Está en la página 1de 1

LA VERDAD COMO META

En algunas ocasiones, cuando queremos encontrar la verdad sobre algo que


nos genera ciertas dudas, hacemos todo un procedimiento minucioso para no
caer en el error de algunos y así poder aclarar la incógnita que ha rondado en
nuestra cabeza durante un tiempo determinado.
René Descartes en su obra, el discurso del método, describe cómo se debe
hacer para encontrar la verdad en las ciencias, especialmente en el capítulo
segundo, donde expone las reglas principales del método que él mismo ha
buscado y elaborado.
Como estudiante de filosofía, hago todo lo posible por no caer en fuentes de
error que obstruyan mi búsqueda de la verdad (especialmente en la
precipitación y la prevención), en algunas ocasiones se hace difícil por no
conocer el camino correcto para ello, pero, la obra de Descartes ilumina a
quien la lee para saber cómo llegar a la tan anhelada meta de la verdad.
Como antes mencionaba, en la segunda parte del discurso del método, su autor
enuncia los cuatro preceptos fundamentales del método cartesiano, éstos son:
la evidencia, el análisis, la síntesis y la comprobación, con esto se establece la
duda: solo se puede decir que existe aquello que pueda ser probado.
Con estos cuatro preceptos se busca verificar si existen evidencias reales e
indudables acerca de lo que se esté estudiando; analizar, o sea dividir al
máximo las cosas, en sus unidades de composición, fundamentales, y estudiar
esas cosas más simples que aparecen; sintetizar, o sea, agrupar nuevamente las
unidades estudiadas en su conjunto real; y enumerar todas las conclusiones y
principios utilizados, a fin de mantener el orden del pensamiento.
En conclusión, esta obra, en mi caso particular, suscita, primero que todo, el
deseo de no equivocarme mientras voy tras la verdad y a darme cuenta que en
el método de Descartes hay un gran aporte, pero, para llegar a la verdad, tengo
que hacer míos aquellos pasos y saber que cuando algo está evidenciado,
analizado, sintetizado y comprobado, existe una gran certeza de que aquello es
verdadero.
Johan David García Castaño
III de filosofía

También podría gustarte