Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Actualmente, muy pocos estudiosos aceptan la teoría que durante mucho tiempo ha sido más
popular: los problemas del Tercer Mundo tienen su origen en la colonización europea y en el
“neocolonialismo” económico que le sucedió tras la independencia. La realidad es mucho más
compleja. La acción de los gobiernos y la propia dinámica de estas sociedades es el factor clave
para entender su evolución diferenciada.
Una zona, el Oriente Medio, se convirtió en un foco de tensión internacional que aún perdura a
inicios del siglo veintiuno. Una civilización, la islámica, vio surgir en su seno movimientos
integristas violentos que hoy plantean uno de los mayores desafíos a la paz y la estabilidad
mundial.
1. La crisis de los Imperios coloniales
La primera guerra mundial aceleró el desarrollo de movimientos nacionalistas en las colonias
europeas en Asia y África. Tras la segunda guerra el mantenimiento de los viejos imperios se hizo
insostenible. En un proceso increíblemente amplio y rápido la mayor parte de las colonias había
accedido a la independencia en la década de los sesenta. Decenas de nuevos estados se unieron
a la comunidad internacional.
La primera guerra
mundial abrió el
camino para el
despertar de los
pueblos colonizados.
Las elites indígenas
enviaron a sus hijos a
estudiar a las
universidades
europeas y allí se
impregnaron de las
ideas de democracia y
libertad. Al volver a
sus países de origen
sufrieron el sistema
colonial que les
discriminaba y les
excluía de los cargos
administrativos y
políticos. Estos
hombres formaron los
cuadros de los
primeros grupos
nacionalistas y anticolonialistas. Cada uno tomo un sendero propio: Gandhi en la India apeló a la
conciencia religiosa hindú; Burguiba en Túnez se inspiró en el nacionalismo laico del turco Kemal
Ataturk; mientras que Ho Chi Minh en Vietnam unió la revolución comunista con la revuelta
anticolonial.
Si nos fijamos en los dos grandes imperios coloniales, podemos distinguir un modelo francés de
descolonización y otro británico. Tras la humillación de 1940 ante Alemania, Francia no estaba
preparada para aceptar la pérdida de las colonias, algo que contemplaba como una nueva derrota.
El gobierno de París trató de retener por la fuerza el imperio lo que dio lugar a un proceso
descolonizador traumático. El modelo británico fue, en general, menos violento aunque en el caso
de la India o Palestina, dejó tras de sí enfrentamientos (indios y pakistaníes; árabes e israelíes) que
continúan en el siglo XXI.
3. La descolonización de África
El proceso descolonizador en el África árabe tuvo su punto crítico en el Magreb. Tras una cruenta
guerra, Francia tuvo que finalmente otorgar la independencia a Argelia en 1962. La emancipación
del África negra encontró menor resistencia por parte de las metrópolis europeas, pero dio lugar al
nacimiento de un grupo de países que aún hoy no ha conseguido la estabilidad política ni el
desarrollo económico. Un caso particular fue el de Sudáfrica. Aquí la minoría blanca dominante
estableció un sistema de segregación racial, el apartheid, que perduró hasta la década de los
noventa.
El proceso de independencia en Argelia constituyó uno de los episodios más sangrientos del
proceso descolonizador. La presencia de una fuerte minoría europea llevó a que el gobierno de
París se negara a aceptar las demandas nacionalistas. La guerra de Argelia (1954-1959) fue un
episodio traumático tanto para la metrópoli como para la colonia. El enfrentamiento entre el Frente
de Liberación Nacional argelino (FLN) y el ejército francés provocó la muerte de que casi medio
millón de argelinos musulmanes y veinticinco mil soldados franceses.
La gravedad de la situación llevó a que en Francia se llegara al borde de la guerra civil. La vuelta al
poder de De Gaulle salvó al país del conflicto, aprobándose una nueva constitución para Francia.
Con respecto a Argelia, De Gaulle, que llegó al poder como abanderado de la defensa de la
"Argelia francesa", tuvo que ceder finalmente e iniciar negociaciones con el FLN. Los Acuerdos de
Evian abrieron el camino a la proclamación de la independencia que tuvo lugar en julio de 1962.
La última etapa descolonizadora tuvo lugar en los años setenta y afectó a las colonias ibéricas.
España cedió precipitadamente el Sahara Occidental a Marruecos y Mauritania en 1975. La agonía
de Franco aceleró un proceso en el que no se contó con la población saharaui. Un poco antes, la
caída de la dictadura en Portugal en 1973 precipitó la independencia de Angola y Mozambique. La
descolonización de las colonias portuguesas se produjo en un marco internacional caracterizado
por el recrudecimiento de la guerra fría, lo que explica en gran medida las largas guerras civiles
que se abatieron sobre estos países, en especial en el caso de Angola.
Al acabar el siglo XX, el balance de la trayectoria política y económica del África poscolonial era
bastante negativo y, a menudo, trágico. A la pobreza endémica de un continente incapaz de
alimentar a su población y apartado del proceso de globalización, se le ha unido una gran
inestabilidad política jalonada por múltiples conflictos. El genocidio de Ruanda en 1994, que costó
la vida a 800.000 personas, es un gráfico ejemplo de la tragedia africana.
La población quedó ubicada en territorios separados por criterios raciales. La diferencia entre una
zona acomodada de raza blanca y las empobrecidas zonas de población negra era similar a la que
separaba un país desarrollado y el tercer mundo.
La resistencia negra se articuló en torno al Congreso Nacional Africano con Nelson Mandela como
figura carismática. Pese a reprimir duramente las protestas de la población negra (Matanzas de
Soweto, 1976), el fin de la guerra fría facilitó el fin del régimen del apartheid. Estados Unidos dejó
de temer una Sudáfrica negra prosoviética y cesó en su apoyo velado al régimen sudafricano. Tras
pasar veintiocho años en la cárcel, Nelson Mandela fue liberado en 1990, y se inició una transición
negociada que llevó a que en 1994 se celebraran las primeras elecciones libres y multirraciales en
el país. El Congreso Nacional Africano de Mandela formó gobierno y puso fin al régimen racista
sudafricano.
Pese a la desigualdad numérica, la primera guerra árabe-israelí (mayo 1948-junio 1949) concluyó
con una clara victoria israelí. El nuevo estado judío pasó a ocupar el 78% de la antigua Palestina,
en lugar del 55% asignado por el reparto de la ONU. Los territorios árabes que quedaron fuera de
su control fueron anexionados por los estados árabes vecinos: la franja de Gaza pasó a manos de
Egipto y la Cisjordania y la ciudad antigua de Jerusalén quedó en poder del reino de Jordania. La
guerra fue una catástrofe para la población palestina, que fue expulsada masivamente de los
territorios israelíes y se refugió en los estados vecinos. Los árabes palestinos quedaron como una
población sin estado.
La aplastante derrota árabe trajo consigo importantes cambios en la escena internacional. Israel
pasó de ser un país asediado a ser una potencia ocupante. Se negó a devolver los territorios
ocupados; favoreció que una nueva oleada de palestinos se dirigiera a los países vecinos; y,
finalmente, proclamó unilateralmente la reunificación de Jerusalén, anexionándose el Jerusalén
árabe.
La aplastante derrota árabe en la Guerra de los Seis Días había lanzado a la diáspora a miles y
miles de palestinos que se hacinaban en campos de refugiados en los países vecinos. Desde
Jordania, los guerrilleros de Al Fatah
(La Conquista), organización dirigida
por Arafat y mayoritaria en la OLP,
emprendieron ataques contra Israel.
El Tzahal, el ejército israelí,
respondió con duras represalias ante
lo que la población israelí
consideraba como actos de
terrorismo. A la vez, dentro de
Jordania, el creciente poderío de las
organizaciones palestinas puso en
peligro a la monarquía jordana. El rey
Hussein no dudó en enfrentarse a los
palestinos y, en septiembre de 1970,
el ejército jordano expulsó a gran
parte de los refugiados y a las
guerrillas de la OLP que huyeron
hacia el Líbano. Es lo que los palestinos denominaron el "Septiembre Negro".
El nuevo líder egipcio que había sucedido a Nasser en 1970, Anuar el-Sadat, ante la negativa
israelí a cualquier concesión en lo referente a los territorios ocupados, comenzó a preparar junto a
Siria una nueva guerra que permitiera a los países árabes recuperar lo perdido en la Guerra de los
Seis Días. El 6 de octubre de 1973, tropas egipcias y sirias atacaron por sorpresa a Israel. Se
iniciaba la Guerra del Yom Kippur, así conocida por la festividad religiosa judía en la que se inició
el conflicto.
El factor sorpresa permitió importantes avances árabes: los egipcios cruzaron el Canal de Suez y
los sirios recuperaron los Altos del Golán. Sin embargo, diez días más tarde los israelíes
contraatacaron recuperando el terreno perdido. Las dos superpotencias que habían armado
masivamente a sus respectivos aliados, buscaron una solución al conflicto que no engendrara
mayor inestabilidad en la zona. El 25 de octubre de 1973 cesaron las hostilidades.
La Guerra árabe-israelí de 1973 tuvo enormes consecuencias. No solo abrió una nueva fase en el
conflicto del Oriente Medio que vendrá a concretarse en 1979 con la firma de los Acuerdos de
Camp David, sino que tuvo una enorme repercusión en la economía mundial: la crisis del petróleo
que marcará el fin de una larga etapa de expansión del sistema capitalista en los países
desarrollados.
4.5. El Oriente Medio (1973-1988)
El período que se abrió tras la guerra del Yom Kippur fue contradictorio. Por un lado, la
experiencia de la guerra llevó a la firma de la paz entre Israel y la principal potencia árabe, Egipto.
Por otro, nuevos focos de tensión se abrieron en el Líbano, Irán e Irak. Estas nuevas crisis
adelantaron lo que iba a ser el nuevo contexto internacional tras el fin de la guerra fría.
En esa situación caótica, los milicianos palestinos asentados en el Líbano continuaron lanzando
incursiones contra el norte de Israel. La respuesta del gobierno de Tel Aviv fue la ocupación del sur
del país en 1978, y el bombardeo de Beirut en 1982. Finalmente, el ejército israelí consiguió su
objetivo: los guerrilleros de la OLP y su líder Yasser Arafat tuvieron que abandonar el país. El
Líbano, sin embargo, tardó años en salir de una guerra civil que acabó con un país arruinado bajo
la hegemonía de Siria.
Tras cinco meses de manifestaciones duramente reprimidas, el régimen pro-occidental del Sha de
Irán fue depuesto por una revolución islámica dirigida por el clero iraní. El ayatollah Jomeini,
máxima autoridad del clero chiíta, accedió al poder político y estableció una dictadura basada en
los principios más rigurosos de la versión chiíta del Islam. El islamismo, que parecía un
movimiento propio de la Edad Media, irrumpía con enorme fuerza en el panorama político del
mundo musulmán.
Tanto las potencias occidentales como Moscú miraron hacia otro lado e incluso apoyaron con
armas a Irak. El Irán de Jomeini era un peligro para todos. No obstante, el ataque iraquí se
estancó y se inició una larga guerra en la que los frentes apenas se modificaron. Finalmente,
la guerra Irán-Irak concluyó en agosto de 1988 sin que Saddam Hussein hubiera conseguido los
objetivos por los que atacó a Irán.
Sólo Chile ofrece hoy un balance económico claramente satisfactorio. A comienzos del siglo XXI,
América Latina sigue hoy enfrentada a la necesidad de crecer económicamente, pero también de
reducir cuanto antes la extrema desigualdad que la caracteriza.
En Chile, donde, junto a Costa Rica, en el que las tradiciones democráticas gozaban de un arraigo
desconocido al sur del Río Bravo, gobiernos de uno y otro signo surgidos de las urnas se
alternaron hasta 1973. Durante los dos mandados del demócrata cristiano Frei (1964-1970) se
pusieron en práctica ambiciosos proyectos, entre ellos la reforma agraria, en sintonía con las
propuestas de la Alianza para el Progreso impulsada por los Estados Unidos para evitar el contagio
de Cuba al resto de América Latina. La victoria de la Unidad Popular, liderada por Salvador
Allende, en las elecciones de 1970 estuvo acompañada de una profunda polarización de la
sociedad chilena. El golpe de Pinochet en 1973 puso fin violentamente a décadas de política
parlamentaria. Una peculiar transición a la democracia se inició en 1988, cuando Pinochet fue
derrotado en el plebiscito convocado por él mismo para asegurarse su reelección.
En Brasil, la personalidad política más influyente del siglo XX fue Getúlio Vargas. Tras acceder al
poder con un golpe de estado, ideo el Estado Novo (1937-1945), un proyecto dirigista de
modernización de la sociedad brasileña. Retornó como presidente electo entre 1950 y 1954. En
plena crisis política, su muerte por suicidio no borró la profunda huella que dejó en la política
brasileña. Un golpe de estado militar llevó a los militares al poder hasta 1984. En ese año, la
presión popular y los problemas económicos, forzaron la caída de la dictadura y el inicio de la
transición democrática.
México es el único caso en América latina en el que un mismo partido el Partido Revolucionario
Institucional (PRI) ha estado en el poder durante décadas (1929-2000). Surgido de la Revolución
Mexicana logró crear un modelo político duradero que, si bien al precio de la creación de algo no
muy próximo alejado a un régimen totalitario de partido único, ha evitado a México los golpes
militares que ha conocido otros países latinoamericanos. A partir de finales de los sesenta, los
gobiernos del PRI dieron muestras crecientes de no poder ya integrar las aspiraciones de amplios
sectores de la sociedad mexicana.
2. La emancipación de Asia Oriental
Los primeros territorios asiáticos que se emanciparon en Asia fueron las posesiones japonesas en
1945. La gran colonia europea, la India británica, fue la pionera en proceso de descolonización.
Tras la India, las demás posesiones europeas fueron accediendo a la independencia en un proceso
que, en algún caso como fue el de Indochina, se confundió con los conflictos de la guerra fría.
2.3. Indochina y Corea
Indochina (Vietnam, Laos y Camboya) formó parte del imperio francés desde la segunda mitad del
siglo XIX. Corea cayó bajo el control japonés en 1907. Tras el fin de la segunda guerra mundial, el
proceso descolonizador en ambos países se confundió con los conflictos de la guerra fría.