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Doctorado en Ciencias de la Educación

Investigación Educativa

Martha Cecilia Solano Wilches


000-00-2456

1.2 Ensayo argumentativo del centro educativo


como núcleo de desarrollo profesional
Unidad uno: La Investigación en el contexto de la práctica educativa

Dr. Roberto Rodríguez Moreno


29 de noviembre de 2020
Del centro educativo como núcleo de desarrollo profesional

“A menudo se olvida que un buen profesor


es ante todo un infatigable estudiante”
Nuccio Ordine.

Introducción

La búsqueda de una Educación de calidad que propenda por formar mejores seres

humanos, ciudadanos éticos, conscientes de la importancia de su acción en el

desarrollo y progreso de la sociedad es una tarea que cada día se proponen los

actores activos del sistema educativo. Ser maestro, profesor, docente, entre otros

nombres que se han sugerido a aquellos profesionales que eligieron hacer parte de

esta gran tarea como lo es la Educación, ha sido un camino tortuoso y de glorias en

la recuperación y dignificación de su labor para la reconstrucción del tejido social y

desarrollo de la sociedad.

En el desarrollo de este documento, pretendo dar solución a varios interrogantes

que nacen de la reflexión del proceso de formación y ejercicio de la profesión como

maestra, entre los cuales se plantean: ¿Puede cualquier profesional ser maestro?,

Dentro del quehacer profesional del maestro, ¿es importante su labor investigativa?,

¿se debe repensar el proceso de formación en los aspirantes a ser maestros y a los

que ya están en el ejercicio de su labor?, ¿Debe el Estado garantizar a los maestros

la posibilidad de una continua formación?, tiene la sociedad alguna responsabilidad

en el buen ejercicio de un maestro como investigador?, entre otros que van

surgiendo a medida que se avanza el discurso y que son ideas retumbantes que se

presentan en algunas charlas con compañeros maestros en el quehacer educativo.


Resignificación de la labor docente ¿Puede cualquier profesional ser

maestro?

A través de la experiencia como maestra es visible que la respuesta es no, ni

siquiera podría afirmar que profesionales en el área de la educación pueden

llamarse maestros. Para el Ministerio de Educación Nacional de Colombia, ser

maestro en este siglo tiene grandes responsabilidades e impacto social ya que lo

define como un “formador de ciudadanos”, “es aquel capaz de convertirse en líder,

en mediador entre la comunidad y el conocimiento”, así como un “facilitador” del

proceso de enseñanza aprendizaje que despierta en los estudiantes el interés por

aprender y comprender el mundo y la importancia de su formación en el desarrollo

de la sociedad. (MEN, 2005)

Y esta tarea no es fácil, la frustración tanto para los maestros, estudiantes y todos

los participantes de la educación es constante. Muchos profesionales que han

incursionado en la labor de ser maestro se ven agobiados por las dinámicas de la

Escuela, si se habla de el nivel de Secundaria y Primaria, ya que se estrellan con

ambientes que no se limitan a la transmisión de conocimiento, sino que exigen de

creatividad, empatía, comunicación asertiva y en gran cantidad de paciencia, debido

a que las dificultades de convivencia en el aula, hacen que las dinámicas del

proceso de enseñanza aprendizaje sean cada día un reto para avanzar.

Ahora si se habla de la educación superior, el rompimiento fraternal con la Escuela

es enorme, la relación empática maestro estudiante se pierde en una relación de

poder, de una exigencia necesaria pero que transgrede tanto al estudiante como al

maestro. De igual forma, el maestro de educación superior se ve enfrentado a una


apatía y un facilismo por parte de algunos estudiantes, que usando la ley del mínimo

esfuerzo quiere llegar a ser profesionales, y es por esto que se requiere de una

transformación de la educación superior que involucra tanto a los maestros como a

los estudiantes, una formación integral, donde se considera al estudiante como un

todo y lo orienta a potenciar su espíritu, de manera autónoma y responsable en su

contexto social, comprometido con su transformación (Orozco, 1999).

Ser maestro requiere de habilidades y competencias, pero sobre todo de amor por

su profesión, por el sentido de su quehacer, por reconocerse como agente

transformador con nuevas funciones como las que propone Bellón: El maestro como

coach, consiste en entrenar al estudiante “poner al alumno en forma”, desarrollando

sus capacidades y habilidades; Maestro como arquitecto, constructor de un futuro

partiendo de las necesidades de sus estudiantes y las propias; La función de

promotor de la creatividad; la función de constructor del conocimiento y la función

del maestro innovador que va en línea con los avances tecnológicos, los nuevos

paradigmas y estrategias (Bellón, 2009).

Maestro Investigador

Dentro del quehacer profesional del maestro, ¿es importante su labor investigativa?,

esta interrogante es fundamental y su respuesta es indiscutiblemente positiva, no

se puede ser maestro sin la labor inherente de investigación. Hablar de una reflexión

crítica de la labor del maestro en su quehacer diario es permitirle perfeccionarse,

analizar su impacto y aspectos de mejora para ir a la par con los cambios sociales,

con los avances tecnológicos y fundamentalmente con la formación ética. De

acuerdo con Gómez, el maestro investigador debe transformar su práctica


pedagógica desde las actividades propias de la disciplina que imparte hasta el

desarrollo total de estrategias que generan aprendizajes significativos y que va más

allá de los saberes y didácticas de enseñanza, de una forma crítica, posibilitando la

actualización del currículo y su pertinencia científica y social que desarrolle

competencias en los estudiantes (Gómez, 2003).

De acuerdo a lo anterior, no es que el maestro sea inconsciente de la importancia

de la investigación en su quehacer, es que su lucha constante con la realidad que

se vive en el aula y las dinámicas propias de las Instituciones educativas, actúan

como factor desmotivador, ya que por un lado se habla de calidad educativa y por

otro de cobertura, llevando a los maestros a un hacinamiento en el aula que le limita

su labor y más aún cuando la convivencia no se ve apoyada dentro de las políticas

educativas. No se desconoce el esfuerzo que hace el Estado Colombiano por nivelar

estás dos políticas, pero aún se presentan grandes déficits que generan

desequilibrio y que sus resultados se evidencian en las pruebas nacionales e

internacionales, por ejemplo, el bajo logro alcanzado por los estudiantes

colombianos de 15 años que compitieron frente a los de países de la Organización

para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en las pruebas PISA del

2012 y el 2015; el acceso a la educación es más probable en quienes cuentan con

los recursos económicos generando una fragmentación social y el aumento de la

pobreza (Guarín, Medina, & Posso, 2018)

Formación de Maestros

¿Se debe repensar el proceso de formación en los aspirantes a ser maestros y a

los que ya están en el ejercicio de su labor?, ¿Debe el Estado garantizar a los


maestros la posibilidad de una continua formación?, tiene la sociedad alguna

responsabilidad en el buen ejercicio de un maestro como investigador? Estas

interrogantes se responden a través del análisis de los esfuerzos que hacen los

Países por mejorar y avanzar en la calidad de la Educación y que se evidencian en

las políticas públicas que en materia educativa promulgan y que tienen que ver con

la formación de maestros.

A pesar de estos esfuerzos, la lucha por alcanzar una educación de calidad, todavía

está en proceso, Delgado recomienda varios aspectos para mejorar en cuanto a

políticas públicas que son interesantes: 1. Avanzar en cobertura con criterio de

equidad, fortaleciendo el área rural y los sectores más vulnerables en cuanto nivel

económico y social; 2. Mejorar la calidad de los maestros, propone ser más

rigurosos en los aspirantes a ser maestros, generando mayores incentivos y

valoración de la profesión, fortaleciendo procesos de formación posgradual; 3.

Otorgar mayor autonomía a las Instituciones Educativas, permitiendo la

administración directa de los recursos otorgados por el Estado, evitando la

burocracia y dando más oportunidad a cubrir las necesidades propias de su realidad

y 4. Ampliar la jornada escolar, aunque este punto es bastante álgido por la

necesidad de inversión que requiere para la ampliación del recurso para

infraestructura, contratación de maestros, entre otros de las necesidades latentes

(Delgado, 2014).
Conclusiones

En entrevista a Fernando Savater (MEN, 2005) “El maestro es el soporte básico del

cultivo de la humanidad y su labor está ligada al sentido humanista de la civilización”

La visión de la labor del maestro, de su sentido, de su quehacer y de reconocimiento

como agente transformador es inherente al proceso de investigación que realiza en

su práctica pedagógica, en su compromiso personal y social de repensar los

procesos de enseñanza aprendizaje.

Un buen maestro debe tener claro que no puede hacerlo solo, desde el

reconocimiento de su par académico como constructores de conocimiento, hasta la

necesidad de ser partícipe en la creación, análisis y ejercicio de políticas públicas

que garanticen una educación de calidad, son condiciones necesarias para un buen

ejercicio de su labor.

Para una verdadera transformación de la educación todos los actores que

intervienen en ella deben hacerse activos, críticos, reflexivos y dinámicos, buscando

eliminar las limitaciones y obstáculos que generan las diversas situaciones de

desigualdad social, el desempleo, la familia disfuncional, la corrupción y falta de

valores éticos y morales de la sociedad.


Referencias bibliográficas

Bellón, F. M. (2009). El maestro creativo: nuevas competencias. . (14), 279-290:


Tendencias pedagógicas.

Delgado, M. (2014). La educación básica y media en Colombia: retos en equidad y


calidad. Bogotá: Fedesarrollo: Centro de Investigación Económica y Social.

Gómez, B. R. (2003). Aportes de la investigación-acción educativa a la hipótesis


del maestro investigador: evidencias y obstáculos. . Educación y
educadores, (6), 91-104.

Guarín, A., Medina, C., & Posso, C. (2018). Calidad, cobertura y costos ocultos de
la educación secundaria pública y privada en Colombia. Revista Desarrollo
y Sociedad, (81), 61-114.

MEN, M. D. (2005). Ser Maestro hoy, el sentido de educar y el oficio docente.


Revolución Educativa Altablero, No. 34.

Orozco, L. (1999). La formación integral: Mito o realidad. Bogotá: Uniandes.

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