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M A R Z O • A B R I L • M A Y O 2 0 0 6
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CORREO Y BANDERA
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AURELIO ARTURO, LA PALABRA DEL HOMBRE
Ensayo de William Ospina
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Fotografías archivo particular
Al conmemorarse el centenario del nacimiento de uno de los
más importantes y menos conocidos poetas colombianos,
Aurelio Arturo, publicamos el texto que escribió William Ospina
¿POR QUÉ ESCRIBO? sobre el autor y su obra. Cabe señalar que fue el primer ensayo
Texto de George Orwell que escribió Ospina y que con él ganó el concurso de ensayo
Ilustraciones de Giovanni Clavijo Aurelio Arturo de la Universidad de Nariño, en 1982.
Los motivos de un gran escritor para asumir su oficio
son el tema de este texto del inglés, nacido en India,
George Orwell, autor entre otros libros de 1984 y Rebelión
en la granja. Se trata de su declaración de principios
acerca de la escritura.
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CIUDADES CALCADAS
Poema de Darío Villegas
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ARTE, VERDAD Y POLÍTICA
Discurso de agradecimiento de Harold CAMILO TORRES:
Pinter al recibir el premio Nobel de SACERDOTE REVOLUCIONARIO
literatura 2005 Texto de Luis Carlos Muñoz Sarmiento
Ilustraciones de Carlos Santa Fotografías archivo El Tiempo
Un texto directo, político, estético, ético. Un A los 40 años de la muerte del sacerdote revolucionario
documento fundamental sobre el arte y la Camilo Torres Restrepo, es importante mirar lo que él decía,
política en el mundo de hoy. hacía y pensaba.
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EL ARTE DE DEDICAR LOS LIBROS
Texto de Johann Rodríguez-Bravo ¿AGUA PARA LA VENTA?
Ilustraciones de Lina María Parra Ensayo de Clara Nieto de Ponce de León
Desde hace varios años Johann Rodríguez enviaba reseñas y textos a Fotografías de Aldo Brando
Número. Era un ser querido, amable, trabajador, empeñado en sacar A partir del análisis de la privatización del agua en América
adelante su trabajo como escritor. A mediados de diciembre del 2005 Latina, Clara Nieto, lúcida mujer que ha desempeñado un papel
nos trajo este texto. Johann murió a comienzos del pasado mes de importante en la defensa de los derechos fundamentales en
enero, a los 25 años de edad. No le alcanzó el tiempo para cumplir Colombia, se adentra en el análisis social y político de la región.
un trabajo que anuncia, con sarcasmo, al final de este texto: «Ya
tendré tiempo para hacer un trabajo más crítico: Las dedicatorias,
claves y símbolos para entender un porqué; Las dedicatorias en el
Renacimiento y el Barroco; Las dedicatorias en el envío de las baladas
de François Villon. Aún me quedan preguntas en salmuera, tal vez las
responda en ese trabajo de mayor envergadura que desde ahora anun-
cio».Ver en la edición 39 de Número su cuento «Chat».
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MARZO 14
«Me declaro impedido físicamente»
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EL ESPADACHÍN MANCO
Crónica y fotografías de Diego García Moreno
Relato del cineasta Diego García en el que narra las peripecias
de un colombiano que trata de ejercer su derecho al voto en
Chicago, y de cómo se queman las urnas en el Chocó.
Cuento de Antonio López Ortega
Ilustraciones de Juan Manuel Ramírez
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RESEÑAS
Lecciones para una liebre muerta, de Mario Bellatín, por Juan Sebastián Cárdenas; El payaso interior, de Fernando González, por Alberto Quiroga;
Diario de un gobernador secuestrado, de Guillermo Gaviria Correa, por Herbert «Tico» Braun; Polvos en La Arenosa, de Adlai Stevenson, por
Joaquín Mattos Omar; Walter Benjamin y su ángel, de Gershom Scholem, por Nicolás Ordóñez Carrillo; Del realismo mágico al realismo trágico, de
Hugo Chaparro Valderrama, por Andrés Arias; Barichara, fotografías de Mateo Pérez Cardona, por Guillermo Santos; Pistoleros / Putas y dementes
(greatest hits), de Efraim Medina Reyes, por Jorge Louis Caicedo León; Miradas a la Universidad Nacional de Colombia, varios autores, por Ricardo
Rodríguez Morales; Oriente empieza en El Cairo, de Héctor Abad Faciolince, por Carla Bocchetti.
Nuestra carátula
NÚMERO 48 Director: GUILLERMO GONZÁLEZ URIBE
Buritaca, fotografías de Aldo Brando
Gerente - Editora: ANA CRISTINA MEJÍA entramos saltando al estadio. Allí nos esperaban las cámaras de
Diseño y diagramación: LEMOINE COMUNICACIÓN
F MTV para que les enviáramos un saludo a nuestros ídolos. Luego
Secretaria ejecutiva: MAGDA SANDOVAL
Supervisión de distribución: DAVID INFANTE
corrimos hacia el campo y nos dividimos en dos grupos. Uno se fue
Suscripciones: CONSUELO VALBUENA hacia delante, muy cerca del escenario, coronado por una pantalla
Mercadeo: MELISSA MUÑOZ
Corrección: ELKIN RIVERA gigantesca, y el otro se quedó en el centro del campo, a donde, en
Impresión: PANAMERICANA FORMAS E IMPRESOS S.A. algún momento, llegaría la tarima con los cuatro monstruos. A las
F
Distribución y ventas: Revista NÚMERO y DISTRIBUIDORAS UNIDAS cinco y media abrió La 25, el primero de los tres grupos locales que
F sirvieron como teloneros. A las seis y media tocaron Las Pelotas y
Número agradece a todas las personas y entidades
que en una u otra forma apoyan este proyecto. a las ocho, Los Piojos. Y allí fue Troya, porque entonces supimos
F
Carrera 21 No 85-40 • Teléfonos 635 8012 / 13
y entendimos lo que son los famosos rollingas argentinos. Nuestro
Página web: www.revistanumero.com • e-mail: numero@elsitio.net.co grupo fue pulverizado. Yo, que soy pequeña, quedé en medio de una
Bogotá, Colombia.
F manada de gigantes argentinos sin camisa, con tatuajes de lenguas
Miembros de Número: William Ospina, poeta; Antonio Morales, periodista; chupándome por todas partes y sudando a mares. La multitud se
Ana Cristina Mejía, traductora; Guillermo González Uribe, periodista;
Luis Ángel Parra, editor; Liliana Tafur, periodista; Lucas Caballero, periodista; movía hacia atrás y hacia delante, yo subía y bajaba con cada nueva
Liliana Vélez, filósofa; Víctor Laignelet, pintor; Carlos Duque, publicista, y Wally Swain, embestida y decidí relajarme y dejarme llevar. «Si aún no entran
experto en telecomunicaciones.
F Los Stones, no me imagino lo que me espera para el resto de la
Tarifa Postal Reducida Nº 1368 de Adpostal. Vence en diciembre de 2004
ISSN 0121-7828 • Licencia del Ministerio de Gobierno, Resolución 1237 de 1993
noche», pensé. Afortunadamente, una de esas oleadas me llevó
Corporación Revista Número según Resolución 023 del 19 de enero de 1995. hacia dos de mis compañeros colombianos. Los agarré con todas
F
© 2005 Número. Prohibida la reproducción parcial o total de los materiales de esta mis fuerzas y, cuando me faltó el aire, los empujé hacia un extremo
revista sin autorización escrita de los editores. Número no se hace responsable por la con el fin de reservar energías para el platillo principal. Teníamos
devolución de materiales no solicitados.
F la ropa completamente mojada. Nos encontramos con un vendedor
Contactos en el exterior
Alemania: Claudia Zea, claudiazea@gmx.de
de paletas que nos cayó del cielo. Hubo una pausa como de media
Quito, Ecuador: Roberto Rubiano Vargas, hora. Nos fuimos metiendo entre la gente, hasta quedar como a diez
rrubiano@uio.satnet.net
Ottawa, Canadá: Anna María Salvetti, asalvet@sympatico.ca metros del escenario. De pronto se apagaron las luces y el estadio,
Italia: Mauricio García, magamacol@yahoo.com cargado con 60 mil personas, estalló emocionado. Sonaron las
Francia: Leonor Fry, leonorfry@yahoo.fr
Barcelona, España: Vivian Newman, vivinewman@hotmail.com primeras notas de Jumpin’ Jack Flash.
Suecia: Camilo García, camilo05@hotmail.com Carlos, uno de los colombianos con los que me había encontrado,
Austin, Texas: Donna de Cesare, ddecesare@mail.utexas.edu
Boston: Ángela Pérez, aperez@brandeis.edu me rodeó con sus brazos fuertes y sus 1,77 metros de estatura.
Guatemala: Guillermo Padilla, guipadillar@hotmail.com
Juntos, nos lanzamos frenéticos y delirantes hacia Mick Jagger,
vestido con su chaqueta rojo brillante. No me importaban los
C O R R E 0 argentinos con promedio de 1,85 de estatura que me rodeaban,
brincando y empujando enloquecidos en lo que era una verdadera
MIS PIEDRAS Y MIS BUENOS AIRES licuadora humana. Yo vivía mi propia locura y estaba dispuesta a
Bogotá, 26 de febrero del 2006 matar o morir. A nuestro lado surgían, entre los cuerpos, muchachas
«A Sandro, para que le dé piedra». pálidas que eran arrastradas o empujadas por sus acompañantes
para llevarlas a un lugar seguro. Faltaba el aire y sobraba la emoción.
Allí estábamos reunidos: locutores de radio, ingenieros civiles, Jagger sacó a relucir su español para recordarle al que le diera
electricistas, ingenieros de sistemas, publicistas, actores, economistas, la gana que habían pasado ocho años desde la última vez. «Los
gestores culturales, músicos y otros, todos con un objetivo común: extrañamos mucho», dijo, y siguió cantando y tocando con toda la
inyectarnos, en vivo y en directo, una dosis personal de Los Rolling energía que tres días atrás le habían inyectado casi dos millones
Stones. Todos nos mirábamos con desconfianza, sin entender de brasileños en la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, en el
cómo era posible que estos otros también fueran a lo mismo. Y yo «Show mais grande do mundo». Con esa energía sonaron It’s Only
creyéndome la única adicta con suerte de conseguir una entrada para Rock n’Roll (but I like it), Shattered y Oh, No, Not You Again. En algún
ver el concierto más grande del universo. ¡Y eso que no estuve en momento, en medio de la veintena de canciones que nos regalaron,
Brasil! Zoe, otra adicta peor que yo, se había encargado de dañarme Jagger dijo: «¿Están calientes? Después del show nos damos una
los planes y les había conseguido entradas a todos. Así que, pasadas ducha juntos». En ese instante me llegó una oleada de viento helado
las dos de la madrugada, partimos con rumbo a Buenos Aires. que me refrescó y me dio un segundo
Cuatro días más tarde, después de recorrer las calles de una aire para acompañarlos hasta el final y
ciudad que todavía no entendía, luego de habernos perdido en la desear con todas mis fuerzas que lo de
rumba profunda de su vida nocturna, llegó por fin la esperada hora la ducha con Mick se hiciera realidad.
cero. El día del concierto, frente al estadio Monumental de River Siguió con Tumbling Dice, juego de
Plate, a las dos de la tarde y con un calor de 35 °C, estábamos dados que ayuda al parecido que hasta
haciendo cola detrás de unas cuatro mil personas de todas las Ron Wood establece con Exile on Main
edades que habían empezado a llegar desde la noche anterior. Street. Y conste que no soy una erudita.
Llevábamos puestas las camisetas que Zoe nos había entregado en Cuando llegó el turno de Rain Fall Down,
el aeropuerto: en el frente la boca y la lengua pintadas con la bandera no pude dejar de recordar al autor de mi
de Argentina, y en la espalda la boca y la lengua pintadas con la adicción: un adicto peor que yo y que
bandera colombiana y la palabra Colombia. La gente nos reconocía muchos de los que estábamos allí: mi
con facilidad y nos saludaba con cariño. Tengo que admitir que los amigo Sandro Romero Rey, a quien por
argentinos me sorprendieron… estar buscando lo que no se le había
Pero regresemos a los 35 °C, porque fueron tres horas y media perdido, lo dejó el avión. Pero volvamos a
de espera que, a esa temperatura, parecían más de diez. Por fin, lo que vinimos: Jagger besó su armónica
Lecturas recobradas
D
esde muy corta edad, quizá desde los cinco o seis trataba de un tigre y que el tigre tenía «dientes como de carne»,
años, supe que cuando fuese mayor sería escritor. frase bastante buena, aunque imagino que el poema sería un pla-
Entre los diecisiete y los veinticuatro años traté de gio de «Tigre, tigre», de Blake. A mis once años, cuando estalló la
abandonar ese propósito, pero lo hacía dándome guerra de 1914-1918, escribí un poema patriótico que se publicó
cuenta de que con ello traicionaba mi verdadera naturaleza y que en el periódico local, lo mismo que otro, de dos años después,
tarde o temprano habría de ponerme a escribir libros. sobre la muerte de Kitchener. Cuando ya era un poco mayor,
Era el segundo de tres hermanos, pero me separaban de cada escribí malos e inacabados «poemas de la naturaleza» en estilo
uno de los dos cinco años y apenas vi a mi padre cuando cumplí georgiano. También, unas dos veces, intenté escribir una novela
ocho. Por ésta y otras razones era muy solitario, y pronto fui corta que fue un impresionante fracaso. Esa fue toda la obra con
adquiriendo desagradables hábitos que me hicieron impopular aspiraciones que pasé al papel durante todos aquellos años.
en mis años escolares. Tenía la costumbre de inventar historias No obstante, en ese tiempo me lancé de algún modo a las acti-
y sostener conversaciones con personas imaginarias, y creo que vidades literarias. Por lo pronto, con material de encargo que pro-
desde el principio se mezclaron mis ambiciones literarias con duje con facilidad, rapidez y sin que me gustara mucho. Aparte
la sensación de estar aislado y de ser menospreciado. Sabía que de los ejercicios escolares, escribí Vers d’occasion, poemas semicó-
las palabras se me daban bien, así que podía enfrentarme con micos que me salían en lo que me parece ahora una asombrosa
hechos desagradables creándome una especie de mundo privado velocidad —a los catorce escribí toda una obra teatral rimada,
en el que podía obtener ventajas a cambio de mi fracaso en la una imitación de Aristófanes, en una semana, aproximadamen-
vida cotidiana. Sin embargo, el volumen de escritos serios, es te— y ayudé en la redacción de revistas escolares, tanto en los
decir, realizados con intención seria, que produje en toda mi manuscritos como en la impresión. Esas revistas eran de lo más
niñez y en mis años adolescentes no llegó a una docena de pági- lamentablemente burlesco que pueda imaginarse, y me molestaba
nas. Escribí mi primer poema a la edad de cuatro o cinco años menos en ellas de lo que ahora haría en el más barato periodismo.
(se lo dicté a mi madre). Tan sólo recuerdo de esa «creación» que Pero junto a todo esto, durante quince años o más, llevé a cabo un
ejercicio literario: imaginar una «historia» continua de mí mismo, librará por completo. Su tarea, sin duda, consistirá en disciplinar
una especie de diario que existía sólo en la mente. Creo que ésta su temperamento v evitar atascarse en una edad inmadura, o en
es una costumbre en los niños y adolescentes. Siendo todavía algún perverso estado de ánimo: pero si escapa de todas sus pri-
muy pequeño, me figuraba que era, por ejemplo, Robin Hood, y meras influencias, habrá matado su impulso de escribir. Dejando
me representaba a mí mismo como aparte la necesidad de ganarse la
héroe de emocionantes aventuras, vida, creo que hay cuatro grandes
pero pronto mi «narración» dejó motivos para escribir, en especial
de ser groseramente narcisista y se para escribir prosa. Existen en diver-
hizo cada vez más la descripción so grado en cada escritor, y concre-
de lo que yo estaba haciendo y de tamente en cada uno de ellos varían
las cosas que veía. Durante algunos las proporciones de vez en cuando,
minutos me fluían por la cabeza según el ambiente en que vive. Estos
cosas como éstas: «Empujó la puer- motivos son los siguientes:
ta y entró en la habitación. Un rayo 1. Egoísmo agudo. Deseo de pare-
amarillo de luz solar, filtrándose por cer listo, de que hablen de uno, de
las cortinas de muselina, caía sobre ser recordado después de la muer-
la mesa, donde una caja de fósforos, te, resarcirse de los mayores que lo
medio abierta, estaba junto al tintero. despreciaron a uno en la infancia,
Con la mano derecha en el bolsillo, etc., etc. Es una falsedad pretender
avanzó hacia la ventana. Abajo, en la que no es éste un motivo de gran
calle, un gato con piel de concha per- importancia. Los escritores compar-
seguía una hoja seca», etc., etc. Este ten esta característica con los cien-
hábito continuó hasta que tuve unos tíficos, artistas, políticos, abogados,
veinticinco años, cuando ya entré en militares, negociantes de gran éxito,
mis años no literarios. Aunque tenía o sea, con la capa superior de la
que buscar, y buscaba las palabras humanidad. La gran masa de los
adecuadas, daba la impresión de seres humanos no es muy egoísta que
estar haciendo ese esfuerzo descrip- digamos. Después de los treinta años
tivo contra mi voluntad, bajo una de edad abandonan la ambición indi-
especie de coacción que me llegaba vidual —muchos casi pierden inclu-
del exterior. Supongo que la «narra- so la impresión de ser individuos y
ción» reflejaría los estilos de los viven para otros, o sencillamente los
escritores que admiré en diferentes ahoga el trabajo. Pero está también
edades, pero recuerdo que siempre la minoría de los bien dotados, los
tuve la misma meticulosa calidad descriptiva. voluntariosos decididos a vivir su propia vida hasta el final, y los
Cuando tuve unos dieciséis años, descubrí de repente la ale- escritores pertenecen a esta clase. Habría que decir los escritores
gría de las palabras; por ejemplo, los sonidos y las asociaciones serios, que suelen ser más vanos y egoístas que los periodistas,
de palabras. Unos versos de El paraíso perdido, que ahora no me aunque menos interesados por el dinero.
parecen tan maravillosos, me producían escalofríos. En cuanto 2. Entusiasmo estético. Percepción de la belleza en el mundo
a la necesidad de describir cosas, ya sabía a qué atenerme. Así, externo o, por otra parte, en las palabras y su acertada com-
está claro qué clase de libros quería escribir, si puede decirse binación. Placer en el impacto de un sonido sobre otro, en la
que entonces deseara yo escribir libros. Lo que más me apetecía firmeza de la buena prosa o el ritmo de un buen relato. Deseo de
era escribir enormes novelas naturalistas con final desgraciado, compartir una experiencia que uno cree valiosa y que no debería
llenas de detalladas descripciones y símiles impresionantes, así perderse. El motivo estético es muy débil en muchísimos escri-
como también llenas de trozos brillantes en los cuales se utiliza- tores, pero incluso un panfletario o el autor de libros de texto
rían las palabras, en parte, por su sonido. Y la verdad es que la tendrá palabras y frases mimadas que lo atraerán por razones no
primera novela que llegué a terminar, Días de Birmania, escrita a utilitarias; o puede darles especial importancia a la tipografía, la
mis treinta años pero que había proyectado mucho antes, es más anchura de los márgenes, etc. Ningún libro que esté por encima
bien esa clase de libro. del nivel de una guía de ferrocarriles estará completamente libre
Doy toda esta información de fondo porque no creo que se de consideraciones estéticas.
puedan captar los motivos de un escritor sin saber antes su desa- 3. Impulso histórico. Deseo de ver las cosas como son con el
rrollo al principio. Sus temas estarán determinados por la época fin de hallar los hechos verdaderos y almacenarlos para la pos-
en que vive —por lo menos esto es cierto en tiempos tumultuo- teridad.
sos y revolucionarios como el nuestro—, pero antes de empezar 4. Propósito político (empleo la palabra «político» en el senti-
a escribir habrá adquirido una actitud emotiva de la que nunca se do más amplio posible). Deseo de empujar al mundo en cierta
puede uno evitar escribir sobre esos temas. Todos escriben sobre
ellos de un modo u otro. Es sencillamente cuestión del bando
que uno toma y de cómo se entra en él. Y cuanto más consciente
se es de su propia tendencia política, más probabilidades se tie-
nen de actuar políticamente, sin sacrificar la integridad estética
e intelectual.
Lo que más he querido hacer durante los diez años pasados
ha sido convertir los escritos políticos en un arte. Mi punto
de partida siempre es la lucha contra la injusticia. Cuando me
siento a escribir un libro, no me digo: «Voy a hacer un libro
de arte». Escribo porque hay alguna mentira que quiero dejar
al descubierto, algún hecho sobre el que deseo llamar la aten-
ción. Y mi preocupación inicial es lograr que me oigan. Pero
no podría realizar la tarea de escribir un libro, ni siquiera
un largo artículo de revista, si no fuera también una expe-
riencia estética. El que repase mi obra verá que, aun cuando
dirección, de alterar la idea que tienen los demás sobre la clase es propaganda directa, contiene mucho de lo que un político
de sociedad que deberían esforzarse en conseguir. Insisto en que profesional consideraría irrelevante. No soy capaz de aban-
ningún libro está libre de matiz político. La opinión de que el donar por completo la visión del mundo que adquirí en mi
arte no debe tener nada que ver con la política ya es, en sí misma, infancia, ni tampoco quiero hacerlo. Mientras siga vivo y con
una actitud política. buena salud, continuaré dándole mucha importancia al estilo
Puede verse ahora cómo estos impulsos luchan unos contra en prosa, amando la superficie de la Tierra, y complaciéndome
otros y cómo fluctúan de una persona a otra y de una época a en objetos sólidos y trozos de información inútil. De nada me
otra. Por naturaleza —tomando «naturaleza» como el estado al serviría intentar suprimir ese aspecto mío. Mi tarea consiste
que se llega cuando se empieza a ser adulto—, soy una persona en reconciliar mis arraigados gustos y aversiones con las acti-
en la que los tres primeros motivos pesan más que el cuarto. vidades públicas, no individuales, que esta época nos obliga a
En una época pacífica podría haber escrito libros ornamentales todos a realizar.
o simplemente descriptivos y casi no habría considerado mis No es fácil. Suscita problemas de construcción y de lengua-
lealtades políticas, pero me he visto obligado a convertirme en je e implica de un modo nuevo el problema de la veracidad.
una especie de panfletista. Primero estuve cinco años en una He aquí un ejemplo de la clase de dificultad que surge. Mi
profesión que no me sentaba bien (la Policía Imperial India, en libro sobre la guerra civil española, Homenaje a Cataluña, es,
Birmania), y luego pasé pobreza y tuve la impresión de haber fra- desde luego, decididamente político, pero está escrito en su
casado. Esto aumentó mi aver- mayor parte con cierta atención
sión natural contra la autoridad GEORGE ORWELL [Eric Arthur Blair] (Motihari, India, 1903 – Londres, a la forma y bastante objetividad.
y me hizo darme cuenta, por 1950). Escritor británico. Enfermo y luchando por abrirse cami- Procuré decir en él toda la verdad
primera vez, de la existencia de no como escritor, sufrió durante varios años la pobreza, primero sin violentar mi instinto literario.
las clases trabajadoras, así como en París y más tarde en Londres. Fruto de esta situación es su Pero entre otras cosas contiene
mi tarea en Birmania me hizo primer libro, Sin blanca en París y Londres (1933). Días en Birmania un largo capítulo lleno de citas de
entender algo de la naturaleza (1934) es una crítica inmisericorde contra el imperialismo. Su siguiente obra, periódicos y cosas así, defendien-
del imperialismo; sin embar- La hija del reverendo (1935), es la historia de una solterona que encuentra su do a los trotskistas acusados de
go, estas experiencias no fueron sitio viviendo entre los campesinos. En 1936 fue uno de los voluntarios que conspirar con Franco. Sin duda
suficientes para proporcionarme lucharon en el ejército republicano durante la Guerra Civil española (1936- ese capítulo, que después de un
una orientación política exacta. 1939). Describió su experiencia bélica en Homenaje a Cataluña (1938). El año o dos perdería su interés
Luego llegaron Hitler, la guerra camino a Wigan Pier (1937), escrita en esta misma época, es una crónica para cualquier lector corriente,
civil española, etc. Éstos y otros sobre la vida de los mineros sin trabajo en el norte de Inglaterra. Su condena tenía que estropear el libro. Un
acontecimientos de 1936-1937 de la sociedad totalitaria queda plasmada en una fábula de carácter alegórico, crítico al que respeto me repren-
me hicieron ver con claridad Rebelión en la granja (1945), basada en la traición de Stalin a la Revolución dió por esas páginas: «¿Por qué
dónde estaba. Cada línea seria Rusa, así como en la novela 1984 (1949). Esta última ofrece una descripción metió usted todo eso?», me dijo.
que he escrito desde 1936 lo ha aterradora de la vida bajo la vigilancia constante del «Gran Hermano». Otros «Convirtió lo que pudo haber sido
sido, directa o indirectamente, de sus escritos son la novela Que vuele la aspidistra (1936), Disparando al un buen libro en periodismo». Lo
contra el totalitarismo y a favor elefante y otros ensayos (1950) y Así fueron las alegrías (1953). En 1968 se que decía era verdad, pero tuve
del socialismo democrático, tal publicaron en cuatro volúmenes sus Ensayos completos: periodismo y cartas. que hacerlo. Yo sabía que muy
como yo lo entiendo. Me pare- Texto tomado de la revista El Viejo Topo, marzo del 2000. Publicado origina- poca gente en Inglaterra había
ce una tontería, en un perío- riamente en la revista Crangel Nº 4, en 1946. Traducción de Rafael Vázquez podido enterarse de que estaban
do como el nuestro, creer que Zamora en A mi manera, Ediciones Destino, 1976. acusando falsamente a hombres
Un texto directo,
político, estético,
ético. Un documento
fundamental sobre el
arte y la política en el
mundo de hoy.
En 1958, escribí lo siguiente: dos ejemplos de dos frases que aparecieron en mi cabeza de la
«No hay grandes diferencias entre realidad y ficción, ni entre nada, seguidas por una imagen, seguidas por mí.
lo verdadero y lo falso. Una cosa no es necesariamente cierta o Las obras son The Homecoming y Old Times. La primera frase
falsa; puede ser al mismo tiempo verdad y mentira». de The Homecoming es «¿Qué has hecho con las tijeras?». La
Creo que estas afirmaciones aún tienen sentido, y aún se primera frase de Old Times es «Oscuro».
aplican a la exploración de la realidad a través del arte. Así que, En ninguno de los casos disponía de más información.
como escritor, las mantengo, pero como ciudadano no puedo; En el primer caso alguien estaba, obviamente, buscando unas
como ciudadano he de preguntar: ¿qué es verdad? ¿Qué es tijeras, y preguntaba por su paradero a otro de quien sospechaba
mentira? que las había robado. Pero, de alguna manera, yo sabía que a
La verdad en el arte dramático es siempre esquiva. Uno nunca la persona interrogada le importaban un bledo tanto las tijeras
la encuentra del todo, pero su búsqueda llega a ser compulsiva. como el interrogador.
Claramente, es la búsqueda lo que motiva el empeño. Tu tarea En «Oscuro», tomé la descripción del pelo de alguien, el pelo
es la búsqueda. De vez en cuando, te tropiezas con la verdad en de una mujer, y era la respuesta a una pregunta. En ambos casos
la oscuridad, chocando con ella o captando una imagen fugaz o me vi obligado a continuar. Ocurrió visualmente, en una muy
una forma que parece tener relación con la verdad, muy frecuen- lenta graduación, de la sombra hacia la luz.
temente sin que te hayas dado cuenta de ello. Pero la auténtica Siempre comienzo una obra llamando a los personajes A, B
verdad es que en el arte dramático no hay tal cosa como una y C.
verdad única. Hay muchas. Y cada una de ellas se enfrenta a la En la obra que acabaría convirtiéndose en The Homecoming,
otra, se alejan, se reflejan entre sí, se ignoran, se burlan la una vi a un hombre entrar en una habitación austera y hacerle la
de la otra, son ciegas a su mera existencia. A veces, sientes que pregunta a un hombre más joven sentado en un feo sofá, con un
tienes durante un instante la verdad en la mano para que, a con- periódico de carreras de caballos. En cierta forma sospechaba
tinuación, se te escabulla entre que A era un padre y que B era su
los dedos y se pierda. HAROLD PINTER (Londres, 1930). Dramaturgo británico. Su hijo, pero no tenía la certeza. Sin
Me han preguntado con fre- primera obra de teatro corta, La habitación, se estrenó en embargo, esta posibilidad se con-
cuencia cómo nacen mis obras 1957. Se destacan sus obras teatrales La fiesta de cumplea- firmaría poco después cuando B
teatrales. No sé cómo explicarlo. ños (1958), El portero (1960), El amante (1963), El retorno (que más adelante se convertiría
Como tampoco puedo resumir al hogar (1965), Viejos tiempos (1971), Tierra de nadie (1975) en Lenny) le dice a A (más ade-
mis obras, a menos que explique y Betrayal (1979). Entre sus guiones cinematográficos se encuentran El lante convertido en Max): «Papá,
qué ocurre en ellas. Esto es lo sirviente (1963), Accidente (1967), El mensajero (1971), de Joseph Losey, ¿te importa si cambiamos de
que dicen. Esto es lo que hacen. El último magnate (1976), de Elia Kazan, y La amante del teniente francés tema de conversación? Te quiero
Casi todas las obras nacen (1981), de Karel Reisz. Pinter también dirigió en Londres (1967) y Nueva preguntar algo. Lo que cenamos
de una frase, una palabra o una York (1968) las obras de teatro El hombre de la cabina de cristal y Butley antes, ¿cómo se llama? ¿Cómo
imagen. A la palabra le sigue (1971). Sus Poemas y prosa: 1949-1977 se publicaron en 1978. Texto lo llamas tú? ¿Por qué no te
rápidamente una imagen. Daré tomado de www.escolar.net. compras un perro? Eres un chef
irreversible, de lo que no será recuperado. Como Dante, como un agregado de la embajada norteamericana, un viajero por
todos los hombres, Arturo buscará consuelo en la pluralidad los enormes estados del norte, un marido que cumple con
del espacio y del tiempo. Llamará en su auxilio «la ancha ruta las diarias liturgias del hogar, un padre que juega a ser niño,
terrestre», y si no encuentra la paz al menos podrá decir, como con sus hijos, en las tardes de días que se fingen idénticos,
Browning: bajo esas apariencias se escondía el poeta, un hombre entre
«Here and here did England help me». los hombres, pero con la vista atenta, con el alma tejida de
Así abundarán en sus poemas los versos donde la imagen de músicas que aguardaban su hora. Se imponen en el recuerdo
su país se confunde con la de su amada: de quienes le conocieron su silencio y su timidez. En la ter-
«Yo amé un país que me es una doncella» cera década de este siglo le vemos, como a tantos jóvenes de
y después: entonces, deslumbrados por la caída del Palacio de Invierno
«... ¿cuál tu nombre, tu nombre, tierra mía, y por el sueño de la fraternidad entre los hombres, conver-
tu nombre Herminia, Marta?». tido al socialismo, conspirando la abolición de un orden de
Dos poemas vamos a recordar, dos poemas que a partir de siglos, discutiendo con sus amigos en el fervor de la noche.
ese momento cifran el sentimiento más constante del poeta. Pertenecen a aquellos tiempos los primeros poemas, aquellos
Uno, «Clima», el canto apasionado de su patria, viajes, paisa- que misericordiosamente excluyó de sus libros, poemas que
jes, músicas que son la voz de los elementos y sus fenómenos, eran sólo instrumentos de sus opiniones y su credo, sin duda
las hermosas formas en que el poeta distrae su desdicha, hasta apasionados. No duraría mucho esa pasión. Ahora que había
ese momento final en que un recuerdo invencible se impone, salido de la tela de araña de sus jardines de fábula, ahora que
cambiando el sentido de todo lo anterior, revelándonos su corría dejando atrás un mundo «de magnificencia y catás-
origen secreto: trofes», su deber era buscar el sosiego y el orden. Terminó
«Dócil mujer, de miel henchido el seno, adhiriéndose al pensamiento liberal, depositando su voto por
amó bajo las palmas mis canciones». hombres que fueron sus amigos, convencido tal vez de que
Otro, «Interludio», donde sabemos que a pesar de la bús- en un país que tendía a la barbarie y al caos lo más sensato
queda y del espacio ella permanece en él, ella lo sigue hora a era optar por la moderación, por la conservación del orden,
hora, día a día, así fuera precario, y confiar para lo demás en las propias
«... siempre al fondo de mis actos, fuerzas.
de mis signos cordiales, Esas fuerzas no eran pocas en él. Se alejó por su patria,
de mis gestos, mis silencios, mis palabras y pausas» sabedor de que Colombia, hija de España, más que un país
desposada con él, como el personaje de Masters, «no por la es un conjunto de países unidos por la historia común, por la
unión sino por la separación». lengua y por indolentes instituciones. Buscó espacios espiri-
tuales más vastos: los encontró en las lenguas de Inglaterra y
Por los países de Colombia de Francia, y después en las melodiosas geografías de Dante.
Un hombre de provincia que estudia leyes en una universi- Su actividad principal fue la atenta lectura de esos libros anti-
dad bogotana, un abogado redactando largos memoriales, un guos que le ayudaron a encontrar su propia voz. Su biblioteca
juez resolviendo en su estrado asuntos de oro y de sangre, contenía numerosas versiones inglesas y francesas de las obras
En la noche dorada
En 1974, Aurelio Arturo murió, víctima de la rotura de un
aneurisma. Desconocido por su pueblo, sigue siendo lo que fue
en su vida: el más anónimo, el menos editado y el más impor-
tante de los poetas de Colombia.
Ya se encargarán los años y sus hombres de descubrir esa
voz que ha cantado de tal manera nuestro país y nuestros des-
tinos. Ya se encargará el tiempo de revelarnos a todos cuál es
el lugar de este hombre en la gran historia.
Nosotros volvemos a empezar la lectura de sus versos,
volvemos lentamente las páginas en la noche que ya está car-
gada de su voz, y seguiremos obstinándonos en descubrir ese
secreto esquivo que arde en el centro de su vida y de su obra;
ese milagro desconocido que hizo que a un humilde hombre
del sur le fuera dado hacer resonar en su voz las agonías y los
sueños de todo un pueblo. 48
S
e le llamó exsacerdote, padrecito, honesto pero equi-
vocado, profeta, Camiloco, chiflado, «Por ahí sí es»,
bandolero, revolucionario, predicador del odio, apóstol
de los pobres. Apodos, todos ellos, impregnados de un
innegable tufo peyorativo, como si se hablara de cualquier
loquito de barrio… cuando se trataba de una de las mentes
más lúcidas que ha tenido esta desdichada república, uno de
los cerebros más abiertos, tolerantes y respetuosos de la dife-
rencia de su generación, uno de los seres más brillantes en un
país tradicionalmente desdeñoso con sus talentos y envidioso
e hipócrita para tratarlos, acogerlos y respetarlos.
Camilo Torres Restrepo fue un auténtico sacerdote revolu-
cionario que a nadie quiso joderle la vida, sino remediársela
a todos. Pero esto, ante la inminencia de su logro, puso alerta
a la oligarquía nacional, a la aparentemente inofensiva Iglesia
oficial, a un ejército que les dispara a sus compatriotas, así
como a la policía, a una policía que hace lo propio con sus
colegas del ejército y con sus compatriotas, a unos liberales
Cuando mi prójimo no tenga nada contra mí, la Iglesia y desatar él mismo las suyas,
cuando haya realizado la revolución, volveré a cerrándole a Camilo de paso todos los
ofrecer la misa, si Dios me lo permite. caminos del bien, lo que tipificaría un
… Sentí una profunda repugnancia de traba- crimen represivo: aquel que se comete
jar con la estructura clerical de nuestra Iglesia. para la preservación, fortalecimiento o,
Cuando pensé en la posibilidad de trabajar en sobre todo, defensa de posiciones privile-
la curia, haciendo una investigación, sentí la giadas, en particular las de poder y pro-
seguridad de que se me separaba del mundo piedad (Henner Hess en Mafia, Akal,
y de los pobres para incluirme en un grupo 1976); y a los señores Fabio Vásquez y
cerrado de una organización perteneciente a Víctor Medina, del ELN, por confun-
los poderosos de este mundo. (…) El peor lastre dir el rol ideológico de Camilo con la
de la Iglesia colombiana es tener bienes y tener actividad guerrillera y, sobre todo, por
poder político. (…) El clero colombiano es el haber arrojado así al abismo a uno de
más retrógrado del mundo. Más aún que el de los mayores (y uno de los pocos) teso-
España. Es evidente que las únicas iglesias pro- ros políticos que ha tenido Colombia:
gresistas de la Tierra son las iglesias pobres… Camilo Torres, sacerdote revolucio-
Por mi parte, como católico y como sacerdote, nario para quien se debe propiciar la
se puede ser revolucionario y no me quitaré la toma del poder por las mayorías, para
sotana ni de vaina… Yo soy partidario de la expropiación de que se realicen las reformas estructurales económicas, sociales
los bienes de la Iglesia, aun en el caso de que no se diera nin- y políticas, a favor de esas mismas mayorías: «Esto se llama
guna clase de revolución». revolución y, si es necesario para realizar el amor al prójimo,
Como dice el también sacerdote y estudioso de Camilo, para un cristiano es necesario ser revolucionario. Pretendo
Mario Calderón (asesinado junto a su esposa, Elsa Alvarado, que todos los hombres obren de acuerdo con su conciencia,
y a su suegro el 19 de mayo de 1997, en Bogotá), en su tesis de busquen sinceramente la verdad y amen a su prójimo en forma
doctorado como sociólogo en París, el conflicto entre Camilo eficaz. (…) Cuando la clase popular se tome el poder, gracias
y la Iglesia oficial se salda con una ruptura, pues los prin- a la colaboración de todos los revolucionarios, nuestro pueblo
cipios doctrinales y la postura política del primero ponen discutirá sobre su orientación religiosa».
en tela de juicio el modelo de relación entre la segunda y la Los señores Vásquez y Medina jamás comprendieron el con-
sociedad a través del Estado: la nueva cristiandad frentenacio- tenido de una frase homenaje a Camilo y al autor de ésta, R.H.
nalista. A propósito, en 2002, los amigos de Mario publicaron Moreno-Durán (referida por éste unos días antes de morir, a
el libro en que se recoge dicha tesis doctoral: Conflictos en el propósito de García Márquez y Torres Restrepo, quien en 1959
catolicismo colombiano, la que ahonda en el pensamiento de bautizó a su hijo Rodrigo): «No hay alianza más peligrosa que
Camilo y en las probables causas de su muerte. Muerte que al la de la utopía y las armas». Si a esa alianza se suma la de la
igual que otros grandes hombres de la historia, como Malcolm Iglesia oficial y el Partido Conservador, ¿adónde más que en
X, Che Guevara y Martin Luther King, Camilo prefiguró de los tristes aposentos de la muerte habría podido ir a parar (que
modo cuasi-profético... no terminar) el proyecto político, por demás vital, cristiano y
«Ustedes saben lo que pasó con Uribe Uribe, con Gaitán, y revolucionario, de Camilo Torres? Sin embargo, a todas éstas,
entonces no vamos a repetir los errores que ya se cometieron. en medio de lo que él dijo, ¿qué fue lo que pudo molestar tanto
Yo estoy dispuesto a seguir la revolución hasta las últimas con- a la Iglesia, al gobierno y a los defensores del statu quo, como
secuencias, es decir, aspiro a que ustedes me exijan, me lleven para recurrir a su eliminación? ¿No se habla acaso de un país
y que, si llego a tener momentos de cobardía, de desfalleci- abierto, plural y tolerante y con la democracia más antigua de
miento, me empujen. No quiero que entiendan que es porque América? No es difícil inferir acá quién ha mentido histórica-
yo quiero echarme para atrás ni desfallecer. Yo quiero ir ade- mente. Por ejemplo, el general Álvaro Valencia Tovar, quien le
lante y si es necesario correr la misma suerte de los anteriores, aseguró a Fernando Torres que el cadáver de su hermano se
la corro; pero no me gustaría que, si llego a morir, esa muerte le entregaría a su familia para cumplir, decía él, este deber de
sea infructuosa para la revolución. Por eso es importante que consideración y amistad. La historia y su familia, sobre todo
tratemos de mirar cada vez más al aparato político, a las ideas, esta última, aún esperan el traslado del cadáver. Y el pueblo,
a los equipos de gente, a las publicaciones; que se cree una rea- que los generales cumplan su palabra… pues el lugar preci-
lidad independiente de mi persona, para que si me descartan a so donde enterraron a Camilo es, hasta hoy, «un secreto de
mí, esté otro, y si descartan a ese otro, esté otro y tengamos un Estado».
relevo contra el cual nada podrá hacer la clase dirigente». Por fortuna, siempre queda el inefable e infalible recurso de
Sin eufemismos, habría que hacer un juicio de responsabili- la justicia poética… En efecto, quienes sigan haciendo impo-
dad histórica a la Iglesia oficial, por perseguir, acosar e intentar sible la revolución pacífica gestarán la revolución violenta:
callar —para Lyotard, otra forma de matar— la voz de Camilo, gobernantes y políticos en general deberían recordar que los
que no es otra que la de su clara posición política e ideológica; hombres de toda nación, en particular sus artistas, saben que
al ejército, por responder a las provocaciones persecutoras de un país con hambre es un país injusto y proclive a la violencia,
S
iempre me ha llamado la atención el personajes de ficción y muchos escritores famosos
juego de las dedicatorias: esas declara- que ni siquiera conocen al autor del libro: «Al coronel
ciones de amor, de amistad, de guerra Aureliano Buendía, por sus batallas»; «A Octavio Paz».
que saben venir al comienzo de los Otro que también es objeto de dedicatorias —y por
libros. Son algo así como el extremo montones y montones— es Dios, el pobre Dios, a quien
al que puede llegar una correspondencia. No tienen le rinden culto con novelas mediocres, con tesis de pre-
necesidad de decir mucho, sólo de sugerir. Por lo gene- grado, con diarios de viajes, con libros de recetas. Me
ral, son sencillas: «A Joaquín» (únicamente el autor y da vergüenza decirlo, pero es a Él a quien le dedican las
Joaquín saben de qué tamaño es el detalle). Pero pueden obras más malas, aunque el Arcipreste de Hita le enco-
ser algo más complejas, casi metafísicas: «Primero que mienda El libro del buen amor.
todo a Dios, que me dio la fuerza y el empuje para llegar En el variopinto universo de las dedicatorias, las hay
a ser lo que soy; luego a mi madre, la autora de mis días, largas, de más de una página, y las hay breves, tan breves
esa mujer de entereza y ejemplo que hoy llevo en lo más que ni siquiera se incluyen, como en Palíndroma, libro
profundo de mi alma. También a mi mujer y a mis hijos, en el que Juan José Arreola escribió: «La dedicatoria se
con quienes me encuentro todos los días en el paraíso». suprime a petición de la parte». Hay dedicatorias que
No estoy seguro de leer un libro dedicado así, sospecho aparecen en letra cursiva, como si fueran manuscritas
que la primera línea será una mala copia de los malos por el autor (en una edición de Don Mirócletes, la dedi-
prosistas del siglo XIX. catoria es una fotocopia de una nota de puño y letra de
Las dedicatorias son secretos no guardados para los don Fernando González: «A las ceibas de la plaza de
lectores: un sutil guiñar de ojo, si son buenas; un piropo Envigado»), y otras en una tipografía ajena a cualquier
de mal gusto, si no. No guardan un hilo conductor; no sentimiento. Hay algunas que comienzan con mayúscu-
pertenecen a ningún género; no son parte de un modelo; la, impositivas; otras que van precedidas de puntos sus-
no son requisito estético; no aportan ni quitan; y, aun- pensivos, como si antes ya hubieran sido dedicadas. Hay
que los autores hayan inventado un estilo para dedicar unas que van en la mitad de la página; otras, la mayor
los libros, siempre son diferentes. No se puede estudiar parte, pegadas al margen derecho. Unas son producto de
un asunto como «la forma en que dedicaron sus libros la invención del autor; otras, citas de libros o frases de
los autores del boom» sin caer en un disparate. Y si se otros (y no me refiero a los epígrafes, sino a dedicatorias
hace, ¿con qué sentido?, ¿para qué?, ¿acaso le agrega como la de El péndulo de Foucault, en la que Umberto Eco
algo a Cien años de soledad el que García Márquez la cita a Heinrich Cornelius Agrippa: «Sólo para vosotros,
haya dedicado a unos amigos españoles y no a la señora hijos de la doctrina y de la sabiduría, hemos escrito esta
del aseo? Estudiar un tema como éste es escudriñar el obra»). Hay unas con humor, casi chistes; otras, lúgubres,
capricho de los autores: el querer saber de la vida privada, lloriconas. En unas, el autor desborda genio, lucidez; en
oficio de paparazzi. otras, simpleza, falta de tiempo. En esto, en resumen, hay
Los libros, por lo general, se dedican a nombres que de todo; aunque, como siempre, el editor mete la mano;
para el lector no significan nada: «A Rosa», «Para María», basta pensar en esas dedicatorias que comienzan dicien-
«A Juan Pérez». A veces, esos nombres van acompañados do «El autor quiere dedicar su libro a…», como si otro
de algo que les da un sentido, que disminuye el alcance hubiera escrito lo que el autor no quiso.
de la especulación: «A Henry, mi amigo»; «A Imelda, mi Jaime Alberto Vélez, que lo sabía decir todo tan bien,
eterna compañera»; «Para Carolina, mi vida». Es común dice que «la dedicatoria representa, en el fondo, un acto
que las obras se dediquen a los allegados: al cónyuge, a los vanidoso, pues el escritor supone, antes del juicio públi-
hijos, a los padres; y, además, en abstracto: «A mi papá, co, que la obra posee un valor que no es ni efímero ni
por ser como es»; «A mi familia, tan linda». En muchas insignificante» («Un disparate en la primera página», El
ocasiones, están dirigidas a objetos, animales o colectivos Malpensante, No 17), pero como escribir, de hecho, ya es
genéricos: «A mi país»; «A mis reales lectores» (Asimov); un acto vanidoso, qué más le puede agregar un saludo
«A mi gata»; «Al oro...» (Quevedo); «A la mala escritura», de tres o cuatro líneas. La dedicatoria, de todos modos,
pone Bukowski en Pulp. Los muertos, claro, son honrados lleva una dirección que no es la misma de la obra. El valor
también con la inspiración y un latinazgo: «In memoriam de ambas es distinto, y es probable que en cierto libro la
José K»; «A Francis Laurenty (1924-2003)»; «A Toño, dedicatoria valga más que el libro mismo; quién sabe.
dondequiera que esté»; «A mis muertos», dice Mauricio Se acostumbra creer que las dedicatorias son filiaciones
Aranguren en su libro Mi confesión: Carlos Castaño revela entre la novela y el destinatario de la dedicación. En los
sus secretos (aquí uno no sabe si la nota es del entrevis- libros, sin embargo, las dedicatorias, regularmente, no
tador o el entrevistado); como lo son, a su vez, algunos forman parte directa del texto. A lo mejor, si un estudioso
A
ndrés está metido allí, en el cuar- Andrés hablaba de inmersiones
to, con una mujer que se trajo de Este cuento del escritor antropológicas para justificar todo
Río Chico. Estos son los hábi- esto. Con los primeros años en la
tos que Álvaro no le perdona:
venezolano Antonio universidad, estaba intoxicado de
cierta inconsciencia, cierta debilidad López Ortega forma conceptos y éste era uno más de un
para poner en problemas a los demás. largo listado. Nosotros condescen-
Afortunadamente estamos solos, lejos parte del libro Fractura y díamos porque se trataba precisa-
de padres y representantes, pero de otros relatos (Mondadori mente de Andrés: de su gracia, de
todas maneras… Anoche fuimos por su inventiva, de su voluntarismo,
cervezas y, ya regresando, bordeando Literatura, 2006), que que siempre dominaban la escena.
la Plaza Bolívar, Andrés sugiere que Charlar con los muchachos de la
nos detengamos. Ninguno de nosotros
presentará en la Feria plaza, con los hombres que bebían
entendía la propuesta pero, entre risas Internacional del Libro más allá (él hablaba de los nativos),
y chistes, nos bajamos un rato. Nos fui- con las mujeres que caminaban, era
mos caminando hacia un banco y nos de Bogotá. parte de su rutina. Se volvía fran-
sentamos. Allí estuvimos bebiendo con co, se forzaba por ser natural, pero
esas bolsitas de papel que usan ahora, para esconder la siempre lo delataba una pose, ese aire capitalino. Era
lata o la botella, para simular que no estamos haciendo hasta cómico verlo entrar en acción: se acercaba a otro
lo que estamos haciendo. De hecho, un policía nos llamó de los bancos de la plaza (bolsita de cerveza en mano),
la atención, nos dijo que allí no se bebía, habló hasta del se hacía el entendido, comentaba cualquier generalidad
respeto que le debíamos al Libertador (se volvía y seña- y se enganchaba. A veces lo rechazaban (la gente se mos-
laba a la figura ecuestre mientras conteníamos las risas). traba indiferente y punto), pero a veces no (suponíamos
Lo que hicimos fue despistarlo, rodarnos al banco de la que también para los otros podía ser interesante). En
otra esquina, para que no nos fastidiara. este momento, por ejemplo, uno puede imaginarlo abor-
dando a uno de esos gigantones de Río Chico, hombres lo dice en el banco, después de agotar la conversación
negros y desgarbados, para hablar de las lluvias, de las con los gigantones, sin advertir a la morenaza que le pasa
cosechas, de la pesca. Los gigantones sonríen porque por detrás, entre la estatua ecuestre y nosotros. Viene en
saben que Andrés está desubicado. «El tema no es las pantaloncitos cortos, deshilachados, estrechos, de tela
cosechas —podrá decirle alguno—; el tema es lo que hay negra, unos muslones impresionantes, un caderón que ni
para comer». Andrés idealiza, cree ver una supervivencia te cuento, unas crinejas graciosas, que le dan un aire de
rural, pero no entiende que ya Río Chico es un pueblo niña tardía. Viene también con una amiguita más joven,
crecido, con actividad comercial propia, con grandes flaca, poco agraciada. Vienen con risitas, como querien-
hospitales y tuberías de aguas negras recién tendidas. do y no, como pescando. La morenaza, calculo, estará
Desde pequeños hemos venido a estas playas, a estos cerca de los treinta años y ahora que la veo mejor (está
canales, y el pueblo ha crecido tanto como nosotros. pasando por debajo del farol) tiene un rostro ancho, de
«Pero no me van a negar —replica Andrés para hacerse ojos rasgados, muy sensual.
el interesado— que las inundaciones los han afectado». Obviamente Andrés no se iba a quedar allí, con noso-
«Algo, sí —retoma uno de los desgarbados—, pero eso tros, hablándonos de los viejos. Iniciaba una segunda
ha sido siempre así, eso no es de ahora. Estas son tierras fase de su inmersión, no sé si antropológica o geológica
bajas, y cuando llueve, pues todo se inunda». (ahondar en la tierra, se entiende, auscultar la tierra),
Al menos con los mayores, con los viejos, la conver- y se va detrás de la morenaza y su amiguita, a pocos
sación siempre es más interesante, más ilustrativa, pero pasos, como diciendo, como susurrándoles: «Mis niñas,
sin duda que con los jóvenes, con los que podrían ser mis niñas, ¿y no le van a dedicar una miradita a este
nuestros pares, todo se ha vuelto más difícil. Son más galán?». La morenaza ríe, la amiguita también, y poco a
huraños, más impenetrables, y todo gesto de respuesta poco Andrés va entrando en confianza, rodándose hasta
queda represado en una coraza). «Los viejos tienen más el otro banco de la plaza y arrinconándolas sutilmen-
lenguaje —nos dice Andrés como sentenciando— pero te. Veíamos la escena desde este lado, ellas sentadas y
lo que son los jóvenes… eso es puro monosílabo». Nos Andrés payaseando de pie, y sabíamos que la cosa iba
Continúa en la página 58
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El agua es la fuerza de la vida, es un complemento tor privado —en relación con el público—, sus países sumidos
en el equilibrio de la naturaleza, riqueza que se en impagables deudas externas y enfrentados a dificultades
derrama por las venas de la Tierra para ser apro- presupuestarias, ceden a la política de globalización neoliberal
vechada por el hombre, la mujer y la naturaleza. y privatizaciones (postulados del Consenso de Washington),
Es cuidada por pocos y aprovechada por muchos» a las presiones del Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario
(mensaje de indígenas paeces, norte del Cauca, Colombia). Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Comercio
Bien sean ríos o aguas lluvias, el agua es sagrada para viejas (OMC). Cuando tales organismos acceden a renegociar deudas
culturas. En India, cada río es sagrado y venerado como diosa; externas o negocian préstamos a largo plazo, como condición
el Ganges nace en los cielos. previa exigen privatizar los servicios públicos, incluido el
suministro de agua.
Mercaderes del agua Bajo tales presiones realizan cambios en las legislaciones
En medio de la ignorancia, la desinformación y el desinterés que les impiden regular el precio del consumo. Un puñado de
de las inmensas mayorías del planeta que no están conscientes grandes empresas transnacionales —apoyadas por el BM—
de la gravedad del problema ni hasta qué punto éste afecta su saca provecho de tales situaciones de crisis y obtienen conce-
vida, avanza implacable el proceso de privatización del agua. siones o contratos. Los efectos han sido desastrosos para los
Gobiernos del tercer mundo alarmados con la bien documen- países, pero más aún para los usuarios que quedan a merced
tada crisis del agua, con el discurso de la «eficiencia» del sec- de empresas extranjeras y sujetos a las alzas en las tarifas de
G
racias al correo electrónico que me envió a honesto que presidía la mesa de votación: «Declaro que soy un
primera hora mi amigo Alberto Quiroga, pude “elector impedido”».
informarme del resultado de las elecciones. Resulta que cuando entre estornudos llegué al consulado de
Bienvenida la desgracia. El hijueputa e-mail de la república de Colombia, en el 500 de la avenida Michigan en
El Tiempo decidió hoy que yo no estoy autori- Chicago, después de haber revisado cuidadosamente los docu-
zado para abrir esa página y no me había podido enterar del mentos necesarios para ejercer la democracia en un solitario
desarrollo de los comicios. Acudí al moribundo El Espectador, ritual en el ascensor, sentí que algo faltaba. Como es costumbre,
pero el pasquín virtual sólo abre con la fecha de ayer y no inocente del esfuerzo que hacían los motores y las poleas del
aparecen noticias frescas. Sin embargo, el amable heraldo del Mitsubishi para llevar verticalmente hasta el vigésimo piso su
barrio llegó sin suscripción, por buena voluntad, preciso y con carga de 82 kilos de pretendida democracia, estuve presionado
firma propia. por la rigurosa ausente voz de Sally que sonaba por los parlantes
Yo nunca había votado y voté. La experiencia fue un poco de mis sesos entonando la obligada lista de chequeo.
traumática, pues aparte de la insoportable gripa que me —¡Que no vas a dejar la cédula! ¡Acordate del pasaporte!
acompañó durante todo el trayecto, sin contar la semana que — ¡No me jodás! En la billetera tengo el registro electoral,
precedió a la gran fecha patriótica, por primera vez en la vida que es lo que cuenta... —le respondí, agitando con desespero
tuve que hacer declaración pública de mis impedimentos físi- la única prueba contundente que podía argüir a mi favor...
cos. Sí, señor presidente, le dije al bogotano con cara de doctor como inventando defensas de marido desordenado.
Fue un ascenso con gestos de simio incómodo, palmotean- de contenida felicidad que se instalan en los rostros de quienes
do la superficie exterior de todos los bolsillos repletos con los salen de la última consulta al dentista después de un largo
kleenex que el invierno te obliga a arrastrar. Los de la chaque- tratamiento. ¿Será tan doloroso?, me pregunté. En el piso del
ta, los del suéter, la camisa, el pantalón... para cerciorarme de pasillo había arrumes de volantes de campaña, como insinuan-
si en alguno de ellos se encontraba el bultico de cuero aquél, el do «Señor, agáchese y entérese». La mayor parte era propagan-
tamalito que carga por costumbre los citados documentos. da, semejante a la que había visto en la mesa del portero en el
¿Será que de un instante al otro podría desvanecerse tanta hall del edificio. Recordé que el gran negro de uniforme azul
buena voluntad? Yo, que tanto me he preciado de recordarle que prestaba guardia esa mañana de domingo me había hecho
a mi esposa que dos semanas atrás hice el esfuerzo de ir en firmar el cuaderno de registro y solicitado, con tono nasal del
medio del gélido ventarrón de febrero de la windy city hasta esa Mississippi, que cogiera uno de esos papeles verdes dispuestos
oficina donde ejerce funciones un cónsul de fino linaje paisa, sobre su escritorio. «No blues, but greens... No, thanks», le
el hijo de un exministro, exgobernador, excalcalde, exdirector dije al ver la foto de una cara conocida allí impresa. Su buena
y propietario del periódico más provincial que ciudad con voluntad lo había hecho caer en la nuevecita y bien lubricada
gran moral y desbordantes perversiones y violencia hubiese maquinaria del candidato presidencial Uribe Vélez, quien para
inventado en el mundo para mantener su prestigio. Hablo de mí representaba la razón más contundente para haberme deci-
Medellín, por supuesto. dido a votar. Era urgente sumar votos para mermar el peligroso
Con mucha amabilidad y tolerancia, había aprovechado la avance en las encuestas preelectorales de un político profesio-
inscripción de mi cédula en la lista electoral para ir a saludar nal apoyado abiertamente por las grandes derechas y que era
a ese muchacho flaco de apariencia tímida que, antes de haber considerado públicamente uno de los gestores intelectuales de
sido premiado con el regalo del consulado por el apoyo que su los grupos paramilitares que sembraban el terror en mi añora-
padre prestó a la campaña del actual presidente de la repúbli- do paisito. Mancharía mi dedito, como decían antes, votando
ca, un par de años atrás había sido el patrón de mi hermanita por figuras políticas de aroma democrático.
Vicky... la que ahora trabaja en Venezuela. Ella había sido la Pensé en mi amigo Daniel García-Peña, que había decidido
arquitecta encargada de una empresa inmobiliaria suya en uno inscribirse como candidato a la Cámara de Representantes y
de los tantos períodos de quiebra nacional, antes de que tuvie- en los dos últimos meses me había enviado mensajes expli-
ra que irse a buscar fortuna a Caracas con los supermercados cando el porqué había que votar, cuáles eran sus planes de
Éxito. Mercancía barata por aquí, mercancía barata por allá. campaña, quiénes eran los hombres que le inspiraban con-
«Hay que dialogar a pesar de las diferencias», me dije en un fianza. Él no estaba de acuerdo con la guerra, ni con la rup-
arrebato de militancia matinal. El momento histórico lo exige, tura de conversaciones con la guerrilla de las Farc, decisión
compañero… Hagamos signos de buena voluntad, aunque sea que el presidente Pastrana tomó con el apoyo y la presión del
en miniatura, para llegar a un entendimiento. Jalémosle a las gobierno americano. Después del 11 de septiembre el mundo
conversaciones de paz y al voto en el extranjero. Participemos había cambiado y el gobierno del presidente Bush estaba dis-
en el gran evento democrático de un país convulsionado y con puesto a atacar a todos aquellos que no estuvieran de acuer-
sentencia de muerte sobre la cabeza si sus ciudadanos no nos do con sus políticas. Tras «acabar» con la rebeldía afgana,
pronunciamos definitivamente contra el terror, como he apren- habría que continuar con todos los terroristas del mundo, y
dido en mis recientes cursos de ciudadano por e-mail. en Colombia había una buena dosis. Detrás de esa presión se
La puerta del ascensor se abrió. Tenía en la boca una sonrisa escondía un interés fundamental: petróleo barato para que
nerviosa y un estornudo contenido, en la mano la billeterita el gran motor de la limusina gringa circule con su acelera-
de cuero que compré meses atrás en el One Dollar Store de la dor automático encendido por las grandes autopistas de este
avenida Milwaukee, con pasaporte, cédula y registro. Divisé a mundo. Los grupos armados de izquierda ponían en peligro
cuatro colombianos. Dos parejas, para ser más precisos, cru- el abastecimiento en esa estación alterna de gasolina tan flo-
zando la puerta del consulado. Cargaban una de esas muecas rida que es Colombia. Necesitamos políticas y políticos para
PARAPETADO EN EL VACÍO
Pistoleros / Putas y dementes (greatest hits)
Efraim Medina Reyes
Bogotá, Editorial Planeta, 2005 (93 pp.)
I
PISTOLEROS / P UTAS Y DEMENTES (GREATEST HITS) me recuerda
algo. Me recuerda un tiempo pasado que se vivió con inútil
intensidad, pero que después de todo fue capaz de dejar
resultados.
Pistoleros..., lo siento, me es inevitable compararlo con El
automóvil sepia (a.k.a.), Chupa, nena, pero despacio (WGC
Editores, 1990), que reunía los primeros pasos del escritor
cartagenero. Un espacio de quince años que media entre
«ambas orillas», y sin lugar a dudas se trata de «un mismo
mar».
Y si en aquel lejano comienzo de década, Medina Reyes
veía y deglutaba lo que sus ojos comían, parapetado en
un cómodo pero doloroso sexto piso, en este ejemplo se
muestra más que oculto, absorbido por un vacío kármico,
correspondiente a la mayoría de los habitantes de estos
momentos existenciales, cundido de un efervescente aroma
que recuerda, sin sospechas, a alguien.
Y es que este libro gira en torno al vacío que provoca la
ausencia. Ese vacío que se abre, aparentemente de la nada,