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Unidad IV de Let.

012

Semestre 1-2020

Profesor
Elpidio Núñez
El informe, el ensayo y oratoria

El informe

El informe puede definirse de las siguientes formas:


a. Es la exposición y/o descripción de un acontecimiento.
b. La interpretación sistemática de unos hechos
c. El análisis de un problema y su solución
d. Una comunicación escrita con propósitos previamente determinados.
e. Un género especializado que comunica y canaliza la información necesaria para el logro de
una finalidad.

En toda definición de informe se revela tres elementos fundamentales: Hechos, manejo de los
datos y propósitos.

El género informe aborda de modo concreto los problemas que surgen dentro del panorama
presente. Se escribe con propósitos definidos y para un público consumidor seleccionado a base
de intereses.

Utilidad y ventajas:

El informe tiene una utilidad mayor que la de cualquier otro tipo de comunicación y ocupa un
rango de preeminencia dentro de una sociedad altamente industrializada. En la actualidad el uso
del informe se ha impuesto ante la complejidad de los procesos industriales. Su uso se ha
extendido por las mismas razones a las agencias públicas, centros de investigación,
organizaciones sindicales, cooperativas, instituciones culturales, y en general, dondequiera que
hayan de emitirse comunicaciones en las que se faciliten datos, situaciones, desarrollos y
apreciaciones sobre un determinado asunto.

Entre las ventajas que ofrece el informe están:


Son muestras del trabajo que se realizado.
Se consideran como un archivo esencial de trabajo.
Pueden servir de base para tomar decisiones.
Contribuyen al prestigio de una empresa o agencia.

Estructura:

I. Introducción:
Origen del informe (el porqué de la investigación)
Propósitos
Alcances y límites
Fuentes y métodos usados para obtener la información
Definición de términos especializados
II. Cuerpo del informe:
Definición
Posibles causas
Consecuencias
Relación de situaciones
Presentación de esquemas o gráficos

III. Conclusiones:
Resumen o síntesis

IV. Sugerencias o recomendaciones

V. Apéndice

VI. Bibliografía

El ensayo

El ensayo tiene diversas acepciones. La más generalizada es la de prueba, experimento. La que


nos interesa es la más primitiva, la de meditación, revolvimiento de la mente porque apunta a una
de las cualidades más importante del ensayo y del ensayista: su dependencia del pensamiento, de
la reflexión, del discurso. Otra definición es la siguiente: Se denomina ensayo al texto escrito, en
general por un solo autor, en el cual se exponen de manera argumentativa, el punto de vista,
opiniones o posiciones del escritor ante un tema determinado.

El ensayo es una forma de escribir, es un género de escritura que se caracteriza por la presencia
de los siguientes rasgos:

 Debe disponer y organizar las informaciones de tal modo que adquieran cierta
estructuración, sistematización.
 Al ser producto de la meditación y de la reflexión, ha de primar en el tono discursivo.
 En él han de expresarse las informaciones con claridad y naturalidad.
 Aunque el ensayo es generalmente breve, su extensión es flexible e imprecisa.
 La personalidad del autor ha de reflejarse no solo en la selección léxica y temática y la
formulación estilística, sino también en la presencia de sugerencias e interpretaciones de
los hechos que se exponen.

Algunas consideraciones sobre el ensayo:

Cuando una persona se propone elaborar un ensayo, una de las primeras preguntas es sobre qué
va a escribir. El tema se concibe como una idea, como un concepto. Un tema requiere que lo
limiten por diversas razones. Pero hay que señalar una que quizás es la menos sólida, aun cuando
no por ello deja de ser adecuadamente justificativa: Las limitaciones de tiempo para elaborar el
ensayo y el espacio para exponerlo.
De un tema se desgajan múltiples aspectos parciales que, arbitrariamente, se han denominado
tópicos o subtemas. En el fondo, un tópico viene a ser un tema podado, limitado a las
posibilidades de quien va a producir el ensayo. Veamos ejemplos de temas y tópicos en el
siguiente cuadro:

Temas Tópicos o subtemas posibles


Diversos estilos

El matrimonio a través del tiempo

El matrimonio El matrimonio y la familia

El matrimonio y la población

Matrimonio y divorcios

Rasgos importantes de las elecciones

Elecciones y democracia
Las elecciones
Consecuencias de las elecciones

Historia

Leyes que rigen la educación dominicana

La construcción de planteles escolares


La educación pública dominicana
La formación docente

La transformación curricular

Estructura del ensayo:

Una vez que se haya seleccionado el tópico del ensayo, este se ha disponer de forma sistemática
y organizada. El modelo de organización que proponemos consta de tres partes estructuralmente
diferenciadas que son: introducción, desarrollo y conclusión.

Introducción: Es el comienzo del ensayo y la presentación del tópico que se va a exponer. En


ella se establece el objetivo o propósito del trabajo y se prepara al lector para recibir e interpretar
las informaciones que se presentarán. En otras palabras, se propone el siguiente esquema:
a. Presentar el tópico, b. presentar el objetivo, c. Explicar la importancia del tópico para lograr la
motivación, es decir, el interés del lector.

Desarrollo: Es la parte principal del ensayo en el sentido de que en este momento se analiza y
desmenuza el tópico de acuerdo con el propósito del autor. Es la parte donde se sientan las bases
en que se fundamentará la conclusión. Evidentemente, el contenido del desarrollo estará
determinado por el contenido de la introducción. Es conveniente llamar la atención hacia el
hecho de que los recursos que se emplean para desarrollar la oración temática y convertirla en un
párrafo cambiando lo que haya que cambiar.

Conclusión: Finaliza el ensayo. En ella puede presentarse una síntesis de lo expuesto en el


desarrollo, algunas sugerencias o recomendaciones.

Ejemplo de ensayo:

El incumplimiento de la palabra empeñada

El discurso de la mentira o discurso engañoso es una temática que amerita una gran preocupación debido
a que anida en menor o mayor proporción en todos los sectores sociales. Ese es el propósito por el cual
abordaré el tópico: El incumplimiento de la palabra empañada en los ámbitos de la familia, en algunos
oficios, profesiones y en otros aspectos de la cotidianidad. Aun así, las ideas que presento solo son las
relacionadas con las situaciones más comunes. Como puede comprobarse, queda fuera de estudio el
discurso político, el cual, merece mayor tiempo y espacio por su naturaleza e implicaciones. Además,
tampoco son tratados otros casos de carácter institucional.

El presente reporte adquiere sentido e importancia porque las informaciones que contiene están basadas
en experiencias personales y vivencias de diferentes entornos sociales, las cuales, son presentadas aquí y
sustentadas empleando las orientaciones de algunas fuentes bibliográficas.

El discurso es una herramienta poderosísima al momento de desarrollar los diferentes actos de habla
mediante los cuales un enunciador produce mensajes para uno o varios enunciatarios. Por esta razón,
debe inferirse que a éste debe dársele el empleo adecuado para que el proceso comunicativo y
socializador resulte ameno, significativo y eficaz.
El uso del discurso para fines insanos y mentirosos conlleva a un deterioro tanto de la imagen social
como individual del sujeto-enunciador. En otras palabras, el sujeto va perdiendo la confiabilidad que
debe poseer, mantener y defender. Por este accionar, la sociedad concomitantemente va tomando un
derrotero muy distinto al que debe seguir dentro de los patrones morales y la sana convivencia.

El sujeto enunciador, que con el discurso engaña, lo hace con un propósito claro generalmente: Obtener
algún servicio o bien no importando los efectos que puedan desencadenarse. Éstos consisten en un daño
que algunas veces es reparable; pero otras, no. La mentira es una práctica social, cuyos usuarios no
reparan en ella y la asumen como una acción normal y aceptable. En las sociedades ha existido la
tendencia a la mentira. Se usa el potencial de las palabras para engatusar a los sujetos, enredándolos en
una telaraña que dificulta su avance (Van Dijk, 2001).

Cuando se establecen acuerdos y compromisos, casi siempre son expresados de manera espontánea, es
decir, no existe ninguna coacción que obligue a ello. En el primer caso, se entiende que lo anunciado se
realizará. En el segundo, hay que tomar en consideración que no hay decisión voluntaria por lo que el
sujeto no está en la obligación de cumplir.

Vistas estas ideas, me centraré ahora a examinar el cumplimiento de la palabra tanto en el ámbito
familiar como en algunos oficios y profesiones y en el entorno (desde la óptica de las relaciones
interpersonales) especialmente, la cotidianidad.

La familia representa un papel determinante en la sociedad no sólo en su buena marcha, sino también en
el mejoramiento de esta última. En ese sentido, el manejo del discurso en la familia debe estar dirigido a
la solución de problemas mediante su empleo consciente y estratégico.

La familia es el escenario donde con mayor razón debe cumplirse la palabra empeñada porque es una
escuela, cuyos padres son los maestros y sus hijos, los discentes. Es recomendable que todos sus
integrantes cumplan lo que prometen, independientemente de los sacrificios que sean necesarios realizar.
El discurso, entonces, servirá para el mantenimiento de las relaciones armoniosas, de respeto y bienestar
tanto individual como social.

Los integrantes de la familia faltan a la palabra en diferentes situaciones de la convivencia. El padre


promete a su esposa y a sus hijos la realización de tareas diversas, la esposa y los hijos a la vez, hacen lo
mismo. Unos y otros no cumplen lo establecido. De esta manera, se va creando un ambiente de
desconfianza común en el cual cada uno pone en duda la realización de la acción expresada. ¡Qué
lamentable es cuando ni nuestros seres queridos confían en nosotros! En el contexto familiar y en
cualquier otro, las palabras emitidas deben ser sinceras y expresadas con la intención de cumplir.
Parafraseando a John L. Austin, la proyección de la precisión y la moral se dirigen en un mismo sentido
y se manifiestan entre todos porque verdaderamente la palabra empeñada nos obliga.

Otro escenario donde la palabra empeñada está en crisis es el de algunos oficios y profesiones. Me
limito solamente a especificar algunos de la larga enumeración que es posible anotar. Tanto el herrero,
como el ebanista, el plomero, el suplidor de aguas potables, el chófer, la compañía de cable y de
electricidad en ocasiones incumplen con los compromisos establecidos.

Es preocupante que los usuarios se apoderen del discurso para prometer lo que muchas veces saben que
no van a cumplir. Este problema, además del deterioro de imágenes personales e institucionales, provoca
en los afectados inconvenientes relacionados con el tiempo y con otros compromisos, es decir, se queda
mal en otro compromiso posterior si se ha prometido una acción en un tiempo y espacio específicos y no
se cumple.

El incumplimiento de la palabra es una acción que su única penalización es la crítica que ocasionalmente
se expresa; en caso contrario, quien incumple y el afectado echan la falta al olvido ignorando el daño
que se está haciendo.

Cuando el incumplidor a veces da una explicación de la falta cometida, incurre en otros errores:
Primero, trata de argumentar con razones poco convincentes e ilógicas; segundo, dice otra mentida al
exponer como razón lo que no fue. Esta situación es cada vez más penosa porque está en juego la
responsabilidad.

Un tercer caso que no quiero dejar de mencionar es el de los sujetos inmersos en su cotidianidad. Aquí
se incluyen los amigos, los compañeros de trabajo y los estudiantes, que fuera de sus respectivas
instituciones, se interrelacionan. Muchas veces se trata de relaciones ambulantes, es decir, menos
formales que las de la familia y las propiamente institucionales.

No cumplen la palabra empeñada estudiantes que asumen compromisos, tampoco amigos, que fuera de
su lugar de trabajo, establecen acuerdos. Los efectos especialmente en este renglón no son muy tomados
en cuenta por la informalidad tanto de las promesas como de los vínculos interpersonales.
Cuando los afectados se quejan de los efectos del incumplimiento de la palabra tienen clara a veces la
importancia de la palabra escrita porque señalan que: “Las palabras se las lleva el viento”. Ahí radica
uno de los grandes valores de la escritura que fija los acuerdos para que haya constancia de ellos como
ocurre en los ambientes legales, en los documentos históricos y otros.

Todavía se escuchan a los individuos cuando reconocen a nuestros antepasados que cuando asumían un
compromiso oral era igual que si hubiese existido un documento escrito. Así vendían bienes y
establecían acuerdos, los cuales, cumplían con la firmeza del hombre íntegro.

El discurso posibilita al sujeto-enunciador la expresión de compromisos a los que muchas veces no les
es fiel. El incumplimiento de la palabra empeñada en el ámbito familiar, en oficios y profesiones y en
otros espacios en los que se origina la asunción de acuerdos, trae consigo efectos muy negativos no sólo
para el sujeto-enunciador, sino además para el sujeto-enunciatario.

En conclusión, la mentira crea un efecto de deterioro de la credibilidad de las personas y una


descomposición de la sociedad. Cuando se anuncia una promesa, se entiende que la palabra se
cumplirá. El ncumplimiento de la palabra se nota tanto en la familia como en en los diferentes oficios y
profesiones de los cuales se demanda servicios.

La familia es la menos llamada a ser escenario de mentiras como producto del incumplimiento de la
palabra tomando en consideración que ésta es el núcleo social prioritario para la convivencia sana y por
tanto, comprensiva y armoniosa. En los oficios y profesiones y en las relaciones interpersonales fuera
del escenario anterior el incumplimiento de la palabra cobra terreno; pero de manera más informal. En
estos últimos, el compromiso anunciado se toma menos en cuenta precisamente por el espacio y el tipo
de interrelaciones dado entre los sujetos.

Es urgente y prioritario que los usuarios de la lengua tomen conciencia y cuiden no sólo su imagen, sino
además su oficio, su institución. A medida que se incumple, se va creando en el afectado una idea muy
negativa de la imagen del incumplidor. Así como se asumen compromisos por medio de las palabras,
también existe la oportunidad para no asegurar lo irrealizable.

El incumplimiento de la palabra empeñada (por los efectos sociales e individuales que produce) merece
un cambio de actitud para obtener un medio social y a unos sujetos más saneados. En este sentido, es
necesario poner en práctica sugerencias como las que siguen a continuación:
 Reflexionar sobre la importancia del cumplimiento de la palabra empeñada y la envergadura de
los efectos que origina.
 Orientar tomando en cuenta a la familia y a la escuela como escenarios para lograr mayor
confiabilidad entre sus miembros y desde ahí que se proyecten los buenos ejemplos a toda la
sociedad.
 Llevar un registro escrito de los compromisos asumidos, no solamente para tenerlos pendientes,
sino también como una muestra de organización personal.
 Asumir únicamente los compromisos con los que se pueda cumplir.
 Si se falta al cumplimiento de la palabra, especialmente por algún compromiso considerable,
hacérselo saber al afectado preferiblemente antes de la hora fijada; en caso contrario, durante o
después.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:

1. Austin, John L. _______. Cómo hacer cosas con palabras. Paidós Studio,
Barcelona.
2. Bastidas, Sabino (2005). El discurso y la mentira. Disponible en e-mail:
sabinobastidas@hotmail.com.
3. Cassany, Daniel y otras. 2002. Enseñar lengua. Graó, España.
4. Lewandowski, Theodor, 1992. Diccionario de lingüística. Cátedra, Madrid.
5. Niño Rojas, Víctor Miguel. 2000. Los procesos de la comunicación y del
lenguaje. Ecoe, Colombia.
6. Silverio, Pedro (2003). La palabra empeñada. Disponible en
silverio@pucmmsti.edu.do.
7. Van Dijk, Teun A. (comp.).2001. El discurso como interacción social. Gedisa,
Barcelona.
La oratoria

Cuando hablamos de la oratoria estamos hablando del arte de la palabra, de cómo una persona es
capaz de transmitir un mensaje hablando, comunicando a un público, a un grupo de personas o
un individuo. La clave está en la capacidad del emisor para convencer a un receptor.

En la oratoria, la pretensión final es la de contar una historia, exaltar o motivar a un auditorio,


transmitiendo un mensaje, etc. Lo importante de esto es la capacidad del orador para hacer llegar
aquello de lo que habla. Para ello existen varios elementos que son fundamentales para que lo
que se dice cale en el público. Por un lado, son importantes los conocimientos que tenga la
persona sobre el tema o mensaje que se quiere transmitir.

Hay que pensar que la oratoria viene ya de la tradición griega y que esta era estudiada, trabajada
y puesta en práctica por verdaderos eruditos en la materia, que en la mayoría de los casos eran
políticos, filósofos, etc. Es más, el dominar este arte era motivo de prestigio en la sociedad de
aquel tiempo.

Centrándonos en el tema, la técnica de la oratoria se basa en cierto tipo de técnicas para que el
auditorio centre la atención en la persona que habla. Por un lado, el orador ha de transmitir su
mensaje utilizando siempre la segunda persona, lo que hace que quien escucha se sienta más
cercano a quien habla.

Otro de los elementos que se usa mucho son las frases hechas, que hacen que la persona se sienta
más identificada no sólo con el orador, si no lo que se dice, asociándola con la cultura popular,
muy importante en cualquier sociedad. A esto también hay que añadir que el orador ha de utilizar
un buen tono de voz, modularla de manera inteligente, etc., es decir utilizar todos los recursos
que le aporta la lengua, la lingüística y la dicción.

Así mismo, se debe tener siempre en cuenta al auditorio, a su público y, sobre todo a las personas
como individuos únicos. Esto es importante ya que, en muchas ocasiones del discurso, se dirigirá
a una persona en concreto para realizar preguntas de tipo retórico, llamada de atención, guiños,
etc., lo que conseguirá mantener la atención del espectador.

La oratoria, como dijimos antes, es el arte de la palabra, tiene la facultad de que el mensaje que
se quiere transmitir no siempre tiene que ser verdad. Lo importante es que el mensaje que se
transmita sea creíble para el auditorio que lo escucha y que éste sea convencido

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