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LA CRIMINALIDAD Y EL DELITO EN EL DERECHO PENAL DE ENEMIGO: EL CASO

DE LA VIOLENCIA EN EL PIEDEMONTE LLANERO 1949-1953

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA Y TECNOLÓGICA DE COLOMBIA


LUIS ALEJANDRO CASTRO SANCHEZ1

Resumen

Este articulo pretende analizar y establecer a través de las perspectivas políticas y judiciales de las
dimensiones teóricas de la Criminalidad y el Delito, una reconstrucción histórica de la función
judicial del Estado Colombiano en el marco histórico de la Violencia Bipartidista en los Llanos
Orientales, específicamente en la zona del Piedemonte Llanero. El papel de las instituciones
judiciales en el contexto de la Violencia se enmarca en lo que se concibe como “generación de
nuevos ordenamientos jurídicos”, producto de las luchas civiles y el pasaje de la Guerra interior que
con el tiempo configuran dinámicas particulares en el desarrollo de procesos judiciales,
relacionados al conflicto interno en sí. Por esta razón, la disposición de los elementos de los que se
vale el Estado para atacar todo lo que considera como su enemigo se amalgaman en la teoría de lo
que se conoce como “Derecho Penal de Enemigo”, que desde su concepción misma nos remite al
conflicto interno colombiano, cuyas primeras manifestaciones datan incluso desde antes del hecho
histórico del Bogotazo. El artículo procura realizar no solo una interpretación política y jurídica del
desarrollo y materialización de la normatividad penal en el contexto de la Violencia, sino entender
el papel del Estado y las instituciones que impartieron justicia en su momento, en la perspectiva de
la evolución y adaptación histórica de las normas y leyes que regulan la conducta y el
comportamiento del individuo que incurre en delito y es destacado como criminal.

Palabras Claves: Estado de Naturaleza, Violencia, Criminalidad, Delito, Derecho Penal de


Enemigo, Política Criminal de Estado.

1. Introducción

Los conflictos internos en el marco de las luchas políticas e ideológicas, son el resultado de
procesos históricos que configuran ordenaciones sociales, que con el tiempo desencadenan en
guerras civiles, violencia política y conflictividad social. Bajo esta premisa, el Estado como
institución política, es el principal figurante que dinamiza y determina la orientación político-
jurídica, que abordan los momentos de tensión, producto de las coyunturas y conflictos internos.
Para ello, la disciplina histórica en armonía con las ciencias políticas y jurídicas nos ofrecen las
herramientas necesarias para el análisis teórico y conceptual de los momentos de conflicto y
violencia a los que se ve enfrentado el Estado en su construcción y el devenir histórico, que de una
u otra manera determina su estabilidad e inestabilidad política y social.

El principal objetivo del presente artículo es establecer desde una perspectiva teórico-conceptual la
relación entre Estado, justicia, derecho y movimientos insurgentes en el marco de la Violencia
bipartidista entre el periodo de 1949-1953 en la zona del piedemonte llanero, teniendo como base
aspectos relacionados al concepto de Criminalidad y Delito en la órbita del Derecho Penal de
Enemigo. Para ello, es importante tener en cuenta tres aspectos importantes para el desarrollo del
escrito: 1. El articulo parte de una breve contextualización del problema objeto de estudio en la
dimensión espacio-tiempo, seguido de unas referencias teóricas para el análisis histórico,
finalizando con una interpretación de conceptos a partir de las unidades de análisis y una conclusión
1
Politólogo Universidad Nacional de Colombia, Administrador Publico Territorial de la ESAP, Estudiante de la
Maestría en Historia de la UPTC, Docente de Aula de Economía y Política del Magisterio, Secretaria de
Educación del Municipio de Sogamoso
LUIS ALEJANDRO CASTRO SANCHEZ

general. 2. las fuentes de información para la reconstrucción histórica y el análisis teórico fueron
seleccionadas de forma rigurosa con el fin de establecer las variables de estudio para una
interpretación clara y abierta al debate académico -estas fuentes son de carácter primario y
secundario provenientes de las grandes producciones académicas de la corriente de la historiografía
de la Violencia en Colombia e información de primera mano procedente de expedientes judiciales
de procesos penales en contra de asociaciones de bandoleros que operaron en la zona objeto de
estudio-. 3. La denominación o distinción de algunos de los actores de la violencia se circunscriben
en el lenguaje jurídico y sociopolítico, sin que ello implique un juicio de valor absoluto que pueda
ser discutible desde otras perspectivas, considerando que es un tema con múltiples enfoques y que
ha sido objeto de estudio de gran magnitud en la disciplina.

Teniendo en cuenta la ruptura que se da entre los actores de la violencia y partiendo de la idea de
una regresión a una fase anterior al control total del Estado, los actores de la Violencia generan
nuevas dinámicas de relación y se enmarcan hacia una nueva etapa de conflictividad. Bajo esta
lógica es relevante indagar en las relaciones de poder entre el Estado y los actores políticos, que
desde las instancias judiciales construyeron algunas connotaciones hacia sus actuaciones,
estipulando la categoría de criminales hacia las asociaciones de bandoleros o guerrilleros liberales
de los llanos orientales.

Las Ciencias Jurídicas abordan la idea de la aplicabilidad del derecho en sus distintas expresiones.
En el orden lógico y politológico de la acción del estado, el problema de la interpretación de la
norma no se limita únicamente a lo escrito y a una verdad absoluta, sino que por el contrario, se
establece en una lucha de interpretaciones. Si bien el derecho nos plantea, que el ordenamiento
jurídico es legal y legítimo en la medida que su elaboración y aprobación proviene de la
institucionalidad, su manifestación en momentos como la judicialización de ciudadanos, cuyo
delitos van en contra de la ley en el marco de lo que se considera crimen, son puestos a
consideración de la interpretación de la instancia máxima de autoridad judicial como un juez y la
defensa de la contraparte. En síntesis, el ordenamiento jurídico que determina el rumbo de los que
son considerados criminales, es el resultado de interpretaciones jurídicas de las contrapartes
vinculadas un determinado problema judicial.

Abordar un problema histórico como la Violencia Bipartidista a mediados del siglo XX en


Colombia desde la perspectiva política y jurídica, nos obliga a entender no solo la idea del Estado y
la naturaleza de sus leyes para la acción institucional, sino la idea de la perspectiva de la naturaleza
de los procesos jurídicos como elementos del mismo, para enfrentar las coyunturas que generan los
conflictos y las luchas civiles. Para ello y basados en lo que plantea la Estructura del Proceso Penal
en Colombia, desde una perspectiva teórica-procedimental en esta nueva dinámica, se dice que
«Los sistemas jurídico-políticos, entre otras actividades y objetivos, controlan las conductas de los
ciudadanos evitando o solucionando los conflictos de intereses que ordinariamente ocurren, a través
de diferentes instrumentos de reacción que limitan las libertades y otros derechos fundamentales» 2,
es entonces en este punto, donde comprendemos la importancia de estudiar la normatividad jurídica
que durante este “periodo histórico” transitó en los estrados judiciales, durante los procesos
jurídicos que vinculaban a los actores de la “criminalidad” en las luchas campesinas en el marco de
la Violencia Bipartidista en Colombia. Esto con el fin de abrir un nuevo debate académico que
permita entender elementos propiamente jurídicos, amparados en un contrato institucional
aparentemente legítimo y legal, pero que en su misma naturaleza se convirtieron en instrumentos de
acción y judicialización configurados en un momento de caos y violencia a gran escala, abriendo

2
Pedro Avella Franco, «Estructura del Proceso Penal Acusatorio» (FISCALÍA GENERAL DE LA NACIÓN, 2007),
19.
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camino a un sin número de interpretaciones en el largo camino de estudios de la Violencia en la


historiografía colombiana.

2. La Violencia

Enmarcar en un contexto político en el hecho histórico de la Violencia Bipartidista, es un ejercicio


que nos remite a la perspectiva de lo que inicialmente planteamos como un llamado a la
interdisciplinariedad, en este primer momento desde la óptica política y social. Hablar de violencia
política en Colombia es hablar de conflicto relacionado a la lucha de quienes resisten contra el
dominio y represión del Estado, esto, por supuesto, al referirnos a la razón de ser de lo que en la
historiografía colombiana se establece como una etapa en el orden cronológico de la historia
nacional. Este conflicto, que se ha manifestado en la esfera de lo social, denota un impacto en la
vida de las sociedades colombianas y una trasformación de lo cotidiano. Desde esta concepción, es
claro que las actuaciones de los grupos de resistencia que se organizaron con el estallido del
“Bogotazo” y que se extendieron por algunas regiones dentro del territorio nacional, se
manifestaron en una conducta muy particular en cada escenario. Por esta razón, caracterizar los
grupos de resistencia y contextualizar en un mismo enfoque toda la época de la Violencia en
Colombia de forma general, es un equívoco, pues la lucha bipartidista se manifestó en distintas
formas hacia los diferentes departamentos y espacios del territorio nacional.

Para este caso, los grupos bandoleros relacionados a guerrillas liberales en los llanos orientales
tienen su origen en el proceso histórico relacionado a la violencia desatada en la caída de la
Republica Liberal, que comprendió el periodo de 1930-1946 y la llegada al poder de Mariano
Ospina Pérez. La división al interior del partido liberal, entre “Turbayistas y Gaitanistas”, sumado a
un entorno de crisis política, debido a las primeras manifestaciones de violencia bipartidista en
varias zonas del territorio nacional, provocaron un ascenso inminente del Partido Conservador que
desembocaría en su obtención del poder. «Para este momento, la situación en las ciudades se
presentó cierto orden y concordia, mientras que en el campo se dio un creciente caciquismo
-principalmente de hacendados conservadores- que exacerbó fuertes discordias y enfrentamientos
entre los comerciantes liberales y los hacendados conservadores…» 3. Como resultado de ello, se
agudizaron en cierta medida los enfrentamientos “ideológicos” que terminarían adquiriendo su
carácter de violentos. En una primera instancia, la ruptura política que dejó la pérdida de poder del
Partido Liberal en el ámbito nacional, provocó una desestabilización social que comenzó a
manifestarse de forma violenta en gran parte de la región andina del país.

El hecho que desataría la primera oleada de violencia en el país fue el asesinato de Jorge Eliecer
Gaitán el 9 de abril 1948. Para la historiografía colombiana, este suceso más que constituir el inicio
de la violencia, lo que hizo fue agudizar una situación que se venía dando de forma imperiosa, lo
cual desembocó en una gran crisis social y política a nivel nacional. A partir de este momento, el
conflicto deja de ser una lucha casual y anecdótica para convertirse en una lucha armada, con
ciertos rasgos de radicalismo político. Así, el centro y sur del país no rehuyeron a los
enfrentamientos que se dieron en esta gran coyuntura.

Las castas políticas del país en el ámbito nacional y regional, en lugar de ser mediadores para
restablecer el orden social, se vincularon a este momento de caos, como agentes de persecución y
promotores del odio bipartidista. Las zonas y territorios campesinos del centro del país se
convirtieron en escenarios de contiendas de escuadras, campos de batalla y espacios para la lucha y

3
Blanca Álvarez Pinilla, «El caso de Guadalupe Salcedo y las guerrillas del llano entre 1949-1957 como una
respuesta a la violencia bipartidista colombiana» (Tesis de Pregrado, Bogotá, Universidad Colegio Mayor
Nuestra Señora del Rosario, 2013), 8.
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resistencia armada. «Esta violencia se extendió por casi todo el territorio nacional, tomando más
ímpetu en el centro y sur del país, en donde se vio reflejado el grado de polarización entre partidos
políticos y los mecanismos de persecución y violencia política que el gobierno empezó a
implementar para reprimir la lucha de clases que se vislumbraba, bajo el ropaje del bipartidismo.» 4.
El caso de la Violencia Bipartidista hasta este punto nos deja una primera reflexión que nos obliga a
entender el proceso desde cada territorio, pues la manifestación del conflicto, como bien se ha
planteado, obedece a un contexto en cada zona particular del país. «La Violencia es un monstruo de
mil cabezas, es muchas cosas a la vez»5.

Esta crisis política y social se extendió a lo largo del territorio nacional, no obstante en zonas como
los Llanos Orientales de Boyacá, los grupos de resistencia Liberal, a partir del estallido del
“Bogotazo”, surgirían como reacción ante la avanzada conservadora que pretendía restablecer el
orden a través de la represión violenta. El ascenso conservador, las posturas de extrema derecha
instauradas en algunos sectores del gobierno tras la llegada de Laureano Gómez al poder, como
sucesor de su copartidario Mariano Ospina Pérez y unas elecciones de carácter atípico, como en
muchas ocasiones de los años 30s y 40s, fueron el detonante simbólico de la conformación de los
grupos Bandoleros de resistencia Liberal ante la represión conservadora disfrazada de policía cívica
y apoyada desde el palacio presidencial.

La Región del Piedemonte Llanero boyacense, en lo que hoy en día pertenece al departamento del
Casanare y sus límites con el departamento de Boyacá, fue un escenario en el que la violencia
bipartidista se manifestó de forma lenta, pero que con el tiempo seria uno de los espacios de
insurrección y lucha armada con mayor afluencia en el país. La principal característica de esta
región fue su abierto fanatismo a la influencia Liberal Partidista, constituyéndose como una zona
Liberal en su mayoría, a diferencia de los territorios del norte de Boyacá, en donde la influencia
conservadora y católica tradicional era muy fuerte. Esta Región muy apartada del centro andino del
país, no se encontraba inscrita en lo que podría llamarse la agenda política nacional, pues era un
territorio poco poblado, sin centros urbanos importantes, salvo Villavicencio, que era una ciudad
medianamente importante de los llanos. Su principal característica eran sus espacios geográficos
repletos de llanuras y con un clima cálido en muchas de sus zonas, en condiciones de pobreza y
poca atención del gobierno, pero que aun así se apartaba a la violencia que se venía dando desde
antes del 48 como lo manifiesta Justo Casas Aguilar «No todas las regiones, del departamento
sufrieron el estrago de la violencia desde un principio, es decir, desde 1946 o incluso años
anteriores. Hubo regiones que hasta mediados de 1949 gozaron de una relativa tranquilidad y fueron
aquellas donde el Partido Liberal era mayoría; por ejemplo la Provincia de Lengupá y los Llanos de
Casanare, territorio que por aquella época formaba parte del departamento.» 6. De una u otra manera
la naturaleza política de estos territorios fue la razón por la que la violencia se manifestó hacia
finales de los años 40s.

Si bien las noticias nacionales hablaban de un brote de violencia en todo el territorio nacional, los
grupos familiares y grandes hacendados liberales de la Región del Piedemonte Llanero en lo que
son actualmente los municipios de Monterrey, Sabanalarga, Campohermoso, Páez -estos dos
últimos de la actual jurisdicción del Departamento de Boyacá-, entre otros, no percibían la idea de
una avanzada conservadora y por supuesto una influencia de los movimientos radicales que
4
Jeny Angélica Vega Rueda. y Héctor Alfredo Leal Martínez, «La declaración de Sogamoso y las guerrillas
Liberales de los Llanos Orientales» (Tesis de Pregrado, Bogotá, Universidad Distrital Francisco José de
Caldas., 2015), 13.
5
Referencia que hace Gonzalo Sanchez frente a la descripción de muchos cronistas de la época de la
Violencia en Colombia en su libro: Guerra y Política en la Sociedad colombiana, 1991
6
Justo Casas Aguilar, La Violencia en los llanos orientales (Comando Hermanos Bautista), Primera Edición
(Bogotá: Ecoe, 1986), 27.
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buscaban desterrar y reprimir a través de la violencia a los adeptos liberales. Sin embargo, la
principal incursión conservadora se dio a través de la llamada “Policía Chulavita”, grupo armado
que abiertamente se declaraba anti liberal-comunista y que es recordada en la historia nacional
como la fuerza oscura del estado al margen de la legalidad. El presidente Laureano Gómez, a partir
de los años 50s seria acusado de promover y participar de forma indirecta en la acción logística y
operativa de los Chulavitas en la persecución liberal. «…Si bien fue el pueblo raso el que puso las
víctimas, fue el Gobierno a través de sus órganos militares y paramilitares el que encendió la llama.
Las fuerzas que debían representar la autoridad y el orden se convirtieron en un actor más de la
contienda respondiendo a intereses privados y particulares y no a la defensa de la nación…» 7, este
apartado tomado de Gina Rodríguez y su artículo sobre la Policía Chulavita, denota la operación de
avanzada conservadora que se iba a extender por gran parte del territorio colombiano,
especialmente en departamentos como Boyacá, estableciendo así lo que Giraldo llama «La acción
que configuró un dispositivo antipopular de carácter paramilitar”, dando como resultada la llegada
de la oleada de Violencia a los llanos»8.

En respuesta ante la amenazante recuperación del territorio, por parte de los sectores radicales del
conservatismo, los liberales del llano en su mayoría, a través de núcleos familiares, conformarían
los grupos armados de resistencia frente a la ofensiva conservadora. La principal característica de
estos grupos, fue, que una gran parte de los mismos surgieron desde los lazos familiares en defensa
del territorio y las ideas -esto fue el común denominador, reflejado en familias completas al mando
de grupos de bandoleros de resistencia liberal, como lo fueron los Bautista y los Fonseca-.

3. El Estado Colombiano en el contexto de la Violencia

Abordar el problema de la Violencia nos lleva a entender la idea de Estado ¿Por qué? La respuesta
se torna sencilla en la medida en que el Estado como concepto político representa un conjunto de
instituciones que dan orden a la vida social, sin embargo, la idea del Estado en todas sus
manifestaciones puede a su vez, problematizar la concepción del porqué de los conflictos sociales
relacionados a las guerras civiles y las luchas políticas desde la base social, son el producto de un
desarrollo político e histórico que se dan o agudizan en el tiempo.

Para este caso, el eje central de análisis en cuestión se puede observar desde la óptica del derecho y
la ciencia política, desde la idea del ejercicio del poder. Como lo presenta Cazorla en su Manual de
Introducción a la Ciencia Política «Lo que parece evidente es que, como denominador común a
Derecho y Ciencia Política, se encuentra el problema básico del uso del poder. Su ejercicio
legítimo, a través de las instituciones libremente establecidas y elegidas…» 9. Este enfoque no nos
desliga de la idea del proceder puramente legal del Estado, pues como bien lo presenta el autor, las
actuaciones legales y jurídicas por parte del mismo se fundamentan en estamentos puramente
escritos y aprobados desde la institucionalidad. Ahora bien, esta idea, desde la visión del contrato
social que establecieron los teóricos modernos sobre el surgimiento y las teorías del Estado como
Rousseau10, no garantiza que su carácter legal sea legítimo, desde el apoyo popular y las bases
7
Gina Paola Rodriguez, «Chulavitas, Pájaros y Contrachusmeros. La violencia para- policial como dispositivo
antipopular en la Colombia de los 50.», XIV Jornadas Interescuelas/Departamento de Historia. Universidad
Nacional de Cuyo, s. f., 16.
8
Javier Giraldo, «El Paramilitarismo: una criminal política de Estado que devora el país», versión electrónica:
http://www.javiergiraldo.org/spip.php?article76
9
José Cazorla Pérez, Manual de Introducción a la Ciencia Política, FUNDACIÓN NÚCLEO de ESCO (Granada-
España, 2008), 25.
10
Su herencia de pensador radical y revolucionario está probablemente mejor expresada en sus dos frases
más célebres, una contenida en El contrato social, “El hombre nace libre, pero en todos lados está
encadenado”, la otra, presente en su Emilio, o De la educación, «El hombre es bueno por naturaleza
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sociales. La ley como instrumento de dominación del Estado para regular las conductas sociales, no
es el producto de un contrato establecido entre el aparato estatal y las ya mencionadas bases
sociales, sino que son bajo este enfoque, una idea que fundamenta la acción legal del Estado, a
través del ordenamiento Jurídico.

La interpretación del Estado en el marco del análisis que aquí se propone en el contexto de la
Violencia nos lleva a retomar la idea del Estado Hobbesiano, no solo porque dentro de los procesos
de consolidación del mismo se dan en una retrospección al Estado de Naturaleza, sino porque bajo
la óptica del Contrato Social que hemos definido, se legitima en la fuerza, el control y la seguridad.
Luego entonces, la ley bajo esta visión nos deja entrever que su apoyo también está establecido en
lo que más adelante definiremos como la política criminal del Estado. El fundamento principal para
esta teorización del Estado en este contexto se basa en la idea que nos plantea Jorge Gaviria y su
interpretación en algunos de los apartados del Estado de Naturaleza en Hobbes: «En el Estado de
naturaleza la vida se disuelve en luchas inacabadas, en las que apenas se sobrevive, y la brevedad es
la impronta de los triunfos o de las derrotas. Los hombres se juegan su destino en cada acción, y
obran movidos por el miedo o por la codicia, siempre en procura de lo que juzgan bueno, pero con
la incertidumbre que entraña la violencia» 11. La interpretación de la noción de Estado en el marco
de la Violencia, bajo la perspectiva de Hobbes, se establece en la dinámica del orden político y
social que se desencadena en este periodo. Si bien, la idea de un Estado de Naturaleza en toda su
dimensión puede ser un poco ambiciosa para explorar un contexto social amplio en este periodo, su
interpretación nos extiende a una visión más politológica en el análisis histórico.

La unidad de análisis Estado en esta época se debe entender en primera instancia a partir del estado
de excepción. En este punto es importante tener en cuenta que para este periodo, mariano Ospina
Pérez, había decretado el estado de sitio, por tanto la actuación del Estado colombiano en ese
momento, acorde a sus líneas legales y legitimas derivadas de su misma naturaleza sobreponen al
ordenamiento jurídico; su proceder sería diferente hasta lo que en la fecha se había manifestado en
materia de su función sancionatoria. El brote de Violencia Bipartidista configuró una nueva ruta de
acción del Estado Colombiano, de allí la importancia del análisis jurídico, pues bajo este enfoque
podemos entender que las decisiones del Estado son garantes de su fuerza y determinación frente al
que considera enemigo sobre todo en condición de excepción.

Estas ideas de Estado se relacionan con el ámbito jurídico del derecho en la aplicabilidad, uso y
ejercicio del poder. Lo que legitima la acción del Estado es lo que en la dimensión del poder se
manifiesta en sus pactos con la sociedad –las leyes-, cuya aplicación no se le considera legítima en
toda su proceder, teniendo en cuenta lo anteriormente mencionado, la lógica del contrato no se
sustenta del todo en la base social, por lo tanto la situación del Estado en un momento de conflicto
interno condiciona su accionar. La regresión al Estado de Naturaleza como plantea Luis Sandoval,
en su visión como violentólogo, en el marco de la Violencia esta idea «…obliga a la búsqueda de
una salida creativa para superar la crisis» 12. Salida que puede agudizar el conflicto en busca de una
pacificación o sembrar la semilla para la prolongación de la conflictividad en el tiempo.

Amparados en esta concepción política que hemos planteado de un estado de caos en el Estado
Hobbesiano a partir de esta expresión aguda de violencia hacia el año cincuenta, se ciernen las
pasiones humanas concentradas en el individuo y que se manifiestan socialmente. Hobbes

11
Jorge Iván Gaviria Mesa, El Estado colombiano en el modelo teórico de Thomas Hobbes, Departamento de
Fondo Editorial (Medellín - Antioquia: Fundación Universitaria Luis Amigó, 2015), 21.
12
Luis Sandoval, «Colombia: ¿un caso de regresión al estado de naturaleza?», de Derecho y Ciencias Sociales,
UPTC, 2009, 131-42.
LUIS ALEJANDRO CASTRO SANCHEZ

desarrolla en su gran obra del Leviatán 13 las partes constitutivas de la naturaleza humana que se
imponen a la razón en una fase anterior a la constitución de un Estado Civil: La ambición, el
orgullo, la vanagloria, el apetito, la cólera, la venganza, entre muchas otras manifestaciones
humanas que comienzan a condicionar el actuar individual de quienes se sumergen en un conflicto
como la Violencia Bipartidista.

Una acción humana está ensimismada en un imperio normativo que colapsa al romper o violar un
código de conducta estipulado, por tanto comienza a configurarse la condición de criminalidad
producto de un momento de caos civil. La Violencia en si misma codifica nuevas percepciones de
delito y crimen, tratándose desde arriba, desde el estrado, desde quien ostenta poder y ejerce
control. El enemigo no es quien infringe la ley movido por pasiones o errores en su condición
humana, sino el que más allá de ello, es contrario, opuesto y adverso al Estado mismo. ¿Quiénes
luchan? ¿Quiénes resisten? ¿Quién es criminal? ¿Quién es el enemigo?, no son interrogantes
sencillos de responder desde diferentes puntos de vista, pero siendo atrevidos en una mirada
estructural y jurídica, el estado de excepción sobrepone la acción legitima estatal respaldando
cualquier accionar del mismo, la pacificación no es la búsqueda de la amistad y la armonía sino la
expresión de la furia del poder político que se ampara en un pacto social –la ley- para lograr el
control, ejercer el poder y resaltar su capacidad de dominación.

Los procesos penales en el análisis histórico nos remiten a la función judicial del estado; y
es, que esta función delimita el accionar público en la alteración de los órdenes políticos y
sociales. La idea del imperio de la ley no está lejos de ser más que un instrumento de acción
política y pública que busca reestablecer el orden y por supuesto establecer antecedentes
ante una posible nueva ruta de acción jurídica. Está demostrado que los conflictos
relacionados a la violencia política, mutan a través del tiempo –esto ligado a la idea de la
linealidad y evolución de los procesos históricos en un país- y por ende obligan a la
adaptación de la normatividad para enfrentar el caos social, este último desde el enfoque de
la acción que se considera criminal -que altera el orden social-. Es decir, los procedimientos
jurídicos son cambiantes, la normatividad en materia judicial penal está en constante
construcción y encuentra su fuente en la coyuntura del momento y el antecedente histórico.

En este orden de ideas, podemos decir que el abordaje de los procesos judiciales que se dieron en
esta época de crisis política y social nos ayuda a entender el proceder del Estado, por ello la idea de
analizar expedientes judiciales históricos en función penal tiene sentido, en tanto los mismos son
expresión de enfrentamiento y mediación de los actores del conflicto, según José Rifa «El proceso
penal está caracterizado por ser el cauce para la aplicación del “ius puniendi” configurado como una
potestad soberana del Estado de Derecho destinada a restablecer el orden jurídico perturbado con la
imposición de las penas correspondientes a la comisión de los delitos tipificados en el Código
Penal»14. De este modo, la coerción y el camino hacia el que el Estado está destinado entre otros
múltiples alcances es el “hacer cumplir la ley”, y esto tiene como consecuencia una ruptura con lo
que podríamos denominar la lucha civil legitima y amparada en unas causas y un origen desde las
mismas acciones del Estado.

13
El Leviatán es la obra más conocida del filósofo ingles Thomas Hobbes, publicada en 1651, haciendo
referencia al gran monstruo bíblico leviatán como un ente supremo de poder, que genera temor y es
garante de fuerza absoluta, rey por su poder y símbolo de dominación. Esta obra constituye una base teórica
fundamental del Estado Absoluto y el derecho moderno que ampara la legitimidad del poder
gubernamental.
14
JOSÉ MARÍA RIFÁ SOLER, MANUEL GONZÁLEZ, y IÑAKI RIAÑO BRUN, DERECHO PROCESAL PENAL
(Pamplona - España: Instituto Navarro de Administración Pública, 2006), 29.
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Los actores de la Violencia en el marco de la relación Estado y Derecho construyen una relación en
primera instancia del orden político, desde una mirada vertical, es decir de institución a ciudadano.
Así mismo, dentro de lo que llamamos proceso judicial, esta relación se transforma y se enmarca en
un ordenamiento jurídico puramente legal, ahora bien, es necesario hacer claridad en lo que respecta
hacia la naturaleza de los procesos que aquí se inscriben. Lo primero a tener en cuenta es, que si
bien un proceso judicial implica un fundamento legal, los actores de la Violencia no necesariamente
representan una amenaza y un enemigo social, pues lo legal como bien se ha planteado no
constituye un todo en las relaciones dentro de esta coyuntura por parte de los individuos como
unidades de análisis. En segunda instancia la idea de criminal, delincuente y enemigo político no
margina del todo la idea de una lucha civil que se aparta del ordenamiento jurídico y encuentra su
fundamento en un hecho que sobrepone al mismo, y se configura en un proceso colectivo de
construcción social, resistencia y autodefensa.

4. De la criminalidad y el Delito en el marco de la Violencia

La definición clásica de violencia se enfoca en la naturaleza del ser humano y su condición de ser
socialmente dependiente. Ahora bien, las categorías de análisis que hemos propuesto a lo largo de
esta reflexión van más allá de lo que sería la “violencia natural del ser humano”. La perspectiva del
problema dentro de un contexto histórico marcado por lo político como la Violencia Bipartidista,
nos remite al enfoque de la violencia política desde la criminalidad. Esta última se debe analizar
desde diferentes dimensiones teóricas para abordar dicho concepto de forma integral. Es válido
destacar, que en algunos pasajes históricos los momentos de conflicto que se manifiestan en la
esfera de lo político-social, la violencia se convierte en un instrumento que desafía la legalidad
institucional -remitiéndonos nuevamente al momento en que Mariano Ospina Pérez declaro el
Estado de Sitio en plena crisis de Violencia Bipartidista-. Es por ello, que una teorización que nos
permite analizar las categorías conceptuales de este fenómeno en el marco institucional, político y
jurídico es el análisis de la violencia política desde la individualidad del actor criminal.

Como primer enfoque en el análisis teórico de las conductas individuales de los actores de la
Violencia en los llanos orientales, se propone abordar la concepción que plantea Sandoval de la
perspectiva de la criminalidad y el comportamiento individual, esto como primera instancia en el
entorno social. Los estudios sobre criminalidad, según este autor «explican los diferentes motivos
que llevan a una persona a presentar comportamientos criminales, a partir de incentivos individuales
generados por el entorno y el espacio donde se desenvuelve el individuo, los cuales pueden
determinar ciertas características que se manifiestan en ciertas etapas de la vida» 15. Así mismo, en el
marco de lo jurídico en relación al proceso penal y de forma general en el análisis de la fuente
judicial, la criminalidad es entonces un conjunto de prejuicios en el aspecto de lo legal, « es un
conjunto de acciones consideradas ilegales y que son perseguidas por la policía y castigadas por la
justicia»16. Las acciones determinadas en el marco de la criminalidad definen la dinámica social de
un territorio. Si se quiere tener una percepción política y social del fenómeno de la criminalidad, la
ciencia histórica nos permite analizar el entorno y el contexto en determinados periodos. En este
punto afianzamos en gran medida la importancia de los estudios históricos desde la
interdisciplinariedad propuesto al inicio de este artículo.

La criminalidad en el análisis histórico desde su interpretación teórica, a la luz de lo que nos plantea
el mismo autor, quien sostiene que «las teorías sobre criminalidad intentan hacer una aproximación
del porqué el ser humano se convierte en un criminal desde la perspectiva analítica-psicológica y

15
LUIS EDUARDO SANDOVAL y DEISSY MARTÍNEZ BARÓN, «UNA REVISIÓN AL ESTUDIO DE LA DELINCUENCIA
Y CRIMINALIDAD», 2008, 106.
16
Definición Diccionario Online https://definicion.mx/criminalidad/, Sección Derecho y Justicia
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social, centrándose en los factores que conllevan a una persona a comportarse asocialmente.» 17. De
algún modo, las percepciones que se pueden tener dentro del entorno en el contexto histórico de la
Violencia, demuestran un impacto social producto de una coyuntura política. Para este apartado
teórico, la visión de criminalidad en el entorno específico del departamento de Boyacá en este
periodo, se fundamenta en la idea de Rosa Alfonso y su enfoque sobre la criminalidad en Boyacá,
vista desde la estadística y el proceso penal judicial, «la criminalidad ha sido un problema social
que ha afectado a todas las sociedades en diferente proporción. Algunas de ellas han intentado
reducir sus índices mediante el conocimiento socio-histórico de sus causas con el fin de adoptar e
implementar mecanismos de control o generar códigos y normas que tiendan a controlarla» 18.

En un segundo enfoque, la visión que establece el derecho positivo en la dimensión jurídica


respecto a la criminalidad se enmarca en la noción del delito, pues este constituye la construcción
del derecho penal. Sin embargo, cuando analizamos periodos históricos desde la óptica judicial,
debemos ser cuidadosos al entender la percepción del delito no solo como categoría jurídica y
penal, sino como construcción social. El delito es una parte del ámbito de la criminalidad, es decir
el delito dentro del marco jurídico y social determina el índice de criminalidad. En este sentido es
fundamental determinar dos categorías de análisis del delito en la criminalización: El delito en la
perspectiva positiva jurídica –que se limita únicamente a lo estipulado en la ley- y el delito en la
construcción social. Para esta última visión, el sociólogo Michel Misse, desde una concepción más
social que jurídica determina que «En la modernidad, para que un hecho jurídicamente criminable
sea definido como delito por el Estado (el último detentor legítimo del poder de definición) es
preciso que los actores envueltos en el mismo inicien el proceso de criminación. No obstante, los
actores sociales nominan y representan innumerables hechos como delito en una anticipación
retrospectiva, incluso cuando deciden no dar seguimiento a un proceso de criminación. Así, una
“criminalidad real” será opuesta a una criminalidad “legal” o “aparente”, aquella que fue reconocida
por el Estado.»19. Teniendo en cuenta que un delito se manifiesta en la base social que lo percibe,
podemos decir entonces que la construcción social de los delitos obedece a una lógica de ideales e
imaginarios elaborados individual y colectivamente. Amparados en el esquema teórico que nos
plantea Misse, los hechos de incriminación de un delito los define “la sensibilidad jurídica social”,
por tanto “el delito no es un acontecimiento individual, sino social”.

Finalmente en el escenario de análisis de criminalidad otra de las categorías de análisis en la


búsqueda de interpretación de estos conceptos es sin lugar a duda la significación y definición
ampliada de lo que es la violencia política. De este modo es necesario finalizar con la categoría
conceptual que nos lleve a teorizar esta noción y por supuesto su vínculo en el marco de la política
criminal. Esta percepción del crimen se materializa en un espacio de violencia política en su
máximo esplendor.

Para estructurar esta categoría de análisis es preciso acudir a la interpretación de lo que en un


principio instituye la creación del Estado Civil que ya habíamos mencionado de Hobbes. Para ello,
se tiene como base el precepto que la organización social de los seres humanos en su estado natural,
obedece en un principio a una lógica de un dominante y subordinados -la lógica del más fuerte en la
dominación- . Este juicio nos induce a entender la organización natural del ser humano y sus
conflictividades tradicionales y la aparición del Estado. Talancón en un artículo donde teoriza la
noción de violencia política, recalca el sumario de aspectos que desembocan en la aparición del
Estado, teniendo como base que su génesis es la conflictividad natural del orden social del hombre
17
SANDOVAL, 106
18
ROSA ELENA ALFONSO DE MEJÍA, «LA CRIMINALIDAD EN BOYACÁ: Procesos y Homicidas 1930-1960»
(Tesis Magistral, Tunja - Boyacá, UPTC, 1995), 2.
19
Michel Misse, «Sobre la construcción social del delito en Brasil» (Universidade Federal do Rio de Janeiro,
s. f.), 5.
LUIS ALEJANDRO CASTRO SANCHEZ

y de allí se parte de la idea que «Era necesario neutralizar el conflicto, haciendo uso de los
instrumentos de coerción disponibles que garantizaran la reproducción de una sociedad que fuera
más allá de la violencia fundacional; la organización política, transformándose después de siglos, en
una institución fundamental llamada Estado, hizo posible el uso de un instrumento jurídico esencial:
el Derecho»20. De este modo, la percepción de lo que sustituye esa violencia fundacional, se ampara
en el sustento desde la base jurídica del Estado. Por tanto «Sólo institucionalizando la fuerza
cultural y militar se generó el poder político»21.

Este autor propone un esquema muy fácil de adaptar para examinar el escenario histórico que
hemos venido analizando. Este corresponde a la estructura básica que sostienen y explican la visión
de lo que determina y establece la concepción politológica de la violencia política.

«…La violencia política es una manera de articular la relación que se da entre:

a) Gobernados y gobernantes. (Rebelión, asonada, insurrección, revolución)


b) Gobernantes y gobernados. (Represión, persecución, tortura, dictadura)
c) Gobernados y gobernados. (Guerra civil)
d) Gobernantes y gobernantes: I) conflicto interno (golpe de Estado, magnicidio, asesinato político),
II) conflicto externo (entre líderes o Jefes de Estado [guerra])…» 22

Estas relaciones se adaptan de forma categórica en la interpretación de los actores vinculados a los
procesos judiciales que más adelante analizaremos. El monopolio de la fuerza es un principio
esencial y básico del Estado; este le da su carácter de garante de orden. La visión de Hobbes sin
lugar a duda nos abre camino en la consecución de la significación de la violencia política en este
periodo.

Como lo referencia el autor, uno de los problemas que afronta la violencia política es su apoyo en la
que es la violencia legítima; entonces establece dos posturas para afrontar esta problemática «La
primera sostiene que el Estado debe hacer uso de la violencia legítima siempre que exista cualquier
violación al orden jurídico. La segunda considera que existen fracturas del orden normativo que no
necesariamente deben unirse, como son los casos de la objeción de conciencia, la desobediencia
civil, la oposición a una ley injusta, etcétera, lo que nos lleva al problema de la ideología» 23.

Desde el punto de vista politológico la violencia política articula de modo operante la Política
Criminal del Estado, de igual forma como una acción garante. El Estado como ente de poder
político se ampara en una parte en lo que se establece como política criminal, entendiendo esto,
desde la idea de las acciones que implementa este, en la preservación del orden contra todo aquello
que atenta los principios estatales, especialmente en sus asociados -ciudadanos-. El camino hacia el
peso de lo que representa la política criminal en la implantación del orden jurídico del Estado, lo
abre William Parra en el marco de lo que es la dimensión del derecho penal. Este autor nos plantea
desde su perspectiva que para el caso colombiano «la aplicación del derecho penal y de la política
criminal de enemigo es una constante histórica que contiene la funcionalización del derecho penal
para el desarrollo de la guerra y justifica la aplicación de los estados de excepción, la doctrina del
enemigo interior, la arbitrariedad, la ilegitimidad de la justicia penal y la crisis permanente de la

20
JAIME HUGO TALANCÓN ESCOBEDO, «LA VIOLENCIA POLÍTICA» (Conferencia dictada el 21 de marzo del
2008 en las Segundas Jornadas Sociojurìdicas “Violencia: Visión Interdisciplinaria” en la Facultad de Derecho,
UNAM, Ciudad de Mexico, s. f.), 378.
21
TALACÓN, 2008
22
TALANCÓN, 2008, 379
23
Márquez, Daniel, Uso legítimo de la violencia, citado por TALANCÓN
LUIS ALEJANDRO CASTRO SANCHEZ

justicia colombiana…»24. Este enfoque es el que nos permite abordar el contexto histórico de la
Violencia Bipartidista. Recordemos que para el Estado colombiano en ese momento, el problema
del caos social que provoca un magnicidio como el de Gaitán en el marco de violencia política,
transgrede las barreras del control del gobierno en el territorio y la preservación del orden , por
tanto, apela a un tipo de política criminal que inicialmente no se manifiesta con cierta claridad.

5. El Derecho Penal de Enemigo: La Violencia en el Piedemonte Llanero


(Esta Sección está en construcción, a la espera del trabajo de campo)
6. El proceso judicial: Asociación de Bandoleros del Comando de los hermanos Bautista
7. Conclusiones
8. Bibliografía

24
William Parra, «El derecho penal y la política criminal de enemigo en Colombia», Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales, UPTC, 2006, 159.

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