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FIESTA DE TODOS LOS SANTOS. Ap. 7,2-4.9-14; 1ª Jn. 3, 1-3; Mt 5, 1-12a


Siempre se dice que las bienaventuranzas es la propuesta de vida a la que Dios nos invita. ¿En qué consiste?

Miren, lo primero que hay que decir es que esto de la vida en el espíritu, de la vida de Dios, no es algo invisible , que hay que
creer sin ver, o algo reservado para la otra vida. El Reino instaurado por Dios no es un régimen invisible, sino que cobra carne en la
vida de todas las personas que a lo largo de los siglos han intentado seguir su senda … Eso es lo que hoy
celebramos, la fiesta de todos los santos, de todos aquellos que a lo largo de su vida intentaron vivir según esa propuesta.

Ahora bien, que duda cabe que la irrupción de Dios en el mundo, por encarnada que acontezca, supone siempre
una irrupción de algo extraño, la irrupción de algo nuevo que vuelve del revés y que solo se logra entender si
renunciando a todo lo que somos acometemos la aventura de dejar que Dios nos vuelva a nacer, nos convierta en
recién nacidos listos…, como decía recientemente una dramaturga en una preciosa carta que dirigía a Dios…

¿Y qué es lo novedoso o rompedor de esa vida que Dios nos ofrece? Una cosa muy simple: que la felicidad
humana no radica ya en el descanso o el bienestar, ni en la riqueza, ni en alcanzar una consideración, prestigio o
poder envidiables. Que no es necesario para ser feliz haber sido bendecido con dones o cualidades excepcionales,
elevarte por encima de los otros o tener a tu alcance todos los medios de poder o de disfrute. El mensaje de las
bienaventuranzas nos dice que, para ser feliz basta con haber recibido la visita de Dios al corazón y dejarse llevar
por esa corriente de vida de amor y de servicio que él te insufla.

¿Esta corriente de vida divina es un ideal o se ha dado en la historia? ¿Dios sigue visitando a su
pueblo? Miren, el texto de las bienaventuranzas no es más que la experiencia de vida vivida por el mismo Jesús y
por esa primera comunidad cristiana… hombres y mujeres a los que nada de lo que les sucediera les quitaba la
alegría de su cara, las ganas de vivir y de hacer el bien a los demás. El ejemplo de los santos: hombres y mujeres
que pusieron su vida en manos de Dios.

¿Este milagro de vida divina sigue aconteciendo en nuestros días? Miren, yo estoy convencido que sí, y
que esta forma divina de vivir no está reservada solo a personas de una determinada categoría <<moral>>. La
comunión de los santos, San Pablo en sus cartas nos lo deja claro, no es la vida común entre personas perfectas,
sino la vida en común que acontece entre todos los que pertenecen, sean como sean, al pueblo de Dios, a su iglesia.
No hace falta ser perfectos, sin tacha, para que acontezca en nosotros la vida de Dios, sencillamente hemos de dejar
que Dios se abra paso en nuestra vida. ¿Cómo se abre paso la vida de Dios en nuestra vida?

- El domingo en la cárcel, en el módulo de mujeres al llegar, nos encontramos una mesa de comida, con su tarta, sus
dulces… era la fiesta sorpresa que unas cuantas reclusas habían preparado a una compañera de prisión. Durante
esos tres cuartos de hora que estuvimos allí, cantando, bailando y riéndonos, no pude sino experimentar algo
extraño, pero real al mismo tiempo: la solidaridad, la fiesta y la risa en la que Dios quiere que vivamos las 24 horas
del día, estaban aconteciendo allí, en la cárcel, y las protagonistas eran esas personas que la sociedad tiene
encerradas como criminales.

- Quizás tu vida ha estado alejada de Dios durante muchos años…, y en este último tiempo has empezado a venir
a la eucaristía, algo o alguien te animan a llegarte hasta aquí frecuentemente… y notas no solo que te gusta, sino
que de alguna forma extraña el participar de ella le está haciendo bien a tu vida… Quisieras colmulgar, pero no te
atreves… porque hace mucho tiempo que no te confiesas, que no vienes a misa, que tienes muchos pecados…
MIRA, SI ESTE CURA TE INSPIRA ALGÚN TIPO DE CONFIANZA, HAZLE CASO: COLMULGA HOY, NO
LO DUDES, no le pongas freno a eso que Dios te está haciendo sentir por dentro, VEN A COLMULGAR, y siente
cuando lo hagas ese abrazo que Dios desde hace tiempo quería darte. Y cuando después te sientas con fuerzas y
confianza para irte a confesar, no le cuentes al sacerdote tus pecados pasados… DE ESOS DIOS YA SE HA
OLVIDADO. Cuéntale lo que ha ocurrido en tu vida últimamente, los cambios que el empezar a venir a la
eucaristía han producido en tu vida, y dile que es tanta la alegría que vienes sintiendo que necesitabas contárselo a
alguien. Eso es confesarse.

- Hoy con motivo de la festividad de los santos, todos nos hemos acercado de alguna forma a los cementerios,
donde yacen esos seres queridos de los que la muerte nos separó. Y quizás te haya pasado lo que a mí siempre me
ocurre: que de nadie como de esos seres queridos a los que mal llamamos muertos, nos sentimos tan cerca. ¿Por qué
nos sucede eso? Miren los cristianos hemos comprendido muy paganamente lo que es la muerte cristiana. Un
muerto, en cristiano es una persona que, por fin, se ha visto libre de todos los efectos negativos de la finitud que
rodea nuestra vida. Cuantas cosas, ocupaciones, falta de tiempo, intereses y rencillas nos
impiden a los vivos estar cerca de aquellos a los que amamos , manifestarlos nuestro amor,
manifestarnos a ellos tal y como somos. Pues bien, esa es la finitud de la que se ve libre un muerto… El ya solo
tiene ojos para aquellos que ama, rézale, háblale, no le mates otra vez con tu olvido, porque en nadie, como persona
que vive ya la vida de Dios, vas a encontrar otro intercesor mejor, otro amigo mejor que te comprenda, anime y
empuje a seguir adelante sin detenerte.

PETICIONES
1. En el mundo hay muchos cristianos que hacen realidad en su vida esta vida de Dios de las
bienaventuranzas: personas pobres, limpias de corazón, misericordiosas, perseguidas por su fe o
por su defensa de los más desfavorecidos. Pidamos a Dios por ellos. ROGUEMOS AL
SEÑOR.
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2. El gran testimonio de los primeros cristianos era la vida en común que unía a personas de
distinto rango, país, raza, edad. Vamos a pedir que no falten en nuestra iglesia testimonios de
este tipo. ROGUEMOS AL SEÑOR.

3. En este día, en el que tantas y tantas personas recuerdan a sus seres queridos, vamos a pedir por
todos ellos. Que Dios los tenga en su seno y que sintamos su empuje y su ánimo para seguir
viviendo la vida que Dios nos regala. ROGUEMOS AL SEÑOR.

4. Por todos las personas que sufren en su vida los efectos de la enfermedad, del abandono, de la
falta de libertad, del hambre, de la guerra, que Dios les dé la fuerza de la fe y de nuestra parte no
falte la ayuda necesaria. ROGUEMOS AL SEÑOR.

SACERDOTE: Escucha Padre de bondad, estas peticiones que te hacemos y ésas que te
gritamos desde lo profundo de nuestro corazón. Pon sobre ellas tu mano y danos la fe y la
confianza de los santos, para saber que todas ellas encontrarán de tu parte su respuesta. Te lo
pedimos por su intercesión y por la de tu Hijo Jesús. Por Jesucristo Nuestro Señor.

ORACIÓN
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Toda la vida de María consiste en aquellas palabras: «Hágase lo que has dicho o según tu palabra».

no es hablar de una perfección humana que se pueda lograr a base de esfuerzo o sacrificio, a base de penitencias o
cilicios, no es querer aparecer ante los demás como alguien sin mancha, impecable, siempre coherente. Mentira,
cuanto más lo intentes más te engañas. Hablar de un corazón así es hablar de algo que sólo dejando que Dios entre
hasta tus entrañas, hasta tu ADN, como el de María, se puede lograr. Es un don de Dios.

Hablar de la bondad de las gentes y de su empeño por hacer de la convivencia de cada día una fiesta permanente de
la paz suena a ingenuidad cuando no a incompetencia. Suponen, los listos, que el prestigio es premio que se
concede a quien sabe destapar alcantarillas y hace que salgan a relucir los hondones de la miseria humana. El mal
es noticia. Aunque nos agradaría que no lo fuera.

La bondad se ha empeñado en ir por otros caminos: los de la sencillez y de la humildad. La fiesta de la


Inmaculada, y toda la riqueza de la fe profunda que en la historia de María se desvela, es como un callado e
incontrovertible alegato en favor de la justicia y del bien. Porque justicia hay que hacer a los que trabajan por la
paz, a los que saben perdonar, a los que dan sin que la otra mano se entere, a los que ayudan a construir esa
ciudad siempre inacabada de un mundo mejor.

nos sentimos atraídos por la limpieza, la frescura, la inocencia y la verdad de aquella mujer en que se hizo realidad
plena esa santidad a la que lo mejor del corazón humano se siente elegido y destinado. Cuando hay en nosotros tanta
ambigüedad, tanto deseo inconfesado, tanta hipocresía y falsedad, tanto barro y miseria..., sentimos la atracción por la
verdad pura de la que fue Inmaculada, Purísima.
Pero María no sólo fue negativamente inmaculada, la sin-mancha, la sin-pecado. María, como dice la Carta a los
efesios, fue santa e irreprochable en el amor. María fue mucho más que incontaminación, pureza o inocencia. María
fue sobre todo «irreprochable en el amor», y el amor es mucho más que la incontaminación, que la falta de pecado.
Amor es entregarse a uno mismo, es volcar la propia vida en los otros. Si Jesús llega a afirmar que a María no le
habría valido para nada haberle llevado en su vientre, si no hubiese cumplido la voluntad de Dios, creo que también
podemos decir que de nada le hubiese valido haber sido la «sin-mancha», si no hubiese sido irreprochable en el amor,
si no hubiese vivido positivamente todo lo que el amor significa. Por eso el mismo evangelio de la anunciación, que
la llama «llena de gracia», continúa con el relato del viaje apresurado de María a servir y a dar alegría a su prima
Isabel en la montaña de Judea. Eso es ser "irreprochable en el amor".
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Podríamos hoy decir que, ya que estamos lejos de la inocencia, de la verdad, de la limpieza de María Inmaculada,
intentemos luchar para imitarla en el amor; un amor que tendrá ciertamente ambigüedades, incoherencias, miserias.
Porque no podemos imitar a las manos inmaculadas y sin mancha que pintaban Murillo o Fra Angelico, pero sí
podemos luchar por vivir en el amor con las manos manchadas de grasa y hollín, de ambigüedad e intereses propios,
abiertas por nuestras resistencias y luchas interiores ante las exigencias del amor. Esa mano puede ser hoy también
nuestra propia mano; una mano no de plata sino manchada de hollín y grasa, que no es santa e irreprochable en el
amor, pero que intenta ser una mano fuerte, una mano amiga, una mano que sirve, una mano que ama.
A este primer evangelio pertenece la mujer, pertenece María: ella es efectivamente la «madre de los vivientes». En
ella la serpiente no tiene parte. A partir de María quedó bien establecido que el ser humano no es sólo un egoísta, él
es y continúa siendo siempre, de una manera traslúcida y transparente, para Dios. Toda la vida de María consiste en
aquellas palabras: «Hágase lo que has dicho o según tu palabra». En esta entrega a la voluntad de Dios, logra el fruto
del árbol de la vida y así supera el gesto de Eva, que se dedicó a aquello que era un placer para la vista (o «hermoso a
la vista») (versículo 6) y que luego se convirtió en el fruto de la muerte. Entre ambos árboles, entre ambos frutos,
entre el ser dominados por el «placer de la vista» y la apertura de la voluntad a la palabra de Dios, nos hallamos
nosotros. La fe significa el ponerse en camino en la dirección de adviento del acechar y del aplastar y hacia el «sí» de
María, y así hacia aquello donde se da el juicio para la salvación y para la vida eterna.

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