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Para introducirnos en el mundo del desarrollo sostenible es útil hacer una breve
referencia a la historia de la humanidad. El mundo que conocemos está formado
por dos tipos de sistemas: los sistemas del ambiente natural y los sistemas creados
por el hombre. Entre los primeros, tenemos los vinculados al suelo, el agua y el
clima entre otro. En tanto entre los creados por el hombre, tenemos: la agricultura,
política, economía, educación, tecnología, etc. A lo largo de los años, esta relación
ha ido transformándose, ya que el hombre inicialmente era parte integral de los
ecosistemas, y luego con la introducción de la agricultura le permitió ir moldeando
el medioambiente para satisfacer sus necesidades, y en ese viaje realizó una
alteración deliberada de los ecosistemas. Los excedentes de la agricultura le
permitieron desarrollar asentamientos permanentes, la introducción de posteriores
innovaciones tales como las ciudades y la escritura, le posibilitaron a la humanidad
buscar, acumular y comunicar el conocimiento sobre el mundo y su funcionamiento
en formas cada vez más eficientes y eficaces.
Si bien hasta aquí los cambios fueron muchos, podemos considerar al siglo XX
como aquél que transformó el planeta. Los cambios, de una escala y alcance
inimaginable, opacaron las modificaciones surgidas hasta entonces. Desde la
revolución de la medicina, la agricultura, las tecnologías en la producción, la
exploración espacial, las tecnologías de la información, hasta el reconocimiento de
derechos, entre ellos la liberación femenina, fueron entre otros los causantes de
esta transformación. También fue durante este siglo que surgieron conceptos como
aldea global y globalización.
• Igualdad de género: si bien hubo avances aun las mujeres y niñas siguen
sufriendo violencia y discriminación.
IMPULSORES DE LA DESIGUALDAD
Jeffrey D. Sachs (2015), en su libro La era del Desarrollo Sostenible, plantea, entre
otros, ciertos interrogantes respecto a si será posible alcanzar el desarrollo
económico cuando el planeta ya está tan presionado, y si será posible que los
países “pobres” eleven su nivel de vida. En síntesis, si será posible conciliar el
crecimiento económico con la sostenibilidad ambiental. El autor considera que eso
nos lleva al corazón del concepto desarrollo sostenible, y que a través de la ciencia
y tomando precauciones, respetando las limitaciones de recursos, reconociendo la
peligrosa destrucción ambiental y cambiando el rumbo, la humanidad tiene la opción
de alcanzar sus objetivos de acabar con la pobreza, elevar los niveles de vida,
garantizar la inclusión social y proteger el medio ambiente. Para ello, debemos ser
conscientes de cuáles son los límites planetarios.
En la revisión de 2015, extienden el marco del PB. De los nueve límites propuestos
originales, identifican tres (incluido el cambio climático) que podrían empujar al
sistema de la Tierra a un nuevo estado si se cruzan y que también tienen una
influencia generalizada en los límites restantes.
https://bit.ly/2Gn706t
Cabe destacar que dicho proceso de cambio puede ser sostenible o no sostenible.
Por ejemplo, un proceso de crecimiento continuado del consumo material no es
sostenible a largo plazo en un mundo finito, en tanto un proceso de desarrollo que
se defina considerando mejoramiento de la calidad de vida de los seres humanos
puede ser sostenible si se centra en el despliegue de las potencialidades humanas
sociales, culturales y no solo el crecimiento económico.
¿Sostenible o sustentable?
Otros conceptos cuyos usos suelen ser controvertidos son el de sostenible versus
sustentable. En tanto que en el idioma inglés el adjetivo “sustainable” como
calificativo del desarrollo es único, es español en ocasiones se usa “sostenible” y
otras “sustentable”.
La Real Academia (www.rae.es) plantea con respecto a la palabra sostenible:
Asimismo, la RAE define al verbo “sostener” como sustentar, mantener firme algo y
al verbo “sustentar” como sostener algo para que no se caiga o se tuerza. Por lo
que, coincidiendo con Márquez Rodríguez (2000), gramaticalmente el uso de ambos
adjetivos como calificativos de sustantivo “desarrollo” es válido, y semánticamente
(desde el punto de vista del significado) son sinónimos casi perfectos, por lo que,
consideramos que, cuando son aplicados en el discurso del desarrollo, podrían ser
perfectamente intercambiables.
Perspectiva Territorial
Localizar
las
iniciativas
de
desarrollo
sostenible
en las
ciudades
es
una cuestión estratégica no solo práctica. Si bien ocupan una pequeña parte del
planeta, tienen gran impacto en la lucha contra los desafíos globales.
En el marco de los ODS, es importante no obviar un dato que afecta a esta agenda,
la globalización. En este marco de oportunidades globales, pero en el que coexisten
desigualdades entre territorios y países, los ODS promueven la construcción de
una agenda global local.
Como parte de las iniciativas del Secretario General de las Naciones Unidas Ban
Ki--moon para promover el desarrollo sostenible, en 2012, se creó la Red de
Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN) , con el fin de movilizar el
conocimiento global científico y tecnológico en los retos de desarrollo
sostenible. Dicha red apoyó la visión Río+20 de desarrollo sostenible como un
concepto holístico que aborda cuatro dimensiones de la sociedad: desarrollo
económico (incluido el fin de la pobreza extrema), inclusión social,
sostenibilidad ambiental y buena gobernabilidad, incluidas la paz y la seguridad.
Disponible en:
https://www.ted.com/talks/harish_manwani_profit_s_not_always
_the_point
Se considera que las sociedades deben buscar lograr las cuatro dimensiones. Las
fallas en un área como sostenibilidad ambiental o igualdad de género pueden
socavar los avances en otras, como la erradicación de la pobreza. La gobernabilidad
deficiente y la inseguridad también pueden socavar fácilmente el progreso en los
objetivos económicos, sociales y ambientales.
Esta cuarta dimensión agregada pretende resaltar varias condiciones propicias para
el desarrollo sostenible, incluida la transparencia, las instituciones efectivas, el
estado de derecho, la participación y la seguridad personal, la responsabilidad y la
financiación adecuada para los bienes públicos. Estas normas de buen gobierno se
aplican al sector público, al sector privado y a la sociedad civil.
Entre tanto, la cultura también tuvo una tardía aparición como objeto de interés por
parte de los especialistas en desarrollo. Desde los inicios de siglo, diversos sectores
de la sociedad, provenientes de organismos internacionales y la academia,
comenzaron a cuestionar la validez de la enunciación original de desarrollo
afirmando, que el crecimiento económico, la inclusión social y el equilibrio
medioambiental ya no reflejan todas las dimensiones de las sociedades globales y
proponen añadir la dimensión cultural a las políticas orientadas al desarrollo
sostenible.
Es así que autores como Hawkes (2001) sitúan precisamente a la cultura como otro
pilar del desarrollo sostenible, por lo que podría hablarse de un «giro cultural» de la
definición de desarrollo. El autor pone énfasis en el hacer y en la cultura como algo
que está al mismo nivel que los otros pilares de la sostenibilidad resaltando la
importancia de la participación de la comunidad, la descentralización y las
consideraciones ascendentes, desde las bases. Hawkes le da una gran importancia
al nivel local, y los gobiernos locales, para favorecer un desarrollo sostenible con un
fuerte componente cultural.