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Edición Especial 3

Leyendas, mitos y creencias


de Motul y Yucatán
ValerioBuenfilyMéndez
Wáay Peck
Wáay Póop

Xtabay
1 Wáay Chivo
2
3
Índice
La Leyenda de la Virgen del Carmen.
Valerio Buenfil ............................................................................................ 6

La Leyenda de Ucí
Eulogio Palma y Palma .......................................................................... 16

La Leyenda de la Xtabay
Autores varios ........................................................................................... 26

La Leyenda de los Huevos Motuleños


Valerio Buenfil........................................................................................... 38

La Leyenda de los Panuchos


Valerio Buenfil .......................................................................................... 56

La Leyenda de Juan Tul


Manuel Can May ................................................................................... 64

El Mito del Pájaro Xóoch


Veronica Ruelas ....................................................................................... 70

El Way Pop
Valerio Buenfil .......................................................................................... 78

Las Way Pop


Miguel Ángel Aguilar y Palma ............................................................. 82

El Way Chivo
Valerio Buenfil .......................................................................................... 84

Rafaela la Way Chiva de Telchac Pueblo


Felipe Pool ................................................................................................ 86

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El Way Pec
Valerio Buenfil y Manuel Can May ................................................... 90

Los Aluxes
Manuel Can May ................................................................................... 92

El Ánima de Rogaciano de Kiní


Jesús Hernán Puerto Simá .................................................................... 98

Espantan en el Chalet
Manuel Can May ................................................................................. 100

La Ouija
Jesús Hernán Puerto Simá .................................................................. 104

Nunca Prometas lo que no vas a Cumplir.


Jesús Hernán Puerto Simá .................................................................. 108

La Cruz Dorada
Karina Tamallo Castillo ......................................................................... 112

El Alma Viviente se Divierte en una Fiesta


Geny Milly Castillo .................................................................................. 116

Fanático de Troles y Duendes


Carolina Cauich Tamayo .................................................................... 120

Eustacia la Novia de la Hacienda


Geyder Canto Rodríguez ..................................................................... 126

Alma Cristiana sal de este Mundo


Jesús Hernán Puerto Simá .................................................................. 130

Las Ánimas nos Enseñan a Respetarlas


Jesús Hernán Puerto Simá ................................................................... 132

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La Leyenda de la
Virgen del Carmen,
Reina de la ciudad de
Motul.

Valerio Buenfil

6
L a Virgen del Carmen es una de las advocaciones más antiguas a
la Virgen María desde su aparición en forma de nube en el Monte
Carmelo, desde ahí se propagó su fe como modelo de oración, de
contemplación y de dedicación a Dios. Por las invasiones sufridas,
los Carmelitas que vivían en el Monte Carmelo, se vieron obliga-
dos a escapar. Una antigua tradición dice que antes de partir se les
apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina, ella prometió
ser para ellos su Estrella del Mar. Con este bello nombre conocían
también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como estrella
junto al mar. Así se propagó la devoción a la Virgen del Carmen.

Hace cientos de años, fueron grupos de marineros que depen-


dían de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano,
quienes adoptaron a la Virgen del Carmen, implorando su protección
como la Estrella del Mar.

La Conquista española se inició con la dominación militar impues-


ta por las armas. Detrás de los caballeros españoles que imponían
la espada, venían los misioneros de la Orden de los Franciscanos
que imponían el “Santo Leño de la Cruz” para iniciar la Conquista
espiritual. Después de la Cruz como símbolo de la Evangelización,
apareció María, la Madre de Dios. Primero como rezo: el Ave María
y la Salve, luego, como culto; después, como doctrina y más tarde
llegaron las advocaciones y las devociones particulares.

Cuando partían los galeones españoles del puerto de Sevilla en


busca de un nuevo mundo, algunos marineros y franciscanos traían
consigo imágenes de la Virgen del Carmen y de otras advocaciones
a la Madre de Dios desde sus puntos de origen. En esta ciudad tras-
cendió la devoción a la Virgen del Carmen, que tuvo afecto entre
las misiones de franciscanos del Convento de San Juan Bautista de
Motul.

Ante la resistencia maya de abandonar su fe y sus dioses, los


franciscanos optaron por imponer el cristianismo sobre las propias

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creencias y rituales mayas. Así fue surgiendo el catolicismo popular
de nuestra ciudad y de la región.

El obispo Crescencio Carrillo y Ancona narró el inicio de la Evan-


gelización “El templo de los ídolos fue transformado en Iglesia, pues
Cortés mandó erigir un altar, que fabricaron de mampostería arqui-
tectos indígenas, y dispuso que dos carpinteros españoles trabajasen
una gran Cruz de madera, la cual fue plantada sobre un trono en
un alto nicho que allí había, colocándose sobre el altar erigido la
imagen de la Inmaculada Virgen María que el mismo Cortés había
traído consigo”.

Entre los franciscanos había hermanos que creían necesario Evan-


gelizar a los mayas mediante la prédica y el ejemplo; para lograrlo
aprendieron la lengua, las costumbres, las tradiciones y la fe del
pueblo y empezaron a tratar humanamente a las personas.

Nuestros antepasados mayas celebraban el inicio de su calenda-


rio el 16 de julio, dedicado al Año Nuevo Maya, al respecto Eulogio
Palma y Palma en su libro Los Mayas dice: “la fiesta principal era la
de Año Nuevo, dedicada a todos los dioses, para la cual se prepara-
ban anualmente con abstinencias, ayunos, ofrendas y plegaria, cuya
duración variaba según la devoción de cada individuo. Había quienes
se preparaban con tres meses de anticipación; y los más indiferen-
tes acostumbraban guardar trece días de ayuno. Además, los cinco
últimos días del año eran de recogimiento y de pública penitencia.

En la mañana del Año Nuevo, después de los sahumerios y ofren-


das del templo, se dirigía la concurrencia junto a la gran cúpula de
madera, que convidaba a los devotos, con sus puertas de par en
par, y sus muros engalanados. Cuando todo el pueblo hormigueaba
en derredor, subía un sacerdote al asiento preparado sobre un ce-
rro de leña, y desde la altura, al compás del tunkul, entonaba una
canción quejumbrosa que repetía estrofas sin cesar en el mismo
tono, resonaban melancólicamente bajo la bóveda. Al escucharse

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la voz clamorosa del cantor, el baile se organizaba, y los devotos,
con manojos de varillas secas y sonoras en las manos, se colocaban
en filas, y, con gesticulaciones, brincos y acompasados saltos, iban
entrando y saliendo en interminables hileras por las puertas de la
cúpula: hora por hora, las filas se iban prolongando, haciendo vuel-
tas y tornos como una inmensa serpiente. A un cantor sucedía otro,
y a los danzantes fatigados otros que llegaban frescos; y así, hasta
la tarde, el baile seguía sin interrupción, escuchándose en acorde
concierto, los ecos de los cantos y la resonancia del tunkul monó-
tono y quejumbroso.

Al caer la tarde, daban ligera pausa al baile para descansar y co-


mer; más apenas entraba la noche volvía la multitud con hachones
y teas en las manos, y acercándose al edificio con total veneración,
le pegaban fuego por distintos lados. Crecían las llamas y en breve
el gran cerro de leña, y la construcción toda quedaban convertidas
en inmensa hoguera. Cuando todo estaba reducido a cenizas, los
devotos más fervientes continuaban el baile, pisando sobre las ca-
lientes cenizas, como si danzaran sobre un pavimento de frió már-
mol. Después se les veía con las quemaduras y excoriaciones natu-
rales, las cuales sufrían con valor, como cosa muy agradable a sus
ídolos, y como medio de atraerse benevolencia y amparo contra los
malos agüeros. Terminaba el baile, como otras veces, bebiendo sin
medida el vino del balché, hasta perder el sentido”.

Los franciscanos, valorando la fortaleza espiritual del pueblo


maya, decidieron reconocer su fiesta principal, uniéndola con la her-
mosa devoción al Santo Escapulario de la Virgen del Carmen, y por
eso constituyeron una Cofradía en la parroquia de la ciudad, preci-
samente en la fecha más importante del calendario maya, el 16 de
julio, fiesta del Año Nuevo dedicada a todos los dioses. Se unieron
las tradiciones mayas con las creencias españolas y con los años,
poco a poco se fueron transformando las creencias, los ritos, los
bailes y las danzas de la fe popular maya en las actuales celebracio-
nes a la Virgen del Carmen que se caracterizan por sus gremios, sus

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novenas, procesiones, vaquerías, juegos pirotécnicos y corridas de
toros, así surgieron nuestras tradiciones.

La actual imagen de la virgen del Carmen, es una escultura pe-


queña, tallada en madera, de cuarenta centímetros de altura sobre
una base. Como no se tiene fecha precisa de su arribo a Motul, pue-
de tratarse de una de las primeras imágenes de la Virgen del Carmen
que llegaron a Yucatán al principio de la Colonización en el siglo XVI,
en este sentido, el párroco Pbro. Luís Ángel Espínola afirmó “era el
tipo de imágenes que se traían de España en esos tiempos”.

Según la leyenda con licencia eclesiástica de la Virgen del Car-


men, “era la Patrona de los soldados, quienes en aquella época se
llamaban “Las Milicias del Rey”. Con los años, la devoción entre los
soldados fue aumentando día con día.

En los años de 1832 a 1842, después de la lucha de Independen-


cia, hubo una asonada o brote revolucionado en la ciudad de Cam-
peche, y se llevó soldados de todas partes, naturalmente también se
llevaron soldados de aquí de la ciudad de Motul. Lo anterior causó
consternación, pena y tristeza entre madres y esposas, debido a
que en aquellos tiempos la distancia de Motul a Campeche, parecía
como de aquí al fin del mundo”.

Estando los soldados de Motul en Campeche, sucedió lo siguien-


te. En aquellos tiempos los servicios de correo se hacían por ciertas
personas a pie, que iban de un pueblo a otro. En cierta ocasión, a
una de estas personas que hacia este servicio de Mérida a Campe-
che, se le hizo de noche, pero no le importó y prosiguió su camino
sin miedo alguno. De pronto, levantando la vista, vio desde lejos una
lucecita que le llamó la atención y que se le acercaba cada vez más
hasta que se encontraron frente a frente. ¡Qué sorpresa la suya al
darse cuenta que era una hermosa señora con su Hijo en un brazo y
en el otro un escapulario del que salía una lucecita que le alumbraba
el camino!.

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Saludó el hombre y le contestó la señora con mucho afecto. Pre-
guntó a la señora de dónde era y de dónde venía y ella le contestó
de Motul y que venía de Campeche de ver a otros hijos que estaban
allí. Cruzando algunas palabras más, se despidieron deseándose en-
tre sí buen viaje.

Aquél siguió su camino para Campeche, pero no se le quitaba


del pensamiento el recuerdo de la señora a quien vio y así llegó a
Campeche. Al amanecer del siguiente día, aquel hombre averiguó
en que cuartel estaban los soldados motuleños, y encontrándolos
contó lo que vio en el camino la noche anterior. Entonces los solda-
dos al oír este relato recordaron que la noche anterior vieron pasar
entre ellos a una señora con su hijo abrazado prodigándoles consue-
lo y animándolos a no preocuparse por su situación ya que pronto
estarían de regreso en su pueblo sanos y salvos. Ellos entre sí co-
menzaron a pensar que la única que podía ser aquella señora era la
Virgen del Carmen a quien se encomendaron al salir de Motul. Dicho
y hecho, al poco tiempo se aplacó aquella asonada y todos volvieron
sanos y salvos a Motul. Con esto creció más y más la devoción de
los soldados a la santísima Virgen del Carmen. Esto lo contaba Don
Pedro Alcántara Pinto que nació el 17 de octubre de 1805 y murió
el 10 de noviembre de 1895, justamente a la edad de noventa años.

En el año de 1847 estalló la llamada Guerra de Castas, encendida


por los mayas, cuyo plan era acabar con la raza blanca, o sea, los
descendientes de españoles, comenzando su obra de salvaje des-
trucción en Valladolid e Izamal, amenazando luego a Motul y a Mé-
rida, pero afortunadamente los motuleños, viendo de inmediato el
peligro que venía, organizaron tropas de todas partes capitaneadas
por personas caracterizadas por su valor y lealtad, entre ellos Don
Diego Moreno como Capitán y Don José María Pinto Martínez como
Cabo y otros soldados, como Don José María Méndez y Don Lázaro
Pech, y otros muchos de esta ciudad. Todos ellos antes de partir
imploraron la protección de la Santísima Virgen del Carmen como
patrona de los soldados”.

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Las tropas defensoras consiguieron alejar a los sublevados hasta
los bosques de Quintana Roo en el actual Felipe Carrillo Puerto,
después de cuatro años de lucha y peligro hasta llegar al actual Ba-
calar, donde fueron dados de baja, y no poder regresar por tierra,
pues el camino estaba infestado de rebeldes, se fueron a Belice. Allí
se embarcaron y se dirigieron a Telchac Puerto en donde desembar-
caron sanos y salvos”.

Don José María Pinto Martínez, Don José María Méndez y Don
Lázaro Pech y otros que ya están olvidados, pero que también sa-
lieron ilesos en los combates y peligros lo atribuyeron a la maternal
protección de la Santísima Virgen del Carmen. En acción de gracias
por el favor tan grande que recibieron, organizaron un novenario en
su honor que comenzó a repetirse cada año.

Este novenario con el correr de los años fue celebrado con mu-
cho entusiasmo por los soldados, que en ese tiempo se llamaban
“Guardia Nacional”, y al fin decidieron ellos que la Imagen estuviera
con ellos en el Cuartel. En el año de 1865, aprovechando las Leyes
benignas de la Iglesia, en tiempo del Segundo Imperio Mexicano, o
sea en tiempo del Emperador Maximiliano, se trasladó la Imagen al
Cuartel como lo deseaban los soldados, previo permiso de las auto-
ridades eclesiásticas y civiles, y le eligieron un cuarto cabecero que
había y que fue habilitado para Capilla de la Sagrada Imagen. Este
cuarto cabecero habilitado para capilla estaba en el ángulo suroeste
del actual Mercado “20 de Noviembre”.

Al ser trasladada la Sagrada Imagen al cuartel, fue designado


Patrón o responsable de ella a Don José María Pinto Martínez. La
obligación del Patrón era abrir la capilla todo el día cada sábado.

“Al cabo de pocos años la capilla resultó insuficiente para la can-


tidad de gente que acudía a las misas y rosarios, y para solucionar
esta dificultad, dispusieron llevar la imagen al Templo Parroquial

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durante el Novenario y regresaría a la capilla después de dicho No-
venario. Fue entonces cuando se establecieron las “bajadas” antes
del Novenario, y las “cerradas” después. Esto duró hasta el año de
1900.

En el año de 1887 murió don José María Pinto Martínez y le su-


cedió en el patronato de la imagen su yerno Don José Antonio Kú
quien a los pocos años renunció por tener que atender sus intereses
personales, siendo nombrado Don Manuel Sosa quien continuó en
el patronato hasta el traslado de la imagen a la capilla de San Juan.

En el año de 1900 las autoridades civiles notificaron a los solda-


dos que tenían que devolver la imagen al Templo Parroquial, pues
por orden superior, en los edificios públicos no podía aceptarse nada
que tuviera conexión con lo religión.

Se formaron entonces dos partidos: unos a favor de llevar la ima-


gen al Templo Parroquial y otros en contra. Triunfaron los últimos
a quienes guiaba el afán de impedir el que los señores sacerdotes
mandasen sobre la imagen. Propuso este último grupo levantar una
capilla en el cabo de la población o sea en la actual colonia Felipe
Carrillo Puerto, y encomendar la imagen mientras se concluía su
propia capilla, en la casa particular de don Julián May Perera, al
oriente del pueblo, llamada capilla de San Juan. Al ser trasladada allí
la imagen, asumió el patronato Don Julián May Perera.

Se comenzó la construcción de la capilla con mucho entusiasmo


contribuyendo todos con dinero y materiales y en menos de un año
se hizo lo que puede verse ahora. Esta obra que se ve ahora como
ruinas ha sido destinada para otros usos.

¿Por qué no se terminó la capilla durante los 64 años? ¿Por qué


nadie aportó ni un centavo más, ni contribuyó con material para la
construcción? Sólo Dios sabe…

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Tal vez Dios Nuestro Señor no quiso que la imagen de su Santísi-
ma Madre fuese a permanecer en el monte, pues en aquel tiempo,
toda esa parte estaba deshabitada, habiendo un magnífico templo
en el centro de la ciudad donde podría ser venerada con mayor dig-
nidad y decoro. Este hecho puede servir para convencer a aquellas
personas que se oponían a que los señores sacerdotes mandasen
sobre la sagrada imagen.

El 4 de junio de 1910 estalló en la ciudad de Valladolid la primera


chispa de la Revolución Mexicana que causó consternación en Yu-
catán y en toda la nación. Para enfrentar la situación, se organizó
una leva, llevando a muchos como soldados con el consiguiente
sentimiento, pesar y tristeza entre madres y esposas quienes pen-
saban no ver de nuevo con vida a sus hijos y esposos. Estas madres
y esposas organizaron enseguida un novenario privado en honor a
la virgen del Carmen, implorando su protección para aquellos que
fueron llevados a las filas. Todos ellos volvieron vivos y sin heridas.

El 10 de octubre de 1917 murió don Julián y le sucedió en el cargo


de patrón su hijo Don Remigio May Pinto, heredero de aquel lugar.
Dicho señor don José Remigio May Pinto murió el 10 de mayo de
1929 quedando la imagen a cargo de su viuda Doña Orencia Can
quien al año siguiente renunció pues no quería ser responsable de
la imagen.

En esta situación, no habiendo a quien entregar la imagen, ya


que los soldados habían sido retirados, los presidentes de los diver-
sos gremios acordaron dejar la imagen en casa del presidente del
primer Gremio un año, y al año siguiente en la casa del presiden-
te del segundo gremio y así sucesivamente hasta que les tocara a
todos los gremios. En aquel año fue presidenta del primer gremio
de mestizas la señora Pastora Mendoza en cuyo domicilio estuvo la
sagrada imagen hasta el novenario de 1932.

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Terminadas las festividades de ese año correspondió cuidar la
imagen al gremio siguiente, pero a todos pareció que la casa del
Presidente de ese gremio no era lo suficientemente digna para tener
la sagrada imagen y resolvieron dejarla en casa de la mencionada
señora mientras se resolvía qué hacer.

Fue entonces cuando los presidentes de los gremios se incitaron


en discusiones afirmando unos que la señora Mendoza no era digna
de tener más la sagrada imagen, señalando otros que se trasladara
la imagen a la iglesia, a lo cual todos los demás se oponían para que
“los señores sacerdotes no mandaran sobre la imagen”, y pidiendo
otros que se hiciera una capilla. Alguien hizo llegar el asunto al sr.
Presidente Municipal que era entonces don Manuel Jesús Barceló.
Este señor citó a todos los litigantes, y cada uno expuso ante él sus
razones, decidió que no era asunto civil, sino federal. Pasó el asunto
al señor Agente del Timbre que era don Pedro Pablo Gómez, quien
ocupaba el mismo cargo actualmente en la ciudad de Tekax. Este
señor, oído del asunto ordenó a la señora Mendoza traer la imagen
y entregarla bajo acta y trámites legales, y riguroso inventario al Sr.
Cura párroco Pbro. Cayo Castillo Suárez. Esto fue en el año de 1932”

La versión de esta leyenda está basada en la “Leyenda Histórica


de la Imagen de la Virgen Del Carmen” proporcionada por doña Lidia
Flota Paredes, quien la encontró como herencia de su abuelo Don
Canuto Paredes, la cual goza de Licencia Eclesiástica, fue escrita en
esta ciudad en abril de 1961, por el nieto de don Pedro Alcántara
Pinto y nieto también de don José María Pinto Martínez, ambos
protagonistas de estos sucesos. Para enriquecerla nos hemos apo-
yado en distintas investigaciones, principalmente en “El Obispado
de Yucatán: historia de su fundación y de sus obispos” escrita por
el Obispo Crescencio Carrillo y Ancona en el año de 1892, y en los
trabajos de Don Eulogio Palma y Palma publicados en el año de 1901
en su libro “Los Mayas”.

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La leyenda de Ucí

Eulogio Palma y Palma

16
D
os millas al norte de esta ciudad, con alguna desviación
al nordeste, existe una aldea habitada casi en su totalidad
de mayas, llamada Ucí. Su aspecto es agreste y pintores-
co como lo son generalmente las pequeñas poblaciones en que la
naturaleza desenvuelve con más libertad todos sus atractivos y su
seductora magia.

Pero ninguna en esta parte del país a lo menos, presenta más her-
mosos paisajes porque en su recinto se levantan varios gigantes
cerros a más de muchas pequeñas alturas diseminadas en torno de
estos en un radio que, por lo inculto del terreno, no es fácil deter-
minar.

En la estación seca los deshojados árboles y la muerta y pardusca


hierba de los solares, dejan entrever desde la carretera que la cruza
o desde las onduladas y estrechas callejuelas las formas y perfiles de
aquellas prominencias circulares unas, oblongas otras, cuadrangula-
res muchas y cónicas las más altas terminando en puntas o mesetas
más o menos anchas; pero en la estación lluviosa, todo lo cubre un
manto verde que más tarde labran de magníficos matices las flores
silvestre de la época.

Entonces las líneas geométricas y los restos de gruesos paredones se


borran quedando sólo señalados bajo el florido tapiz y los cortinajes
de las enredaderas, las depresiones y las alturas a que el nacimiento
o la puesta de sol con sus raudales de luz y sus líneas y fajas de
sombra, dan un aspecto indescriptible. En una de las planicies más
anchas adyacentes a un cerro coronado por una meseta pequeña,
se ven abundantes flores de San Diego que hace una preciosa labor
color de rosa sobre los márgenes verde-oscuras de la explanada.

Tal vez esta enredadera fue plantada por los mayas en el atrio del
templo pagano, cuando este magnífico se levantaba en medio de
la Menphis yucateca allá en remotos tiempos; pero los actuales
que han perdido memoria de esto y hasta de que el momento fue

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construido por sus mayores, suponen ahora la oculta mansión de un
misterioso genio cuyo palacio aparentan en su interior; el cual por
ser el más grande y por la particularidad de cubrirse en una parte
del año de flores de San Diego, lo creen también la morada del Dios
principal de la ciudad muerta por lo que verá después.

Ahora conviene dar algunos detalles más que son necesarios para la
mejor inteligencia del lector. Cerca de una de estas moles gigantes,
existe una cueva o cenote que los mayas en su idioma denominan
Popolá. Es una depresión de unos quince o dieciséis metros de an-
chura y once o doce de profundidad. Para bajar es preciso asirse de
las piedras salientes y de las raíces que descienden hasta el fondo
en donde se ve una pequeña porción de agua cenagosa que brota
bajo la enorme peña.

No se ve más, pero si se arroja una piedra por una oquedad de la


roca a que me refiero, su caída produce un ruido extraño, terrorífico,
que se propaga a gran distancia revelando así que en aquella cavi-
dad existe un gran caudal de agua.

Estos ecos cavernosos que produce la caída de un cuerpo sobre el


invisible líquido, aterroriza hasta hoy día a los sencillos y supersti-
ciosos moradores del pueblo de Ucí, quienes creen a pie juntillas
que un día u otro saliendo de su cauce, cual una enorme tromba, lo
destruirá todo. Pero pueden tener razón, toda vez que así sucedió
en otra ocasión según reza la leyenda que ya es oportuno relatar
aquí. Voy a hacer la versión del modo que me la refirió uno de los
mayas más ancianos del pueblo de Ucí.

En remotos tiempos, el lugar que ocupa este pueblo, lo ocupaba


una gran ciudad gobernada por un hombre poderosísimo a quien
obedecían muchos pueblos de la región. Éste tenía una hija hermosa
como un sol. Amén de su belleza, era mujer por demás muy enten-
dida, pues hilaba como una diosa y hacía también mil primores con
la aguja.

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La fama de sus habilidades y de su hermosura se extendió rápi-
damente y de muy lejos venían los hijos de otros gobernantes a pe-
dirla en matrimonio. Pero ninguno pudo cautivar su corazón y este
menosprecio ocasionó frecuentes guerras con los padres de los que
se creyeron ofendidos.

Un día (pues ha de saberse que era muy aficionada a la caza) la


animosa joven se paseaba en los montes de las cercanías acompa-
ñada de su asistente predilecta, cuando vio un joven cazador ejecu-
tar tantas proezas, que se enamoró de él.

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Desde entonces la incauta princesa no faltó un sólo día en aquel
paraje, en donde en compañía del doncel pasaba horas enteras en
amorosas pláticas. Pero yendo y viniendo los días, le llegó la noticia
al gobernante de lo que pasaba, indagó escrupulosamente quien era
el que había logrado avasallar el alma de su hija, y se asombró al
saber que era un simple oficial de su ejército. Entonces indignado le
prohibió que lo siguiese amando.

Ella se quedó sorprendida. No comprendía aquella intimidación


en boca de un padre que había aceptado guerras sangrientas por no
sacrificar su corazón que había dejado libre para amar al que qui-
siese. Y el suyo había elegido al más hermoso y más valiente de los
jóvenes de toda la tierra ¿No bastaba esto? ¿No era por ventura lo
más justo? ¿Y porque no había de poder elevar a aquel joven a las
mayores dignidades cuando los dioses se habían complacido en do-
tarlo de tanta belleza como intrepidez? Lloró, se desesperó, hallan-
do siempre la razón de su parte. Pero todas estas protestas habían
sido mudas. Nunca se hizo llegar una queja hasta el autor de sus
días que la creía resignada. Transcurrieron así muchos días sin que
la princesa saliese de su habitación; pero llegó uno en que no pudo
resistir a la tentación de ver al que tanto amaba y marchó al monte.

Allí lo encontró, pero ¡Que cambiado estaba! Su semblante había


empalidecido. Temblaban sus miembros de ira y sus ojos parecían
arrojar llamas. La princesa retrocedió de espanto y de dolor. Su mar-
chito semblante se puso aún más pálido que el de su amante y no
pudo articular una sola palabra.

Sentía más que nunca el peso de su desgracia. Mediaba, efecti-


vamente, un abismo infranqueable entre los dos: ella era princesa
y él un oscuro soldado. Y, sin embargo, se amaban y su amor los
consumía. Llevó las manos a los ojos, bajó su hermosa cabeza y
rompió a llorar.

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Entonces el obstinado joven acercándose a ella exclamó con tem-
blorosa y entrecortada voz –Veo que no hay remedio. Yo vivo de la
luz de tus ojos. Mi perdición esta decretada. Deseo morir, pero he
de morir vengado.

La princesa lo miró con asombro. ¡Ah!- continúo con valor- áma-


me siempre y moriré digno de ti. Júrame que me amas, que me
amarás mientras tú vivas. La joven subyugada por aquella expresión
de energía salvaje, levantándose de pronto exclamó. ¡Si lo juro: o tú
o la muerte! La estrechó entonces contra su pecho delirante, pero
la emoción producida por la respuesta le había quitado el conoci-
miento.

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Esta entrevista debía de traer funestísimas consecuencias. Efec-
tivamente, el joven tan audaz como insensato que había arrancado
aquel juramento a la princesa, llevado de su locura amorosa, iba a
tentar hasta los mismos dioses que a su juicio le negaban su pro-
tección injustamente.

El sol acababa de meterse por los montes de occidente, cuando


una sombra deslizándose cautelosamente por las calles de la ciudad,
se detuvo al pie del cerro que habitaba el más poderoso dios protec-
tor de la ciudad, el dios de las riquezas. Él con tanta cautela había
llegado hasta aquel lugar, no era otro que el héroe de esta historia.
Llevaba como de ordinario su funda llena de saetas, su arco y una
pala de piedra. En aquel momento la luna se alzaba por el oriente

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bañando con su suave luz los montículos que proyectaron conos de
sombra hacia el otro lado. El joven se refugio en la sombra y comen-
zó a socavar queriendo llevar a acabo un atentado inaudito.

El Loco, así debe de llamársele, socavó con tal valor la falda del
montículo, que perforándolo por completo, se hizo visible un vastísi-
mo palacio, la mansión del dios de las riquezas. En el centro de una
espaciosa sala había un arca abierta de la cual manaba oro como
de una fuente. El cazador quedó pasmado al ver brillar tanto oro a
los rayos de una luz intensísima que iluminaba todo el palacio; pero
recobrando su valor, entró resueltamente. Entonces vio al dios cru-
zado de brazos mirándolo frente a frente.

El temerario continuo andando, más se detuvo al escuchar la voz


fuerte del dios que le preguntaba. ¿Qué te trae por aquí, mortal
insensato? Al cual contestó: Te pedí tu protección y me la negaste.
Demandé justicia y te hiciste sordo a mis ruegos. Quise el oro y el
renombre de un rey y no hiciste caso de mí. Me has hecho nacer
para sufrir sin razón y yo me vengo de ti. Si eres inmortal, quítame
esta vida que me pesa, pero si no, muere dios desnaturalizado, dios
cruel, por tu maldad.

Y dirigiendo su arco al pecho del genio inmortal, disparó la flecha


que describió una curva, volvió hacía él y atravesándole el corazón,
lo hizo caer en tierra sin vida. La noche que tuvo lugar la escena
que acabo de referir, la princesa no había podido conciliar el sueño,
no obstante que la estrella de la mañana estaba cerca de aparecer
por el oriente. Sentía una emoción extraña. Un presentimiento le
indicaba que debía de tener lugar un acontecimiento terrible, ex-
traordinario, como sucedió en efecto. De improviso vio su alcoba ilu-
minada de una luz vivísima apareciendo en aquel foco de resplandor
la cara del dios de las riquezas. La princesa se quedó pasmada ante
aquella visión y automáticamente se postró de rodillas extendiendo
los brazos hacia la deidad.

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Vio entonces que a sus pies yacía el cazador con el corazón atra-
vesado de una saeta; pero su morado semblante aún expresaba la
contracción suprema de una rabia feroz helada por la muerte. Sintió
que iba a perder el conocimiento y en medio de su congoja, sólo
pudo dar un ahogado grito de dolor. Más aquel gemido lastimero fue
apagado por una voz de trueno que decía.

Tú, princesa indigna, has conducido a su perdición a este joven


insensato. Lo llenaste de esperanzas vanas y lo enloqueciste. Él ha
pagado la pena de su osadía y tú también recibe el castigo que te
toca. Se oyó entonces un estruendo formidable y un instante des-
pués yacían en el suelo dos cadáveres informes: el del joven cazador
y la princesa.

Cuando la luz del nuevo día apareció en el oriente, iluminó una


de las escenas más espantosas que jamás haya tenido lugar: Una
columna de agua que durante la noche había brotado de Popolá,
había inundado la ciudad arrasándolo todo con su irresistible empu-
je. Sobre el inmenso lago que la sumergía nadaban centenares de
millares de cadáveres.

En la cúspide del más grande los cerros se veía al dios de las


riquezas paseando una mirada de satisfacción sobre aquel cuadro de
horrores. Cuando, al cabo de algunos días, se resumieron las aguas,
la ciudad estaba del todo arruinada quedando tan solo la mansión
de los dioses.

Memphis es una ciudad del estado americano de Tennessee, si-


tuada en el río Misisipi en su unión con el río Wolf. Esta situada en
el condado de Shelby.

Apunta Eulogio Palma y Palma al pie de la leyenda que “entre


las creencias se dice que para San Juan los que suben a la cima del
cerro más grande o se acercan mucho, perciben una música muy
melodiosa y agradable, porque ese día es de regocijo para el genio

24
que vive en el cerro. También los mayas veneraron mucho una cruz
cuya pequeña capilla estuvo muchos años sobre el mismo montí-
culo sin que esto motivase el olvido del duende que vive ahí. Hoy
mismo a la vez que practican el culto católico a su manera, creen
en el Yummil muul que suele aparecer en forma de moscón negro
anillado de amarrillo, (Holon) en el Yummil Kaax, (dueño o dios de
los montes) en el Yumil col (dios de las siembras), en el Yumil chaac
(dios de la lluvia) etc. A quienes ofrecen el zacá, el kool y el bal-
ché en ciertas ocasiones para hacerlos propicios. Esto la hacen los
sacerdotes (xmenes) a quienes también llaman kines. Con muchas
ceremonias supersticiosas en parajes ocultos donde no asisten las
mujeres, ni consienten la presencia de los blancos de cuyas creen-
cias recelan siempre. Este acto de ofrecer comidas y bebidas a los
genios protectores se llama tidch.

Esta leyenda fue tomada del original de don Eulogio Palma y Pal-
ma de su libro Los Mayas, editado en 1901. Tiene breves ediciones
del original para facilitar su comprensión.

25
La Leyenda de la Xtabay

Valerio Buenfil

26
L a leyenda de la Xtabay es una de las creencias populares más arraigadas en
la ciudad de Motul y en las poblaciones de todo Yucatán. Este mito tiene
un origen ancestral, forma parte de la imaginación popular, del espíritu de
la cultura popular, de la cosmovisión maya. Esta creencia se ha trasmitido por
generaciones a través de los abuelos de nuestros abuelos hasta la actualidad.

En realidad poco se sabe de la Xtabay, las descripciones sobre ella son breves y
vagas, sin embargo es muy temida, de dice que es un aire, un ser maligno, una
hechicera que con su belleza seduce a los hombres y los atrae para matarlos. Lo
que sabe de ella son narraciones de sus víctimas que se libran de ella. Es una
mujer misteriosa.

Es una creencia que vive en el recuerdo de miles de motuleños y de yucatecos,


existen distintos testimonios de sus apariciones en varias comunidades. Es un
mito que vive en el sentimiento popular, es un temor que vive la comunidad y lo
transmite oralmente con distintas variaciones.

La leyenda de la XTabay es una leyenda viva. La comunidad participa. Actualmen-


te es común oír las anécdotas de sus apariciones, contadas siempre por familiares
y amigos, es frecuente la frase entre conocidos “hace años a mí abuelo se le apa-
reció y me lo contó”. Es una creencia que vive en boca de la gente. Vive de oídas.
Se afirma que a los incrédulos y a los borrachos se les aparece principalmente.

Existen múltiples testimonios, muchos de ellos registrados en los medios de co-


municación, principalmente la prensa escrita y la radio, que gustan recrear los
testimonios de las apariciones de esta enigmática hechicera maya.

La referencia más antigua que encontramos la elaboró Eulogio Palma y Palma en


su obra “Los Mayas”, publicada en 1901 en su imprenta en esta ciudad, afirma en
la página 278 de su libro: “también tenían una legión de brujos como la Xtabay…y
creían en la existencia de animales fabulosos y de ciertos vientos que causaban
daños y enfermedades”.

Cabe destacar la labor de investigación y recopilación que realizó Don Manuel


Antonio Palma Medina a mediados del siglo XIX (1850), padre de Eulogio Palma
y Palma. Consideramos que Don Manuel fue uno de los estudiosos de la historia
de la ciudad, él cultivó una sólida relación con varios intelectuales yucatecos, su
obra la heredó Eulogio.

Manuel Palma y Palma, hermano de Eulgio figuró en 1861 como “Agente de


Motul” en el directorio de la célebre revista yucateca “El Repertorio Pintoresco”,

27
orientada a la religión, la filosofía, la industria y las letras, publicada en la ciudad
de Mérida, dirigida por el Editor José Espinosa Rendón, quien tuvo como Redactor
Secretario al obispo Crescencio Carrillo y Ancona.

En el año 2000, los hermanos Manuel y Rodolfo Chuc Pinto, publicaron un libro
titulado “Sucesos Insólitos del Cacicazgo de Ceh Pech”, en el que registraron 3
apariciones de la Xtabay, con los subtítulos: “El encuentro de los hermanos Chuc
Salazar con la Xtabay” y “Se la llevó la Xtabay”. Único relato que encontramos
donde la víctima es una mujer.

El tercer cuento forma parte de la segunda narración, aquí la presentamos con


el subtítulo “La Xtabay de San Juan Koop”, el libro estuvo ilustrado con dibujos
del periodista motuleño Felipe Villanueva y fue patrocinado por la Dirección de
Culturas Populares de Yucatán.

Para ilustrar las diferentes versiones que existen ofrecemos algunas de ellas, prin-
cipalmente de cronistas populares y antropólogos que recogen de manera directa
las expresiones de esta creencia.

Citamos las apariciones de la Xtabay registradas por Don Evaristo Balam Nah, que
publicó en 1994 con el apoyo de la Dirección de Culturas Populares de Yucatán el
libro “Hechos Históricos de Uayma”; del antropólogo Jardow Pedersen, citado por
Carlos Evia Cervantes en su libro “Selección de Mitos”, publicado en el 2009 por
la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY); y de Miguel Ángel Orilla Canché, de
su libro “Cosas del Mayab”, publicado en el 2002, con el patrocinio de la Dirección
de Culturas Populares.

Es importante afirmar que la leyenda de la Xtabay es uno de los mitos populares


más difundidos y conocidos dentro de la tradición literaria yucateca contemporá-
nea, la versión más popular es la de Luis Rosado Vega, titulada “El origen de la
mujer Xtabay” publicada en su libro “El alma misteriosa del mayab”; Don Antonio
Mediz Bolio en su libro “La tierra del faisán y del venado” ofrece una bella versión
poética sobre la Xtabay.

Muchos motuleños están seguros que la Xtabay si existe, así lo afirmó Don Ma-
nuel Chuc Salazar “lo que pasa es que en la actualidad no se le ve porque todo
lo que era monte ya está poblado y hay luz por todas partes, por eso todas las
“cosas malas” ya se alejaron. Pero si quieres ver “algo”, sólo tienes que alejarte
en el monte; ahí por las noches muchas cosas pasan, allí lejos donde no hay luz
ni gente, allí podrás ver todo lo que existe”.

28
La Leyenda

La leyenda cuenta que en un pueblo vivían dos hermanas de gran belleza, una
de ellas era Xtabay conocida como XKEBAN (la pecadora), porque se entregaba
al amor fácil y pecaminoso. Las personas del pueblo la despreciaban y le huían
como algo desagradable, aunque su cuerpo y su pasión la maldecían, su corazón
la redimía, ya que era noble y de buenos sentimiento, curaba a los enfermos, y
amparaba a los más desprotegidos, así como amaba a los animales. Su herma-
na conocida por el mismo pueblo como UTZ-COLEL (mujer buena), era todo lo
contrario, pura, justa, y jamás había hecho algo malo que disgustara o juzgara el
pueblo, la gente la apreciaba. Pero en su interior era rígida, y dura de corazón,
incapaz de amar a sus semejantes por considerarlos inferiores. A los enfermos los
consideraba repugnantes, dura como piedra, estricta así era esta hermosa mujer.

Un mal día la gente no vio salir a la XKEBAN de su casa. Así pasaron días. Los
pobladores acudieron a su casa de la cual salía un aroma agradable. En el interior
descubrieron su cuerpo sin vida en el suelo el cual aún se conservaba gracias a
los animales que velaban el cuerpo inerte de XKEBAN a lo cual UTZ-COLEL le-
jos de sentir dolor solo expreso esto es cosa del diablo y añadió si el cadáver de
una pecadora puede desprender aromas tan agradables, mi cadáver destilara un
perfume mucho más agradable y sonrió. Al entierro solo fueron los enfermos que
había sanado, al día siguiente su tumba amaneció cubierta de flores hermosas
llenas de color y de sutil aroma.

Después de un tiempo falleció UTZ-COLEL. Aun virgen seguro alcanzaría la gracia


de Dios. Tan rápido como falleció su cuerpo empezó a desprender un olor fétido.
Enseguida la enterraron y todo el pueblo estuvo presente. Le adornaron la tumba
con hermosas flores, que al amanecer habían marchitado y su olor era desagra-
dable. Los pobladores dijeron entonces esto es cosa del diablo.

En la tumba de la XKEBAN brota una flor tan singular llamada FLOR DE XTABEN-
TUN. El néctar de esa flor embriaga dulcemente como una vez lo hizo su amor y
su pasión. Mientras que en la tumba de UTZ-COLEL broto una FLOR DE TZACAM
la cual es un cactus con espinas que al tocarla es muy fácil punzarse y de la cual
brota una flor hermosa sin perfume alguno.

Así como fue en vida una hermosa mujer sin alma sin esencia. Era tanto su odio
a su hermana que después de su muerte logro regresar con la ayuda de los ma-
los espíritus, enfadada por el desigual destino que habían tenido UTZ-COLEL se
convirtió en la mala Xtabay la cual surge del TZACAM para imitar a su hermana
en vida, ofreciendo su mundano amor a los hombres, la cual los aguarda en las
ceibas, peinando su larga cabellera con un trozo de TZACAM erizado de púas.

29
Sigue a los hombres hasta que consigue atraerlos, los seduce luego y al fin los
asesina en el frenesí de un amor infernal.

“El encuentro de los hermanos Chuc Salazar con la Xtabay”

Don Manuel Chuc Salazar motuleño de 76 años de edad, hombre de campo de


toda la vida, asegura que hace como veinte años su hermanito Edilberto y él se
encontraron con la Xtabay cuando se dirigían al trabajo y lo relató de la manera:

“esto nos sucedió hace como veinte años, mi hermano Edi me chifló, como todas
las madrugadas para irnos al trabajo. Cuando desperté sentí como si no hubiera
terminado de dormir, porque estaba bostezando mucho.

Después de que subimos el truck sobre las rieles y alistamos el caballo, nos enca-
minamos a la finca de Santa Teresa para hacer el chapeo. Como a un kilómetro
antes de llegar a nuestro destino, con la ayuda de la luna llena que había, pudi-
mos ver a lo lejos, a una señora que salía debajo de una gran ceiba, cruzar las
rieles al otro lado del camino, como dirigiéndose hacia la finca.

¡Ahí cruzó una señora! ¡Ahí salió debajo de la ceiba! Le dije a mi hermano Edi.

- ¡Ah! creo que es doña Anselma – me contestó Edi- seguro que su marido
don Asunción Lara está borracho, cuando la alcancemos, la subimos al Truck para
llevarla.

Cuando la alcanzamos, pasamos tan cerca, como a seis metros de ella, aquella
mujer llevaba un rebozo que le cubría la cabeza y por el reflejo de la luna, no le
pudimos ver la cara. Cuando me di cuenta que era cosa mala, todo mi cuerpo se
erizó, el caballo retozó, como si sintiera la “mala presencia”, y por nuestro mismo
miedo quedamos callados, no hablamos para nada, ni mucho menos intentamos
subirla.

Al llegar a la primera casa de la finca, encontramos a don “Petín” (Petronilo) Dzul,


lavando su nixtamal, y recordamos que era día de los fieles difuntos.

¡Ahí viene una señora! Le dije a don “Petín” y nos contesta ¡no es una señora!¡es
la Xtabay!, con ustedes ya van tres veces que la ven, ella da vuelta en la siguiente
esquina y desaparece en una sascabera, en los planteles de la pequeña propiedad
de la finca ¿ A dónde van ustedes a éstas horas?, preguntó don Petín.

-Pues vamos a trabajar-, le respondí.

30
31
-Pero si son la una de la madrugada-, nos dijo don Petronilo. Edi y yo nos mi-
ramos sorprendidos y pensé que el destino nos tenía preparado aquello que nos
pasó y que nunca olvidaremos en toda nuestra vida”

Se la llevó la Xtabay

Doña Tomasita Manzano Rosado y su hija fueron otras de las personas que vi-
vieron una horrible experiencia, hace como cuarenta años, cuando la Xtabay se
llevó a su pequeña hija de apenas cuatro años de edad y lo contó de éste modo.

“Apenas eran alrededor de las seis de la tarde, cuando después de bañar a mi


pequeña hija “Morena”, la acosté dormida en su hamaca y me fui a la tienda por
un poco de azúcar para el café.

Cuando al regresar, vi que mi hija no se encontraba acostada en la hamaca. En-


tonces comencé a llamarla a gritos, hasta que la vecina me dijo que hace algunos
momentos vio que la niña se dirigía hasta el fondo del solar, tomada de la mano
de una señora mestiza de larga cabellera. Fue hasta entonces que escuché los
llantos de la niña que provenía del fondo del terreno.

Cuando llegué donde ella estaba, la encontré en medio de una nopalera, y com-
prendí inmediatamente que se trataba de la Xtabay, que entró en la casa para lle-
varse a “Morena”, porque la niña se hallaba sin zapatos llorando dentro de nopa-
les, donde no había camino para entrar. Estoy segura que sí es la Xtabay, porque
ésta mala mujer había sido vista por otras personas, por estos mismos lugares”.

La Xtabay de San Juan Koop

Otra experiencia parecida a la anterior fue la que vivo Miguel Ángel Escareño, de
la ex hacienda de San Juan Koop del municipio de Muxupip.

“Esto me pasó hace como treinta años, cuando llegué de mi trabajo como a las
11 de la noche y me puse a tomar las copas con unos amigos a las puertas de
mi domicilio. Estuve con ellos como menos de una hora, cuando ellos decidieron
marcharse a sus casas. Entonces decidí también entrar a dormir. Como a unos 4
o 5 minutos después de que se fueron, apareció de pronto frente a mis ojos una
hermosa mujer de larga cabellera, vestida de mestiza.

Como me encontraba solo, decidí acompañarla hasta el lugar donde ella se dirigía,
tratando de pegarme más a la mujer para conversar. Pero por más que apresuraba

32
el paso no lograba alcanzarla, porque la mujer parecía que flotaba, eso lo recuer-
do muy bien a pesar que llevaba algunas copas encima.

Ella se dirigía a las afueras de la población, en realidad en dirección al cementerio,


pero yo estaba envalentonado por el alcohol que había tomado que decidí conti-
nuar tras de la mujer, hasta que ella se detuvo para entrar a un terreno lóbrego,
con mucha hierba, que cuando traté de atravesar para salir de ahí, me dí cuenta
que se trataba de nopales”.

La Xtabay del camino a Kopté

Manuel Can May.

Kopté es una comisaría de Motul al suroriente de la cabecera distante de unos


siete kilómetros. En el tramo entre Chan Sabacnah y el entronque a Kancabchén
Rancho, existe una cruz de madera que fue colocada el 18 de diciembre de 2013
por don Isidro quien vive en Kopté y nos relató que él puso la cruz, incluso invitó
al sacerdote para que la bendijera ya que en ese punto, le ha tocado observar en
innumerables ocasiones la figura de la Xtabay.

Relató que cuando tiene que venir a Motul entre 4 y 4:30 de la mañana por mo-
tivos de su trabajo, al acercarse a ese sitio, ve una imagen blanca de larga cabe-
llera que atraviesa la carretera como flotando, “cuando llegó a unos 20 metros de
distancia desaparece, siempre se presenta cuando estoy sólo y no cuando vengo
acompañado” recalcó.

Continuó diciendo que en ese tramo carretero han ocurrido muchas muertes,
accidentes que no tienen razón de ser ya que es un tramo recto sin curvas y que
por más ahí ocurren muchos accidentes, propiciados por la Xtabay, ahí fue el ac-
cidente del Dr. Kuk cuando perdió la vida recordó.

Es por ello que colocó la cruz de madera y la mandó a bendecir, con esto se ha
reducido los accidentes y desde ese entonces no he vuelto a ver esa imagen.

No sabemos si por coincidencia pero en los alrededores del lugar abunda la planta
de la flor del X´tabentún la cual según la leyenda está relacionada con la Xtabay.

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La Xtabay de Uayma

Evaristo Balam Nah

“La Xtabay es una hermosa mujer que por las noches se aparece generalmente
junto a una ceiba, sobre todo en las noches de luna, porque dicen que sale a
peinarse a la luz de la luna y se esconde en las sombras que hacen las ramas de
los arboles. Llama insistentemente a los hombres trasnochadores que pasan por
ahí. Ella se aleja un poco, el hombre la sigue y ella se vuelve a alejar, hasta que lo
lleva donde hay una cueva y lo abraza y lo envuelve con su cabellera muy larga. El
hombre se desmaya y lo avienta al fondo, donde siempre hay espinos. Amanece
adolorido, con fiebre, ha llegado a veces a padecer enfermedad o morir. Necesita
que los cure el H´men.

La Xtabay de Xocen

Max Jardow Pedersen

Otro relato del oriente de Yucatán lo recabó el antropólogo Jardow Pedersen en


los setentas del siglo XX (1970), el texto lo cita Carlos Evia Cervantes en su libro
“Selección de Mitos”, publicado en el 2009 por la Universidad Autónoma de Yu-
catán (UADY).

“Dicen que la Xtabai se guarda en la espalda del Yaxché (ceiba). Aparece en la


noche. Se ve como una mujer desnuda con cabello largo. Don José Liberato me
platicó cómo quiso la Xtabai llevárselo a él: Me emborraché en Chichimilá, en la
noche comencé a caminar a Xocén. Pero como estaba muy borracho pues me
quedé a dormir en el camino en un altillo.

Me di cuenta que una mujer me llamó diciendo: ¡Vamos José, despiértate! Vi una
mujer que tuvo su cabello largo, arrastrando hasta el suelo. Entonces pregunté a
la mujer ¿De dónde vienes? Me contestó: No sé, pero vamos José ¡Ya es tarde!
Le dije: ¡Dame tu mano! No quiso darme su mano porque por sus manos se sabe
si es mujer carnal.

Me agarró mi brazo. Sentí que su mano era muy fría. Helada. Pero no quiso en-
señármela ¿Por qué? Porque la Xtabay tiene tres dedos, nada más. Tres dedos,
más el grande. Le pregunté otra vez ¿De dónde chingao vienes?¿De dónde eres?
Diciendo esto, desaté mis alpargatas y le grité: ¡Diabla, diabla, espérame si eres
diabla! Pero cuando vio ella que estaba desatando mis sandalias para pegarle, no
quiso esperarme. Se arrancó, corrió ¡Mare! Me puse mis alpargatas otra vez y co-
mencé a caminar. Pero ¡Como me asustó! Cada rato temblaba, sentía miedo. Me

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parecía que estaba viniendo otra vez, seguramente me quiso llevar a un cenote y
allí me iba a empujar”.

La XTabay de Maxcanú

Miguel Ángel Orilla Canché

En días pasados estuvimos en Maxcanú, en el hogar del Sr. Asunción Canul y


luego de compartir el pan y la sal en compañía de su familia en amena charla de
sobremesa nos contó en fluida lengua maya, una sugestiva leyenda que a través
de la tradición oral, se ha ido observando de generación en generación: el origen
de la Xtabay.

Cuenta el popular don “Chon” que hace muchos, muchísimos años tantos que
no logra recordar cuál de sus abuelos se lo relató, que en una pequeña comunidad
yucateca existió una joven y guapa doncella de figura esbelta y porte gallardo que
le da un aire de ser una autentica reina indígena. En la región y sus alrededores
era la flor más bella del mayab.

Esta kiichpam ch´upal (bella mujer) por su carácter alegre y vivaz era muy
popular y por consiguiente asediada por los hombres. Sabedora de sus encantos
femeninos acostumbraba coquetear por las calles pedregosas del pueblo.

Su bien arreglada casita de paja era un verdadero vergel en donde florecían


janloles, xjailes, azucenas y en su amplio patio correteaban alegremente kambu-
les, beches y otras especies de animales silvestres. En las ramas de los arboles
cantaban dulcemente el chac-dzi-dzi, la x-kok, la yuya y la mucuy.

Las jóvenes muchachas de la aldea se sentían celosas por que les quitaba a sus
novios, y a las casadas porque sus maridos enseguida que la miraban quedaban
prendados a ella y se distraían. Los ancianos mayas decían que era una verdadera
kas loca.

Se comentaba que el hogar de esta kiichpam chúpal era frecuentado por


apuestos y bravos guerreros de las tribus cercanas y que ahí con frecuencia se
realizaban fiestas en las que el líquido de la flor de x´tabentún y el balché corrían
a raudales como si se sacara un cenote de fuente inagotable.

Esta situación resultó intolerable por el mal ejemplo que causaba entre la ju-
ventud esta guapa muchacha, y se reunieron para elevar sus quejas ante el Batab,

35
quien como autoridad, decidió con la aprobación de la mayoría expulsarla de la
comunidad.

Así lo hicieron y la corretearon hasta el cabo del pueblo. La pobre muchacha


no tuvo más remedio que refugiarse en una oscura y tenebrosa cueva.

Pasaron los días. Una noche los habitantes vieron que sobre el poblado el pájaro
maligno tatakmó alzó el vuelo y con asombradas miradas se preguntaban qué era
lo que pronto había de suceder.

De igual manera, de repente, la x-kok dejó de cantar y las mucuyes huyeron


a los montes y en aquel lugar donde antes todo era algarabía cesó la diversión y
un manto de silencio y misterioso cubrió aquella choza.

Entonces los vecinos empezaron a comentar entre sí qué era lo que había su-
cedido con la bella doncella. Se organizaron y fueron averiguar y cuál no sería su
sorpresa al encontrarla muerta tirada en medio de la cueva con una flecha que le
atravesaba en el pecho.

Al parecer manos desconocidas y criminales había cegado en plena juventud la


vida de esta criticada dama y Ah-Puch (dios de la muerte) la había en su regazo.

Los vecinos se dieron a la tarea de enterrarla debajo de una vieja mata de yax-
ché(ceiba) y como consideraron que había pecado mucho, como castigo, sobre su
tumba le colocaron espinos de “tzacam”.

A los tres días de haber dado sepultura, los aldeanos se dieron cuenta que en el
lugar donde habían dejado el “tzacam” florecían frescas y fragantes rosas rojas
como señal elocuente de que esta mujer se le había juzgado muy a la ligera.

Desde entonces cuentas los viejos del pueblo que el espíritu de la kiichpam
ch’upal ronda por toda la comunidad y que por las noches, sobre todo cuando hay
luna llena, se le puede ver peinando su larga y brillante cabellera debajo de una
frondosa ceiba en espera de seducir a los hombres y a todo aquel que se adentre
solidariamente en el monte o caminos poco frecuentados.

Esta mujer a quien la voz popular bautizó con el nombre de Xtabay, dicen
que siempre invita con seductora discreción a que se le siga y cuando el impru-
dente galán parece darle alcance, desaparece. Quienes logran sus favores al día
siguiente amanecen muertos en el peor de los casos, mueren de fiebre o pierden
la razón por que su alma ya no les pertenece.

36
Por eso, hasta hoy, cuando en la espesura del monte alguien pierde la vida en
circunstancias algo misteriosas, el campesino maya sólo escucha, calla y con una
leve sonrisa parece adivinar quien fue la causante.

Por ese motivo, cuando ese mismo campesino se topa en su camino con una
mata de yaxché, se quita el sombrero, se santigua y con paso presuroso cambia
de ruta.

37
La Leyenda de
los Huevos Motuleños

Valerio Buenfil

38
Presentación

Uno de los elementos que conforman los rasgos de nuestra iden-


tidad, son los huevos motuleños, una de las estrellas de la gastro-
nomía internacional yucateca. Destacado lugar se ha ganado este
platillo de la ciudad en el concierto internacional de las naciones. Su
presencia en los menús de los mejores restaurantes del mundo le
merecen especial distinción de los comensales que gustan saborear
esta comida, principalmente en el desayuno, momento ideal para
disfrutarlos.

Los huevos motuleños son un platillo exquisito, delicioso, sencillo


de preparación. La facilidad de su elaboración justifica sus distintas
expresiones. Es un platillo con mucha plasticidad, su elaboración se
adapta a los ingredientes disponibles al momento. Pueden ser hu-
mildes y sofisticados. Su origen ancestral proviene de una costum-
bre culinaria de los mayas, modernizada a principios del siglo XX por
la influencia de la gastronomía libanesa.

La ciudad de Motul está situada estratégicamente al norte de


la península de Yucatán, esta ubicación, le ha dado un liderazgo en
el Golfo de México, el Caribe y la Costa Este de los Estados Unidos.
A lo largo de la historia ha recibido distintas migraciones desde el
periodo maya hasta los tiempos de la Conquista, cuando llegaron
los españoles, después vinieron franceses, italianos, alemanes, liba-
neses, cubanos, chinos, africanos, coreanos y de todas partes del
mundo.

Sin lugar a dudas fue la generosa influencia de distintas cultu-


ras, la que propició el surgimiento del exacerbado orgullo motuleño,
cultivado por muchos años en la ciudad. Son compartidas muchas
afirmaciones en este sentido, tales como la convicción de que la
ciudad es el centro del mundo, el “tuch” (ombligo) del universo; o
frases como “Después de París, Motul”.

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Lo cierto es que los huevos motuleños son uno de los elementos
que conforman el orgullo de nuestra identidad, un rasgo que nos
caracteriza, tal vez por esta razón, nos sentimos ofendidos por un
artículo titulado “El huevo motuleño no es de Motul”, publicado en
el Diario de Yucatán el domingo 21 de enero de 1990 en la segunda
parte de la sección Local, en el que se afirma que los huevos motu-
leños no nacieron en Motul, sino en Telchac Puerto.

Indignados por semejante aseveración, iniciamos un trabajo de


investigación con el propósito de refutar las afirmaciones vertidas en
el citado artículo. Revisamos la información existente sobre el tema
y encontramos que se trataban de notas y reportajes publicados en
los periódicos de circulación estatal durante los setentas, ochentas y
noventas del siglo XX.

Decidimos empezar con la valoración de esos materiales y re-


currimos a los decanos de la Academia Yucatanense de la Lengua:
Gonzalo Navarrete Muñoz, Roldán Peniche Barrera, Jorge Álvarez
Rendón y Martiniano Alcocer Álvarez, quienes nos dieron la opor-
tunidad analizar la información existente en una reunión de trabajo
realizada en el Archivo Histórico de la Ciudad de Mérida.

Con sus aportaciones se lograron establecer las imprecisiones


de la información periodística de referencia y se desecharon por sus
inconsistencias históricas. El 7 de noviembre del 2008 en la edición
130 de La voz de Motul, publicamos un primer artículo sobre el tema
titulado “A 134 años de su natalicio: Felipe Carrillo Puerto y la le-
yenda de los huevos motuleños”.

Meses después, el viernes 20 de febrero del 2009, en la edición


145 de La voz de Motul, publicamos con motivo del 137 aniversario
de la Erección de la ciudad, un ensayo titulado “La historia de los
huevos motuleños y la sopa socialista de Motul”, en el que publica-
mos los avances de las investigaciones realizadas.

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La historia fue bien acogida por los medios de comunicación,
principalmente la radio, que le dio buena cobertura a la leyenda,
el éxito pasó a las redes sociales y generó el actual movimiento
turístico gastronómico que acude a la ciudad que ha convertido al
mercado 20 de noviembre en la catedral de los huevos motuleños y
la gastronomía yucateca.

Con motivo del 142 aniversario de la Erección de la ciudad ce-


lebrado el 22 de febrero del 2014, decidimos elaborar una tercera
edición titulada La Leyenda de los Huevos Motuleños, en la que per-
filamos la versión más completa de ésta historia con los resultados
de las últimas investigaciones realizadas.

Por el momento aseveramos que es una leyenda, porque una


parte de sus afirmaciones descansan en testimonios de memoria
oral, las pruebas documentales no son suficientes para darle valor
académico. Lo que es indiscutible, es que los huevos motuleños son
parte de nuestra identidad. Memoria. Un recuerdo. Nostalgia de Mo-
tul, y por supuesto un rico desayuno que compartimos con orgullo
con todos los visitantes de esta bella ciudad.

La Perla de la Costa

La ciudad de Motul está ubicada estratégicamente al norte de la


península de Yucatán. Esta situación le ha permitido tener a lo largo
de su historia el liderazgo de la región. En tiempos de los mayas fue
capital del Cacicazgo de Ceh Pech. Durante la Colonia fue cabecera
de doctrina y asiento del convento franciscano y de la iglesia en
honor a San Juan Bautista.

Motul es la verdadera cuna del mestizaje yucateco, así se narra


en las Crónicas de “Chac Xulub Chen” escritas por Ah Nakuk Pech
en el siglo XVI y lo confirma el Diccionario Calepino de Motul que
resume la fusión de la cultura maya y la española recopilado por

41
Fray Antonio de Ciudad Real en el convento de la ciudad a principios
del siglo XVII.

En el siglo XIX, pasadas las luchas de Independencia y la Guerra


de Castas, la ciudad desarrolló una economía propia basada en el
cultivo del henequén, fibra que revolucionó la vida económica, polí-
tica, social y cultural de Motul, la región y Yucatán.

A principios del Siglo XX con el auge henequenero la ciudad vivió


momentos de grandeza y llegó a ser conocida en el Golfo de México
y el Caribe como La Perla de la Costa. La historia de la creación de
los huevos motuleños se ubica en esta etapa del esplendor hene-
quenero, llamado también el “Oro Verde”.

Para recrear el ambiente de la ciudad y la vida cotidiana en esos


años citemos pasajes de la obra “La Familia Carrillo Puerto de Motul
con la Revolución Mexicana” escrita por Don Acrelio Carrillo Puerto
“cuando en nuestro estado comenzó a incrementarse la siembra del
henequén, los agricultores de la ciudad de Motul y sus alrededores,
se dedicaron con verdadero tesón y entusiasmo que mucho enal-
tece, al cultivo y explotación de este precioso agave, lo que con el
correr del tiempo hizo que esta región fuera considerada como la
más importante del estado, por sus numerosas y ricas fincas hene-
queneras, resultando de esta actividad que hasta el decenio de 1910
a 1920, los hacendados tuvieran sus hogares bien amueblados con
vistosas salas de recibo, mueblaje austriaco; estantería fina de ma-
nufactura francesa para sus recámaras; sus carros de victoria “Retif”
traídos de París, pianos alemanes, buenos caballos para montar y un
servicio doméstico de muchachas lindas, ya que se tenía cuidado de
ataviarlas para lucirlas. Recordemos a algunos, sin el deseo de me-
nospreciar a los que involuntariamente olvidemos: los Campos Con-
treras, los Campos Palma, Doña Rita Puerto de Novelo, Doña Va-
lentina Puerto de Palma, Doña Tomasa Puerto de Espejo, la familia
Sánchez Ojeda, la familia Palma y Palma, familia Ojeda Cuevas, Don
Herculano Gutiérrez, Don Julián May, Don Canuto F. Paredes, Don

42
Tomás Can y tantos y tantos que se escapan a la memoria, para los
que igual que los nombrados, siempre hay grato y justo recuerdo”.
“La ciudad de Motul tuvo gran importancia comercial, porque aquí
hacían sus compras los comerciantes de los pueblos circunvecinos,
el comercio había cimentado su crédito tanto en nuestro país, como
en el extranjero y existían casas comerciales que giraban grandes
capitales, como las firmas de Don Sabas Alpuche, Don Anastasio
Euán, Don J. Gerónimo Pérez Cervera, Don Juan Gamboa y her-
mano, Don Casiano Sauri, Don Carlos Echeverría, don Crescencio
Novelo y no menos de diez casas especializadas en el comercio de
lienzos y telas finas de árabes que se familiarizaron con el medio
nuestro, como Don Salomón Mena, Don Nicolás Mena, Don Jorge
Mena, Don Elías Simón, Don Jorge Siqueff, Doña Rosa Dergán, Don
Manuel Estéfano, Don Miguel Abraham y la prolífica familia Raful”.

“Nuestro original parque José María Campos, cubierto de viejos y


perfumados naranjos; el hermoso Circo Teatro Motuleño, en el que
se lidiaron las primeras corridas de toros con ganado de primera de
Piedras Negras y Tepeyahualco, anunciadas con carteles importados
de España y toreros españoles y nacionales, todos de renombre
como el “Cheche”, “Agualimpia”, la “Guerrita” y un famoso saltador
de toros francés cuyo nombre no recuerdo, que sólo pudo actuar
una vez, por haber sido llamado al servicio militar de su patria. Tam-
bién nos visitaron compañías de dramas, óperas, operetas, zarzue-
las, y otros artistas de gran prestigio. Contábamos también con el
magnífico Teatro Motul, el Cine Olimpia, el Cine Ideal, más la visita
de grandes circos como el Chiarini y el circo Ricardo Bell.”

A principios del siglo XX, la cocina popular motuleña de origen maya,


había recibido durante más de 350 años la influencia de la coci-
na española, y en las décadas de 1890 a 1920 se introdujeron las
costumbres culinarias de los libaneses que se avecindaron en esta
ciudad, basadas en la utilización de cebollas, ajo, aceite de olivo,
trigo, berenjenas, garbanzos, lentejas, yogurt, carne de carnero y

43
varias especias, así como el gusto de comer los huevos fritos sobre
el pan árabe.

En la cocina popular motuleña y la yucateca, existían como ingre-


dientes cotidianos las tortillas, el frijol, los huevos y los tomates que
provenían de las milpas y de los patios de las casas que eran huertos
familiares. Estos ingredientes básicos conforman la base de la dieta
popular de la comunidad.

Los huevos motuleños surgen en la vida cotidiana de la necesidad


de improvisar una comida con los ingredientes disponibles, así se
explica el surgimiento de este platillo y la existencia de varias rece-
tas similares en la ciudad, este platillo es un patrimonio compartido
por la comunidad Motuleña.

El Siqueff de Motul

En el año de 1896 arribó a la ciudad procedente del Líbano Don Jor-


ge Elías Siqueff Simón, un comerciante de telas que se estableció en
una casa ubicada sobre la calle 27 por 28 y 26. Años más tarde en la
mera esquina de la 27 con 28 abrió una Mercería. Cabe señalar que
Don Jorge Elías fue uno de los pioneros inmigrantes libaneses que
ayudaron y promovieron el arribo de varias familias de sus paisanos
a esta ciudad que llegó a tener una comunidad libanesa grande.
Se casó con doña Mercedes Febles Revueltas, de ese matrimonio
nacieron María Demetria, Amina Elvira y Jorge Farid Siqueff Febles.
Don Jorge Farid Siqueff Febles mostró desde temprana edad un
gusto por la cocina y la panadería. Desde joven se dedicó a profesar
su vocación y a un lado de la misma casa paterna, a unos pasos del
parque José María Campos abrió un café restaurante que con los
años llegó a ser conocido como “Siqueff” que tenía adjunta una pa-
nadería llamada “La Sin Rival”, contó siempre con el apoyo invalua-
ble de su esposa Doña Dea Margarita Alonzo Villanueva y su cuñada
Rosita, quienes tenían un gusto por la cocina y un excelente sazón.
La calidad de sus productos pronto cobró fama y prestigio. Sus file-

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tes de venado a la mantequilla, los huevos motuleños, sus panes:
cepillo, escotafi, biscotelas, pan kéke, las galletitas de manteca, los
cocotazos y el pan francés de huevo, convirtieron a este restaurante
y panadería en punto de obligada visita para los turistas que llega-
ban a Motul y por supuesto, fue lugar de encuentro de hacendados,
comerciantes, políticos y de los gobernadores cuando visitaban la
ciudad.

El creador

Afirma el maestro Ariel Avilés Marín, que Don Juan N. Cuevas, des-
tacado profesor oriundo de esta ciudad, quien fue contemporáneo
de Felipe Carrillo Puerto, le relató que en la visita que realizó a fines
de 1921 por el estado de Yucatán José Vasconcelos, Secretario de
Educación Pública en el gobierno del Gral. Álvaro Obregón, con el
propósito de conocer las transformaciones políticas y pedagógicas
que implementaba el gobierno socialista de Carrillo Puerto, prin-
cipalmente en el terreno educativo con la promoción de la escuela
racionalista y el impulso a la educación bilingüe maya-español; fue
invitado de manera especial por el gobernador a un desayuno en el
cenote Sambulá de esta ciudad.

Los testimonios populares que cuentan nuestros abuelos y trans-


miten a las nuevas generaciones, narran del afecto personal que
“Felipe”, como le llamaban sus partidarios socialistas de la Ligas de
Resistencia, tenía por los desayunos de trabajo que realizaba en la
mesa de granito del cenote, y de su gusto por los huevos con frijoles
refritos acompañados de chiltomate y tortillas, desayuno popular en
las casas de la ciudad.

Felipe Carrillo influenciado por la hermandad de los masones, gusta-


ba usar el lenguaje simbólico para destacar hechos trascendentes de
su vida política. El uso del triangulo, los pañuelos rojos y los huevos
motuleños son prueba de ello. Para esa ocasión notable, debido a
que Vasconcelos venía acompañado en toda su gira por Yucatán por

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Diego Rivera, Roberto Montenegro, Adolfo Best Maugard, Jaime To-
rres Bodet, Carlos Pellicer y Pedro Enríquez Ureña; le encargó a Don
Jorge Siqueff Febles, uno de los mejores cocineros en toda historia
de la ciudad, la elaboración de un platillo especial para agasajar a
tan distinguidos invitados.

Don Jorge Siqueff, conocedor de los gustos personales de Felipe


Carrillo Puerto, decidió para esa ocasión tan memorable, mejorar
la elaboración del desayuno preferido del gobernador motuleño. En
vez de hacer el chiltomate, que es una salsa de tomate machacado;
la afinó, friendo primero la cebolla en aceite oliva, a la que le agregó
el tomate picado y el jamón español ahumado, también picado en
cuadros; al final del cocimiento le añadió los chícharos. Para realzar
el platillo lo sirvió con abundante frijol refrito y doble tostada, ade-
rezados con la salsa especial que había preparado para esa ocasión.
El desayuno se realizó el sábado 3 de noviembre. Les gustó tanto
a los distinguidos comensales, que el gobernador fue felicitado am-
pliamente por el exquisito manjar, y por supuesto varios invitados le
preguntaron cómo se llamaba el platillo que habían comido, y Ca-
rrillo Puerto orgulloso les contestaba son “huevos motuleños”, y que
a partir de ese momento se les empezó a conocer así.

Para acompañar los huevos motuleños Don Jorge Siqueff preparó


también “La sopa socialista”, que fue una sopa de verduras o juliana
a la que se le agregó abundante remolacha para matizarla de rojo.
Felipe quedó tan complacido con el desayuno que los hizo su co-
mida preferida, hasta que fue cobardemente fusilado por militares
alzados de las fuerzas armadas, siendo Gobernador Constitucional
del Estado de Yucatán en funciones.

De Don Juan N. Cuevas, relator de esta historia, debemos de men-


cionar que fue profesor fundador desde el año de 1913 de la Escuela
Modelo de la ciudad de Mérida, y que en el período de 1962-1970
fue su director. El Prof. Cuevas fue impulsor del deporte en todo el

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estado, se le considera el pionero del fútbol en Yucatán y por su
labor en el ámbito deportivo se le llamó “El Forjador de Atletas”.

El promotor

Otro de los méritos indiscutibles de Don Jorge Siqueff, fue ser un


promotor incansable de este platillo y hacerlo la estrella culinaria de
sus restaurantes. Primero desde el restaurante “Siqueff” de Motul,
que junto con la panadería “La Sin Rival”, eran un santuario gastro-
nómico al que venía para rendir culto al paladar miles de comensales
de todo el estado y turistas que visitaban la entidad.

La calidad de la cocina, panadería y repostería, lo convirtieron en


un ícono de la prosperidad de Motul en la época del auge hene-
quenero. Sus famosos filetes de venado en mantequilla, el kibi, las
hamburguesas, las papas a la francesa, en fin, todo eran delicias y
manjares para el paladar. En el seno de esta cocina crecieron los
huevos motuleños, bajo la supervisión y el cuidado de su más celoso
promotor, Don Jorge Siqueff Febles, quien afirmaba que “La salsa
es el espíritu de los huevos motuleños” y dedicó parte de su vida a
promocionarla y cuidarla.

El turismo gastronómico

Durante muchos años el restaurante “Siqueff” fue un atractivo turís-


tico de Motul. Existen testimonios que cuentan visitas inolvidables,
como las que hacía el popular Pedro Infante, quien llegaba en su
motocicleta Harley Davidson, con la que viajaba hasta el paradisiaco
puerto de Telchac. Entre otros personajes que vinieron figuran: Gas-
par Henaine “Capulina”, Roberto Cañedo, el cómico “Chicote”, los
comediantes regionales “Ponso” y “Chela” etc.

Alrededor de los años cincuentas del siglo XX, en los tiempos del
popular alcalde motuleño Don Mario H. Cuevas, se gustaba halagar
a los políticos regalándoles el panqué llamado “Cepillo”, elaborado

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en “La Sin Rival”, en especial al gobernador José González Beytia.
Su nombre viene por que se usaba el pan como regalo para compla-
cer y halagar o “cepillar” como decían aquí a la lisonja política, esta
costumbre trascendió a la comunidad y la gente regalaba a sus fami-
liares el pan cepillo. Era un panqué tan exquisito que incluso había
gente que venía de Mérida y otros lugares sólo a comprar este pan.

En esos años vivían en esta ciudad Don Alberto Bojórquez Pérez


y Doña Delfina “Fina” Patrón Mendoza, su domicilio se ubicaba so-
bre la calle 26 entre 27 y 25 a media cuadra del centro, ahí tenían
una tienda de perfumes y cosméticos, eran los únicos especializados
en ese ramo. Hicieron amistad con la familia de Don Jorge Siqueff
Febles. Ellos tenían la idea de hacer viajes de excursión, cuando el
matrimonio Bojórquez-Patrón inició las promociones de sus primeras
salidas de viajes a principios de los sesentas, contaron con el apoyo
de las amplias relaciones que Don Jorge había cultivado a través de
su restaurante y de su generosa personalidad.

Años más tarde, cuando Don Alberto Bojórquez y Doña “Fina”


Patrón, en la época del gobierno de Luís Echeverría Álvarez y Doña
Esther Zuno lograron el éxito en el ámbito turístico, con sus excur-
siones de Yucatán a varias partes de la república y luego con sus
hoteles Bojórquez de Cancún y Mérida; correspondieron generosos
el apoyo recibido por Don Jorge y lo apuntalaron para impulsar la
promoción de los huevos motuleños en la naciente industria hote-
lera peninsular. Duro luchó Don Jorge Siqueff para convencer a los
funcionarios de turismo federal de aceptar la inclusión en los menús
de los hoteles de los huevos motuleños. El lugar que hoy tienen
los huevos motuleños en la gastronomía turística es producto del
esfuerzo y la tenacidad de su creador y promotor, y el apoyo indis-
cutible y el amor que le tuvieron a Motul Don Alberto Bojórquez y
Doña “Fina” Patrón.

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Don Jorge Siqueff

Don Jorge Siqueff Febles tuvo el arte de la buena cocina y alcan-


zó la maestría que le permitió formar discípulos. Bajo su dirección
se hicieron excelentes cocineros que lograron fama en esta ciudad y
en otros lugares. Por mencionar a algunos de ellos nos referiremos
a Eugenio “Ux” Lugo, quien fue uno de sus discípulos más prestigia-
dos, que trabajó hasta los últimos años de su vida en el restaurante
“Siqueff” de Motul. Existen testimonios que afirman que Olegario
Kantún, quien cobró fama como cocinero en la ciudad de Mérida en
los años cincuentas y sesentas sirviendo banquetes a empresarios
y políticos; inició primero como cocinero de Don Nazario Campos
dueño de la hacienda Timul de esta ciudad. Se dice que Don Naza-
rio como cliente del restaurante “Siqueff” y por su amistad con Don
Jorge le encargó a su novel cocinero para que aprendiera las artes
del oficio.

Carlos “Japonés” Alonzo fue otro cocinero hecho bajo el cuidado


de Don Jorge, por cierto fue su cuñado. Al cierre del restaurante
“Siqueff” de Motul, “Japonés” se independizó y se convirtió en un
prestigiado cocinero, sirviendo banquetes en la ciudad, la región y
en Mérida.

Don Amelio Silveira hizo historia con los huevos motuleños en el


restaurante “Mirador” de Campeche, desde ahí, a través de Gaspar
Gómez que trabajaba como mesero del restaurante del hotel Baluar-
tes, enseñó la famosa receta a los cocineros campechanos. En los
años setentas y ochentas se volvieron famosos los desayunos en ese
restaurante, cuando uno entraba se distinguía que en las mesas do-
minaban los platillos de los exquisitos huevos motuleños; políticos
y turistas se daban cita todas las mañanas en ese lugar; Don Amelio
también se formó bajo la tutela de Don Jorge en el restaurante Si-
queff de Motul.

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Don Jorge Siqueff fue un creador y un promotor nato de la gas-
tronomía y la panadería. Desde su restaurante en Motul concibió a la
hoy famosa panadería “Montejo” de la ciudad de Mérida. Don Jorge
inició el proyecto derribando las casas que había en el sitio que ocu-
pa actualmente la panadería frente al monumento a la Patria en la
ciudad de Mérida. En ese entonces muchos se preguntaban qué se
iba a terminar primero, si la panadería o el monumento a la Patria
que esculpía el maestro colombiano Rómulo Rozo. Lo cierto es que
en sus inicios la panadería Montejo recibió a los maestros panaderos
motuleños que enseñaron las recetas de la panadería “La Sin Rival”
y capacitaron a la gente de Mérida.

La Receta Original

Cuenta Don Jorge Siqueff Alonzo, hijo de don Jorge Siqueff Fe-
bles, que su padre cuidaba mucho la elaboración de la salsa de los
huevos “Cuando íbamos a Mérida, con esmero mi padre selecciona-
ba los mejores jamones con Henry Boyancé, para preparar la salsa”.
Siqueff Alonzo afirma que su padre decía “la salsa es el espíritu de
los huevos motuleños”.

Afirma Siqueff Alonzo que “un error común en la elaboración de


los huevos motuleños es hacer la salsa licuada. Además, la receta
original no lleva plátanos fritos. En los años cincuentas en Mérida, en
el café Express, en el “Ferráez” de Lalo Alcocer y en el Peón Contre-
ras, se preparaban los huevos motuleños de manera diferente. A la
salsa de tomate le picaban jamón cocido, le ponían chícharos, queso
y pimiento morrón, pero esta es otra receta y el sabor es diferente.
En esos años los camioneros se juntaban en el café de Lalo Alcocer
en la ciudad de Mérida y a su padre le gustaba frecuentarlos.

El Siqueff de Mérida

Con la seguridad de la fama ganada en años de trabajo, Don


Jorge Siqueff Febles decidió establecer en el año de 1959 un res-

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taurante en la ciudad de Mérida, al que bautizó con su prestigiado
apellido “Siqueff”. En poco tiempo, platos como los huevos motu-
leños, el filete a Caballo ó el pollo frito a la francesa, junto con sus
platillos libaneses, se convirtieron en auténticos íconos de la oferta
gastronómica de Mérida de esos años.

Actualmente los huevos motuleños se preparan con dos huevos


fritos montados sobre una tostada frita recubierta de frijoles refritos,
bañados con abundante salsa de huevo motuleño, acompañados
de plátanos fritos. Afirma Don Jorge Siqueff Alonzo que los huevos
motuleños deben de comerse con la tostada crujiente. Y que los
plátanos es un gusto que la gente pide para acompañar este platillo.
El restaurante “Siqueff”, se ubica en Mérida en la calle 60 número
350 x 35 y 37 y sus teléfonos son 9 25 50 27 y 9 25 42 63.

Ofrecemos este modesto trabajo de recopilación como un reco-


nocimiento y un homenaje a la generosa trayectoria de Don Jorge
Siqueff Febles, quien logró con la promoción de los huevos motule-
ños, fortalecer el orgullo y la identidad de la comunidad motuleña.

Actualmente el restaurante “Siqueff” es atendido en su tercera


generación por su nieta María José Siqueff Villanueva y su padre
Don Jorge Siqueff Alonzo. También debemos de tener presente que
le corresponde al restaurante “Siqueff” ser uno de los pioneros en
la península de Yucatán de la promoción de la comida libanesa a
lo largo de todo el siglo XX, pero referir este hecho ameritaría un
trabajo especial.

La receta de la maestra Evelia Arce y Escamilla

Actualmente en la ciudad de Motul la receta de la maestra Evelia


Arce y Escamilla es la que goza de mayor reconocimiento y pres-
tigio. En el mero corazón de Motul, en el interior del mercado 20
de Noviembre, que se ha convertido en la “catedral de los huevos

51
motuleños”, se ubica su cafetería denominada “Evelia” especializada
en la cocina de los huevos motuleños.

Regularmente ofrecen servicio todos los días a partir de las 7 de


la mañana, sus teléfonos son 9919 59 00 61. El sazón de los huevos
motuleños que prepara se merecen el respeto de sus comensales.
La maestra Evelia nos contó que en su casa se comían los huevos
motuleños desde hace muchos años. Cuando ella estudió la secun-
daria en la escuela Eulogio Palma y Palma, la maestra del taller de
repostería y cocina era Doña Francisca “Chita” Ramírez Vera, quien
enseñaba en sus clases el modo de preparar los huevos motuleños.

La maestra Evelia recordó que la receta original no lleva plátanos


fritos, sin embargo, reconoce que existen en muchos hoteles cartas
que ofrecen huevos motuleños acompañados de plátanos fritos y
que a mucha gente los pide. En este sentido manifestó que el gusto
es variado. Algunos se deleitan al espolvoréales queso de bola o el
sopero, media crema o con queso fundido. En muchos restaurantes
se sirven con la salsa de tomate frito y chícharos de lata al plato y
jamón cocido.

La receta de la maestra Evelia, a diferencia de la receta origi-


nal, va acompañada con un chile habanero que se agrega al final
del cocimiento de la salsa y cuando se sirve se le pone encima para
decorarlo. Debemos de tener en cuenta que el chile habanero de
Yucatán es de un sabor especial y recientemente recibió la denomi-
nación de origen, por lo que la receta de la maestra Evelia hace una
aportación a la receta original de Siqueff.

Su éxito es la salsa que prepara. Nos explicó que primero se


pica el tomate, la cebolla y el jamón y se ponen a cocer, cuando el
tomate llega a medio cocer, se le añade aceite y sal a gusto. Al final
del cocimiento, se le agregan los chícharos y el chile habanero, se
termina de hervir y se le apaga.

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Después se fríen los huevos con la yema tierna, o bien al gusto
(estrellados). Se le unta a la tostada fríjol refrito al gusto y se le
ponen los huevos encima. A otra tostada se le pone siempre fríjol
al gusto y se tapan los huevos. Encima se bañan con la salsa de
manera abundante cubriendo toda la tostada. Y se decora con un
chile habanero. Los ingredientes de la receta son: tómate, cebolla
blanca, chicharos, jamón ahumado, frijol refrito, tostadas y chiles
habaneros.

El éxito no tiene muchos secretos. Lo único que distingue a la


maestra Evelia, es que cuida con celo la calidad de sus ingredientes.
Siempre busca lo mejor; ni siquiera la salsa sacrifica preparándola
con tomates de segunda, incluso para ello exige la mejor calidad, el
mejor tomate. No sólo son los ingredientes, mucho importa la ela-
boraciónón del platillo, cuidar todos los detalles.

La constancia es la base del ééxito. Todos los días, ¡Sí!, todos


los días de la semana, sábados, domingos y días festivos está ofre-
ciendo su servicio. En las tardes prepara con esmero los ingredientes
para sus platillos. Su oferta incluye el pan de nata que elabora la
panadería “El Negrito” y el francés cocido con leña.

Todos los días su comida tiene la misma calidad, no cambia el


sabor. Mantiene un nivel alto. El trato es amable y cordial, no abusa
de sus clientes ni los engaña, ni les cobra de más. Sus clientes re-
ciben un trato amable y esmerado, cordial. Sus precios con relación
a la calidad y al servicio son buenos, éste es uno de sus atractivos.

La receta del restaurante María José

En la ciudad el restaurante María José que tiene tradición, calidad y


prestigio ofrece los huevos motuleños en su menú. Acerca de su re-
ceta conversamos con Blanca Bacelis Aguilar, Ingeniera en Bioquími-
ca en Conservación de Alimentos egresada del Instituto Tecnológico

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de Mérida quien es la jefa de cocina de ese prestigiado restaurante,
nos comentó que la receta que ofrecen fue de su abuela Manuela
Campos, la cual adaptaron a las exigencias de los comensales, que
son en su mayoría turistas. Nos indicó que este hecho los ha obliga-
do a cuidar mucho la presentación.

Nos explicó “Es importante poner cuidado en la elección de los


tomates, no deben de estar muy rojos, porque cuando se elabora
la salsa se les puede desprender la cáscara del meollo de tomate
y queda como salsa licuada y les quita presentación. A medio coci-
miento de los tomates se les pone las cebollas y el jamón ahuma-
do. Los chícharos se les pone al servirlos para que tengan color y
presentación, después de les espolvorea queso para darle un mejor
sabor. Nuestra receta va acompañada de plátanos fritos, arroz y una
guarnición de verduras compuesta de zanahoria, lechuga, pepino, y
tomate”. Este restaurante ofrece servicios todos los días su teléfono
es el 01 (991) 915 08 28 y ofrecen servicio todos los días de 8 de la
mañana a 5 y media de la tarde.

La Sopa Socialista

Por razones de memoria colectiva, cuando se investiga acerca de


los huevos motuleños surge la breve historia de la sopa socialista.
Este guiso no corrió la misma suerte que los huevos motuleños, tal
vez por su abierta connotación política. Sin embargo Don Jorge Si-
queff siguió promocionándolo en ocasiones especiales, así lo hizo el
24 de noviembre de 1948, cuando ofreció una cena en su domicilio
particular para la conformación del Club Rotario de Motul, esa noche
sirvió los huevos motuleños acompañados de la sopa socialista evo-
cando aquella fecha histórica. Entre los Rotarios fundadores estaban
entre otros el Dr. Sebastián Díaz y Díaz, quien fue amigo personal
de Felipe Carrillo Puerto y uno de sus admiradores. Gustó tanto ese
hecho, que Dona Bertha Ofelia Avilés Aguilar de Ramírez “Monina”,
quien fuera esposa del Lic. Manuel Ramírez Vera, decano educador
y uno de los fundadores del Club Rotario de Motul, la adoptó como

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propia para las cenas que le tocaba ofrecer en su casa, por este
hecho se conserva aún la memoria de este guiso en la comunidad.

La gastronomía motuleña

Hoy es tiempo de conocer y reconocer la amplia variedad de la gas-


tronomía motuleña que tiene su raíz en la comida maya, que fue
enriquecida por la influencia de la gastronomía española por más de
5 siglos y refinada por las prácticas culinarias de los libaneses que se
radicaron en Motul desde hace más de un siglo.

Esta ciudad es cuna indiscutible de grandes y prestigiados cocineros


que han hecho fama en muchos lugares de México y del mundo. Los
huevos motuleños, el fríjol con puerco, la cochinita pibil, el mon-
dongo, el puchero, el chocolomo, el relleno negro, relleno blanco
etc. Y la amplia variedad de los guisos de la costa, tienen un sazón
especial en las manos de los cocineros motuleños.

El mercado 20 de noviembre es un espacio de expresión de la mejor


calidad de la cocina de Motul; es un universo de sabores, olores que
debemos de conocer para disfrutar: la cochinita pibil, los tacos de
chicharra, de queso relleno, los polcanes, panuchos, tostadas, sal-
butes y empanadas, en fin, verdaderos manjares ofrece el mercado
20 de noviembre para ser disfrutados por los refinados paladares de
los ávidos glotones de aquí, allá y acullá.

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LA LEYENDA
DE LOS PANUCHOS

Ermita de Santa Isabel en Mérida.

Valerio Buenfil

56
E
l panucho es uno de los antojitos de la gastronomía tradicional de Yucatán. Tienen
su origen en Mérida, la capital del Estado, frente a la Ermita de Santa Isabel, cerca
del aguerrido barrio de San Sebastián. La memoria oral narra que en el siglo (XVIII)
allá por mil setecientos sobre el “Camino Real” que transitaba el carruaje rumbo a
la ciudad de Campeche, tenía una hostelería para viajeros Don “Ucho”, un parroquiano que
atendía a los paseantes que cruzaban el rumbo.

Se dice que en una ocasión unos viajeros llegaron de madrugada de Campeche, se


detuvieron tocaron la aldaba del conocido lugar y suplicaron les vendieran algo para comer.
Don “Ucho”, dueño del negocio quien vivía y dormía ahí, semidormido abrió el postigo y les
advirtió que no tenía nada. Sólo quedaba un resto de masa, frijol duro y tomates.

Ellos le suplicaron ¡Dzaten pan “Ucho”! pedían que los atendiera, que comerían lo que
fuera, cualquier cosa que les dieran. Ante los hambrientos comensales que insistían ¡Dza-
ten pan Ucho!, don “Ucho” levantó a una mestiza para que elaborara unas tortillas a las
que coció hasta que inflaron y les salió el hollejo.

Después las rellenó con el frijol duro que le quedaba y las frió a fuego lento. Sobre el
carbón asó unos tomates y después los hizo cut (machacó) para hacer una salsa que le
sirvió para aderezar el improvisado antojito.

Los viajeros agradecidos le dijeron “Que sabroso está tu pan “Ucho”. Pronto empezó a
ser solicitado y empezaron a pedir el pan de don “Ucho”. El antojito gustó y cobró fama.
El panucho por sus ingredientes tiene su raíz en la gastronomía maya. El maíz, el frijol
y los tomates son productos básicos que provienen de la tradicional milpa yucateca.

Originalmente el panucho es un antojito simple, sencillo, pequeño. Es una tortilla de


maíz de aproximadamente de 8 centímetros diámetro, rellena de frijol duro, frita a fuego
lento.
Años más tarde, a fines del siglo XIX con la influencia de la cocina libanesa que recibió
la gastronomía yucateca se le agregó como aderezo la cebolla curtida en naranja agria.
Según la memoria oral así nació este platillo. Con el tiempo la expresión se contrajo y le
empezaron a decir panucho.

Es una historia que se transmite oralmente y tiene distintas versiones afirmó Don Luís
Herrera Herrera fundador de “La Susana Internacional”, de Kanasín, catedral de los panu-
chos yucatecos.
El viernes 5 de febrero tuvimos el privilegio de conocer a Don Luís Herrera Herrera, un
carismático personaje originario de la bella ciudad de Kanasín. Don Luís es un hombre de
85 años. Un humanista. Un hombre sabio. En la charla nos acompañó su esposa la señora
Rita Rejón Rosales y su nieta Clara Susana Correa Herrera, Gerente actual de la Susana
Internacional.

Don Luís es uno de los promotores más importantes de los panuchos y la gastronomía
yucateca de los últimos años en Yucatán. Su cocina es variada, además de su platillo es-
trella el panucho, ofrece salbutes, caldos, sopas, sopa de lima, papadzules, tortas, relleno
negro, cochinita, horchata, jugos y postres. Una amplia variedad de guisos yucatecos ela-
borados con la más alta calidad.

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Recordó sus inicios en el año de 1961, cuando el mercado municipal de Kanasín se
ubicaba al costado norte de la iglesia sobre la calle 19 entre 18 y 20. Se vendía carnes y
verduras. Ese sitio se inundaba en tiempos de lluvia y el puesto se llamaba “Laguna de
Pesares”, una refresquería que vendía granizados, machacados, sorbetes y galletas.

Cuando el mercado cambió su ubicación, don Luís Herrera decidió cambiarse a su sitio
actual, un predio de su tía que tenía una casita de paja ubicado sobre la calle 21 número
89 entre 16 y 18. También cambió el nombre de su negocio, le puso “La pequeña Susana”
por ser el nombre de su hija primogénita.

Además de sorbetes empezó a vender panuchos sencillos de tortilla y frijol aderezados


con cut de tomate y cebolla, la receta original, la cual fue mejorando poco a poco con
nuevos ingredientes que le dieron una calidad especial y un prestigio que logró fama na-
cional e internacional.

Contó con el apoyo invaluable de su esposa doña Rita Rejón una cocinera excepcional
que apoyó sus innovaciones culinarias y el cuidado de la calidad de los productos con los
que se preparaban los alimentos, los postres y las bebidas.

Don Luís afirma que su vida es como la de un partido de futbol. Esta dividida en dos
tiempos. Primero una etapa que vivió en el monte y se dedicó a la actividad henequenera,
industria dominante en esos años, donde aprendió varios oficios del trabajo henequenero:
tender sosquil, ayudante de bagacero, tirar bagazo y trabajar con el sosoc.

Fueron años difíciles para su vida, recuerda Don Luís “Tomaba mucho, estaba alejado
de mi familia, sentía que mi vida no tenía rumbo y me estaba destruyendo. Hasta que tuve
un llamado. En una ocasión estaba alcoholizado, parado en medio del marco de la puerta
de entrada de mi casa, agarrado para no caerme. Cuando sentí una presencia, volteé y vi
como una bola se movía e iba a pegarme.

Algo pasó. Extendí mis manos y exclamé a Dios `Será que así voy terminar mi vida. Soy
lo peor´. Al poco tiempo me llegó el llamado de los Alcohólicos Anónimos (AA) y cambió
mi vida. Tomó otro sentido, aprendí el valor de la amistad y de ayudar al prójimo. Creo que
lo más valioso que tengo son mi familia y mis amigos. Es una bendición que le agradezco
mucho a Dios”.

Así empezó el segundo tiempo de su vida. Explicó que el secreto del éxito es tener
hambre de trabajo, ganas de tener algo. Hacer las cosas con gusto, con amor y hacer las
cosas bien, de la mejor calidad, con los mejores ingredientes. Es importante cuidar la ca-
lidad de todos los ingredientes con los que se cocina, tanto las carnes como los recados.

El frijol hay que limpiarlo, sancocharlo, ponerle su punto de sal y epazote. Machacarlo o
licuarlo, se cuela y se vuelve a cocinar con manteca de cerdo cebolla picada y frita. Se le
debe de espesar para que tenga consistencia y le de cuerpo al panucho.

Don Luís cree que parte de su éxito fue por la gente de Mérida que llegaba a Kanasín a
comprar carne de res, de cerdo y verduras, ellos fueron sus primero clientes que aceptaron

58
El promotor más importante del panucho yucateco Don Luis Herrera Herrera
acompañado de su esposa la excepcional cocinera Doña Rita Rejón Rosales.

sus innovaciones culinarias. Una de las


características de su negocio es la higiene
y la limpieza, la pulcritud del lugar y sus
colaboradores.

El despegue de su negocio y de su
fama se dio en los años ochentas del siglo
XX (1980), en ese tiempo le cambio nue-
vamente el nombre a su negocio, gracias
a la sugerencia de un amigo que había
estado en Mazatlán, Sinaloa y que ahí oyó
la fama que ya tenía su cocina, le dijo:
`ponle mejor La Susana Internacional´, me
gustó la idea y así lo hice, cambié nueva-
mente el nombre y así se quedó hasta la
actualidad”.

Explicó que el panucho tiene su sazón.


Se cuece a fuego lento. A diferencia del
salbut que para su adecuado cocimiento
debe de estar hirviendo el aceite para
que se sumerja en la fritura. La receta
que ellos elaboran lleva lechuga, tomate
manzano grande, cebolla, carne, pepino Olga Breeskin con Susana Correa Herrera,
y aguacate. Gerente de
“La Susana Internacional”.

59
Al frente de negro Susana Correa Herrera, Gerente de
“La Susana Internacional” acompañada del equipo de trabajo de la empresa.

60
61
El promotor más importante del panucho yucateco Don Luis Herrera Herrera
acompañado de su esposa la excepcional cocinera Doña Rita Rejón Rosales.

Al principio la carne era de gallina asada y ahora es de pavo. Originalmente el panucho


se come con horchata, ahora muchos prefieren refrescos embotellados. También vendía
empanadas.

La mejor promoción que tiene es por la calidad de su atención, entre sus comensales
famosos que han visitado su restaurante se puede mencionar a figuras como Armando
Manzanero, Valentín Trujillo, José José, Pedrito Fernández, Yuri, Johnny Laboriel, Chabelo,
Olga Breeskin, Kalimba y la “Tetanic”.

Su trabajo le ha dado fama a la cocina yucateca. Sin lugar a dudas es el promotor más
importante de los panuchos, su restaurante es la catedral de los panuchos en Yucatán y su
receta es una de las más reconocidas internacionalmente.

Es tal la calidad que en su restaurante en un cartel visible se lee la siguiente frase


“Atención amigos que nos visitan, absténganse de pedir demasiado, porque aquí se sirve
bien. Gracias”.

Pese a su noble aportación a la cultura y a la identidad del ser kanasinense y yucate-


co, no ha tenido ningún reconocimiento oficial por ninguna institución pública o privada y
por ninguna autoridad. Actualmente tiene 85 años. El 21 de junio de este año cumple el
negocio 55 años.

El mayor reconocimiento lo recibe de sus amigos, entre los que mencionó a: Roberto
Macswiney Salgado, Tony Espinosa, los Tachos de Valladolid, Juventino Pérez de Ticul y
muchos más.

Don Luís cree que el panucho fue el destino que Dios le deparó, porque le gustaba la
heladería y la electricidad. Con su esposa procreó cuatro hijos: Clara Susana, Severiana de
los Ángeles, Diana Herlinda y Luis Enrico Herrera Rejón.

Comentó también el origen de los papadzules “este platillo surgió con la llegada de los
españoles, fue elaborado para agasajarlos. Se elabora con huevo, tortilla y pepita (semilla)
de calabaza. Se decía que era comida `para dzules´, expresión que con el tiempo se con-
trajo para quedar como papadzules.

62
Don Luís de pequeño quedó huérfano de padre quien se llamó Bonifacio Herrera He-
rrera originario de Kanasín y su mamá Severiana Herrera Tamayo oriunda de Mocochá,
Yucatán.

Comentó que Kanasín tuvo influencia española, recordó a Don Manuel Álvarez, Jefe de
la Estación de Ferrocarril y dueño de la planta eléctrica y también tenía molinos de nixta-
mal. La corrida del ferrocarril a la ciudad de Mérida se hacía en 10 minutos.

Sin lugar a dudas Don Luís es un sabio “nunca estudié. Aprendí de mis amigos que
supieron aconsejarme, ellos suplieron lo que mi papá no me dio”. Cuestionado sobre la
política afirmó que “a la ciudad de Kanasín le ha faltado un buen alcalde. Ni PAN ni PRI,
nada nos ha servido pero mejorar a la comunidad, seguimos igual o peor”.

Don Luís a sus 85 años luce como un hombre de 30 “mi vida es el trabajo”, afirmó. Un
amigo le decía una frase que le gustaba “De apellido Herrera en Kanasín hay muchos, pero
Luís Herrera sólo hay uno”.

“La Susana Internacional” catedral de los panuchos yucatecos trabaja todos los días del
año de 5 y media de la tarde a 12 de la noche, la dirección es calle 21 número 89 entre 16
y 18 en el centro de Kanasín el teléfono es 988-01-00, con la atención personal de Susana
Correa Herrera y como anfitrión especial Don Luis Herrera Herrera.

Al frente los fundadores Doña Rita Rejón Rosales y Don Luis Herrera Herrera, al fondo
“La Pequeña Susana” catedrál inicial de los panuchos yucatecos.

63
La Leyenda de
“Juan Tuul”

Manuel Can May

64
E
s éste un personaje legendario posterior a la conquista, que
tuvo su origen en el más antiguo Huay Tuul, divinidad cam-
pestre semejante al Balaam.

De acuerdo a la leyenda era un caporal que estaba obsesionado por


aprender y dominar las artes del manejo de los animales (caballos
y ganado) para ser el mejor en su trabajo; se dice que para conse-
guirlo efectuó un trato con el demonio, para poder obtener poder y
dominio sobre los ganados, lo invocó varias noches hasta que se le
apareció, para concedérselo él tenía que pagar con la vida de un ser
querido, aceptó el pacto y le fue concedido su deseo.

Pasado el tiempo se arrepiente y se niega a cumplir el pacto con el


maligno, por lo que éste para cobrarse toma su vida y lo hace su
sirviente, es por ello que para conceder algún deseo él también pide
en pago la vida de un ser querido

Se dice que se manifiesta como un jinete vestido de charro negro


que aparece para ofrecer algún deseo, sobre todo poseer dominio
sobre el ganado, en algunas ocasiones cuando alguien desea con-
vertirse en un gran torero, lo invoca de noche hasta que se mani-
fieste en forma de toro, se cree que para conseguirlo es necesario
dominar su miedo y enfrentarlo capote en mano, darle tres pases
y si lo logra, podrá dominar a cualquier toro sin que le pase nada,
pero vencido el pacto un toro también lo matará para tomar su vida.

Juan Tuul se apareció en San Eduardo

San Eduardo es una comisaría del Municipio de Dzemul ubicado a un


costado de la carretera Telchac Pueblo-Telchac Puerto.

Nos relatan quienes vivieron la aparición, que en las fiestas del año
pasado (2014), fueron contratados para tocar un sábado por la no-
che ya que trabajan para un equipo de Luz y Sonido de Motul.

65
Relatan que la tarde del sábado llegaron como es costumbre y ar-
maron su equipo, durante la noche tocaron de manera normal ter-
minando alrededor de las tres de la madrugada.

Como a la mañana siguiente, también serviría el sonido tomaron la


decisión de quedarse a dormir para no desarmar, viajar y regresar
a escasas horas por lo que se dispusieron a descansar debajo del
templete el cual rodearon con una lona.

Eran entre las cuatro y cuatro y media cuando comenzó a soplar un


fuerte viento, por lo que decidieron salir a asegurar las lonas que se
habían soltado, al salir vieron como a unos 20 metros de ellos se
encontraba una figura blanca como de humo con forma de un cha-
rro con un sombrero grande que miraba hacia ellos.

Les dio temor por lo que volvieron a entrar a su refugio, desde don-
de escucharon cómo una estampida de ganados pasaba corriendo a
un lado del lugar donde se encontraban, pero era una gran cantidad
de ganados.

Pasado esto, el aire cesó por lo que decidieron salir a investigar so-
bre lo que habían escuchado. Para comenzar ya no se encontraba la
figura que habían visto, al comenzar a buscar los ganados que escu-
charon tampoco pudieron localizar alguno, no sus huellas, por lo que
les dio miedo y volvieron a meterse a descansar en tanto amanecía.

El relato me lo hicieron apenas una semana después de haberla


vivido por lo que todavía no sabían de qué se trataba y todavía se
reflejaba el temor en el momento de relatarlo.

66
En chan sabacnah fue visto Juan Tuul

Nos relata una persona que creció en el que en antaño le llamaban


“El Sitio”, en lo que es chan sabacnah, que era un rancho ganadero,
era una niña que tenía apenas 12 años de edad cuando una noche
en que había mucho calor por lo que nuestra interlocutora nos dice
“salía a acostarme en una hamaca que se encontraba en una pa-
lapita cerca de la casa, cuando de pronto vi como un toro blanco
muy bonito se acercaba, me miraba pero no se mostraba agresivo,
yo sabía que a esa hora todos los ganados estaban encerrados en
el corral, no me daba miedo pues el animal se veía manso. En ese
momento con un grito me llamó mi mamá, por lo que fui rápida-
mente a la casa, al entrar le pregunté si habían dejado fuera a un
toro, le conté lo que había visto y lámpara en mano salimos a verlo
pero ya no estaba, fuimos al corral y contamos los toros y estaban
completos.

Regresamos a la casa y me dijo, niña eso que viste no es un animal,


es una persona que está transformada y se acercaba para ofrecer-
te lo que le pidas y te lo iba a conceder pero te iba a pedir algo a
cambio”.
Después jamás volvió a ver a ese animal.

Habitantes de Chacabal eran atemorizados


por “Juan Tuul”

Juan B. Can “El pato” oriundo de Dununcan, nos relató que hace
mucho tiempo el camino que se utilizaba para ir a la comisaría
motuleña de San Pedro Chacabal, era por Dzununcan y pasaba por
una hacienda llamada “Chun Puus” (En lengua maya Chun es tronco
y Puus es un árbol grande como el ceibo, por lo que se traduciría
como “El troco del Puus”) la cual fue la primera finca que tuvo don
Vitaliano Campos dueño de Dzununcan y en la cual tenía bastante
ganado y contaba con una raspadora la cual se alimentaba hoja por

67
hoja, raspaba la mitad de la hoja, luego se viraba y raspaba la otra
parte, por lo que al día solo raspaba unas cinco mil hojas.

Se dice que por las noches se escuchaba cómo Juan Tuul arreaba
al ganado, muchos lo vieron, era un charro montado a caballo que

68
atemorizaba a los habitantes de Chacabal cuando tenían la necesi-
dad de pasar por la noche en ese camino.

Los que iban a chapear por la madrugada y los que iban de cacería
lo veían, corria en su caballo por el monte, pero no era una persona
era “aire”.

Al construirse Dzununcan, cae en desuso esa hacienda y se abando-


na por lo que ahora está en ruinas, lo mismo sucede como camino
principal a Chacabal, al construirse la carretera de Ucí a Santa Tere-
sa y de ahí a Chacabal, se abandona ésta vía como camino principal.

69
El mito del Pájaro
Xooch’ en Motul

Veronica Ruelas

70
E
l siguiente artículo tiene la finalidad de exponer los resultados
obtenidos a partir de la tesis El mito del Pájaro Xooch’ en Mo-
tul, Yucatán, debido a que recientemente concluí la licenciatu-
ra en antropología social por haber presentado dicha investigación.
Si bien, el mito del pájaro Xooch’ narra sobre un ave diferente a
todas las demás, pues vuela con el pico hacia arriba; se dice sobre-
vuela las casas en donde habitan recién nacidos para provocarles
enfermedades e incluso la muerte. Sin embargo, existen formas
para evitar sus efectos nocivos, como colocar tijeras debajo de la
hamaca o acostar al niño de lado.

Convencida de que Motul de Felipe Carrillo Puerto era el espacio


ideal para mi tesis de licenciatura, realicé mi trabajo de campo en
esta ciudad durante el primer semestre del 2012. En Motul realicé
entrevistas a mujeres, hombres, niños y niñas; participé en activida-
des con El Semanario La Voz de Motul, conocí parteras de la ciudad
a quienes también entrevisté, y asistí al programa “Abuelito cuenta
cuentos” organizado por el DIF del municipio de Motul.

A partir de la asistencia a estas reuniones, conseguí una plática con


la maestra Tayde Campos Pacheco, escritora y maestra oriunda de
Motul. La maestra Tayde facilitó el manuscrito inédito “Costumbres
y Creencias Mayas (sobre el embarazo)” que ella misma escribió;
este manuscrito me sirvió como uno de los primeros acercamientos
a las tradiciones y saberes tradicionales al respecto de la mujer y el
embarazo pues en él se relatan ciertas costumbres al respecto de la
etapa de embarazo y lactancia en la mujer. Fue a partir del conjunto
de estas actividades que la tesis El Mito del Pájaro Xooch’ en Motul,
Yucatán contiene 48 versiones del mito del pájaro Xooch’. Algunos
ejemplos de las versiones obtenidas son los siguientes testimonios:

La primera versión fue obtenida a partir de la entrevista a Margari-


ta Puc de 48 años de edad; en la cual se mencionó que los niños
deben ser protegidos de aires malos al colocar una tijera debajo de
la hamaca donde duermen los niños. También debe colocarse una

71
72
cruz de henequén en la ventana y el techo; pues si el pájaro malo
llegase a volar a las 12:00 a.m. o 12:00 p.m. y los niños no están
protegidos, éstos se enfermarán o morirán. Otro nombre del ave es
Xooch’ y según Doña Margarita es un ave blanca que vuela “boca
arriba” y rapta a los bebés (Comunicación personal, Margarita Puc).

Doña Lucy Chim de 65 años, ama de casa y partera; me contó que


el Xooch’ es un ave de mal agüero, pues según, en la casa donde
se posa habrá muerte; asimismo se cree son señores mandados por
Dios para anunciar el fallecimiento de alguna persona. Con respecto
al infante, esta ave le rompe o le roba el corazón, y para evitarlo se
acuesta al niño sobre su costado de tal manera que tenga el cora-
zón cubierto. También deben colocarse una alpargata vieja, una coa
vieja, una tijera abierta en forma de cruz y una jícara en la mollera.
Según Doña Lucy, el ave vuela hacia atrás, con el pico hacia arriba,
es blanco, peor que el búho y al pasar sobre las casas grita su propio
nombre (Comunicación personal, Lucila Chim).

Otra versión es la otorgada por Eulolia Can de 82 años de edad y


partera de la comisaría de Kaxatah, Motul. Doña Eulolia comentó en
la entrevista sobre un Pájaro Malo que vuela durante las noches en
las casas donde habita un bebé, esta ave provoca llanto intenso en
los niños al grado de causarles la muerte. Para evitar las afecciones,
se debe colocar al niño sobre un costado, a modo de no posicionar-
lo boca arriba. El pájaro malo es de aire, como el búho y de canto
similar al llanto de un recién nacido. Se dice, se trata un bebé que
no llegó a término, y por no recibir agua bendita, ahora afecta a
otros niños. Doña Eulolia resalta la obligación de cuidar a los recién
nacidos por el hecho de ser bebés (Comunicación personal, Eulolia
Can).

La cuarta versión más completa se debió a la entrevista en don-


de participaron Alba Noh de 40 años y su madre; en la narración
se describe al Xooch’ como un búho blanco que vuela de noche y
con el pico hacia arriba, produce un sonido similar a cómo es su

73
nombre; y habita mayormente en los parques, pues se alimenta
de pájaros pequeños. Ésta ave augura la muerte de alguna perso-
na. En relación con los infantes, éstos cuando son recién nacidos
deben dormir de lado y cubiertos con un cobertor o una almohada
en la espalda; así cuando el Xooch’ vuele sobre la vivienda de los
infantes, no les provoque daño. Según, existe otro pájaro llamado
Cuñe, el cual habita en el monte cerca de Buctzotz y Tizimín, canta
como si fuera un niño llorando y tira una pluma encima de la casa,
causando la muerte del infante (Comunicación personal, Alba Noh).

A su vez, Gabina Dzib de 50 años de edad, comentó la existencia


del Ch’íich’, pájaro blanco que vuela sobre los techos por la noche
y llora como si lo hiciera un bebé; su canto augura y provoca la
muerte de los infantes. Si el niño llora, el ave le contesta; por esta
razón, no hay que dejar a los niños llorando. La entrevistada recono-
ció al Xooch’, el pájaro Malo, el Tatacmó y el Cuñe como la misma
ave, aun cuando tengan distintos nombres. Según, el secreto para
impedir el rapto de los niños a causa del ave, es utilizar la pluma
del mismo pájaro; a partir de ésta se prepara una infusión, y el niño
deberá tomarla (Comunicación personal, Gabina Dzib).

Karla Hernández de 8 años de edad proporcionó una de las versiones


más completas; según el mito le fue narrado por su mamá y por
un primo, incluso escuchó cuando su hermana le contó el mito a
su hermanito. Karla mencionó haber escuchado y visto al ave; ella
sabe que cuando el Xooch’ grita su propio nombre alguien muere, es
blanco, vuela con las alas al revés y pasa durante la noche, asimis-
mo, para proteger a los niños se deben colocar tijeras abiertas cuan-
do los niños duermen (Comunicación personal, Karla Hernández).
En la entrevista a Guzmán Canul de 69 años, también se obtuvo
que el Pájaro Malo aparece de noche o cuando llueve, es de aire y
vuela de forma embrocada, lo cual provoca la muerte del recién na-
cido, pues el infante “carga aire”, llora intensamente, se cansa y no
toma agua ni alimentos. Según Don Guzmán, cuando la madre no
puede cuidar al niño, el padre debe cuidar a su esposa y a su hijo.

74
75
Asimismo, el entrevistado menciona que el Xooch’ es otro pájaro,
pequeño en comparación con el pájaro malo; según, el Xooch’ tam-
bién es búho, vuela de noche y en días nublados. Para proteger al
niño, se deben poner tijeras abiertas o alpargatas en forma de cruz
debajo de la hamaca, así el ave o los malos vientos no asustarán
o perjudicarán al infante (Comunicación personal, Guzmán Canul).

Una última versión es la de Ana Canul de 28 años de edad y em-


barazada en el momento de la entrevista, comentó sobre un pájaro
malo; según, en su estado no debía dormir boca arriba pues al pasar
el ave, ésta le provoca daño al bebé provocando que no llegue a
su tiempo. Ana comentó haber visto al Ch’íich’, según es como una
paloma blanca, la cual pasa de noche, indica la muerte de cualquier
persona y vuela boca arriba. Al revolotear por el hogar de un recién
nacido o de una embarazada, el Ch’íich’ habla o produce un sonido
similar al llanto de un bebé, con lo cual afecta al niño. La entre-
vistada reflexiona que el Xooch’ y el Ch’íich’ son la misma ave, aun
cuando las personas le llamen de diferente forma. Para proteger
tanto a los niños como a las embarazadas, se deben colocar tijeras
abiertas o herraduras de caballo debajo de la hamaca o la cuna;
el huano bendito también sirve como un amuleto para proteger a
todos los residentes de la casa ante cualquier mal (Comunicación
personal, Ana Canul).

Si bien, la participación de la población fue de gran importancia,


pues su colaboración fue determinante para obtener el suficiente
material de análisis. El pasado 21 de agosto del 2015 en la Facultad
de Ciencias Antropológicas presenté y defendí la tesis ante un grupo
de maestros antropólogos dejando como resultado mi titulación.

Para finalizar, quisiera agradecer a las personas que atentamente


contestaron a mis preguntas y me permitieron realizar la investiga-
ción a partir de sus saberes tradicionales. Hubo quienes me permi-
tieron convivir con ellas y con su familia; personas que me abrieron
las puertas de su hogar sin mayor interés que el ayudarme con “mi

76
tarea de la escuela”, que para mí significó la conclusión de un ciclo
de mi vida como estudiante y ahora profesional. Mi más sincero
agradecimiento por compartir conmigo sus anécdotas y reflexiones,
pues con ello considero haber alcanzado parte de la amplia riqueza
cultural de la tradición oral de Motul de Felipe Carrillo Puerto.

77
EL WAAY POP

Valerio Buenfil

78
U
na de las creencias arraigadas en la ciudad es la leyenda del Wáay Poop
que existión en Motul a mediados del siglo XX. Un siglo antes, a me-
diados del siglo XIX, Eulogio Palma y Palma realizó trabajos de rescate
de memoria histórica. En su obra “Los Mayas” documentó la existencia
de una fiesta dedicada al “Zac uaye-yab”, brujo blanco, dios de los abismos, en
sus escritos relata que existía una figura de barro que lo representaba a la que le
rendían culto.

Esta creencia se basa en la cosmogonía maya, o sea en la forma de concebir el


mundo por los mayas que sostiene que existe un solo Dios llamado Hunab Kú
(Único Dios) o Halal Kú (Verdadero Dios). Al mundo lo sostienen 4 Bacabes o
guardianes. En contraparte y en permanente lucha, existen los uayeyabes, seres
mitológicos que reinan el inframundo.

Estos seres son recordados en la ciudad como los wayes. Así lo relataron varios
abuelos. Los wayes son brujos. Seres mitológicos que cobran forma humana o
animal y conviven con los humanos. Se presentan a las personas de distintas
maneras.

En Motul se conocen varias leyendas de las distintas formas que cobran estos
seres: el Wáay Poop, el Wáay Peck y Wáay Chivo; existen también otros seres
sobrenaturales como Juan Tul, los Aluxes y la Xtabay.

Una creencia es un pensamiento que vive en la mente de las personas y se expre-


sa como un sentimiento que se comparte, ahora le llaman “el imaginario colecti-
vo”. Es algo que existe pero que no puede probarse. La creencia de los wayes se
comparte en muchas poblaciones y ciudades de Yucatán y de toda la península.
Es nuestra herencia maya.

Encontramos un relato de 1829 de Don Claudio Padilla, el Wáay Poop de la Villa


de Yaxcabá, un comerciante que llegó a ser alcalde de ese municipio. Se dice
“que su enorme almacén siempre estaba lleno de mercancía procedente de Beli-
ce. Desde esa época ya había clientela que podía comprar esa clase de productos
despachados por hermosas muchachas empleadas por el dueño.

Pero la gente no veía como llegaba la mercancía, sino que de un día para otro
aparecían los productos; entonces los habitantes de Yaxcabá se preguntaban
¿Cómo llegaban a su establecimiento? A manera de explicación al misterio se
cuenta que don Claudio por las noches se transforma en un pájaro gigante, se-
guido por centenares de palomas de su propiedad. Desde Yaxcabá salían rumbo a
Belice para cargar los productos, acarreándolos hasta su tienda. De esta forma al
amanecer ya la tenía surtida” (Evelio Tax Góngora).

79
En la ciudad existe el recuerdo de Don Severiano Sánchez, un próspero comer-
ciante que fue conocido como el Wáay Poop. Su historia es similar a la de Don
Claudio de Yaxcabá. Don Severiano tenía una ferretería magníficamente ubicada
sobre la calle 27, casi en contra esquina del parque José María Campos del centro,
el lugar que ocupa actualmente el hotel “Motul”.

Cuentan que la tienda de Don Severiano era una de las más surtidas. Siempre
había todo tipo de mercancías. Su propietario se ufanaba de eso, pero era el que
más caro cobraba. Severiano era bajo, de complexión gruesa, claro de color y de
ojos claros. Vestía siempre de camisa blanca.

Un hombre formal y misterioso. No frecuentaba cantinas, no era de amigos.


Siempre estaba cuidando con celo y devoción su ferretería. Su establecimiento se
distinguía por sus enormes mostradores que custodiaban la venta.

Primero empezaron los rumores de la existencia de un Wáay Poop en la ciudad.


Varios clientes que se sorprendían de encontrar todo en la tienda, aseguraban que
era un Wáay Poop. Poco a poco crecieron los chismes y se generó un problema
con el sindicato de cargadores.

En esos años en la ciudad existía un sindicato de carga y descarga que controlaba


todas las maniobras del ramo. Tenían el monopolio. Si alguien bajaba su mercan-
cía, estaba obligado a pagarle el servicio al sindicato. Nadie se escapaba del pago.

El misterio creció por la forma como surtía su ferretería. Nadie se lo explicaba.


Nunca se le vio de día descargar sus mercancías. Se cuenta que los cargadores
molestos por la situación, decidieron montar guardia día y noche para sorprender
al abusivo comerciante que les burlaba el pago de la descarga.

Se apostaron en las bancas del parque frente a la ferretería. Como eran muchos
no tuvieron problemas para montar las guardias. Estaban seguros de pillar al co-
merciante. Cuentan que algunos festejaron la estrategia.

Pasaron los días, las noches y las semanas y no lograban sorprender a Don Seve-
riano. Cansados después de varios meses decidieron abandonaron la lucha y se
rindieron ante su misterioso rival.

Fue en esos años que cobró mayor fama como el Wáay Poop. Un recuerdo que
todavía existe. Personas mayores de 60 años tienen distintas versiones de éste
relato. Don Severiano fue un hombre admirado. No era malo. Era un hombre

80
recto y de buenas costumbres. Su único pecado fue la misteriosa forma de surtir
su tienda.

Se afirma que Don Wilfrido Bacelis Campos además de trabajador,fue un hombre


afortunado. Además de su tenacidad, tuvo varios golpes de suerte que le cambia-
ron la vida. Uno de ellos fue la compra de la casa a Don Severiano. Pagó $ 100
mil pesos por la propiedad.

Se dice que Don Severiano salió de su ferretería sólo con sus bienes personales.
Dejó la propiedad con material en sus bodegas: tubos, palas, picos, veletas, mu-
chas cosas encontró Don “Fido” para vender y recuperar con creces su inversión.
Varios de los albañiles que construyeron el hotel Motul, aseguran que cuando
cavaron los cimientos aparecieron ollas con centenarios de oro. Se cree que hubo
un entendimiento entre Don Severiano y Don Fido.

Referencias:
Chuc Pinto Manuel y Rodolfo.- “Sucesos Insólitos del Cacicazgo de Ceh- Pech”, Instituto de Cul-
tura de Yucatán y la Dirección General de Culturas Populares.
Evia Cervantes, Carlos Augusto.- “Selección de mitos”. Facultad de Ciencias Antropológicas
(UADY). 2006
Palma y Palma Eulogio.- “Los Mayas”, imprenta Justo Sierra de Motul, 1901. Disponible en
www.bibliotecavirtualyucatan

81
Las Wáay Póop

Miguel Ángel Aguilar y Palma


82
E
n una población cercana a una gran ciudad vivían dos mujeres jóvenes que nun-
ca trabajaban, pero llevaban una vida de ricas. Cada 15 días de iban de compras.
Allá donde ellas vivían es una casa grande y antigua, enfrente vivía una familia
de dos personas muy pobres.

Ella trabajaba en casa de un hacendado, pero le pagaba poco y no le alcanzaba para


comer. Un día se llenó de valor y le dijo a su mamá que con el dinero que ella ganaba
no le alcanzaba para comer “ya lo pensé bien, voy a pedirle trabajo a las muchachas
de enfrente”.

Al día siguiente fue a la casa de enfrente y tocó la puerta, salió la muchacha y le pre-
guntó ¿que se te ofrece?, ella contestó “vine para que me des trabajo, quiero trabajar
para que yo viva como ustedes sin problemas”.

Una de las muchachas le dijo vente a las 11 y media de la noche aquí a mi casa.
Llegó la hora y la joven fue a la casa de enfrente. Llegó entró y la invitaron a sentarse,
le explicaron cual era el trabajo que ellas desempeñaban, y le preguntó a la muchacha
si no tenía miedo.

“Porque mientras nos convertimos en pájaros gigantes, con plumas, pico y pies de pá-
jaro y volamos para ir a la ciudad para robar joyas de oro en las casas comerciales, tú
tienes que ayudarnos”.

En la casa, a un lado está una piedra preciosa donde se paraban en medio y le pregun-
taron a la muchacha si estaba segura de lo que quería, ella contestó que sí. Le dijeron
entonces, pues sube a la piedra.

Una de ellas se subió y le dijo a la muchacha, tienes que dar nueve vueltas a la dere-
cha y te convertirás en un pájaro gigante y le dijeron a la joven que en la parte de sus
hombros allá van a colgar la bolsa y luego volaron para la ciudad. Volaron en los altos
de los edificios, pasaban de un lado a otro.

Había una puerta que servía para reparar el techo cuando se humedecía. Los pájaros
llegaban, abrían la puerta, había una escalera donde bajaban al piso y así robaban.

Así pasaron los días y siguieron robando, hasta que un día dijeron “hoy no vamos
hasta mañana”. Llegó la noche y se transformaron en pájaros y volaron a la ciudad,
llegaron al edificio y llenaron sus bolsas con oro.

Antes de salir, una muchacha le dijo a la joven, si no tienes fuerza para volar o para salir
habla al diablo que él te ayudará. Las dos muchachas salieron de primero y ella se quedó
y fue subiendo la escalera, pero cuando le faltaban dos escalones para salir, resbaló y
cayó, pidió auxilio “Hay Dios mío ayúdame!, y en ese momento cayó muerta.

Miguel Ángel Aguilar y Palma

83
EL WAAY
CHIVO

Valerio Buenfil

84
E
s otro de los Wayes conocidos.
Se tiene el reporte realizado en
el trabajo de Manuel y Rodol-
fo Chuc Pinto titulado “Suce-
sos Insólitos del Cacicazgo de Ceh Pech”
en el que se relata el testimonio de don
Nazario Chalé May del municipio de Mu-
xupip, quien fue compañero de Santiago
Conde, uno de los brujos verdaderos que
existió en la zona henequenera, un hom-
bre misterioso que cobraba forma de chivo
y de culebra para enfrentar a sus rivales.

Dos son los de las agresiones del Wáay Chivo conocido como “San
Conde”, una realizada al padre de Nazario por una discusión “llegó
convertido en Wáay chivo, y peleó con la ayuda de su machete;
entonces tomé la escopeta y logré asustarlo, de lo contrario hubiera
matado a mi papá” afirmó Nazario Chalé.

La otra “Recuerdo claramente cuando “San Conde” convertido en


Wáay Chivo peleó contra Antolín Méndez, quien sólo porque te-
nía preparado un rifle, logró ahuyentar al brujo”.

En una parte de su testimonio Nazario cuenta “Cuando el brujo


quería echarse su resaca (aguardiente), siempre utilizaba a un cha-
maco para el mandado. Le daba una hoja de una mata de campo, y
el chiquito a su regreso hasta vuelto le entregaba. ¡Eso fue verdad: yo
fui testigo”, así se aseguró.

85
Rafaela la
“Wáay Chiva” de
Telchac Pueblo

Felipe Pool

H
ace muchos años, cuando la electricidad estaba empezando a llegar
al Pueblo de Telchac, existió una mujer llamada Rafaela, que se de-
dicaba a la magia negra, quien tenía el poder de transformarse en el
animal que ella quisiese, pero prefería hacerlo en chiva, ya que así
la conocieron en la comunidad, la “Wáay Chiva”.

Rafaela era una mujer normal, no daba muestras que fuese una bruja, ya que
durante años tuvo engañado a su esposo don Severiano Tzec, mejor conocido en
el pueblo como don “Tula” quien no se imaginaba lo que su esposa hacia por las
noches, ya que aprovechaba que llegaba cansado de tanto trabajar durante el día
en su paraje y que solo terminaba de cenar y se disponía a irse a recostar para
descansar.

Mientras, Rafaela se quedaba en la cocina a lavar los trastes. Al ver que su mari-
do se dormía, se quitaba la cabeza invocando al diablo, para convertirse en una
chiva, luego iba donde su marido dormía, daba nueve brincos a la derecha y otros
nueve a la izquierda para que tuviera un sueño profundo y no despertase hasta la
mañana siguiente.

86
Para que no se diera cuenta que su esposa salía a asustar a
cuanto infortunado se encontraba en la noche. Con un
berrido infernal recorría las calles de Telchac, por lo
que la gente ya no salía por miedo a este “Wáay”.

Muchos lugareños se organizaron para cazar a


la Wáay chiva, pero era inútil, las balas no le
hacían nada, y los valientes cazadores termi-
naban cargando mal aire y morían, por lo
que la gente de Telchac le tuvo miedo
a este ser maligno y nadie se atrevía a
terminar con él.

Un día don Tula se encontró a su ve-


cino don “Tacho”, quien le comentó
que todas las noches escuchaba los
berridos de un extraño ser, que
provenían del rumbo por donde
él vivía. Don Tula le contes-
tó que él no escuchaba nada
ya que cuando se acostaba
se quedaba profundamente
dormido hasta la mañana
siguiente.

Una tarde, cuando la no-


che empezaba a caer,
don Tacho regresaba de
haber bebido en la can-
tina del pueblo, pero
las copas se le bajaron
al ver que en la casa
de don Tula salía un
extraño ser con
cuerpo de mujer
pero con cabeza
de chiva, al dar-
se cuenta que era
la “Wáay Chiva”,
corrió despavori-
do y como pudo
entró a su casa y

87
le contó a su esposa que se dio cuenta que su vecina era la bruja que asustaba
en el pueblo.

Los dos decidieron callar que Rafaela era la “Way Chiva”, por miedo a que les
hiciera algún daño. Loos rumores en el pueblo empezaron a salir, hasta que un
día don Tula, regresando de su trabajo decidió pasar a visitar a su madre, al verlo
la señora se dio cuenta que su hijo estaba enfermo, sin peso y todo demacrado.

La señora había escuchado los rumores de que su nuera era una bruja, y le dijo a
su hijo lo que se contaba de Rafaela en el pueblo. Don Tula no solo no le creyó,
sino que se fue molesto con su madre, pero la señora le insistió que vigilara lo
que su esposa hacia por las noches.

Durante el camino don Tula estaba pensando todo que había escuchado. Esa mis-
ma noche después de cenar, se fue a recostar a su hamaca y fingió que estaba
dormido, al ver que su esposa tardaba mucho en no entrar a dormir salió a ver
lo que hacia, pero fue grande su sorpresa al ver a su esposa sin ropa, hincada y
diciendo una especie de oración que no entendía, don Tula le habló, pero Rafaela
no le hacía caso.

Al ver que entraba en trance y se quitaba la cabeza, don Tula de miedo cayó
al suelo por lo que sus ojos estaban viendo. Cuando vio que le crecían pelos por
todo el cuerpo, y en los pies y las manos le salían pesuñas y cabeza de chivo,
como pudo don Tula salió de su casa aterrorizado por lo que vio.

Corrió a casa de su madre, quien se levantó para abrir la puerta, para ver quien
estaba por tirarla de los golpes que le daba. Al ver que era su hijo y del estado
de cómo venia, se asustó y más cuando don Tula le contó todo lo que su esposa
hacia.

Le pidió a su madre que fueran a su casa. Al llegar, vieron la cabeza de Rafaela en


el suelo. La mamá de don Tula agarró sal y ruda y se la untó por todo el cuello, y
se esperaron el retorno de la bruja.

Cuando empezaba a amanecer, escucharon los berridos que se acercaban a la


casa. Al momento de entrar y tomar su estado normal, quiso colocarse la cabeza,
pero no pudo, ya que no pegaba; al ver lo que le habían hecho, pego un fuerte
grito y nuevamente se convirtió en chiva y salió corriendo de la casa.

Cuando el pueblo se enteró de lo que había pasado, fueron a casa de don Tula,
quemaron la cabeza de la bruja, y salió una batida para cazar a la Wáay Chiva, las
balas que utilizaron fueron bendecidas con agua bendita y sal.

88
Cazaron a la bruja Rafaela cerca de los montes de Yobain, recobrando su estado
normal. La trajeron hasta Telchac donde la quemaron, se dice que sus cenizas
fueron puestas en una cripta en la iglesia, donde se puso una inscripción en latín,
para que ya no vuelva a salir a asustar al pueblo. Esta leyenda la escuché de mi
abuelo, quien tenia muchos conocidos de Telchac quienes le contaron de la bruja
Rafaela.

89
EL WAAY PEK

Valerio Buenfil y Manuel Can May

90
E
l Wáay Peck es uno de los wayes conocidos en la ciudad. La creencia se rescató
entre los matadores del rastro municipal que en los años sesentas (1960) del
siglo XX acudían todas las noches a ese sitio ubicado en las afueras de la ciudad.

El Wáay Peck no es un ser maligno. No mata, no lastima, no agrede. Sólo asusta. No


existen reportes de agresiones. Se trata de brujos que se quitan la cabeza y la sustituyen
por una de perro, cobrando una forma sobre humana que cuando se presenta a las per-
sonas las asusta. Son seres justicieros o vengativos que tienen una misión.

El reporte principal es de su labor chocarrera y burlona. Su tarea primordial es fastidiar


a las personas. Don Juan Chan, matador de cerdos en el rastro contaba algunas de esas
historias de apariciones. Otro de los reportes es el de “Musa”, un personaje que cobró
fama como Wáay Peck a fines del siglo XX.

Esto sucedió a una familia motuleña hace unos 20 años, cuando por la actividad a que
se dedicaban, fueron a vender a Huhi.

Ellos se dedicaban a la venta de artículos por abonos en el método de cambaceo, por


lo que en esa ocasión les tocó ir a vender a Huhi, nos relata Cristina que fueron en la
camioneta de su hermano Pepe, ella fue con sus hijos y su esposo, al concluir con su
labor por la tarde, al intentar retornar del poblado, la camioneta falló y no arrancó, se
encontraban a la salida del pueblo, como eran varios intentaron arrancarla empujándola,
pero avanzaron y nada, como ya había caído la noche, optaron por dormir ahí, es por ello
que su esposo regresa al pueblo a comprar algo para que comieran.

De regreso sintió como que alguien lo observaba pero a pesar que era una de esas
noches sumamente obscuras en que no hay luna, al voltear a ver hacia el monte pudo
observar como un enorme perro negro con unos ojos rojos como de fuego que lo obser-
vaba parado en dos patas, por lo que lleno de pánico corrió hacia la camioneta donde se
encontraba el resto de la familia. Al llegar todos subieron a la cabina y vieron como aquel
enorme animal “era del tamaño como de un caballo, totalmente negro y con ojos rojos,
nos rodeó y acechaba por la ventanilla, después de tres vueltas se internó nuevamente
en el monte, yo tenía tanto miedo que cerraba los ojos para no verlo” nos relató.

Al poco rato un viejito que venía caminando hacia el poblado, se detuvo y nos dijo
“eso que ustedes vieron no es un animal, es un brujo que se encuentra transformado
en Huaay pec, no les hará nada si ustedes no le hacen nada” dicho esto prosiguió
su camino”.

“Esa noche casi no pudimos dormir de la impresión, al día siguiente reparamos la


camioneta y retornamos, pero lo visto esa noche jamás se nos va a olvidar a todos
aquellos que vivimos esa terrorífica experiencia” concluyó.

91
Los Aluxes de Yucatán

Manuel Can May

92
E
stos seres que se conocen en Yucatán como Aluxes, de
acuerdo a la mitología maya, son seres creados por los X´-
men o sacerdotes mayas, a partir de barro virgen, es decir
barro de cuevas en donde nunca ha pisado una mujer, que
se pone a reposar durante 9 noches posteriormente se le
ponía una preparación a base de miel, flores silvestres e incluso san-
gre humana, luego se pone en un altar con “sacá” (Bebida a base
de masa de maíz) durante otras nueve noches cuidando que el sol
no llegue a ellos, para después con ciertos ritos cobraban vida y se
les asignaba su misión la cual por lo general consistía en cuidar las
milpas, para evitar que sean robadas las cosechas.

Su apariencia es como de niños, visten alpargatas y sombrero e in-


cluso tienen un perro y viven al interior de las cuevas cercanas a las
milpas o en el monte, ellos no son malos, simplemente que al ser
como niños también son muy traviesos, les gusta jugar y correr por
todo el lugar.

Hoy en día se dice que estos pequeños seres salen de sus cuevas
al caer el sol y regresan a sus guaridas antes de que el sol salga de
nuevo, sus perros también están hechos de los mismos materiales
que ellos.

Algunos de los casos recientes sobre sus manifestaciones se relatan


a continuación.

El caso del puente de Cancún

Este es uno de los casos más recientes en el que se reconoció de


manera extraoficial la intervención de los Aluxes en la ciudad de
Cancún.

A principios de los 90s se comenzó a construir el Puente Cancún-Ni-


zuc que da acceso al Aeropuerto Internacional de la ciudad, todo
iba bien, la obra avanzaba de manera normal, sin embargo al co-

93
lar la cimbra del puente, de manera extraña las bases presentaban
grandes grietas, por lo que se tuvo que reparar, sin embargo a la
mañana siguiente de nueva cuenta presentaba el deterioro como si
no se hubiera reparado.

Los ingenieros de la obra quedaron desconcertados, teniendo que


tirar el tramo para volverlo a construir.

Sorprendentemente la nueva construcción también presento la mis-


ma falla, se dice que el puente fue tirado en tres ocasiones sin poder
resolver el problema que cada vez se agarbaba más.

Gente de la región sugirieron a los constructores que recurran a


un sacerdote maya, pues pensaban que los daños eran obra de los
Aluxes. Incrédulos a los constructores no les quedó más opción que
traer a un X´men o sacerdote maya, quien confirmó las sospechas de

94
los autóctonos, efectivamente, el terreno que atravesaba la cons-
trucción estaba protegida por Aluxes, explicó que ellos no preten-
dían hacer daño solo protegían el terreno que tenían en resguardo,
por lo que propuso construirles una casa y realizarles una ceremonia
para entregárselas.

No quedándoles más opción, construyeron debajo del puente una


pirámide con una casita estilo maya en la parte superior todo de
piedra y se realizó la ceremonia para cederles la casa y pedirles per-
miso para continuar la construcción.

De manera sorprendente los daños cesaron de manera inmediata y


se pudo concluir la obra, siendo inaugurada en 1991 por el entonces
Presidente de la República Carlos Salinas de Gortari.

En la actualidad la gente que pasa por debajo del puente, observa la


casita con arquitectura maya la cual se encuentra iluminada y piensa
que tan solo es un ornamento de la construcción tomándola como
un atractivo turístico, sin saber toda la historia que guarda y que ahí
habitan los Aluxes.

El caso de la carretera a Kopté

Hace unos años, don Roger que trabajaba de policía y vivía en la


comisaría de Kopté, acababa de salir de su trabajo era ya noche y
como siempre hacía, montó su bicicleta para ir a su casa pues en
esos tiempos y a esa hora era imposible conseguir como transpor-
tarse a ésa comisaría motuleña.

Se puso en marcha y recordaba que había una luna esplendorosa


que brillaba e iluminaba su camino. Era la época en que la carretera
era angosta y llegando a Kopte había unos cerritos que hacían que
la carretera formara “columpios” o sea unas subidas y bajadas, cerca
de donde se colocó hace unos años una cruz de madera.

95
El trayecto transcurría sin contratiempos hasta llegar a la zona de los
cerritos, es cuando don Roger comenzó a sentir como si lo miraran,
pero continuó su camino, luego la sensación fue como si alguien
lo siguiera por lo que un poco inquieto y sin detenerse, miró hacia
atrás sorprendiéndose al ver la figura de algo que parecía un niño,
vestido de blanco como acostumbraban vestir la gente mestiza que
trabajaba el campo, con un sombrerito y montado en un caballito
que asemejaba ser de madera.

Don Roger apresuró con su bicicleta y volvió a voltear a ver para cer-
ciorarse si lo había dejada atrás, cuál fue su sorpresa que ahí seguía
a la misma distancia como si flotara ya que el caballito no se le veía
mover sus patitas.

Por la impresión aceleró aún más para ver si lo perdía pero por más
que hizo no pudo dejarlo atrás, pero no pudo perderlo siempre es-
taba a la misma distancia hasta que llegó a Kopté, en donde al llegar
a su casa sorprendido le relató esto a su esposa e hijos.

96
Aluxes en una panadería

Hace unos días, los propietarios de una panadería de Motul, relata-


ron las travesuras que estos pequeños seres les realizan por las no-
ches en su panadería. Señalan que por las noches, escuchan como
si se cayeran las latas donde hornean el pan, lo mismo escuchan
como que alguien subiera por las escaleras en incluso les han llega-
do a golpear la puerta por la madrugada y al salir a averiguar nunca
encuentran a nadie ni una explicación lógica sobre el origen de los
ruidos.

Pero el caso más sorprendente que les sucedió fue una noche en
que después de concluir con sus labores, la pareja se dispuso a
tomar un merecido descanso. Por el cansancio no les fue difícil
conciliar el sueño, sin embargo, alrededor de la cuatro de la madru-
gada, un grito desgarrador de una mujer los despertó, sorprendidos
despertaron, asombrados ya que a decir de ellos el grito provino
del closet que se encontraba a escasos 60 centímetros de la cama
donde pernoctan. Incrédulos y preguntándose ambos si de verdad
habían escuchado el grito o era producto de su imaginación ya que
todavía se encontraban semidormidos, cuando de repente volvieron
a escuchar el mismo grito desgarrador y ahora sí pudieron estar
seguros que el grito salía del closet, el esposo venciendo su temor
abrió las puertas del closet sin llevándose una gran sorpresa, por
más que buscó no había nadie en ese sitio.

El resto de la noche no pudieron volver a conciliar el sueño, pen-


dientes de que ocurriera otra vez, sin volverse a repetir el suceso.

Todo esto lo atribuyen a la acción de los Aluxes que los vecinos di-
cen que existen por el rumbo.

97
El ánima de
Rogaciano en Kiní

Jesús Hernán Puerto Simá

98
E
l siguiente relato ocurrió en la comisaría de Kiní cuando me
encontraba haciendo el reportaje de los nichos mortuorios.
Sucedió un lunes al medio día cuando le tomaba fotografías al
nicho mortuorio del Sr. Doroteo Aké Tamayo, apodado “Rogaciano”
por una canción muy alegre, quien fue comisario y asiduo colabo-
rador de la Escuela Primaria “Miguel Hidalgo y Costilla”, en lo que
tomaba las fotografías se acercó una señora mestiza, de la cual des-
conozco su nombre, peguntándome que si sabía lo que hacía, a lo
que le respondí que sí. ¿Y por qué me pregunta eso?, —porque ahí
en el año de 1989 falleció trágicamente Rogaciano en un accidente
de motocicleta, derrapó y se rompió la cabeza, pero no murió ense-
guida, sino que hasta que llegaron los policías de Motul lo subieron
a la camioneta y lo tiraron en el plan de lámina que estaba hirviendo
y se comenzó a revolcar— O sea que aún estaba vivo, le comenté,
—si, y más que eso, esos policías lo hicieron por maldad, porque
les caía mal, Rogaciano tomaba mucho, pero ayudaba a la gente, y
como no quería pagarles pues siempre buscaban como fregarlo.

—¿Pero que sucede en este lugar?, —mira, lo que sucede es que


todas las personas que lo conocieron cuando pasan por aquí dicen
que se les aparece a la orilla de la carretera como estaba vestido ese
día, una camisa de cuadros y un pantalón café, en sus manos tiene
agarrada una bolsa con carne, ya que el ayudaba a los pobres y te
dice adiós. Debes rezarle por su descanso, porque eso quiere, ya
que aunque ayudaba, muchos lo odiaban por ser bueno—. Concluyó

A Rogaciano lo conocí personalmente siendo un niño, ya que


para ese entonces mi madre fue directora del plantel. Le guardo
mucho aprecio, porque al menos le conocí su lado humano, fue
alguien apreciado por mi familia.

99
ESPANTAN EN
EL CHALET

Manuel Can May

100
S
e escribe “Chalet”, es una palabra francesa que se refiere a
una casa rodeada de jardines o en medio del campo. Esta
mal escrito Shalet. El “Chalet” de la ciudad ubicado sobre la
calle 29 por 34 es una de las casas más bellas de Motul. Su
arquitectura marcada de influencia francesa corresponde al periodo
del auge henequenero de principios del siglo XX.

Es una casa que fue diseñada de manera especial, encierra un gusto


exquisito. Por su belleza y ubicación atraen la mirada. No se tiene
información de los orígenes de la propiedad. No es una casa bien
afortunada, ha tenido distintas vicisitudes en su historia. Estuvo mu-
chos años cerrada. Un tiempo vivió la familia Chan de la hacienda
Chenchén de la Torres.

A lo largo de los años la mansión careció de mantenimiento. Se


le abandonó y el monte y las yerbas amenazaron destruirla. Por la
poca iluminación del rumbo y los grandes terrenos de la casa, se
tiene reportado sucesos extraños de noche como sombras, gritos,
lamentos y ruidos. Existen gentes que aseguraron les sigue dando
miedo pasar por ese rumbo.

El “Chalet” es una casa rodeada de cierto misterio. Nadie se ha lo-


grado establecer en ese sitio. Ha tenido distintos usos. Hace apenas
unos años se utilizaron sus amplios patios como estacionamiento de
loa autobuses que daban servicio a los empleados de Monty

Rescatamos un relato de esos sucesos extraños de uno de los ope-


radores de autobuses “por la noche al llegar todos los autobuses
eran acomodados en el patio, por lo que siempre estábamos todos
ahí, y en la casa no había nadie, sólo estaba encendido un foco.

101
En determinado momento todos se sorprendieron al ver que de
manera simultánea y repentinamente, todos los focos se encendie-
ron y una grabadora que comenzó a sonar a todo volumen.

Extrañados todos se preguntaron quién había encendido todo, si


no había nadie en la casa, con dudas decidimos ir a averiguar y al

102
entrar a la casa no encontramos a nadie, al ir a apagar la grabadora
que aun se encontraba sonando a todo lo que daba, notaron que
no estaba conectada a la toma de corriente y seguía sonando, por
lo que todos salimos asustados del sitio”, afirmó el chofer.

103
La Ouija

Cuando el hombre se abre a buscar


respuestas en el campo de lo
sobrenatural, sólo hay dos
caminos: Dios y el demonio

Jesús Hernán Puerto Simá

104
S
u origen se remonta a Grecia hace 2500 años. La palabra
Ouija viene de una mezcla alemán francesa que significa:
Oui (sí) y Ja (sí), que significa “si”. La Ouija es un tablero
de madera en el que se encuentran grabados en la parte de
arriba todos los caracteres del alfabeto y los números de 0 a 9, y en
los lados el Sí y el No; así como en la parte de abajo “adios”.

Como guía se utiliza una tablita acabada en punta o flecha que


indica las respuestas. En la actualidad se venden en tiendas esotéri-
cas las de fábrica, pero las “buenas” son de origen beliceño afirman
sus adeptos; ya que se fabrican con madera de caja de muerto y
“consagran” con sangre humana durante una misa negra.

Su juego tiene como fin el contacto de las personas con supues-


tos espíritus y almas de familiares o en pena para platicar o pedir
consejos mediante otro espíritu “amigo”. Consiste en poner las ma-
nos sobre la guía que se desplaza lentamente sobre las letras inscri-
tas en el tablero a través del “espíritu amigo” cuando se le pregunta
algo.

Pero realmente lo que se logra es el contacto con demonios y no


con ningún familiar. Las Sagradas Escrituras nos exhortan: “Practi-
quen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo
ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. (I Pedro 5,8)”.
Esta advertencia es necesaria porque el demonio realmente existe
y realmente tiene acceso a nosotros por diversos medios. Puede
utilizar el subconsciente para guiarnos hacia el mal, tentarnos, con-
fundirnos y dañarnos.

Aunque se use la ouija por curiosidad, se está abriendo camino


para el demonio y no es extraño que la persona quede espiritual-
mente afectada. Las consecuenias pueden ser: dificultades para orar,
fantasías, obsesiones y otras afectaciones mentales. Puede ocurrir
que la persona se envicie con la ouija, en ese caso la dominación del
demonio sobre esa pobre alma se hace muy fuerte.

105
Algunos empiezan a jugar ignorantes del mal que hacen. Pero
lamentablemente muchos juegan por pura soberbia, pues sabiendo
que ofenden a Dios continúan haciéndolo. No se puede justificar el
uso de la ouija con el pretexto de entretenerse y curiosear lo oculto.
La verdad es que al jugar con la ouija se abre la puerta al demonio
cuyo objetivo es llevarnos el infierno.

Un defensor de la ouija afirma: “aunque se le considera un jue-


go, los expertos de todo el mundo nos recomiendan que podemos
disfrutar de ella, pero sin perderle el respeto”. Estos “expertos” se
contradicen. Por un lado nos dicen que la ouija es solo un juego
y rechazan toda advertencia de peligro contra ella, pero al mismo
tiempo nos dicen que le tengamos “respeto”. Entonces, ¿es un juego
o es algo peligroso?.

Los efectos dañinos que ocasiona no son inmediatos. Puede que


al principio parezca un juego inofensivo. El enemigo sabe que a ve-
ces es mejor esperar a que sus presas se estén más profundas en la
trampa. Si tan solo logra desviar del camino correcto ya ha logrado
su cometido.

¿Qué hacer?. Cuida de que la ouija NO ENTRE EN TU HOGAR.


No te dejes influenciar por los que dicen que es sólo un juego in-
ofensivo. Una mente consagrada a Dios tiene en Él su guía. Si al-
guna vez, aunque sea por juego, has usado la ouija, arrepiéntete,
confiésalo como pecado contra el Primer Mandamiento y vive de
corazón el camino que Jesús nos ha dado en la Iglesia.

El Primer Mandamiento prohíbe recurrir a otro espíritu fuera de


Dios. El rey Saúl recurrió a una mujer de Endor para conjurar el es-
píritu del difunto profeta Samuel y fue castigado por Dios (1 Sam
28, 8-17). “De ninguna manera morirán. Es que Dios sabe muy bien
que el día en que coman de Él, se les abrirán los ojos y serán como
dioses, conocedores del bien y del mal” (Génesis 3,4-5).

106
Comprométete con Dios a JAMÁS RECURRIR a la superstición ni
a lo oculto. Sólo Dios es fuente de Verdad. Si regresas al Señor con
esta actitud NO TEMAS. Dios es infinitamente poderoso y misericor-
dioso. CONFIA EN SU PERDON. Dios ha venido a salvarnos. Todos
somos pecadores. Si tan solo renunciamos al pecado y entramos por
el Camino de Su gracia, el enemigo nada podrá hacernos por mucho
que insista.

107
NUNCAPROMETASLO
QUE NO VAS A
CUMPLIR

Jesús Hernán Puerto Simá

108
H
ace algunos años ocurrió un suceso trágico en Motul que muchos pre-
fieren olvidar por temor a que ocurra de nuevo, algunos lo recuerdan,
pero no todos conocen su origen. Fue un hecho que cobró varias vidas
humanas. Una tras otra. También se habla de una posesión demonia-
ca. Descartando el año en que ocurrió y cambiando los nombres reales de los
participantes, contamos el relato, porque al final, el maligno demostró que con él
no se juega y los que así lo desean hacer, reciben consecuencias de alto costo.

Fueron unos muchachos entre los 15 y 16 años. Hijos de familias distinguidas, ce-
gados por la ambición del dinero y el poder. A su corta edad, no sabiendo lo que
hacían, sellaron con su sangre un pacto con Satanás. Los hechos ocurrieron así.

Era un grupo de 10 amigos que se reunían los fines de semana a platicar y a


“beber licor sanamente”, conocido como “los ricachones”. En realidad no todos
lo eran, excepto uno, así que una tarde entre pláticas, uno de ellos llamado Luis,
comentó acerca de su futuro, “quería vivir cómodamente y tener dinero”.

Pepe, quien era el adinerado del grupo expresó decididamente que todos lo po-
drían lograr, como lo había hecho su familia; pero que para eso necesitaban hacer
un “pacto de sangre” a través de un “diablito inofensivo” y que lo tenían que en-
terrar en el cementerio de noche. Por un momento la mayoría dudo, pero luego
de escuchar que si no lo hacían “dios nunca les iba a dar riquezas”, decidieron
sellar el pacto.

Al día siguiente alrededor de las 10 de la noche se reunieron en el lugar de cos-


tumbre. Pepe les enseñó el libro de rituales llamado: Codex Gigas, en donde paso
a paso explicaba cómo hacer dicho pacto. Así que ya una vez enterados de cómo
realizarlo, se pusieron a hacerlo.

Como lo explica dicho libro, todos se hicieron un pequeño corte y pronunciaron:


“que esta sangre siempre nos una como un solo hermano, nos llene de triunfos y
fortuna, y que quien se quiera salir, muera trágicamente como signo de vergüen-
za y escarmiento para todos”, al término pronunciaron, “que así sea”. Bañaron el
“diablito” con su sangre y partieron a enterrarlo al cementerio cerca de una fosa
común, las de “tierrita”.

El tiempo pasó, ellos seguían reuniéndose normalmente. Una noche Yesi, una
amiga del grupo comentó que se iba de paseo a Belice y quería comprar una ouija,
para que pudiese platicar con Paco un amigo que meses antes se había suicidado,
con el interés anterior en el ocultismo, le pidieron que la comprase y la pagarían
entre todos.

109
Unos días después Yesi regresó y trajo la ouija, afirmando que una bruja negra se
la había obsequiado y que no aceptó pago alguno, ya que solamente se le obsequia a
“amigos”, le pidió que la cuidara y que la quisiera mucho.

Esa misma noche se pusieron a jugarla conforme la bruja le había indicado a Yesi.
Contactaron el alma de Paco y platicaron, lo que los hizo deprimirse, ya que les
dijo cosas que solo ellos sabían.

El interés por el ocultismo los había sometido, así que leyeron de nuevo
el libro de ritos y vieron un hechizo que los haría “invisibles” a sus
enemigos, pero esto lo supo “Lucas”, un conocido del grupo.

Una noche “Lucas” llegó a la céntrica casa donde se reunían los


“ricachones” y dijo, ¿así que son invisible?, ¡invisibles mis huevos!,
sacó una pistola calibre .22 y se puso a jugar la “ruleta rusa”, hasta
que disparó e hirió en la mano a “Paty”, por lo que la llevaron a la
clínica del IMSS para que la curaran. De “Lucas” nunca se supo mas.

Estas reuniones se suspendieron un tiempo por este proble-


ma, pero de nueva cuenta se comenzaron a hacer. Una noche,
Yesi comentó que la ouija les había dicho que el disparo iba a
suceder, pero como ya estaban borrachos, nadie le tomó
importancia, y que uno de ellos pensaba abandonar el
grupo. Este incidente ocasionó que por los nervios
comenzaran a fumar marihuana.
Llegó Diciembre, exactamente un
día 23 por la noche. Se reunieron de
nuevo para comenzar a festejar la
navidad, y ya siendo las 4 de la ma-
drugada, Pepe comentó que deseaba
abandonar el pacto a costa de lo que
sea, ya que su tía un día antes le dijo que
soñó con la Santa Muerte vestida de novia y
con un niño en los brazos; como consecuencia
de todo lo que habían hecho, ella soñaba eso.

Así que para romper el “entierro” en el cementerio, nece-


sitaba la sangre de todos para bañar al “diablito”. Su petición
fue rechazada por todos, tratándolo de “cobarde y marica”.
Molesto, agarró a la fuerza la motocicleta Rebel de “Lombriz”
de uno de sus amigos asistentes y se fue al cementerio a “sacar
el entierro”.

110
Como no lo encontró regresó a la casa a pedir que le dieran la sangre de cada
uno. Todos se la negaron. A las 5 de la madrugada, desquiciado, comenzó a circu-
lar sin respetar los altos, y en céntrica calle, al volarse el alto, chocó brutalmente
contra un camión y perdió la vida instantáneamente teniendo apenas 18 años de
edad.

Su sepelio fue muy doloroso, pero no paró todo ahí. Posteriormente sus ami-
gos, algunos murieron en accidentes, otros se suicidaron, y los que sobre-
viven, tienen trastornos psicológicos. Yesi la propietaria de la ouija quiso
deshacerse de ella quemándola, pero misteriosamente volvía a aparecer
en su cuarto, en el mismo lugar donde la escondía.

Así que una conocida de ella, se enteró de lo sucedido y se


la pidió prestada, y al jugarla un extraño espíritu la poseyó, por
lo que no dejaba de gritar, y tuvo que ser llevada a la iglesia
San Juan Bautista de esta ciudad, donde un sacerdote le practicó
una “liberación”.

Como era fuerte lo que tenía, se la llevaron a un congreso de


exorcistas en el Estado de Campeche, donde ahí si la liberaron.
Quedó muy dañada de los nervios. Del entierro no se supo nada, de
la ouija se sabe que fue entregada a los sacerdotes en Campeche, y
ahí la destruyeron.
Los familiares al comentarle al exorcista todo lo que había sucedi-
do, les informó: “El precio de vender el alma es muy alto, el compra-
dor es implacable y paciente para cobrar y devorar a sus víctimas. La
tentación es grande, pero el precio a pagar nunca es barato”.

“Quien vende su alma al diablo es víctima de su propia debilidad y


ambición, sin importarle las consecuencias, sabiendo que en algún
momento tendrá que pagar su deuda. Así que termina perdiéndolo
todo y condenando su ser, destruyendo su vida y todo lo que más
amaba”.

Hechos básados en una historia real y por motivos de confidencialidad se


cambiaron los nombres.

111
LA CRUZ DORADA

Karina Tamallo Castillo

C
arlos llevaba años sin poner los pies en el pueblecito de
Santa Cruz donde creció. La grave situación económica
en la que vivía, lo obligó a desplazarse a Estados Unidos.
Donde trabajó arduamente para vivir un poco mejor. Por
desgracia tenía las horas contadas, se encontraba desahuciado.

Angustiado por saber que sus últimos días los pasaría en su pueblo
natal, sin saber la hora exacta en que su alma abandonaría este
mundo, pasaba las noches recordando su niñez. Cuando regresó de
los Estados Unidos, en la que antes fue su casa de pequeño.

Una noche antes de las celebraciones del día de muertos, decidió


salir a pasear para despejarse un poco. No le importó que ya hubie-
ran pasado las 12 de la noche, tenía que despejarse de sus angustias
e insomnio.

Distraído con la mente en otro lado, caminaba por los abandonados


caminos que llevaban al centro del pueblo, una pequeña iglesia que
se cerró varios años atrás por el grave deterioro que había sufrido su
tejado en una lluvia de granizo.

112
113
Santa Cruz antes era la última escala en la procesión del pueblo
vecino, que finalizaba llevando la Cruz Dorada desde la Iglesia que
había cerca de la plaza hasta allí. Pero cada vez eran menos los
habitantes de Santa Cruz y el pueblo parecía una fantasmagórica
visión de lo que Carlos recordaba de su niñez, por que nunca fue
restaurada.

Cuando se encontraba a escasos metros de la capilla, escuchó una


especie de cánticos. Su curiosidad lo acercó aún más, pero algo
en su interior le decía que debía esconderse. Un frío indescriptible
se le metió en los huesos y comenzó a sentir un fuerte olor a cera
quemada.

Instintivamente decidió ocultarse tras unos arbustos, para contem-


plar aterrado lo que parecía una romería fantasmal precedida por
un hombre que con la cara demacrada portaba la Cruz Dorada en
la mano.

Los demás integrantes eran aún mucho más aterradores, pues cla-
ramente podía verse que estaban muertos y sus rostros eran poco
más que unas calaveras que movían sus escalofriantes mandíbulas
mientras entonaban un rosario.

Todos los muertos portaban una vela en su mano. Todos los inte-
grantes fantasmales minutos después salían de la capilla en ruinas,
y su lento paso parecía dirigirles directamente a la casa de Carlos.

Carlos, tan asustado como intrigado, decidió seguir a distancia a la


cadavérica procesión, que cada vez se acercaba más a la que era su
casa, el lugar donde sufria de una lenta enfermedad.

Hasta que sorprendentemente uno de los esqueletos envuelto en


una túnica negra se acercó a la puerta de su casa y dejo una de las
velas.

114
Como hipnotizado, ante lo que veían sus ojos espero que la pro-
cesión de monjes muertos se alejara, se acercó a su casa y recogió
la vela que momentos antes habían dejado, y tal y como había apa-
recido la vela se esfumó en ese instante entre sus manos.

El resto de integrantes de esa procesión también parecieron evapo-


rarse en una extraña niebla a lo lejos. Todos menos el portador de
la Cruz, el primer integrante de la procesión de muertos que quedó
tendido en el suelo durante unos segundos.
Pasado ese tiempo se levantó, y con la cara totalmente descom-
puesta por el cansancio y como si su misma vida fuera gradual-
mente fuera absorbida por la compañía de los muertos, como un
sonámbulo comenzó a caminar en dirección al cementerio.

Carlos estaba tan petrificado por el miedo que no podía moverse


estaba helado pues el portador de la cruz se parecia a él, sólo el gri-
to desgarrador de una de sus hermanas le despertó del shock en el
que se encontraba. El grito confirmó sus más temidas sospechas: la
procesión de muertos había venido a reclamar un alma que habitaba
en su casa pero nunca imagino que se trataba la de él.

Corrió tan rápido como pudo hasta su habitación, prácticamente


toda la familia se encontraba en el cuarto llorando y orando delante
de su cuerpo que reposaba en la hamaca. Carlos ha muerto, excla-
maban su hermanos mientras salían de su cuarto.

Carlos entendió en ese momento que ya había muerto y que la


imagen que vio de si mismo cargando la Cruz Dorada no era más
que su alma uniéndose a la procesión de muertos con la que vagaría
eternamente reclamando el alma de otros moribundos.

115
El Alma Viviente se
Divierte en una Fiesta

Geny Milly Castillo

116
E
n una casita de bloques y techo de láminas, vivía Luciana,
una linda chica, única hija de don Pedro y doña Rubí. Esta
corta familia vivía de lo que producía el campo, pues don
Pedro era agricultor y sembraba de todo. Tenía todo en la
milpa: elotes, frijoles, calabazas, ibes, espelón, camote, macal, yuca,
en fin lo que produce una milpa; pero también tenía su hortaliza y
en ella tenía las verduras frescas como son tomates, rábanos, cilan-
tro, pepinos, sandías, chayotes, papas, chiles, repollos, colinabos, y
un sinfín de cosas, que solo una persona trabajadora puede producir.

Su hija Luciana le ayudaba a vender sus productos en la puerta de


su casa. Tenía su mesa llena de frutas y verduras y todo aquel que
pasaba, se detenía a comprar. Una tarde ya estaba oscureciendo,
Luciana se asomó a media carretera a dar cambio a un cliente y otro
que se estacionó de golpe la atropelló, causándole la muerte.

Ese fue el día más triste para aquella familia que acababa de perder
a su única hija. La vida de aquellos seres siguió su curso. Dos años
después dos jóvenes que fueron invitados a una fiesta pasaban por
el lugar y a lo lejos vieron a una muchacha que les pidió un aven-
tón pues era invitada a la misma fiesta. Sin pensarlo dos veces la
subieron.

Ella les contó que el camión no le dio parada. Platicando llega-


ron a la fiesta, fueron bien recibidos. La orquesta empezó a tocar
y bailaron casi toda la noche. Amaneciendo la muchacha se quiso
ir porque tenía mucho frío, uno de los jóvenes le dio su saco para
cubrirla, al rato después se marcharon.

Ella al bajar a unos metros de su casa quiso devolverles el saco, pero


el muchacho le dijo “no te lo quites, estas calurosa, vengo por él
otro día”, así la muchacha entró a su casa y ellos siguieron.

Al día siguiente, el joven fue a buscar a la muchacha para pedirle su


saco. Al tocar la puerta salió un señor que le preguntó ¿Qué desea

117
joven?, él contestó ¿está su hija?, dígale que vine por mi saco, ¿mi
hija? Hay joven mi hija hace dos años que murió.

¿Cuál? preguntó aquel muchacho, lo que el señor le contestó “la


única que tenía, Luciana tenía 15 años y me la atropellaron aquí en
la puerta”, asustado le dijo “¡No puede ser¡ si yo estuve con Luciana
en la fiesta de una amiga anoche, ella fue con nosotros en el carro,
porque el camión no le dio parada. Es más, cheque, para qué vea
mi saco, debe estar en su casa, no le estoy mintiendo, ella entró
aquí anoche”.

“Bueno si no me cree joven, pase usted a verlo si está su saco


pues se lo lleva y no ha pasado nada” afirmó el señor. Entró el joven
y en una silla de la cocina estaba su saco. El señor empezó a llorar,
pues no podía creer lo que estaba escuchando. Fue al altar y mostró
la foto de Luciana cerca de la cual había una veladora.

El joven sintió escalofríos, pues había viajado con una muerta y no


se dio cuenta “¡No puede ser!, si bailé con ella, la sentí tibia” dijo y
repitió ¡este señor está loco! Agarró su saco y salió apresuradamen-
te de la casa. Subió a su coche y se alejó, pero al llegar a la curva
apareció Luciana y le habló.

El joven ya no quería parar, pues ya no sabía si el señor estaba loco,


o la muchacha no quería que su papá la viera. Le pidió que la lleva-
ra y el aceptó. La subió y la llevó donde ella le dijo. Llegaron a un
portón grande, que según ella, era casa de sus abuelos.

Pidió que la bajaran, se acercó al joven para agradecerle el favor,


y éste le dio la mano, pero al soltarse los dedos de ella quedaron
pegados en la mano del joven, quien sacudió su mano para que ca-
yeran los dedos putrefactos de la muchacha.

En ese momento se escuchó un llanto muy lastimero que le decía


¡vete, vete, vete y no vuelvas por aquí nunca¡ lo que dijo mi padre

118
era verdad solo te doy un consejo, entra a la iglesia y reza un Padre
Nuestro y un Ave María para que yo pueda descansar, y te juro que
no volverás a verme, gracias por hacerme tan feliz la noche de la
fiesta y por este gran favor de haberme traído aquí, adiós, adiós.

Cuando dijo esto, se levantó una nube de polvo y desapareció. El


joven cumplió la encomienda de la muchacha y cuando salió de la
Iglesia se sintió libre y feliz, porque su amiga ya estaba en paz.

Esta historia termina cuando él va a casa de los papás de la


muchacha y prende tres veladoras, por cada una pide perdón a la
mamá y al abuelo, por haberse entrometido en la familia sin querer.
Se despidió tranquilo y se fue.

119
Fanático de Troles
y Duendes

Carolina Cauich Tamayo

120
M
ucho tiempo atrás vivía un chico que era un absolu-
to fan de los troles. Tenía la más increíble colección
de muchos troles, aluxes, duendes y demás nombres
con los que se le conoce a este singular personaje. Su
habitación parecía más un museo que el cuarto de un joven de su
edad. Era un chico tímido y muy reservado, y su extraña afición lo
puso en el punto de mira de un grupo de chicos indeseables que
había en su pueblo.

Este era un grupo de delincuentes juveniles que se divertían gol-


peando, robando y humillando al resto de muchachos, pero en su
caso el acoso era continuo y diario. Sabían que el nunca diría nada
a sus padres y eran lo suficientemente listos como para golpearlo
en lugares en los que no quedara marca o se taparan con la ropa.

Tan continuo fue el acoso, que acabó acostumbrándose y cuando lo


empezaban a molestar se alejaba del dolor pensando en su adorada
colección. En sus fantasías recorría un idílico mundo donde nada ni
nadie podían hacerle daño, y de esta forma aprendió a ignorar el
dolor y la humillación.

Los abusadores vieron cómo los llantos y quejidos se convirtieron


en una cara inexpresiva. Y lo que más los inquietaba, era que sus
ojos parecían como muertos, vacíos e indiferentes a las palizas que
recibía.

El líder del grupo comenzó a darse cuenta de que su comporta-


miento le hacía perder el respeto de los demás, que veían como era
incapaz de doblegarlo. El chico no se resistía, no luchaba, no lloraba,
era como si simplemente lo ignorara. Pero lo que era aún peor… ¡Le
daba miedo!.

No sabía el porqué, pero esos ojos inexpresivos con los que lo mi-
raba cuando lo golpeaban, simplemente le helaba la sangre. Un día

121
decidió acabar con el problema y organizó a su banda para seguir al
chico hasta su casa.

Aprovechando que sus padres llegaban tarde del trabajo, pretendían


infligirle tanto dolor que temblara cada vez que se acercaran a ellos.
Sabía que eso no lo podía hacer en la calle porque siempre podría
haber alguien que los delatara.

Y en las fechas en las que se celebran a los fieles difuntos el chico al


llegar a su casa lo primero que hizo fue ponerse cómodo y dispues-
to a admirar su colección de troles, como cualquier día normal. No
habían transcurrido ni dos minutos cuando en la puerta golpeaban.
Sin pensarlo abrió y, antes de que pudiera reaccionar, dos chicos de
la banda ya lo tenían inmovilizado por los brazos.

Los delincuentes entraron a su casa y cerraron la puerta, asegurán-


dose que nadie las hubiera visto. Arrastrándolo lo subieron hasta su
habitación y comenzaron a burlarse de su colección mientras des-
trozaban una por una sus figuras, sábanas o cualquier otro objeto
que encontraban en su paso.

Pero el chico ya se había evadido mentalmente. Sus ojos una vez


más se habían vuelto inexpresivos y parecían ajenos a todo dolor o
vejación. Probaron apagándole cigarrillos en la pierna, con cortes en
su piel, saltando sobre él… pero todo parecía inútil.

Esos ojos fijos, como perdidos, empezaron a atemorizar a todo el


grupo y algunas de ellos comenzaron a decir que era mejor irse, que
alguien podía llegar o cualquier otra excusa para ocultar la realidad,
¡Se morían de miedo!.

El líder no podía dejar las cosas así, y decidió acabar de una vez por
todas con el problema. -¿Sabes qué fue lo que dijo ese duendecillo?
– le dijo mientras metía una mano en el bolsillo.

122
Pero el chico no contestó y continuó inmerso en su mundo de fan-
tasía. - No puede decir nada – dijo el jefe del grupo – ¡Porque no
tiene boca! – y de repente sacó una navaja abierta del bolsillo, con
la que le comenzó a arrancar los labios al chico. Dejando su ropa,
sus sábanas y toda su habitación de troles manchados de sangre.
Pero contra todo pronóstico el chico ni se inmutó y continuó
mirándolo con esos ojos sin vida. El líder de la banda asustado co-
menzó a apuñalarlo en el pecho, le clavó incontables veces la navaja
hasta que murió escupiendo sangre y con los pulmones totalmente
perforados.

Las demás integrantes de la banda salieron corriendo, pensaron ir


a asustarlo, en ningún caso habían ido para asesinarlo. Pero igual-
mente eran cómplices y sabían que todos ellos podían ser juzgados.
Para ocultar las pruebas que hubieran podido dejar, el líder prendió
fuego a la habitación y en pocos minutos, era toda la casa la que
estaba en llamas.

Pero por más que corrieran o se ocultaran nunca podrían escapar de


lo que habían hecho, y sin saberlo habían despertado una sed de
venganza que el chico no pudo cobrarse en vida, pero sí lo haría en
la muerte y desde el más allá como un fantasma siempre en víspe-
ras del día de muertos.

Todas ellos empezaron a tener horribles pesadillas en las que


podían ver los ojos inexpresivos del chico asesinado mirándolos fi-
jamente. Pero eso no fue más que el principio, cuanto más fuerte
era el fantasma, más poder ejercía sobre ellos, y un día comenzó el
verdadero sufrimiento.

Sin saber cómo, los asesinos comenzaron a sentir que cada vez
les costaba más abrir la boca, hasta que un día despertaron con la

123
boca como si estuviera sellada. No podían hablar, no podían comer,
ni beber, y por más que intentaban forzar las mandíbulas, no eran
capaces de despegarlas.

El líder fue la primero que sintió el efecto y el primero en darse


cuenta al mirarse al espejo que su boca parecía difuminarse, como
si se estuviera borrando, hasta finalmente desaparecer.

Parecían un dibujo de algun duende de los que estaban en el cuarto


de su victima, en el que no existía la boca en el rostro del duende.
Por supuesto que nadie más aparte de ellos podía ver que su cara
no tenía boca. Era como si el fantasma jugara con su mente tortu-
rándolos.

En un par de días los abusadores se empezaron a sentir mal, no


podían beber y comenzaban a sentir los síntomas de la deshidrata-
ción, tenían terribles dolores de cabeza y en sus delirios veían los
ojos inexpresivos del chico mirándolos fijamente en cualquier lugar.

Podían sentir como los golpeaban pero no podían gritar, y lo que


era aún más inquietante, una especie de fuerza malévola les impe-
día pedir ayuda. Poco a poco fueron sucumbiendo, rindiéndose al
dolor y sus ojos fueron perdiendo brillo, perdiendo vida y volviéndo-
se tan inexpresivos como los del chico al que humillaron, golpearon
y finalmente asesinaron.

Cuando se iban rindiendo su mente abandonaba su cuerpo y en-


traban en un coma irreversible. Su mente se evadía y llegaban a un
idílico lugar lleno de flores y pequeñas muñecos de duendes y troles
que jugaban y saltaban divirtiéndose. Era el mundo imaginario en el
que el chico asesinado se evadía del dolor.

El líder de la banda fue el último en doblegarse y caer en un coma


profundo. A los pocos segundos de llegar a aquel paradisíaco lugar,
el cielo se oscureció y decenas de troles que jugaban distraídos se

124
giraron hacía él mirándolo fijamente, con los mismo ojos sin vida
que los del chico.

Había comenzado su verdadero sufrimiento, pues en este mundo


no había como escapar del dolor y el chico torturado se aseguraría
de que no cesara el dolor hasta que alguien los desconectara de las
máquinas que las mantenían con vida en el mundo real, en un coma
profundo del que nunca despertarían.

125
EUSTACIA LA NOVIA
DE LA HACIENDA

Geyder Canto Rodríguez

126
G
uillermo muy tarde aquella noche había llegado al munici-
pio de Motul para trabajar en la hacienda de Dzununcan.
Un amigo lo había recomendado.

Estando en los pasillos donde seleccionaban a los trabajadores, re-


cordó su salida de la ciudad de Mérida, hasta que le tocó su turno.
Fue uno de los admitidos por el capataz para trabajar en la hacienda.
Todos los seleccionados eran citados para que se presentaran a la
mañana siguiente.

Luego del largo viaje, cansado y hambriento se detuvo Guillermo en


una tiendita, para comprar algo para comer. Pasaría la noche en Mo-
tul para partir la mañana siguiente hacia Dzununcán.

Comenzaba a amanecer y Guillermo aún no le tomaba el sueño,


pensando que estaba muy lejos de sus padres, a los que no vería por
un largo tiempo, y sin imaginar cómo cambiaria su vida a partir de su
llegada.

Restaba poco para que amaneciera, desenrolló su cobertor y se tapó


con él. Al despertar buscó el papel del contrato que le habían entre-
gado por el capataz que le autorizaba su entrada a la hacienda, para
ponerse a las órdenes del patrón, y partió con sus nuevos compañe-
ros.

Llegando a la hacienda su amigo que lo recomendó le había co-


mentado que buscara a Salvador, quien le daría un techo mientras
trabajaba en la hacienda. Despistado y sin conocer a nadie trataba
de buscar que lo guiaran, hasta que atrás de él se dibujo una sombra
que se bordeo a sus pies, era una bella mujer que lo observaba con
curiosidad, era Eustacia, la mujer más joven y más guapa que vivía
en la hacienda, a la cual la gente le llamaba la novia de la hacienda.

Él se presentó y preguntó “buenos días señorita mi nombre es Guiller-


mo, tengo que ubicar a Salvador, soy nuevo en la hacienda y él me
debe de dar un lugar donde vivir mientras trabajo aquí”.

127
La bella chica contestó “buenos días mi nombre es Eustacia y sí co-
nozco donde vive Salvador... pero primero venga a tomar un choco-
late, lo invitó la hermosa mujer y Guillermo sorprendido aceptó gus-
toso, comiéndose también un pedazo del pan que estaba en la mesa
le platicaba de donde venia, antes de partir hacia la casa de Salvador
donde ella misma lo llevaría.

Al llegar hasta donde vivía Salvador, Guillermo se despidió de Eustacia


agradeciéndole el desayuno y que lo hubiera ayudado a buscar la casa
donde se hospedaría. Ese día fue de ardua labor para Guillermo, sa-
liendo muy de noche de la hacienda junto a sus nuevos compañeros.

Al día siguiente, a la hora del almuerzo llegaron las mujeres con


las comidas, y Guillermo miraba con tristeza aquel espectáculo, hasta
que vio aparecer sorprendido a Eustacia... “Aquí le traigo algo para su
almuerzo”, dijo la joven y hermosa mujer. Desde ese día nació algo
más de la amistad que ya tenían y fue cambiando hasta convertirse
en amor para los dos.
El 18 de diciembre de 1941, Guillermo formalizó su noviazgo con Eus-
tacia y la boda sería en la misma hacienda, en la pequeña capilla que
allí había. El día acordado para la boda, a las 5 de la tarde, el novio
se había retrasado por que vendría desde el lugar de donde él era, su
natal Mérida.

Pasada la hora citada llegó el cura a la hacienda y el Oficial del Re-


gistro Civil. A los siguientes minutos apareció la novia, admirada por
todos por su belleza y hermosura. Pasaban los minutos y el sol termi-
naba de ocultarse tras los árboles de cedro. El olor de sosquil y de ra-
món eran mudos testigos del crudo y trágico acontecimiento final que
ocurriría más tarde. El novio no llegaba y eso comenzó a inquietar a
todos. “¡Yo lo iré a buscar!”, dijo uno de sus compañeros de Guillermo.

En ese momento Eustacia se tomó el rostro presintiendo algo malo.


Hasta que se escuchó una voz que traía la noticia que acabaría con
sus ilusiones, “¡Mijita!, ¡lo siento!, ¡lo siento! gritaba su madre, quien

128
agregó “Guillermo viene muy mal herido, se volcó de la carreta en
la que venía y cayó en uno de los baches del camino y rodó hasta el
fondo!”.

Cuando el cuerpo de Guillermo fue traído hacia ella, exhaló sus últi-
mos suspiros en los brazos de su amada debajo, del arco que había
en la entrada de la hacienda ante los invitados que habían quedado
congelados por el evento que presenciaban sus ojos.

“¡Es la maldición de la hacienda! ¡Se puso celosa de Eustacia cuan-


do vio que Guillermo se nos casaba!”, comenzaron a gritar los más
cercanos a ellos y más ancianos, Al escucharlos, Eustacia sintió un
escalofrió que la congelaba y la inmovilizaba, sacando fuerzas de su
flaqueza rencor y odio que sentía en esos momentos de la hacienda
por lo que había escuchado corrió y se adentro en ella.

Gritando “¡Maldita...te maldigo mil veces... te robaste al amor de mi


vida... te maldigo!” gritaba hasta que su voz se perdía con el viento.
Aquella noche de espanto y consternación por tal acontecimiento no
fue olvidada jamás por los habitantes y vecinos.

Nadie pudo encontrar a Eustacia. Desde entonces y hasta la fecha


los que pasan cerca a altas horas de la noche, creen ver y escuchar-
la, rondando, gritando, maldiciendo y mencionando el nombre de su
amado Guillermo con su rostro pálido y su vestido lleno de sangre. Los
que le han visto aseguran que extiende sus brazos hacia ellos, tal vez
buscando a su amor que le fue arrebatado para siempre.

129
¡Alma Cristiana sal
de este mundo!

Jesús Hernán Puerto Simá

130
L
o siguiente ocurrió en el año 2010, durante el entierro de un
Hermano Adorador Nocturno, el Sr. Rutilio Estrella Ruíz, en el
cementerio de esta ciudad.

Después de partir de la funeraria, realizando las oraciones


pertinentes de la Asociación, el cortejo fúnebre llegó al cementerio
para depositar en la tumba sus restos humanos, ante centenares de
familiares y amigos presentes. Antes de realizar esto, como símbo-
los de la Adoración Nocturna, su presidente el Sr. Anacleto Pech se
dispuso a colocarle al cuerpo del Sr. Rutilio el Distintivo Nacional de
pertenencia a la Asociación, como lo indican los estatutos; una vez
terminado esto se procedió a realizarle las oraciones para la buena
muerte, dentro de las cuales se menciona una en particular: “Re-
comendación del Alma”. Ya por la amistad del Hno. Anacleto con el
Hno. Rutilio la nostalgia afloraba, entonces se me pidió que reali-
zara la lectura de dicha oración, a lo cual accedí. Todo comenzó en
calma, los responsorios, las letanías todo transcurría normalmente,
hasta que llegada la parte en donde se recita: ¡Alma Cristina, sal
de este mundo! Intempestivamente se presentó un viento fuerte,
raro, porque en ese momento hacía un sol inclemente del cual no
se encontraba resguardo; y sucedió en ese viento, al menos a un
servidor me dio la sensación de despedida, como de un abrazo fra-
ternal, como si nos hubiese dicho: “pronto nos volveremos a ver, no
estén tristes”. Fue una sensación de unos 15 segundos, algo rápido.
Ya una vez acabado, continuamos con las oraciones y todo siguió su
curso normal.

131
Las ánimas nos
enseñan a respetarlas.

Jesús Hernán Puerto Simá

132
U
no de los sepultureros de la ciudad, nos relató que hace unos
años, un 2 de noviembre como las 8 de la noche, cuando
se disponían a cerrar el cementerio, pues habían acabado el
horario de visita, al dar su rondín; antes de llegar al último pasillo,
escuchó voces que provenían de ese pasillo. Advirtiendo que no
había gente en el interior del Campo Santo, por lo que se detuvo a
escuchar, ya que se percibía como si hubiera una gran cantidad de
gente y con claridad escuchó como una persona decía a las demás,
“a este no le trajeron veladoras pónganles unas” y seguidamente se
escuchó como si estuvieran acomodándolas y moviendo los frascos
que se emplean para las flores.

Aseguró que se escuchaba como si fueran voces de viejitos,


que eran ánimas que en esos días se encuentran libres, por lo que
optó por retirarse y dejar que continúen con su labor. Cerrando el
cementerio general se retiró junto con el otro sepulturero.

Nos confió que la mayoría de las personas visitan a sus di-


funtos y mantiene en buen estado las tumbas, recordó que existen
a quienes nunca se visita y se mantienen abandonadas. Finalizó
diciendo que si no les hacemos caso a esas tumbas abandonadas,
ellos si lo ven y comparten sus flores y velas entre sí, como para
darnos el ejemplo de que debemos atenderlos aun que se encuen-
tren en otra vida ya que tarde o temprano todos nos dirigimos hacia
ese mismo camino.

133
Leyendas Mitos y Creencias
de Motul y Yucatán

La presentación y disposición en conjunto son propiedad del editor. ©

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torización por escrito del editor.

José Valerio Buenfil y Méndez

La Voz de Motul: Semanario de Información y Análisis. Revista fundada el 13 de mayo del 2006. Editor
Responsable: José Valerio Buenfil y Méndez. Leyendas, Mitos y Creencias de Motul y Yucatán. Certificado
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