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¿EL DESEO MATERNO?

Deseo de hijo, maternidad y mujer, una perspectiva psicoanalítica

Grimaneza García Vásquez, g.gpsique@gmail.com

Artículo de reflexión presentado para optar al título de Especialista en Psicología Clínica con
Orientación Psicoanalítica

Asesor: Vivian Ospina Tascón, Magíster (MSc) Psicología cognitiva y aprendizaje

Universidad de San Buenaventura Colombia


Facultad de Psicología
Especialización en Psicología Clínica con Orientación Psicoanalítica
Santiago de Cali, Colombia
2017
Citar/How to cite (García, 2017) …(García.,2017)

Referencia/Reference García, G. (2017). ¿EL DESEO MATERNO? deseo de hijo, maternidad y mujer,
una perspectiva psicoanalítica.(Trabajo de grado Especialización en
Estilo/Style: Psicología Clínica con Orientación Psicoanalítica). Universidad de San
APA 6th ed. (2010) Buenaventura Colombia, Facultad de Psicología, Santiago de Cali.

Especialización en Psicología Clínica con Orientación Psicoanalítica, Cohorte VIII.

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¿EL DESEO MATERNO? Deseo de hijo, maternidad y mujer, una perspectiva psicoanalítica 3

Resumen
En la historia de la humanidad, la maternidad se ha presentado como algo biológico y que
surge a partir de la naturaleza femenina, por ello, el sustento argumentativo acerca del porqué una
mujer desea ser madre y tener hijos se encuentra de la mano con argumentos personales, que
abarcan desde “es el deseo de mi vida, poder traer al mundo seres que pueda colmar de amor y
enseñanzas” hasta afirmaciones como “quiero un hijo para poder configurarme un lugar en la
sociedad y frente a los ojos de mi familia y esposo”; en este sentido, se observa que el constructo
social entiende a la mujer como una futura madre, entendiendo que es parte de la naturaleza
femenina y es lo que una sociedad espera de ella. Así, se encuentra que cuando se presentan casos
como el abandono de un hijo por parte de una madre, la sociedad queda confundida y atónita, ya
que, además de la naturaleza biológica de ser madre esta debe amar a sus hijos. Ante situaciones
como las anteriores, el psicoanálisis permite reflexionar en torno al deseo de hijo y por ende al
deseo de ser madre en una mujer o, en el caso de algunas mujeres, comprender acerca del por qué
no desean ser madres.
Palabras clave: deseo materno, deseo de hijo, maternidad,

Abstract
In the history of the humanity, the maternity has appeared as something biological and that
arises from the feminine nature, for this reason, the argumentative sustenance brings over of the
porqué a woman wants to be a mother and to have children meets of the hand personal arguments,
which they include from " is the desire of my life, are able to bring to the world beings that it could
fulfil with love and educations " up to affirmations since " I want a son to be able to form a place
in the company and opposite to the eyes of my family and husband ""; in this respect, is observed
that the social constructo understands the woman as a future mother, understanding that it is a part
of the feminine nature and is for what a company expects from her. This way, one finds that when
they present cases as the abandon of a son on the part of a mother, the company remains confused
and amazed, since, besides the biological nature of being a mother this it must love his children.
Before situations as the previous ones, the psychoanalysis allows to think over environment to the
son's desire and for ende to the desire to be a mother in a woman or, in case of some women, to
understand it brings over of why they do not want to be mothers.
Keywords: maternal desire, child desire, maternity.
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Introducción
El interés del presente artículo surge a partir del concepto de maternidad desde el psicoanálisis,
para lo cual se tendrá en cuenta, como autores principales a: Freud (1976ab) y a Lacan (2015) con
sus teorías acerca de la maternidad y la feminidad. No obstante, es relevante mencionar, que en la
elaboración de cada uno de los capítulos del presente artículo, se tendrá en cuenta a autores
pertinentes que permitan configurar el acercamiento del enigma de la maternidad.
Se abordará inicialmente con dos preguntas claves para comprender el interrogante sobre el
cual versa el presente artículo reflexivo, a saber, ¿De qué manera se vincula la maternidad en el
deseo de hijo?, para lo cual, se tendrá en cuenta el concepto de Deseo en Freud (1976a) y Lacan
(2015) y la relación existente entre maternidad-mujer e hijo. En un segundo lugar, se aborda la
pregunta acerca de la dinámica del inconsciente en relación con el deseo, por ello, el
cuestionamiento es ¿cómo el deseo implica instancias del inconsciente? Para lo cual, se tiene en
cuenta la dinámica del inconsciente y su respectiva descripción.
Teniendo en cuenta esto se retomará entonces en el primer capítulo lo que se concibe del deseo
materno en Freud (1976a) y Lacan (2015a) reconociendo también el lugar del hijo y la forma en
que se configura el deseo en la mujer en tanto madre.
Por su parte, el segundo capítulo tiene como principal objetivo presentar la concepción del
complejo de Edipo en Freud (1976a) y Lacan (2010), enfocándose principalmente en cómo se
manifiesta el complejo en la niña, lo cual diferencia los sexos y permite el despliegue de lo que se
denomina en Lacan (2007) como la angustia. Por su parte, al abordar el complejo de Edipo en
Lacan se puede establecer que se presenta una diferencia teórica con Freud, ya que, para la teoría
Lacaniana en cuanto a la formación de la maternidad, es fundamental el tercer tiempo del Edipo.
Al finalizar el primer apartado del segundo capítulo el lector podrá entender que el complejo
de Edipo afecta al niño en tanto que teme la castración y en la mujer la afecta, en la medida, en que
da cuenta de una falta que no va a poder llenar a lo largo de su vida. Posteriormente, se mencionará
entonces que significa la feminidad, para lo cual se tendrá que recurrir a la interpretación de citas
de Lacan y a artículos de investigación pertinentes que faciliten la aproximación a este enigma.
Finalmente, se tendrá en cuenta la génesis del sentimiento materno de Dolto (2004), lo que
posibilita una interpretación del deseo materno y el comprender en qué consiste este deseo; para
ello, se tendrá en cuenta la perspectiva de la madre con respecto a su hijo.
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El tercer capítulo se enfoca en profundizar las cuestiones que implica la relación madre-
hijo, en donde cabe resaltar: el estrago materno, la división y dialéctica constante que se presenta
en el sujeto femenino, entre la madre y la mujer; para comprender esta constante ambivalencia se
menciona el mito de Medea interpretado por (Casanova, 2006), la cual permite comprender cómo
se presente ese rompimiento en Medea y la superioridad de subjetividad de mujer sobre la madre.
En este orden de ideas, se menciona la ligazón referida por Freud (1976a) entre madre-hija y que
configura el estrago materno y la feminidad de la niña.
Una vez se entienden los conceptos implicados en el presente artículo, se pretende poner en
discusión lo que refiere tanto Freud (1976a) como Lacan (2015) en lo que respecta a la
interpretación de ¿qué es una madre? como también, se busca resaltar la similitud entre estos dos
autores, en lo que corresponde a la postura del psicoanálisis, en cuanto a que el deseo materno no
surge a partir de una naturaleza o biología, sino que es un deseo que se configura en la edad
temprana de la niña. Al finalizar el tercer capítulo, se hace un breve acercamiento al estrago
materno, lo cual permite un acercamiento a la comprensión de qué es la maternidad para el
psicoanálisis y como ésta responde a un contexto, pues se va configurando de manera distinta en
los contextos históricos.
Teniendo en cuenta lo anterior, el presente artículo de reflexión posibilita un acercamiento
crítico, acerca del deseo materno en el psicoanálisis y una comprensión acerca de la idea de madre,
desde el psicoanálisis.
1. ¿En el psicoanálisis existe un deseo de hijo y de maternidad en la mujer?
El siguiente apartado, pretenderá abordar preguntas para comprender el interrogante sobre el
cual versa el presente artículo reflexivo, a saber, ¿De qué manera se vincula la maternidad en el
deseo de hijo? Para lo cual, se tendrá en cuenta el concepto de Deseo en Freud (1976a) y Lacan
(2010) y la relación existente entre deseo de hijo-maternidad-mujer. También se abordarán
aspectos acerca de la dinámica del inconsciente en relación con el deseo, por ello, el
cuestionamiento ¿cómo el deseo implica lo inconsciente?
El deseo de la madre en el psicoanálisis reconoce elementos que abarcan puntos de reflexión
que van más allá de una visión del contexto, evolución o el deseo de madre entendido por la
sociedad. En esta medida, el psicoanálisis ofrece una perspectiva a partir de las pulsiones,
fantasmas y huellas mnémicas, que construyen y se configuran en la edad temprana de la mujer, y
sustentan el deseo de ser madre. Por ello, para Freud (1976a), el deseo de ser madre surge de una
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pulsión, en la cual la mujer desea concebir un hijo; por su parte, Lacan (2010), afirma que en la
madre se aloja un deseo insaciable en lo cual se instala el hijo, y, en este sentido el hijo adquiere
una posición para esa madre, cabe señalar que este estado es inconsciente. Además, se tiene en
cuenta el planteamiento de Klein (1928) en cuanto se afirma, que el deseo de madre se configura
en una etapa pre-edípica.

1.1 Fantasma, deseo y huella mnémica.


En el concepto de deseo en Freud se encuentra la idea de fantasma, que implica una alucinación;
por ello, en Freud el sujeto tiene un recuerdo que corresponde a la primera experiencia, en la cual
este ha experimentado una satisfacción plena (Zelis, 2013) En este sentido, según Zelis (2013) el
sujeto recuerda dicha sensación de satisfacción, motivando así al sujeto a buscarla, sin embargo,
esta satisfacción no se reproducirá nuevamente de la misma manera y es allí donde cobra
importancia el concepto de fantasma; en la medida en que, se buscará esa primera experiencia a lo
largo de su vida. Se quiere señalar que el fantasma cobra importancia en el psicoanálisis, en la
medida, en que sustenta el movimiento de búsqueda de satisfacción en el sujeto, a partir de una
experiencia pasada.
El fantasma es abordado en Freud (1976a) desde una perspectiva de lo imaginario que surge a
partir del Otro, es decir, el sujeto a partir de la satisfacción que le brinda la madre configura un
fantasma que lo lleva a relacionarse de cierto modo con los objetos. En este sentido, se encuentra
poca información en lo que respecta a la relación del fantasma en el vínculo madre e hijo. Sin
embargo, dicha relación no se encuentra explícita por parte de Freud, sino que como se menciona
en el texto de Mannoni (2007), analistas posteriores interpretan que el fantasma de la madre implica
un vínculo que representa un enigma y que, además, indica un proceso de simbolización respecto
al hijo; en este orden de ideas, lo anterior, representa una hipótesis de lo que podría representar el
concepto fantasma en relación con el deseo de madre.
Por su parte, Lacan abarca el concepto de fantasma a partir del Otro, entendiéndolo como una
matriz significativa que vincula al yo con el Otro que posteriormente, en relación con el deseo, se
configura en una matriz de las relaciones del sujeto con los objetos que se encuentran en el mundo
(Zelis, 2013). La importancia de la relación del fantasma y el deseo, consiste como lo menciona
Zelis (2013) en que el fantasma es el fundamento del deseo. Por lo anterior, Lacan (2015) “se forma
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en relación a un fantasma que está entre el significante del Otro y el significado del Otro, ya que
esta es la definición de fantasma” Lacan (citado por Zelis, 2013, p.1), reconoce, al igual que Freud,
que la idea de fantasma es un enigma, pero, que se manifiesta en un sujeto con deseos constantes,
que no comprende de donde surgen. Sin embargo, se encuentra una diferencia entre el
planteamiento de Freud y Lacan, en el sentido, en que este último, se cuestiona acerca de la función
del fantasma en la dinámica psíquica y la estructura en la que se encuentre la noción de fantasmas,
según Zelis (2013).
Así, el concepto de deseo en Freud (1976b) apunta a una noción en la dinámica psíquica del
sujeto, en la cual el sujeto reconoce que este deseo no se podrá colmar, en esa medida, se plantea
que los elementos de la excitación implica dos cuestiones, a saber, que el deseo que no se suple y
la vivencia de la satisfacción de este deseo, se convierte en un fantasma que fundamenta el soporte
del deseo (García, 2013). Respecto a lo anterior, es necesario traer a colación a García (2013), en
cuanto al deseo sostiene que el comprender este implica una movilidad en el individuo,
impulsándolo a la búsqueda de ficciones que suplan de modo imaginario, en algunos casos, el deseo
que habita en él.
Se considera oportuno mencionar lo que Freud (1976b) refiere del deseo, el cual, de modo
particular y delimitado, diferencia de los deseos volitivos, tales como: deseo de dormir, deseo de
reproducirse y deseo de alimentación. Por ende, el deseo se puede interpretar como una pulsión en
la cual:
Sólo puede sobrevenir un cambio cuando, por algún camino (en el caso del niño,
por el cuidado ajeno) se hace experiencia de la vivencia de satisfacción que cancela
el estímulo interno. Un componente esencial de esta vivencia es la aparición de
una cierta percepción, cuya imagen mnémica queda, de ahí en adelante, asociada
a la huella que dejó en la memoria la excitación producida por la necesidad (Freud,
1976a, p. 557).
¿El deseo no es instinto? Freud diferencia el concepto de instinto del concepto de pulsión,
lo cual diferencia los animales de los seres humanos, en la medida en que el instinto resalta la vida
y la pulsión, por su parte, tiene una noción de muerte, según García (2013). De lo anterior, cabe
resaltar que la pulsión a diferencia del instinto, no se agota en un objeto, sino que es una búsqueda
constante en la que se encuentra el sujeto. Para comprender esto se hará mención de un ejemplo, el
cual es una propuesta por parte de la autora del presente texto, y se considera oportuno para el
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presente artículo, a saber, el animal cuando tiene la necesidad de comer se dirige hacia un objeto
específico, en este caso el alimento, cuyo alcance satisface de manera inmediata dicha necesidad;
por su parte, el sujeto en la búsqueda de su satisfacción debe referirse a metas externas que se
diferencia de la necesidad de alimentación (deseos volitivos), en las cuales la intención de su
satisfacción no se encuentra reflejada en un objeto específico, sino que refiere al sujeto mismo.
El deseo en el psicoanálisis desde la perspectiva de Freud (1976b), permite que se pueda
interpretar al individuo como un sujeto con estímulos endógenos que se encuentra en la
imposibilidad de comprender el origen de su deseo; no obstante, el desconocer el origen de estos,
no implica que cese su búsqueda de los medios para satisfacer aquellas pulsiones, que se le imponen
en su aparato psíquico. Por esta razón, surge la pregunta pertinente acerca de ¿qué sucede si el
deseo no se puede satisfacer? a lo que García (2013) responde, que el deseo se pospone.
El deseo responde a una complejidad superior que la satisfacción instintiva, ya que
el individuo no puede intentar cumplir su deseo o incluso fantasear sin culpa de no
llegar a producirse una síntesis en el individuo entre sus pretensiones pulsionales
individuales y las expectativas sociales. (p.175)
El deseo se presenta con una complejidad que impide la identificación, por parte del
individuo, del rastreo u origen de este. En esta medida, desde la perspectiva de Freud, se puede
reconocer que el deseo es una huella mnémica que tiene tendencia a la repetición, entendiendo la
noción de satisfacción primaria, cuestión que el individuo busca revivir (García, 2013). Lo anterior,
permite adherir otra característica a la noción de deseo y es que es atemporal.
En este sentido, cuando el sujeto obtiene una satisfacción y experimenta dicha sensación se
configura una huella mnémica que, posteriormente, será un referente ante la excitación de una
nueva necesidad. La huella mnémica, entonces, parece referir a un acontecimiento que se encuentra
impregnado de emociones que perduran en la psique del sujeto, en este sentido, se obtiene como
principal idea, que la huella mnémica se encuentra diferenciada del concepto de fantasma. Por lo
anterior:
Suponemos contenidos los restos mnémicos en sistemas inmediatos al sistema P.-
Cc, de manera que sus cargas pueden extenderse fácilmente a los elementos del
mismo. Pensamos aquí inmediatamente en la alucinación y en el hecho de que todo
recuerdo, aún, el más vivo puede ser distinguido siempre, tanto de la alucinación
como de la percepción exterior; pero también recordamos que, al ser reavivado un
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recuerdo, permanece conservada la carga en el sistema mnémico, mientras que la


alucinación, sólo surge cuando la carga no se limita a extenderse desde la huella
mnémica al elemento del sistema P., sino que pasa por completo a él. (Freud,
1976b, p.22).
Para los dos autores el concepto de deseo presenta una complejidad, puesto que, el deseo
no refiere directamente a un objeto, toda vez, que si el sujeto deseara podría suplir su deseo
adquiriendo o teniendo acceso al objeto mismo; seríamos en ese caso, similares a los animales,
Lacan (2010). Respecto a lo anterior, se puede afirmar que el deseo va a traer consigo una especie
de carga que se inicia partiendo de experiencias o hechos vividos, por tanto, para Lacan el deseo
se va a presentar como un enigma e irreductible en sí mismo. También, en el deseo se requiere el
soporte del Otro, de manera que:
El deseo del Otro no es una vía de acceso al deseo del sujeto, es el lugar del deseo,
sin más, y en el obsesivo todo movimiento hacia su deseo tropieza con una barrera
absolutamente tangible, por así decirlo, en el movimiento de su libido. (Lacan,
2010, p. 411).
De acuerdo al fragmento anterior, se puede establecer con respecto del Otro, que este será
el lugar del deseo, y que, por tanto, ello indica, en lo que respecta al presente artículo, la importancia
de la madre en relación con su hijo, cuestión que se abordará más adelante.
La similitud entre la noción de deseo en Freud (1976a) y Lacan (2010) radica en la
imposibilidad de la destrucción del deseo, puesto que, como es sabido, para Freud (1976a) el deseo
va a germinar por la existencia de un objetivo o finalidad que se va a desear alcanzar, por ende, el
deseo se encuentra en una concepción alucinatoria y conlleva, a que se siga como hilo conductor
la noción de satisfacción del deseo por medio de la experiencia vivida.
El aporte de Freud (1976a), evita que el término y la concepción de deseo, se correlacione
de alguna manera con lo connatural, y así mismo, lo relaciona a procesos psicológicos los cuales
se presentan en el individuo que percibe su entorno, según lo refiere García (2013). No obstante,
respecto a Lacan, el deseo va a estar en relación con el goce, que se ampliará en el próximo
apartado, como ya se mencionó anteriormente y, por tanto, no hay cabida a una diferencia entre:
quién o lo que satisface, con aquello que la satisface (García, 2013)
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Comprendiendo lo que significa el deseo tanto en Freud (1976a) como en Lacan (2010), se
procederá ahora a hablar del deseo de maternidad que se encuentra en la mujer, cuestión propia del
presente artículo.
Se encuentra que la maternidad instaura en la mujer dos cuestiones. Primera, el deseo de
ser madre, que implica experimentar la maternidad y permite aflorar las identificaciones
inconscientes con su figura materna, las cuales surgen en temprana edad de la niña. Es decir, que
la maternidad en la mujer configura un deseo por tener un hijo, suplir sus necesidades y demandas
sentimentales que este requiera, lo cual, también, le permite suplir de manera eficaz la búsqueda
de falo, brindándole así una satisfacción momentánea; no obstante, según la postura de la autora
del presente artículo de reflexión, el deseo materno se configura en el vínculo que se establece entre
madre-hija y en lo que esta le transmite al infante. Lo anterior, es relevante en la presente reflexión
porque de antemano permite identificar la complejidad de comprender el modo como asumirá la
maternidad cada mujer.
Segunda cuestión, el deseo de tener un hijo que representa lo diferente de ella, puesto que,
desde la perspectiva de Freud (1976a) se entiende que la maternidad surge a partir de un deseo
inconsciente de reparar el daño de no tener falo. Por consiguiente, una explicación a lo anterior
podría ser que el deseo materno proviene de un deseo inconsciente que se presenta en las mujeres,
más específicamente en la etapa de su infancia y se encuentra forjado por la etapa edípica. Razón
por la cual, la maternidad representa un deseo que se proviene de una etapa edípica y que se
configura en la ligazón madre-hija, cuestión que será abordada de manera más detallada en el
capítulo 3.
El deseo de madre para Lacan (2015) se encuentra relacionado con el goce, el cual posibilita
que el hijo se le presente a la madre en cierta representación, puesto que, el niño siendo un objeto
fálico, pero no únicamente remitido a ello, representa un goce en la mujer; en este sentido, el
concepto de goce en Lacan (2010) sustenta las particularidades que diferencian a cada madre de
otra. Por ello, el deseo de ser madre es relacionado con la figura del cocodrilo, en donde la boca de
este puede representar cuidado o destrucción. Es decir, existe una diferencia entre la madre
destructora, que, en el ejemplo de cocodrilo, devoraría a sus hijos y, por otra parte, se tiene a la
madre sobre protectora que usa su boca, en relación con el ejemplo del cocodrilo, y decide brindar
protección a sus hijos, protegiéndolos del exterior. Cabe señalar que este no es el único camino
para el deseo materno, también está la madre que no lo da todo.
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Para Lacan (2015) la importancia del goce materno radica en que la madre se encuentra en una
búsqueda constante de saciar algo fálico, pero que no se queda únicamente en lo fálico, sino que
apunta a un más allá, según lo expone Restrepo (2011).

1.2. Dinámica del inconsciente.


El presente apartado tiene como objetivo principal indagar y esclarecer lo que se entiende
por inconsciente desde Freud (1976a) para ello, se partirá del siguiente interrogante ¿cómo el deseo
implica instancias del inconsciente? Para Freud (1976b) el aparato psíquico, es interpretado en
términos de energía, en este sentido, el inconsciente es un nivel de energía libre, motivo por el cual,
es un flujo inestable; por su parte, el núcleo del inconsciente se encuentra constituido por pulsiones
que buscan ser descargadas y se les denomina mociones de deseos. Teniendo en cuenta la
definición de lo que Freud comprende como deseo, presentada en páginas anteriores, ahora se
añade, que el inconsciente, al igual que el deseo se encuentra constituido por procesos atemporales
y se encuentran dominados por el principio del placer.
Partiendo del planteamiento anterior, se encuentra que el deseo proviene siempre del
inconsciente y tiene la característica principal de encontrarse alerta y en capacidad de desplazarse
hacia lo consciente. Sin embargo, cabe diferenciar los deseos que son productos de nuestra
percepción con el entorno, y, en el caso de los deseos que encuentran en el inconsciente, se debe
mencionar que por lo general estos provienen de etapas infantiles. Por consiguiente, el inconsciente
se expresa, en cuanto puede, por medio de los sueños por ello, los sueños tienen una naturaleza
infantil, ya que son deseos que se encuentran reprimidos por las creencias morales del individuo
(García , 2013).
El deseo constante del sujeto, según Freud (1976b), implica ciertas instancias inconscientes
y conscientes, como también, implica un conflicto entre los distintos tópicos del aparato psíquico,
en este orden de ideas, se comprende que la dinámica que se manifiesta en éste surge a partir de un
deseo. Motivo por el cual, el deseo compromete todo el mismo, sus tópicos, huellas mnémicas y el
fantasma de madre, pues se encuentra a la raíz de las creencias del sujeto.
El deseo de madre implica una configuración que se constituye a partir de deseos
inconscientes y que se presenta distinto en cada sujeto. Entonces, la pregunta por el deseo materno
desde el psicoanálisis, en un primer acercamiento, se presenta como un deseo que no se suple pero
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que se encuentra en la mujer; esto, en la medida en que, es una configuración que se presenta en
las etapas más tempranas del infante y que se configura a partir de huellas mnémicas.
Entonces para comprender estas configuraciones que se presentan en la infancia se abordará
la concepción del complejo de Edipo tanto en Freud (1976a) como Lacan (2010), enfocándonos
principalmente en cómo se manifiesta el complejo en la niña, lo cual diferencia los sexos y permite
el despliegue de lo que se denomina en Lacan como angustia. Por su parte, al abordar el complejo
de Edipo en Lacan (2010) se presenta una diferencia teórica con Freud, ya que, para la teoría
Lacaniana en cuanto a la formación de la maternidad, es fundamental el tercer tiempo del Edipo.
El complejo de Edipo afecta al niño en tanto que teme la castración y en la mujer la afecta, en la
medida, en que da cuenta de una falta que no va a poder llenar.

2. Edipo y la feminidad
2.1 Edipo en Freud y Lacan.
Antes de iniciar el presente apartado, se debe reconocer que aunque el Edipo desde Freud
(1976a) y Lacan (2010) no da una respuesta directa a la pregunta acerca de la maternidad en el
psicoanálisis, si se considera importante en la reconstrucción teórica de la problemática. Lo
anterior, con especial énfasis en el Edipo entendido desde Lacan que configura, en la primera etapa
de vida del infante, el deseo materno y feminidad. Este apartado surge como una necesidad de
completar el panorama para realizar la reflexión frente a la pregunta que corresponde al presente
artículo reflexivo.
El Edipo para Freud (1899) en términos generales, es aquel elemento que configura el deseo
y contiene, a su vez, el simbolismo del padre que representa la ley y de la madre que representa el
cuidado. En este sentido, el complejo de Edipo según Viviani (2007) es un elemento que permite
dar respuesta a la configuración de una realidad psíquica y configurando así la capacidad de amar;
como también, permite sostener que el deseo tiene y alinea al sujeto. Teniendo en cuenta lo anterior,
en el mito de Edipo se comete un parricidio, cuestión que no implica un complejo puesto que se
comete el asesinato, en el caso del mito; sin embargo, el complejo de Edipo en Freud (1976a) y en
lo referente a un sujeto real, incluye una represión y un sepultamiento, motivo por el cual se
presenta un complejo (Brudny, 2006).
En la obra de Freud (1976b) se plantea que el complejo de Edipo se encuentra relacionado
con el periodo sexual de la primera infancia, en el caso de la niña, se manifiesta un deseo por ser
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amada por el padre; y, en el caso del varón, una percepción acerca de su madre como de su
propiedad. Lo anterior, se presenta de manera simultánea con la fase fálica y que se presentan en
periodos regulares, en la vida del sujeto Freud (1976b). Sin embargo, la experiencia que vive el
varón se presenta de modo distinto que en la niña, puesto que, el niño al ver los genitales femeninos
desarrolla un temor por la castración. Por su parte, la niña desarrolla el complejo de Edipo de un
modo particular, puesto que, la niña identifica en sus genitales un pene; no obstante, cuando
observa el pene masculino se da cuenta que a comparación de este, su clítoris tiene un menor
tamaño, generando así la sensación de inferioridad.
El razonamiento de la niña la conlleva a pensar que su pene va a crecer cuando esta sea más
grande, en este sentido Freud (1976b) afirma que la niña comprende que antes poseía un pene y
luego este, desapareció; por este motivo, en la niña no se presenta un temor a la castración. Por
ello, el complejo de Edipo en la mujer no queda sepultado, sino que, se presenta de manera unívoca
y se concluye en el deseo de hijo. Partiendo de lo anterior, se debe mencionar la relación de este
deseo con el inconsciente, y su relación directa con la configuración de la sexualidad femenina. En
este sentido, Mejía (1998) interpreta a partir de Freud que en la niña no existe un abandono de los
deseos incestuosos presentados en el complejo de Edipo, por ello, el deseo inconsciente de ser
amada por él desarrolla una de las actividades propias de la feminidad.
Por su parte, Brudny (2006) resalta que en el complejo de Edipo las identificaciones e
introyecciones que se desarrollan respecto al padre y la madre, lo cual, configura los rasgos
masculinos y femeninos que tiene en cuenta el sujeto en su desarrollo de adulto. Por esta razón, se
identifica en Freud una distinción de sexos, a partir de la sexuación que genera el complejo de
Edipo, en el caso del niño es un temor a la castración y en la niña es una falta que configura el
deseo del hijo (Brudny, 2006) lo anterior en palabras de Freud.
En el varón el complejo no es simplemente reprimido; zozobra formalmente bajo
el choque de la amenaza de castración. Sus investiduras son resignadas,
desexualizadas y en partes sublimadas; sus objetos son incorporados al yo, donde
forman el núcleo del superyó y prestan a esta neoformación sus propiedades
características. En el caso normal ya no subsiste tampoco en el inconsciente ningún
complejo de Edipo, el superyó ha devenido y su heredero. En la niña falta el motivo
para la demolición del complejo de Edipo. La castración ya ha producido antes su
efecto, y consistió en reforzar a la niña a la situación del complejo de Edipo. Por
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eso este último escapa al destino que le esta deparado en el varón; puede ser
abandonado poco a poco, tramitado por represión o sus efectos penetrar mucho en
la vida anímica que es normal para la mujer (Freud, 1976b, p. 275).
La concepción del Edipo en Lacan (2010) se presenta de un modo distinto, en tanto que,
manifiesta una organización topológica, dicha organización corresponde al lugar que ocupa el falo
en cada una de las etapas del complejo de Edipo. Por ello, se presenta en tres distintos momentos,
los cuales son: primer tiempo, el deseo de madre por el falo, en donde el niño representa ese deseo
inconsciente y conlleva a que este se encuentre identificado con su madre, lo cual, configura lo
denominado como: un yo ideal, en este orden de ideas, el niño corresponde a un deseo de ser lo
que la madre desea; en este sentido, en el caso del niño el falo es representado por la madre.
Segundo tiempo, la caída de la ley, que se presenta cuando existe un cambio en la estructura
imaginaria, en la medida, en que el padre se interpone entre hijo y madre, deteniendo el deseo del
niño hacia su madre; por esta razón, el padre representa al tercero que se interpone y el falo pasa a
la figura paterna. Finalmente, se presenta en un tercer tiempo, el falo cultural, que surge cuando el
niño identifica que su padre se encuentra sometido a ciertas normas y reglas que son determinadas
por su cultura, en esa medida, el sujeto introyecta el ideal del yo. Teniendo en cuenta lo anterior,
cabe mencionar que el ideal del yo, representa la búsqueda incesante de lo que el niño fue para su
madre y la expectativa de lo que va a lograr, cuestión que es impuesta por el padre, según Lacan
(2010).
En este sentido, según Vega (2015), el interés en Lacan no es abordar el complejo de Edipo
desde la concepción mitológica y por esto, se enfoca en la estructura en la cual identifica el papel
del niño, padre y madre; esto, en relación con el elemento articulador que es el falo. El falo como
elemento que articula, se desplaza en tres momentos que son denominados por Lacan como los tres
momentos de Edipo, allí, el falo en un primer momento es imaginario; posteriormente, es un falo
simbólico. No obstante, Vega (2015) interpretando a Lacan, considera que el falo en la estructura
edípica es un elemento que se articula con otros elementos.
Teniendo en cuenta lo anterior, se diferencia entonces Freud (1976a) de Lacan (2010), a
partir, del modo como se aborda el complejo de Edipo, puesto que, para el primero se parte de una
concepción mítica; mientras, para Lacan (2010) este se encuentra relacionado con lo real, por lo
tanto, es simbólico y que se presenta en el lenguaje. Por esta razón, Lacan observa en el Edipo el
surgimiento de la cadena del significante y la entrada de este, lo cual, se encuentra relacionado con
¿EL DESEO MATERNO? Deseo de hijo, maternidad y mujer, una perspectiva psicoanalítica 15

lo cultural (Vega, 2015). Por lo anterior, en Lacan (2010) los tres tiempos del Edipo poseen una
secuencia lógica, que tiene como elemento común el falo, que tiene una concepción distinta en
cada uno de esos momentos.
El falo se puede interpretar, según Vega (2015), de dos maneras, a saber: la primera, la
alusión al deseo de la madre originada por la falta de pene; y, segundo, el símbolo de la naturaleza
ilógica del deseo, momento en el cual, el niño se convierte en lo que desea la madre y, por esto, se
transforma en objeto de deseo del Otro (Vega , 2015). Entonces, se tiene que el falo representa la
insatisfacción del deseo y la expectativa de alcanzarlo.
En el primer tiempo Vega (2015) plantea la identificación del niño con la madre por lo que
se encuentra alineado con el deseo de ella, por este motivo, el niño representa en la madre una
sensación integra. A continuación, se introducirá la figura del padre en el complejo de Edipo y
cómo esto se da en relación con la madre. Así, la ausencia del padre no existe en este primer
momento, por ello, el padre se le presenta al niño a partir de una concepción indefinida que es dada
por la madre; lo anterior, simboliza el Nombre del Padre (NP) en Lacan (Vega, 2015).
En el segundo tiempo de Edipo, la presencia del padre se presenta como una privación del
deseo del niño hacia su madre, lo cual tiene como consecuencia el rompimiento de la plenitud de
la madre con respecto a su hijo; y, de modo semejante, irrumpe en la identificación de la madre
como objeto de deseo. A partir de lo anterior, se presenta un cambio de estructura, donde, el padre
no es ya un abstracto sino un representante de la ley (Vega, 2015). Finalmente, el tercer tiempo es
determinante para el sujeto, según Lacan (2010), porque precisa una postura, en tanto que es un
sujeto de deseo. El falo, en este tiempo, se introyecta en la cultura.
Lo mencionado anteriormente, presenta en Vega (2015) una recopilación de lo que Lacan
(2010) le asigna al complejo de Edipo, y que en el presente artículo se presenta con la intención de
comprender las diferencias entre Freud (1976a) y Lacan (2010). Así, el complejo de Edipo explica
y sostiene, para Lacan, los siguientes planteamientos: la incisión del vínculo de madre y niño, el
reconocimiento del padre como la ley y la negación del incesto, la identificación de un ideal y la
determinación de una posición del sujeto frente al deseo (Vega, 2015).
Entonces, la importancia de mencionar al padre en el complejo de Edipo radica en
comprender que en el caso del varón el complejo de Edipo desemboca en un rompimiento, cuestión
que se entiende a partir de lo anterior; sin embargo, esta situación se presenta de un modo más
complicado en el caso de la niña, porque no se presenta nunca el rompimiento del complejo de
¿EL DESEO MATERNO? Deseo de hijo, maternidad y mujer, una perspectiva psicoanalítica 16

Edipo. Por ello, es importante preguntarnos, y con el interés de retomar la pregunta problema del
presente artículo, ¿cuál es la importancia del complejo de Edipo en la mujer con respecto a la
maternidad? a saber, que la diferencia de los sexos se presenta a partir del complejo de Edipo
lacaniano, aunque ello no es completamente evidente, muchos de los posteriores investigadores
afirman que el complejo de Edipo permite configurar la feminidad en la niña. No obstante, se
denota en Lacan (2010) una preocupación acerca de la función paterna, en la medida en que, el
nombre del padre representa una ley, que, a su vez, sitúa una falta en la feminidad (Viviani, 2007).

2.2 Feminidad.
Teniendo en cuenta el complejo de Edipo y su papel en la configuración de la feminidad y
diferencia de sexos, se tratará ahora el concepto de feminidad, el cual se presenta como complejo
y difícil de determinar. Por este motivo, resulta fundamental mencionar que se tendrán en cuenta
las distintas concepciones de Lacan mencionadas por León (2006) en lo que respecta a lo femenino,
como también, los planteamientos de Freud (1976a).
La feminidad en la teoría analítica representa un enigma, puesto que, se encuentran dos
cuestiones en juego: lo fálico femenino y lo fálico masculino; la diferencia entre Freud y Lacan,
interpretado por De la Pava (2006) consiste principalmente, en que para el primero la mujer se
presenta como un enigma. Por su parte, Lacan sostiene que tanto lo femenino como lo masculino
representa un enigma y, en lo que respecta a la interacción, se identifica que en la lógica masculina,
la mujer se manifiesta como un síntoma, dado que, le genera una satisfacción inconsciente y un
nivel problemático Lacan, Lo anterior, es considerado importante en tanto que brinda información
acerca de qué se puede entender como feminidad, sin embargo, no es menester abordar esta
cuestión.
Por su parte Freud (1976a), en sus investigaciones con pacientes, presenta situaciones que
reflejan la apertura de la feminidad, en esta medida León (2006), un elemento clave es el deseo que
surge en la niña de concebir un niño para la madre. Lo anterior, se puede entender a partir del
complejo de castración, por eso, en palabras de León (2006):
La niña considera a la madre responsable de su falta de pene. Ella toma su
castración como una desgracia individual y es solamente en un segundo tiempo, y
a partir de la privación de la madre, que podrá simbolizar su falta en el plano
simbólico de la ley. La castración instaura entonces, en el corazón de esta relación,
¿EL DESEO MATERNO? Deseo de hijo, maternidad y mujer, una perspectiva psicoanalítica 17

algo del orden de un rechazo primordial, de una frustración fundamental (León,


2006, p. 115).
Por lo anterior, surge la pregunta acerca de ¿qué implica la representación de la madre?,
implica una dialéctica constante, entre lo que fue el niño, pero ya no es, en este sentido se puede
interpretar que la dialéctica surge a partir de un deseo por el cual se encontraba alineada y que deja
de ser; lo anterior, es confuso y, además, es una de las características de la complejidad de entender
lo femenino (León, 2006) Sin embargo, la interpretación anterior comprende que se entiende por
feminidad una dialéctica o un devenir entre mujer y madre, esto es lo que Lacan busca diferenciar
y cuestión que en Freud, (citado por Laurent, Bousoño y Hermann, 2014) representa como un
intento de reconciliación, por esto se plantea que:
No podemos dudar de ningún modo de la importancia de la envidia del pene.
Tomen como un ejemplo de la injusticia masculina la afirmación que la envidia y
los celos juegan en la vida psíquica de las mujeres un papel aún más grande que
en los hombres. No es que estos caracteres se encuentren ausentes en los hombres
o que en las mujeres no tengan otras raíces además de la envidia del pene, pero nos
inclinamos a atribuir la parte suplementaria de envidia que encontramos en las
mujeres a la influencia de la envidia del pene. (p.1).
Respecto a la cita anterior, la reconciliación en Freud (1976a) se presenta cuando la madre
se identifica con su niño, el objeto de amor que transforma la envidia de la mujer hacia el falo;
entonces, recordando el apartado anterior, la mujer se siente completa en tanto que es madre, por
ello, su deseo más profundo es ser madre (Laurent, Bousoño y Hermann, (2014). Por otro lado,
Lacan (2010) busca ir más allá, por ello parte desde lo femenino y menciona que la envidia hacia
el pene no tiene como finalidad la satisfacción de ser madre, sino que, genera en ella un deseo por
poseer lo que no se tiene, ni se va a tener. Por este motivo, a partir del falo se produce una
configuración en la mujer y representa un misterio porque se presenta de manera distinta en cada
uno de los sujetos.
Es menester reconocer la dificultad que representa para el psicoanálisis el definir el
concepto de feminidad, por consiguiente en el presente artículo, se hará mención de las distintas
citas en las que Lacan (citado por Cárdenas 2014) plantea lo que ha mencionado como feminidad,
primero:
¿EL DESEO MATERNO? Deseo de hijo, maternidad y mujer, una perspectiva psicoanalítica 18

Una mujer demuestra ser superior en el dominio del goce, porque su vínculo con
el nudo del deseo es mucho más laxo. La falta, el signo menos con el que está
marcada la función fálica para el hombre, y que hace que su vínculo con el objeto
deba pasar por la negativación del falo y el complejo de castración –el estatuto del
(-φ) en el centro del deseo del hombre–, he aquí algo que no es para la mujer un
nudo necesario. (p.1).
De lo anterior, se puede interpretar que una de las características que definen la feminidad
en Lacan es el dominio de goce en la mujer puesto que, en el caso del hombre, la disposición del
falo es el eje principal del deseo; cuestión que en la mujer no es un elemento necesario (Cárdenas,
2014). Una característica femenina se encuentra en relación con el concepto de goce y el modo
como la mujer responde de manera dominante ante este, situación que no sucede en el caso del
hombre. No obstante, el goce femenino y masculino repetitivos y se encuentras presentes en la vida
del sujeto, por esto, se puede mencionar que aunque el goce femenino implica un dominio este
sigue presente y se encuentra fuera de la voluntad del sujeto por ser inconsciente, en otras palabras,
el dominio sobre el goce es una elemento distintivo entre lo femenino y lo masculino, pero, no
significa que en el caso de la mujer este se puede omitir o satisfacer fácilmente.
Por otro lado, para la mujer, el deseo del Otro es el medio para que su goce tenga
un objeto, si puedo expresarme así, conveniente. Su angustia no es sino ante el
deseo del Otro, del que ella no sabe bien, a fin de cuentas, qué es lo que cubre. (…)
en el reino del hombre siempre está presente algo de impostura. En el de la mujer,
si hay algo que corresponda a esto, es la mascarada (Cárdenas, 2014, p.1).
El goce en la feminidad es un elemento fundante, que lo diferencia de lo masculino en tanto
que en la feminidad hay un dominio de deseo.
Miller (citado por López, Palacio y Fuente, 1998) La mujer tiene la posibilidad de gozar de
su cuerpo, porque lo libidiniza ante la represión del goce autoerotico; por eso se habla de
que la mujer tiene un goce que va más allá del falo, goce de un carácter indeterminable,
más allá del goce fálico. El goce-otro, llamado también goce femenino, es efecto del paso
por el lenguaje y la castración pero fuera o más allá de ellos. (P.50)
El deseo del Otro que surge en la mujer es el mecanismo que conlleva a que su goce
adquiera un objeto, según Cárdenas (2014) es decir, al presentarse el Otro surge de manera paralela
la posibilidad de alcanzar el goce por medio del objeto que me representa dicha presencia del Otro;
¿EL DESEO MATERNO? Deseo de hijo, maternidad y mujer, una perspectiva psicoanalítica 19

en este sentido, el sujeto en la búsqueda de su satisfacción y en la manifestación del deseo por el


Otro, se encuentra implicado el desconocimiento de ese deseo proyectado, puesto que no es algo
consciente el hecho de desear al Otro. Otro elemento que permite un acercamiento para comprender
la feminidad es el siguiente.
Finalmente, volverse mujer y preguntarse qué es ser mujer son dos cosas
esencialmente diferentes. Diría aún más, se pregunta porque no se llega a serlo y,
hasta cierto punto, preguntarse es lo contrario de llegar a serlo. La metafísica de
su posición es el rodeo impuesto a la realización subjetiva en la mujer. Su posición
es esencialmente problemática y, hasta cierto punto, inasimilable. (Cárdenas,
2014, p.1).
La pregunta acerca de lo que es ser mujer es un interrogante con enigmas y complejidades,
en este sentido, el ser mujer se encuentra ligado a una subjetividad y a unas experiencias que
configuran el aparato psíquico de una manera particular en cada uno de los sujetos, según Lacan
(citado por Cárdenas 2014). Por este motivo, preguntarse por el qué es ser mujer o qué es la mujer,
tiende a una generalidad que apunta a cuestiones de género más que a una comprensión en sí
misma, puesto que, si la intención es definir acerca de la mujer, la respuesta se encuentra lejos del
alcance de los investigadores, puesto que, el psicoanálisis de antemano advierte acerca de la
naturaleza problemática que representa la mujer.
Teniendo en cuenta lo anterior, se puede interpretar por parte de la autora, que no existe y
no se puede pretender que se entiende por feminidad porque dicho concepto representa una
complejidad de gran magnitud, reto al cual comentaristas e investigadores han concluido como un
enigma. Sin embargo, se hace necesario destacar los posibles acercamientos que se tienen de
feminidad, a saber: la feminidad representa un dominio de goce, una angustia del desconocimiento
del deseo por el Otro y, finalmente, una cuestión que apunta más allá de la simple pregunta de qué
es ser mujer.
La importancia que Lacan refiere, cuestión en la que implica el reconocer que la mujer y la
madre no son equivalentes entre sí, por lo que se tiene que la feminidad se encuentra configurada
y caracterizada por el goce, el deseo del Otro, su relación con el objeto de amor y su relación con
la madre y el nombre del padre (Tendlarz, 2011). Entonces ¿qué es una madre? Se puede decir que
aquella que da lo necesario: los cuidados, además, no solo da el deseo, sino el goce.
¿EL DESEO MATERNO? Deseo de hijo, maternidad y mujer, una perspectiva psicoanalítica 20

2.3. Génesis del sentimiento materno.


Comprendiendo las reflexiones y análisis de los distintos autores mencionados, se parte de
un panorama que permite ahondar en el tema central del presente artículo de reflexión, a saber: el
deseo de madre el cual, según Lacan, se encuentra en una relación con la mediación simbólica, es
decir, se encuentra configurada a partir de la misma madre del sujeto, el modo como esta transmitió
la maternidad y se encuentra cargada de momentos significativos. Ciertamente, los planteamiento
de Lacan (2015), surgen a partir de los planteamientos de Freud (1976a), el cual menciona el deseo
fálico como eje central del deseo materno.
Teniendo en cuenta lo mencionado en capítulos anteriores, se puede reflexionar que la
relación que se desarrolla entre madre-hijo representa una frustración en la madre. Lo anterior, es
mencionado por Tendlarz (2011), puesto que, en medio de la madre e hijo siempre se encuentra el
falo; y en el caso de Lacan la madre es representante de una insatisfacción insaciable, momento en
el cual se resalta la ausencia que fundamenta su feminidad. Es por ello que Tendlarz (2011)
menciona la voracidad de la madre, no obstante, el papel de la madre no es el mismo en todas las
mujeres, ya que, la maternidad se encuentra constituida por las experiencias de su historia, el modo
en como expresa el deseo del falo y como se relaciona con el objeto de deseo, que es el niño.
Tanto el planteamiento de Tendlarz (2011) y el planteamiento de Lacan (2015) permite
dilucidar una resistencia a una generalidad acerca del modo en cómo surge el sentimiento materno
en cada una de las mujeres. En este sentido, se tiene en común por parte de los autores mencionados,
que existe un sentimiento de fracaso y una ausencia que presenta a la madre con deseos voraces.
Sin embargo, se reconoce en todo ello un deseo inconsciente que se presenta como enigmático y
que comprende el deseo materno, que se ha venido trabajando desde el inicio del presente artículo,
es allí donde Tendlarz (2011), hace alusión al tercer tiempo del Edipo; momento en el cual, se
desarrolla la verdadera mujer.
A partir de lo anterior, Tendlarz menciona la distinción entre el desarrollo de la mujer y la
génesis del sentimiento materno, por este motivo, la pregunta correcta a desarrollar es ¿por qué
desde la misma pregunta por la maternidad se establece una distinción entre mujer y madre?, allí,
se debe recordar el dominio del goce en la mujer, el cual es mayor frente al hombre porque la
relación que tiene con el falo no es tan determinante como en el caso del hombre; dicho elemento
característico permite la subjetivación de la castración. Lo anterior, es lo que diferencia a la madre
y la mujer, que posteriormente estructura la génesis del sentimiento materno (Tendlarz, 2011).
¿EL DESEO MATERNO? Deseo de hijo, maternidad y mujer, una perspectiva psicoanalítica 21

Respecto a lo anterior, la distinción que presenta Tendlarz (2011) no brinda un acercamiento a la


génesis del sentimiento materno, no obstante, es importante el apunte que se desarrolla acerca del
papel de la subjetivación de la castración y el modo cómo este influye en la configuración de la
mujer.
Del mismo modo que con la feminidad, el concepto de maternidad se presenta como un
misterio para Lacan, pero, respecto a la maternidad se sostiene consideraciones más puntuales que
dan a entender que en la mujer existe una influencia edípica que le configura su deseo de
maternidad y la vuelve causa de deseo. Igualmente, Lacan, (citado por Tendlarz, 2011) rescata lo
negativo de la madre mencionado por Freud, lo que es denominado como un deseo materno de
voracidad; esto posteriormente, es abordado con el término de estrago materno.
El hijo para la madre no representa únicamente una insatisfacción sexual o una envidia
hacia el falo sino que va más allá, según Dolto (2004), este se convierte en objeto de deseo y el
niño responde frente a este deseo de distintas maneras, por esto la madre se siente completa siendo
su deseo alineado con el hijo; en esto radica la diferencia de los demás deseos, ya que se debe
recordar que los deseos no tienen objeto y siempre se escapan del sujeto. Continuando, el niño
representa para la madre el objeto causante de deseo, sin embargo, la respuesta no es la misma en
todas las madres pues su experiencia con el objeto a, se presenta en modos particulares y distintos,
recordemos que el deseo materno es caprichoso y sin ley y por ello el estrago materno (Dolto,
2004).
Por ello, si se parte desde la teoría freudiana se encuentra que el deseo femenino es por una
búsqueda ante la ausencia del falo, para lo cual encuentra como solución la maternidad; siguiendo
esta lógica, el hijo se presenta como algo que reemplaza ese deseo, por lo cual plantea Freud (citado
por Larrahondo y Jacobo, 2012) “la situación femenina solo se establece cuando el deseo de falo
se sustituye por el deseo del hijo, y entonces, siguiendo una antigua equivalencia simbólica, el hijo
aparece en el lugar del pene” (p.8)
En la teoría de Lacan (2010) se incluye el objeto a, lo que le permite mencionar que la
madre tiene una relación con el niño, reconociendo a este como objeto de su deseo; lo anterior, se
resalta por parte de Larrahondo y Jacobo (2012), el desplazamiento que se presenta con respecto a
lo simbólico, pasando del hijo-falo al hijo-objeto a. Entonces, ¿de qué depende? de la subjetividad
de la madre y de cómo posicione el deseo de su objeto a, el significado que le brinde a su hijo. En
esta medida, el objeto a se puede presentar en la psique de la madre, de distintas maneras
¿EL DESEO MATERNO? Deseo de hijo, maternidad y mujer, una perspectiva psicoanalítica 22

convirtiendo al niño en objeto de deseo a partir de sus fantasmas o convertirlo en un objeto real de
deseo, no obstante, lo ideal es que el niño sea un objeto transicional.
Abordar a los autores anteriores permitió comprender que la subjetivación del complejo de
Edipo cumple una labor importante en lo correspondiente a la configuración de la mujer y que
existe una diferencia en el desarrollo de la mujer y la génesis materna. Por este motivo, el presente
apartado cumple la función de ofrecer un acercamiento para comprender otros aspectos que
atraviesan la relación madre-hijo. Finalmente, el tema que se debe profundizar, a saber, el estrago
materno que implica la madre como cocodrilo.

3. Madre e hijo
3.1. Deseo de hijo y pasión de hijo
Es menester recordar el complejo de Edipo, puesto que, fundamenta el comportamiento del
niño a partir del miedo de la castración y, por otro lado, es el que introduce en la mujer la decepción
de no poseer el falo y la direcciona en la constante búsqueda de este. Lo anterior, configura y gesta
lo que más adelante puede expresarse como deseo de hijo, en este sentido, se tiene que el objeto
causante de deseo es en un primer momento, según Freud (1976a), el padre de la niña y
posteriormente se va a desplazar al deseo de un hijo; todo esto, en la medida en que la niña da
cuenta que no puede tener una relación con su papá tal y como la madre la tiene con éste. Además,
se presenta en etapas tempranas la envidia del pene, por parte de la niña; lo cual es importante
porque configura, como bien lo menciona Oliveros (2016), tres orientaciones: “1. la inhibición
sexual, 2. alteración del carácter en el sentido de un complejo de masculinidad, 3. La feminidad
normal: la maternidad” (p.7).
Cabe resaltar que de las tres orientaciones mencionadas, únicamente una de ellas apunta a una
feminidad normal, en este orden de ideas, se puede interpretar en dicha orientación la mujer se
identifica con la maternidad; mientras que, por otro lado, se encuentra un deseo sexual
potencializado o, en el caso de algunas mujeres, la identificación con lo masculino y, por ende, el
deseo de cumplir esa función frente a sus hijos.
En el caso de la maternidad la mujer presenta muchos cambios los cuales conlleva a que se
configuren nuevos deseos, se generen cambios en la expectativa de vida y sus acciones se dirijan
en torno al niño; de lo cual, se establece una relación de soberanía de la madre sobre el niño. Dicha
supremacía no es algo que se presente de manera consciente, sino que por el contrario, en esta
¿EL DESEO MATERNO? Deseo de hijo, maternidad y mujer, una perspectiva psicoanalítica 23

relación subyace una complejidad y deseos que posee la madre. Por esta razón, detrás de aquella
conexión se encuentran elementos como: fantasmas, huella mnémica y deseos inconscientes que
determinan la feminidad y el deseo de ser madre, según Alkolombre (2008). Los elementos de
fantasma y huella mnémica configuran el objeto de deseo y la búsqueda constante de este, por ello,
son importantes en la teoría psicoanalítica y además, permiten sustentar la particularidad que tiene
cada mujer.
Por su parte, Freud (1976a) menciona que en la mujer existe un deseo de concebir un hijo;
esto, por la búsqueda fálica. Mientras que para Lacan (citado por Cárdenas, 2014) existe un deseo
en el cual se instala el hijo en determinada posición, es decir, para Lacan la mujer por su deseo
determina posición que va a tomar frente a su hijo y el modo cómo cuidará de él. Pero, antes de
hablar de ello, se va a mencionar a Freud (1976a) y el concepto de pasión, el cual es comprendido
como una fuerza pulsionante, que emocionalmente direcciona el razonamiento y el
comportamiento del sujeto, por medio de fantasías o acciones; por lo anterior, se interpreta que
existe una noción de pasividad del sujeto frente al deseo mismo, motivo por el cual Alkolombre
(2008), menciona la existencia de una padecimiento al cual se encuentra sometido el sujeto con
respecto al objeto de deseo.
Se tiene que el concepto de deseo posee una fuerza que domina al sujeto y que hace que se
idealice, se añore y se encuentre a la expectativa de aquello que el objeto de deseo pueda ofrecer.
Por consiguiente, Oliveros (2016) enfoca su atención en el modo como la madre es la primera que
satisface las necesidades del niño por medio de: cuidados, al alimentarlo, cargarlo y brindarle
cariño, es decir, que la madre también suple necesidades emocionales. Por ello, se menciona que
la madre establece un vínculo con el hijo en donde esté, en algunos casos, representa alguien que
depende de ella y, en el caso del niño hacia la madre, se observa una dependencia en la cual el niño
es una representación del deseo de la madre.

3.2. Estrago Materno


Las páginas anteriores se encuentran configuradas de teorías que permiten comprender la
relación entre madre e hijo, motivo por el cual surgen preguntas que giran entorno acerca de ¿qué
es el estrago materno? y ¿qué representa en la relación entre madre-hija?
El estrago es definido por Hamman, Arciniegas, Febres, & Gaviria (2014) como un goce ilimitado
que se presenta en la vida del sujeto sin direccionamiento alguno, su pertinencia con la
¿EL DESEO MATERNO? Deseo de hijo, maternidad y mujer, una perspectiva psicoanalítica 24

investigación, consiste en que es denominado como un modelo clásico de la relación entre madre-
hija, que posteriormente se encuentra presente en la relación de pareja. Éste fenómeno se presenta
cuando existe una dificultad con la metáfora paterna y es Freud quien plantea y trata el tema; la
identificación del estrago materno tiene como característica principal la ausencia de admonición
acerca de la imposibilidad de que el falo represente un goce. Es decir, se presenta cuando existe
una imposibilidad de goce por medio del falo y, por consiguiente, el sentido se instaura en un sin
sentido.
Teniendo en cuenta lo anterior, Hamman, Arciniegas , Febres y Gaviria (2014) preguntan si
el estrago materno es estructural, lo cual tiene una respuesta afirmativa, porque la niña quiere algo
de su madre, algo que no es posible transmitirle; esto, en la medida en que la madre no representa
algo simbólico en la feminidad, interrogante ante el cual responde el silencio. Es decir, ciertamente
la madre juega un papel importante en la formación y configuración de lo femenino, pero, no
representa una definición clara de lo que propiamente es la mujer, por ello, no hay algo que
transmitir, ya que, no hay una respuesta a dicho cuestionamiento. Así mismo, no obstante Hamman,
Arciniegas , Febres y Gaviria (2014) refieren que la madre si puede dar los cimientos para la
configuración de sentido, pero, no puede brindarle a la hija una identificación como si lo puede
hacer el padre con el niño.
En el caso del estrago materno, Oliveros (2016) menciona que existe en la madre, teniendo en
cuenta el Otro primordial, un deseo materno que tiene una carga muy fuerte y que produce estragos;
lo anterior, se entiende en la medida en que se comprende que para Lacan (2010) el instinto materno
no surge de una naturaleza humana, sino que surge a partir de suplir un goce. Por ello, Lacan tiene
presente dos tipos de madre: la que cuida de sus hijos o la que devora a sus hijos, teniendo en
cuenta el estrago materno y el goce materno. Así, el estrago materno y la comprensión de este,
debe ser rastreado en el vínculo madre-hija que se instaura de manera anterior al complejo de Edipo
y que da razón acerca del detenido proceso de orientación hacia el hombre por parte de la madre.

3.3. Relación madre-hija


Es importante mencionar, que Freud plantea en su teoría un periodo de relación entre madre-
hija, momento en el cual se presenta la omisión de la figura del padre y el despertar erótico de la
niña, en el momento en el que la madre le realiza la limpieza (Oliveros, 2016). Es decir, que surgen
a partir de dicha relación distintos sucesos que configuran al sujeto como mujer y futura madre.
¿EL DESEO MATERNO? Deseo de hijo, maternidad y mujer, una perspectiva psicoanalítica 25

Para comprender la relación que se funda entre madre-hija, es necesario tener en cuenta el complejo
de Edipo en el hombre y el complejo de Edipo en la mujer; cuyo, rompimiento no se presenta y
tiene como consecuencia la búsqueda constante del falo en la vida de la mujer. Finalmente, como
lo menciona Oliveros (2016) existe una etapa en la relación madre-hija, que comprende el fantasma
de la madre, como un sujeto complaciente y de amor.
Se puede comprender que la madre para Freud significa aquel sujeto que suple las
necesidades del niño, necesidades fisiológicas, como también, demandas sentimentales; la madre
en el complejo de Edipo es la figura que representa objeto de deseo, que permite el rompimiento
del complejo de Edipo, en el caso del varón y la configuración de lo femenino, en el caso de la
niña. No obstante, se reconoce que la ligazón entre madre-hija conlleva sentimientos ambivalente
de odio y amor, esto por el deseo fálico de la hija (Oliveros, 2016).
En el caso de Lacan, Oliveros (2016) menciona que la madre con relación al hijo se posiciona
de determinada manera, en este sentido, el deseo de maternidad surge a partir de un principio
freudiano en el que se plantea que el falo es igual a hijo; en este orden de ideas, la mujer en la
búsqueda del falo accede a tener un hijo, con el objetivo de satisfacer su búsqueda. Por su parte, la
relación madre-hijo en Lacan, tiene como fundamento la satisfacción de las necesidades del niño
en sus primeras etapas de vida; y para el infante, la madre se ubica en el Otro primordial y es la
cual instaura el deseo en el niño.
En el momento en el que se aborda la maternidad se debe tener presente el concepto de
feminidad pues estos dos representan una dialéctica que configura la maternidad y el lugar en el
que se ubica la madre. En este sentido, Lacan retomado por Casanova (2006) trae a colación el
mito de Medea, que permite ejemplificar y comprender dicha dialéctica, en el caso de Medea se
encuentra una mujer que se entrega al amor y el caso de una mujer que experimenta la maternidad,
sin embargo, Medea es más mujer que madre.
Lo anterior se entiende a partir de la siguiente explicación, a saber, Oliveros (2016) menciona
los tres momentos de Medea: primero, mujer enamorada; segundo, mujer que experimenta la
maternidad; y, por último, los hijos pierden el valor fálico motivo por el cual son destruidos por
ella misma. En otras palabras, la feminidad y la maternidad no son siempre elementos de una misma
cara y la importancia de la madre en Lacan, radica en que al representarse como el Otro primordial
es configurante del deseo en el niño y genera efectos en el inconsciente de este, puesto que, hace
¿EL DESEO MATERNO? Deseo de hijo, maternidad y mujer, una perspectiva psicoanalítica 26

pasar al infante por momentos significativos como lo es el rompimiento del complejo de Edipo y
la configuración de la maternidad (Oliveros, 2016).
Continuando con lo anterior, la particularidad en el mito de Medea consiste en que el objeto de
amor que representaba Jasón, surge a partir de la identificación de éste en un lugar fálico; lo que
permitió que se unieran en matrimonio donde esta se caracterizaba por ser una madre ejemplar y
una mujer dulce. No obstante, Casanova (2006) menciona que este amor y comportamiento surge
a partir de la construcción del amor entre estos dos sujetos.
Posteriormente, Medea accede a ciertos sacrificios, esto a solicitud de su amado, lo cual
implica que al realizar todas las actividades por amor, Medea configure exigencias por el amor;
pero Jasón la traiciona, en la medida en que, no suple el deseo de Medea y no corresponde a su
deseo de amor. Por ello, Medea decide devorar a sus hijos y castigar, de manera paralela a Jasón
antiguo objeto de amor, la eliminación de los hijos es interpretado por Casanova (2006) como un
deseo por exterminar el lazo común existente entre Medea y Jasón, sin embargo, esta eliminación
de los hijos no tiene como objetivo ser una separación entre los dos sujetos, sino que, por el
contrario tiene como interés la unión nuevamente entre Medea y Jasón.
Medea representa dos subjetividades, de la mujer y de la madre, la primera de estas, se
fundamenta a partir del amor por Jasón, que conllevo a que tuviera hijos pero, dicho lazo se rompe
una vez el objeto de amor y el lazo fálico desaparece; este rompimiento, da paso al goce ilimitado
de la mujer y el surgimiento de una mujer que decide y que no busca ser reconocida como madre.
La conclusión de Casanova (2006), permite entrever y comprender la naturaleza misma de la teoría
lacaniana acerca de la ambivalencia entre lo femenino y la maternidad, como también, posibilita la
comprensión acerca del estrago materno y del goce en la mujer.
Finalmente, una comparación de los dos autores Freud y Lacan, se encuentra que la
maternidad no se presenta como parte de la biología de la mujer, sino que se presenta como un
deseo de goce y, en este sentido, la maternidad se presenta como una subjetividad que afecta en la
decisión y la posición que asumirá la mujer en un futuro. Por su parte Lacan, resalta que la
feminidad es también una subjetividad y que se encuentra en relación con un goce, más no con el
deseo de hijo.
Hamman, Arciniegas Febres y Gaviria (2014) resaltan la importancia del hijo en la vida de la
madre, que consiste en que el niño es un objeto de goce y divide al sujeto femenino el cual, con su
presencia, divide la función de la madre y de la mujer. En este sentido, como en el caso de Medea,
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surge un interrogante acerca de ¿cuál es esta división?, ¿cómo se puede identificar si se es madre
o mujer? Puesto que, pareciera que existiera una frontera que permite divisar la una de la otra, lo
cual se presenta como un misterio para el psicoanálisis, porque el niño puede presentarse como un
goce que desemboca en un olvido de sí misma; como es el caso de Medea. También otra forma es
el amor de pareja como un posible olvido de su misma. Larrahondo (2013) refiere que:
Medea es que enseña que en la sexualidad femenina no basta con que una mujer sea la madre
de un hijo, pues para sostener el lugar de madre se requiere de la mediación de un hombre
que haga de su mujer el objeto de su amor y deseo. Esta misma perspectiva es hallada en la
obra freudiana cuando se plantea una sujeción amorosa para la mujer. (p.359)

Conclusiones
El acercamiento hacia la génesis materna surge a partir del interés de comprender y entender
lo que significa ser madre realmente, todo ello, en la medida en que nos encontramos en un contexto
de cambio en el cual las mujeres no desean tener hijo y, en otro caso, el deseo de ser madre no
necesariamente implica una relación sexual o estable, sino que se puede acceder a distintos métodos
de fertilización. Por ello, el paso a seguir desde la perspectiva de psicoanálisis es seguir en
cuestionamientos sobre la configuración de aquel deseo inconsciente, en el cual se encuentran las
instancias del inconsciente, las huellas mnémicas y el fantasma. También, se encuentra la
importancia del complejo de Edipo en la mujer, en la medida, en que configura el ser mujer por
medio de la interacción que tiene con su madre, sin embargo, en lo correspondiente a la indagación
de la configuración de la maternidad el panorama se torna un poco oscuro y confuso.
La percepción de esta dificultad, consiste en que tanto la feminidad y la maternidad
representan un enigma y un interrogante en el psicoanálisis, como también, porque cuando se habla
de maternidad se debe diferenciar del deseo de hijo y de la pasión de hijo. En cuanto a la pasión,
se encuentra que el hijo se presenta como objeto de deseo de la madre y en ello, la madre queda
sometida y se vuelve pasiva ante este deseo. Por otro lado, teniendo en cuenta la dialéctica mujer
y madre, la diferencia que se logra identificar es que la mujer posee un goce, motivo por el cual, se
pierde a sí misma con respecto a otros objetos y, por otro lado, la madre presenta un deseo que va
dirigido a sus hijos y que configura en algunos casos un estrago que desemboca en la representación
de la madre como un cocodrilo.
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Teniendo en cuenta los distintos comentaristas e investigadores a los que se acudió en la


presente artículo, se debe resaltar el aporte que Lacan brinda al psicoanálisis, en lo que corresponde
a la configuración de la feminidad, como también, el planteamiento acerca de la dialéctica que se
presenta en el sujeto femenino entre: mujer y madre. Dicho planteamiento, permite tener un
fundamento general que no olvida la particularidad de cada mujer y que comprende un sinfín de
elementos que configuran a la mujer y su relación con la maternidad. En este sentido, otro elemento
de vital importancia es el falo en el complejo de Edipo, ya que, en las etapas mencionadas por
Lacan la topología se configura en torno al falo y el modo como este se desplaza hasta llegar a la
cultura en los tres tiempos.
Por otro lado, la teoría freudiana demuestra que aborda y comprende muchas problemáticas
que siguen siendo un enigma en la actualidad, sin embargo Freud es también fruto de su época, por
ello, se encuentra muy limitado a los mitos y a conceptos que en muchos casos no se pudieron
abordar en su plenitud. Además, que el modo como Lacan complementa dichas teorías enriquece
de manera significativa el presente artículo.
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