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La inmigración actual puede entenderse bien como una normalidad histórica (siempre
ha habido inmigración), o bien como un fenómeno distintivo que anuncia un nuevo tiempo
histórico donde el propio sistema de categorías políticas fundadas en principios
democráticos debe ser replanteado.
Las respuestas dadas al reto de la inmigración son muy diferentes. Uno de los
criterios es si consideramos el poder del demos propio de la democracia en su dimensión
social (como población, independientemente de la nacionalidad) o en su dimensión política
(como ciudadanía nacional). En el primer caso, los intereses de los inmigrantes tienen el
mismo estatuto legitimador que los de los ciudadanos nacionales. No ocurre así en el
segundo caso.
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bajo una aparente capa de descripción, esconden una interpretación parcial y unilateral de
la realidad (es un argumento parecido al de la unidimensionalidad de Marcuse).
En nuestros días hay personas que obedecen pero no forman parte del demos (la
definición de inmigrante sería propiamente la de una persona que vive en un territorio sin
forma parte del demos, sin ser soberanas). Esta situación pone en cuestión los valores y
principios de la democracia, supone un déficit democrático. En definitiva, estamos diciendo
que existe una diferencia entre el demos político o ciudadanía y la población (que incluye a
los ciudadanos y a los inmigrantes).
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producto de la modernidad. Salir de este triángulo supone salir del paradigma ilustrado.
Con la expresión se intenta reforzar su carácter de creencia.
Los teóricos de la democracia suponen una organización donde el demos (el pueblo)
se concibe de forma culturalmente homogénea. Aunque los criterios de pertenencia al
demos han variado, su conceptuación ha sido siempre construida en términos excluyentes.
Así, cada demos ha trazado un línea divisoria entre él y los demás, obligando a los demás
a obedecer sus leyes (si viven dentro de sus fronteras).
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inmigración y la multiculturalidad presiona nuestro principal marco de referencia, que está
formado por los fundamentos de la democracia liberal. En esta situación, introducimos
siete premisas que conformen nuestro esquema de pensamiento:
x Premisa 2: Este proceso es el principal eje del conflicto actual y principal motor del
proceso de cambio que viven nuestras sociedades democráticas avanzadas. Como eje
del conflicto se consolida la categoría de cultura e identidad, llegando a adquirir un sentido
político y social.
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x Premisa 7: Los conflictos que debatimos no versan sobre hechos, sino sobre sus
interpretaciones. No hay debate sobre la inmigración, sino sobre cómo se interpreta y
percibe la inmigración. Esto significa que los conflictos sociales están relacionados con
conflictos de significados. La política es una realidad discursiva. Sobre la base de estas
premisas, se pretende plantear un nuevo sistema de categorías que sirva para interpretar
un nuevo mundo.
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Las situaciones de desigualdad social y económica tienen un claro componente de
identidad. Se está produciendo una “culturización” de las desigualdades sociales, donde la
categoría identidad/cultura define las “zonas de conflicto”. Hoy en día son lo inmigrantes
los que engrosan la categoría de pobreza.
Sin embargo, iniciado el siglo XXI, el multiculturalismo se percibe como una amenaza
a nuestros valores democráticos, como fuente de inestabilidad y de inseguridad, como
conflicto irresoluble. ¿Por qué ocurre este cambio semántico? Confluyen varios factores: la
época del post 11 de septiembre de 2001 vive la amenaza de atentados terroristas, surgen
partidos europeos con discursos ani-inmigrantes, etc. La tendencia es el retorno al
asimilacionismo.
Para abordar el debate hay que hacer una tarea analítica. Podemos distinguir tres
niveles conceptuales en el multiculturalismo:
- Como política pública (dimensión política). Entonces designa una política pública
destinada a la defensa de grupos culturales minoritarios. Esta idea es la que esta
siendo criticada hoy en día.
- como posición ética (dimensión moral). Esta línea defiende que la diversidad es un
valor, y defender políticas contra la diversidad es entendido como una evasión del
marco de referencia democrático basado en la igualdad.
Los argumentos principales giran en torno a la incapacidad de las políticas para evitar
que cada grupo se encierre en sí mismo pluralizándose así el espacio público
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(disolviéndose por tanto la idea de espacio cívico como espacio compartido de valores y
principios comunes). Esto supondría que el multiculturalismo llevaría a la desmembración
de la sociedad.
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