Este libro sobre la vivienda ha llevado a plantearnos algunas cuestiones y diversas
dudas en torno a la manera de pensar la casa, que, como proyecto de arquitectura, va más allá y alcanza a la forma de habitar. Se podrá decir que la gente “ya vive” en una casa y, por tanto, no necesita saber nada más. Por el contrario, nosotros pensamos, razonando por la vía del ejemplo, que la gente come, pero no necesariamente todo el mundo guisa ni se alimenta bien, aun teniendo los medios para ello. Si no qué sentido tienen las campañas de alimentación que buscan ayudar a mejorar la calidad de vida. Vivir en una casa es igual que comer, es también algo que se puede enseñar. Esta nueva mirada se reclama, ante todo, para los factores externos a la arquitectura, cómo los medios de comunicación, programas de televisión, los hábitos cambiantes de ocio, la peatonalización de la ciudad que son factores suficientes para alterar la manera de concebir la vivienda. En principio habla de los enseres, y de cómo estos nos dan información de estilos de vida, formas de circular y relaciones de las personas, dando testimonio de generaciones. Invitando a pensar en el significado que tienen, hasta el punto de que si una casa desocupada pierde la condición de casa. Desde pequeños, a cierta edad buscamos hacer ingenuas representaciones del espacio domestico simulando las relaciones de los distintos ámbitos intentando comprender el espacio de la casa. Por otra parte, el uso que le adjudicamos a los objetos y espacios de la vivienda muchas veces nos es el correcto, haciendo otras actividades, por ejemplo, preparar alimentos en un corredor o jugar en el mesón de la cocina. Los niños son maestros en usar mal las cosas, pero viéndolo desde otra perspectiva crean una incitación a darle un uso distinto de los espacios y nos pueden servir para cuestionar seriamente la especialización de las partes de esta. La reunión de estos factores aparentemente extraños a la arquitectura no tiene por qué ser ajena a la vivienda. Es evidente que no se puede separar la función de una mayor y más efectiva flexibilidad. Los autores pretenden educar más allá de los que diseñan; a las personas que habitan la vivienda. Me parece muy positivo el mensaje que imparten, ya que contribuye a formar en los usuarios una cultura crítica y reflexiva sobre la casa.