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Podemos observar en este texto que una persona que genuinamente está
anhelando obedecer a Dios, cuyo corazón ha sido atrapado por un deseo de acercarse
a Dios y obedecerlo, entonces esa persona responde de una forma que exalta a Dios,
ya que muestra un arrepentimiento de su pecado, muestra un deseo de obedecer a
Dios sin importar lo que exista a su alrededor, y sin importar el costo que tenga para
él mismo. Una persona que entiende el evangelio de Cristo, por la gracia de Dios,
puede obedecer a Dios, vencer su pecado y enfrentarse a la prueba todos los días.
El día de hoy estudiaremos precisamente eso, el juicio que la Palabra trae sobre toda
persona que rehúsa obedecer la Verdad de Dios. Vamos a estudiar el resultado de
toda persona que profesa ser creyente, pero en realidad es un simpatizante que no ha
entregado su vida a Dios. El final de todo pecador es el justo juicio de Dios sobre él,
ya que escuchó la Palabra de Verdad, pero la rechazó, la despreció, la ridiculizó.
Dios juzgará a todas las personas a través de Su Verdad. Debido a que Dios
es perfecto y verdadero, también Su Palabra es perfecta y verdadera y por lo tanto, es
el máximo estándar de justicia que cualquier persona pueda conocer.
Así que en este día vamos a estudiar el justo juicio que Dios realizará sobre
toda persona que rechazó la misericordia de Dios por medio del sacrificio de Cristo.
Nuestro texto dice lo siguiente: “Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser
juzgados por la ley de la libertad. Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que
no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio.”
Vez tras vez Santiago nos recuerda la necesidad que tenemos de manifestar
nuestra fe salvadora por medio de obras que manifiesten un nuevo nacimiento. A
partir del v.14 Santiago confronta nuevamente a su audiencia con una pregunta
retórica: si tienes fe, pero no la manifiestas por tus buenas obras, ¿puede esa fe
salvarte? No, de ninguna manera. La fe que salva, la fe que redime a las personas
siempre produce obediencia a Dios y buenas obras, tal como también lo enseña
Pablo en Ef. 2:10.
¿Por qué debo responder en obediencia a la Palabra de Dios? Porque vas a ser
juzgado por la ley de Dios, la Palabra de Dios.
En Mateo 7:21-23 Cristo lo dejó muy claro: “No todo el que me dice: "Señor,
Señor", entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi
Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu
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En segundo lugar, la otra pregunta es: ¿cuál es la razón por la que Dios nos ha
dado Su ley o mandamientos?
Existen cuando menos 2 razones por las que Dios nos ha dado Su ley:
1. Porque por medio de la ley conocemos el pecado. Esto lo podemos ver en
Rom. 3:20 y 7:7
2. Además, porque a través de la ley de Dios llegamos a Cristo. Gál. 3:24
Debido a que somos expuestos por la ley a nuestro pecado, ella misma como lo
dice Pablo en Gálatas 3:24 es nuestro tutor, para que al mismo tiempo que nos
muestra el pecado, nos muestra también a Cristo como el único medio para
obtener el perdón y la libertad del pecado.
Pero entendamos esto: la ley nos muestra nuestro pecado, no para que digamos:
si soy un pecador, sino para que busquemos la forma en que podemos abandonar
las prácticas pecaminosas y obedecer a Dios. Obviamente esto solo puede suceder
cuando dependemos de Dios.
¿Qué sucede en el corazón de una persona que conoce a Dios? ¿Cuál es el deseo
que comienza a gobernar su corazón? Una respuesta rápida es: celo. Hay un celo
en el corazón de esa persona por compartir con otros que ha encontrado la
felicidad en Dios, que ha encontrado libertad para sus pecados, que ha
encontrado libertad del juicio de Dios. Y esto es algo continuo.
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