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Las afinidades constitucionales de Habermas

Gerardo PISAR ELLO

El "giro jurídico" adoptado en los últimos años por De esa suerte, su punto de partida se sitúa, a dife-
el filósofo alemán JOrgen Habermas, cuyo punto rencia de otras tradiciones como el marxismo o el
culminante ha sido la aparición de Facticidad y Vali- liberalismo clásicos, no ya en categorías como las
dei, constituye una prueba acabada del lugar cen- de trabajo, explotación o contrato, sino en la re-
tral que el derecho ha pasado a ocupar en los de- construcción dialógica del concepto kantiano de ra-
bates de la filosofía política contemporánea. De zón práctica y del imperativo categórico, converti-
hecho, Facticidad y Validez puede reputarse como dos ahora en razón comunicativa. Esa fuerza de
la plasmación emblemática de una evolución que ha comprensión intersubjetiva, que no viene atribuida
conducido a Habermas, desde sus intentos de re- ni a un sujeto aislado ni a un macro sujeto social o
construcción del materialismo histórico en el capita- estatal privilegiado, constituiría para Habermas la
lismo avanzado, en la década de los cincuenta, al única alternativa a la violencia, en la medida en que
esbozo de una teoría de la racionalidad comunicati- permitiría el triunfo de la "coerción sin coerciones"
va y, a partir de allí, al proyecto de una refundación que representa el mejor argumento y el entendi-
comunicacional del derecho y de la democracia. miento pacífico incluso entre extraños que tienen
Como se sabe, a pesar de su estrecha filiación necesidad de dicha comunicación para reconocerse
con la llamada Escuela de Francfort, el pensa- como tales y respetarse. Es así que, si en sus últi-
miento de Habermas se aleja del pesimismo radical mos tramos, la obra Habermas procura desentrañar
de autores como Horkheimer o Adorno para asumir los elementos de articulación y conflicto entre la di-
el desafío de realizar las metas emancipatorias de námica comunicativa generada en la sociedad civil
la modernidad ilustrada en un mundo pos metafísico y la dinámica sistémica que anida en la sociedad
caracterizado por lo que Weber denominara el "po- mercantil y en las burocracias administrativas, tam-
liteísmo de los valores" 2. Para ello, Habermas in- poco deja de atender, de forma más específica, la
siste, desde una perspectiva reformista, en la nece- función que el derecho y las instituciones democrá-
sidad de recuperar el papel de la razón frente al ticas desempeñan en dicho contexto.
diagnóstico desesperado de los filósofos de la sos-
pecha. Al no haber, en su opinión, "nada más alto ni
más profundo" a lo que apelar, la crítica de la razón 1. EL ESTADO DE DERECHO: RAZONES
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sólo puede ser obra de la razón misma • Es el con- DE UNA RECUPERACION
cepto de acción comunicativa, precisamente, el que
permitiría restablecer el sentido de una razón con Ya en su Teoría de la Acción Comunicativa, en
minúsculas, anclada en estructuras lingOísticas bá- realidad, Habermas atribuía al derecho un papel
sicas y capaz de litigar contra los propios abusos de crucial, aunque ambivalente, en las sociedades
la razón erigidos en principios de exclusión. Allí es- avanzadas. Considerado como medio de integra-
triba, en realidad, la diferencia entre los métodos de ción social, el derecho aparecía como una entidad
"deconstrucción" de una realidad patológica, como funcional que actuaba, al igual que los poderes
los que postulan Foucualt, Derrida y, en general, la económicos y estatales, de acuerdo a imperativos
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crítica posnietzscheana a la modernidad, y un mé- sistémicos • De hecho, la creciente juridificación de
todo "reconstructivo" como el de Habermas, orien- las sociedades modernas era presentada como
tado a criticar las distorsiones patológicas de la rea- parte de un peligroso proceso de "colonización" del
lidad a partir de bases no patológicas cuyas mundo de la vida que amenazaba con ahogar su
exigencias vienen inscritas en las prácticas comuni- potencial deliberativo. De allí que la necesidad de
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cativas cotidianas • Esas premisas explican que el una crítica moral externa al derecho, e incluso de
empeño teórico de Habermas se centre en la ten- una justificación moral del mismo como institución,
sión que existiría entre los supuestos comunicativos ocuparan un lugar destacado. Ese punto de vista,
generados de forma más o menos espontánea en el presente todavía en las Tanner Lectures de 1986,
denominado "mundo de la vida" (Lebenswe/Q y los planteaba, en definitiva, una relación de subordina-
imperativos funcionales y sistémicos que operarían, ción del derecho con respecto a la moral o, a lo su-
a través del dinero y del poder, tanto en los merca- mo, una relación de complementariedad en la que
dos como en los aparatos burocráticos estatales. la moral mantenía, en último término, la primacía
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normativa • Con Facticidad y Validez, en cambio, el
enfoque de Habermas se modifica, en principio,
1 Facticidad y Validez (1992), trad. de Manuel Jiménez Re-
dondo, Tratta, Madrid, 1998.
tanto por motivaciones realistas como valorativas.
2 Sobre la evolución del vínculo entre el "rasgo afirmativo" del
pensamiento de Habermas y la Escuela de Franclort, Vid. Lad-
miral, Jean-René, "Jurgen Habermas ou: le changement de sig- 5 Vid. Teoría de la Acción Comunicativa (1981), Taurus, Ma·
ne de la Théorie critique", en Actuel Marx, nº 24, Paris, 1998. drid, 1987.2 vols.
páps. 43 y ss. 'Vid. "Derecho y moral (Tanner Lectures 1986)", recogido en
Facticidad y Validez, cit., pág. 59. Facticidad y Validez, cit., págs. 535 y ss. Clr. también, Deflen,
4 Rochlitz, Rainer, "Marx, Habermas et la démocratie radica- Mathieu, "Introduction: law in Habermas' theory of communicati-
le", en Actuel Marx, nº 24, cit., págs. 35 y ss. ve action", en Habermas, Modemitiy and Law, M. Deflem (ed.),
Sage, London, 1996. pág. 12

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Por un lado, Habermas quiere evitar la objeción de viesa la obra de Habermas. El derecho sólo podría
que su teoría de la acción comunicativa es ciega operar como un elemento de integración y estabili-
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frente a la realidad de las instituciones • Ello explica, zación social en la medida en que fuera capaz de
en parte, el abandono de la idea de una fundamen- transformar el pOder comunicativo generado en la
tación moral del derecho y su reemplazo por una sociedad civil en un poder administrativo capaz de
explicación funcional del mismo. La presencia del mantener a raya la tendencia a la autonomización
derecho como medio de estabilización de expectati- del poder político y de los mercados, posibilitando
vas de comportamiento pasa a considerarse un de esa suerte que los destinatarios del derecho
elemento inevitable de las sociedades complejas, puedan concebirse, a la vez, como autores del
sin que exista, al menos en apariencia, un equiva- mismo. Frente a las consideraciones, si se quiere
lente funcional capaz de reemplazarlo. Esta cons- más "ácratas", todavía presentes en la Teoría de la
tatación, considera Habermas, restaría sentido a la Acción Comunicativa, la mediación institucional pa-
necesidad de justificar la existencia del derecho saría, en Facticidad y Validez, a convertirse en un
como tal y requeriría más bien indagar acerca de presupuesto necesario para mantener y reproducir
qué es lo que hace que un orden jurídico dado pue- los procesos comunicativos, propiciando así la po-
da ser considerado como legítimo. Pero este viraje sibilidad de obtener la legitimidad a través de la le-
"realista" descansaría, sobre todo, en una lectura galidad.
más favorable de los Estados de derecho y de las
instituciones constitucionales realmente existentes,
las cuales, al menos en parte, reflejarían para Ha- 2. LAS TAREAS DE LA SOCIOLOGIA
bermas las exigencias de una razón comunicativa y LA FILOSOFIA DEL DERECHO
libre de coerciones. En ese sentido, cabría aceptar,
con Weber, que el derecho constituye un elemento Con la intención de abordar correctamente esta
clave de integración social por medio de la domina- tensión, Habermas asigna a la filosofía y a la sociolo-
ción legal. Sin embargo, a diferencia del autor de gía del derecho dos funciones esenciales. Por un la-
Economía y Sociedad, no habría que subestimar la do, deberían mostrar cómo el derecho interfiere con
presión explosiva que la democracia introduce en criterios normativos, prescriptivos, sin por eso sub-
B
las instituciones legales modernas • En ese sentido, sumirse en la moral. Por otro, deberían dar cuenta de
el derecho sería un mecanismo de coerción, sí, la manera en que el derecho consigue la integración
aunque redimible en términos discursivos a través social sin por ello reducirlo a una estrategia de domi-
de mecanismos formales e informales de delibera- nación. Caso contrario, los planteamientos normati-
ción ciudadana. Esa función del derecho, que lo vistas correrían el riesgo de resultar vacíos y de per-
colocaría como elemento de mediación entre los or- der contacto con la realidad social, a la vez que una
denamientos fácticos y sus pretensiones de validez, mirada empecinadamente objetivante podría acabar
rechazaría la subordinación del principio democráti- por resultar ciega, al tornarse insensible al valor de la
co al principio moral. En la teoría discursiva, el de- dimensión simbólica presente en los ordenamientos
recho, contrariamente a lo que sucede en Kant, no jurídicos contemporáneos. Precisamente, en su in-
se derivaría de la moral, sino que adquiere un fun- tento de mediar entre filosofía y sociología del dere-
damento independiente: sólo serían válidas, de cho, Habermas escoge a Luhmann y a Rawls como
acuerdo al principio del discurso, aquellas normas a ejemplos paradigmáticos de estos tipos de unilatera-
las que todos los que puedan verse afectados por Iidad11• Desde su punto de vista, Luhmann postula
ellas pudiesen prestar su asentimiento como parti- que la evolución social ha alcanzado tal nivel de dife-
cipantes en discursos racionales9• Por eso, la moral renciación en las sociedades modernas que el dere-
racional moderna, concebida en términos intersub- cho constituiría un sistema autónomo, autopoiético,
jetivos, y el derecho democráticamente producido, sin necesidad de justificación desde un punto de vista
no se confunden ni se encuentran totalmente sepa- normativo. Otros sistemas sociales, incluida la mora-
rados. Más bien se solapan y, aunque no sería po- lidad, serían igualmente cerrados, y aunque el inter-
sible, ciertamente, liberar al derecho de sus presu- cambio de información entre sistemas resultaría con-
puestos morales, tampoco cabría subordinarlo ya a cebible, la imposibilidad de traspasos entre unos y
una moral que no aceptase la comparación con las otros impediría la interferencia de un sistema en el
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razones de los demás • funcionamiento autónomo de otro. Al caracterizar al
Esta comprensión del derecho moderno como derecho de esta manera, Luhmann concluiría, inco-
norma al mismo tiempo de coerción y libertad, re- rrectamente, en que su validez sólo puede deducirse,
presentaría así una de las manifestaciones centra- de manera positivista, a partir del derecho vigente.
les de la tensión entre facticidad y validez que atra- De esa suerte, aunque la teoría de sistemas resulta-
ría útil para describir, desde el punto de vista funcio-
nal, el papel del derecho como mecanismo de estabi-
7 Facticidad y Validez, cit., pág. 58.
8 Rasmussen, David, "How is law valid? A review of Between lización de expectativas de comportamiento, sería
Facts and Norms by JOrgen Habermas", en Habermas, Moder- incapaz de dar sentido a los elementos normativos
nitr and Law, cit., pág. 21. presentes en los Estados constitucionales realmente
Facticídad y Validez, cit., pág. 172
'o Petrucciani, Stefano, "Moral, droit et démocratie dans le existentes 12.
théorie politique de JOrgen Habermas", en Actuel Marx, nQ 25,
Paris, 1999. págs. 119-120; vid., igualmente, Ceppa, Leonardo,
"Appunti su 'Faktizitat und Geltung' di Habermas", en Teoría Po- 11 Vid. Facticídad y Validez, cit., págs. 105 y ss.; Rasmussen,
litica, n 2, 1994, Milano. págs. 173 y ss.
Q D., "How is valid law posible?", cit., págs. 26 y ss.
12 Para una respuesta de Luhmann a las objeciones de Ha-

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Ahora bien, si Luhmann es rechazado porque eli- tada de la intención política y, ahora, del punto de
mina la cuestión de la normatividad, el problema de vista del derecho: la relación entre autonomía priva-
Rawls residiría en su intento de legitimar su con- da y autonomía pública, entre libertad de los "mo-
cepto de justicia a través de instituciones justas. dernos" y de los "antiguos", entre derechos y sobe-
Este tipo de argumentación, de clara evocación ranía popular o, si se prefiere, entre Estado de
platónica, presentaría el problema de que sólo es derecho y democracia. Para exponer su posición,
válida en la medida en que dichas instituciones Habermas polemiza antes con la respuesta que dan
existan en la realidad. Por eso, aunque con Rawls al tema las tradiciones liberal y republicana. La tra-
la filosofía del derecho habría experimentado un gi- dición liberal, tributaria del pensamiento de Locke,
ro que devuelve a la tradición del derecho natural se centraría en la necesidad de conjurar el peligro
racional un renovado prestigio, fallaría al intentar de las mayorías tiránicas y postularía, por consi-
derivar la fuerza estabilizadora de las instituciones guiente, la prioridad de los derechos individuales.
sociales de instituciones justas no siempre existen- La tradición republicana, que hunde sus raíces en
tes antes que de la fuerza coercitiva del derecho. Aristóteles y el humanismo renacentista, concedería
Dicho extravío afectaría principalmente en la Teoría en cambio la primacía a la autonomía pública de los
de la Justicia (1971), aunque impregnaría todavía, ciudadanos sobre las libertades privadas pre-
al menos en parte, el intento de reconstrucción políticas. Frente a estos enfoques, Habermas de-
contextualista que Rawls procura llevar adelante en fiende la co-originalidad o mutua implicación entre
trabajos posteriores como Liberalismo Político autonomía privada y autonomía pública, único punto
(1993).13 de vista adecuado desde lo que él entiende como
Para evitar estas visiones parciales, la teoría so- un paradigma procedimental del derech015• Un pa-
cial debería, en opinión de Habermas, proceder en radigma que para Habermas representa una reac-
términos reconstructivos, es decir, identificar los ción contra los fracasos e insuficiencias de los pa-
elementos ideales y normativos encarnados en los radigmas del Estado liberal burgués y del Estado
ordenamientos reales como fragmentos de una ra- social, causantes, a su juicio, del desconocimiento
zón ya existente para luego remitirse a ellos como de la conexión interna existente entre Estado dere-
un "aguijón" que actúa sobre esa misma realidad, cho y democracia'6. Los tres describirían instancias
trascendiéndola. El riesgo, también en este caso, históricas y sistemáticas en el desarrollo del pro-
sería el de sustituir la realidad por esa idealidad, yecto del Estado constitucional democrático, cuyo
esto es, presentar como real la idealización de la principal objetivo sería, supuestamente, la realiza-
realidad construida a partir de los Estados de dere- ción de la autonomía. Así, el principio básico del pa-
cho existentes 14. A lo largo de Facticidad y Validez radigma liberal sería el de la libertad legal negativa.
abundan las cautelas en este sentido. Sin embargo, Es decir, la necesidad de asegurar la competencia
no siempre bastan para disipar la impresión de que entre personas privadas a través de libertades
se asiste, al menos por momentos, a una lectura subjetivas de no interferencia. Su punto débil, so-
demasiado benigna de una realidad desgarrada por bradamente citado, es que esa libertad formal con-
un sinfín de patologías y antagonismos, no siempre duce a la desigualdad fáctica y, por consiguiente,
explicables mediante el arsenal analítico del que se incumple, o al menos sólo cumple de forma restrin-
vale la teoría del discurso habermasiana. gida, la promesa de autonomía que el Estado cons-
titucional democrático realiza a todos. El Estado so-
cial, por su parte, surgiría con el objeto de corregir
3. RECONSTRUIR EL ESTADO este déficit. Su principio central sería el de la justicia
CONSTITUCIONAL: LA RELACION ENTRE distributiva. Conforme al mismo, la igualdad de he-
DEMOCRACIA Y DERECHOS cho sólo podría conseguirse mediante una igual
distribución de la libertad de hecho. Los mecanis-
Hasta aquí, un avance sucinto de las tesis que mos principales para alcanzar ese objetivo serían
abren Facticidad y Validez: en las sociedades los derechos sociales y las intervenciones legales
avanzadas, el derecho mantiene unida a la socie- selectivas dirigidas a remover ciertas desigualdades
dad a través de la coerción, pero la condición que fácticas. Sin embargo, tampoco estas intervencio-
hace posible su eficacia coercitiva es que sea váli- nes asegurarían sin más la realización de la auto-
do, es decir, que sea capaz de obtener legitimación nomía. Por el contrario, a menudo entrañan intromi-
de aquellos a quienes se aplica. Aceptado esto, el siones paternalistas que desplazan a los
paso siguiente consistiría en determinar cuáles son ciudadanos a la posición marginal de "clientes" de
los derechos que los ciudadanos deben acordarse las administraciones públicas, sin que puedan parti-
mutuamente si quieren regular legítimamente su cipar por sí mismos de la configuración de sus de-
convivencia a través del derecho. Una cuestión que rechos. El problema de ambos paradigmas, resume
obliga a afrontar una de las cuestiones más dispu- Habermas, consiste, en suma, en su exagerada

bermas, vid. Luhmann, Niklas, "Quod omnes tangit. Remarques


sur la théorie du droit de Jurgen Habermas" trad. de Mira Kóller 15 Por paradigmas, Habermas entiende una serie de "ideales
y Dominique Séglard, en Le droit contre le droit, Actuel Marx, nº sociales" de "imágenes", de "modelos" o incluso de "teorías" que
21¡ París, 1997. una sociedad tiene en relación al derecho en una época deter-
3 La polémica entre Rawls y Habermas ha sido recogida en minada. Para un desarrollo extensivo de los mismos, vid. Facti-
castellano en Debate sobre el liberalismo político, trad. de Ge- cidad y Validez, cito págs. 469 y ss.
rard Vilar Roca, Paidós, Barcelona, 1998. 15 Vid. Habermas, J., "El vínculo intemo entre Estado de derecho
" Jiménez Redondo, M., "Introducción", en Facticidad y Vali- y democracia", en La inclusión del otro, trad. de J. C. Velazco
dez, cito pág. 13. Arroyo y G. Vilar Roca, Paidós, Barcelona, 1999. págs. 247 y ss.

52 j
concentración en la autonomía privada. La autono- en la autonomía política. Así, tanto las libertades
mía privada, precisamente, sería tanto lo que el subjetivas individuales, como los derechos vincula-
Estado liberal pretende proteger mediante liberta- dos al estatuto de ciudadano y los derechos a la
des negativas como lo que el Estado social procura tutela judicial aparecen condicionados a su "configu-
hacer real mediante los derechos sociales. Una es- ración políticamente autónoma" por parte de sus
20
trategia que, en todo caso, se revela incapaz de destinatarios • La misma exigencia se aplica, de
asegurar la autoorganización democrática de una forma reflexiva, a los propios derechos políticos. Y
comunidad de asociados libres e iguales en el dere- sobre todo a los derechos sociales, que en el es-
cho y que, por consiguiente, exige, no tanto el quema habermasiano no gozan de una fundamen-
abandono de las ideas básicas que informan los pa- tación absoluta sino sólo relativa, en la medida en
radigmas del Estado liberal y, sobre todo, del Esta- que sirvan para hacer efectivos los aludidos dere-
21
do social, como su profundización democrática a la chos de libertad y de participación • Se trataría, en
luz de la teoría del discurso y de una comprensión definitiva, de una apuesta que se entiende a sí
complementaria del vínculo entre autonomía priva- misma más en términos procedimentales que sus-
17
da y autonomía pública • A pesar de la insistencia tantivos, es decir, que hace descansar la justifica-
de Habermas en este sentido, el resultado final no ción de los derechos fundamentales no en argu-
parece del todo claro. Los marcados recelos que mentos religiosos, metafísicos o tradicionales, sino
Habermas exhibe, tanto frente a la concepción pri- en su virtualidad para asegurar las precondiciones
vatista de la ciudadanía propia de la tradición liberal que hacen posible el funcionamiento del procedi-
como ante el paternalismo y el clientelismo genera- miento democrático. De ese modo, el principio dis-
dos por el Estado social tradicional, acaban por cursivo conseguiría realizarse, a través de la cons-
producir la impresión de que su "republicanismo titucionalización de los derechos fundamentales,
kantiano" se sitúa, en último término, en una línea como principio democrático, de modo tal que la ten-
de argumentación que, más cercana a Rousseau sión entre democracia y derechos acabaría por
que a Locke, termina por atribuir a la soberanía po- desvanecerse en una relación de mutuo soporte.
pular y los derechos de participación una posición A pesar de la rotundidad del planteamiento, se
de primacía 18. Esta prioridad adquiere alguna niti- trata, en última instancia, de una reconciliación pro-
dez, por ejemplo, si se observa el sistema de dere- blemática. Como apunta Alexy, la tensión entre de-
chos que, según Habermas, resulta de la inserción rechos y democracia sólo se disuelve si la autono-
del principio del discurso en el medio que, como tal, mía política es ejercida en condiciones de
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representa el Derech0 • Conforme al mismo, vienen racionalidad ideal, de manera que las mayorías no
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distinguidos cinco grupos o categorías de derechos: puedan vulnerar los derechos fundamentales • Pe-
los clásicos derechos de libertad; los derechos que ro como el propio Habermas admite, esto no siem-
protegen el estatuto de miembro de una comunidad pre ocurre en la facticidad de un mundo organizado
jurídica; los derechos fundamentales a la tutela judi- de manera diversa, en el que el idealismo del dere-
cial de los derechos; los derechos a la autonomía cho constitucional suele contrastar con el tosco
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política; y, por último, los derechos sociales funda- materialismo del orden legal • Por eso, incluso en
mentales, los derechos ecológicos básicos y aque- casos de colisión, la prioridad de los derechos que
llos dirigidos a compensar los riesgos derivados de posibilitan el funcionamiento democrático sólo po-
la tecnología. Como puede verse, se trata, con in- dría admitirse prima facie, y no de una manera tal
dependencia quizás del último grupo, de una enu- que conduzca a un estricto orden transitivo, como
meración que no dista demasiado de los derechos en parte sugiere Habermas. Dicho en otras pala-
positivizados en la mayoría de las Constituciones bras, se trataría de una primacía que podría aban-
modernas. Sin embargo, contemplada con más de- donarse en un caso concreto si, dentro del propio
tenimiento, la propuesta de Habermas ofrece algu- discurso de adjudicación, surgen contra-
nas peculiaridades que permiten identificar cierta argumentos más fuertes que justifiquen, frente a la
preferencia, o cuanto menos un énfasis mayor, en democracia política, la protección de derechos, libe-
los derechos de participación y, por consiguiente, rales o sociales, vinculados a la garantía de la auto-
24
nomía privada •
11 Tras rechazar las alternativas neoliberales que propugnan
Piénsese en el caso de los derechos sociales. Pa-
un "camino de vuelta" al Estado liberal burgués bajo la tesis de ra Habermas, como se ha señalado, éstos se justifi-
un "retorno de la sociedad civil y su derecho", Habermas defien- can sólo de manera condicional, en la medida en
de, en lo que concierne al proyecto del Estado social, que "ni
simplemente hay que ratificarse en él, ni tampoco se lo puede que constituyan un requisito para el ejercicio de la
25
interrumpir, sino que se debe proseguir en un plano superior de autonomía pública de las personas • Ahora bien,
reflexión", Facticidad y Validez. cit., pág. 492. Cfr., también, al para evitar el paternalismo estatal -una de las obje-
respecto, el análisis de Ceppa, L., "Appunti su 'Faktizitat und
Geltung·...", cit. págs. 175 y ss. ciones más relevantes que Habermas dirige al Es-
" Vid., al respecto, Alexy, Robert, "Basic Rights and Demo-
cracy in Ji.irgen Habermas's Procedural Paradigm of the Law",
en Ratio Juris. vol. 7, nº2, Oxford, 1994; Maus, Ingeborg, "Diritti 20 Facticidad y Validez, cit.. pág. 188
di liberta e sovranita popolare. La ricostruzione habermasiana 21 Cfr. Alexy, cit., págs. 230 y ss.
del sistema dei diritti". en Teoria Politica. XII, n 1, Milano, 1996.
Q
22 Ibidem., pág. 232

páQ.69. 23 Facticidad y Validez. cit. pág. 103.


Lo que Habermas propone, una vez más, no es una génesis 24 Alexy, cit. pág. 237 Y 238.

histórica de los derechos, sino una génesis lógica, es decir, una 25 Sobre la relación entre derechos sociales y procedimiento

reconstrucción teórica de los elementos ideales que articulan la democrático en Habermas, vid. el interesante artículo de Kevin
realidad de los Estados constitucionales democráticos en las Olson, "Democratic Inequalities: The Problem of Equal Citi-
sociedades avanzadas. Sobre estas aclaraciones, Vid. Jiménez zenship in Habermas's Democratic Theory", en ConsteJ/ations,
Redondo, M., "Introducción", cit., págs. 11 y 12. vol. 5, nº 2, Blackwell Publishers, 1998. págs. 215 y ss.
53
tado social tradicional- es menester que los pro- situar críticamente la posición que sobre la cuestión
pios concernidos por los derechos sociales partici- se deriva de algunas de las más relevantes co-
29
pen de forma autónoma en su formulación. Se pro- rrientes de la idea del derecho contemporánea .
duce así una relación circular, ya que esa tarea de A la hermenéutica jurídica, por ejemplo, Haber-
participación se encuentra a su vez dificultada o im- mas le reconoce el mérito de haber hecho valer de
pedida precisamente por la persistencia de ciertas nuevo, contra el modelo convencional de la decisión
desigualdades materiales que los derechos sociales jurídica como una subsunción del caso bajo la co-
pretenden remover o compensar, lo cual podría rrespondiente regla, la idea artistotélica de que nin-
postergar indefinidamente su prestación efectiva. guna regla puede regular su propia aplicación. Se-
Ciertamente, no parece claro cuán cercanos a la gún esto, la interpretación comenzaría con una
autonomía plena deberían estar las personas más precomprensión del juez que ya viene determinada
desaventajadas para poder desarrollar sus propias por los topoi de un contexto de tradición, es decir,
políticas de promoción de la autonomía, en un con- de una ética determinada. El problema, sin embar-
texto desigual y competitivo. Sí parece, en cambio, go, sería que, contra lo que sostienen algunos de
evidente, que existe un punto en el que los déficit sus exponentes, ese contexto ético no puede con-
en la autonomía de algunas personas sólo podrían siderarse como históricamente cerrado o valioso en
ser identificados por un observador externo, autó- sí mismo, lo cual abre la posibilidad a su revisión en
nomo, que debería decidir, prescindiendo incluso de los términos de una moral crítica y discursiva. El jui-
la autonomía pública de los involucrados, acerca las cio acerca del realismo y del positivismo jurídicos es
26
necesidades de quienes no lo son . Como puede definitivamente menos condescendiente. El realis-
verse, se trata de una relación bastante más com- mo y, junto a él, algunos movimientos cercanos a
pleja de lo que sugiere la lectura de la complemen- sus premisas, como el de los Critical Legal Studies,
tariedad. En cualquier caso, tomando como refe- son desacreditados como una forma de escepticis-
rencia las propias tesis de Habermas, bien podrían mo radical que pretende sostener que esencial-
reputarse como legítimas sólo aquellas intervencio- mente no existen diferencias entre las decisiones
nes sociales paternalistas que habilitaran a las per- judiciales y las políticas y que, sin embargo, no
sonas para usar sus nuevas capacidades en el di- consigue explicar la capacidad funcional del sistema
27
seño de políticas sociales no paternalistas . Y es legal y la estabilidad de sus estándares interpretati-
30
que, como el propio Habermas sostiene, en una cla- vos • El positivismo jurídico, en cambio, trataría de
ra prueba de sus preferencias, será "asunto del dar cuenta de esa función de estabilización de ex-
proceso democrático definir siempre de nuevo las pectativas pero eludiría la justificación de sus pro-
precarias fronteras entre lo privado y lo público a fin pios principios. En contraposición con los herme-
de garantizar a todos los ciudadanos iguales liber- néuticos, los positivistas como Hart o Kelsen
tades tanto en las formas de la autonomía privada acentuarían, según Habermas, la completud y el
como de la autonomía pÚblica"26. cierre de un sistema jurídico que sería impermeable
a principios extrajurídicos. Esa posición, a su vez,
explicaría que, frente a casos difíciles en los que las
4. DERECHO, TRIBUNALES, LEGISLADOR soluciones no vienen claramente determinadas por
el derecho vigente, la respuesta positivista ceda al
Si el enfoque de Habermas resulta controvertido y decisionismo y sostenga que al juez no le cabe sino
sugerente a la hora de abordar los vínculos exter- llenar los espacios de discrecionalidad con criterios
nos entre legalidad y legitimidad, entre vigencia so- morales propios que no vienen cubiertos por la au-
cial y validez jurídica y moral, su carga polémica no toridad del derecho. No es éste el lugar para eva-
disminuye cuando acomete algunos de los temas luar la pertinencia de las objeciones de Habermas ni
centrales de la teoría del derecho contemporánea, de su interpretación de las referidas tradiciones ju-
como son la "racionalidad" de la interpretación jurí- rídicas. Sin embargo, no es casual, por ejemplo,
dica o el papel de la justicia constitucional en el que al plantearlas se valga de quien puede conside-
Estado democrático de derecho. Precisamente, tras rarse como uno de los más reputados contradicto-
desarrollar su teoría de la racionalidad comunicativa res del positivismo en la teoría jurídica contemporá-
31
en relación con la validez general del derecho, Ha- nea: Ronald Dworkin • En efecto, sería Dworkin
bermas se propone trasladarla al ámbito de la inter- quien, en opinión de Habermas, llevaría adelante
pretación. En su opinión, el problema de la raciona- una "hermenéutica crítica" que, a diferencia de la
lidad de la interpretación puede plantearse bajo la
forma de un interrogante: cómo es posible que la
29 Vid. Ramussen, D., "How is valid law posible?", cit. págs. 32
aplicación de un derecho contingente se realice, a y ss.
la vez, con consistencia interna y apoyada en una 30 En realidad, los análisis del Critical Legal Studies comparten

fuente racional externa, de modo que queden ga- con Habermas la visión de que derecho y moral están fuerte-
mente vinculados. Sin embargo, sus representantes han recha-
rantizadas, al mismo tiempo, su certeza y su co- zado por lo general la posibilidad de reconstuir racionalmente
rrección o rectitud normativa. Para responder a esta los fundamentos morales del derecho en términos de un proce-
pregunta, una vez más, Habermas comienza por dimiento discursivo universal. Vid. Deflem, M., "Introduction: law
in Habermas's theory ...", cit. pág. 10
31 Es esclarecedor, por ejemplo, el debate entre Dworkin y
Hart en el que este último, precisamente, intenta rebatir algunos
26 Ibidem., pág. 225. de los reproches a la teoría positivista de la interpretación que
Z1lbidem., pág. 227. Habermas hace suyos en Facticidad y Validez. Vid. La decisión
2B Habermas, J., " 'Razonable' versus 'verdadero"', en Debate judicial. El debate Hart-Dworkin, Siglo del Hombre Editores, Bo-
sobre el liberalismo político, cit., pág. 181 gotá, Colombia, 1997.

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tradicional, no operaría sobre la base de una pre- crecimiento de la indeterminación del derecho en
comprensión acabada del contexto normativo sino general y de la Constitución en particular como pro-
que admitiría su cuestionamiento moral y, por tanto, ducto de la "rematerialización" o "sustancialización"
el de la propia historia institucional del derecho. Al de los documentos constitucionales producida con
distinguir, en los ordenamientos modernos, entre el paso del Estado liberal al Estado social, abriría
"reglas" y "principios", y al señalar cómo estos últi- una peligrosa puerta a la utilización, por parte de los
mos "integran" el ordenamiento jurídico cuando figu- jueces constitucionales, de "criterios de fondo" y,
ran "en la teoría jurídica más lógica y mejor funda- por consiguiente, de una vía de "creación de dere-
da" que se puede presentar como justificación de cho" de inspiración política que, conforme a una
las normas en cuestión, Dworkin admitiría dos comprensión democrática de la división de poderes,
36
puntos fundamentales, ausentes a juicio de Haber- habría de quedar reservada al legislador . En ese
32
mas del resto de las posiciones analizadas . Por un punto, Habermas debe asumir un complicado dile-
lado, que las decisiones legales pueden tener refe- ma. O bien acusa las agudas críticas a la constitu-
rencia a un cierto contenido moral y, segundo, que cionalización del Estado social lanzadas temprana-
ese contenido moral tiene como trasfondo un con- mente por Forsthoff y continuadas por juristas como
texto particular, pero va más allá él. En virtud de Bockenforde, y acepta la restauración del constitu-
ello, la relación entre certeza y corrección normativa cionalismo liberal clásico, o bien mantiene la defen-
del derecho se plantearía en unos términos que sa de la constitucionalización del Estado social, que
obligan a problematizar el concepto de seguridad amenazaría con convertir a la justicia constitucional
jurídica, el cual, en el marco de la tensión entre fac- en "una institución autoritaria, al haber de dejarse
ticidad y validez inherente también a la tarea de in- guiar por la idea de realización de unos valores
terpretación, no podría tomarse ya como un punto materiales que vendrían previamente dados en tér-
de partida dado de antemano y para siempre. 33 minos de derecho constitucional"37. La primera
Así las cosas, sin embargo, la verdadera debilidad reacción de Habermas, en la línea de un jacobinis-
de la teoría de Dworkin residiría en que esa tarea mo radical, apunta a sacrificar al Tribunal Constitu-
de reconstrucción de la "integridad" del derecho y cional, sobre todo porque "lo que se llama control
de hallazgo de la única solución "correcta" en casos abstracto de las normas (sin referencia a un caso
difíciles de colisión de principios, vendría supedita- concreto) pertenece incuestionablemente a las fun-
da a los conocimientos y habilidades profesionales ciones dellegislador". Incluso llega a sugerir el es-
de un juez como Hércules que, como se ha soste- tablecimiento de un sistema de autocontrol parla-
nido a menudo, no deja de actuar solitariamente, mentario, organizado a modo de tribunal e
echando mano a las destrezas de un experto. Por el institucionalizado, por ejemplo, en una comisión
contrario, lo que la teoría discursiva demandaría -y parlamentaria compuesta también por profesionales
en esto Habermas se suma a las críticas a Dworkin del derech036. En un segundo momento, sin embar-
dirigidas por renombrados miembros del republica- go, el inicial escepticismo frente a la justicia consti-
nismo constitucional norteamericano, como Frank tucional cede a una posición más matizada. Y para
Michelman- es precisamente liberar a Hércules de ello, Habermas recurre a la conocida teoría del
la soledad de una construcción monológica para control constitucional de John H. Ely, que permitiría
anclar su actuación en el contexto dialógico de una dar "a la desconfianza liberal contra las mayorías un
"sociedad abierta de intérpretes de la Constitu- sorprendente giro procedimental".39 Desde esta
ción"34. Dicha exigencia obligaría al juez a entender perspectiva, la comprensión paternalista del Tribu-
su interpretación constructiva como parte de una nal Constitucional, que le atribuye la tarea de custo-
empresa común que, sin abandonar los requisitos diar un "orden material de valores", se trastocaría
técnicos de la argumentación jurisdiccional, venga en una concepción procedimental, que lo converti-
sostenida por las señales provenientes de los espa- ría, precisamente, en el protector e impulsor del
35
cios ciudadanos de comunicación pública.
También siguiendo el hilo de la teoría del derecho •• Ibidem., pág. 326.
de Dworkin, y en el marco de su propio proyecto de 37 Ibidem., pág. 332. Ciertamente, en el centro de estas críti-

una refundación democrática radical de las institu- cas de Habermas se encuentra el Tribunal Constitucional Ale-
mán y su invocación de la Grundgesetz como un "orden con-
ciones del Estado de derecho, afronta Habermas la creto de valores" en casos polémicos como el declaración de
espinosa cuestión de las relaciones entre el legisla- inconstitucionalidad de una ley de despenalización del aborto
ampliamente discutida en sede parlamentaria. Vid., por ejemplo,
dor y la justicia constitucional. Desde esa premisa, las quejas de Habermas a este respecto en "Incertidumbres
justamente, Habermas comienza por recordar que Alemanas" y "Una conversación sobre cuestiones de teoría polí-
la idea de Estado de derecho no comporta necesa- tica", en Más allá del Estado nacional, trad. de M. Jiménez Re-
dondo, Trotta, Madrid, 1997. págs. 85 y ss. y 143 Y ss.
riamente la de justicia constitucional. Más aún, el •• Ibidem., págs. 314-315. Una opinión que, dicho de paso,
contradiría posiciones como la de Kelsen, quien sostiene que "si
algo es indudable, es que ninguna otra instancia es menos idó-
32 Para un análisis más detallado, vid. Dworkin, R., Los dere- nea para la función que aquella, precisamente, a la que la
chos en serio, trad. de M. Guastavino, Barcelona, 1988. págs. Constitución confiere el ejercicio total o parcial del poder y que,
74-78 y 128-129. por ello, tiene en primer lugar la ocasión jurídica y el impulso
33 Vid. Facticidad y Validez, cit. pág. 291. político para violarla. Pues sobre ningún otro principio jurídico se
•• La noción de sociedad abierta de intérpretes de la Constitu- puede estar tan de acuerdo como en el de que nadie puede ser
ción remite al conocido artículo de Peter Hiiberle, del mismo juez en su propia causa". Vid. ¿Quién debe ser el defensor de la
nombre. Vid. "La sociedad abierta de los intérpretes constitucio- Constitución?, trad. de Roberto J. Brie, Tecnos, Madrid, 1995.
nales. Una contribución para la interpretación pluralísta y "pro- pá~.5.
cesal" de la Constitución", en Retos actuales del Estado consti- Facticidad y Validez, cit. pág. 338. El punto de referencia es
tucional, trad. de X. Arboz, IVAP, Oñati, 1996. págs. 15 y ss. la ya clásica obra de Ely, Democracy and Distrust, Harvard Uni-
•• Vid. Facticidad y Validez, cit., págs. 295 y ss. versity Press, Cambridge, 1980.
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sistema de derechos que posibilita la realización del punto de partida para la realización de las libertades
principio democrático y del Estado de derecho a públicas y privadas capaces de obligar al poder
través de la promoción de la autonomía privada y administrativo a recoger las demandas que el poder
pública de los ciudadanos. En otros términos, la comunicacional de los ciudadanos hace sentir en
justicia constitucional, incluso en aquellas Constitu- los órganos representativos y más allá de ellos,
ciones que recogen los principios del Estado social, Más aún, en su opinión, la potenciación democráti-
podría salvar su déficit de legitimidad en la medida ca de las instituciones representativas y de los es-
en que asumiera su tarea con una vocación más pacios extraciudadanos de deliberación ocupa,
adjetiva que sustantiva, dirigida a activar y a des- desde su punto de vista, un papel fundamental en
bloquear, pero no a suplantar, el funcionamiento de toda estrategia socialista dirigida a domesticar, si
instituciones representativas a menudo esclerotiza- bien no a suprimir, al capitalismo, y a resistir, por
das e insensibles a las demandas ciudadanas ge- consiguiente, las amenazas de retroceso decisio-
40
neradas en el espacio público informal , Al igual nista, corporativsta y elitista que se cierne sobre las
que lo que sucede con su tesis sobre la coimplica- democracias actuales.
ción entre autonomía pública y privada, la propuesta Es verdad, tal vez, que el precio del rescate de los
de Habermas contribuye a racionalizar el problema Estados democráticos reales sea la concesión de
pero evidentemente no a solucionarlo. Las distin- una presunción excesiva de legitimidad al derecho
ciones entre "discursos de justificación" y "discursos vigente en relación con los criterios ideales de vali-
de aplicación", o entre "valores" y "principios", con dez exigidos por el paradigma constitucional del
las que Habermas pretende delimitar algunas de las Estado social y democrático de derecho. Dicha pre-
restricciones normativas a las que estaría constre- sunción, se ha dicho, restaría espacio a la crítica
ñida la justicia constitucional no resultan del todo político-moral externa del derecho y del Estado co-
41
claras . Por otra parte, como el mismo Habermas mo instrumentos represivos y burocratizantes, e in-
reconoce, una comprensión procedimental del tri- cluso a mecanismos de actualización de la Consti-
bunal constitucional como impulsor de un modelo tución, como la desobediencia civil, que parecían
deliberativo de democracia no necesariamente de- ocupar un papel más relevante en escritos anterio-
salentaría, sino que incluso exigiría, una jurispru- 42
res de Habermas , También es probable que los
dencia ofensiva en aquellos casos en que se trate presupuestos consensualistas que animan la teoría
de hacer valer el procedimiento democrático y los de la acción comunicativa tiendan en cierto modo a
espacios deliberativos de formación de la opinión y diluir las dimensiones conflictivas de la política y del
de la voluntad política. derecho. sobrestimando la capacidad de influencia
real que el poder comunicativo de los ciudadanos
puede tener en espacios de la sociedad en los que
5. LAS EXIGENCIAS DEL el dominio de los poderes económicos y burocráti-
43
CONSTITUCIONALISMO EN EL MARCO cos resulta insoportable , Por eso, una vez altera-
DE UNA DEMOCRACIA DELlBERATIVA das las estructuras y las teorías de clase sobre las
que operaron los paradigmas del Estado liberal y
Ciertamente, la relevancia jurídica y política de los del Estado social tradicional, quedaría siempre en
temas analizados de manera profusa por Habermas pie la cuestión de identificar qué sujetos y qué pro-
y aquí sólo presentados de modo superficial, hacen yectos concretos serían los encargados de poten-
de Facticidad y Validez uno de los intentos más ciar e imponer ese proyecto de un derecho genui-
44
complejos y estimulantes por reconciliar a la iz- namente deliberativo. Y es que de la existencia o
quierda crítica con el constitucionalismo y el Estado de la articulación de esos actores y de esos pro-
de derecho. No se trata, ciertamente, de una recu- yectos depende, en última instancia, la suerte de un
peración ingenua o de una simple operación de Estado de derecho que, como el propio Habermas
enmascaramiento ideológico. En todo momento, afirma, no puede "tenerse ni mantenerse sin demo-
Habermas demuestra ser consciente de las presio- cracia radical"45.
nes corporativas y de clase que atraviesan a las
instituciones constitucionales en las sociedades
avanzadas. Sin embargo, aun así, piensa que, en el
contexto actual, los Estados democráticos de dere-
cho existentes pueden tomarse, bien o mal, como
42 Así, por ejemplo, en "La desobediencia civil, piedra de toque
40 Para una reflexión de este tipo referida al caso español, vid. del Estado democrático de derecho", en Ensayos Políticos, trad.
por ejemplo, Ferreres, Víctor, Justicia constitucional y democra- de R. García Cotarelo, Península, Barcelona, 1988. págs. 51 y
cia, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, ss. Para una lúcida y ponderada crítica a Habermas en este
1997. sentido, vid. Sintomer, Yves, "Aux limites du pouvoir démocrati-
41 Este es, por ejemplo, uno de los puntos de discusión entre que: désobéissance a
civile et droit la résistance", en Actuel
Habermas y Alexy. Habermas, precisamente, recoge alguna de Marx, nº 24, cit., págs. 85 y ss. Sobre la relación entre Constitu-
sus cuestiones en su réplica a las observaciones de los partici- ción y desobediencia civil, con explícitas referencias a Haber-
pantes de un interesante symposium sobre Facticidad y Validez mas, vid. asimismo Estévez Araujo, José A., La Constitución
organizado por la Cardozo Law School. Vid. "Reply to sympo- como proceso y la desobediencia civil, Trotta, Madrid, 1994.
sium participants, Benajmin N. Cardozo School 01 Law", en Car- 43 Vid. Munster, A., "Habermas et la démocratie ou: faut-i1 réi-
dozo Law Review, vol. 17, 1996. págs. 1477 y ss. En la doctrina venter la démocratie par le principe "discussion" et un politique
española, vale la pena tomar nota de las consideraciones tan- "déliberative"?", en Actuel Marx, nº 25, cit. págs. 137 y ss;
genciales al respecto de Luis Prieto en "Tribunal constitucional y 44 Cfr. Guibentief, Pierre, "Approaching the production of law
positivismo jurídico", en Teoría de la Constitución. Ensayos es- through Habermas's concept 01 communicative action", en Ha-
cogidos, M. Carbonell (comp.), Porrúa, México, 2000. págs. 307 bermas, Modernitiy and Law, cit. págs. 63 y ss.
y ss. 45 Facticidad y Validez, cit. pág. 61.

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