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Título: La Prueba de la Fe y el Favoritismo 5ª Parte. Lugar: Iglesia Cristiana Neza


Pasaje: Santiago 2:12-13 Fecha: 11 de Abril de 2010
Propósito: Confrontar, Auto examinar, Exhortar.
Idea Central: Dios ha escogido lo peor del mundo, por lo tanto no debemos luchar
contra la voluntad de Dios.

Cuando Juan el Bautista comenzó su ministerio, había mucha gente que


quería ser bautizada por él. Vinieron soldados, gente del pueblo y también algunos
fariseos. Pero para que Juan los pudiera bautizar les dio un mandato muy particular.
En Lucas 3: 7-14 podemos leer el mandato de Juan, el efecto que tuvo este
mandamiento en las personas que lo escucharon y el resultado que se apreció en
quienes obedecieron el mandato de Juan.
Por eso, decía a las multitudes que acudían para que él las bautizara:
¡Camada de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira que vendrá? Por tanto,
dad frutos dignos de arrepentimiento; y no comencéis a deciros a vosotros
mismos: "Tenemos a Abraham por padre", porque os digo que Dios puede
levantar hijos a Abraham de estas piedras. Y también el hacha ya está puesta
a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado
y echado al fuego. Y las multitudes le preguntaban, diciendo: ¿Qué, pues,
haremos? Respondiendo él, les decía: El que tiene dos túnicas, comparta con
el que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo. Vinieron también
unos recaudadores de impuestos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro,
¿qué haremos? Entonces él les respondió: No exijáis más de lo que se os ha
ordenado. También algunos soldados le preguntaban, diciendo: Y nosotros,
¿qué haremos? Y él les dijo: A nadie extorsionéis, ni a nadie acuséis
falsamente, y contentaos con vuestro salario.

Podemos observar en este texto que una persona que genuinamente está
anhelando obedecer a Dios, cuyo corazón ha sido atrapado por un deseo de acercarse
a Dios y obedecerlo, entonces esa persona responde de una forma que exalta a Dios,
ya que muestra un arrepentimiento de su pecado, muestra un deseo de obedecer a
Dios sin importar lo que exista a su alrededor, y sin importar el costo que tenga para
él mismo. Una persona que entiende el evangelio de Cristo, por la gracia de Dios,
puede obedecer a Dios, vencer su pecado y enfrentarse a la prueba todos los días.

Como lo dirían algunos comentaristas: la fe que justifica, es la fe que


santifica. Y la santificación se manifiesta por medio de buenas obras.
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Anteriormente, Santiago nos ha mostrado algunas características de las


Escrituras, características que cada uno de nosotros debe entender correctamente para
poder obedecer la voluntad de Dios y traerle honra. Sin embargo al mismo tiempo,
cuando una persona se aferra a seguir con el comportamiento orgulloso, altivo y sin
temor a Dios y sin obediencia a Su Palabra, no es una persona que honra a Dios y por
lo tanto, será objeto del juicio de Dios y de Su Palabra.

El día de hoy estudiaremos precisamente eso, el juicio que la Palabra trae sobre toda
persona que rehúsa obedecer la Verdad de Dios. Vamos a estudiar el resultado de
toda persona que profesa ser creyente, pero en realidad es un simpatizante que no ha
entregado su vida a Dios. El final de todo pecador es el justo juicio de Dios sobre él,
ya que escuchó la Palabra de Verdad, pero la rechazó, la despreció, la ridiculizó.

Dios juzgará a todas las personas a través de Su Verdad. Debido a que Dios
es perfecto y verdadero, también Su Palabra es perfecta y verdadera y por lo tanto, es
el máximo estándar de justicia que cualquier persona pueda conocer.

Así que en este día vamos a estudiar el justo juicio que Dios realizará sobre
toda persona que rechazó la misericordia de Dios por medio del sacrificio de Cristo.

Nuestro texto dice lo siguiente: “Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser
juzgados por la ley de la libertad. Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que
no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio.”

I. En primer lugar estudiemos el juicio de la ley


El versículo 12 comienza diciendo: “Así hablad, y así haced, como los que habéis
de ser juzgados por la ley de la libertad.”
Entendamos primero el mensaje que está dando Santiago. En los versículos 10 y
11 nos ha enseñado que el mensaje de la Biblia está unido y no se puede dividir;
además nos mostró que la Biblia proviene de Dios, así que si toda la Biblia está
unida, entonces toda la Biblia proviene de Dios; y finalmente, en el v. 11 nos
enseñó la autoridad que tiene las Escrituras. En otras palabras, por ser la Palabra
de Dios tiene la autoridad de Dios para ejercer juicio sobre toda persona que no
obedece a Dios.
Recordemos que Dios habla con mandamientos, no sugerencias u opiniones.
Cuando Dios habla, hay que obedecer. Es por eso que el v. 12 comienza de esta
forma: así hablad y así haced.
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Las personas que recibieron la carta conocían bien la Palabra de Dios, y


probablemente hasta podía enseñarla correctamente, sin embargo estaban
saltándose un paso esencial en la vida de todo creyente genuino: la práctica.

Vez tras vez Santiago nos recuerda la necesidad que tenemos de manifestar
nuestra fe salvadora por medio de obras que manifiesten un nuevo nacimiento. A
partir del v.14 Santiago confronta nuevamente a su audiencia con una pregunta
retórica: si tienes fe, pero no la manifiestas por tus buenas obras, ¿puede esa fe
salvarte? No, de ninguna manera. La fe que salva, la fe que redime a las personas
siempre produce obediencia a Dios y buenas obras, tal como también lo enseña
Pablo en Ef. 2:10.

Entonces, lo que Santiago está recordándoles a los destinatarios es lo siguiente: si


ya has escuchado la Palabra de Dios, la ley de Dios, entonces no te quedes con los
brazos cruzados sin hacer nada, debes responder a la Palabra de Dios con
obediencia.

¿Por qué debo responder en obediencia a la Palabra de Dios? Porque vas a ser
juzgado por la ley de Dios, la Palabra de Dios.

Detengámonos por un momento es este punto y respondamos a 2 preguntas.


Primero, Santiago nos dice que todo desobediente será juzgado por la Ley de
Dios, y la pregunta es ¿en base a qué juzga la ley de la libertad?
La respuesta la encontramos en varios versículos.
Primero, en el v.1 el mandato es: “que vuestra fe… sea sin acepción de personas.”
Segundo, en el v.4 cuando dice: “¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y
venís a ser jueces con malos pensamientos?
Tercero, en el v. 6 cuando dice: “vosotros habéis afrentado al pobre”.
Pero, está muy claramente definido en el v. 8: “Si en verdad cumplís la ley real,
conforme a las Escrituras…” y esta es precisamente la causa por la que todo
desobediente será juzgado por la ley de la libertad: ¿cumpliste la ley real o no?
La conoces, pero ¿la obedeces? ¿Te esfuerzas por ponerla en práctica? Esto es lo
que demuestra en realidad la veracidad de nuestra profesión de fe en Cristo: si
obedecemos Su Palabra o no.

En Mateo 7:21-23 Cristo lo dejó muy claro: “No todo el que me dice: "Señor,
Señor", entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi
Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu
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nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "Jamás os conocí;


APARTAOS DE MI, LOS QUE PRACTICAIS LA INIQUIDAD.”
Solo una persona que en verdad hace la Palabra de Dios, puede entrar al reino de
Dios.
Más aún, Pablo también lo deja claramente explicado en Romanos 2:1-16 LEER.
No hay excusa para los desobedientes a Dios.

En segundo lugar, la otra pregunta es: ¿cuál es la razón por la que Dios nos ha
dado Su ley o mandamientos?
Existen cuando menos 2 razones por las que Dios nos ha dado Su ley:
1. Porque por medio de la ley conocemos el pecado. Esto lo podemos ver en
Rom. 3:20 y 7:7
2. Además, porque a través de la ley de Dios llegamos a Cristo. Gál. 3:24

Debido a que somos expuestos por la ley a nuestro pecado, ella misma como lo
dice Pablo en Gálatas 3:24 es nuestro tutor, para que al mismo tiempo que nos
muestra el pecado, nos muestra también a Cristo como el único medio para
obtener el perdón y la libertad del pecado.

Pero entendamos esto: la ley nos muestra nuestro pecado, no para que digamos:
si soy un pecador, sino para que busquemos la forma en que podemos abandonar
las prácticas pecaminosas y obedecer a Dios. Obviamente esto solo puede suceder
cuando dependemos de Dios.

II. En segundo lugar veamos la característica del juicio: sin misericordia


La primera parte del v. 13 dice: “porque juicio sin misericordia se hará con aquel
que no hiciere misericordia…”
La característica es sencilla: no hay misericordia. Una persona que no muestra
misericordia y compasión por personas que están en dificultades, en realidad está
manifestando que en su vida nunca ha recibido la misericordia de Dios. Y esto es
verdad.

¿Qué sucede en el corazón de una persona que conoce a Dios? ¿Cuál es el deseo
que comienza a gobernar su corazón? Una respuesta rápida es: celo. Hay un celo
en el corazón de esa persona por compartir con otros que ha encontrado la
felicidad en Dios, que ha encontrado libertad para sus pecados, que ha
encontrado libertad del juicio de Dios. Y esto es algo continuo.
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Así, toda persona que ha experimentado la misericordia de Dios tiene deseos de


compartir esa misericordia con toda persona que se le atraviesa.
Por lo tanto, alguien que no muestra misericordia, nunca ha probado la bondad
de Dios. Y conocemos el resultado de esto: el juicio de Dios.

¿Recuerdan que la parábola de los 2 deudores en Mateo 18:23-35? LEER


Por eso, el reino de los cielos puede compararse a cierto rey que quiso ajustar
cuentas con sus siervos. Y al comenzar a ajustarlas, le fue presentado uno que le
debía diez mil talentos. Pero no teniendo él con qué pagar, su señor ordenó que
lo vendieran, junto con su mujer e hijos y todo cuanto poseía, y así pagara la
deuda. Entonces el siervo cayó postrado ante él, diciendo: "Ten paciencia
conmigo y todo te lo pagaré." Y el señor de aquel siervo tuvo compasión, y lo
soltó y le perdonó la deuda. Pero al salir aquel siervo, encontró a uno de sus
consiervos que le debía cien denarios, y echándole mano, lo ahogaba, diciendo:
"Paga lo que debes." Entonces su consiervo, cayendo a sus pies, le suplicaba,
diciendo: "Ten paciencia conmigo y te pagaré." Sin embargo, él no quiso, sino
que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Así que cuando
vieron sus consiervos lo que había pasado, se entristecieron mucho, y fueron y
contaron a su señor todo lo que había sucedido. Entonces, llamándolo su señor,
le dijo*: "Siervo malvado, te perdoné toda aquella deuda porque me suplicaste.
"¿No deberías tú también haberte compadecido de tu consiervo, así como yo
me compadecí de ti?" Y enfurecido su señor, lo entregó a los verdugos hasta que
pagara todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si
no perdonáis de corazón cada uno a su hermano.

III. Finalmente veamos, el triunfo de la misericordia


¿Porqué la misericordia triunfa sobre el juicio? Una persona que ha sido salvada
por Dios ha experimentado la misericordia, compasión y bondad de Dios, lo que
implica que Dios mismo lo ha librado de la condenación del juicio.
En otras palabras, un creyente no será condenado por la justicia de Dios, porque
Cristo ya ha cumplido a plenitud con las demandas de justicia de la ley. La mejor
manifestación de que una persona ha sido salvada por Dios, es que ahora
experimenta una nueva vida. Ya no es una vida gobernada por el pecado.
Aunque luchamos contra él, confiamos en que nuestra victoria está en Cristo.
Entonces lo que Santiago está explicando es esta parte final, es que la
misericordia de Dios triunfa sobre su juicio, pero solo en los que son salvos.
Cristo lo enseñó en Mateo 5:7: “Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos
recibirán misericordia.”
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¿Quién recibirá misericordia? Solo aquellas personas que han mostrado


misericordia.

Para finalizar, leamos mateo 25: 14-30


Porque el reino de los cielos es como un hombre que al emprender un viaje,
llamó a sus siervos y les encomendó sus bienes. Y a uno le dio cinco talentos, a
otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y se fue de viaje. El
que había recibido los cinco talentos, enseguida fue y negoció con ellos y ganó
otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido los dos talentos ganó otros
dos. Pero el que había recibido uno, fue y cavó en la tierra y escondió el dinero
de su señor. Después de mucho tiempo vino* el señor de aquellos siervos, y
arregló* cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido los cinco talentos,
trajo otros cinco talentos, diciendo: "Señor, me entregaste cinco talentos; mira,
he ganado otros cinco talentos." Su señor le dijo: "Bien, siervo bueno y fiel; en lo
poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor." Llegando
también el de los dos talentos, dijo: "Señor, me entregaste dos talentos; mira, he
ganado otros dos talentos." Su señor le dijo: "Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco
fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor." Pero llegando
también el que había recibido un talento, dijo: "Señor, yo sabía que eres un
hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste, y
tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; mira, aquí tienes lo que es
tuyo." Pero su señor respondió, y le dijo: "Siervo malo y perezoso, sabías que siego
donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. "Debías entonces haber puesto
mi dinero en el banco, y al llegar yo hubiera recibido mi dinero con intereses.
"Por tanto, quitadle el talento y dádselo al que tiene los diez talentos." Porque a
todo el que tiene, más se le dará, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene,
aun lo que tiene se le quitará. Y al siervo inútil, echadlo en las tinieblas de afuera;
allí será el llanto y el crujir de dientes.

Hemos recibido de Dios Su palabra, ¿cómo la estamos usando? ¿estamos dando


fruto que demuestra un corazón regenerado que anhela hacer buenas obras, o
no?
Oremos…

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