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social
Stephen Charles Mott
© 1995 Nueva Creación
filial de Wm. B. Eerdmans Publishing Co.
255 Jefferson Ave. S.E., Grand Rapids> Michigan 49503, EE.UU.
Titulo original:
Biblical Ethics and Social Change
© 1982 Oxford University Press, Inc.
Personal Social
- La carne - Estructuras, instituciones y sistemas
- El mundo - Cosmos - ideología, costumbres y
valores, etc.
- El diablo - Principados y poderes
E l d in V il l a f a ñ e ,
en los bordes de la comunidad: al otro lado del río, del otro lado
de la vía férrea, en los caminos vecinales. Entre sus feligreses se
hallaba el viejo que vivía solo en su casucha, la obesa madre soltera
y sus hijos, que se alimentaban con fideos y salsa, la numerosa
familia negra con sus enfermedades y su rudo, grosero y analfa
beto padre sin empleo y sin abrigo para el invierno. Mi padre
batalló contra la industria del licor que le arrebataba el dinero a
su gente mientras alimentaba sus debilidades, y desafió a la
Asociación Cristiana de Jóvenes y a los hospitales que no los
admitían en sus edificios. El salmista, los profetas, Jesús, Juan
Wesley, Carlos Dickens, mamá y papá se entremezclan en todos
estos recuerdos; unos enseñaron a los otros y todos ellos me
enseñaron a mí. Mi padre combinó el amor social activo con un
ministerio de restauración. ¿Por qué? Porque vivía sus sermones,
y sus sermones recibían el don de la vida de las estrujadas páginas
de la Palabra de su Dios, y del mío.
Abreviaturas
Bauer, Lexicón5: Walter Bauer, A Greek-English Lexicón ofthe New
Testament, 5a. ed., W. Amdt, F. W. Gingrich y F. Danker, trads.
y eds.
Brown, Driver, Briggs, Lexicón: Francis Brown, S. R. Driver y
Charles A. Briggs, eds., A Hebrew and English Lexicón ofthe Oíd
Testament.
TDNT: Theological Dictionary o f the New Testament, G. Kittel y
G. Friedrich, eds.
VP: Versión Popular.
I
Una teología bíblica
de la acción social
1
La fe bíblica y la realidad
del mal social
‘T 'n los días de Jesús, la violencia y la opresión condujeron a la
-A gente a considerar que detrás de las obras de injusticia de los
seres humanos había una estructura del mal, personificada por
ángeles caídos. Algunos visionarios israelitas creían que los even
tos ocurridos en los tiempos de Noé explicaban los de su tiempo.
Los guerreros sedientos de sangre que asolaban el mundo medi
terráneo eran como los gigantes de los tiempos de Noé, los des
cendientes del principal ángel rebelde, Semihaza y otros «hijos de
Dios» que le seguían. Azazel, uno de los principales ángeles, había
enseñado a la humanidad la riesgosa tecnología de la fabricación
y el uso de armas de metal. En respuesta a las súplicas de la
humanidad, Dios proveyó (y proveería de nuevo) liberación. Dios
envió a los poderosos ángeles Miguel y Gabriel para que «ataran
a Azazel» y «ataran a Semihaza y a sus secuaces», de modo que
el mal fuese destruido de la faz de la tierra y viniese una nueva
era de justicia y verdad (1 Enoc 6-11)}
La explicación de las injusticias de la historia mediante la
referencia a ángeles podría parecer sin ninguna relación con los
problemas económicos y políticos de nuestras comunidades. Sin
embargo, como veremos, esta oscura comunidad del mal, que los
autores del Nuevo Testamento describen como «los poderes», se
menciona con frecuencia en los esfuerzos recientes por proveer
una explicación bíblica a la situación social contemporánea.2 Per
sonajes tales como Semihaza y Azazel, junto con el concepto del
4 UNA TEOLOGÍA BÍBLICA DE LA ACCIÓN SOCIAL
La realidad social
Los conceptos bíblicos del cosmos y de los poderes sobrenatu
rales abarcan una realidad social objetiva que puede funcionar
para bien o para mal. La observación cuidadosa de la vida insti
tucional sugiere maneras en las cuales los poderes y el cosmos
protegen o amenazan la vida humana en las esferas que se les
atribuía en el mundo bíblico. El misterio del mal aparece en
nuestra vida social. La existencia de un orden de maldad regido
por seres sobrenaturales debe aceptarse o rechazarse por fe, pero
tal realidad no sería disonante con nuestra experiencia social.
Nuestra preocupación aquí no es resolver las cuestiones cosmo
lógicas de si los ángeles y demonios deben desmitologizarse, sino
más bien llegar a entender la cuestión social a la cual apunta su
existencia bíblica. El cosmos, un tema que en el Nuevo Testamento
subyace más que el de los poderes, representa la estructura social
del mal, sin que se precise recurrir al simbolismo de personajes
sobrenaturales.
LA FE BÍBLICA Y LA REALIDAD DEL M AL SOCIAL 11
ante una sociedad más grande, dada con poca restricción para la
búsqueda personal. La meta de los ascetas es lograr el dominio
sobre la naturaleza caída. Para alcanzar este control, ellos estruc
turan toda la vida en un esfuerzo por conformarse a la voluntad
de Dios. El ascetismo produce un carácter sistemático y metódico,
y evita lo que es sin propósito u ostentoso.
Weber identificó dos formas muy diferentes de ascetismo. Una
que él llamó «ascetismo del otro mundo», y la otra, «ascetismo del
mundo interior». De los dos, el ascetismo del mundo interior era
el que con mayor probabilidad proveería apoyo para el cambio
social evolutivo. Los ascetas del mundo interior, mejor repre
sentados por ciertos tipos de puritanos, aplican su preocupación
por el pecado y la disciplina espiritual al dominio de la vida que
los rodea, en vez de derrotar el pecado que llevan dentro. Los
ascetas del otro mundo huyen del mundo. Los ascetas del mundo
interior encaran al mundo, extendiendo su búsqueda del dominio
del mal a todos los aspectos de la condición humana.
Debido a que los ascetas del mundo interior rechazan el orden
mundial existente, el mundo es su lugar de misión. La perspectiva
teocéntrica sobre la cual basan su crítica del mundo es también la
fuente de un llamado para glorificar a Dios en el mundo. Las
energías que se dedican a la batalla contra el mal interior son
canalizadas a un respaldo vigoroso de su misión externa. Para los
calvinistas, por ejemplo, además de un llamado específico al
trabajo diario^iiabía también una vocación general en el mundo
para trabajarpor el establecimiento de una sociedad de justicia y
misericordia. 0 El calvinismo en todas partes formó asociaciones
voluntarias p ara^b ras de amor al prójimo y se involucró en un
esfuerzo sistemático por moldear la sociedad como un todo.41
TTcnstianismo evangélico lleva varias marcas del modelo del
ascetismo del mundo interior. Aun cuando en el siglo XX el ímpetu
por la justicia social frecuentemente ha estado ausente, el compro
miso sin par con las misiones mundiales es una forma de activis
mo que expresa la energía y disciplina religiosa en forma de
sacrificios financieros, sufrimiento físico, elección vocacional y
oración. La plétora de organizaciones que respaldan esta visión
es también una característica. Inclusive los patrones que separan
la política eclesiástica de la ética personal pueden verse como
parte de una disciplina metódica para respaldarla misión. Igual
mente, se ha dirigido una actividad rigurosa, no para salvar la
LA FE BÍBLICA Y LA REALIDAD DEL M AL SOCIAL 21
La gracia de Dios
y nuestra acción
«Una piedad de obras» es una idea sobre la acción social que
desanima a muchos cristianos a involucrarse. El trabajar activa
mente para lograr cambios en la sociedad parece reflejar una falta
de confianza en el cuidado providencial de Dios. Se acusa a los
activistas sociales de depender primero de sus propias obras para
•iniciar el cambio y, luego, confiar en los programas de cambio
social que son así producidos, en lugar de descansar en el poder
de la obra de Cristo para cambiar vidas y cambiar la historia. Se
sospecha que la acción social cristiana es una religión de obras,
separada de la obra salvadora de Dios en Cristo, y no como
resultado de ésta.
Desde una perspectiva diferente, muchos cristianos no actúan
eficazmente de acuerdo con las exigencias radicales de Jesús (o de
sus intérpretes contemporáneos) debido a que su cumplimiento
parece estar fuera de sus recursos personales.
No obstante, a pesar de la sospecha por un lado y del temor por
Iotro, la acción social cristiana, en verdad toda la conducta del
I creyente propiamente entendida, se basa en la gracia de Jesucristo.
Debido al pecado, dependemos del poder de Dios por medio de
Cristo, quien obra por nosotros, en nosotros y a través de nosotros.
La acción social cristiana surge de todo lo que las Escrituras dicen
acerca de la gracia de Dios en la salvación. Como una forma de
ética cristiana, empieza con la cruz, con la apropiación de la
redención.
LA GRACIA DE DIOS Y NUESTRA ACCIÓN 23
Debido a que Dios ha obrado con gracia por nosotros, ésta debe
caracterizar nuestras relaciones con otros. Debemos mostrar a
otros el modelo de las acciones de Dios por nosotros.
La presencia de la gracia de Dios en nosotros como un poder
que se reproduce a sí mismo es clave para entender una paradoja:
una fe que se abre a sí misma al peor de los pecadores y, sin
embargo, lo confronta con la norma moral más elevada. El antiguo
enemigo de la iglesia, Celso, se mofaba del Dios cristiano, que le
parecía ser como un potentado ladrón que reunía criminales a su
alrededor. Sin embargo, en la relación entre el indicativo de la
gracia y el imperativo ético, se nos ordena vivir la vida de Cristo
mismo (Ro. 6.5-12); debemos participar de la vida del nuevo
Adán, la médula de la nueva creación, la incorporación del ideal
humano.20 Holl se maravilla por esta fe que sostiene que Dios
se ofrece totalmente al pecador, y que, sin embargo, sobre esta
relación de gracia se edifica la ética más exigente que pueda
concebirse. Este perdón trae al pecador a una relación íntima
y ardiente con Dios y, al mismo tiempo, establece una morali
dad en la cual la propia perfección de Dios provee el modelo
(Ef. 5.1).21
abundar en amor unos para con otros y para con todos» (3.12).
«Seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos»
(5.15). Se nos llama la atención hacia aquellos que están cerca de
nosotros y que dependen de nosotros, pero esta responsabilidad
no es cualitativamente diferente de nuestra responsabilidad para
con todas las personas. La ética de la comunidad se deriva de la
ética social, a la vez que la involucra.
Conclusión
El recibirla gracia de Dios afectará nuestras actitudes hacia los
débiles, oprimidos y necesitados, aquellos a quienes tenemos el
poder de hacerles el bien así como Dios lo hizo por nosotros.
Debemos estar conscientes de nuestra propia situación: «Porque
Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los
impíos» (Ro. 5.6). Esta gracia en nuestra vida reducirá la pre
tensión y el resentimiento que nos impiden preocupamos por los
necesitados. El padre apostólico Ignacio advirtió: «No nos quede
mos cortos en sentir su bondad, porque si él imitara nuestra
manera de actuar, nosotros no existiríamos más» (A Magnesia
10.1). Si cuidamos de los que dependen de la beneficencia de la
misma manera en que Dios nos cuida, no suscribiríamos el con
cepto hipócrita de que los necesitados se merecen su suerte. Si
nuestra propia valía depende, como debe serlo, «de lo que Dios
ha hecho en Jesucristo, entonces todos nuestros reclamos de su
perioridad se reducen a polvo. De acuerdo con Pablo, todos
nosotros fuimos salvos por beneficencia.»39 Una actitud de gracia
hacia la sociedad se abrirá paso a través de las racionalizaciones
y estereotipos que se usan para defender las posiciones aventaja
das de nuestra clase, raza o sexo. Un espíritu de generosidad y
prontitud para ayudar reemplazará al espíritu de suspicacia y
resentimiento. La actitud de gracia conducirá a una nueva con
ciencia política y a una orientación política que no refleje simple
mente los intereses de nuestra propia clase social.
El esperar que un grupo de personas tenga una actitud social
que interfiera sus propios intereses es una utopía desde el punto
de vista de la sociología política o de la crítica mandsta, e incluso
del realismo cristiano, respecto al estado natural de la humanidad.
Pero estamos hablando de lo que es posible para Dios en tanto y
38 UNA TEOLOGÍA BÍBLICA DE LA ACCIÓN SOCIAL
Amor y sociedad
nes van incluso mucho más allá que los derechos provistos en los
estados liberales modernos.
De acuerdo con la teología del amor y de la dignidad humana,
que hemos desarrollado, los derechos humanos no son un reclamo
contra la soberanía de Dios; antes bien, el respeto por los derechos
humanos es una consecuencia del reconocimiento de la suprema-
ría de Dios. Porque, puesto que la dignidad humana es concedida,
basada en el amor de Dios, los derechos concretamente necesarios
para proteger y expresar esta dignidad también son concedidos.
Dios es el proveedor y protector de los derechos humanos; los
aceptamos como deberes cuando percibimos el amor de Dios y
reconocemos la autoridad de Dios sobre nosotros.
Dios
veo el a m o r \ provee
de Dios -^d ign id ad a
acepto derechos
yo------------------------------- -» cada persona
como deberes con
Los derechos humanos no son algo que una persona exige de Dios;
son lo que Dios exige de nosotros.
Los derechos, propiamente definidos, son un asunto tanto de
responsabilidad como de libertad. Cada derecho implica un de
ber. Los derechos nos liberan de la indignidad y de la opresión, y
al mismo tiempo nos ordenan el respeto hacia los demás. Su
limitación está en su concentración sobre el individuo en contra
posición con el bien común de la comunidad; aquí reside el riesgo
tanto de la libertad y de la debilidad como de la fortaleza de la
contribución del protestantismo en sus orígenes.
Los derechos definidos y reconocidos son un elemento esencial
de la justicia. El lenguaje de los derechos es el lenguaje de la crítica
política. La revolución estadounidense obtuvo su ideología y
proclamó su causa al mundo en términos de derechos humanos.
Un programa social puede construirse sobre derechos, pero no
sobre una concepción vaga del valor del individuo solamente. Se
deben extraer las más amplias consecuencias de esta valía para
tener una ética social.
Se necesita justicia además de amor para realizar lo que el amor
empieza pero que no puede terminar por sí solo. El amor es el
54 UNA TEOLOGÍA BÍBLICA DE LA ACCIÓN SOCIAL
La justicia de Dios
y la nuestra
La justicia y la gracia
El principio de enmienda
Para entender la justicia en la Biblia, hay que ser consciente de
la naturaleza relativamente igualitaria de la comunidad ideal
hebrea.16Fue una sociedad de viñadores y ganaderos: campesinos
libres que tenían recursos similares en huertos, pastos y vivienda.
Lo más significativo era que cada familia en Israel poseía su
propio patrimonio en tierra, el medio precioso de producción.
Este patrimonio (propiedad heredada) [nahPlá] es propiedad real,
con la intención de retenerse para siempre y no venderse. El resul
tado es una sociedad igualitaria de campesinos independientes.17
En Números 26, Dios dicta la distribución original de la tierra, que
será dividida en porciones relativamente iguales, y los profetas
también entienden el patrimonio como un derecho sagrado reci
bido de Jehová. Miqueas condena a quienes «oprimen al hombre
y a su casa, al hombre y a su heredad [n a /flá ]» (2.2). Aplicando a
la propiedad la terminología de igualdad política, Albrecht Alt
afirma que la perspectiva del profeta era que «de acuerdo con la
regulación antigua y santa de Jehová», el sistema de propiedad
«debía ser y permanecer en reconocimiento incondicional de la
relación un hombre-una casa-una porción de tierra».18
Para el siglo VIII a.C., los tiempos de Amós, Miqueas e Isaías, los
latifundios (grandes terrenos) de la nueva aristocracia (Is. 5.7-8)
habían absorbido muchas de las pequeñas propiedades de los
campesinos. Mediante la anulación del derecho a redimir una
hipoteca y por arreglos opresivos en el reparto de las cosechas, los
campesinos perdieron su heredad dada por el Señor y su posición
económica y social. Estaban desapareciendo como clase inde
pendiente y muchos incluso pasaban a la esclavitud (Is. 3.14-15;
Am. 8.4-6). En este contexto debe oírse el reclamo profético por
justicia social. La tarea de la justicia creativa era restaurar al pobre
a su posición de poder económico y político independiente en la
comunidad.
Si esta justicia trata casos similares en forma similar, debe
tomar una forma «dependiente del contexto» en la cual el «tra
tamiento idéntico» se define con referencia a las necesidades
y capacidades individuales.19 Si vamos a cumplirla obligación de
buscar para todas las personas la seguridad de la vida y el bienes
tar, algunos individuos necesitarán más cuidado que otros. Si se
amenaza con violencia contra la vida de cualquier ciudadano, esta
persona tiene el derecho de una protección policial especial para
LA JUSTICIA DE DIOS Y LA NUESTRA 67
Y la heredaréis así los unos como los otros; por ella alcé mi mano
jurando que la había de dar a vuestros padres; por tanto, esta será
la tierra de vuestra heredad [ttahalá]. (Ez. 47.14)
Justicia y sociedad
La obligación de hacer justicia nos hace responsables por la
conducta de la sociedad en el sentido más comprehensivo. En
donde quiera que hay una necesidad humana fundamental, esta
mos obligados a ayudar todo lo que nos sea posible según nues-
tra capacidad~v~oportunidad. «No te niegues a hacer éTbien a
quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo» (Pr. 3.27)
resume la enseñanza total y cómo debemos relacionarla a nuestras
circunstancias cambiantes. Nuestro poder incluye no solamente
nuestros recursos personales, sino también la posición de clase y
las oportunidades políticas. El tema de la justicia provee la auto
rización bíblica más directa y de más largo alcance para la acción
social.
La justicia es primero que todo la norma básica para la conducta
social. Todas las teorías de justicia —se basen en los derechos
naturales o en la utilidad social— concuerdan por lo menos en este
punto: la justicia es un término que regula nuestras asociaciones
con muchas personas; el individuo afectado por la justicia existe
en sociedad.*6 De modo que el término bíblico fd áq ñ h , «denota la
norma en los asuntos del mundo a la cual deben conformarse los
hombres y las cosas, y por la cual pueden medirse».47
La justicia provee la norma por la cual se distribuyen los
beneficios y cargas de vivir juntos en sociedad. Regula desde un
' punto de vista ético, tanto como legal y de las costumbres, la
distribución de riqueza, haberes, castigos, recompensas, autori
dad, libertades, derechos, deberes, ventajas, y oportunidades.
Detrás de la estructuración de estos valores de la sociedad está
78 UNA TEOLOGÍA BÍBLICA DE LA ACCIÓN SOCIAL
\
golpe de estado al gobierno por el cual trabajó para su elección
Podemos sentir la desesperación del padre que se halla en otra
tierra, que ve las marcas de la tortura en el cuerpo de su hijo que
murió en la prisión, y se pregunta por qué el dinero de un país
extrajera va a financiar una dictadura tristemente famosa por su
violación de los derechos humanos. Nuestra perspectiva incluirá
a la mujer cuyo marido está muriéndose de cáncer al hígado como
resultado de haber trabajado con cloruro de vinilio, producido en
¿u país debido a que la nación que lo manufactura regula en forma
/demasiado estricta su elaboración.
Un sentido más aguzado de justicia creativa hará que el cristia-
no se~torne májTsensible a las necesidad es del débij; tal compasión
80 UNA TEOLOGÍA BÍBLICA DE LA ACCIÓN SOCIAL
El reino de Dios
'CM reino de Dios es un concepto bíblico central que incorpora el
-^im p erativo de la responsabilidad social dentro de las metas de
Dios en la historia. Más que ser un mero principio ético, la justicia
es parte de la historia de la provisión divina: la caída de la
humanidad, la venida de Cristo y la reconciliación final de todas
las cosas bajo el reinado soberano de Dios. Entonces podemos
entender la justicia social en el contexto del esfuerzo paciente de
Dios por recuperar su creación perdida.
El reino de Dios es central en la enseñanza de Jesús. Hay un
acuerdo general entre los eruditos contemporáneos de que en
sus bienaventuranzas y parábolas, Jesús hablaba realmente del
reino. Los evangelios resumen la proclamación de Jesús con esta
frase: «Arrepentios, porque el reino de los cielos se ha acercado»
(Mt. 4.17). Mateo usa las mismas palabras para mostrar el conte
nido del mensaje de Juan el Bautista (Mt. 3.2). Y este concepto es
el marco del mensaje de la iglesia primitiva. Hechos de los Após
toles concluye con el arresto domiciliario de Pablo en Roma,
mientras estaba proclamando a los que lo visitaban «el reino de
Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo» (Hch. 28.31; cf. 19.8
y 28.23). Hebreos habla de la «ciudad» de Dios (11.10), para dar a
la iglesia un término del judaismo helenista que sería usado por
siglos para describir esa misma idea del reino.
82 UNA TEOLOGÍA BÍBLICA DE LA ACCIÓN SOCIAL
«para que Dios sea todo en todos» (1 Co. 15.28). El mismo pen
samiento aparece en Filipenses. En el señorío exaltado de Cristo,
toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor «para gloria
de Dios Padre» (Fil. 2.11). Más allá del señorío victorioso de
Cristo está la meta de la gloria de Dios.47 El propósito último de
la historia es la soberanía total de Dios sobre todas las cosas. El
contenido del himno de Colosenses y de Efesios expresa este
pensamiento. Agradó a Dios «por medio de él [Cristo] reconci
liar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las
que están en los cielos» (Col. 1.20; cf. Ef. 1.10). Al final, todo
el mundo creado — gente, poderes sobrenaturales, las fuerzas
naturales, las instituciones— quedará conformado a la voluntad
de Dios.
En este último propósito guardarán solidaridad con el resto del
mundo material. La creación que cayó con nuestra caída (Gn. 3.17;
Ro. 8.20) retuvo dentro de sí un propósito redentor. Se sujetó a
inutilidad «en esperanza» (Ro. 8.20). 8 La creación será libertada
de la corrupción cuando nuestros cuerpos mortales sean redimi
dos de su temporalidad y debilidad (Ro. 8.18-23).
Visto en la perspectiva escatológica, el mundo material adquie
re significado porque tiene parte en el propósito redentor final. El
hacer del evangelio una cuestión privada, que rehúsa tomar seria
mente al mundo con sus sufrimientos e injusticias, es una señal de
que se ha perdido la dimensión escatológica.49 Cristo «no vino
para crear una religión, sino para cumplir el propósito de Dios de
poner todas las cosas bajo su gobierno».50
La creación y la salvación no existen como esferas distintas de
la acción divina. En el Antiguo Testamento, la adoración, la ética,
la política y la naturaleza están relacionadas íntimamente. Dios
bendice la fidelidad de su pueblo con prosperidad y fertilidad. Su
desobediencia es castigada por medio de catástrofes naturales.51
La tradición del Exodo describe la obra salvadora de Dios como
una creación en dos etapas. Utiliza el conjunto de imágenes míti
cas asociadas con la creación (p. ej., Sal. 89.10-11; 93.1-4; y los textos
cananeos) en una descripción de la huida de los hebreos de Egipto
y el cruce del mar.
Te vieron las aguas, oh Dios; las aguas te vieron, y temieron; los
abismos también se estremecieron. Las nubes echaron inundacio
nes de aguas; tronaron los cielos, y discurrieron tus rayos. La voz
100 UNA TEOLOGÍA BÍBLICA DE LA ACCIÓN SOCIAL
La evangelización
17n las p ág in as p reced en tes h em o s v isto que D ios h a p ro v isto
■ ^ l o s m ed io s p a ra lo g ra r la ju sticia. D ios h a d a d o a c o n o c e r la
ju sticia m ed ian te el a m o r cre a tiv o y la rev elació n d e la P alab ra.
M ed ian te el p o d e r d isp on ib le en la m u e rte y la re su rre cció n del
H ijo, D ios im p arte los recu rso s p a ra d e se m p e ñ a r la v o lu n tad d e
D ios p a ra que h a y a ju sticia en el m u n d o . V erem o s, sin em b arg o ,
q u e aq u ellos q u e resp o n d en a la p ro v isió n d e D ios y en fren tan las
injusticias del m u n d o , en cu en tran q u e d eb en a tra v e s a r m u ch a s
sen d as en el esfu erzo p o r h a c e r de la ju sticia u n a realid ad h istó ri
ca. C a d a u n a d e estas sen d as es im p o rta n te , p e ro n in gu n a es
su ficiente p o r sí m ism a. L a p rim e ra sen d a h a cia la ju sticia que
exa m in a re m o s es la evan gelización .
La importancia de la evangelización
para el cambio social
P refiero u s a r la p alab ra evangelización p a ra d e scrib ir u n a d e las
fu n cion es cen trales de la iglesia en el m u n d o d e h o y , y no su ob ra
total. N u e stra term in o lo g ía d eb e p r e s e r v a r la s d istin cio n es en tre
las d iferen tes ta re a s d e la iglesia, de m o d o que n u estro s m arb etes
n o n o s h a g a n c a e r en la tra m p a d e p e n s a r que al cu m p lir u n a de
las ta re a s y a estam o s d esem p eñ an d o o tra p o r igual.
L a ev an g elizació n es la co m u n icació n del evan gelio de m o d o
que exija u n a d ecisión d e p a rte del o y en te. E l contenido es las
108 SENDAS HACIA LA JUSTICIA
El optimismo
La posición de que la conversión es todo lo que se necesita
para el cambio social se basa en un optimismo sorprendente a la
luz del hecho de que quienes sostienen esta posición generalmente
se consideran a sí mismos pesimistas en relación con la naturaleza
e historia humana. El optimismo es evidente, sin embargo, en
una sobreestimación tanto del número de conversiones como de
la renovación moral de aquellos conversos. Este optimismo debe
dar por sentado que grandes masas de la población nacerán de
nuevo para que surjan cambios sociales benéficos. La Biblia no
brinda ningún fundamento para pensar que sucederán numero
sas conversiones. Por el contrario, Jesús preguntó: «Pero cuando
venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?» (Le. 18.8).
112 SENDAS HACIA LA JUSTICIA
El individualismo
A q u ellos que o frecen la ev an g elizació n co m o el ú n ico m éto d o
cristian o d e cam b io social no n ecesariam en te deben te n e r un a
p ersp ectiv a esto ica del cu erp o . P u ed e n v e r u n a relación en tre la
d im en sión in tern a y la d im en sión social d e la p e rso n a y so ste n e r
que, cu an d o u n o cam b ia in teriorm en te, su s relacion es sociales se
v en afectad as y co n secu en tem en te h a y cam b io en la socied ad .
L a dificultad con esta p osición es que sostien e que la influen
cia fluye so lam en te en u n a d irección . E sto co lo ca indebido énfasis
en el c a rá c te r del in d ivid u o y d escu id a las e stru ctu ra s d e la
so cied ad .
Q u ien es se h an criad o en u n a cu ltu ra o ccid en tal con su h eren cia
d e in d iv id u alism o tienen dificu ltad en c a p ta rla p ersp ectiv a bíbli
ca d e la p erso n a en la so cied ad . Sólo recien tem en te la p sicología
y la so cio lo g ía co n tem p o rán eas h an recu p erad o esta an tigu a c o m
p ren sión . L a p ersp ectiv a bíblica d e la p erso n a c o m o carn e y co m o
cu erp o p ro m u e v e un co n cep to del in d ivid u o co m o algu ien que
118 SEND AS HACIA LA JUSTICIA
La interdependencia de la evangelización
y la acción social
L a ev an g elizació n y la realizació n d e la ju sticia so n realm en te
in sep arab les en la co n d u cta cristian a y en la m e ta de la ob ra d e
D ios en la h istoria. A m b as ta re a s se su b o rd in an a la d e h a c e r real
la so b eran ía d e D ios en to d o s los asp ecto s de la creación . A m b as
su rg en esp o n tán eam en te del a m o r p o r n u estro p rójim o, seres
h u m an o s que su fren , q u e n o s n ecesitan , y cu y a s n ecesid ad es
sen tim os d en tro de n o so tro s. C u an d o Jesú s v io «las m u ltitu d es,
tu v o co m p asió n de ellas» y en vió a su s d iscíp u lo s a p ro c la m a r y
a c u ra r (M t. 9 .3 6 ; 10.7-8). Jo h n S tott afirm a que la G ran C om isión
p ara h a c e r d iscíp u lo s ni exp lica, ni a g o ta , ni reem p laza el G ran
M an d am ien to de a m a r al p rójim o; m á s bien añ ad e al a m o r una
n u e v a y u rg en te d im en sió n .42 P o r esta ra z ó n , cu an d o se ha satis
fecho la n ecesid ad d e ay u d a m aterial o la de e n treg a a Jesu cristo ,
«debe existir u n a p ro fu n d a inquietud en el espíritu del cristian o»
h asta que se satisfag a la d im en sión que to d a v ía q u e d a in satisfe
ch a.43 A nte la crisis de sign ificad o in d ivid u al y a la crisis d é la
so cied ad , n u estra resp u esta d eb e se r la d e P ed ro : «L o que ten g o
te d o y » (H ch . 3 .6). N i en la p e rsp e ctiv a del fu n d am en to de n u e stra
m isión , ni d e su m e ta , n u e stra s m a n o s p u e d e n p e rm a n e ce r sin
m a n ch a si retien en la ju sticia que p u d ie ra co n seg u irse o el m ensaje
d e e sp eran za red en to ra q u e p u d ie ra co m p artirse.
El m in isterio social y el testim on io ev an g élico existen la d o a
lad o en la s E s c ritu ra s sin n in g ú n con flicto d e su b ord in ación . P ab lo
afirm a que d eb id o a la co n trib u ció n d e la iglesia, los san to s p ob res
de Jeru salén «glorifican a D ios p o r la ob ed ien cia que p rofesáis al
ev an g elio d e C risto, y p o r la liberalidad de v u e stra con trib u ción
p ara ellos y p a ra to d o s» (2 C o. 9.13). El interés p o r las n ecesid ad es
m ateriales de o tro s co n d u ce a la alab an za a D ios; es u n a sujeción
ob ed ien te a los req u isitos del evan gelio.
El testimonio se ve menoscabado
cuando la acción social está ausente
«N u estro estilo de v id a , n u estras actitu d es, n u estra p re o cu p a
ción p o r los en ferm o s y p o r los que su fren , p o r los d esp o seíd o s y
p o r los que p ad ecen h am b re, o b ien co n firm a o bien n ieg a el
122 SENDAS HACIA LA JUSTICIA
Se contribuye al testimonio
cuando la acción social está presente
Si la a u sen cia d e ju sticia gen u in a p resen ta u n a p ied ra d e tro p ie
zo al m u n d o , su p resen cia p u ed e h a c e r q u e la gen te esté m ás
d isp u esta a a te n d e rla p ro clam ació n del evan gelio. Je sú s dijo que
n u estras b u e n a s ob ras co n d u cirían a la g en te a g lo rificar a D ios
(M t. 5 .1 6 ). E l m o ralista h elén ico P lu ta rco ob servó: «C u a n d o el
p o p u lach o v e que aqu ellos a quienes re sp e ta y co n sid e ra g ran d es
m u estran celo p o r lo d iv in o al s e r g en ero so s y liberales, siente u n a
co n v icció n y u n a creen cia fu ertes de que la d ivin id ad es g ra n d e y
san ta».47
L as accio n es ciertam en te so n im p o rta n te s en n u estro s días de
co m u n icacio n es m asiv as. La actitud d e e sp e cta d o r h a ro b ad o algo
del p o d e r verb al de la p red icació n d e la P alab ra. Al sen tarse frente
a su s a p a ra to s d e televisión , la gen te se d e sa co stu m b ra a resp on
d e r co n p ro fu n d id a d .4^ E sp ecialm en te en las ciu d ad es en d o n d e
la exp erien cia h a e n g e n d ra d o u n a actitu d escép tica h acia las
p ro m esas y los reclam o s, el m ensaje verb al del ev an g elio necesita
cred en ciales d e co m p asió n y ju sticia activas.
U n a d e las m á s g ran d es b a rre ra s p a ra la ev an g elizació n es el
fracaso de los cristian os en ten er relaciones sign ificativas con
los no cristian os. L a acció n social frecu en tem en te coloca al cris
tiano en m ed io d e no crey en tes, en u n a situ ació n en la cu al salen
a la p alestra los m o tiv o s que lo m u ev en a actu ar. U n a lucha
co m ú n p o r la justicia establece un vín cu lo vital y u n a afinidad
que facilita la evan g elizació n .49 U n s e m in a rista ,' al e stu d ia r el
p o d e r de la e stru ctu ra d e u n a co m u n id a d , en u n a en trev ista co n
el e n ca rg a d o d e seleccio n ar los estu d ian tes se en con tró con u n a
IA EVANGELIZACIÓN 123
Durante las próximas dos horas fui acosado con una avalancha de
preguntas y fui capaz, bajo el poder del Espíritu Santo, de presen
tar, desdeel Antiguo Testamento al Nuevo Testamento, lasdeman-
das éticas de las Escrituras y la preocupación de Dios por la
sociedad humana y su estado. Esta persona literalmente fue movi
da a las lágrimas, mientras exclamaba: «Nunca había escuchado el
mensaje de la Biblia presentado de esta manera». Se me ha invitado
a regresar para hablar sobre la política de la comunidad y acerca
de mi «insólito» concepto de la fe bíblica. Su preocupación ahora
no se focaliza sólo en la sociedad, sino en su propia carencia
individual.
El significado de la iglesia
en la estrategia de Dios
C u an d o Jesú s dijo que la salv ació n h ab ía llegad o a la ca sa de
Z aq u eo , el co b ra d o r d e im p u esto s « p erd id o » , añ ad ió: « p o r cu an to
él tam b ién es hijo d e A b rah am » (Le. 19.9). L a ob ra sa lv a d o ra d e
Jesú s es la p rep aració n d e u n p ueblo d ed ica d o a D ios, u n p u eb lo
al cu al Z aq u eo , que se h ab ía ex tra v ia d o , es a h o ra rein co rp o ra d o .
C o m p artim o s la p ro m esa vivifican te co m o p u eb lo al que p e rte n e
cem o s p o r fe, p o r se r m iem b ro s d e la fam ilia d e A b rah am y
h ered ero s del fav o r d e D io s (Ro. 4; G á. 3). H eb reos m u e stra a la
iglesia co m o el p u eb lo d e D ios q u e a v a n z a h a cia u n a m eta p ro m e
tid a. Solam en te h a y v id a p a ra el in d ivid u o en asociación co n la
totalid ad del p u eb lo de D ios. F u e ra d e esta co m p añ ía h a y so la
m en te soled ad y un d ea m b u la r sin esp era n z a p o r el d esierto .2
128 SENDAS HACIA LA JUSTICIA
La nueva vida del individuo «en Cristo» (cf. 2 Co. 5.17) es al mismo
tiempo vida en una nueva sociedad fundada «en Cristo Jesús». No
es posible hacer una separación de los aspectos sociales e indivi
duales; la unión personal con Cristo también involucra la incorpo
ración en la sociedad cristiana colectiva.3
La iglesia es comunidad
E n los ú ltim o s años, m u ch o s cristian os h an b u sca d o u n a fo rm a
de co m u n id ad cristian a en la cual los m iem b ro s estu v ieran en
relación ín tim a, y que in v o lu crara u n a m a y o r actu alización d e los
v alo res de la v id a cristian a. U n o d e estos cristian os ha d icho:
«Es triste que h asta n ecesitem o s u s a r la p alab ra 'co m u n id a d '.
'Ig lesia' deb ería b a sta r» .8 E sta s co m u n id a d e s cristian as in ten cio
nales no p erten ecen al m ism o ord en que la iglesia. N o d eb erían
co n v ertirse en un n u ev o m o v im ien to m o n á stico reg id o p o r v a lo
res d e nivel m ás alto que los del resto de la iglesia, a la cual estaría
rep resen tan d o p a ra cu m p lir, a m a n e ra de su stitu to , los m a n d a
m ien tos de Jesú s. Su b ú sq u ed a d eb ería s e r la d e to d o cu e rp o de
crey en tes.
N o e sto y su g irien d o que las iglesias n ecesariam en te d eb erían
a d o p ta r fo rm as in stitu cio n ales co m o las de la vid a co m u n ita ria de
estos g ru p o s. A lgu n as de las fo rm as, si fu e ra n o b ligatorias, p o
d rían s e r p erju d iciales p a ra la m isión cristian a en el m u n d o .
M an ten er u n a co m u n ió n rad icalizad a de a m o r cristian o a m en u d o
req u iere tal g asto d e en erg ía física y a fectiv a, que las in ten cion es
de a lca n z a r al resto d e la co m u n id ad q u ed an sin cu m p lirse. Es
m ás, se h a o b serv ad o que u n n ú m e ro d e m a sia d o g ra n d e d e
relacion es a nivel ín tim o o p rim ario p u e d e p ro v e e ru n a v id a social
y em ocion al d e m asiad o rica, h acien d o difícil estab lecer n u ev as
130 SENDAS HACIA LA JUSTICIA
d am ien to s q u e D ios le h a d ad o . E n v e rd a d , n o p o d e m o s y no
d eb em os h a c e r sem ejan te elección .
L a b atalla p o r el cam b io d eb e lib rarse en u n a v a rie d a d de
fren tes; la n ecesid ad d e u n a ca m p a ñ a n o n ieg a la n ecesid ad de
o tra.39 N o d eb e ab o g arse p o r la in n o v ació n sin h a ce r referen cia al
hecho de que las ideas qu e a m e n a z a n al o rd e n estab lecid o n o se
ad o p tarán sin u n a lu ch a p o r el p o d er. P u e d e s e r cierto, co m o G ish
afirm a, que «las id eas m o d e rn a s sob re h osp itales, escu elas y
u n iv ersid ad es, cu id a d o m en tal, salu d p ú b lica y a d iestram ien to de
los cieg o s h an salido d e la iglesia». P e ro a ñ a d ir que «los h osp itales
no se cre a ro n d eb id o a que lo s cristian os solicitaron al g ob iern o
n u ev as e stru ctu ra s» ,40 p o n e al le cto r en u n con flicto in n ecesario;
au n cu a n d o los h osp itales n o empezaron co m o resu ltad o d e u n a
petición al gob iern o, la b atalla p o r la salud pú b lica, la e d u cació n
y el cu id a d o m en tal fue en v e rd a d u n esfu erzo político p ro lo n g a
do. L o s d os m é to d o s de cam b io son com p atib les. P o r ejem plo,
m u ch o s d e los q u e p a rticip a ro n en la in n o v ació n ed u cacio n al de
las «escu elas p ara h arap ien to s» y d e las escu elas d om in icales p a ra
p ob res, en los tu g u rio s de la G ran B retañ a del siglo XIX, estab an
ejercien d o al m ism o tiem p o g ra n p resió n sob re el gob iern o p a ra
lo g ra r refo rm as m u y n ecesarias. L o rd S h aftesb u ry se en cu en tra
en tre los m á s co n o cid o s de eso s refo rm ad o res.
E n estas áreas d eb em o s ev ita r, asim ism o, la p resu n ció n de
asig n ar p rio rid ad es a los d o n es y ta re a s asig n ad as p o r D ios.
C u an d o h ab lam o s d e co m u n id a d e iglesia, o d e ejercer la justicia
y c re a r co m u n id a d , no n os to c a co n su lta r n u estras p red ileccion es
p erso n ales y d e cir cu ál es la p referid a, o la p rin cip al, o la m ás
p o d e ro sa p a ra lo g ra r el cam b io social. E n lu g a r de eso, n ecesita
m o s u n a n u e v a in trep id ez p a ra a firm a r tan to la co m u n id ad cris
tian a co m o las tareas d e los cristian o s en el m u n d o , y u n a n u ev a
creativ id ad p a ra llevarlas a cab o en conjunto. A m b as n os fu ero n
d a d a s p o r D ios. A m b as flo recen o fra ca sa n ju n tas. S om os la
p resen cia y los ag en tes del rein o d e D ios. Je sú s p re p a ró a sus
ap ó sto les p a ra ser su iglesia, p e ro tam b ién p re p a ró a su iglesia
p ara q u e fu era ap o stó lica. C o m o ap ó sto les, ellos eran los agen tes
d e aquel que los h ab ía e n v iad o .41 El p o d e r d e ellos no les p e rte n e
cía, sino que era del Esp íritu d e D ios, cu y o reino rep resen tab an .
E ra n u n a co m u n id ad , y ten ían u n a o b ra p a ra h a ce r en el m u n d o .
E ra n u n g ru p o p eq u eñ o , y al p a re c e r in significante, p ero se los
llam ó «la lu z del m u n d o ».
8
La no-cooperación
estratégica
'T V e s d eclaracio n es ex p re sa n m u y b ien la en se ñ a n z a bíblica
a ce rca d e la relación del crey en te con las in stitu cio n es de la
so cied ad : «N o o s co n fo rm éis a este siglo» (Ro. 12 .2 ); « so m eteo s a
cad a in stitu ció n social fu n d am en tal»1 (1 P . 2 .1 3 ); «estab leced jus
ticia en juicio» (A m . 5 .1 5 ). H a y u n a tensión d istin ta en tre estos
im p erativ o s. U n o llam a a so m eterse, y sin em b arg o el seg u n d o
m an d a a n o co n fo rm arse al m u n d o y a su s in stitu ciones; y el
tercero tien e u n m a n d a to p ositivo ad icion al p a ra estab lecer la
justicia en ellos. El m an d am ien to a so m eterse refleja la in ten ción
d e D ios p a ra que las e stru ctu ra s fu n d am en tales d e la socied ad
sean in stru m en to s d e b ien p a ra su creació n . El m a n d a m ie n to a no
co n fo rm arse reco n o ce que la o rg an izació n de la v id a social se
op on e a D ios. El m an d am ien to a estab lecer ju sticia co lo ca en las
m an o s d e los sierv o s de D ios la resp on sab ilid ad de re c u p e ra rlo s
p ro p ó sito s d e D io s p a ra la socied ad h u m an a.
L a n o -co o p e ra ció n e stratég ica b u sca la ju sticia p o r m ed io de
form as selectiv as, fo rm as socialm en te eficaces d e no co n fo rm i
d ad . A u n q u e b ro ta cu a n d o la n a tu rale z a caíd a de la socied ad
niega los can ales n o rm ales d e la to m a de d ecision es p olíticas a
quienes trab ajan p o r la justicia, se d esa rro lla bajo la d isciplina
p ro p ia del resp eto p o r el o rd en de la so cied ad . E n tiem p os recien
tes, la d eso b ed ien cia civil ha sid o la fo rm a m ás co n o cid a d e la
n o -co o p eració n e stratég ica.
LA NO-COOPERACIÓN ESTRATÉGICA 141
La subordinación al gobierno
en las Escrituras
L a afirm ació n «so m eteo s a to d a in stitu ció n h u m a n a » en 1 P ed ro
se ap lica «ya sea al rey, co m o a su p erio r, ya a los g o b ern ad o res,
co m o p o r él en v iad o s...» ( 1 P. 2 .1 3 -1 4 ). U n pasaje sim ilar, p ero m ás
144 SENDAS HACIA LA JUSTICIA
L a le y es b u e n a (cap . 7)
L e y M osaica E l p o d e r d ad o p a ra
Espíritu cu m p lirla (cap . 8)
de G racia
L e y Civil E l go b iern o e s b u e n o
L a obligación a som eterse
3. La protesta no es clandestina
La señal m ás clara d e afirm ació n d e la a u to rid a d legal, en la
d esob ed ien cia civil, es q u e se realiza a plen a v ista d e los agen tes
d e la ley y del p ú b lico. E sto in d ica que n o se tra ta d e ben eficiarse
con la d eso b ed ien cia ni d e su b v ertir el sistem a. Se exig e la a p e r
tu ra n o so lam en te p o r cau sa del p rin cip io, sin o tam b ién p o r la
estrateg ia d e a p e la r a la op in ión púb lica. D ebe h a b e r u n a d e cla ra
ción clara del p ro p ó sito del h ech o, y d eb en relacio n arse la s accio
nes co n las m e ta s p erseg u id as d e tal m an e ra q u e esta relación sea
clara p a ra el o b se rv a d o r extern o .66 P o r las m ism a s ra z o n e s, el acto
debe se r sin v io len cia (cf. p p . 142-143).
T T e m o s v isto qu e, d eb id o al m al in co rp o ra d o en las p o d e ro sa s
-■ --^-estructuras sociales, n u e stra resp u esta a las exigen cias del
a m o r d ebe to m a r la fo rm a d e u n a resisten cia d e te rm in a d a co n tra
la in justicia. El a m o r h a d a los d esp o seíd o s n o p u ed e se r sep arad o
de la lu ch a co n tra el p o d er. ¿ H a y con flictos so d a le s y p olíticos en
los cu ales la ju stid a exig e el u so de las a rm a s?
El m al p u e d e in festar las in stitu d o n e s d e la so d e d a d ai p u n to
d e su b v e rtir su v e rd a d e ro p ro p ó sito , el cual es m a n te n e r el b ie
n e sta r d e to d as las p erso n as. Al m ism o tiem p o, este m al revela el
h ech o d e que quienes seb en efician d é la p erv ersió n social tam b ién
co n tro lan el gob iern o, p rev in ien d o así cu alq u ier m ejora significa
tiva. E n estas so cied ad es, los térm in o s reforma y desarrollo a m e
n u d o tienen la co n n o tació n d e sim ples cam b ios en a p a rie n d a , y
166 SENDAS HACIA LA JUSTICIA
Orden y revolución
P o r revolución q u erem o s d e cir u n cam b io en la e stru ctu ra e x te r
n a de u n a so cied ad , que in v o lu cra tan to u n a n u e v a d istrib u ció n
del p o d e r co m o u n a rev isió n d e la fo rm a y d irección de las
in stitu cio n es d e e sa so cied ad . U n g ru p o co n u n a b ase diferente de
p o d e r d e o tro seg m en to d e la socied ad tom a el con trol. El cam b io
es súb ito, y n o g rad u al o ev o lu tiv o . U n a rev o lu ció n n o n ecesita
s e r v io len ta, en el sen tid o d e tra ta r d irectam en te d e h e rir física
m en te o m a ta r a su s o p o sito res. (Si violencia incluye a cto s en co n tra
d e la p ro p ied ad es cu estion ab le.) P e ro las revolu cion es frecu en te
m en te in clu y en el u so de la fu erza a rm a d a , y este es el h ech o que
ah o ra n os con fron ta. P a ra el p ro p ó sito de esta exp osición , p o r
tan to , se ap lica rá la sigu ien te definición de revolu ción : «una g u e
rra in tern a d irigid a h acia el cam b io d e las políticas, las reglas y las
o rg an izacio n es gu b ern am en tales, y h acia la tran sfo rm ació n d e las
e stru ctu ra s sociales y e co n ó m ica s» .2
L o s p rob lem as éticos in h eren tes a este acto rev o lu cio n ario son
com p lejos. H a y u n a co n fro n tació n , no solam en te con u n ap aren te
conflicto con la exig en cia prima facie d e la a u to rid ad pú b lica, sino
tam b ién con un conflicto en relación con la exigen cia prima facie
d e la seg u rid ad p erson al, el d eb er d e n o h e rir físicam en te o d e no
q u itar la v id a a o tra p erso n a.
E n el ú ltim o cap ítu lo, en la exp o sició n sob re la d esob ed ien cia
civil, h em o s co lo cad o los fu n d am en to s p a ra tra ta r el conflicto
en tre la revolu ción y la lealtad p olítica. A h o ra, no ob stan te, esta
m o s co n fro n tan d o un con flicto m á s am p lio, entre el d e b e r de
justicia y el resp eto p o r to d o un sistem a legal, cu an d o ese sistem a
se ca ra cte riz a p o r la m ism a in m o ralid ad que se percibe en u n a ley
p a rticu la r en el caso d é la d esob ed ien cia civil. A h o ra, la op osición
es al sistem a total, p u es está vio lan d o d e m an era fu n d am en tal el
p ro p ó sito y la in ten ción d e D ios p ara con el ord en político. El
rech azo es al gob iern o en sí m ism o, p o r fra ca sa r en p ro v e e r
seg u rid ad b ásica, b ien estar y justicia a u n a p orción significativa
d é la p ob lación . C o m o E m s t K ásem an n afirm a al reflexio n ar sobre
R o m an o s 13, p u ed e p articip arse en u n a revolu ción co m o u n
au tén tico acto d e servicio a D ios.
168 SENDAS HACIA LA JUSTICIA
Justicia y armas
L a injusticia am p liam en te exten d id a en las in stitu cio n es d e u n a
socied ad p u ed e c a u s a r lesion es físicas y m u e rte , co m p a ra b le en
alcan ce a las c a u s a d a s p o r el u so d e la fu erza m ilitar. E n tal
so cied ad , la cu estió n d e la rev o lu ció n ju stificad a es m á s p ertin en
te. E stam o s an alizan d o el tip o de so cied ad en el cu al el d o s p o r
ciento de la p o b lació n tal v e z p osea el sesen ta p o r cien to d e la
tierra, en tan to q u e el cu aren ta p o r cien to d e las fam ilias ca m p e
sinas no tien e tierra. Allí, el n o v en ta p o r ciento d e los trab ajad ores
tal v e z su fra d e d esn u trición y el cu aren ta p o r cien to, d e en ferm e
d ad es ca u sa d a s p o r p arásitos. L a e x p ectativ a d e v id a en las clases
su p erio res tal v e z sea el d oble de la de las clases bajas. C a d a año
que ta rd a el cam b io, m iles de p erso n as m u e re n de h am b re o de
en ferm ed ad es in cu rab les.44 El d añ o físico c a u sa d o p o r las injusti
cias a trin ch erad as en m u ch a s d e estas so cied a d e s se co m p lica con
la v io len cia co m etid a p o r q uienes o sten tan el p o d e r, en co n tra de
los que se o p o n en a la injusticia. El asesin ato, la to rtu ra , la v io la
ción y la p risión en co n d icio n es in frah u m an as se añ a d e n a la
cu en ta. En estas situ acio n es, el cla m o r p o r la justicia social es
sim ilar al cla m o r de d efen sa en con tra de la agresión : u n a d e m a n
d a de u n o rd en púb lico que aseg u re las con d icion es m ín im as de
seg u rid ad y b ien estar p a ra su s ciu d ad an os.
D esd e la p e rsp e ctiv a bíblica, la violen cia es u n a cate g o ría d e la
injusticia. La v io len cia n o es sim p lem en te aq u í el ab u so físico o
incluso q u itar la v id a, sin o tam b ién la m u e rte o las h erid as que
resu ltan d e la injusticia. L a fu erza que se co n d e n a es la que em p lea
DESPUÉS DE TODO LO DEMÁS, ¿LAS ARMAS ? 185
Más dichosos fueron los muertos a espada que los muertos por el
hambre; porque éstos murieron poco a poco por falta de los frutos
de la tierra. (Lm. 4.9)
La revolución justificada
Se h a en ten d id o, p o r lo m en o s d esd e el tiem p o d é lo s p rim ero s
calvin istas, que los criterio s clásicos cristian os p a ra ju stificar y
lim ita rla g u e rra se ap lican tam b ién a la revolu ción . Paul R a m se y
afirm a que la ú n ica m a n e ra en que los cristian os p u e d e n h ab lar
186 SENDAS HACIA LA JUSTICIA
2. El último recurso
A n tes de que p u e d a recu rrirse a la rev o lu ció n , los esfu erzos
p ara ca m b ia r las leyes y la co n d u cta de los regím en es o p reso res,
m ed ian te lo s m ed io s p arlam en tario s y no v io len to s, d eb en h a b e r
sido m a ch a ca d o s m á s allá de to d a esp eran za. In clu so en ton ces,
sin em b arg o , este solo h ech o no justifica el u so de las arm as. T od as
d e sp u é s d e to d o lo d e m á s, ¿l a s a r m a s ? 187
La reforma creativa
mediante la política
Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se
enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero
no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande
entre vosotros será vuestro servidor.
R o b ert C oles estu d ió las actitu d es de los p ro feso res blan cos
su reñ o s en las escu elas que n o p racticab a n la seg reg ació n racial.
M u ch o s h allaron que su s sen tim ien tos a ce rca d e la abolición d e la
seg reg ació n cam b iaro n p o r la exp erien cia d e te n e r que en se ñ a r a
niñ os n eg ro s. U n o dijo:
T o d av ía h a y ten sion es, p e ro los sen tim ien tos se co n d icio n an in
clu so p o r m ed io d e exp erien cias o b ligatorias. L as n u ev as actitu
d es están co n v irtién d o se en p a rte del estilo d e v id a re sp e cto al
cu al la gen te llegará a sen tir cierta lealtad m á s ad elan te.
F re d e rick W irt, en u n en say o p olítico m o d elo , h a exam in ad o
cu id ad o sam en te el im p a cto de la legislación d e los d erech o s civi
les sob re u n a localid ad . E s u n trabajo in teresan te, b ien escrito,
b asad o en u n a in v estig ació n im p ecab le en el co n d a d o d e P an ola,
M ississippi. L a le y n acion al y la im p osición de la le y n acion al
fu ero n in stru m en to s d e cam b io en los d erech o s d e registro elec
toral, las escu elas y los d erech o s econ óm icos. N o h a y evid en cia de
que h ab ría h ab id o u n cam b io sign ificativo sin esta im p osición
ob ligatoria. E n 1960, d o s tercio s d e la p ob lación n e g ra g an ab a
m en o s d e d o s mil d ó lares. S olam en te los b lan cos p o d ían v o ta r.
E x ce p to co m o criad o s d o m éstico s, los n e g ro s g an ab an m en o s que
los b lan co s en cu alq u ier o cu p ació n . El g a sto que origin ab an los
alu m n o s n eg ro s era de la m itad a u n tercio de lo que se g astab a
en los alu m n o s b lan co s; casi d o s tercio s d e los n egros n o recibían
m ás d e seis añ os d e ed u cació n . L a eficacia d e la im p osición
o b ligatoria d e la ley se d eb ió en g ra n p a rte al p ap el que d e se m
p eñ ó el D e p a rta m e n to d e Ju sticia en el conflicto d e la d é ca d a de
los sesen ta, v en cien d o la ru p tu ra del sistem a ad v e rsa rio , en el cual
el ab o g ad o b lan co exced ía m u ch o en p o d e r y en posición social a
su o p o sito r n eg ro , y el ju ez estab a co n ecta d o con los in tereses de
los b lan co s. E n 1967, tres m il quinien tos n eg ro s (cin cu en ta p o r
cien to elegibles) se an o taro n p ara v o ta r. L o s ca n d id ato s b lan co s
b u scab an su s v o to s. P o r p rim e ra v e z , los b arrio s n eg ro s ten ían
calles en rip iad as. L a p ren sa local tenía m á s y m ejo r co b ertu ra de
la co m u n id ad n egra. L a v io len cia oficial hab ía d ism in u id o. H u b o
p o co im p acto en el á re a d e los d erech o s eco n ó m ico s (p o r ejem plo,
2 06 SENDAS HACIA LA JUSTICIA
Prefacio
1 Cf. Bruce C. Birch y L arry R asm u ssen, B ib le a n d E th ics in the C hristian
L ife, A ugsb urg, M inneapolis, 1976, pp. 11-44.
2 Jam es M . G ustafson, «The Place of Scripture in C hristian E thics: A
M ethodological Study», Interpretation 2 4 ,1 9 7 0 , p. 430.
3 J. A nd rew Kirk, L ibera tion Theology. A n E v a n gelica l V iew fro m the T hird
World, Jo h n K n o x, N ew F ou n d ation sT h eo logicalL ib rary, A tlanta, 1979,
p. 205.
4 Cf. P. J. D. W iles, E co n o m ic Institutions C om p ared, W iley, N u ev a York,
1977, p. 41.
5 A thol Gilí, «C hristian Social Responsibility», T h e N ew F a c e o fE v a n -
gelicalism . A n International Sym posium on the L ausan ne Covenant, C . R. Pa
dilla, ed ., InterV arsity, D ow n ers G rove, 1976, pp. 89, 99.
20 C f. Reicke, «The L aw an d This W o rld », pp. 259-262. Tam bién cf. Gálatas
3.24 (ley) co n G álatas 4.2 (stoicheia).
21 Cf. H elm u t K oester, «H áretik er im U rch risten tu m », R eligión in G eschi
chte u n d G eg en w a rt 3 , 19593, p p . 18-19, Berkhof (C hrist a n d the P ow ers) se
eq u iv oca al a rg u m e n ta r que Pablo d esp erson aliza los poderes, sobre la
b ase de q u e es difícil en ten d er có m o los án geles o los p od eres astrales
p u ed en relacion arse con las leyes dietéticas (p. 59, n.6).
22 P atrick K erans, S in fu l S o cia l S tru ctures, Paulist, N u e v a Y ork, 1974,
pp. 74-75. L a págin as 55-82 tienen una excelente explicación del signi
ficad o d e las estru ctu ras sociales en la responsabilidad individual.
23 Jacq u es Ellul, T h e Political IIlusión, V intage Books, N u ev a Y ork, 1972
[1965], pp. 143, 146-148. H u g h H eclo describ e m ás m od erad am en te el
lid erazgo ineficaz de los funcionarios p olíticam ente elegidos y de corto
p lazo del ejecutivo federal estadoun iden se sob re «la v id a cerrad a,
in trovertid a, de la com u n id ad b u rocrática», en A G overnm ent o fS tra n -
g e r s : E xecu tiv e P olitics in W ashington, B rook in gs Institution, W ashin g
ton, 1977, cita de p. 112.
24 G ordon Sherm an, «The Business o f Business Is to M ake a Profit»,
U nauthorized V ersión, The D ivinity School o f H arv ard U niversity, 13 de
m arzo de 1972, p. 10.
25 K erans, Sin ful S o cia l Structures, p. 59.
26 R o ger Mehl, «F u n d am en to s de la ética social cristiana», H a cia una
revolución resp o n sa ble, R ichard Shaull, R o g er Mehl, et al., eds., L a A u
rora, Buenos Aires, 1970, p. 38.
27 Reinhold N iebuhr, E l h o m bre m o ra l y la s o cied a d inm oral, Siglo Veinte,
Buenos A ires, 1966, p. 53.
28 Jü rg en M oltm ann, E l D io s cru cifica d o : L a cru z d e C risto com o b a se y crítica
d e toda teología cristiana, Síguem e, Salam anca, 1975, pp. 403-404, 455.
P o r m ed io del ejem plo de la b u ro cracia federal, H u gh H eclo m u estra
que no estam os disp uestos a elim in ar los com p on en tes que crean el
dilem a. P ara p roteg er la d em ocracia, m an ten em os el p eríod o c o rto en
los niveles m ás altos del gobierno; p ara ev itar el p atron ato, le quitam os
a la b u rocracia el control político ( G overnm ent o fS tra n g ers, p. 109).
29 G ü nth er B aum bach, «G em einde und W elt im Jo han n es-E van geliu m »,
K a iro s 1 4 ,1 9 7 2 , p. 125.
30 H einrich Schlier, P rincipalities a n d P o w ers in the N ew Testament, H arp er,
N u ev a York, Q uaestiones D isp utatae, 1964, p. 37.
31 E m st Troeltsch, T he So cia l T ea ch in gs o f the C hristian C h u rch es, H arp er,
N u eva Y ork, 1960, p. 344, traza esta distinción.
32 John H inton, M em o irs o f William K n ibb, p. 45, segú n cita Philip W right,
K n ibb «T h eN o to rio u s»: S la v es’ M issionary 1 8 0 3 -1 8 4 5 , Sidgwick, Londres,
1973, p. 24.
33 El inform e de S. C. Lord del C om ité Selecto sobre las L eyes d e los E scla
vo s en las Indias O ccidentales, segú n lo cita W right, K n ibb, pp. 31-32.
NOTAS MI
3. Amor y sociedad
1 Stanley H au erw as, «L ov e's N ot All Y ou N eed», C ro ssC u rren ts 2 2 ,1 9 7 2 ,
pp. 227-228.
2 V íctor Paul F u m ish , T h e L o v e C om m a nd in th eN ew Testament, A bingdon,
N ashville, 1972, p. 92.
3 I b í d , pp. 157-158. T roeltsch n otó que, p u esto «que lo que ellos h acen no
lo h acen p o r los hom bres sino p o r D ios o p o r C risto», el ejercicio del
a m o r activ o no in volu cra una sup eriorid ad en el d ad o r (So cia l Tea-
chings, p. 77).
4 John W esley, «L a ley establecida p o r m ed io de la fe (d iscurso II)»,
Serm ones, C asa Editorial de la Iglesia M etod ista Episcopal del Sur,
N ashville, tom o II, 1907, p. 215.
5 A lbert R asm u ssen, C hristian S o cia l E thics, Prentice-H all, Englew ood
Cliffs, N. ]., 1956, p. 164.
6 Gene O utka, A g a p e, A n E th ica lA n a ly sis, Yale Publications in Religión 17,
Y ale U niversity Press, N ew H aven , 1972, pp. 126-127.
7 L ean d er E. Keck, «Justification o f the U ngod ly and Ethics», Rechtferti-
g u n g , E. K ásem an n Festschrift, J. Friedrich, et al., ed s., M ohr, Tubinga,
1976, p. 202.
8 R udolf Bultm ann, T h e C o sp el o f J o h n : A Com m entary, W estm inster,
Filadelfia, 1971, pp. 475-476, 525-526; Bultm ann, T eología d e l N uevo
Testam ento, Síguem e, Salam anca, 1981, p. 500; F u m ish , L ove Com m and,
p. 138; C. H. D odd, E l E va n gelio y la ley d e Cristo, D inor, San Sebastián,
1967, p. 91: «E sta es la obligación fundam ental que en trañ a la nueva
alian za co m o con secu en cia del acto divino p or el cual fue iniciada. Es
necesario que tam bién se rep ro d u zcan en el acto h um ano la calida d y
la fin a lid a d del acto divino p o r el cual hem os sido salvados.»
9 Outka, A g a p e, p. 44.
10 El a m o r cristiano «se invierte a sí m ism o»: Paul R am sey, B a sic Christian
E thics, Scribner's, N u eva Y ork, 1950, p. 243.
11 El p rofesor O utka, en su d estacad o estudio, levanta algu n as objeciones
im p ortantes al sacrificio de uno m ism o co m o la form a m ás elev ad a del
am o r (A gape, pp. 274-279). N o obstante, el m od elo m ás alto de a m o r es
NOTAS :n
la m u erte sacrificial de C risto. A dem ás, la inserción de Lucas de Un
exp resion es «vo lver la o tra mejilla» y «d ejar la túnica» (Le. 6.2 9 -,MI), en
m ed io de la exposición del a m o r h acia los en em igos (6.27-36), m uestra
lo que se entiendía al referirse al am o r. Su ca rá cte r de sacrificio de uno
m ism o se in crem en ta con la p ercep ción de R obert C. Tannehill, de que
las p ren d as de vestir esenciales figurarían solam ente en u n a d em an da
judicial de los extrem ad am en te pobres, que no tienen ningun a otra
p rop ied ad p rivad a. «The 'F ocal In stance' as a Form of N ew T estam ent
Speech: A Study of M atthew 5.29b -42», J o u r n a l o f R eligión 50, 1970,
pp. 378-379. Sin em bargo, la aclaración de que el am o r es el principio
de estas afirm acion es de no resisten cia al m ism o tiem p o d a resp aldo a
la calificación, hecha p o r O utka, d e que el sacrificio de u n o m ism o debe
ser realizad o p o r el b ien estar de otros, y no p o r el sacrificio en sí m ism o.
E n ton ces p od em os d ecir que la q uintaesencia del a m o r es el sacrificio
propio, p o r el bien d e otros.
12 R am sey, B a sic C hristian E thics, p. 340.
13 Fu m ish , L o v e Com m and, p. 51, quien cita 2 Ju an 10-11 co m o un ejem plo
del sign ificad o del saludo.
14 O utka, A g a p e, pp. 130-132. O utka trabaja sobre la distinción h ech a p o r
D onald E v an s en tre lo q u e s e determ ina y lo q u e s e com ete (T h e L o g ic o f
Self-Involvem ent, SCM, Lon d res, 1963). O utka tam bién habla de esta
distinción co m o una p ersp ectiv a a c e rc a del prójim o (recep to r-ev alu a
ción) y u n a decla ra ció n d e po lítica p o r p a rte d e l que a m a (agen te-co m p ro
m iso) (p. 10). E v an s arg u y e que am bas características se incluyen al
m irar a cad a p erson a com o algu ien p o r quien C risto m u rió. Al decidir
q u e cad a p erson a es tam bién am a d a p o r C risto, estoy d ecid iénd om e a
p en sar y co m p o rtarm e de m an era aco rd e (E van s, L o g ic o f Self-Involve
m ent, pp. 1 2 9 ,1 3 6 -1 3 7 , segú n lo cita O utka, A ga p e, p. 131).
15 W . C. V an U nnik, «Die M otivieru ng d er Feindesliebe in Lukas VI
32-35», Novum Testam entum 8 ,1 9 6 6 , pp. 297-298; cf. Jam es M offatt, L ove
in th eN ew Testam ent, H o d d er an d Stoughton, Londres, 1929, p. 202.
16 F u m ish , L ove Com m and, pp. 60, 202.
17 T h om as J. M ullen, T he R enew al o f the M inistry, A bingdon, N u eva Y ork,
1963, p. 72.
18 F u m ish , L o v e Com m and, pp. 38-42.
19 O utka, A g a p e, pp. 1 3 ,1 6 1 .
20 Cf. Jacob, «B ases théologiques de l'éthique», pp. 47-51, quien tam bién
cita Pr. 14.31; 17.5; 22.2; 29.13.
21 O utka, A g a p e, p. 157.
22 Mi colega, el p rofesor R o ger R. N icole del Sem inario Teológico de
G ordon-C on w ell m e su girió am ab lem en te esta ilustración. Troeltsch
h ace esta ob servación del calvinism o: «P uesto que al tra ta r con el
prójim o que con ocem os personalm ente, p o r lo m enos, es im posible
distinguir extern am en te a los elegidos de los reprobos, debem os consi
216 ÉTICA BÍBLICA Y CAMBIO SOCIAL
5 W allace I. W olv erton , «The K in g's 'Ju stice' in Pre-Exilic Israel», A n glica n
T h eo lo g ica l R eview 41, 1959, p. 2 86; cf. José Porfirio M iranda, M a rx y la
Biblia, Síguem e, Salam anca, 1975, pp. 136-165.
6 Cf. H. Cazelles, «A p rop os d e quelques textes», pp. 168-188. E n este
artículo, C azelles exam in a textos en los cuales se supone que fd á q á h es
punitivo, y rech aza esa interpretación. M iipat, y las palabras relaciona
das, sin em b argo, ad qu ieren un u so que describe el p roceso judicial
aso ciad o co n la ira de D ios (p. ej., Jer. 25.31; Ez. 39.21).
7 L os m alos son con d en ad os ( ra sa ‘ [ser m alo] en el hifil) (Dt. 25.1; cf. Pr.
17.15; Is. 5.23. Cf. Ro. 3.20: « p o r las obras de la ley ningún ser h u m an o
será justificado [dikaióthésesthai]»).
8 E m s t K ásem an n , «G od 's R igh teu osness in Paul», Jo u rn a l f o r Theology
a n d tile C h u rch 1, 1965, pp. 100, 103; P eter Stuhlm acher, G erechtigkeit
G ottes bei P aulus, V andenhoeck, Gotinga, Forschu ngen z u r Religión
und L iteratu r des A lten and N eu en Testam entes 87, 19662, pp. 78, 83;
K arl K ertelege, «R ech tfertigung» bei Paulus. Studien zu r Struktur u n d zum
B ed eu tu n gsgeh a lt d es p a u lin isch en R ech tfertigungsbegriffs, A schendorff,
M ünster, N eu testam en tlich e A bhandlunger, n. s., 3 ,1 9 6 7 , pp. 107-108;
M arcu s B arth, «Jew s and Gentiles: The Social C h aracter o f Justification
in P au l », Jo u r n a l o fE c u m e n ica lS tu d ie s 5 ,1 9 6 8 , p. 259.
9 Stuhlm acher, G erechtigkeit Gottes, p. 80. Cf. el con traste en R om an os
1.17-18. El elem en to de juicio tan to en la d octrin a de la redención co m o
en la de la satisfacción o p ropiciación y en el fu tu ro escatológico, que
Cari H en ry asocia con su p u n to de vista de la justicia (A spect ofC h ristian
S o cia l E th ics, p. 169), p od ría exp resarse en térm inos distintos de dikaio-
syné. P ara un ejem plo de los distintos u sos de esta term inología, cf.
R om an os 8.33: «¿Q uién a cu sará [katakrinein] a los escogidos de D ios?
D ios es el que justifica [dikaioun]».
10 W alter Zim m erli, « C h a tis: B. Oíd T estam en t», T h eo lo gica lD ictio n a ry o f
the N ew Testam ent 8, 1974, pp. 378, 380, 386. El favor de D ios se da
específicam en te a los pobres (Pr. 3.34).
11 Cf. Zim m erli, « C h a tis», pp. 381-386.
12 Cf. C. v a n Leeu w en , L e développem ent du sen s social en Isra el avant l ’é r e
chrétienn e, V an G orcum , Assen, Sem ítica N eerlan d ica 1, 1955, p. 184.
V an L eeu w en d em u estra la p roxim idad de fd á q á h al am o r an tes que
al p un to de vista g reco rro m an o de «a cad a u no lo suyo». P osteriorm en
te eleém osyné (acción de m isericordia, lim osna) em p ieza a reem p lazar a
dikaiosyné co m o su equivalente (pp. 184-189).
13 Palabras de C h arles E. C u rran al d escrib ir el p u n to de v ista d e Paul
R am sey sobre la justicia, P o lin es, M ed icin e, a n dC hristian E th ics, Fortress,
Filadelfia, 1973, p. 19.
14 Cf. la defensa de la justicia m eritoria p o r R o ger H ancock, «M eritorian
an d Eq ualitarian Justice», E th ics 80, 1970, p. 166, quien cuestion a el
h ech o de d a r p o r sen tad o m éritos iguales.
NOTAS 219
6. La evangelización
1 Julius Schniew ind, «The Biblical D octrine o f C onversión», Scottish J o u r
nal o fT h eo lo g y 5, 1952, p. 271.
2 Stow Persons caracteriza de igual form a a la com p ren sión puritana
estadoun iden se de la con versión com o una n u ev a orientación d e la
p erson alidad y del com p ro m iso m oral (A m erica n M in d s: A H istory o f
Id ea s, H olt, N u eva York, 1958, pp. 12-13).
NOTAS 225
3 Cf. W illiam Tem ple, N ature, M an a n d G od, M acm illan, Lon d res, 1934,
pp. 394, 397.
4 T im othy L. Smith, Revivalism a n d S o cia l R eform inM id-N ineteenth C entury
A m erica, A bingdon, N u ev a Y ork, 1957.
5 H en ry V. Jaffa, C risis o f the H o u se D ivided, D oubleday, G arden City,
N. Y., 1959, p. 74.
6 E rich From m , P sicoanálisis d e la so cied a d contem poránea, Fon d o de
C u ltu ra E con óm ica, M éxico, 1970, p. 220.
7 G utiérrez, T eo lo gía d e la libera ció n, pp. 226-232, h ace la distinción entre
la ven id a y el crecim ien to del reino.
8 E lton T ru eb lo od , T h e N ew M an f o r O u r Tim e, H arp er, N u eva York, 1970,
p. 61.
9 Cf. M aurice B. Reckitt, F a ith a n d S o ciety : A Study o fth e Structure, Outlook
a n d O pportunity o ft h e C hristian S o cia l M ovem ent in G reat Britain a n d the
U nited States, L on gm an s, Lon d res, 1932, p. 30.
10 Jessie Rice Sandberg, Sw ord o ft h e L ord , 2 7 de diciem bre de 1974, p. 5.
11 M artín L u tero, «L a au torid ad secu lar», O bras d e M artín L u te ro 2 , Paidós,
Buenos Aires, 1974, p. 135.
12 Em ilio Castro, «C onversión y tran sform ación social», H a cia una revo lu
ción respon sa ble, p. 177.
13 H enry, A spects o f tlte S o cia l E th ics, p. 59. Este au tor habla en otros
lugares a p artir de una p erspectiva m ás am p lia de la que ap arece en
esta cita.
14 John Bennett, S o cia l Salvation. A R eligious A p p ro a ch to the P ro blem s o f
S o cia l C h a n g e, Scribner's, N u ev a York, 1935, p. 46.
15 R udolf Bultm ann, «Paul», E xisten ce an d Fa ith, L ivin g A ge Books, M eri-
dian, N u eva York, 1960, p. 1 3 0 ;H a n s W alter W olff, A nthropology o f tlie
O íd Testam ent, Fortress, Filadelfia, 1975, pp. 7-8.
16 I b íd , p. 8.
17 A gustín, L a ciu d a d de D ios, Librería de la viu d a de H ern an do, M adrid,
Libro 14, cap. 2 y 3, pp. 62-69.
18 Bo Reike, «B ody an d Soul in N ew Testam ent», Studia T heologica 19,
1965, p. 2 02. E n T h e Vitality o f the Individual in the Thought o f A n cient Isra el
(U niversity o f W ales Press, Cardiff, 1964), A ub rey R. John son m u estra
que los vario s ó rgan os y p artes del cu erp o — huesos, corazó n , intesti
nos, riñones, cara, cabeza, carn e, etc.— tienen p rop ied ades físicas en el
uso que se les d a en el A ntiguo Testam ento. Tienen em ociones, efectúan
resp uestas éticas, tienen activ id ad racional.
19 W olff, A n thropology o ft h e O íd Testam ent, p. 29
2 0 Reike, «Body and Soul», p. 203.
21 I b íd , p. 202.
2 2 E sta es la in terp retación del p rofeso r H elm ut K oester.
2 3 Cf. A gustín, L a ciuda d d e D ios, pp. 69ss.: «¿Q u ées v iv irseg ú n el hom bre
ó viv ir segú n D ios?»
22 6 ÉTICA BÍBLICA Y CAMBIO SOCIAL
45 Cf. Reinhold N iebu hr, A/i Interpretation o f C h ristia n E th ics, H arp er, N u e
v a York, 1935, p. 128; B em ard Iddings Bell, C ro w d C ulture, G atew ay,
Chicago, 1952, p. 79; Gilbert H aven , «The State a C hristian Brother-
h ood » (conferencia de 1863), N ational Serm ons, L ee & Shephard, Boston,
1869, p. 342.
46 T h om as Luck m an n, T he Invisible R eligión. T h e P ro blem o f R eligión in
M o d ern Society, M acm illan, N u ev a Y ork, 1967, p. 85.
47 P lutarco, P ra ecep ta g e re n d a e reip u blica e 30 (822b).
48 G eorge W . W ebber, G o d ’s C olony in M a n ’s W orld, A bingdon, N ashville,
1960, p. 38.
49 Philippe M a u ry ,P o liticsa n d E v a n g elism , D oubleday, G arden City, N. Y.,
1959, p. 104 (h ablan do de su exp erien cia personal en las actividad es
cland estin as francesas en co n tra de los nazis).
50 M r. D ou glas G anyo.
51 D avid O. M oberg, T h e G reat R ev ersa l: E van gelism versus So cia l C o n cern ,
E van gelical Perspectives, Lippincott, Filadelfia, 1972, p. 159.
52 Alien, «U rb an E van gelism », p. 118.
53 Cf. Sam uel E scob ar, E v a n gelio y rea lid a d social, Presencia, Lim a, 1985,
pp. 94-95.
54 R oberto Barbosa, «The G ospel w ith Bread: A n Interview w ith Bra-
zilian Pentecostalist M anoel de M ello», G. A nd erson y T. Stransky,
eds., M issions T rends No. 2 : Evangelization, Paulist, N u eva Y ork, 1975,
pp. 150-151.
55 T h om as G uthrie, T h e City: Its Sins a n d lts Sorrow s, G lasgow , 1862, según
lo cita Smith, Rew valism a n d S o cia l R eform , pp. 167-168.
56 Reckitt, Fa ith an d Society, pp. 58-59.
57 Booth, In D ark est E n gla n d , pp. 233, 256.
58 Tam bién Bauer, L exicó n 5, p. 567.
59 Fu m ish , L o v e C om m and, pp. 26-27, 30-31.
60 R ecensión del libro de R onald J. Sider, T he E v a n g elica l R enaissance,
h ech a p or D onald G. Bloesch, Christianity Today 1 8 ,1 9 7 4 , p. 1161.
61 Padilla, M isión integral, p. 42.
62 P artn ersh ip (circu lar in form ativa de «Partn ersh ip in M ission», A bing
don, Pa.) 5, 21 de sep tiem b re de 1976, p. 3.
63 Jam es D aane, «The P rim ary Task of the C h u rch», R efo rm ed Jo u r n a l 24,
7 de septiem bre de 1974, p. 7. D ebe n otarse que las p rioridad es en este
capítu lo se tratan al nivel d e objetivos básicos d e u n a organ ización y no
al nivel ad m in istrativ o de com b in ar racion alm en te las h abilidades y las
op ortu n id ad es a m an o, al h acer los planes p ara alcan zar estos objetivos.
Así, en la iglesia, n o debem os h acer que u n m an d am ien to b ásico d ad o
p o r D ios a las person as sea u n objetivo secu nd ario, sino que tod avía
h arem os estrategias que, en un tiem p o dado, asign arán p rioridad a una
tarea particu lar, al trabajar h acia las m etas.
22 8 ÉTICA BÍBLICA Y CAMBIO SOCIAL
8. La no-cooperación estratégica
1 T rad u cción de E d w ard G ordon Selw yn en T h e F irst E pistle o fS t. P eter,
M acm illan, Lon d res, 1946, p. 172.
2 Etienne de L a Boétie, «D iscourse de la servitu d e voluntaire», citad o p o r
Gene Sharp en T h e Politics o f N onviolent Action, E xten d in g H orizons
Books, P o rter Sargent, Boston, 1973, p. 11.
3 I b í d , pp. 63-64.
4 John M. Sw om ley, Jr., Liberation Ethics, M acm illan, N u ev a Y ork, 1972,
pp. 186-187. Cf. cap. 10, «Strategies of L iberation», pp. 183-207.
5 Sharp, Politics o f N onviolent A ction, p. 151. T od os los sistem as op eran
d en tro de una «zon a de sum isión». M u ch as de las actividad es de la vid a
ocu rren no p or razó n de un g ran pensam iento o m otivación especial,
sino p o r hábito, convención, o sim ple obediencia. P. J. D. W iles afirm a:
«L a sim ple ru tin a ... es la fu erza m ás p od erosa de todas» (E co nom ic
Institutions C om p ared, p. 19). L a acción de los niños de B irm ingham
obligó a la gente a p en sar acerca de lo q u e no habían necesitado pensar.
El libro de Sharp describe casi dos mil m étodos de acción no violenta
d irecta (pp. 119-433); la tabla de con tenid os es u n a ed u cación en sí
m ism a.
6 Sharp, Politics o f N onviolent A ctio n, p. 111; Elliot M. Zashin, Civil D iso be-
d ien ce a n d D em o cra cy , Free Press, N u ev a York, 1972, p. 260.
7 Zashin, C iv ilD iso b ed ien ce, pp. 124-125.
8 Sharp, P olitics o f N onviolent A ction, p. 68
9 I b íd , p. 47.
10 Cf. Sw om ley, Liberation E thics, p. 193.
NOTAS 231
tem p ran os del siglo. Esta exp licación tam bién resp ald aría su descrip
ción de una «C u arta Filosofía», em p ezan d o co n Ju d as el Galileo.
20 Cf. P. W . B arn ett, « 'U n d e r Tiberius All W as Q uiet'», N ew Testam ent
Studies 21, 1974-1975, pp. 564-571; Jean Giblet, «U n m ouvem en t de
résistan ce arm ée au tem p s de Jesú s?», R ev u e T h éo lo giq u e d e L ouvain 5,
1974, pp. 4 2 2-426; D avid M. R hoads, Isra el in Revolution, Fortress, Fila-
delfia, 1976, pp. 64-68, 174-175.
21 Smith, «Z ealots an d Sicarii», pp. 5, 13; cf. Giblet, «M ouvem ent de
résistance», p. 422.
22 R hoads, Is ra el in Revolution, p. 64.
23 Cf. M. Stem , «A sp ects of Jew ish Society: The Priesthood an d O ther
Classes», S. Safrai y M. S tem , eds., C om p en dia R erum Iu da ica rum ad
Novum Testam entum , Sección 1: T he Jew ish P e o p le in the F irst C entury 2,
Fortress, Filadelfia, 1975, pp. 5 6 3 -5 6 4 ,5 7 7 ; y S. A pplebaum , «E con om ic
Life in Palestine», ib i d , p p . 663-664, 692.
24 Josef Blinzler, «Die N ied erm etzelu n g v o n G aliláem d u rch Pilatus»,
N ovum Testam entum 2 ,1 9 5 7 , esp., p p.30, 37-40, 47.
25 R ichard A. H orsley, «A ncient Jew ish B an ditry and the R evolt against
Rom e, A. D. 66-70», C a th o licB ib lica l Q uarterly 43, 1981, pp. 409-432, y
«Josephus and the Bandits», Jo u r n a l f o r the Study o f Ju d a ism 10, 1979,
pp. 37-63. E n «The Sicarii: A ncient Jew ish 'T e rro ris t'» , Jo u rn a l o f R eligión
59, 1979, pp. 435-458, H o rsley a ñ ad e resp ald o al arg u m en to de estas
p ágin as d e que la «C u arta Filosofía» p od ría h aber estad o in activa — tal
vez, h asta habría d ejado de existir— > hasta que los sicarios ap arecieron
en la d écad a de los cincu en ta.
26 Cf. Giblet, «M ou vem ent de résistance», pp. 413-414.
27 John P airm an Brow n, «Techniques of Im perial Control: The Back-
grou n d of the G ospel E ven t», N. G ottw ald y A. W ire, eds., T h e B ib le an d
Liberation, C o m m u n ity for Religious R esearch and Education, Berkeley,
California, 1976, pp. 74-75, 83, n. 17.
28 Cf. M acG regor, N ew T estam ent B a sis o f Pacifism , pp. 37, 73-74; Y od er,
J e s ú s y la rea lid a d política, pp. 9 3 ,2 1 4 ; y sobre 1 P edro 3.16-18, Fergu son ,
Politics o fL o v e, pp. 15-16.
29 Cf. n. 10 arriba.
30 Ronald Sider, «To See the C ross, To Find the Tom b, To C h an ge the
W orld», T he O th er S id e 13, 1, febrero de 1977, p. 18.
31 Para R udolf Bu ltm an n (T h e H istory o f the Synoptic Tradition, H arp er,
N u eva York, 19682 [1931], p. 282), el d ich o acerca de los ángeles incluye
elem entos legen d arios co n un m o tivo apologético.
32 Cf. Ferguson, P olitics o fL o v e , pp. 43-44.
33 E rnst H aen ch en, «H isto ry an d In terp retation in the Johannine Passion
N arrative», Interpretation 24, 1970, pp. 199-201.
34 G eorg Richter, « D ie D e u tu n g d e s K re u z e s to d e sJe su in d e rL e id e n s g e s -
chichte des Jo h an n esev an g eliu m s (Jo. 13-19)», B ib el u n d L e b e n 9, 1968,
238 ÉTICA BÍBLICA Y CAMBIO SOCIAL
8 D ebo esta p ersp ectiva sobre los p uritanos al p rofesor Talcott Parsons
de la U niversidad de H arv ard . El vio a los p uritanos co m o el pri
m e r g ru p o en la historia con una ideología de m odernización, debido
a la com b in ación de su tensión entre las decisiones p ersonales y la
o rgan izació n social, en la cual existe un p roceso de fijación d e objetivos
p o r m ed io de u n a con cep ción d em o crática de las n ecesidad es del
grup o.
9 T h om as C ase, 7Vo S erm o n s to the C om m ons (1641), pp. 21-22, segú n es
citad o p o r A. S. P. W oo d h o u se, ed ., «Introduction», Puritanism and
L iberty, C h icago U niversity Press, Chicago, 1951, p. 43. Sobre el p u n to
de vista p u ritan o de la historia, cf. ib íd , pp. 39-51, 95-97.
10 K enneth W illis Clark, «The M eaning of [K atajkyrieyein», J. K. Elliot, ed.,
Studies in N ew Testam ent L a n g u a g e a n d Text, G. K ilpatrick Festschrift,
Brill, Leiden, Novum Testam entum Supplem ents 44, 1976, pp. 100-105.
11 M ott, «The G reek B en efactor», pp. 95, 104-105, 146-176. A p esar de su
u so en el cu lto al b enefactor, del cual la «ad oración al em p erad or» era
una expresión, el sim ple título de eu ergetés, co m o en Le. 22.25, no tiene
la con notación de u n reclam o d e deidad.
12 Cf. Bauer, L exicón5 , pp. 498, 726. El relato de M arcos tam bién reafirm a
a los g o b ern a d o res co m o los gra n d es (hoi m egaloi, «los que osten tan alto
ran go y d ign idad », M r. 10.42 y par.).
13 M arv er H . B em stein , R egula ting B usiness by In depend en t Com m ission,
Prin ceton U n iv ersity Press, Princeton, N .J ., 1955, p. 289.
14 John S. Jack son III, «Shall W e Legislate M orality?», Review a n d E xposito r
73, 1976, p. 175.
15 Y od er, «C hrist the H op e o f the W orld», pp. 177-178.
16 Cf. Y od er, C hristian W itness to the State, p. 40; Y od er, «If Christ Is Truly
L ord », p. 77; B erm an, lnteraction o fL a w an d Religión, pp. 2 5 -2 9 ,1 4 4 .
17 R ichard J. M ou w , Politics a n d the B ib lica l D ram a, E erd m an s, G rand
Rapids, 1976, p. 109; W allis , A g en d a f o r B iblical P eo p le, p. 139; Y od er,
C hristian Witness to the State, p. 27.
18 C hristenson, C harism atic A p p ro a ch to S o cia lA ctio n , p. 87.
19 Jack son, «Shall W e Legislate M orality?», p. 176.
20 W illiam M. Pinson, Jr., «W hy All C hristians A re Called into Politics»,
J. D unn, ed ., Politics, C hristian Life C om m ision of the Baptist General
Convention of T exas, D allas, 1970, p. 18.
21 F ritz Blanke, «A nab ap tism and the R eform ation», G. H ershberer, ed.,
T h e R eco very o f the Anabaptist Vision, H . B en der Festschrift, H erald ,
Scottdale, Pa., 1947, p. 68.
22 D enis Goulet, Is G radualism D e a d ? , Ethics and Foreign P olicy Series,
Council on Religión and International Affairs, N u eva York, 1970, p. 12.
El térm ino «reform a m an ip ulad a» es de P eterD reier, «P ow er Structures
and P ow ers Struggles», In su rgen t Sociologist 5 ,1 9 7 5 , pp. 238-240.
23 A ndré G orz, Strategy f o r L a b o r, Beacon, Boston, 1967, p. 6.
NOTAS 241
24 Cf. R osem ary Ruether, «The R eform er V ersus the R adical: The Proble-
m atic of Social C hange», L u th era n T h eo lo gica l Sem inary Bulletin 51, 1,
febrero de 1971, p. 23.
25 Y od er, «C hrist the H op e of the W orld », pp. 151-152; Y od er, «Let the
C h u rch Be the C h u rch», O riginalR evolution, p. 119; Y od er, «If Christ Is
Truly L ord », p. 82.
26 Gabriel Kolko, T he Trium ph o f C o n s e n ’atism : A Reinterpretation o f A m e ri
can History, 1 9 0 0 -1 9 1 6 , Free Press, N u ev a York, 1963, pp. 5, 283.
27 B em stein, R egula ting B usiness by In d ep en d en t Com m ission, pp. 82-83,
87-88, 90, 156-157, 276, 296.
28 Cf. J. Philip W og am an , T he G reat E co n o m ic D eb a te: A n EthicalA naly sis,
W estm inster, Filadelfia, 1977, p ara la con sid eración de las prem isas
in volu crad as en esta crítica econ óm ica.
29 Kolko, Trium ph o f C o n s e n ’atism, pp. 279, 281-283, 305; Bem stein, R e g u
lating B usiness, p. 76.
30 Th eod ore C aplow , Tow ard S o cia l H o p e, Basic, N u eva Y ork, 1975, pp.
127-128.
31 Bem stein , R egula ting Business, pp. 129-130.
32 P ara los p ro g ram as totales no había suficientes finanzas, p ero las
d on aciones locales y de co rto alcan ce a m en u do estaban financiadas en
dem asía, p articu larm en te en relación con los servicios que p roveyeron .
L as d on aciones locales tenían el ca rá c te r de d em asiad o dinero p ara el
nivel de p lan eam ien to (cf. C ap low , T ow ard S o cia l H o p e, p. 165). Tam bién
p ued en criticarse los p ro g ram as de T he G reat Society (L a G ran Sociedad)
p o r no utilizar el conocim iento disponible acerca de la m ejora social
(cf. ibíd., pp. 164-168).
33 M ichael H arrington , T he Twilight ofC apitalism , Simón & Schuster, N u e
va York, 1976, pp. 268-269, 271-272, 281.
34 C ap low , T ow ard S o cia l H o p e, pp. 151-152.
35 G oulet, Is G radualism D ea d ? , pp. 12, 31.
36 G orz, Strategy f o r L a b o r, pp. 8 ,1 2 .
37 G oulet, Is G radualism D ea d ? , p. 15; G orz, Strategy f o r L a b o r, p. 6.
38 Cf. Y od er, Christian Witness to the State, p. 32, 38, 42.
39 H arrington , Twilight ofC a pita lism , p. 266.
40 Bem stein , R egula ting B usiness, pp. 82-83.
41 Lincoln Steffens, T h e Sh am e o f the C id es, A m erican C en tu ry Series, Hill
an d W an g, N u eva York, 1957 [1904], p. 137: cf. p. 134.
42 Fran cis J. M cConnell, segú n es citad o en Jam es L u th er A d am s, «Intro-
duction », Paul Tillich, P olitica lExp ecta tion , H arp er, N u eva York, 1971,
p. xx.
43 D ieter T. Hessel, A S o cia l Action P rim er, W estm inster, Filadelfia, 1972,
p. 108.
44 H a rv e y Cox, L a ciu d a d secu la r, Península, Barcelona, 1968, pp. 163,
165-166. D e m an era sim ilar, C. W illie escribe que la calid ad de las
242 ÉTICA BÍBLICA Y CAMBIO SOCIAL
IN D IC E S E L E C T IV O D E P A S A JE S B IB L IC O S
Y D E O T R A S F U E N T E S L IT E R A R IA S A N T IG U A S
Malaquias: Marcos:
2.17, p.85; 3.1-5, p .86; 4.2, p.91. 1.15, p p.82, 87; 1.17, p .138; 1.41,
p .222n .25; 2.1-12, p.87; 2.23-28,
p p.87, 154; 3.14-15, p .138; 4.11,
p.82; 5.19, p .222n .25; 6.34,
NUEVO TESTAMENTO p .222n .25; 8.2, p.222n .25; 9.22,
p .222n .25; 10.42-43, p p.193-94;
10.42, p .240n ,12; 10.47-48,
Mateo: p .222n .25; 11.18, p .% ; 12.28-31,
1.21, p .116; 3.2, p .81; 3.11, pp.82, p.125; 12.40, p .171; 13.10, p .112;
86; 4.1-11, p p .171-72; 4.8, p .6; 4.10, 15.7, p .175.
p .172; 4.17, p p .81, 108; 5.13-14,
p.18; 5.14, p p.127, 136, 229n .33; Lucas:
5.16, p p .1 2 2 ,136, 137, 229n .32; 5.23- 1-2, p .86; 1.34, p .235n ,16; 1.53, p.68;
24, p .75; 5.29b -42, p .2 1 5 n .ll; 5.38- 1.74-75, p .86; 3.4, p .95; 3.8, 10-14,
48, p .234n .7; 5.38-42, p p .169-170, p .109; 3.10-11, p .95; 3.16, p.86; 4.5-
176; 5.39, p .2 3 4 n .l0 ; 5.42, 46, p.57; 8, p .171; 4.6, p p .1 5 ,172; 4.18-19,
5.43-48, p p.35, 44; 5.45-47, p .44; pp.90, 95, 171; 4.18, p p.91, 94; 6.15,
6.10, p .102; 6.25-34, p .170; 6.33, p .175; 6.20-26, p.96; 6.20, 24, p.71;
p .102; 7.12, p p.42, 49; 9.27, 6.27-36, p .2 1 5 n .ll; 6.27, 32-33, p.44;
p .222n .25; 9.35, p p .91, 95, 222n .25; 6.29-30, p .2 1 5 n .ll; 7.13, p .222n .25;
9.36, p .121, 222n .25; 7.20-21, p .90; 7.42-43, p .39; 7.36-50,
10.1, p .222n .25; 10.7-8, p p.91, 121; p .27; 8.10, p.82; 9.2, p p.91, 92; 10.9,
10.40-42, p .35; 11.10, p.86; 11.12-13, pp.91, 95; 10.17-19, p .94-95; 10.19,
p .87; 11.27, p .2 3 5 n .l6 ; 12.7, p .95; 10.29-37, pp.45, 57; 11.22,
p .221n .45; 12.18-21, p .91; 12.22-26, p.92; 12.30-31, p .93; 12.32, p .137;
p.92; 12.28-29, p .103; 12.28, p .90; 12.33, p .95; 12.37, p.87; 12.56, p.87;
13.31-32, p .89; 13.33, p .89; 13.44, 13.1-5, p .87; 13.1, p .175; 14.25-27,
p p.102, 224n .63; 14.14, p .222.25; p .154; 14.33, p .95; 16.1-9, p.96;
15.22, p .222n .25; 15.32, p .222n .25; 16.19-31, p .% ; 17.10, p .126; 17.13,
17.5, p .222n .25; 18.7, p .14; 18.23-35, p .222n .25; 17.21, p p.87, 2 2 2 n .l7 ;
p.30; 19.5-9, p .232n .42; 19.16-22, 18.8, p . l l l ; 18.38-39, p .222n .25;
p .221n .45; 19.19, p .42; 19.21, p .95; 19.9, p p.109, 127; 19.41-44, p .87;
20.25-26, p p .193-194; 20.28, p .178; 22.20, p .103; 22.25-26, p p.193-94;
20.30-31, p .222n .25; 20.34, 22.25, pp.193, 2 4 0 n .ll; 23.5, p .175;
p .222n .25; 21.43, p .103; 22.15-22, 23.19, p .175.
p .149; 22.38-40, p .42; 22.39, pp.42,
125; 22.40, p .49; 23.23-25, p .171; Juan:
23.23, p p .49, 76, % ; 24.44-51, p .89; 1.5, p .15; 1.13, p .114; 1.14, p .97;
246 INDICES
2 .6 - 10, p.31; 2.9-11, p.88; 2.11-12, p p.28, 39; 4.19-20, p .212n ,18; 4.19,
p.27; 2.11, p .99. p p .28, 39; 4.20, pp.34, 42, 214n .37;
4.21, p .214n .37; 5.1-2, p.34.
Colosenses:
1.6, 10, p .101; 1.13, p .93; 1.16, p.8;
2 Juan:
1.20, p p .9 9 ,103; 2.8, 10, 1 4 -1 3 ,1 6 - 10-11, p .2 1 5 n .l3 .
18, p .9; 2.8, 10, p.9; 2.15, pp.4, 8, 19;
2.18, p .114; 3.9-11, p p.130, 131; 3.12-
Apocalipsis:
16, p .131; 3.15, p .130; 3.22, p .115; 1.5, p.88; 2-3, p .208n ,13; 7.1,
4.11, p .95. p .209n ,19; 11.15, pp.6, 93; 11.17,
p.89; 12.9, p .2 0 9 n .l6 ; 12.10-11, p .95;
1 Tesalonicenses: 13, pp.15, 2 0 9 n .l6 ; 13.3, p .209n ,16;
3.2, p .223n ,35; 3.12, p .37; 5.15, p.37. 13.4, p .2 3 6 n .l7 ; 13.5, p.15; 13.10,
p.95; 14.18, p .209n ,19; 16.5,
1 Timoteo: p .209n ,19; 17, p .209n ,16; 17.3,
6.6- 8, p.70. p .2 0 9 n .l6 ; 17.9, p .2 0 9 n .l6 ; 17.18,
p .209.16; 19.17, p .209n ,19.
2 Timoteo:
3.16, p.76.
Filemóiu LITERATURA
16, p .115. INTERTESTAMENTARIA
Hebreos: 1 Macabeos:
2.5-18, p .46; 6.5, p .104; 11.8-9, 22, 2.24, 26, 58, p .175.
p .134; 11.10, p.81; 11.32-33, 36,
p .151.
Sabiduría de Salomón:
13.2, p .2 0 9 n .l8 .
Santiago:
1.27, p .77; 2.1, 5-7, p .50; 2.5, p p.5,
Libro de Jubileos:
101; 2.8-9, p .50; 2.8, p .42; 4.4, p.19. 1.15-19, p .86; 2.2, p .209n ,19;
4.15, p.7; 15.31-32, p.208n ,13.
1 Pedro:
1.1, p .146; 2, p p.146, 1 5 0 ,1 9 0 ;
J Enoc:
2.12, p p .136, 229n .32; 2.13-17, 6-11, pp.3, 2 0 7 n .l; 61.10, p.8;
p p .143-64; 2.13, p .140; 2.14, p .148; 91.13, p.86; 94.1, p.86; 94.6-8, p.86;
2.16, p .146; 2.18-25, p .176; 3.1-2, 16, 95.6, p.86; 97.8-98.3, 8, p.86; 102.9,
p .136; 3.3, p.4; 3.16-18, p .237n .28; p.86.
3.22, p.8.
Testamento de Daniel:
1 Juan: 5.13-6.4, p.92.
2.15-16, p.6; 2.16, p p .97, 208n .5;
3.8, p .211n .36; 3.13, p .36; 3.16,
Oráculos Sibilinos:
p .180; 3.17, p p.5, 34, 208n .5; 4.10, 3.767, 883-84, p.86; 5.414-19, p.86.
2 48 INDICES
Papiro Tebtunio:
45.20, p .207n .3; 47.12, p .207n .3.
OTRA LITERATURA JUDIA
Platón:
Qumrán, Rollo de Guerra: G org.508a, p.4; Leg.10.903b , 906,
1QM, p .208n ,13; 1QM 1.15, p .93; p .7; P rot.322, p.4.
1QM 6.6, p.93.
Plutarco:
Mishná: P raecep ta gerend ae reipublicae,
Baba K am m a 8.6, p.234n .9. 30(822b), p.227n .47.
Josefo: Suetonio:
A nt.18.9, p .173; G u erras Judías C laudio 25.4, p .144; N eró n 10,
2.259, p .2 3 6 n .l7 ; 7.253-74, p .173. p.144.
Filón: Tácito:
Q uod D eus 91-92, p .224n .63; A nales 13.50-51, p p .144-45; H isto
D ec.53-54, p .209n ,18. rias 5.9-10, p.173.
IN D IC E D E A U T O R E S Y P E R S O N A JE S
IN D IC E T E M A T IC O
ticia del, 73, 149, 187, 192; crítica Igualdad, 34; y justicia crim inal, 71;
n egativa al, 61- 66, 191-92; en d erechos hum anos, 49-52; y
paralelo, 187; p rop ósito del, 71, relación con el am o r, 49-50, 64; y
85-86, 1 6 7 ,1 8 7 , 190; relación con justicia, 64- 66; en el Reino de
el cosmos, 6 ,1 9 2 ; relación con Dios, 95; d on de se p erm ite la
p rin cip ados y p otestad es, 8 -9 ,1 5 , d esiguald ad, 69, 7 1 ,1 9 4 . V e r
192, 2 0 8 n .l3 , 2 0 9 n .l6 ; resistencia tam bién Tierra, e igualdad.
frente a su s injusticias, 184; Im puestos, 144-47, 191
responsabilidad p o r el, 58, 73, Individualism o, 53, 117-20
7 9 ,1 9 0 ; su s responsabilidades Instituciones, 1 5 -1 6 ,5 7 -5 8 , 78, 190;
p o r el bienestar, 62. V e r también responsibilidades a, 140
Iglesia y E stad o; D esobediencia Insulto, 170
civil; R eform a política.
G racia d e Dios, 22-38; y b ase d e la Jerusalén, aristocracia de, 96, 174-75
ética, 22-27; co n d u cta del Jesu cristo: en la iglesia negra, 50;
recipiente en resp u esta a ella, 28- su con qu ista del cosmos y los
29, 32; p o d er p a ra la acció n ética, pod eres, 4 ,1 8 , 211n n .36,37; sig
27-28, 206; exp resion es sociales nificado de su m uerte, 176-81;
de la, 2 9 -34 «G ran Sociedad», razo n es de su m u erte, 175; y
p rogram as, 200, 241n .32 liberación de la opresión,
G uerra, 3, 14; santa, 180-81, 211n .37; su señorío, 88, 94,
236n . 17; justa, d octrin a de, 171, 211n ,36; «Hijo de D ios», 2 3 5 n .l6 .
182, 186-88, 233n .57; a m o r y V e r también Sacrificio;
arm as, 181-84 E n cam ación ; M esías; M ilagros
de Jesús; Parusía; R eino de D ios;
«H erm ano» (adelfos), 34-35, Resurrección.
213n .35 Jubileo, A ño de, 68-69
H esed («am o r con stan te»), 63 Justicia, 59-80; aristotélica, 65;
H istoria, filosofía de la, 192. V e r opción a fav or de los débiles, 60-
también R eino d e D ios. 61, 63, 65-66, 67-68, 69, 71-72, 80,
95-96, 183-84, 201; térm inos
Iglesia, 127-39; av an t-ga rd e del bíblicos p ara, 59, 62-63, 77, 79;
Reino de D ios, 1 0 3 -4 ,1 2 8 ,1 3 0 , una p reocu pación central de la
1 3 2 ,1 3 9 ; con tin ú a el m inisterio verd ad era piedad, 7 4 -7 7 ,1 1 1 ;
de Cristo, 101; in stru m en to de com u n idad , creación de, 63-64,
m isión, 128, 136-37, 139; 65-67, 68, 69, 71, 157, 216n .33;
oposición a p rin cip ados y p otes distribución segú n necesidad , 64-
tades, 19; su significado, 127-29. 65, 70-71, 2 1 9 n .l6 , 220n .36; dis
V e r también C om u nid ad cristian a tributiva, 59-80; exten sión de la,
Iglesia del S alvad or, (W ashington, 77- 80; de D ios, 60-61, 67, 76, 191;
D. C.), 130 responsabilidad h um ana p o r
Iglesia n egra, 50 ella, 60, 72-77, 140, 220n .26; y la
Iglesia y E stad o, separación de, en señ anza de Jesús, 71, 76,
198-99 213n .36, 217n .53; y la paz, 166;
INDK T.S 257
37; su orientación a la justicia, 62, com p ren sión del gobierno que
78-80. V e r tam bién Gobierno; Jus ella p resupone, 190-95
ticia, política Reino de D ios, 81-104; con tenid o
Principados y p otestades, 6-10, 94, de la exp ectativa del, 83-86; y
115, 118, 208n .6, 2 0 8 n .l3 , m u erte y resu rrecció n de Cristo,
209 n .l5 , 210n .21; conquistados 88, 1 0 2 -4 ,1 1 0 ; ética del, 88, 95,
p o r Cristo, 4, 8 ,1 9 , 211n .37; 130; y soberanía final de Dios,
responsabilidad individual en 99, 1 0 1 -2 ,1 2 1 ; y participación
relación con, 14-15; y teología de hum ana, 94-95, 101-4; justicia
la cultura, 15-16. V e r también del, 61, 84-86, 90, 91, 95-98, 100,
Reino de D ios, op osición al cos 102; y n u ev o o rd en social, 26-27,
m os y los pod eres 192; y oposición al cosm os y los
Profetas, 17, 66, 7 4 ,1 5 0 -5 1 ; Jesús pod eres, 6 ,1 5 ,1 9 , 92-95, 9 9 ,1 0 1 -
com o profeta, 76-77, 95-96 2; trasfond o del A ntiguo Tes
Propiedad: n orm as bíblicas, 69, 95; tam en to, 61, 83- 86; y su relación
respeto p or, 143, 161; en el mal con la política, 200-1; asp ecto
social, 5 ,1 7 ; su b ord in ad a a p resentes del, 86-89, 91; térm inos
necesidades básicas, 157. V e r del, 81-82; u rgen cia del, 86-90.
también Tierra V e r también Iglesia, avant-garde
Protestantism o, 5 2 ,5 3 , 88 del R eino de D ios; M ilagros de
Puritanos, 20, 52, 207n .2; y Reino Jesús
de Dios, 88, 98, 192; y la reform a, R esurrección de C risto, 30, 5 7 ,1 1 6
192, 240n .8 Revolución, 53, 1 6 3 ,1 6 5 -8 9 ,1 9 5 ; y
arg u m en to s de las E scritu ras
Racism o: e inclusividad bíblica, 45, p ara la n o violencia, 168-81;
131; en las iglesias, 1 3 ,1 2 3 , 134; y definición de, 167-68; co m o
el m ovim ien to p o r los derechos exp resión de justicia, 183-86;
civiles, 1 4 1 -4 2 ,1 4 3 ,1 6 4 ,1 9 1 ,1 9 6 - justa, 186-88; lim itaciones, 188-89
97, 203, 204-6, 230n .5, 241n .44; y R iqueza, 69-70; influencia co rru p
orientación política, 22; y prin to ra de la, 71-72; m aterialism o, 6;
cipad os y potestades, 94; y oposición a los ricos, 67-68, 86; y
prejuicio racial, 50, 79, 9 4 ,1 1 8 , elección política, 80
160-61; resp u esta frente al, 58-60, R om a, 2 0 9 n .l6 ; con frontación judía
198; y segreg ació n , 112, 134. V e r con, 174-75; resistencia ju día a,
también Status 144- 45; los judíos en, 144, 145-46;
R eform a política, 1 6 1 ,1 8 6 ,1 9 0 -2 0 6 ; y p rotestas con tra su s im puestos,
m an ip ulad a, 198-201, 202; 145- 46
creativa, 200-2, 204-6; y criterios R om anos, E p ístola a los: ocasión
de legislación justa, 196-98; y de la carta, 146
legislación de valo res cristianos,
197-98, 2 0 1 ; y legislación de Sacrificio, 27, 95, 1 0 8 ,1 3 1 ,1 7 9 ; base
valores m orales, 202-6; sus de la ética, 22, 28, 39-40, 61; base
lim itaciones, 195-98; sus razones de la dign idad h um ana, 43-44,
teológicas, 15, 77-79, 9 8 ,1 9 0 -9 2 ; 47-48, 206, 2 1 5 n .l4 ; relación con
INDICES 259
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