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Instituto de Teología
Aurelio Gutiérrez Arredondo
Trabajo: Resumen esquemático de la Sacrosanctum Concilium
Introducción.
1. El sacrosanto Concilio se propone acrecentar cada vez más entre los fieles la vida la
vida cristianada, por eso, cree que le corresponde de modo particular procurar la reforma
y el fomento de la liturgia.
2. La liturgia, por medio de la cual “se ejerce la obra de nuestra salvación”, contribuye
en sumo grado a que los fieles en su vida expresen y manifiesten a los demás el misterio
de Cristo y la naturaleza auténtica de la verdadera Iglesia; además, robustece también
admirablemente sus fuerzas para predicar a Cristo, y muestra así la Iglesia, a los están
fuera, como signo levantado en medio de las naciones y se congreguen en la unidad los
hijos de Dios.
4. La santa Madre Iglesia atribuye igual derecho y honor a todos los ritos
legítimamente reconocidos y quiere que en el futuro se conserven y fomenten por todos
los medios.
5. La obra de la salvación realizada por Cristo. Por este misterio, “con su muerte
destruyó nuestra muerte y con su resurrección restauró nuestra vida”.
7. Presencia de Cristo en la liturgia. Para realizar una obra tan grande, Cristo está
siempre presente en su Iglesia, principalmente en la acción litúrgica, como obra de Cristo
sacerdote.
11. Para asegurar esta eficacia plena, es necesario que los fieles se acerquen a la
sagrada liturgia con recta disposición de ánimo, pongan su alma de acuerdo con su voz y
cooperen con la gracia divina.
13. Se recomiendan los ejercicios piadosos del pueblo cristiano, especialmente los
mandados por la Sede Apostólica, y organizados teniendo en cuenta los tiempos litúrgicos.
14. La santa Madre Iglesia desea ardientemente que se haga participar a todos los
fieles plena, consciente y activamente en las celebraciones litúrgicas. Los pastores de
almas deben aspirar a ella (liturgia) con diligencia en toda su acción pastoral mediante la
debida formación, deben llegar a ser maestros de ella.
15. Los profesores que se nombran para enseñar la sagrada liturgia deben formarse
perfectamente para su misión en institutos especializados.
16. La asignatura de sagrada liturgia debe ser considerada entre las materias
necesarias y más importantes en los seminarios y casas de estudios de los religiosos.
17. En los seminarios y casa de religiosos deben adquirir una formación litúrgica de la
vida espiritual e, igualmente, aprender a observar las leyes litúrgicas.
19. Los pastores de almas deben fomentar con diligencia y paciencia la educación
litúrgica y la participación activa de sus fieles, interna y externamente.
21. La santa Madre Iglesia desea favorecer con diligencia una reforma general de la
misma liturgia, para que el pueblo cristiano obtenga con mayor seguridad la abundancia
de sus gracias.
A) Normas generales.
25. Revísense cuanto antes los libros litúrgicos, valiéndose de peritos y consultando a
obispos de diferentes regiones del mundo.
26. Las acciones litúrgicas no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia,
pueblo santo congregado y ordenado bajo la dirección de los obispos.
28. En las celebraciones litúrgicas, cada cual sujeto, al desempeñar su oficio hará todo
y sólo aquello que le corresponde por la naturaleza de la acción y las normas litúrgicas.
29. También los acólitos, lectores, comentadores y los que pertenecen a la schola
cantorum desempeñan un auténtico ministerio litúrgico. Por ello, es necesario su
formación y profundización del espíritu litúrgico.
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30. Para promover la participación activa, deben fomentarse las aclamaciones del
pueblo, las respuestas, las salmodias, las antífonas, los cantos y también las acciones,
gestos y posturas corporales.
31. En la revisión de los libros litúrgicos se beberá poner atención a las rúbricas para
que cumplan dicha finalidad.
34. Los ritos deberán resplandecer con una noble sencillez, deben ser claros por su
brevedad y evitar las repeticiones inútiles.
35. Para que aparezca con claridad en la liturgia la íntima conexión entre el rito y la
palabra:
1) En las celebraciones se debe establecer una lectura de la Sagrada Escritura más
abundante, más variada y más apropiada.
2) Por ser el sermón parte de la acción litúrgica debe tener como fuentes principales
la Sagrada Escritura y la liturgia.
3) Incúlquese también por todos los medios la catequesis litúrgica.
4) Foméntese la celebración sagrada de la palabra de Dios en la Liturgia de las Horas.
37. La Iglesia examina con benevolencia y, si puede, conserva íntegro lo que en las
costumbres de los pueblos no está indisolublemente vinculado a supersticiones y errores.
38. Al revisar los libros litúrgicos, salvada la unidad sustancial del rito romano, debe
dejarse una margen para las legítimas diferencias y adaptaciones.
40. Sin embargo, en ciertos lugares y circunstancias urge una adaptación más
profunda de la liturgia, lo que implica mayor dificultad.
1) La competente autoridad eclesiástica territorial considerará con solicitud y
prudencia qué aspectos pueden ser admitidos. Las adaptaciones que se consideren
útiles serán propuesta a la Sede Apostólica para su consentimiento.
2) Para que la adaptación se realice con la necesaria cautela, la Sede Apostólica
concederá, a la autoridad eclesiástica la facultad de permitir y dirigir las
experiencias previas.
3) Como las leyes litúrgicas suelen presentar dificultades especiales en cuanto
adaptación, al elaborarlas se contará con expertos en la cuestión de que se trata.
41. El obispo debe ser considerado como gran sacerdote de su rebaño, por eso, es
necesario que todos concedan gran importancia a la vida litúrgica de la diócesis en torno
al obispo.
43. La renovación litúrgica, gracia especial del Espíritu Santo, para fomentar todavía
más esta acción pastoral litúrgica en la Iglesia, considere lo siguiente:
45. Asimismo, en cada diócesis habrá una comisión de liturgia sagrada para promover
la acción litúrgica bajo la dirección del obispo.
47. Nuestro Salvador, en la Última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el
sacrificio eucarístico de su cuerpo y su sangre: sacramento de piedad, signo de unidad,
vínculo de amor, banquete pascual, en el que se recibe a Cristo.
48. Por tanto, la Iglesia procura con solícito cuidado que los fieles, comprendiendo
bien el misterio de la fe, mediante ritos y oraciones, participen, piadosa y activamente en
la acción sagrada, sean instruidos con la Palabra y alimentados con el Banquete celestial.
49. Por consiguiente, para que el sacrificio de la misa alcance plena eficacia pastoral,
se decreta lo siguiente:
50. Revísese el ordinario de la misa de modo que aparezca con mayor claridad el
sentido propio y la mutua conexión de cada una de las partes, y la participación activa y
piadosa de los fieles sea más fácil.
51. Ábranse con mayor amplitud los tesoros de la Biblia, de modo que en un período
determinado de años se lean al pueblo las partes más significativas de la Sagrada
Escritura.
52. La homilía es parte de la misma liturgia, por ello, nunca se omita, a no ser por
causa grave, en las misas que se celebran los domingos o fiestas de precepto con
participación del pueblo.
53. Restablézcase la “oración común” o “de los fieles” después del Evangelio o de la
homilía, principalmente los domingo y fiestas de precepto.
54. En las misas celebradas con asistencia del pueblo puede darse lugar apropiado a la
lengua vernácula. Sin embargo, procúrese que los fieles sean capaces también de recitar o
cantar juntos en lengua latina las partes del ordinario de la misa que les corresponden.
55. Se recomienda la participación plena en la misa en la que los fieles reciben, del
mismo sacrificio, el Cuerpo del Señor. Puede concederse la comunión bajo ambas especies
tanto para clérigos y religiosos como a los laicos.
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56. Las dos partes de que consta la misa: la liturgia de la Palabra y la liturgia
eucarística, están íntimamente unidad que constituyen un solo acto de culto.
60. Los sacramentales son signos sagrados con los que se expresan efectos, sobre
todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia.
61. La liturgia de los sacramentos y de los sacramentales hace que, en los fieles
dispuestos, casi todos los acontecimientos de la vida sean santificados por la gracia divina
que emana del misterio pascual.
62. Con el correr de los años se han introducido en los ritos de los sacramentos y
sacramentales algunas cosas que actualmente oscurecen su naturaleza y su fin.
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65. En las tierras de misión, pueden admitirse también aquellos que se encuentran en
uso en cada pueblo, siempre que puedan acomodarse al rito cristiano.
66. Revísense los dos ritos del bautismo de adultos teniendo en cuenta la restauración
del catecumenado, e inclúyase en el Misal Romano la misa propia “In collatione baptismi”.
67. Revísese el rito del bautismo de los niños y adáptese a la verdadera condición de
los mismos. Póngase más de manifiesto la participación y las obligaciones de los padres y
padrinos.
68. En el rito del bautismo debe figurar las adaptaciones que se emplearán. Redáctese
también un rito más breve que pueda ser usado principalmente en las misiones.
69. Prepárese otro nuevo en el que se indique más clara y convenientemente que el
niño bautizado con el rito breve ya ha sido recibido en la Iglesia. Redáctese, además, un
rito para los que se convierten a la religión católica, en que se exprese la admisión en la
comunión de la Iglesia.
70. Fuera del tiempo pascual, el agua bautismal puede ser bendecida dentro del
mismo rito del bautismo.
71. Revísese también el rito de la confirmación para que aparezca más claramente su
íntima conexión con toda la iniciación cristiana. Conviene que la renovación de las
promesas bautismales preceda al sacramento. El sacramento puede ser administrado
dentro de la misa.
72. Revísense el rito y las fórmulas de la penitencia, de manera que expresen más
claramente la naturaleza y el efecto del sacramento.
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74. Redáctese un rito continuado según el cual la unción sea administrada al enfermo
después de la confesión y antes de recibir el viático.
76. Revísense los ritos de las ordenaciones, tanto en lo referente a las ceremonias
como a los textos. En la consagración episcopal, todos los obispos presentes pueden
imponer las manos.
81. El rito de las exequias debe expresar más claramente el sentido pascual de la
muerte cristiana.