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Colombia no escapa a esta triste realidad.

Por ello y
como homenaje póstumo a los 200 trabajadores que
murieron en la construcción del Proyecto Hidroeléctrico
del Guavio, el 28 de Julio de 1983, se adoptó esta
fecha como Día Nacional de la Salud y la Seguridad.
Por eso para los trabajadores este es un día de duelo
y de protesta frente a la perversidad de un modelo que
somete a la enfermedad y la muerte a los trabajadores
en aras de la productividad y la rentabilidad de los
inversionistas, bajo la mirada tolerante y displicente del
gobierno y de los organismos de control. Pero es ante
todo un día de exigencia para que las tragedias no se
repitan.
Infortunadamente la inseguridad continúa. La tragedia
de Amagá hace un año, con el doloroso saldo de 73
mineros muertos así lo confirma. No fue producto del
azar ni imprevisto; al contrario, era una tragedia
anunciada. Los gobiernos nacional y departamental
advirtieron el peligro e hicieron previamente
“sugerencias” y “recomendaciones”, pero no las
hicieron cumplir. La empresa postergó indefinidamente
las adecuaciones recomendadas y la explosión se hizo
realidad. Luego vendrían otros accidentes mortales en
minas de Boyacá y Cundinamarca, también por la
ausencia de medidas preventivas.

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