las células
vegetales, a diferencia de las animales, presentan una envoltura exterior bastante
rígida que es la pared celular. En su interior se encuentran los órganos celulares
rodeados por la membrana protoplasmática que es semipermeable. Si una célula
'vegetal entra en contacto con una solución de menor presión osmótica, se
produce un flujo de agua hacia el interior de la célula, que se hincha comprimien-
do la membrana protoplasmática contra la pared celular. Como ésta es bastante
rígida, cambia muy poco de volumen y el hinchamiento provoca una presión. A
esta situación de hinchamiento se denomina turgencia y en este caso el 'V es
positivo, ya que tendería a expulsar el agua. Por el contrario, en contacto con ~na
solución hipertónica, la célula perdería agua y la membrana protoplasmática se
despegaría de la pared celular, fenómeno denominado plasmolisis y que ocasio-
na ~na disminución de 'l'p· En el estado de marchitez total el potencial de presión
seria nulo.
Los componentes del potencial presentan magnitudes diferentes en los distin-
tos órganos de las plantas. El potencial gravimétrico es despreciable, salvo en
el caso de árboles muy altos. El potencial mátrico, que siempre es negativo, es un
componente de magnitud reducida en la mayoría de las plantas cultivadas.
Solamente alcanza valores elevados en la pared celular; en el xilema, a través de
cuyos vasos se produce el transporte del agua, el 'l'm es prácticamente nulo.
El potencial osmótico es igualmente siempre negativo, y cuando se manifiesta
(en presencia de membranas semipermeables) obliga a aplicar una energía extra
para la extracción del agua. Su valor es muy pequeño en el xilema, pero es el
principal componente en las vacuolas.
En cuanto al potencial de presión ya se ha indicado cómo en la célula viva
puede ser positivo (turgencia) o nulo (marchitez).

3. Movimiento del agua en la planta

En su recorrido a través de la planta, el agua se dirige desde el suelo hasta la


atmósfera. La última fase de ese movimiento se produce en los estomas de las
hojas, donde el agua liquida pasa al estado gaseoso saliendo a la atmósfera
exterior. En los estomas, por tanto, se produce una especie de bombeo que eleva
el agua desde el suelo a través de las raíces, xilema y hojas. Ninguna bomba
mecánica es capaz de aspirar agua a más de l O metros de altura. Cómo las
plantas
56
son capaces de hacerlo a alturas que en algunos de los grandes árboles superan los
100 metros con caudales diarios de varios centenares de litros, es una cuestión
que ha preocupado a los fisiólogos desde hace mucho tiempo.
La teoría más aceptada es la de la cohesión, adelantada por Hales y
completa-
da por varios investigadores. Según esta teoría. el agua de los distintos órganos de
la planta es un sistema continuo conectado a través de las paredes celulares llenas
de agua. Cuando el agua se evapora en las hojas. el potencial hídrico en las
mismas disminuye y se origina un gradiente de potencial que se va transmitiendo
hacia las raíces y el suelo. Los potenciales ocasionados por transpiración pueden
ser bajísimos. Por ejemplo, en el desierto del Negev se ha medido un \¡! = - 163
bares en Artemisia herba-alba. La enorme magnitud de las fuerzas desarrolladas
por el mecanismo de la adhesión entre el agua y las paredes de los conductos
xilcmáticos, y la cohesión entre moléculas de agua dificulta la cavitación y
aunque en los grandes vasos del xilema las columnas de agua se rompen frecuen-
temente formándose burbujas de aire. el movimiento se transmite por las tra-
queidas y los vasos de menor diámetro.
La absorción del agua del suelo, es decir,el paso a través de las raíces hacia el
xilema se produce principalmente por el gradiente de potencial generado por la
transpiración de las partes aéreas. Este mecanismo se denomina absorción pasiva
porque en él las raíces sólo intervienen proporcionando una superficie de absor-
ción. Tanto es así que la absorción se puede producir incluso a través de raíces
muertas. Existe otro mecanismo de absorción en el que las raíces participan más
activamente acumulando sales. lo que crea un gradiente de potencial osmótico y
da lugar a la entrada del agua del suelo menos concentrada en sales. Este segundo
mecanismo constituye la absorción activa. El punto de vista clásico consideraba
que la absorción activa era el procedimiento que controlaba la entrada del agua
en la planta. pero numerosos estudios han demostrado que el proceso dominante
es la absorción pasiva. sobre todo en períodos de alta transpiración.
Existe analogía entre el movimiento del agua y el flujo eléctrico: la velocidad
del agua transmitida por los distintos órganos de la planta es directamente
proporcional a la diferencia de potencial e inversamente a la resistencia que cada
órgano presente al movimiento.
'l's - 'V, 'V, - 'V, 'l'x - 'l'h 'Vh - 'Va
v- = ~ ---- (2)
Rs R, Rx Rb
donde v es la velocidad del agua, R la resistencia y los subíndices significan
s "" suelo. r "' raíz. x - xilema, h = hojas y a = atmósfera

La mayor de las resistencias es Rh, que está constituida principalmente por la


resistencia estomática; esta resistencia puede ser modificada por la planta,
abriendo o cerrando los estomas como respuesta a las condiciones ambientales, y
es la única que puede regular el movimiento del agua. Las demás resistencias
proporcionan una pérdida de potencial. pero no actúan como reguladoras del
caudal.
La resistencia del suelo, R5, es de poca magnitud en comparación con las

57
demás, salvo que el suelo esté muy seco (valores de'!' del suelo del orden de - 15
bares, aproximadamente lo que antes hemos definido como punto de marchi-
tez). En el caso de riegos de alta frecuencia, R, es despreciable.
La resistencia de las raíces, R,, además del fenómeno físico del rozamiento,
incluye el efecto osmótico: el agua del suelo, que siempre contiene sales, debe
atravesar varias membranas celulares que actúan como membranas semiper-
meables, por lo que en el paso del suelo al xilema a través de las raíces se consume
en la osmosis una parte del potencial que es tanto mayor cuanto más salina sea el
agua del suelo.
La resistencia xilernatica, R,, se produce principalmente por rozamiento en
las paredes de los vasos. Precisamente algunas enfermedades, como la tristeza de
los cítricos, ocasionan una disminución del diámetro de los vasos conductores
aumentando notablemente la R, y dificultando por tanto el transporte del agua.
Finalmente, la resistencia de las hojas, Rb, tiene dos componentes debido a
que el agua sigue dos trayectorias en paralelo hacia la atmósfera, una a través de
los estomas y otra a través de la cutícula. La primera, la estomática, es de más
importancia y como dijimos antes, permite regular la transpiración y el flujo de
agua.
Aunque el movimiento del agua es un proceso único y lo que afecta a una de
sus fases ejerce una acción indirecta sobre las demás, de forma directa el
riego sólo interviene en la absorción del agua, modificando el potencial
hídrico del suelo. En el apartado 6 se tratará de este asunto en relación con la
determinación del momento óptimo para aplicar el riego.

4. Autorregulación de la transpiración

Mediante la transpiración, la planta transfiere del suelo a la atmósfera canti-


dades enormes de agua, que pueden representar varios cientos de kilos por cada
kilo de materia vegetal seca.
La transpiración es la responsable de los déficits hídricos en las plantas,
como veremos más adelante, lo que llevó a muchos científicos a considerarla
un mal necesario. La opinión de la mayoria de los investigadores actuales es
bastante más desfavorable para la transpiración: aunque todos están de acuerdo
en que es un mal, pocos creen que sea necesario. No parece estar justificada la
creencia de que la transpiración sea imprescindible para provocar el ascenso de
la savia y el consiguiente suministro de minerales a las partes aéreas de las
plantas. Aunque dicho ascenso se acelera por la transpiración, el movimiento se
produciría igual- mente sin ella. Por otra parte tampoco se acepta el
planteamiento de que el efecto refrigerante sea tan necesario. Por tanto, la
transpiración es un mal inevitable que causa más muertes en las plantas que
cualquier enfermedad; si se pudiese eliminar, muchos cultivos podrían
desarrollarse en áreas desérticas. En este sentido el descubrimiento de
antitranspirantes eficaces podría ser una revolución agronómica, aunque el tema
no es fácil, porque esos antitranspirantes deberían impedir la pérdida de agua
pero al mismo tiempo deberían permitir la salida del C02 procedente de la
respiración. Mientras se descubren los antitranspirantes, las
58
plantas se defienden regulando la transpiración mediante la apertura y cierre de
los estomas, mecanismo que se acciona por distintos factores externos.
Los estomas constan de unas cavidades comunicadas con la atmósfera exte-
rior por medio de una abertura o poro, que se encuentra rodeado por dos células
denominadas oclusivas. Cualquier agente que ocasione un aumento de la presión
osmótica en el interior de estas células dará lugar a la entrada de agua en ellas,
aumentando su turgencia. En estado de turgencia, la pared celular de las células
oclusivas se curva, abriendo el poro del estoma. En consecuencia los factores que
aumentan la presión osmótica en las células oclusivas hacen abrir los estomas
facilitando la transpiración, y al contrario ocurre con los que disminuyen fa
presión osmótica. De estos factores, los más importantes en la fisiología normal
de las plantas son la luz. el contenido en C02 del aire y la temperatura.
En presencia de la luz se activa la fotosíntesis y se produce una disminución
del CO, en las células oclusivas, lo que a su vez aumenta el pH. Elevados valores
de pH favorecen la hidrólisis del almidón, que es osmóticamente inactivo, des-
componiéndose en azúcares reductores (glucosa-l-fosfato), los cuales elevan la
presión osmótica y abren los estomas. La sensibilidad de los estomas a la luz es
tan alta que algunas especies abren sus estomas a la luz del claro de luna. La
presencia de C02 actúa en la forma explicada y las plantas son también muy
sensibles a ello. Según Mansfield, se pueden cerrar los estomas echando el aliento
sobre las hojas. El aumento de la temperatura provoca la apertura de los estomas,
lo que al parecer se debe también al incremento en la concentración de C02
como consecuencia de una respiración más intensa.

5. Estrés hídrico
Se puede definir el estrés hídrico como la siruación en que se produce una
transpiración insuficiente de las plantas. Este concepto es muy importante en
la tecnología del riego, ya que precisamente el objeto de éste es impedir el es-
trés. Por otra parte, cada vez se está dando más importancia a los indicadores
de estrés hídrico, como unos parámetros básicos en el manejo del riego, con-
cretamente para decidir la frecuencia y dosis del mismo.
El propio concepto de estrés no está claro. Algunos autores afirman que el
estrés hídrico en la planta se produce cuando la transpiración de agua supera a
la absorción, pero en la realidad el estrés se produce siempre que hay movi-
miento ascendente de agua, aunque los caudales transpirados sean iguales a los
absorbidos. En efecto, como hemos visto anteriormente, el agua en su movi-
miento debe vencer unas resistencias y, en consecuencia, a lo largo del recorri-
do se presentan unas diferencias de potencial. Cuando el potencial en el xilema
en un punto cualquiera es menor que el de los órganos vecinos, se produce una
transferencia de agua hacia el xilema desde esos órganos. en los cuales se pue-
de provocar estrés hídrico. Debido a que el potencial es menor en las zonas
más altas de las plantas, el estrés hídrico se provoca más fácilmente en dichas
zonas. El estrés hídrico es por tanto un mal inevitable consecuencia en último
término de la transpiración.

59
Los estrés hídricos afectan a todos los procesos vitales de las plantas y al
final su efecto es el de retrasar y alterar el crecimiento y disminuir la produc-
ción. Todos los cultivos tienen un período crítico en el que los efectos del es-
trés hídrico son más pronunciados; en general el período crítico se presenta en
la floración, el cuajado y los primeros estados del crecimiento de los frutos.

5.1. Indicadoresde
estrés
Existe gran interés en definir índices que expresen la situación de estrés hí-
drico de los cultivos. Incluso se pretende utilizar dichos índices en el manejo
práctico del riego, ajustando las dosis y frecuencias de manera que los índices
de estrés se mantengan dentro de los valores adecuados. Aunque este objetivo
está lejos de haberse conseguido, es interesante una breve descripción de los
índices más utilizados, entre los cuales destacamos el potencial foliar, el SDD
y el CWSI.
Potencialfoliar. Se trata del potencial hídrico antes definido, medido me-
diante cámara de presión en una muestra de hojas obtenidas en unas condicio-
nes normalizadas: muestra tomada al alba, de unas 6 a I O hojas, hojas entera-
mente formadas, etc. Para cada cultivo existe un valor del potencial foliar que
indica el comienzo de la situación de estrés. Por ejemplo, para el girasol,
ITIER da el valor de 8 a I O bares.
El empleo de este índice presenta dos inconvenientes:
l. Aún no se conocen bien los umbrales de potencial para cada cultivo.
2. La hora de la toma de muestras (al alba) y la duración de las medidas,
del orden de una hora, hacen a este indicador poco atractivo para los
técnicos que dirigen las explotaciones.
SDD. Este índice, que corresponde a las iniciales de Stress Degree Day,
se basa en el siguiente principio: cuando una planta está bien abastecida de
agua, se produce una abundante transpiración en sus hojas, lo que provoca una
dis- minución de la temperatura de la cubierta vegetal (Te), que alcanza
valores in- feriores a la temperatura del aire (T.). Por el contrario, en
situaciones de estrés hídrico, la transpiración es insuficiente y Te se eleva y
llega a valores mayores que T~. Por tanto, la diferencia (Te - Tª) es positiva en
situaciones de estrés y negativa en caso contrario.
La medida de T. no presenta dificultad. La de Te se realiza mediante tele-
metría, con termómetro de infrarrojos. Existen en el mercado aparatos tipo pis-
tola que realizan estas medidas (fig. 2.1 ). Su manejo es fácil, aunque su
coste es elevado, del orden de 400.000 ptas. de 1995 en los modelos más
simples.
Se define el índice SDD como la suma acumulada de los valores de (Te - T.)
tomados a mediodía solar:

SDD =I (Te - T.)

60
Numerosas investigaciones están encontrando buenas correlaciones entre
el SDD y la humedad del suelo o los rendimientos de los cultivos. Algunos

61
~'

Figura 2.1.
Termámetro de infrarrojos(Everest)

autores han utilizado el SDD como indicador del momento en que es necesario
aplicar el riego. Por ejemplo, ITIER admite el inicio del riego en soja cuando
SDD alcanza un valor entre l 5° y 20°, y en girasol con 15°.
CWSI. Varios estudios han demostrado que el empleo de (Te - Tª) como
indicador de estrés necesita perfeccionamientos. En concreto, además de esa
diferencia, hay que considerar la radiación neta (Rn) y el déficit de presión
de vapor (DPV). En 1981 Jackson et al definieron el índice CWSI (iniciales
de Crop Water Stress lndex), según la fórmula:

CWSI= 1--
E.
-
EP

donde Eª es la evapotranspiración real del cultivo en el momento considerado


y EP la evapotranspiración potencial en ese mismo momento. Cuando la E. O, =
CWSJ = 1, situación que corresponde al máximo estrés. En el otro extremo,
cuando En = EP, es decir, con el mínimo estrés, CWSI = O. Entre ambos valo-
res, cuanto más alto es el CWSI mayor es la situación de estrés.
A partir de la ecuación de Penman-Monteith, se llega a una fórmula que
permite el cálculo del CWSI. No vamos a reproducir aquí dicha fórmula, cuya
descripción ocuparía demasiado espacio, pero si interesa destacar que, en defi-
nitiva, el valor del CWSI depende de (Te - T3), de la pendiente del DPV y de
la R0• Existen aparatos telemétricos de uso manual del tipo de la figura 2. 1,
que, además de Te y T3, miden las demás magnitudes necesarias. Su coste
es del orden de un millón de pesetas de 1995.
Numerosas comprobaciones muestran que el CWSI varía de forma paralela
a la extracción de agua por los cultivos ensayados.
61
Estos indicadores son útiles para identificar sequías de cierta cuantía. Por
eso pueden llegar a ser de aplicación en riegos de baja frecuencia. En riego
localizado, debido a la alta frecuencia de los riegos, por ahora no tienen apli-
cación práctica, aunque podrían ayudar a identificar riegos con dosis insufi-
cientes.
Digamos finalmente que hay algunos métodos que utilizan como indicado-
res a la propia planta, pero no midiendo su estado de humedad sino otras ca-
racterísticas: enrollamiento de las hojas o variación entre el día y la noche del
diámetro de los troncos.

6. Punto óptimo de riego

La determinación del punto o momento óptimo de riego es una cuestión


muy importante en el manejo del riego y en el proyecto de las instalaciones. Su
importancia agronómica es evidente, ya que un planteamiento incorrecto puede
conducir a una disminución en las producciones, generalmente en el caso de un
intervalo excesivo de riegos, o a un coste innecesariamente alto en las operacio-
nes de riego, en el caso de un intervalo demasiado corto. Desde el punto de vista
de la ingeniería, el punto óptimo de riego determina la dosis de agua y el
intervalo, los cuales condicionan la capacidad de las redes de conducción del
agua, instalaciones de bombeo y almacenamiento, etc.
El tema es de mucha importancia en los sistemas de riego de baja frecuencia,
como son los tradicionales riegos por gravedad o los de aspersión sin cobertura
total, en los cuales los intervalos de riego se alargan lo más posible con objeto de
disminuir el coste de las operaciones de riego tales como manejo de compuertas y
surcos, traslado de equipos móviles de riego, que ocupan una extensión menor
cuanto mayor sea el intervalo de riegos, etc. En cambio, en el caso de riegos
localizados de alta frecuencia el tema tiene una importancia menor. ya que en
ellos se opera generalmente alejados del contenido de humedad por debajo del
cual los cultivos se resienten.
Existen tres procedimientos de determinar el punto óptimo de riego:
l. En función de la evapotranspiración y del descenso del agua útil del
suelo.
2. En función del potencial hídrico del suelo.
3. En función del estrés de los cultivos.
Este último procedimiento lo hemos descrito brevemente al tratar del estrés
hídrico, señalando como en la actualidad aún no está a nivel de aplicación
práctica. Veamos a continuación los otros dos procedimientos.

6.1. Cálculo en función de ET y A.U.


Tradicionalmente el punto óptimo de riego se definía como aquél en que la
humedad del suelo representa una determinada fracción del agua útil de la zona
radicular. Recordemos la definición de agua útil (A.u.) como la cantidad de agua

62
limitada superiormente por la capacidad de campo (C.c.) e inferiormente por el
punto de marchitez (P.m.). Con frecuencia esa fracción se establece en 1/3 del
A.u., es decir, que se aplica el riego cuando se ha consumido la tercera parte del
agua almacenada y en el suelo quedan dos tercios de la misma. Por ejemplo,
consideremos un suelo franco de las siguientes características:
Capacidad de campo: C.c. = 30,3o/o en volumen
Punto de marchitez P.m.= 14,4 o/o en volumen
Profundidad: 900 mm
El agua útil de este suelo es:
A.u.(%)= C.c. - P.m.= 30,3 - 14,4 = 15,9 %
A.u. (mm)= 900 x 0,159 = 143,l mm
Si se aplica el criterio de regar cuando se ha consumido 1/3 del A.u., la dosis
de riego será igual al volumen consumido, es decir:
1
D= - A.u.= -1 x 143,1 =47,7 mm
3· 3
Una vez conocida la dosis, el intervalo de riego (i) se calcula en función de
dicha dosis y de la evapotranspiración E, según:
.
i=--
D
E
En nuestro ejemplo:
E= 6,5 mrn/d
0=47,7 mm

1.= = 73, d' 1as


-47-
7-'
6,5

Por tanto se regará cada 7 días con una dosis de 47,7 mm (477 m3/h).
Aclaremos que en todo este capítulo no se tienen en cuenta las distintas pérdidas
que se pueden producir; consideramos dosis de riego a la cantidad de agua
infiltrada y retenida por el suelo. Evidentemente, la dosis que sale de las com-
puertas de las acequias o de los aspersores es mayor que la que aquí considera-
mos, en función de la eficiencia de la aplicación del agua de riego, factor que,
repetimos, no se tiene en cuenta en este trabajo.
El sistema antes descrito de calcular la dosis adolece de varios defectos.
Citemos de pasada la confusión en torno a ese factor 1/3 que se aplica el A.u. y
que algunos lo interpretan como que hay que regar cuando se ha consumido un
tercio del agua útil y otros suponiendo que en el momento del riego, el suelo debe
contener un tercio del agua útil. Pero sin insistir en esas diferencias de interpreta-
ción, los verdaderos defectos del citado sistema de calculo se pueden resumir en
tres puntos:

63
1. No se tiene en cuenta el tipo de cultivo. Se puede aceptar a efectos
prácticos, aunque no es exacto, que el punto de marchitez es una carac-
terística de cada suelo independiente del tipo de cultivo. Pero lo que no es
cierto es que todos los cultivos respondan de igual forma a niveles de
humedad comprendidos entre la capacidad de campo y el punto de
marchitez. En términos más comunes: no todos los cultivos presentan la
misma resistencia a la sequía. El definir la dosis de riego como un tercio
del A.u. supone aplicar el riego a todos los cultivos con el mismo estado
de humedad en el suelo, ignorando la diferente resistencia de los distintos
cultivos.
2. Aún suponiendo que todos los cultivos tuviesen la misma resistencia a la
sequía, hay que tener en cuenta que a igualdad de contenido de hume-
dad, los diferentes suelos retienen el agua con distinta energía. Como
vimos en el capítulo l, la relación entre la humedad y el potencial
mátrico varia para cada tipo de suelo y lo que determina la mayor o
menor facilidad con que las raíces pueden extraer el agua del suelo no es
el volumen ocupado por ese agua, sino la energía con que es retenida.
3. El tercer punto no considerado en el criterio del tercio de A.u. es la
salinidad del suelo. Cuanto mayor es el contenido de sales disueltas en la
solución del suelo, menos se debe permitir que disminuya la humedad
del terreno, para evitar que las sales se concentren provocando una
disminución del potencial osmótico que exigiría esfuerzos adicionales en
el mecanismo de absorción de agua por las raíces.

6.2. Cálculo en función del potencial hídrico del suelo

En la tabla i, confeccionada a partir de datos de Taylor ( 1965) Hagan y


Stewart ( 1972), Salter y Goode ( 196 7) y otros, se muestran, para varios
cultivos, los valores del potencial hídrico del suelo que no se debe superar para
que no se produzca una disminución inaceptable de la transpiración y en
consecuencia de los rendimientos. Esos valores por tanto se pueden considerar
como los potencia- les hídricos óptimos de riego para los distintos cultivos.
Como se ve. los datos disponibles son incompletos en el doble sentido de que
no incluyen a muchos cultivos importantes y de que para algunos cultivos el
intervalo de potencial es demasiado amplio. No obstante, el cálculo del punto
óptimo de riego en función del potencial es mucho menos incorrecto que el
criterio del tercio del Agua útil.
Una vez conocido, para el cultivo de que se trate, el 'V óptimo, la determina-
ción del momento de riego a efectos de manejo puede hacerse mediante la
instalación de tensiórnctros. Sin embargo, a efectos de proyecto es
necesario
calcular la dosis y el intervalo de riego, para lo cual se necesita conocer la relación
'V - e,
es decir potencial-humedad. De los cuatro componentes de ljf, el gravirné-
trico (ljl) y de presión (\V ) no afectan a la absorción del agua. El problema, por
tanto, s~ reduce a conoc:r las relaciones cuantitativas entre la humedad y los e
potenciales mátrico ('l'm) y osmótico (\VJ

64
TABLA I
Potencial hidricooptimode riego(valoresnegativosen bares).

Aguacate ..........•........ 0,50 Lechuga 0.4 -0.6


Alfalfa 0,8 -1,5 (1) Limón 0,4
Algodón 1,0 -3,0 Maíz 0,5 -1,5 (l)
Apio 0,2 -0.3 Melón 0.35-0,4
Arroz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Saturación
o casi Naranjos 0,2 -1,0
Banana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,3 - 1 .5 ( 1 ) Patatas 0.3 -0,5
Caña de azúcar 0,8 - 1,5 ( 1) Pepino 1,0 -3,0
Cártamo 1,0 -2,0 (1) Remolacha azucarera 0,6 -0,8
Cebolla verde 0,45-0,65 Soja 0,5 -1,5
Cebolla seca 0,55-0,65 Sorgo 0,6 -1,3 (!)
Cereales secundarios 0,4 -1,0 (1) Tabaco temprano 0,3 -0,8
Col 0,6 -0,7 Tabaco tardío 0,8 -2,5
Rores y plantas de adorno 0,1 -0,5 Trébol 0,3 -0,6
Fresas 0,2 -0,3 Trigo 0,8 -1,5
Frutas caedizas 0,5 -0,8 Trigo (maduración) 3,0 -4,0
Gramíneas 0,4 -1,0 Vid 0,4 -1,0
Guisantes 0,3 -0,8 Zanahoria 0,55-0,65
Judía 0,6 -1,0
Los valores inferiores se refieren a condiciones de alta ET y los superiores a baja ET.

( 1) Valores superiores a los indicados durante la fase de maduración.


La relación \JIm - El es un dato que debe aportar el laboratorio. Para la relación
'l' e se pueden aplicar las formulas ( 11 y ( 12) del capítulo l:
0
-

'l'oe = - 0,36 CE 0

'l'o = et
'l'oc
V

que se pueden reunir en la siguiente:


= -e
'l' o ev O ,36 CEe (3)

lo que a su vez requiere que el laboratorio proporcione los datos e (porosidad


total) y CEc (conductividad eléctrica del extracto de saturación del suelo).

Ejemplo 1
Calcular el punto óptimo de riego, la dosis y el intervalo de riego para
cultivos de sorgo y col con los datos siguientes:
s = 48 o/o
C.c. = 30 %
P.m.= 8,6 %
CEe = 0,65 mmhos/cm

65
E {evaporación en p (prcfundidad de
Cultivo mm/dta) rafees)mm
Sor 80
go 0
C 70
o 0
l

Otro dato es la
relación 'l'm y 0, que
constituye las columnas
( 1) y (2) del cuadro l.
CUADRO
1

"'º {/) e,
(2)1¡! m

(3)
(4N
(
'
1
6
v
o
l
u
m
e
n
)
(
b
a
r
)
(
b
a
r
)
(
b
a
r
)
8
,
6

1
5

66 66
,
2 -
9
- 1
,
1
8
6 3
, 1
2 8
9
1 -
5
- 1
1, ,
5 0
8 1
-
0 -
, 0
7 ,
4 6
- 2
2
, -
3
2 1
1 ,
6 6
3
- 1
1, 9
3
8 -

- 0
0 ,
, 8
6 9
9
-
- 0
2 ,
, 5
0 8
7
1 -
7
1
- ,
1 4
, 7
1 2
8 0

- -
0
, 0
6 ,
5 7

67 67
9 0
- 6
0 2
4
,
5 -
5
0
- ,
1., 5
3 3
4
-
2
1 0
- ,
0 4
, 6
7
2 -
-
0
, 0
5 ,
3 9
, 9
- 2
l, 5
2
5 -
2
2 0
,
- 4
0 8
,
6 -
3
0
- ,
0 4
, 4
5
0
-
- 0
1, ,
1 9
3 2
2 2
3 6
-
0 -
,
5 0
8 ,
- 4
0
, 4
4
8 -
-
1, 0
,

68 68
4 7
3 3
- 3
0 0
,
8 -
7
2 0
7 ,
3
- 3
0
-
,
4 0
0 ,
3
- 7
0
, -
4
0
1
,
- 7
0 0
,
8
En el mismo
1
2 cuadro se han
8 calculado el \jl y el \ji
0
-
para cada estado de
0
, humedad. El 'lf0 según
3 la fórmula (3) y el '11
7 como suma de 'l'm + 'lf0•
-
0
,
Por ejemplo, para e=
4 20 %
0
-
0
-- "'º = -
48
20
·
-
0,36 · 0,65 =
0,55 bar
,
7 'lf = 'lfm + 'lf0 = -
7
2 0,79 - 0,55 = -
9 S 1,34
- o
0
,
3
5
-
0
,
3
8
-
0
,

69 69
A la vista del cuadro 1, se decide
regar cuando el potencial hídrico del
suelo sea de - 1 bar que corresponde un
porcentaje de humedad en el suelo (0)
del 24 por 100. La dosis de riego (D)
será:

D = C.c. - e- 800 x
30 - 24 = 48 mm
p 100
100
Intervalo
de riego D 48
(i):
i- - -- = 7,9 días
E 6,1

70 70
Por tanto el sorgo se regará cada 8 días con una dosis útil de 8 x 6, 1 = 48,8
mm ( 488 m3/ha). Recuérdese que en esta dosis no se incluyen las distintas pérdi-
das.
Col
Potencial hídrico óptimo (Cuadro 1): - 0,8 atm
Humedad óptima: 27 %
30 27
D = 700 x - = 21 mm
100
i = _l!_ = 3,6 días = 4 días
5,8

Se regará cada 4 días con dosis útil de 4 x 5,8 = 23,2 mm (232 m3/ha).
Es interesante comparar estos resultados con los que se habrían obtenido con
el criterio de regar cuando se ha consumido 1/3 del A.u.
Sorgo

D = _l . p C.c.-P.m. x 800 x 30-8,6 57,l mm


3 LOO 3 100
57•1
¡= = 9,4 días= 9 días
6,1
Col
1 30 - 8,6
D= x 700 x !OO =49,9 mm
3
49•9
i= = 8,6 días
5,8
Resumen
Criterio

Optimo 1/J A.u.


SORGO
D(mm) . 48 57,1
i (días) ......................................••.. 7,9 9,4
0 (% volumen) . 24 22,9
% del A.u. consumido . 28 33,3

% del A.u. en el suelo . 72 66,6

COL
D(mm) . 21 39,9
i (días) . 3,6 8,6
e(% volumen) . 27 22,9
% del A.u. consumido . 14 33,3
% del A.u. en el suelo . 86 66,6
Como se ve, en el caso del sorgo los resultados son parecidos con los dos
criterios. En cambio, en la col el criterio del tercio del agua útil conduce a
intervalos de riego excesivos. Obsérvese que en este caso, en vez de regar cuando
se ha consumido 1/3 (33.3 %) del A.u., habría que hacerlo cuando el consumo es
aproximadamente 1/7 (14 %).
Como se ha advertido anteriormente,los datos disponibles no son suficientes
para establecer el uso general del método de cálculo de la dosis e intervalo de
riego en función del potencial hídrico óptimo de riego. Sí permiten en cambio
dilucidar lacontroversia «un tercio o dos tercios», es decir, si en el momento del
riego la humedad del suelo debe ser 1/3 del A.u. (con lo que la dosis sería 2/3) al
revés, humedad 2/3 y dosis 1 /3. En el suelo que hemos utilizado en el ejemplo, la
humedad del suelo correspondiente a 1/3 del A.u. es:
1
0 =P.m.+ - (C.c. - P.m.)= 8,6 + 30 - 8,6 = 15,7 %
3 3

A esta humedad corresponde (Cuadro 1) un potencial algo menor de - 2 atrn.


Como se ve en la tabla 1 este valor de "' es excesivo para la mayoría de los
cultivos. Por tanto. si a pesar de su falta de precisión se ha de aplicar el criterio del
tercio del agua útil es con la interpretación siguiente: en el momento de riego se
habrá consumido 1/3 del A.u. y en el suelo permanecen los restantes 2/3. Aun-
que esta conclusión se ha obtenido para el caso concreto de un suelo franco
arenoso, es de aplicación general. Comprobémoslo en el caso real de un suelo
arcilloso pesado de las siguientes características:
C.c. = 39 %
P.m.= 26%

Cuando se han consumido 2/3 del A.u. la humedad del suelo es:

0 =P.m.+ + (C.c. - P.m.)= 26 +


39
;
26
- 30,3 %

e
En la curva 'I' - del suelo (no incluida en este ejemplo), a e=
30,3, corres-
ponde 'V= - 3 atm., valor claramente excesivo. En cambio, cundo se ha consu-
mido 1/3 del A.u., la humedad del suelo es 0 = 34,7 % a la que corresponde
'I' = - 1,3 atm., valor más próximo al óptimo.

7. Necesidades de agua de los cultivos

En este capítulo vamos a estudiar las necesidades de agua de los cultivos para
secano o sistemas de riego convencionales, y en el capítulo 5 se estudiarán las
modificacionesque esas necesidades experimentan con riegos localizados de alta
frecuencia. Pero hay que hacer dos advertencias:
1.ª No vamos a entrar en el detalle de las fórmulas y métodos de cálculo de
magnitudes tales como la evapotranspiración, lluvia efectiva, fracción de
lavado, etc., que intervienen en los cálculos de las necesidades de riego.
Nos vamos a limitar a presentar la secuencia en que los cálculos deben
hacerse y a aclarar algún concepto cuando lo creamos necesario. Los
detalles de los cálculos se pueden encontrar en diversas publicaciones, de
las que recordaremos las que consideramos más prácticas, sin reproducir
lo que en ellas se dice porque ello engrosaría inconvenientemente este vo-
lumen.
2.ª Hay que distinguir entre las necesidades de agua en parcela, en finca, en
sector de riego y en zona regable. Las diferencias entre ellas se deben a las
pérdidas en los sistemas de conducción, evaporación en depósitos de
almacenamiento e incluso, a efectos de caudales instantáneos, al hecho de
que las horas útiles al día para el riego no siempre son las mismas en la
parcela que, por ejemplo, en el sector. En este trabajo nos limitamos al
caso de las necesidades de parcela.

7.1. Métodos de cálculo


El cálculo de las necesidades de agua puede hacerse a partir de los datos que
suministra la experiencia local o por medio de métodos empíricos que, en gene-
ral, evalúan la evapotranspiración a partir de registros climáticos y otros factores.
Cuando la experiencia local existe proporciona el mejor método de cálculo, ya
que supone la integración de todos los factores que realmente intervienen en el
consumo de agua, integración que ninguna fórmula puede pretender igualar. Sin
embargo, hay que tener mucho cuidado en comparar las circunstancias observa-
das con las del caso en que se van a aplicar. Cuando más adelante analicemos la
secuencia de los cálculos por métodos empíricos, se verá la gran variedad de
factores que intervienen y cómo diferencias en, por ejemplo, calidad del agua de
riego, aportes de agua freática, etc., pueden modificar los datos que la experiencia
suministre acerca de las necesidades de los cultivos.
La mayoría de los métodos empíricos utilizan el concepto de evapotranspira-
cián, que vale la pena explicar brevemente. En un terreno ocupado por cultivos,
el agua pasa del suelo a la atmósfera de dos formas diferentes: la evaporación,
término que se ha convenido aplicar a la evaporación directa desde el suelo a la
atmósfera y la transpiración, que es la evaporación desde los estomas de las
plantas del agua que éstas han absorbido del suelo. Al conjunto de ambos
fenómenos se denomina evapotranspiracion y se representa por ET. Hay que
distinguir entre la ET que realmente se produce en un momento determinado y
la máxima que en ese mismo momento produciría un cultivo verde que som-
brease totalmente la superficie del terreno y con el suelo bien provisto de agua.
Esta última se denomina evapotranspiración potencial y se representa por ET.
La ET que realmente se produce en un momento determinado es función de
una serie de factores climáticos, de la cubierta vegetal presente en ese momen-
to y de la humedad disponible. Para normalizar los valores de ET se define la
evapotranspiración potencial (ET0) que se produciría en un determinado mo-
mento y lugar con una cubierta vegetal definida como «una superficie extensa
de gramíneas verdes de 8 a 15 cm. de altura, uniforme, de crecimiento activo,
que sombrea totalmente el suelo y que dispone de agua abundante». Esta ET0
también se denomina evapotranspiración del cultivo de referencia.
Existe una gran cantidad de métodos empíricos que calculan la ET0 en fun-
ción de una serie de datos climáticos. Nosotros vamos a seguir los cuatro se-
leccionados por Doorenbos y Pruitt en el excelente trabajo «Las necesidades
de agua de los cultivos» (FAO, Estudios sobre riego y drenaje, n.º 24. Roma,
1976), donde se desarrollan con el detalle necesario. Dicha publicación ha te-
nido una amplísima repercusión y se puede considerar casi como una norma de
uso internacional. No obstante, desde su publicación han transcurrido casi 20
años en los que los métodos se han sometido a la mejor prueba: su aplicación a
todas las situaciones posibles, lo que ha dado lugar a su perfeccionamiento y
crítica y a la aparición de un nuevo método, el de Penman-Monteith, que, aun-
que aún no está en condiciones de ser aplicado masivamente, se presenta como
el método más exacto de cálculo de la evapotranspiración. Bajo el título «Es-
quema de cálculo para riegos convencionales», vamos a estudiar los cuatro
métodos recomendados por FA0-24 y, más adelante, haremos una breve des-
cripción del método de Penman-Monteith y una crítica a los citados cuatro mé-
todos.

7.2. Esquema del cálculo para riegos convencionales


En el gráfico de la figura 2.2 se muestra el esquema de cálculo que expli-
camos a continuación. El cálculo puede hacerse para cualquier período de
tiempo, aunque no es recomendable que sea superior a un mes.
En primer lugar se calcula la ET. Posteriormente se selecciona el coefi-
ciente de cultivo K, y se calcula ETc, evapotranspiración del cultivo, según
ETc = K, ET0• A pesar de su nombre, la ETc no es todavía la ET real del cul-
tivo.
Al valor de ETc se le aplican una serie de correcciones que representan
el efecto de determinadas condiciones locales, con lo que se obtiene ET, que es
la evapotranspiración del cultivo en riego convencional.
El riego no es la única fuente de agua de la planta, que puede aprovechar la
procedente de la lluvia efectiva (P.), aporte por capilaridad si hay una capa
freática próxima (Gw) o disminuir el agua almacenada en el suelo. El balance
de todos estos factores conduce al cálculo de N necesidades netas de riego.
0,

Finalmente, las necesidades totales N1 se calculan como la suma de N0 más


las pérdidas debidas a la ineficiencia en la aplicación del riego o la fracción de
agua de lavado cuando ésta es mayor que dichas pérdidas. Veamos con algo
más de detalle las distintas fases del cálculo.

Cálculode EI~
Doorenbos y Pruitt en el trabajo citado seleccionan cuatro métodos para el
cálculo de ET0• Esos métodos se relacionan a continuación indicando en cada

70
70
Cálculo de Elección de
ET0 Kc

\ ET{en
rie
{ i
fectiva)
c
convenc a
onal) p

\
il
a
r
Pe 11 uv o e )
go Gw {aporte
l .
D. a mac:en aguo

Ea
/
Nn (necesidades netos
{efi de riego)
cie
nci
a
de
apli
ca
ció
n)

R (necesidades /

•• ""'~----
=-------<------
Nt (
n
e
c
e
s
i
d
a
d
e
s

t
o
t
a
l
e
s

d
e
riego s de agua de
parc
riego.

Fig

E caso los datos medidos ( l ), los datos estimados


s (2) y los no indispensables pero convenientes
q
(3).
u
e
m M
a ET
OD
O
d
e Blaney- Radiaci Penm Tanque
Criddle ón an A
l 1
Temperatura l
Humedad 2 2 2
c Viento 2 2 2
á Insolación 2 1 l
l Radiación 3 3
c Evaporación
u Condiciones 2 2 2
l locales
o
71
d
e

l
a
s

n
e
c
e
s
i
d
a
d
e
A excepción del método del tanque tipo A, se emplean unas fórmulas que
reflejan el efecto de la radiación neta sobre la evapotranspiración. Vale la pena
detenerse brevemente en esta cuestión porque será de aplicación en un capítulo
posterior al analizar las particularidades de los riegos localizados.
El sol emite una radiación cuya intensidad es prácticamente constante, pero
que al incidir en la superficie de la tierra es variable en el tiempo y geográfica-
mente en función de muchos factores. A su vez, la superficie terrestre, como
todos los objetos a temperatura superior al cero absoluto, emite radiación de
onda larga con una intensidad también función de varios factores. Si se hace un
balance entre la radiación que incide en una determinada superficie y la que se
emite, el resultado es la radiación neta (RJ
La radiación neta que incide en un terreno agrícola realiza distintas funciones
que consumen energía:
(4)
donde:
- H es la energía que se utiliza en calentar el aire.
- ET es la energía que se utiliza en la evapotranspiración.
- Ges la energía utilizada en elevar la temperatura del suelo y las plantas.
- Mes la energía utilizada en los procesos metabólicos (fotosíntesis, etc.).
Los componentes G y M son prácticamente despreciables a efectos del
cálcu- lo de ET, por lo que (4) se puede presentar así:

(5)

Los métodos de Blaney-Criddle, radiación y Penman desarrollan unas fórmu-


las empíricas que en el fondo calculan ET a partir de los factores que intervienen
en R0 y H. Obsérvese que la unidad de medida de la radiación, el langley /min
(- caloría/cm2 · min), se puede hacer equivalente a una determinada altura de
agua evaporada conociendo el calor latente de evaporación del agua (se necesi-
tan 580 calorías para evaporar I cm3 de agua). Concretamente l langley/
min = 0,017 mm/mio. Doorenbos y Pruitt han modificado los citados métodos
con objeto de que el resultado del cálculo sea directamente ET0•
El método del tanque tipo A mide la evaporación realmente ocurrida en la
superficie libre del agua en un tanque de determinadas dimensiones e instalado
siguiendo unas normas estandarizadas. Dicha evaporación (E tanque) se trans-
forman en la ET mediante la aplicación de un coeficiente kP:
0

ET o = kp . Etanquc

Cálculo de
ET,
La evapotranspiración del cultivo se calcula a partir de ET0 según:

(6)

72 72
K0 es el coeficiente de cultivo, que es diferente para cada especie y en el que
intervienen algunas circunstancias tales como fase de crecimiento en los cultivos
herbáceos, mes del año, cultivo con o sin laboreo en algunos árboles, etc. Hay
que advertir que los coeficientes publicados por Doorenbos y Pruitt sólo son de
aplicación para el cálculo de ETc en función de ET0• Por tanto no se pueden usar
en los métodos originales de Blaney- Criddle, Penman, etc.

Correciones por condiciones locales


Las fórmulas que calculan ET0 incluyen datos climáticos y no preven el efecto
de la gran cantidad de condiciones locales que pueden influir en la evapotranspi-
ración. Algunos de estos efectos se cuantifican par medio de coeficientes que
multiplicados por la ETc permiten el cálculo de la ET en riego convencional. En
concreto, la tecnología actual permite cuantificar los efectos siguientes:
Variación climática. En los cálculos de ETc se utilizan generalmente valores
medios de temperatura, humedad relativa. etc., por lo que el valor calculado se
puede considerar como la ETc media. Esto quiere decir que aproximadamente la
mitad de los años la verdadera ETc será superior a la media y si un proyecto de
riego se basa en ese valor medio, el 50 por l 00 de los años será insuficiente.
Para paliar este inconveniente, la ETc media se mayora multiplicándola par
un coeficiente que siempre es mayor que la unidad y que depende del tipo de
clima y de la profundidad de agua disponible en el suelo en cada riego. Natural-
mente, cuando la ET e no se calcula a partir de datos medios, sino año par año y se
selecciona la que presenta una determinada probabilidad de no ser superada, no
hay que aplicar esta corrección por variación climática.
Variación por advección. La transformación en riego de una zona introduce
un cambio en el microclima aumentando la humedad relativa y disminuyendo
las temperaturas medias. El aire caliente y seco procedente de los secanos vecinos
tiene un afecto sobre los cultivos en regadío, aumentando enormemente la ET a
barlovento y disminuyéndola al aproximarse a sotavento, donde el aire ya llega
cargado de humedad y menos caliente. Estos efectos se conocen con el nombre
de «efecto de ropa tendida» y «efecto oasis» y su influencia en la ET se puede
cuantificar en función del tamaño de la zona de riego y del tipa de cultivo.

Cálculo de N; (necesidades netas de riego)


Llamando ET,c a la evapotranspiración en riego convencional, es decir, inclu-
yendo ya las correcciones por condiciones locales, las necesidades netas de riego
de los cultivos se calculan:
n
=ET re -P e -Gw -A · (7)
~

donde:
- Pe es la precipitación efectiva, es decir, la parte de lluvia que puede ser
utilizada par los cultivos.
- G,. es el aporte por capilaridad a la zona radicular, cuando hay una capa
freática próxima.
- ów es la variación en el almacenamiento de agua del suelo.

Para el cálculo de Pe recomendamos la publicación «Precipitación efectiva


en la agricultura de regadío» (N. G. Dastane, FAO, Roma, 1974). La estimación
de G, es asunto dificil; un método de cálculo se encuentra en «Drenaje
agrícola y recuperación de suelos salinos» (F. Pizarra, Ed. Agrícola, Madrid,
1985). Final- mente ów representa el agua que el suelo puede haber almacenado
procedente de lluvias, riegos anteriores, etc. y que la planta puede ir agotando
para satisfacer sus necesidades. Como veremos al estudiar las peculiaridades de
los riegos localiza- dos de alta frecuencia, la P" generalmente no debe tenerse
en cuenta para el cálculo de las necesidades punta, que son las que se utilizan a
nivel de proyecto para el diseño de las instalaciones de riego, aunque puede
ser de interés para conocer los consumos anuales y proyectar las obras de
almacenamiento.

Cálculo de-N, (necesidades totales de


riego)
Las necesidades netas (N cuyo cálculo hemos visto, aún no coinciden con el
0)

volumen de agua a aplicar con el riego, a lo que se denomina N1 (necesidades


totales). Para el cálculo de N1 hay que tener en cuenta las pérdidas de agua y las
necesidades de lavado.
Como hemos dicho anteriormente, no nos vamos a referir a las pérdidas en
los sistemas de conducción y almacenamiento de agua, sino a las pérdidas en la
parcela, que incluyen desde las pérdidas por escorrentía superficial, inevitables
en casi todos los sistemas de riego por gravedad, hasta las pérdidas por percola-
ción profünda. Se denomina eficiencia de aplicación en parcela y se representa
por E. a la fracción del agua aplicada que queda retenida en la zona radicular a
disposición de los cultivos. El valor de E. depende del sistema de riego, del tipo
de suelo y de otros factores. De acuerdo con la definición de Eª:

(8)

fórmula que permitiría calcular las necesidades totales en función de N. y E1. Sin
embargo hay otro hecho a tener en cuenta y que puede modificar el valor de N1
obtenido según (8): las necesidades de lavado de sales.
El agua de riego aplicadaa un terreno (N1) aporta una cierta cantidad de sales
en función de su concentración salina. Como las sales no se eliminan por evapo-
ración y su absorción por las plantas es muy reducida, deben ser eliminadas de la
zona radicular por medio de lavados, pues de otra forma se irían acumulando en
el suelo hasta alcanzar niveles perjudiciales. Para ello es necesario añadir agua en
exceso, provocando que una fracción del agua aplicada supere a la capacidad de
campo del suelo y percole a más profundidad, arrastrando consigo a las sales.
Llamando Rala cantidad de agua necesaria para el lavado se puede establecer:

(9)

Si las pérdidas inevitables dan lugar a una percolación superior a R, es decir si


R < N1( 1 - Eª), la aplicación de la fórmula (8) es suficiente para el cálculo de N1•
Cuando no ocurre así, N1 debe ser calculada mediante una combinación de (8) y
(9) que presentamos de la forma siguiente:

(10)

donde:
N1 = necesidades totales
Nn = necesidades netas P,
= pérdidas superficiales
R = necesidades de lavado

El cálculo de R es asunto complicado. Su estudio detallado se puede ver en


«Drenaje agrícola y recuperación de suelos salinos» (F. Pizarra, Ed. Agrícola,
Madrid, J 985). Unos métodos más sencillos aunque menos correctos de cálculo,
definen un coeficiente de necesidades de lavado LR:
LR=- R
( 11)
N,

y para el cálculo del LR distinguen dos casos:


a) Riegos por gravedad y aspersión de baja frecuencia:

LR -----CE.
5CE. - CE¡ (12)

b) Riegos de alta frecuencia:

(13)

donde:
CE.= conductividad eléctrica del agua de riego.
c(- conductividad eléctrica del extracto de saturación del suelo, valor que se
impone como objetivo a conseguir con el lavado y que depende de los
cultivos a implantar (ver capítulo 3).
7.3. · A,·ance del sistema de cálculo para riegos localizados
de alta frecuencia

El sistema antes descrito para el cálculo de N1 se aplica a métodos convencio-


nales de riego. El caso de riegos localizados de alta frecuencia se estudiará con
detalle en los capítulos S y 6, pero como avance, mostramos aquí el esquema de
ese nuevo sistema de cálculo, que se desarrolla por los pasos siguientes:
1.0 Se calcula ETc= ET0 · K, del mismo modo que en el riego convencional.
2.0 La ET e calculada se disminuye multiplicándola por un coeficiente K1
que es función del área sombreada por los cultivos.
3.0 Al valor así obtenido se le aplican las correcciones por condiciones
locales, obteniendo ETrt que equivale al ET,0 del riego convencional.
4.0 A partir de ese ET'" se calcula N0 y N1 por los procedimientos ya
descritos para el· riego convencional, aunque con algunas
modificaciones que hacen intervenir la uniformidad de la aplicación
del riego.

7.4. Crítica a los distintos métodos. El método de Penman-


Monteith

Desde que la FAO publicó, en 1975, su famoso manual 24, han pasado
20 años en los que los métodos propuestos en el .citado manual se han aplicado
a infinidad de casos y han sido objeto de numerosos análisis críticos. En 1990,
JENSEN et al., publicaron un estudio en el que comparaban la ET calculada
por distintos métodos con la medida en lisímetro en once localidades diferen-
tes. Los resultados, en lo que se refiere a los métodos preconizados por la
FAO, se muestran en la tabla siguiente:

Relación entre la ET calculada por distintos métodos y la medida en listmetro (JENSEN e, al.
1990)
Todos los meses Mesp11111a
Método
ET,IET1 R ET.(ET1 R

Penman-Monteith 101 0,99 97 0,99


FAO-Radiación 114 0,97 110 0,96
FAO-B. Criddle. 108. 0,96 106 0,94
FAO-Penman 127 0,96 122 0,93
FAO-Tanque 100 0,92 95 0,82

ET m' ET calculada por el método.


ET¡: ET medida en Jisímetro.
R: Coeficiente de correlación.
· Por otra parte, en 1990, la FAO organizó una reunión de expertos con obje-
to de revisar las distintas metodologías de cálculo de las necesidades de agua
de los cultivos. Las conclusiones de esa reunión se resumen a continuación:
1. El método de Penman modificado sobreestima la ET en condiciones no
advectivas. Presenta inconsistencias en:

-la estandarización de la función de viento f(u);


-el factor de corrección, que da lugar a resultados insatisfactorios;
-grandes desviaciones para grandes velocidades de viento.
2. El método de Radiación (Makkink) es válido en condiciones húmedas,
pero no lo es tanto en condiciones áridas o advectivas. Se cree que se puede
mejorar incluyendo:

-la radiación de onda larga, lo que en la práctica equivale a utilizar Rn en


vez de R,;
-una función de viento y humedad relativa.
3. Métodos basados en la temperatura. Estos métodos son importantes por
que hay muchos casos en que la única información disponible es la temperatu-
ra y la lluvia.
a) Blaney-Criddle. Aunque se reconoce su importancia histórica y su va-
lía cuando se calibra localmente, no se recomienda este método, por las
dificultades en estimar la humedad, horas de sol y viento.
b) Otros. Se estima que se podría desarrollar un método más satisfactorio
incluyendo la radiación extraterrestre (R,), que sólo es función de la la-
titud y día del año y utilizando las temperaturas máxima y mínima, ya
que las diferencias entre éstas se pueden correlacionar con las condi-
ciones de humedad y con la Rn. Quizá el punto de partida sea el méto-
do de Hargreaves.
4. El tanque evaporimétrico es muy sensible a las condiciones de instala-
ción (cubierta vegetal próxima. viento etc.) y de mantenimiento (pintura
etc.). Sólo se recomienda si se calibra y se mantiene bien.
5. Se recomienda como mejor método el de Penman-Monteith, también
llamado «de un paso» (one-step aproach), a diferencia de los métodos propues-
tos por FAO (manual 24), que son los de dos pasos (ET0 y K). Se espera que
el uso del primero se extienda mucho en la próxima década, lo cual requiere
disponer de valores fiables de r0 y del albedo de los cultivos. Mientras,
recono- ciendo que los métodos de dos pasos son ampliamente utilizados, se
recomien- da mantenerlos, aunque introduciendo los nuevos conceptos de
Penman-Mon- teith.
Como se ha dicho, el método de Penman-Monteith para el cálculo de la
evapotranspiración está considerado en la actualidad como el más perfecto de
los existentes. Sin embargo, su aplicación requiere disponer de unas caracterís-
ticas de la cubierta vegetal (la resistencia del cultivo y su albedo) que rara vez
están disponibles, por lo que la aplicación de este método está restringida prác-
ticamente al campo de la investigación. Por tal razón nos vamos a limitar a una
breve descripción de los principios del método, sin entrar en su formulación
matemática.
El método de Penman-Monteitb no utiliza los conceptos de cultivo de refe-
rencia (superficie extensa de gramíneas de 8 a 15 cm. etc.) y de coeficientes de
cultivo, sino que la evapotranspiración de cada cultivo concreto se integra di-
rectamente en la fórmula a través de los factores de resistencia del cultivo y
del aire. La evapotranspiración ET se descompone en dos sumandos:

ET= ET,.d + ET.ero

ET,.d es el término debido a la radicación y ET.ero el término aerodinámico.


En esos términos intervienen una serie de factores climáticos usuales en los
métodos de cálculo de ET y un nuevo factor, re, la resistencia de la cubierta ve-
getal, que se define como:

R1
r =--
e LAI

R1: resistencia media diaria (24 horas) de los estomas de una simple
hoja, en s/m.
LAI: índice de área foliar.
Precisamente en la dificultad de conocer los elementos que intervienen en re
reside la limitación de la aplicación práctica del método de Penman-Monteith.
Para solventar esta dificulad, los expertos reunidos por FAO proponen la utili-
zación de un método que combina los conceptos de ET0 y de K,. con el método
de Penman-Monteitb: en la fórmula correspondiente a este método, se calcula
la evapotranspiración de un cultivo hipotético de 12 cm. de altura, con una re-
sistencia de la cubierta vegetal de re= 70 s/m y un albedo de 0,23. Estas carac-
terísticas son precisamente las de la cubierta de gramíneas utilizada para calcu-
lar ET0 en los métodos de dos pasos. Por tanto, en el método combinado
propuesto, la evapotranspiración calculada por Penman-Monteith se toma
como ET0, y el cálculo continua aplicando el Kc.

8. Necesidadesde aireación del suelo

El exceso de agua disminuye el espacio aéreo del suelo, lo que tiene conse-
cuencias negativas sobre los cultivos por su efectodirecto sobre la respiración de
las raíces y por el indirecto de alterar la actividad microbiana. En el manejo del
riego se debe mantener la humedad del suelo entre dos límites: uno inferior para
que las plantas no sufran falta de agua y que se caracteriza no por el contenido en
humedad sino por el potencial hídrico del suelo, y uno superior que garantice la
aireación mínima. Como veremos en el capítulo 5 los riegos de alta frecuencia
presentan la doble ventaja de mantener un nivel de humedad más alto y un
mejor régimen de aireación del suelo.

78
8.1. La aireación del suelo y la fisiología de las raíces
El normal desarrollo de las actividades fisiológicas de las raíces (respiración,
absorción de agua y nutrientes, etc.) requiere la presencia de oxígeno en el suelo,
que es consumido por las raíces produciendo COr
El oxígeno en el suelo se puede encontrar de dos formas: en estado gaseoso,
como parte de la atmósfera del suelo, o disuelto en la solución del suelo.
En un medio bien aireado, la atmósfera del suelo, es decir, el aire que ocupa
los poros no llenos de agua, tiene una composición algo diferente a la de la
atmósfera libre. El contenido en nitrógeno es casi igual (70 por l 00), el de
oxígeno algo inferior (20 por 100) y el de C02 bastante más elevado como
consecuencia de la respiración de las plantas y microorganismos. El contenido
medio en C02 de la atmósfera libre es de 0,03 por 100, mientras que en el aire del
suelo es de 0,2-0,3 por 1 OO. Este contenido puede superar el 1 por l 00 e incluso
alcanzar el 15 por 100. En general, la suma de O, y CO, en el aire del suelo es
casi igual a la del aire libre. En el suelo, cuando el C:02 aumenta, el 02
disminuye.
En medios mal aireados, el contenido de 02 desciende hasta el 10 por
100, pudiendo llegar al 2 por 100. Cuando el contenido de 02 baja del 8 por
100,
comienzan los procesos anaerobios.
Las necesidades de O, de las plantas son muy distintas, como muestra la
tabla 1, confeccionada por C. van der Berg (según datos de Cannon, 1925, van
Hoorn, 1958 y Butjin, 1961).

TABLA l
Tolerancia.

A déficit de 01 A exceso de COz


Tolerancia alta arroz cítricos
02:0- l % cana de azúcar
C02> 2% varios pastos
Tolerancia media avena manzano
02: 2- 5 % cebada tomate
C02:I0-20% cebolla girasol
algodón
cítricos
soja
manzano
Tolerancia baja maíz tabaco
02: 10% guisantes
C02: 10% habas
tabaco
Los porcentajes indican la concentración a partir de la cual el
crecimiento se ve afectado.

En la solución del suelo, el contenido de 02 es mucho menor que en la


atmósfera del suelo; al contrario ocurre con el COz- Ello es debido a las

79
diferentes solubilidades del 02 y COz- El contenido máximo de 02 disuelto es de
6 mi/litro a

80
20º C, pero este contenido disminuye cuando aumenta la temperatura y el conte-
nido en materia orgánica y cuando disminuye la renovación del agua.
En la renovación del oxígeno consumido por las plantas es de mucha mayor
importancia el oxígeno de la atmósfera del suelo que el disuelto en las soluciones,
ya que el intercambio entre el aire del suelo y el libre se realiza con facilidad
mientras que la difusión del oxígeno del suelo es un fenómeno lento.

En suelos con mal drenaje, la respiración de las raíces se ve muy dificultada.


Los macroporos, donde normalmente existiría aire, están ocupados por el agua.
Al principio las raíces consumen el aire atrapado en el agua del suelo, el cual no
es expulsado lotalmente; asimismo utilizan el oxígeno disuelto. Esto explica por
qué las plantas resisten algún tiempo (uno o dos días) con el suelo saturado sin
que disminuya la producción. Cuando el oxígeno disponible desciende por deba-
jo de unos niveles que son distintos para cada planta, las raíces disminuyen su
actividad respiratoria y en consecuencia disminuyen también sus actividades
fisiológicas, con las siguientes consecuencias.
a) Disminuye la absorción de iones, por el orden siguiente: K, N, P2 05, Ca
y Mg.
b) Disminuye el transporte de estos iones a las partes aéreas.
e) Disminuye la absorción de agua.
Algunas plantas tienen una elevada resistencia al exceso de humedad,
debido a que disponen de mecanismos que aseguran la respiración de las raíces
en esas dificiles condiciones. Por ejemplo, el fresno y el álamo prosperan en
condiciones de inundación, con tal que se trate de aguas frías, renovadas y
desprovistas de materia orgánica. Ello es posible por la elevada capacidad de
esos árboles para absorber el oxígeno disuelto.
A veces la resistencia a la asfixia es debida a ciertas adaptaciones morfológi-
cas. Un caso típico es el arroz. Esta planta posee espacios intercelulares que
constituyen verdaderos canales que comunican las partes aéreas con las raíces.
A travésde estos canales el 02 absorbido por las hojas es conducidoa las raíces,
que de esta manera pueden respirar normalmente. Otra especie que puede
transpor- tar oxígeno de las hojas a las raíces es el sauce.

8.2. Alteraciones en Las actividades microbianas


Con la disminución del contenido de 02 la microflora aerobia desaparece
gradualmente, siendo sustituida por microorganismos anaerobios, cuyas activi-
dades tienen los siguientes afectos:
a) Algunas sustancias son reducidas, entre ellas el hierro y el manganeso,
que pasan a formas más solubles y pueden producir efectos tóxicos. Por
ejemplo, la alfalfaes sensible al Mn disuelto. Asimismo, el exceso de Mn
induce necrosis foliar en manzanos y perales. Algunas sales de hierro
reducido, como SFe, dan al suelo el color gris azulado característico de
los suelos mal drenados.

80
Los sulfatos se reducen a sulfuros, formando sales como la ya citada
de SFe, o SH2, que también es tóxico. Este compuesto es característico
de los arrozales. ·
Otro producto resultante de la anaerobiosis es el CH4, metano o gas
de
los pantanos.
b) La cantidad de nitrógeno asimilable disminuye por dos motivos:
1.0 La descomposición de la materia orgánica disminuye en condiciones
anaerobias, liberando por tanto menos nitrógeno mineral.
2.0 Aunque algunos microorganismos anaerobios, como Clostridium,
pueden fijar pequeñas cantidades de nitrógeno atmosférico, la fija-
ción es realizada mucho más intensamente por especies aerobias
como Azotobacter, que desaparecen de los terrenos mal drenados.
En consecuencia, el N03 existente en el suelo se reduce progresivamente a
N02, N20 y NH3 ó N2 y en sus formas gaseosas el N2 escapa fácilmente del suelo.
La disminución de N asimilable ocasiona reducciones fuertes en las produccio-
nes, que solo parcialmente pueden ser compensadas mediante la aplicación de
abonos en forma de nitratos. ·

81
81
CAPITULO 3

SALINIDAD

1. Origen de las sales

Las sales presentes en los suelos salinos proceden de la meteorización de los


minerales y rocas que constituyen la corteza terrestre, la cual tiene la siguiente
composición media:

TABLA 1
Composición de la coneza terrestre (según Clark).

Elemento % Elemento %

Oxigeno 49,13 Hidrógeno 1,00


Silicio 26.00 Titanio 0,61
Aluminio 7,45 Carbono 0,35
Hierro 4,20 O oro 0,20
Calcio 3,25 Fósforo O, 12
Sodio 2,40 Azufre 0,10
Magnesio 2,35 Manganeso O, 10
Potasio 2,35

De estos elementos, los que participan en las sales de los suelos salinos son:
Ca, Mg, Na, K, Cl, S y C y, con menor frecuencia, N, Be l.
La meteorización de las rocas por si sola rara vez ha ocasionado que se
acumulen grandes cantidades de sal en un lugar. Lo normal es que las sales, una
vez formadas, sean transportadas por el agua que las conduce al mar o a depósi-
tos continentales, que de esta manera se salinizan.
Según Fersman, la secuencia de extracción de iones de sus rocas y minerales,

83 83
83 83
su velocidad de emigración y su capacidad de acumularse en las depresiones en
forma de sales, son inversamente proporcionales al coeficiente de energía de esos
iones.

TABLA 2
Secuencia de extraccián de iones durante la mcteorizacion
(según Fersman).

Coeficiente Coeficieme
Aniones de energia Cationes de mergia

CI v Br 0,23 Na 0,45
N03 0.18 K 0.36
S04 0,66 Ca 1,75
C03 0.78 Mg 2.10
Si03 2,75 Fe 5,15
Al 4.25

Por tanto, los cloruros, nitratos, sulfatos y carbonatos de iones alcalinos y


alcalinotérreos, son las sales que con más facilidad han de formarse como conse-
cuencia de la meteorización de la corteza terrestre. En cambio, la precipitación
ocurre en orden inverso. Por esa razón el ClNa permanece más tiempo en las so-
luciones.
Polynov y Kovda clasifican los elementos en cinco categorías según su capaci-
dad de emigración:

TABLA 3
Categorías de emigración de los elementos.

Categoria Elemcmos

l. Prácticamente no lavables Si (cuarzo)


2. Poco lavables Fe. Al. Si
3. lavables Si. P. Mn
4. Bastante lavables Ca. Na, K, Mg, Cu. Co. Zn
5. Muy lavables CI. Br. l. S. C. B

Los elementos de las categorías 4 y 5 son los que forman parte de las sales que
salinizan el suelo: ClNa, S04Na?, Cl2Mg, S04Mg, S04Ca, C03N~. C03HNa,
C03Mg. Estas sales se acumulan en las depresiones o son conducidas al mar.
Inicialmente en el mar predominaba CLNH4, pero las aportaciones de sales
de Na, K, Ca y Mg han ido ocasionando la formación de los correspondientes
cloruros. Las sales de amonio se han ido descomponiendo, liberando N2 gaseoso
que pasa a la atmósfera.
2. Salinizacién de los suelos

Las aguas cargadas de sales procedentes de la meteorización de la corteza


terrestre se acumulan en las depresiones, bien subterráneamente,
constituyendo mantos freáticos salinos, bien superficialmente, dando lugar a
charcas, lagunas, lagos, etc. Esto se ve facilitado por el hecho de que, con
frecuencia, las depresio- nes tienen mal drenaje natural por sus condiciones
topográficas y porque en las
áreas bajas suelen acumularse arcillas arrastradas por el agua de escorrentía.
La mineralización progresiva de las aguas salinas depende de factores climáti-
cos e hidrogeológicos. Los lavados con agua de lluvia eliminan sales de la zona.
La evaporación y transpiración consumen grandes cantidades de agua, pero no
afectanprácticamente a las sales disueltas, por lo que aumentan la
concentración salina de las aguas. En áreas donde predominan los factores
salinizantes (evapo- ración y transpiración) frente a los de lavado, las aguas
freaticas irán paulatina- mente mineralizándose. Por esta razón la mayor parte
de las áreas están situadas en regiones de clima árido. .
Cuando las aguas freáticas salinizadas se encuentran próximas a la superficie
del terreno (menos de 3 m), éste puede salinizarse como consecuencia del aporte
capilar de sales procedentes del agua freática, que se acumulan en los horizontes
superiores .
. Las sales así acumuladas pueden permanecer en la solución del suelo. en
cuyo caso su principal efecto es dificultar el desarrollo de los cultivos. Otras
veces, cuando el contenido de Na es elevado en relación con los demás
cationes, este elemento puede ser absorbido por el complejo de cambio en
cantidades excesi- vas. En este caso las partículas arcillosas pueden dispersarse,
el suelo pierde su estructura, se hace impermeable, etc.
Este es el proceso general de salinización de los suelos. La naturaleza de las
sales acumuladas depende del origen de las aguas. En áreas continentales suelen
predominar los carbonatos, sulfatos y cloruros. En las llanuras costeras, la sal
predominante es el CINa. En los deltas se acumulan aguas continentales y
mari- nas.
A veces el carbonato sódico se forma en el propio sitio, a partir del C02 de
la atmósfera del suelo y del Na contenido en éste.

3. Fisicoquímica de los suelos salinos

3.1. Definiciones
Antes de entrar en el estudio de las propiedadesfisicoquímicas de los suelos
salinos, es conveniente recordaralgunos conceptos que serán de constante apli-
cación.
p.p.m. = partes por millón en peso de una sustancia en una solución. Cuando
la densidad de ésta es la unidad se cumple:

p.p.m. = mg/1
Ejemplo:
En l litro de agua hay disueltos 3 g de CINa. l litro - 1.000 g, por tanto
hay:

3 g/1 "' 3.000 mg/l = 3.000 ppm

TABLA 4
Peso atómico de los elementos.

Nombre Símbolo Peso atomico

Aluminio Al 26,97
Azufre s 32,06
Boro B 10.82
Calcio Ca 40,08
Carbono e 12.01
Cloro C! 35,457
Cobalto Co 58,94
Cobre Cu 63.54
Flúor F 19,00
Fósforo p 30,98
Hidrógeno H 1,008
Hierro Fe 55.85
Magnesio Mg 24,32
Manganeso Mn 54.93
Molibdeno Mo 95,95
Nitrógeno N 14.008
Níquel Ni 58.69
Oxigeno o 16,000
Potasio K 39.096
Sodio Na 22.997
Yodo 1 126,92
Zinc Zn 65,38

P.e.= peso equivalente, o simplemente equivalente de una sustancia (ele-


mento, ión, sal) es el peso en gramos de esa sustancia que se combina o
reemplaza a l gramo de hidrógeno. Es igual al peso atómico o molecu-
lar del ión dividido por su valencia.
Ejemplos:
Ca-peso atómico: 40,08
valencia: 2
P.e. = 40,08 • 20,04 g
2
TABLA 5
Peso equivalente de los iones.

Simbolo quimico o Peso equivaleme Nombre común


formula en gramos
Ca++ 20,04 Ion calcio
Mg.... 12,15 Ion magnesio
Na.,. 23,00 Ion sodio
K"'" 39,10 Ion potasio
c1- 35,46 Ion cloro
so · 48,03 Ion sulfato
c c4 - 3
30,00 Ion carbonato
C03W 61,01 Ion bicarbonato

Cl2Ca 55,49 Cloruro de calcio


S04Ca 68,07 Sulfato de calcio
S04Ca · 2H20 86,09 Yeso
C03Ca 50,04 Carbonato de calcio
Cl2Mg 47,62 Cloruro magnésico
S04Mg 60,19 Sulfato magnésico
C03Mg 42,16 Carbonato magnésico
CINa 58,45 Cloruro sódico
S04Na2 71,03 Sulfato sódico
C03Na2 53,00 Carbonato sódico
C03HNa2 84,01 Bicarbonato sódico
CIK 74,55 Cloruro potásico
S04K2 87,13 Sulfato potásico
C03K2 69,10 Carbonato potásico
C03HK 100,10 Bicarbonato potásico

s 16,03 Azufre
S02 32,03 Bióxido de azufre
S04H2 44,54 Acido sulfúrico
(S04h · Al2 • 18Hr
o 111,07 Sulfato de aluminio
S04Fe · 7H20 139,01 Sulfato ferroso

S04-peso molecular: 96,06


valencia: 2
96,06
P.e. = = 48,03 g
2

ClNa-peso molecular:
58,45 valencia: 1
58•45
P.e. = = 58,45 g
1

meq (rnilíequivalente) - milésima parte de un equivalente.


meq/1 - número de meq de una sustancia disueltos en l litro de solución. Cuan-
do la densidad de la solución es igual a la unidad, se cumple:
meq/l = eq. por millón (número de equivalentes de una sustancia di-
sueltos en un millón de solución, expresados en pese).
Entre meq/1 y p.p.m. se cumple la siguiente relación:

p.p.m. = meq/1
P.e.

En las tablas 4 y 5 se muestran los pesos atómicos y equivalentes de las


sustancias más frecuentes en los suelos.

3.2. Solubilidad de las sales


Esta propiedad es muy importante porque, como se verá más adelante,
cuanto mayor es la concentración salina de la solución del suelo, mayor es su
efecto perjudicial sobre los cultivos. Las sales más nocivas son las que tienen
elevada solubilidad, ya que dan lugar a soluciones salinas muy concentradas; en
cambio, las poco solubles precipitan antes de alcanzar los niveles perjudicia-
les.
En el apartado 3.3, al estudiar las sales más importantes se indicarán sus
solubilidades. Aquí vamos a tratar de algunas características generales.
La solubilidad varía con la temperatura, como muestra la figura 3.1.

•40 -20 o + 20 + 40 + 'º •ªº •e

Figura 3.1.

88 89
En general, la solubilidad disminuye cuando lo hace la temperatura. Es
importante conocer este hecho pues afecta a los lavados, que pierden efectividad
en las épocas frías.
En soluciones complejas, en general, la presencia de sales con iones comunes
disminuye la solubilidad de las sales. En cambio, cuando los iones son diferentes,
suele aumentar el nivel de solubilidad de la sal menos soluble. Por ejemplo, la
solubilidad del yeso, que es de 2,04 g/1 en ausencia de CINa, se eleva a 7,09 g/1
cuando hay 358 g/1 de ClNa.

3.3. Sales más importantes


Las tres sales más importantes en relación con los suelos alcalinos son:
Sulfato magnésico
Sulfato sódico
Cloruro sódico

y le siguen en importancia:
Carbonato sódico
Cloruro magnésico
A continuación se estudia cada una de estas sales.

Sulfato magnésico
Es un componente típico de los suelos salinos, existiendo también eri aguas
freáticas y lagos salinizados. Debido a su elevada solubilidad (262 g/l), es una de
las sales más perjudiciales.
Nunca se acumula en los suelos en forma pura, sino en combinación con
otras sales muy solubles.

S11((a10 sódico
Es también un componente típico de suelos salinos, aguas freáticas y lagos
salinizados. Su toxicidad es dos o tres veces menor que la del sulfato magnésico.
Su solubilidad varía mucho con la temperatura, como muestra la tabla núm. 6.

TABLA 6
(Kovda).

Temperaturu en 'C Solubilidad en g/1


o 45
10 90
20 185
30 373
40 430
50 415
Este hecho tiene mucha importancia, pues afectaa los precipitados y lavados
de esta sal. En efecto, en la estación cálida, el S04N~ sube por capilaridad a la
superficie del suelo junto con las demás sales solubles. Cuando baja la temperatu-
ra, disminuye su solubilidad y precipita en forma de mirabilita
(S04Na2 · 10Hp), que no es lavada por las lluvias, a diferencia de las otras
sales. En la siguiente estación cálida, la mirabilita se deshidrata, formando un
polvo blancuzco de tenardita (S04Na2). Cuando de nuevo desciende la
temperatura, se forman otra vez grandes cristales transparentes de mirabilita,
que separan las partículas del suelo y dan a la superficie una apariencia
esponjosa.
Por tanto, los suelos con abundancia de SO,Na2 acumulan esta sal en la
superficie, que se hace fofa. Cuando se anda sobre ellos, el pie se hunde unos
centímetros en el suelo suelto y seco. La capa superior, de 5 a 10 cm, tiene una
estructura muy suelta, fofa, con granos simples, estando las partículas del suelo
floculadas en granos del tamaño de arena. La superficie tiene con frecuencia una
delgada costra que es fácilmente rota y que evita que el suelo sea arrastrado por el
viento. En la nomenclatura rusa se denomina a estos suelos Solonchak esponjo-
sos.
El lavado de estos suelos requiere grandes cantidades de agua; debe hacerse
en la estación cálida.

Cloruro sódico
Junto con los sulfatos de sodio y magnesio, es la sal más frecuente en los
suelos salinos. Su toxicidad para las plantas es excepcionalmente alta, así como
su solubilidad, que es de 318 g/l y que no varía con la temperatura. Su toxicidad
es tan elevada que incluso con O, 1 por ciento del ClNa las plantas se resienten.
Con 2-5 por 100, los suelos se vuelven improductivos.
El lavado de ClNa es muy fácil en suelos con yeso, que es caso común. En
ausencia de yeso, el lavado puede ser más dificil, pues el sodio puede tomar
forma intercambiable (ver 3.5.).

Carbonato sódico
Se encuentra con frecuencia en suelos y aguas. Su solubilidad es muy
elevada, variando mucho con la temperatura.

TABLA 7
Solubilidad en g/l (Kovda).

Temperatura en 'C C03Na2 CO;HNa


o 70 68
10 122 80
20 213 93
30 371 107
40 441 121
50 429 137
Como resultado de la hidrólisis provoca una fuerte alcalinidad en el medio,
de hasta pH = 12. Por sus elevadas solubilidad y alcalinidad es muy tóxico para
las plantas. En los suelos, incluso en cantidades de 0,05-0, 1 por 100 ocasiona la
desagregación de las arcillas con pérdida de la estructura del suelo, disminución
de la permeabilidad, etc.
No son frecuentes grandes depósitos de C03Na2, porque en los suelos desérti-
cos y semidesérticos abunda el yeso, con el que reacciona según:

(1)
En ausencia de yeso se pueden depositar grandes cantidades de carbonato y
bicarbonato sódico. Los depósitos así formados no son lavados fácilmente por las
lluvias, debido a la disminución de la solubilidad en la estación fría y lluviosa. Así
ocurre en las praderas de los Estados Unidos y Canadá, en las estepas de Man-
churia, Siberia y Rusia y en la depresión húngara. ·
El contenido de C03Na2 en los suelos puede llegar al 5 por 100. Ejemplos de
estos suelos se encuentran en el área de los monzones (India y Pakistán), en las
sabanas de Africa, en varios países sudamericanos (Argentina y Chile) y en otras
áreas del mundo.
El bicarbonato sódico es menos alcalino que el carbonato, debido a que el
ácido carbónico neutraliza en parte su efecto. El bicarbonato se forma a partir del
carbonato según:
aumentode C02 (des-
composición de ma-
teria orgánica). Baja
temperatura
C03N~ + C03H2 2 C03HNa (2)
bajo contenido de
C02; débil actividad
microbiana poca ma-
teria orgánica; alta
temperatura

La solubilidad del bicarbonato es también menor que la del carbonato (ver


Tabla 7).
Los suelos con cantidades considerables de carbonato y bicarbonato sódico
son suelos salino-alcalinos. Su recuperación requiere la acción combinada de
enmiendas químicas y lavados.

Cloruro magnésico
Debido a su elevada solubilidad (353 g/l) es una de las sales más perjudiciales
para las plantas. Se encuentra en suelos salinos, aguas freáticas y lagos saliniza-
dos. A veces se forma como consecuencia de la reacción entre soluciones que
contienen C!Na, que ascienden capilarmente y se ponen en contacto con el
complejo de cambio conteniendo Mg:

91 91
91
X = Mg + 2C1Na ~ Na - X - Na + Cl2Mg (3)

El cloruro de magnesio es muy higroscópico, al igual que el cloruro cálcico,


que muchas veces se encuentra junto con aquél. Absorben vapor de agua de la
atmósfera, que disuelve los cristales de estas sales, formando una solución salina
muy concentrada. Por esta razón, estos suelos, que en la nomenclatura rusa se
denominan Solonchak húmedos, conservan superficialmente la humedad mu-
cho tiempo después de una lluvia. Presentan un color más oscuro que el de los
suelos vecinos, lo que puede dar lugar a que se consideren suelos sódicos negros.
Sin embargo, son suelos sin alcalinidad, con buena estructura, debido a la peque-
ña proporción de Na respecto al Ca y Mg.

Otras sales relacionadas con los suelos salinos


Carbonato cálcico y carbonato magnésico
El carbonato cálcico es una sal muy poco soluble (0,0131 g/l) por lo que no es
nociva para las plantas. Cuando las aguas freáticas calcáreas se aproximan a la
superficie y se exponen a la evaporación y transpiración, grandes cantidades de
C03Ca pasan a los horizontes del suelo, llegando a veces a constituir el 80 por
100 del mismo. Así se forman unos horizontes fuertemente cementados,
impermea- bles e impenetrables para las raíces.
El carbonato' magnésico es mucho más soluble que el cálcico. Sin embargo,
rara vez ocurren acumulaciones de C03Mg en los suelos, debido a la adsorción
del Mg por las arcillas.
En la mayoría de los casos se presentan juntos el C03Ca y el C03Mg. En
condiciones medias, la solubilidad del conjunto es de 10 meq/1.

Yeso
El sulfato cálcico precipita formando yeso, (S04Ca · 2Hp). La solubilidad
del S04Ca es muy baja (2,04 g/1) por lo que es una sal que no perjudica a las
plantas excesivamente.
El yeso es ampliamente utilizado como enmienda química en la recuperación
de suelos sódicos.

Cloruro potásico
Las propiedades químicas del ClK son muy parecidas a las del ONa. Sin
embargo no está tan extendido, porque el potasio es consumido por los organis-
mos y adsorbido irreversiblemente por las arcillas.

Nitratos
Los nitratos son sales de muy elevada solubilidad (686 g/l el N03Na y 279
g/1 el N03K a 20º C). Sin embargo no se acumulan en grandes cantidades en
los suelos, en los que rara vez superan el 0,05 por I OO. Son más tóxicos que los
cloru- ros.
En algunos desiertos muy áridos, como los de Chile, Perú, India, Asia Central
y Arabia, se han producido depósitos de nitratos, que a veces llegan al 50 por 100.
En estos suelos los cultivos son inexistentes.

3.4. Conductividad eléctrica


Hay muchas formas de expresar la salinidad de una solución. Una de ellas
consiste en expresar la cantidad de sales disueltas en un volumen de solución.
Como unidad de medida se utiliza el g/l. Otra forma es indicar el número de
meq/1. Una forma simple y suficiente a muchos efectos es expresarla salinidad de
una solución por medio de su conductividad eléctrica.
Una solución conduce la electricidad tanto mejor cuanto mayor sea su con-
centración en sales. Esta propiedad se aprovecha para medir la salinidad en
términos de conductividad eléctrica. Veamos el fundamento de esta medida.
La figura muestra un conductor eléctrico de longitud l y sección S.


·-- { _ - - - ... - .... . .

Figura 3.2.

La resistencia eléctrica de este conductor es:


I
R·p-
S

el factor p se llama resistividad eléctrica y depende de la naturaleza del conductor


y no de su forma y dimensiones. Cuanto mayor sea el p de un cierto material,
peor serán sus propiedades conductoras de electricidad.
A la inversa de p se llama conductividad eléctrica, y se expresa por CE.
I l I
CE= P-RxS (5)

Cuanto mayor sea la CE de un material, mejor conductor será éste, y en el


caso de soluciones salinas, mayor será la concentración de sal. Las dimensiones
de esta magnitud son:

[CE] -= [RL]-1 (6)

La unidad de medida es el 1/obm x 1/cm. A la inversa del (I/ohm} se


TABLA 8
Variacion de la CE con la tempera/lira.

CE15 • o:, x ft
·e 'F ft ·e 'F f1 ·e 'F r,
3.0 37.4 1.709 22.0 71.6 l. 064 29.0 84.2 0.925
4.0 39.2 1.660 22.2 72.0 1. 060 29.2 84.6 .921
5.0 41.0 1.613 22.4 72.3 l. 055 29.4 84.9 .918
6.0 42.8 1.569 22.6 72.7 l. 051 29.6 85.3 .914
7.0 44.6 1.528 22.8 73.0 l. 047 29.8 85.6 .911
8.0 46.4 1.488 23.0 73.4 l. 043 30.0 86.0 .907
9.0 48.2 1.448 23.2 73.8 l. 038 30.2 86.4 .904
10.0 50.0 1.411 23.4 74.1 l. 034 30.4 86.7 .901
11.0 51.8 1.375 23.6 74.5 l. 029 30.6 87.1 .897
12.0 53.6 1.341 23.8 74.8 l. 025 30.8 87.4 .894
13.0 55.4 1.309 24.0 75.2 l. 020 31.0 87.7 .890
14.0 57.2 1.277 24.2 75.6 l. 016 31.2 88.2 .887
IS.O 59.0 l.247 24.4 75.9 l. 012 31.4 88.5 .884
16.0 60.8 1.28 24.6 76.3 l. 008 31.6 88.9 .880
17.0 62.6 1.189 24.8 76.6 l. 004 31.8 89.2 .877
18.0 64.4 1.163 25.0 77.0 l. 000 32.0 89.6 .873
18.2 64.8 1.157 25.2 77.4 . 996 32.2 90.0 .870
18.4 65.1 1.152 25.4 77.7 . 992 32.4 90.3 .867
18.6 65.5 1.147 25.6 78.1 . 998 32.6 90.7 .864
18.8 65.8 1.142 25.8 78.5 . 983 32.8 91.0 .861
19.0 66.2 1.136 26.0 78.8 . 979 33.0 91.4 .858
19.2 66.6 1.131 26.2 79.2 .975 34.0 93.2 .843
19.4 66.9 l.127 26.4 79.5 . 971 35.0 95.0 .829
19.6 67.3 1.122 26.6 79.9 . 967 36.0 96.8 .815
19.8 67.6 1.117 26.8 80.2 . 964 37.0 98.6 .801
20.0 68.0 1.112 27.0 80.6 . 960 38.0 100.2 .788
20.2 68.4 1.107 27.2 81.0 . 956 39.0 102.2 .775
20.4 68.7 1.102 27.4 81.3 . 953 40.0 104.0 .763
20.6 69.l 1.097 27.6 81.7 . 950 41.0 105.8 .750
20.8 69.4 1.092 27.8 82.0 . 947 42.0 107.6 .739
21.0 69.8 1.087 28.0 82.4 . 943 43.0 109.4 .727
21.2 70.2 1.082 28.2 82.8 . 940 44.0 l 11.2 .716
21.4 70.5 1.078 28.4 83.1 . 936 45.0 113.0 .705
21.6 70.9 1.073 28.6 83.5 . 932 46.0 114.8 .694
21.8 71.2 1.068 28.8 83.8 . 929 47.0 116.6 .683

denomina mho, con lo que la unidad de medida de la CE se llama mho/cm.


Esta unidad resulta muy grande en la práctica,por lo que se utilizan los
siguientes di- visores:

- milimho/cm (mmho/cm), igual a la milésima de 1


mho/cm.
1 mmho/cm = 10-3 mho/cm
- micromho/cm (µmho/cm), igual a la millonésima parte de 1 mho/cm.
l µmho/cm = 1 o-6 mho/cm

En el S.I. (Sistema Internacional) de unidades, la conductividad eléctrica


se mide en Siemens/metro (S/m), o en su submúltiplo decisiemens/metro
(dS/rn), que tiene la siguiente equivalencia:

1 dS/m = 1 mrnho/cm

La CE varía con la temperatura. Para normalizar las medidas se ha convenido


expresarla siempre a 25º C. La tabla 8 muestra la variación de la CE con la
temperatura. La CE1 medida a una temperatura tº C se multiplica por el factor f
para transformarla en la correspondiente a 25º C, CE2 s:

Con objeto de dar una idea del orden de magnitud de la conductividad


eléctrica de las aguas, incluimos los datos siguientes:
CEa25•C

Agua de lluvia 0,15 mmhos/cm


Agua media de los ríos 0,2 - 0,4 mmhos/cm
Agua del mar Mediterráneo 63 mmhos/cm
Agua de riego de salinidad media 0,75- 2,25 mmhos/cm

Hemos definido la CE como una característica de la solución. Sin embargo,


esta magnitud se utiliza también para expresar la salinidad de un suelo. Para ello
existen varios procedimientos: conductividad de una pasta de suelo saturado o
conductividad de distintos extractos del suelo. La más utilizada es la conductivi-
dad del extracto saturado del suelo, que se expresa por CE0, aunque muchas
veces, cuando no hay lugar a confusión, se dice simplemente CE del suelo.
El procedimiento de medir la CE. de un suelo consiste en tomar una muestra
de suelo, añadir agua destilada hasta su saturación y extraer el agua de la pasta
resultante mediante succión a través de un filtro que no deje pasar las partículas
del suelo. El agua así obtenida se denomina extracto de saturación, que es una
mezcla entre la solución inicial del suelo y el agua destilada. Se mide la CE del
extracto de saturación y el valor resultante se toma como un índice de la salini-
dad del suelo.
La salinidad así medida no es la real de la solución del suelo. Parece que
cuando se trata de estudiar los efectos de la salinidad del suelo sobre los cultivos,
debería medirse la CE real de la solución del suelo, que es la que va a estar en
contacto con las raíces de las plantas. Sin embargo, para ello aparece el siguiente
inconveniente: las raíces absorben el agua del suelo comprendida entre la capaci-
dad de campo y el punto de marchitez. Como las sales no son absorbidas,
permanecen en la solución, que por tanto será más salina cuanto más próximo
esté el punto de marchitez. Es decir, la salinidad del suelo, o lo que es lo mismo,
de su solución, es variable con la humedad. Lo lógico sería medir la salinidad a
capacidad de campo y en el punto de marchitez, con lo cual se conocerían los
límites entre los cuales oscila la salinidad del suelo. Sin embargo, en la práctica, la
salinidad del suelo se expresa de una manera insuficiente, indicando tan solo la
CE0, es decir, la salinidad que tendría la solución del suelo si éste estuviera
saturado. Para completar esa información sería preciso además conocer la poro-
sidad del suelo y su capacidad de campo (C.c.) y punto de marchitez (P.m.), con
lo que se podrían calcular los límites de salinidad que deben enfrentar las plantas.

Ejemplo:
Sean los dos suelos siguientes:
1.0 Suelo arcilloso.
t:=43 %
e.e. - 36 %
P.m.=20%

2.º Suelo arenoso.


t:=39%
C.c. = 16 %
P.m.= 12%
Supongamos que en ambos suelos se mide una CE0 = 2 mmhos/cm. Aten-
diendo a esa medida, los dos suelos se considerarían iguales en lo que se refiere a
la salinidad. Sin embargo, veamos ahora las conductividades eléctricas a capaci-
dad de campo y en el punto de marchitez.
1.0 Suelo arcilloso.

e = 2x -43 = 2,4 mmhos/cm


Ce 36
e
CE pm = CE e --P.m.
43
= 2x - 20 = 4,3 mrnhos/cm

2.0 Suelo arenoso.


e 39
CE00= CE. = 2x - = 4,9 mmhos/cm
Ce 16
39
CE pm = CEe - 2x 12 6,5 mmhos/cm
P.m.6- = =

Vemos por tanto que la salinidad de la solución del suelo en contacto con las
raíces es menor en el caso del suelo arcilloso (en el que oscila entre 2,4 y 4,3
mmhos/cm) que en el del suelo arenoso (4,9-6,5 mmhos/cm).
Este ejemplo demuestra como no es suficiente indicar la CE. y como intervie-
ne también la textura del suelo.
A pesar del inconveniente citado, se emplea el valor de la CE. como índice de
la salinidad de un suelo, por la comodidad de su determinación y manejo.
Con alguna frecuencia se mide la CE del extracto 1 :5, pero este método no es
aconsejable porque se pueden disolver sales que estén precipitadas y porque
modifica las relaciones iónicas entre la fase de cambio y la acuosa del suelo.
Más recientemente se tiende a medir «in-situ» la CE de la solución del suelo
(CEss) por medio de sensores de salinidad, sondas de succión o sonda de cuatro
electrodos. Estos métodos tienen sus ventajas y limitaciones, pero puede con-
cluirse que representan un avance sustancial, puesto que miden la salinidad real
del suelo. Un problema con los sensores es que están en contacto con una
porción de suelo muy pequeña y por lo tanto es necesaria la instalación de un
buen número de ellos para asegurar la medida de una salinidad representativa de
la zona de raíces. Por el contrario, las sondas de succión muestrean un volumen
de suelo mayor, pero tienen el inconveniente de que sólo extraen solución del
suelo en el rango desde saturación hasta aproximadamente - 0,8 bares. Final-
mente. la sonda de cuatro electrodos es sensible al contenido de humedad del
suelo y por lo tanto debe medirse independientemente esta variable para poder
deducir la salinidad de la medida realizada.

3.4. l. Variación de la CE de la solución del suelo en funcián


de su estado de humedad
En el ejemplo anterior hemos visto cómo se calcula la CE a capacidad de
campo o punto de marchitez, partiendo de la correspondiente a saturación (CE.).
Vamos a tratar ahora con más detenimiento de la variación de la CE de un suelo.
Consideremos un suelo que como consecuencia de un riego, se encuentra a
capacidad de campo. En ese estado, la cantidad de agua retenida es C.c. (expresa-
da en%) y la solución del suelo tiene una concentración salina que se mide por su
conductividad eléctrica (CE«>· Por acción de la evapotranspiración, el contenido
de agua comienza a disminuir, mientras que la cantidad de sales disueltas perma-
nece constante, ya que en términos prácticos, ni la evaporación del agua del suelo
ni su absorción por las raíces elimina las sales. Por tanto, a medida que disminu-
ye el contenido de humedad aumenta la concentración de las sales. Comparando
dos estados de humedad diferentes, la relación entre las concentraciones salinas
es igual a la inversa de la relación de los contenidos de humedad. Esa misma
relación se cumple para la CE, ya que la conductividad eléctrica no es sino una
forma de medir la concentración salina. Por tanto se cumple:

(7)

La relación se mantiene cuando se compara el extracto de saturación. Como


ya se ha dicho, para obtener éste, se satura el suelo con agua destilada y, por
tanto, se aumenta el volumen de agua, pero se mantiene constante la cantidad de
sales disueltas. Recordando que la porosidad total se expresa por e, se cumple:

97
CEe . e= CECC . c .c. = CEpm . P.m. (8)
Algunos autores utilizan la expresión CEss = 2 CE., que evidentemente sólo se
cumple cuando la porosidad (e) sea el doble de la capacidad de campo.

3.4.2. Relación entre la CE y otras medidasde salinidad


Como ya se ha dicho, la CE es una forma de medir la concentración en sales
de una solución, pero existen otras unidades de medida, entre ellas el número de
meq de sal disueltos en un litro (meq/1) y el de gramos de sal por litro (gr/1). Entre
estas unidades diferentes de la misma magnitud existen las relaciones siguien-
tes:
a) CE y meq/l
U na regla práctica de frecuente aplicación es la siguiente: la CE de una
solución en mmhos/cm es igual a la concentración de cationes o aniones, en
meq/1, dividida por 12.
CE= meq/1
12
(9)

Ejemplo:
Delta del Ebro (España)
muestra 391 22-4-1970

Aniones(meq/l) Cationes (meq/l)

ci- 54,8 ea•• 9,4


co.: 0,4 Mg++ 11,4
C03H- 6,5 Na+ 47,3
SO= 5,6 K+ 0,4
4

Total 67,3 Total 68,5


La CE realmente medida fue CE= 5,90 mmhos/cm.
La aplicación de la regla práctica anterior da el valor:

Cationes (meq/1) 68,50 _ h /


CE ------- = -- = :, 71 mm os cm
12 12 '

valor sensiblemente igual al real.


La figura 3.3 muestra la relación CE- concentración en meq/1 para las distin-
tas sales. La figura 3.4 muestra la misma relación para las soluciones del suelo.
(Handbook 60, USDA).

98
98
100
8

s 6

Q)
E
2
z
o
H
o
~
< 0
E-t 8
:-.=
l'.:l
o 6
:z:
oo 1
4

2
02 4

. .

CE (mmhos/cm)

Figura 3.3.
Relación entre la CE (mmhos/cm) J' la concentración (meq/1) de las diferentes
sales.

b) CE y gr/1 ó ppm
Regla práctica: la CE en mmbos/cm multiplicada por 0,64 es igual a la
concentración en gr/l, Esta regla es menos exacta que la anterior, ya que la
relación varía más con el tipo de sales presentes.
Una relación más exacta se indica en la figura 3.5 (Handbook 60, USDA),
para cuyo uso hay que tener en cuenta que 1 gr/100 gr es igual a 10 gr/1.
Asimismo, la relación CE - pprn se deduce de la anterior teniendo en
cuenta que 1 ppm - 1 mg/1.
99
6 00

1000
8

.-i
4
'a
Q)

e
zo
H 2
o.,:
o::
E-1
@ 0
o
z 1
o 8
[.)
6

2 4 6 8 10 2 4 s e 00
1
CE (IIUilhos/cm)

Figura 3.4.
Relación CE (mmhos/cm) - concentración (meq/l), para el extracto de saturación de los suelos.

3.4.3. CE máxima ocasionada por las distintas sales


A partir de los datos de solubilidad de las sales y mediante la aplicación de la
relación CE = meq/ 12 se elabora la tabla 9.

100
TABLA 9
CE máxima debidaa las distintassales.

Solubilidad máxima

(}) Sal (2) P.e. (g) (3)g/l (4) meq/l (5) CE en mmhos/cm

S04Mg 60,19 262 4352 363


S04Na2 71,03 430 6054 504
S04Ca 68,07 2,04 30 2,5
CINa 58,45 318 5440 453
Cl2Mg 47,62 353 7413 618
C03Na2 53,00 441 8320 693
C03HNa 42,01 137 3261 272
C03Ca y C03Mg 10 0,8

(4) - (3) X J.{)OQ


(5)- ~
(2) 12

Como se ve, todas las sales muy solubles pueden constituir soluciones de
altísima CE. El caso máximo es el C03Na2, con 693 mmhos/cm. En cambio, el
yeso solo provoca una CE de 2,5 mmhos/cm; cuando el yeso aumenta por
encima de la concentración correspondiente (2,04 g/l), precipita, por lo que la
solución nunca superará los 2,5 mmhos/cm.
Igual ocurre al C03Ca-C03Mg, cuya solución solo puede superar la CE de 0,8
mmhos/cm (siempre que no intervengan factores que varíen la solubilidad,
como el C02, etc.).
Este hecho de tener unas conductividades límites del orden de los valores
frecuentes en el suelo, tiene mucha importancia para el balance de sales y lavado
de suelos con C03Ca, C03Mg y S04Ca.

3.5. Intercambio de cationes


Las propiedades químicas del suelo dependen fundamentalmente de los co-
loides electronegativos, que son las arcillas y los ácidos húmicos.
Las arcillas tienen unas propiedades fisicoquímicas muy pronunciadas debi-
do a su elevada superficie específica, que puede llegar a 800 m2 por gramo de
arcilla y a las cargas eléctricas de los silicatos que las constituyen.
Los coloides electronegativos (arcillas y ácidos húmicos) están rodeados de
dos capas de cargas. La primera corresponde al propio coloide; es un capa sólida,
unida a la masa de la molécula y cargada negativamente. La segunda es una capa
líquida en la cual hay un enjambre de cationes que le confieren su carga positiva
y que se encuentran retenidos por las cargas negativas de la primera capa. A esta
retención de los cationes se llama adsorción (*). El conjunto de estas dos capas
recibe el nombre de «capa doble difusa» (CDD). Como veremos más adelante, el

e•) No hay que confundir la adsorción, escrita con d, con la absorción escrita con b. Esta
última consiste en la penetración fisica de una sustancia en la masa de otra.

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4

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CE (:nmhos/cm)

Figura 3.5.
Relación entre la CE (mmhos/cm} y la concentracián (g/100 g) para las distintas sales.

espesor de la CDD varía en función de varios factoresy esta propiedad afectaa


la dispersión o floculación de los coloides y en consecuencia determina el
curioso comportamiento de los suelos salinos.
Los cationes adsorbidos pueden ser iones H+ o cationes metálicos, de los
cuales los más importantes son Ca'", Mg", K+ y Na.... En menor cantidad se
pueden encontrarNH4, Mn++, Cu'" y Zrr". En los suelos ácidos abunda el Al+++.
Todos estos cationes son llamados «de cambio»: pueden participar deun
proceso de intercambio reversible con los cationes que existen en la solución
del suelo.

102
Este proceso recibe el nombre de intercambio de cationes, y al conjunto de
coloides que participan en él se llama «complejo de cambio».
Entre los cationes adsorbidos y los de la solución del suelo existe un equilibrio
dinámico, que se caracteriza porque los cationes están pasando continuamente
de un medio a otro, aunque su cantidad total se mantenga constante. Por tanto,
una modificación en la composición de la solución del suelo repercute en la
composición de los cationes adsorbidos, aunque en el suelo esa repercusión sólo
se produce lentamente.
Si se añade un ión soluble al suelo, su concentración aumenta en la solución y
tiende a ser adsorbido por el complejo de cambio; la adsorción se hace cada vez
más lenta a medida que se aproxima al equilibrio y nunca es total. El equilibrio
se alcanza para un cierto % del ión añadido. Por ejemplo, si a una
montmorillonita saturada de amonio se añade una sal de Na, el equilibrio se
alcanza para un 60 por 100 del Na añadido (Scheffer, Schachtschabel, 1966).
La energía con que los cationes son adsorbidos es mayor cuanto mayor es la
valencia del catión y para la misma valencia, cuanto menor es el radio de
hidratación. La serie siguiente, denominada serie liotrópica, ordena los cationes
por orden decreciente de energía de adsorción:

Al > > Ba > Ca > Mg > > K > Na > Li

Los cationes adsorbidos con más energía tienden a desplazar del complejo de
cambio a los otros, que pasan a la solución del suelo y por tanto pueden ser
eliminados mediante lavados. Los cationes pesados, en general polivalentes, Mn,
Cu, Zn son adsorbidos con una gran energía: no son desplazados por los otros y
no se eliminan mediante lavados.
El intercambio de cationes presenta estas características:
- Los procesos de intercambio son reversibles o casi reversibles. Algunas
excepciones son la adsorción de cationes de elevada valencia o la retención
por la materia orgánica de muchos cationes polivalentes.
- Los procesos de intercambio son aproximadamente estequiométricos.
- Los procesos de intercambio son rápidos. El proceso limitante suele ser la
difusión iónica hacia o desde la superficie del coloide.
- Efecto catiónico de dilución: la dilución de la solución favorece la adsor-
ción del catión de carga más elevada. De este efecto se tratará más
adelante al estudiar el RAS.
- Efecto del catión complementario: el intercambio de un catión por otro
en presencia de un tercer catión ( «catión complementario») es más fácil a
medida que aumenta la fuerza de retención del catión complementario.
- Efectos aniónicos: el anión asociado al catión reemplazante puede afectar
al proceso de intercambio favoreciendo la reacción hacia su término si los
productos finales son más débilmente asociados o menos solubles o más
volátiles.
- Efecto del coloide: los coloides de elevada densidad superficial de carga
tienen generalmente mayor preferencia por cationes de carga elevada.

103
1031
03
3.5.J. CIC y PSI (CEC y ESP)

La cantidad máxima por unidad de masa que un suelo puede adsorber se


llama capacidad de intercambio de cationes y se designa por CIC. En la literatura
inglesa se llama CEC, iniciales de Cation Exchange Capacity. Algunos autores la
designan por T. Se mide en meq por 100 gramos de suelo. Generalmente se mide
a pH = 7. Es necesario especificar el pH porque éste afecta a algunas cargas, de
manera que la CIC decrece cuando aumenta la acidez.
La CIC es diferente según los distintos tipos de arcillas, humus, etc., como se
muestra en la tabla núm. 10.
TABLA 10
Capacidad de intercambio de cationes.

Material CIC (meq/100g)


Compuestos húmicos 300-500
Turba, mor · 100
Montmorillonita 100
Vermiculita 120-150
Ilita 30-60
Caolinita 10
Limo de cuarzo < 0,01

La cantidad real de cationes alcalinos y alcalinotérreos (Ca, Mg, K y Na)


adsorbidos en un determinado momento se expresa por la letra S. La diferencia
(CIC-S) indica la cantidad de iones generadores de acidez (Al y H).
En muchos suelos, el Ca representa el 80 por 100 de los cationes adsorbidos.
En estos casos los suelos suelen tener buena estructura. Sin embargo, en presen-
cia·de aguas freáticas cargadas de sales sódicas, el sodio puede alcanzar concen-
traciones elevadas en la solución del suelo y. pasar al complejo de cambio, donde
puede representar porcentajes elevados. Como se verá más adelante, esto tiene
importantes repercusiones sobre la estructura del suelo y otras propiedades.
En el estudio de los suelos salinos es de mucha importancia el porcentaje que
el Na representa respecto a los demás cationes adsorbidos. Este porcentaje,
expresando las cantidades en meq, se denomina porcentaje de sodio intercam-
biable y se expresa con las letras PSI, que son sus iniciales. En las literatura
inglesa se expresa con las letras ESP, iniciales de Exchangeable Sodium Percenta-
ge.
Ejemplo: Cationesadsorbidos meq/ J00 g de suelo

Ca++ 0,40
Mg++ l,60
K+ 0,50
Na+ 0,13
H+ y A[+++ 1 ,00

Total 3,18

PSI - O, 13 x 100 - 4,09 por ciento


3,18
Más adelante se tratará con detenimiento de los efectos del exceso de Na
adsorbido por el complejo de cambio. Ahora, con objeto de dar una idea del
orden de magnitud del PSI se incluye la tabla 11.

TABLA 11
Clasificaciónde suelos según
su PSI (Massoud, 1971)

a ase PSI
No sódicos
Ligeramente sódicos
<7
7-10
Medianamente sódicos
15-20
Fuertemente sódicos 20-30
Muy fuertemente sódicos < 30

Como ya se ha dicho, entre el complejo de cambio y la solución del suelo


existe un equilibrio en lo que se refiere a los cationes adsorbidos y disueltos. Un
índice caracteristico de toda solución salina es el RAS, iniciales de «relación de
adsorción del sodio», que se define según:

Na
RAS
-
~~¡ca=~====- Mg
(11)

donde los cationes se expresan en meq/1.


Más adelante, al tratar de la calidad del agua de riego, estudiaremos con más
detalle este índice, que sirve para indicar el riesgo de sodificación del complejode
cambio. Aquí nos interesa solamente destacar que el equilibrio antes citado entre
cationes adsorbidos y disueltos se refleja en que entre el RAS y el PSI existe una
relación que puede ser utilizada para calcular fácilmente el PSI, conociendo el
RAS.
El valor del RAS de la solución del suelo depende del estado de humedad.
Con objeto de normalizar las lecturas, se adopta el RAS correspondiente al
estado de saturación. Entre este RAS y el PSI del suelo, cuando se alcanza el
equilibrio catiónico, existe la siguiente relación, debida a Richards (l 954).
PSI= 100 (- 0,0126 + 0,01475 RAS)
(12)
1 + (- 0,0126 + 0,01475 RAS)

A esta relación corresponde la figura 6.


Cuando se trate de la calidad del agua de riego (Capítulo 4), se estudiará con
más detenimiento este índice RAS y se verá que cuando una solución se diluye,
su RAS decrece y en consecuencia el PSI del suelo decrece también. En otras
palabras, se favorece el paso de cationes bivalentes de la solución al complejo de
cambio, mientras que con los monovalentes ocurre lo contrario. Esta es una de
las causas de que en climas húmedos los suelos sódicos sean mucho menos
frecuentes que en climas áridos. En efecto, en épocas de lluvias, cuando se
producen fuertes lavados, los cationes monovalentes, y entre ellos el sodio, pasan
a la solución del suelo y son eliminados por el agua de lavado.

4. Efectos de la salinidad sobre las plantas y el suelo

Los efectos de las sales del suelo se pueden reunir en los tres grupos siguientes:
- Efecto osmótico de las sales disueltas.
- Efectos del sodio adsorbido.
- Toxicidad de algunos iones.
A continuación se estudian por separado.

4.1. Efecto osmótico de las sales disueltas en la solución


del suelo
La absorción de agua del suelo por las raíces de las plantas exige a éstas un
esfuerzo mayor cuanto más alta sea la salinidad de la solución del suelo. En
efecto, las raíces se comportan como membranas semipermeables que separan
dos soluciones de distinta concentración salina, y por tanto de distinto potencial
osmótico: en el exterior el agua del suelo y en el interior la del xilema. El agua
tendría tendencia a atravesar las raíces en el sentido de igualar ambas concentra-
ciones, es decir, a salir de la planta. Por tanto, para absorber agua del suelo, la
planta debe vencer esa tendencia mediante un esfuerzo adicional. Como se vio en
el capítulo 1, la presión extra de extracción debida a la salinidad equivale en atm
a 0,36 CE, siendo CE la conductividad eléctrica en mmhos/cm del agua del suelo
en el momento de la extracción. Las plantas realizan por tanto una ósmosis
inversa, similar a la de las bombas que se utilizan por desalinizar el agua del mar,
y al igual que en esas bombas, la obtención de agua de menor salinidad exige un
consumo de energía.
Cuanto mayor es la concentración salina del agua del suelo, mayor es la
presión osmótica que las plantas han de superar y puede llegar un momento en
que la absorción de agua se detiene. Por esta razón los síntomas de salinidad
coinciden con los de sequía y esto explica la aparente paradoja de que las plantas
experimentan sequía en tierras con abundancia de agua salina.
Una característica frecuente entre las plantas halófilas es que elevan la pre-
sión osmótica interior de la planta, con lo que disminuye la diferencia de presión
con el ambiente exterior salino, lo que facilita la absorción de agua. Por ejemplo,
Salicornia herbacea puede crecer en suelos muy salinos debido a que su plasma
celular es muy permeable a las sales y a que acumula grandes cantidades de sales
en sus órganos, con lo cual eleva la presión osmótica interior, que se aproxima a
la de la solución del suelo. Otras plantas halófitas acumulan distintas sustancias,
como Salso/a soda, que acumula ácidos orgánicos, o Artemisia marítima, que
acumula hidratos de carbono.
Na+
M. e. /lt et+ + Mg++
250 M. e. /lt
b

0.2

0.6

200 2

3
4
5
6

150 8
10

100
20

30
50

40

o 50
A B

Figura 3.6.
Relación entre el RAS del extracto de saturacián y el PSI del suelo en equilibrio con el extracto.
Figura 3.7.

4. 1. 1. Relación salinidad-producciónde los


cultivos
A medida que se van realizando experiencias sobre los efectos de la salinidad
en las plantas, aumentan los conocimientos cuantitativos sobre esa materia y
poco a poco se va avanzando hacia el objetivo de poder expresar dichos efectos
por medio de fórmulas prácticas. La cuestión es importante porque facilitará
diagnósticos más concretos en suelos salinos y porque permitirá cuantificar una
serie de valores de gran aplicación práctica, como salinidad adecuada del suelo
en función de los cultivos a implantar, dosis necesarias para el lavado de
sales, tiempo de salinización de un suelo, etc.
Como todo fenómeno en que se ven implicados procesos biológicos, la res-
puesta de los cultivos a la salinidad del suelo es difícil de cuantificar. La gran
cantidad de circunstancias que intervienen (fase de la planta, clima, toxicidad
de las distintas sales y un largo etc.) obliga a aceptar solamente como indicativas
las cifras obtenidas mediante experimentación en circunstancias distintas, que
mu- chas veces además nos son desconocidas porque sus autores no las
describen. Sin embargo, la dificultad del asunto no quita importancia a la
información cuanti- tativa de que se va disponiendo, siempre que se tenga el
buen sentido de no pretender una concordancia matemática entre el
comportamiento de las plantas y nuestros datos al respecto.
Ayers y Westcot (1977), en un trabajo realizado para la FAO, han recopilado
y elaborado la información existente sobre la tolerancia de las plantas a la
salinidad, recogiendo datos del Laboratorio de Salinidad de EE.UU. (1954),
Bemstein {1964), Comité Californiano de Consultores (1974) y los recientes de
Maas y Hoffman (1976). Estos últimos autores han propuesto una fórmula que
relaciona la producción en porcentaje de los distintos cultivos con la salinidad
del suelo, expresada en términos de CEc y medida en mmhos/cm.

4.1.2. La formula de Maas-


Hoffman
Maas y Hoffman, a partir de datos reales, han encontrado que entre la
salinidad del suelo y la producción de los cultivos existe una relación lineal, que
se puede expresar por la fórmula siguiente:

P - 100 - b (CEe - a) :i;; 100 ( 13)

donde:
P = producción del cultivo en % respecto al máximo.
CEc = salinidad del suelo expresada como conductividad eléctrica del
extrac- to de saturación y medida en mmhos/cm.
ayb =dos parámetros, cuyos valores son constantes para cada cultivo, de los
que se trata con detalle a continuación.

p
(%) f--a--l
100·------
90
8

P= 100-b ( CE8- a)~ 100

1 1 S 4 ll 8 7 8 8 IOII IU!ll4 li 10 CE8 (mmhos/cm)

Figura 3.8.

La fórmula de Maas-Hoffman puede representarse gráficamente como indica


la figura 8, expresando en ordenadas los valores de P y en abscisas los de la CE•.
Como se puede ver, existe un primer tramo horizontal, de longitud «a» en el
que P = 100. Esto quiere decir que mientras la CE sea igual.o menor que «a»
mmhos/cm, el cultivo no experimenta disminución en los rendimientos por
causa de la salinidad. El parámetro «a» se puede definir por tanto como el valor
umbral de la salinidad para cada cultivo.
A continuación viene un tramo recto inclinado, dibujado en la figura con
trazo continuo y que se prolonga hasta la ordenada correspondientea P - 50 por
100.
Este tramo define los valores de la salinidad A y B entre los cuales un
aumento de la CE. da lugar a una disminución de P directamente proporcional.
El tramo inclinado forma con la horizontal un ángulo cuya tangente es el pará-
metro «b». Este parámetro se puede considerar como la relación entre las varia-
ciones de P y las de salinidad:

b=-

donde el signo menos indica que cuando CE. aumenta, P disminuye. Cuanto
mayor sea-el valor de b, más rápidamente disminuirá P. Más adelante volvere-
mos sobre este parámetro.
Finalmente, a partir del punto correspondiente a P = 50 por 100 la curva
tiene una forma como la indicada en la figura con trazo discontinuo, hasta cortar
al eje de abscisas en el punto Den el cual el cultivo es totalmente inviable y la
producción nula.

Valores de los parámetros a y b


Aplicando la fórmula de Maas-Hoffman a la gran cantidad de datos recopila-
dos por A yers y Westcot, hemos calculado los valores de los parámetros a y b para
los distintos cultivos. Estos valores se indican en la tabla 12 donde asimismo se
incluyen los valores reales de salinidad observados para disminuciones en la
producción del O, 10, 25, 50 y 100 por 100 (es decir, para valores de P de 100, 90,
75, 50 y O por 100 respectivamente).
Hay que advertir que para muchos cultivos (algunos cereales como trigo,
arroz y cebada, hortalizas, remolacha azucarera, etc.), durante la germinación y
primera fase de la plántula la resistencia a la salinidad es menor que en las fases
siguientes. Los datos de la tabla 12 se refieren a estas fases posteriores, del
crecimiento a la madurez.
Una vez que se dispone de los valores de los parámetros «a» y «b», la
aplicación de la fórmula de Maas-Hoffman puede ser de gran utilidad, como se
muestra en los ejemplos siguientes.

Ejemplo 1
En una zona de riego se obtienen las siguientes producciones en suelos sin
problemas de salinidad:

A\godón . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.000 Kg/Ha


Maíz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6.800 Kg/Ha

11 1
01 1
El análisis del suelo de una parcela muestra que la salinidad es de CE. - 4
mmhos/cm. Calcular las producciones que se obtendrían de los citados cultivos.
Se aplica
P - 100 - b (CE. - a)~ 100

donde CEe= 4
TABLA12

Valoresde CE, (mmhoslcm)


para una P(%Jde:

Cultivo a b /()() 90 75 50 o
CULTIVOSEXTENSIVOS
Cebada (Hordeum vulgare) ......... 8,0 5,00 8,0 10,0 13.0 18,0 28,0
Algodón (Gossypium hirsutum) .... 7,7 5,38 7,7 9,6 13,0 17,0 27,0
Remolacha azucarera (Beta vulgaris) 7,0 6,25 7,0 8,7 11,0 15,0 24,0
Sorgo (Sorghum bicolor) ........... 6,8 16,13 6,8 7,4 8,4 9,9 13,0
Trigo (Triticum aestivum) .......... 6,0 7,14 6,0 7,4 9,5 13,0 20,0
Trigo duro (Triticurn turgidum) ..... 5,7 5,38 5,7 7,6 10,0 15,0 24,0
Cártamo (Carthams unctorius) ...... 5,3 10,87 5,3 6,2 7,6 9,9 14,5
Soja (Glycine max) ............... 5,0 20,00 5,0 5,5 6,2 7,5 10,0
Caupíes (Vigna unguiculata) ....... 4,9 11,90 4.9 5,7 7,0 9,1 13,0
Cacahuete, maní (Arachis hypogea) . 3,2 29,41 3,2 3,5 4,1 4,9 6,5
Arroz (Oryza sativa) .............. 3,0 11,90 3,0 3,8 5,1 7,2 11,5
Sesbania, cáñamo (Sesbania exaltara) 2,3 7,04 2.3 3,7 5,9 9,4 16,5
Caña de azúcar (Saccharum officina-
rurn) ............................. 1,7 6,02 1,7 3,4 5,9 10,0 19,0
Maíz (Zea mays)-, ................. 1,7 11,90 1.7 2.5 3,8 5,9 10,0
Lino (Linum usitatisslrnum) ........ 1,7 11,90 1,7 2.5 3,8 5.9 10.0
Haba (Vicia faba) ................. 1,6 9,62 1,6 2,6 4,2 6,8 12,0

HORTALIZAS
Calabaza, zapallito it. (Cucurbita pe-
po melopepo) ..................... 4,1 8,47 4,1 5,8 7,4 10,0 15,0
Remolacha (Beta vulgaris) ......... 4,0 8,93 4,0 5,1 6,8 9,6 15,0
Bróculi (Brassica olerácea botrytis) . 2,8 9.26 2,8 3,9 5,5 8,2 13,5
Tomate (Lycopersicum esculentum). 2,5 9,80 2,5 3,5 5,0 7,6 12,5
Pepino (Cucurnis sativus) .......... 2.5 13,16 2,5 3.3 4,4 6,3 10,0
Melón (Cucumis rnelo) ............ 2,2 7,25 2,2 3.6 5,7 9.1 16.0
Espinaca (Spinacia oleracea) ....... 2,0 7,58 2,0 3,3 5,3 8,6 15,0
Apio (Apium graveolens) .......... 1.8 6,17 1,8 3.4 5,8 9.9 18,0
Col (Brassica olcracea) ............ 1.8 9,62 1.8 2.8 4,4 7,0 12.0
Maíz dulce. choclo (Zea rnays) ..... 1,7 11,90 1,7 2,5 3.8 5.9 10,0
Patata (Solanum tuberosum) ........ 1,7 11,90 1.7 2,5 3,8 5,9 10.0
Boniato, camote (lpomaoea batatas). 1,5 11,11 1,5 2.4 3,8 6,0 10,5
Pimiento, ají (Capsicum annuum) ... 1,5 13.89 1,5 2,2 3.3 5,1 8,5
Lechuga (Lactuca sativa) .......... 1,3 12.82 1.3 2,1 3,2 5.2 9.0
Rábano (Raphanus sativus) ......... 1.2 13,16 1.2 2,0 3.1 5,0 9,0
Cebolla (Allium cepa) ............. 1.2 16.13 1,2 1,8 2,8 4,3 7,5
Zanahoria (Daucus carota) ......... 1,0 13,89 1.0 1,7 2,8 4,6 8,0
Judías, frijoles (Phaseolus vulgaris) . 1.0 19,23 1,0 1.5 2,3 3,6 6,5
Nabo (Brassica rapa) .............. 0,9 8.93 0,9 2,0 3,7 6,5 12,0
TABLA 12
(Continuación)

valoresde CE, (mmhos/cm}


para una P(%) de:

Cultivo a b /()() 90 75 50 o
FRUTALES
Palmera datilera(Phocnix dactilifera). 4,0 4.50 4,0 6,8 10,9 17.9 32,0
Granado(Puncía granatum) }
Higuera (Ficus carica) ..... 2,7 8.77 · 2,7 3.8 5,5 8.4 14.0
Oliv.o (Olea europaea)
Vid (Vitis spp) ................... ),5 9,62 1,5 2,5 4,1 6,7 12,0
Pomelo (Citrus paradisi) ........... 1,8 16,13 1,8 2.4 3.4 4,9 8.0
Pera (Pyrus cornmunis) )
Manzano (Malus sylvestris)
Naranjo (Citrus sinensis) ..... 1,7 16,13 1,7 2,3 3.3 4,8 8,0
Limonero(Citrus limón)
Nogal (Juglans regia)
Melocotonero(Prunus persica) ..... 1,7 20,83 1,7 2,2 2,9 4,1 6,5
Ciruelo (Prunus domestica) ........ 1,5 17,86 1,5 2,1 2,9 4,3 7,0
Almendro (Prunus dulcus) ......... 1.5 19,23 1,5 2,0 2,8 4,1 7.0
Albaricoquero(Pyrus anneniaca) ... 1,6 23,81 1,6 2,0 2,6 3,7 6,0
Zarzamora(Rubus spp) ............ 1,5 21,74 1,5 2,0 2,6 3,8 6,0
Aguacate(Perseaamericana)....... 1.3 20,83 1,3 1,8 2,5 3,7 6,0
Frambuesa (Rubus idocus) ......... 1,0 22,73 1,0 1.4 2,1 3,2 5,5
Fresa (Faggariaspp)............... 1.0 33,33 1,0 1.3 1,8 2,5 4,0
FORRAJERAS
Agropyronelongatum ............. 7,5 4,20 7,5 9,9 13,3 19,4 31,5
Agropyroncristatum .............. 7.5 6,67 7,5 9.0 11,0 15,0 22,0
Pasto de Bermudas
(Cynodondacty- Ion) 6,9 6.41 6,9 8.5 10,8 14.7 22.5
.............................
Cebadaforrajera,heno (Hordeumvul-
gare) ............................ 6,0 7,14 6,0 7,4 9,5 13,0 20,0
Ballico (Lolium perenne) .......... 5,6 7,58 5.6 6,9 8,9 12,2 19.0
Tébolpie de pájaro (Lotus comicula-
tus) ............................. 5,0 10,00 5.0 6,0 7,5 10,0 15,0
Alpiste (Phalaristuberosa) ......... 4,6 7,69 4,6 5.9 7.9 11,1 18,0
Festucaelatior .................... 3,9 6.17 3.9 5,5 7.8 12,0 20,0
Agropyrondesertorum ............ 3,5 4,00 3,5 6,0 9,8 16.0 28,5
Veza, alverjilla (Vicia anguslifolia) . 3.0 10,87 3,0 3,9 5,3 7,6 12,0
Sorgo del Sudán (Shorgumsudanense) 2,8 4,31 2,8 5,1 8.6 14.4 26,0
Elymus lriticoides................. 2,7 6,02 2,7 4,4 6,9 11,0 19,5
Loto de los pantanos (Lotus uligino-
sus) ............................. 2,3 19,23 2.3 2,8 3.6 4,9 7.S
Sphaerophysasalsula .............. 2,2 7,04 2,2 3,6 5,8 9,3 16,0
Alfalfa (Medicago sativa).......... 2,0 7.35 2,0 3.4 5,4 8,8 15,5
Eragrostis ssp..................... 2,0 8,33 2.0 3,2 5.0 8,0 14,0
Maíz.forrajero(Zca mays) ......... 1,8 7,35 1.8 3.2 5.2 8.6 15.5
Bcrsim (Trifolium alexandrinum)... 1.5 19,23 1,5 3.2 5,9 10.3 19.0
Dactylis glomerata , ............... 1,5 6,17 1.5 3,1 5.5 9.6 17.5
Cola de zorra (Alopecuruspratense). 1,5 9,62 1,5 2,5 4,1 6,7 12.0
Trébol híbrido, ladino, rojo. fresa
(Tr. ssp) ......................... 1.5 11.90 I.S 2.3 3,6 5,7 10.0
Producción (Kg/Ha)

Cultivo a b P('l6) Máxima Esperada

Algodón ....... 7,7 5,38 100 3.000 3.000


Maíz .......... 1,7 11,90 72,6 6.800 4.937

Ejemplo 2
Un suelo presenta una salinidad de CEc = 12 mmhos/cm. Calcular hasta qué
nivel habrá que rebajar la salinidad para que no se produzcan pérdidas superiores
al 15 por 100 en los siguientes cultivos: remolacha azucarera, trigo, soja, sorgo y
alfalfa.
Se aplica la fórmula de Maas-Hoffman en la forma siguiente:
CE= 100-P +a
e b (14)

Una pérdida del 15 por 100 equivale a P = 85 por 100, con lo que la fórmula
queda:

CE =~+a
e b

Cultivo a b CE, (mmhos/cm)

Remolacha azucarera ...... 7 6,25 9,40


Trigo ..................... 6 7,14 8,10
Soja ...................... 5 20,00 5,75
Sorgo ···················· 4 7,14 6,10
Alfalfa .................... 2 7,35 4,04

Se adopta el valor correspondiente al cultivo más exigente, la alfalfa, que


necesita que la salinidad descienda hasta 4,04 mmhos/cm.

4.1.3. Resistencia y sensibilidad de las plantas a la salinidad


La fórmula de Maas-Hoffman nos permite una nueva definición de la carac-
terística «resistencia a la salinidad» de las plantas, y la introducción de un
concepto nuevo: sensibilidad a la salinidad.

Resistencia
Como se ha dicho antes, el parámetro «a» se puede considerar como el
umbral de salinidad para cada cultivo, de forma que si la CEe se mantiene por
debajo de a, el cultivo no se resiente. Parece por tanto que una buena medida de
la resistencia a la salinidad de las plantas viene dada por «a». Sin embargo, en la

114 113
113
resistencia no sólo interviene el valor umbral «a» sino también «b», es decir, la
inclinación de la recta producción-salinidad (Fig. 3.8). Por tanto, nosotros consi-
deramos más representativo de la resistencia de una planta, el valor de la CE0 que
da lugar a una pérdida del 1 O por 100 de la producción. Por ejemplo en la
figura 3.8, se muestra el caso de la cebada. A una pérdida del 10 por 100 (P = 90
por 100) corresponde una CE0 de 10 mmhos/cm. Este valor, 1 O mmhos/cm., es el
que consideramos que define la resistencia de la cebada a la salinidad. A la CE.
correspondiente a P = 90, la denominamos abreviadamente CE/90.
En la Tabla 13 se ordenan los cultivos por orden decreciente de su CE/90 y se
clasifican según su resistencia.

p
{ •t.)
1001-----,
90
80
70
60 CEBADA

so
40
' '-
30 ',
20 ',
10 ',
o '--...--.--.--,---1~.-.--.--.-.--,.-.-.--.---r~
2 4 6 8 • 12 14 16 18 20 22 24 26 28 30 CEe Cmmhos/cm I

CE/90:10

Figura 3.9.

Sensibilidad
A diferencia de la resistencia, que relaciona la producción con la salinidad, la
sensibilidad se refiere a cómo la producción se ve afectadapor pequeñas variacio-
nes de salinidad. Definimos la sensibilidad de una planta a la salinidad como la
variación de su producción ocasionada por una variación de la CE. de 1 mmho/
cm. Observando la fórmula de Maas-Hoffman se comprueba que el valor de la
sensibilidad coincide con el parámetro b. Por ejemplo, el tomate tiene una
sensibilidad de b = 9,80. Esto quiere decir que si la CEc aumenta l mmhos/cm.,
la producción de tomate disminuye un 9,8 por 100 respecto a la producción má-
xima.
Una planta es muy sensible cuando ligeras variaciones de la CE. dan lugar a
variaciones fuertes de P, es decir, cuando «b» es alto. Otra forma de ver la
cuestión es gráficamente: en la figura 3.8 ó 3.9, cuanto más sensible es la planta,
más vertical es el tramo inclinado, ya que éste forma con la horizontal un ángulo
cuya tangente es b (ver Fig, 3.8).
En la tabla 13, junto a los valores de la resistencia (CE/90) se muestran los de
la sensibilidad (b). En dicho cuadro se puede comprobar que, en general, suelen
ir unidas las características de alta resistencia y baja sensibilidad, es decir, que el
cultivo que tolera altos valores de la CE•. generalmente se ve menos afectado por
las variaciones de la salinidad.

TABLA 13
Cultivo CE/90 Resisiencia b
CULTIVOS EXTENSIVOS
Cebada ·················· 10 5,00
Algodón ················· 9,6 ALTA 5,38
Remolacha azucarera ...... 8,6 6,25
Trigo ···················· 7,4 7,14
Cártamo ············ ..... 6,2 10,87
Soja ····················· Sorgo 5,5 20,00
···················· Arroz .................... 5,4 MEDIA 7,14
Sesbanía ................. 3,8 11,90
Cacahuete ·--······ ....... 3,7
3,5 29,41
7,04
Caña de azúcar ........... 3,0
·· 2,6 Habas ················· 9,62
Maíz .................. .. 2,5 BAJA 11,90
Lino ............. ········ 2,5 11,90

HORTALIZAS
5,1 ALTA 8,93
Remolacha ···············
3,9 9,26
Bróculi '················· 3,6 7,25
Melón ................... 3,5 9,80
Tomate ·················· 3,3 7,58
Espinaca ................. 3,3 13,16
Pepino ................... MEDIA 9,62
Col ...................... 2,8
11,90
Maiz dulce ............... 2,5
Patata .... ··············· 2,5 11,90
2,4 11,11
Boniato ..................
Pimiento ................. 2,2 13,89
Lechuga ................. 2,1 12,82
2,0 13,16
Rábano
Cebolla
··················
.................. 1,8 16,13
Zanahoria ················ 1,7 BAJA 13,89
Judías ··················· 1,5 19,23
TABLA 13
(Continuación)

Culüvo Ci:./90 Resistencia b

FRUTALES
Palmera datilera 6,8 ALTA 4,
Granado . 3,8 8,
Higuera . 3,8 8,7
Olivo . 3,8 MEDI 8,7
Vid . 2,5 A 9,
Pomelo . 2,4 16,
Peral . 2,3 16,1
Manzano . 2,3 16,1
Naranjo . 2,3 16,
Limonero . 2,3 16,
Nogal . 2,3 16,
Melocotonero . 2,2 BAJA 20,8
Ciruelo . 2,1 17,8
Almendro . 2,0 19,
Albaricoquero . 2,0 23,8
Zarzamora . 2,0 21,7
Aguacate .........•....... 1,8 20,8
Frambuesa . 1,4 22,7
Fresa . 1,3 33,3

FORRAJERAS
Agropyron elongatum 9,9 4,2
Agropyron cristatum . . 9,0 6,6
. . . . de Bermudas . . . .
Pasto 8,5 ALTA 6,4
.Cebada,... heno . . . . . . . .. 7,4 7,1
....
Ballico . . . . . . . . . . . . . .. 6,9 4
7,5
....
Trébol pie de pájaro . .. 6,0 10,
Agropyron
.... desertorum . 6,0 4,0
....
Phalaris tuberosa . . . . . . 5,9 7,6
.Festuca
... clatior . . . . . . . . 5,8 5,3
Sorgo. . . . del Sudán . . . . . . 5, 1 4,3
....
Elymus triticoides . . . .. 4,4 6,0
.Veza ... .............. . 3,9 MEDIA 10,8
. . . . . . . . . . . . . . . . . . ..
Alfalfa 3,4 7,3
....
Bersim . . . . . . . . . . . . . .. 3,3 19,2
.Maíz . . . forrajero . . . . . . . . 3,2 7,3
....
Eragrostis spp. . . . . . . . 3,2 8,3
.Dactylis
.... ........ ..... 3, 1 6,1
.Trébol
. . . . . . . . . . . . . . . . . .. 2,8 19,2
. . . . de zorra . . . . . . . . .
Cola 2,5 9,6
.Trébol
... lubrido, ladino,
rojo,
fresa . . . . . . . . . . . . . . . .. 2,3 BAJA 11,9
....

116 11
61
4.2. Efectosdel sodio adsorbido
Altos porcentajes de Na en el complejo de cambio, es decir, elevados valores
del PSI, tienen un efecto importantísimo sobre la estructura del suelo. Además, la
presencia de sodio puede crear problemas de toxicidad. Este segundo efecto se
estudia más adelante (4.3.), dedicando este apartado al tema de la estructura.
Para ello hay que profundizar en los mecanismos de floculación y dispersión de
los coloides, así como en el de hinchamiento.

4.2./. Floculaciony dispersión de los


coloides
Sobre los coloides del suelo (arcillas y humus) actúan unas fuerzas de atrac-
ción y otras de repulsión. Cuando dominan las primeras, los coloides floculan y
forman agregados: los poros son de gran tamaño, el suelo presenta buena per-
meabilidad y aireación, etc. Cuando dominan las fuerzas de repulsión los coloi-
des se dispersan, perdiendo el suelo su estructura.
Las fuerzas de atracción son del tipo de fuerzas de Van der Waals: como
consecuencia de la asimetría en el reparto de cargas de las partículas se forman
dipolos, lo que establece una atracción entre las distintas partículas, que tienden
a agregarse de forma que los polos de unas se enfrenten a los de distinto signo de
las partículas vecinas. Se trata del mismo fenómeno que crea el puente de
hidrógeno en el agua, descrito en el capítulo l.
Las fuerzas de Van der Waals son de corto rango, pero son aditivas para cada
par de átomos, de forma que en partículas de muchos átomos, como es el caso de
las arcillas, dichas fuerzas pueden ser comparadas a las de repulsión. A diferencia
de éstas, las fuerzas de atracción son independientes de la concentración de sales
de la solución del suelo.
Las fuerzas de repulsión se explican mediante la teoría de la capa doble
difusa, postulada por Gouy y Chapmann a primeros de siglo. Según esta teoría,
las arcillas están rodeadas de dos capas de iones (Fig, 3.10).

LA COO
--------SOLUCION DEL SUELO

Figura 3.10.
l.ª capa: Corresponde a la propia arcilla y tiene carga negativa, debido a
sustituciones isomórficas de unos cationes por otros de menor valencia.
2.ª capa: La carga negativa de la primera capa atrae a un enjambre de
cationes, que se sitúan alrededor de la arcilla. Estos cationes son los cationes de
cambio y constituyen la segunda capa, que tiene carga positiva y que por tanto
motiva la repulsión entre dos partículas próximas.
Como veremos a continuación, el espesor de la CDD depende de varios
factores. Dicho espesor es pequeño comparado con el diámetro de los poros
del suelo, pero es del mismo orden que las películas de agua en suelos
relativamente secos.
Para dos partículas de arcilla cuyos centros de gravedad se mantienen a una
distancia constante, el aumento del espesor de la CDD ocasiona una aproxima-
ción entre ambas capas exteriores cargadas positivamente, lo que aumenta las
fuerzas de repulsión. Inversamente, un «aplastamiento» de la CDD disminuye
las fuerzas de repulsión.

4.2.2. Factores que afectan a las fuerzas de


repulsión
1.° Concentración salina de la solución del suelo. La causa de la formación
de la CDD es la tendencia de los cationes a difundir desde la zona de
acumulación próxima a la superficie negativa de la arcilla hacia la región de
menor concentra- ción de la solución del suelo. El aumento de sales en esta
solución disminuye el
«gradiente de cationes», elimina parcialmente la tendencia a la difusión y «com-
prime» la CDD contra la partícula de arcilla. Por tanto, cuanto mayor sea la
salinidad del agua del suelo, menor será el espesor de la CDD y menor la fuerza
de repulsión.
2.0 Valencia de los cationes adsorbidos. Los cationes divalentes son
adsorbi- dos por las partículas negativas más enérgicamente que los
monovalentes, por lo que el enjambre de cationes se aplasta más contra la arcilla
en el caso de cationes divalentes. Van Olphen ha calculado el espesor de la CDD
en ambos casos para tres concentraciones distintas de la solución del suelo, con
los siguientes resulta- dos:
Espesorde la CDD (Á)
Concentración Caiiones Cationes
cattontea (et¡/Q diva/emes monovalentes
10-s 500 1.000
J0-3 50 100
10-1 5 10

Además, entre los cationes de la misma valencia aparecen pequeñas diferen-


cias: en general cuanto mayor es el radio hidratado del ión, mayor es su poder
dispersante. La serie liotrópica (ver 3.5.) es asimismo una ordenación de cationes
en orden inverso a su poder de dispersión.

11 11
81 81
3.0 Tipo de arcilla. Para un mismo PSI, la montmorillonita presenta una

11 11
91 91
mayor fuerza de repulsión que la ilita, lo que hace que los suelos ilíricos sean
menos sensibles a la dispersión y migración de partículas que los montrnorilloní-
ticos.

4.0 pH. Un aumento del pH equivale a una disminución de cargas positivas


en la segunda capa. Para que la concentración se mantenga constante se produce
un aporte de cationes, lo que aumenta la CDD y en consecuencia, el riesgo de
dispersión es mayor.

4.2.3. Hinchamiencode los agregadosdel


suelo
Ya hemos citado que el espesor de la CDD es del mismo orden que las
películas de agua cuando el suelo está relativamente seco. Si el espesor de la
película de agua se hace menor que la CDD, los cationes se concentran excesiva-
mente y generan avidez de agua: aparece una presión de hinchamiento. Al añadir
agua a un suelo en estas condiciones aumenta el espesor de la capa de agua
asociada a las partículas forzando a que éstas se separenentre sí. Esto hace que
los agregados del suelo aumenten de volumen cerrando los poros entre
ellos y disminuyendo la permeabilidad. El hinchamiento de los agregados puede
condu- cir finalmente a su desmoronamiento y a la dispersión de las partículas
indivi- duales de arcilla.
El fenómeno de hinchamiento se produce con más facilidad cuanto mayor es
el espesor de la CDD, ya que así es más fácil que la película de agua sea más
«fina» que la CDD. Por tanto, todos los factores antes estudiados que aumentan
el espesor de la CDD provocan también el hinchamiento de los agregados del
suelo.

4.2.4. El efecto dispersantedel Na de


cambio
Cuando se eleva el PSI de un suelo aumenta su riesgo de dispersión, fenóme-
no que puede ser provocado por el sodio por dos mecanismos diferentes.
La superficie externa de las arcillas es del orden del 20 por 100 de la superficie
total. 'El Na es adsorbido preferentemente por las superficies externas, mientras
que el Ca lo es por las internas. Cuando el Na se encuentra en porcentajes no
excesivamente altos (PSI < 20 %), las superficies internas de las arcillas contie-
nen Ca y las externas Na. El predominio del Na en las superficies externas
aumenta el espesor de la CDD, provocando la dispersión.
Para porcentajes más altos de Na (PSI > 20 %), dicho catión es adsorbido
también en las superficies internas y al mecanismo anterior de aumento de la
CDD se une el que, debido a la gran esfera de hidratación del Na, se produce
hinchamiento de las partículas facilitando su dispersión.
Por tal razón, como veremos más adelante, una de las principales característi-
cas de los suelos sódicos es su tendencia a dispersarse, es decir, a perder la
estructura, con toda su secuela de propiedades negativas: disminución de la
permeabilidad, encharcamiento, falta de aireación, dificultad física de penetra-
ción de las raíces, etc.
4.2.5. Dispersión, PSI y CE~
Como ya hemos visto, el riesgo de dispersión aumenta cuando el PSI es alto y
disminuye cuando crece la CEe: Esto se representa gráficamente en la figura 3.11.

PSI
¡ Dispersión

FloculaciÓn

CEe

Figura 3. l l.

4.3. Toxicidad
Algunos iones producen efectos tóxicos en las plantas, incluso en concentra-
ciones muy inferiores a las necesarias para perjudicar a los cultivos vía efecto
osmótico o vía dispersión de los coloides. El mecanismo mediante el que se
produce la toxicidad no es bien conocido y posiblemente es distinto en cada
caso. Sí parece confirmado que la toxicidad no es debida al efecto directo de los
iones que la ocasionan, sino a que éstos inducen alteraciones en el
metabolismo, ocasionando la acumulación de productos tóxicos. Por ejemplo,
en suelos sali- nos, el algodón sufre un cambio en el metabolismo del nitrógeno
con acumula- ción de NH4' que es el que realmente tiene un efecto tóxico.
En general el problema de la toxicídad es más frecuente en especies arbóreas o
plantas leñosas de hoja perenne que en plantas anuales. Los iones que con más
frecuencia ocasionan toxicidad son el sodio, cloruro y boro, aunque otros oligoe-
lementos también pueden causar estos problemas.
120 120
120
Sodio
Las plantas absorben sodio del suelo junto con el agua. A medida que el agua
es transpirada el Na se va concentrando en las hojas y cuando alcanza ciertas
concentraciones produce efectos tóxicos. El límite de tolerancia de cada cultivo
es distinto, pero para muchas especies arbóreas la toxicidad se presenta cuando el
Na representa un porcentaje superior al 0,25-0,50 por 100 respecto al peso seco
de la hoja.
Los síntomas de toxicidad por sodio consisten en sequedad o quemadura del
tejido en los bordes exteriores de las hojas; a medida que el daño aumenta las
quemaduras avanzan entre los nervios hacia el centro de la hoja. Estos síntomas

TABLA 14
Tolerancia de varios cultivos al porcentaje de sodio cambiable, (PSI) bajo condiciones no salinas
(Pearson 1960).
Tolerancta a PSJ y gama Reacción de dna"ol/oen
en ta que resulta afectado Cultivo condiciones de campo
Sumamente sensibles Frutas (eaducifolias) Síntomas de toxicidad de sodio
(PSI= 2 - 10)
Nueces aún a valores PSI bajos.
Cítricos (Citrus spp.)
Aguacate (Persea americana
Mili.) }

Sensibles Falta de crecimiento a valores


(PSI = 10 - 20) bajos de PSI, aún cuando sean
buenas las condiciones físicas

l
Frijoles (phaseolus vulg, L.) del suelo.
Moderadamente tolerantes Falta de crecimiento debido a
(PSI - 20 - 40) factores nutritivos y a
condiciones de sucio adversas.
Trébol (Trifolium spp.)
Avena (Avena sativa l.)
Festuca alta (Festuca
arundinácea Schreb.)
Tolerantes Arroz (Oryza saliva L.)
Pasto miel (Paspalum dilatun Falta de crecimiento debido
(PSI - 40 - 60) generalmente a condiciones
Poir)
físicas de sucio ad versas.
Trigo (Triticum aestivum L.)
Algodón (Gossypium hirsutum
L.)
Alfalfa (Medicago sativa L.)
Cebada (Hordeum vulg. L.)
Tomate (Lycopersicon ese. M.)
Remolacha (Beta vulgaris L.)

Sumamente tolerantes Agropiros, grama alta JFalta de crecimiento debido


(PSI = mas de 60) (Agropyron spp.) generalmente a condiciones
(Agropyron elongaturn) flsicas de suelo adversas.
(Host Beau.)
Grama Rhodes (Chloris gayana
Kunth)
se observan antes en las hojas más antiguas ya que se requiere cierto tiempo (días
o semanas) antes de que la acumulación alcance proporciones de toxicidad.
El efecto tóxico del sodio no depende de la concentración absoluta de este
catión en el suelo, sino de su proporción respecto al calcio. Por tal razón la
tolerancia de los cultivos se relaciona con el PSI del suelo. En la tabla 14 se
informa acerca de la tolerancia de algunos cultivos. Las técnicas que disminuyen
el PSI del suelo, colaboran a minimizar el problema de la toxicidad del sodio.

Cloruros
El anión cloro no es adsorbido por el complejo de cambio, pero se encuentra
disuelto en la solución del suelo, de donde puede ser absorbido por las raíces y
conducido a las hojas, donde se puede acumular hasta niveles perjudiciales. Estos
generalmente son del orden del 0,3-0,5 por l 00 respecto a la hoja en peso seco.
Al igual que el sodio, afecta preferentemente a especies arbóreas, pero los
síntomas son diferentes. En el caso del cloro las quemaduras se inician en la
punta extrema de la hoja en vez de en los bordes y desde allí, en las hojas más

TABLA 15
Tolerancias al cloruro en el extractode saturacion delsuelo para cultivosfrutales (Bernstein, 1965).

Cultivo Patrán o variedad CI máximopermisible en el


extracto
de saturacián en meq/l

Patrón
Cítricos Rangpur lime, Cleopatra mandarin 25
(Citrus spp.) Rough lemon, tangelo, sour orange 15
Sweet orange, citrange 10

Frutales de hueso Marianna 25


(Prunus spp.) Lovell, ShaliI 10
Yunnan 7

Aguacate {palto) West lndian 8


(Persea americana Mili.) Mexican
Vid Salt Crcck, 1613-3 40
(Vitis spp.) Oog Ridge 30
Variedades
Vid Thompson Seedless, Perlette 25
(Vitis spp.) Cardinal, Black rose 10

Zarzamoras • Bosyenbcrry 10
(Rubus spp.) Olallie Blackbcrry 10
Indian Summer raspberry 5

Fresa (frutilla) l.assen 8


(Fragaria spp.) Shasta 5
viejas, se van extendiendo por los bordes. La quemadura intensa de las hojas va
acompañada de una caída prematura del follaje. La tabla 15 muestra la
tolerancia de algunos cultivos.

Bor
o
El boro es un oligoelemento esencial para el crecimiento de las plantas, pero
en cantidades excesivas se vuelve tóxico. Aunque hay suelos que contienen boro
en concentraciones perjudiciales, en la mayoría de los casos de toxicidad por
boro, éste ha sido incorporado a la solución del suelo por el agua de riego
procedente de pozos.
El boro es absorbido por las raíces junto con el agua, acumulándose en las
hojas y otras partes de las plantas. En muchos cultivos la toxicidad se manifiesta
para concentraciones de boro en las hojas superiores a 250-300 mg/1, pero
algunos cultivos sensibles como frutales de hueso (melocotón, ciruelo, etc.) o de
pepita (peral, manzano, etc.) no acumulan boro a pesar de ser dañados por dicho
anión.
Además de a las especies arbóreas, el boro puede perjudicar a muchas plantas
anuales. Los síntomas típicos se presentan en la punta de las hojas más antiguas,
que amarillean o presentan motas o sequedad en los tejidos, o todo ello en
combinación. Estos síntomas avanzan desde la punta a lo largo de los bordes y
hacia el centro de la hoja entre los nervios. En algunos árboles, p. ej. almendro,
cuando están seriamente afectados a veces se produce gomosis o exudación en
troncos y ramas.
Los estudios de tolerancia han relacionado esta característica más con el
contenido de boro en el agua de riego que en la solución del suelo. Los datos
conocidos se muestran en la tabla 16.

Otros oligoelemenros tóxicos


Al igual que en el caso del boro, los niveles tóxicos de varios oligoelementos
han sido estudiados en el agua de riego y no en el suelo. Por tanto nos remitimos
al capitulo 4, donde se estudiará la calidad del agua de riego.

5. Clasificación de los suelos salinos

Existen varias clasificaciones de suelos salinos, cada una de ellas con ventajas
e inconvenientes. Las tres más importantes son la rusa, la francesa y la america-
na. La clasificación rusa combina los principios de pedogénesis, geoquímica de
las sales y fisiología vegetal. Ha creado denominaciones de suelos tales como
solonchak, solonetz, takyr, etc., ampliamente divulgadas en la literatura
especia- lizada, incluso en otras lenguas. Sin embargo nosotros vamos a seguir
una clasifi- cación más simple y muy práctica propuesta por el U.S. Salinity
Laboratory (Richards, 1954) y perfeccionada por Massoud (1971).
Esta clasificación utiliza fundamentalmente dos parámetros para identificar a
TABLA 16
Toleranciarelativa de cultivos y plantas ornamenta/es al boro en el agua de riego. En cada
columna. la tolerancia aparece en orden decreciente (Wilcox, 1960).

Tolerant Semitolerame Sensible


e
4,0 mg/l de boro 2.0 mg/1 de boro 1,0 mg/1 de boro

Tamarindo
Girasol Pacana, pecana
(Tamarix aphylla)
(Hclianthus annus L.) (Carya, illinoensis [Wang.J K.
Koch)
Espárrago
Nogal, negro o común
(Asparagus officinalis L.) Patata (papa)
(Solanum tuberosum L.) (Juglans spp.)
Palma de las Canarias
Algodón, Alcala y pima Patata topinambur
(Phoenix canariensis)
(Gossypium sp.) (Helianthustuberosus L.)
Palma datilera Tomate
(P. dactylifera L.) Frijoles (judía)
(Lycopersicon Lycopcrsicum (Pbaseolus vulgaris L.)
Remolachaazucarera Mili.)
(Beta vulgaris L.) Guisante de olor Olmo americano
Betarraga (Lathyrus odoratus L.) (Ulmus americana L.)
(Beta vulgaris L.) Rábano Ciruelo
(Raphanus sativus L.) (Prunus domestica L.)
Remolachade huerta
(Beta vulgaris L.) Guisante (arveja) Peral
(Pisum sativum L.) (Pyrus communis L.)
Alfalfa
Rosa Manzana
(Medicago sativa L.)
(Rosa sp.) (Malus sylvestris Mili.)
Gladiolo
Olivo Vid (Sultanina y MaJaga)
(Gladiolus Sp.) (Vitis sp.)
(Olea curopaea L.)
Haba Higuera
(Vicia faba L.) Cebada
(Hordeum vulgare L) (Ficus carica L.)
Cebolla caqui de Virginia
(Allium Cepa L.) Trigo
(Triticum aestivum L.) (Diospyros virginiana L.)
Nabo
Maíz Cerezo
(Brassica rapa L.) (Prunus Sp.)
(Zea Mays L.)
Repollo Melocotonero (durazno)
(Brassica olcracea var. Sorgo
capitata L.) (Prunus Persical [L.] Batsch)
Lechuga (Sorghum bicolor [L.] Moench)
Avena Albaricoquero(damasco)
(Lactuca sativa L.) (Prunus Armcniaca L.)
(Avena sativa L.)
Zanahoria Zinnia Zarzamora
(Daucus carota L.) (Rubus sp.)
(Zinnia elegans Jacq.)
Calabaza Naranjo
(Cucurbita spp.) (Citrus sinensis [L.] Osbeck)
Aguacate (palto)
(Persea americana Mili.)
Pimiento morrón Pomelo
(Capsicum annum L.) (Citrus paradisi Macfad.)
Batata Limón
(Ipomoea batatas [L.] Lam.) (Citrus liman [L.] Burm. f.)
Haba de Lima
(Phaseolus lunatus L.)

2,0 mg/1 di' 1,0 mg/1de boro O.J mg// dt boro


boro

124 124
124
los suelos, la CEe y el PSI; a partir de estas características se puede diagnosticar el
tipo de suelo salino, los problemas que causa y el método de recuperación. Los
suelos se clasifican en cuatro categorías:
1. Suelo normal.
2. Suelo salino.
3. Suelo sódico.
4. Suelo salino-sódico.

A continuación se estudian los criterios de clasificación y se describe la


problemática de cada tipo de suelo. Para ello hay que comenzar analizando la
posible localización de las sales, asunto que vamos a emprender con un método
que puede parecer poco ortodoxo, pero que tiene la gran ventaja de que es muy
intuitivo. La experiencia de numerosos cursos sobre esta materia nos aconseja
seguir dicho método, aún a riesgo de ofender a algún edafólogo purista.

5.1. Localización de las sales


En lo que sigue vamos a representar una partícula de suelo en la forma
simplificada de la figura 3.12.

AGUA DEL SUELO

PARTICULA SOLIDA

Figura 3.12.

Las partículas sólidas (arcilla, limo, arena, etc.) están rodeadas por el agua del
suelo, que forma una película de espesor variable según el contenido de humedad
del suelo. Las sales, que se representan por una X, pueden estar presentes en dos
sitios distintos (Fig. 3.13):
a) Disueltas en la solución del suelo, lo que en los análisis se manifiesta por
altos valores de la CE•.
b) Unidas a la parte sólida, o dicho con más rigor, adsorbidas por el comple-
jo de cambio. En este caso, aunque hemos hablado de sales en general, el
problema es causado únicamente por el ión Na, mientras que en el caso
a) el problema lo puede causar cualquier sal soluble. En el análisis, el caso
b) se manifiesta por altos valores del PSI.
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Figura 3.13.

126 12
126 61
Como muestra el cuadro de la figura 3.13, hay cuatro posibles combinaciones
de los casos a y b, a las que corresponden las cuatro clases de suelos: normal,
salino, sódico y salino-sódico. Estudiemos por separado cada una de ellos, pero
antes hay que señalar lo siguiente: como hemos visto, el término «salino»
es ambiguo y se utiliza con dos significados distintos; unas veces se refiere a
la totalidad de los suelos afectados por las sales, incluso a los que hemos
llamado
sódicos y salino-sódicos. Otras veces el término se aplica a un caso concreto
de
los cuatro que pueden presentarse. Esta ambigüedad es común a muchos idiomas
y a veces da lugar a confusión.

5.2. Suelo normal


Cuando las sales disueltas en la solución del suelo y el sodio adsorbido por el
complejo de cambio se encuentran por debajo de los límites perjudiciales, el
suelo se considera normal. Dejemos para más adelante la discusión de los valores
que se consideran como límites de normalidad y citemos únicamente dichos va-
lores:
a) CEe < 2 mmhos/cm. Este valor indica pocas sales disueltas.
b) PSI < 7 %. Este valor indica poco sodio adsorbido.

5.3. Suelo salino

Descripción y diagnosis
Los suelos salinos son los que contienen en la solución del suelo una concen-
tración de sales suficientemente alta (elevada CEe) para restringir el desarrollo de
los cultivos. En cambio tienen poco sodio adsorbido (el PSI es menor que 7), por
lo que la estructura no se ve afectada.El pH puede variar entre 7 y menos de 8,5.
Durante mucho tiempo se ha aceptado corno límite entre suelo normal y
salino el valor CEe - 4 mmhos/cm. Sin embargo, si se observa la tabla 12,
se
comprueba que valores de la CE. del orden de 2 y 3 mmhos/crn provocan fuertes
disminuciones en los rendimientos de muchos cultivos, sobre todo de hortalizas.
Por tanto adoptamos como valor limite el de CEe - 2 mmhos/cm. En resumen,
la identificación de un suelo como salino se basa en estos dos valores:

CEe> 2 mmhos/cm
PSI< 7

Clasificación
Los suelos salinos se pueden clasificar de acuerdo con dos criterios distintos:
según el tipo de sales disueltas y según la intensidad de la salinidad, es decir,
según los valores de CEe. Según el tipo de sales se pueden agrupar en:
l. Suelos salinos con Na; contienen principalmente ClNa y S04Nar
2. Suelos salinos con Ca y/o Mg; contienen principalmente S04Mg, C~Mg,
Cl2Ca y SO,Ca.
En la solución del suelo el Na rara vez representa más de la mitad de los
cationes disueltos, y por tanto no es adsorbido en cantidades importantes. Los
aniones principales son cloruros y sulfatos. Pueden presentarse también peque-
ñas cantidades de bicarbonato, pero casi invariablemente no se encuentran car-
bonatos.
En cuanto a la intensidad de la salinidad, se clasifican en la forma que
muestra la tabla 17.

TABLA 17
Suelossalinos.
CE., (mmhos/cm)
Ligeramente salinos 2- 4
Medianamente salinos 4- 8
Fuertemente salinos 8-16
Extremadamente salinos > 16

Efectos
Los efectos de los suelos salinos consisten en una disminución de los rendi-
mientos de los cultivos por el efecto osmótico de las sales disueltas. Según la
naturaleza de estas sales pueden presentarse problemas de toxicidad. Debido a
que tienen muy poco sodio adsorbido y al efecto floculante de las sales
disueltas, estos suelos tienen buena estructura; su permeabilidad es igual o mayor
a la de los suelos similares no salinos.

Técnicasde recuperación
Sólo existe un procedimiento de hacer descender el contenido de sales de la
solución del suelo hasta niveles tolerables por los cultivos: el lavado de sales. Hay
una serie de técnicas auxiliares como los subsolados, mezclas de suelos, etc. y
unas prácticas agrícolas que aminoran el efecto de las sales, como ciertas prácti-
cas de riego, elección de abonos, etc., pero la única manera de eliminar las sales
del suelo es mediante su lavado.
El lavado consiste en hacer pasar a través del suelo una cierta cantidad
de agua que arrastre consigo las sales. Puede tener dos finalidades diferentes:
l.ª Reducir la elevada salinidad inicial del suelo (lavados de recupera-
ción).
2.ª Impedir que el suelo se resalinice como consecuencia de las
aportaciones de sales del agua de riego, agua freática, etc. (lavados de
mantenimien-
to).

5.4. Suelo sódico


Descripcióny diagnosis
Los suelos sódicos son los que contienen la suficiente proporción de sodio
adsorbido (elevado valor de PSI) para provocar la dispersión de los coloides y en
consecuencia la pérdida de estructura del suelo. En cambio, el contenido de sales
de la solución del suelo es bajo (CE. < 2 mmhos/cm).
La reacción de estos suelos varia según el PSI y la presencia o ausencia de C03
ó C03H-. El pH va desde 8 hasta más de 9,5. Las sales disueltas en la solución del
suelo se encuentran en pequeñas concentraciones: generalmente se trata de
cloruros, sulfatos y bicarbonatos, aunque puede haber pequeñas cantidades de
carbonatos. A pH muy elevado y en presencia de iones carbonato, el calcio y el
magnesio precipitan, por lo que las soluciones de los suelos sódicos contienen
pequeñas concentraciones de Ca y Mg, predominando el Na.
Tradicionalmente se ha considerado que el valor PSI= 15 marcaba el límite
entre suelos sódicos y no sódicos. Sin embargo se encuentran en la naturaleza
suelos con PSI inferiores a 15 y con los síntomas característicos de la sodicidad.
Por tal razón adoptamos como valor límite el de PSI = 7. En resumen, la identifi-
cación de un suelo como sódico se basa en estos dos valores:

CEc < 2 mmhos/cm


PSI> 7

Clasificación
La clasificación de los suelos sódicos se hace en función del PSI, como se
muestra en la tabla 18. ·

TABLA 18
Suelos sódicos.
PSI

Ligeramente sódico 7-15


Medianamente sódico 15-20
Fuertemente sódico 20-30
Extremadamente sódico > 30

Efectos
Las dos características de los suelos sódicos, es decir, elevado porcentaje de
sodio adsorbido y baja concentración de sales en la solución del suelo, actúan en
el mismo sentido de dispersar los coloides, como se estudió en 4.2.2. En conse-
cuencia los suelos sódicos ven fácilmente deteriorada su estructura: las arcillas se
dispersan y son arrastradas por el agua, acumulándose a pocos centímetros de
profundidad, lo que crea una capa pesada de estructura prismática o columnar,
poco permeable y asfixiante. La capa superior presenta textura gruesa y quebra-
diza. Asimismo, la materia orgánica puede dispersarse y disolverse, depositándo-
se en la superficie, a la que da un color oscuro característico, dando origen a la
denominación «álcali negro» con que antiguamente se designaba a estos suelos.
Las consecuencias de la pérdida de estructura son una disminución en la
permeabilidad del suelo, lo que dificulta el drenaje y una menor aireación, que
crea problemas respiratorios a las raíces, que asimismo tienen una mayor dificul-
tad mecánica para penetrar a través de los poros del suelo.
Además del efecto descrito, el sodio puede crear problemas de toxicidad,
asunto que se trató en 4.3.

Técnicas de recuperación
El lavado de sales no arrastra el Na adsorbido. En cambio puede ser contra-
producente porque disminuye la concentración de sales disueltas, lo que aún
facilita más el efecto dispersante. La recuperación de un suelo sódico exige
disminuir el PSI hasta valores aceptables, o lo que es lo mismo, reemplazar parte
del Na adsorbido por otros cationes, generalmente calcio. Esto se consigue de
diversas formas, pero todas ellas tienen en común la adición de calcio bien en
forma de enmiendas de yeso, cloruro cálcico, etc., o bien mediante la moviliza-
ción del que pueda haber en el suelo en forma poco soluble.

5.5. Suelo 'salíno-sodlco


Descripción y diagnosis
Los suelos salino-sódicos presentan alta concentración de sales en la solución
del suelo (CE0 > 2 mmhos/cm) y alto porcentaje de sodio adsorbido en el com-
plejo de cambio (PSI > 7). El pH rara vez es mayor que 8,5. Su apariencia es
parecida a la de los suelos salinos, así como su comportamiento general, salvo en
un detalle fundamental: si un error en el diagnóstico conduce a aplicar la técnica
de recuperación típica del suelo salino, es decir, el lavado de sales, el suelo
salino-sódico en vez de convertirse en normal puede pasar a sódico, con las
consecuencias ya conocidas de pérdida de estructura.

Clasificacíon
La clasificación de estos suelos es el resultado de combinar las clasificaciones
de los suelos salinos y de los suelos sódicos. Así, por ejemplo, un suelo de CEe = 5
mmhos/cm y PSI = 25 se clasifica como medianamente salino-fuertemente sódi-
co. Un suelo con CE e= 22 mmhos/cm y PSI = 13 es extremadamente salino-
ligeramente sódico, etc.

Efectos
En principio se puede pensar que dado que estos suelos tienen muchas sales
disueltas, como los suelos salinos, y altos porcentajes de sodio adsorbido, como
los suelos sódicos, los efectos serán la suma de los efectos de los suelos salinos y de
los sódicos. En la realidad no ocurre del todo así. Efectivamente, al igual que los
suelos salinos, los rendimientos de los cultivos se ven reducidos por el efecto
osmótico de las sales disueltas. Asimismo, como ocurre con los suelos sódicos,
presentan problemas de toxicidad debido al alto PSI. Pero en cambio se diferen-
cian de los suelos sódicos en que los salino-sódicos pueden mantener su estructu-
ra cuando el efecto dispersante es contrarrestado por el efecto floculante de las

130 13
130 01
sales disueltas; naturalmente esto depende de la concentración de sales, del PSI y
de los demás factores que intervienen en la dispersión.
A este respecto es interesante definir un nuevo parámetro que será de aplica-
ción más tarde. Se llama valor de floculación de una sal, y se expresa por VF, a la
concentración mínima de esa sal que da lugar a la floculación de una arcilla en 24
horas. Por ejemplo, en el cuadro siguiente se muestran algunos valores de VF.

VF(meq/Q

PSI- O 20 40 100

Montmorillonita 0,25 6 9 12
flita 0,25 11 23 55

Técnicas de recuperación
En estos suelos hay que rebajar el PSI por medio de la adición de calcio y
eliminar las sales disueltas por medio de lavados. Es fundamental realizar la
recuperación por el orden descrito; de esta forma el suelo pasa por las fases si-
guientes:
adición de Ca
salino-sódico salino
_la_v_a_dn_oor_mal

Si se invierte el orden y se aplican lavados antes de rebajar el PSI, se pasaría de


la situación inicial de suelo salino-sódico a la de suelo sódico, y en esta nueva
situación, al no haber sales disueltas en cantidad suficiente, es decir, al no
alcanzarse el VF, el efecto dispersante del Na puede disgregar la estructura de
forma que al intentar aplicar después los lavados, éstos se desarrollarían con
dificultad por la baja permeabilidad del suelo sin estructura y, aunque pudieran
lavarse las sales, permanecerá el problema de la pérdida de estructura.
Es tan prioritario evitar el deterioro de la estructura que existe una técnica de
recuperación de suelos salino-sódicos mediante el empleo de lavados con dilucio-
nes sucesivas de agua muy salina y de RAS relativamente bajo. De esta forma la
floculación se mantiene y el Na adsorbido va siendo reemplazado por los catio-
nes divalentes del agua de lavado, de acuerdo con el efecto catiónico de dilución
(ver 3.5.).

6. Prácticas agrícolas contra la salinidad

La solución definitiva del problema de la salinidad consiste en la recupera-


ción de los suelos afectados mediante la aplicación de enmiendas químicas y/o la
aplicación de técnicas de lavado. Sin embargo, existe una serie de prácticas
agrícolas que ayudan a disminuir los efectos nocivos de las sales y que son de
aplicación en los suelos no recuperados o en la fase de recuperación, que a veces
dura varios años.
Estas prácticas en su conjunto constituyen toda una técnica agrícola carac-
terística de las áreas salinizadas, hasta el punto que se puede hablar de una
verdadera agricultura de suelos salinos. Vamos a estudiar el tema tratando por
separado de las prácticas siguientes:
- elección de cultivos,
' - mejora de la resistencia de las plantas a la salinidad,
-abonado,
- métodos y prácticas de riego.

6.1. Elección de cultivos


La tabla 13 constituye una relación de cultivos con indicación de su toleran-
cia a la salinidad. Esta información permite elegir las especies que técnicamente
se adapten a cada condición particular.
Aparte de la resistencia a la sal, una característica muy interesante de algunos
cultivos es su capacidad de absorción de las sales del suelo. Entre estas plantas
hay que destacar al girasol, que, además, aporta gran cantidad de materia vegetal
al suelo, mejorando su estructura. Asimismo, debido a su elevada evapotranspi-
ración, hace descender la capa freática, disminuyendo el aporte capilar de sales.
Otros cultivos que eliminan cantidades importantes de sales son la alfalfa, que
puede extraer 25 kg de Na por ha, el apio y los puerros.

6.2. Mejora de la resistencia de las plantas


a la salinidad
En general, estas mejoras exceden del cometido de los responsables de las
explotaciones agrícolas, e incumben más a técnicos en mejora genética. Por tanto
solo vamos a citar la posibilidad de obtener variedades resistentes por medio de
selección artificial, cruzamiento intervarietal e hibridación.
Existen algunas técnicas que aumentan la tolerancia de las plantas. No obs-
tante, aún no llegan a constituir una práctica agrícola normal, por lo que solo
vamos a enumerarlas: tratamientos de semillas con aguas saladas antes de la
siembra, vemalización en soluciones nutritivas y tratamientos con ciertos inhibí-
dores del crecimiento, que hacen a las plantas más resistentes a la acción tóxica
de las sales.

6.3. Abonado
El empleo como abono de sales muy solubles, sobre todo potásicas, aumenta
la concentración en sales de la solución del suelo, con sus correspondientes
efectos nocivos. Por tanto se deben preferirabonos menos solubles. Entre el ClK
y el S041<.i es preferible el segundo, porque el ion sulfato es menos perjudicial
que
el cloruro. Otra medida de fertilización conveniente es el empleo de abonos
orgánicos y abonos foliares.
La germinación es una fase muy sensible en la cual las plantas aún exigen
poca fertilización. Ante problemas de salinidad puede ser conveniente reducir las
primeras aplicaciones de fertilizantes. En el caso de cítricos,se puede aumentar la
resistencia al boro si el nitrógeno se mantiene un poco por encima de lo normal.

6.4. Métodos y prácticas de riego


Las particularidades de los riegos localizados de alta frecuencia en
relación con la salinidad se tratarán con detenimiento en el capítulo 5. En
cuanto al riego por subirrigación está totalmente desaconsejado ante
problemas de salinidad. Por tanto nos vamos a limitar a comparar los riegos por
gravedady por aspersión.
El riego por gravedadpresenta las siguientes ventajas sobre el de aspersión, en
el caso de suelos o aguas salinas:
- Permite lavados más enérgicos.
- La aplicación sobre las partes aéreas de aguas salinas puede causar en las
mismas ciertos perjuicios. Así ocurre. por ejemplo, en el riego por asper-
sión de cítricos con agua conteniendo cloruros, que producen
quemaduras
en las hojas.
En cambioel riego por aspersión tiene la ventaja de proporcionar al-suelo
una distribución mucho más regular del agua.
En general. el riego por gravedad puede provocar la salinización de los suelos
más fácilmente que el de aspersión. En cambio, es más efectivo en la recupera-
ción de suelos ya salinizados. De cualquier forma, la salinización de los
suelos ocasionada por el riego depende más de un adecuado manejo del
agua, en particulardel exceso de agua de riego, que del sistema empleado en su
aplicación.
Hay algunas prácticas de riegoespecialmente indicadasante problemasde sa-
linidad:
1.0 A continuaciónde un riego bien aplicado, el suelo queda con una hume-
dad próxima a la capacidad de campo. A partir de ese momento, la
evapotranspiración disminuye el contenido de humedad, sin disminuir
grandemente el contenido en sales. En consecuencia, la concentración
salina del agua del suelo aumenta, y si se permite que alcance ciertos
valores. puede llegar a perjudicarel normal desarrollo de los cultivos. Por
esta razón es recomendableaplicar riegos con mayor frecuencia y
menor dosis de lo que se haría si no hubiese problemasde sal. De esta
manera la humedad del suelo no se aparta mucho de la capacidad de
campo y las sales no alcanzan una concentración excesiva.
2.0 Las lluvias de pequeña cuantía suelen ser contraproducentes porque
lavan las sales de la superficie del terreno, acumulándolas en la zona
radicular. La escasa precipitación no llega a transportar las sales a
mayor profundidad. Por esta razón, a continuación de una lluvia ligera
es reco- mendableaplicar agua de riego, con objetode lavar las sales
acumuladas en la zona radicular.
3.0 Entre los distintos sistemas de riego por gravedad, el que necesita manejo
más cuidadoso en el caso de salinidad es el de surcos. En efecto, como
muestra la figura 3.14 el lavado no afecta a los caballones, donde se
acumulan las sales por capilaridad. En el caso de riego por surcos se
recomiendan las prácticas siguientes:

133
Aguo de riego------.

-+ LAVADO
----+ MOVIMIENTO CAPILAR

Figura 3.14.

a) No sembrar en la cumbre del caballón. Si la planta lo permite,


sembrar en el fondo del surco y si no, en los laterales.
b) Establecer una rotación de cultivos que permita alternar el riego por
surcos con otros sistemas de gravedad, como por ejemplo, inunda-
ción.
c1 Si la medida anterior no es conveniente por razones económicas,
cada varias cosechas se deben desplazar los surcos al construirlos de
nuevo, de manera que los caballones no ocupen siempre la misma
franja de tierra.

7. Resumen de las técnicas de recuperación de los suelos salinos

La recuperación de suelos salinos puede tener dos fines distintos, para los
cuales se aplican unas técnicas diferentes. El primero de esos fines es reducir
la concentración de sales solubles (caso de suelos salinos en sentido estricto y
de suelos salino-sódicos). El otro fin es reducir el porcentaje de sodio adsorbi-
do (caso de suelos sódicos y salino-sódicos).
La disminución de la concentración de sales se consigue mediante los lava-
dos, que se pueden aplicar con dos finalidades diferentes:
1.ª Reducir la elevada salinidad inicial de un suelo hasta niveles tolerables
por los cultivos. Este es el caso, por ejemplo, de la recuperación de un suelo
inculto. Los lavados correspondientes, que se llaman de recuperación, se reali-
zan muchas veces sin aprovechamiento agrícola del suelo, suelen requerir

134
134
grandes cantidades de agua y, casi siempre, deben ir precedidos de mejoras en
el drenaje de los terrenos.
2.ª Una vez que el suelo se ha desalinizado, hay que impedir que las apor-
taciones de sales del agua de riego, agua freática etc lo resalinicen. Para ello se
pueden realizar dos tipos de lavados, que se denominan de mantenimiento y
que consisten en:
a) Aprovechar el riego para lavar el suelo, añadiendo en cada
aplicación agua en exceso.
b) Realizar lavados periódicamente, con independencia del riego. Estos
lavados pueden tener una frecuencia anual, semestral etc., en función
de los factores que intervienen en la salinización y de otros factores
como épocas de cultivo, disponibilidades de agua etc.
La disminución del PSI se consigue sustituyendo parte del Na adsorbido en
el complejo de cambio por Ca, hasta conseguir valores de PSI que no ocasio-
nen deterioro de la estructura del suelo. Para ello se añaden sustancias que
aportan Ca (yeso, cloruro cálcico etc) o que movilizan el que existe en el suelo
(azufre, ácido sulfúrico etc). Existe otro método de rebajar el PSI que consiste
en lavados con aguas salinas cada vez más diluidas.
Las técnicas enunciadas, lavados y enmiendas químicas, se pueden consi-
derar como las fundamentales en la recuperación de suelos salinos. Además,
existen unas técnicas auxiliares (subsolados, abonados orgánicos, etc) cuya
función no es propiamente recuperar el suelo, sino aumentar la eficacia de las
técnicas fundamentales.

135
CAPITULO 4

CALIDAD DEL AGUA DE RIEGO

l.
Introducción

Cuando se habla de calidad del agua de riego se da por supuesto que se


tra- ta de calidad en relación con la salinidad. Sin embargo, hay otros criterios
de calidad. Por ejemplo, en aguas residuales son fundamentales los aspectos
sani- tarios, y en el caso de riego localizado, un importante factor de calidad
es el riesgo de obturaciones. Este capítulo se dedica principalmente a la
calidad de las aguas de riego desde el punto de vista de la salinidad, aunque
se tratará también de la calidad exigible a las aguas residuales. En cambio, no
se estudia el tema de las obturaciones ya que a ello se dedica el capítulo 1 O.

2. Salinidad

El riego es un importante factor de salinización del suelo cuando no es ma-


nejado correctamente. Existen numerosos ejemplos, antiguos y modernos, de
ricas regiones agrícolas que, como consecuencia de un riego inadecuado, se
han salinizado, haciéndose totalmente improductivas.
Todas las aguas de riego tienen un contenido mayor o menor de sales solu-
bles. A partir de los datos de Li vingstone ( 1961), se ha elaborado la tabla 1,
donde se muestra la salinidad media de los ríos del planeta. Sin embargo, en
las regiones que necesitan riego, esa salinidad es con frecuencia mucho mayor.
En los regadíos de España con agua superficial, en la mayoría de los casos la
salinidad de las aguas está comprendida entre 0,4 y 1 ,O mmhos/cm. En el caso
de agua subterránea, la salinidad puede ser más elevada.
Consideremos un agua de riego de buena calidad, con un contenido en sa-
les solubles de 0,5 g/l, equivalente a una CE aproximada de 0,75 mmhos/cm.
Si el volumen anual de riego es de 10.000 m3/ha, una hectárea regada recibirá
anualmente 5 Tm de sales aportadas por el agua de riego. En condiciones ade-

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138
cuadas de drenaje, esas sales serán lavadas y eliminadas de la zona radicular.
Cuando no ocurre así, el contenido en sales del suelo aumenta progresivamente
hasta alcanzar niveles que hacen antieconómica su explotación.
La calidad del agua se define en función de tres criterios principales: sali-
nidad en sentido restringido, sodicidad y toxicidad. El criterio de salinidad
evalúa el riesgo de que el uso del agua ocasione altas concentraciones de sales
en el suelo, con el correspondiente efecto osmótico y disminución de rendi-
mientos de los cultivos. El criterio de sodicidad analiza el riesgo de que se in-
duzca en el suelo un elevado PSI, con deterioro de su estructura. El criterio de
toxicidad estudia los problemas que pueden crear determinados iones. Además
de estos tres criterios principales, en la calidad de un agua de riego intervienen
otros factores que agrupamos bajo la denominación de «problemas varios»: ex-
ceso de nitrógeno, pH y contenido de magnesio.
En cada caso, lo que se valora es el riesgo potencial del uso del agua. Es
decir, la mayoría de las aguas consideradas peligrosas tienen un contenido ac-
tual de sales que en sí mismo no es demasiado perjudicial; el problema se pre-
senta cuando esas aguas evolucionan en el suelo. En efecto, la evapotranspira-
ción disminuye la humedad del suelo pero prácticamente no elimina sales, de
forma que la solución del suelo se hace más salina a medida que el suelo se
seca. Por este procedimiento, un agua que inicialmente tuviera una concentra-
ción salina aceptable puede alcanzar valores elevados. Pero, además, se pre-
sentan otros fenómenos: al concentrarse las sales, algunas de ellas pueden al-
canzar su límite de solubilidad y precipitar, retirando de la solución del suelo
determinados cationes y alterando las proporciones iniciales. Esto suele ocurrir
con las sales de calcio de baja solubilidad (C03Ca y S04Ca), lo que tiene como
consecuencia un aumento de la proporción de sodio en el agua del suelo y del
PSI del mismo.
Los índices que a continuación vamos a estudiar pretenden evaluar la posi-
bilidad de que el agua de riego evolucione en el suelo creando alguno de los
problemas citados. La cuestión es compleja porque esa evolución no depende
sólo del agua, sino también de cómo se maneja (riegos frecuentes o distancia-
dos, lavados fuertes o débiles etc.) y del suelo, ya que intervienen fenómenos
de cambio de cationes, las sales se concentran con distintas velocidades en te-
rrenos arenosos que en arcillosos etc.
La dificultad del tema hace que se hayan establecido muchos criterios de
calidad. En este capítulo se va a tratar de los que consideramos más acertados,
pero señalando sus puntos débiles. Asimismo en algún caso se describirán al-
gunos criterios anticuados pero de uso muy divulgado. Después de estudiar in-
dividualmente los distintos criterios, se incluye una tabla que resume lo estu-
diado, de forma que permita la evaluación rápida de un agua de riego.

2.1. Criterio de salinidad


Ya se ha visto cómo un alto contenido de sales disueltas en el suelo disminuye
el potencial osmótico (recuérdese el valor negativo del mismo) y exige a las raíces
un esfuerzo adicional para absorber agua, lo que ocasiona una reducción en los

139
rendimientos de los cultivos, los cuales disminuyen casi linealmente con la
concentración de sales. Por tanto, los criterios que analizan el riesgo de salinidad
se basan en índices que expresan la concentración de sales del agua de riego, y de
ellos el más frecuentemente utilizado es la CE de dicha agua.
La CE de una solución es directamente proporcional a su concentración.
Cuando la solución se diluye, la CE disminuye en la misma proporción, y al
contrario cuando la solución se concentra. Por ejemplo, si a 1 litro de una
solución de CE=- 4 mmhos/cm se añade l litro de agua destilada (CE = 0), la
solución resultante tendrá una CE = 2 mmhos/cm. Esta relación se altera en
presencia de sales poco solubles, como veremos más adelante, lo cual es el
principal inconveniente de este índice como medida del riesgo de salinidad.

2.1.1. Clasificacián de Richards


En 1954, Richards, del U.S. Salinity Laboratory (Riverside, California) esta-
bleció la siguiente clasificación del agua de riego en función de su CE:
TABLA 2

Indice de Riesgo de salinidad


S11.linidad CE (µmhos/cm)
1 100· 250 Bajo
2 250- 750 Medio
3 750-2.250 Alto
4 > 2.250 Muy alto

Esta clasificación ha sido tal vez la más divulgada y extendida de todas.


Además mediante el gráfico de la figura 4.1, se combina con el criterio de
sodicidad dando lugar a las populares clasificaciones de Cl-Sl , C2-Sl, etc. que
comentaremos más adelante.

2.1.2. Clasificación del Comité de Consultores U.C.


La experiencia demostró que la clasificación anterior era muy conservado·
ra. Prácticamente todos los cultivos se desarrollan bien con agua de riego de
conductividad inferior a 0,7 mmhos/cm y, sin embargo, en la clasificación de
Richards, un agua de estas características se considera de salinidad media, lo
que llevó a su autor a modificar posteriormente su clasificación. En 1972, el
Comité de Consultores de la Universidad de California propuso la siguiente
clasificación:
TABLA 3

Indice de salinidad RitSl(Ode salinidad


CE (mmhos/cm)

< 0,75 Bajo


2 0,75-1.5 Medio
3 1,5 -3,0 Alto
4 > 3,0 Muy alto

140
2.1.3. Clasificación de la FAO
En 1976, Ayers y Westcot establecieron la clasificación de la FAO, que en
realidad es la misma que la del Comité de Consultores de la U.C., pero agru-
pando los niveles 2 y 3 en uno sólo. En una revisión de su trabajo publicada
en 1987, los citados autores modificaron ligeramente su clasificación, que
queda así:

TABLA4

Indice de Riesgo
salinidad CE(mmhmlcmJ de salinidad

1 <0,7 Sin problemas


2 0,7-3,0 Problemas crecientes
3 >3,0 Problemas serios

Esta clasificación quizá simplifica excesivamente la cuestión, ya que reu-


nir en un mismo grupo las aguas del intervalo 0,7 - 3,0 mmhos/cm, parece
algo excesivo. En nuestra opinión es preferible la clasificación del Comité de
Consultores de la tabla 3.
Este puede ser el momento de aclarar que no hay que confundir la CE
aceptable en un agua de riego con la CE que toleran los cultivos: la segunda es la
CE del agua del suelo y se expresa normalmente por la CEc, es decir, la correspon-
diente al extracto de saturación. Esta CEc es la que figura en la tabla 12 del
capítulo 3, donde se muestra la resistencia de los distintos cultivos. Por ejemplo,
una salinidad definida por 1,5 mmhos/cm es baja si se trata de la CE0; en cambio
empieza a ser alta para agua de riego.

2.1.4. Inconvenientes de estas clasificaciones


Las clasificaciones de las tablas 3 y 4 se han hecho a partir de las hipótesis si-
guientes:
a) La CE de la solución real del suelo es el doble de la del extracto de
saturación y triple de la del agua de riego.
b) La fracción de lavado está comprendida entre el 15 y el 20 por 100 del
agua aplicada.
Por una serie de razones en cuyo detalle no nos podemos detener, estas
hipótesis no siempre se cumplen.
Pero el principal defecto de estas clasificaciones basadas únicamente en la CE
es que no tienen en cuenta la posibilidad de que las sales precipiten al concentrar-
se en el suelo. Un ejemplo puede ser de utilidad. Consideremos un agua que
corresponde a un caso real (pozo A-2, Morro dos Cavalos, Simplicio, Mendes,
Piauí, Brasil), cuya composición es la siguiente:

14
141
11
Ca/iones meq/1
Ca 19,80
Mg 3,28
Na 9,86
K 0,39
Total 24,33

Aniones

Cl 1,02
S04 18,01
C03+C03H 2,62
Total 21,65
CE= 1,75 mmhos/cm

Se trata de un agua con mucho yeso (S04Ca). Su evolución en el suelo dará


lugar a una CE menor que la que se podría esperar: supongamos que como
consecuencia de la evapotranspiración el agua se concentra 10 veces. Si no se
produjeran precipitados, las concentraciones serían:

Ca/iones meq/l

Ca 198
Mg 32,8
Na 8,6
K 3,9
Total 243,3

Aniones

Cl 10,2
S04 180,l
C03+C03H 26,2
Total 216,5

Algunas de estas concentraciones superan los límites de solubilidad, por lo


que se producen precipitados. En primer lugar precipitan los carbonatos de Ca y
Mg, cuyo límite de solubilidad es de 10 meq/l. Por tanto precipitan 26,2-
10 = 16,2 meq/l de C03 que suponemos que se unen por partes iguales a Ca y a
Mg; de cada uno de estos cationes precipitan 16,2/2 = 8, 1 meq/1, quedando en la
solución:
Ca: 198 - 8,1 = 189,90 meq/1
Mg : 32,8 - 8, 1 = 24,70 meq/l

Después de precipitar los carbonatos de Ca y Mg, aún se supera el límite de


solubilidad del S04Ca, que es de 30 meq/l, por lo que esta sal precipita quedando
en la solución 30 meq/1 y pasando al precipitado 180, 1 - 30 = 150, 1 meq/1 de
S04 y la misma cantidad de Ca; de este catión permanecen en la solución los 30
meq/l no disueltos, más el exceso que no ha encontrado SO4 para precipitar y que
vale:

189,9 - 30 - 150,l = 9,80 meq/l


Total Ca: 30 + 9,8 = 39,8 rneq/l

La solución final, después de concentrada 10 veces es:


Cationes meq//
Ca 39,8
Mg 24,7
Na 8,6
K 3,9
Total 77,0

Aniones
CI 10,2
S04 30,0
C03 + C03H 10,0
Total 50,2

Esta solución tiene una CE que se puede calcular según la relación:

CE - meq/1 = I!.... = 6 42 mmhos/cm


12 12 '
En cambio, si no se produjeran precipitados (por ejemplo, si todos los aniones
fueran Cl), la CE final sería de 1,75 x 10 = 17,5 mmhos/cm, es decir, casi el
triple de la real, y las plantas enfrentarían en la solución del suelo una salinidad
mucho mayor que la que efectivamente se va a presentar.
Este ejemplo demuestra que el efecto de los precipitados es mejorar la calidad
del agua desde el punto de vista de la salinidad, aunque, como veremos más
adelante, desde el punto de vista de la sodicidad ocurre lo contrario.

2.1.5. El criterio de salinidad en RUF


Como ya se ha dicho, las clasificaciones anteriores se basan en determina-
das hipótesis. una de las cuales consiste en que la CE de la solución del suelo
es el doble de la del extracto de saturación y triple de la del agua de riego. La
primera condición equivale a suponer que, en determinados momentos, se haya
consumido aproximadamente el 50% del agua útil. Esta hipótesis es aceptable
en riegos de baja frecuencia pero está lejos de cumplirse en un riego localizado
manejado correctamente, donde la humedad se mantiene permanentemente
más elevada y, en consecuencia, la CE de la solución del suelo se aproxima
más a la del agua de riego.
Cuando, como ocurre en los riegos convencionales, hay riesgo de que en el
suelo la salinidad sea el triple que la del agua de riego, hay que ser más exi-
gente con la calidad del agua que en los RLAF, donde la salinidad en el suelo
no se eleva tanto. La conclusión es que para RLAF, las clasificaciones estudia-
das son demasiado restrictivas y se pueden admitir unos límites mas altos.

2.2. Criterio de sodicidad


. .
Este criterio a veces recibe otras denominaciones, como criterio de permea-
bilidad, criterio de infiltración etc., precisamente porque el efecto del sodio es
disminuir. esas propiedades del suelo.

2.2.1. RAS. Su relación con el PSI del suelo


Un alto contenido de sodio en el agua de riego puede inducir elevados valores
de PSI en el suelo, con sus efectos consiguientes de pérdida de estructura por
dispersión e hinchamiento. La posibilidad de que un agua ocasione estos
proble- mas intentó evaluarse por medio del índice RAS ya definido en el
capitulo 3 y cuya expresión repetimos aquí:

(1)

donde los cationes se expresan en meq/1.


Ejemplo:

Catión meq/l

Ca 6,8
Mg 3,2
Na 14,1

14•1
RAS= = 6,3
~ / 6,8 + 3,2
V 2

RAS son las iniciales de Relación de Adsorción de Sodio. En la literatura


inglesa es.te índice se denomina SAR, iniciales de Sodium Adsorption Ratio.
El RAS de la solución del suelo (RASss) predice de forma adecuada el PSI,
según la relación:
PSI=~~l,_4_75~R_A_S=---l_,2_6~-
(2)
0,01475 RASSS + 0,9874

r2= 0,852
2.2.2. Clasificación de Richards
La clasificación de un agua de riego en función de su RAS (RASar) pretende
relacionar el RASar con el RASss y a partir de la fórmula (2) con el PSI. Esto es lo
que hizo Richards (1954) con su clasificación que se muestra en la tabla 5 y a la
que corresponde el famoso gráfico de la figura 4.1.

TABLA 5
RAS para
CE-100 CE- 750
Clasificación µmhos/cm µmhos/cm
S. I baja sodicidad 0-10 O- 6
S.2 media sodicidad 10-18 6-12
S.3 alta sodicidad 18-26 12-18
S.4 muy alta sodicidad > 26 > 18

Vale la pena detenerse a analizar los inconvenientes de esta clasificación, ya


que su amplia divulgación la ha hecho muy utilizada a pesar de las nuevas
clasificaciones más adecuadas.
1.0 Supone que el Ca y el Mg tienen la misma selectividad de intercambio, lo
que no es exacto: para un mismo RAS, la absorción de Na crece al aumentar la
relación Mg/Ca debido a la menor energía de enlace del Mg,
2.º La relación entre el RASar y el RASss no es sencilla debido a la forma en
que el RAS varía con la dilución. En efecto, si llamamos XNa' Xea y XM, al
número de meq de Na, Ca y Mg contenidos en una solución de volumen H,
litros, la concentración de esos cationes en meq/ I y el RAS será:

Na¡= XNa
H,

(3)

Si el volumen varia pasando a H7 litros sin que cambie el contenido de sales,


el nuevo RAS2 es: -
RAS = ~ XNa
Xca ~ XMs (4)
~Hz
2
100 2 3 4 5 8 7 8 1000 2 '3 4 eooo
30

Cl-S4
28

-
26 C2-S4
2
~
..,
~24
C/l
~ C3-S4
~
~22
o C4-S4
::5
~
u 5 Cl-S3
,_:¡ O 20
s
C/l
,_:¡
o ~ 1
8
A
z C2-S3
Q .8
o
C/l
"O
N
o 1
6

~ ~
p o~ 14
o
~
C/l
A
Cl-S2
C3-S3
e, <:
...... ~ 12
,_:¡ A
~
p.. z C2-S2
o
......
u
<1;
,_:¡ 8
l'il C3-S2
. .o...,
~ - 8
qj
c:ri 4
c i-si
C2-Sl
2
C3-Sl

250 750 22&0


Co
nductividad! micromhos/cm (CE x 106) a as? c.
1 2 3 4
Bajo Medio Alto Muy Alto
PELIGRO DE SALINIDAD

Figura 4.l.
Clasificación del agua de riego (U.S. Salinity Laboratory).
de donde:
(5)

relación que de muestra que cuando una solución se diluye {H2 > H1), su RAS
disminuye. Esta es una de las razones por la que en climas húmedos son menos
frecuentes los suelos sódicos: la solución del suelo está normalmente más diluida,
el RAS es más bajo y en consecuencia también lo es el PSI.
3.0 No tiene en cuenta la posibilidad de precipitación de sales, fenómeno que
puede aumentar el riesgo de sodicidad, ya que los cationes que pueden precipitar
son el Ca (en forma de C03Ca y SO 4Ca) y el Mg (en forma de C03Mg). Tomando
el ejemplo estudiado en·2.4., agua rica en yeso, vemos que si no se formaran
precipitados, al concentrarse el agua 1 O veces, el RAS
sería:
8•6
RAS
=
V 198;32,8 =
' .
O 80

En realidad, después de formarse los precipitados de Ca y Mg, el RAS vale:

v
RAS =
8...:..,6 = 1,51
39,8+24,7
2
4.° Finalmente la clasificación de Richards incluye un error de concepto.
Como se vio en el capítulo 3, las sales de la solución del suelo tienen un efecto
floculan te que se opone al efecto dispersante del sodio. Por tanto, para un mismo
valor del RAS, el riesgo de sodicidad será menor cuanto mayor sea la CE del agua
de riego. En el gráfico de la figura 4.1 la inclinación de las rectas es errónea. La
figura 4.2 muestra en a) la inclinación según Richards y en b) la correcta.

RAS
l

- - CE

CE
a) S~Ún RICHARDS b) Correcto
Figura 4.2.
2.2.3. C/asiftcaci6n de la FAO de 1976. RAS04
EJ inconveniente del índice RAS de no reflejar el efecto de los precipitados
dio lugar a distintos índices que intentaban subsanar dicho problema. Así
Donan ( 1967) introdujoun «índice de permeabilidad» y Eaton el índice RSC
(carbonato sódico residual).
En 1968 Bower et al., crearon una modificación del índice RAS, el RAS...i, el
cual ha sido recogido por Ayers y Westcot ( 1976) en un trabajo encargado por
la FAO. El RAS ajustado (RASac1) se define según:
RASac1- Na (1 + (8,4 - pH0)]
~ Ca+ Mg (6)
2
es decir, es igual al RAS multiplicado por un factor de ajuste que depende del
pH"' el cual a su vez viene dado por la expresión:

pH0 = (pK\- pK'c) + p(Ca + Mg) + p(Alk) (7)

donde pK'2 y pKc son los logaritmoscon signo cambiado de la segunda


constante de disociación del C038i y de la constante de solubilidad del
C03Ca, ambas corregidas para el valor de la fuerza iónica; p(Ca + Mg) es el
logaritmo negativo
de la concentración molar de (Ca + Mg) y p(Alk) es el logaritmo negativo de
la concentración equivalente de C03 + C03H. El valor del pHc se puede
calcular usando la tabla 6, en la que:

(pK\- pK'J es función de (Ca+ Mg + Na) en meq/I


p(Ca + Mg) es función de (Ca + Mg) en meq/1
p(Alk) es función de (C03 + C03H) en meq/1

Ejemplo:

Ca - 3,18 meq/1 C1 - 1,62 meq/1


Mg - 2,09 meq/1 so4 = 10,8 meq/1
Na = 9,30 meq/1 C03 + CO,H = 1,95 meq/l

RAS - --:::== 9:: :·3=º==-=5,7


3,18 + 2,09
~ 2

Ca+ Mg +Na= 14,57 meq/1: pK\- pK'c- 2,3


Ca + Mg - 5,27 meq/1 : p(Ca + Mg) = 2,6
C03+ C03H • 1,95 meq/l : p(Alk) • 2,7
pH0= 2,3 + 2,6 + 2,7 - 7,6
RAS-'= 5,7( 1 + (8,4 - 7,6)] = 10,3
TABLA 6

Suma de
concentracion(meq/1) pK'r pK', p(Ca + Mg} p(A/k)

,OS 2,0 4,6 4,3


,10 2,0 4,3 4,0
,IS 2,0 4,1 3,8
,20 2,0 4,0 3,7
,25 2,0 3,9 3,6
,30 2,0 3.8 3,5
,40 2,0 3,7 3,4
,50 2,1 3,6 3,3
,75 2,1 3,4 3,1
1,00 2,1 3,3 3,0
1,25 2,1 3,2 2,9
1,5 2,1 3,1 2,8
2,0 2,2 3,0 2,7
2,5 2,2 2,9 2,6
3,0 2,2 2,8 2,5
4,0 2,2 2,7 2,4
5,0 2,2 2,6 2,3
6,0 2,2 2,5 2,2
8,0 2,3 2,4 2,1
10,0 2,3 2,3 2,0
12,5 2,3 2,2 1,9
15,0 2,3 2,1 1,8
20,0 2,4 2,0 1,7
30,0 2,4 1,8 1,5
50,0 2,5 1,6 1,3
80,0 2,5 1,4 1,1

El C03Ca en agua destilada da un pH = 8,4. Por eso en la fórmula (6) aparece


el término (8,4 - pHc). Cuando ese término es positivo indica tendencia a preci-
pitar el C03Ca del agua aplicada; cuando es negativo indica tendencia a disolver
el colea del suelo.
La clasificación de la FAO relaciona el riesgo de pérdida de estructura no sólo
con el RASad sino también con la CE del agua de riego (Tabla 7).
TABLA 7

Sin Problema Problema


problema creciente grave
C.E. (mmhos/cm) > 0,5 0,5- 0,2 0,2
RAS,d <6 tí- 9 9

Este índice RASad y consecuentemente la clasificación de la FAO tiene la


ventaja respecto al RAS tradicional de que tiene en cuenta la formación de
precipitados de C03Ca. Adolece sin embargo de ignorar los posibles precipitados
de S04Ca y de equiparar el Ca y el Mg. Asimismo el valor 8,4 que aparece en la
fórmula (6) procede de que ese es el pH del C03Ca en agua destilada, valor que en
la realidad del suelo no siempre se cumple. Recientemente ha habido varios
trabajos que dan lugar a nuevas expresiones del RAS, como los de Miyamoto
( 1980), que lo calcula según:

RAS (8)
(Ca =- ;) + Mg

V
-, =;::;;;:::=N=ª::::::::;::==:~

donde x' representa a los cationes Ca precipitados, cuyo éalculo exige unos datos
no siempre disponibles.

2.2.4. Clasificación de la FAO de 1987. RASº

Una detallada evaluación del índice RSAad demostró que sobreestima la


peligrosidad del sodio, de manera que se recomienda no aplicar dicho índice o,
en caso de utilizarlo, corregir el valor obtenido con la fórmula (6), multiplicán-
dolo por 0,5.
Actualmente se considera que el índice más adecuado para definir el riesgo
de sodicidad de un agua de riego es el RASº, definido por Suárez ( 1981) según
la expresión:
Na
RASº = -;===-M=g~
(9)
~ 2
donde Na y Mg tienen el mismo significado y unidades que en las fórmulas an-
teriores y Caº es la concentración corregida de Ca en el agua de riego, expre-
sada también en meq/1.
El valor de Caº depende de la salinidad del agua de riego y de los factores
que afectan a la dilución o precipitación del Ca, es decir, el contenido de C02
disuelto en el agua del suelo y la relación, en el agua de riego, entre el conteni-
do de bicarbonatos y de Ca (C03H/Ca), en meq/1. El valor de Caº se puede ob-
tener de la Tabla 8, debida a Suárez, que corresponde a una presión relativa del
CO, cerca de la superficie del suelo de 0,0007 atmósferas. Recuérdese la rela-
=
ción I dS/m 1 mmho/cm.
Para la evaluación del riesgo de sodicidad de un agua en función del RASº
se puede utilizar el gráfico de la figura 4.3. Como se comprueba en dicho grá-
fico, para un mismo valor de salinidad del agua de riego, el riesgo es mayor
cuanto más alto es el RASº. En cambio, para un mismo valor de RASº, el ries-
go disminuye cuando aumenta la salinidad.
Cuando la salinidad del agua de riego es muy baja, existe alto riesgo de so-
dicidad, incluso a valores muy bajos del RASº. De hecho, con conductividades
inferiores a 0,2 dS/m (0,2 mmhos/cm), las aguas de riego ocasionan problemas
de sodicidad independientemente del valor del RASº. Por tal razón, las aguas
de lluvia pueden llegar a ser la causa de la dispersión de los coloides en la su-

15
150 01
perficie del suelo, con sus problemas derivados: pérdida de estructura, imper-
meabilidad, alta escorrentía, erosión etc.

15
151 11
TABLAS
Concentracién de calcio (Caº) en funcién de la conductividad del agua de
riego y de la relacton C03H/Ca
Salinidad del agua a¡¡lic:ada
(dS/m)

t.o
o.os
º·'
13.20
0,2

13,61
0.3

13,92 14,40
0.5 0.7

14,79 lS,26
/,5

15,91
2.0 3.0

16,43 17,28
4,0

17,97
6,0

19.07
8.0
19.94
0,10 8,31 8.57 8,77 9,07 9,31 9.62 10.02 10.35 10,89 11,32 12,01 12.56
O.IS 6,34 6,54 6.69 6.92 7.11 7,34 7,65 7.90 8,31 8,64 9,17 9,58
0.20 S,24 S.40 5.52 5.71 5,87 6,06 6,31 6.52 6,86 7,13 7,57 7.91
0,25 4.S I 4.65 4,76 4.92 5.06 5,22 S,44 5,62 5.91 6.15 6,52 6.82
0,30 4,00 4.12 4.21 4.36 4,48 4,62 4,82 4.98 5,24 5,44 5.77 6,04
0.35 3,61 3,72 3.80 3,94 4,04 4,17 4,35 4,49 4.72 4,91 S,21 5.45
0,40 3.30 3.40 3,48 3.60 3,70 3,82 3,98 4,11 4,32 4.49 4,77 4,98
0.45 3,05 3.14 3.22 3,33 3,42 3,53 3,68 3.80 4.00 4,lS 4,41 4,61
o.so 2.84 2.93 3,00 3.10 3.19 3,29 3.43 3,54 3.72 3,87 4,11 4,30
0,75 2,17 2.24 2,29 2,37 2,43 2.51 2.62 2,70 2,84 2.95 3.14 3,28
1,00 1,79 1.85 1.89 1.96 2.01 2,09 2,16 2.23 2,35 2,44 2.59 2.71
1,25 1,54 l,S9 1.63 1.68 1.73 1.78 1,86 1.92 2.02 2.10 2,23 2.33
Valor 1.50 1.37 1.41 1,44 1,49 1,53 1.58 1.65 1,70 1,79 1.86 1.97 2.07
de
l,7S 1,23 1.27 1.30 l.3S 1,38 1,43 1.49 1.54 1.62 1,68 1,78 1.86
HCO¡<:a 1,16 1,19 1,31 1,36 1,54 1,70
2.00 1.13 1.23 1,26 1.40 1.48 1,63
2,25 1,04 1.08 1.10 1,14 1.17 1.21 1.26 1.30 1,37 1,42 1,51 1,58
2,50 0,97 1,00 1.02 1.06 1,09 1.12 1,17 1.21 1.27 1,32 1,40 1,47
3,00 0,85 0,89 0.91 0.94 0,96 1.00 1.04 1,07 1.13 1.17 1,24 1.30
3,50 0.78 o.so 0,82 0,85 0.87 0,90 0.94 0.97 1,02 1.06 1.12 1.17
4,00 0.71 0.73 0,75 0,78 0,80 0,82 0.86 0.88 0.93 0,97 1,03 1.07
4,50 0.66 0.68 0.69 0,72 0,74 0,76 0,79 0,82 0.86 0.90 0,95 0,99
5.00 0,61 0.63 0,65 0.67 0.69 0,71 0,74 0,76 0.80 0.83 0,88 0,93
7.00 0.49 0.50 0.52 0,53 O.SS 0.57 0,59 0.61 0,64 0.67 0.71 0,74
10.00 0.39 0,40 0,41 0.42 0.43 0,45 0,47 0.48 0,51 0.53 0,56 0,58
20.00 0,24 0.25 0,26 0,26 0,27 0.28 0.29 0.30 0,32 0,33 0.35 0.37
30,00 0.18 0,19 0,20 0,20 0,21 0,21 0,22 0.23 0.24 0,25 0,27 0,28

Ejemplo
Datos en meq/1

Cationes Aniones

Cl= 1,62
Ca= 3,18 so,= 10,80
Mg= 2.09 C03H = 2,02
Na= 9,30 C03= 0,20
Toial 14,57 Total 14.64
cond. agua de riego = 1.2
mmhos/cm
C03H/Ca = 2.0213.18= 0.64
En la Tabla 8 se encuentra el valor Caº = 2,90 meq/l, a partir del cual se
calcula RAS0 = 5,89. El agua presenta un riesgo ligero de sodicidad (fig. 4.3.)

30 Riesgo
o severo
0
el
a:
o 25
~o
0

- •
e
V

:2 20
. ..
-V
el
..
'V • 51 Sin riesgo
e:
,o
ü

a : •s 0

6
Soffnidad del agua de riego • dS/m

Figura 4.3.
Riesgo de sodicidad en funcián del Ras:

2.3. Criterio de toxicidad


A diferencia de la salinidad, que es un problema externo a la planta y que
dificulta la absorción del agua, la toxicidad es un problema interno que se pro-
duce cuando determinados iones, absorbidos principalmente por las raíces, se
acumulan en las hojas mediante la transpiración, llegando a alcanzar concen-
traciones nocivas.
Los iones tóxicos más frecuentes en las aguas de riego son el cloro, sodio
y boro. No todas las plantas presentan la misma sensibilidad a estos iones; los
frutales y las leñosas perennes son más sensibles que las anuales, pero prácti-
camente cualquier cultivo se puede ver afectado si la concentración es sufi-
cientemente alta. En la Tabla 9 se muestran los contenidos del agua de riego
que pueden provocar toxicidad en las plantas sensibles.
Actualmente se está investigando si la toxicidad por sodio se debe a altas
concentraciones de este catión o es un problema más complejo que incluye de-
ficiencias de calcio y otras interacciones. Resultados preliminares indican lo
segundo. Por tal razón, se utiliza el RAS como un indicador del riesgo de toxi-
cidad por sodio. Este catión puede ser absorbido por vía foliar en riego por as-
persión, sobre todo en períodos de altas temperaturas y baja humedad. La ab-
sorción foliar es más «eficaz» que la radicular y acelera la acumulación del
sodio en las hojas.
El cloro, debido a ser un anión, no es retenido por el complejo de cambio
del suelo: se desplaza fácilmente con el agua del suelo y es absorbido por las
raíces. Al igual que el sodio, puede ser absorbido foliarmente en riego por as-
persión.
A diferencia del sodio y cloro, el boro es un elemento esencial para las
plantas, pero en cantidades relativamente pequeñas se vuelve tóxico. Las aguas
superficiales rara vez contienen este elemento, que en cambio se puede encon-
trar en las subterráneas.
Debido a su carácter aniónico, es fácilmente lixiviable,

TABLA 9
Riesgo de toxicidad por Na. CI y B en el agua de
riego
Restriccíéndt IISO
Unidadrs Ugtraa
NingUNJ Sever«
modtrada

Sodio
Riego superficial RAS <3 3-9 >9
Aspersión meq/1 <3 >3

Cloro
Riego superficial mcq/1 <4 4-10 >10
Aspersión meq/1 <3 >3
Boro mg/1 <0.7 0.7-3 >3

En cuanto a los oligoelementos, aunque no se incluyen en los análisis de


rutina. todas las aguas contienen algunos de ellos, sobre todo las subterráneas.
La mayor parte de los oligoelementos aplicados con el riego se acumulan en
los 20 cm superiores del suelo, donde se fijan irreversiblemente. Si llegan a al-
canzar cantidades excesivas, pueden reducir el crecimiento de las plantas.
Por ello se recomiendan unos valores límites en el agua de riego, que se
muestran en la tabla I O. No obstante, hay que advertir que este asunto no está
estudiado suficientemente, por lo que los valores de dicha tabla son
únicamente indicati- vos.
TABLAIO
Concentraciones máximas de oligoelementos recomendables para el riego

Concentración
Elt=nro Notas
(mg/1)

Al (aluminio) 5,00 Puede volver improductivos sucios ácidos (pH < 5,5); pero en
suelos con pH > 7 el Al precipita y elimina la toxicidad.
As (arsénico) 0,10 El nivel tóxico varía ampliamente en las plantas, desde 12 mg/1
para el pasto de Sudán hasta menos de 0,05 mg/1 para el arroz.
Be (berilio) O,IO El nivel tóxico para las plantas varía ampliamente, desde 5 mg/1
para la col rizada hasta 0,5 mg/1 para los frijoles.
Cd (cadmio) 0,01 Tóxico para los frijoles, remolacha y nabo en concentraciones
tan bajas como 0,1 mg/1 en soluciones nutritivas. Se recomien-
dan límites bajos debido a su acumulación potencial en sucios y
plantas, peligrosa para seres humanos.
Co (cobalto) o.os Tóxico para las plantas del tomate a O, 1 mg/1 en soluciones nu-
tritivas. Tiende a inactivarse en suelos neutros y alcalinos.
Cr (cromo) O,JO Generalmente no se reconoce como esencial. Valores bajos re-
comendados por falta de conocimiento sobre su toxicidad.
Cu (cobre) 0,20 Entre O, 1 a 1,0 mg/1 es tóxico para ciertas plantas en soluciones
nutritivas.
F (flúor) 1,00 lnactivado por suelos neutros y alcalinos.
Fe (hierro) 5,00 No es tóxico en suelos con buena aireación: contribuye a la aci-
dez y a la indisponibilidad del fósforo y del Mo. La aspersión
puede causar depósitos blancos en hojas, etc.
u (litio) 2,50 Tolerable por muchos cultivos hasta 5 mg/1; móvil en el sucio.
Tóxico para cítricos en concentraciones < 0,075 mg/1. Actúa en
forma similar al boro.
Mn (manganeso) 0,20 Por lo general, tóxico sólo en suelos ácidos desde unas cuantas
décimas hasta unos pocos mg/1.
Mo (molibdeno) 0,01 En concentraciones normales no es tóxico para las plantas; pero
lo puede ser para ganado alimentado con pastos cultivados en
sucios con alto contenido de Mo.
Ni (niquel) 0,20 Entre 0,5 y 1,0 mg/1. tóxico para ciertas plantas; su toxicidad es
reducida en medios de pH > 7,0.
Pb (plomo) 5,00 En altas concentraciones, puede inhibir crecimiento celular.
Se (selenio) 0,02 Tóxico para plantas en concentraciones tan bajas como 0,025 mg/1;
también lo es para el ganado alimentado con pastos cultivados
en sucios con niveles relativamente altos de Se. Esencial para
animales pero en concentraciones muy bajas.
Sn (estallo)
Ti (titanio) Excluido por las plantas; tolerancia específica desconocida.
w (tungsteno)
V (vanadio) 0,10 Tóxico para muchas plantas a niveles relativamente bajos.
Zn (cinc) 2,00 Tóxico para muchas plantas a muy variados niveles de concen-
tración; su toxicidad es reducida con Ph > 6 y en suelos de tex-
tura fina y en los orgánicos.

Fuente: National Acadcmy of Scicncc (1962) y Pratt (1972).


3. Problemas varios

3.1. Exceso de Nitrógeno

El nitrógeno contenido en el agua de riego es beneficioso como fertilizan-


te, pero, en exceso, tiene efectos perjudiciales: encamado de los cereales, re-
traso en la maduración de las frutas, con pérdida de producción y calidad, dis-
minución del contenido de azúcar en la remolacha etc. Aunque el contenido a
partir del cual los efectos son negativos depende de los cultivos, para los sen-
sibles el límite está en 5 mg/1 de nitrógeno elemental. Ayers y Westcot clasifi-
can las aguas de la forma siguiente:

Restriccién de uso N (mg!/)

Sin restricción de uso <5


Ligera a moderada 5-30
Severa >30

Otro efecto negativo del nitrógeno es que facilita el desarrollo de algas y


otras plantas acuáticas, incluso con contenidos inferiores a S mg/1. Esto no per-
judica directamente a los cultivos, pero puede producir obturaciones en las ins-
talaciones de riego, sobre todo en los emisores de riego localizado.
La desnitrificación tiene un coste elevado, lo que la hace prohibitiva para
el caso del riego. En cambio, el contenido en nitrógeno permite reducir las do-
sis de abonado.

3.2. pH

Normalmente, las aguas de riego tienen un pH comprendido entre 6,5 y


8,4. Los valores fuera de ese rango indican desequilibrios que pueden ocasio-
nar trastornos nutricionales o efectos tóxicos. Con pH bajo se pueden ocasio-
nar corrosiones en los elementos metálicos de las instalaciones; pH superiores
a 8,4 indican altos riesgos de sodicidad.

3.3. Magnesio
Aunque en las distintas fórmulas del RAS el Mg y el Ca parecen tener el
mismo efecto, la realidad es que cuando la relación Ca/Mg, expresada en meq,
es inferior a l, se potencia ligeramente la acción negativa del sodio. Además,
se puede inducir deficiencias en la asimilación del Ca.
Sin embargo, aún no hay suficientes datos experimentales sobre este asun-
to, de manera que, por ahora, la relación Ca/Mg no se puede utilizar como un
índice de evaluación de un agua de riego.
4. Tabla resumen para la evaluación de un agua de riego

Todos los criterios anteriores se presentan reunidos en la Tabla 11, que per-
mite una rápida evaluación del agua de riego. Dicha Tabla procede de Ayers y
Wescot (1987), con ligeras modificaciones.

TABLA 11
Resumende fa t'va/11ació11di' un agua de
riego
Rt!stricc:ióndt! uso
Criterio
Unldodu
e tndices ligeraa
Ninguna moderadu Severa

SALINIDAD
Conductividad dS/mó <0.7 0,7-3 >3
eléctrica mmho/cm
TSS°' mg/1 <450 450-2000 >2000

SODIClDAD (riesgo de
pérdida
de estructura) RASº usarfigura 4.3.

TOXICJOADl2>
Sodio
Riego superf, RAS <3 3-9 >9
Aspersión meq/1 <3 >3
Cloro
Riego superf. mcq/1 <4 4-10 > 10
Aspersión mcq/1 <3 >3
Boro mg/1 <0,7 0.7-3 >3
Oligoetementos mg/1 usar tabla I O

VARIOS
Nitrógeno mg/1 <5 5-30 >30
pH amplitud normal: 6.5 - 8,4
"' Si no se dispone de la Conduc1ividad eléctrica. se puede utilizar el TSS (Total de sólidos en soluclén). Entre
ambas existe la rclociónapruximada: CE x 0.64 = TSS
m Valon:s que afectana 105 cultivos sensibles

5. Reutilización de aguas residuales

El empleo de aguas residuales para riego puede tener ciertas ventajas,


como el aporte de abundantes elementos nutritivos, pero conlleva riesgos sani-
tarios y un alto riesgo de obturaciones en los emisores de riego localizado. El
consumo de productos frescos regados con aguas residuales brutas puede oca-
sionar fiebres tifoideas, cólera, amebiasis, ascaridiasis, esquísrosomiasis, di-
sentería bacilar, teniasis y triquinosis.
La OMS ha establecido unos criterios sanitarios para el aprovechamiento
de aguas residuales, que, en lo que se refiere al riego, se resumen a
continua- ción:

J. Cultivos no destinados al consumo humano


Requisitos. Ausencia de partículas sólidas gruesas; eliminación de huevos
de parásitos. Ninguna sustancia química que provoque aparición de residuos
nocivos en plantas o peces.
Tratamiento necesario. Tratamiento primario.

2. Cultivos que se consumen cocinados


Requisitos. Igual que el anterior más una apreciable desaparición de bac-
terias.
Tratamiento necesario. Tratamientos primario y secundario y cierta desin-
fección.

3. Cultivos que se consumen crudos


Requisitos. Igual que el anterior pero con una desinfección que asegure la
desaparición bacteriana en el agua, no pudiendo sobrepasar el límite de 100
colifonnes por 100 mi en más del 80% de las muestras.
Tratamiento necesario. Tratamientos primario y secundario y desinfección.
Como complemento de lo anterior, se incluye una breve explicación de
los
tratamientos de agua residual. Estos se pueden clasificar en previos, primarios,
secundarios, terciarios y de desinfección.
Tratamiento previo. Tiene por objetivo eliminar los elementos de tamaño
considerable que por su acción mecánica pueden afectar al funcionamiento del
sistema depurador, así como las grasas y las arenas y sustancias minerales que
puedan originar sedimentación o abrasión en las instalaciones. Los equipos
empleados en los tratamientos previos consisten en rejas, desarenadores y tabi-
ques deflectores con tomas de superficie para eliminar las grasas.
Tratamiento primario o de decantación .. Su misión es separar por medios
físicos los sólidos en suspensión no retenidos en el tratamiento previo. En este
tratamiento se pretende eliminar los sólidos que sedimentan en un plazo máxi-
mo de 2 horas. La eliminación se realiza mediante una decantación primaria
que, junto a una disminución del orden del 65% de los sólidos en suspensión,
consigue reducir la DBO en aproximadamente un 35%.
La instalación consiste en una cuba, generalmente circular, con fondo lige-
ramente inclinado hacia el centro y provisto de rasquetas que barren el fondo.
Otras rasquetas superficiales eliminan las espumas y objetos flotantes. En al-
gunos casos, se incluye dentro del tratamiento primario la neutralización, pro-

15
91 157
ceso típicamente químico, encaminado a conseguir el pH idóneo para las pos-
teriores operaciones de tratamiento.

16
01 157
Tratamiento secundario o biológico. Consiste en la eliminación de la mate-
ria orgánica biodegradable, generalmente mediante el empleo de microorganis-
mos capaces de asimilar la materia orgánica. Existe gran variedad de estos tra-
tamientos, de los que destacamos los siguientes:
-Tramientos secundarios convencionales, mediante lechos bacterianos o
fangos activados.
-Lagunaje, mediante lagunas aerobias, facultativas y anaerobias.
-Lechos de turba, en los que durante la filtración física del agua se pro-
ducen fenómenos bioquímicos que eliminan gran parte de las sustancias
contaminantes.
-Discos biológicos, que consisten en unos discos de material plástico, en
cuyo reticulado se asientan las bacterias que asimilan y mineralizan la
materia orgánica.
Tratamiento terciario. El objetivo es eliminar la materia orgánica que no
haya sido retenida en el tratamiento biológico, o que no sea biodegradable, así
como las sales inorgánicas disueltas, sobre todo las de nitrógeno y fósforo.
Para ello se pueden emplear varios procedimientos: adsorción, intercambio
iónico, ósmosis inversa, eliminación de nutrientes mediante precipitación y
otros.
Desinfección. Consiste en la destrucción selectiva de bacterias y virus pa-
tógenos, mediante la adición de productos químicos como cloro, ozono, bro-
mo, yodo o permanganato potásico.
Para un estudio más detallado del tema de aguas residuales, recomendamos
la publicación «La reutilización de las aguas residuales. Acondicionamiento y
uso» (CEDEX. Madrid, 1989), de J. Sierra y L. Peñalver, trabajo que hemos
seguido en este texto.
CAPITULO 5

PECULIARIDADES AGRONOMICAS DE LOS RIEGOS


LOCALIZADOS DE ALTA FRECUENOA

1. Introducción

Como indica su nombre, los riegos localizados de alta frecuencia (RLAF) se


caracterizan por dos hechos fundamentales: la localización y la alta frecuen-
cia.
La localización consiste en que sólo se humedece parte del volumen del suelo
y se pretende que las raíces obtengan de ese volumen el agua y los nutrientes que
necesitan. El resto del suelo prácticamente no se aprovecha y éste es un buen
momento para adelantar que no es tan fácil aumentar las producciones con
marcos de plantación más densos que los tradicionales para aprovechar esa parte
no utilizada del suelo: las limitaciones no están en el suelo sino en la competencia
por la luz o en la exigencia de espacios libres para las labores.
El efecto de la localización se manifiesta en modificar la evaporación y la
transpiración, la distribución de las raíces, en un régimen especial de las sales,
etc.
Además, la localización del riego casi obliga a que éste se aplique con alta
frecuencia: el volumen de suelo mojado es reducido y por tanto la capacidad de
almacenamiento es baja, por lo que hay que aplicar dosis reducidas de riego, y
para satisfacer las necesidades de los cultivos con estas pequeñas dosis se deben
aplicar con alta frecuencia.
. A su vez la alta frecuencia del riego tiene unas consecuencias importantes en
el régimen de la humedad: el suelo se mantiene «constantemente» a una hume-
dad elevada, lo que afecta a la absorción de agua, concentración de sales, airea-
ción, etc. -
En los capítulos anteriores se han estudiado una serie de cuestiones agronó-
micas de gran importancia para toda clase de riegos, como son las relaciones
suelo -agua, agua- planta o la salinidad. En este capítulo se van a analizar las
peculiaridades que esas cuestiones presentan en el caso de riegos localizados de

159
alta frecuencia. El método de estudio va a consistir precisamente en analizar las
repercusiones que sobre ellas tienen el «efecto localización» y el «efecto alta
frecuencia». Se van a revisar cuestiones importantes, algunas de las cuales han
dado lugar a tópicos acerca de las necesidades de agua o los rendimientos de los
cultivos con estos sistemas de riego, y se van a sentar las bases teóricas para el
capítulo siguiente dedicado ya a los cálculos agronómicos a nivel de proyecto.
El capítulo finalizará con un conciso apartado donde se resumirán en unos
puntos concretos las conclusiones obtenidas.

2. Necesidades de agua de los cultivos


en riegos localizados de alta frecuencia

Es opinión muy extendida que una de las mayores ventajas de los RLAF es el
ahorro de agua. Veamos hasta que punto esto es cierto, estudiando cómo la
localización y la alta frecuencia afectan a las pérdidas, a la evaporación directa y a
la transpiración. En lo que se refiere a las pérdidas, vamos a liquidar rápidamente
el asunto. La localización se consigue conduciendo el agua por medio de tuberías
y aplicándola muy cerca de la planta. Esto elimina las pérdidas por infiltración y
evaporación en los canales, acequias, surcos, bancales, etc., lo que supone un
importante ahorro de agua que está fuera de toda duda. El que los cultivos
necesiten menos agua es un asunto más complejo que vamos a estudiar a conti-
nuación.

2.1. Efectos de la localización en el valor de ET

La figura 5. 1 muestra esquemáticamente lo que ocurre en el caso de riego


localizado y en riego convencional. Recordemos del capítulo 2 la ecuación del
balance de energía

Rª = H + ET + G + M {I)

En el riego localizado sólo se moja una parte de la superficie del suelo,


mientras que en el riego convencional se moja toda. En consecuencia, la evapo-
ración directa desde el suelo (E) será menor en el riego localizado, lo que consti-
tuye un mecanismo de ahorro de agua. En cambio la transpiración (T) puede
aumentar ligeramente por varias causas. Una de ellas es que el suelo seco se
calienta más que el húmedo, por lo que emite más radiación de onda larga, que es
proporcional a la cuarta potencia de la temperatura absoluta del cuerpo emisor,
en este caso el suelo. Parte de esta radiación es captada por la parte aérea de la
planta, lo que equivale a un aumento del primer término de la ecuación (l) y en
consecuencia a un aumento también de la transpiración. Asimismo, el aire
situado sobre el suelo no mojado se calienta más que si todo el suelo estuviera
húmedo, y por medio de fenómenos de microadvección aporta más energía al
follaje, aumentando igualmente la transpiración.

160
160
l l l l l l l l l l l Ro

Riego localizado
: ,·,.

l l l l

mzzzz:zma Suelo mojodo

Rn , Radiación neta

T Transpiración

E Evaporación

Rn,T y E se pueden medir en langley/min. o en támina de agua (m.m./dia)

Figura 5. l.
Efeao de la localización del riego en la ET.

161
El efecto de alta frecuencia también favorece el aumento de la transpiración,
ya que en los riegos convencionales la humedad desciende bastante en los días
'anteriores al riego y la transpiración es más difícil. Este hecho sólo se presenta
cuando el intervalo de riegos es incorrecto y por tanto, en rigor no se puede
considerar como inherente al sistema de riego, aunque en la práctica es una
situación que se presenta con frecuencia.
En resumen, el efecto de la localización y la alta frecuencia es disminuir E e
incrementar T. El balance supone una disminución del conjunto ET, cuya
magnitud depende de varias características de las partes transpirantes de las
plantas: masa de follaje, superficie total de las hojas, volumen de la copa, etc.
Como estas característicasson difíciles de cuantificar, se ha intentado represen-
tarlas por la «fracción de área sombreada», que es la fracción de la superficie del
suelo sombreada por los cultivos al mediodía, y que se suele representar por la
letra A. Cuanto menor es A mayor es la reducción de la ET en riego localizado
respecto al riego convencional. E. Fereres et al. (1981) han obtenido experimen-
talmente la relación que se muestra en la figura 5.2.
La figura 5.2 es el resultadode unas experienciasrealizadasen California con
almendros y melocotoneros. La línea continua muestra los valores realmente
medidos. La parte discontinua de esta línea corresponde a datos aún no medidos,
ya que en la fecha de la publicación de los resultados (1981) los árboles sólo
sombreaban algo menos del 50 por 100. Si se compara la línea continua con la de
45º de inclinación, se observa que el porcentaje de ET es siempre superior al
porcentaje de A.
El mayor ahorro de agua con riegoslocalizados se consigue con plantaciones
jóvenes de árboles, que es cuando A alcanza valores muy reducidos. A medida
que los árboles crecen, el consumo se va aproximandoal de riegos convenciona-
les. En cultivos en hileras tales como hortalizas, la disminución en la ET es
prácticamente despreciable.
Como conclusión respectoal tema del ahorro de agua, se puede decir que hay
importantesahorrospor la disminuciónen las pérdidas,ciertos ahorrosen el caso
de árboles,sobre todo en los primerosaños y prácticamenteno se ahorra nada en
cultivos en hileras. En el capítulo 6, dedicado al diseño agronómico, se explica-
rán unos métodos prácticos de calcular las necesidadesde agua de los cultivos en
RLAF.

2.2. ¿Cuánta agua se ahorra con RLAF?

Esta es una pregunta que se hace con mucha frecuencia y que no tiene una
respuesta sencilla, como seguramente le gustarla al que pregunta: el 30%,
el 50(X,. etc. Como hemos visto. hay dos causas para el ahorro de agua: una. la
menor cvapotranspiración. y otra. la eliminación de las pérdidas de conducción
y la gran disminución de las de aplicación. En cuanto a la menor evapotranspira-
ción, ya se ha visto que hay un cierto ahorro en el caso de árboles. sobre todo en
los primeros años, y prácticamente no se ahorra nada en cultivos en hileras. En
cuanto a las pérdidas. que es donde se produce el gran ahorro. las cifras son muy

162
162
ET 10
'lb /
/
/
/
/
/
/
60
/
/
/
/ l'I
/
40 /
/
/
/
/
/
/
/
/

02 0°4
ds 0'6 A

Figura 5.2.
Relación entre A y ET (E. FERERES et al. 1981).

variables. según la cuantía de dichas pérdidas en los métodos de riego tradicio-


nales.

2.3. Riegos deficitarios de alta frecuencia

Una línea reciente de investigación enfocada hacia el mayor ahorro posible


de agua, propugna una técnica denominada riegos deficitarios de alta
frecuencia. Se pretende aplicar agua con alta frecuencia pero en cantidades
inferiores a la ET máxima, y se supone que en esas condiciones las plantas
experimentan unas adaptaciones que hacen que los rendimientos no
disminuyan.
Las primeras experiencias en tal sentido, realizadas por Miller en 1977 con
remolacha, trigo y judías arrojaron unos resultados positivos. Fereres ha estudia-
do dichas experiencias y al parecer, el déficit de agua de riego fue compensado
por las plantas con extracciones del agua almacenada en el suelo. Este último
investigador ha experimentado los riegos deficitarios de alta frecuencia en casos
en que el agua almacenada en el suelo era insuficiente, con cultivos de sorgo,
judías y tomate, concluyendo que cuando las plantas disponen de agua en
cantidad inferior a la ET máxima, las producciones disminuyen. En tales condi-
ciones, el hecho de aplicar el riego con alta frecuencia puede incluso ser contra-
producente, ya que al mantener constantemente una humedad más alta las
pérdidas por evaporación pueden aumentar.
Un hecho sorprendente observado por el citado investigador al regar meloco-
toneros por goteo aplicando del 25 al 33 por 100 de la ET es que al finalizar la
temporada de riego, el suelo regado contenía menos agua que un suelo no regado

163
con el mismo cultivo. Al parecer, las modestas cantidades de agua de riego fueron
suficientes para mantener abiertos los estomas durante mas tiempo que en el
caso no regado, ocasionando una mayor actividad de las plantas y una mayor
extracción de agua.
En conclusión, no parece que los riegos deficitarios de alta frecuencia tengan
las posibilidades que hace unos años se esperaba. Los cultivos responden a
regímenes bajos de humedad disminuyendo sus· producciones. En cambio, ese
sistema de riego puede ser de aplicación a algunos problemas particulares. Por
ejemplo, en caso de sequía, la aplicación localizada y frecuente de pequeñas dosis
de riego puede trasladar el período de estrés hidrico hasta después de la recolec-
ción, disminuyendo sólo ligeramente la cosecha, aunque reduciendo el creci-
miento vegetativo posterior.
Otra aplicación interesante de los riegos localizados de alta frecuencia es el
caso del algodón en ciertos climas en que la floración coincide con una época de
lluvias. Si se provoca un ligero estrés hídrico en primavera, se adelanta la flora-
ción, alejándola de la época de lluvias. Igual ocurre con la uva de vino. Pero estos
casos particulares no quieren decir que los cultivos se adapten a estados deficita-
rios de humedad, sino que dichos déficits ponen en marcha unos mecanismos
que pueden paliar problemas distintos a los de escasez de agua.

3. El bulbo húmedo en el riego localizado

En una metáfora muy divulgada, se denomina bulbo húmedo a la parte de


suelo humedecida por un emisor de riego localizado. Veamos como se crea el
bulbo húmedo y los factores que afectan a su forma. La explicación se hace para
el caso de un emisor puntual; cuando el emisor es del tipo de una larga cinta
porosa, el suelo humedecido es un cilindro cuya sección toma la forma del bulbo
húmedo.

3.1. Formación del bulbo


A pesar de que los emisores de riego localizado arrojan pequeños caudales,
cuando el agua empieza a fluir incide sobre una superficie muy reducida del
suelo, provocando un pequeño charco (Fig, 5.3), cuyo radio se va extendiendo a
medida que el riego continúa. Cuanto más húmedo va estando el suelo. la
velocidad de infiltración «i» del agua disminuye, ya que aunque la conductividad
hidráulica, K(0), aumenta al aproximarse a la saturación, el gradiente del poten-
cial, (él'lf/élz) disminuye en una proporción mucho mayor. La disminución de i
favorece aún más el incremento del radio del charco y cuando la «pluviometría»
del riego (caudal del emisor dividido por la superficie del charco) iguala a i, el
charco se estabiliza.
A partir del disco de suelo saturado que es el charco, el agua se distribuye por
los poros vecinos, cuya humedad es menor. El potencial de esta zona vecina no
saturada está compuesto por el potencial gravimétrico ('lfs) y el mátrico ('l'm).
Como ya sabemos, si el contenidode humedad es bajo el \jlmtiene una magnitud

16
41
Charco Emisor

, •I L.llJil

Bulbo húmedo

muy superior
(en valor
absoluto) al \jf,
que sólo
empieza a
intervenir en el
Figura 5.3. movimiento del
El bulbo húmedo. agua cuando se
supera u~a cierta
humedad. La
acción combina-
da de las fuerzas
mátricas y
gravimétricas
origina la forma
característica del
bulbo húmedo,
que en general
presenta la
configuración
indicada en la
figu- ra 5.3.

3
.
2
.

F
a
c
t
o
r
e
s
q l Este hecho,
u o como veremos en
e s el capítulo 6, tiene
gran trascendencia
a l en la determinación
f i
e
del número de
g emisores por
c
e planta. La reducida
t
a r extensión del bulbo
n o en suelos arenosos
s ha ocasionado la
a , evolución del riego
l por goteo hacia la
l o microaspersión.
a
q
f u
o e
165
r
m h
a a
c
d e
e
l
q
u
b
e
u
l
b e
o l
r
T a
ipo d
de i
suelo o
. En
los d
suelo e
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pesad c
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Suelo Arcilloso
Suelo Franco
Suelo Arenoso

Figura 5.4.
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c
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o
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e

l
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x
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u
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a

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n

l
a

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o
r
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a

d
e
l

b
u
l
b
o

166 16
166 61
húm superior, que de
edo.
esta forma se
extiende más.
Estratificación. Los suelos uniformes e) Obstáculos
sólo se encuentran en los ejemplos de los impermeables. La
libros. En la naturaleza lo normal es que presencia de piedras
se presenten estratos de distinta porosidad, o len tejones de
lo que afecta al flujo y a la retención del material muy poco
agua, y en consecuencia al bulbo húmedo. permeable hace
Cuando el frente húmedo alcanza un que el bulbo se
extienda
estrato diferente, éste se comporta
lateralmente hasta
inicialmente como una barrera al avance
que el agua
del agua, aunque el estrato sea más
«rebosa» por los
permeable que el suelo situado encima de bordes.
él. En la figura 5.5 se muestran tres casos
distintos: Caudal del
a) Estrato arenoso. Cuando el frente emisor y tiempo de
húmedo alcanza el estrato arenoso, el agua riego. En la figura
que venía circulando por unos poros 5.6 se muestra la
pequeños se encuentra con unos espacios forma del bulbo
aéreos mucho mayores, que retienen el húmedo en dos
agua con menos fuerza (menor potencial suelos distintos,
mátrico en valor absoluto). En arenoso y franco,
consecuencia el agua antes de atravesar la con distintos
caudales
interfase se acumula en el suelo sobre el

J ?
estrato, hasta que el potencial mátrico
disminuye lo suficiente para que el agua

.
sea atraída por la arena. Es éste un
fenómeno parecido al corte del
movimiento capilar ascendente ocasionado

_:·_ ·y: ·.· ··


por materiales muy porosos.
Una vez que el agua penetra en el estrato
arenoso, debido a su mayor permea-
bilidad el frente húmedo necesita menos
sección para avanzar, por lo que el bulbo ·.
se estrecha. Cuando el frente alcanza el

·.r
suelo situado bajo el estrato arenoso, el
bulbo adopta la forma que tendria con un
emisor cuyo «charco» fuese la zona
húmeda de la arena.
b) Estrato arcilloso. Cuando el frente
húmedo alcanza la arcilla, el agua
penetra inmediatamente en ella, pero
debido a la menor permeabilidad del
estrato intermedio, el agua pasa con menor
velocidad acumulándose en el estrato
>
167 16
167 71
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Suelo

Areno

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2
2
o) Estrato Arenoso

Figura 5.5.
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168 16
168 81
la forma
del bulbo
húmedo.

169 16
169 91
DISTANCIA HORIZONTAL (cm)

o0
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Figura 5.6.
El bulbo húmedo enfuncián del caudal del emisory del tiempode riegopara dos tipos de
suelos
(BRESLER1,
977).

por emisor (41/h.y201/h.) y con distintos volúmenes de agua aplicados (4, 8 y


16 litros). El análisis de esa figura conduce a estas conclusiones:
l.ª El bulbo se extiende más horizontalmente en los suelos más pesados.
2.ª Para el mismo suelo se cumple:
a) Si el caudal se mantiene constante, la extensión superficial del bulbo no
varía mucho con el tiempo (o lo que es lo mismo, con el volumen de agua
aplicado) y algo parecido ocurre con la máxima extensión horizontal subterránea
del bulbo. En cambio, a medida que pasa el tiempo, el bulbo se va desarrollando
en profundidad. Un tiempo excesivo de riego hace que el agua se pierda por per-
colación.
b) Para un mismo tiempo de riego (o para un mismo volumen de agua),
cuanto mayor es el caudal del emisor, mayor es la extensión horizontal del bulbo.
Sin embargo, el aumento del bulbo es mucho menos que directamente propor-
cional al tiempo de riego, como muestra este ejemplo, obtenido de la figura 5.6.:
En el suelo arenoso se pueden aplicar 8 l a base de 4 1/h. ó de 20 1/h. En el
primer caso el mayor radio del bulbo es de 23 cm y en el segundo de 28 cm. Con
los mismos datos, para el suelo franco los radios son de 32 y 44 cm. En los dos
suelos el aumento del radio es del orden del 25 - 35 por 100, mientras que el del
caudal es del 500 por 100.
Vemos por tanto que para un suelo dado, la extensión horizontal del bulbo
no se puede modificar indefinidamente variando el caudal del emisor ni el
tiempo de riego. Para conseguir una determinada superficie mojada de suelo a
cierta profundidad, la variable más importante sobre la que se puede actuar es el
número de emisores.

4. Adaptación de las raíces al riego localizado

El efecto de localización del riego se traduce en que solamente se humedece


una parte del suelo, lo que plantea inmediatamente una cuestión fundamental:
¿qué volumen de suelo necesitan las plantas? y derivado de ello, ¿hasta qué punto
se pueden reducir los marcos de plantación usuales en riegos
convencionales?
Para tratar el tema vamos a empezar por describir una experiencia clásica.
realizada en Southcrn Victoria por Black para a continuación analizar el pro-
blema.
Black cultivó en 1966 manzanos jóvenes, agrupando las raíces de cada árbol
en cuatro partes sensiblemente iguales e introduciéndolas en cuatro macetas
distintas. Los árboles fueron regados ·diariamente hasta desarrollar un buen
sistema radicular. A continuación aplicó cinco tratamientos distintos:
1. Riego en las cuatro macetas.
2. Riego en tres macetas.
3. Riego en dos macetas.
4. Riego en una maceta.
5. Sin riego.
En los tratamientos con riego la dosis fue la misma para cada árbol. La
superficie del suelo se cubrió con polietileno y se midió la transpiración en cada
grupo. En el grupo 5, sin riego, se alcanzó el punto de marchitez cuando la
transpiración acumulada fue de 48 mm. En los demas grupos se obtuvieron las
transpiraciones siguientes, expresadas como porcentaje del máximo, que fue de
215 mm.

GntJJ() º•desuelo "o de Lranspirac,6n


1 100 100
2 75 94
3 50 88
4 25 74

Al final de la experiencia las cuatro macetas de todos los grupos se regaron y


todos los árboles alcanzaron la misma transpiración.
Posteriormente se-han realizado numerosos experimentos que confirman que
las plantas necesitan un volumen de suelo muy inferior al que exploran en secano
o con otros sistemas de riego. Ello es debido a varias causas. En primer lugar al
extraordinario dinamismo y plasticidad del sistema radicular. Fereres (1976)
observó crecimiento «de novo» de raíces a las 48 horas de aplicarse un riego a un
cultivo de sorgo que no se había regado en cincuenta días. Las raíces se adaptan
velozmente al régimen de humedad, concentrándose en el bulbo húmedo, que
puede contener una densidad de raíces tres o cuatro veces superior a un suelo con
riego no localizado.
La mayor densidad de raíces no sólo da lugar a una mayor extracción de agua
del suelo por la mayor superficie de absorción, sino que además cualquier partí-
cula de agua encuentra la raíz más próxima a menos distancia, y la absorción es
inversamente proporcional al cuadrado de la distancia (Gardner).
Por otra parte las raíces no se limitan al bulbo húmedo, ya que fuera de él
también existe humedad, sobre todo en climas lluviosos. Además, probablemen-
te fuera del bulbo encuentren un ambiente con menos toxinas y con algunos
nutrientes cuya concentración haya disminuido en el bulbo.
Lo anterior se puede resumir en los dos puntos siguientes:
1. El que las plantas utilicen un determinado porcentaje de suelo no quiere
decir que el porcentaje de raíces activas sea el mismo. Este es mucho más
elevado por su mayor concentración.
2. Las plantas se desarrollan bien aunque no todo su sistema radicular sea
activo.
Hasta qué punto se puede reducir el volumen de suelo mojado sin detrimento
de los rendimientos es una cuestión muy importante sobre la cual nuestros
conocimientos son muy limitados. Adelantemos que una cifra del 30 - 40 por
100 es generalmente aceptada. Por debajo de ello se corre riesgo de que sea
insuficiente. Por encima de esos valores la situación es más segura pero la
instalación de riego es más cara. Esta es una característica que hay que decidir en
un proyecto de riego y por tanto será estudiada con más detalle en el capítulo 6.
La cifra antes indicada del 30 - 40 por 100 de suelo mojado supone que el 70 -
60 por 100 restante del suelo no se aproveche (lo cual no es totalmente cierto,
pues como hemos visto las raíces superan el bulbo húmedo). Esta conclusión
conduce a plantearse la posibilidad de disminuir los marcos de plantación en esos
mismos porcentajes. Sin embargo, tal disminución se ve pronto limitada por las
necesidades de luz del follaje, de forma que hay que ser muy prudente al tratar de
reducir los marcos de plantación, aparte de otras consideraciones del tipo de
necesidad de espacio para el paso de las máquinas, etc.

S. Régimen de humedad en el suelo

5.1. Los rendimientos de los cultivos y el régimen de humedad


Otro tópico acerca de los riegos que estamos estudiando es el aumento que se
consigue en la producción debido a la alta frecuencia. Según esa teoría, al

170 171
r
Riego de alto frecuencia
e

l Riego convencionol

Umbral de humedad

o 4 a s 7 • O 11 12 11 •• IOi 18
dios

• Aplicación de un riego

Figura 5.7.

mantenerse constantemente en el suelo una humedad elevada, la absorción de


agua por las raíces exige un esfuerzo menor a la planta y la producción se
desarrolla en mejores condiciones, aumentando los rendimientos. Este hecho,
que es fundamentalmente cierto, requiere algunas matizaciones.
En los sistemas de riego convencionales tales como gravedad o aspersión sin
cobertura total, el aplicar diariamente el agua a toda la superficie a regar implica
unas necesidades muy grandes de mano de obra en apertura y cierre de compuer-
tas, manejo de surcos, traslado de equipos móviles de aspersión, etc., de forma
que en la práctica se ha recurrido al sistema de tumos de riego, en el cual las
parcelas se riegan cada cierto número de días, aplicando una dosis suficiente para
cubrir las necesidades del intervalo entre riegos. La fase de infiltración del agua
en el suelo ocupa un tiempo muy reducido en comparación con la fase de
redistribución, y las propiedades del suelo relacionadas con la retención hídrica
cobran mucha importancia. De ahí esos conceptos clásicos de capacidad de
campo, punto de marchitez etc. tan empleados en los riegos convencionales.
Inmediatamente después del riego el suelo tiene una elevada humedad 0. A partir
de ese momento la evapotranspiración va extrayendo agua del suelo y 0 se hace
menor cada día, hasta que se aplica el siguiente riego, repitiéndose el ciclo.
La figura 5.7 muestra como varía 0 en un ejemplo en el que el intervalo de
riego es de ocho días. Si llamamos Den mm a la dosis de riego, la evapotranspira-
ción diaria (sin considerar las pérdidas) es:

ET = _!? mm/día
8

171 171
En la misma figura se muestra el caso de un riego de alta frecuencia, concreta-
mente un riego diario cuya dosis «d» coincide con la evapotranspiración. Com-
parando ambos casos se comprueba que en los riegos convencionales experi- e
menta variaciones mayores.
Numerosas experiencias han demostrado que existe un valor umbral de
humedad en el suelo que depende de varios factores, fundamentalmente del tipo
e
de cultivo, y que se caracteriza porque mientras se mantenga por encima de ese
valor, la producción del cultivo en cuestión no se resiente. Es decir, el que los
cultivos obtengan altos rendimientos no depende del sistema de riego sino del
régimen de humedad del suelo.
En rigor el valor umbral no se establece en términos de humedad (0) sino de
potencia) ('lf). Sin embargo sacrificamos un poco el rigor a cambio posiblemente
de un mayor claridad en la exposición.
En el riego convencional, cuanto mayor es el intervalo entre riegos más se
aproxima 0 al umbral, por lo que desde el punto de vista agronómico interesa
acortar el intervalo. En cambio desde el punto de vista del coste de las operacio-
nes de riego interesa alargar el intervalo aumentando la dosis de riego. La elec-
ción del intervalo correcto es por tanto función del cultivo (ET y umbral) y del
suelo (relación 'I' - 0).
En los RLAF normalmente se trabaja muy alejado del valor umbral y el
intervalo entre riegos se establece a voluntad, sin más limitación práctica que
cuando los riegos son muy frecuentes (uno o más por día) es conveniente la
automatización del inicio y final del riego.
e
Vemos por tanto que mientras se mantenga por encima del umbral no hay
diferencias en las producciones debidas a los sistemas de riego. Sin embargo en
los suelos de poca capacidad retentiva esa condición es muy dificil de conseguir
con los sistemas convencionales, en los que se necesitarían intervalos de riego del
orden de 2, 3 ó 4 días, de forma que si se aplican intervalos mayores la produc-
ción se resiente. Es en estos suelos marginales (arenosos o poco profundos) en los
que los riegos de alta frecuencia pueden aumentar espectacularmente las produc-
ciones y de ahí procede la fama de los citados sistemas de riego en cuanto a los
rendimientos de los cultivos.
En el otro extremo de suelos pesados ya hemos visto que con los sistemas
convencionales se puede conseguir un régimen de humedad satisfactorio. Sin
embargo en estos suelos a veces se presentan problemas de falta de aireación
después de un riego de dosis elevada. Los riegos de alta frecuencia suponen una
mejora ante estos problemas, ya que las pequeñas dosis aplicadas no llegan a
saturar el suelo en la misma proporción.
En relación con los mayores rendimientos que efectivamente se consiguen
con RLAF, hay que tener en cuenta que parte son debidos al mejor régimen de
humedad y parte a la fertirrigación, de la que se tratará en el Cap. 11.

5.2. Aireación del suelo en riegos localizados de alta frecuencia


En los riegos de baja frecuencia se utilizan dosis elevadas de riego, lo que crea
problemas de falta de aireación en los días siguientes al riego. En el caso de
z
V

Figura 5.8.

aspersión se puede unir a ello otro fenómeno: la destrucción superficial de la


estructura del suelo y la consiguiente formación de costra (Gornat, 1971 ). En
cambio en los RLAF el suelo sólo se satura en un volumen muy reducido
próximo al emisor. A partir de esta zona saturada hay un gradiente de concentra-
ción de oxígeno, que aumenta al acercarse a la periferia del bulbo húmedo.
Además, como veremos al estudiar el «régimen permanente» de humedad y el
riego a pulsos, existen unas técnicas de manejo de los riegos localizados de alta
frecuencia que aumentan la aireación del suelo, lo que puede ser de utilidad en
el caso de suelos pesados.

5.3. El «régimen permanente» de humedad


e
Supongamos un suelo no saturado cuya humedad es constante a cualquier
profundidad y consideremos un estrato de espesor «dz» situado a la
profundidad
z (fig. 5.8). El suelo es homogéneo, de forma que a un mismo nivel de 0 corres-
ponde el mismo potencial mátrico 'Vm· En esas condiciones habrá un movimien-
to descendente de agua ocasionado por la diferencia de profundidad, es decir, de
potencial gravitacional. En efecto, dado que el potencial de presión es nulo (suelo
no saturado) y el osmótico no afecta al movimiento del agua por no haber
ninguna membrana semipermeable, el potencial total 'I' se compone de:

(2)

y como 'l'm = cte.

d\Jf = d\jl = dz (3)


'
173 17
173 31
Recordando del capítulo l la ley de Darcy en suelos no saturados, la velocidad
vertical del agua v es:

V= K(G) dljl
dz (4)

y teniendo en cuenta (3) se obtiene finalmente

v = K(9) (5)

El significado fisico de esta relación es que, en las condiciones de partida


(suelo homogéneo y e cte. con la profundidad), en presencia de una
infiltración
constante(v) el suelo acomoda su estado de humedad de forma que la
conducti-
vidad hidráulica K (0) se iguale a la velocidad de infiltración. Recuérdeseque la
conductividadhidráulica es función de 9, es decir, del espesor de las películas
de
agua que rodean a las partículas del suelo. Si v se modifica, se alcanza
asimismo la igualdad (5), aunque a un nuevo valor de 9. La nueva acomodación
ocurre así: si por la cara superior del estratoantes considerado penetrael agua
con velocidad superior a la de equilibrio, el estrato no puede evacuar la
totalidad del agua que recibe y el exceso se acumula en dicho estrato. En
consecuencia las películas de agua que rodean las partículasde suelo aumentan
de espesor, lo que provoca un aumento de K(G), fenómeno que continúa hasta
que K se iguala al nuevo valor de v. A partir de ese momento toda el agua
que entra por la cara superior del estratosale por la inferior. En el caso
extremo de una v muy alta se alcanzaría la saturación,cumpliéndose
igualmente v = Ksar Por el contrario si v disminuye, el suelo pierde más agua de
la que repone: 9 disminuye, así como K(9) hasta que ésta se iguala a v.
Este estado teórico se denomina «régimen permanente» y en inglés «steady
state». En la práctica, la igualdad (5) será más cierta cuanto el régimen más se
aproxime al permanente, es decir, cuanto más alta sea la frecuencia de riego.
Además, la aproximación al régimen permanente sólo ocurre a partir de una
cierta profundidad, ya que los estratos superficiales del suelo se ven muy influen-
ciados por la intermitencia de la aplicación del riego. La profundidad a que el
régimen se hace casi permanente es del orden de pocos centímetros. Zur y
Salvadi ( 1977) han demostrado que esa profundidad es función exponencial de
la pluviometría.
La conclusión teórica representada por (5) ha sido confirmada por
numerosas experiencias y tiene una aplicación práctica importante: en los
suelos pesados, donde sean de temer problemas de falta de aireación
ocasionados por el riego, es conveniente aplicar riegos de alta frecuencia y baja
pluviometría. Cuanto menor sea la pluviornetría, es decir, cuanto menor sea v,
menor será K(G) y menor será la humedad del suelo, aumentando en cambio el
espacio aéreo E•.
5.4. Riego a pulsos
Como se ha visto en el apartado anterior, en suelos con problemas de airea-
ción puede ser conveniente aplicar riegos de baja pluviometria. Sin embargo
se necesitan emisores de pluviometrias del orden de O, 1 - 0,2 1/h., que
presentan problemas de obturaciones, lo que ha llevado al desarrollo de una
técnica deno- minada riego a pulsos.
La idea es simple. Se desea aplicar una pluviometría baja (p) y para ello se
utiliza un emisor de pluviometría p' muy superior a p, pero regando a pulsos, es
decir, intermitentemente, con una duración de cada aplicación (t.) muy corta,
del orden de varios minutos y espaciando cada aplicación. Si llamamos t al
intervalo entre dos aplicaciones, los valores de t. y t se pueden ajustar para que
se obtenga una pluviometría media igual a p:
, t
P=P . i_
(6)
t8 + t

Ejemplo l
Se dispone de un emisor de p' = 3 1/h. y se desea obtener una pluviornetría
de p = 0,25 1/h. Calcular ta y t.
Se impone la condición t + t.= ·60 min. Aplicando (6) se obtiene:

t =-- 0,25 x 60 = 5 mm. .


a 3

Por tanto se regará 5 minutos cada hora. A esta proporción (5/60 = 1/12) se
denomina pulsar 1 / 12.
La aplicación práctica del riego a pulsos plantea dos cuestiones interesan-
tes:
l.ª ¿Equivale el régimen de humedad del suelo en un riego a pulsos al de un
riego continuo de pluviometría equivalente?
2.ª ¿Tiene algún efecto importante sobre el bulbo húmedo?
Estudiemos ambas cuestiones.

J.ª Régimen de humedad


Zur realizó en 1976 la experiencias siguientes:
a) Aplicó un emisor de p' = 5 1/h. pulsando 1/6, con una pluviometría
equivalente de 5/6 = 0,83 1/h. Al mismo suelo aplicó un emisor de p' = 101/h.
pulsando 1/12, con lo que la pluviometría equivalente fue igualmente de 0,83
1/h. En ambos casos obtuvo en el suelo una humedad de 18 %. e=
b) Aplicó un emisor de p' = 1 O 1/h pulsando 1/6, con p = 1,67 1/h y al
mismo sucio aplicó un emisor de p' = 201/h pulsando 1112. con p = 1.671/h. En
ambos casos obtuvo en el suelo una humedad de e = 21 % .
Emisor

i
Riego contnuo

Figura 5.9.
El bulbo húmedo en riego a pulsos.

Estas experiencias parecen confirmar la base teórica de la técnica del riego a


pulsos, que por tanto se puede aplicar en suelos pesados para evitar problemas de
falta de aireación.

2. ª Efecto sobre el bulbo


húmedo
Supongamos un determinado emisor que se utiliza en dos formas distintas. En
la primera se riega continuamente durante todo el tiempo de riego. En la segunda
se utiliza el mismo caudal y se aplica el mismo volumen de agua pero regando a
pul- sos. Como ya hemos visto, en el riego a pulsos se obtiene una humedad menor
en el suelo, y dado que la cantidad de agua es la misma, ello implica que el
volumen de suelo mojado sea mayor. Levin et al. (1979) realizaron unas
experiencias que con- firman lo anterior. Comprobaron que el bulbo húmedo
en el riego a pulsos era más profundo y más ancho que en el riego continuo,
pero que el aumento de an- chura era proporcionalmente superior al aumento
en profundidad (Fig. 5.9).
Parece por tanto que con el riego a pulsos se favorece la extensión superficial
del bulbo húmedo, lo que puede ser de aplicación en suelos muy permeables en
los que el bulbo húmedo es poco extenso y muy profundo. Sin embargo el riego a
pulsos exige unos automatismos más complicados y por ello en cada caso habrá
que analizar si se riega a pulsos o se instalan más emisores.
Como resumen del riego a pulsos diremos que su utilización puede estar
justificada en los casos siguientes:
- Suelos muy poco permeables, para evitar la falta de aireación.
- Suelos muy permeables, para aumentar la extensión horizontal del bulbo
húmedo.
Zona de acumulación de soles

Figura 5.1 O.

6. Salinidad

El régimen de saies en el suelo se ve afectado por la alta frecuencia y por la


localización de los riegos.

6.1. Efecto de la alta frecuencia


Después de la aplicación de un riego, las sales que contenía la solución del
suelo, más las aportadas por el agua de riego se encuentran disueltas en el agua
del suelo. A partir de ese momento tanto la evaporación como la transpiración
disminuyen la humedad del suelo. mientras que practicamente no eliminan las
sales disueltas. En consecuencia, la concentración salina va aumentando hasta
que se aplica el riego siguiente. Cuanto mayor sea el intervalo entre riegos mayor
será la salinidad de la solución del suelo. Como se vio en el capítulo 3, el efecto de
las sales disueltas es aumentar la presión osmótica de la solución y en consecuen-
cia dificultar la absorción de agua por las raíces, fenómeno que se suma a la
mayor dificultad de absorción debido a la disminución de humedad.
La alta frecuencia en los riegos facilita la absorción de agua por el doble efecto
de mantener alta la humedad y baja la salinidad. Ello explica los favorables
resultados que se han obtenido utilizando en riego por goteo aguas cuya salinidad
las hacía poco recomendables en sistemas tradicionales de riego.

6.2. Efecto de la localízacién


La distribución de las sales en el perfil del suelo es una consecuencia del
régimen de humedad. La figura 5.10 muestra la distribución típica bidimensio-

177 177
177 177
na! en la que se ve que bajo el emisor hay una zona muy lavada, rodeada por una
zona de baja salinidad que coincide practicamente con el volumen ocupado por
el bulbo húmedo. Las sales se acumulan en la periferia del bulbo y sobre todo en
la superficie del suelo, que presenta una especie de corona circular blanca carac-
terística. Como ya se ha dicho las dimensiones relativas de estas zonas dependen
de la distribución de la humedad. En suelos arenosos las zonas salinas se extien-
den menos en sentido horizontal que en suelos menos permeables. Asimismo, los
caudales unitarios y los volúmenes de agua aplicados afectan a la forma del bulbo
y por tanto a la distribución de las sales.
La distribución de sales descrita tiene consecuencias agronómicas. Por una
parte presenta el efecto favorable de concentrar las raíces en la zona de mayor
humedad y menor salinidad, pero en cambio, en la periferia del bulbo establece
una barrera al desarrollo de las raíces, lo que dificulta que éstas exploren la parte
de suelo situada fuera del bulbo húmedo. Todo eUo intensifica la localización y
hace al sistema más dependiente del riego.
En el caso de árboles, las raíces se desarrollan en las áreas favorables del
suelo. En el caso de plantas anuales, se corre el riesgo de que en la siembra
siguiente las semillas se coloquen en las zonas superficiales más salinizadas, lo
que puede perjudicar a la germinación, que es una fase del ciclo vegetal muy
sensible a lasa-
linidad.
Las lluvias no muy fuertes pueden ser contraproducentes, al arrastrar las sales
superficiales e introducirlas en las zonas de menor salinidad, donde abundan las
raíces. Por tal razón es una práctica conveniente no detener el riego en presen-
cia de lluvias ligeras.

6.3. Lavado de sales en riegos localizados


Las peculiaridades del régimen de sales en los riegos localizados obliga a un
manejo especial de riegos y lavados.
Los lavados conviene que sean frecuentes; lo ideal es que cada riego lleve su
dosis de lavado, es decir, que se riegue con un cierto exceso, lo que es fácil de
organizar si se dispone de agua suficiente. Las ventajas de los lavados frecuentes
son:
- La salinidad del bulbo se mantiene baja.
- Aumenta el volumen de la zona de baja salinidad.
El cálculo de la fracción de Iavado se hace en función de diversos factores
(salinidad del agua de riego, tipo de suelo, nivel de salinidad exigido por los-
. cultivos, régimen de lluvias, etc.). En muchos casos las lluvias realizan un
lavado
suficiente. Cuando no es así, es práctica frecuente provocar los lavados
mediante riegos complementarios por aspersión. Un caso extremo de la
necesidad de lavados por aspersión es el de invernaderos de riegos localizados, a
menos que en algunas épocas del año se retire la cubierta para permitir los
lavados con agua de lluvia.
7. El abonado en los RLAF

Las instalaciones de riego localizado no sólo permiten aplicar agua de riego


sino también distintos productos como abonos, correctores de suelos, productos
fitosanitarios, etc. De estas aplicaciones, la que más se ha desarrollado es la de
abonos disueltos en el agua de riego, para lo que incluso se ha creado una nueva
palabra: fertirrigación. La fertirrigación ha supuesto una revolución en las técni-
cas de cultivo, lo que justifica que se Je dedique un capítulo completo, el 11. Sin
embargo, queremos destacar aquí los aspectos más sobresalientes de esta
forma de abonado.
En primer lugar hay que señalar que la aplicación de abonos con el agua de
riego no es una exclusiva de los RLAF, pero en ellos es casi una necesidad: dado
que las raíces sólo exploran una parte del suelo, los nutrientes situados fuera de su
alcance no son efectivos. Además, la gran actividad radicular en el bulbo húmedo
podría agotar algunos nutrientes si no se repusieran con frecuencia.
Pero además de ser necesaria, la fertirrigación presenta numerosas venta-
jas:
- Ahorro de fertilizantes.
- Mejor asimilación.
- Mejor distibución en el suelo.
- Posibilidad de adecuar el abonado a las necesidades del momento.
- Rapidez de actuación.
- Economía en la distribución de abonos.
También hay algunos posibles inconvenientes, aunque más que al método de
abonado en sí, se deben a un manejo incorrecto:
- Obturación de emisores por precipitados químicos.
- Aumento de la salinidad del agua de riego.
- Carencias de algunos elementos que están presentes como impurezas en
los abonos tradicionales.
La fertirrigación con nitrógeno es práctica muy frecuente y cada vez se
utilizan más el potasio y el fósforo; este último después de superar fuertes críticas
acerca de su facilidad para precipitar obturando los emisores y de inmovilizarse
en el suelo sin alcanzar la zona radicular. También se aplican elementos secunda-
rios (S, Mg y Ca) y microelementos.
Las técnicas de análisis foliar, que se están convirtiendo en un requisito
rutinario de las explotaciones avanzadas, y la mejora del conocimiento de las
necesidades de los cultivos, permitirán una utilización de la fertirrigación más
racionalmente de lo que se hace en la actualidad y, por supuesto, mucho más que
el abonado tradicional.
8. Ventajas e inconvenientes de los riegos localizados de alta frecuencia

Ventajas
Ventajas agronómicas

1. Ahorro de agua, debido a varias causas:


-ET bastante menor en árboles jóvenes; algo menor en adultos;
-pérdidas de agua prácticamente nulas en las conducciones y reduci-
das en la aplicación;
-alta uniformidad de riego si el sistema está bien diseñado y
mante- nido;
-posibilidad de medición y control del agua aplicada.
2.· Alta frecuencia de riego, con estas dos consecuencias:
-humedad del suelo permanentemente alta;
-salinidad del suelo menor, al estar las sales más diluidas.
3 Posibilidad de aplicar lafertirrigación, con estas ventajas:
-ahorro de fertilizantes;
-ahorro de mano de obra;
-mejor distribución de fertilizantes en el tiempo y en el espacio;
-mejor asimilación de fertilizantes;
-posibilidad de actuar rápidamente ante deficiencias.
4. Aprovechamiento de suelos marginales:
-suelos muy permeables (arenas, gravas, rocas etc.);
-suelos poco permeables con problemas de falta de aireación;
-suelos con mucha pendiente;
-parcelas pequeñas de forma irregular;
-restauración de terraplenes, escombros, barrancos etc.
5. Mantenimiento del follaje seco, con estas ventajas:
-menos enfermedades;
-menor lavado de productos de tratamientos;
-con aguas salinas, se evita el quemado de las hojas;
-mayor calidad de algunos productos (p. ej. flores).
6. Posibilidad de empleo de aguas de menor calidad:
-menor efecto osmótico con aguas salinas, al estar las sales más di-
luidas;
-lavado continuo del bulbo húmedo.
7. Posibilidad de riego en cultivos acolchados o con microtüneles.
8. Localización de malas hierbas, que se concentran en el área húmeda,
lo que facilita su tratamiento.
9. Menores interferencias con cosechas, tratamientos, viento etc.
I O. Las instalaciones de fertirrigación permiten la aplicación de otros pro-
ductos.

Ventajas económicas y de manejo


-Se necesita algo menos de presión que en aspersión;
-menor gasto en energía, debido a los menores consumos de agua y a las
menores necesidades de presión;
-muy pocas necesidades de mano de obra para el manejo del riego;
-facilidad de la automatización;
-facilidad de riego durante las 24 horas del día, lo que permite aprove-
char las horas de energía barata.
Como consecuencia de algunas de estas ventajas, principalmente del man-
tenimiento de una alta humedad en el suelo y de laferrirrigación, en riego lo-
calizado los cultivos obtienen generalmente mayores rendimientos que con
otros sistemas de riego.

Inconvenientes
-Facilidad de obturaciones de los emisores. Este es el principal problema
del riego localizado.
=-Coste de las instalaciones. En comparación con aspersión, el riego loca-
lizado generalmente es más caro para cultivos herbáceos (hortalizas
principalmente) y algo más barato para cultivos arbóreos.
-Se necesita presión para su funcionamiento, a diferencia del riego por
gravedad.
-Ocasiona el lavado localizado de las sales, creando zonas de acumula-
ción salina. Donde la lluvia es insuficiente, o en invernaderos, cuando es
necesario lavar las sales, hay que hacerlo por otros sistemas, como inun-
dación o aspersión.
-No permite la defensa contra heladas.
CAPITULO 6

DISEÑO AGRONOMICO

1. Introducción

Después de 5 capítulos dedicados al estudio teórico de una serie de cuestiones


básicas, nos enfrentamos por fin con un capítulo práctico, que culmina la prime-
ra parte del libro, dedicada a la agronomía de los RLAF.
El diseño agronómico es el componente fundamental en todo proyecto de
riego, y los RLAF no son una excepción. Es la parte en la que los errores tienen
consecuencias más graves; de nada sirven unos afinados cálculos hidráulicos en
la instalación de riego o una perfecta elección de los automatismos, si se parte de
un diseño agronómico equivocado cuya consecuencia es, por ejemplo, la salini-
zación del suelo por falta de lavado o la insuficiencia en el volumen de suelo
humedecido, por instalar un número equivocado de emisores. Por otra parte,
como también ocurre en los demás métodos de riego, el diseño agronómico es la
parte del proyecto que más dificultades presenta, tanto de tipo conceptual como
de dificultad de cuantificar mediante fórmulas, coeficientes, tablas, etc. una serie
de cuestiones en las que interviene la biología. Por todo ello es una fase del
trabajo donde hay que extremar el sentido común y la observación de la realidad.
El diseño agronómico es parte del proyecto en cuanto decide una serie de
elementos de la instalación tales como número de emisores, disposición de los
mismos, etc. Además proporciona unos datos básicos para el posterior diseño
hidráulico, como caudal por emisor y planta, duración del riego, etc.
El diseño agronómico se desarrolla en dos fases:
1 .ª Cálculo de las necesidades de agua.
2.ª Determinación de la dosis, frecuencia y tiempo de riego. Número de
emisores por planta y caudal del emisor.
Finalmente debe decidir acerca de la disposición de los emisores.
De estas cuestiones trata el presente capítulo. A lo largo del mismo y como

183
complemento de la teoría, se irá estudiando un caso práctico, concretamente el
del riego por goteo de naranjos en la provincia de Huelva. Al final del capítulo se
incluyen dos ejemplos; el primero es una recopilación del caso citado de
naranjos y el segundo estudia el riego de una hortaliza, concretamente el fresón,
también en la provincia de Huelva. Los resultados del primer ejemplo se irán
utilizando en capítulos posteriores, en temas como elección de materiales de
riego, diseño hidráulico, etc. de manera que a lo largo del libro se haya
realizado un diseño completo de RLAF.

2. Necesidades de agua

A efectos de diseño, lo que interesa conocer acerca de las necesidades de agua


es su valor punta, en función del cual se dimensionan posteriormente las
instala- ciones de riego. Para otro tipo de trabajos puede interesar el cálculo
de las necesidades de un cultivo a lo largo de todo su ciclo, como es el caso
de los estudios económicos, en los que hay que valorar el coste del agua, o las
necesida- des anuales de las alternativas para conocer, por ejemplo, la
superficie que se puede abastecer con un embalse. En este trabajo nos vamos a
limitar al estudio de las necesidades punta, calculándolas por los métodos
descritos en el capítu- lo 2.
En dicho capítulo se explicaron los métodos empíricos utilizados en sistemas
convencionales de riego y se ofreció un avance del cálculo para RLAF, que se
amplia ahora con ayuda del esquema de la figura 6.1.
En lo que sigue se desarrolla el esquema de la figura 6.1 y al mismo tiempo se
aplica a un ejemplo. Se trata del cultivo del naranjo en el suroeste de la provincia
de Huelva. A medida que el ejemplo vaya avanzando se irá informando acerca
de las características de este cultivo que sean necesarias para el cálculo de
las necesidades de agua. Recordemos la recomendación hecha en el capítulo 2
de la publicación «Las necesidades de agua en los cultivos» (FAO, Roma,
1976), donde se aclaran muchos extremos que aquí no nos podemos detener en
expli-
car.

2.1. Cálculo de ETO


El cálculo de ET0 no presenta diferencias respecto al riego convencional
estudiado en el capítulo 2, por lo que sólo se añade que en la zona del ejemplo
el cálculo se realizó por el método de Penman, a partir de datos de 29 años
(período
1951/52 a 1979/80) obtenidos en la estación meteorológica de Huelva. El mes de
evapotranspiración más elevada es Julio, con un valor medio de ET0 = 6,51
mm/día que no se supera con una probabilidad del 5~,2 %. Con una probabili-
dad del 90 por 100, el valor de ET0 es de 7,15 mm/día. El cálculo continúa a
partir del valor medio y en su momento se comentará la corrección necesaria
para aumentar la probabilidad de no ser superado.

184
cálculo de Elección de
ET o Kc

ETc= Kc .
/ K~ (coeficiente de localización)

\/
B C
o
r
r
e
c
c
i
o
n
e
s

p
o
r

c
o
n
d
i
c
i
o
n
e
s

l
o
c
a
l
e
s
Esquema del cálculo de las necesidades punta de agua en
riegoslocalizados de altafrecuencia.

Gw (
oporte
copilar)
6.
olmoce
a 185

n.
aguo

/ Ea
(eficiencia
de
aplicación)
Nn
(necesidad
es netas
de riego)

e.u.
(coeficient
e de
uniformidad
)

R
(necesidad
es de
lavado)

Nt tota
l de es a
17)
2.2. Elección de K0
Como se verá al estudiar el «efecto de localización», la cubierta arbórea es de
aproximadamente el 50 por 100. Para este caso, la publicación citada de la FAO
(ver capítulo 2) distingue dos posibilidades:
- Cultivados limpios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . K0 = 0,55
- Sin programa de lucha contra malas hierbas . . . . K0 = 0,85
En el ejemplo, aunque existe un programa contra malas hierbas, se elige un
valor intermedio estimado en K, = O, 70.
Por tanto,

ET0 = 6,51 x 0,70 = 4,56 mm/d

2.3. Efecto de localización


Se han propuesto numerosos procedimientos que corrigen la ET por el 0

«efecto de localización». Entre ellos hemos seleccionado como más prácticos los
que se basan en la «fracción de área sombreada por el cultivo», a la que denomi-
namos A y definimos corno la «fracción de la superficie del suelo sombreada por
la cubierta vegetal a mediodía en el solsticio de verano, respecto a la superficie
total». A efectos prácticos se puede hacer coincidir la superficie sombreada con la
proyección sobre el terreno del perímetro de la cubierta vegetal. En el ejemplo
que estamos estudiando la situación se muestra en la figura 6.2.
La fracción de área sombreada es:

nx 4 2

~
A=--- = 0,52
6 X 4

. •. º• I • I.J.1;1\1
..
1

, 6 m.
1
L

Figura 6.2.

186 187
Estos métodos suponen que a efectos de evapotranspiración el área sombrea-
da se comporta casi igual que la superficie del suelo en riegos no localizados,
mientras que el área no sombreada elimina agua con una intensidad mucho
menor. Con objeto de homogenizar la presentación de los métodos hemos modi-
ficado ligeramente las fórmulas originales de cada autor, de forma que la corree-
ción por localización consiste en multiplicar ETc por un coeficiente de localiza-
ción Kl, cuyo valor depende de A. Diversos autores han estudiado la relación
entre KJ y A, obteniendo las fórmulas siguientes:
Aljibury et al. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Kl = 1,34 A (1)
Decroix . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . KJ = O, 1 + A (2)
Hoare et al . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Kl =A+ 0,5 ( 1 - A) (3)
Keller Kl=A+0,15 (1-A) (4)

Una primera critica que se puede hacer a estas fórmulas es que en todas ellas
la relación entre Kl y A es lineal. En la figura 2 del capítulo 5 se vio cómo los
datos de una experiencia real muestran que tal relación no se cumple y que para
pequeños valores de A, las necesidades calculadas pueden ser menores que las
reales.
Para valores de A próximos a la unidad se obtienen valores de KJ > 1, pero
dada la práctica imposibilidad de conseguir A ... 1 en la realidad, la aplicación de
la fórmula se limita a valores de A inferiores a 0,75 - 0,80. Asimismo, en el caso
de ausencia de cultivo (A = O), algunas fórmulas dan valores no nulos de KJ, lo
que no tiene significado agronómico. Por todas estas razones es recomendable al
aplicar estas fórmulas no perder de vista su significado real
La fórmula de Hoare se podría simplificar matemáticamente,Kl = 0,5 (I + A);
sin embargo, vemos más ilustrativo presentarla como KJ = A+ 0,5 ( 1 - A)
por- que muestra la distinta intensidad con que intervienen en Kl la parte
sombreada (A) y la no sombreada (I - A). Igual ocurre con la fórmula de
Keller.
En el ejemplo, para A = 0,52:
Aljibury . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . KJ • O, 70
Decroix . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . KJ - 0,62
Hoare . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . KJ ... 0,76
Keller :·. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Kl -= 0,59
El valor medio de los coeficientes de localización es Kl = 0,67. Si se eliminan
los extremos, la media de los dos restantes es Kl = 0,66, valor prácticamente igual
al anterior. Se acepta el valor K 1 = 0,67.

Kl · ETc = 0,67 x 4,56 = 3,05 mm/d

2.4. Correccionespor condiciones


locales
2.4.J. Variación
climática
Cuando la ET0 utilizada en el cálculo equivale al valor medio del período
estudiado, debe mayorarse multiplicándola por un coeficiente, pues de otra
forma las necesidades calculadas serían también un valor medio, lo que quiere
decir que aproximadamente la mitad de los años el valor calculado seria insufi-
ciente. En los riegos convencionales el coeficiente de mayoración depende de
varios factores, entre ellos la cantidad de humedad del suelo en el momento de
riego: cuanto mayor es ésta menor es el coeficiente de mayoración. En RLAF el
volumen de suelo mojado es reducido y por tanto los coeficientes son siempre
elevados. Adoptamos el criterio de Hernández Abreu de aplicar siempre un
coeficiente comprendido entre 1,15 y 1,20.
Aplicando 1,20 al ejemplo se obtiene:

3,05 x 1,20 = 3,66 mm/d

Se podría pensar en partir del dato ETO= 7, 15 mm/d (probabilidad del 90 por
100) en vez del valor medio de\6,51 mm/día. Obsérvese que la relación entre
ambas cifras es de 7,15/6,51 ... 1;10, inferior al coeficiente de 1,20 que se ha
utilizado para mayorar el valor medio. Sin embargo, hay que tener en cuenta que
además de la variación climática interanual existe otra diaria, de forma que
cuando la ETO de partida no se ha calculado día por día, sino mes por mes o en
períodos de 10 días, pueden presentarse días de necesidades mayores que las
medias mensuales y el coeficiente de mayoración debe tener en cuenta este
hecho. Por tanto se acepta el valor de 1,20 antes utilizado.

2.4.2. Variaciónpor
adveccion
La corrección a aplicar depende del tamaño de la zona de riego, como se
muestra en la figura 6.3 reproducida de la citada publicación de la FAO.
En el caso del ejemplo la superficie es de 11 ha, a lo que corresponde un factor
de advección de 0,9 con lo que finalmente ET rl = 3,66 x 0,9 = 3,29 mm/dia.

2.5. Necesidades netas (Nn~


Como se vio en el capítulo 5, las necesidades netas de riego se pueden calcular
se- gún:

Nn =E'I'rl - Pe - Gw- /iw'

(5) Aunque estadísticamente en el mes de máximas necesidades se produzca

una
cierta lluvia media que dé lugar a una precipitación efectiva Pe, ésta no debe
tenerse en cuenta. En efecto, dada la alta frecuencia de riego, que a veces es
diaria, es muy improbableque siempre ocurra una lluvia en el intervalo entre dos
riegos.
En cuanto al aporte capilar (Gw) puede ser importante en los casos en que la
capa freática esté próxima. Su cálculo es materia dificil (ver Capítulo2).
188
188
1881
La variación de almacenamiento de agua del suelo (áw) generalmente no se
debe teneren cuenta para el cálculo de las necesidades punta: los RLAF preten-

1,4 --.. - ·~ ~ E fe ct o
Efecto de oasis

..
~~ ~
.
de rop o

~~ ~ ten dido

...
...
1,3 grom íneas

. ----- maíz de 3 metros de alto


' ', . ........ árboles coducifolios

ooO .. .
>
\.
. con uno cubierta vegetal

Q)

', . ..

"O
...o....
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--
N
o 0,9
o
o

o,

0,7-+-~~~-.,..,....,....,....,...,--,.-,-~~~ ......~~~~--~~~ ......~


l.000
0,01 0,1 10
'ºº

189
189
1891
tamaño del compo,en hectáreas

Figura 6.3.
Variaciónpor adveccián.

den mantener próximo a cero el potencial hídrico del suelo, lo que consiguen
reponiendocon alta frecuenciael agua extraída. Si se permite que las necesidades
de los cultivos se satisfagan con el agua almacenada, la humedad del suelo y el
potencial bídrico irán disminuyendo y posiblementealcancen valores alejados
del óptimo. No obstante puede haber situaciones particulares en que esté justifi-
cado el incluir !J.w en el cálculo.
Por tanto, en la mayoríade los casos se cumplirá queNn = ETrl. Este es
desde luego el caso del ejemploestudiado:

Nn = 3,29 mm/d

Recordemos que el no tener en cuenta Pe l !J.w es a efectos de las necesidades

190
190
1901
punta, que son las que intervienen en el diseño. Para el cálculo de las
necesidades anuales sí deben considerarse dichas magnitudes.

2.6. Necesidades totales (Nt)


Para el cálculo de las necesidades totales a partir de las necesidades netas
hay que tener en cuenta tres hechos:
- Pérdida de agua por percolación.
- Necesidades de lavado.
- Falta de uniformidad del riego.
Los dos primeros se estudian conjuntamente para tratar después el tema de
la uniformidad. Con objeto de no desviar la atención del razonamiento central,
en primer lugar se deduce la fórmula que permite el cálculo de Nt y después se
trata de la cuantificación de los elementos que intervienen en dicha fórmula.
Las pérdidas de agua en parcela en los RLAF son prácticamente las debidas a
la percolación; las pérdidas por escorrentía sólo se pueden presentar en casos
extremos de manejo muy deficiente, por lo que no las tenemos en cuenta.
Llamando Pp a las pérdidas por percolación y A al agua a aplicar se cumple:

A=Nn+Pp (6)

Si definimos una eficiencia de aplicación Ea como:


Nn
Ea =-- (7)
A

la (6) se puede escribir:

Pp=A(l-Ea) (8)

Las necesidades de lavado R son un sumando que hay que añadir a las
necesidades netas para mantener la salinidad del suelo a un nivel no perjudicial.
Si suponemos por el momento que no hay pérdidas por percolación, se
puede escribir:
A=Nn+R (9)

A la relación entre R y A se denomina coeficiente de necesidades de lavado y


se expresa por LR:
R
LR=- (10)
A

con lo que (9) se puede escribir:

A=Nn+A · LR (11)
Observando (6), (8) y (l I) se comprueba que tanto en el caso de pérdidas
como en el de lavado, A se puede expresar como la suma de Nn y un sumando
que es proporcional a A:

A=Nn+A · K (12)
donde,

K = (I - Ea)
K-LR
en el caso de pérdidas
en el caso de lavado
l (13)

Para la aplicaciónprácticade ( 12) se elige el mayor valor de K en los dos casos


posibles. Es decir, si las pérdidas por percolación son mayores que las
necesidades de lavados se cumplirá:

Pp > R => {l - Ea)>· LR (14)

y en ese caso las pérdidas provocan un lavado superior al necesario, con lo que el
nivel de salinidad se mantendrá por debajo del mínimo. Si, por el contrario, las
pérdidas son menores que las necesidades de lavado, habrá que provocarvolun-
tariamente una mayor percolación para evitar la salinización del suelo.
Como resumen de lo dicho hasta ahora:
Nn
A=- -- (15)
(1- K)

K- 1 -Ea ] · se elige el valor más alto de K


K=LR

Pero este valor de A todavía no equivale a las necesidades totales, ya que aún
hay que tener en cuenta la falta de uniformidad del riego.
· El concepto de uniformidad de riego será desarrollado en otro capítulo ( 14).
Adelantemos aquí que debido a varias causas, los emisores de una instalación
arrojan caudales que no son exactamente iguales-entre sí, lo que ocasiona que los
cultivos reciban dosis de riego diferentes. A efectos de diseño se establece la
condición de que la parte de la finca que menos agua reciba, reciba como
mínimo una cierta fracción de la dosis media. A esa fracción se llama «coeficien-
te de uniformidad» y se representa por CU. En la realidad, la dosis media se eleva
de forma que la fracción de la finca menos regada reciba la cantidad de agua
necesaria, que es el valor de A antes calculado. Por tanto, las necesidades totales
se calculan como:
A
Nt =-- (16)
CU

191 191
y teniendo en cuenta ( 15) se llega finalmente a ( 17), que esla fórmula a utilizar
en diseño:
Nt= Nn
(17)

l
(1 - K) · CU
K-1-Ea
.......... · · · se elige el valor más alto de K
K-LR

Antes de entrar en el cálculo de Ea y LR, vamos a aclarar la ( 16) por medio


de un pequeño ejemplo independiente del que venimos estudiando.

Ejemplo
Se ha calculado A= 5 mm/día. Se impone la condición de que la parte menos
regada de la finca reciba una dosis del 90 por 100 de la media: CU = 0,90 -.
Para que la parte menos regada reciba 5 mm/día, la dosis media deberá ser:
Nt = 5 56 mm/día
= ~cu =0 '
~ ,9
Aunque sea adelantar ideas que tendrán su desarrollo más adelante, CU se
puede fijar a voluntad, pero en su elección hay que tener en cuenta que cuanto
mayor sea CU más uniforme será el riego, menor será Nt y el consumo de agua
será menor (en la parte más regada de la finca sobrará menos agua), pero en
cambio la instalación será más cara, ya que para conseguir una alta uniformidad
habrá que dimensionar la red de tuberías de forma que los distintos emisores
trabajen a presiones muy parecidas.
La fórmula (17) es la que realmente se utiliza a nivel de proyecto. Para su
aplicación es preciso conocer Ea y LR, asuntos que estudiamos a continua-
ción.

2.6.1. Eficienciade aplicaciónde RLAF


Varios autores informan acerca de los valores de Ea. Entre ellos selecciona-
mos los proporcionadospor Keller ( 1978) según el cuál, para la estimación de Ea
hay que distinguir dos casos.
1.° Climas áridos, en los que para el cálculo de Nn no se ha tenido en cuenta
la precipitación efectiva (Pe). Los valores de Ea se muestran en la tabla 1.
TABLA I
Valores de Ea en climas áridos.

Textura
Profundidad Muy porosa de
rafees(m) (grava) Arenosa Media Fina

< 0,75 0,85 0,90 0,95 0,95


0,75- l,50 0,90 0,90 0,95 1,00
> 1,50 0,95 0,95 1,00 1,00
En riego por difusión o microaspersión, disminuir estos valores en O, 10.
2.° Climas húmedos. en los que para el cálculo de Nn se ha tenido en cuenta
Pe. Los valores de Ea se muestran en la tabla 2.

TABLA 2
Valores de Ea en climas húmedos.
Textura
Profundidad Muyporosa Arenosa Media Fina
de raíces (m) (grava)
< 0,75 0,65 0,75 0,85 0,90
0,75 - 1,50 0,75 0,80 0,90 0,95
> 1,50 0,80 0,90 0,95 1,00

En riego por difusión o microaspersión, disminuir estos valores en 0,05.

2.6.2. Necesidadesde lavado


El cálculo de las necesidades de lavado R es asunto complicado. Además.
puede ser conveniente no cargar al riego todas las necesidadesde lavado, permi-
tiendo que la lluvia realice parte de esa mejora. Su estudio detallado se puede
ver en «Drenaje agrícola y recuperación de suelos salinos» (F. Pizarro. Ed.
Agrícola. Madrid. 1985). Un método más sencillo de cálculo. aunque menos co-
rrecto. consiste en calcular LR según:
LR= CEi
(18)
2CEe

donde:
CEi: conductividad eléctrica del agua de riego.
CEc: conductividad eléctrica del extracto de saturación del suelo, valor que
se impone como objetivo a conseguir con el lavado, y que depende de
los cultivos a implantar (ver Capítulo 3).

Ejemplo
Retomemos nuestro ejemplo de naranjos en el punto en que lo habíamos
dejado:Nn - 3,29 mm/d. Para el cálculo de Nt según (17) hay que conocer.Ckl,
Ea y LR.
- CU: se establece en 0,90.
- Ea: clima árido, profundidad de raíces: 0,75 - 1,50 m, textura: entre me-
dia y pesada; Ea= 0,95. ·
- LR: CEi = 0,8 mmhos/cm
CEe = 1,7 mmhos/cm (naranjos, producción del 100 por 100, ver
capítulo 3, tabla 12).
CEi 0,8
LR= = 0,24
2CEe 2 X 1,7
K K=LR =0,24

E
a
=

0
,
9
5

0
,
0
5

Se elige el valor más alto de K, que es 0,24. Este valor equivale a que para
evitar la salinización se riegue con un exceso de 24 por l OO.

Aplicando ( 17)

Nn 3,29
Nt = = 4,81 mm/d
(1 - K) · CU (1 - 0,24) · 0,9

que también se pueden expresar así:


- Necesidades diarias por árbol (marco 6 x 4):
4,81 x 6 x -~-:= 115,44 1/árbol día

- Caudal ficticio continuo:

4,81 x 10.000 = 0,56 1/sg. ha


24 X 3.600
Puede ser de interés calcular las necesidades de agua en las mismas condicio-
nes pero con un riego tradicional, por ejemplo, aspersión de baja frecuencia. A
continuación se hace el cálculo sin detenernos en las explicaciones:
ETo = 6,51 mm/d
Kc=0,70
ETc = 6,51 x O, 70 = 4,56 mm/d
Corrección por variación climática = 1,20
Corrección por advección = 0,9
ETrc = 4,56 x 1,20 x 0,9 = 4,92 mm/d
Pe=O
Gw=O
~ almacenamiento de agua = O
Nn = ETrc = 4,92 mm/d
Pérdidas superficiales: 7 %; Ps = 0,07 Nt
Pérdidas por evaporación del agua pulverizada: 5 %; Pev = 0,05 Nt

CEi
LR= -- -
5CEe-CEi 5x
º·8
1,7-0,8
= 0,10

R"'O,lONt
Nt - Nn + Ps + Pev + R = 4,92 + 0,07~t + 0,05Nt + 0,10 Nt
4•92
Nt = = 6,31 mm/d
0,78

Si se comparan las necesidades en riego convencional, 6,31 mm/d, con las de


RLAF, 4,81 mm/d, se observa que las segundassuponen un menor consumo del
24 por 100. El ahorro se debe en parte al efecto de localización y en parte a la
ausencia de pérdidas superficiales y de evaporación del agua pulverizada.

3. Dosis, frecuencia y tiempo de riego. Número de emisores


por planta y caudal del emisor

Este largo título engloba una serie de parámetros que caracterizan al riego y
condicionan el posterior diseño hidráulico. En la fase de diseño agronómico
todas estas magnitudes están relacionadas entre sí, de forma que una variación en
alguna de ellas modifica a las demás. Por tal razón hay que estudiarlas conjunta-
mente y aunque en principio parezca lo contrario, conviene empezar por el
número de emisores por planta.

3.1. Número de emisores por planta


El número de emisores por planta determina una característica agronómica
muy importante de los riegos localizados: el porcentaje de superficie mojada.
Veamos en primer lugar las necesidades de los cultivos a este respecto y después
estudiaremos el área mojada por cada emisor y los muy variados sistemas de
distribución espacial de éstos.

3.2. Porcentaje de superficie mojada


Una de las dos característicasde los RLAF es precisamente la localización, es
decir, el aplicar el agua solamente a una parte del suelo. A efectos de diseño es
necesario establecer un mínimo de volumen de suelo a humedecer, cuestión
compleja cuya base teórica se trató en el capítulo 5, donde se vio cómo porcenta-
jes de suelo húmedo del orden del 30/40 por 100 pueden ser suficientes. Recorde-
mos que con estos valores el porcentaje de raíces que absorben agua es mucho
mayor, ya que la concentración de raíces en el bulbo húmedo puede aumentar
entre el 200 y el 400 por 1 OO.
En la práctica del diseño, el concepto de porcentaje de suelo mojado se
sustituye por el de «porcentaje de superficie mojada», que aunque menos signifi-
cativo, es más fácil de manejar y medir. Este parámetro fue definido por Keller y
Karmeli (1974) como la relación, expresada en tanto por 100, entre el área
mojada por los emisores y el área total. En 1978, Keller y Merriarn estandarizan
que el área mojada se mida a 30 cm de profundidad y posteriormente H. Abreu
sugiere'que esa medida se haga a la profundidad en que la densidad radicularsea
máxima. Este último autor propone una modificación de la definición en la que
el porcentaje de superficie mojada de Keller se multiplica por la «fracción de área
sombreada», que se estudió en 2.3. al tratar del efecto localización. Dicha modifi-
cación se muestra necesaria en el caso de marcos de plantación exageradamente
amplios. El parámetro «porcentaje de superficie mojada» se representa por P.
Keller recomienda los siguientes valores mínimos para el caso de árboles:

Pmínimo

Clima húmedo . . . . . . . . . . . . 20 %
Clima árido . . . . . . . . . . . . . . . 33 %

En cambio en el caso de cultivos herbáceos el valor de P debe ser mayor,


llegando incluso al 70 por 100.
La elección de P es asunto importante: valores altos de P aumentan la
segundad del sistema, sobre todo en caso de avería de la instalación o
situaciones de extrema evapotranspiración, ya que el mayor volumen de suelo
exploradqpor las raíces permite a éstas extraer más agua del suelo y resistir
más tiempQ)&n cambio, al aumentar P aumenta el coste de Ja instalación
(más emisores por planta, mayores diámetros en las tuberías, etc.), Digamos
finalmente que cuanto mayor es el intervaloentre riegos, mayor es el riesgo en
caso de un valor de P muy próximo al mínimo.

3.3. Area mojada por un emisor


Para determinar el área mojada por un emisor conviene hacer una distinción
entre microaspersión y goteo, incluyendo en el primer grupo a la amplia gama
de difusores y en el segundo a los emisores de bajo caudal que utilizan el
propio suelo para la propagación de la humedad.
En el caso de microaspersión puede bastar con medir la superficie efectiva-
mente mojada o calcularlaa partir de los datos de los catálogos. Aunque a 30
cm de profundidad el área mojada sea algo mayor, la diferencia se puede
despreciar) En el caso de goteros el asunto es más difícil. En el capítulo 5, al
estudiar el bulbo húmedo se vio como en su forma y dimensiones intervienen
numerosos factores como textura, estratificación del suelo, caudal del emisor
y tiempo o volumen de riego. Asimismo, se estudió una técnica de riego, el
riego a pulsos,
que permite extender superficialmente el bulbo en suelos muy permeables.
En términos cuantitativos, el cálculo del área mojada por un emisor se
puede hacer por tres procedimientos: 1) empleo de.fórmulas; 2) utilización de
tablas y
3) prueba de campo.

1) Empleo de formulas
Su fundamento teórico se discutió en el capítulo 1 donde asimismo se
expli- caron las dificultades de estos métodos de cálculo y cómo su uso aún
está muy lejos de ser de aplicación práctica.
2) Utilización de tablas
Diversos autores han propuesto unas tablas que relacionan la extensión del
bulbo húmedo con algunos de los factores que intervienen, generalmente la
textura del suelo. El uso de tales tablas será tanto más inadecuado cuanto más
factores se ignoren y en este sentido hay que tener en cuenta que, por ejemplo,
la simple descripción de la textura de un suelo no informa cuantitativamente
en relación con el movimiento del agua, o que un factor muy importante a
estos efectos, pero muy dificil de tabular, es la estratificacióno la presencia de
piedras. Por tanto, aunque se llegue a disponer de tablas muy completas en
ciertos datos de entrada como caudal del emisor, volumen de agua, etc., su
uso adolecerá siempre de inexactitud, por lo que a nivel de diseño deben
emplearsecon mucha prudencia. Después de esta advertencia, incluimos una
de esas tablas, debida a Keller (1978) (Tabla 3).

TABLA 3
Diámetro mojado por un emisor de 4 l/h.
Profundidad de rafees y Grados de estratificación del suelo
texrura del suelo
Homoglnl!O Estra1/jícado En capas

Diámetro mojado (m.)


Profundidad = 0.80 m
Ligera 0,50 0,80 1,10
Media 1,00 1,25 1,70
Pesada 1,10 1,70 2,00
Profundidad= 1. 70 m

Ligera 0,80 1,50 2,00


Media 1,25 2,25 3,00
Pesada 1,70 2,00 2,50

3) Pruebas de campo
El mejor procedimiento de conocer el área mojada por un emisor consiste
en realizar una prueba de campo, la cual debe realizarse en condiciones lo
más parecido posible a las que se presenten posteriormente en el terreno. Las
pruebas son fáciles de realizar y no necesitan un equipo muy costoso, a pesar
de lo cual y de ser el mejor método, no es frecuente que se hagan a nivel de
diseño.
Para realizar las pruebas es necesario tener una idea aproximada de las dosis
de riego y del caudal de los emisores a utilizar. Un depósito portátil de unos 100
l., algunos metros de tubería de polietileno y unos emisores es el equipo que
se necesita. Aunque las pruebas se pueden hacer de muchas formas, seguimos
una sistemática basada en la elaborada por Hernández Abreu.
Depósito

emisores
/

Figura 6.4.

En la figura 6.4 se muestra un esquema de la prueba. Los emisores. todos


iguales, se instalan en grupos de tres y se hace que cada grupo emita un distinto
volumen de agua por emisor (Ve), variando el tiempo de riego. El hecho de que
haya tres emisores para cada grupo de Ve es para hallar valores medios. Hay que
tomar la precaución de espaciar suficientemente los emisores, para que no se
produzcan solapes en los bulbos húmedos.
Una vez aplicados los volúmenes, o preferiblemente después de varios ciclos
de humedecimiento y secado, se excava el terreno anotando para cada caso el
radio (r) y la profundidad (p) del bulbo húmedo, lo que permitirá confeccionar
una tabla como la de la figura 6.5.
La utilización de los datos de esta tabla se explica a continuación con ayuda
de un ejemplo.

3.4. Cálculo a partir de la prueba de campo

Símbolos

Nt - necesidades totales de riego (1/planta día).


D - dosis de riego (1/planta).
1 - intervalo entre riegos (días).
Sp - superficie ocupada por planta (m2).
P = porcentaje de superficie mojada.
Ae - área mojada por emisor (m2).
e = número de emisores por planta.
Ve ... volumen de agua por emisor en cada riego (litros).
qa - caudal medio por emisor (1/h).
t = tiempo de riego (horas).
p = profundidad del bulbo húmedo (m).
r = radio del bulbo húmedo (m).
pr = profundidad radicular (m).
emisor
-Y.!.._ -'-

J ?

Figura 6.5.

Fórmulasa utilizar
a) 0,9 pr < p < 1,2 pr (19)

Esta fórmula establece unos límites a la profundidad del bulbo húmedo, de


forma que no sea menor del 90 por 100 de la profundidad radicular ni mayor del
120 por 100 de la misma. Como se verá más adelante, a valores reducidosde p
corresponde mayor número de emisores (e) y mayor porcentaje de superficie
sombreada (P), es decir, una instalación más cara pero más eficiente desde el
punto de vista agronómico.

b) e > _S_p _P·_ (20)


100 · Ae

Esta relación garantiza que el área mojada por todos los emisores que riegan
una misma planta sea mayor que las necesidades mínimas definidas por P.

e) D =e· Ve (21)

e · Ve= Nt · 1 (22)

El intervalo de riego (1) es generalmente la variable menos rígida y portan to la


que mas se puede modificar. Desde el punto de vista agronómico no existe un
valor mínimo de I: se podría incluso regar continuamente las 24 horas del día,
pero ello conlleva numerosos inconvenientes, entre otros la total inflexibilidad
del sistema que, por ejemplo, no permitiría recuperar el tiempo perdido por una
avería, En la práctica,~ores del inferioresa la unidad, es decir, más de un riego
diario. exigen un cierto automatismo en la instalación. Aunque esta solución de
1 < 1 quede como posible recurso. en general se diseña con l = 1 como mí-
nimo.
El valor máximo de l se puede calcular con rigor por el método descrito en el·
capítulo 2, apartado 6.2 «Cálculo del punto óptimo de riego». En defecto de estos
cálculos se sugieren estos valores máximos de I:

Textura T máx. (dias)


Ligera 3
Media 4
Pesada 5

Procedimiento de cálculo
El cálculo se hace por tanteos. Un posible método es el siguiente: por medio
de la fórmula ( 19) se establecen los límites en profundidad del bulbo húmedo. A
continuación se selecciona en la tabla de la prueba de campo (Figura 6.5) un
valor de «p» comprendido entre esos límites y se anotan los correspondientes
valores de «r» y «Ve».
A partir de <<D> se calcula Ae = m2, y con este dato, con Sp (función del marco
de plantación) y con P, se determina el número mínimo de emisores, según (20).
A continuación se calcula I según (22). Si el valor de I está comprendido entre los
límites aceptables, la solución tanteada es válida. En otro caso se pueden presen-
tar dos situaciones, según que I < 1 min. o que I > I máx.

* l < J min
Las posibilidades de aumentar I se deducen de la (22):

1 = eVe
Nt

Desechada la solución de disminuir Nt porque equivaldría a regar insuficien-


temente, quedan tres posibilidades:
a) Aumentar e. El incremento del número de emisores por planta permite
aumentar el intervalo entre riegos y además mejora el valor de P (ver
fórmula 20). Presenta et inconveniente del mayor coste de la instalación,
no sólo por aumentar el número de emisores, sino también porque de esa
forma aumentan los caudales por planta, exigiendo posiblemente mayo-
res diámetros en las tuberías y mayores potencias en las bombas.
b) Aumentar Ve. Al igual que la posibilidad anterior, el incremento de Ve
aumenta I y P. Sin embargo, aumenta también <5P» (profundidad del
bulbo húmedo) lo que impide aumentar Ve indefinidamente, pues de
superar el valor p = 1,2 pr (ver fórmula 19), se estaría provocando pérdi-
das de agua por percolación.
c) Aceptar l < I máx. Como se indicó anteriormente, el inconveniente de
esta solución reside en los automatismos necesarios para regar más de
una vez al día.

200 200
200 2002
"'I > l máx.
Esta situación es más difícil de resolver. Desde el punto de vista matemático
se puede disminuir T disminuyendo «e» «Ve», pero una disminución de «e»
ó

provocaría según (20) un valor de P inferior al mínimo, lo que agronóm icamente


no se debe admitir. Asimismo, el disminuir «Ve», es decir, mantener el número
de emisores pero regando con un volumen menor, daría lugar a un menor radio
de bulbo húmedo y en consecuencia a una menor Ae y un menor P. Además el
agua alcanzaría menor profundidad, disminuyendo así el volumen de suelo
humedecido. Ante la situación 1 > I máx. hay tres posibilidades:
a) Aumentar Nt. En la práctica se mantendrían los valores de «e» y «Ve»
calculados y se aplicaría el riego no con la Icalculada según (22) sino con
el máximo permisible. Ello equivale a regar con una dosis mayor de lo
necesario: parte del agua aplicada se perdería por percolación.
b) Aceptar I > l máx. Si el valor establecido como I max., se ha calculado
correctamente, esta solución ocasiona una disminución en los rendi-
mientos, pero puede haber situaciones en que el valor I máx. se ha
establecido «a ojo» o según los valores antes sugeridos, cuando en ta
realidad se podrían superar. En este caso puede ser aceptable el admitir el
valor de I calculado.
e) Variar el caudal del emisor. Recuérdese que la tabla de la figura 6.5
corresponde a un determinado caudal de emisor. Si ese caudal se varía,
bien porque se cambia el emisor o porque se cambia su presión de
trabajo, se obtendría una nueva tabla.
Al disminuir el caudal del emisor, para un mismo valor de p se obtendría
un r menor, es decir, un valor menor de Ae, área mojada por emisor, y
según (20) habría que aumentar e. Asimismo, para alcanzar la misma p
habría que aplicar un Ve menor. Por tanto, en la expresión:

1 = e Ve
Nt

aumentaría e y disminuiría Ve, y el producto «e Ve» generalmente dismi-


nuiría poco, de manera que para conseguir una reducción importante de
Ihabría que aumentar mucho e, con el consiguiente aumento del coste.

Ejemplo
Continuamos con el ejemplo de los naranjos, de los que se había calculado
Nt = 115,44 1/árbol · día.

Otros datos
Marco de plantación 6 x 4; Sp = 24 m2•
Profundidad radicular: pr - 1, 1 O m.
Se impone un porcentaje mínimo de superficie mojada de P ... 33 por 100 y
un intervalo máximo entre riegos de I máx. = 4 días.
Se preve la utilización de emisores de qa = 4 1/h.
Los datos de la prueba de campo son:

Ve (1) r(m) p(m)

4 0,25 0,30
8 0,33 0,39
12 0,40 0,50
16 0,59 0,63
20 0,76 0,69
24 0,80 0,90
28 0,83 1,05
32 0,86 1,22
36 0,90 1,40
40 0.91 1,60

Aplicando ( 19), la profundidad del bulbo debe estar comprendida entre 0,99
y 1,32 m.
Se selecciona de la prueba de campo la línea correspondiente a Ve= 32
1/h, con r ... 0,86 m y p - 1,22 m.
Ae = 1tr2 = 2,32 m2
Aplicando (20):

Sp p 24 X 33 =
e > 3 41
100 Ae 100 X 2,32 •

Se utilizan 4 emisores, e - 4.
El intervalo entre riegos se calcula según (22):

1= e Ve ~ 4 x 32 = 1 11 días
Nt 115,44 '

Con objeto de facilitar la organización de los riegos, se establece un número


entero para l. Se tantean los valores 1 = 2 (un riego cada dos días) e I - 1 (un
riego diario).
Para I = 2, e= 4 y Nt = 115,44:
Ve= I Nt 2 X 115,44
e ----- = 57,75 litros ·
4

La aplicación de este volumen de agua daría lugar a un bulbo demasiado


profundo. Obsérvese en los datos de la prueba de campo que con Ve= 40 1, la
profundidad del bulbo ya alcanza 1,60 m, muy superior al límite antes calculado
de 1,31 m. Por tanto, se desecha la solución I = 2 días.
Para I = 1, e= 4 y Nt = 115,44:

1 1 115•44
Ve= Nt = x - 28,86 litros
e 4

En la tabla hay un valor muy parecido, Ve= 28 1, con r - 0,83 m y p = 1,05 m.


Calculemos P según (20).
Ae = :nr2= 2,16 m2
p = 100 e Ae 100 X 4 X 2,16 =36%
Sp 24
Esa solución es aceptable. La duración del riego sería:
Nt 115,44
t = -- = = 7,22 horas
e· qa 4 x 4

La duración del riego se redondea a 7,25 horas (siete horas y cuarto), con
objeto de facilitar el manejo de la instalación y permitir la utilización de automa-
tismos tales como relojes eléctricos, que son más baratos si trabajan en intervalos
de cuartos de hora.
Ve-7,2Sx4=291
D (dosis de riego)= e Ve= 4 x 29 = 116 1/planta.

35. Cálculo por medio de tablas


Apliquemos la tabla 3 al mismo ejemplo de los naranjos:
Nt- 115,441.
Sp - 6 x 4 - 24 m2
P-33%
qa - 4 1/h
pr = 1,IO m
textura = entre media y pesada.
grado de estratificación .. entre homogéneo y estratificado.

Interpolando en la tabla 3 se obtiene un diámetro mojado de 2r = 1,25 m.


Ae - 1tr2= 1,23 m2
El número de emisores se calcula igualmente por (20):

Sp · P _:. 24 x 33 ...
e> 64
100 · Ae 100 x l,23 '
Se instalan 7 emisores por árbol. El caudal que recibe un árbol es de
7 x 4 - 28 l/hora. El intervalo de riego se puede establecer a voluntad entre I = 1
día e 1 = 4 días. En cada caso, la dosis y la duración del riego serán:
D = Nt · I

D
t=--
28
las posibilidades son, redondeando el tiempo en cuartos de hora:

l (dia) D (litros/planta) t {horas)

l 116 4,25
2 231 8,25
3 350 12,50
4 462 16,50

4. Disposición de los emisores

Parte importante del diseño agronómico es la distribución de las tuberías de


último orden y la disposición de los emisores. Varios condicionantes intervienen
en esta cuestión. Por una parte deben cumplirse los requisitos antes estudiados de
número de emisores por planta; por otra, los materiales situados sobre el terreno
deben permitir la ejecución de las labores, pasos de maquinaria, etc. La topogra-
fia obliga a veces a determinadas formas de cultivo (curvas de nivel, por ejemplo)
y de distribución de las líneas de riego. Finalmente hay una cuestión de ahorro de
inversión en tuberías.
El dato de partida es el marco de plantación, aunque hay que señalar que
muchos marcos tradicionales de cultivos en línea vienen impuestos por razones
no puramente agronómicas (suelo, luz, etc.) sino por otras que pueden verse
modificadas con los RLAF, como son disposiciones y tamaños de surcos, etc.
A continuación se dan unas ideas de carácter general, aunque en cada caso el
proyectista deberá ponderar los factores que intervienen y adaptar estas reco-
mendaciones a su caso particular.

4.1. Arboles
En la figura 6.6 se muestran algunas disposiciones posibles de emisores para
el riego de árboles. Una primera advertencia es que con frecuencia, al realizar la
plantación se instala un número de emisores menor que el definitivo y que éstos
se van aumentando a medida que el árbol crece. A veces los árboles se plantan
con los laterales extendidos pero sin haber colocado aún los emisores, los cuales
se instalan después de la plantación. Esta práctica no es recomendable: es prefe-
rible plantar con la instalación completa y habiendo comprobado su funciona-
miento.
1 ~ 4 emisores por árbol 2.· 1 emisor mvltÍ$Olido(4puntosde goteo
po, ó,boJ)

3_· 8 emisores: por Órbol en anillo 4 • 2 microospersores por árbol

·8·8·8·
5.- 2 cintns. de exudoción por Orbol 6.-1 loterol con goteros: inte.f'"lineo

1.'"" 2 lotero1n con a cter ce interlinea 8 .- 1 lo teral codo dos lineas de cirboles

Figura 6.6.

Volviendo a la figura 6.6, las disposiciones 1 y 2 proporcionan 4 puntos de


goteo por árbol. De ellas es preferible la 1, ya que la obturación de un emisor
supone la disminución del 25 por 100 del volumen de agua, mientras que en la 2,
la obturación del único emisor equivale a que el árbol afectado no reciba nada de
agua. Además en la 1 el hecho de que haya cuatro emisores facilita el que las
irregularidades de éstos se compensen entre sí. La disposición 3 muestra una
solución práctica para el caso de que se necesiten muchos emisores por árbol,
evitando conectar cada uno de ellos en el propio lateral. Una variante de esta
disposición 3, no mostrada en la figura, consiste en la instalación de dos medios
anillos, con cuatro emisores cada uno y sólo dos conexiones al lateral.
La disposición 4 es muy frecuente en el caso de microaspersión. Se instalan
dos microaspersores o difusores con sectores de 180º, de espaldas al árbol con
objeto de no mojar al tronco para no provocar enfermedades relacionadas con la
humedad del cuello. Este puede ser el momento de adelantar que la microaspersión
presenta la gran ventaja de que el porcentaje· de superficie mojada es muy alto
casi independientemente del tipo de suelo, por lo que se ha impuesto en terrenos
muy permeables. Sin embargo presenta el inconveniente de que los caudales de
los microaspersores son muy superiores a los de los goteros y en consecuencia las
tuberías laterales, que suelen representar la partida más cara de la instalación de
riego, deben ser de mayor diámetro.
La disposición 5 corresponde al empleo de cintas de exudación. Desde el
punto de vista agronómico esta solución es muy buena en suelos ligeros porque
humedece un alto porcentaje del sucio. Además, los bajos caudales de las cintas
permiten instalar laterales de pequeño diámetro. Sin embargo. como se
comen- tará en el capítulo 8, las cintas de exudación requieren un manejo más
cuidado- so que los goteros o microaspersores.
Las disposiciones 6, 7 y 8 no son aconsejables para árboles en general. La 6
porque crea una franja húmeda que sólo es adecuada en plantaciones con
espa- ciamientos reducidos a lo largo de la hilera y en especies que no extiendan
mucho las raíces lateralmente. La 7 porque duplica la longitud de las tuberías
laterales, aunque disminuyendo su diámetro. La 8 porque, aunque ahorra
tubería lateral, impide el paso de maquinaria.
Para terminar, dos recomendaciones:
l.ª En el caso de plantaciones jóvenes, como muestra la figura 6.7, si los
emisores se sitúan de forma que el bulbo húmedo no esté muy próximo a
las raíces, éstas pueden encontrar dificultad en atravesar el suelo situado
entre el árbol y los bulbos, ya que en esa región habrá poca humedad y
mayor concentración de sales. Es recomendable situar los emisores próxi-
mos al árbol y cuando éste se desarrolle, desplazar los emisores a su
posición definitiva.
2." En el caso de un lateral con goteros interlínea es necesario que los bulbos
se solapen. De otra forma las raíces tendrán dificultades en atravesar la
zona seca y salina'situada entre los bulbos (Figura 6_8) y en alcanzar los
bulbos más alejados.

El solape se define en forma de porcentaje respecto al radio del bulbo húme-


do. Dicho porcentaje debe estar comprendido entre el 15 y el 30 por 100. En la
figura 6.9 se muestran dos emisores cuyos bulbos se solapan una distancia «s». El
radio del bulbo es «r» y el porcentaje de solape se denomina «a»:
bulbos húmedos

-G-
Lo, [oven
Figura 6.7.

bulbos húmedos

_E)_ -
Figura 6.8.

a
s=- -
·r
(23)
100

Para que se cumpla la condición de solape (23), la separación entre emisores


Se debe ser:

Se- r(2 - a.. (24)


100
207 207
207
1
1 1 1 1
1 ¡..a-<i I
1 1
: 1
1--se--•I

Solape de bulbos húmedos

Figura 6.9.

Ejemplo
Calcular la separación entre dos goteros para que haya un solape del 20 por
l 00, cuando el radio del bulbo húmedo es de 60 cm.

r = 60 cm a= 20

Se= 60(2 - --2


100 )
º-\=108 cm.

4.2. Cultivos herbáceos


Los cultivos herbáceos que se riegan con RLAF suelen ser los hortícolas,
aunque hay satisfactorias experiencias en otros cultivos anuales tales como el
algodón. En todos estos cultivos la distancia entre plantas a lo largo de la línea es
reducida, del orden de pocos decímetros, y en estos casos se recurre no a
humede- cer cada planta, sino a formar una franja húmeda continua a Jo largo
de la línea. La disposición típica para el riego de estos cultivos es de una tubería
lateral por cada línea de plantas, con emisores muy próximos entre sí de
forma que los bulbos húmedos se solapen, lo que es una condición muy
importante para evitar
I· · SL (separación entre laterales)= 1125
I
~-30

~L¿
• • lateral de riego
LO.SOL 0.75
I( "I

-~/

Figura 6.10.

que haya semillas en la zona seca y salina situada en el borde de los bulbos.
Muchas casas de riego han desarrollado tuberías laterales con emisores incor-
porados a distancias del orden de 30-80 cm, que son muy adecuadas para el
riego de los cultivos herbáceos. Asimismo, son muy indicadas las cintas de
exudación. En el capítulo 8, dedicado a emisores, se describirán estos
elementos.
La solución de un lateral de riego por cada línea de plantas supone una
enorme longitud por ha de este material, por lo que con frecuencia se instala un
lateral por cada dos líneas. Para ello normalmente deben modificarse los marcos
tradicionales de plantación, manteniendo la misma densidad de plantas pero
aproximándolas a los laterales de riego. Como ejemplo, en la figura 6.1 O se
muestra el caso del cultivo de fresón en la provincia de Huelva.
Una precaución importante a adoptar en el riego localizado de cultivos
anuales es asegurar la humedad necesaria para la germinación. Si la semilla, que
generalmente se entierra a poca profundidad, se encuentra a varios decímetros
del emisor, se corre el riesgo de que el bulbo húmedo esté más profundo que la
semilla y ésta no germine satisfactoriamente. Para solventar este problema a
veces se recurre a instalaciones provisionales de aspersión para las primeras fases
de la planta.

5. Ejemplos de diseño agronómico completo


Se incluyen dos ejemplos que corresponden a los dos casos más frecuentes en
RLAF: cultivos arbóreos y hortalizas. En el primer caso se trata de naranjos y
en el segundo de fresón.
5.1. Cultivo arbóreo (naranjo)
Se trata del caso que a lo largo del capítulo ha ido acompañando a la teoría.
Para no repetir los cálculos nos limitamos a relacionar los datos más significati-
vos y los resultados. En capítulos posteriores se continuará con el ejemplo eli-
giendo los materiales, realizando los cálculos hidráulicos, etc.
Cultivo: Naranjo (Valencia Late).
Superficie: 11 ha.
Marco de plantación: 6 x 4 m (6 m entre hileras).
Profundidad de raíces: pr - 1, 1 O m.
Conductividad del agua de riego: CEi = 0,8 mrnhos/cm.
Necesidades totales de riego: Nt - 4,81
mm/d. Coeficiente de uniformidad: CU= 0,90.
Necesidades diarias por árbol: 115,44 litros.
Caudal ficticio continuo = 0,56 l/seg ha.
Dosis de riego: D = 116 litros/árbol.
Intervalo entre riegos: I - l día.
Número de emisores por árbol: e - 4.
Caudal de cada emisor: qa = 4 l/h.
Volumen de riego por emisor: Ve= 29 l.
Tiempo de riego: t = 7 ,25 horas.
Porcentaje de superficie mojada: P = 36 %.

5.2. Cultivo horticola (fresón)


El fresón en la provincia de Huelva se cultiva desde primeros de noviembre
hasta mediados de junio. El marco de plantación típico se muestra en la figura
6.10.

Cálculo de las necesidades de agua


El mes punta es junio, con una ET o media de 5 ,89 mm/día. El coeficiente
de cultivo es Kc = 0,9.

ETc = 5,89 x 0,9 - 5,30 mm/día

Efecto localización
La fracción de área sombreada es A - 0,45. El coeficiente de localización KJ,
se calcula según las fórmulas (1) a (4).
Aljibury et al. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Kl = 0,60
Decroix . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Kl - 0,55
Hoare et. al. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Kl - 0,73
Keller . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Kl - 0,53
Se eliminan los extremos; la media de los otros dos es Kl = 0,58.

Kl · ETc - 0,58 x 5,30"' 3,07 mm/día

210 210
210 210
Corrección por variación climática: l , 15.
Corrección por advección: se obtiene en la figura 3 para una superficie de
5 ha: 0,93.

ETrl = 3,07 x l , 15 x 0,93 = 3,28


mm/d.

Necesidades netas: Nn
No se considera ningún aporte capilar, ni lluvia efectiva, ni variación en
el almacenamiento de agua:

Nn = ETrl = 3,28 mm/d


Necesidades totales: Nt
Se calculan según ( 17):
Nn
Nt------
(1 - K) CU

Se impone un CU"' 0,90 · K será el mayor de los dos valores:

K=l-Ea

K=LR

En la tabla l, para profundidad de raíces < O, 7 5 m y suelo de textura


arenosa, Ea= 0,90.
El cálculo de LR se hace según (18):
CEi
LR=
2CEe

La conductividad del agua de riego es de 0,7 mmhos/cm. En la tabla 12 del


capítulo 3 se elige como CEe la que da una pérdida por salinidad inferioral 10
por 100, que para el caso del fresón es de CEe = 1.3 mmhos/cm.
LR = 0,"--7_ = 0,27
2 X 1,3

El mayor valor de K es K = LR = 0,27. La aplicación de ( 17)

da: Nt = ---3 2-8-=- 4,99 mm/d


-=--·

(l - 0,27) · 0,9
Cálculo de la dosis, frecuencia y tiempo de riego.
Número de emisores por planta y caudal del emisor

En el riego de cultivos de alta densidad, como es el caso del fresón, es


preferiblerealizar los cálculos por m2 en vez de por planta.
Se establece un porcentaje mínimo de superficie mojada de P = 50 por I
OO. Se prueba un emisor de qa = 2 l/h. El radio del bulbo húmedo es r = 0,40
m.
El área mojada por emisor es:

Ae = m2 = 0,50 m2

El número mínimo de emisores según (20):


e> S...:a.p_·_P
lOOAe

Como los cálculos se hacen por m2, Sp = l.

e > ---_1·_5_o - 1,0 emisores/m2


100 · 0,50

!_ < -1- = 1,0 m2/emisor


e 1,0

Con la nomenclatura de la figura 6.11, la superficie por emisor es Se x SI.


En el ejemplo Sl = 1,25 m.

Se·S"l=l,00
Sl= 1,25
Se= 0,80 m.

Colocando un lateral cada dos líneas de fresón, y los goteros distanciados a


0,80 m se cumple la condición de P = 50 por 100. Pero en estos casos ha de
cumplirse además la condición de que el solape sea como mínimo del 15 por 1
OO. Aplicando (24):

con r = 0,40
a =15

Se= 0,40 ( 2 - -1--5) = 0,74


m.
100
~
SL
,l.

emisor

l_ 1
lateral de ríeoo

Se
/.
T-
líneas de fresón

1
1
1
1
1

4 0.50~ 0.75 fo.sol ,


Separación entre emisores : Se
Separación entre laterales : SL = 1, 2 5
Figura 6. 1 l.

Por tanto la solución Se = 0,80 no es satisfactoria: los goteros deben estar


separados como máximo Se= 0,74 m. Después de varios tanteos se elige la
solución Se= 0,65 mala que corresponde un solape del 38 por 100. Obsérvese
que cuanto mayor es el solape mejor es el funcionamiento agronómico del riego,
pero más cara es la instalación, ya que se colocan más emisores.
La superficie por emisor es ahora:
Se · SI = 0,65 x 1,25 = 0,81 m2

y el número de emisores por m2:

e----1 1,23
0,81

El nuevo porcentaje de superficie mojada es:


p = e · 100 · Ae 1,23 · 100 · 0,5 = 62 %
Sp 1
Con un intervalo de riegos de I = 1 día, según (22):
e · Ve= Nt · I

4,99 1
Ve - · = 4,06 litros/emisor
1,23

el tiempo de riego:

t = Ve =
4 6 ·º = 2,03 horas
qa 2
Otra solución sería:

I = 2 días
Ve = 8, 12 litros/emisor
t = 4,06 horas

Por exigir una automatización y un manejo más simple, se elige la solución de


I;,, 1 día.

Otras soluciones
Muchas casas de riego fabrican laterales de riego especialmente diseñados
para humedecer una franja continua. Veamos como sería el riego del fresón
con algunos de estos materiales, cuya descripción se hará en otro capítulo.

Viaflo
Viaflo es la marca comercial de una cinta de exudación. Para una presión
de trabajo de 3 m.c.a., el caudal por ml de cinta es de qa = 1,0 l/hora. Con
un SI= 1,25 m, cada metro de cinta riega una superficie de 1,25 m2• Para un
riego diario, el volumen de agua por metro de cinta debe ser:

Ve= I · SI · Nt = l x 1,25 x 4,99 = 6,24 I

y el tiempo de riego:

Ve
t= - = --6,24 = 6,25 horas
qa I

Bi-wa!l
La manguera Bi-wall lleva unos emisores distanciados Se = 0,30 m. Con
una presión de trabajo de 5 m.c.a., el caudal por metro es qa = 2,90 1/h. Para un
riego diario, el volumen de agua debe ser el mismo que con Viaflo.
Ve-= 1 · SI · Nt - 1 x 1,25 x 4,99 -6,24 l/h
y el tiempo de riego:

Ve 6,24
t = - = -- = 2, 15 horas
qa 2,90

T-tape
Esta manguera, con espaciamiento entre emisores de 0,30 m, tipo bajo caudal
y una presión de 6 m.c.a., da un caudal por metro de qa = 1,57 l/h. Para un riego
diario, el volumen de agua es el anteriormente calculado (Ve= 6,24 l/m) y el
tiempo de riego:

6•24
t = Ye = - 3,97 horas « 4,0 horas
qa 1,57
SEGUNDA PARTE
MATERIALES
CAPITULO 7

SISTEMAS DE RLAF. ELEMENTOS DE LA INSTALACION

1. Introducción

En este capítulo se trata de los distintos sistemas de RLAF y su evolución


his- tórica, presentando una clasificación de los mismos y pretendiendo normalizar
la terminología. Asimismo se describe esquemáticamente lo que podría ser una
ins- talación y un cabezal de riego, definiendo algunos conceptos como unidad y
sub- unidad de riego, unidad operacional, etc., que serán de uso constante.
Final- mente se relacionan los elementos que constituyen las instalaciones,
cuyo estu- dio detallado es objeto de los capítulos siguientes.

2. Sistemas de riego localizado de alta frecuencia

En los RLAF, como ocurre con todas las nuevas tecnologías de rápida
difu- sión, se presenta el problema de homogeneizar la terminología. En nuestro
caso, empezando por el propio nombre: así, el más divulgado, que es el riego por
goteo, engloba para algunos a todos los riegos localizados de alta frecuencia,
mientras que para otros es tan solo uno de los varios sistemas de esta clase de
riegos.
En nuestra opinión, el término «Riegos localizados de alta frecuencia» es el
más adecuado para referirse al conjunto .de estos modernos sistemas de riego.
Tiene dicho término la ventaja de que se presta a pocas ambigüedades y al mismo
tiempo indica sus dos características fundamentales: la localización y la alta fre-
cuencia.
Los RLAF se pueden agrupar en la forma que se indica en el cuadro 1, en el
que el criterio de separación es el caudal por unidad de emisor o por metro lineal
del mismo. Como caudal límite se acepta el valor de 161/h., que es el
establecido por las normas ISO. Se trata de un valor convencional pero que en
la práctica separa claramente los sistemas de RLAF.

219
CUADRO I
Clasificacion de los RLAF
microaspersión
alto caudal
{16 - 150 1/h.)
difusión
RLAF

bajo caudal
(< 161/h.) goteo

Los RLAF de alto caudal pulverizan el agua, que se distribuye superficial-


mente a través del aire. Suelen trabajar a presiones superiores a I O m.c.a. A su vez
se pueden clasificar en:
,}:!j~.cuando los emisores llevan algún elemento giratorio que
distribuye el agua, accionado por la propia presión de ésta. Constituyen por tanto
verdaderos aspersores en miniatura.
Di.f.us!.9xk._ cuando los emisores llevan una tobera no giratoria que pulveriza y
distri6uye el agua de riego.
Como se ve, la distinción entre microaspersión y difusión no es relevante a
efectos agronómicos o hidráulicos. A veces se emplea el término miniaspersion
para emisores de más de 150 l/h., pero sin llegar al caudal de los aspersores con-
vencionales.
En cuanto a los RLAF de bajo caudal, la terminología actual es bastante
confusa. Nosotros preferimos englobar a las numerosas variantes que existen
bajo la denominación general de «riego por goteo», incluyendo los llamados
riegos por exudación, mangueras, microtubos, etc., y por supuesto los de goteo
propiamente dicho, términos que en realidad describen más o menos afortuna-
damente a los emisores utilizados más que las caracteristicas del riego. El término
emisor lo utilizamos en un sentido amplio; incluyendo a microaspersores, difu-
sores y a los distintos tipos de goteros.

3. Algunos problemas del riego por goteo. Nuevas soluciones

En la aplicación del riego por goteo se han presentado algunos problemas re-
lacionados con la forma y extensión del bulbo húmedo. Concretamente, el insu-
ficiente desarrollo del bulbo en suelos ligeros y el riego de cultivos en línea. Di-
chos problemas han dado lugar a la aparición, respectivamente. de la
microaspersión y de los riegos localizados por franjas, con sus variantes de riego
por mangueras y exudación.
Otro tipo de problemas ha ocasionado la aparición del riego por goteo sub-
terráneo. (RL subterráneo): la necesidad de retirar las tuberías superficiales
para realizar determinadas labores o la cosecha.

220
Antes de entrar en el estudio detallado de estas nuevas soluciones. es conve-
niente aclarar la cuestión de si hay un sistema de RLAF que se pueda considerar
el mejor. Al igual que en la tecnología del riego no se puede decir que haya una
solución única para todos los casos y así, por ejemplo, el riego por inundación
puede ser la solución mejor para el arrozal, mientras que la aspersión lo puede
ser para la alfalfa en laderas, en los riegos localizados tampoco hay un sistema
que sea mejor que los demás en todos los casos. No se puede decir que el goteo
es mejor o peor que la microaspersión, o ésta que la exudación. Son sistemas de
riego distintos para problemas distintos y lo que interesa es tener las ideas claras.
saber, para cada situación definida principalmente por el suelo y el cultivo, cual
es el sistema que mejor satisface las necesidades.
No obstante lo anterior, sí se pueden indicar las tendencias actuales del mer-
cado, mostrando las preferencias de los agricultores. Al menos en España, la
mi-
croaspcrsión se ha desarrollado mucho menos de lo que en principio se espera-
ba, y en la actualidad, la superficie regada por ese sistema es muy inferior a la
de goteo, incluso en suelos ligeros. En cambio, los riegos localizados por franjas
se han extendido grandemente dentro de su campo de aplicación, que son los
culti- vos herbáceos en línea, hasta tal punto que muchos fabricantes de goteo
inten- tan soluciones parecidas, mediante la fabricación de goteros embutidos
entube- rías, con espaciamientos muy reducidos.

3.1. El bulbo húmedo en suelos ligeros. La microaspersión

Uno de los aspectos más espectaculares del desarrollo del riego por goteo en
los últimos años ha sido la transformación de terrenos marginales (arenosos, pe-
dregosos, etc.), que con los métodos tradicionales se consideraban no regables y
que igualmente tenían poco valor en secano. Pero también es en estos sucios
donde se han producido los mayores fracasos del riego por goteo, debido a la
deformación que en ellos experimenta el bulbo húmedo, que se hace profundo y
poco extendido horizontalmente, no ofreciendo la mínima superficie de suelo
mojado necesaria para el buen desarrollo del sistema radicular.
En la figura 7. l.a se muestra una situación típica de aplicación de goteo en
suelos ligeros. Como se explicó en el capítulo 5 (3.2.), en estos sucios el bulbo
es estrecho y profundo, lo que ocasiona tres tipos de inconvenientes:

1." Reducido porcentaje de superficie mojada.


2." Los bulbos profundizan excesivamente, perdiéndose agua y fertilizan-
tes por percolación.
3.0 En la zona radicular se forman regiones secas intercaladas entre regio-
nes húmedas. Las regiones secas son obstáculos para que en ellas se desarrollen
las raíces por dos razones:

a) La propia falta de humedad hace que las raíces no tengan interés en ex-
plorar esas regiones, concentrándose en los bulbos húmedos.
b) En la periferia de los bulbos húmedos se acumulan las sales
desplazadas del bulbo por el agua de riego.
221 221
221
o. GOTEO

b. M ICROASPERSION

Figura 7.1.
El bulbo húmedo en un suelo ligero.

El que las regiones secas dificulten el desarrollo radicular no sólo supone una
disminución del suelo aprovechable, sino que a veces, sobre todo en climas muy
poco lluviosos, impiden que en su crecimiento las raíces alcancen los bulbos más
alejados.
Ante una situación como la descrita puede haber varias soluciones:

l ." Aumentar el número de goteros por árbol


2. ª Aumentar la dosis de riego
3. ª Aumentar el caudal de los goteros
4. ª Riego a pulsos
5.ª Microaspersión
Comentemos cada una de ellas.

l.ª Aumentar el número de goteros por árbol.-Aunque esta solución


puede ser eficaz en suelos de textura intermedia, en casos extremos de suelos
muy arenosos es una solución poco práctica. Por una parte, el instalar un núme-
ro elevado de goteros supone una complicación: las proximidades del árbol se
convierten en una maraña de tubitos con sus goteros, que con frecuencia se des-
plazan del sitio donde deben estar y que constituyen un obstáculo para muchos
trabajos como aplicación de herbicidas, recolección, etc. Por otra parte, al ali-
mentar un gran número de goteros, los laterales de riego deben transportar un
caudal elevado, aproximándose al de microaspersión y perdiendo la ventaja
principal que respecto a este sistema presenta el de goteo: la menor inversión en
la instalación de riego, derivada del bajo caudal.

2. a Aumentar la dosis de riego.-EI aumento de la dosis de riego da efecti-


varnentc como resultado un ensanchamiento del bulbo húmedo, pero ese ensan-
chamiento no se puede aumentar indefinidamente. En el capítulo 5 (3.2.) se ex-
plicó que si se mantiene constante el caudal de los emisores, la extensión
superficial del bulbo no varía mucho con la dosis de riego (o lo que es lo mismo,
con el tiempo de riego) y algo parecido ocurre con la máxima extensión horizon-
tal subterránea. En cambio, a medida que crecen el tiempo y la dosis de riego, el
bulbo se va desarrollando en profundidad. Una dosis excesiva de riego hace que
el agua se pierda por percolación.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que para aumentar la dosis de riego
sin modificar el consumo de agua de las plantas, hay que reducir la frecuencia de
riego. Por ejemplo, en vez de regar diariamente, regar cada tres días con una
dosis triple. Pero esa disminución de la frecuencia no se puede forzar demasia-
do, ya que se perdería una de las ventajas de estos riegos, derivada precisamente
de la alta frecuencia y que consiste en el mantenimiento permanentemente de
una humedad elevada.

3.ª Aumentarel caudalde losgoteros.-En el punto citado del capítulo 5 se


estudió también este caso, concluyendo que aunque al aumentar el caudal de los
goteros aumenta también el diámetro del bulbo, esta solución tiene sus limita-
ciones y que, para un suelo dado, la extensión horizontal del bulbo no se puede
modificar indefinidamente variando el caudal del gotero o la dosis de riego.

4." Riego a pulsos.-EI riego a pulsos descrito en el capítulo 5 (5.4.) provo-


ca un aumento del volumen del bulbo húmedo, que crece en anchura y profundi-
dad. pero más lo primero. Sin embargo, el ensanchamiento del bulbo es limitado
y además la instalación para riego a pulsos complica los automatismos de riego y
fertilización.

5.ª Microaspersión.-Como hemos visto. la técnica del riego por goteo


cuenta con variados recursos para aumentar el porcentaje de superficie mojada.
a. EXUDAClON

b. GOTEO

Figura 7.2.
El bulbo húmedo en los cultivos en línea
(vis/a en plan/a).

pero también hemos visto que todos ellos presentan limitaciones e inconvenien-
tes, de forma que, aunque en suelos de textura sólo medianamente ligera resuel-
ven el problema, en suelos más arenosos o pedregosos ha habido que recurrir a
otra solución: la microaspersión. Más adelante se describirán con detalle las ca-
racterísticas de este sistema de riego. Aquí únicamente mostramos, con ayuda
de la figura 7. l. b, la forma típica del bulbo húmedo y cómo se extiende por una
gran parte de la zona radicular.

3.2. Riego de cultivos en línea. El riego JocaJizado por franjas

Los cultivos herbáceos en línea son, junto con los árboles, los principales
grupos de cultivos a que se aplica con éxito el riego localizado. Los más frecuen-
tes son los hortícolas, aunque hay satisfactorias experiencias en otros cultivos
anuales, como el algodón. En todos estos cultivos, la distancia entre plantas a lo
largo de la línea es reducida, del orden de pocos decímetros, y en estos casos se
recurre no a humedecer cada planta, sino a formar una franja húmeda continua
a lo largo de la línea.
Una solución muy indicada para el riego de estos cultivos es la exudación,
sistema que se describirá más adelante y del que ahora únicamente adelantamos
que consiste en una tubería que exuda agua por toda su superficie (figura 7.2.a).
En rigor, la exudación se puede considerar como una variante del riego por
goteo. Con goteo propiamente dicho se consigue algo aproximado al riego por
franjas colocando los goteros muy próximos entre sí, de forma que los bulbos
húmedos se solapen. lo que es una condición muy importante para evitar que
haya semillas en la zona seca y salina situada en el borde de los bulbos (figu-
ra 7.2.b).
La instalación de goteros con un espaciamiento tan reducido presenta nume-
rosos inconvenientes; en primer lugar, la misma colocación de tantos goteros;
además, los puntos de conexión son siempre lugares problemáticos en los que
con frecuencia se producen pérdidas de agua. Otro inconveniente es que en el
interior de la tubería, la presencia de los tetoncillos de los goteros en número tan
elevado constituye un obstáculo importante a la circulación del agua, ocasionan-
do unas pérdidas de carga que pueden llegar a ser iguales a las del rozamiento
de la propia tubería. Estos inconvenientes y la gran demanda de riego para
cultivos en línea, ha ocasionado que muchas casas de riego hayan desarrollado
tuberías laterales con emisores incorporados, a distancias del orden de 30-80
cm; en al- gunos casos se trata de goteros embutidos en la tubería o incorporados
a la pared de la misma; en otros casos, se trata de una solución algo diferente:
las mangue-· ras que se describen en el capítulo 8.

3.3. El riego por goteo


subterráneo
El riego localizado en cultivos anuales tiene el inconveniente de que la
densa red de tuberías situadas sobre el terreno dificulta muchas tareas agríco-
las, sobre todo las que emplean maquinaria: labores, tratamientos, cosecha
etc. Lo normal es que, para algunos de estos trabajos, se recojan los laterales
portagoteros, lo que implica un importante coste en mano de obra y equipos
de recogida y extendido, así como en almacenes o lugares donde guardar las
tuberías. Por tanto, la idea del riego subterráneo es muy atractiva, ya que todas
las tuberías, incluso las laterales, se mantienen enterradas, sin los inconvenien-
tes citados.
Una instalación de riego por goteo subterráneo no difiere mucho de la
convencional, salvo que los laterales portagoteros se entierran y conectan a
tuberías por sus dos extremos: una sirve de alimentación (terciaria) y la otra de
colector para la limpieza de las tuberías. Existen equipos que entierran las tu-
berías laterales a las profundidades requeridas, que suelen ser:

Algodón . 40cm
Forrajeras . 30-40 cm
Praderas . 8 - 10 cm
Frutales y forestales . 20cm
Las tuberías se entierran entre dos hileras de cultivo (salvo en el caso de
árboles, en que se colocan a unos 20 cm del tronco). Los cultivos deben ubi-
carse siempre en las mismas hileras, para lo que hay que dejar marcas en el te-
rreno indicando el emplazamiento de las tuberías enterradas.
El riego por goteo subterráneo tiene las siguientes ventajas:
-Ahorro de personal y equipos en el manejo.
-Mayor duración de las instalaciones, que no se dañan por la acción de
las radiaciones solares y sufren menos ataques de animales.
-Mayor eficiencia del riego.
-El riego no interfiere con otros trabajos.
A su vez tiene varios inconvenientes:
-En zonas con pocas lluvias, puede acumular sales en la superficie, perju-
dicando la germinación del cultivo siguiente.
-Necesidad de riegos de preemergencia.
-Dificultad en localizar fugas y averías.
-Existe poca actividad radicular en la superficie, por lo que los abonos de
baja movilidad (potasio y fósforo) se deben aplicar obligatoriamente por
fertirrigación.

Pero el principal inconveniente, con gran diferencia, es la obturación de


los goteros, con el agravante de que el problema no se detecta hasta que sus
efectos son muy aparentes, generalmente por sequía de las plantas afectadas.
La obturación puede producirse por las partículas que lleva el agua de riego
o por agentes externos: el suelo que rodea los goteros o las raicillas de las
plantas.
En cuanto a la obturación por partículas transportadas por el agua, el fenó-
meno es el mismo que en riego convencional, pero dada la gravedad del pro-
blema, obliga a extremar las medidas preventivas, con filtrados muy perfectos
y costosos y tratamientos muy frecuentes y bien controlados. Es recomendable
el empleo de goteros autolimpiables (ver Cap. 8), porque, aunque esta denomi-
nación sea algo exagerada, su riesgo de obturación siempre será menor que en
los demás goteros.
La obturación por agentes externos se combate de dos formas:
1. La debida a partículas de suelo, mediante un blindado especial de los
goteros.
2. La provocada por las raicillas, mediante el empleo de herbicidas.
El herbicida que se ha utilizado con más éxito es el treflán, cuyo compues-
to activo es la trefluralina, un herbicida nitrogenado del grupo de la dinitroani-
lina, que se suele utilizar en presiembra. Los componentes de este grupo se ad-
hieren rápidamente a las partículas del suelo, por lo que no son lavados por la
propia agua del suelo, permaneciendo en las proximidades de los goteros. Ade-
más, no se descomponen en contacto con el agua. Los herbicidas nitrogenados
impiden el crecimiento de las raíces secundarias, sin dañar a las raíces princi-
pales ya existentes; en consecuencia, no perjudican a los cultivos y evitan que
las raicillas de éstos o de las malas hierbas obturen los goteros.
El producto se aplica con el agua de riego, en la que se disuelve fácilmen-
te. Su color amarillo facilita el seguimiento de la operación. Se utilizan los
mismos equipos de aplicación de abonos: inyectores, tanques etc. La dosis nor-
mal es de 0,20 a 0,25 cm3 por gotero. Como cualquier herbicida nitrogenado,
la trifluralina se volatiliza con una velocidad que depende de la temperatura y
humedad. Por esa razón, el tratamiento debe aplicarse cada 5 ó 6 meses.
El riego por goteo subtemáneo es una técnica muy prometedora. Se inició
en el riego del algodón y se ha extendido a otros cultivos y a la jardinería. Se-
gún la última encuesta de la ICID, en 1992, en el mundo había 58.834 has de
RL subterráneo, frente a 1.710.153 has en total de RL. El principal país en RL
subterráneo es Estados Unidos, con 54.000 has, seguido por China. En España
se está empezando a utilizar en el RL de olivar, sobre todo para evitar robos y
daños ocasionados por conejos, y en jardinería, principalmente para el riego de
céspedes.

4. Esquema de una instalación de riego. Definiciones

La figura 7.3 muestra el esquema de una instalación de RLAF. El agua llega al


cabezal de riego con la presión necesaria mediante bombeo, gravedad desde un
depósito, procedente de una red comunitaria, etc. Las instalaciones que propor-
cionan la presión no figuran en el esquema.
El cabezal de riego es el conjunto de elementos que permiten el tratamiento
del agua de riego, su filtrado y medición, el control de la presión y la aplicación de
fertilizantes. Más adelante se describirá con más detalle.
Del cabezal parte una red de tuberías que se denominan primarias. secunda-
rias, etc., según su orden. Estas denominaciones rara vez producen confusión. Sí
que convendría en cambio normalizar los nombres de las tuberías de los dos
últimos órdenes. Siguiendo a varios autores, entre otros J. Rodrigo y Hemandez
Abreu, adoptamos la siguiente nomenclatura:
Lateral: es la tubería de último orden, en la que se conectan los emisores de
riego. En el caso de riego por mangueras o cintas extendidas a lo largo de la hilera
de plantas, estos elementos serían los propios laterales.
Terciaria: es la tubería que alimenta directamente a los laterales.
Generalmente al principio de cada terciaria se coloca un regulador de pre-
sión, que unas veces es automático y otras consiste simplemente en una válvula
de compuerta o bola seguida de un manómetro. A la superficie dominada por un
regulador de presión se denomina subunidad de riego. En el caso extremo de que
cada lateral lleve un regulador de presión, la subunidad de riego estaría constitui-
da por un solo lateral.
Al conjunto de subunidades de riego que riegan simultáneamente desde un
mismo punto se denomina unidad de riego. En dicho punto, que suele estar
situado al principio de una secundaria. se instala un elemento que controla la
Control de la
ur'lidod da
ri6CJO Cabezal
de riego
Regulador
de presi&n
pramoria
secundaria

.. .. 1

1
0----~~~~
- 1--~~~~~
11- -

loterolts ¡; J
Unidad de rieoo

Figura 7.3.
Esquema de una insralación de RLAI:.

cantidad de agua. Cuando el control se efectúa en función del tiempo de riego, el


elemento de control suele ser una electroválvula, mecanismo que se abre y cierra
en respuesta a una orden transmitida eléctricamente y procedente de un reloj,
ordenador de riego, etc. Cuando el control se efectúa en función del volumen de
agua, una solución frecuente es la instalación de una válvula volumétrica, apara-
to que se abre manualmente y que lleva un contador provisto de un mecanismo
que corta el paso del agua cuando el volumen circulado alcanza la cantidad que
se ha fijado en el dial de la válvula.
Al conjunto de las unidades de riego que riegan simultáneamente desde un
mismo cabezal de riego se denomina unidad operacional de riego.

S. Esquema de un cabezal de riego

El cabezal de riego es el elemento central de la instalación. Su composición


puede variar mucho según los casos. Por ejemplo, hay instalaciones en que
los fertilizantes se aplican en el propio cabezal mientras que en otras la aplicación
se realiza en el origen de las unidades de riego. Por tanto el esquema que se
presenta
a continuación debe interpretarse como una solución frecuente pero no única, y
que sobre todo tiene la utilidad de que sirve para introducirnos en una serie de
elementos de los que se hace una descripción sencilla, así como de la secuencia
lógica en que se deben instalar. En capítulos posteriores se estudiarán con detalle
dichos elementos, que se muestran esquemáticamente en la figura 7.4.
El primer elemento que aparece es el equipo de tratamiento de agua. Con
frecuencia las aguas de riego presentan unos problemas para su aplicación en
RLAF que no tienen importancia con otros sistemas de riego. Estos problemas
están relacionados generalmente con las obturaciones de los emisores y la solu-
ción típica consiste en el filtrado, pero hay situaciones en que el filtrado debe
complementarse con un tratamiento periódico del agua. Tal es el caso, por
ejemplo, de la presencia de algas que no son retenidas por los filtros y que pueden
obturar algunos emisores de paso muy estrecho. La solución de este problema
consiste en el tratamiento del agua con oxidantes como hipoclorito sódico. Otro
caso en que es necesario el equipo de tratamiento es el de la aplicación de ácidos
para eliminar los precipitados calcáreos.
La aplicación de estos tratamientos se puede hacer de formas muy diversas.
Cuando el agua se bombea desde un depósito se puede añadir el producto
químico al propio depósito, o incorporarlo lentamente por medio de un gotero
del tipo utilizado en medicina, con el extremo del microtubo en la aspiración de
la bomba. Cuando no existe tal depósito y hay que inyectar el producto en la
tubería, se puede aprovechar la instalación de aplicación de fertilizantes, aunque
el tratamiento conviene que se añada antes de los filtros de arena, con objeto de
que éstos se beneficien del mismo.
Los filtros de arena son unos elementos típicos de los cabezales, que se usan
sobre todo para eliminar impurezas de tipo orgánico tales como algas, restos de
insectos, etc., y pequeñas partículas minerales. Son imprescindibles cuando el
agua no procede directamente de pozos, sino que ha sido previamente almacena-
da en depósitos donde fácilmente se desarrollan las algas. Conviene instalar
siempre un mínimo de dos filtros, con objeto de que en la limpieza por circula-
ción inversa de un filtro se utilice el agua previamente filtrada por el otro.
Cuando se estudie el tema del filtrado se describirán otros sistemas no incluidos
en el esquema, como son los decantadores, hidrociclones, etc.
A continuación del filtro de arena se instala el equipo de fertirrigacián. No
debe ir antes de los filtros para evitar la absorción de fertilizante por las arenas y
sobre todo para no crear en los tanques de filtrado un ambiente rico en nutrientes
que favorecería el desarrollo de algunos microorganismos. El equipo de fertirri-
gación consta de los depósitos de fertilizantes y de los mecanismos de aplicación
del abono.
Los depósitos suelen ser de materiales resistentes a los ácidos, ya que hay
abonos líquidos de pH próximos a l. Entre esos materiales los más frecuentes son
el poliéster tratado con resinas especiales y el polietileno.
En los mecanismos de aplicación del abono hay gran diversidad. Citemos los
tanques de abonado, por los que circula el agua de riego diluyendo y
arrastrando
el abono allí depositado. Otros sistemas son las bombas inyectoras, que pueden
ser de accionamiento eléctrico, de gasolina o hidráulico, aprovechando la propia
EQUIPO DE TRATAMIENTO DE AGUA

FILTROS DE ARENA

- EQUIPO DE FERTIRRIGACION

FILTRO DE MALLA

CONTADOR

l TUBERIA PRIMARIA

-e- Válvula de limpieza

0 Enchufe rápido
poro monometro
Figura 7.4.
Esquema de cabezal de
RLAF.
230
presión del agua de riego. Bastante utilizados son los inyectores de abono tipo
venturi.
Siempre hay que colocar filtros de malla aguas abajo del equipo de fertirriga-
ción, Estos filtros retienen las impurezas, sobre todo de tipo mineral, que puedan
atravesar los filtros de arena o procedentes de los abonos. Existen muchos mode-
los de filtros de malla, la mayoría provistos de mecanismos que facilitan su
limpieza; en algunos filtros esa limpieza se realiza automáticamente cuando las
obturaciones ocasionan una determinada pérdida de carga. Con frecuencia se
utilizan filtros de anillas en vez de filtros de malla.
Corno ya se ha dicho, tanto los filtros de arena como los de malla necesitan
una limpieza periódica. El momento adecuado se determina por medio de ma-
nómetros que permiten conocer las pérdidas de carga en los distintos filtros.
Con objeto de evitar errores debidos a diferencias en el calibrado de los
distintos manómetros, una medida muy práctica consiste en instalar tomas de
conexión rápida que permitan realizar todas las lecturas con el mismo
manómetro.
Un elemento imprescindible del cabezal es el contador de agua. Hay contado-
res de diversos tipos, pero el más frecuente es el proporcional, que es más
económico que el de tipo Woltman. Estos elementos, además de indicar el caudal
instantáneo deben ser totalizadores. Algunos modelos permiten la transmisión
eléctrica de datos, lo que facilita la automatización del riego.
Los contadores deben ir siempre después de los filtros, ya que son muy
sensibles a las impurezas.
Además de los elementos descritos, los cabezales pueden constar de otros
muchos, la mayoría de los cuales automatizan las funciones del cabezal: comien-
zo y fin del riego, aplicación del fertilizante, limpieza de los filtros, registro de
caudales, etc. Dentro de los automatismos, un capítulo importante lo constitu-
yen los hidráulicos, que pueden realizar funciones de regulación de presión,
limitación de caudal, eliminación de aire o de sobrepresiones, cierre en caso de
averías y un largo etc.
En los capítulos que siguen se estudian los elementos descritos, las funciones
que realizan, sus características constructivas, condiciones de instalación y
méto-
dos de diseño.
En primer lugar se trata de los emisores, después de las tuberías y a continua-
ción de los filtros y métodos de prevención y tratamiento de obturaciones.
Seguidamente se estudia la fertirrigación, con especial dedicación a los
materiales
utilizados en el almacenamiento y aplicación de abonos. Finalmente se trata de
los aparatos de control y medida y de los automatismos.
231
CAPITULO 8

EMISORES

1. Introducción

Los emisores son tal vez los elementos más importantes de las instalaciones
de RLAF y, desde luego, los más delicados. Toda la dificultad de su diseño
constructivo reside en el siguiente problema: los emisores deben proporcionar un
caudal bajo, con objeto de que los diámetros de las tuberías, sobre todo
lateralesy terciarias, sean reducidos; las grandes longitudesque de estas tuberias
se emplean en los RLAF hacen que un ligero incremento en su diámetro
encarezca de forma importante la instalación. Por otra parte, la presión de
servicio de los emisores no debe ser muy baja para minimizar el efecto que
sobre la uniformidad del riego tienen los desniveles del terreno y las pérdidasde
carga a lo largo de terciarias y laterales. Ambas condiciones, caudal bajo y
presión alta conducen, desde un punto de vista exclusivamente hidráulico, a
emisores en los que el paso del agua sea pequeño, pero ello está en
contradicción con otra condición que han de cumplir los emisores: su
diámetro de paso ha de ser lo mayor posible con objeto de evitar las
obturaciones, que son el principal problema en el manejo de los RLAF. Esta
contradicción es resuelta por los fabricantes de forma muy variada e ingeniosa y
en consecuencia existen en el mercado muchos tipos de emisores, como
veremos más adelante.
La mayoría de los emisores trabajan a una presión próxima a los 1 O m.c.a.,
aunque los de alto caudal pueden hacerlo a 20 m.c.a. y, en el otro extremo, las
cin- tas de exudación trabajen entre 1 y 3 m.c.a. Los caudales varfan entre 2 y 16
l/h., con las mismas excepciones que para la presión: los de alto caudal
pueden
llegar a 150 lfh. y las cintas de exudación a menos de 0,5 litros por hora y
metro lineal.
Este capítulo empieza estudiando la hidráulica de los emisores, asunto en el
que inevitablemente ha habido que incluir una cierta dosis de teoría que se ha
procurado aliviar por medio de ejemplos y pasando rápidamente a su
aplicación
233
práctica. A continuación se trata de la sensibilidad a las obturaciones y a la
temperatura, después de lo cual ya se está en condiciones de poder analizar los
distintos tipos de emisores que existen en el mercado.
El capítulo se completa con dos temas imprescindibles para el posterior
diseño de las instalaciones: a) la uniformidad de fabricación, donde se define el
correspondiente coeficiente y se explica su aplicación práctica y b) las conexiones
emisor-tubería lateral, que no es un asunto puramente descriptivo, sino que será
de utilización cuando se estudie la pérdida de carga en los laterales.

2. Hidráulica de los emisores

2.1. Regimen hidráulico


Imaginemos una tubería transparente de 10 cm de diámetro por la que
circula un líquido viscoso, aceite por ejemplo. En un extremo de la tubería, en
varios puntos de su sección transversal, se aplica un colorante. Si la velocidad del
aceite es muy lenta, a lo largo de la tubería aparecerán unas líneas paralelas
coloreadas, sin mezclarse con las zonas sin color. En una situación como la
descrita se dice que el régimen hidráulico es laminar. Si la velocidad del aceite se
va aumentando, para valores altos de la misma desaparece esa separación entre
lineas coloreadas y zonas sin colorear: el líquido se ha mezclado y presenta un
color homogéneo en toda la sección. Ahora el régimen se denomina turbulento.
Este sencillo ejemplo nos sirve de introducción a un tema tradicionalmente
árido, el número de Reynolds.

2.2. El número de Reynolds


En todo fluido en circulación existen unas fuerzas de inercia (según la ley de
Newton, masa x aceleración) y unas fuerzas de rozamiento interno entre las
partículas del fluido. La relación entre ambas fuerzas es un número adimensío-
nal, y en 1883 Osbome Reynolds comprobó que ese número permitía definir el
régimen hidráulico.
En cualquier manual de hidráulica se puede encontrar la deducción de ese
número adimensional que se denomina número de Reynolds y que se representa
por Re:
dv
Re=- (1)
u
d: diámetros en metros
v: velocidad del agua en m/sg
u: viscosidad cinemática del agua en m2/sg
u = ...!]_ (2)
p
r¡: viscosidad dinámica del agua en kg/m · sg
p: densidad del agua en kg/m3

234 234
234 2342
La densidad del agua varía poco con la temperatura, pero la viscosidad
dinámica lo hace de forma importante y en consecuencia lo mismo ocurre con u.
Para temperaturas comprendidas entre 10 y 40 ºC, \) puede calcularse aproxima-
damente mediante la expresión:
4 0 (3)
u--- - -. 10- 6
t + 20
t en ºC y u en m2/sg. Valores más precisos se indican en la tabla l.
Si en la fórmula ( l) se sustituye:
4q (4)
V=---=--
1td2
se obtiene:
Re = 4_q-=---- (5)
ndu
q en m3/sg
den metros
·u en m2/sg
En RLAF son más prácticas las expresiones siguientes:

V ::: 0,354 _q_ (6)


d2
Re= 3 537 · 10-4_9 (7)
' do
ven m/sg
q en 1/h
den mm
u en m2/sg
Para t = 20 ºC, u= 1,003 · 10-6 m2/sg y la (7) se simplifica en:

Re = 352,64 _g_ (8)


-d
Ejemplo1
Por una tubería de diámetro interior d = 28 mm circula un caudal q = 1.620
1/h a una temperatura de 20 ºC. Calcular v y Re.
Aplicando (6) y (8):
1.620
v = O 354 · -- = O 73 m/sg
' 282 '

Re= 352,64 - 1.62 º = 20.402


28

El número de Reynolds permite clasificar el régimen hidráulico en tres


clases, laminar, crítico o inestable y turbulento (Tabla 2).
TABLA I

Variaciones de u, p y TJ con /a temperatura.

irc) p (kg/m3) T)kg(m · sg)

o 999,8 1,79 · 10- 3 1,785 · 10-6


5 1.000,0 1,52 · 10- 3 1,519 · 10-6
10 999,7 l,31 · 10- 3
1 306 · 10-6
3
15 999,1 1,14 · 10- 1:139 · 10-6
20 998,2 1 00 · 10- 3 1,003 · 10-6
25 997,0 o'89 . 10- 3 0,893 · 10-6
o'.so .
30 995,7 10- 3
3
0,800 · 10-6
40 992,2 0,66 · 10- 0,658 · 10-6
50 988,0 O 55 · 10- 3 0,553 · 10-6
60 983,2 o'.41 . 10- 3 0,474 · 10-6
70 977,8 0,41 · 10- 3 0,413 · IQ-6
80 971,8 0,36 · 10- 3 0,364 · 10-6
90 965,3 0,33 · 10- 3 0,326 · 10-6
100 958,4 0,29 · 10- 3 0,294 · 10-6

TABLA 2
Clasificacion de regímenes hidráulicos.
Re Régimen
< 2.000

l
Laminar
2.000 - 4.000 Crítico o inestable
> 4.000 Turbulento liso
intermedio
rugoso

Cuando Re es menor de 2.000 el régimen es laminar; para Re mayor de 4.000


el régimen es turbulento; para valores intermedios el régimen se comporta unas
veces como laminar y otras como turbulento: por eso se denomina inestable,
aunque también recibe el nombre de critico. Como se ve en la tabla 2, el régimen
turbulento se divide en tres clases. Esa división no se hace en función de Re sino
de determinadas características del material de que está construido la tubería.
La importancia práctica de conocer el régimen hidráulico reside en que para
cada régimen son distintas las fórmulas que relacionan la presión con la veloci-
dad, es decir, las que permiten resolver los problemas más frecuentes de hidrodi-
námica tales como cálculo de pérdidas de carga, cálculo del caudal en función de
la presión disponible, etc. Pero además de estas aplicaciones, el régimen hidráuli-
co tiene unas consecuencias prácticas sobre el funcionamiento de los emisores,
que se pueden resumir diciendo que el régimen laminar es inconveniente por las
razones siguientes:
1. En régimen laminar la pérdida de carga a lo largo de una conducción no
depende de la rugosidad de la misma y sí de la viscosidad cinemática y
por tanto de la temperatura. En consecuencia, para una misma presión,
los emisores en que el agua esté a mayor temperatura arrojarán un caudal
mayor, lo que puede dar lugar a diferencias importantes entre el primer y
el último emisor situados en un lateral expuesto al sol. Este fenómeno
puede a veces compensar las pérdidas de carga a lo largo del lateral, pero
en general debe considerarse como un factor de pérdida de uniformidad
en el riego.
2. En régimen laminar la relación entre pérdida de carga y velocidad es
lineal, o lo que es lo mismo, la relación entre caudal y presión en un
emisor es lineal. En cambio en régimen turbulento la relación es del tipo:
q =Kh·
donde,
x = l en régimen laminar
x < l en régimen turbulento
Esta relación q - b se estudiará con detenimiento en el apartado 2.3 de
este capítulo, pero aquí podemos adelantar que debido a esos diferentes
valores de x, los emisores en régimen laminar son más sensibles a los
cambios de presión y por tanto riegan con una menor uniformidad.
3. Para que emitan el mismo caudal, los emisores en régimen turbulento
necesitan menor diámetro de paso que los de régimen laminar, lo que en
principio es una ventaja de estos últimos desde el punto de vista de la
prevención de obturaciones. Sin embargo, la velocidad del agua en el
régimen turbulento es muy superior, con lo que el riesgo de sedimenta-
ción disminuye. La acción conjunta de estos dos hechos muestra un
balance favorable a los emisores turbulentos también en el tema de las
obturaciones.

2.3. Relación caudal - presión


Cualquiera que sea el tipo de emisor, salvo las cintas de exudación, entre el
caudal emitido y la presión de servicio existe la siguiente relación, denominada
ecuación del emisor:

q=Kh' (9)

q: caudal del emisor, que generalmente se mide en litros/hora (1/h)


K: coeficiente de descarga
x: exponente de descarga
h: presión a la entrada del emisor, que generalmente se mide en metros de
columna de agua (m.c.a.), aunque cada vez se va utilizando más el kilopascal
(kPa) como medida de la presión (l m.c.a. = 9.8 kPa). El pascal (N/m~)
es la unidad de presión admitida por el Sistema Internacional de Unidades.
SI.
Los valores de K y x son característicos de cada tipo de emisor. Con frecuen-
cia los fabricantes sólo informan acerca de un punto de la ecuación del emisor,
pero debe exigírseles que proporcionen la fórmula (9) con los valores numéricos
de K y x, así como el entorno de trabajo, o por lo menos la curva q - h. A partir
de esa curva o tabla se puede deducir la ecuación del emisor, aplicando las
fórmulas siguientes a dos pares de valores:

X = ln (q/q2) (10)
In (h/11i)
K=-q_1_ (11)
ht
Ejemplo 2
h1"" JO m; q1 = 3,89 1/h
h2= 7 m; q2= 3,311/h
x = In (3,89/3,31) _
0,45
In (10/7)

K = _3~,8_9=_
1,38
J00,45

la ecuación del emisor es: q = 1,38 hº·45


Mas adelante se indicarán algunas expresiones que permiten calcular el valor
de K según se trate de emisores de alto caudal, goteros de largo recorrido, de
orificio, etc. Sin embargo se recomienda la determinación experimental del valor
de K, ya que en las citadas expresiones intervienen coeficientes cuyo valor
adecuado a cada caso no es fácil de decidir. Además, en algunos emisores como
los de largo recorrido, se producen fenómenos que invalidan la aplicación de
unas fórmulas deducidas para otras situaciones (ver 5.1.1.).
El coeficiente de descarga x es una medida de la sensibilidad de los emisores a
la variación de presión. En la tabla 3 se muestran algunos valores de x.

TABLA 3
Coeficientes de descarga de emisores.

Emisor X

- De régimen laminar 1
- Microtubos 0,75 - 1
- Helicoidal 0,65 - 0,75
- De régimen turbulento (orificio, de laberinto) 0,5
-Vortex 0,4
- Autocompensante O - 0,4
- Teórico perfectamenteautocompensante o
La relación q - h se puede representar gráficamente con el caudal en
ordena- das y la presión en abscisas, como muestra la figura 8.1, que es la forma
usual de presentar la relación q - h por los fabricantes.
h (m)
q(l/h)

Figura 8.1.
Relación q - h.

outocompen1ante
perfecto 11 :O

Además de la relación q - h interesa conocer el entorno de funcionamiento


dentro del cual se cumple la ecuación del emisor. Los fabricantes suelen
indicar un caudal nominal, que es el punto que define al emisor y así se
dice, por ejemplo, un gotero de 4 1/h, un difusor de 30 l/h etc. En el caso de
goteros el caudal nominal suele corresponder a h = 10 m, aunque esto no se
cumple en todos los casos. Una norma ISO exige que la media de caudales
realmente me- didos en una muestra de 25 emisores sometidos a la presión
nominal, no se desvíe del caudal nominal más del 5 por 100 (categoría A) o
del I O por 100 (categoría B ).
Interesa que los emisores tengan un exponente de descarga bajo, ya que de esa
forma para una misma variación de caudal se puede permitir una mayor varia-
ción de presión. En efecto, de la ecuación del emisor se deduce la relación:
h ( q '\ 1/X
(12)
!
n;
1 -
q2)

que permite transformar la tolerancia en la variación de caudales a su


equivalen- te en presiones.

Ejemplo 3
Se dispone de dos goteros, uno de x - 0,8 y otro de x .. 0,2. Calcular
la tolerancia de presiones en% para que la tolerancia de caudales sea del lO por
100.
En la fórmula (12) q/q2= 1,1

X=0,8=~=(J,1)1/0,S= J,13
~
h
x=Ü,2=..::.L =(l,1)1t0,2= 1,61
h2
El gotero de x = 0,8 sólo permite un variación de la presión del 13 por 100
para que el caudal varíe el 10 por 100. En cambio, el gotero de x = 0,2, en las
mismas condiciones permite una variación de la presión del 61 por 100.

2.4. Sensibilidad a las variacionesde presión


Como ya se ha dicho, el coeficiente de descarga x es una medida de la sen-
sibilidad de los emisores a las variaciones de presión. CEMAGREF ha estable-
cido una clasificación de emisores en función de dicha sensibilidad:

a) emisores no autocompensantes

Valores de x 0,2-0,5 0,5-0,6 0,6-0,8 >0,8


Clase MT T PT MPT
MT: muy tolerantes
T: tolerantes
PT: poco tolerantes
MPT: muy poco tolerantes

b) emisores autocompensantes

Valores de x 0-0,05 0,05-0,J 0,1-0,15 0,15-0,2 >0,2


Clase MB B p M MM
MB: tolerancia muy buena
B: tolerancia buena
P: tolerancia pobre
M: tolerancia mala
MM: tolerancia muy mala

3. Sensibilidad a las obturaciones

El riesgo de obturación de un emisor depende del diámetro mínimo de paso y


de la velocidad del agua. Los diámetros son menores en los emisores de bajo
caudal que en los de alto caudal. En aquellos pueden variar entre 0,3 mm y algo
más de I mm. Un caso extremo es el de las cintas de exudación, en el que las
perforaciones son de tamaño microscópico. En los de alto caudal, microasperso-
res y difusores, los diámetros pueden llegar a ser de más de 2 mm, con lo que el
riesgo de obturación es mucho menor. Existe una clasificación que agrupa a los
emisores de la forma siguiente:

240
Diámetro mínimo Sensibilidad a
(mm) la obturación

~0,7 Alta
0,7-1,5 Media
> 1,5 Baja

Cuanto mayor es la
velocidad menor es el riesgo de
sedimentación; por tal razón se
prefiere el régimen turbulento
al laminar. Se considera que
por encima de 4,5 m/sg
disminuye el riesgo de
obturaciones por
sedimentación.
Hay otros factores que
afectan a las obturaciones. Uno
de ellos es el recorrido más o
menos tortuoso del agua en el
interior del emisor: los puntos
donde la trayectoria cambia
bruscamente son más propensos
a la formación de depósitos.
Otro factor negativo es la
presencia de materiales que
dejen pasar la luz, lo que
favorece el desarrollo de algas
microscópicas que pasan por
cualquier filtro. Este
es el caso de las cintas de
exudación, que por tanto
siempre deben enterrarse.
CEMAGREF ha elaborado un
ensayo para determinar la
sensibilidad de los
emisores a las obturaciones.
Consiste en someter a una
muestra de cuatro emi- sores al
riego en cuatro fases sucesivas.
Cada fase se compone de cinco
perío- dos de 8 horas
consecutivas. En la primera
fase, se le añade al agua 125
mg/1 de partículas de diámetro
inferior a 80 micras (0,08 mm).
En las fases siguientes, además

241 241
241 241
de las partículas añadidas en
las fases anteriores, se añaden
Obturación después de la fase
125 mg/l de partículas de Clase
diámetros comprendidos Necesidadesdefiltrado
entre:
J.' u
M <
2." fase 8 2.' S
3.ª fase 0 3.' s 8
4.ª fase 4.' P 0
Sin S
M
- obturac P
nes m
1 i
c
0
r
0 a
s
m 8
i 0
c m
r i
a c
s r
a
100 - 200 micras s
2 100
0 micras
0 125 micras
150
micras
-
U
2 S
5 :

0
u
l
m i
i r
a
c s
r e
a n
s
s i
b
l
Al final de cada período e

se miden los caudales de los


M
emisores y se compa- ran con S
los correspondientes a agua :
limpia. Los resultados
m
permiten la siguien- te u
clasificación y recomendación y
de necesidades de filtrado:
s
242 242
242 242
e
n
s
i
b
l
e

S
:

s
e
n
s
i
b
l
e
P
S
:

p
o
c
o

s
e
n
s
i
b
l
e
M
P
S
:

m
u
y

p
o
c
o

s
e
n
s
i
b
l
e

243 243
243 243
4. Sensibilidad a la temperatura

En la mayoría de las instalaciones los laterales se sitúan sobre el terreno


expuestos a la radiación solar, lo que provoca que el agua se vaya calentando,
fenómeno que alcanza su mayor intensidad en los últimos tramos, en los que la
velocidad del agua es mucho menor. Se han medido diferenciasde temperatura
a lo largo de un lateral del orden de 20 ºC. Estas variaciones de temperatura
tienen un doble efecto:

l.Algunos materiales de que están compuestos los emisores experimentan


un envejecimiento acelerado debido a las diferencias de temperatura a
que se ven sometidos entre el día y la noche. Los elastómeros de los
goteros autocompensantes se ven particularmente afectados por este fe-
nómeno.
2. El aumento de temperatura disminuye la viscosidad cinemática del agua
y aumenta el número de Reynolds. En consecuencia disminuye el coefi-
ciente de rozamiento de la fórmula de Darcy - Weisbach (ver Capítulo 9)
y aumenta el caudal. Este fenómeno ha sido estudiado por B. Zur y S.
Tal (1981), que han encontrado que el caudal (q) de un emisor
depende linealmente de la temperatura según la fórmula:

q=m+nT (13)

donde m y n son unas característics de cada emisor que aumentan


cuando lo hace la presión.
La sensibilidad a la temperatura se puede representar por el factor «n» de la
fórmula ( 13). En principio se debe esperar que la sensibilidad de un emisor sea
mayor cuanto más próximo sea su régimen al laminar, es decir, cuanto mayor
sea la influencia del número de Reynolds en el coeficiente de rozamiento y en
efecto, los citados autores encontraron una alta sensibilidad en goteros
helicoidales de largo conducto (en los que habían obtenido valores de x entre
0,66 y 0,86) y una sensibilidad pequeña en goteros de laberinto, que trabajan en
régimen turbulen- to, con un x realmente medido entre 0,49 y 0,53. Un caso
extraño es el de goteros vortex, en los que los valores de «n» son negativos,
es decir, que el caudal disminuye cuando aumenta la temperatura, sin que los
autores propongan una explicación a este fenómeno.
La variación del caudal con la temperatura debe considerarse en general
como un hecho negativo que disminuye la uniformidad del riego, aunque puede
haber casos en que esas variaciones compensen las debidas a pérdidas de carga
en
las tuberías. Es en cualquier caso un factor dificil de introducir en el diseño
hidráulico de la instalación, no ya por falta de información acerca del factor «n»
de la fórmula (13), inconveniente fácil de superar, sino sobre todo por la dificul-
tad de conocer el régimen de temperaturas a lo largo del lateral y por el hecho de
que ese régimen es diferente según sea de día o de noche, esté nublado o no, etc.
El enterrar las terciarias y laterales, aunque sea someramente, ayuda a mini-
mizar los efectos de la temperatura, y además presenta la ventaja de disminuir
las
dilataciones de estas tuberías, con su secuela de posibles desconexiones, descolo-
cación de emisores, etc.

5. Clasificación y tipo de emisores

La gran variedad de emisores que existe en el mercado ha sido objeto de


diversas clasificaciones atendiendo a sus características hidráulicas, riesgo de
obturaciones, forma de inserción en los laterales, etc. Nosotros adoptamos la
clasificación del cuadro 1, que se basa en la forma en que los emisores disipan la
presión, sin perjuicio de indicar más tarde otras clasificaciones posibles.

CUADRO 1
Clasificación de emisores.
Emisores de bajo Goteros De largo conducto Microtubo
caudal (goteros): propiamente dichos helicoidales
q < 16 l/h de laberinto
De orificio Vortex
Autocompensantes
Mangueras
Cinta de exudación

Emisores de alto caudal Microaspersores


16 lfh < q < 150 1/h Difusores
Microtubos de alto
caudal

Los emisores de bajo caudal se pueden denominar de forma genérica goteros,


aunque en rigor este nombre se deba aplicar solamente a parte de ellos. En lo que
sigue se describen lo distintos tipos de emisores de bajo caudal.

5.1. Goteros

5.1.1. De largo conducto


Los goteros de largo conducto han ido evolucionando en el tiempo según la
secuencia microtubo ..... helicoidales ..... de laberinto, aunque en la actualidad los
tres coexisten en el mercado. El microtubo es el tipo de gotero más antiguo, no
sólo de los de largo conducto, sino de todos los tipos. Consiste (Fig. 8.2) en un
tubo generalmente de polietileno, de pequeño diámetro, entre 0,6 y 2 mm, y de
longitud variable.
En los microtubos el régimen hidráulico es generalmente laminar por lo que
en la fórmula universal de Darcy - Weisbach:
l v2 (14)
H=f-
D 2g
L
Figura 8.2.
Microtubo.

se pue de f 64
= -
susti..tuir Re
con dicha sustitución se llega finalmente a la expresión:
d4
q= H (15)
1, 153 · 106 u I

donde:
d: diámetro en mm
!: longitud en metros
u en m2/sg
q: caudal en 1/h
H: presión en metros
Comparando ( I 5) con la ecuación del emisor (9) se observa que el coeficiente
de descarga de un microtubo es:
d4
K= -------- ( 16)
1, 153 106 · u · !

y el exponente de descarga x - 1.
Aunque a efectos prácticos no debe emplearse la fórmula (16) para determi-
nar el valor de K, dicha fórmula sí que permite comprobar la alta influencia que
en el caudal tiene la temperatura vía viscosidad, lo que es un inconveniente típico
del régimen laminar.
La razón de no poder aplicar la ( 16) es que la longitud a que se normaliza la
distribución de velocidades, y a partir de la cual se puede aplicar la fórmula de
régimen laminar, es del orden de hasta 140 veces el diámetro, lo que para, por
ejemplo, d = 1,5 mm equivale a/ - 21 cm, longitud que no es despreciable en un
microtubo. Por tal razón el K de la ecuación del microtubo, como el de todos los
emisores, debe determinarse experimentalmente.
Otra conclusión importante es el valor x - 1, que demuestra la alta sensibili-
dad de los microtubos a las variaciones de presión. Medidas experimentales
muestran que en la realidad x puede variar entre 0,75 y l.
En resumen, los microtubos presentan los inconvenientes típicos del régimen
laminar: alta sensibilidad a temperatura y presión y mayor riesgo de obturacio-
nes. Sin embargo en algunas partes de España se han hecho muy populares por
su bajo coste y por una peculiaridad interesante: el agricultor puede uniformar
los caudales una vez hecha la instalación cortando los microtubos a la longitud
que la práctica demuestre como adecuada.
En la tabla 4 se muestra, para un microtubo de d - 1 mm, la relación entre q,
H y l. Como se ve, algunas combinaciones de l y H pueden dar caudales superio-
res a los 16 l/h que se ha considerado como límite entre los emisores de bajo
y alto caudal. Determinados microtubos por tanto pueden funcionar como
emiso- res de alto caudal.
Los goteros helicoidales(Fig. 8.3) consisten en una modificación del microtu-
bo: es como si éste se enrrollara alrededor de un cilindro, con lo que se consiguen
goteros más compactos. Se fabrican generalmente en polipropileno, como la
mayoría de los goteros.
El hecho de que la trayectoria del agua sea helicoidal origina unas fuerzas
centrífugas que distorsionan la distribución parabólica de velocidades en la sec-
ción del tubo, característica de las trayectorias rectas. Esta distorsión, que es
mayor cuanto mayor es la relación entre el diámetro del conducto y el de la
hélice, aleja el régimen hidráulico de la condición laminar: el exponente de
descarga x toma valores del orden de 0,65 -0,75, por lo que los goteros
helicoida-

Figura 8.3.
Goterohelicoidal.
245 245
245 2452
Figura 8.4.
Gotero de laberinto (Netaflm).

les son menos sensibles que los microtubos a la temperatura, presión y obturacio-
nes.
Los goteros de laberinto (Fig. 8.4) son el último tipo en la evolución histórica
de los de largo conducto. En ellos se obliga al agua a recorrer una trayectoria
tortuosa, funcionando prácticamente en régimen turbulento (x = 0,5), con lo que
son muy poco sensiblesa la temperatura y menos que los helicoidales a la presión
y obturaciones.
Ya se citó la gama de variación de caudales de los microtubos. Los helicoida-
des y de laberinto suelen ser normalmente de caudales entre 2 y 8 1/h, según los
modelos.

5.1.2. De orificio
La primera solución que se Je ocurre a cualquiera para obtener un riego
localizado es la de perforar una tubería, y de hecho ha habido intentos de este
tipo en los que se construían unos orificios directamente en la tuberíalateral;
esta solución fracasó porque, como veremos a continuación, los orificios deben
ser de muy pequeño diámetro, de manera que una ligera variación, imposible de
evitar con materiales plásticos cuyas propiedades cambian con el tiempo, da
lugar a poca uniformidad en los caudales. En cambio sí existen goteros de
polipropileno en los que el agua sale al exterior a través de un orificio donde se
disipa la presión disponible.
La relación caudal - presión de estos goteros responde a la fórmula general de
los orificios. Para las unidades usuales en RLAF, dicha fórmula es:

q = 3,6 aC .J 2gh (17)


q en 1/h
a: sección de paso en mm2
C: coeficiente del orificio, adimensional.
g- 9,81 m/sg2
h en m.c.a.
La comparación de ( 17) con la ecuación (9) muestra que el exponente de
descarga es x - 0,5, característico del régimen turbulento, por lo que estos goteros
presentan las ventajas ya descritas inherentes a ese régimen hidráulico. El princi-
pal inconveniente de los goteros de orificio es su pequeño diámetro, que los hace
muy sensibles a las obturaciones. En efecto, para los datos siguientes:
q = 4 l/h
C=0,6
h= 10 m
la ( 17) permite calcular la sección «a»:
4
a= =0,13mm2
3,6 · 0,6 · >-/ 2 X 9,81 X 10

a la que corresponde un diámetro de tan solo 0,4 mm.

TABLA 4
Caudal (l/h) de un microtubo de diámetro interior 1 mm.

H(m)

/(m) J . 1.5 ] J 4 5 7 JO 15 ]O

10 5,2 7,1 8,3 10,2 12,0 13,4 15,9 18,9 23,0 26,1
30 2,9 4,2 5,1 6,4 7,5 8,4 10,0 11,9 14,6 16,6
50 2,2 2,8 3,3 4,3 5,2 5,9 7,4 9,3 11,5 12,8
100 1,8 2,5 3,2 3,8 4,8 6,1 7,7 8,7
150 1,9 2,3 2,7 3,5 4,4 5,9 6,8
200 1,9 2,3 3,0 3,8 4,9 5,7

5.1.3.
Vonex
Estos goteros (Fig. 8.5) surgieron como un intento de paliar el citado inconve-
niente de los goteros de orificio de su pequeño diámetro.
De hecho un gotero vortex es un gotero de orificio en el que el agua, después
de atravesar la perforación, se ve obligada a circular por una cámara donde entra
tangencialmente, originando un flujo vorticial. La fuerza centrifuga se opone a
la dirección del flujo creando una pérdida de carga adicional a la del orificio.
Ello hace que para un mismo caudal, en el vortex se necesite un diámetro
mayor. La
ecuación del vortex es:

q = 15,9 a e hº· 4 (18)

donde q, a y h tienen el mismo significado y las mismas unidades que en ( 17).


C vale entre 0,3 y 0,4. Aplicando la (18) al mismo ejemplo del gotero de
orificio (q = 4 1/h, h = 10 m.c.a.), con C = 0,35 se obtiene a= 0,286 mm2 y d =
0,6 mm. Como se ve, el diámetro en este caso es superior al del gotero de orificio
(d = 0,4).
·En general entre ambos existe una relación de aproximadamente {3 = 1,73.
No obstante la mejora en diámetro, los goteros vortex siguen siendo sensibles
a las obturaciones.
La teoría del movimiento vorticial demuestra que cuando aumenta la presión
de entrada en un vortex, parte de la energía se transforma en velocidad y la
presión en el centro crece en menor grado que en la periferia. Por esta razón los
%
Orificio de entrada

cdma,a Vo,tex

Figura 8.5.
Gotero vortex (Plastro Gvat).

goteros vortex realizan una pequeña autocompensación y su exponente de des-


carga es del orden de 0,4. Una curiosa característica de los goteros vortex es
que su caudal disminuye cuando aumenta la temperatura del agua.

5./-4. Autocompensante
U na de las causas de la falta de uniformidad del riego es la diferencia de
presión entre los distintos emisores de la instalación, debido a desniveles en el
terreno y a pérdidas de carga en las conducciones. Como un intento de superar
este problema han surgido los emisores autocompensantes, dotados de un meca-
nismo que responde al mismo principio que los limitadores de caudal de caucho
que se emplean en tuberías (ver Capítulo 12). Estos goteros (Fig. 8.12) llevan un
elemento flexible, generalmente una membrana de caucho, que se deforma bajo
la acción de la diferencia de presión del agua antes y después de la membrana,
manteniendo el caudal aproximadamente constante, aunque varíe la presión de
entrada. Los primeros goteros autocompensames eran del tipo de conexión so-
brelfnea (ver 6.3), pero en la actualidad existen varios modelos de tipo embutido.
Un autocompensante perfecto tendría un exponente de descarga x = O, con lo
que la ecuación del emisor sería:

q = Khº=K (19)

En la práctica es muy difícil conseguir esa condición y x siempre tiene un cierto


valor. Además el efecto compensante sólo se produce dentro de un cierto rango
de presiones. Para estos goteros se debe exigir al fabricante, más que la ecuación
del emisor, la curva q - h.
Además de su mayor coste, el principal inconveniente de estos emisores es
que el material del elemento elástico experimenta envejecimiento bajo la
acción
Tapa

Corona

Diafragma

Base

Figura 8.6.
Gotero autocompensante (Netafim).

combinada de las distintas temperaturas y presiones a que se ve sometido y de los


agentes químicos tales como abonos, ácidos, alguicidas. etc. que puede llevar el
agua de riego. Ello hace que al cabo de cierto tiempo, en una misma instalación
pueda haber emisores que aún efectúen la autocompensación y otros que no la
hagan, con lo que se pierde uniformidad de riego.
Los goteros autocompensantes pueden estar justificados en terrenos muy
accidentados, pero en general nuestra opinión es que para los modelos actual-
mente existentes en el mercado, es preferible un gotero no autocornpensante, de
x bajo, y estable en el tiempo, de forma que la uniformidad de riego se consiga
con un buen diseño hidráulico.
Una característica de estos goteros es que efectúan una cierta autolimpieza: al
terminar el riego disminuye la presión y el elemento flexible se separa ligeramen-
te, aumentando el tamaño del paso del agua, lo que puede permitir la elimina-
ción de las partículas acumuladas.

5.2. Mangueras
Las mangueras son unas tuberías provistas de puntos de emisión muy próxi-
mos, lo que las hace muy adecuadas para el riego de cultivos en línea tipo
hortalizas. No se deben confundir con las tuberías que llevan goteros embutidos;
TUBERIA DE TRANSPORTE FILTRO DE ENTRADA

\,
SALIDA TOPE TUBO DE REPARTO

Figura 8.7.
Manguera Tnape.

a diferencia de éstas, las mangueras consisten en dos conductos paralelos, uno


principal, del que el agua pasa al secundario a través de un orificio que provoca
una primera pérdida de carga, y el conducto secundario, del que el agua sale al
exterior por un segundo orificio. En España las más utilizadas son las que seco-
nocen con los nombres comerciales de T-tape y Bi-wall.
La manguera T-tape (Fig. 8.7) tiene un diámetro de 16 mm y se fabrica con
dos espesores (0,08 y 0,20 mm), vendiéndose en rollos de 2.400 m ó 2.290 m. El
orificio que comunica los conductos principal y secundario lleva un pequeño
filtro, y el conducto secundario lleva unos topes que lo dividen en tramos.
El espacimiento entre emisores varía entre 20 y 60 cm. La presión de trabajo
está comprendida entre 5 y 1 O m.c.a. y proporcionan caudales entre 79 y 944 1/h
y 100 metros, según la presión, espaciamiento y tipo de orificios. El exponente de
descarga es del orden de x - 0,9, lo que hace que trabajen muy próximas al
régimen laminar, con las consecuencias anteriormente expuestas. El régimen
laminar es ocasionado sobre todo por las pequeñas dimensiones del conducto se-
cundario.
La manguera Bi-wall tiene la forma indicada en la figura 8.8. Su diámetro es
de 12 mm y los puntos de emisión están distanciados en múltiplos de 30 cm.
Trabaja entre 5 y 10 m.c.a.; a una presión de JO m.c.a. da un caudal de unos 400
1/h · 100 metros. El exponente de descarga es del orden de x = 0,50, correspon-
diente a régimen turbulento, ya que de hecho los emisores son del tipo de orificio.

5.3. Cintas de exudación


Existe un modelo comercializado bajo la marca «Viaflo» que consiste en una
tubería o cinta fabricada a partir de una membrana compuesta de microfibras de
polietileno entrecruzadas, formando una malla en la que los poros tienen un
tamaño medio de 4 - 5 micras y ocupan el 50 por l 00 de la superficie de la
membrana. Al aplicar una presión que normalmente está comprendida entre 2 y
3,5 m.c.a., la tuberia se hincha y el agua sale al exterior por los poros, homogé-
neamente en toda su longitud (Fig. 8.9).
El fabricante recomienda las presiones antes citadas de 2 a 3,5 m.c.a., a las
ORIFICIOS DE DISTRIBUCION
Emnen agua a baja presión.
ORIFICIO PRINCIPAL
Sumtr'Ustar agua a la
ee
eam'ara
cfis ribuc,ón.
t
CAMARA DE
DISTRI BUCION
Sirve de h.tbo emisor.

CAMARADE
/ PRESION
Suve de tubode
POLIETILENO ESPECIAL tr3ída de agua.
ARGA DURAC ON DE L
una máxima re.14.sre:ncia I
A$egu E
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Qtmos
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251 251
f
o e afectado por la permiten microscópi
temperatura del regar en cas que
agua y por su algunas atraviesan
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variable en que la presión de filtros.
función de la disponible es Las
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que El Para es se
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un permite abaratar de riego en n del
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caud distribución de necesario que la
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l a 1, tuberías de presente muy y su efecto
75 menor diámetro se
1/h y pocos
que en el caso de desniveles. disminuye
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Existen unos
o de mayor caudal. El la
reguladores
cinta fabricante aplicación
suministra unos de presión del
, tipo de nivel de
aunq microlimitadores
de caudal a los hidráulico alguicidas.
ue (ver Capítulo El
por que denomina
«flow-control», 12 apartado desarrollo
trata 3.2.) que de las algas
que regulan la
rse gama 45 - 273 permiten se ve
de 1/h y cuyo regular estas favorecido
un principio de presionestan por la
emis funcionamiento bajascon gran exposición
or se estudia en el precisión. a la luz de
que capítulo 12, El las cintas,
traba apartado 4.1. pequeño ya que
ja en La cinta de tamaño de éstas tienen
régi exudación los poros una cierta
men puede trabajar hace a este transparen-
lami también a emisor cia; por
nar, bajísimas ultrasensible ello se
dich presiones, del recomienda
a las obtura-
o orden de pocos que se
ciones, sobre
caud decímetros de entierren
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columna de agua. de 3 a 8
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Estas condiciones cm, a
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de trabajo, menos que
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aunque se alejan el cultivo
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presión acolchado
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recomendado,
252 252
L
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in
ua
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te
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en
o,
ya
qu
e
el

253 253
Figura 8.9.
Cinta de exudación(Viaflo).

agua rezuma por toda su longitud. Por tal razón se ha hecho muy popular en el
cultivo del fresón en los terrenos ligeros del sur de la provincia de Huelva. Como
todos los sistemas que humedecen franjas continuas, su empleo está indicado en
el riego de cultivos en línea, como es el caso de hortalizas. También puede
utilizarse en el riego de árboles, pero en este caso no humedeciendo una franja
continua, sino como emisores de varios metros de longitud conectados a un
lateral convencional de polietileno.

5.4. l\1icroaspersores

Como ya se ha dicho (capítulo 7, 3), en suelos muy permeables en los que el


bulbo húmedo se desarrolla mucho en profundidad y poco en anchura, el em-
pleo de goteros ha dado lugar a riegos insuficientes en cuanto al área de suelo
mojado. Para este caso ha surgido la solución de la microaspersión. El emisor
típico de este sistema de riego se denomina microaspersor; a veces se hace una
distinción entre microaspersor y difusor (figura 8.10.), que consiste en que el
primero lleva un elemento giratorio que distribuye el agua mientras que en el
segundo ese elemento no existe. Tal distinción es irrelevante y nosotros vamos a
aplicar la denominación de microaspersores a todos los emisores que pulverizan
Microaspersor Difusor

Figura 8.10.
Emisores de aleo caudal.

el agua. La diferencia fundamental con los demás emisores de riego localizado


es que en los microaspersores. el agua, una vez pulverizada, se distribuye por
el aire hasta distancias variables, como después veremos, y alcanza el sucio
mojan- do una superficie considerable, mientras que en los demás emisores el
agua cae en forma de gota o chorro sobre una superficie pequeñísima, y la
distribución de la humedad se produce a través del suelo.
Existen en el mercado gran variedad de microaspersores, pero en común
sue- len tener una boquilla o tobera que pulveriza el agua y un difusor, elemento
que distribuye el agua pulverizada en forma de círculo completo o
scctorialmcnte. En la figura 8.11 se muestra la cabeza de un microaspersor.
Algunas de las pie- zas pueden ser cambiables, con lo que se modifica el
funcionamiento del emisor. Cambiando la boquilla se modifica el caudal;
cambiando el difusor se modifica el radio de alcance y el sector regado y
cambiando el «antibruma» se modifica el tamaño de las gotas. Estas piezas se
suministran generalmente de diferentes co- lores según los caudales, radios, etc.
La conexión con el lateral de riego puede ser directa o por medio de un tubito
de polictileno de unos 3-5 mm de diámetro. Se pueden conectar a tuberías de
PE y de PVC. Salvo cuando la conexión es directa, los microaspersores suelen ir
sobre una varilla que los eleva sobre el terreno una altura de unos 20 cm. aun-
que, naturalmente, esta altura se puede modificar, Jo que afecta al alcance. Asi-
mismo, la conexión con tubito permite que los laterales vayan enterrados.
Los microaspcrsores trabajan normalmente a presiones de 10 a 20 m.c.a ..
más elevadas que las de los goteros. cuya presión más frecuente es de LO m.c.a.
El radio de alcance es del orden de 1 a 3 metros y los caudales de 20 a 150 l/h. No
obstante, todos estos valores pueden superarse y en la actualidad existe toda la
gama entre el típico microaspersor y el aspersor convencional. Otra característi-
ca importante. porque afecta a las obturaciones, es el diámetro de la boquilla.
que suele estar comprendido entre 0,8 y 1.6 mm, es decir, mayores que el
paso mínimo de los goteros.
Los microaspersores son normalmente emisores de orificio. La ecuación del
1

... ,
2
/
Figura 8.11.
Cabeza de microaspersor (Dan).

l. Puente
2. Mariposa
3. Difusor
4. Boquilla
5. Antibruma

emísor es igual a la de los goteros de orificio (17), aunque con una sección
de paso (a) mayor. El exponente de descarga es x = 0,5, característico del
régimen turbulento.
En comparación con los goteros, los microaspersores presentan las ventajas
e inconvenientes que se relacionan a continuación.

5. 4.1. Ventajas

l ." El bulbo húmedo.-Ya se ha explicado cómo en suelos muy ligeros


el riego por goteo no siempre satisface las necesidades de los cultivos en
cuanto a extensión del área humedecida y, cómo en estos casos la solución es
la microas-
persión. La explicación del apartado 3.1 del capítulo 7 es lo suficientemente de-
tallada, por lo que no es necesario insistir en el tema. Unicamente destaquemos
que ésta es la principal ventaja de la microaspersión, la que, frente a los inconve-
nientes que después citaremos, justifica su empleo en determinados casos.

2.ª Obturaciones.-Losmicroaspersores son mucho menos propensos a las


obturaciones que los goteros, debido al mayor diámetro de paso y a la más alta
velocidad del agua. En determinados tipos de aguas, esta ventaja justifica el em-
pleo de microaspersión en vez de goteo.

3.ª Régimen de sales en elsuelo.-En climas muy áridos, o en invernaderos,


donde la lluvia es insuficiente para lavar las sales del suelo, éstas se concentran
en la periferia del bulbo húmedo, que puede convertirse en un área muy saliniza-
da. En estos casos es conveniente el lavado de las sales aplicando aguas de riego
en exceso. A este respecto, la microaspersión presenta dos ventajas:

a) La mayor extensión del bulbo húmedo hace que las zonas de concentra-
ción de sales estén más alejadas de la planta.
b) En·caso de ser necesarios los lavados extras, son más fáciles de realizar
con los microaspersores, incluso desplazándolos de su emplazamiento
habitual solamente durante la aplicación de los lavados.

4.ª Uniformidad de riego.-En el capítulo 14 se explica cómo en la unifor-


midad de riego intervienen unos factores que se pueden agrupar en cuatro
clases:

a) Constructivos
b) Hidráulicos
e) Envejecimiento y obturaciones
d) Diferencias de temperaturas.

En todos los casos el efecto de estos factores es que la uniformidad de riego


es mayor en microaspersión que en goteo. En efecto, aunque tanto entre mi-
croaspersores como en goteros se pueden encontrar en el mercado modelos de
baja y alta uniformidad constructiva, la alta uniformidad es más frecuente en los
microaspersores que en los goteros. Ello es debido a que, por tener diámetros de
paso de mayores dimensiones, las pequeñas imperfecciones constructivas tienen
un menor efecto relativo.
En cuanto a los factores hidráulicos, la mayor presión de trabajo de los mi-
croaspersores hace que sea menor el efecto que sobre la uniformidad tienen las
diferencias de presión en los distintos puntos de la instalación. Las obturaciones
les afectan menos e igualmente ocurre con los factores que intervienen en el nú-
mero de Reynolds: por trabajar en régimen turbulento, se ven menos afectados
por las diferencias de temperatura o de viscosidad ocasionada por las sales del
agua de riego. Por todo ello, en general las instalaciones de microaspersión pre-
sentan una uniformidad mayor que las de goteo.

5. a Facilidad de inspección.-En el riego localizado es muy importante


la inspección periódica de los emisores para detectar anomalías en su
funciona- miento, sobre todo las ocasionadas por las obturaciones. Estas
anomalías son más vistosas en los microaspersores, que por tanto se inspeccionan
más fácilmente.

5.4.2. Inconvenientes

1. o Coste.-Gran parte de los problemas del riego por goteo derivan del
in- tento de abaratar costes en las instalaciones, sobre todo en las tuberías
laterales portagoteros, que en estos riegos representan muchos metros por
hectárea. En efecto, para disminuir el diámetro de los laterales, se utilizan
emisores de bajo caudal, lo cual se puede conseguir de las formas siguientes:

a) Con pequeños diámetros de paso en los orificios o conductos de los emi-


sores.
b) Con baja presión de trabajo.

Cualquiera de estas soluciones tiene sus inconvenientes. Los pequeños diá-


metros ocasionan el más grave problema del riego por goteo, las obturaciones.
Por su parte, la baja presión disminuye la uniformidad de riego, ya que las dife-
rencias de presión entre distintos emisores, debidas a desniveles y pérdidas de
carga, tienen un efecto relativo mayor que si la presión de trabajo fuese más
ele- vada.
El riego por rnicroaspersión, en cambio, supone en parte un abandono de
este objetivo de abaratamiento. Se emplean emisores de alto caudal con las ven-
tajas antes descritas, pero con el inconveniente principal del mayor coste de las
instalaciones, sobre todo en los laterales. Mientras que en goteo son frecuentes
laterales de 12 y 16 mm de diámetro, en microaspersión lo son de 25 y 32 mm,
con un incremento en el coste de estas tuberías que a veces es del 300 % , y ello
en una parte de la instalación que representa un porcentaje importante del coste
total. En cambio, en tuberías de mayor orden (primarias y secundarias), las dife-
rencias en diámetro, y por tanto en coste, no son tan marcadas y a veces inexis-
tentes, debido al riego por turnos.
También la mayor presión de trabajo puede ocasionar mayores costes en la
instalación, por ejemplo, en el bombeo, cuando éste es necesario.
En cuanto a los costes de operación, el consumo de energía por m3 es algo
mayor en microaspersión, pero del hecho de que la presión de trabajo sea el
doble que la de goteo no se debe deducir que el gasto en energía sea también el
doble, ya que hay una serie de pérdidas de carga comunes en ambos casos. En la
práctica, la facturación por energía en microaspersión puede ser del orden del
10-20 % más elevada que en goteo.
2.0 Presión.-Comoya se ha dicho, la presión de trabajo de los microasper-
sores es del orden del doble que la de los goteros. Sin embargo, dado que las pérdi-
das de carga son parecidas en ambos sistemas y que, por supuesto, los desniveles
topográficos son los mismos, la presión en el punto inicial de la red no es el doble
en el caso de rnicroaspersión, sino superior a la del caso de goteo en porcentajes
que normalmente son del orden del 10 al 20 %. Esta diferencia de presión oca-
siona un mayor coste en algunas instalaciones y en los gastos de funcionamiento.
En cuanto a las instalaciones, la que se ve afectada con mayor frecuencia es
el bombeo. En cambio, los timbrajes de las tuberías y otros elementos muchas
veces no deben ser modificados. En cuanto a los gastos de funcionamiento, la
facturación por energía en microaspersión es normalmente superior en ese I0-
20 % antes citado, lo que generalmente tiene una importancia reducida, dado
que los gastos de energía suelen ser una partida pequeña en comparación con
otros gastos de las explotaciones de riego localizado. En cambio, la mayor pre-
sión tiene el efecto favorable ya citado de aumentar la uniformidad de riego.

3. 0 Reducidaduracióndel riego.-Como consecuencia de los altos


caudales empicados en rnicroaspcrsión, los riegos son de corta duración. Por
ejemplo, un árbol que necesite 100 1/día y que se riegue diariamente con un
rnicroaspersor de
120 1/h, requiere una duración de riego de SO minutos. Cuando los árboles son
jóvenes y por tanto con menores necesidades de agua, los riegos llegan a ser
ex- tremadamente cortos. Por ejemplo, un árbol de dos años que necesite 16
l/día.
con el microaspersor de 120 1/h se regaría en 8 minutos. La reducida duración de
los riegos, independientemente del problema ya comentado de necesidad de
mayores diámetros en los laterales, presenta los siguientes inconvenientes:

a) Con objeto de evitar dimensiones muy grandes en las tuberías principa-


les, instalaciones de bombeo y filtrado, etc., se suele dividir la finca en
numerosas unidades de riego (superficies regadas simultáneamente ique
se atienden por turnos. Ello y la corta duración del riego complican
los
automatismos.
b) Los automatismos se complican aún más si se 'aplica la fcrtirrigación,
sobre todo si se pretende, como es aconsejable, que en el riego de cada
unidad haya un período inicial y otro final en el que el agua no lleve abo-
nos, con objeto de limpiar los emisores para evitar las obturaciones.
e) Al comienzo de cada riego es necesario un cierto tiempo para el llenado
de las tuberías y sólo después el riego se apica uniformemente en toda la
superficie. A veces el tiempo de llenado está muy próximo a la duración
del riego.

Estos inconvenientes se intentan paliar por varios procedimientos. Uno de


ellos es disminuir la frecuencia de riego. Por ejemplo, en vez de regar diaria-
mente, hacerlo cada tres días, con una dosis y duración de riego triple. Esto tam-
bién tiene ciertas exigencias en cuanto a los automatismos y, además, a medida
que la frecuencia disminuye, se va perdiendo la gran ventaja de mantener la hu-
medad alta permanentemente.
Un procedimiento que se puede aplicar con árboles es modificar el emisor a
medida que el árbol va creciendo. Por ejemplo, empezar con goteo y cuando el
sistema radicular se extienda suficientemente, pasar a rnicroaspersión, o desde
el principio instalar microaspersión, pero modificar el caudal sustituyendo las
boquillas. Cualquiera de estos procedimientos encarece la instalación en mate-
riales y mano de obra.

4.0 Eficiencia de riego.-En comparación con el goteo, la microaspersión


presenta una menor eficiencia de riego (Ea), debido en parte a las pérdidas por
evaporación del agua pulverizada y en parte a una cierta escorrentía superficial.
Según Keller ( 1978), la Ea en microaspersión es menor que en goteo en un 10 %
en climas áridos y en un 5 % en climas húmedos. En consecuencia, los consumos
de agua aumentan en esos mismos porcentajes.

5." Problemas fitosanitarios.-Algunos autores citan como inconveniente


que el agua pulverizada puede mojar la base de tronco, favoreciendo el desarro-
llo de enfermedades del cuello, como es el caso de la Phytophthora de los cítri-
cos. Por ello, algunos agricultores utilizan dos microaspersores sectoriales, de
180°, cada uno de ellos a un lado del tronco y de espaldas a él.

6." Vandalismo.-Los microaspersores son más vistosos, fáciles de desco-


nectar y caros que los goteros, por lo que con cierta frecuencia se dan casos de
destrucciones o robos. Aunque este inconveniente puede parecer poco serio, en
la práctica ha decidido a algunos agricultores a sustituir la microaspersión por el
goteo.

5.4.3. Resumen de ventajas e inconvenientes

De todos los factores citados que suponen ventajas e inconvenientes, convie-


ne finalmente destacar los que son decisivos, que son los tres siguientes:

Ventajas de la microaspersión

bulbo húmedo en suelos ligeros


menor riesgo de obturaciones

/ ncon venientes

- mayor coste

La situación más indicada para la microaspersión es el riego de-árboles en te-


rrenos ligeros, o el empleo de aguas con alto riesgo de obturación.
Figura 8.12.
Gotero vonex con Cllatro salidas.

S.S. Microtubos de alto caudal


Como ya se dijo al hablar de los microtubos, éstos pueden trabajar como
emisores de alto caudal en determinadas circunstancias. No obstante, los micro-
tubos son poco empleados con este objeto porque presentan los inconvenientes
característicos de los emisores de alto caudal (grandes diámetros en terciarias y
laterales) sin sus ventajas (gran superficie mojada).

6. Características constructivas

Además de las ya indicadas relativas a los distintos procedimientos de disipar


la presión, existen otras características constructivas de interés.

6.1. Puntos de emisión

La mayoría de los emisores constan de una única salida, pero hay algunos
modelos con varios puntos de emisión, en la mayoría de los casos dos o cuatro
(Fig. 8.12).
En estos emisores multisalida es importante conocer si la separación del agua
entre las distintas salidas se produce o no después de la pérdida de presión y en
relación con ello se pueden presentar dos casos:
1.Cada una de las salidas lleva su mecanismo de pérdida de presión (largo
conducto, orificio, etc.) de forma que en realidad se trata de varios
emisores en una misma carcasa.
2. El mecanismo de pérdida de presión es común para todas las salidas y
sólo después de que la energía se haya disipado el agua se divide entre las
distintas salidas.
Esta distinción es importante a efectos de uniformidad del riego, como se verá
en el capítulo 14.

6.2. Sistemas de limpieza


Existen algunos emisores a los que sus fabricantes denominan autolimpiantes
que disponen de mecanismos para eliminar las partículas que producen obtura-
ciones. Estos mecanismos consisten en general en algún elemento elástico que
bajo la acción de la presión del agua se deforma dejando salir la partícula.
Adolecen del inconveniente de envejecimiento de esos elementos, igual que
ocurre con los elastómeros de los emisores autocompensantes, por lo que su uso
es cada vez menos frecuente.
Hay otros emisores que se puedan desmontar para su limpieza, o que dispo-
nen de alguna pieza móvil cuyo accionamiento desobtura los goteros. Aparte de
que con el tiempo esas piezas se atascan por los precipitados de sales y fertilizan-
tes, el ajuste posterior muchas veces no coincide con el inicial, lo que es un factor
de falta de uniformidad.
En general se deben preferir emisores sencillos, sin piezas móviles o flexibles,
y la limpieza se debe confiar a otros elementos de la instalación. Sin embargo, los
emisores desmontables evitan que en caso de obturación total haya que arrancar
el gotero de la tubería, operación que puede deformar el agujero de la conexión.

6.3. Conexión del emisor a la tubería lateral


Las distintas formas en que los emisores se conectan a las tuberías se pueden
agrupar en dos (Fig. 8.13):
Conexión interlínea: El emisor suele terminar en una pieza de diente de
tiburón que se introduce en el lateral. Varios fabricantes construyen tuberías de
polietileno con los goteros embutidos, a intervalos entre 0,30 y 1,00 metros. Bajo
pedido se pueden insertar los goteros al intervalo deseado.
Conexión sobrelinea: Los emisores llevan un tetoncillo que se introduce en
una perforación realizada en el lateral con un sacabocados.
Las conexiones producen unas pérdidas de carga en los laterales, adicionales a
las debidas al rozamiento en la tubería, que son tanto más importantes cuanto
menor sea el intervalo entre emisores. Al igual que ocurre con las válvulas, codos,
etc., a efectos del cálculo de las pérdidas de carga, las conexiones se pueden
sustituir por una longitud equivalente de tubería. En el caso de conexiones
interlínea, la longitud equivalente es de 0,23 metros de tubería por cada emisor.
Para el caso de conexiones sobrelínea, los valores de la longitud equivalente se
muestran en la figura 15.8 del capítulo 15.

260 260
2602
P c· _·_:._~o~- _,
_a lateral

emisor

Conexion interlínea

lateral

Conexion sobrelínea

Figura 8.13.
Conexión emisor - lateral.

6.4. Uniformidad de fabricación


Los distintos emisores de una misma marca y modelo no son exactamente
iguales entre sí, debido a los sistemas de fabricación en serie y a los materiales
empleados. En consecuencia, incluso para una misma presión dan caudales
diferentes, lo cual afecta a la uniformidad de riego.
El asunto es mucho más importante en RLAF que en aspersión, ya que en el
primer sistema los emisores tienen unos conductos tan reducidos que una varia-
ción en diámetro de, por ejemplo, O, 1 mm, tiene un efecto mucho mayor que esa
misma variación en una tobera de aspersión.
Para caracterizar la uniformidad de un grupo de emisores se ha establecido el
coeficiente de variación de fabricación, CV, cuya definición, procedimiento
de determinación, etc., se estudian en el capítulo 14, dedicado al tema de
unifor- midad de riego. Una norma ISO establece dos categorías de emisores:
Categoría A: emisores de CV < 0,05
Categoría B: emisores de 0,05 < CV < O, 10
CEMAGREF, en cambio, establece la siguiente clasificación:

cv <0,05 0,05-0,10 0,10-0,15 >0,15

Clase Muy buena Buena Regular Mala

6.5. Identificación y datos de catálogo


La gran expansión experimentada en los últimos años por los riegos localiza-
dos y la simplicidad de los procedimientos de fabricación de muchos materiales
de riego, han ocasionado una enorme proliferación de éstos y en especial de
emisores, que se fabrican sin sujetarse a normas y sin cumplir siquiera unos
requisitos mínimos de identificación, sin hablar de la calidad. Para poner orden
en esta situación puede ser de interés exigir lo que establecen al respecto las
normas ISO:

Identificación
Cada emisor deberá poseer, de forma clara y permanente, las indicaciones
si- guientes:
1. Nombre del fabricante o su marca registrada o símbolo de
identificación utilizado en el catálogo.
2. Caudal nominal 0/h).
3. La letra A o B, de acuerdo con su categoría.
4. En caso necesario, flecha indicando la dirección del flujo.
El caudal nominal podrá indicarse mediante un color determinado en alguna
parte del emisor, o por algún otro método descrito en el catálogodel fabricante.
Recordemos los parámetros que definen las categorías A o B.

Desviacióndel caudal
Categoría respecto al nominal cv
A 5% < 0,05
B 10% 0,05 - 0,10

El fabricante deberá poner a disposición del usuario, o juntamente con los


emisores, información por escrito que contenga los siguientes datos:
1. Número de catálogo del emisor.
2. El texto «Uniformidad Categoría A» o «Uniformidad Categoría B»,
según corresponda, y el valor del coeficiente de variación de fabricación
(CV). .
3. Tipo de tubería aconsejable para el empleo del emisor.
4. Sistema de conexión del emisor a la tubería.
5. Dimensión mínima de paso de agua del emisor.
6. Caudal nominal.
7. Presión nominal de ensayo.
8. Intervalo de presiones de funcionamiento.
9. Intervalo de autocompensación (si corresponde).
l O. Curva caudal-presión.
11. Ecuación del emisor.
12. Instrucciones para la conexión del emisor a la tubería.
13. Instrucciones de limpieza y sustitución del emisor.
14. Instrucciones para la prevención de obturaciones del emisor.
15. Limitaciones de uso del emisor (fertilizantes, productos químicos, etc.).
16. Necesidades de filtrado.
17. Mantenimiento y condiciones de almacenaje.
18. Caudal nominal en proceso de lavado (si corresponde).
19. Longitud equivalente en metros de tubería de la pérdida de carga singu-
lar originada por la conexión del emisor al ramal de riego.

6.6. Comprobación de las características de un emisor


Además de las comprobaciones relativas a diámetro de los conductos, aspecto
general del emisor, etc., que no presentan dificultad teórica, hay dos comproba-
ciones fundamentales: la curva o fórmula caudal-presión y el coeficiente de
variación de fabricación (CV). Para ello se elige al azar un mínimo de 25 emiso-
res y se les aplica la presión nominal, midiendo sus caudales, los cuales se
ordenan de menor a mayor. A partir de los 25 caudales se calcula el CV (ver
Capítulo 14) y a continuación se seleccionan los emisores que ocupan los lugares
3, 12, 13 y 23, los cuales se someten a distintas presiones inferiores y superiores a
la nominal, con intervalos no superiores a 5 m.c.a., midiendo los correspondien-
tes caudales y calculando el valor medio de los cuatro emisores. Se obtiene así
una serie de pares de puntos (q - h) que permiten dibujar la curva o calcular la
fórmula (9).

Ejemplo 4
En el capítulo 14, apartado 2.1., se estudia un ejemplo en el que se muestran
los caudales de 25 goteros a una Pn = 10 m.c.a. obteniendo q, = 2,44 1/h y
CV = 0,086. Seleccionados los goteros 3, 12, 13 y 23, se obtienen con ellos los
siguientes datos:

q(l/h) para 11na presión en m.c.a. de

Gotero 6 11 JO 12 15
3 1.68 1,99 2,19 2,48 2,90
12 1,85 2,18 2,41 2,58 2,90
13 1,88 2,22 2,43 2,70 3,00
23 1,98 2,35 2,68 2,82 3,30

Media 1,85 2,19 2,43 2,65 3,03


El exponente de descarga «x» se obtiene aplicando la fórmula ( 1 O) a los
valores extremos:

x = In (1,85/3,03) =
0 54
In (6/15) '

El coeficiente de descarga <W> se obtiene aplicando (11) ah= 10 m.c.a. y


q = 2,43 1/h.

K = -- 2,,_4_3=_ O,70
1 Q0,54

La ecuación del gotero es q - 0,70 hº·54•

Mejor resultado se obtiene mediante ajuste por mínimos cuadrados, opera·


ción fácil de hacer incluso con calculadoras de bolsillo:

K = 0,72
X = 0,53
r = 0.9988
CAPITULO 9

TUBERIAS

l. Materiales

Las tuberías usualmente empleadas en conducciones de agua pueden ser de


seis materiales: PVC (policloruro de vinilo), PE (polietileno), fibrocemento, hor-
migón, fundición y acero. De ellas se utilizan en RLAF las de PVC y PE y en
algunos casos las de fibrocemento. Las otras se emplean para grandes caudales o
grandes presiones y por tanto en este capítulo no las vamos a estudiar, limitándo-
nos a indicar para cada una de ellas su campo de aplicación. Tampoco vamos a
tratar las tuberías de fibrocemento porque, aunque se puedan utilizar en RLAF
como ya hemos dicho, sólo se emplean en tuberías primarias y secundarias, en las
que realizan una función semejante a la de otros riegos. Se trata por otra parte de
unas tuberías sobre las que existen numerosas publicaciones. En cambio las
tuberías de plástico (PVC y PE) son uno de los elementos típicos de los RLAF y
de hecho, el gran desarrollo de estos riegos en los últimos años se debe sobre todo
a la aparición de las tuberías de plástico. Las de los demás materiales se utilizan:
Fibrocemento: Se fabrican desde diámetros de 50 mm y presiones normaliza-
das de 5 kg/cm2, y se utilizan con frecuencia en conducciones para riego, donde
compiten con el PVC. En la actualidad y en España, combinando el precio de las
tuberías y los costes de colocación, las de PVC son más baratas por debajo de un
diámetro del orden de los ISO mm.
Hormigón: Las de hormigón en masa sólo soportan presiones de varios me-
tros y se prefabrican en diámetros a partir de 20 cm. En obras de riego sólo se
utilizan en sistemas de riego por tuberías de baja presión. Las tuberías de hormi-
gón armado se emplean para conducciones con carga exterior y presiones de
hasta 10 kg/cm2• Para mayores presiones se utilizan las tuberías de hormigón con
camisa de chapa o de hormigón pretensado.

265
Fundición: Pueden ser de fundición gris (grafito laminar), que hoy se usan
muy poco, con diámetros de 80 a 1.000 mm y presiones normalizadas de 15 a
30 kg/cm2, o de fundición dúctil (grafito esferoidal), con diámetros de 40 a I .
000 mm y presiones normalizadas desde 16 kg/cm2. Estos tuberias deben
protegerse del medio exterior y de los líquidos que conducen.
Acero: Estas tuberías, que también necesitan protección, se fabrican en diá-
metros de 25 a 500 mm y en presiones normalizadas de 25 a 1000 Kg/cm2.
El resto del capítulo se dedica únicamente a las tuberias de PVC y PE. En la
primera parte se describen estas tuberías y en la segunda se trata de los cálculos
hidráulicos.

2. Tuberías de plástico. Normalización y definiciones

2.1. Normalización
Se dispone de una variada normativa que afecta a las tuberias de PVC y PE.
En España existen algunas normas específicas, entre ellas:
- Pliego General de Condiciones Facultativas de Tuberias para abasteci-
miento de Aguas (Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo, 1974).
- Normas para la redacción de proyectos de riego (IRYDA, 1981).
En varios países se han elaborado asimismo normas al respecto. Con objeto
de establecer una normativa internacional, no sólo de tuberías sino de todo tipo
de materiales, se creó la Internacional Standard Organization (ISO) dentro de la
cual existe un subcomité, el ISO/TC - 23/SC 18, encargado específicamente de
las normas sobre «Equipos de riego y drenaje». España colabora en la ISO a
través del Instituto Nacional para la Normalización y Racionalización (IRA-
NOR), que basándose fundamentalmente en las normas ISO, confecciona las
normas UNE, iniciales de Una Norma Española. En este trabajo se van a seguir
las normas UNE, lo que equivale prácticamente a aceptar las normas ISO.

2.2. Presiones
Presión nominal (P ). Es la presión que sirve para tipificar, clasificar y tim-
brar tanto los tubos co~o las piezas especiales. Las normas UNE la definen como
«valor de la presión interna para la que se ha diseñado el tubo con un coeficiente
de seguridad que puede mantenerse sin fallo durante 50 años, teniendo en cuenta
un método de extrapolación definido en condiciones estáticas, para una sección
dada del tubo que contiene agua a 20 º C. El coeficiente de seguridad tiene en
cuenta las fluctuaciones de los parámetros que se pueden producir normalmente
durante el uso continuado del material».
Presión de trabajo (P,) «Es el valor de la presión interna máxima a la que en
servicio puede estar sometido un tubo a la temperatura de utilización».
Según las normas UNE, las presiones se expresan en megapascales
( 1 MPa = 1 O kg/cm2), pero la prácticasigue utilizando otras unidades como
atm,
266 266
266 2662
kg/cm2 y m.c.a. Además muchas publicaciones utilizan las unidades sajonas. La
relación entre estas unidades se muestra en la tabla 1.

TABLA I
Unidades de presión.

atm kgf/cm2 bar m.C.tl- psi r,


atmósfera 1 1,033 J,0131 10,33 14,70 l,OJ X 105
kgf/cm2 0,9678 0,98 10,00 14,22 98.100
bar 0,987 1,02 10,20 14,5 1os
m.c.a, 0,096 0,10 0,098 1,42 104
psi 0,068 O,ü70 3 0,0689 0,7031 1 7.142
Pa 0,987 X JO-S 0,102 X 10-4 10-4 10-5 0,00014

psi • libras por pulgada cuadrada


Pa (pascal) • ncwton/m2
J MPa - 106 P0 - 1 newton/mm2 - 10,2 kgf/cm2 • 102 m.c.a.
1 kPa• 103 Pa-0.0102 kgf/cm2-0,102 m.c.a.

Las normas UNE establecen que la presión de trabajo (P1) a 20 se corres- ·e


ponde con la presión nominal (P J Para otras temperaturashay que aplicar los
factores indicados en la tabla 2.

TABLA 2
p
Factor f - -1. para una temperatura de T ·c.
pn

Material O<T,;,20 20<T,;,25 25<T,;,30 30<T.;;35 35<T,;,40 40<T,;,45


PVC 0,8 0,8 0,63 0,63

PE alta densidad (PE 50A) 0,8 0,63 0,5 0,4 0,32

PE media densidad (PE 50B) 0,8 0,63 0,5 0,4 0,32

PE baja densidad (PE 32) 0,75 0,56 0,44 0,36

2.3. Diámetros
En las tuberias de plástico el diámetro nominal (Dn) es el exterior, y se puede
considerar como el diámetro teórico declarado por el fabricante, a partir del cual
se establecen las tolerancias y que sirve de referencia para designar por medidas
los distintos elementos de una conducción acopables entre sí. Se expresa en mm.
Las normas UNE definen además los diámetros y espesores siguientes:
Diámetro exterior medio (DJ· es el cociente entre la longitud de la circunfe-
rencia exterior del tubo medida en cualquier sección recta del mismo y 3, 142,
redondeando al O, 1 mm más próximo en exceso.
Diámetro interior medio (D): es el valor medio, expresado en mm,
obtenien- do al medir dos diámetros perpendiculares en una sección recta.
Espesor nominal (e). que se obtiene a partir de la fórmula:
e- pn ·D o
(1)

donde o es el esfuerzo tangencial de trabajo a 20 ºC, que se mide en MPa (ver


Tabla 3). En la fórmula ( 1) P se expresa en MPa, Den mm y e se obtiene en mm.
TABLA 3
Esfuerzo tangencial de trabajo de los plásticos.

o a 20 ·e
Material
PVC 10 102
PE alta densidad (PE 50A) 5 sl
PE media densidad (PE 508) 5 51
PE baja densidad (PE 32) 3,2 32,6

Espesor en un punto cualquiera (e): es el resultado de la medida del espesor


de pared del tubo en un punto cualquiera, redondeando la medida al 0,05
mm inmediato superior.
Espesor medio (e): es la media aritmética de los valores equidistantes
de espesor de pared del tubo, medidos en puntos uniformemente distribuidos en
una misma sección recta. Los cálculos se redondearán al O, l mm inmediato
superior.
Con mucha frecuencia, a nivel comercial se designan las tuberías de plástico y
sus accesorios por un diámetro en pulgadas que aproximadamente equivale al
diámetro interior. La correspondencia «diámetro en pulgadas - diámetro nomi-
nal» se muestra en la tabla 4.

TABLA 4

Diámetro en
pulgadas

12 1/4
16 3/8
20 1/2
25 3/4
32 l
40 I l/4
50 1 1/2
63 2
75 2 1/2
90 3
3. Tuberías de PVC

Son tubos de plástico rígidos fabricados a partir de una materia prima com-
puesta esencialmente de resina sintética de policloruro de vinilo (PVC) técnico,
mezclada con la proporción mínima indispensable de aditivos colorantes, estabi-
lizan tes y lubricantes y exenta de plastificantes y materias de relleno (fillers).
En la terminología industrial, en Europa se denominan tubos de PVC no
plastificados y se designan por las iniciales UPVC, aunque la práctica ha extendi-
do la designación de PVC, que es aceptada por las normas UNE. En Estados
Unidos se denominan tubos de PVC tipo l.
· En apartados anteriores se ha tratado de algunas de sus características (e, f,
etc.). Digamos ahora que se fabrican con dos tipos de juntas: por encolado, que se ·
utiliza para diámetros no superiores a 160 mm y por juntas elásticas, cuya
estanqueidad es superior.
Estas tuberías están reguladas por la norma UNE 53 - 112 (1) que establece
cuatro presiones nominales: 4, 6, 10 y 16 atm. (0,4, 0,6, 1,0 y 1,6 MPa). En la
tabla 5 se muestran las dimensiones de las tuberías normalizadas, aunque hay
que advertir que no todos los diámetros se fabrican comercialmente. Lo normal
es que se disponga de los comprendidos entre 25 y 315 mm.
En RLAF las tuberías de PVC compiten con las de fibrocemento para diáme-
tros inferiores a 160 mm. No se pueden utilizar al aire libre porque la acción de
los rayos solares descompone los polímeros del PVC.
Tanto los tubos de PVC como los accesorios del mismo material deben llevar
un marcado indicando como mínimo:
- Designación comercial.
- Siglas PVC.
- Un número que indique su diámetro nominal en mm.
- Un número que indique su presión nominal en MPa.
- Referencia a la norma UNE.
La mayoría de los fabricantes continúan expresando la presión nominal en
atm. y así, un ejemplo de marcado es:

Marca comercial - PVC 75 - 4 atm - UNE 53 - 112 (1)

que corresponde a un tubo de D, = 75 mm y P0 = 4 atm. (0,4 MPa).

4. Tuberías de polietileno

El polietileno (PE) es un plástico derivado del etileno, al que se somete a un


proceso de calor y presión que provoca su polimerización. Las tuberías de polieti-
leno se fabrican mediante extrusión.
El enorme impulso de los RLAF en los últimos años se debe en gran parte al
desarrollo de las tuberías de PE, que presenta dos ventajas respecto al PVC: se
puede instalar al aire libre y es flexible y mucho menos frágil. En cambio el PE es
TABLA 5
Tuberías de PVC.

Pn 4 atm. r, 10 atm. r; 16 atm.


e mm D¡mm e mm D¡mm emm D;mm emm Ds mm
IO 1,0 8,0
12 1,0 10,0 •
16 1,2 13,6 ...1,..
20 1,5 17,0
25 1,2 22,6 1,2 22,6 1,5 22,0 1,9 21,2
32 1,2 29,6 1,4 29,2 1,8 28,4 2.4 27,2
40 1,4 37,2,. 1,8 36,4 2,0 36,0 3,0 34,0
50 1,4 47,2 1,8 46,4 2,4 45,2 3,7 42,6
63 1,8 59,4 1,9 59,2 3,0 57,0 4,7 53,6
75 1,8 71,4 2,2 70,6 3,6 67,8 5,6 63,8
90 1,8 86,4 2,7 84,6 4,3 81,4 6,7 76,6
110 2,2 105,6 3,2 103,6 5,3 99,4 8,2 93,6
125 2,5 · 120,0 3,7 117,6 6,0 113,0 9,3 106,4
140 2,8 l-i34,4 4,1 131,8 6,7 126,6 10,4 119,2
160 3,2 153,6 4,7 150,6 7,7 144,6 11,9 136,2
180 3,6 172,8 5,3 169,4 8,6 162,8 13,4 153,2
200 4,0 192,0 5,9 188,2 9,6 180,8 14,8 170,4
225 4,5 216,0 6,6 211,8 10,8 203,4 16,8 191,4
250 4,9 240,2 7,3 235,4 11,9 226,2 18,5 213,0
280 5,5 269,0 8,2 263,6 13,4 253,2 20,8 238,4
315 6,2 302,6 9,2 296,6 15,0 285,0 23,4 268,2
355 7,0 341,0 10,4 334,2 16,9 321,2 26,3 302,4
400 7,9 384,2 11,7 376,6 19,1 361,8 29,7 340,6
450 8,8 432,4 13,1 423,8 21,5 407,0 33,4 383,2
500 9,8 480,4 14,6 470,8 23,9 452,2 37,1 425,8
560 11,0 538,0 16,3 527,4 26,7 506,6 41,5 477,0
630 12,4 605,2 18,4 593,2 30,0 570,0 46,6 536,6
I atm. • 0,1 MPa

más caro que el PVC, ya que debido a su menor esfuerzo tangencial de trabajo
(a), para un mismo D" y P0 se necesita mayor espesor. También los accesorios
de las tuberías de polietileno son más caros. Otro inconveniente frente al PVC
es que la presión de trabajo del PE se ve más afectada por la temperatura.
En resumen, el PE sustituye al PVC en conducciones a la intemperie y en
algunos casos de conducciones enterradas (diámetros muy pequeños y
conexiones fre- cuentes con otras tuberías de PE).
Las propiedades del polietileno dependen de su peso molecular, densidad y
distribución estadística de los pesos moleculares de sus diferentes macro molécu-
las. Comercialmente se fabrican tres tipos de tubos de polietileno:
1. Tubo de paiietileno de baja densidad, definido por una densidad sin
pigmentar igual o inferior a 0,930 g/ml. Las normas UNE aceptan dos designa-
ciones para estos tubos: LDPE o bien PE 32, esta última debido a que el o del
material es de aproximadamente 32 kgf/cm2. En España se le designa también
PEBD.

270
2. Tubo de polietileno de media densidad, con densidad sin pigmentar entre
0,931 y 0,940 g/ml. UNE lo designa MDPE o bien PE 50 B, ya que su e == 50
kgf/cm2• En España se le llama también PEMD.

3 . Tubo de polietileno de alta densidad, con densidad sin pigmentar


mayor que 0,940 g/ml. UNE lo designa HDPE o bien PE 50 A. En España se
conoce como PEAD.
De las tres clases, el más utilizado en RLAF es el de baja densidad, por su
mayor flexibilidad. Se venden en rollos de longitud variable según el diámetro y
existe gran variedad de accesorios.
Los tubos de PE están regulados por la norma UNE 53 - 131 que establece
que deben llevar un marcado indeleble como mínimo cada metro de longitud,
indicando:

a) Identificación del fabricante.


b) Referencia al material (PE 32, PE 50 A ó PE 50 B).
e) Diámetro nominal.
d) Espesor nominal.
e) Presión nominal.
j) Año de fabricación.
g) Referencia a la norma UNE (UNE 53 - 131).
La sencillez del proceso de fabricación de los tubos de PE ha ocasionado una

TABLA 6
Tubos de potieuteno.
A. Normalizados(D¡ en mm) B. No normalizados

PE 50 B (media densidad)
PE 32 (bajadensidad) PE 50 A (alta densidad) P,-2.5 atm
Dn D,,

(mm) Pn 4 a,m. Pn 6 atm. r; JO a11n. Pn 4 atm. Pn 6 atm. P,, JOa11n. (mm) D¡(mm)

10 6,0 6,0 3 2
12 8,0 8,0 4,5 3
16 12,0 11,6 12,0 6 4
20 16,0 14.4 16,0 12,5 10,3
25 21,0 20,4 18,0 21,0 20,4 16 13,2
32 28,0 26,2 23,2 28,0 26,2 18,5 16 .
40 35,2 32,6 29,0 36,0 35,2 32,6 32 28,8
50 44,0 40,8 36,2 46,0 44,0 40,8 40 36,8
63 55,4 51.4 45,8 58,2 55,4 51,4 50 46,6
75 66,0 61,4 54,4 69,2 66,0 61,4 63 57,8
90 79,2 73,6 65,4 83,0 79,2 73,6
110 96,0 90,0 79,8 101,6 96,8 90,0
125 110.2 102,2 90.8 115,4 110,2 102,2

I atm. -0,1 MPa


e (espesor) - (Dn - D¡)/2

271
gran proliferación de fabricantes, que a veces utilizan polietileno regenerado. En
consecuencia la calidad del producto es muy heterogénea y conviene extremar su
control. Las normas UNE establecen tres presiones nominales: 4, 6 y 1 O atm (0,4,
0,6 y 1,0 MPa) y diámetros nominales desde 10 mm hasta 500 mm. En el
comercio se encuentran tubos no normalizados de presiones y diámetros inferio-
res, muy utilizados en RLAF, y en cambio es muy raro encontrar tubos de
diámetro superior a 63 mm en PE 32 (baja densidad) y a 125 mm en PE SO. En la
tabla 6 A se muestran los tubos normalizados de uso más frecuente. En cuanto a
los no normalizados, sorprendentemente muestran bastante homogeneidad. En
la tabla 6 B se indican las características de los más usuales.

5. Cálculo hidráulico de tuberías

Uno de los problemas más estudiados en la hidráulica de tuberías es la


relación cuantitativa que existe entre las siguientes magnitudes:
q: caudal
d: diámetro
v: velocidad del agua
l: longitud de la tubería
H: pérdida de carga por rozamiento
J = - H : pér d1ida de carga um.t.ana
1

Esta última no tiene dimensiones y se puede expresar en tanto por uno (p. ej.
m/m) o en tanto por 100 (m/100 m), Nosotros seguiremos el primer método
(rn/rn), pero llamamos la atención acerca de muchas tablas y ábacos en que J se
expresa en tanto por 1 OO.
Este apartado, que no puede ser un tratado de hidráulica, pretende seleccio-
nar, de entre las fórmulas que relacionan dichas magnitudes, las más indicadas
para los RLAF, centrándose sobre todo en las adecuadas para tuberías de plásti-
co, aunque al final se citen las que se pueden utilizar con otros materiales.

5.1. Fórmulas adecuadas para riegos localizados


En lo que sigue se emplean preferentemente las siguientes unidades, a menos
que se indique lo contrario:
q: l/h
d:mm
v: m/sg
H y/: m
En las fórmulas en que interviene la viscosidad cinemática u, ésta se expresa
en m2/sg. La mayoría de las fórmulas se presentan con los coeficientes adecuados
para el valor u= 1,003 · 10-6 m2/sg, correspondiente a 20 ºC.

272 272
2722
Empecemos por recordar las expresiones del número de Reynolds explicadas
en el capítulo 8.

Unidades Re
d·v
m.m/sg
\)

mm.1/h 3 537 . 10- 4 . _q_


' du
mm, 1/h para 20 ·e 352,64 ..9..
d

Las fórmulas de tuberías son diferentes según el régimen hidráulico, que (ver
Capítulo 8) se puede clasificar en:

Re Régimen
<2.000 laminar
2.000-4.000 critico o inestable
>4.000 turbulento liso
intermedio
rugoso

Existe una fórmula, la de Darcy-Weisbach que es universal en el sentido


de que se puede aplicar a todoslos regímenes:
1
J=f - ·- v2 / (2)
d 2g
Las unidades son: d (m), v (m/sg) y g = 9,81 m/sg2• El factor «f» es el
coefi- ciente de rozamiento, factor adimensional que es lo que realmente
varía en función del régimen hidráulico. En las unidades usuales en RLAF (q en
1/h y den mm), la (2) toma la forma:
2
J 6 37 f_ g _
=
, as (3)

Veamos la adecuación de la fórmula de Darcy-Weisbach a los distintos


regímenes hidráulicos.

5.1.1. Régimen laminar (Re< 2.000}


En este caso «f» es independiente de la rugosidad de la tubería y depende
únicamente del número de Reynolds, según:

f=.M.. (4)
Re
Introduciendo (4) en (2) se obtiene la fórmula de Hagen-Poiseuille:
64 1 v2 (5)
J .. -· -
Re d 2g
con d (m) y v (rn/sg), o sus equivalentes:

. J-1,153. 106. -2
d4 (6)

con q (1/h) y d (mm), fórmula que para t = 20ºC se transforma en:

J= 116 9_ (7)
' d4

Ejemplo 1
Calcular la pérdida de carga de una tubería de PEBD de d = 21,8 mm, I = l 00
m, con un caudal de 96 1/h.
En primer lugar se comprueba el régimen hidráulico:
q 96
Re= 352 64 - = 352 64 · -- = l.553
' d ' 21,8

El régimen es laminar: se aplica la (7) para el cálculo de J:

H • J x I • 1,16 ..9.. · , _ 1,16 --9-6--· 100 - 0,049 m


d4 21,84

5.1.2. Régimen crítico (2.000 < Re < 4.000)


En este régimen, «fo depende también únicamente de Re, pero la relación
que liga ambos factores ya no es la de Hagen-Poiseuille. El flujo es inestable:
unas veces se comporta como laminar y otras como turbulento. El valor de f
se debe determinar experimentalmente en cada caso, pero con tuberías de
plástico (PVC ó PE), se cumple con errores menores del 2 por 100 la
aproximación que Blasius dedujo para el régimen turbulento liso:

f = 0,3164
Re0,25 (8)

con lo que la (2) queda:

(9)

274 274
2742 2742
o su equivalente para t = 20 ºC

J - 0,00078 d- 4,75 q 1,75 ( 10)

con d (m) y q (m3/sg). Con las unidades d (mm) y q (1/h):


( 11)

y para t = 20 ·e
J - 0,473 . d- 4,75. ql.75 (12)

Ejemplo2
Calcular J para d - 10,3 mm y q = 72 1/h.

Re'"" 352,64 _q_ - 2.465 : régimen critico. Aplicando ( 12):


d
4•75
J = 0,473 · (10,3)- · (72)1•75 = 0,01301 m/m

5.1.3. Régimen turbulento


A medida que el número de Reynolds crece, el régimen se hace turbulento y f
se ve afectado cada vez menos por Re y cada vez más por la rugosidad de la
tubería. En rigor, en esta situación hay que distinguir entre los tres tipos de
regímenes turbulentos (liso, intermedio y rugoso) y para ello hay que recurrir a
un diagrama como el de Moody o similar. Sin embargo, se consigue una aproxi-
mación suficiente con las fórmulas siguientes:

4.000 < Re < 105

Se aplican las fórmulas de Blasius ya descritas (9), (1 O), ( 1 1) y ( 12).

10s < Re < 106

Se aplica la fórmula de Veronese-Datei, con la modificación del coeficiente


propuesto en las normas ISO, y que para t = 20 ºC son:

J - 0,000894d-4•80q1•8 º (13)

con d(m) y q(m3/sg)

J = 0,355d- 4,80ql,80 (14)

con d(mrn) y q(l/h).


En el cuadro 1 se resumen las fórmulas anteriores. Valores de Re superiores a
e; -o c-1% r '<t

. ,.,
M

-:
;¡;-
- 1
-,
-,
>
.n, c i::

O' O'

> N 1 v
1-e
'<t
"!
r--
N

o:::
e...e!' .'.<,:t,
8

:::,
·¡;;
o ...

z .g .,
Q

"' ,...¡

:.a, -

o
.. ::, .e ~ e,es
106 son muy poco frecuentes en RLAF. Más adelante, al estudiar otras
fórmulas se verán las que se podrían utilizar en esos casos.

5.2. Otras fórmulas


De uso menos frecuenteen RLAF, pero que pueden ser necesarias en
algunos casos, existen las fórmulas siguientes, de las que se cita su campo de
aplicación.

a) Régimen turbulento intermedio


Tuberías de fibrocemento
Fórmula de Scimemi:
J .. 0,000984d- 4,79ql,79 {15)
con d(m) y q(m3/sg)

J= 0,424d- 4.79ql,79 (16)

con d(mm) y q(l/h)

Tuberías móviles de aspersión


Fórmula de Scobey:

J - 0,00041 Kd: 4·9q1•9 (17)

con d(m) y q(m3/sg)


Los valores de K dependen del material, diámetro, tipo de unión y otros
factores. Como información, pero sin que puedan ser utilizados en los proyectos,
son del orden de:

- Aluminio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,40
- Acero galvanizado . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,42
Varios materiales
Fórmula de Hazen-Williams:

V = 0,36Cdº·63 J0,54 (18)


q = o,Z8Cd1.6J 10,s4 (19)
con v(m/sg), d(m) y q(m3/sg)
q _ 0,013Cd2,63 JO,s4 (20)
con d(mm) y q(l/b)
Material e
Plástico
150
Fibrocemento
140
Hormigón
128
Acero nuevo 120
Acero usado 110
Fundición nueva
100
Fundición usada 85

b) Régimen turbulentorugoso
Fórmula de Manning:
V = .L R2!3 Jl/2
n (21)
donde R (radio hidráulico)=~
4

v(m/sg) y R(m)

Material e
PE 0,006 - 0,007
PVC 0,007 - 0,008
Fibrocemento 0,011 - 0,012
Fundición 0,012 - 0,013
Hormigón 0,013 - 0,014

Todas las fórmulas citadas se pueden presentar de la forma siguiente:

J = Cd-ª q~ (22)

El exponente ¡3, cuyo valor se muestra en la tabla 2, volverá a aparecer más


adelante al estudiar el coeficiente de Christiansen de reducción de J en función
del número de derivaciones a lo largo de una tubería, caso muy frecuente en
RLAF.
El exponente j3 es un cierto indicador del régimen hidráulico, que es más
turbulento cuanto mayor es j3. En particular, en RLAF, para los cálculos de
terciarias y laterales están contraindicados las fórmulas de j3 superior a 1,80. Es
muy importante aplicar la fórmula adecuada para cada régimen hidráulico. De
otra forma se pueden cometer errores del orden del 20 por 100 y más.
Existen numerosos ábacos y tablas que facilitan el empleo de las fórmulas
anteriores. En su selección hay que tomar las mismas precauciones citadas para
el caso de las fórmulas. Para su utilización en cálculos de RLAF, recomendamos

278
TABLA 2
Fórmula
Hagen-Poiseuille 1
Blasius 1,75
Scimemi 1,79
Veronese-Datei 1,80
Hazen-Williarns 1,85
Seobey 1,90
Manning 2,00

las tablas editadas por IR YDA en 1981: «Pérdidas de carga en tuberías de


polietileno y PVO>, que por razones de volumen no podemos reproducir aquí.
En cambio hemos confeccionado unos ábacos que pueden sustituir a dichas
tablas y que se incluyen en el capítulo 15.

5.3. Ejemplos tipo


Los tres problemas más frecuentes en cálculos de tuberías se estudian a
continuación por medio de ejemplos.

Ejemplo 3: conocidos q, d y l. calcular H.


Ejemplo 4: conocidos d, I y H, calcular q.
Ejemplo 5: conocidos q, l y H, calcular d.

Ejemplo 3
Calcular la pérdida de carga H en el caso siguiente:
q = 2.7401/h
d = 65,6 mm
l = 300 m
t = 20 ºC
En primer lugar hay que determinar el número de Reynolds:

Re= 352,64 ..9.. = 14. 729


d

Para este valor de Re, el cuadro l recomienda la fórmula de Blasius ( 12):

J = 0,473 · 65,6·4·75 · 2.7401•75 = 0,00115 m/m

H = J x I = 0,00115 x 300 = 0,35 m


Ejemplo 4
Calcular el caudal que lleva una tubería del= 130 m y d == 10,3 mm, cuando
se dispone de una carga de H = 0,30 m, t = 20 ºC:

279
J - .!!_
l
- 130
3 º· º = O 0023
'

En este caso hay que proceder por tanteos. Se supone que nos encontramos
en el campo de aplicación de la fórmula de Blasius, es decir, 2.000 < Re « 105,
hipótesis que habrá que confirmar cuando se calcule el caudal. Se aplica la (12),
que se transforma en:

J d4,75 ) l.7S
0,473

con los datos anteriores, q = 26,8 1/h. A este caudal corresponde un número de
Reynolds:
26•8
Re= 352,64 · -917
10,3

No se cumple por tanto lo supuesto. Para Re= 917 (régimen laminar) se


aplica Hagen-Poiseuille (7):
Jd4
q= = 22,3 1/h
1,16

Este caudal sigue correspondiente a régimen laminar (Re= 764), por lo que la
solución del problema es q = 22,3 1/h.

Ejemplo5
Se quiere instalar una tubería de PEBD de 4 atm para transportar q = 3.800
1/h a una distancia de l = 150 m, con una carga disponible de H = 4 m. Calcular
el diámetro (t = 20 ºC).
4
J -- -=O
0267
150 '

Al igual que en ejemplo 4 hay que proceder por tanteos. Suponemos que
estamos en el campo de aplicación de Blasius (12):

con q "' 3.800 l/h y d = 38 mm:

280
3·800
Re= 352,64 · "" 35.264
38

valor al que efectivamente corresponde la fórmula de Blasius (Cuadro 1 ). Se elige


el diámetro comercial superior más próximo, que para PEBD 4 atm es
d =43,6 mm.

5.4. Efecto de las conexiones emisor-lateral


La conexión de un emisor a la tubería lateral ocasiona una pérdida de carga
cuyo valor depende de las características de la conexión y del diámetro del lateral.
A efectos de cálculo, las conexiones se pueden sustituir por una longitud equiva-
lente de tubería, a la que se representa por f•. La pérdida de carga unitaria
incluido el efecto de las conexiones (J') se obtiene rnayorando la que se produci-
ría de no haber conexiones (J) según:

J' = J . s.+ f, (23)


s.
s.: separación entre emisores (rn)
fe: longitud equivalente de la conexión (m)
El valor de fe depende del tipo de conexión:
a) Conexión sobre linea. Se pueden aplicar las fórmulas deducidas por
Montalvo (1983).
Tipo de conexión
Grande . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . f.= 23,04 · d¡- 1•84
(24)
Estándar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . fe= 18,91 · <\- 1•87
(25)
Pequeña .. . . .. . . . . .. .. . .. . .. . .. . .. . . .. .. fe= 14,38 · d¡- 1•89
(26)
f.: en metros
d;: diámetro interior del lateral en mm
En el ábaco de la figura 15.8 se muestran los parámetros que definen cada
tipo de conexión y los valores de f.e
b) Conexión interitnea. En este caso f. es independiente del diámetro y vale
f.= 0,23 m.
e) Microtubos. (Ver también Fig. 15.8).

fe(m)para 11n diámetro de lateral de:

Ltmgi111dimer1ada (cm) 16 mm 20 mm
1 0,17 0,06
10 0,20 0,06
20 0,25 0,10
30 0,31 0,13

281
Ejemplo 6
En un ejemplo anterior (ap. 5.1.2.) se ha calculado que con d = 10,3 mm y
q = 72 1/h, el valor de J - 0,01301 m/m. Calcular J' si en la tubería se colocan
goteros con una separación Se .. 2 m, y con conexiones tipo estándar.
Aplicando (25) parad= 10,3 mm se obtiene fe= 0,24 m. Aplicando (23):
2+0,24
J' ... 0,01301 · =001457
2 '

Señalemos que al instalar los goteros el caudal inicial de 72 1/h irá disminu-
yendo a lo largo de la tubería, por lo que la pérdida de carga también lo hará.
Este problema se estudia más adelante (5.6.); en este apartado sólo se ha
tenido en cuenta cómo las conexiones aumentan el valor de J.

S.S. Determinación experimental de la longitud


equivalente de una conexión
El valor de fe de un determinado emisor se puede medir mediante un experi-
mento muy sencillo. Se hace pasar un caudal q por una tubería de longitud l, sin
emisores, y se mide la pérdida de carga H,. A continuación se conectan los
emisores y se obturan para que no salga agua. Se hace pasar el mismo caudal q
y se mide la nueva pérdida de carga Hr La diferencia (H2 - H1), dividida por
el número de emisores, es la pérdida de carga provocada por cada emisor, que
conociendo J(= H//), se transforma fácilmente en longitud equivalente.

Ejemplo 7
l = 30 m
q = 72 1/h
H1-0,41 m
Se instalan 14 emisores: H2 - 0,46 m

H¡- H, = 0,00357
14

J = H1 =º·41 =001367 f = 0,00357 = O 26 m


I l 30 ' e 0,01367 '

5.6. Efecto de la disminución progresiva del caudal


En los laterales de riego el caudal va disminuyendo a lo largo de la tubería a
medida que los emisores van extrayendo agua. En consecuencia, la pérdida de
carga unitaria (J) es asimismo decreciente, de manera que si la pérdida total se

282
calculase según H = J x l, siendo J el valor correspondiente al caudal de entrada
en la tubería, el valor obtenido de H sería superior al real. Este hecho se tiene en
cuenta introduciendo el coeficiente F de Christiansen, que es menor que la uni-
dad:

H=FxJx/ (27)

El coeficiente Fes función den (número de emisores) y del régimen hidráuli-


co, o lo que es lo mismo, del exponente ~ de la fórmula (22). En el caso de
derivaciones discretas, es decir, de emisores puntuales espaciados una cierta
distancia (S.), el valor de F viene dado por la fórmula de Christiansen, cuya
deducción se encuentra en los manuales de hidráulica de riego:
1 ~-1 (28)
F - ---- + -- +~-'-----
1 +~ 2n 6n2

válida para el caso de que el primer emisor esté del comienzo de la tubería a una
s
distancia 10 igual a e: En la tabla 1 del capítulo 15 se muestran los valores de F
para distintos valores de ~ y n, y para los casos de 10 = s. y 10 .. S.J2. En RLAF,
norrnalmente B - 1,75.
Algunos elementos de riego, como las tuberías de exudación, producen una
distribución continua del agua. En ese caso el coeficiente de Christiansen vale:
F=---
~+l (29)

que equivale a (28) cuando n - oo . Cuando el régimen es laminar, situación


frecuente en exudación, ~ = 1 y F ... 0,5.

5.7. Pérdida de carga en un lateral portagoteros


En los laterales portagoteros coinciden el efecto de mayor pérdida por las
conexiones y el de disminución progresiva del caudal. La pérdida de carga
resultante se calcula según:

H = J' X F XI (30)

J' = J . se+ r. (31)


s.
Ejemplo8
Calcular la pérdida de carga en un lateral con estos datos, continuación de los
ejemplos anteriores (Fig. 9.1 ).

283
, L lo
, ~ Se
,.. lateral

~ tercia

2 17

1 18
rio

Fig
ura
9.1.

d• 10,3 mm
!- 36 m
n ... 18 goteros
s.-2 m
s lo ..•
q (caudal por gotero)
- 4 1/h
conexión tipo
estándar: f. - 0,24 m
En los ejemplos
anteriores se ha
calculado J - 0,0130l
m/m

'

1
obtien
3 E e
n F-
0 l 0,
a 39
1 t 2.
a
b H - 0,
l x 36
· a
d
e
l
2
c
a
p
í
+ t
u
l

º o
1

· 5
,
p
2 a
r
4 a
~ 28
= 4
- 1,
7
5
,
0 1
0
, =
S
0 .
y
1 n
-
4 1
8
5 s
e
7
CAPITULO 10

FILTRADO Y TRATAMIENTO DE AGUAS

l. Causas de las obturaciones

Tal vez el mayor problema de los RLAF sea el de las obturaciones. Los
pequeños diámetros de los emisores, sobre todo en el caso de goteo, y las bajas
velocidades del agua facilitan la formación de obturaciones. Estas pueden ser
debidas a varias causas, como se muestra en el cuadro 1.

CUADRO 1
Causas de las obturaciones.
Panículas Arena
Minerales Limo
Arcilla
Otras

Panículas Algas
Orgánicas Bacterias
Restos vegetales o animales

Precipitados Sales del agua Depósitos


Químicos de Fe, S. y Mn F ertiliza
ntes

Cuando el agua procedente de pozos pasa directamente a la red de riego, Jo


normal es que transporte alguna partícula mineral como limo o incluso arena.
Además, la corrosión de la tubería de hierro acaba desprendiendo partículas de
herrumbre. Cuando el agua pasa por un depósito al aire libre, en ella se desarro-
llan algas, a veces de un tamaño tan reducido que pasan por los filtros, favore-
ciendo además el desarrollo de bacterias en las tuberías y emisores. Todas las

285
aguas tienen un cierto contenido en sales que en determinadas condiciones
(cambios de pH, evaporación, etc.) pueden precipitar obturando los emisores, e
igual puede ocunir con los fertilizantes añadidos al agua de riego.
La lucha contra las obturaciones comprende dos tipos de medidas. Unas son
preventivas y consisten en el filtrado y en algunos tratamientos del agua. Las
otras medidas se aplican cuando la obturación se ha producido total o parcial-
mente y consisten fundamentalmente en el tratamiento del agua, aunque hay
otros procedimientos de desobturación, como la aplicación de alta presión con
agua o aire.
Existe gran variedad de métodos de filtrado, que comprenden desde las
instalaciones de prefiltrado, como decantadores o separadores de arena, hasta los
filtrados propiamente dichos. Estos se pueden agrupar en dos clases: filtros de
arena y filtros de malla. Los primeros son necesarios para eliminar partículas
orgánicas y partículas minerales de pequeño tamaño. Los de malla son adecua-
dos para partículas mayores, tipo arena. Los filtros de malla son el elemento
mínimo imprescindible de un sistema de filtrado. Deben colocarse siempre, bien
en el cabezal o en otra parte de la red. En el caso de que se instalen además filtros
de arena, el orden conveniente es primero el filtro de arena y después el de malla
(Fig. l 0.1 ), que de esta forma actúa como garantía para el caso de que el agua
arrastre la propia arena del filtro. Otra norma es que aguas abajo de todo punto
en que se inyecten fertilizantes debe instalarse un filtro de malla.
Las técnicas de tratamiento de agua utilizan productos distintos según el tipo
de obturación, desde ácidos para disolver los precipitados calcáreos hasta bioci-
das para matar los microorganismos.
En este capítulo se estudian los métodos antiobturaciones citados, describien-
do los materiales y su manejo y explicando el dimensionado de los mismos. Sin
embargo, antes de entrar a fondo en el tema, puede ser de interés enumerar
algunas prácticas sencillas que ayudan a minimizar el problema de las obturacio-
nes.
l. En fertirrigación es conveniente que en cada riego haya una primera y
una última fase en que se aplique agua sin fertilizantes, con objeto de
disminuir la formación de precipitados.
2. Una prueba sencilla de compatibilidad entre los fertilizantes y el agua de
riego: mezclarlos en un vaso y observar si aparecen precipitados.
3. Las tuberías, goteros y demás elementos plásticos de color negro dificul-
tan el desarrollo de algas y bacterias. Cuando no sean de este color, como
ocurre con las cintas de exudación, deben enterrarse.
4. Al menos una vez cada seis meses deben limpiarse las tuberías, abriendo
sus extremos y dejando correr el agua. Esta operación debe hacerse
primero en las tuberías primarias y después en las secundarias, terciarias
y laterales.

286 286
286
Figura 1 O. l.
Filtros de arena y malla.

2. Riesgo potencial de obturaciones por el agua de riego

En la actualidad no se dispone de un método de garantía para evaluar el


riesgo de obturaciones ocasionadas por el uso de una determinada agua de riego.
La cuestión no es fácil porque algunos de los factores que intervienen son
variables, como es el caso de la temperatura, que afecta a la formación de
precipitados y al desarrollo de microorganismos, y otros no dependen sólo del
agua sino también de los productos que se añadan, principalmente fertilizantes.
No obstante es de interés disponer de alguna orientación de tipo cuantitativo,
por lo que reproducimos la clasificación propuesta por Bucks y Nakayama en
1980 (Tabla 1).

3. Prefiltros

Cuando el agua transporta un alto porcentaje de sólidos puede ser útil la


instalación de prefiltros antes del cabezal de riego. Existe gran variedad de ellos,
desde pantallas separadoras de sedimentos tipo King, desarenadores de torbelli-
no en el canal de entrada, etc. Estos elementos sólo eliminan las partículas más
densas que el agua, aunque éstas, al depositarse puedan arrastrar algo de materia
orgánica. No vamos a entrar en el detalle de los prefiltros, elementos que
pertene-
TABLA I
Riesgo potencialde obturacionespor el agua de riego
•.
Tipo de problema Riesgo
Reducido Medio Alto

Fisico
Sólidos suspendidos (ppm) < 50 50-100 > JO()
Químico
pH < 7,0 7,0- 8.0 > 8.0
Sólidos disueltos (ppm) < 500 500- 2.000 > 2.000
Mn (ppm) < 0.1 0,1- 1.5 > 1.5
Fe (ppm) < 0,1 0.1- 1,5 > 1.5
SH2 (ppm) < 0,5 0,5- 2,0 > 2,0
Biológico
Población bacteriana {n.º/cm3) < 10.000 10.000- 50.000 > 50.000
• Según Bucks y Nakayama (1980).

cen al campo de las obras hidráulicas y de los que hay abundante literatura. Sólo
vamos a tratar de dos de ellos cuyo uso es relativamente frecuente en RLAF:
los decantadores y el hidrociclón.

3.1. Decantadores
Los decantadores son una solución sencilla y económica para la eliminación
de sólidos en suspensión (arena, limos y arcillas) y de algunos precipitados
químicos, como los de hierro, que se forman al airearse el agua, problema
más frecuente cuando ésta es de origen subterráneo.
La sedimentación de las partículas más pesadas que el agua se produce por
cuatro procedimientos diferentes, aunque generalmente ocurren simultánea-
mente varios de ellos:
1. (Sedimentación libre). Es la que tiene lugar cuando la concentración de
sólidos es baja. Las partículas sedimentan individualmente sin interac-
ción con las partículas próximas. El caso típico es la sedimentación de
arenas muy diluidas.
2. Las partículas, bastante diluidas, floculan durante el proceso de
sedimen- tación, aumentando de tamaño y de velocidad de
sedimentación. Un ejemplo típico es la oxidación y floculación del
hierro.
3. (Zona de sedimentos). Las partículas se encuentran en concentración
intermedia y las fuerzas de atracción entre ellas retrasan la formación de
depósitos. La masa de sedimentos se deposita como una unidad y encima
de ella se desarrolla una interfase clara sólido - líquido.
4. (Sedimentación por compresión). La concentración de partículas es
tan alta que se forma una estructura que sólo se deposita por la
compresión originada por el peso de las nuevas partículas que se añaden
desde arriba
por sedimentación.
7-------J V

¡/_-~ ---------
h
. Vs -----------
Q

j_ ------------4'

Figura 10.2.
Decantador.

3.1.I. Velocidaddesedimentacián
Este es un parámetro fundamental para el diseño de un decantador. En las
sedimentaciones del tipo 2. 3 y 4 antes descritas, la velocidad de sedimentación
debe determinarse experimentalmente en una columna de agua de altura igual a
la del decantador. Para la sedimentación del tipo 1 se puede calcular por
la fórmula de Stokes:

v, = 0,0034 02( d, - I) (1)

v, = velocidad de sedimentación (cm/min.)


D = diámetro de la partícula en micras
d, = densidad real de la partícula en g/cm3. Si no se conoce este dato se
puede suponer 2,67 g/cm3

Para un valor de D = 75 micras, equivalente a 200 mesh, muy frecuentemen-


te utilizado en RLAF como tamaño mínimo de las partículas a sedimentar, y
d,= 2,67 g/cm3, se obtiene v,= 31,94 cm/min.

3. I .2. Diseño de un decantado,


Se trata de calcular las tres dimensiones/, a y h del depósito de decantación
(Fig. 10.2). Para ello se empieza por elegir el diámetro D de la partícula que
se toma como límite. de forma que todas las partículas mayores sedimenten en
el decantador. Las partículas menores sedimentarán parcialmente y una
fracción de ellas continúa en el agua a la salida del decantador.
Llevando v a la velocidad del agua y v, a la velocidad de sedimentación de la
partícula de diámetro d, para que esta partícula alcance el fondo antes que la
salida del decantador ha de cumplirse:
h l (2)
K-<-
v, V

donde K es un coeficiente que engloba muchos factores y que si no se conoce se


puede hacer igual a 2 para el caso de las decantaciones que interesan en los
RLAF.
Llamando Q al caudal:

y sustituyendo en (2)
V=--º~-
a · h
(3)

í · a > K_Q_
v. (4)

donde l y a se miden en metros, Q en m3/sg y v1 en m/sg.


La (4) se puede presentar así:

l ·a> K-...;.Q_ (5)


600v.
donde l y a se miden en metros, Q en l/h y v, en crn/min. Esta expresión, para
v.= 31,94 cm/min y K - 2 toma la forma:
l · a > I0-4 Q (6)
con l y a en metros y Q en l/h.
La anchura «a» del decantador se determina aplicando la norma práctica de
que sea la quinta parte de la longitud:

/ - 5a (7)
y sustituyendo en (6):

a > 4,5 · 10- 3,JQ (8)


a en metros y Q en l/h.
En cuanto a la profundidad «h» no se calcula, sino que se establece entre 0,80
y 1,50 metros.
La fórmula (4) muestra que la superficie horizontal del decantador {I · a)
debe ser mayor que K por una sección teórica Q/v., que se puede imaginar como
la superficie necesaria para que decante el caudal Q. Es interesante observar
que el dimensionado de un decantador es independiente de su altura «h». Si una
~ Solidode
aguo limpio

1
.. De
_/
.
' o, L
T
Entrada de
agua sucia T De

----iº•r-
1 Al d•oÓsih>
de ,edirnentO$

Figura 10.3.
Hidrociclón.

vez establecidos «]» y «a» se modifica la altura prevista, por ejemplo. aumentán-
dola, aumenta también el tiempo necesario para que una partícula alcance el
fondo (h/v.), pero en la misma proporción aumenta el tiempo necesario para
que la partícula alcance la salida (l/v), ya que v = Q/(1 · h), varía en proporción
inversa a «h».
La entrada del decantador debe distribuir el agua en toda la sección de éste y
suprimir en lo posible las turbulencias. Para ello se utilizan pantallas deflectoras.
La salida debe estar colocada debajo de la superficie para que no pasen los
objetos flotantes, pero lo suficientemente elevada sobre el fondo para que no
arrastre los sedimentos. Cuando el nivel del agua es variable, la salida puede ser
flotante.

Ejemplo
Dimensionar un decantador para un caudal de Q = 120.000 1/b que elimine
las partículas superiores a 7 5 micras.
Se aplica (8):

291 291
a > 4,5 · 10- \/ 120.000 = 1,56 m

Se toma a = 2,00 m y I - 5 · a = 10,00 m. Se elige h - 1,00 m.


3.2. Hidrociclón
El hidrociclón es un aparato sin elementos móviles, que permite eliminar Las
partículas de densidad superior a 1,5 y tamaños mayores de 74 micras (equiva-
lente a 200 mesh). La figura 10.3 muestra el esquema de un hidrociclón y de su
funcionamiento.
El agua cargada de arena entra en el hidrociclón tangencialmente a la parte
superior cilíndrica, lo que provoca un torbellino vorticial descendente, llamado
torbellino principal. La fuerza centrífuga generada en este torbellino proyecta las
partículas sólidas contra las paredes de la parte cónica. por la cual descienden
hasta el tubo inferior, que las conduce al depósito de sedimentos. Cuando éste se
encuentra lleno se abre manualmente una válvula en él situada y se eliminan los
sedimentos.
Por su parte el agua, que también ha descendido con el torbellino principal, al
aproximarse al vértice del cono forma un torbellino ascendente que se denomina
secundario y que gira en el mismo sentido que el primario, elevando el agua libre
de partículas sólidas, que sale por el tubo superior.
Las dimensiones del hidrociclón deben cumplir las relaciones siguientes,
según Ketler y Lin ( 1972):
L = 5 a 8 x De
De= O, 15 a 0,33 X De
D,=0,15 a0,30 x De
.o,» 0,15 a 0,20 X De
1 = 0,33 a 0,50 x De en hidrociclones pequeños
_ O, 16 a 0,25 x De en hidrociclones grandes
e~ 45•
Las pérdidas de carga en los hidrociclones son del orden de 3-7 m.c.a.:
dependen del caudal pero son independientes del contenido en sedimentos y son
constantes en el tiempo, a diferencia de otros filtros en los que las pérdidas
aumentan a medida que se acumulan los sedimentos.
Los hidrociclones se instalan como prcfiltros antes del cabezal y deben llevar
aguas abajo un filtro de malla como medida de seguridad por si algún fallo
impide su funcionamiento y porque hasta que entran en régimen pueden dejar
pasar partículas. No se deben elegir hidrociclones sobredimensionados porque su
eficacia disminuye mucho fuera de su rango de actuación.

4. Filtros de arena

4.1. Descripción
Los filtros de arena consisten en tanques metálicos o de poliéster {los segun-
dos más caros), en cuyo interior se coloca una gruesa capa de arena a través de la
III D

f\ ./F· '••••.·.·.·;,·,:
-Entrada

·..·
1_ ...-"-....:.....:.....;...:....:....;...--;... -salido
-l

: ·
.~ .. . . .. .

Figura 10.4.
Filtro de arena.

cual pasa al agua a filtrar. En la figura 10.4 se muestra un filtro de arena, en el


cual el agua entra por la tubería superior y se distribuye en el interior del tanque
por medio de un deflector que tiene por objeto evitar que el chorro de agua
incidente sobre la arena la remueva. La salida del agua filtrada es por la tubena
inferior: ésta se prolonga en el interior del tanque en unos colectores perforados
y revestidos de malla para evitar el arrastre de la arena. El tanque dispone de
dos amplias bocas. una para la carga y otra para la descarga de la arena. El
depósito lleva un purgador ya que, como veremos, en los filtros de arena el aire
se acumula con frecuencia. La tubería de entrada suele llevar una derivación para
eliminar el agua sucia durante la limpieza por contralavado.
·
Aunque el dimensionado constructivo no suele ser responsabilidad del pro-
yectista de riego, sino de la casa constructora, que debe garantizar la presión de
trabajo, no está de más recordar la magnitud de las fuerzas que se generan en los
filtros. Un simple ejemplo servirá para ello. En un filtro de 100 cm de diámetro,
una presión de 4 kg/cm2 da lugar a una fuerza de:

F= n. l002 · 4=31.400kg
4
Cuando los filtros están sucios la presión aumenta en la zona situada aguas
arriba de la arena y la fuerza es por tanto mayor. El olvido de estos hechos es
causa de las roturas que a veces se producen en los filtros de arena.
El filtrado se realiza a través de una capa de arena, cuyo espesor no debe ser
Oeflector

T-- o reno
--,. orenogrueso

l
rnin50cm n,in50cm.
.
J

a) Un solo tipo de arena. b) Dos tipos de arena.

Figura 10.5.

menor de 50 cm. Como muestra esquemáticamente la figura 10.5, se puede


colocar toda la arena del mismo tipo o bien colocar una zona central de arena de
la granulometría necesaria y encima y debajo de ella sendas capas de arena más
gruesa, que deben tener un espesor mínimo de 15 cm. Con este segundo método
se realiza un prefiltrado en el interior del tanque, lo que hace que la colmatación
de la arena fina sea más lenta y en consecuencia la limpieza deba ser menos
frecuente. Sin embargo, al cabo del tiempo ambos materiales se mezclan y a
partir de ese momento el filtrado es más deficiente. Por tal razón preferimos el
sistema de un solo tipo de arena.
Los filtros de arena son muy indicados para retener algas. restos orgánicos
y pequeñas partículas minerales.

4.2. Filtrado a través de un medio granular


El filtrado a través de un medio granular es el resultado de tres acciones dis-
tintas:
l.ª Tamizado, que se produce en la interfase agua- arena. Este es un fenóme-
no superficial que sólo puede retener partículas de tamaño superior a los
poros del filtro.
2.ª Sedimentación: cada espacio poroso actúa como un pequeño decantador
en el que la sedimentación se ve favorecida por la baja velocidad del agua,
que en los filtros de RLAF es del orden de 2 metros por minuto.
3! Adhesión y cohesión: cuando una partícula en suspensión entra en con-
tacto con un grano del material filtrante o con sedimentos depositados
anteriormente, se crean fuerzas de atracción de origen eléctrico, que
explican que los filtros retengan partículas mucho menores que el tamaño
de los poros. La tortuosa trayectoria del agua a través de los poros y el
movimiento browniano de las partículas aumentan los contactos con el
material granular.
Figura 10.6.
Variación de la pérdida de carga con el tiempo en un filtro de arena.

La retención de impurezas es por tanto un fenómeno que se produce funda-


mentalmente en profundidad. Al comenzar el filtrado la primera capa de arena
en contacto con el agua empieza a cargarse de impurezas, lo que disminuye el
tamaño de los poros libres y aumenta la retención de partículas; en consecuencia,
el agua que pasa a la segunda capa es cada vez menos turbia. A medida que el
filtrado continúa, la primera capa se va cargando de sedimentos hasta que llega
un momento en que no tiene suficiente capacidad de retención, con lo que el
agua que pasa a la segunda capa presenta una turbidez creciente. Este proceso se
repite en las distintas capas del filtro, que en su conjunto muestra también el
siguiente comportamiento: durante un cierto tiempo la turbidez del agua efluen-
te va decreciendo, después se hace constante y a partir de un cierto momento
comienza a aumentar. Por las mismas causas, la pérdida de carga a través del
filtro es también variable con el tiempo.
La figura 10.6 muestra un filtro de arena en el que a distintas profundidades
se han instalado unos piezómetros. A la derecha de la figura se ha representado
en unos ejes de coordenadas la pérdida de carga en función de la profundidad. En
el instante inicial (t0), el filtro está limpio y la línea de pérdida de carga es una
recta. Al cabo de cierto tiempo (t1), las capas superiores del filtro están contami-
nadas y en ellas la pérdida de carga es una curva como la que se muestra en la
figura, hasta llegar a la capa no contaminada; a partir de ahí la curva se convierte
en una recta paralela a la correspondiente a «ti>- Cuando todo el filtro está
contaminado (t.), la curva no muestra ningún tramo recto. En esta situación, la
fuerte diferencia de presión entre las caras superior e inferior del filtro puede
ocasionar la «perforación» del mismo, abriendo conductos por donde pasa el
agua sin filtrar.
El lavado del filtro debe hacerse en una situación como la de t., pues si se
espera a ti el agua efluente irá cargada de impurezas. En la práctica, el momento
adecuado para lavar un filtro se determina midiendo la pérdida de carga que
ocasiona, como se verá más adelante.
La granulometría del material filtrante influye en las propiedades del filtrado.
Cuanto menor es el diámetro efectivo de la arena (característica que se define
más adelante), mejor es la calidad del agua filtrada pero menor es el tiempo de
contaminación del filtro, y por tanto más frecuentes deben ser los lavados.
El espesor del lecho filtrante sólo influye en la calidad del filtrado hasta un
cierto valor, llamado «espesor crítico»; espesores mayores no mejoran la calidad
del agua pero sí aumentan el tiempo de contaminación total y por tanto requie-
ren lavados más frecuentes. Espesores excesivos dificultan el contralavado y
pueden hacer que en el interior de la arena se creen lentejones de material
contaminado que no se limpia suficientemente. En la práctica de los RLAF se
recomiendan espesores de 40 - 60 cm.
Los primeros filtros de arena, construidos mucho antes de la aparición de los
RLAF, dejaban pasar el agua a velocidades medias del orden de 5 a l O metros/
día, en un intento de parecerse al lento filtrado que ocurre en la naturaleza en el
subsuelo. Actualmente se aplican velocidades mucho mayores para reducir la
superficie filtrante, con el consiguiente abaratamiento de los aparatos. Sin em-
bargo, una velocidad excesiva provoca desnivelaciones en la superficie de la
arena, disminuyendo la eficacia del filtrado. Se recomienda una velocidad media
de 60 m/h.

4.3. Selección de la arena


La arena puede ser rodada, de río o de mar.,o procedente de machaqueo. Esta
segunda suele presentar el inconveniente de contener demasiado polvo. Debe ser
no friable, con objeto de que no se vaya subdividiendo con el uso, y no atacable
por los ácidos. El material más comúnmente empleado es la arena silícea.
Las arenas se definen por dos parámetros, el diámetro efectivo y el coeficiente
de uniformidad.
Diámetro efectivo es la apertura del tamiz que retiene el 90 por 100 de la
arena, permitiendo el paso del restante 10 por 100.
Coeficiente de uniformidad es la relación entre las aperturas de los tamices
que permiten el paso del 60 por 100 y del 10 por 100 de la arena. Debe estar
comprendido entre 1,40 y 1,60.
El tamaño de las partículas que pueden atravesar los filtros es del orden de
1/ 1 O a 1/ 12 del diámetro efectivo. Por ejemplo, una arena de diámetro
efectivo
0,75 mm retiene las partículas superiores a 0,075 mm, equivalente a unos 200
mesh.
Para la selección de la arena hay que tener en cuenta el siguiente criterio: las
partículas que superan el filtro deben tener un diámetro menor que l/10 del
diámetro mínimo del emisor si se trata de un gotero, o de 1/5 si se trata de un
microaspersor o difusor. Si se recuerda que los filtros de arena dejan pasar
partículas cuyo tamaño es 1/10 a 1/12 del diámetro efectivo de la arena, se
comprueba que la arena adecuada es la de diámetro efectivo igual al diámetro
mínimo del gotero o al doble del diámetro mínimo del microaspersor.

4.4. Pérdida de carga y limpieza


Cuando los filtros de arena están limpios provocan una pérdida de carga del
orden de 1 a 2 m.c.a., dependiendo del tipo de arena y de la velocidad media del
agua. A medida que se van colmatando, la pérdida de carga aumenta y cuando
alcanza un valor del orden de 4 - 6 m.c.a. se debe proceder a su limpieza. El
diseño de la instalación (bombas, etc.), debe hacerse para el caso más desfavora-
ble, es decir, para esa pérdida de 6 m.c.a.
Para conocer el momento en que la limpieza es necesaria se debe medir la
presión antes y después del filtro. Para ello es conveniente instalar tomas para
manómetro de conexión rápida y utilizar el mismo manómetro para las lecturas
antes y después, con objeto de que el descalibrado de los manómetros no afecte a
la diferencia de lecturas. La limpieza se realiza invirtiendo el sentido de la
circulación del agua, para lo cual hay que prever las derivaciones necesarias en
las tuberías de entrada y salida. La velocidad de limpieza debe ser del orden de 40
m/h, lo que se regula accionando las correspondientes válvulas.
Si la limpieza se realiza con agua no filtrada previamente se corre el riesgo de
que se acumulen impurezas en la interfase agua - arena de aguas abajo, de
manera que al funcionar de nuevo el filtro normalmente, esas impurezas se
envían a la red de riego. Para evitar este inconveniente es buena norma el instalar
en paralelo más de un filtro de arena, con las conexiones necesarias para que cada
filtro se pueda lavar con agua limpia procedente del otro. De no hacerse así, es
necesario eliminar el agua que pasa por el filtro en los primeros minutos después
de su limpieza.
El contralavado puede limpiar aceptablemente las capas profundas del lecho,
pero con frecuencia no es suficiente para eliminar las costras que suelen formarse
en la cara superior. Estas costras se fraccionan formando bolas de fango que se
pueden introducir en el filtro hasta sus capas más profundas. El aumento de la
velocidad de contralavado no resuelve este problema y en cambio puede ocasio-
nar una clasificación inconveniente del material filtrante, quedando los granos
más finos en la cara superior. Existen diversos procedimientos de eliminar la
costra, pero suelen ser costosos. Un método que puede ayudar es la remoción
manual de la costra durante el coniralavado. aprovechando la boca de carga.
La limpieza de los filtros de arena se puede automatizar mediante prcsosta-
tos diferenciales que accionan unas válvulas hidráulicas, de forma que cuando se
supera una pérdida de carga prefijada, se cierra la entrada normal de agua y se
abre la salida de limpieza, situación que se mantiene durante un tiempo también
prefijado.

4.5. Diseño
En el diseño de los filtros de arena hay que determinar las siguientes carac-
terísticas: tipo de arena, espesor de la capa o capas de arena y superficie filtrante.
Los datos necesarios son el caudal y el diámetro de los emisores. La elección del

297
tipo de arena se ha estudiado anteriormente, así como la conveniencia de que el
espesor de la capa sea como mínimo de 50 cm. Para el cálculo de la superficie
filtrante el caudal debe aumentarse en un 20 por 100 en concepto de margen de
seguridad y se aplica el criterio de que la velocidad media del agua no supere 60
m/h, es decir, 60 m3/h por m2 de superficie de filtro. Si la velocidad es muy
inferior a 60 m/h, el filtro estará sobredimensionado y su coste será excesivo,
aunque la limpieza será menos frecuente. Si la velocidad supera los 60 m/h, se
producen los efectos descritos eri 4.2.

Ejemplo 2
Dimensionar un filtro de arena para el caso siguiente
Caudal: Q = 62.688 1/h.
Diámetro mínimo de paso del gotero: 0,8 mm.

a) Superficie filtrante
El caudal incrementado en un 20 por 100 es:

Q = J,2 X 62.688 = 75.225 1/h = 75 m3jh


V= 60 m/h
75
S= _g_
V
=
60
= 1 25 m2
'
Si se instala un solo filtro, su diámetro debe ser:

D > V =v4S
1t
4 X 1,25
1t
= 1,26 m

Se puede instalar un filtro de \ ,30 m de diámetro, pero se prefiere la solución


de dos filtros para facilitarla limpieza de cada uno con el agua filtrada por el otro:

S = 1,25 - O 63 m2
2 ,

D > 'V 4 x 0,63 = 0,90 m


7t

Se instalan dos filtros de 1,00 m de diámetro.

b) Arena. Tipo y capas


Se estudian dos soluciones, la primera con un solo tipo de arena y la segunda
con dos.
b.1. Un solo tipo de arena
La arena tendrá un diámetro efectivo igual o menor que el del gotero, es decir,

298 298
298 2982
800 micras, y su coeficiente de uniformidad debe estar entre 1,40 y 1,60. Se colo-
ca una capa de 50 cm de espesor.

b.2. Dos tipos de arena


En esta solución se colocaría una capa central de arena de 50 cm de espesor,
de las mismas características que en la solución b. l, y además dos capas de 15
cm. una antes y otra después, de un diámetro efectivo aproximadamente el
doble. es decir. 1.600 micras.
De las dos soluciones recomendaríamos la b. l, por las razones expuestas an-
teriormente.

4.6. Emplazamiento en el cabezal


El filtro de arena debe colocarse en el cabezal antes que los contadores,
válvulas volumétricas, etc., aparatos cuyo correcto funcionamiento exige que el
agua no lleve impurezas. También debe ir antes que el punto de inyección de
fertilizantes para evitar que éstos favorezcan el desarrollo de microorganismos en
el interior de los filtros, aunque esta condición no es imprescindible. Después de
un filtro de arena debe ir siempre uno de malla para retener los posibles arrastres
de arena procedentes del propio filtro. A veces se sitúa un filtro de malla gruesa o
un hidrociclón antes del filtro de arena, lo que disminuye la frecuencia de los
contralavados. Un esquema de la colocación del filtro de arena en el cabezal se
muestra en la figura 7.2.
Cuando se riega por gravedad a partir de un depósito de poca altura no
conviene poner los filtros inmediatamente a la salida del depósito, y esto es
válido para los de arena y para los de malla. Hay dos razones para ello:
l.ª Para el correcto funcionamiento de los filtros se necesita una cierta pre-
sión, del orden de 3 m.c.a. cuando están limpios y de unos 6 m.c.a.
cuando están sucios. Si el depósito no está a una altura sobre los filtros
superior a lo indicado, el funcionamiento será deficiente.
2.ª Si el desnivel entre la zona de riego y el filtro es grande y éste en cambio
está próximo a un depósito con poca carga de agua, puede ocurrir que la
tubería de salida del filtro intente «succionar» un caudal mayor que el
que permite el desnivel depósito - filtro, lo que puede ocasionar proble-
mas de entrada de aire o aplastamiento de tuberías por vacío.
En estos casos es preferible colocar los filtros lejos del depósito, en un punto
de la tubería en que haya una diferencia de cota suficiente. Este asunto se trata
con más detalle en el capítulo 16, al estudiar el diseño del cabezal de riego.

4. 7. El filtrado de aguas residuales


El empleo para riego de aguas residuales depuradas es una práctica cada
vez más frecuente. Sin embargo, este aprovechamiento plantea una serie de
problemas relacionados con la calidad del agua que, en el caso de riego locali-
zado, además de los tratamientos aplicados en la planta depuradora, aconseja
extremar el filtrado de las aguas, debido al mayor riesgo de obturación de los
goteros.
Los principios del filtrado de las aguas residuales depuradas no son dife-
rentes de los de las demás aguas, pero la mayor exigencia de filtrado reco-
mienda modificar algunas de las características de los filtros de arena antes
descritas. Con objeto de que la frecuencia del contralavado no sea excesiva,
se aconseja incrementar la superficie y el espesor de la capa de arena.
En cuanto a la superficie, en vez de la velocidad antes citada de 60 m/h, es
conveniente una velocidad mucho menor, del orden de l 5 a 20 m/h. En cuanto
al espesor, en vez de 50 cm de arena, se aconsejan espesores del orden de 1,20 m.
Este gran espesor dificulta la operación de contralavado, ya que se corre el
riesgo de que el agua «perfore» el filtro, abriendo unas vías por las que circule
el agua en vez de atravesar toda la superficie de la arena.
Para evitar el perforado y aumentar la eficacia del contralavado se puede ir
removiendo la arena a medida que se lava, pero esta operación no es fácil con
profundidades superiores a 50 cm. Por ello se está imponiendo el contralavado
con una mezcla de agua y aire a presión. La acción del aire ayuda a desprender
las impurezas adheridas a la superficie de las partículas de arena del filtro, per-
mitiendo su arrastre por el agua. El aire se inyecta mediante un compresor, con
un caudal del orden de 50 m3/h por m2 de superficie filtrante. El agua de con-
tralavado se aplíca con un caudal de 15 a 20 m3/h por m2•

S. Filtros de malla

A diferencia de los filtros de arena, que realizan una retención de impurezas


en profundidad, los de malla efectúan una retención superficial, lo que hace que
su colmatación sea mucho más rápida. Por esta razón se suelen utilizar con
aguas no muy sucias que contengan partículas de tipo inorgánico, o como
elementos de seguridad después de hidrociclones, filtros de arena o equipos de
fertinigación. Cuando las aguas contienen algas su uso no está indicado, porque
se colmatan rápidamente y dejan pasar las impurezas.
Existe una clasificación que distingue entre «cartucbos» y filtros de malla
propiamente dichos. La diferencia entre ambos no es demasiado importante y
se
refiere exclusivamente a1 tamaño: los cartuchos son filtros pequeños para cauda-
les de menos de 10 m3/h.

5.1. Descripción
Existen muchos tipos de filtros de malla en cuyos detalles no podemos entrar,
limitándonos por tanto a explicar el funcionamiento de un modelo muy frecuen-
te (Fig. 1 O. 7).
El agua, que circula en el sentido de la flecha, penetra en la zona A del filtro,
de donde pasa a la zona B a través de una malla que apoya en un soporte
cilíndrico de acero inoxidable. El filtrado se efectúa en la malla, de forma que las
partículas quedan en la cara interna de la malla (zona A) y el agua filtrada pasa a
300 300
300
CD CUERPO DE CHAPA DE ACEROPINTADO CON EPOXI
® TAPA DE CIERRE
@ TORNILLO DE CIERRE
© CARTUCHO
@ MALLA
® TOMA DE PRESION
(J) GRIFO DE LIMPIEZA

Figura 10.7.
Filtro di! malla.

la zona B y de ahí continúa por la tubería. En los filtros pequeños o cartuchos


(Fig. 10.8), la superficie total de la malla filtrante es como mínimo de cuatro
veces la del área de entrada. En los grandes la relación es mucho mayor.

5.2. Tipos de mallas


Las mallas pueden ser de acero inoxidable o de plástico (poliéster, nylon,
etc.). Cada malla se define por el número de aperturas por pulgada lineal, a lo que
se denomina número de mesh o número de mallas, y así se dice una malla de 120
Figura 10.8.
Filtro de cartucho.

mesh ó 120 mallas. Para un mismo n.º de mesh, el tamaño de los orificios es
distinto según el grosor de los hilos que constituyen la malla. Para una misma
presión, los hilos de acero son más finos que los de plástico, por lo que a igualdad
de mesh, los orificios de las mallas de acero son mayores que los de plástico. En la
tabla 2 se muestra la relación entre mesh y tamaño de orificios en mallas de
acero inoxidable. Las mallas estándar son las comprendidas entre 100 y 200
mesh.
En las mallas de plástico, la relación entre el n.s de mesh y el tamaño de
orificios varía según el material de los hilos y esa es una información que deben
suministrar los fabricantes.
Se llama «área total (A1) de una malla a la superficie de la misma y «área
efectiva» (A,) a la ocupada por los orificios. Llamando «p» al porcentaje en
superficie de los orificios, se cumple:

(9)
Los fabricantes deben informar del valor de p. Para mallas metálicas entre
50 y 200 mesh, p es prácticamente constante y vale 0,34.
Al área efectiva hay que descontar la superficie obturada por el soporte; la
diferencia es el «área neta efectiva» (An), que es la que interviene en el diseño
de un filtro de malla, como veremos más adelante. Para calcular A" hay que
conocer
TABLA 2
Mallas de acero inoxidable. Relación mesh - tamaño de orificios.

N.0 mesh Orificio (micras) N.0 mesh Orificio {micras)


3,5 5.600 32 500
4 4.750 35 425
5 4.000 42 355
6 3.350 48 300
7 2.800 60 250
8 2.360 65 212
9 2.000 80 180
10 1.700 100 ISO
12 1.400 115 125
14 l.180 ISO 106
16 1.000 170 90
20 850 200 75
24 710 250 63
28 600

las características geométricas del soporte. De forma aproximada y generalmente


del lado de la seguridad, se puede descontar un 10 por 100 del área efectiva, lo
que equivale a la expresión siguiente:

(10)

que para el caso citado en que p = 0,34 se transforma en:

An= 0,31A, ( 11)

5.3. Pérdida de carga y limpieza


Al igual que los filtros de arena, los de malla provocan una pérdida de carga
que crece a medida que el filtro se va colmatando. Cuando está limpio, la pérdida
de carga es del orden de l a 3 m.c.a., dato que deben dar los fabricantes. Algunos
además informan de la pérdida de carga cuando la colmatación afecta al 25, 50 y
7 5 por 100 de la superficie del filtro. Cuando la pérdida de carga alcanza un valor
del orden de 4-6 m.c.a. hay que proceder a su limpieza. Si se permiten mayores
pérdidas de carga el filtro pierde eficacia y se puede llegar a romper la malla. Esta
cifra de 4-6 m.c.a, es la que hay que tener en cuenta en el cálculo de la instalación
(bombas, etc.).
Como se muestra en la figura 1 O. 7, los filtros de malla deben llevar unas
tomas para manómetros de conexión rápida que permitan medir la pérdida de
carga, para saber el momento en que deben limpiarse.
Cada modelo debe llevar un sistema de limpieza. En el de la figura 10.7 se
realiza abriendo el grifo de limpieza, por el que sale el agua sin filtrar arrastrando
las partículas depositadas en la malla. Otros modelos permiten la limpieza me-
diante inversión del flujo. Cada cierto tiempo es conveniente extraer el cartucho
con la malla, limpiando ésta con agua a presión o con un cepillo.
La limpieza de los filtros de malla se puede automatizar mediante sistemas
que se accionan cuando la diferencia de presión alcanza un valor prefijado.
Algunas casas fabrican filtros con el automatismo de limpieza incorporado.

5.4.
Diseño
En la elección de un filtro de malla hay que determinar la superficie de la
malla y el tamaño de los orificios, es decir, su n.? de mesh. Para esto último un
criterio usado comúnmente es que el tamaño del orificio sea aproximadamente
1/7 del menor diámetro de paso del gotero, valor que se puede elevar a 1/5 en el
caso de microaspersión. El empleo de mallas más finas no es recomendable
porque aumenta la frecuencia de las limpiezas y los problemas potenciales que
acompañan a la colmatación de las mallas. En la tabla 3 se muestran las mallas
de acero recomendadas según el criterio del 1/7.
La superficie de malla se calcula en función del caudal Q, incrementado en
un 20 por 100 en concepto de margen de seguridad, y en función de los valores
aceptables de la velocidad real (velocidad a través de los orificios), que se indica
en la tabla 4.

TABLA 3
Mat/as de acero recomendadas (criterio 1/7).

Malla
Diámetro del Orificio menor X.ºde
1101ero (mm) q11e (micras) mes]:

l.50 214 65
1,25 178 80
1,00 143 115
0,90 128 115
0,80 114 150
0,70 100 170
0,60 86 200
0,50 71 250

TABLA 4
Velocidad real recomendada en filtros de malla.

Tamaño del orificio


Clase de agua ,, (m/sk)
(micras)
300 - 125 Limpia 0.4 - 0,9
300 - 125 Con algas 0,4 - 0,6
125 - 75 Cualquiera 0,4 - 0.6

Estos límites de velocidad equivalen a un caudal por área neta y por área
efectiva de malla que se indican en la tabla 5.
TABLA 5
Caudal en los filtros de malla.

,. (m/.tg} m3¡h porm2 de ,,,J¡i, par m1 de


dr('a neta área una/ •

0.4 1.440 446


0.6 2.160 670
0.9 3.240 l.004
• Válido sólo para filtros de malla metálica: calculada según:
A0 - 0.31 A1•

Ejemplo 3
Dimensionar un filtro de malla para el ejemplo estudiado en los filtros de
arena, es decir, para un caudal de Q = 62.688 1/h y goteros de diámetro mínimo
de 0,8 mm. ·
Tipo de malla. En la tabla 3, para un diámetro del gotero de 0,8 mm, se elige
una malla de acero de 150 mesh, con un tamaño de orificio menor que 114 mi-
cras.
Superficiedefiltro. El caudal, incrementado en un 20 por 100, es de Q = 75
m3/h. En la tabla 4. para un tamaño de orificio de 114 micras, la velocidad del
agua debe estar comprendida entre 0,4 y 0,6 m/sg. Aceptando 0,4 m/sg, en la
tabla 5 se encuentra que el caudal debe ser de 446 m3/h por m2 de área total de
filtro (A.). Por tanto. el filtro de malla deberá tener una superficie S:

S > ~=O 17 m2
446 '

Se elige un filtro de 04··, en el que el cilindro filtrante tiene un diámetro de


0,15 m y una longitud de 0,50 m, con una S = 0,24 m2.

S.S. Emplazamiento
Los filtros de malla se pueden instalar en los cabezales de riego o en algunos
puntos de la red de tuberías. Cuando en los cabezales se instalan filtros de arena,
es imprescindible colocar filtros de malla aguas abajo de aquellos, para impedir
que por avería u otra causa. la arena de los filtros pueda entrar en la red de riego.
Asimismo los filtros de malla deben estar aguas abajo del punto de inyección de
fertilizantes, para retener las impurezas. precipitados. etc.. que puedan contener
o provocar los abonos. En la figura 7.2 se muestra esquemáticamente el emplaza-
miento adecuado de los filtros de malla en el cabezal.
También se pueden instalar filtros de malla en la red de tuberías, lo que es
obligado cuando la inyección de abono no se hace en el cabezal, sino en algún
otro punto de instalación. En este caso el emplazamiento más frecuente es al
principio de la unidad de riego. y suelen ser del tipo de cartucho. También es
obligada su instalación aguas abajo de un hidrociclón, como elemento de seguri-
dad, sobre todo para retener las partículas que el hidrociclón no elimina hasta
que entra en régimen.
Una cuestión a tener en cuenta es que los filtros autolimpiantes suelen
requerir unas presiones mínimas de funcionamiento, que pueden ser del orden
de 2 atm, por lo que deben situarse en puntos en que se disponga de esa presión.

6. Filtros de anillas

En estos filtros (Fig. 10.9) el elemento filtrante es un conjunto de anillas


ranuradas que se comprimen unas contra otras al roscar la carcasa, formando un
cilindro de filtrado.
El grado de filtrado depende del número de ranuras existente en las anillas y
oscila entre 0.42 y O, 11 mm. La pérdida de carga cuando están limpios es del
orden de l a 3 m.c.a, Una ventaja de estos filtros es que la limpieza se realiza
fácilmente abriendo la carcasa y aplicando a las anillas un chorro de agua.

7. Válvulas de drenaje

Son unos elementos que se colocan en los extremos de los laterales y que
permiten el vaciado de éstos al terminar el riego, dificultando el desarrollo de
bacterias y la formación de precipitados.
En la figura 10.1 O se muestra una válvula de drenaje de tipo de muelle, cuyo
funcionamiento es el siguiente: antes de empezar el riego, el muelle mantiene
abierta la válvula. Cuando se empieza a regar y mientras la presión es baja, el
agua sale por la válvula arrastrando las partículas que puedan haberse depositado
en la tubería. A partir de una cierta presión, ésta supera al muelle y la válvula se
cierra, continuando así durante el riego. Al final del riego, cuando la presión cae,
la válvula se vuelve a abrir vaciando la tubería. Existen otros modelos con
distintos mecanismos. En cualquier caso, el caudal que elimina la válvula debe
ser menor que el del lateral, pues de otra forma no se cerraría.

8. El filtrado en riegos comunitarios

En el caso de riegos comunitarios, en los que por medio de una red de


tuberías se suministra agua a presión a las parcelas de los usuarios, se plantea la
alternati- va de filtrar el agua individual o comunitariamente. En riego por
aspersión lo normal es que el agua se filtre de forma común, pero en RLAF la
situación es di- ferente.
En cualquier caso, los filtros de malla deben instalarse siempre en cada
parcela, lo que es una consecuencia de que la aplicación de fertilizantes se hace
individualmente y de que aguas abajo de la inyección de fertilizantes debe ir
siempre un filtro de ese tipo. Por otro lado siempre es necesario un cierto filtrado
común para evitar que las impurezas del agua dificulten el funcionamiento de
Figura 10.9.
Filtro de anillas (Arkal) abierto para limpieza.

abierta

cerrada

rigu~ 10.10.
Vá/1-11/a de drenaje.

elementos tales como contadores, reguladores de presión, limitadores de caudal,


etc. La alternativa de filtrado común o individual se refiere a los filtros de arena
en el caso de que sean necesarios. En lo que sigue vamos a enumerar las
ventajas e inconvenientes del filtrado común y la elección deberá realizarse en
cada caso concreto.

Ventajas del filtrado


común

a) Menor coste de los filtros, aunque esto no siempre es cierto y debe ser
evaluado en cada caso.
b) Automatización de la limpieza. Aunque también los filtros individuales
se pueden automatizar, es mucho más caro instalar un automatismo de
limpieza en cada parcela. Además, si el accionamiento es eléctrico, sólo
sería posible si se dispone de energía en cada parcela.
e) Mayor seguridad de buen funcionamiento de contadores, reguladores,
etc.

Inconvenientes delfiltrado común


El principal inconveniente, aparte de que en algún caso pueda ser más caro,
está relacionado con la presión que se suministra a cada parcela.
Supongamos que en el diseño de la instalación se ha previsto una pérdida de
carga máxima de 6 m.c.a. en el filtro, de arena, tanto si es común como si es
individual. Si el filtrado se hace individualmente, el agua debe llegar a la toma de
la parcela con una presión superior en 6 m.c.a. a la necesaria si el agua ya viene
filtrada comunitariamente. Desde el punto de vista de potencia de la bomba y
consumo de energía no hay diferencia entre ambas situaciones, pero el disponer
de esos 6 m.c.a. «extra», puede permitir al usuario el riego con aspersión de
media o baja presión, conduciendo el agua por un by-pass que evite el paso por
los filtros de arena y malla. Hay que tener en cuenta que muchas instalaciones de
RLAF necesitan riegos ocasionales por aspersión, por ejemplo para lavar las
sales, humedecer el terreno para facilitar la construcción de caballones, etc.

9. Tratamiento de aguas

Los tratamientos del agua de riego tienen por objeto combatir las obturacio-
nes ocasionadas por microorganismos o por precipitados químicos.
Las obturaciones por microorganismos son el resultado de un fenómeno
complejo: alimentándose de los residuos orgánicos que pueda llevar el agua, se
desarrollan ciertas bacterias cuyos filamentos pueden adherirse al interior de las
tuberías y emisores. Las bacterias pueden además oxidar el Fe o SH,, provocando
precipitados que son retenidos por los filamentos, constituyendo· un mucílago
que obtura los estrechos conductos de los emisores.
Los precipitados químicos se pueden producir al modificarse las condiciones
iniciales del agua tales como pH, temperatura, presencia de iones incompatibles
y, sobre todo, al evaporarse el agua en los emisores después de cada riego, lo que
aumenta la concentración de las sales disueltas, que precipitan cuando se alcanza
su límite de solubilidad. Las obturaciones más frecuentes de origen químico son
las de carbonato cálcico. También se pueden producir precipitados de sulfato
cálcico (yeso). Otra causa de obturaciones es la oxidación de elementos como Fe,
Mn ó S, que en su forma reducida son solubles y en la oxidada precipitan.
El riesgo de obturación no sólo depende del contenido del agua en sales,
fertilizantes o microorganismos, sino también del régimen hidráulico (mayor
riesgo en laminar que en turbulento) y de las dimensiones y forma de los emiso-
res: puntos en que se acumula el agua después del riego o rincones de donde es
difícil extraer las obturaciones.
Los tratamientos de agua pueden ser preventivos o de limpieza. En resumen
consisten en la cloración para combatir las bacterias y en la acidificación contra
los precipitados químicos. En cualquiera de estos tratamientos hay que tomar
precauciones para evitar el uso por personas y animales de las aguas tratadas, y
cuando el agua se toma de una red comunitaria, impedir que retome a las
tuberías comunes.
Las instalaciones de riego deben inspeccionarse al menos una vez al año, al
acabar la campaña, observando los finales de los laterales y los emisores.
Los precipitados blancos indican presencia de carbonatos; los de color marrón,
pre- sencia de hierro y las obturaciones ocasionadas por microorganismos
presentan un aspecto grasiento de color negro.

9.1. Obturaciones producidas por microorganismos


9. 1 .1. Desarrollo de algas en depásitos al aire libre
Cuando el agua de riego es de origen superficial, es muy frecuente que en
algún punto de la instalación se almacene en depósitos al aire libre. Igual
ocurre, aunque con menos frecuencia, con aguas de origen subterráneo. Estos
depósitos constituyen un hábitat donde se desarrollan fácilmente las algas, por
sus condi- ciones de reposo, iluminación, temperatura, etc. Si el agua contiene
nutrientes como nitrógeno o fósforo, el desarrollo de esos microorganismos se
favorece aún más.
La presencia de algas crea varios tipos de problemas; el primero se produce en
los propios filtros de las tomas, donde se pueden acumular dificultando el paso
del agua. El problema más común consiste en la rápida obturación de los filtros
de arena, lo que obliga a contralavados frecuentes. Salvo algunas algas filamento-
sas, estos microorganismos no se desarrollan en el interior de las tuberías, pero
los residuos de algas muertas que atraviesan los filtros de arena constituyen un
alimento para las bacterias, que sí pueden crecer en ausencia de la luz, como se
verá más adelante.

9.1.2. Tratamientos alguicidas en depósitos


Una primera recomendación es cubrir los depósitos para que las algas no
dispongan de la luz que necesitan. Esta solución es cara y a veces totalmente
inviable, como es el caso de embalses de superficie importante. También se
minimiza el problema colocando las tomas, cuando ello es posible, a una profun-
didad superior a dos metros, ya que las algas se desarrollan principalmente cerca
de la superficie del agua, donde la iluminación es mayor.
Un tratamiento eficaz es la aplicación de sulfato de cobre en dosis comprendi-
das entre 0,05 y 2 mg por litro de agua a tratar. El sulfato de cobre se puede
colocar en sacos con flotadores anclados en el fondo del depósito, o extenderlo
sobre la superficie del agua. No se debe aplicar cuando hay tuberías de aluminio.
A veces se añaden a los depósitos algunas especies piscícolas (black-bass, tencas,
etc.) que consumen grandes cantidades de microorganismos. El sulfato de cobre
puede matar estos peces, por lo que es preferible aplicarlo en pequeñas dosis.

309 309
3093
Unos alguicidas muy eficaces son los quelatos de cobre, sobre todo si el agua
contiene mucho limo, pero su coste los hace prohibitivos.

9./.3. Obturaciones producidas por microorganismos en el interior


de las instalaciones
a)
Descripcióndelfenómeno
El desarrollo de microorganismos en el interior de las instalaciones de riego es
tal vez la causa más frecuente de formación de obturaciones, que se pueden
presentar en cualquier punto de la red, aunque el efecto más perjudicial se
produce en los emisores. El fenómeno es muy complejo y en él intervienen la
presencia de los propios microorganismos y otros factores como calidad del agua
de riego (contenido en Fe y SH2, oxígeno, pH), temperatura del agua, transparen-
cia de los materiales (tuberías, tanques), etc.
Los más finos filtros de arena y malla pueden ser atravesados por residuos de
algas, sobre todo microscópicos restos de células rotas que pueden acumularse en
el interior de las tuberías. Aunque a veces las propias algas producen obturacio-
nes, normalmente estos residuos orgánicos no constituyen por sí mismos un
obstáculo importante y no se desarrollan en la oscuridad. En cambio se han
encontrado algas filamentosas desarrollándose en el interior de tuberías de PVC
de poco espesor y colores claros y en cintas de exudación de color blanco. Por tal
razón, una primera medida preventiva es que las tuberías de plástico sean de
colores oscuros o que estén enterradas, lo que también debe hacerse con las cintas
de exudación.
Los residuos de algas pueden acumular hierro y favorecer el desarrollo de
bacterias. Algunas bacterias filamentosas (Gallionella. Leptothrix, etc.) oxidan el
ión Fe... soluble, transformándolo en Fe+.. + que precipita. Este hierro precipitado
podría ser arrastrado por el agua saliendo por los emisores, pero es retenido por
los filamentos de las bacterias, contribuyendo a formar una masa gelatinosa de
color rojizo que obtura el paso del agua. El hecho de que las bacterias se puedan
adherir al plástico o al metal impide su arrastre por el agua. Otras bacterias no
filamentosas, como Enterobacter, o Pseudomonas igualmente pueden precipitar
hierro o retener el precipitado en la masa gelatinosa que forman, creando un
mucílago que por sí mismo puede obturar los emisores, pero que además puede
actuar como cementante de pequeñas partículas minerales.
Se ha comprobado que concentraciones de Fe de 0,09 mg/litro son
suficientes para que se produzcan depósitos visibles de hidróxido férrico, aunque
un agua de riego empieza a ser problemática a partir de concentraciones de 0,2
mg/l de Fe.
También la presencia de SH2 colabora a la formación de obturaciones. Si el
agua contiene más de O, 1 ppm de sulfuros totales, la acción de bacterias filamen-
tosas tales como Beggiatoa y Thiothrix oxidan el SH2 a azufre elemental insolu-
ble, que es depositado tanto en el interior como en el exterior de los organismos.
Estas bacterias son alargadas y tienden a asociarse en cadenas, por lo que pueden
llegar a formar una extensa alfombra que obtura los estrechos conductos de los
emisores. Una característica importante de estas bacterias aerobias es que
necesi- tan muy poco oxígeno para sobrevivir, del orden de 0,1 ppm de
oxígeno en el
agua. Evitando la entrada de oxígeno se eliminan los precipitados sulfurosos.
pero ello requiere que la instalación funcione continuamente.
El pH del agua, la temperatura y la presencia de carbono orgánico son
factores que influyen en el crecimiento de las bacterias responsables de obtura-
ciones. Aunque la mayoría de las bacterias tienen unos niveles óptimos de pH, la
gran variedad de ellas hace que se presenten obturaciones a pH entre 3,5 y
8,5,
por lo que el poblema no se resuelve simplemente alterando el pH del agua. En
cuanto a la temperatura, el óptimo está entre 20 y 30º C, pero continúan crecien-
do a temperaturas menores, aunque con menor velocidad.

b) El cloro como oxidan/e y


biocida
Numerosos compuestos han sido ensayados y desechados para el control de
las obturaciones causadas por microorganismos. La acroleina, un aldehído tri-
carbonado, a concentraciones de 50 ppm es efectiva contra algas y plantas
acuáticas en aguas en movimiento, pero es demasiado tóxica y explosiva, por lo
que su manejo requiere personal autorizado. Los componentes cuaternarios de
amonio matan las bacterias, pero forman complejos no deseables. El iodo es
también un buen biocida, pero en presencia del hierro forma complejos que
obturan los emisores y pueden ser tóxicos para las plantas. El peróxido de
hidrógeno (Hp2) es poco eficaz con precipitados sulfurosos. Pero el biocida más
económico y ampliamente utilizado es el cloro, en forma de hipoclorito sódico
o de cloro gaseoso. La primera forma es la que normalmente se usa en RLAF. El
cloro gaseoso, almacenado en bombonas, es de uso más peligroso y debe em-
plearse por personal especializado y en instalaciones de caudales superiores a 25
l/sg,
El cloro como biocida no debe confundirse con el ion cloruro (CI-), que es un
ingrediente básico de algunos abonos.
Cuando se añade cloro al agua de riego, parte de él es adsorbido por la materia
orgánica, sin destruirla. Este cloro se llama combinado. El cloro también reaccio-
na con iones amonio, formando cloraminas. Parte del cloro reacciona con com-
puestos inorgánicos como SH2 y Fe, pasando a cloruro. El cloro en exceso, es
decir, el que no se ha consumido en estas reacciones, es el llamado cloro libre y
es el que actúa como biocida. Tanto si el cloro se ha aplicado en forma gaseosa
(02) como en forma de hipoclorito sódico (ClONa), al disolverse en agua se
hidroliza pasando a ácido hipocloroso, que es un fuerte oxidante, cuya acción
biocida se debe a que «quema» (oxida) los microorganismos o a que detiene la
oxidación de la glucosa por parte de las células, fenómeno esencial para la vida.
Dado que el ClOH es un ácido débil. sólo está presente a pH inferior a 7 ,8,
aunque para que sea muy eficaz el pH debe ser menor que 7,5. El pH óptimo
es de 5,5-6. Para valores menores que 5 disminuye la proporción de ClOH y
aumenta la de 02, que es volátil y se pierde, lo que obliga a aplicar dosis
mayores. La muerte de los microorganismos requiere un tiempo de contacto
mínimo de 30 minutos.
El cloro sin embargo no es una solución definitiva para todos los problemas.
311 31
13
Su utilización preferente es como preventivo. Cuando ya se han formado los

312 31
23
mucílagos compuestos por bacterias y precipitados de hierro o azufre, su acción
es poco eficaz.

e) Tratamientopreventivocon cloro
En el tratamiento preventivo con cloro debe conseguirse el objetivo siguiente:
en el emisor más alejado, durante al menos 45 minutos, el agua debe salir con
una concentración de cloro libre entre 0,5 y 1 ppm. Si el tiempo es inferior a 45
minutos no hay seguridad en el efecto bactericida. Si la concentración de cloro
libre es menor, el efecto puede ser incluso contraproducente, ya que cantidades
insuficientes de cloro pueden estimular el rápido crecimiento de las bacterias.
Para comprobar que el tratamiento es correcto debe medirse el contenido en
cloro libre en el emisor más alejado; es muy importante que el sistema de medida
registre el cloro libre y no el cloro total. A estos efectos, la onotolidina de uso
frecuente en piscinas, que se colorea de amarillo en presencia de cloro, es insatis-
factoria. Un buen sistema de medida es el que utiliza la DPD (N -dietil - p - fenil-
diamina) que permite medir el cloro libre.
Para conseguir en los emisores las concentraciones citadas, en el punto de
aplicación pueden ser necesarias dosis entre 3 y 1 O ppm de cloro total, aunque
esta cifra deberá determinarse mediante ensayo o medición en la práctica. Cuan-
do el pH es mayor de 7,5 las necesidades de cloro son mayores, y el nivel del cloro
libre al final de los emisores debe ser del orden de 2 a 3 ppm.
La aplicación de concentraciones mucho mayores no aumenta la eficacia
biocida y en cambio puede dañar a las raíces de árboles jóvenes. Nunca se debe
llegar a concentraciones de cloro libre de 30 ppm.
Los tratamientos se pueden repetir cada 6 horas. El cloro se puede aplicar en
cualquier momento del riego, pero es conveniente que en la última hora no salga
cloro por los emisores.
La inyección debe hacerse antes de los filtros, para evitar crecimientos bacte-
rianos en las arenas. Es preferible realizar una limpieza de los filtros antes del
tratamiento; de esta forma disminuyen las necesidades de cloro. En cuanto a los
sistemas de aplicación son muy variados: goteo junto a la toma de la bomba,
succión por Venturi, inyección con bomba, etc. Estos métodos son los que se
utilizan en la aplicación de abonos y por tanto su descripción se traslada al
capítulo dedicado a fertirrigación. Existen dosificadores de cloro, desarrollados
para los abastecimientos urbanos de agua potable, que son de aplicación en
RLAF.

d) Recuperaciónde emisores
obturados
La recuperación de emisores obturados por microorganismos es dificil. Por
supuesto, si los goteros son desmontables, se pueden desobturar a mano, pero el
coste de esta operación puede ser mayor que el del propio gotero. ·
Se han aplicado supercloraciones de hasta 1.000 mg/1 pero tales tratamientos
pueden perjudicar a los cultivos. Con goteros parcialmente obturados se reco-
mienda la aplicación durante 12 horas de concentraciones de cloro de 250 a 500
mg/l, seguidas de un lavado con agua a presión.
Los tratamientos con ácidos pueden disolver los precipitados de hierro y
azufre. Sobre la aplicación de ácidos se hablará al tratar de los precipitados
quí- micos.

9.2. Precipitados químicos

9.2.J. Carbonaro cálcico. Tratamiento


preventivo
El carbonatocálcico es una sal de muy baja solubilidad (0,0131 g/l), aunque a
pH próximos a 6 la solubilidad se multiplica casi por 1 OO. El
tratamientopreven- tivo clásico contra las incrustaciones calizas es la
acidificación. Para ello se pueden utilizar diversos ácidos:
- Acido clorhídrico (CIH) 12 N
- Acido sulfúrico (S04H2) 36 N
- Acido nítrico (N03H) 16 N
- Acido fosfórico (P04H3) 45 N
Los más frecuentes son los dos primeros, pero por el peligro del manejo
del ácido sulfúrico, el más utilizado es el ClH. Los ácidos nítrico y fosfórico
propor- cionan algunas cantidades de nutrientes.
El ácido debe aplicarse en los momentos finales del riego, calculando el
tiempo que tarda en llegar a los emisores más alejados y aumentándolo, como
garantía, de un 50 a un 100 por 100. El cálculo de la dosis de ácido debe
hacerse en laboratorio a partir de una muestra de agua y midiendo
experimentalmente la
cantidad de ácido necesaria para reducir el pH a un valor de 7,5. De forma
aproximada se puede calcular la dosis de ácido a partir de los datos del análisis
del agua, en función del índice de Langelier. A continuación se explica
brevemente el método de cálculo.
En primer lugar se calcula el pHc del agua por el procedimientoindicadoen el
capítulo 4, apartado 3.3., con la única diferencia de que en el segundo
sumando del pHc sólo se tiene en cuenta la concentración de Ca, y no la de
Ca + Mg:

pHc = (pK' 2- pK' .) + p (Ca) + p (Alk)

(12) La diferencia entre el pH del agua y el pHc es el índice de Langelier


(IJ

I,= pH del agua - pHc (13)

Si el índice I, es positivo. el agua tiene tendencia a formar precipitados


de C03Ca. En caso contrario la tendencia es a disolverlos. En el primer caso,
para evitar los precipitados hay que aumentar el pHc, lo que se consigue
aumentando uno de sus sumandos, el p (Alk). Ello equivale a disminuir la
concentración de carbonatos y bicarbonatosen el agua de riego, llevándola
hasta un valor Alk2 que ha de cumplir:

p (Alk2) = p (Alk) + 1, (14)


313
Conocido p (AIJs), en la tabla 6 del capítulo 4 se obtiene la correspondiente
concentración de (C03 + C03H) en meq/1, que es el valor a que hay que reducir
dicha concentración. La diferencia con la concentración inicial es «f» (número
de meq/1 a eliminar del agua), y la dosis de ácido en litros por m3 de agua se
calcula según f/N, siendo N la normalidad del ácido.
Ejemplo 4
Datos del agua de riego
pH - 8,20
Ca ,. ~.00 meq/l
Mg = 5,20 meq/1
Na ~ 2,10 meq/1
col ~ O meq/1
C03H = 1,38 meq/l
Cálculos
Ca+ Mg +Na= 15,30 meq/1 (pK\- pK'c) e 2,30
Ca - 8,00 meq/l
C03 + C03H = 1,38 meq/1
- p (Ca)- 2,40
p (Alk) • 2,85
Total pHc= 7,55

Is= pH - pHc = 8,20 - 7,55 • 0,65


p (Alk2) = p (Alk) + Is= 2,85 + 0,65 - 3,50
En la tabla 6 (Capítulo 4), a un p (Alk) de 3,50 corresponde una concentración
de 0,30 med/1. Esto quiere decir que la concentracióninicial de (C03 + C03H) de
1,38 meq/1 debe disminuir hasta 0,30 meq/1. Por tanto hay que neutralizar con
ácido:

f-= 1,38 - 0,30 • 1,08 meq/1

La cantidad de ácido, en litros por m3 de agua de riego, se calcula según f/N:

Acido N JIN (l/rn3)

CIH 12 0,090
S04H2 36 0,030
03H 16 0,068
P04H3 45 0,024

9.2.2. Carbonato cálcico. Tratamiento de limpieza


Cuando las obturaciones calizas ya se han producido, la limpieza se hace
mediante la aplicación de ácidos. El método más económico es inyectándolos en
la red, pero a veces las obturaciones están tan desarrolladasque el método no es
eficaz. En este caso se pueden desobturar los emisores introduciéndolos en baños

314
314
de ácido. Cuando se trata de goteros desmontables puede ser suficiente aplicar el
ácido a las partes afectadas. En cualquier caso hay que calcular si toda la opera-
ción es más barata que sustituir los goteros por otros nuevos.
La inyección de ácido no suele hacerse simultáneamente en toda la instala-
ción, sino separadamente por unidades o subunidades de riego, con objeto de
controlar mejor la operación. Se debe añadir ácido al agua en la cantidad sufi-
ciente para rebajar hasta 2 el pH de la mezcla. Para ello hay que hacer una
titulación del agua en laboratorio, calculando el factor de ácido «a», que es el
número de meq de ácido necesarios para rebajar un litro de agua hasta pH = 2.
Por otra parte se calcula V1, volumen de las tuberías a tratar multiplicado por 2,5
como coeficiente de seguridad. Si la normalidad del ácido es N, el volumen v. de
ácido a aplicar es:
V= V· a (15)
ª l.OOON

Ejemplo5
Hay que tratar una subunidad de 140 metros de tubería de 0; = 28 mm y
1.380 metros de 0; - 10.3 mm, con un ácido de normalidad 12 N. En laborato-
rio se ha calculado a - 25 meq/1.

V1 = ,e X I.OOQ (0,0282 X i40 + Ü,Ü l 032 X J.380) X 2,5 = 503 l


4
503 X 25
v-• J.000 X 12
"' 1,05 1 de ácido

La aplicación de agua y ácido se hace a la menor presión posible. Cuando por


medio de un papel indicador de pH, se comprueba que el agua acidulada sale por
el emisor más alejado, se corta la entrada de agua y se mantiene así durante una
hora, al cabo de la cual se hace una limpieza a la mayor presión posible que tolere
la instalación, abriendo en primer Jugar los extremos de las tuberías de mayor
orden hasta que el agua salga limpia. A continuación se cierra esa tubería y se
abren las de orden siguiente y así hasta los laterales, todo ello con objeto de que
las incrustaciones desprendidas de las tuberías no lleguen a los emisores. Después
de limpiar las tuberías y continuando con la presión alta, se limpian los emisores
durante 15 minutos.

9.2.3. Precipitadosde Fe. Mn r S. Tratamiento preventivo


Estos elementos son solubles en estado reducido, pero al oxidarse precipitan y
pueden obturar los emisores. La oxidación puede ser producida por bacterias,
cuya problemática ya se ha estudiado, o por contacto con el aire o con oxidantes
contenidos en el agua. El tratamiento preventivo responde a la táctica siguiente:
provocar la oxidación y precipitación antes de los filtros de arena, para retener
ahí las partículas.

315
Un primer procedimiento consiste en airear el agua por medio de saltos,
sistemas mecánicos, inyección de aire, etc., que aunque no elimina totalmente el
hierro, puede ser una solución suficiente.
La presencia de estos elementos reducidos es más frecuente en aguas subterrá-
neas. En estos casos, por otra parte, el agua muchas veces es bombeada directa-
mente a la red de tuberías, lo que impide su aireación previa, que se puede
conseguir bombeando del pozo a un depósito donde se airea, y del que es
bombeada de nuevo.
Un método eficaz de evitar estos precipitados en la aplicación continua de
oxidantes corno hipoclorito sódico. Si el pH del agua es inferior a 6,5, el cloro
puede evitar los precipitados de Fe cuando la concentración de éste es inferior a
3,5 ppm. Si el pH es superior a 6,5, los precipitados se evitan con
concentraciones de Fe de hasta 1,5 ppm. La aplicación de ácidos puede ser
necesaria para mejorar
el pH. La concentración necesaria de hipoclorito sódico se calcula a razón de 1
ppm de CIONa por O,7 ppm de hierro. La reacción es muy rápida.
En presencia de manganeso hay que tener cuidado con la aplicación de
hipoclorito, ya que la oxidación del Mn es mucho más lenta que la de Fe, y los
precipitados pueden formarse después de superado el filtro de arena.

9.2.4. Precipitadosde Fe, Mn J' S. Tratamientode


limpieza
Cuando los emisores están parcialmente obturados, se puede aplicar ácido en
la forma anteriormente descrita para los tratamientos de las obturaciones calizas.

316
316
CAPITULO 11

FERTIRRIGACION

1. Introducción

Una consecuencia del enorme éxito de los RLAF ha sido la aparición de un


nuevo vocablo técnico,fertirrigación, que significa sencillamente la aplicación de
abonos disueltos en el agua de riego. Y precisamente la fertirrigación es uno de
los protagonistas de la revolución tecnológica que ha supuesto esta nueva técnica
de riego, que no es sólo eso, sino, sobre todo, una nueva técnica de cultivo.
Este capítulo se dedica a la fertirrigación en lo que tiene de nuevo frente a la
manera tradicional de abonar. Es decir, no se va a desarrollar aquí un tratado de
fertilización donde se estudien las necesidades de los cultivos, las épocas de
abonado, etc., materias que se deben buscar en otros textos. El capítulo se divide
en dos partes. La primera estudia la agronomía de la fertirrigación y la segunda se
dedica a la descripción y manejo de los elementos que se utilizan para almace-
nar y aplicar los abonos.

2. Agronomía de la fertirrigación

2.1. Necesidad, ventajas e Inconvenientes de la fertirrigación


Uno de los efectos de los RLAF es que las raíces se concentran en un volumen
de suelo más limitado que en el caso de riegos no localizados, lo que obliga a
aplicar los abonos también de forma localizada y frecuentemente. En efecto, si se
abonase de forma tradicional, parte de los abonos caerían fuera del volumen de
suelo explorado por las raíces y se desaprovecharían. Además, la alta densidad y
actividad radicular del bulbo húmedo agotaría rápidamente las reservas del
suelo, por lo que éstas deberían reponerse con frecuencia, sobre todo los elemen-
tos más fácilmente lavables, como es el caso del nitrógeno nítrico.

317
En principio, la aplicación localizada y frecuente de los abonos podría reali-
zarse sin necesidad de añadirlos al agua de riego, pero ello conllevaría un encare-
cimiento de la operación, sobre todo en mano de obra. De hecho el abonado
tradicional se hace con tan poca frecuencia no parque sea conveniente para
los
cultivos, sino para ahorrar mano de obra en su distribución. En cambio, la
aplicación de abonos mediante fertirrigacióu tiene un coste operacional muy
reducido, si bien necesita una cierta inversión en instalaciones y requiere el
empleo de fertilizantesmás caros que los convencionales.
Pero no es sólo que la fertirrigación sea una consecuencia casi obligada de
los RLAF, es que además presenta numerosas ventajas en relación con las
prácticas tradicionales de abonado.
Ventajas de la
fenirrigacion
l. Ahorro de fertilizantes, debido a varias causas: localización en las proxi-
midades de las raíces, menores pérdidas por lavado y volatilización,
mayor pureza de los abonos. Se ha constatado que el ahorro puede
suponer del 25 al 50 por 100, lo que compensa el mayor coste de los pro-
ductos.
2. Mejor asimilación. El elevado contenido de humedad en que se mantiene
permanentemente el suelo favorece la disolución y asimilación de los
elementos fertilizantes. El intercambio de cationes con el complejo de
cambio hace que la solución del suelo no sea igual que la del agua de
riego, pero este efecto es menor en los RLAF y sobre todo en suelos
arenosos, donde el cultivo se aproxima a la hidroponía.
3. Mejor distribución, no sólo por su homogeneidad sino también en el
perfil del suelo. Este hecho supone una gran ventaja para la absorción del
P y K, que en los abonados y riegos tradicionales se acumulan en las
capas superficiales, mientras que en RLAF pueden alcanzar profundida-
des de 50 cm para el P y 60 cm para el K. La distribución en el perfil se
puede forzar mediante ciertas técnicas de-manejo, al menos para fertili-
zantes muy lavables, como el nitrógeno nítrico: aplicando agua sin fertili-
zante en la última fase de cada riego, se puede dirigir el nitrógeno a mayor
o menor profundidad.
4. Adecuación del abonado a las necesidades del momento, Por ejemplo, se
podría aplicar una fórm uta de NPK con una proporción de 1-1-1
durante
la germinación, 5-1-5 durante el crecimiento y 1-1-5 en la maduración
del fruto. En este sentido las posibilidades de la fertirrigacién son enor-
mes y en la actualidad no se aprovechan por el desconocimiento que se
tiene de las exigencias de los cultivos en sus distintas fases. La técnica del
análisis foliar sin duda ayudará a mejorar esos conocimientos, ya que
gracias al análisis frecuente de las hojas, se pueden conocer los excesos o
deficiencias de nutrientes antes de que aparezcan síntomas visibles, y
corregir en consecuencia la dosis de abonado.
5. Rapidez de actuación ante síntomas carenciales y facilidad de aplicar no

31 31
83 83
sólo macroelementos, sino también elementos secundarios y microele-
mentos.

31 31
93 93
6. Economía en la distribución de abonos.
7. Posibilidad de utilizar las instalaciones para aplicar otros productos tales
como herbicidas, fungicidas, insecticidas, etc., aunque en este campo La
tecnología está solamente en sus comienzos.

Inconvenientes de la fenirrtgacián
La mayoría de los inconvenientes citados en la literatura no se deben al
método en sí, sino a un manejo incorrecto o a la ignorancia que existe acerca de
muchos aspectos de la nutrición de las plantas. Los principales inconvenientes
son:
1. Obturaciones por precipitadoscausados por incompatibilidad de los dis-
tintos fertilizantesentre si o con el agua de riego, o debidas a una disolu-
ción insuficiente.
2. Aumento excesivo de la salinidad del agua de riego.
3. Paradójicamente, la pureza de los fertilizantes utilizados ha supuesto el
inconveniente de que falten algunos elementos que aparecían como im-
purzas en los abonos tradicionales. Este es el caso, por ejemplo, del
azufre. Por ello la aplicación de elementos secundarios y microelementos
es más importante que en los abonados convencionales.

2.2. Los nutrientes en el suelo y las plantas


Aparte del C02 que toman de la atmósferay del agua que toman del suelo, las
plantas necesitan absorber diversos nutrientes. Los «tres grandes» o macroele-
mentos son el N, P, y K. Los secundarios son también tres: S, Ca y Mg. Final-
mente los microelementos son seis: Fe, B, Mn, Cu, Zn y Mo. Son también
beneficiosos o esenciales para algunas plantas el cloro, sodio, silicio y cobalto.

2.2.J. Nitrógeno
El nitrógeno es el elemento cuyo empleo en fertirrigación produce resultados
más espectaculares. Esto no constituye ninguna sorpresa, ya que el papel del
nitrógeno en los fenómenos vitales es fundamental: todo lo que vive contiene
una proporción mayor o menor de nitrógeno orgánico. La clorofila, por ejemplo,
que tan importante papel juega en la fotosíntesis, es una sustancia nitrogena-
da.
El nitrógeno ejerce una acción de choque sobre la vegetación y d)o es un
arma de doble filo. Una planta bien provista de nitrógeno adquiere un color
verde oscuro debido a la abundancia de clorofila; la brotación se adelanta y se
produce un gran desarrollo de hojas y tallos, lo que a su vez incrementa la
actividad fotosintética. Por e11o el nitrógeno es el principalfactor que determina
los rendimientos cuantitativos. Los síntomas de deficiencia de nitrógeno son
muy característicos y en muchos cultivos consisten en poco desarrollo vegetativo
y clorosis del follaje, que va pasando de un verdeamarillento a una pigmentación
anaranjada y finalmente violácea.
Demasiado nitrógeno en cambio da lugar a un exceso de vegetación: la planta
tarda en madurar, los frutos pierden calidad y los tejidos permanecen verdes y
tiernos más tiempo, con lo que aumenta la sensibilidad a las enfermedades y a las
bajas temperaturas. Los tallos no adquieren la rigidez necesaria; es el caso típico
del encamado de los cereales.
El nitrógeno se puede encontrar en el suelo en tres formas diferentes, que no
tienen la misma utilidad inmediata para las plantas: orgánica, amoniacal (NH4) y
nítrica (NOJ El nitrógeno presente en el humus en forma orgánica se mineraliza
en el suelo pasando primero a forma amoniacal por la acción principalmente de
bacterias aerobias, cuya actuación se ve favorecida en un medio neutro o alcali-
no. La oxidación continúa por acción de diversos microorganismos, pasando el
nitrógeno a forma nítrica. Esta última transformación se ve muy acelerada por
las altas temperaturas y por la aireación del suelo, que es uno de los efectos
beneficiosos del laboreo.
El nitrógeno amoniacal es soluble en agua, pero es retenido por el complejo
de cambio del suelo. Por el contrario, el nitrógeno nítrico no es retenido y
además tiene una solubilidad muy alta, por Jo que puede ser arrastrado fácilmen-
te por el agua, provocando pérdidas importantes.
Las plantas no absorben el nitrógeno orgánico del suelo. La mayor parte del
nitrógeno absorbido por las raíces lo es en forma nítrica, y en el interior de la
planta es reducido, según una secuencia inversa en cierto modo a la mineraliza-
ción que experimenta en el suelo:

N03 - NH4 - compuestos orgánicos

La reducción se produce generalmente en las hojas, en cuyo caso habrá


elevados contenidos foliares en Ca y Mg, ya que el N03 asciende por el xilema
con cantidades equivalentes de cationes. En cambio algunas plantas como man-
zano o agrios y otras leñosas reducen el nitrógeno en las propias raíces, y el
xilema transporta menos Ca y Mg, siendo el K el que emigra a las hojas en
compañía de los compuestos orgánicos nitrogenados. Estas plantas resisten me-
jor la caliza activa y presentan menor antagonismo Ca - Mg. Destaquemos de
pasada cómo las raíces no se limitan a la función soporte y a absorber agua y
nutrientes, sino que también desarrollan una actividad fisiológica, lo que justifica
la necesidad de garantizar un mínimo de volumen radicular. El olvido de esta
necesidad ha conducido a espectaculares fracasos en RLAF no bien estudiados
desde el punto de vista agronómico.
En presencia de nitrógeno amoniacal no retenido por el complejo de cambio
del suelo, las plantas pueden absorberlo y sintetizar directamente a partir de él
compuestos orgánicos, lo que supone un importante ahorro de energía respecto a
la absorción nítrica.
Aunque las plantas absorben nitrógeno a lo largo de toda su vida, hay unas
épocas críticas en que la demanda es intensa, que corresponden a períodos de
desarrollo radicular y vegetativo y a la formación de órganos reproductores,
fecundación, etc. Por ejemplo, en cereales las máximas necesidades coinciden

3203 320
2032
con el ahijado, encañado y floración; en árboles frutales con la floración y
cuajado de los frutos.

2.2.2. Fósforo
La aplicación de fósforo mediante fertirrigación ha sido tradicionalmente
sometida a dos críticas: la formación de precipitados de Ca y Mg, con riesgo de
obturación de emisores, y su poca movilidad en el suelo, que de ser cierta,
concentraría el fósforo cerca del punto de emisión de agua y lejos de la mayoría
de las raíces. La práctica ha demostrado que el primer inconveniente es real, pero
con aguas de riego de bajo contenido en Ca y Mg el fósforo se puede incorporar
sin graves problemas. En cuanto a la movilidad, ésta es mayor de lo previsto,
llegando a desplazarse a distancias del orden de 50 cm del punto de goteo, sobre
todo en abonos derivados del ácido ortofosfórico. Por tanto, el fósforo se puede
emplear en fertirrigación,y de hecho así se hace, aunque estudiando previamente
el riesgo de precipitados.
El fósforo es un elemento esencial en las plantas: forma parte de importantes
metabolitos y en forma de ATP participa en los procesos energéticos. Como el
nitrógeno, participa en el crecimiento vegetativo, pero a diferencia del nitrógeno,
que se puede considerar como un factor de cantidad, el fósforo es un factor de
calidad: favorece todos los procesos relacionados con la fecundación,la fructifi-
cación y la maduración. Es un factor de precocidad; mientras que el exceso de
nitrógeno prolonga la vegetación.
Los síntomas carenciales consisten con frecuencia en la aparición de un color
de verde bronceado a violáceo en las hojas, cuyas puntas y bordes amarillean y se
necrosan. El exceso de fósforo no se manifiesta en síntomas visibles, pero puede
ocasionar dificultad de absorción de algunos microelementos como el cinc y
cobre, e incluso calcio, cuando éste escasea en el suelo.
El fósforo se encuentra en el suelo en varias formas. La más importante para
las plantas es en forma de POf disuelto en la solución del suelo, de donde puede
ser absorbido por las raíces. Otra forma en que se encuentra en el suelo es unido
al complejo de cambio, por intermedio de cationes bivalentes, calcio principal-
mente. Entre el fósforo disuelto y el adsorbido hay un intercambio constante; el
conjunto de ambos constituye lo que en los análisis clásicos se denomina ácido
fosfórico asimilable. También puede presentarse el fósforo en forma orgánica, a
partir de la cual, por la acción de microorganismos, se puede mineralizar y
ponerse a disposición de las plantas. Finalmente, el fósforo puede estar en forma
insoluble, procedente de la roca madre o retrogradado a partir de los abonos
aportados al suelo. Aunque este fósforo puede evolucionar pasando a asimilable,
el proceso es muy lento, por lo que es prácticamente inaprovechable para la plan-
ta.
La mayor asimilación de fósforo se produce a pH ligeramente ácido, entre 5,5
y 6. En medios muy ácidos, frecuentes en suelos tropicales, se forman fosfatos de
hierro y aluminio insolubles. En medíos alcalinos se forman precipitados cálci-
cos.
La absorción de fósforo por las plantas se produce principalmente a partir del
disuelto en la solución del suelo, pero también las raicillas pueden extraerlo a
partir de formas poco solubles. Por esa razón, la absorción de fósforo se ve
favorecida por todo lo que aumente el desarrollo radicular, sobre todo por fuertes
aportaciones de nitrógeno.
La zona superficial del suelo es donde se produce una mayor absorción del
fósforo, ya que éste no penetra a grandes profundidades; por ello, el sistema
agrícola de no laboreo, que no destruye las raíces superficiales, favorece la absor-
ción de este elemento.
Aunque las necesidades de las plantas varían a lo largo del año en función,
sobre todo, de la fase del cultivo, la época de aplicación de fósforo no es tan
importante como en el caso del nitrógeno, ya que el fósforo no es lavado y
eliminado de la zona radicular.
2.2.3. Potasio
Si el nitrógeno es un factor de cantidad en los rendimientos de los cultivos y
el fósforo de calidad, el potasio lo es de sanidad y equilibrio. Es un elemento
absorbido por las plantas en grandes cantidades, pasando a formar parte de
distintos ácidos minerales y orgánicos. A diferencia del nitrógeno y fósforo, el
potasio no forma parte estructural estable de ninguna molécula orgánica, pero
actúa como coenzima en numerosos procesos; por eso está más concentrado en
los tejidos jóvenes. Interviene también en la fotosíntesis y en el transporte de los
hidratos de carbono así formados, y en su acumulación en los órganos de reserva:
por ello las plantas que se cultivan por sus reservas hidrocarbonadas (remolacha,
patata, viña) responden muy bien a la fertilización potásica.
También es necesario para la síntesis de las proteínas. Un interesante papel
del potasio es el de disminuir la transpiración de las plantas en condiciones de
estrés hidrico, mediante cambios de concentración en las células oclusivas que
regulan la apertura y cierre de los estomas.
En combinación con el fósforo favorece el desarrollo radicular y aumenta la
rigidez de los tejidos. Es asimismo un elemento que aumenta la resistencia de las
plantas a las enfermedades criptogámicas.
Los síntomas de carencia de potasio consisten en el arrollamiento de las
hojas, que amarillean en las puntas o en el limbo de forma difusa. Estos síntomas
son más acentuados en las hojas viejas, ya que el potasio emigra de ellas hacia los
nuevos órganos. En cítricos disminuye el tamaño de los frutos y puede provocar
la caída de los mismos. El exceso de potasio empeorala calidad de los frutos en
cítricos, con tendencia a pudrirse. Cuando los suelos son pobres en calcio y
magnesio y abundantes en potasio, la absorción de aquellos cationes se ve muy
dificultada.
El potasio se puede encontrar disuelto en la solución del suelo o adsorbido
por el complejo de cambio, existiendo un intercambio constante entre ambas
posiciones; este potasio es el que las plantas pueden asimilar. Se puede encontrar
también fuertemente retenido entre las capas adyacentes de sílice de algunas
arcillas, sobre todo la ilita, o formando parte de rocas madres cristalinas o
volcánicas. En ambos casos está fuera de la capacidad de absorción de las raíces y
sólo muy lentamente puede pasar a forma asimilable.
Las plantas absorben el potasio asimilable con gran facilidad, aunque en
suelos ricos en Ca o Mg la absorción se ve dificultada, debiendo incrementarse la
dosis de abono potásico.
En los suelos con elevada capacidad de intercambio catiónico la época de
aplicación de potasio no es tan importante como en el caso del nitrógeno, ya que
aquél es retenido por los coloides y se pierde poco por lixiviación. Por el contra-
rio las pérdidas pueden ser importantes en suelos de poca capacidad de intercam-
bio y en ellos la aplicación frecuente de potasio por fertirrigación es muy eficaz.

2.2.4. Nutrientes secundarios y


rnicroelementos
Aunque las principales exigencias nutritivasde las plantas, al menos desde un
punto de vista cuantitativo, se satisfacen con los tres macroelementos N, P y K,
las plantas requieren otros elementos que se pueden agrupar en dos
categorías: nutrientes secundarios y microelementos.
Los nutrientes secundarios. azufre, magnesio y calcio, son elementos
extraí- dos en grandes cantidades por las cosechas y se pueden considerar
elementos plásticos, ya que forman parte importante de la materia vegetal.
El azufre no recibía demasiada importancia tradicionalmente ya que con
frecuencia se encontraba en los abonos como impureza o en forma de sulfato.
En fertirrigación, donde no se emplean sulfatos y las impurezas son
menores, se
considera al azufre casi como un macroelemento que debe añadirse al suelo.
El magnesio es componente importante de la clorofila. Su deficiencia se
traduce en un aspecto pálido, clorótico de las hojas, seguido de necrosis. Esta
deficiencia puede presentarse en suelos marginales (arenosos, pedregosos y en
general, de baja capacidad de intercambio catiónico), revalorizados por los siste-
mas de RLAF, así como en presencia de potasio muy abundante, debido al
antagonismo entre los dos cationes.
El calcio es indispensable para el desarrollo de las plantas y además se puede
aplicar como enmienda del suelo, pero su abundancia en el terreno hace que
normalmente no se aplique por medio de fertirrigación.
Los microelementos son absorbidos por las plantas en pequeñas cantidades.
En el abonado tradicional figuraban muchas veces en los fertilizantes como
impurezas, pero en RLAF los fertilizantes son más puros y además
frecuente-
mente se riegan suelos de poca riqueza en nutrientes, por lo que la adición de
microelementos es práctica normal en fertirrigación. Los microelementos nece-
sarios son el hierro, boro, manganeso, cobre, cinc y molibdeno, aunque para
algunos cultivos concretos se citan también el cloro, sodio, silicio y cobalto. En
general su papel es participar en las enzimas. A veces el exceso de microelemen-
tos es tóxico.
Entre las deficiencias de estos elementos sólo citaremos el caso del
hierro, elemento necesario para sintetizar la clorofila. Aunque es muy
abundante en la naturaleza, el tercer elemento de la corteza terrestre, con
frecuencia se producen
deficiencias de hierro en presencia de calcio abundante, debido a que en esas
condiciones el hierro se insolubiliza, originando la conocida clorosis férrica,
que se caracteriza por el amarilleamiento de las hojas. La clorosis se combate
me-
<liante la aplicación de quelatos, compuestos orgánicos de hierro solubles en agua
y que, a diferencia de las sales de hierro, no se ionizan en el suelo, con lo que el
hierro queda en una forma que puede ser absorbido por las plantas. Los quelatos,
que muchas veces se aplican como abono foliar, se pueden añadir al suelo
mediante fertirrigación, aplicándolos solamente a la parte de la finca en que se
necesiten.

2.3. Abonos utilizados en fertirrigación


2.3.1. Requisitos
Solubilidad. Los abonos utilizados deben ser solubles o emulsifícables en
agua, con objeto de evitar obturaciones. A este respecto hay que tener en cuenta
la compatibilidad con otros abonos y con la propia agua de riego. Más adelante se
proporcionan datos sobre solubilidad y compatibilidad. Para preparar una solu-
ción concentrada a partir de las tablas citadas, se recomienda no pasar del 75 por
100 del límite de solubilidad, ya que las solubilidades indicadas son las máximas
en condiciones óptimas y, por supuesto, no tienen en cuenta las posibles impure-
zas.

Pureza.
Salinidad y toxicidad. Los abonos son sales que aumentan la concentración
salina inicial del agua de riego. Al calcular las dosis no se deben superar los
valores admisibles de salinidad, que son diferentes para cada cultivo. Igualmente
ocurre respecto a la toxicidad de ciertos iones (ver Cap. 3). Mas adelante se dan
unas normas prácticas en relación con la salinidad.
Otros. Los abonos utilizados deben ser de manejo no peligroso y no corrosi-
vos para los materiales de la instalación, cuestiones a tener en cuenta cuando se
diseñan abonos ácidos para combatir las obturaciones.

2.3.2.
Productosbásicos
Los abonos utilizados en fertirrigación, tanto los sólidos como los líquidos,
proceden de unos productos básicos que son sales simples cuyas características se
muestran en la tabla 1.

El ácido nítrico, debido a la dificultad de su manejo, no se usa como


fertilizan- te; su uso se limita a la acidificación del agua de riego y a la limpieza
de las insta- laciones.
La solución N-20 es una solución de nitrato amónico; la solución N-32 contie-
ne urea además de nitrato amónico, con un porcentaje del 16 por 100 de
nitrógeno ureico, 8 por 100 amoniacal y 8 por 100 nítrico. Ambas soluciones
son ligeramente ácidas.
La urea es el fertilizante de mayor concentración de nitrógeno. Es muy
soluble y es menos adsorbida por el suelo que las sales amónicas, por lo que
tiene
mayor movilidad.
El nitrato cálcico no se emplea normalmente para aportar N, sino para
TABLA 1
Productos básicos para la fabricación de
abonos.

Producto Composicián Solubilidad


gr/! ·e
1. Para N, P. K y elementos secundarios
Acido nítrico
13-0-0
Solución N-20
Solución N-32 20-0-0
32 - O - O
Poli fosfato amónico
10-34-0
Acido fosfórico
O - 68 - O
Urca
46-0-0 1.000 17°
Nitrato potásico
13-0-46 257 15"
Nitrato cálcico
Sulfato amónico
15,5 - O- O (26 CaO) 1.130 15"
Fosfato monoamónico (MAP)
21 - O - O (23 S) 742 15º
Fosfato diamónico (DAP)
12-60-0 227 o·
21 - 53 - O 413 15º
Nitrato amónico
33,5 - O - O 1.630 Is·
Fosfato rnonopotásico
Sulfato potásico 0-51-34 148 o·
0-0-50(18S) 102 ¡5•
Cloruro potásico 326 ¡5•
O - O - 60
Nitrato magnésico
Sulfato magnésico 11 - O - O (9,5 Mg)
(16 Mg- 13 S)

2. Para microelementos
Sulfato de hierro FcS04 7Hp 20% Fe
Sulfato de manganeso MnS04 H20 32%Mn
Sulfato de cinc ZnS04 7Hp CuS04 22 % Zn
Sulfato de cobre 5H20 25 % Cu
Molibdato amónico (NH4)6Mo¡0244H20 I5%Mo
Acido bórico H3B03 17%B
Tetraborato sódico . a2B407 JOH20 11 %B
Quelato de hierro
Quelato de maganeso
Quelato de cinc

aportar Ca. El nitrato amónico es una sal muy soluble, contiene la mitad del
nitrógeno en forma nítrica y la mitad en forma amoniacal. Debido a su acidez,
baja el pH del agua de riego.
En cuanto a los abonos que aportan fósforo, que es el elemento problema
por las obturaciones, las formas baratas son poco solubles y las solubles son
muy ca- ras.
El fosfato monoamánico (MAP) da reacción ácida, lo que disminuye el
riesgo de obturaciones. El fosfato diamánico (DAP) da reacción ligeramente
alcalina, por Jo que se recomienda su utilización junto con un ácido. De
emplearse el ácido nítrico la proporción es de 1,3 kg de ácido nítrico por 1
kg de fosfato diamónico. La adición de ácido nítrico es también recomendable
para el fosfato monoamónico cuando el pH del agua es mayor que 7.
..
El ácidofosfáricotiene una composición muy variable, entre el 50 y el 85 por
l OO. Puede emplearse como mezcla para acidular la solución, pero tiene el
inconveniente, común a todos los ácidos, de su manejo.
El polifosfaio amónico es un producto muy adecuado para fertirrigación. Se
obtiene por la reacción en determinadas condiciones del ácido fosfórico con
amoníaco, dando un producto en el que parte del fósforo está polimerizado, lo
que le proporciona dos características muy favorables para fertirrigación: mayor
solubilidad y movilidad que los ortofosfatos normales, y cierta capacidad para
secuestrar microelementos,
Las fuentes tradicionales de potasio son el sulfato potásico y el
cloruropotási- co. El primero tiene la ventaja de incorporar azufre, pero su
solubilidad es baja. El cloruro potásico es una sal neutra de buena solubilidad.
El nitrato potásico tiene reacción neutra e incorpora en forma de N nítrico
aproximadamente 1/3 del contenido total de K, lo que es una proporción ideal
para la absorción del potasio.
El fosfato monopotásico tiene alto contenido en fósforo y gran movilidad.
El sulfato amónico suele emplearse en los casos en que es necesario aportar
azufre. Es muy indicado en suelos alcalinos.
El nitrato magnésico incorpora además de un 9,5 por 100 de Mg un I I por 100
de nitrógeno en forma nítrica.
En fertirrigación no se suele aplicar calcio porque precipita con muchos
aniones. En caso de que se presenten carencias se puede utilizar Cl,Ca o NO.Ca.
Este último tiene una elcvadísima solubilidad. Estos abonos no se deben mezclar
con los fosforados, e incluso conviene tomar la precaución de dejar un intervalo
de dos días entre la aplicación de ambos. Además, como medida precautoria, se
puede añadir ácido nítrico, en la proporción de 0,3 kg de ácido nítrico por 1 kg de
N03Ca. Las carencias de Mg se tratan con S04Mg, aunque también se puede
utilizar N03Mg, que además incorpora un 11 por 100 de nitrógeno en forma
nítrica.
Los microelementos pueden reaccionar con las sales del agua de riego for-
mando precipitados, lo que aconseja aplicarlos en forma de quelatos, que además
de su solubilidad presentan la favorable propiedad de mantener su actividad en
condiciones adversas de pH. Para suelos alcalinos el agente quelatante del hierro
debe ser el EDDHA y para el resto de cationes puede usarse el EDT A. Aunque
técnicamente se podrían emplear quelatos para aplicar macronutrientes, el eleva-
do precio de las formas quelatadas limita su uso a la aplicación de microelernen-
tos.

2.3.3. Abonos sólidos y


líquidos
En fertirrigación se pueden utilizar abonos sólidos o líquidos.
Los abonos sólidos deben cumplir un requisito fundamental: que sean muy
solubles. Para ello se emplean sales puras cristalinas, cuyo precio es mayor que el
de los abonos tradicionales. Al igual que éstos se suelen vender ensacados.
Generalmente tienen reacción ácida (pH entre 2 y 4) para evitar la rápida
precipitación de los fosfatos amónico-cálciclos y amónico-magnésicos.
El principal inconveniente del empleo directo de abonos sólidos es que se
deben aplicar mediante tanques de abonado, con lo que su concentración no es
uniforme en el tiempo, como se verá al estudiar las instalaciones de aplicación de
fertilizantes. Un segundo inconveniente en comparación con los abonos liquidos
es que requieren más trabajo para su manejo.
Los abonos líquidos pueden adquirirse ya preparados en fábrica o prepararlos
en la finca a partir de abonos solubles. El primer caso es más caro pero de más
garantía, sobre todo por el peligro de mezclar en finca abonos incompatibles
cuyos precipitados podrían obturar los goteros.
Cuando se preparan en fábrica se emplean sales de la mayor solubilidad.
Normalmente se emplea una solución nitrogenada (N-32, N-20, etc.) y un
fertili-
zante líquido complejo generalmente rico en potasio, ácido para aguas duras y
neutro para aguas blandas. Combinando la solución nitrogenada y el
fertilizante, se obtiene las distintas fórmulas.
En fertirrigación suelen emplearse abonos líquidos ácidos, con pH entre I y 2,
para evitar precipitaciones. Ello requiere que se almacenen en depósitos
adecua- dos, como se verá más adelante (3.1.).
Los abonos líquidos se pueden preparar en la finca a partir de abonos sólidos
solubles. El líquido resultante, que se llama «solución madre», es lo que se
inyecta en la red donde se disuelve en el agua de riego.
Para la preparación de una solución madre es recomendable seguir el consejo
de un especialista, ya que hay que saber calcular las proporciones de los distintos
abonos y tener en cuenta cuestiones como la compatibilidad entre sus compo-
nentes, la acidez resultante y, en caso que sea necesario, la cantidad y clase de
ácido a añadir. Una fórmula bien estudiada debe haber considerado además el
antagonismo entre iones o lo contrario, es decir, el refuerzo que se produce a
veces de la acción de un ion en presencia de otro, a lo que se llama sinergismo.
No obstante lo anterior, a continuación indicamos unas normas para el
cálculo y preparación de una solución madre.
En primer lugar hay que seleccionar los productos básicos a emplear, tenien-
do en cuenta sus incompatibilidades. La incompatibilidad más importante
se
produce cuando los abonos mezclados dan lugar a precipitados. Para evitar este
riesgo no se deben mezclar sales que aporten calcio con las que aporten sulfatoso
fosfatos. Hay otros tipos de incompatibilidades que pueden consistir en reaccio-
nes químicas que desprenden calor, absorben humedad, desprenden gases, etc.
La tabla 2 muestra los abonos que pueden presentar estas incompatibilidades.
También es interesante conocer el antagonismo o sinergismo entre iones (Ta-
bla 3).
Para el cálculo del abono líquido partiendo de la composición N - P - K
requerida, se aconseja seguir los pasos siguientes:
1.0 En función del contenido en K, calcular la cantidad necesaria del N03K.
2.0 En función del contenido en P, calcular la cantidad necesaria de fosfato di
o monoamónico.
3.º Si se ha utilizado fosfato diarnónico, es necesario rebajar el pH hasta 6,3,
para lo cual se emplea ácido nítrico a razón de 1,3 kg de ácido por cada kg
de fosfato diamónico.
4.0 Al nitrógeno necesario se le resta el aportado por el N03K, por el fosfato y
en su caso por el N03H. La diferencia se aporta en forma de N03NH4•
La preparación práctica de la solución calculada debe hacerse por los siguien-
tes pasos:
1.0 Añadir al agua el ácido nítrico lentamente.
2.0 Añadir el N03K.
3.0 Añadir el fosfato di o monoamónico.
4.0 Añadir el N03NH4.
5.0 Agitar al menos un cuarto de hora.

TABLA 2
Compatibilidad quimica dé la mezcla defenilizantes.
I = Incompatible
C = Compatible
L = Compabilidad limitada

ou
zo
~ o u.l
...J
-c ~ e,
u.l
o1- z
o c2 ...J
e,
1-
~ ::E o ::E o o
t:: -c ¡..... vi u (J

z w
<(
1-
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8
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e e e e e e e e z
f t:-
<
e¡..... ::
e e e e e e e e e z
e e I 1 I I I e I e

2.4. Normas prácticas de fertírrigación


Frecuencia
En horticultura se recomienda abonar con cada riego. En fruticultura no se
328
TABLA 3
Antagonismo y sinergismo entre iones.

Ión Antagónicocon Sinérgicocon

Nitrógeno Potasio Magnesio


Fósforo Potasio, Hierro, Cinc Magnesio
Potasio Boro, Magnesio Magnesio, Hierro
Calcio Potasio, Hierro, Magnesio
Sodio Magnesio, Calcio
Bicarbonato Hierro
Sulfato Calcio Sodio

debe aplicar menos de una fertinigación por semana, pero no hay inconveniente
en que el agua de riego lleve siempre fertilizantes, salvo las precauciones que se
dirán al hablar de las precipitaciones. La fertirrigación continua puede presentar
algunos inconvenientes:
1.0 Necesita más mano de obra.
2.° Con bajas temperaturas las raíces pueden tener poca actividad y no
asimilar los nutrientes, que pueden perderse por lavados.

No obstante, la fertirrigación continua es práctica cada vez más frecuente,


con muy buenos resultados.

Concentración
La concentración de la solución madre en el agua de riego no debe exceder de
700 ppm (0,7 litros por m3) en ningún momento de la temporada de riego.
Generalmente es del orden de 200-400 ppm (0,2- 0,4 litros por m3).

Prevención de precipitados
La prevención de precipitados y obturaciones exige el filtrado del agua de
riego y en ciertos casos el tratamiento con ácidos, alguicidas, etc. Estas materias
se estudian en el capítulo 10, por lo que aquí nos limitamos a citar tres normas
prácticas:
l.ª Aguas abajo de todo punto en que se inyecte abono a la red de riego, debe
situarse ~mo mínimo un filtro de malla o anillas.
2.ª La primera fase de cada riego, y sobre todo la última, debe realizarse con
agua sin fertilizantes, para evitar los precipitados que se formarían al
dejar el agua con el abono evaporándose en los goteros en los períodos
entre riegos.
3.ª Antes de aplicar por primera vez un abono, mezclarlo en un vaso con el
agua de riego y observar si se forman precipitados o turbidez. Aunque la
prueba del vaso no es definitiva, ya que en la instalación pueden cambiar
las condiciones de temperatura, concentración por evaporación, etc., es
una prueba sencilla y útil.

329 329
329
Salinidad
El agua de riego, después de recibir la solución madre, no debe presentar una
salinidad superior a la tolerada por los cultivos, teniendo en cuenta los demás
factores que intervienen: suelo, frecuencia de riego, régimen de lluvias, etc. El
asunto es complejo y para estudiarlo con rigor sería necesario analizar el terreno
regado y comprobar que no se superan ciertos valores de salinidad y toxicidad en
el extracto saturado del suelo. Como norma práctica, recomendamos que no se
superen las salinidades indicadas en la tabla 4, medidas a la salida de los emiso-
res. Para aclarar la interpretación de la tabla, una relación 1/3 entre las frecuen-
cias de riego y abonado corresponde al caso de riego diario y abonado cada tres
días.

TABLA 4
Salinidad máxima del agua a la salida de los emisores.

Frecuenciade riego/
Frecuencia de abonado gr/1 CE (mmhOS/cm)
1/1 1,5 2,3
1/2 2 3,1
1/3 2,5 4
1/7 ó menos 4 6,3

Como complemento de lo anterior, se incluye la tabla 5, donde se muestra


el incremento de salinidad provocado por varios fertilizantes.

TABLA5
Variaciónde la salinidad (mmhos/cm}de una solución
enfuncián de la concentraci611defertilízantes (,:r/1)
Concentrnrion e11 xr/1
Fertlliuuu«
O.Z5 0.50 1.00 2.00

Sulfato amónico 0,54 1.04 2.14 3,45


Nitrato amónico 0,49 0,78 0,94 2.78
Urea 4,47 6,61 6.64 7,41
Nitrato potásico 0.34 0,64 1,27 2,44
N-32 0,32 0,58 1,10 2,29
Sulfato potásico 0,32 0,73 1,41 2.58
Ac. fosfórico (75%) 0,51 1,00 1,67 2,74
MAP 0,20 0,41 0.80 1.57

Abonos nitrogenados
Conviene no aplicar siempre el N en la misma forma, sino alternar los
abonados nítricos y amoniacales.
2.5. Aplicación de otros productos con el agua de riego
La utilización de las instalaciones de riego localizado para aplicar otros
productos presenta, en principio, varias ventajas. El producto, disuelto en el
agua de riego, se distribuye por todo el bulbo húmedo, lo que facilita su absor-
ción. La consecuencia es un aumento de la eficacia del tratamiento y un ahorro
del producto y del coste de su aplicación. El reducido coste de aplicación faci-
lita los tratamientos en las épocas más adecuadas. Además, en determinados
casos, se disminuye el impacto ecológico de un tratamiento aéreo.
Sin embargo, esta técnica aún no está tan desarrollada como la fertirriga-
ción. Entre las aplicaciones de éxito figuran los tratamientos nematicidas, lo
que es lógico, ya que el ataque de nematodos se produce en las raíces.
Recientemente se está utilizando en la lucha contra el minador de los cítri-
cos, mediante la aplicación de Corfidor, aunque los resultados aún no están
claros. Ha habido intentos de combatir la Phytophthora del aguacate con etha-
zaol. Overman, en 1974, realizó unas experiencias contra nematodos, pero to-
das estas pruebas tuvieron resultados dudosos. En cuanto a herbicidas, Lange y
otros, en 1974, encontraron que el sistema era poco eficaz, ya que los herbici-
das eran absorbidos por las partículas del suelo y además se descomponían rá-
pidamente en los suelos permanentemente húmedos. Se han obtenido ciertos
éxitos aplicando eptam a culli vo de patatas, comprobando que las dosis nece-
sarias eran la mitad de las convencionales. Nakayama y Bucks (1918) aplica-
ron agua saturada con C02 a través de un riego localizado subterráneo, consi-
guiendo mejoras en la fotosíntesis del trigo, patatas y melón y una disminución
del pH en 1,5 unidades en la zona húmeda, lo que puede ser de utilídad en sue-
los alcalinos.
A título de curiosidad, citemos una experiencia en Texas en la que una
plantación de cítricos se defendía contra las heladas de invierno por medio de
unos quemadores a los que se suministraba el combustible por la propia red de
riego. Antes de comenzar de nuevo la campaña de riego se lavaban las
tuberías.

3. Instalaciones de fertirrigación

3.1. Depósitos de
abono
Los abonos líquidos se almacenan en la finca en depósitos de donde se
extraen para su inyección en la red. Los depósitos suelen ser de poliéster o de
polietileno, aunque para algunos productos puede servir el acero inoxidable.
Los de poliéster, reforzado con fibra de vidrio, son más frágiles. Para solucio-
nes muy ácidas deben estar tratados con resinas especiales. Los depósitos de
polietileno (fig. 11.1) son muy adecuados por su ligereza, poca fragilidad y resis-
tencia química. Su precio es prácticamente el mismo que los de poliéster.
En la elección de un depósito hay que tener en cuenta su tamaño, atendiendo
por una parte de las necesidades de la explotación y por otra a las condiciones
de
331 331
suministro. Las fábricas venden los abonos líquidos a granel, en unos camiones
cisterna que por medio de una manguera bombean el abono al depósito. Estos

332 332
Figura l 1. l.

Depositesde polietileno{primerplano}y poliesterpara abonadode naranjos. Obsérvese la


sujeccion contra el viento.

camiones suelen servir una cantidades mínimas, y los vendedores aplican des-
cuentos en función del volumen adquirido en cada viaje del camión.
Otra cuestión a considerar al adquirir un depósito es si llevan o no incorpora-
da una toma para la salida del abono y una ventosa para la entrada o salida de ai-
re.
Algunos consejos prácticos para su instalación: no se deben enterrar, ya que
no resistirían el empuje del terreno; cuando están vacíos son fácilmente arrastra-
dos por el viento, por lo que hay que sujetarlos convenientemente. o soportan
presión ni vacío, ni deben ser utilizados como cisternas para transporte.

3.2. Sistemas de inyección de abono


3.2.1. Tanque de abonado
a) Descripción
Un tanque de abonado (fig. 11.2) consiste en un depósito conectado en
paralelo a la red de riego. El depósito, herméticamente cerrado, debe resistir la
presión de la red. Se fabrica en plástico reforzado o metálico, y con volúmenes
entre 20 y 200 litros. En el interior del tanque se coloca el abono. generalmente
en forma de solución liquida, aunque a veces como abono sólido. lo que no es
recomendable, como se verá más adelante.
-
Medidor
de caudal

Tu berio de
riego

Figura 11.2.
Tanque de abonado.

El depósito consta de dos tomas, una de entrada y otra de salida, conectadas a


la red de riego en dos puntos próximos, pero separados por una válvula, cuyo
objeto es crear una diferencia de presión del orden de 1-5 m, para que parte del
agua de riego circule por el circuito paralelo donde está el tanque.
La toma de entrada inyecta agua en la parte inferior del tanque, preferible-
mente de forma tangencial a la pared, para que se mezcle bien con el abono. La
toma de salida, situada en la parte superior, recoge una mezcla de agua de riego y
de abono y la conduce a la red de riego. Es conveniente que los tanques dispon-
gan de una válvula de vaciado en la parte inferior y de un purgador, que debe
estar situado en la tubería de salida. Asimismo es recomendable la instalación de
un medidor de caudal para regular el funcionamiento, como se verá más ade-
lante en un ejemplo. Dicho medidor de caudal debe ir a la entrada del tanque,
donde el líquido circulante no lleva abono.
Los tanques de abonado son muy populares, tal vez los dispositivos de
ferti- rrigación más ampliamente utilizados. Ello se debe a su bajo coste y a
que no necesitan energía para su funcionamiento, ya que aprovechan la presión
del agua de riego, lo que permite su emplazamiento en cualquier punto de la
red. Tienen dos inconvenientes fundamentales:
a) La concentración en abono del agua de riego no es constante a lo largo
de cada riego, como se verá más adelante.
b) Hay que reponer el abono del tanque en cada riego, lo que disminuye el
grado de posible automatización de la fertirrigación.
A pesar de estos inconvenientes, es un elemento muy útil siempre que se
tengan ideas claras de su funcionamiento. Por ello vale la pena profundizar en
el estudio cuantitativo de este sistema de aplicación de abono, lo que se hace
a continuación, para describir posteriormente algunos procedimientos que au-
mentan la uniformidad de la concentración en el tiempo.

b) Fórmuladel tanque
Llamando:
V: volumen del tanque
q: caudal que circula por el tanque
Ao: cantidad inicial de abono en el tanque
t: tiempo transcurrido desde el comienzo del abonado
A: cantidad de abono que permanece en el tanque al cabo del tiempo t
Se cumple la relación:

_ qt

A= Ao e " (1)
y sus derivadas

- Vln A/Ao
t= (2)
q
- Vln A/Ao
q=
t (3)

V = -_qt _
(4)
In A/Ao

fórmulas teóricas que han sido comprobadas experimentalmente, con suficiente


aproximación.
La relación q/V se denomina coeficiente de agotamiento del tanque. En la
figura 11.3 se muestra como varía la relación A/Ao en función de t para distintos
valores de q/V.

334
A¡Ao 0,90

q -1
- (Hora J
V
0,5

0,30
0,20
0,1 O

o
20 40 60 80 100 120 140 160 180 200 220 t (Horas J

Figura 11.3.
Curvas del tanque de abonado (Branson et al., /982).

La interpretación de estas curvas es la siguiente, en un ejemplo: si se utiliza un


coeficiente de agotamiento del 0,02 (por ej.: q = 2 l/h., V = 100 1), se necesitan
80 horas para que el contenido en abono del tanque se reduzca al 20 por 100 del
inicial (A/Ao == 0,20).
Si se considera agotado el tanque cuando queda menos del 2%, se cum-
plirá:

Aqt
--
- = 0,02 = e V
Ao

V I V V
t == -ln-- = 3,91- = 4-
q 0,02 q q

Es decir, el tiempo que tarda el tanque en vaciarse es igual a cuatro dividido


por el coeficiente de agotamiento. El tiempo que tarda en vaciarse el 50% es:

t50 = - -Vq V
lo O, 5 "" O, 7 -
q

Como tH>O = 4(V/q) => t50 = (0,7/4)t,00 = 0,2 t100

335 335
Es decir, en la quinta parte del tiempo de vaciado total, se agota el 50% del
abono.

Ejemplo1
=
Se dispone de un tanque de V 60 1 con el que se quiere aplicar 30 1 de
abono en cada riego. El tiempo de riego es de I O horas, pero se quiere aplicar
el abono en t = 6 horas.
Aplicando t = 4(V/q), se obtiene q = 4(60/6) = 401/h.
Por tanto, el manejo del tanque consiste en introducir 30 litros de abono en
cada riego, regular la válvula del tanque de manera que el caudalímetro
indi- que 40 1/h y tener el tanque abierto durante 6 horas.

e) Procedimiento de mejorar la uniformidad del abonado del tanque


1.0 Disminuir el coeficiente de agotamiento (q/V), lo que a su vez se puede
conseguir de dos maneras:
a) Aumentando el volumen del tanque (V), lo cual encarece la instala-
ción.
b) Disminuyendo q, lo que se consigue accionando la válvula que crea
la diferencia de presión entre la entrada y la salida del tanque.
Sin embargo, estas válvulas no suelen tener la precisión necesaria, y
por ello se recurre al empleo de microtubos en el circuito en paralelo
que incluye el tanque. La disminución excesiva del coeficiente de
agota- miento puede conducir a que la mezcla agua-abono no se
produzca adecuadamente.
2.° Colocar varios tanques en serie, como muestra la figura 11.4.
3. Variar el tiempo de riego de cada sector, como se comentó en el
0

ejemplo, con la consiguiente complicación en la automatización.

Tubería de riego

Figura 11.4.
Tanques de abonado en serie.
eee--dt , •••

Figura 11.5.
Tanque de desplazamiento con diafragma (Fenibola. NTR).

4.
0 Utilizar abono sólido soluble en vez de abonó líquido. El abono sólido se
coloca en exceso y el agua de riego Jo va disolviendo. La solución se
mantiene constantemente próxima al limite de solubilidad, con lo que el
agua que sale del tanque mantiene una concentración teóricamente
cons- tante. En la práctica esa constancia no se obtiene, al menos
suficiente- mente. Además existe el peligro de introducir partículas
sólidas en la red. Por todo ello este procedimiento no es recomendable.
5.0 Emplear «tanques de desplazamiento», de los que hay varios tipos. El
más sencillo consiste en un modelo con la entrada de agua en la parte
superior del tanque, provista de un deflector que disminuye las turbulen-
cias. La salida se sitúa en el fondo y el agua de riego actúa como un
émbolo que empuja al abono líquido, «teóricamente» sin mezclarse con
él. En otros modelos, en la interfase agua-abono hay un diafragma que
impide la mezcla (Fig. 11.5).
6.° Colocar un tanque en cada unidad, con el consiguiente aumento
del coste.
3.2.2. Inyector venturi
Un inyector venturi consiste fundamentalmente en un tubo por el que circula
el agua, provisto de un estrechamiento en el que, por el efecto venturi, se
produce una depresión.
En la zona de estrechamiento lleva conectada una tubería cuyo otro extremo
se introduce en un depósito con la solución a inyectar, situada a la presión
atmosférica. La depresión provoca la succión del líquido y su incorporación a la
red. Se trata de un inyector barato y que no necesita energía. Los de plástico
se rompen con cierta frecuencia por golpes o vibraciones.
En la figura 11.6 se muestra el esquema de la instalación de un inyector
venturi. Se coloca en paralelo con la tubería de riego; en ésta una válvula
produce una diferencia de presión, que dirige parte del agua al circuito del
inyector. Dicha válvula se puede evitar aprovechando cualquiera de los
elementos del cabezal que crean pérdidas de presión (reguladores, filtros, etc.).
En el circuito del inyector se instala otra válvula para regular el paso del agua
y en consecuencia la cantidad de abono succionado. A diferencia del tanque de
abonado, la concentración aplicada por el inyector venturi es constante. Sin
embargo, la cantidad de fertilizante inyectado no es proporcional al volumen
de agua de riego, lo que supone un cierto inconveniente para la
automatización.

VÓivuio Tubería de riego

l
Inyector venturi

D"".'....,...,.,.11 .,---=,_..H Depósito


- de abono

Figura 11.6.
Instalación de un inyector venturi.
Dos precauciones en relación con estos inyectores:
I .ª Los datos de caudal proporcionados por los catálogos de los fabricantes
suelen referirse a agua pura. Los abonos líquidos, de mayor densidad, dan
lugar a caudales menores.
2.ª Si por cualquier causa el depósito de abono se queda sin líquido, el
inyector continúa trabajando inyectando aire en la red. Para evitar esta
inconveniente hay que colocar un dispositivo (boya, válvula automática,
etc.) que cierre la tubería de toma en ausencia de líquido.
Hace unos años era frecuente intercalar el inyector venturi no en paralelo,
sino en la propia red, con el inconveniente de que ocasionaba unas pérdidas de
carga del orden del 30 por 100 de la presión.

3.2.3. Dosificadoresde
abono
Son mecanismos que toman el abono de un depósito sin presión y lo inyectan
en la red a una presión superior a la del agua de riego. Su accionamiento puede
ser eléctrico, hidráulico o por motor de combustión, lo que tiene consecuencias
en la automatización de la instalación. En general inyectan una cantidad de
fertilizante no proporcional al volumen de agua de riego, pero algunos modelos
presentan variantes que los hacen proporcionales, lo que facilita la automatiza-
ción.

a) Dosificadores elécrricos
Los dosificadores eléctricos están muy desarrollados porque se utilizan no
sólo para la inyección de fertilizantes, sino también en los tratamientos de aguas,
en la industria petroquímica, en la orgánica e inorgánica etc. Consisten en bom-
bas de desplazamiento positivo; dentro de éstas, las que más se utilizan son las
bombas alternativas, que pueden ser de pistón o de membrana (fig. 11.7).
En un dosificador eléctrico de pistón, el motor hace girar un tomillo sin fin
que actúa sobre un reductor de corona, disminuyendo las vueltas por minuto.
El eje de giro del reductor es solidario con una excéntrica que actúa sobre un
vástago, desplazando el pistón, cuyo movimiento alternativo realiza la aspira-
ción del líquido a inyectar y su posterior impulsión. El retorno o aspiración se
facilita con ayuda de un muelle.
El caudal teórico de un dosificador de pistón viene dado por la expresión:

Q: caudal en 1/h
N: número de ciclos aspiración-impulsión por hora
R: radio del pistón en dm
C: carrera del pistón en dm
El caudal real es prácticamente igual al teórico, ya que el rendimiento vo-
lumétrico está muy próximo al 100%.
ETAPA DE FASE DE
IMPULSION IMPULSION

+ ETAPA DE
ASPIRACION
FASE
DE ASPIRACION

figura 11.7.
Dosificadoreléctrico

340 340
340 340
Para modificar el caudal se puede variar la carrera C del pistón o el núme-
ro N de ciclos por hora. Lo usual es lo primero: los dosificadores llevan un
mando exterior para regular el caudal. que actúa desplazando la excéntrica. lo
que modifica la carrera del pistón. La regulación se puede hacer con la bomba
parada o funcionando. Los dosificadores se definen por su caudal nominal y la
regulación se establece como un porcentaje de éste, generalmente entre el I O y
el 100%.
En las bombas de membrana, el elemento alternarivo es un diafragma flexi-
ble que oscila por un dispositivo mecánico como el descrito para las bombas
de pistón, o por las pulsaciones de presión iniciadas en una cámara de fluido.
Este tipo se denomina de accionamiento hidráulico.
La gama de caudales nominales varía según los modelos, desde 0,5 1/h has-
ta 1.500 1/h. La presión varía asimismo entre 4 y 15 atm. La precisión suele
ser del orden del 1 % para las de pistón y del 3% para las de membrana. Estas
pre- cisiones son constantes dentro del rango de caudales del 10% al l 00%.
Se fabrican de materiales resistentes a la corrosión (PVC, acero inoxidable,
polipropileno, teflón etc.), lo que les permite trabajar con una gran gama de lí-
quidos. Además de su empleo como inyectores de fertilizantes, pueden em-
plearse en la aplicación de productos fitosanitarios.
Existen modelos muy variados de dosificadores eléctricos. Una variante es
la que incorpora el sistema duplex, que permite dosificar dos productos distin-
tos al mismo tiempo, con caudales independientes, o duplicar el caudal de un
mismo producto. Existen modelos autorregulables en los que la dosificación se
va ajustando para conseguir que la mezcla de agua y producto mantenga cons-
tante un determinado valor: pH, conductividad eléctrica, cloro residual, tempe-
ratura etc. Un sensor introducido en la tubería de impulsión envía señal a un
analizador-transmisor y éste transmite la corriente, proporcional a la medida.
El grupo de regulación compara la señal recibida con el punto de consigna se-
leccionado y acciona un servomotor que modifica la carrera del pistón.
Aunque el caudal inyectado se mantenga constante, su proporción en la
mezcla con el agua de riego puede ser variable si también lo es el caudal de
agua. Existen dosificadores que mantienen constante dicha proporción, aco-
plando al dosificador un programador de dosis que opera en función de los
pulsos recibidos por dos caudalímetros, uno de agua y otro del líquido inyec-
tado.
Es conveniente colocar la bomba en carga, por debajo de los depósitos de
fertilizantes, para evitar que tanto en la bomba como en la aspiración se pro-
duzcan precipitados que podrían obturar los emisores. Esta ubicación tiene el
riesgo de que, con el dosificador parado, la tubería de impulsión quede en de-
presión, con lo que se sifonaría el fertilizante, lo que no sólo supondría una
pérdida de dinero, sino que podría ocasionar daños en los cultivos. Para evitar
este riesgo se coloca una válvula antisifónica en la tubería de descarga, de for-
ma que se requiera una presión mínima de I atm para su apertura.
En las bombas alternativas la inyección no se produce de forma continua,
sino por pulsos. Ello puede provocar ondas de presión que ocasionan vibracio-
nes y errores en los caudalímetros. Cuando se presentan estos problemas, se
pueden suavizar instalando en la impulsión una derivación con un calderín
neumático cargado con aire comprimido.
Cuando la impulsión está excesivamente estrangulada. los dosificadores
pueden generar presiones peligrosamente altas, por lo que deben ir
provistos de una válvula de seguridad.
La principal ventaja de estos dosificadores es la citada posibilidad de regu-
lación del caudal y la facilidad con que su accionamiento se incluye en los
pro- gramadores electrónicos. Los inconvenientes son la necesidad de
suministro eléctrico y el precio.

b) Dosificadores hidráulicos
Un dosificador hidráulico es una bomba constituida por una pequeña cámara
que alternativamente se llena y vacía, accionada por la presión de la red de riego
(Fig. 11.8). Cuando la cámara se llena. el dosificador succiona abono de un
depósito y cuando se vacía, lo inyecta en la red.
El dosificador se coloca en paralelo con la tubería de riego, preferiblemente
entre dos puntos donde haya una cierta diferencia de presión (regulador de

Figura 11.8.

Dosificadorhidráulico (TMB).
presión, filtro, etc.). Algunos modelos necesitan una presión mínima de 2 atm ..
lo que puede ser un inconveniente, sobre todo en riegos de muy baja presión.
Pueden trabajar hasta con presión de 8 atm. El circuito que proporciona el agua a
presión para accionar el dosificador continúa en una tubería de drenaje, por la
que se pierde un volumen de agua de aproximadamente el doble del fertilizante
inyectado.
Cada «embolada» inyecta un volumen constante, pero variando el ritmo de
emboladas se puede modificar el caudal inyectado. Para ello se regula la válvula
del circuito de accionamiento: cuanto más abierto esté mayor es la presión y más
rápido el ritmo de emboladas. Además, colocando en dicho circuito una válvula
volumétrica, se puede interrumpir la aplicación de abono cuando se ha inyectado
el volumen deseado.
Los inyectores hidráulicos presentan las siguientes ventajas:
l. No necesitan más fuente de energía que la presión de la red.
2. Se puede regular el caudal, normalmente entre 20 y 300 1/h. Para cauda-
les mayores se pueden instalar varios dosificadores, aunque también hay
modelos que llegan hasta 1.200 1/h.
3. Son fácilmente portátiles. El modelo de la figura 11.8 pesa 16 kg.
4. No provoca pérdida de carga en la red de riego.
Entre los inconvenientes figuran:
1. Necesitan una presión mínima de 2 atm.
2. Elevado precio.

3.2.4. Otros sistemas de inyecciónde


abonos
Los sistemas más desarrollados utilizan como inyectores algunos de los apa-
ratos descritos, y la sofisticación reside en la programación de su accionamien-
to.
El caso más simple consiste en el empleo de relojes eléctricos que, en combi-
nación con el riego, accionan la bomba dosificadora o unas electroválvulas que
inician la aplicación de abonado. Con este sistema no se mide el volumen de
abono aplicado, sino únicamente el tiempo que dura la inyección, lo que tiene el
inconveniente de que si, por cualquier causa, varía el caudal de abono inyectado,
varía también la cantidad total de fertilizante aplicado.
Un sistema muy perfeccionado consiste en el empleo de un ordenador que se
aprovecha para programar el riego y el abonado conjuntamente. El final del riego
y del abonado se puede ordenar cuando ha pasado la cantidad deseada midiéndo-
la en contadores. Una instalación de este tipo presenta el inconveniente de su
elevado precio, al que hay que sumar las instalaciones anejas de electroválvulas,
transmisores de datos, etc., lo que hace que su empleo sólo se justifique en ciertos
casos, y desde luego para superficies importantes. No obstante, cada vez se
instalan más.
En el otro extremo de la sofisticación existen soluciones muy sencillas que
funcionan satisfactoriamente. Un caso es el que muestra la figura 11.9.
pósito de abono

Figura 11.9.
Aplicación de abono e11 fa aspiración de fa bomba.

Del depósito de abono parte un rnicrotubo que termina junto a la válvula


de aspiración de la bomba de riego. Un goteador, que puede consistir en una
simple válvula de paso, regula el caudal del abono. El goteador se abre ma-
nualmente cuando la bomba está regando, o bien se intercala en el microtubo
una electroválvula que se abre sólo cuando la bomba de riego funciona, o con
un determinado retraso respecto a su arranque. En el depósito se coloca la can-
tidad de abono a añadir en cada riego, y su aplicación se regula de forma que
el depósito se vacíe aproximadamente en el tiempo deseado, antes de terminar
el riego. El rnicrotubo no se puede conectar a la tubería de aspiración porque al
vaciarse el depósito, la bomba aspiraría aire, a menos que se instale algún sis-
tema de cierre que lo impida.

3.2.5. Criterios de elección


Como se ha visto, existe gran variedad de procedimientos de aplicar abonos a
la red de riego. En este apartado vamos a tratar de los criterios a considerar para
elegir entre ellos, lo que en cierto modo es un resumen de lo anteriormente
expuesto. Los criterios de elección son:
Precio. El tanque y el inyector venturi son baratos. Los dosificadores, tanto
eléctricos como hidráulicos son más caros. En cada caso concreto habrá que
valorar el coste de las diferentes alternativas.
Fuente de energia. Los dosificadores eléctricos sólo se pueden instalar cuando
se disponga de esta fuente de energía. Los tanques de abonado, inyectores venturi
y dosificadores hidráulicos aprovechan la presión hidráulica de la red de riego.
Presión disponible.Algunos dosificadores hidráulicos necesitan presiones del
orden de 2 atm.
Automatizacion. Aunque esta materia se estudiará con más detalle en el
capítulo 13, digamos ahora que la automatización es muy fácilen los dosificado-
res eléctricos, realizando una programación por tiempo que no exige que se visite
a diario la instalación. Los demás sistemas también se pueden dosificar por
tiempo, utilizando electroválvulas, pero ello requiere disponer de energía eléctri-
ca, cuya falta es precisamente la causa más frecuente de elegir estos sistemas de
fertirrigación.
Si la automatización se hace sin energía eléctrica hay que recurrir al empleo
de válvulas volumétricas o conformarse con fertirrigar siempre que se riegue. Eh
el primer caso es necesario visitar la instalación una vez cada riego. En el caso del
tanque dicha visita es necesaria además para reponer el abono. La automatiza-
ción del abonado con tanques se complica por la falta de homogeneidad de la
concentración aplicada.
Capacidad del sistema. El sistema elegido debe poder inyectar un caudal
del orden de 700 ppm (0,7 litros de solución por m3 de agua de riego),
aunque conviene disponer de una mayor capacidad para algún tratamiento
especial.
Concentración. La concentración del tanque es decreciente con el tiempo, lo
que constituye su mayor inconveniente. Los demás sistemas mantienen la con-
centración constante si el caudal de riego no varía.
Otros criterios. Otrascuestiones a tener en cuenta son el que los materiales no
sean corrosivos o frágiles, la posibilidad de trasladarlos a distintos puntos de la
red, y el que requieran un servició de mantenimiento que esté disponible fácil-
mente.
CAPITULO 12

APARATOS DE CONTROL Y MEDIDA

1. Contadores

Existe gran variedad de contadores de agua, algunos de los cuales no cumplen


un requisito muy importante: además de medir el caudal instantáneo deben ser
totalizadores. Otros requisitos a tener en cuenta en la elección de un contador
son la precisión, sensibilidad al aire e impurezas del agua, pérdida de carga que
ocasionan y por supuesto, su coste. De los muchos tipos existentes vamos a
describir los siguientes:
- Contador Woltman.
- Contador proporcional.
- Rotámetro.
- Contador de ultrasonidos.
- Contador electromagnético.
Asimismo trataremos brevemente de la transmisión de los datos de los conta-
dores.

1.1. Contador Woltman

Los contadores tipo Woltman tienen una larga tradición en la medición de


fluidos. Consisten en una carcasa en cuyo interior un molinete gira con una
velocidad que es función de la del agua. Un tren de ejes y engranajes transmite el
giro del molinete a un dial en el que se puede medir el caudal instantáneo y el
totalizado. Pueden ser de hélice axial o vertical.
En los de hélice axial (Fig. 12.1 ), el eje del molinete es paralelo a la tubería. Se
pueden instalar en tuberías horizontales, verticales o de cualquier inclinación. Se
fabrican en una amplia gama de diámetros, desde 50 mm hasta diámetros del
orden de 2 metros.

347
Figura 12.1.
Contador Woltman de hélice axial (Kent).

Un inconveniente de los contadores de hélice axial es que su funcionamiento


se ve afectado por los remolinos que pueden formarse en la vena líquida; para
evitarlo hay que instalar en la entrada un tramo recto del orden de 20 veces el
diámetro, longitud que se puede reducir a aproximadamente 8 veces el diámetro
instalando un estabilizador de circulación. En la salida no es necesario tramo
recto de tubería.
Los de hélice vertical tienen el eje del molinete perpendicular a la tubería.
Sólo pueden instalarse en tuberías horizontales y frente a los de hélice axial
tienen la ventaja de que no necesitan tramo recto a la entrada. Como desventajas
figuran una mayor pérdida de carga y la menor gama disponible de diáme-
tros.
Los contadores de hélice vertical forman parte de un elemento muy utilizado
en RLAF, la válvula volumétrica, por lo que nos remitimos a la descripción de
este aparato para mostrar una figura del contador.
En la elección de un contador Woltman, axial o vertical, interesa conocer la
pérdida de carga admisible y el caudal mínimo de funcionamiento, así como
algunas restricciones relacionadas con el caudal (máximo instantáneo, máximo
mensual, máximo diario trabajando 1 O horas/día, 24 horas/día, etc.), Estos
contadores tienen una precisión del orden del 2 por 100 y crean unas pérdidas de
carga de 1 a 4 m. Su coste es del orden del doble de los contadores proporcionales.
En su instalación conviene elegir puntos bajos, para evitar la acumulación de
aire, que falsearía las mediciones y aceleraría el desgaste. Si el agua contiene
impurezas puede ser conveniente instalar un filtro.

348 348
3483 3483
~--

Figura 12.2.
Contador proporcional(Schlumberger).

1.2. Contador proporcional


El contador proporcional funciona de la forma siguiente (Fig. 12.2): el agua
que circula a través del contador pasa por dos cámaras, a y b. En la cámara b, la
tobera T produce un estrechamiento, lo que ocasiona un aumento de la veloci-
dad y en consecuencia una disminución de la presión. Por tanto la presión en a es
superior a la presión en b. El contador (e) está conectado en paralelo a ambas
cámaras, de forma que la diferencia de presión (P8 - Pb) hace que circule agua
por él. Cuanto mayor es el caudal en la tubería, mayor es la depresión y el caudal
derivado por el contador: lo que éste mide es proporcional a lo que circula por la
tubería. La medición se produce por medio de una turbina y un juego de
engranajes que integran el factor de proporcionalidad, de forma que en el dial se
puede medir el caudal instantáneo y el totalizado que pasa por la tubería. El
contador es muy sensible a las impurezas, por lo que al principio del circuito
paralelo suele llevar un filtro (F).
Los contadores proporcionales son algo menos precisos que los Woltman y
producen una pérdida de carga del mismo orden. La gama de fabricación va de
50 a 500 mm. En su elección se deben seguir los criterios descritos para los
contadores Woltman.
En cuanto a la instalación deben evitarse los puntos de posible acumulación
de aire. El dial debe encontrarse en un plano horizontal. Aguas arriba y aguas
abajo del contador debe instalarse un tramo recto de tubería del mismo diámetro
y de longitud igual como mínimo a la del contador, sin ningún elemento que
provoque turbulencias, tales como válvulas, codos, cambios de sección, tes, etc.

1.3. Rotámetro
El rotámetro (Fig. 12.3) consiste en un tubo transparente de forma suave-
mente cónica, que se intercala en un tramo vertical en serie con la tubería cuyo
caudal se quiere medir. El cono es más estrecho en su extremo inferior y contiene
un «flotador», normalmente de acero inoxidable. El paso del agua desplaza al
flotador hacia arriba, basta alcanzar una altura que depende del peso del flotador
(Pr) y del empuje (E} que en él provoca el agua. Dicho empuje es función de la
velocidad, que a su vez depende de la sección de paso (Ac), que por tratarse de
una conducción cónica es variable con la altura. Por tanto, a cada altura de
equilibrio del flotador corresponde una velocidad de agua y un caudal. El rota-
metro lleva grabada una escala en el cilindro transparente, lo que permite leer
directamente el caudal. En otros modelos el flotador lleva incorporado un imán
permanente que transmite sus posiciones a una aguja indicadora, que es la que
señala el caudal sobre una escala graduada.
Los rotámetros se utilizan para la lectura directa de caudales que van desde
máximos de 1 1/h hasta máximos de 50.000 1/h, aunque bajo pedido se pueden
fabricar de más capacidad. Aplicando el principio del contador proporcional se
pueden instalar en tuberías de cualquier diámetro y medir cualquier caudal. Su
precisión es del orden del 1-2 por J 00 del máximo de la escala.
Los rotarnetros deben instalarse completamente verticales; variaciones del
orden de 5-10º provocan errores del orden del l O por l OO. El agua no debe
contener impurezas que alterarían la medición, por lo que en caso necesario debe
ser previamente filtrada. También se deben evitar las turbulencias, para lo cual
los fabricantes facilitan instrucciones de montaje.

350 35
03
:wE ;
' Pr ,
r. 1 t
1

1
... 1

Figura 12.3.
Rotámetro (Tecfluid).

Un inconveniente de estos contadores es que informan del caudal instantá-


neo, pero no del totalizado, a menos que sean del tipo de imán, en cuyo caso
pueden transmitir eléctricamente los datos a un totalizador.

1.4. Contador de ultrasonidos


El principio del funcionamiento del contador de ultrasonidos se describe
con ayuda de la figura 12.4. Asimismo en la figura 12.5 se muestra un
contador de este tipo.
El contador consta de dos sensores de ultrasonidos y un convertidor/
transmisor. Los sensores van a cada lado de la tubería, formando un angulo e
con
ella, pero alineados entre sí. Cada sensor alternativamente emite y recibe pulsos,
con una frecuencia de 150 por segundo en cada dirección. En una dirección la
circulación del agua facilita la transmisión del ultrasonido, mientras que en la
otra dirección la retarda. Cuando la transmisión se produce en el mismo sentido
que el flujo, el tiempo que tarda en recibirse el pulso es:
TI = D
v ·-veos e (!)
C+V'
Figura 12.4.

Cantador de ultrasonidos. Principio de funcionamiento.

donde C es la velocidad de propagación del sonido en el agua y V la velocidad del


agua.
La transmisión en el sentido opuesto al flujo requiere un tiempo:

T2 = D (2)
C-V'

La frecuencia (F) es la inversa de T:


F- C+V' . C-V'
F =---
D
' D , 2

V= (F1- Fz)D
(3)
2 cose

El contador registra las frecuencias F1 y F2 y en función de D y 9, que son


constantes para cada aparato, calcula V, que multiplicada por la sección da el
caudal.
La presencia de burbujas de aire, sólidos, etc. en el agua afecta a la velocidad
de transmisión de los ultrasonidos y por tanto a la medida del caudal. Este
inconveniente ha sido solventado en algunos modelos que pueden funcionar con
sólo el 2 por 100 de los pulsos emitidos, de forma que aunque el 98 por 100 de
ellos se pierda por las impurezas del agua, el resto permite la medición del caudal.
Los datos pueden ser registrados o enviados a un programador de riego. El
contador puede medir caudal instantáneo y totalizado.
Figura 12.5.

Contador de ultrasonidos {Sparling).

Los contadores de ultrasonidos tienen una precisión del orden del 1 por 100 y
pueden medir velocidades entre 0,3 y 5 m/sg. o se obstruyen ni producen
pérdidas de carga adicionales a las de la tubería. La alimentación es a baja
tensión, normalmente 24 voltios, y la potencia necesaria es del orden de 20 - 30
vatios. Se fabrican en diámetros entre 75 y 1.200 mm. aunque se pueden adaptar
fácilmente a cualquier diámetro de tubería. El coste del contador es independien-
te del diámetro. Actualmente en España son competitivos a partir de diámetros
del orden de 300 mm.
En su instalación hay que colocar un tramo tranquilizador aguas arriba de
longitud unas l O veces el diámetro, y otro aguas abajo de 3 a 5 veces el
diámetro.
Hay modelos portátiles que se pueden instalar sólo mientras dura la medición,
perforando la tubería y tapándola después, para lo que hay distintas soluciones
según se trate de tubería de acero, hormigón, etc.

1.5. Contador electromagnético


Los contadores electromagnéticos (Fig. 12.6) constan de un tubo metálico
recubierto de un material aislante eléctricamente, resistente a la corrosión (ebo-
nita, teflón, etc.), que externamente lleva unas bobinas creadoras de un campo
magnético B. Este campo (Fig. 12.7) induce un potencial en el agua, para lo cual
353 353
3533
Figura 12.6.

Contador elearornagnético (Fischery Poner).

es necesario que ésta tenga una conductividad eléctrica como mínimo de 5


µmhos/cm. Dicho potencial se mide por medio de los electrodos E, situados en la
superficie del aislante, o por electrodos capacitativos internos, que no están en
contacto con el liquido. El potencial, de corriente alterna, es proporcional a la
velocidad del agua, aproximadamente 1 mV por cada m/sg. Un convertidor
eléctrico amplia el potencial y genera una señal de salida en mA de e.e. o en
impulsos, que puede ser recibida en los instrumentos indicadores, registradores,
totalizadores, etc.
Los contadores electromagnéticos son de gran precisión, del orden del 0.5 %
del máximo de la escala. No producen pérdida de carga. Se fabrican en diámetros
desde 2,5 mm hasta 2 m, que pueden medir caudales entre 0,2 1/min y 30 m3/sg.
Necesitan tramos tranquilizadores de 3 a 4 veces el diámetro. Su principal
inconveniente es el coste, que es proporcional al diámetro. Compiten con los de
ultrasonidos hasta diámetros del tipo de 600 mm, a partir del cual los electromag-
néticos son más caros. También son costosas las revisiones.

1.6. Transmisión de datos de los contadores


En la programación de riego por volúmenes, como veremos más adelante, se
corta el riego cuando se ha utilizado una cantidad de agua previamente estableci-
da. La automatización de esta operación requiere que el aparato programador
del riego reciba información de las lecturas de los contadores. Algunos tipos de
Figura 12.7.

Principio del contador electromagnético.

contadores, como el descrito de ultrasonidos o el electromagnético, llevan incor-


porado el sistema de transmisión de datos, pero en los convencionales no ocurre
así normalmente.
Algunas casas fabrican contadores convencionales que además transmiten los
datos eléctricamente (Fig. 12.8). Para ello, la esfera giratoria del contador lleva
un imán que en cada vuelta cierra una vez un circuito eléctrico, creando un
impulso que se puede transmitir por cable a grandes distancias. Cada impulso
recibido en el programador equivale por tanto a la cantidad de agua correspon-
diente a una vuelta de la esfera. Los contadores llevan varios tipos de esferas que
miden litros, decalitros, hectólitros, m3, etc. y en ellas se pueden colocar imanes
de 1, 2 ó 4 polos, obteniendo una amplia gama de impulsos.

2. Manómetros

Más que la descripción de los mecanismos de los manómetros, consideramos


de interés algunos comentarios sobre su utilización en RLAF.
En primer lugar hay que tener en cuenta el error de calibrado de los manóme-
tros, tanto el de origen como el que se ocasiona con las vibraciones a que están
sometidos. Este error afecta a la presión absoluta pero no a las presiones diferen-
ciales, que con frecuencia son los datos que interesan, como es el caso de la
limpieza de los filtros. En consecuencia, es conveniente instalar tomas de manó-
metro de conexión rápida y utilizar el mismo manómetro para la lectura en los
distintos puntos. En algunos casos puede ser útil mantener el manómetro perma-
nentemente instalado en un by-pass con una válvula de 3 vías y seleccionar
manualmente el punto cuya presión se desea conocer.
Figura 12.8.
Contador con emisor de impulsos (Kem).

Los puntos en que deben instalarse los manómetros en el cabezal se describie-


ron en el capítulo 7. Otros puntos de la instalación donde interesa conocer
la lectura es en el origen de las subunidades, después del regulador de
presión. Tanto para el ajustado de los reguladores como para la evaluación de
instalacio- nes es de gran utilidad medir la presión al final de los laterales, lo
que es muy sencillo de hacer introduciendo la toma del manómetro en la
propia tubería, previa adecuación de dicha toma al diámetro de los laterales.

3. Reguladores de presión

En rigor, el término regulador de presióndebe aplicarse a los mecanismos


que mantienen la presión aproximadamente constante, en unos casos aguas
arriba del regulador y en otros aguas abajo. En el primer caso se denominan
sostenedo- res de presión y en el segundo reductores de presión. Sin embargo,
en' la práctica del riego localizado y también en otros sistemas como aspersión,
se denominan reguladores a una sola de las dos variantes, concretamente a los
reductores de presión. Nosotros vamos a respetar dicha costumbre.
La regulación de la presión puede tener dos finalidades distintas:
1.ª Mantener la uniformidad del riego. El caso típico es el de los reguladores
que se instalan al principio de cada subunidadde riego.

356 356
2.ª Proteger las instalaciones contra presiones excesivas, ahorrando el
mayor coste de instalar elementos de un timbraje más alto.
Los reguladores pueden ser exclusivamente dinámicos o realizar también una
regulación estática. En el primer caso sólo actúan cuando el agua está circulando.
Los de regulación estática se cierran cuando no hay caudal en la conducción;
pueden ser necesarios en instalaciones sometidas constantemente a presión,
como es el caso de las conectadas a depósitos, redes comunitarias de riego, etc.
Existen muchos tipos de reguladores de presión:
- De muelle.
- De nivel hidráulico.
- Derivados de la válvula hidráulica.
- De gran diámetro.
Los derivados de la válvula hidráulica se describen más adelante. Los otros
tres se estudian seguidamente.

3.1. Regulador de muelle


El regulador de muelle es el de uso más extendido en RLAF, sobre todo los
de pequeño diámetro, que se instalan al principio de las subunidades. Consiste
(Fig.
12.9) en una carcasa (1), generalmente de polipropileno o latón, que aloja un
obturador (2) empujado por un muelle. El muelle tiende a mantener al obtura-
dor en la posición de máxima apertura. La presión aguas abajo actúa sobre la
superficie A en sentido opuesto al muelle y tiende a cerrar el paso del agua. La
presión aguas arriba no afecta al desplazamiento del obturador, ya que actúa
sobre las caras B y C, contrarrestándose sus efectos.
Cuando la presión aguas abajo es menor que la de regulación, el muelle
mantiene abierto el obturador y el agua pasa con una ligera pérdida de carga.
Cuando aguas arriba llega una presión muy alta, se transmite momentáneamente
aguas abajo, donde actúa sobre el obturador creando una fuerza que supera a la
del muelle: el obturador se cierra parcialmente y la pérdida de carga aumenta
hasta que la presión aguas abajo disminuye hasta el valor de regulación. Todos
los reguladores presentan una cierta histéresis debido al rozamiento de sus piezas
móviles.
Se puede variar la gama de presiones a que actúa cada regulador colocando
distintos muelles; algunos modelos permiten el reglaje mediante un tomillo (4,
Fig. 12.9) que varia el tensado del muelle.
Es conveniente que se pueda suprimir momentáneamente la acción de regu-
lación, consiguiendo altas presiones aguas abajo, lo que puede ser útil para la
desobturación de los emisores. Algunos reguladores permiten esa operación; en
otros hay que realizarla accionando el tornillo de reglaje, lo que presenta el
inconveniente de que después de la limpieza hay que volver a ajustar el regula-
dor.
Además de las características citadas de posibilidad de regulación y apertura
para limpieza, en la elección de un regulador hay que tener en cuenta los
siguientes factores:
A

Figura 12.9.
Regulador de presión de muelle.

- Presión nominal si no es regulable, y si lo es, límites máximo y mínimo


de presión.
- Rango de caudales. Algunos modelos necesitan un caudal mínimo de
cierta importancia para empezar a actuar, y todos, naturalmente, presen-
tan un límite máximo de caudal.
- Precisión, que debe estar comprendida entre ± 7 por 100 de la presión no-
minal.
Los reguladores de muelle se fabrican en diámetros de hasta 250 mm. En
RLAF son de uso muy frecuente los de diámetro entre 25 y 63 mm, que pueden
regular presiones desde 0,2 hasta 8 atm.

3.2. Reguladores de nivel hidráulico


La casa NTR de Huelva ha desarrollado este regulador, al que denomina
RAP, y que es de aplicación a riegos de muy baja presión (hasta 2,00 m.c.a.),
aunque podría aprovecharse para presiones algo mayores. Las bajas presiones
citadas pueden utilizarse en el riego por exudación en determinadas condiciones:
Contrapes
o

terciaria

s:;p
)
.t,

Figura 12 10
R egulad.or de presiónd.e ni.v· el ·htid.ráu- lico
(NTR).
359 359
3593
poca presión disponible y terrenos con muy poco desnivel (ver Cap. 8, ap, 5.3.).
Como muestra la figura 12.10, el regulador consta de una válvula y un
depósito conectado con la salida aguas abajo. Ambas piezas, válvula y depósito,
están unidas por medio de una balanza de forma que cuando el depósito está
lleno de agua hasta una cierta altura, pesa menos que el contrapeso, y la balanza
gira cerrando la válvula. Cuando el depósito está vacío, el contrapeso gira la
balanza en sentido contrario y la válvula se abre.
La altura del depósito sobre el suelo es la máxima presión que se consigue
aguas abajo. En efecto, cuando la presión aguas arriba es inferior a dicha altura
(posición a), el agua no llega al depósito y el contrapeso mantiene abierta la
válvula. La presión aguas abajo es igual a la de aguas arriba menos una ligera
pérdida de carga en la válvula. Cuando la presión aguas arriba es superior a la
altura del depósito (posición b), éste se llena de agua y su peso mantiene la
válvula cerrada. En esa situación la presión aguas abajo sigue siendo la altura del
depósito y-el riego continúa con el agua almacenada en él, hasta que se vacía lo
suficiente para que la válvula vuelva a abrirse. En la práctica, la válvula se
mantiene en una posición intermedia (posición e), dejando pasar el agua de
forma continua y creando una pérdida de carga igual a la presión aguas arriba
menos la altura del depósito.
La presión aguas abajo se regula variando la altura del depósito. Este regula-
dor es de una precisión prácticamente perfecta, ya que la presión se puede ajustar
al centímetro. Además, dicha presión es independiente del caudal. Adolece de
que la presión máxima aguas abajo es sólo de unos metros (normalmente
2,00 m).

3.3. Reguladores de gran diámetro


Los reguladores anteriormente descritos no suelen superar diámetros del
orden de 250 mm, mientras que para el riego de grandes extensiones, frecuentes
en España en riegos comunitarios, se necesitan a veces diámetros mucho mayo-
res. Los dos tipos que describimos a continuación cubren la gama 150-1.500
mm, aunque bajo pedido se pueden construir de mayores diámetros.

Regulador de
contrapeso
Como muestra la figura 12.11, el regulador consta de un obturador que
provoca una pérdida de carga de forma que la presión aguas abajo se mantiene
constante.
En la figura se indica con una trama clara la zona sometida a la presión aguas
arriba, y con trama más densa la de aguas abajo. El obturador tiene una forma
especial de manera que la presión aguas arriba aplicada en una cara se contrarres-
ta con la misma presión en la cara opuesta, con lo que dicha presión no intervie-
ne en el movimiento del obturador. Este depende sólo de dos factores:
a) Un contrapeso que tiende a abrirlo, aplicando al obturador una fuerza F
hacia arriba.
b) La presión P aguas abajo, que por medio de un tubo (T) se aplica sobre la
Contrapeso

Figura 12.1 l.
Regulador de presión de contrapeso (Lezier).

cara superior de un pistón, solidario con el obturador, a los cuales empu-


ja hacia abajo con una fuerza P.S, siendo S la superficie del pistón.
El pistón se desplaza en el interior de una cámara a la que divide en dos
partes; la superior, como ya se ha dicho, está sometida a la presión P; la inferior
está en contacto con la atmósfera para permitir el desplazamiento del pistón.
Cuando la presión aguas abajo es superior a la de regulación (P.S > F), el pistón
se desplaza hacia abajo disminuyendo la sección de paso del agua y creando una
mayor pérdida de carga, lo que hace que P disminuya. Al contrario ocurre
cuando P es menor que lo deseado.
Para disminuir el golpe de ariete se regula la velocidad de paso del agua por el
tubo T, por medio de la llave R. La presión de regulación se puede modificar
desplazando el contrapeso a lo largo de su brazo o cambiándolo por otro de peso
distinto.

Regulador de ca/derín
Este regulador funciona igual que el de contrapeso con la diferencia de que la
acción de apertura no la realiza el contrapeso, sino un calderín que contiene agua
a presión.
En la figura 12.12 se muestra el esquema de este regulador. Aguas arriba del
mismo sale un tubo T con dos derivaciones, una al calderín y otra que, atravesan-

361
36136
1
solido del tubo T

eje

Figura 12.12.
Reguladorde presión de calderin (Lezier).

do el eje, se comunica con la cara inferior del pistón. La llave RA2 de este tubo se
abre solamente para el llenado del calderin y posteriormente permanece cerrada.
El calderín se regula a la presión que se desea mantener aguas abajo, y el
obturador se abre más o menos hasta que se igualan las presiones en la cara
inferior del pistón (igual a la del caldcrín) y en la cara superior (igual a la presión
aguas abajo).
Tanto el regulador de contrapeso como el de calderín pueden transformarse
fácilmente en sostenedores de presión.

4. Limitador de caudal

Es un aparato que mantiene constante el caudal aguas abajo. a un valor que se


llama caudal nominal del limitador. Cuando el caudal que llega al aparato es
menor que el nominal, deja pasar la totalidad; cuando el caudal es mayor, el
)imitador reduce automáticamente la sección de paso, haciendo que no se supere
el valor nominal. Su funcionamiento responde a un principio distinto que el de
los reguladores de presión. Estos actúan en función de la presión aguas aniba
(sostenedores de presión) o aguas abajo (reductores de presión). En cambio los
limitadores de caudal actúan en función de la diferencia de presión a ambos
lados del )imitador.
Existen varios tipos de limitadores de caudal. En RLAF los más utilizados son
los de diafragma. Hay otros modelos, de muelle o derivados de válvulas hidráuli-
cas. El uso de estos aparatos está muy indicado en riegos comunitarios, para
adecuar el caudal de las tomas a la superficie a regar.
Un caso especial de !imitador de caudal es el mecanismo que llevan incorpo-
rado los emisores autocompensantes, descrito en el capítulo 8.
Figura 12.13.

Limitador de caudal de diafragma.

4.1. Limitador de diafragma


En la figura 12.13 se muestra un limitador de diafragma que consta de un
manguito de fundición en cuyo interior se aloja un diafragma deformable de
caucho, con una abertura central. Cuando pasa un caudal inferior al nominal el
diafragma no se deforma y pasa todo el caudal (l). Cuando el caudal supera al
nominal, la correspondiente presión deforma el diafragma reduciendo el diáme-
tro de la abertura (2) y disminuyendo el caudal hasta ajustarlo al valor nominal.
En la figura 12.14 se muestra una sección del diafragma, de diámetro exterior
D e interior d; la presión aguas arriba es PI y aguas abajo P~.
La velocidad del agua en la abertura es proporcional a ..jflP:
V= C -J 2gP (4)
n:d2
S=-
4

Q =V. s = 1tC[Ji'(d2-./M)
4 (5)
Diafragmo

A berturo

Flujo

Figura 12.14.
Limitador de caudal de diafragma. Sección.

Para que el caudal se mantenga constante es necesario que lo sea también


d2-jKP, o lo que es lo mismo:

d" = cte (6)


.1P

Si las características del caucho y las dimensiones del diafragma son tales que
se cumple la condición (6), el caudal sé mantiene constante. En la práctica esa
condición no se cumple exactamente y los )imitadores de diafragma presentan
variaciones del orden del 20 por I QO del caudal nominal. A este inconveniente se
añade que el diafragma, como todos los materiales de caucho, experimenta un
envejecimiento que disminuye aún más la exactitud del )imitador. No obstante
estos inconvenientes, el uso de los limitadores de diafragma está muy extendido
por el reducido coste de estos aparatos.
Dento de este tipo de !imitadores existen variantes que no se refieren al
principio de su funcionamiento, sino a la forma de inserción en la tubería o a
algunas características del diafragma:
Micro/imitadores (Fig, 12.15). Corresponden a pequeños diámetros (menos
de 30 mm) y se pueden unir a la tubería mediante rosca ( 1) o enchufados en tubo
de polietileno (2). Debido a su reducido coste los microlimitadores se instalan
frecuentemente en paralelo, aumentando la gama de caudales limitados.
De disco. Corresponden a diámetros medios (60-100 mm) y se puede insertar
entre dos bridas (Fig. 12.16-1 ).
De manguito. Para diámetros de 150-200 mm. Las bridas del manguito se
unen a las de la tubería (Fig. 12.16-2).
Figura 12.15.
Microlimitadores de caudal.

Otra variante es el limitador de diafragma de luz múltiple, en el que el


diafragma lleva varias aberturas, lo que disminuye· las diferencias respecto al
caudal nominal a un 15 por 1 OO.

4.2. Limitador de muelle


El principio del funcionamiento de estos limitadores se describe con ayuda de
la figura 12.17.
Figura 12.16.

Limitadores de caudal (Schlumberger).

El cuerpo del !imitador tiene un diámetro «D» variable. En su interior, un


disco de diámetro «d» obtura parcialmente el paso del agua. Un muelle empuja
al disco contra el sentido del flujo.
P, D n
Flujo

Figura 12.17.
Limitador de caudal de muelle. Sección esquemática.

La velocidad es proporcional a . . ¡M:

(7)

La sección de paso es variable según la situación del disco:

S = ~(02- d2)
4 (8)

(9)

Para que el caudal sea constante. debe cumplirse:

(10)

Para cada posición de equilibrio del disco se cumplirá además:


F
LlP=-
A ( 11)
siendo:
F = fuerza ejercida por el muelle

A(área del disco) - n:d2


4
Figura 12.18.

Válvula de tres vías (Bermad).

El valor de Fes una característica del muelle, y es proporcional a su desplaza-


miento. Para cada punto l, 2, 3 ... se conoce la fuerza del muelle, lo que permite
calcular .1.P según (l l ), y en función de .1.P, a partir de (10) se puede calcular D.
El cuerpo del !imitador se construye con el valor de D calculado para cada posi-
ción.
Una característica de los limitadores de caudal de muelle (y también de los de
diafragma) es que no son regulables. A cada muelle o diafragma corresponde un
caudal nominal, que sólo se puede modificar sustituyendo el elemento elástico.
Los limitadores de muelle son de más precisión que los de diafragma y se
fabrican en diámetros mayores.

4.3. Otros limitadores


Existen limitadores de caudal que resultan de la combinación de una válvula
hidráulica con otros mecanismos. Más adelante, al estudiar los derivados de la
válvula hidráulica, se describirán esos !imitadores.

5. Válvula multivías

La válvula multivías es un aparato provisto de varias salidas que pueden


conectarse entre sí en distintas combinaciones. Existen válvulas multivías de
diafragm
a

Figura 12.19.
Válvula de tres vías. Sección.

accionamiento manual, pero las utilizadas en los automatismos son las que
actúan en respuesta a una orden hidráulica. Describimos aquí la válvula de 3 vías
y en el capítulo 13, al tratar del riego secuencial, se estudiará la de 5 vías.
La figura 12.18 muestra una válvula de 3 vías y en la figura 12.19 se ve una
sección esquemática de la misma.
La válvula consta de una parte inferior donde están las tres salidas (C, V y P) y
un eje que continúa en la parte superior, aislada de la inferior. La parte superior
está separada por medio de un diafragma en dos espacios, cada uno de los cuales
tiene dos aberturas. La E está en contacto permanente con la atmósfera, para
permitir el movimiento del diafragma. La abertura D puede recibir una orden
hidráulica por medio de un tubito que no se ha dibujado en la figura. Un muelle
empuja el diafragma hacia abajo.
El eje tiene un estrechamiento en una zona (Fig. 12.20) que permite el paso
del agua. Cuando por D llega una presión insuficiente, el muelle empuja hacia
abajo al eje, que penetra en la salida P cerrándola. Asimismo el eje atraviesa el
conducto que une C con Y, pero en esa zona del eje va el estrechamiento, lo que
permite la conexión C-V (Fig. l 2.20a).
Cuando por D llega una presión alta, el eje se desplaza hacia arriba, abriendo
la salida P que se pone en contacto con C, mientras que el propio eje obtura la
conexión C-V (Fig. 12.20b). En una posición intermedia todas las salidas están
desconectadas (Fig. 12.20c).
La salida V es libre, es decir, está en contacto con la atmósfera. La salida P
está en contacto con agua a presión. La salida C se suele conectar con el mecanis-
mo que se pretende regular, por ejemplo una válvula hidráulica, como veremos a
continuación.
1
V
e e

p p p

Figura 12.20.
Funcionamiemo de una válvula de tres vias.

6. Válvula hidráulica

Una válvula hidráulica es un mecanismo que abre o cierra el paso del agua en
respuesta a una orden hidráulica o neumática. En combinación con otros
meca- nismos puede actuar como regulador de presión, !imitador de caudal.
válvula volumétrica, etc. Mediante la adición de un solenoide puede respondera
órdenes eléctricas en vez de hidráulicas. Es por tanto un elemento esencial en
muchos automatismos, lo que .justifica que nos detengamos brevemente en su
estudio.
Las válvulas hidráulicas pueden ser de dos tipos:
- Normalmente abiertas, que se cierran al recibir la orden hidráulica.
- Normalmente cerradas, que se abren al recibir la orden.

6.1. Válvula hidráulica normalmente abierta


Existen muchos modelos de válvulas hidráulicas. Nuestra descripción se hace
de acuerdo con el modelo representado en la figura 12.21, que corresponde a
una v.h. fabricada por la casa Bermad.
La válvula consta de un cuerpo en forma de Y cuyo interior está dividido en
dos zonas aisladas entre sí. En la zona inferior, que es por donde circula el
agua, hay un disco ( 1) que arrastrado por un eje(2), puede desplazarse hacia
arriba o abajo. En la posición más baja,el disco apoya en un asiento (3) y cierra
totalmen- te el paso del agua. La posición más alta corresponde a la máxima
apertura de la válvula, y en las posiciones intermedias la válvula está
parcialmente abierta, permitiendo el paso del agua y ocasionando una cierta
pérdida de carga.
La zona superior de la válvula es una cámara separada en dos espacios por un
diafragma (4), que por medio de una pieza metálica está unido al eje. de forma
que cuando el diafragma se desplaza hacia arriba, arrastra al eje y al disco de la
zona inferior, abriendo la válvula.
La cámara inferior tiene una abertura B que la conecta con la atmósfera.

370 370
370
Asimismo, el espacio superior de la doble cámara tiene una abertura C, unida
mediante un pequeño tubo a la salida C de una válvula de 3 vías.

371 371
371
oe:
I VI Ai

-FLow-

Figura 12.21.
Válvula hidráulica normalmente abierta.

Para comprender el funcionamiento de la válvula y sus posteriores aplicacio-


nes, es importante señalar que el diafragma tiene una superficie aproximada-
mente igual a tres veces la superficie del disco por lo que, en caso de aplicar la
misma presión a ambas piezas. el diafragma la transforma en una fuerza tres
veces mayor que la del disco.
Llamando A a la superficie del disco (la del diafragma será 3A) y P., P2 y P3
a las presiones en los lugares indicados en la figura, la válvula funciona de la
forma siguiente:
Válvula abierta. Cuando el agua circula y a la válvula de 3 vías llega una
presión insuficiente o nula. C está conectada con la atmósfera a través de V y las
dos cámaras separadas por el diafragma están sometidas a la misma presión, la
atmosférica. La cara aguas arriba del disco está sometida a la presión P1 y la aguas
abajo a la P2, que es menor que P1 por la pérdida de carga que se produce en la
válvula. Por tanto:

y el disco se desplaza hacia arriba: la válvula está abierta.


Válvula cerrada. Si a la válvula de 3 vías llega una presión alta, C se conecta
con agua a una presión a la que llamamos P3• La válvula se cierra cuando el valor
de P3 sea tal que cumpla:

Vemos por tanto que la válvula hidráulica está abierta cuando la de 3 vías no
recibe ninguna orden (presión nula) y se cierra cuando la de 3 vías recibe una
orden (presión P3). Mas adelante veremos las distintas formas en que se puede
producir esa orden y en consecuencia, las distintas aplicaciones de la válvula
hidráulica normalmente abierta.

6.2. Válvula hidráulica normalmente cerrada


La figura 12.22 muestra una válvula de este tipo, que se diferencia de la
normalmente abierta en dos detalles:
- La abertura B que conecta la cámara inferior con la atmósfera no existe;
en cainbio hay una abertura D que conecta dicha cámara inferior con la
zona en que circula el agua, lo que hace que la cara inferior del diafragma
esté sometida a la presión P0•
- Un muelle empuja al disco, -tendiendo a cerrar la válvula.

V -FLOW-

Figura 12.22.
Válvula hidráulica normalmeme cerrada.
El funcionamiento de esta válvula es el siguiente:
Válvula cerrada. Normalmente C será conectada a la presión P3, lo que
mantiene la válvula cerrada siempre que se cumpla la relación:

donde F es la fuerza del muelle; el primer miembro de la desigualdad es el


conjunto de fuerzas que tienden a abrir la válvula, y el segundo a cerrarla.
Válvula abierta. Cuando se envía una orden que desconecta C con P, y la
pone en contacto con la atmósfera, la válvula se abre, pues se cumple: -

7. Derivados de la válvula hidráulica

7.1. Electroválvula
Una electroválvula es una válvula hidráulica en la que la válvula multivías no
está accionada por una orden hidráulica sino por una orden eléctrica. El eje de la
multivías se desplaza arriba o abajo por la fuerza generada en un solenoide que se
activa cuando se cierra un circuito eléctrico. Generalmente las electroválvulas
son del tipo normalmente cerradas y sólo se abren cuando les llega la señal
eléctrica. De esta forma se evita que una interrupción en el suministro eléctrico
abra las válvulas. No obstante, también hay modelos del tipo normalmente
abiertas.
Las electroválvulas son un elemento fundamental en la programación
de riego por tiempos, como veremos más adelante, mediante un sencillo
reloj

Figura 12.23.
Electroválvula (Bermad).
Figura 12.24.
Vá/1-11/a hidráulica como reguladora de presión.

eléctrico que puede ordenar el momento de inicio y fin del riego. Su uso está
ampliamente extendido no sólo en riegos agrícolas sino también en jardinería.
En general también pueden ser accionadas manualmente.
Aunque pueden funcionar a voltajes normales ( 11 O ó 220 v), lo usual es que el
solenoide trabaje a 12 ó 24 voltios, para evitar riesgos. Ello requiere el uso de
pequeños transformadores y limita la longitud de los cables. El consumo eléctri-
co del solenoide es despreciable. Por ejemplo, en una electroválvula de 3/4", el
consumo es de 6 vatios. Generalmente requieren una presión mínima para
realizar la apertura, del orden de pocos m.c.a. Los fabricantes deben informar de
las instrucciones de montaje, intervalo de presiones en que opera la electroválvu-
la y pérdida de carga en función del caudal.

7.2. Reguladora de presión


La válvula hidráulica normalmente cerrada antes descrita puede ser utilizada
como regulador de presión, añadiendo los elementos que se muestran en la figura
12.24.
La presión agua arriba, P" se conecta con la cámara superior a través de la
abertura C. La abertura D, también en la cámara superior, se conecta con P,,
presión aguas abajo. En el circuito P1 - C se intercalan una llave de paso, un filtro
y una llave de aguja, que regula la velocidad del agua. En el circuito D - P2 se
-->1<--

.,,,,,

Figura 12.25.
Válvula hidráulica reductora de presión (Bermad).

375
intercala un piloto y una válvula de paso.
La regulación se consigue cerrando o abriendo automáticamente la válvula
hidráulica hasta que se consiga la igualdad:

para ello, por medio del piloto se regula P3, que siempre se mantendrá entre P, y
P2. Según el tipo de piloto utilizado, se conseguirá una reductora de presión
(presión constante aguas abajo, P,) o una sostenedora de presión (presión cons-
tante aguas arriba). -

7.2.1. Reductora de presión


El piloto (Fig. 12.25) es una válvula con dos cámaras separadas por un
diafragma. La cámara inferior está conectada en serie entre la abertura D y P,;
por ella circula el agua. La cámara superior del piloto está conectada a la atmósfe-
ra y lleva un muelle, regulable manualmente, que tiende a abrir el paso del agua.
Cuando P2 está por debajo del valor deseado, el piloto abre más el paso del
agua, P3 disminuye y la válvula hidráulica se abre, aumentando Pi- Cuando P2 es
demasiado elevado, el piloto va cerrando el pasó del agua, lo que aumenta P3,
cierra la válvula y hace disminuir Pi-

7.2.2. Sostenedora de presión


El piloto (Fig. 12.26) es parecido al del reductor de presión, con la diferencia
de que recibe directamente la presión P 1, de forma que cuando ésta es demasiado
alta, provoca que la válvula se abra, lo que hace bajar PP y al contrario cuando P1
es demasiado baja.

7.3. Limitadora de caudal


Para transformar una válvula hidráulica en !imitadora de caudal existen
diversas soluciones mecánicas. Una de ellas (Fig. 12.27) consiste en instalar
aguas arriba de la válvula un tubo de pitot, cuya diferencia de presión se comuni-
ca al piloto que provoca la apertura o cierre de la válvula. Otra solución consiste
en instalar en la tubería un mecanismo que lleva una lengüeta que se inclina más
o menos según el caudal. La lengüeta acciona un eje que regula el paso del agua
por el circuito D - P2, lo que provoca la apertura o cierre de la válvula.

7.4. Válvula volumétrica


La válvula volumétrica es un elemento muy importante en la programación
de riego por volúmenes. Consiste en el acoplamiento de una válvula hidráulica o
mecánica, según el diámetro, con un contador Woltman. En el contador se
selecciona manualmente la cantidad de agua que se desea aplicar y la válvula se
cierra cuando ha pasado el volumen indicado. En la figura 12.28 se muestra una
válvula volumétrica.
La parte inferior consiste en una válvula hidráulica de diafragma, normal-

376
9

-->!<--

Fi-ura 12.26.
Válvula hidráulica sostenedora de presión (Bermad).

377 377
3773 3773
r------------------- -
~~ - - - - - - - - -5-,...;::.~--IIIJ
- - - - - - - - -
11 .,:;/
11 ~ ·
1 1
1 1
1 1
1 1
1 1
f I

~/

i I . . . .._-=-3~º--
i.. . . .
I ..J..

Figura 12.27.
Válvula hidráulica limitadora de caudal (Bermad).

mente abierta, acoplada a un contador Woltman de eje vertical. El contador,


además del indicador de caudal y el totalizador, lleva un dial en el que se
selecciona el volumen de agua a aplicar. La cámara superior de la válvula está
conectada a la salida C de una válvula de tres vías, cuyas otras dos salidas están en
contacto con la atmósfera (salida V) y con la propia válvula, aguas arriba del
molinete. Esta última salida (P) está por tanto a la presión aguas arriba de la vál-
vula.
Como muestra esquemáticamente la figura 12.29, el eje de la válvula de tres
vías, empujado por un muelle, apoya contra un disco que gira accionado por el
engranaje del contador. Para empezar a regar, el disco se gira manualmente en
sentido contrario al del giro provocado por el paso del agua, hasta el volumen
deseado indicado en el dial. En esa posición el eje de la válvula de tres vías
conecta las salidas C y V. La cámara queda a la presión atmosférica y la válvula
permanece abierta, comenzando el riego. A medida que éste avanza, gira el disco,
hasta llegar a la señal de O m3, en cuya posición el disco lleva una muesca en la
que entra el eje de la válvula de tres vías, empujado por el muelle. En esa posición
el eje conecta a las salidas C y P. En la cámara de la v.h. aparece la presión P y la
válvula se cierra, terminando con ello el riego.
La válvula se puede accionar manualmente cuando está en funcionamiento,
modificando el volumen de agua a aplicar. Se puede acoplar al contador un
emisor de impulsos lo que permite registrar el volumen de agua o, por medio de
INDICADOR DE FLUJO

I
/

REGISTRO DIGITAL ACUMULATIVO

r
.l.

Figur.1 12.28.
Válvula volumétrica (Bermad).

una electroválvula, cortar el riego en cualquier momento. En cambio la


apertura de la válvula volumétrica se hace siempre manualmente, lo que
supone una limitación en la automatización.
Se fabrican en diámetros que van desde %" a 8". Para pequeños diámetros
(aproximadamente de menos de l 1h"), el mecanismo de cierre de la válvula es

379 379
3793
Sentido de giro del
disco provocado por
el poso del aguo

d.
eje
1
20

'10
muesca
o

50
/

'1º
disco

Figura 12.29.

mecánico; el resto se cierra hidráulicamente, de la forma descrita anteriormente.


Los caudales varían con el diámetro, desde algunos cientos de litros/hora hasta
unos 300 m3/h para las de 8".
Es muy importante conocer la capacidad máxima de una válvula volumétri-
ca, es decir, el volumen de agua que puede dejar pasar antes de cortar el riego.
Para cada tipo de válvula, definida por su diámetro, los fabricantes ofrecen varias
opciones en cuanto a capacidad y en la elección hay que tener en cuenta que la
precisión de estas válvulas es del orden del 2 por 100 de la capacidad máxima, de
forma que si se elige la opción de mayor capacidad, el posible error es también
mayor.

EjemploI
La dosis diaria de riego de una subunidad es de 70 m3• Se va a instalar una
válvula volumétrica de 2" y el fabricante ofrece las opciones de 80, 120 y 350 m3
de capacidad.
La de 80 m3 está muy próxima a las necesidades, pero puede ser insuficiente si
por cualquier causa interesa aplicar una dosis mayor. En principio, por esa
misma razón parece preferible la de 350 m3, pero con esta válvula el error del 2
por 100 equivale a 7 m3, que respecto a los 70 m ' de la dosis supone un 10 por
l 00 de error. Es preferible la de 120 m3 porque tiene capacidad sobrada y el
posible error es de 2,4 m3, equivalente a un 3 por 100.
Las válvulas volumétricas necesitan una presión mínima de funcionamiento
del orden de 5-10 m.c.a., superior a lo necesario en una válvula hidráulica.
También son mayores las pérdidas de carga que provocan, que en las volumétri-
cas son del orden de 0,5 a 5 m.c.a. En cualquier caso, aunque el caudal instanta-
@)

Figur:t 12.30.
Válvula hidráulica de cierre lento.

neo dependa de la caída de presión en la válvula, el volumen de agua aplicado es


independiente de ello: la válvula permite el paso del volumen indicado en el dial,
aunque el tiempo empleado pueda variar en función del régimen de presio-
nes.

7 .5. Otros derivados de la válvula


hidráulica
Además de las descritas, las válvulas hidráulicas permiten otras muchas apli-
caciones, así como la combinación en una misma válvula de varias de ellas (por
ejemplo. volumétrica, reductora de presión y limitadora de caudal). Algunas de
estas aplicaciones son:
- Retención.
- Control de depósitos de agua, manteniendo el nivel entre los límites prefi-
jados.
- Antiaverías, cerrando el paso del agua en caso de una avería aguas abajo
que aumente demasiado la velocidad del agua.
- Limpieza automática de filtros por flujo inverso.
- Paro de motores de combustión.
- Antiariete; en caso de sobrepresión descarga la tubería al exterior. Algunas
válvulas hidráulicas disminuyen el golpe de ariete creado por su propio
cierre mediante un diseño especial en el disco de obturación (Fig. 12.30)
381
que permite el paso de mucho caudal al principio de la maniobra de cierre
y que, a medida que ésta avanza, disminuye la sección de paso del agua, lo
que hace más lenta la operación en su fase final.

8. Tomas de parcela en riegos comunitarios

Las tomas de parcela son los elementos que conectan la red comunitaria de
tuberías con la red individual de la parcela. El término hidrante debe reservarse
para las tomas que permiten conectar el material móvil de riego; los hidrantes
por tanto no se suelen emplear en RLAF, y son muy frecuentes en aspersión. Las
tomas de parcela se llaman a veces acometidas.
Las tomas de parcela deben cumplir unos requisitos que varían según la
organización de los riegos y la forma de pago del agua (por volúmenes, por
superficie regada, etc.). Estos requisitos pueden ser:
- Apertura y cierre. Generalmente es manual, a voluntad del usuario en
riego a demanda, o siguiendo unos turnos planificados. Algunas comuni-
dades accionan las válvulas de parcela mediante ordenador. En cualquier
caso. conviene que sean de cierre lento para disminuir golpes de ariete.
- Medidadel aguaconsumida. Lo normal es que en cada toma se sitúe un
contador con totalizador, que generalmente es de tipo proporcional por su
menor precio.
- Limitado, de caudal. Cuando el usuario tiene libertad para decidir el
momento de riego es necesario limitar al caudal; de no hacerse así, algunos
usuarios podrían quedar ocasionalmente sin servicio, o habría que haber
sobredimensionado la red de riego.
- Reductor de presión. Este elemento sólo es necesario en zonas muy acci-
dentadas, o cuando por cualquier otra causa se producen grandes diferen-
cias de presión entre las distintas tomas. En estos casos, los reductores de
presión permiten reducir el timbraje de la instalación de riego interior de
la parcela. Salvo parcelas pequeñas, estos reductores no sustituyen a los
reguladores de presión de las subunidades de riego.
En resumen, es conveniente que las tomas dispongan de mecanismos de
apertura y cierre, contador y lirnitador de caudal. En ciertos casos habría que
añadir un regulador de presión.
Algunas casas fabrican elementos compactos que reunen todos estos requisi-
tos, incluso añadiendo algunos, como válvula volumétrica, sin aumentar dema-
siado el coste. También existen tomas multisalida, que permiten compartir
algunos de los componentes, normalmente el reductor y a veces el limitador de
caudal.

382
CAPITULO 13

AUTOMATIZAOO
N

1. Introducción

Varias razones hacen a los RLAF muy indicados para ser operados automáti-
camente: las redes de riego son fijas, a diferencia de muchos sistemas de asper-
sión; los caudales son bajos y las unidades de riego (superficies regadas simultá-
neamente) son relativamente grandes; muchos factores ambientales, como el
viento, no afectan al funcionamiento, al menos en algunas variantes de los
RLAF. Finalmente el riego no interfiere con la mayoría de las labores agrícolas.
Las ventajas de la automatización son muy variadas, dependiendo del grado
de automatización instalado:
1. Aunque en principio no tiene porqué mejorar la calidad del riego, en la
práctica acaba ejerciendo un mejor control de la frecuencia y dosis de rie-
go.
2. Ahorra trabajo manual y permite mayor flexibilidad en la programación
de las labores agrícolas.
3. No sólo permite programar el riego, sino algunas operaciones anejas,
como fertirrigación, limpieza de filtros, etc.
4. Puede suponer un ahorro en instalaciones (tuberías, bombas, etc.) y en el
coste de funcionamiento, consumiendo energía eléctrica en las horas de
menor coste.
5. Puede controlar algunas situaciones desfavorables como averías en la red,
bombas trabajando en seco, etc.
6. Permite la aplicación del riego a pulsos.
7. Puede programar el riego en función de la humedad del suelo, temperatu-
ra del aire, evaporación, viento, etc.
8. Facilita el registro de datos.
La automatización puede hacerse por tres métodos:
383 383
383
- Por tiempos.
- Por volúmenes.
- Por otros parámetros (humedad del suelo, etc.).

2. Automatización por tiempos

En este método hay que calcular la duración del riego en función de la dosis
necesaria, caudal de los emisores y número de emisores por planta. Obsérvese
que la duración es la misma para cada unidad de riego, independientemente de
su superficie. Por ejemplo, si un árbol recibe 16 1/h y la dosis diaria es de 120 1, el
riego deberá durar unas 7,5 horas, tanto si la unidad en que está ese árbol es
grande como si es pequeña.
La automatización por tiempos se basa en dos elementos: electroválvulas y
programadores electrónicos. Las electroválvulas ya han sido descritas (Cap. 12).
Los programadores electrónicos son unos instrumentos que llevan un reloj que
se hace coincidir con la hora real y que, por medio de dispositivos que varían
según los modelos, cierra y abre unos circuitos eléctricos a las horas que se se-
ñalen en la esfera del reloj. Estos circuitos accionan los solenoides de las elec-
troválvulas, que suelen ser normalmente cerradas y se mantienen abiertas
mientras reciban la señal eléctrica.
Los programadores electrónicos responden a modelos muy variados. Los
digitales suelen permitir la programación con intervalos de minuto. En los de
accionamiento mecánico, el intervalo mínimo suele ser mayor, del orden de 5 a
15 minutos, lo que no permite una duración del riego tan afinada como en los
digitales. Algunos sólo permiten programar un período de 24 horas, y lo orde-
nado para ese período se repite cada día. En otros modelos se puede realizar
una programación semanal, quincenal etc., o establecer los días de la semana
en que se aplicará el riego programado. Los hay que permiten gran cantidad de
combinaciones entre duración del riego, horas y días de aplicación etc. En pre-
vención de cortes en el suministro, convienen que tengan baterías o reserva de
cuerda.
Tanto los programadores como las electroválvulas suelen trabajar a tensio-
nes de 12 ó 24 voltios, Jo que requiere el empleo de cables gruesos para trans-
mitir las órdenes eléctricas.
En los últimos años se han desarrollado modelos compactos que incorpo-
ran un programador y una electroválvula, todo ello accionado por pilas están-
dar de 9 voltios (fig. 13.l). Ello hace que puedan ser utilizados en lugares don-
de no hay suministro eléctrico. La duración de las pilas puede ser de casi un
año. Se fabrican en diámetros de hasta 3" por lo que su uso, por ahora, está li-
mitado a pequeñas áreas, sobre todo de jardinería, aunque existe la posibilidad
de utilizarlos en grandes áreas, acoplándolos a electroválvulas de mayores diá-
metros.
La programación por tiempos es sencilla, barata y fácil de combinar con el
arranque y parada de las bombas; permite además el riego por pulsos, aunque a
costa de encarecer el programador. Entre sus inconvenientes figura el que se
Figura 13.1.
Programador electrónico de pilas [Galcon}

necesita energía eléctrica y, sobre todo, que cualquier causa que altere el caudal
altera igualmente la dosis de riego, como es el caso de obturación en los emisores,
averías en las instalaciones, etc., lo que a veces no se diagnostica fácilmente. Por
tal razón es indispensable la instalación de contadores que permitan detectar
desajustes entre los volúmenes calculados y los realmente suministrados.

3. Automatización por volúmenes

En este método se va midiendo el agua aplicada en cada riego y cuando se


alcanza el volumen necesario, se interrumpe automáticamente el paso de agua.
Con ello se evita el inconveniente de la programación por tiempos de que la dosis
de riego no coincida con lo calculado. En la automatización por volúmenes se
pueden conseguir varios niveles:
Nivel O. Se realiza el riego abriendo y cerrando manualmente las válvulas de
paso de cada unidad; un contador indica el momento del cierre. Este nivel
equivale realmente a una ausencia de automatización.
Nivel J. Cada unidad dispone de una válvula volumétrica, que se abre ma-
nualmente. Cuando ha pasado la cantidad de agua marcada en el dial de la
válvula, ésta se cierra automáticamente. A continuación se abre manualmente la
válvula de otra unidad y así sucesivamente.
Nivel 2. Riego secuencial con válvulas volumétricas.
Nivel 3. Riego con programación electrónica por volúmenes.
Los niveles O y 1 no necesitan ninguna aclaración. Estudiemos los niveles 2 y
3.
3.1. Riego secuencial con válvulas volumétricas

El riego secuencial consiste en aplicar el agua consecutivamente a las distintas


unidades de riego de la finca, cada una de las cuales puede necesitar volúmenes
distintos. En la figura 13.2 se muestra esquemáticamente la instalación para una
finca de 3 unidades de riego.
Un elemento fundamental para el riego secuencial es la válvula volumétrica
en la que se sustituye la válvula de 3 vías por una de S vías, y se realizan las
conexiones en la forma que se muestra en la figura 13.3. Estas conexiones pueden
hacerse con tubería de polietileno de pequeño diámetro.
El funcionamiento de un válvula de S vías se muestra esquemáticamente en
la figura 13.4.
Para iniciar el riego secuencial se marca en el dial de cada válvula volumétrica
el volumen de agua a aplicar, con lo que la válvula de 5 vías está en la posición
«a» en todas las volumétricas. La volumétrica de la primera unidad se mantiene
abierta y regando, ya que la cámara superior está a la presión atmosférica, vía
V1 - C1• Mientras la válvula I esté abierta, la presión aguas arriba se transmite

VÓivuio
vulumétri co I -- 7------- I ---------- I

tubo de conexi<in
tuberí a secundaria

I Il III

Figura 13.2.
Riego secuencial. Esquema.
vía P - C2 y llega a la válvula II, donde entra por V Como la válvula II está
1•
también en la posición «a», la presión que llega a V1 se transmite por C1 a la
cámara, manteniendo cerrada la válvula. Igual ocurre con la unidad III.
Cuando el dial de la unidad l llega a cero, su válvula pasa a la posición «b» (el
muelle obliga al eje a entrar en la ranura, desplazándose). En esta posición, C1
recibe la presión de P y la transmite a la cámara, lo que provoca el cierre de la
válvula l. Al mismo tiempo C2 se pone en contacto con la atmósfera, vía V2• La
válvula de la unidad JI sigue en la posición «a», por lo que recibe por su V1 la
presión atmosférica que le llega a través de la C2 de la válvula l. La cámara de la
válvula II se pone a la presión atmosférica y la válvula se abre comenzando el
riego. Mientras tanto la válvula III permanece cerrada.
Esta secuencia de funcionamiento se va repitiendo a lo largo de todas las
unidades; en la última, la salida C, lleva un tapón. Cuando esta última unidad ha
terminado de regar, todas las válvulas permanecen cerradas y con el dial en el
cero. Para el riesgo siguiente hay que volver a accionar los diales manualmen-
te.

J:''f,,_ ....',,:;--
---, ,,
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1

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1.
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Figura 13.3.
Riego secuencial. Conexiones (Bennad).

p p

Figura 13.4.
Válvula de cinco vías.
3.1.1. Riego con satélite
A igualdad de caudal, una válvula volumétrica es de dos a tres veces más cara
que una hidráulica. En ciertos casos se puede abaratar el riego secuencial me-
diante el llamado riego con satélite. que consiste en asociar una o más válvulas
hidráulicas a una válvula volumétrica, como indica la figura 13.5.
La válvula hidráulica puede ser del tipo normalmente abierta y se cierra
cuando le llega presión precedente de la válvula volumétrica de su unidad, a
través de una multivía, lo. cual ocurre cuando el dial de la volumétrica marca
cero. También puede utilizarse una válvula hidráulica normalmente cerrada,
cuya cámara se conecta con un punto aguas abajo de la volumétrica de su
unidad, de forma que cuando ésta riega, la hidráulica recibe presión y se abre.

tubería secundario

Unidad I Unidad II

VÓivuio volumét~ica ------- Conexión V. v - V. h.

~ Volvulo hidráulico ·---- Conexión V. v- V. v para secuencial

Figura 13.5.
Riego con satélite.

3.1.2. Transmisión a distanciade señaleshidráulicas


A veces la distancia entre dos válvulas es tan grande que la señal hidráulica
transmitida por los pequeños tubos de polietileno se debilita. Esto se puede
resolver mediante el empleo de una válvula multivías, como muestra la figura
13.6.
Cuando la v. v. 1 no envía señal, por I no llega presión y la salida 3 se conecta
con la atmósfera a través de 2, lo que mantiene cerrada la válvula volumétrica 11.
Cuando-por l llega una señal de presión débil, se ponen en contacto 3 y 4, y la
v ,v, 11 recibe en su cámara la presión de la tubería principal, abriéndose.
z
tubo procM!ente de

,, v.v,»

,.J
=====;=- =======í_~========(
1. V. multivios

. VÓivuio volumétrica Ir

Figura 13.6.

3. 1 .3. Valvula antitapográfica


Al describir el riego con satélite vimos que a veces se utilizan válvulas hidráu-
licas normalmente cerradas, que se abren para regar cuando reciben presión. En
terrenos accidentados puede ocurrir que la v.h. esté bastante por debajo de la v.v.
de su unidad y que el tubito de polietileno que transmite la señal, al estar
cargado de agua, cree una presión suficiente para mantener abierta la v.h.,
aunque en el punto de alimentación de este tubito no haya presión (Fig. 13.7).

VÓivuio antltopogrÓfiea

Figura 13.7.
Válvula antltopogrdfica.

Este inconveniente se evita mediante la válvula antitopográfica, que es una


válvula de 3 vías que funciona de la forma siguiente. Cuando a 1 llega poca
presión (la del agua del tubo de conexión), 3 se comunica con la atmósferavía 2,
y la v.h., al no recibir presión, permanece cerrada. Cuando la v.v. está regando, a
la entrada I llega una presión más alta y se ponen en contacto l y 3, recibiendo
la v.h. presión suficiente para abrirse.

3.2. Riego con programación electrónica por volúmenes


El mayor perfeccionamiento en la automatización por volúmenes se consigue
mediante el empleo de ordenadores de riego. La instalación se basa en tres
elementos fundamentales:
- Contadores de agua dotados de algún sistema de transmisión de datos.
- Programador de riego.
- Electroválvulas.
Existen equipos con distinto grado de sofisticación. Uno de los más utilizados
es el que se muestra en la figura 13.8, que puede controlar el riego de superficies
de hasta 100 ha. Consta de un programador que ordena el funcionamiento de 1 O
electroválvulas, de las cuales 8 corresponden a otras tantas unidades de riego, y
las otras dos se sitúan una en la tubería principal y otra en el circuito de fertirriga-
ción, El equipo funciona con una batería seca cuya duración es de unos seis
meses, por lo que se puede instalar en puntos sin suministro eléctrico.
En los programas se establece un riego secuencial en cualquier orden así
como la fertirrigación de cada unidad, incluyendo en cada riego un período de

Figura 13.8.
Programadodre riego
(Motorola).

agua sin abono antes y después de cada fertirrigación. Se puede programar para
una semana, y el programa introducido se repite cíclicamente cada siete días. En
caso de sobrepresión o exceso de caudal por averias, se detiene el riego.
Hay equipos más completos y capaces para mayores superficies y unidades de
riego, que además de las funciones anteriores pueden realizar otras tales como
limpieza de filtros en función de su pérdida de carga, detención del riego en caso
de lluvia, establecimiento de prioridades de riego en el caso de escasez de agua,
etc. Además registran, imprimen y elaboran los datos e incidencias, facilitando la
mejora de la planificación futura. Estos sofisticados equipos no suelen efectuar
una programación basada exclusivamente en volúmenes, sino que tienen en
cuenta otros parámetros como los que se describirán a continuación.
390 39
13
El principal inconveniente de los programadores electrónicos es el coste del
equipo, aunque el abaratamiento que se está produciendo en el campo de los
microcomputadores abre grandes perspectivas.

4. Automatización por otros parámetros

Ya hemos visto las ventajas que sobre la automatización por tiempos presen-
ta la que se hace en función de los volúmenes aplicados, pero también esta última
está .sujeta a inexactitudes, ya que en definitiva se basa en la estimación de las
necesidades de las plantas. Aún admitiendo que dicha estimación sea correcta,
corresponde a unos valores medios, y desde luego no puede prever las variaciones
que se producen a diario y con menor frecuencia en función de parámetros tales
como temperatura, viento, radiación, etc.
A partir de la década de los 70 se han realizado experiencias que pretenden
automatizar las operaciones de riego en función de esos parámetros o de otros
que tienen una relación más inmediata con la absorción de agua por las plantas.
Los dos parámetros más frecuentemente utilizados han sido la evaporación y el
potencial hidrico del suelo. En el primer caso, unos sensores colocados en un
tanque evaporimétrico suministran una información que en combinación con la
de los pluviógrafos, permiten calcular la evaporación y precipitación diaria; en
función de esos datos el programador calcula las dosis de riego y acciona las
correspondientes electroválvulas para la aplicación del riego así calculado.
La automatización del riego en función del potencial del agua del suelo se
presenta en principio como una técnica muy prometedora, cuyo significado
agronómico se trató en el capítulo 1. Se han descrito algunas instalaciones
cuyo funcionamiento se basa en las medidas de tensiómetros y que operan
satisfacto- riamente. Un problema práctico de esta técnica es la dificultad de
elección de puntos representativos y la facilidad con que entra aire en la cápsula
porosa de los tensiómetros. No obstante, es de prever que en el futuro se
desarrolle, ocasionan- do mejoras en las producciones y ahorros de agua.
A veces la automatización no tiene por objeto el programar el riego en
condiciones normales, sino prever situaciones infrecuentes. Este es el caso del
accionamiento del riego en presencia de heladas, la detención ante una lluvia
superior a un mínimo, la suspensión de la microaspersión con fuertes vientos,
etc.

S. Fertirrigación y automatización

Aparte de los requisitos de carácter agronómico, la fertirrigación debe cum-


plir uno muy importante que afecta a la automatización: cada planta debe recibir
la misma cantidad de abono, o lo que es igual, la cantidad de abono por unidad
de superficie debe ser la misma. Dado que nuestros conocimientos no permiten
calcular con exactitud las necesidades de nutrientes de los cultivos, se acepta una
cierta variación en la dosis de abonado respecto a la medida . H. Abreu
recomien-
da que esa variación no supere el 5 por 100. Cuando un cabezal sirve a varias
unidades de riego de distinta superficie, este requisito impone ciertas restriccio-
nes al empleo automatizado de aplicadores de abonos, que se complican si
además se pretende que en cada riego haya un período iniciaJ y otro final en el
que se aplique agua sin fertilizantes, con objeto de evitar obturaciones.
La automatización por volúmenes que realizan los programadores electróni-
cos no crea problemas aJ respecto, ya que permite iniciar y detener la fertirriga-
ción en el momento deseado en relación con el riego, y además dosifica por
volúmenes los fertilizantes. En los restantes métodos de automatización, los
distintos inyectores de abono presentan las limitaciones siguientes:

Tanque de
abonado
Ún primer inconveniente es la necesidad de reponer con frecuecia el abono
en el depósito, pero la limitación principal se debe a que el tanque inyecta una
concentración decreciente de fertilizante en el agua de riego, como se vio en el
capítulo 11. En consecuencia, aunque todas las unidades de riego tengan la
misma superficie, la primera en regar recibirá una cantidad de abono mayor que
la segunda y así sucesivamente. En el capítulo 11 se estudiaron distintos procedi-
mientos de mejorar la uniformidad del abonado del tanque, pero aún así no se
logra fácilmente que la variación en la dosis sea menor del 5 por I OO. Esto se
puede conseguir variando la duración del abonado en cada unidad, de forma que
sea mayor cuanto menor es la concentración de fertilizante, pero ello supone una
pérdida de automatización si la regulación del tiempo se hace manualmente, o
una complicación en la instalación si se hace automáticamente.
Una solución a este problema consiste en que cada unidad disponga de su
propio tanque de abonado, lo que encarece la instalación y su manejo en el
repostado de los tanques.
En resumen, el tanque de abonado es un aparato no apropiado para el riego
automatizado de distintas unidades de riego.

Inyectores de abono
Tanto los inyectores venturi como los dosificadores hidráulicos o eléctricos, a
diferencia del tanque de abonado, suministran fertilizantes a una concentración
constante mientras no varíe el caudal de riego, pero no son proporcionales, es
decir, si el caudal de riego varia, la inyección de fertilizantes lo hace también pero
en menor proporción, por lo que el agua de riego lleva una concentración
variable. Como la duración del riego es la misma en las distintas unidades
independientemente de su superficie, cuando ésta varía mucho, la cantidad de
fertilizante recibido por planta varía también. Un ejemplo puede ayudar a enten-
der el problema.

Ejemplo1
En una instalación de riego por goteo hay 400 árboles/ha; cada árbol tiene 4
goteros de 4 1/h. Las necesidades de riego son de 120 1/árbol y día, por lo que la
duración del riego diario es de 120/4 x 4 = 7 ,5 horas.
392
La unidad de riego I tiene una superficie de l ha y la 11 de 2 has.
Se pretende aplicar 30 cm3 de abono líquido por árbol y el inyector se regula
para el abonado de la unidad I:

l ha x 400 árboles/ha x 30 cm3/árbol = 12.000 cm3


12·000
Caudal del inyector: cm3 = 1.600 cm3/h
7,5 h

el caudal de riego de la unidad I es de:

400 árboles x 16 1/h · árbol = 6.400 1/h

Cuando se riega la unidad II el caudal de riego pasa a

2 has x 400 árboles x 16 1/h · árbol = 12.800 1/h

es decir, el doble de la unidad l. Si el inyector no es proporcional, su caudal no


pasará a ser el doble, sino que experimentará un aumento menor, por ej., del 20
por 100, pasando a 1,2 x 1.600 = l. 920 cm3 /h, con lo que al cabo de las 7 ,5
horas de riego, cada uno de los 800 árboles de la unidad JI habrá recibido:

1.920 cm3/h x 7,5 h = 18 cm3/árbol


800 árboles

cantidad muy inferior a los 30 cm3/árbol de la unidad l.


Tres posibles soluciones hay para el problema anterior:
I .ª Proyectar las unidades de forma que tengan la misma superficie.
2.3 Emplear inyectores proporcionales, que son mucho más caros que los no
proporcionales.
3.ª Colocar un inyector para cada unidad, lo que aumenta el coste de la
instalación. Por esta razón los inyectores deben ser los más baratos (ven-
turi). El coste aumenta si las unidades están alejadas y cada una debe
tener su depósito de fertilizantes.

393
TERCERA PARTE
DISEÑO HIDRAULICO Y MANEJO
CAPITULO 14

UNIFOR.t'VIIDAD DE RIEGO

l. Uniformidad de riego

I.J. Coeficiente de uniformidad (CU)

La uniformidad es una magnitud que caracteriza a todo sistema de riego y


que además interviene en su diseño, tanto en el agronómico, pues afecta al
cálculo de las necesidades totales de agua (N1), como en el hidráulico, pues en
función de ella se definen los límites entre los que se permite que varíen los
caudales de los emisores.
La más popular media de la uniformidad de riego es el coeficiente de unifor-
midad de Christiansen, propuesto por su autor en 1942 y ampliamente utilizado
en riego por aspersión. Sin embargo, en RLAF se utilizan unos criterios más
exigentes y se define un nuevo coeficiente de uniformidad, CU, según la expre-
sión:

(1)

donde q8 es el caudal medio de todos los emisores de la instalación, y q25 es el


caudal medio de los emisores que constituyen el 25 por 100 de más bajo caudal.
El CU se puede utilizar para la evaluación de instalaciones en funcionamien-
to o para el diseño de nuevas instalaciones. En el primer caso, por ejemplo, si
se miden los caudales de una muestra de una instalación y se calcula qª = 4 1/h,
se selecciona el 25 por 100 de emisores de menor caudal y su media es q25 -
3,41/h,
el coeficiente de uniformidad
es:
3•4
cu= 4 = O , 85
397
En el diseño, en cambio, la uniformidad es una condición que se impone. Se
puede elegir el valor de CU que se quiera, pero en el resto del diseño hay que ser
consecuente y mantener ese valor. Si se recuerda del capítulo 6 la relación entre
las necesidades netas de riego (Nn) y las necesidades totales (NJ

N= N
1
(1 -K)CU

se comprueba que el valor del CU elegido afecta a N1• Por ejemplo, si el factor
Nn/(1 - K) vale 5 mm/día y se establece CU= 0,90, para que el 25 por 100
menos regado de la finca reciba 5 mm/día habrá que regar con N, = 5/0,90 = 5,56
mm/día. En cambio, si se establece CU = 0,70, el riego deberá ser de
N, = 5/0,70 = 7,14 mm/día.
Obsérvese que con este planteamiento el 75 por 100 de la finca recibe más
agua de la necesaria, y el 25 por 100 restante recibe lo justo «como media». De
ese 25 por 100 la mitad recibirá más de la media y la otra mitad menos. Por tanto
el criterio de utilizar en la definición de CU el valor q25 equivale a que sólo el 12,5
por 100 de la finca reciba menos agua que lo necesario, lo que es una condición
exigente, sobre todo si se compara con el coeficiente de Christiansen, que
equivale a utilizar el q50 en vez de q25•
Vemos, por otra parte, que el 75 por 100 recibe más agua de lo necesario. El
valor de este exceso depende del valor que se haya dado a CU. Para CU= 0,90, el
exceso será del l O por 100, mientras que para CU = O, 70, el exceso será del 30 por
100.
En cambio, cuanto mayor es el valor de CU más cara es la instalación de
riego, ya que para que haya menos dispersión de caudales, el régimen de presio-
nes debe ser más uniforme, lo que exige mayores diámetros en las tuberías,
laterales más cortos, mayor inversión en reguladores de presión, etc. ·

1.2. Valores recomendados de CU


Como ya se ha visto, la elección de CU es una cuestión económica en la que
. se-debe comparar el coste (y la posibilidad) del mayor consumo de agua y la
mayor inversión inicial en la instalación. En la tabla I se indican unos valores
orientativos.

1.3. Factores que intervienen en CU


En la uniformidad de riego intervienen varios tipos de factores:
a) Constructivos. Los procesos de fabricación de los emisores y los materia-
les empleados hacen que los emisores de un mismo modelo no sean
exactamente iguales entre sí, proporcionando caudales diferentes incluso
para la misma presión de trabajo. El efecto de los factores constructivos
se engloba en el coeficiente de variación de fabricación que estudiaremos
seguidamente.

398
TABLA 1

Valores recomendados de CU

cu
Emisores pendiente(1) Clima árido Clima húmedo

Emisores espaciados más de 4 m - Uniforme (i < 2 %) 0,90 - 0,95 0,80 - 0,85


en cultivos permanentes.
- Uniforme (i > 2 %) u 0.85 - 0,90 0,75 - 0,80
ondulada

Emisores espaciados menos de 2,5 - Uniforme (i < 2 %) 0,85 - 0,90 0,75 - 0,80
m en cultivos permanentes o se-
mi permanentes.
- Uniforme (i > 2 %) u 0,80 - 0,90 0,70- 0,80
ondulada

Mangueras o cintas de exudación - Uniforme (i < 2 %) 0,80 - 0,90 0,70 - 0,80


en cultivos anuales.
- Uniforme (i > 2 %) u 0,70 - 0,85 0,65 - 0,75
ondulada

b) Hidráulicos.Los distintos emisores de una instalación están sometidos


a presiones diferentes, debido a las pérdidas de carga y a los desniveles.
e) Envejecimiento y obturaciones.
d) Diferenciasde temperatura.
A nivel de diseño sólo se tienen en cuenta los factores a) y b), cuyo efecto
debe ser cuantificado. En cambio a nivel de evaluación de instalaciones se
consideran todos los factores. En este apartado estudiamos solamente los
factores a) y b), dejando para más adelante la evaluación de las instalaciones.

2. Factores constructivos

2.1. Coeficiente de variación de fabricación


Una variable continua es la que puede tener un valor y su inmediato superior
o inferior; oscila por tanto en intervalos infinitesimales. Un ejemplo de variable
continua es el caudal que se obtiene al aplicar la misma presión a distintos
emisores del mismo modelo, es decir, considerando como únicos factores
de
variación los de tipo constructivo. La dispersión que en ese caso se produce entre
los distintos valores del caudal se puede medir de varias formas; la más usada
es sin duda la desviación típica.
La desviación típica se define como la raíz cuadrada de la media aritmética
de los cuadrados de las desviaciones respecto de la media:

3993
99
. cr - (2)

cr = desviación típica
q;: caudal del emisor
n: número de emisores

qª: caudal medio - L q.


n
Sin embargo, la desviación típica tiene el inconveniente de ser una medida de
la dispersión absoluta, y a nuestros efectos interesa más expresar de alguna forma
la dispersión relativa, para lo cual se emplea el coeficientede variación. (CV), que
se define como el cociente entre la desviación típica y el valor medio:

cv-_cr_ (3)
q,

El coeficiente de variación es un término estadístico característico. En la


tecnología de los RLAF, al referirlo a los emisores se suele ampliar su nombre,
llamándolo coeficiente de variación de fabricación. Algunos autores lo expresan
como porcentaje, pero en este trabajo se expresará en tanto por uno, tal como se
define en (3).
Existen varias clasificaciones de emisores en función del CV. Nosotros vamos
a seguir las especificaciones incluidas en una norma ISO relativa a emisores, que
aunque no está aprobada definitivamente, es de prever que lo sea pronto. Los
emisores se clasifican en dos categorías:
- Categoría A. Emisores de elevada uniformidad: CV < 0,05.
- Categoría B. Emisores de baja uniformidad: 0,05 ~ CV < 0,10.
La cita norma obliga a que cada emisor lleve una indicación clara especifican-
do su categoría, A B.
ó

El coeficiente de variación de fabricación es prácticamente independiente de


la presión de prueba, dentro del entorno de trabajo normal del emisor. Los
emisores con piezas móviles o desmontables suelen tener valores elevados de CV.
Igual ocurre con los microtubos.
Para la determinación experimental de CV, las normas ISO establecen que se
estudie un mínimo de 25 emisores, midiendo el caudal que arrojan a la presión
nominal.

Ejemplo 1
Se han medido los caudales de 25 goteros a la presión nominal (10 m.c.a.),
con los siguientes resultados ordenados de menor a mayor (Cuadro l).

400
CUADRO 1

Goiero n.0 q(//h) couro n.0 q(l/h)

1 2,12 14 2,43
2 2,17 15 2,44
3 2,19 16 2,48
4 2,23 . 17 2,50
5 2,27 18 2,51
6 2,32 19 2,52
7 2,32 20 2,52
8 2,33 21 2,53
9 2,35 22 2,58
10 2,37 23 2,68
11 2,39 24 2,72
12 2,41 25 3,15
13 2,43

A partir de estos datos se obtiene:


Qa., 2,441/h
es= 0,21

CV = 0,21 = 0,086 : Categoría B


2,44

2.2. Distribución normal de caudales


Se acepta que los distintos caudales ocasionados por los factores constructivos
responden a una distribución normal, lo que permite aprovechar los conoci-
mientos que la estadística proporciona acerca de esa distribución para obtener
unas conclusiones de tipo cuantitativo. Por ello vale la pena detenerse en el
estudio de la distribución normal.
En la distribución normal, si se representan en abscisas los caudales y en
ordenadas su frecuencia, se obtiene una curva como la de la figura 14.1, llamada
curva normal o campana de Gauss.

La ecuación matemática de la curva normal es:

(4)
Esta curva presenta unas propiedades bien conocidas:
- La frecuencia máxima corresponde al valor medio de abscisas.
- El 68,27 por 100 de los casos está comprendido entre (q1 - o) y (q1+ o).
Teniendo en cuenta (3), este intervalo se puede expresar también como
entre ( l - CV) · q1 y ( l + CV) · q1• Análogamente:

40140 401
1
9í, de casos Intervalo
68,27 ( 1 - CV) qa - (I + CV) Qa
95 ( 1 - l,96CV) qa - ( 1 + 1 ,96CV)q1
95,45 (1 - 2CV) q0-(I + 2CV) Q3
99 (1 - 2,58CV) q2 - (1 + 2,58CV) Q4
99,73 ( 1 - 3CV) q• - ( 1 + 3CV) q2

I' ( 1 recuencia l

Figura 14.1.
Curva normal.

2.3. Efecto de CV en la uniformidad de riego


En relación con la uniformidad de riego, la propiedad más intersante de la
distribución normal de caudales es que si se toma el 25 por 100 de los caudales
más bajos, su valor medio, es decir, lo que antes se ha llamado q25' es:

(5)

y sustituyendo en (1):

CUC= (1 - 1,27CV) (6)


La expresión (6), en la que el subíndice «o> significa «constructivos», indica
cómo estos factores afectan a la uniformidad de riego. Cuanto mayor es CV,
menor es la uniformidad.

Ejemplo 2
La norma ISO anteriormente citada establece el valor CV = 0,05 como límite
entre las categorías A y B de emisores. Qué uniformidad de riego equivale a ese
CV?
Aplicando (6):
CUc•(I - 1,27 X 0,05)=0,94

Es decir, los emisores de categoría A dan lugar a una uniformidad de más del
0,94 (94 por 100) y los de categoría B de menos. Recuérdese que estamos
estudiando solamente los factores constructivos, por lo que (6) no incluye el
efecto de las variaciones de presión.
Llamando «e» al número de emisores de los que recibe agua una misma
planta, cuanto mayor sea e menor es la probabilidadde que todos los emisores de
esa planta pertenezcan al 25 por 100 más bajo. En este caso la (6) se transforma
en:

CUc= ( 1 - I,2 7 C
.J e (7)
V )

Ejemplo 3
El mismo emisor anterior (CV = 0,05) pero con seis emisores por planta
(e= 6).

CUC= ( l - 1,27 X o.os ) -0,97


\/6

A efectos de aplica: la fórmula (7), y en el caso de emisores multisalida, es


necesario distinguir si cada salida lleva su mecanismo de pérdida de carga, en
cuyo caso «e» es igual al número de emisores por planta multiplicado por el
número de salidas. Si el mecanismo de pérdida de carga es común a todas las
salidas, «e» es igual al número de emisores por planta. En cultivos herbáceos
(hortalizas, algodón, etc.) es muy frecuente que el número de plantas de un
lateral sea superior al de goteros; sin embargo lo que interesa conocer es cuantos
emisores suministran agua a la misma planta, y ése es el valor de e, independien-
temente de que un mismo emisor riegue varias plantas.

3. Factores hidráulicos

Independientemente de las diferencias de caudal ocasionadas por los factores


constructivos, en una instalación de riego los caudales no son los mismos en
todos los emisores, debido a las diferentes presiones a que están sometidos, que a
su vez dependen de los desniveles topográficos y de las pérdidasde carga en la red
de riego. Si llamamos q1 al caudal medio de todos los emisores y q'" al del emisor
sometido a menor presión. se define un coeficiente de uniformidad CUh que
incluye solo los factores hidráulicos:
qa
cu, ... .5k.
(8)
Ejemplo 4
Calcular CUh en una instalación de RLAF en que la presión media es
h, = 10,00 m y la mínima hns = 9,20 m. La ecuación del emisor es:
q = 0,57hº53
para
ha= 10,00, qa= 1,931/h
hns = 9 ,20, qns = 1,85
1/h
1•85
cuh = 1,93
-o ' 96

4. Fórmula de CU a emplear en díseño

En el diseño hidráulico de una instalación deben tenerse en cuenta tanto los


factores constructivos como los hidráulicos, y la acción conjunta de estos
factores origina una uniformidad que se define por el coeficiente CU:

cu =CUC x cu,
y sustituyendo (7) y (8) en (9) se llega a:

CU= ( 1 - 1,27CV) qn, (10)


-Je Q.
que es finalmente la fórmula que se emplea en el diseño para calcular q a partir 0,

de CU (cuyo valor se habrá establecido en el diseño agronómico) y en función de


CV, e y q0•

Ejemplo 5
Se pretende obtener un CU = 0,9 en una instalación con 8 goteros por planta
(e - 8), y con emisores de CV = 0,07. El caudal medio de los emisores es
Q3 = 4,20 1/h.

CU = ( ) _ 1,27 X 0,07 ) X ~ = O9
-/8 4,20 '

de donde qn, = 3,90 1/h.


Obsérvese que el valor de CU = 0,90 se puede considerar como el producto de
cu, x cu;
CU = ( l _ 1,27 X 0,07\= O
e -J8 j , 97
cu = 3,90 = 0,93
b 4,20

Es decir, si no se modifica «e», el factor CUc no se puede variar, mientras que


CUh se puede modificar, elevando su valor al hacer qns más próximo a q1• Por
tanto CUc es un tope máximo de CU que no se puede mejorar en el diseño
hidráulico, que en cambio opera sobre cuh.

S. Otros coeficientes de uniformidad

El CU definido por ( 1 O) ha sido aceptado por el Soil Conservation Service de


Estados Unidos, así como por la American Society of Agricultura! Engineers. En
nuestra opinión, el diseño de los RLAF debe basarse en dicho coeficiente. Sin
embargo, existen otros indices de uniformidad que describimos brevemente.
Keller y Karmeli definen el coeficiente de uniformidad absoluta, CUª, se-
gún {11):
1,27CV) 1
( 11)
/e 2
donde aparece un nuevo símbolo, qm,• que es el caudal del emisor sometido a la
mayor presión. Este coeficiente tiene en cuenta el exceso de riego que se produce
en algunos emisores.
El coeficiente de uniformidad CU' (12) tiene en cuenta la alteración de la
uniformidad debida a los reguladores de presión, elementos que también ocasio-
nan diferencias entre las distintas subunidades.

CU' .. (1 - l,27CV,)CU (12)

donde CU es el definido en (10) y CV, es el coeficiente de variación de fabrica-


ción de los reguladores de presión. En caso de que los reguladoresde presión sean
ajustables y se regulen en cada subunidad midiendo la presión en el emisor
medio, CV, se puede considerar nulo. En otro caso, su determinación debe
hacerse en términos de caudal. Sin embargo, como ya hemos dicho, en el diseño
se utiliza el CU de la fórmula ( l O).

6. Evaluación de instalaciones en operación

El estudio de las instalaciones de riego en operación tiene por objeto conocer


la eficacia del sistema y dictaminar las medidas necesarias para mejorarla en caso
que sea insuficiente. Además ayuda a los ingenieros en los diseños de nuevas
instalaciones y permite comparar entre sí distintos sistemas de riego.
En una evaluación completa son muchos los temas a analizar, desde los
puramente agronómicos como dosis y frecuencia de riego, profundidad humede-
cida en relación con la profundidad radicular, superficie mojada, etc., hasta la
comprobación del funcionamiento de aparatos tales como filtros, reguladores de
presión, etc. Aquí vamos a prescindir de describir cómo se estudiarían esos
asuntos y nos vamos a concentrar en la evaluación de la uniformidad de riego y
en las consecuencias prácticas de dicha evaluación.

6.1. Uniformidad de riego


Para determinar la uniformidad de riego de una instalación se comienza por
seleccionar un número determinado de plantas. Merriam y Keller ( 1978) reco-
miendan el número de 16 plantas. Para ello se puede seguir el siguiente criterio:
se elige la subunidad a estudiar y en ella se seleccionan cuatro laterales. el
primero, el situado a 1/3 del origen, el situado a 2/3 y el último. En cada lateral
se seleccionan cuatro plantas con el mismo criterio (primera, 1/3, 2/3 y última) y
se mide el caudal total que recibe cada planta, es decir, el suministrado por todos
los emisores cjue abastecen a cada planta en cuestión. Además, para poder aplicar
el método de Bralts y Kesner que se describirá más adelante, conviene medir la
presión en cada emisor.
Como medida de la uniformidad del riego se utiliza el coeficiente de unifor-
midad:

donde ahora qª es el caudal medio recibido por las 16 plantas y q25 el caudal
medio recibido por las cuatro plantas (el 25 por 100) que reciban menos caudal.
Este CU debe medirse en la instalación nueva y una vez cada año. La
comparación de los distintos valores que se vayan obteniendo permitirá diferen-
ciar si una uniformidad baja es debida solamente a las caracteristicas de la
instalación o además se debe a problemas tales como obturaciones, desajuste de
reguladores, etc. También es interesante compararlo con el CU utilizado en el
diseño, es decir:
CU= (i- J.27CV)
{e
~
qa

6.2. Diagnóstico de una baja uniformidad


Como ya se ha dicho, una baja uniformidad puede ser debida a muchas
causas, que a efectos de la evaluación se pueden agrupar en dos clases:
1. Causas hidráulicas. Son todas las que afectan a la presión de funciona-
miento de los emisores y pueden consistir en un diseño inadecuado, falta
de reguladores de presión, desajuste de los mismos, etc.
2. Baja uniformidad de los emisores, debidas a obturaciones o a un inade-
cuado CV (coeficiente de variación de fabricación).
Para separar los efectos de estas dos causas, Bralts y Kesner ( 1983) proponen
un método que consiste en calcular los tres coeficientes de variación siguien-
tes:
CV,: coeficiente de variación total de caudales.
cv.: coeficiente de variación de caudales debido a la baja uniformidad de
los emisores.
CVh: coeficiente de variación de caudales debido a causas hidráulicas.

Cv, se calcula según:

cv-~ (13)
t Q.

siendo Q. el caudal medio recibido por las 16 plantas y oq la desviación típica de


los 16 caudales. La tabla 2 muestra la clasificación de la uniformidad en función
de cvr

TABLA 2

cv, Uniformidad

> 0,4 Inaceptable


0,4 - 0,3 Baja
0,3 - 0,2 Aceptable
0,2 - 0,1 Muy buena
0,1 -O Excelente

CV h se calcula según:

CVb =~ (14)
Pa

siendo
.
p3 la presión media en las 16 plantas y o p la desviación típica de las 16 pre-
sienes.
cv. se calcula según:
CV • = ..JCV t 2 - x2 CV h2 (15)

donde x es el exponente de descarga del emisor, que en caso de no ser conocido se


puede sustituir por 0,5, aunque con cierta pérdida de exactitud. Se considera que
CV e debe mantenerse por debajo de 0,2. En otro caso los emisores son inadecua-
dos (alto CV) o están obturados. Si CV1 es inadecuado y cv. < 0,2, hay que
comprobar cual de las causas hidráulicas ocasiona la baja uniformidad. Un
estudio realizado en el Valle de San Joaquín (California) entre 1981 y 1984, en el
que se evaluaron 57 instalaciones, reveló las siguientes necesidades para mejorar
la uniformidad de riego:

Necesidades
- Instalar reguladoresde presión. Porcentaje de
- Ajustar los reguladores existentes. instalaciones
- Modificar las tuberías por diseño incorrecto. afectadas
- Aplicar ácidos o cloro.
- Limpiar filtros. 5
- Instalar filtros. 21
- Mejorar los filtros existentes. 2
21
39
7
18

Ejemplo 6

Caudal por Presión Cauda/por Presión


plan/a (l/h) (m.c.a.) planta (l/h) (m.c.a.)

7,2 10,3 8,9 11,2


6,0 9,6 9,3 9,9
6,3 9,4 4,8 9,6
8,9 9,3 7,2 9,3
6.1 10,6 5,7 10,4
10,2 9,5 6,2 10,0
7,9 9,4 6,0 9,6
8,7 9,4 8,6 9,5

Q8 = 7,38 1/h
q25 = 4,8 + 5,7 + 6,0 + 6,0 = 5,63 1/h
4
5•63
cu= 7,38
- 0,76

La uniformidad es algo baja, inferior a la del proyecto, que era CU - 0,90.


En la columna de caudales se calcula crq= 1,58.

cv-1 5.=1•58 =021


Q1 7,38 '
En la columna de presiones se calcula crP = 0,55, p0 .. 9,81 m.

CVb = ~ - 0,55 - O , 06
Pa 9,81
El exponente de descarga de los goteros es de 0,54:

CVe - ,Jcv t2- x2 C~b= V'O , 2l2- , 54 · O,06)1= O , 21


(0
Conclusión: La relativamentebaja uniformidad no es debida a causas hidráu-
licas sino a baja uniformidad en los goteros. Se debe comprobar si están
parcial- mente obturados, que parece lo más probable, o si su coeficiente de
variación de fabricación es bajo.
CAPITULO 15

SECUENCIA DEL DISEÑO HIDRAULICO


Y CALCULO DE LA SUBUNIDAD DE RIEGO

1. Secuencia del diseño hidráulico de un RLAF

En el diseño de un RLAF los cálculos hidráulicos se realizan después del


diseño agronómico y basándose además en otros datos como características del
emisor elegido, topografía de la finca, etc.
En primer lugar (Fig. 15.1) se calcula la tolerancia de caudales; para conseguir
una uniformidad de riego ya definida en el diseño agronómico en términos de
CU (coeficiente de uniformidad), la relación entre el caudal del emisor que dé
menos agua (qns) y el caudal medio de todos los emisores (qª) no debe ser inferior
a un cierto valor, que se calcula en función de CU, del número de emisores
por planta y del coeficiente y variación del emisor a utilizar. Calculada la
tolerancia de caudales y conocida la ecuación del emisor (relación q - h), se
calcula la tolerancia de presiones.
Los cálculos anteriores son comunes para toda la instalación de riego. A
partir de ellos el cálculo se desarrolla independientemente para cada subunidad,
que, recordemos del capítulo 7, es la superficie dominada por un regulador de
presión.
Las variaciones de presión que se produzcan aguas arriba del regulador de
presión son controladas por este aparato y por tanto no modifican la presión de
trabajo de los emisores (dentro de ciertos límites y siempre que aguas arriba del
regulador la presión supere un mínimo). En cambio, las variaciones de presión
que se produzcan aguas abajo del regulador, y que pueden deberse a los desnive-
les del terreno y a las pérdidas de carga en las tuberías, hacen que los distintos
emisores de una misma subunidad estén sometidos a presiones diferentes y en
consecuencia emitan caudales diferentes. Por tanto, la uniformidad del riego
depende únicamente de lo que ocurra en el interior de la subunidad y ello
justifica la importancia que tiene el diseño de esta parte de la instalación.

411 41
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Figura 15. l.

413 41
413 34
q¡ , caudal Inicial de un lateral

• longitud de un lateral

O , caudal Inicial de lo terciario

L • lon91tud de lo terciario

s,: espaciamiento entre emisores

SL I espaciamiento entre laterales

Figura 15.2.
Presiones y caudales en una subunidad de riego.

Para el diseño de una subunidad de riego hay que combinar lo que es puro
cálculo hidráulico (determinación de caudales, diámetros y presiones de laterales
y terciarias) con la distribuciónen planta de la red de riego. Aunque en esto
cada ingeniero tiene su propio método, es útil empezar por confeccionar una
tabla donde para cada pendiente del terreno se establezcan las posibles
combinaciones diámetro - longitud máxima del lateral, y a partir de esa tabla
dibujar en el plano la distribución de tuberías terciarias. Cualquiera que sea el
procedimiento de dibujo de la red de riego, los cálculos hidráulicos consisten
en primer lugar en determinar los caudales en laterales y terciarias y a
continuación, teniendo en cuenta la tolerancia de presiones, calcular para las
mismas tuberias los diámetros y el régimen depresiones. Esta es la fase más
complicada del cálculo hidráulico y
con ella acaba el diseño de la subunidad. El resto del diseño (secundarias,
primarias y cabezal de riego) es más parecido al de cualquier red tradicional de
riego por tuberías, con algunas peculiaridades en el caso del cabezal de riego.
En lo que sigue se estudia con detalle cada uno de los cálculos citados, pero
previamente es conveniente presentar la simbología que se va a emplear.
La figura 15.2 muestra una subunidad, con las presiones (H) y caudales (q) de
los distintos elementos que la componen. Las mayúsculas se reservan para la
terciaria y las minúsculas para los laterales. Los subíndices significan:
m: valor inicial
a: valor medio
n: valor mínimo en la terciaria o en un lateral
ns: valor mínimo en toda la subuoidad
Los métodos de cálculo propuestos se basan fundamentalmente en los dife-
rentes estudios y publicaciones de Keller y Rodrigo. A lo largo de la exposición se
incluirán ejemplos de los distintos casos que se pueden presentar y además, para
mejor comprensión de la conexión entre el diseño agronómico y el hidráulico, en
el capítulo 16 se incluirá el proyecto completo de un RLAF, concretamente del
ejemplo hasta ahora estudiado de riego de naranjos en la provincia de Huelva.

2. Tolerancia de caudales

En el capítulo 14 se estudió la fórmula que relaciona el coeficiente de unifor-


midad del riego (CU) con los caudales medio (q3) y mínimo (qns) de la subunidad:

cu-
l,27 C V)~
(1
re q,
(l)

CV == coeficiente de variación de fabricación del emisor


e= número de emisores que suministran agua a una misma planta
En esta fase del diseño se conoce CU, que se eligió en el diseño agronómico.
Conocidos CV, e y qª, se calcula qns según (1).
Un problema que la aplicación de ( 1) plantea en la fase de diseño es conocer
el coeficiente de variación de fabricación CV. Se puede establecer un valor
máximo de CV con el que se calcula la tolerancia de caudales, y posteriormente,
en la ejecución de la instalación, se rechazan los emisores que no cumplan esa
condición. Los valores máximos de CV pueden ser los de las normas ISO (0,05
para categoría A y O, 1 O para categoría B), o los que elija el autor del diseño.

EjemploJ
cu - 0,90
q. = 41/h
e=4
dato del gotero: CV .. 0,04

0,90 X 4 ,. 3 69 1/h
1,27 0,04
¡ - JX r
'

3. Tolerancia de presiones

Conocidos Q. y qn,• así como la ecuación del emisor (q = kh") se calculan las
presiones media (h,) y mínima (h0,).
_ ( q ) 1/x
h- -
K

La diferencia de presión en el conjunto de la subunidad, t..H, es proporcional a


(h, - hn.):

(3)

donde M es un factor que depende del número de diámetros que se vayan a


emplear en una misma tubería, ya sea terciaria o lateral. Keller recomienda
los siguientes valores de M.

Diámetro constante . . . . . . . . . . . . . . 4,3


2 diámetros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2,7
3 diámetros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2,0

No obstante, como en esta fase de cálculo es dificil saber el número de


diámetros, se recomienda utilizar el valor M = 2,5.
La fórmula (3) permite calcular la diferencia de presión admisible en la
subunidad, que se reparte entre terciaria y
laterales:
(4)
t..H1 = variación de presión admisible en la terciaria
t..H1 = variación de presión admisible en cada lateral
Hay que señalar que esas variaciones de presión incluyen no sólo las
pérdidas de carga en las tuberías, sino también los desniveles topográficos.
En terrenos de poca pendiente se suele hacer:
(5)
t..H
t..H1 =t..H 1 =- 2.
Si el terreno tiene pendiente favorable a la terciaria se puede distribuir t:\H de
otra forma, permitiendo un mayor t:\H1 y al contrario si la pendiente es favorable
a los laterales. Además la distribución de t:\H entre t:\H1 y t:\H1 puede verse
afectada por otros factores como, por ejemplo, la existencia de elementos
que limiten la longitud de las terciarias o laterales.
Hay que destacar que tanto la (3) como sus derivadas (4) y (5) son hipótesis
que se hacen con objeto de facilitar el cálculo por tanteos, y que al final hay que
comprobar que se cumple ( 1 ), que es la verdadera condición impuesta a la
subu- nidad.

Ejemplo2
q = 4 1/h q~
= 3,69 l/h
ecuación del emisor: q = 1,38 hº.45 (q en 1/h; h en m)
aplicando (2)
ha= 10,64 m
hns= 8,90 m
Mi - 2,5( 10,64 - 8,90) = 4,35 m
Se acepta en principio t:\H1 = ó.H1:
4 35
ó.H = ó.H1 = -'- = 2, 18 m
t 2

4. Diseño de la subunidad de riego

El diseño de la subunidad de riego incluye la distribución en planta de


terciarias y laterales, la determinación de los caudales de estas tuberías y el
cálculo de los diámetros y régimen de presiones. El cálculo se inicia a partir de
la presión h. del gotero medio, y en él se determinan hm, h Hm y H (ver Fig.
0, 0

15.2), cuyos valores han de cumplir lo establecido sobre tolerancia de presiones:

(6)

(7)

Así, en el ejemplo anterior, los laterales deben diseñarse de forma que en


ellos la variación de presión no supere 2, 18 m, valor que asimismo no debe
superarse en la terciaria. U na vez satisfechas esas condiciones, el cálculo se
hace a la inversa: partiendo de la presión de entrada en la subunidad, Hm, se
calculan h. y hns y sus correspondientes qª y qn,• a partir de los cuales se
comprueba que el coeficiente de uniformidad de riego no es inferior al
mínimo establecido.
El diseño no es unidireccional sino que generalmente se hace por tanteos, ya
que los cálculos pueden dar unos resultados no satisfactorios que obliguen a
modificar la distribución en planta o los diámetros de las tuberías.
No vale la pena detenerse en cómo se diseña la distribución en planta, que
suele estar condicionada por la forma de la finca. En cambio es necesario ir al
detalle de los cálculos de laterales y terciarias.

S. Cálculo de laterales

En el Apéndice 1 se incluye un estudio detallado del cálculo de laterales,


deduciendo las fórmulas a aplicar en cada caso. Aquí, con objeto de no distraer la
atención del lector interesado solamente en la aplicación de los métodos de
cálculo, presentamos las conclusiones de dicho estudio, acompañadas de ejem-
plos.

5.1. Laterales alimentados por un extremo

5.1.1. Fórmulasgenerales
La figura 15 .3 muestra el caso general de un lateral alimentado en un extremo
por la terciaria. El terreno presenta una pendiente «i» y se adopta el convenio de
considerar a «i» (y al desnivel d - l · i) como positivos cuando el agua va hacia
arriba y negativos en caso contrario. La presión inicial es hm, la última hu y la
mínima hn, que se produce en el punto en que la curva de presión es tangente al

ha

terciario

Figura 15.3.
terreno. La presión media es h•. La pérdida de carga por rozamiento es h, Más
adelante veremos los casos que pueden presentarse, pero antes se relacionan unas
fórmulas generales, es decir, de aplicación a todos los casos.

h, = J'FI (8)
J'.., J . s.+ fe
se (9)

hm =h.+ 0,733hr+ i (10)

.1hn ~ hu - hn (J 1)
h=u h-hm-d f (12)
hn =h m -h r -d- .1hn (13)

donde, además de los símbolos antes citados, aparecen los siguientes, ya


estudia- dos en el capítulo 9.
J: pérdida de carga unitaria (m/m)
J se puede calcular por medio de las fórmulas indicadas en el capítulo 9 o
utilizar los datos de las numerosas tablas que existen al respecto. También,
aunque con menos precisión, se puede obtener de los ábacos que se muestran
en las figuras
15.4, 15.5, 15.6 y 15.7.
J': pérdida de carga unitaria incluido el efecto de las conexiones de
los emisores (m/m)
Se: separación entre emisores (m)
f.: longitud equivalente de la conexión de un emisor en m (Fig. 15.8)
F: coeficiente de Christiansen. Tabla 1 (en RLAF usar ~ = 1.75)

La aplicación de estas fórmulas permite calcular hm y h" y comprobar si se


cumple la condición de que (hm - h) sea menor que la variación de presión
admisible en el lateral (.1H.). Se pueden presentar los tres casos siguientes:

Caso 1: terreno horizontal i = O.


Caso 2: terreno subiendo i > O.
Caso 3: terreno bajando i < O.

Subcaso 3.1: i < O; ijl < J'


Subcaso 3.2: i < O; lil ~ J'

En la figura 15.9 se muestran estos casos y las fórmulas aplicables a cada


caso. A continuación se estudia cada uno de ellos.
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Figura 15.4.
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Figura 15.5.

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Figura 15.7.

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Figura 15.8.
Longitud equivaleme de la conexión de un emisor. ¡;
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4254 425
25 425
5.1.2. Caso J. Terreno horizontal
Cuando el terreno es horizontal i = O, d - O, áh0 = O y hu• ~- En este caso las
fórmulas generales toman la forma:

hm =ha+ 0,733hr (14)


hn = hu= hm - hr- h. - 0,267hr (15)
hm - hn = h, (16)

El punto de menor presión es el final del lateral. El gotero medio se encuentra


a una distancia del final del lateral igual al 62 por 100 de la longitud de éste (38
por 100 del principio). Entre el gotero medio y el final se pierde el 26,7 por 100
de la pérdida de carga h, en el lateral (73,3 por 100 entre el principio y el
gotero medio). Como regla aproximada fácil de recordar, el gotero medio está al
40 por
100 en distancia del origen, y hasta él se pierde el 7 5 por 100 de la pérdida total.

Ejemplo 3
Datos
1- 80 m
Se=2m
q. s 5 1/h
tolerancia de presiones: dH1 = 1,80 m
conexión del gotero: estándar
ha= 10 m
Cálculos
n (número de goteros) = 1 - SO = 40
se 2
q1 (caudal del lateral)= nq."" 40 x 5 = 200 1/h
F(n = 40; 10 •Se)= 0,376
Se empieza tanteando una tubería de PEBD 12,5/ l 0,3 mm, que con un caudal de
200 1/h da J = 0,07 54 m/m. En esa tubería, para conexión estándar: fe= 0,24
(Fig. 15.8).
= S +f 0,0754 x 2 + 0,24
J' J-•_e=
s. 2
h, .. J'FI - 0,0844 x 0,376 x 80 = 2,54 m
Sin necesidad de más cálculos se comprueba que el 0; = l 0,3 mm es
insuficiente, pues hm - hn - hr= 2,54 m > dH1 = 1,80 m. Se tantea una
tubería de PEBD
16/13,2 mm, que con q1 = 200 lfh:
J = 0,0234 m/m
f0= o.i l m
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Figun 15.9.
Laterales alimentados por un extremo.
2 11
J' = 0,0234 x + O, = 0,0247 m/m
2
h, = J'Fl= 0,0247 x 0,376 x 80 = 0,74 m < Aff1= 1,80 m

Esta tubería es aceptable:


hm ... h~ + 0,733hr= 10 + 0,733 x 0,74 = 10,54
m
hn = hm - hr= 10,54 - 0,74 = 9,80 m

5.1.3. Caso 2. Terrenosubiendo


Cuando el terreno va subiendo (i > O, d = l · i > O), también la
presión menor se produce al final del lateral: hu., hn; .ó.hn = O. Las fórmulas
aplicables son:

hm = ha + 0,733h"! + Q_ (10)
2
d
- -
h n = h u = h m - h r - d = h ª,- O 267h r2 ( 17)

(18)

Ejemplo4
El mismo caso del ejemplo anterior, pero con una pendientepositiva del
1,5 por 100 (i = 0,015).

d = f · Í = 80 X 0,015 = 1,20 fil

Si se utilizara la tubería seleccionada en el ejemplo anterior, PEBD 16/13,2


mm, se obtendría hr= 0,74 m.

Se utiliza la tubería comercial de diámetro inmediato superior, PEBD


20/16 mm, que con Q.¡ = 200 l/h:
J = 0,0094 m/m
f.= 0,10 m
J' = 0,0094 x 2 + O, lO = 0,0099 rn/m
2
hr= 0,0099d x 0,376 x 80 = 0,30 m
hm- hn-h,+d=0,30+ 1,20-1,50 m < .ó.H1= 1,80 m
Esta tubería es aceptable:

427 427
4274 4274
d 1,20
hm=-h 1
+0,733hr+--10+0,733 x 0,30 +--=10,82m
2 2
hn - hm - h,- d - 10,82 - 0,30 - 1,20 = 9,32 m

5.1.4. Caso 3. Terreno bajando


Cuando el terreno va bajando (i < O, d - I · i < O), el desnivel va
compensando las pérdidas por rozamiento. Se presentan dos subcasos:
Subcaso 3.1. i < O, d = I · i < O, lil < J'

En esta situación el desnivel no compensa totalmente las pérdidas por


rozamiento y el punto de menor presión se encuentra en una posición intermedia.
Para la resolución de este caso se emplean las fórmulas:
hm = ha + 0,733hr+ ~
2 {19)

hn = hm - t'hf (19)

en las que apareceun nuevo elemento, el factor t', que depende de la relación d/h,
según la expresión:
d ( --
-d ) 1.57
t'= l +-+0,357 (20)
h, hr

Los valores de t' se muestran en la tabla 2.


Aunque no es de interés para el diseño, la distancia «p» desde el punto de
menor presión al extremo más bajo del lateral se puede calcular según:

p - /. + ,
( ")ºS7 (21)

Ejemplo 5
Daros
L • 50 m
Se= 0,40 m
q,- 3,25 1/h
tolerancia de presiones llH1 = 1,60 m
conexión del gotero: pequeña
h.-s m
pendiente del terreno: i • - 0,008
TABLA 2
Laterales alimentados por un extremo.

d/h¡ r· d!h¡ 1'

0,0 1,00 -1,4 0,21


-0,1 0,91 - 1,5 0,17
-0,2 0,83 - 1,6 0,15
-0,3 0,75 - 1,7 0,12
-0,4 0,68 - 1,8 0,10
-0,5 0,62 - 1,9 0,08
-0,6 0,56 - 2,0 0,06
-0,7 0,50 - 2,1 0,04
-0,8 0,45 - 2,2 0,03
-0,9 0,40 - 2,3 0,02
-1,0 0,36 .-2,4 0,01
-1.1 0,31 - 2,5 0,005
- 2,6 0,002
º·ºº
- 1.2 0,28
- 1,3 0,24 - 2,75

Cálculos

n = _! - ~ = 125 goteros
se 0,40

Q¡ = n · qª = 125 x 3,25 =- 406 1/h


F(n - 125, 10 = Sj2) = 0,365

Se tantea una tubería de PEBD 0 16/ 13,2 mm; para 406 1/h:
J - 0,0794
(=0,11
S+f 0,40 + O,
11
J' -J , _c_c - 0,0794 · - 0,1012
se 0,40

Se comprueba que !il = 0,008 < J' - 0,1012: subcaso 3.1.

h, =- J'F/ = 0,1012 x 0,365 x 50 = 1,85 m


d = / · i = 50 X (-0,008) - - 0,40 m
d - 0,40 "" _ 0,22
h, l,85

En la tabla 2, para~ = - 0,22, t' = 0,81


hf
Esta tubería es aceptable:
O 40
h - 8 + 0 733 X J 85 - -' - = 9 16 m m


2

hn-
hm -
fh,-
9,16-
0,81
X
1,85 =
7,66
m

Subcaso 3.2 i < O, d


... l · i < O lil ~ J'
El punto de
menor
presión es el
origen y el
de mayor
presión el
final. hm - h

n
=h.•+
0,733hr +
..2..
2
hu= hm - hr- d
En este caso para
cumplir con la
tolerancia de presiones:
hu- hm
< .::lH1

Ejemplo 6
Datos

430 43
4304 04
l = 77,50 m 2/28
s.- 5,00 m q
Qa= 60 1/h mm;
X
h.- 15 m para
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1/h: J
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Cálculos 0
n _ 77,50 - 2,50 +1 =
16 3 ,
431 43
4314 14
010
3
m/
m
5

Se comprueba que lil = 0,04 > J' = 0,0103:


subcaso 3.2.

h, = J'F/
= 0,0103
X 0,376 X

77,5 =

0,30 m d
- / · Í =

77,5 X (-

0,04) = -
3, 10 ID

h =h -15
+0,733 X
0,30-
3,tO =

n
13,67m m

432 43
4324 24
hu= 13,67 - 0,30 - (- 3,10)- 16,47 m
hu - hm-= 16,47 - 13,67 = 2,80 > ~H1 = 2,40 m

La tubería de 0 32/28 mm da lugar a una variación excesiva de presión,


porque produce una pérdida por rozamiento muy inferior al desnivel. Se tantea
una tubería de menor diámetro para que las pérdidas sean mayoresy se compen-
se mejor el desnivel.
0 25/21,8 mm
J = 0,0329
J' = 0,0329 x 5 + 0,09 =- 0,0335 < 0,04 • lil: subcaso 3.2.
5
h,= 0,0335 X 0,376 X 77,5 = 0,98 ID

d=-3,lOm
3•1º=1417m
h•h
n m
.. 15+0733x098-
' • •
2
hu= 14,17-0,98-(- 3,10)= 16,29 m
hu-hm= 16,29-14,17-2,12 m < &1¡=2,40 m

Esta tubería es aceptable. Obsérvese que si aún se quisiera reducir más el


diámetro, por ejemplo, con 0 20/ l 6 mm, la nueva situación no correspondería
al subcaso 3.2. En efecto:

J•Ü,1433;J'=0,1433 X (5,09/5)=0,1459 > 0,04=1il

En este caso:
hr=0,1459 x 0,376 x 77,5=4,25 m
d - 3 10
---' = - O, 73 y t' = 0,48
4,25

hm - hn = t' · hf- 0,48 X 4,25 = 2,04 ID

hm = 15 + 0,733 X 4,25 -(3,10/2) = 16,57 m


hn = 16,57 - 2,04 = 14,53 m

Esta solución es preferible a la de 0 25/21,8 mm ya que con menor diámetro


(solución más barata) se consigue una menor variación de presión.

5.2. Laterales alimentadosPor un punto intermedio


Con frecuencia se presenta una situación como la de la figura 15 .1 O en la que
el lateral consta de dos ramales, uno a cada lado de la terciaria. En este caso hay
que determinar el punto óptimo del lateral en que debe conectarse a la terciaria.
Cuando el terreno es horizontal, el punto óptimo es evidentemente el centro del
lateral. Cuando el terreno tiene una pendiente «i», el punto óptimo está más
cerca del extremo más alto. Su emplazamiento exacto se calcula con la condición
de que se igualen las presiones mínimas en ambos ramales del lateral. En el
apéndice I se estudia con detalle el procedimiento de cálculo, que exponemos
aquí resumidamente.
Sea x la distancia del punto óptimo al extremo más bajo. El cálculo se
desarrolla por tanteos, por los pasos siguientes:
l. Se elige un diámetro para el lateral y se calcula hft, pérdida de carga por
rozamiento en una tubería de longitud, número de emisores y caudal
igual a la suma de ambos ramales.
(22)

,------------ --------------
h¡ 2

-- --
--- -- --
hft
»->

hm

---- -- --
Sección

hn

d • ~. 1

terciario
r:
lateral (ramal 1)
lotero 1 {ramo 1 2)

Planto

1 r
1 1
t,.

Figura 15.10.
Lateral alimentado por un p111110 intermedio.

43243
432 2
4324
2. Se calcula «d», desnivel entre ambos extremos del lateral.

d - l . i (23)

En este caso se consideran «i» y «d» siempre positivos.


3. Se calcula la diferencia de presión hm - hn según (24).
h-m h~t·nh (24)
ÍI

«t» es un factor función de d/h11' cuyos valores se muestran en la tabla 3.


4. Se comprueba que hm - hn < Afír (~H1 es la diferencia de presión admi-
sible en el lateral). Si tal condición no se cumple, el diámetro elegido es
insuficiente y hay que hacer un nuevo tanteo con un diámetro mayor.
5. Cuando el diámetro elegido es aceptable, se calcula el punto óptimo de
alimentación, es decir, el valor de x. Para ello se calcula x/ len función de
d/hft, aplicando la fórmula (25) o utilizando la tabla 3. Esta tabla se ha
confeccionado para F = 0,37, pero puede emplearse con suficiente apro-
ximación en la mayoría de los casos.

od;- ( 1 - ( +
(d·F)1 .s1 T 15
Ti -(x)2, -
x\2.15
( 1 - TJ (25)

T
d·F)o.s1)
6. El punto de alimentación, y por tanto el valor de x, se desplaza ligera-
mente si es necesario para no coincidir con una fila de cultivos. Como
norma general, el desplazamiento no debe ser mayor que 3/4 de la
separación entre filas de cultivos cuando es hacia arriba, ni 1/4 cuando es
hacia abajo.
7. Se calcula hm, presión inicial de los 'dos ramales (ver Fig. 15.IO) se-
gún (26).

h m = h a + m · h n -( ~ l - O ' 5) · d (26)

donde ha es la presión del gotero medio y «m» es un factor función de


d/h, cuyos valores se muestran en la tabla 3. También se puede calcular
en función de x// según (27).

( x)2.1s - 4-¡(( -Ix)J.75 +( l - -l.x}J.15,) - (.l -- x)((x)


m .. -
. l l
-2.1s( -
I
'
1-- x)2.1s)
I
(27)

8. Se calcula hn, presión mínima común a ambos ramales, según (28).

(28)
Ejemplo 7
Datos
l = 130 m
Se =2 m
qa= 81/h
ha= 12 m
i = 0,00&
~H,= 0,75 m

Cálculos
t« tanteo
0 16/13,2 mm

n(número de goteros)=
13 º + l = 66
2
q1 = n · Q = 66 X 8 = 528 1/h
3

F(n = 66, 10 =_ S.f2) = 0,367


Con q,= 528 1/h y 0 13,2 mm: J = 0,1255
fe(conexión estándar)= O, 15
2
hft = J'Ff = 0,1255 X + Ü,l5 X 0,367 X 130 = 6,44 m
2
d = [ · i = 130 X 0,008 = 1,04 m
d 1,04
-=--=0,16
hf, 6,44

En la tabla 3 se obtiene t = O, 151

Esta tuberia no es aceptable.

2.0 tanteo

0 20/16 mm, que con q1= 528 1/h: J = 0,0504 m/m y f0= 0,10 m
2
bn= 0,0504 x + O,IO x 0,367 x 130 = 2,52 m
2
d 1,04
-=--=0,41
hft 2,52
En la tabla 3, t = O, 169

434434 434
4344
t · ~h - hm - hn - Ü' 169 X 2' 52 - 0 , 43 < ó.H1 = 0> 75 m

Se acepta esta tubería.


X
Tabla 3:-1= 0,69; m = 0,20

X= 130 X 0,69 = 89,70


La terciaria se coloca a 90 m del extremo más bajo; los dos ramales tendrán unas
longitudes de 90 y 40 m.

h m ~ ha + m · h ft -( ~¡ - O '5) · d=

= 12 + 0,20 X 2,52 - (0,69 - 0,5) X 1,04"" 12,31 m


h0- hm- t · hn= 12,31 -0,43 = 11,88 rn

TABLA 3
Laterales alimentados por un punto intermedio.

d/hr x/1 m
0,0 0,50 0,11 0,149
0,1 0,55 0,12 0,148
0,2 0,60 0,13 0,154
0,3 0,65 0,16 0,165
0,4 0,69 0,20 0,169
0,5 0.72 0,23 0,165
0,6 0,75 0,26 0,163
0,7 0,79 0,31 0,173
0,8 0,81 0,34 0,163,
0,9 0,83 0,37 0,154
1,0 0,85 0,41 0.146
1,1 0,87 0,45 0,138
1,2 0,89 0,48 0,132
L3 0.91 0,53 0,126
1,4 0,92 0,55 0,111
1,5 0,93 0,57 0,097
1.6 0,94 0,59 0,084
1,7 0,95 0,62 0,072
1,8 0,96 0,64 0,062
1,9 0,97 0,67 0,052
2,0 0,98 0,70 0,043
2,1 0,98 0,70 0,029
2,2 0,99 0,72 0,022
2,3 0,99 0,72 · 0,012
2,4 1,00 0,75 0,007
2,5 1,00 0,75 0,001
2,6 1,00 0,75 0,001
2,7 1,00 0,75 0,001
2,75 1,00 0,75 0,001
6. Cálculo de terciarias

En el cálculo de laterales, además de comprobar que la variación de presión


(hm - hn) es menor que ~HI' se ha determinado la presión inicial hm en esas
tuberías.
.
En el cálculo de terciarias se iguala H• = hm (ver Fig. 15.2) y a partir de
Ha se calculan Hm y H0, con la condición de Hm - H, < ~Hr Se pueden presen-
tar los casos siguientes:
Caso 1. Subunidad rectangular. Diámetro constante.
Caso 2. Subunidad rectangular. Diámetro variable.
Caso 3. Subunidad no rectangular.

6.1. Caso l. Subunidad rectangular. Diámetro constante


En este· caso la terciaria se puede calcular por los métodos descritos para el
cálculo de laterales en las distintas situaciones que se pueden presentar respecto a
la pendiente.

6.2. Caso 2. Subunidad rectangular. Diámetro variable


A veces puede convenir dividir ta terciaria en varios tramos de distinto
diámetro. En cada caso habrá que estudiar si compensa el ahorro de colocar
menores diámetros con el mayor coste de tas piezas de reducción y la mayor
complicación en la ejecución de las obras, pero sin duda hay casos en que et
cambio de diámetros puede convenir, sobre todo en subunidades grandes con
terciarias de gran longitud y emisores de elevado caudal. En este caso el cálculo se
puede hacer numérica o gráficamente.

Caso 2. Método numérico


Consiste en dividir la terciaria en tantos tramos como espacios haya entre
laterales. A la presión inicial en la terciaria, Hm, se va descontando la pérdida de
carga de cada tramo y restando o sumando el desnivel, según que la terciaria
vaya perdiendo o ganando altura. De esta forma se obtiene la presión para el
punto inicial de cada lateral en función de Hm, valor aún desconocido. La
media de todas esas presiones se iguala a Hª, presión de entrada del lateral medio,
que es un dato del problema, lo que permite calcular Hm y la presión en cada
lateral, la menor de las cuales es H0•

Ejemplo 8
Calcular la terciaria de la figura 15.11 con los datos siguientes:
- Longitud de la terciaria: l 60 m.
- Espaciamiento entre laterales: S1 = 8 m.
- Número de laterales: 21.
- Caudal de cada lateral: q, = 600 1/h.
- Presión inicial requerida en el lateral medio: H1'"' 12 m.
- Pendiente del terreno: i = - 2 por 1 OO.

Cálculos
En primer lugar se decide el tipo de tubería y su diámetro; para esto último
se adopta el criterio de que la velocidad no supere 1,5 m/sg. Se emplea tubería
de PVC de 6 atm., de los siguientes diámetros:

Caudal máximo ,v_o máximo de


0J0¡(mm) (v - 1,5 m/sg) laterales
40/36,4 5.580 1/h 5.580/600 - 9
50/46,4 9.000 1/h 9.000/600- 15
63/59,2 14.760 1/h 14.760/600 • 24

Por lo tanto se instalará:

Tramo 0(mm) Long Im)


1-6 63/59,2 40
6-12 50/56,4 48
12-21 40/36,4 72

Los cálculos se hacen en el cuadro 1, que sólo necesita las siguientes aclaraciones:
(5) H,(pérdidaen cada tramo)= J x longitud de cada tramo= J x 8. Desni-
vel de cada tramo= 8 x (- 0,02) = - 0,16 m.

--- ---- ---


4

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Pendiente del terreno I i I!. - 2 o/o

Figura 15.11.

437 437
4374 4374
(6) H1 = Hm
H2= H, - Hr del tramo (1-2) - desnivel del tramo (l-2) = Hm -
0,20 + O, 16 = Hm - 0,04; H3 = H2 - O, 18 + O, 16 = Hm - 0,06 y así
suce- sivamente.
De los datos de la columna (6) se calcula la presión media:

I:H¡ =H - 15,76 =H -075


m m '
21 21

Esta expresión se iguala al dato H.= 12 m:

Hm-0,75=H3= 12m
Hm= 12,75 m

El lateral de menor presión (ver en el cuadro) es el número 17:

Hn = Hm - 1,54 = 12,75 - 1,54 = 11,21 m

Obsérvese, como curiosidad, que el lateral que más se aproxima al valor medio es
el número 12, cuya presión es Hm - 0,74 = 12,75 - 0,74 = 12,01 m. Asimismo
se puede comprobar que la pérdida de carga por rozamiento en la totalidad de la
terciaria es la suma de la columna {6) LHr=- 4,33 m.

Caso 2. Método gráfico


Como se ha podido comprobar en el ejemplo, el método numérico es
laborio- so; el método gráfico que presentamos a continuación permite un
cálculo más rápido sin perder prácticamente precisión. Al mismo tiempo que
se explica el método se desarrolla un ejemplo, precisamente el mismo del
método numérico estudiado anteriormente.
El método gráfico consta de los pasos siguientes:
Paso l. Selección del ábaco adecuado entre los numerados del l al 9 que se
muestran en las páginas siguientes. La selección se hace en función de:
a) Material de la tubería terciaria (PEBD; PEAD y PVC).
b) q1 (caudal de cada lateral).

q1 < 350 l/h . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ábacos 1, 4 y 7


350 1/h < q1 < 750 1/h . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ábacos 2, 5 y 8
750 1/h < q1 • • • • • • • . . • . . • . • • • • • • • • . • • . • • • • ábacos 3, 6 y 9

Ejemplo 9 (mismo caso que el ejemplo


8)
En nuestro ejemplo:
PVC, ql = 600 1/h ................................ ábaco 8
Paso 2. En papel transparente se dibuja un sistema de coordenadas que se
superpone al ábaco. Sobre él se calcan las curvas correspondientes a los diáme-
tros seleccionados, de la forma que se explica en el ejemplo.

CUADRO I

(JJ Tramo (2) Caudal (3)0¡ (4) J (5) H¡ (6JH en el piouo


(l/h) (mm) (m/m) (m) del tramo (m)
inicial

1- 2 12.000 59.2 0,0246 0,20 H.n


2- 3 l l.400 59,2 0,0227 0,18 Hm· 0,04
3- 4 10.800 59,2 0,0202 0,16 Hm- 0,06
4- 5 10.200 59,2 0,0184 0,15 Hm· 0,06
5- 6 9.600 59,2 0,0167 0,13 Hm- 0,05
6- 7 9.000 46,4 0.0469 0,38 Hm· 0,02
7- 8 8.400 46,4 0.0420 0,34 Hm- 0,24
8- 9 7.800 46,4 0,0373 0,30 Hm- 0,42
9. 10 7.200 46,4 0,0315 0,25 Hm- 0,56
10- 11 6.600 46,4 0,0274 0,22 Hm- 0,65
11- 12 6.000 46.4 0,0236 0,19 Hm- 0,71
12- 13 5.400 36.4 0,0602 0,48 Hm- 0,74
13- 14 4.800 36,4 0.0499 0.40 Hm· 1,06
14- 15 4.200 36,4 0,0405 0,32 Hm- 1,30
15- 16 3.600 36.4 0,0293 0,23 Hm- 1,46
16- 17 3.000 36,4 0,0211 0,17 Hm·l,53
17- 18 2.400 36,4 0,0144 0,12 Hm- 1,54
18- 19 l.800 36.4 0,0086 0,07 Hm- 1,50
19- 20 l.200 36,4 0,0042 0,03 Hm- 1,41
20- 21 600 36,4 0,0013 0,01 Hm- 1,28
punto 21: Hm- 1,13
I(S) • 4,33

Ejemplo 9 (continuacion}
El caudal máximo de cada diámetro es:

0(mm) Caudalmáximo
59,2 20 X 600 = 12.000 1/h - 3,33 )/Sg
46,4 15 X 600- 9.000 1/h- 2,5 1/Sg
36,4 9 X 600 • 5.400 1/h • 1 ,5 1/sg

En el ábaco se calca la curva correspondiente al 0 59,2 mm entre las abscisas


3,331/sg y 2,5 l/sg, la curva de 0 46,4 mm entre las abscisas 2,5 1/sg y 1,5 1/sg y
la curva de 0 36,4 mm entre las abscisas 1,5 l/sg y O.
De esta forma se obtiene una figura como la indicada en la figura l 5. l 2a).
A continuación se desplazan verticalmente las curvas de forma que el origen de
la curva de 0 36,4 mm ( 1,5 1/sg) coincida con el final de la curva de 0 46,4
mm, e igualmente se hace con el resto de las curvas, componiendo la figura
indicada en
la figura l 5.12b). Realmente esta última figura se calca directamente sin necesi-
dad de pasar por la figura l5.12a).
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Figura 15.12.

Paso 3. En el gráfico se mide H'¡, que es la pérdida de carga total en la


terciaria. En nuestro ejemplo, H' r " 3,26 m. Se debe tener la precaución de medir
H'" así como todas las distancias verticales, en el propio ábaco, ya que al hacer la
reproducción de éste se ha modificado la escala original. Este inconveniente
también se puede solventar midiendo de una vez para siempre la equivalencia
entre lo que el gráfico llama 1 metro y los milímetros a escala no reducida.
Debido a la forma en que se han confeccionado los ábacos, las distancias
verticales H' que se miden sobre éstos deben multiplicarse por un coeficiente K
para transformarlas en distancias reales H (y viceversa).
H=K · H' (29)
K=_S_1_
10 · q. (30)

donde:
S1 = separación entre laterales en metros
q1 = caudal de cada lateral en m3 /h.

Ejemplo 9 (continuacián)
s.=& m
q1= 0,6 m3/h

K=--8-- = 1,33
10 · 0,6
Hr= K · H'r= 1,33 x 3,26 - 4,34 m

Paso 4. Se calcula la pérdida de carga H'r.correspondiente al lateral medio,


lo que puede hacerse por dos procedimientos:

4494 449
49
a) Medir las ordenadas de todos los laterales y hallar la media.
b) Multiplicar H', por un coeficiente M.

H\.=M · H', (31)

el valor de M es:

N.0 de diámetros M
de la terciaria

1 0,75
2 0,6
3 0,5
Ejemplo 9 (continuación)

M=0,5
H'ra = 0,5 x 3,26 = 1,63 ro
Paso 5. Se dibuja la horizontal AB (Figura 15.13) que dista del eje de
abscisas una distancia igual a H'fa· El punto A coincide con el lateral medio. A
partir del punto A se traza una vertical y en ella se sitúa C, de forma que AC sea
la presión inicial en el lateral medio:

H' =~
ª K
H' = H.
Ejemplo9 (continuación}
ªY
H' --1-2-=902m
a l 33 '
'
Paso 6. Se traza por C una línea que representa al terreno. Para ello se
calcula
el desnivel total de la terciaria.

Ejemplo9 (continuación)
D = 160 x (-0,02) = - 3,20 m

D' = _!2._ = - 3,20 = - 2 41


K 1,33 '
Paso 7. La presión inicial en la terciaria se mide en el gráfico (H'm). Igual
se hace con la presión mínima (H\), que es la que corresponde al punto en que
la curva de presiones es tangente a una paralela al terreno.

Ejemplo9 (conünuacion)
---¡
H't • 3°26

---1 8
H'ta • 1'63

H'n •8°41

H~•9'02

Figura 15.13.

H'm= 9,52
H'ª= 8,41
Paso 8. Las distancias medidas en el gráfico se transforman en reales me-
diante
H=K·H'

451 451
4514
Ejemplo9 (continuación)
Hm= K · H'm• 1,33 X 9,52 =12,6~ m
Hn• K · H'.= 1,33 X 8,41 • 11,19 m
El ejemplo permite comparar los métodos numérico y gráfico, cuyos resultados
son muy parecidos.

M. numérico M. gráfico

Hm 12,75 12,66
Hn 11,21 11,19
Hr 4,33 4,34

6.3. Caso 3. Subunidad no


rectangular
Esta es una situación que se presenta con frecuencia, sobre todo en terrenos
accidentados. Keller y Rodrigo ( 1979) han estudiado estos casos y elaborado
unos métodos de cálculo que son de utilidad cuando la forma de la subunidad
cumple determinados requisitos (trapecial, triangular, etc.), distinguiendo ade-
más el caso de diámetro constante del de diámetro variable. Sin embargo dichos
métodos, además de su restringido campo de aplicación en función de la forma
de la subunidad, requieren el mismo trabajo prácticamente que el método numé-
rico antes descrito para el caso 2, es decir, el de dividir la terciaria en tramos. Por
tanto no vamos a incluir aquí la descripción de esos métodos, remitiéndonos a las
publicaciones de los autores citados y recomendando la aplicación del método
numérico, que es de aplicación universal cualquiera que sea la forma de la
subunidad, la topografia del terreno, el número de diámetros a emplear, etc.
El método numérico que recomendamos ha sido explicado anteriormente
por lo que nos limitamos a incluir un ejemplo en el que la forma y topografía de
la subunidad son bastante irregulares.

Ejemplo JO
Se trata del caso de la figura 15.14. La terciaria tiene una longitud de 108 m y
los laterales, espaciados S1 = 6 m, tienen una longitud variable, adaptándose a la
forma de la subunidad. En la figura se muestra para cada lateral su longitud, el
número de árboles (espaciados 4 m) y el caudal (a base de 12 l/hora y árbol).
Asimismo se muestra el caudal que lleva cada tramo de la terciaria. En la parte
inferior de la figura se indica el perfil del terreno. Otro dato es la presión necesaria
al principio del lateral medio: Hª = 11, 15 m.c.a. .
El cálculo se desarrolla en el cuadro 2. Se emplea tubería de PE. Un primer
tanteo en el que se seleccionó la tubería con la condición de no superar la
velocidad de 1,5 m/sg dio lugar a unas pérdidas de carga excesivas. Después de
varios tanteos se decide la solución siguiente:
terciario
secundorio&:--';--..:;...-..;•;--..:;...-...;.---;,---;...-+--':,<º:.........:,';-..' --'r12'---'1i'-'-.. .:.;'4:......--'-'r"-.. .,'ª:....-''.
¡.7-....,••:.........:;1•
Caudal en lo 1.ue s.o.+a 2.. 44 2.112 z.4•0 2..zeo 2.112 1.a« 1.714 1.oe4 1 . .+10 1.241 1.011 11• s72 ••1 1.11 ,~2
tercioria ( ,/ n
)

lot1,0111

Longitud óel
n 64 64 56 48

·~
80 64 60 60 56 52 52 56 56 52 52 56 60
40 lateral (m.)

..
11

...
Ni de Órbolu 21 19 17 16 15 16 14 14 15 15 14 14 15 16 17 17 16

Coodol d• I
latoral (1/h) ••• tu 204 JU ,u
"º •••
, 110 180 ... ... • •• 204 t04 110
••• ,u

Coto ,iao ,'2s a'2.~ ,•11 e'H ñ1 111, e'.+G e-ss 1'2.1 e'ot 1',1 7'M 7'73 7't.4 7'a5 7'4-s T'n 1121

Desnivel o'oe 010• o'os o're 0•11 o'•• 0'11 o'ii 0'12 0'1z 0'12 0'12 0112. o'o• o'ce o'ot o•o, c'ce

Figura 15.14.

Tramo 0(mm) Longitud (m)

1- 6 40/35 30
6-12 32/28 36
12-19 25/21,8 42

Recordamos que no es objetode este ejemplo el pronunciarse sobre la con ve-


niencia económica de ir reduciendo el diámetro en vez de mantenerlo constante;
se trata solamente de mostrar el método de cálculo. Para la interpretación del
cuadro 2 sólo es necesario aclarar:

H, = J x l = J x 6
H,-Hm
H2 = H1 - H, del tramo (1-2) - desnivel del tramo (1-2)
= ""Hm - 0,18 + 0,06 - Hm - 0,12
H3 = H2 - O, 16 + 0,06 = Hm - 0,22

y así sucesivamente.

De los datos de la columna (7) se calcula la presión media:

LH. 9, 17
-'=H ---=H -048
19 m 19 m '

Hm - 0,48 = H0 = 11, 15
Hm= 11,63 m

El lateral de menor presión (ver en el cuadro) es el número 16, Hn = Hm -


0,90 = 11,63 - 0,90 = 10,73 m.

CUADRO 2

(2) (3) (4) J (5) (6) (i)


(/) Caudal 0·1 (m/m) H¡ Desnivel H (m) en el punto
Tramo (///¡) (m/m) {m) {m) inicial del tramo
1- 2 3.276 35 0,0299 0,18 - 0,06 Hm
2- 3 3.048 35 0,0265 0,16 - 0,06 Hm·0,12
3- 4 2.844 35 0,0233 0,14 - 0,06 Hm·0,22
4- 5 2.652 35 0,0208 0,12 - 0,18 Hm·0,30
5- 6 2.460 35 0,0188 0,11 - 0,18 Hm·0,24
6- 7 2.280 28 0,0463 0,28 - 0,18 Hm·0,17
7- 8 2.112 28 0,0404 0,24 - 0,18 Hm·0,27
8- 9 1.944 28 0,0346 0,21 - 0,12 Hm·0,33
9- 10 1.764 28 0,0291 0,17 - 0,12 Hm-0,42
10-11 1.584 28 0,0241 0,14 - 0,12 Hm·0,47
11-12 1.416 28 0,0198 0,12 - 0,12 Hm·0,49.
12-13 1.248 21,8 0,0521 0,31 - 0,12 Hm-0,49
13-14 1.068 21,8 0,0397 0,24 - 0,12 Hm·0,68
14-15 876 21,8 0,0281 0,17 - 0,09 Hm·0,80
15-16 672 21,8 0,0177 0,11 - 0,09 Hm·0,88
16-17 468 21,8 0,0095 0,06 - 0,09 Hm·0,90
17-18 288 21,8 0,0041 0,02 - 0,09 Hm·0,87
18-19 132 21,8 0,0011 0,01 - 0,09 Hm·0,80
punto 19 Hm·0,72
CAPITULO 16

DISEÑO DE LA RED DE DISTRIBUCION


Y CABEZAL DE RIEGO

l. Diseño de secundarias y primarias

La distinción entre tuberías primarias y secundarias responde únicamente al


orden que ocupan a partir del cabezal. Algunos autores denominan primarias a
todas las tuberías de distribución situadas aguas arriba de las unidades de riego y
secundarias a las que conducen el agua desde el comienzo de la unidad hasta los
reguladores de" presión situados en el origen de las subunidades de riego. En
cualquier caso, esa distinción es irrelevante a los efectos del diseño, que se hace de
la misma forma en ambas tuberías.
Así como el diseño de una subunidad (terciarias y laterales) en los RLAF
presenta importantes particularidades respecto a otros sistemas de riego, el de las
secundarias y primarias es similar en todos los sistemas que conducen agua a
presión, no sólo para riego sino incluso para otros fines, como abastecimiento de
agua. En consecuencia no vamos a profundizar en cuestiones tales como optimi-
zación del trazado y de los diámetros, que se pueden encontrar fácilmente en
otras publicaciones y que no siempre están justificadas en el diseño de los RLAF.
Por tanto nos vamos a limitar a dar algunas normas prácticas y algunos criterios
sencillos de cálculo. El diseño de estas tuberías comprende los apartados siguien-
tes:
-Trazado de la red.
- Diámetros y timbraje.

1.1. Trazado de la red


Existen diversos métodos de optimización del trazado de la red de primarias y
secundarias, como es el caso del método de Girette, que resuelve por un método
gráfico el emplazamiento óptimo de una bifurcación. Sin embargo en los Rl.Af

455
suele haber menos libertad para el trazado que en aspersión por ejemplo, ya que
las redes vienen más condicionadas por los obstáculos físicos como caminos,
lindes, etc., por las alineaciones de los cultivos, sobre todo arbóreos y por las
extensiones de las fincas, que con frecuencia son menores. Aunque ninguna de
estas razones es definitiva y puede haber situaciones en que sea recomendable el
uso de los métodos de optimización del trazado, con frecuencia el trazado se hace
sin recurrir a esas sofisticaciones.

1.2. Diámetros y timbraje


El diseño empieza por situar en la planta de la red de distribución las conexio-
nes a las tuberías terciarias; en esta fase del cálculo ya se habrán diseñado las
subunidades de riego, por lo que se conocerá para cada conexión el caudal y la
presión necesarios. En cuanto a la presión, no hay que olvidar incluir las pérdidas
de carga ocasionadas por las piezas que pueda haber al comienzo de la terciaria,
como reguladores de presión, filtros de malla, válvulas, etc., a menos que dichas
pérdidas se hubieran tenido en cuenta al estudiar la subunidad.
A continuación, empezando por los extremos aguas abajo, se calcula el
caudal de cada tramo de la red de distribución. A partir de este punto el diseño se
hace de forma distinta según los dos casos siguientes:
1. Presión disponible conocida. Este es el caso de riego a partir de un
depósito o canal de cota conocida, o de una red comunitaria de riegos que
suministra el agua a una presión ya establecida.
2. Presión disponible desconocida. Cuando la presión la proporciona una
instalación de bombeo que forma parte del diseño y que por lo tanto se
puede modificar adecuándola a las necesidades.

1.2.1.
Presióndisponibleconocida
El cálculo se inicia en el depósito o punto inicial. En este caso hay que
empezar por diseñar el cabezal, con los criterios que se estudiarán más adelante,
o al menos establecer la máxima pérdida de carga que se va a permitir en el
cabezal y la mínima presión de funcionamiento del mismo. A este respecto
recordemos que algunos elementos del cabezal necesitan una presión mínima
para funcionar, como es el caso de algunos filtros, contadores y sobre todo inyec-
tores hidráulicos de fertilizantes.
A la presión disponible en el depósito se descuenta la pérdida de carga en el
cabezal y a continuación se elige para cada tramo de tubería el diámetro que
permita conducir el caudal necesario con la pérdida de carga admisible. Un
criterio práctico que se justifica más adelante consiste en empezar seleccionando
para cada tramo el diámetro correspondiente a una velocidad no superior a 1,5
m/sg, para lo cual es muy práctica la fórmula ( 1 ):

D > ~0,236Q (1)

D en mm y Q en 1/h.
456 4564
4564 56
A continuación se va descontando la pérdida de carga de cada tramo, así como
la de los puntos singulares, lo que permite calcular la presión disponible en cada
conexión a las terciarias. En caso que en algún punto ésta sea insuficiente, se
deberán aumentar los diámetros de algunas o todas las tuberías que afecten a ese
punto. Generalmente se presentarán varias soluciones alternativas y hay que
decidir entre ellas eligiendo la que suponga menor coste.

Ejemplo 1
La figura 16. l muestra el croquis de una red de riego en la que el agua se toma
de un depósito situado a la cota 75 m. Las subunidades de riego ya han sido
diseñadas y sus necesidades en cuanto a caudal y presión se indican en la citada
figura. La finca se divide en dos unidades de riego, por una parte las subunidades
1, 2 y 3, con un caudal total de 18.000 1/h y por otra el resto, con un caudal de
23.300 1/h. Dado que se prevé un inyector hidráulico de abonos, la presión en el
cabezal debe ser como mínimo de 20 m. La pérdida de carga en el cabezal será
inferior a l O m en el caso más desfavorable, que se producirá antes del lavado de
los filtros.
Se empieza por confeccionar el cuadro l, del que se explican las columnas si-
guientes:
Columna (3). A efectos del cálculo de la pérdida de carga, los puntos singula-
res (codos, válvulas, etc.) se sustituyen por su longitud equivalente en tubería.
Columna (4). Cada unidad riega simultáneamente; por esa razón en los
tramos comunes los caudales no se suman.
Columna (5). En este tanteo el diámetro se elige mediante la aplicación de la
fórmula ( 1) y teniendo en cuenta las tuberías comerciales. Se va a utilizar PVC de
6 atrn, con los siguientes diámetros:

D e:a./D in, (mm) Q m4x (l/h)


90/84,6 30.326
75/70,6 21.120
63/59,2 14.850
50/46,4 9.122
40/36.4 5.164

Columna (7). Pérdidas por rozamiento:

H, = J x (/ + long. eq.); (7) - (6) x [(2) + (3)]

En esta columna se incluyen las pérdidas en el cabezal, que, como ya se ha


dicho, son de I O m.
Columna 8. El desnivel se calcula como la diferencia de las cotas indicadas en
la figura. Se considera positivo cuando el extremo aguas abajo del tramo está
más bajo que el aguas arriba.
00 V....,NN
C"'>N -- - -

--V"lO\Vlt"'-N
OOOOV"\V'\f-V~
ÑN~M..,.;-oéoó-~
MNNN---

'..°... - ..... .
\ --.:;f"V'\V'-\

.. ..
( )

+ + + + + + 1 1 1

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C"""'IMMf"l""M)
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ir"iM......:oo..r;
N~MM

oN V') o V') V\

"""'"'ºº

se

OapÓ1ito (coto 75)


2

o~

Figura 16.1.

Columna 9. En esta columna se indica la presión en el punto final del tramo:

(9)¡ = (9)¡ - 1- (7) + (8)

donde el desnivel (8) figura con el mismo signo que en el Cuadro.

Columna 1O. La presión necesariaes un dato que apareceen la figura 16.1. La


del cabezal debe ser 20 m para el funcionamientodel inyector hidráulico. Antes
del cabezal debe haber 20 + 1 O = 30 m.
Se comprueba en el Cuadro I que la presión es insuficiente en la subunidad 7.
Se estudian dos soluciones alternativas.
Alternativa l. En el tramo 6-7 se instala 0 50/46,4 mm; en ese caso
J = 0,0177 m/m.

H,= 0,0177 (92 + 10) = 1,80 m


Hrea1 en 7 = 18,47 - 1,80 - 1 = 15,67 m
Esta solución es aceptable.
Alternativa 2. En el tramo 4-6 se instala 0 63/59,2 mm.
J - 0,0132 m/m
H,= 0,0132 (40 + 10).,. 0,66 m
H,ea1 en 6 - 25,59 - 0,66 - 5 = 19,93 m
H,ca1 en 7 = 19,93- 5,75 - 1 = 13,18 m
Esta solución es también aceptable. Veamos el incremento de costes de
ambas soluciones, partiendo 1e los siguientes costes unitarios:

D(mm) (Ptas/m)
63/59,2 278
50/46,4 209
40/36,4 165

La alternativa l sup_one un incremento de coste de


(209 - 165) x 92 = 4.048 ptas. La alternativa 2,
(278 - 209) x 40 = 2.760 ptas. Por tanto se elige la alternativa 2 y la red de
tuberías es definitivamente:

Tramo LonguudIm) PVC 6 atm, D (mm)


Depósito-4 333 90
A-1 45 75
1-2 60 50
2-3 150 40
4-5 52 50
4-6 40 63
6-7 92 40

1.2.2. Presión disponible desconocida


Cuando la presión se suministra mediante bombeo se presentan menos limi-
taciones que en el caso de presión conocida y caben numerosas soluciones.
Cuanto mayor es el diámetro, mayor es la inversión inicial en tuberíaspero en
cambio, como las pérdidas por rozamiento son menores, el consumo energético
y su correspondiente coste es menor y a veces también se puede abaratar la
instalación de bombeo. En consecuencia, la elección del diámetro es un proble-
ma de minimizar los costes anuales de amortización y funcionamiento.
Existen muchos procedimientos de optimizar el diámetro en el caso de bom-
beo. En lo que sigue vamos a describir algunas de las soluciones clásicas, cómo se
resuelve el problema actualmente mediante ordenador y finalmente un criterio
muy sencillo y práctico.

a) Soluciones clásicas
La primera fórmula que aparece en la bibliografia hidráulica es la de Bresse,
hoy totalmente anticuada, que consiste en suponer que el diámetro óptimo
corresponde a una velocidad de 0,57 m/sg. Varios autores han establecido unas
fórmulas que permiten calcular el diámetro óptimo, partiendo de distintas hipó-
tesis. A continuación se describen las fórmulas de Mendiluce, Melzer y Vibert.

Fórmula de Mendiluce
Parte de las hipótesis siguientes:
- El coste de una tubería varía linealmente con el diámetro.
- El régimen es turbulento, cumpliéndose:

J=k-º=-
D5

La fórmula deducida por Mendiluce


es:

D- 1,913 ( k P n) o.161 ,Jo (2)


P a TI

donde:
D: diámetro interior de la tubería en m.
k: coeficiente de pérdida de carga de la tubería. Para su determinación se
puede emplear la expresión:

(3)

siendo C el coeficiente de la fórmula de Hazen-Williarns (ver capítulo 9),


que para plásticos vale 150 y para fibrocemento 140,

p: precio del kwh en ptas.


n: número de horas al año de bombeo.
P: coste de la tubería en pesetas por metro de diámetro y metro de longitud.
a: factor de amortización:
a=~-(~1 -+ r)1 •

r
(4)
(1 +r)1- l

r: interés en tanto por uno.


t: período de amortización de la tubería.
r¡: rendimiento total del grupo motobomba.
Q: caudal en m3/sg.

La fórmula de Mendiluce da buenos resultados si el intervalo de diámetros a


que se aplica no es muy grande. Su utilización suele requerir dos o tres iteracio-
nes: se parte de un diámetro D, se evalúa su coste P y se aplica la fórmula (2)
obteniendo un valor de D; si no coincide con el inicial se tantea uno nuevo.

Fórmula de Melzer
Se distingue de la de Mendiluce en que supone que el coste de la tubería es
proporcional al peso de la misma. La estática de fluidos permite demostrar que el
peso es proporcional al cuadrado del diámetro. La fórmula de Melzer es:
D= 1,744 ~k ) 0,143
. Q0,43
( p a TJ (5)

donde los símbolos tienen los mismos significados que en la de Mendiluce.

Fórmula de Vibert
Vibert supone que el coste de la tubería es proporcional al cuadrado del
diámetro, pero el coste de su instalación (apertura de zanja, montaje, etc.) varia
linealmente con el diámetro, y obtiene la siguiente expresión, intermedia entre
la de Mendiluce y Melzer:
0,154
D = 1,822 ( k P n ) . Q 0.46
p a TJ (6)

con el mismo significado de símbolos.

b) Cálculomediante ordenador
Las fórmulas anteriores adolecen de que para su deducción ha habido que
aceptar alguna relación matemática entre el diámetro y el coste de las tuberías.
En la medida que esa relación no se ajuste a la realidad, los resultados serán
incorrectos. El empleo de ordenadores evita este inconveniente y presenta ade-
más numerosos ventajas:
- Estudio conjunto de toda la red de distribución.
- Se puede trabajar con diámetros comerciales en vez de con los diámetros
resultantes de un cálculo.
- Se pueden hacer estudios de sensibilidad en relación con los distintos
factores que intervienen, como precio del kwh, horas anuales de bombeo,
etc.
- Se pueden perfeccionar algunos datos. Por ejemplo, en vez de utilizar el
coeficiente k de pérdida de carga, se puede determinar en cada caso el
régimen hidráulico y emplear la fórmula y coeficiente de fricción f adecua-
dos.
Existen numerosos programas que resuelvan este problema. No vamos a
describirlos con detalle y únicamente diremos que se basan en que para cada
tramo se suponen distintos diámetros comerciales, o incluso se puede descompo-
ner un mismo tramo en varias longitudes con diámetros distintos. Para cada
combinación de diámetros se estudian los gastos de amortización y los energéti-
cos y se selecciona la solución que hace que la suma de ambos sea mínima. Hay
programas que permiten estudiar muchas situaciones especiales, como el caso de
una red mallada alimentada por uno o varios puntos, existencia de depósitos
intermedios o de cola, servicio puntual o proporcional a la longitud de las
tuberías, etc. La aplicación de estos programas a muchos problemas permite
comprobar la siguiente conclusión (Fig. 16.2): si se eligen diámetros menores que
el óptimo, los costes anuales (amortización+ energía) crecen rápidamente; si se
eligen diámetros mayores, el crecimiento de los costes es más suave.

e) Criteriopráctico
En muchas situaciones reales no se pueden aplicar las fórmulas clásicas ni
utilizar el ordenador, bien por no disponer de los medios necesarios, bien por la
sencillez del problema o por la urgencia de tomar una decisión. Para estos casos
vamos a· proponer un criterio muy sencillo, sin perder tiempo en discutir si es o
no una simplificación excesiva de un problema complejo. Esperamos que sepan

Costes
anuales
(amor!.• ener9.)

1
!;optimo
o diometro

Figura 16.2.
Diámetro óptimo.
apreciarlo quienes se hayan encontrado en la práctica en las situaciones antes
descritas.
La velocidad media del agua debe estar comprendida entre 0,6 y 2,25 m/sg.
Por debajo del primer valor los diámetros son excesivos y la tubería muy cara;
además las bajas velocidades favorecen la formación de sedimentos. Para veloci-
dades superiores a 2,25 m/sg las pérdidas de carga adquieren valores muy eleva-
dos, se acelera el envejecimiento de las tuberías y empiezan a tener importancia
los fenómenos transitorios que pueden obligar a utilizar un mayor timbraje o a
medios especiales de protección.
Se comprueba en la práctica que de los dos límites citados, el superior está
más próximo al óptimo en el caso de tuberías grandes y el inferior en el de
pequeñas tuberías. Para la mayoría de los casos en RLAF recomendamos el
criterio de no sobrepasar la velocidad de 1,5 m/sg, lo que conduce a la siguiente
expresión;

D > .J0,236Q (1)

Den mm y Q en 1/h.
Recordemos que lo anterior se refiere a tuberías primarias y secundarias; las
terciarias y laterales se calculan en la forma descrita en el capítulo 15.
No incluimos aquí un ejemplo de cálculo con presión disponible desconocida
porque a este caso corresponde el diseño completo de un RLAF que se incluye al
final de este capítulo.

2. Diseño del cabezal de riego

El cálculo de las tuberías primarias permite conocer el caudal del cabezal de


riego y la presión aguas abajo del mismo. El diseño de cada uno de los elementos
que constituyen el cabezal (filtros, equipos de fertirrigación, automatismos, etc.)
debe hacerse por los métodos estudiados en los correspondientes capítulos. Aquí
sólo trata-remos brevemente de las pérdidas de carga en el cabezal. A este respecto
sus componentes se pueden agrupar en tres categorías:
- Elementos cuya pérdida de carga es proporcional al caudal, como conta-
dores, válvulas, etc. Los hidrociclones forman parte de este grupo.
- Elementos cuya pérdida de carga es variable aunque el caudal sea constan-
te. Este es el caso de los distintos tipos de filtros. En el diseño se establece la
máxima pérdida de carga admisible en cada filtro, y cuando se alcance ese
valor deberá procederse a su limpieza.
- Elementos de los que es necesario conocer, además de la pérdida de carga
que provocan, la presión mínima de funcionamiento. Este es el caso de
algunos automatismos y sobre todo de inyectores hidráulicos de fertilizan-
tes. Algunos de ellos necesitan además una cierta presión diferencial, lo
que obliga a intercalar válvulas en la conducción general, o a aprovechar
las pérdidas de carga provocadas por algunos elementos como filtros,
reguladores de presión, etc.

4644 464
64
La presión aguas arriba del cabezal se obtiene sumando las pérdidas de carga
a la presión necesaria aguas abajo. Si la presión obtenida no es suficiente para el
funcionamiento de los elementos que requieren una presión mínima, se incre-
mentará en lo necesario.

2.1. Coeficientes de seguridad


Conocidos el caudal y la presión aguas arriba del cabezal se está en disposi-
ción de diseñar la instalación de bombeo. Sin embargo aun hay que introducir
unos coeficientes de seguridad.
En primer lugar hay que prever la necesidad ocasional de una presión mayor
que la de funcionamiento normal, con objeto de desobturar los emisores. Por
este concepto se debe incrementar la presión de bombeo en un 50 por 100 de la
presión nominal de los emisores.
En segundo lugar se debe disponer de un cierto margen de seguridad, que se
puede introducir de dos formas:
- Aumentando el caudal (Q).
- Aumentando la presión (H).
La solución de aumentar el caudal, además de prevenir las ligeras fugas que se
puedan producir, incluye también la del aumento de presión. Si se recuerda que
entre Q y H existe una relación del tipo.

H=KQ~

y que se puede considerar f3 = 2 para piezas especiales y f3 = 1,75 para tuberías,


se comprueba que un aumento del caudal de, por ejemplo, un 15 por 100
equivale a un aumento de la presión de aproximadamente (1, 15)1•18 = 1,29, es
decir, del 29 por 100.
Un aumento del caudal entre el I O y el 20 por l 00 es un criterio aceptable.

2.2. Emplazamiento del cabezal


El cabezal de riego se sitúa normalmente al comienzo de la tubería primaria.
Sin embargo hay ocasiones en que ello es desaconsejable por razones de tipo
hidráulico, sobre todo cuando el agua procede de un depósito elevado. Por
ejemplo, en la figura 16.3A se muestra una situación en que la colocación
incorrecta del cabezal hace que la tubería corte a la línea piezométrica relativa
(1.p.r.), aunque se mantiene siempre por debajo del nivel del depósito, es decir, de
la línea de carga estática relativa. El término relativa se refiere a que no se incluye
la presión atmosférica.
En el tramo en que la tubería está más alta que la l.p.r., la presión interior es
menor que la atmosférica y las posibles acumulaciones de aire no se podrían
eliminar mediante ventosas, que en vez de extraer aire lo harían entrar en la
tubería. El efecto del aire acumulado disminuye el caudal transportado por la
tubería, La figura 16.38 muestra un emplazamiento correcto del cabezal.
En los manuales de hidráulica de tuberías se puede encontrar el estudio de las
distintas situaciones posibles según que la conducción corte o no a las líneas
piezométricas relativa o absoluta, o a las de carga estática·relativa o absoluta. Con
frecuencia estas cuestiones no se tienen en cuenta en el diseño de los cabezales y
se colocan filtros y otros elementos inmediatamente a la salida de los depósitos,
impidiendo el buen funcionamiento de la instalación.

OepÓsito

H
OepÓ11t~

L.p.r. = líneo piezometrico relo1ivo

H = presion necesaria o ro entrada en la zona de riego

He= pérdida de oor90 en el cabezal

Figura 16.3.
Emplazamiento del cabezalde riego (A: incorrecto; B: correcto).

3. Ejemplo del.diseño completo de un RLAF

Se trata de un caso real, el diseño del riego por goteo de una finca de 11 ha,
dedicada al cultivo de cítricos y situada en el t.m. de Gibraleón (Huelva), cuyo
plano constituye la figura 16.5. En varios capítulos se han ido estudiando as-
pectes parciales del diseño de este ejemplo; en ese caso se reproducen aquí
únicamente los resultados, acompañados de una referencia al capítulo corres-
pondiente.

ñiseño agronámico
Fue estudiado en el capítulo 6, del que extraemos los datos y resultados si-
guientes:
Cultivo: Naranjo (Valencia Late).
Superficie: 11 ha.
Marco de plantación: 6 x 4 m (6 m entre hileras).
Profundidad de raíces: Pr = l, 1 O m.
Conductividad del agua de riego: CE;= 0,8 mmhos/cm.
· Necesidades totales de riego: Nt = 4,81 mm/d.
Coeficiente de uniformidad: CU = 0,90.
Necesidades diarias por árbol: 115,44 litros.
Caudal ficticio continuo - 0,56 1/seg ha.
Dosis de riego: D = 116 litros/árbol.
Intervalo entre riegos: i-1 día.
Número de emisores por árbol: e= 4.
Caudal de cada emisor: q0 = 4 1/h.
Volumen de riego por emisor: V~= 29 l.
Tiempo de riego: t - 7,25 horas.
Porcentaje de superficie mojada: P = 36 por 100.
La disposición de los goteros se muestra en la figura 16.4.

/gotero

o \
· ·· 1
~~
lateral..

o o o
Órbol 1
4m.
1
1
/
1, -1

Disposición de los goteros

Figura 16.4 ..
Disposición de los goteros.
1
1

G 1,
11
1

,' ' '


1 '

~\
-~
'
,
1

,,
1
'l, 1
J

\
~ -. 1

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'
1

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1

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I
I

!
1
!!' '
~

-.!~ o

,
l
-' i

q
J

y)l ¡
j ;
;

J : _., ii251
'
J

Fig, 16.5.
Diseño hidráulico
Tolerancia de caudales (Cap. 15, apartado 2)
cu =0,90
q3 = 4 1/h
e=4
cv = 0,04
qns - 3,69 l/h
Tolerancia de presiones (Cap. 15, apartado 3)
q = 1,38 h0,45
h1= 10,64 m
has= 8,90 m
.6.H1 = liH1 = 2, 18
m

Distribución de la red de riego. Calculo de laterales


En primer lugar se estudia la longitud máxima que pueden tener los laterales
en función de su diámetro y de la pendiente. En cuanto al diámetro se estudian
dos casos, PEBD 16 mm - 2,5 atm, de diámetro interior 13,2 mm y PEBD 12,5
mm - 2,5 atrn, de diámetro interior 10,3 mm. En cuanto a la pendiente, se
estudian tres valores: i = O (terreno horizontal), i - - 0,01 y i = - 0,02, estos dos
últimos correspondientes a terreno bajando. Estos tres valores de i son los que se
pueden presentar en el terreno (ver el plano de la figura 16.5).
Empezarnos por suponer una longitud de lateral de 1 = 60 m y calculamos
para cada combinación diámetro - pendiente las presiones máxima (hm) y míni-
ma (h Veamos con detalle la combinación 0 - 10,3 mm, i "' - 0,02.
0).

¡ ... 60 m
S-= l m
ne= 60 emisores
F= 0,372
f,= 0,24 m
q1 = 60 X 4 = 240 1/h
h,.= 10,64 m
para 0 10,3 mm y caudal 240 1/h, J = O, 10335 m/m.
S +f 1 + O 24 =
J'-J-• -• ' 0,1282 m/m
s. 1

h, - J'F/ = O, 1282 x 0,372 x 60 = 2,86 m


desnivel: d = / · i = - 60 x 0,02 - - 1,20 m
hm-h.+0,733hr+d/2-10,64+0,733 x 2,86-1,20/2= 12,14 ro
hn-= hm - t' . h,
d 1,20
-=---=-0,42 ----, t'=0,67
h, 2,86

hn = 12, 14 - 0,67 X 2,86 = 10,22 m

Por el procedimiento se estudian los demás casos y se confecciona el cuadro 2.

CUADRO 2

Q'J¡ (mm) h,,, ha '1,, hm- h11


10,3 - 0,02 12,14 10,64 10,22 1,92
10,3 - 0,01 12,44 10,64 10,09 2,35
10,3 - o 12,74 10,64 9,88 2,86
13,2 - 0,02 10,64 10,64 10,48 0,16
13,2 - 0,01 10,94 10,64 10,54 0,40
13,2 - o 11,24 10,64 10,42 0,82

Se observaque el caso más desfavorable es 0¡ = 10,3 mm y terreno horizontal


(i = 0), al que corresponde h - h = 2,86 m, valor superior al L'!.H1 = 2, 18 m antes
calculado. No obstante, co~o las"terciariasvan todas hacia abajo, es posible que
L'!.H1 sea menor que 2, 18 m y se pueda admitir el valor hm - h.= 2,86 m. Para
comprobarlo, se calcula la terciaria más desfavorable,que es la IO (ver plano en
figura 16.5), que tiene las siguientes características:
- Subunidad rectangular que se calcula a diámetro constante. Lateralesho-
rizontales.

L= 170 m
s,-6 m
n 170
=--- 1 =27
6
F = 0,371
Q = n · Q1 = 27 X 240 = 6.480 J/h
Hª = hm del lateral= 12, 74 m

Con PEBD 50 - 4 atm, 0; = 44 mm y Q = 6.480 l/h, J = 0,03519 m/m.

Hr= JFL = 0,03519 x O, 371 x 170 = 2,22 m

desnivel: O = - 2,00 m
pendiente: i = - -2- - - 0,012
170

4704 47
7047 04
H m = H a + 0,733Hr- D/2 = 12,74 + 0,733 x 2,22 -
2·2ºº = 13,37 m
H=n H m
-t'·H r
D -2
= 0,90 --. t' = 0,40
n, 2,22

Hn= 13,37 - 0,40 x 2,22 = 12,48 m


El esquema de presiones en la subunidad 10 sería (Fig. 16.6).

1!.' lateral

170 ...
.JJ. 12.74 10.84 .... lateral medio

1 terciario
l~.48

¡.. 80m.
10.1• •.,2

·l
lateral de menor presión

Fig. 16.6.

El punto de menor presión corresponde al lateral cuya presión inicial es


H 0 = 12,48 m, y en él al gotero mínimo:

h0 = H0 - hr= 12,48 - 2,86 = 9,62 m

Se comprueba que el gotero medio tiene h = 10,64 m y el mínimo h = 9,62 m.


Este valor es superior al que se calculó como mínimo aceptable en la tolerancia
de presiones, que era de h05 = 8,90 m. Por tanto se puede aceptar la solución de
laterales de 60 m y diámetro interior de 10,3 mm.
Intentando disminuir el número de terciarias se tantea ahora una longitud de
laterales de 1 = 80 m, yendo directamente al caso más desfavorable: 0 10,3 mm,
i =
O.
1-80 m
n= 80
F=0,370
fe= 0,24 m
se- 1 m
q1 - 80 X 4 "" 320 1/h
J - 0,1701

h = J · s.+ fe · F · / = O, 1701 x 1,24 x 0,370 x 80 • 6,24 m


f se
hm = J0,64 + 0,733 X 6,24 = 15,21 fil

hn =- 15,21 - 6,24 = 8,97 m

Este valor de h0 está próximo al mínimo aceptable (hn, = 8,90 m) por lo


que seguramente al incluir las pérdidas en la terciaria, el gotero mínimo no
alcanzará la presión mínima. Comprobemoslo:
- Terciaria igual a la anterior con Q - 27 x 320 = 8.640 1/h. 0 44 mm,
J • 0,05874 m/m.

Hr·J
Hm =H.+ 0,733Hr-
· F · L=0,05874 x 0,371
x 170=3,70
D/2 - 15,21 + 0,733 x 3,70 -
2 ·iº •
m
16,92 m

D -2
--- = - 0,54 -+ t' = 0,59
3,70

H
0 = Hm - f · H,= 16,92 - 0,59 x 3,70 = 14,74 m
El esquema de presiones sería (Fig. 16.7).

Conclusián: La solución laterales de 80 m no es aceptable. Posiblemente lo


fuera con diámetro mayor de 10,3 mm, pero seguramente sería una solución más
cara, ya que conviene abaratar los laterales, que son las tuberías de mayor
longitud en la instalación. Tal vez se podrían instalar laterales de 0 10,3 mm y
longitud intermedia entre 60 y 80 m, pero con objeto de disponer de un cierto
margen de seguridad, se acepta I = 60 m, aunque en alguna esquina pueda
superarse esta longitud.
Una vez conocido I = 60 m, en el plano de la figura 16.5 se distribuyen las
terciarias, espaciadas entre si 60 m.

Cálculo de las terciarias


Por el procedimiento seguido para el cálculo de la terciaria de la subunidad
10 se calculan las demás, obteniéndose los resultados del cuadro 3. En dicho
cuadro se muestran, además, para cada subunidad, la presión (h0) y el caudal
(q"') del gotero de menos presión, calculados de la forma siguiente:
11..H tt.a• 10.••

111,tl 10.•• .\ laterales

14.74 10.17 1.11 /


0

terciario

Figura 16.7.

ya que 2,86 (ver Cuadro 2) es la mayor diferencia de presión en un lateral.


El caudal q0, se calcula a partir de la ecuación del gotero:

Como se ve en el cuadro 3, todos los valores de h0, superan a 8,90 m y todos los
caudales q0, a 3,691/h, valores mínimos establecidos al calcular las tolerancias de
presiones y caudales.
En la última columna se calcula el CU de cada subunidad, según:

CU =(t _ 1,27 CV).


..¡e--
~
q.
donde:
cv = 0,04
e-4
qa = 4 1/h
Como era de esperar, todos los CU son mayores que el mínimo impuesto, que es
de 0,90.

Cálculo de la tubería primaria


En el cuadro 3 se ha calculado el caudal de cada subunidad y la presión Hm al
inicio de la misma. Para calcular la presión necesaria en cada derivación de la
primaria, es decir, antes de cada regulador de presión, a la correspondiente Hm
hay que sumar la pérdida de carga ocasionada por el regulador, que se obtiene del
catálogo del fabricante, lo cual se hace en el cuadro 4.

473
f"".l.,.
f"")C""\Nr"'lf"lM"\-
-

°' ó°'ó°
MC"f"M\
ó

o ' °·' °ó'


o °' .°ó'
°o' ·°o'
°·ó' °ó'
eó- °ó'

OMr-OOVl
- M-
NNMVl
0000 r-... 00 00
r,.. QO r--,. 00 00
00 00 00
M~~M"'
~t"'l~C~"'"l
f"'i".....;-~M

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f""IV\i()
Vl\C)MV)V"
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~V~OOCO'\
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- ·- -
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ÍÑ-~-Ñ-

474 474
474
~Ñ- -f'f1~-('-f~ -
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"'f:fN'

-NM..,.Vl\Or-ooa, o-NM ]
o
f-

474 475
475
CUADRO 4

Regulador
Subunidad Hm(m) Q (//}¡) ¡;J" Pérdida(m) H necesaria(m)

1 12,43 1.824 3/4 1,50 13,93


2 13,47 2.400 3/4 2,30 15,77
3 14,49 3.744 3/4 4,30 18,79
4 14,01 8.880 l 1/2 3,10 17,11
5 12,81 8.128 1 1/2 2,00 14,81
6 14,96 5.904 l 4,70 19,66
7 12.88 4.240 3/4 5,50 18,38
8 15,54 6.160 1 4,90 20,44
9 12.95 4.176 3/4 5,40 18,35
JO 13,37 6.480 1 5,20 18,57
JI 13,23 4.128 3/4 S,20 18,43
12 12,62 4.064 3/4 5,20 17.82
13 13,13 2.560 3/4 2,40 15,53

A continuación se elabora el cuadro 5, del que sólo es necesario aclarar:

Columna (4)
Se emplea tubería de PVC de 6 atm y el diámetro interior se elige

aplicando: D < y0,236Q

D en mm y Q en 1/h.
Columna(6)

H, - 1,1 · I · J

la longitud «l» del tramo se multiplica por 1,1 para incluir las pérdidas en puntos
singulares.

Columna (7)
El desnivel se considera negativo cuando el punto aguas abajo tiene menos
cota topográfica.

Columna (8)
La H cccsaria es la correspondiente al final del tramo y se elige la mayor de las
0

dos subunidades atendidas por ese punto. Por ejemplo, en el tramo 1/2 - 3/4,
la subunidad 3 tiene Hncc. - 18, 79 y la subunidad 4, Hncc. = 17, 11. Se elige 18, 79 m.

Columna (9)
Se calcula según:
H..,11- (9); - (9)¡_ 1 + (6) + (7)

y se comparan Hrn1 y Hneccsari•' eligiendo la mayor de las dos. Por ejemplo, en


el tramo 1/2 - 3/4.

Hrea1= 15,77 + 2,57 - 0,60-= 17,74 m

pero como H=. = 18, 79 es mayor, se elige ésta.

Diseño del cabezal


El cabezal se muestra esquemáticamente en la figura 16.8, en la que no se
representan el inyector de abonos, los depósitos de fertilizantes y el equipo de
tratamiento de agua, elementos que no se diseñan en este ejemplo. Son datos
para el diseño los siguientes:

Q =- 62.688 l/h
P14 (presión en el punto 14) = 25,60 m

Contador
Se instalará un contador de 0 100 mm, que con Q = 62.688 1/h, provoca
una pérdida de carga de 2,0 m.c.a.

Filtro de malla (Cap. 10, ap. 4.4.)


Filtro de 4", con cilindro filtrante de diámetro 0,15 m, longitud 0,50 m y
superficie total 0,24 m2. Se emplea malla de acero de 150 mesh, con un tamaño
de orificio menor que 114 micras.

Filtros de arena (Cap. 10, ap. 3.5.)


Se instalan dos filtros en paralelo, de 1,00 m de diámetro, con arena de
diámetro efectivo 80 micras y coeficiente de uniformidad entre 1,40 y 1,60. Se
coloca una sola capa de 50 cm de espesor.

,e
Fiitro dt mala
Filtr-o,1; de ereee
80110

Figura 16.8.

476
Tanto el filtro de malla como los de arena deberán limpiarse cuando ocasio-
nen una pérdida de carga de 3,00 m.c.a. cada uno. No obstante, para el cálculo de
la altura manométrica de la bomba de riego, se supone que cada filtro crea una
pérdida de carga de 5,00 m.c.a.

Bomba de riego
La altura de elevación se calcula en el cuadro 6. La presión extra para la
limpieza de los goteros es el 50 por 100 de la presión nominal de éstos, es decir,
0,50 x 10 = 5 m.c.a. Se supone que coinciden las pérdidas de 5 m en los filtros
con la limpieza de los goteros, lo que evidentemente no ocurrirá en la práctica.
Sin embargo, esta hipótesis equivale a incluir un margen de seguridad alto, y por
tanto se desprecian las pérdidas de tuberías, codos y valvulería en el propio
cabe- zal.

CUADRO 6
Altura de bombeo.

Punto H {m.c.a]

14 25,60
Pérdida en el contador . 2.00
15 27,60
Pérdida en el filtro de malla 5,00
16 32,60
Pérdida en el filtro de arena 5,00
17 37,60
Presión extra para limpieza de goteros . 5,00
Pérdidas en tuberías, codos. valvulería,etc. en el cabezal (ver texto) ..
Desnivel 18 - 14 . 2,50

H total 45,10

El caudal de 62.688 1/h se incrementa un 15 por 100 en concepto de


margen de seguridad, obteniéndose aproximadamente 72.0001/h, equivalente a
20 l/sg.
Se necesita por tanto una bomba de H - 45,10 m y Q - 20 1/sg. En un
catálogo de bombas se elige la siguiente:
- Bomba horizontal:
Q- 20 l/sg
H-45 m
TI - 0,70
2.900 r.p.m.
NPSH - 3,9 > 2,00 m = distancia bomba - nivel mínimo de bombeo
0 rodete .. 207 mm

75 X 0,70 '
477
477
Se instalará un motor de 20 CV. Aunque sólo se necesita una bomba, como se
muestra en la figura 16.8, se instalan dos bombas en paralelo, cada una de ellas de
las características descritas. El coste de estas bombas es reducido en comparación
con el total de la transformación y el disponer de dos bombas es una garantía de
que no se interrumpe el riego en caso de avería de una de ellas.

CUADRO 5

{J)
(1)
Longitud
(3)
Q
(4)
(l),l(l)¡
(5)
J
(6)
11¡
(7)
Desnivel
(8)
Hn«.
,,,ttl
(9)
}
Tramo (m) (//h) {mm) (m/m) (rit) (m) (m) (m)

Punto 1/2 60 15,77 15,77


1/ 2- 3/ 4 60 4.244 40/ 36,4 0,0390 2,57 - 0,60 18,79 18,79
3/ 4- 5/ 6 60 16.848 75/ 70,6 0,0193 1,27 - 0,50 19,66 19,66
5/ 6- 7/ 8 60 30.880 110/103,6 0,0091 0,60 +0,60 20,44 20,86
7/ 8- 9/10 60 41.280 110/103,6 0,0153 1,01 +0,40 18,57 22,27
9/10-11/12 60 S 1.936 125/117,6 0,0126 0,83 + 1,10 18,43 24,20
11/12· 13 60 60.128 140/131,8 0,0095 0,63 +O, 30 15,53 25,13
13-14 24 62.688 ·140/131,8 0,0102 0,27 +O, 20 25,60

478
CAPITULO l7

MANEJO DEL RIEGO


LOCALIZADO

l. Introduccói
n

En este capítulo se suponen conocidos los fundamentos del riego localiza-


do de alta frecuencia en sus diferentes aspectos (agronómicos, hidráulicos, ma-
teriales, diseño etc.) y lo que se pretende es aplicar esos conocimientos a la
práctica diaria del riego. En concreto se va a tratar de cómo se realiza la pro-
gramación práctica del riego y la fertirrigación, incluyendo varios ejemplos, y
de las medidas rutinarias de control de las instalaciones, así como de la evalua-
ción de los riegos en sus aspectos agronómicos y de instalaciones.
En el asunto del manejo no hay unas normas inflexibles. Por el contrario,
hay muchas formas de abordar los distintos problemas que se presentan en la
práctica. En consecuencia, cuanto se dice en este capítulo debe entenderse
más como unas recomendaciones que como unas normas de cumplimiento
obligatorio.

2. Programacói n del
riego

Toda programación de riego debe responder a dos preguntas fundamenta-


les: ¿cuánto y cuándo regar?, es decir, debe permitir conocer la dosis y la fre-
cuencia del riego. Salvo algunas instalaciones en las que estas decisiones se to-
man de forma automática, lo normal es que se haga una programación por
anticipado, según la experiencia y conocimientos del agricultor, suponiendo
que el año se va a parecer al año medio. Después, a lo largo de la campaña,
los parámetros del riego se van corrigiendo en función de los valores reales
del año en cuestión: factores climáticos, desarrollo del cultivo, disponibilidad
479
479
de agua etc. En la programación de riego, la tendencia es a que cada vez
interven- gan menos factores subjetivos y que se logre una mayor eficacia en
el manejo

480
480
del agua, lo que, en la práctica, quiere decir que se consiga el mayor ahorro
posible de agua sin disminuir los rendimientos de los cultivos.
Los métodos de programación de riego se pueden agrupar en tres categorías,
según que se basen en parámetros climáticos, en medidas de la humedad del
suelo o en medidas del estrés hídrico de las plantas. En el orden que se han ci-
tado, los métodos van de menos a más rigurosos. Desgraciadamente, la facili-
dad de la aplicación de los métodos va en orden inverso. En lo que sigue se
hace una breve revisión de estos métodos para en seguida estudiar su aplica-
ción práctica en riego localizado.

2.1. Programación por parámetros climáticos

En realidad, este método consiste en realizar un balance hídrico en el que


se tienen en cuenta, por una parte, las aportaciones de agua de riego y lluvia y,
por otra, la demanda evapotranspirativa del cultivo.
Parte fundamental del cálculo es la determinación de la evapotranspira-
ción. Existen estaciones meteorológicas que incluyen el hardware y software
necesarios para efectuar dichos cálculos, a precios cada vez más asequibles,
desde unos 3 millones de ptas. de 1995. Aún es menos costoso cuando el cál-
culo se hace únicamente en función de un tanque evaporimétrico y un pluvió-
metro, en cuyo caso el coste de la instalación es de unas 200.000 ptas.
Una ventaja de este método es que permite la automatización del riego, es
decir, el arranque y parada en función de las necesidades de riego calculadas.
Asimismo, los organismos oficiales o las comunidades de regantes pueden rea-
lizar los cálculos y servir la información a los agricultores. En este caso, lo
más fácil es que dicha información consista en la ET o en la ET de los culti-
0,

vos usuales en la zona, aunque hay organizaciones que dan un servicio más
completo. Este es el caso del proyecto IRRITEL en Francia, un servicio de vi-
deotexto interactivo en el que los usuarios utilizan un pequeño terminal de or-
denador conectado telefónicamente con una central que, además de otras infor-
maciones no agrícolas, suministra la información diaria necesaria para
programar el riego. Además, los usuarios tienen la opción de introducir en un
programa los datos individuales de su finca y cultivo, con lo que reciben ase-
soría acerca de cuando regar y con qué dosis.
Los métodos que sólo utilizan parámetros climáticos presentan dos tipos de
inconvenientes: 1) ninguna ecuación es capaz de predecir exactamente la eva-
potranspiración de un cultivo, debido a simplificaciones en la formulación ma-
temática y a errores en la medida de los datos y 2) estos métodos no tienen en
cuenta el aporte de humedad del suelo. Sin embargo, sin necesidad de tanta so-
fisticación como la descrita para el proyecto IRRITEL y, a veces basándose
únicamente en un tanque evaporimétrico, este método de programación es el
más eficaz desde el punto de vista práctico, como veremos más adelante. Pro-
bablemente los investigadores que lean esto no estén de acuerdo y prefieran
métodos más rigurosos y científicos, pero creo que, en cambio, me apoyarán
los técnicos que dirigen las explotaciones,

480
2.2. Programación en función de la humedad del suelo
Este método tiene la ventaja, frente al anterior, de incluir los posibles aportes
del agua almacenada en el suelo. Otra ventaja, teóricamente, es que elimina los
errores en el cálculo de ET0, en la elección de K, etc. En efecto, si el suelo está
seco es que se está regando poco y si está demasiado húmedo, se está regando en
exceso. Existen muchos procedimientos de determinar la humedad del suelo (ver
capítulo 1), desde el más antiguo, la gravimetría de muestras, hasta el más popu-
lar, el empleo de tensiómetros. En general presentan dos inconvenientes:
-Falta de representatividad del punto analizado, debido a la variación es-
pacial de los suelos y, dentro de un mismo suelo, a la variación en fun-
ción del perfil, de la distancia a emisores de riego etc.
-Necesitan bastante mano de obra para realizar las lecturas, sobre todo
cuando la finca es del orden de decenas de has.
Otros inconvenientes son:
-En gravimetrfa, el tiempo que transcurre entre la toma de muestras y el
resultado del análisis, que es del orden de 6 a 24 horas.
-En tensiometría y determinaciones de humedad basadas en la conducti-
vidad eléctrica, falta de seguridad en las medidas, lo que obliga a reali-
zar un número elevado de ellas.
-Con sonda de neutrones, el elevado coste del aparato, la capacitación
técnica necesaria y una serie de requisitos legales debidos a la peligrosi-
dad del material radiactivo.
La aparición de métodos de reflectornetría es una técnica que se presenta
como muy prometedora. Sin embargo, por ahora, los métodos que se basan en
la humedad del suelo no están muy divulgados a nivel de explotación, con la
única excepción del empleo de tensiómetros. que generalmente se utilizan
como una información más.

2.3. Programación en función de indicadores de estrés hídrico de los cultivos


En teoría, estos métodos son los mejores, ya que las plantas realizan una
integración de todos los factores que intervienen en sus necesidades de agua.
Sin embargo, la sofisticación de los medios utilizados y también la falta de co-
nocimientos consolidados, hace que su aplicación práctica sea muy reducida,
aunque se observa un gran esfuerzo entre los investigadores para poner a punto
esta tecnología tan prometedora. Debido a ello. sólo vamos a recordar que los
indicadores más utilizados son el potencial hídrico foliar, el SDD y el CWSI,
cuya descripción se encuentra en el capítulo 2.

3. Programación práctica del riego localizado


Como ya se ha dicho, el objeto de la programación de un riego es estable-
cer la dosis y frecuencia. En riegos de baja frecuencia, como son la mayoría de

481
gravedad y aspersión, la frecuencia debe establecerse con la finalidad de que la
humedad del suelo no descienda por debajo de un cierto valor. Como hemos
visto, esto puede hacerse en función de parámetros climáticos, de la humedad
del suelo o de la humedad de la propia planta. En la gran mayoría de los casos
reales, la frecuencia de riego no se determina así, sino que el agricultor la fija
según su costumbre, u obligado por el turno de riego que Je impone la comuni-
dad de regantes o por otros condicionantes no siempre justificados técnicamen-
te; la consecuencia es que, generalmente, los riegos se aplican con una fre-
cuencia excesivamente baja, con perjuicio de las producciones. En cambio, en
riego localizado se suele regar con alta frecuencia: muchas veces diariamente y
casi siempre con un intervalo menor de cuatro días, con lo que la humedad se
mantiene por encima del límite perjudicial. Por tanto, los métodos antes cita-
dos no se suelen emplear para decidir la frecuencia de los riegos localizados.
En la práctica, desde el punto de vista agronómico no suele haber diferencia
entre regar cada uno o cuatro días, salvo suelos extremadamente poco retentivos
(pedregosos, muy arenosos etc.). Por tanto, dentro de estos valores se puede fijar
tranquilamente la frecuencia de riego, lo que se acostumbra a hacer a parcir de
otros planteamientos, generalmente relacionados con la automatización disponi-
ble. No obstante, cuando sea posible, recomendamos una frecuencia diaria de
riego, al menos en las épocas punta, lo que tiene la doble ventaja de mantener
más constante la humedad y de ser más fácil de comprender por los trabajadores.
Mucha más importancia tiene el fijar correctamente la dosis de riego.
Cuando se decide la cantidad de agua a aplicar durante un periodo futuro,
p. ej., de un mes, hay que partir de unos datos que se pueden obtener de distin-
tas formas: experiencia local, fórmulas de evapotranspiración, medidas de tan-
que etc. En cualquier caso, se trata de una predicción de lo que puede ocurrir,
basada muchas veces en registros de una serie de años. En la realidad, lo nor-
mal es que las necesidades que efectivamente se presenten no coincidan con
las previsiones, debido a que los factores climáticos no hayan coincidido con
los utilizados en los cálculos, a la imprecisión de las fórmulas, a factores fisio-
lógicos de los cultivos etc. Esta diferencia entre lo previsto y lo ocurrido acon-
seja ir corrigiendo las dosis siguientes a aquellas en que se observa la diferen-
cia. El hacerlo con rigor exige una cierta tecnificación que no siempre se da
entre los responsables del riego. En esquema, el procedimiento consiste en:

1. Prever las necesidades futuras. Se recomienda períodos inferiores al


mes, preferiblemente semanales.
2. Aplicar las dosis previstas.
3. El último día del período programado se comprueban los consumos
reales, por los procedimientos que más adelante se describen.
4. Si las dosis aplicadas superan a los consumos, el exceso debe darse por
perdido y no tratar de compensarlo reduciendo las dosis del siguiente pe-
ríodo, naturalmente salvo que esas diferencia sean muy grandes y se ob-
serve una humectación excesiva del terreno. Si, por el contrario, las do-
sis son inferiores a los consumos, la diferencia se compensa aumentando
las dosis de todo el periodo siguiente o de los primeros días del mismo.

482
Como se ve, un elemento fundamental es la determinación a posteriori del
consumo, o más exactamente, de si ha habido déficit o no. Esto se puede hacer
por cualquiera de los tres métodos antes citados (climático, humedad del suelo
o humedad de la planta). En la práctica, los métodos que se basan en la hume-
dad de la planta están aún a nivel de investigación, por lo que aquí nos vamos
a limitar a estudiar los otros dos. Además, como los fundamentos de ambos
métodos ya se han descrito, los estudiaremos con ejemplos

Programación en función de datos climáticos

Ejemplo J
Manejo de una finca de naranjos en que la evapotranspiración se determina
a partir de la lectura de un tanque evaporimétrico tipo A. con un coeficiente
de
=
tanque de KP 0,7. El manejo se hace en función de una única lectura sema-
nal. Para el mes de abril se ha programado el riego de los naranjos de la si-
guiente forma:

Periodo Frecuencia Dosis (m1/ha.díaJ

1-7 diaria 30
8-14 diaria 33
15-21 diaria 35
22-28 diaria 38

Otros datos:
-Coeficiente de cultivo (naranjos, abril): K, = 0,7.
-Eficiencia de la instalación: Eª= 0,98.
-Coeficiente de uniformidad: CU= 0,85.
Después de aplicar Jo programado durante la primera semana, el día 8
se hace una lectura en el tanque y se observa que la diferencia de lecturas
entre los días 1 y 8 es de 48,3 mm, equivalente a una evaporación diaria de
=
EP 48,3/7 = 6,90 mm/día.
Las necesidades diarias de agua durante esa semana se calculan en:
6,9 X 0,7 X 0,6
=0,98 X 0,85
3,48 mm =

Los 3,48 mm equivalen aproximadamente a 35 m3/ha. día. Por tanto, se ha re-


gado insuficientemente (30 m3/ha. día), con un déficit semanal de 7 x (35 - 30) =
= 35 m3/ha., que se compensa añadiendo 17 m3 a cada uno de los días 8 y 9, en
los que la dosis prevista era de 33 m3/ha. día. Por tanto, en la segunda semana
se riega así:

483 483
483
Dfo Dosis (11r'lho.tifo)

8 50
9 50
Resto 35*
• La dosis prevista de 33 m1se aumenta a 35 por si se
man- tienen las alta< evapotranspirucionesde In 1.•
semana,

El día 15 se vuelve a leer el tanque y la diferencia entre esa lectura y la del


=
día 8 es de 44,4 mm, equivalente a 44,7/7 6,34 mm/día. Necesidades diarias:
6,3 4 X
- - - =
3,20 mm/día
0 ,7 X 0,6
- - -
0,98 X 0,85

Los 3,20 mm/día equivalen a 32 m3/día. Se ha regado con un ligerísimo


exceso, 33 frente a 32 m3fha. día. Se decide mantener la programación inicial y
la tercera semana se riega con 35 m3/ha.día.

Programaciónen función de la humedad del suelo

Ejemplo 2

La misma finca del ejemplo anterior, con la misma programación inicial de


riego para abril, pero con la diferencia de que el manejo se basa en las lecturas
de tres tensiómetros. Se pretende mantener la humedad alta, de manera que el
potencial mátrico en los tensiómetros I y 2, situados en la zona radicular, no
baje de 30 cbares en valor absoluto (recuérdese que el potencial mátrico tiene
siempre valor negativo). El día 8, tras la primera semana de riego, se hacen las
lecturas siguientes de los tensiómetros:

Profundidad Lectura POI. márrico"


Tcnsiómetm (cm} (cbar) (cbar)

l 30 52 -49
2 90 69 ~
3 150 70 -55
Profundidaden cm
* Pot. mátrico en cbar = - lectura en cbar
10

Se comprueba que el suelo está muy seco y se decide aumentar la dosis de


la 2.• semana de la forma siguiente:
ot« Dosis (m-'lht1. c/íu)

8 45
9 45
Resto 40

El día 15 se leen nuevamente los tensiómetros:

Ten íémetro Profundidad Lectura Poi. mñrrico


(cm) (cbar) (ebar)

1 30 12 -9
2 90 21 -12
3 150 28 -13

El suelo está muy húmedo, incluso a 150 cm de profundidad. Se ha regado


demasiado y se está perdiendo agua por percolación. Se disminuye la dosis,
bajándola a lo programado inicialmente para la 3.1 semana: 35 m3/ha. día. El
día 22 se leen los tensiómetros:

Profundidad Lectura PoL rnátrico


Tensiómetro (cbar)
(cm) (cbar)

1 30 23 -20
2 90 32 -23
3 150 69 -54

La situación se considera buena: en la zona radicular (tensiórnetros 1 y 2)


la humedad es alta y por debajo (tensiómetro 3) la humedad es baja, lo que in-
dica que no hay excesivas pérdidas por percolación. En consecuencia, se conti-
nua regando según lo programado.

Horario de riego
El cálculo del número de horas diarias de riego es inmediato cuando seco-
noce la dosis y el caudal que emite la instalación. La fijación de la hora de ini-
cio y fin del riego se hace en función de varios factores, muchos de eJJos de
tipo organizativo. Algunas recomendaciones:
-Regar en horas de energía eléctrica barata.
-No obstante lo anterior, y teniendo en cuenta que las «hora'> valle» sue-
len ser de noche, conviene que algunas horas de riego sean de día y en el
horario normal de trabajo, para comprobar el funcionamiento de la ins-
talación.
- Tener en cuenta la programación de la fertirrigación, como se verá en el
apartado 4.
Ejemplo 3

En el caso estudiado en los ejemplos I y 2, establecer el horario de riego


para la 3. semana, en la que la dosis es de 35 m3/ha. día. El caudal de la insta-
2

lación es:

=
400 árboles/ha x 3 goteros/árbol x 4 1/h.gotero 4.800 1/h. ha
35.000
Duración del riego = = 7 ,3 h = 7h 20 min
4.800

Durante el mes de abril, la distribución de horas a efectos de tarifa


eléctri- ca es:
Horas valle: 23 - 8
Horas llano: 8 - 10 y 14 - 21
Horas punta: 10- 14 y 21 - 23
Se decide regar desde las 3 a.m. hasta las 1 Oh 20 min, con lo que se apro-
vechan 5 horas valle; las restantes 2 horas 20 minutos (de 8 a 10,20) corres-
ponden a horas llano, en las que el encargado del riego puede inspeccionar la
instalación en funcionamiento.

4. Programación de la fertirrigación

Una vez calculadas las dosis de abonado y su distribución a lo largo del


año, asuntos que no son objeto de este tema, se trata de programar su aplica-
ción dentro de cada mes, en estrecha relación con el programa de riego. El
asunto presenta infinidad de detalles según muchas variables: los cultivos,
el que la solución fertilizante se prepare en la finca o se adquiera ya prepa-
rada, que la fertirrigación se aplique automática o manualmente, el tipo de
inyector de abono etc. Por tanto, nos vamos a limitar a dar unas recomenda-
ciones de carácter general y a desarrollar un ejemplo. Las recomendaciones
son:
1. La frecuencia del abonado debe ser la mayor posible, según la progra-
mación de riego. No conviene que se abone menos de una vez por semana.
2. Hacer una programación sencilla, preferiblemente por bloques de siete
días, con objeto de que la misma secuencia de abonado se repita todas las se-
manas. Aunque esto se verá con más detalle en el ejemplo, citamos una pro-
gramación que hemos usado en muchos casos y que es fácilmente asimilada
por los encargados del manejo. Se trata de la siguiente:.
-lunes y martes: abonado con nitrógeno;
-miércoles y jueves: abonado con N-P-K;
-viernes: abonado con microelementos;
-sábado: si es necesario, limpieza de filtros y tratamiento del agua. Riego
sin abono;
-domingo: riego sin abono.
Naturalmente, lo indicado es un esquema en el que se pueden introducir
muchas variantes. Por ejemplo, si el P se aplica como fosfato monoamónico y
el K como nitrato potásico, se puede hacer:
-miércoles: fosfato monoarnónico:
-jueves: nitrato potásico;
-resto: igual.
3. Como complemento de la anterior, incluir al menos un día a la
semana con riego sin abono.
4. En cada riego incluir una fase inicial y otra final de aplicación de agua
sin abono, con objeto de disminuir el riesgo de precipitados en los goteros.
5. Aguas abajo de toda inyección de abonos debe haber un filtro, como
mínimo de mallas o anillas.
6. El agua que sale por los emisores no debe contener más de 700 ppm
(0,7 kg por m3) de fertilizante. Una buena concentración es 200 - 400 ppm.
7. Ir ajustando la dosificación de los distintos nutrientes en función de
los resultados de análisis foliares, que se deben hacer como mínimo una vez
al año.

Ejemplo 4

Programar la fertirrigación de 15 has de naranjos para el mes de abril.

Datos

gr/árbo!

Necesidades anuales de nitrógeno 1.000


Necesidades anuales de fósforo 400
Necesidades anuales de potasio 600
Necesidades anuales de solución de microclementos
(Mg. S, Fe, Zn, Mn. Cu. B y Mo) 1.000

Las necesidades en abril se han calculado en el 12 % de las anuales. Hay


400 árboles por ha. Datos del riego:

Riego diario con 35 m3/ha.


Caudal por ha.:
400 árboles x 3 goteros x 4 1/h = 4.800 1/h. ha.
Duración del riego: 7h 20 min
Se emplean los siguientes abonos líquidos:

Abono Riqueza Densidad

Nitrato amónico 33.5 - O - O 1,2


Fosfatomonoamónico 12-61-0 1,2
Nitrato potásico 13 - O - O 1.2
Microclcmcntos 1,3

Cálculos

Abono Kg/árbol. año N p K

Nitrato amónico X 335x


Fosfato monoamónico y 120y 610y
Nitrato potásico z 130z 460z

Nitrógeno: 335x + 120y + 130z = 1.000


Fósforo: 610y 400
Potasio: 460z = 600

x = 2,24 kg/árbol. año


y = 0,66 kg/árbol.
allo z = 1.30 kglárbol.
allo

Nitrato amónico

Necesidades en abril: 0,12 x 2,24 = 0,27 kg = 270 gr/árbol. Se aplica dos


veces a la semana (lunes y martes):

270
-- -- = 31,5 gr/árbol por cada aplicación
30 X 2/7

Por ha.: 400 x 31,5 = 12,6 kg/ha = 10,5 litros/ha.


Caudal de riego: 4,8 m3/ha.
Duración del riego: 7h 20 mio
Duración del abonado: 6 h
El abonado se aplica a razón de (12,6)/6 2, 1 kg/hora. ha. =
Concentración:

2,1
-- X 1.000 = 438 ppm
4,8
Para 15 has se aplican 157,5 litros en 6 horas, con un caudal de

-157-,5 = 26,25 1/h = 26,5 1/h


6

Fosfato monoamánico

Necesidades en abril: 0, 12 x 0,66 x 1.000 = 80 gr/árbol en el mes. Se


apli- ca una vez a la semana (miércoles):

80
---- = 19 gr/árbol
30 X 1/7

Por ha.: 400 x 19 = 7,6 kg/ha. = 6,3 litros/ha.


(7,6/6) X 1.000
------ = 264 ppm
4,8

Para 15 has se aplican 94,5 litros en 6 horas, con un caudal de 94,5/6 =


= 15,75 1/h = 161/h

Nitrato potásico
Necesidades en abril: O, 12 x 1,30 x 1.000 = 156 gr/árbol en el mes.
Se aplica una vez a la semana (jueves):
1 56
--- - = 36,4 gr/árbol
30 X 1/7

Por ha.: 400 x 36,4 = 14,56 kg/ha. = 12,1 litros/ha.

(1 4,5 6/6 ) X 1.0 00


- - - - - - - = 505 ppm
4,8

Para 15 has se aplican 181,5 litros en 6 horas, con un caudal de 181,5/6 =


= 30,25 1/h = 30,5 1/h
Microelememos

Necesidades en abril: O, 12 x 1.000 = 120 gr/árbol en el mes. Se aplica


una vez a la semana (viernes):
12 0
-- - - = 28 gr/árbol
30 X 1/7

Por ha.: 400 x 28 = 11,2 kg/ha. == 8,6 litros/ha.


(1 1,2/6 )
- - - -X l-.000- = 389 ppm
4,8

Para 15 has se aplican 129 litros en 6 horas, con un caudal de 129/6 ;::: 21,5 1/h
Con estos resultados y los de la programación de riego, se elabora el pro-
grama de riego y abonado de la 3.ª semana de abril (Tabla l)

S. Control de las instalaciones

En este apartado se trata del control rutinario de las instalaciones, enten-


diendo el término «rutinario» no en un sentido peyorativo, sino como algo
que debe realizarse frecuente y periodicamente y que no necesita un perso-
nal especialmente cualificado, sino que puede hacerse por el propio per-
sonal de la explotación agrícola. En parte, este control es difícil de describir
con detalle: se trata de la observación general del funcionamiento de las ins-
talaciones, comprobando si hay caídas excesivas de presión, fugas, esco-
rrentías etc, así como observando el comportamiento de los cultivos.
Sin embargo, sí hay unas actuaciones concretas que vamos a relacionar
dándoles el carácter de recomendaciones que no hay que seguir al pie de la
letra, sino que se pueden modificar en los detalles, sobre todo en la
frecuencia con que se realizan.

5.1. Parte diario de presiones y caudales

Se trata de cumplimentar un impreso muy sencillo, como el que se muestra


en el ejemplo de la fig. 17.1. Es muy conveniente que se rellene diariamente,
lo que normalmente ocupa solamente unos minutos al encargado de ello y tie-
ne la ventaja de obligar a pasar diariamente por la instalación, de manera que
cualquier avería se detecta con rapidez.

490
4904
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491
Año: 1993
Mes: Abril

Contador(1n1) Presión(atm
)
Día Observaciones
Diferencia Lectura ( l) Salida (?)Después (3) Después
de bomba filtros arena filtros malla

1 35.600 3,3 3,2 3,)


2 36.130 530 3,3 3,1 3,1
3 36.662 532 3,3 3,1 3,0
4 37.158 496 3,4 2,9 2,8 limpieza de filtros
5 37.693 535 3,3 3,2 3.0
6
7
8

FILTROS DE FILTRO DE CONTADOR


ARENA MALLA

0 MANOMETRO

Figura 17. J.
Parte diario de presionesy caudales

Los datos de presión se utilizan para:


-decidir el momento de limpieza de los filtros, que debe realizarse cuan-
do provocan una pérdida de carga excesiva, indicada por el fabricante (a
falta de esta información, cuando la pérdida sea superior a 4 m.c.a.). En
muchas instalaciones, después de un periodo de tanteo, la limpieza de
filtros se incorpora al programa de actuaciones rutinarias. Por ejemplo,
limpiar los filtros todos los martes y sábados, aunque la pérdida de carga
sea inferior al límite;
-detectar elementos mal diseñados que provocan caídas excesivas de pre-
sión (filtros, válvulas, reguladores de presión etc.)
-detectar roturas en la red, descebado de bombas etc., Jo que se identifica
por bruscas caídas de presión;
-detectar obturaciones en los emisores, que provocan aumentos progresi-
vos en la presión aguas abajo del filtro de mallas. Este sistema de detec-

492
492
4924
tar obturaciones es útil en el caso, no recomendable pero frecuente, de
que la red de riego no disponga de reguladores de presión. Cuando sí los
tiene, la detección se hace mediante el contador de agua.
Los datos de caudal se utilizan para:
-comprobar las aplicaciones de las dosis de riego;
-detectar averías, que aumentan el caudal y bajan la presión;
-detectar obturaciones generalizadas en los emisores, lo que hace dismi-
nuir el caudal y, a partir de ciertos valores, pueden hacer aumentar la
presión;
-comprobar los efectos de tratamientos antiobturaciones, que de ser efec-
tivos, deben reflejarse en aumentos de caudal.

5.2. Inspección periódicade emisores y tuberías

El funcionamiento anormal de los microaspersores se detecta fácilmente


sin necesidad de ninguna operación. En cambio, los goteros y las cintas necesi-
tan una inspección más detallada. Dentro de las medidas de rutina, se reco-
miendan las siguientes actuaciones, como mínimo dos veces al año:
1. Abrir algunos goteros o cintas y observar posibles obturaciones. Algu-
nos goteros se abren fácilmente sin necesidad de desconectarlos de las
tuberías. Otros hay que sacarlos e incluso romperlos, sustituyéndolos
por goteros nuevos. Las distintas obturaciones presentan aspectos ca-
racterísticos:
-los precipitados blancos indican presencia de sales, generalmente
carbonatos;
-los de color marrón corresponden a hierro o manganeso en formas
oxidadas;
-las obturaciones causadas por microorganismos tienen un aspecto
grasiento de color negro.
2. Medir caudales de algunos goteros, en cuya elección se puede seguir el
criterio que se explica en el Cap. 14 para la evaluación de instalaciones
en operación (criterio de 1.0, 1/3, 2/3 y último).
3. Limpieza de la red de tuberías, abriendo sus extremos y dejando correr
el agua. Esta operación debe hacerse primero en las tuberías primarias
y después, por este orden, en las secundarias, terciarias y laterales.

5.3. Tratamientospreventivos

Incluyen una serie de operaciones que generalmente tienen por objeto


combatir el principal enemigo del riego localizado, que es. la obturación de
los emisores. Estas operaciones consisten en las limpiezas de filtros e insta-
laciones, ya descritas, y en los tratamientos de agua, que S!! estudiaron en el
Cap. 10.
6. Evaluación de un riego localizado

A diferencia del control de las instalaciones descrito en 5, que comprende


unas medidas sencillas y rutinarias, la evaluación de un riego localizado es una
operación más rigurosa, que requiere personal especializado, al menos en la in-
terpretación de los resultados. Por tal razón, no se hace con mucha frecuencia.
Sería recomendable realizarla una vez al año.
La evaluación se puede dividir en dos grandes apartados: evaluación de las
instalaciones y evaluación agronómica, que tratamos por separado.

6.1. Evaluación de las instalaciones

La evaluación de las instalaciones consiste, por una parte, en el análisis de


los datos y observaciones correspondientes al control rutinario ya descrito y,
por otra, en la medida e interpretación de la uniformidad de riego. En cuanto a
esto último, nos remitimos al Cap. 14, concretamente al apartado 6. «Evalua-
ción de instalaciones en operación» (6.1 Uniformidad de riego y 6.2. Diagnós-
tico de una baja uniformidad).

6.2. Evaluación agronómica


Comprende una serie de aspectos, de los que destacamos los cuatro si-
guientes:
-necesidades de agua;
-bulbo húmedo;
-abonado;
-salinidad.

6.2.1. Necesidades de agua


Se trata de comparar las dosis y frecuencias de agua aplicadas con las ne-
cesidades calculadas por cualquiera de los métodos estudiados en el Cap. 6. En
el caso de que se disponga de lecturas de tanque evaporimétrico, tensiórnetros,
medidores de humedad del suelo, indicadores de estrés hídrico de las plantas
etc, el análisis conjunto de todo ello permitirá enjuiciar si se están aplicando
las dosis correctas o si falta o sobra agua. Muy relacionada con esta cuestión
están las medidas de uniformidad de riego citadas anteriormente.

6.2.2. Bulbo húmedo


En la evaluación agronómica es muy importante observar la forma del bul-
bo húmedo, operación que no es necesario realizar con tanta frecuencia como
el resto de la evaluación. Se puede hacer de varias maneras: midiendo la hume-
dad o tensión a distintas distancias y profundidades del emisor, o tomando
muestras con barrena y apreciando, simplemente al lacto, si el suelo está hú-
medo o no. Sin embargo, la mejor manera es ir abriendo el suelo desde la zona
seca hacia la húmeda, descubriendo la superficie externa del bulbo, con cuida-
do para no causar mucho daño en las raíces. Por ello es mejor este sistema que
el de abrir zanjas.
~ El método descrito de descubrir el bulbo tiene la ventaja de que permite to-
mar muestras del suelo y comprobar también el desarrollo del sistema radicu-
lar. La observación conjunta de bulbo y raíces permite conocer si la distribu-
ción de humedad es la adecuada, tanto en extensión corno en profundidad, y,
en caso que sea necesario, adoptar las medidas correctoras.

6.2.3. Abonado
Si se dispone de análisis foliares, sus resultados indicarán la necesidad
o no de corregir las dosis de abonado. Si no se tiene esa información, las dosis
aplicadas se evaluarán en función de las necesidades medias del cultivo en
cuestión. Dos comprobaciones necesarias:
1. Cualquiera que sea el método de inyección de los fertilizantes, com-
probar que éstos se distribuyen entre toda el área a regar. Hay instala-
ciones, sobre todo en riego de árboles jóvenes, donde la inyección del
abono se hace de forma muy rápida, antes de que toda la red de riego
esté en carga, con lo que los fertilizantes se dirigen a las áreas que pri-
mero entran en riego. La comprobación puede hacerse por cálculo del
tiempo que tarda el agua en llegar al punto más alejado, o inyectando
alguna sustancia fácil de detectar, como puede ser la ortotolidina utili-
zada para el control de la cloración (ver Cap. 10).
2. Si el abono se inyecta por medio de tanque, hay que comprobar que en
los distintos sectores se apliquen las mismas dosis. Debido a que la
concentración de abono no es constante a lo largo de la aplicación, si el
contenido de un tanque se reparte entre varios sectores, se pueden co-
meter errores en la dosificación.

6.2.4. Salinidad
En cuanto a la salinidad del agua, se deben tomar muestras del agua de rie-
go y de la que sale de los emisores en pleno abonado. Si ésta es excesiva (ver
el capítulo de fertirrigación), se deben diluir más los abonos.
En el suelo se deben tomar muestras dentro y fuera del bulbo y realizar en
ellas análisis de rutina de salinidad, que como mínimo, incluyan CEc, PSI y
pH, con objeto de ir previendo la evolución de la salinidad y de diagnosticar la
necesidad o no de efectuar lavados de sales.
APENDICE I

HIDRAULICA DE LOS LATERALES DE RIEGO

l. Fórmulas generales de los laterales

Consideremos en primer lugar un lateral situado horizontalmente (Figura


A.!).
Como se ha visto en el capítulo 9, fórmula 30, la pérdida de carga h, es:
h=( J'·F·L (l)

o, 733 hf

267 hf

hu= hn

i----o, 4 L,-------i,,,1---- O, 6 t----------<~


lateral
terciario ----t
Ql I•
----------~ L-----------.-1

Figura A.l.

497
En RLAF se puede aceptar generalmente la aproximación de Blasius, que
permite escribir (Cap. 9, fórmula 9):
q ,.n
J' = K...:?L.
d4,7' (2)

donde K engloba las pérdidas por conexiones, y «d» es el diámetro interior.


Combinando {l) y (2):
ql,7S
d4,n · F · l
h r=K...:?L. (3)

En un punto situado a una distancia x del final, la pérdida de carga h,x entre
el
ese punto y final es:

h - K... .:! & - · F


q '· "
(4)

fx
·
d4,7S
X

El caudal es:

q =q. -X (5)
x 1 /

sustituyendo (5) en (4), multiplicando y dividiendo por I y aplicando (2), se ob-


tiene:

hc.•J·F·/ X ) 2.7S
(
l (6)

La pérdida de carga entre el gotero medio y el final es:

hfa =
JI J'F l (-Xl,)275
o
dx
=--
J'FI
(7)
{ 3,75

y sustituyendo (1):

h h
3 75 "" O 267h
= _f_
fa
, , f (8)

El gotero medio está a una distancia x del final, que se calcula igualando (7) y
(6):

_J__' F· _·_l= J' . F . I (~) 2,15


(9)
3,75 l
498
498
de donde:

X= 0,62/ (10)

Las expresiones (8) y (10) permiten obtener las siguientes conclusiones:


1.ª El gotero medio se encuentra al 62 por 100 del final del lateral, es decir, al
38 por 100 del principio.
2.ª Entre el gotero medio y el final se pierde el 26, 7 por l 00 de la pérdida en
el lateral; entre dicho gotero y el principio, se pierde el 73,3 por 100.
Como regla más fácil de recordar, el gotero medio está. al 40 por 100 del
origen, y hasta él se pierde el 75 por 100 de la pérdida total.
De las expresiones anteriores se deducen las siguientes fórmulas para el caso
de laterales horizontales:
hm = h1-+ 0,733hr ( l l)
.hu .. h, - 0,26 7hr (12)

Veamos ahora los laterales situados en pendiente. En la figura A.2, la


distancia media entre la curva de presiones y el plano horizontal AB es
hn, - 0,733h¡, como se ha calculado anteriormente. La distancia media entre el
lateral y el plano AB es d/2. Por tanto, la distancia media entre la curva de
presiones y el lateral es:

hu

d (desnivel): 1 . 1
i • pendiente

A« B

Figura A.2.

499
hu 1:,. hn = hu - hn

Figura A.3. b (
i 1
e
n

Con el
convenio de
considerar
positivo el
desnivel (y la
pendiente)
cuando el agua
va hacia arriba,
y negativo en
caso contrario,
la fórmula ( 14)
es válida para
todos los
casos.
De la figura
A.2 se
deduce:
h (
En el
cálculo de un
lateral interesa
conocer la
presión
mínima hn,
que no
siempre
coincide con la
500 500
5005
presión del último emisor, h0, como se comprueba en la ~hn
figura A.3, que corresponde a un caso en que el lateral va = l .
hacia abajo. Llamando (1 -
«i» a la pendiente del lateral, que en este caso es negativa por ir F) .
hacia abajo y «p» (-
a la distancia entre e~ final y el gotero de menor presión, i)1,s1
se cumple: .
(J')-
(16) o,s1
llamando .1.hD - U D
(21)
h - h
Llh = ( La
D fp
-pi 1 distancia p
-h 7 entre el punto
) de menor
presión y el
El valor de hfi> se obtiene de (6): final del
lateral se
( lP)2,75
( p
hrp = J' F/ = (1
puede conocer
)1,75
- 8) a partir de la
1 fórmula
J' F p siguiente,
derivada de la
Por otra parte, el menor valor de la presión se produce (20):
en el punto en que la curva de presiones es paralela al
i )
lateral. Dado que esa curva es en realidad una poligonal, p=/ -
0,57
porque el caudal no se extrae de forma continua, sino (
puntualmente en cada gotero, no se puede derivar la (6) para J'
obtener la tangente en cada punto x. En dicho punto, o (22)
mejor, en el tramo correspondiente, la tubería circula con
un caudal constante y la pérdida de carga unitaria es: Resumen de las
fórmulas
generales

m
=
a h h +
(19) 0,733hr+ ~
2
(14)
expresión obtenida a partir de (6), suprimiendo el factor
F por tratarse de un tramo a caudal constante. En el
punto de x = p:
. , · ( -p)
1 =1 1,75
(15)
l h0 = hm - J'
(20) =

s s
hr= J . _
y sustituyendo (20) y ( 18) en ( l 7) se obtiene:
s
e
501 501
5015
(23)

502 502
5025
o·-,
y~ .....
s: .E -e
(\J !.
.e
,o

-
, o

."
(\J
.. ..
.., o ..., oo ' .e .e
r
n
:
:
o
V .e
e '
.c
:;
:
,
.. "
,.., en -o E
s
.c

o
en
<{
, ._
.,
u
~ o
.e ,? -..,
.. .,
(\J
. -
...,
< ,
V
:

-
+

.
lZ
-
.
IO e
o
.

5025 502
02 5025
-
Y. " "
.
s e
o :e _ ,,e
IO

~ - s<D
.e
. . ..- .c
o

-
<{ I IO .e
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IO
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<{
..J . c 1
1

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.c
... 1 1

'
11

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1
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)
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o +
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E ~
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-
/\
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F

i
g
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.
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....
(
!
) <,
a
l
e
s
n.,
s
a
l
i
5035 503
03 5035
mentad

5045 504
04 5045
2. Laterales alimentados por un extremo

Se pueden presentar los tres casos siguientes (Fig. A.4):


Caso 1: terreno horizontal (i = O)
Caso 2: terreno subiendo (i > O)
Caso 3: terreno bajando (i < O)
Subcaso 3.1. i < O lil <J'
Subcaso 3.2. i < O lil ;?:e J'

2.1. Caso 1. Terreno horizontal (i == O)


Cuando el terreno es horizontal, (Fig. A.5), i = O, d = O y t..hn =O.En este caso,
las fórmulas generales toman la forma:

(11)

(12)

El punto de menor presión es el final de la tubería. El gotero medio se


encuentra a 0,4 · l del origen.

2.2. Caso 2. Terreno subiendo (i > O)


En este caso, (Fig. A.6), también la presión menor se produce al final del
lateral: hu= hn; t..hn = O. Las fórmulas aplicables son:

hf

i; o
ha h ·h d=O
u· ".Ó.h,,=O

terclorio~~=======10=te:!r=01=========:!

Figura A.5.
d•L.l>O

terciaria

Figura A.6.

h m = h a + 0,733hr+ i_ (14)
2
= = d
h n- h u h m - hf - d ha' - O 267h r2- - (24)

2.3. Caso 3. Terreno bajando (i < 0)


Cuando el terreno va bajando hay que distinguir dos subcasos. En el primero
de ellos lil < J', es decir, la pendiente no compensa totalmente la pérdida de
presión que se produce por rozamiento en el lateral y el punto de menor presión
se encontrará en una posición intermedia.
En el subcaso segundo, lil ~ J', la pendiente es mayor que la pérdida de carga
unitaria con lo que la presión va aumentando a lo largo del lateral, alcanzando su
máximo al final. El punto de menor presión es el origen del lateral.

2.3.J. Subcaso3.1. lil < J'

i<O d<O

En este caso, (Fig. A. 7), sustituyendo (21) en (23):


Figura A. 7.

que se puede escribir:

(25)

siendo
hr+ d + /(1 _ F) . (- i)1,s1 . (J')- 0.,1
r - -'----'-----'----'---''---.;.....,c-- (26)
hr

Teniendo en cuenta que hr= J' · F · l y que i = d/l:


d 0.57 ( _ d) 1.57
t'=l+-+(l- F)·F · -
h, hr

Asignando a F un valor medio de 0,370, lo que no está muy alejado de la


mayoría de los casos (ver Tabla l, Cap. 15), la expresión final de t' es:

d
t
,
= 1 + hf + 0,357
(-
11dr ) l.57

(27) Los valores de t' en función de d/h.se muestran en la tabla 2 del capítulo

15.
La situación del punto de menor presión se obtiene de (22):
j ) 0,57
p=/ ( -
J'
Dado que lil < J', pes menor que«/» y el punto mínimo se encuentra en
una posición intermedia, tanto más próxima al final cuanto menor es la relación
i/J'. Para la resolución de este caso se emplea la fórmula (25) y la general:
Figura A.8.

hm = ha + 0,733hr+ ~
2
2.3.2. Subcaso3.2. 111 ;;;:>
J'
En este caso (Fig. A.8), la aplicación de la (22) para lil ;;:,o J' demuestra que
el punto de menor presión es el original (p ;;:,o l).
d
h m = h n = ha + O ' 733h f + -
2

3. Laterales alimentados por un punto intermedio

En este caso (Fig. A.9), lo primero que hay que determinar es el punto
óptimo del lateral en que debe conectarse a la terciaria. Cuando el terreno es
horizontal, el punto óptimo es evidentemente el centro del lateral. Cuando el
terreno tiene una pendiente «i», el punto óptimo está más cerca del extremo
más alto. Su emplazamiento exacto se calcula con la condición de que se
igualen las presiones mínimas en ambos ramales del lateral.
Llamemos x a la distancia del punto óptimo al extremo más bajo. Dado que
la presión en el origen de ambos ramales es la misma, se cumple:

(28)
hf 1
h12

L---1 - - ----
-- - - --- ---- -----
~-,..-¡
, hu1 : d• ,. ¡
1
' 1
: 1
---------~--------------~---------
1----P I

Figura A.9.

y como se ha impuesto la condición hn1 = h02

(29)
que sustituyendo 'en (28) conduce a:

(30)

Por otra parte, según (6):

hfl =J'·F·l (
-X ) 2,75
l

Obsérvese que en estas expresiones l es la longitud total del lateral y J' y F


corresponden asimismo al caudal y número de goteros del lateral total, es decir,
del conjunto de los dos ramales. Sustituyendo las últimas expresiones en (30) se·
obtiene:

d - ~hnl • d- ~bol -(~)2,7S -(t - ~r?S (31)


J' · F · l hf\ I I
2'75
J'F t.(~)
p. i

.Ó.hnt

------- p-------
Figun A.10.

h11 = J' · F · les la pérdida de carga de un lateral de longitud l y caudal y


número de goteros igual a la totalidad de ambos ramales.
De la figura A. l O se deduce:
p ) 2,7S
Ah ni = p · i- 1' · F · I - /
(

y según (22): j ) 0,S7


p=/ (
-
. 1'

.1.h =l·i o.s1 _ J' . F . / ( ;, )1.s1 (32)


ni 1'
1 d · F (33)
y- 1' · l · F

y sustituyendo (32) y (33) en (31 ):

dru.1.h I _- - d [ 1 - F)º·5'] + ( d F)u7_ ~


- - - (
- 1 - - x)l.7S (34)
(d-
x)2·75
hn hn hn h11 I I
Para los valores de F que se presentan en la práctica, el valor de x/ l
es prácticamente independiente de F y depende únicamente de 1;1 relación d/h11•
En la tabla 3 (Cap. 15) se muestran esos valores obtenidos para F- 0,37.
Una vez conocido x, se calcula hm según la fórmula que se deduce a
continua- ción.
En la figura A.11 se cumple:
h m ec ha - b + h fl - (~ - O ' 5) d
/ (35)
hft
-1 - --
hf2

-- ---
¿ hnt

--
.,,,..-_...-
-

hn 1

hu 1 1
1
1
1
1

-- ---- ---------- ---------~ --1 - ---


-- -

Figura A.11.

El segmento «b» es la diferencia de presión entre el gotero medio y el último


gotero del ramal descendente. El valor de b se calcula como la ordenada media de
las líneas piezométricas de ambos ramales:
b - ..4!.. h (~ ) + ( 1 - ~ ) [d -
fl / /
lih ni +..! (36)
4..h .••.. ]

expresión en la que hn y h12 se ven afectadas por un factor 1/4 = 1 - 0,733


porque en cada ramal, entre el gotero medio y el extremo hay una diferencia de
presión de ( 1 - O, 733) · h., como se demostró al estudiar los laterales
alimenta- dos por un extremo.
Sustituyendo en (36) los valores de hn y h12 dados por (6):
hn = J' · F · l X/ )2.75 --hft ( X/ ) 2,75
(

hn - J' . F . l ~ - : ) z.rs = hn ~ - : ) z.ts

r
se obtiene: · :::

b_ -h ( ~
¡
+( l _ ~1 d -lili., + (37)

--- r
+ h, (1 - ~ l
Por otra parte, según (30):
X ) 2,7S ( X ) 2,75
d-.6.h=h-h=h (
- -1 -- (38) nl
fl
12
n
¡
¡ [

y
sus
titu
yen
do
(37
) y
(38
)
en
(35
)
se
lleg
a
fin
alm
ent
e
a:
h-
(
3

51 510
05
e
X s h0 +
donde m viene definido por la - .li

l ( \
( d h
expresión:

1
4 - nl
2,75
3,75 3,7S ( d -1
Í
m- (1-+)
J[
l
~) - _1- ~;l(f) -- 2.75 (
o ts-----
hn
4
(~) (43)
2,7
0
) h -(X)
-4
2,7
.::D.. - -
hft l

(~) seg
ún
+
(21)
:
Lihn1
En la tabla 3 (Capítulo 15) se -
muestran los valores de m en /(1
función de x//. -
La última magnitud que se F) .
necesita calcular es la presión ¡1.s1
mínima, a la que llamamos h que es 0,
.
la misma en ambos ramales, ya que (J')-
esa fue la condición que se impuso o.57:
para el cálculo del punto de
conexión del lateral a la terciaria.

De la figura 9 se deduce:
hn +
Lih01 +
h0 -
hm + d
;

h -h
-h
+d~-
.611
n m
fl [
ni

esta expresión se
simplifica
51 511
15
~hnl - /( 1 - F) • p.S7 . (J't 0,57 =

h1t J' · F · /
= (1 - F) . p.s1. ( / . i ) i,s1 - (l - F) . Fo.s1 (~} i.s1
J' . F . l bt\ I

Asignando a F un valor medio de 0,40, se cumple que ( 1 - F) · Fº·57 =


0,356, y sustituyendo las expresiones anteriores:

X ) 2,75 d · -X ( d ) 1,57
t• -
(
- - + 0,356 - (44)
tt l 1t
I h h
A su vez x// depende de d/htt según la relación (34) ó los valores de la tabla 3
del capítulo 15. Ello permite expresar el valor de ten función de d/h1l' lo que se
muestra asimismo en la tabla 3 del capítulo 15.
BIBLIOGRAFI
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513

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