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CARLO ACUTIS, PATRONO DE INTERNET

Carlo Acutis nació el 3 de mayo de 1991 en Londres (Inglaterra) y falleció con tan sólo 15
años de edad a causa de una leucemia fulminante, dejando en la memoria de todos los que le
han conocido un gran vacío y una profunda admiración por el que ha sido su breve y a la vez
intenso testimonio de vida auténticamente cristiana. Es conocido como el ciber apóstol de la
Eucaristía.

Fue criado en una familia italiana, económicamente de nivel superior. Sus padres Andrea
Acutis y Antonia Salzano, no eran muy devotos, eran un poco pobres espiritualmente. A los
4 años Carlo empezó a tener un interés enorme por las cosas de Dios. Desde muy pequeño
manifestó su deseo de recibir la comunión y el 16 de junio de 1998, cuando tenía 7 años de
edad recibió la Primera Comunión, desde allí empezó a vivir su fé, desarrolló un inmenso
amor por Jesús vivo y presente en la Eucaristía y nunca ha faltado a la cita cotidiana con la
Santa Misa. Antes o después de cada celebración eucarística, se quedaba delante del
tabernáculo para adorar a Jesús. Definió la eucaristía como la autopista para ir al cielo. La
Virgen era su gran confidente y nunca dejaba de honrarla rezando cada día el Santo Rosario.
El 24 de mayo de 2003 recibió el sacramento de la confirmación. Le encantaba pasar tiempo
con su familia y amigos, jugar Playstation, fútbol y amaba a los animales. Deseaba que sus
compañeros conocieran a Jesús y dedicaba su vida a ayudar a los más necesitados. Recorrió
varios lugares con ayuda de sus padres y realizó una exposición de los 136 milagros
eucarísticos gracias a sus conocimientos en Informática. Usó la tecnología de las
comunicaciones y de los medios de comunicación para la evangelización. En Octubre de
2006 enfermó gravemente de Leucemia y a los pocos días fallece. Les había dicho a sus
padres que ofrecía sus sufrimientos por el Papa y por la iglesia. Antes de conocer su
enfermedad dijo que si moriría le gustaría que lo enterraran en Asís, por tal motivo fue
enterrado allí. Fue beatificado el pasado 10 de octubre en Asís abriendo la posibilidad de
convertirse en el primer santo millennial.

Carlo Acutis es un ejemplo de la gracia divina a través de la eucaristía, el crecimiento de una


vida en oración, de fé de la iglesia, que fue creciendo cada vez más manifestado en actos de
amor hacia los demás. La fe la vivió en la vida cotidiana a través del cumplimiento de sus
deberes en el estudio y en la vida de oración. Es un verdadero ángel de Dios que dejó no solo
una amistad eterna sino un mensaje de conversión a las verdades divinas que tenemos y que
debemos encontrar. Nos enseña que todos podemos y estamos invitados a ser santos, parece
imposible pero Carlo nos demuestra que es posible, él nos deja un gran legado para vivir de
cerca el amor de Dios como leer diariamente la Biblia, recibir el sacramento de la confesión
frecuentemente, rezar el rosario todos los días, participar de la celebración de la Eucaristía
todos los días, realizar algunos momentos de adoración eucarística y servir a los demás en
obras de caridad. También es un ejemplo para que todos los jóvenes usemos debidamente los
medios de comunicación.

Una de las frases de Carlo es: “Todos nacen como originales pero muchos mueren como
fotocopias”, nos dice que algunos de tanto imitar a determinadas modas y a los demás,
terminan perdiendo la vocación que Dios les dio. En vez de fructificar sus propios dones
poniéndolos al servicio de otros terminan perdiendo su autenticidad y dejando a un lado la
verdadera felicidad y el objetivo que Dios tiene para nosotros. Es una invitación a encontrar
cuál es nuestro “superpoder” o habilidad especial para servir a los demás. No tratar de imitar
a otras personas, sino tratar de hacer y ser aquello que Dios quiere de ti. La importancia de
ser auténticos, en un mundo donde nos dejamos arrastrar por ideologías, donde a las personas
les es difícil vivir auténticamente la fé.
Otra frase es: “Nuestro objetivo debe ser el infinito, no el finito”. Nos dice que estamos
hechos para lo eterno, algo más allá de lo temporal que solo lo puede llenar Dios. No podemos
estar plenos si no tenemos a Dios en el corazón. Nuestro objetivo en esta vida no se medirá
en éxitos, títulos o dinero, sino en días vividos al máximo.

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