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tor intentara atribuirle una significacién légica. No he- mos hecho mis que limitarnos al uso corriente, con la esperanza de que se extender al menos intuitivamente. Basta, pues, con saber aproximadamente qué sentido hay que dar a la nocién de ciencias humanas. 3. Tal vez algunos lectores se sorprendan al com- probar que el estructuralismo o el funcionalismo no figura entre las teorias examinadas en esta obra. No es un des- cuido. Tampoco las hemos eliminado porque sean teorias inmediatamente contemporaneas. Simplemente, no tienen cabida aqui. En efecto, son unas teorias internas de algu- nas ciencias humanas, en particular de la lingiiistica y de Ia emologia, a veces traspasadas a la sociologia y a la psicologia, y no teorias sobre las ciencias humanas en el entido de que pudieran caracterizar el estatuto de estas ultimas y su relacién con las ciencias de Ja naturaleza. En suma, el estructuralismo es una teorfa andloga a la de la flogistica en quimica, a la del vitalismo en biologia o a la del organicismo en sociologia. Eso no quiere decir que Lévi-Strauss no tenga ideas sobre la sistematica de las ciencias humanas, pero no las ha elaborado teérica- mente, 2 excepcién de alguna que otra alusién en la An- thropologie structurale. |. El periodo de las clasificaciones La idea de que las ciencias humanas podian constituir una esfera auténoma de investigaciones 0 que pudieran ser disciplinas con una reglamentacién cpistemolégica pro- pia, o una metodologia especifica, es bastante reciente. Es muy dificil encontrarla en los escritos anteriores al siglo xvi1. Sdélo se afirmé progresivamente durante el siglo xvir y no se impuso hasta el XIX. Sin duda, hay que buscar Jas razones de esta toma de conciencia tardia en Ja situaci6n misma de la ciencia hasta el Rena- cimiento. La concepcion que se hacia hasta esta fecha de Ja nocién de ciencia era vaga e imprecisa, ya que desig- naba tanto una investigacion metédica como cualquier dis- curso coherente y légico, ¢ incluso la accién ordenada. Por una parte, se hacia referencia, de manera mds o menos explicita, a la clasificacién de las ciencias de Aristételes. que distinguia tres clases. Las ciencias teéricas, cuyo ob-Q jeto era el andlisis de lo que parecia necesario; las cien- \cias poéticas,; que se referian a la produccién o actividad cuya finalidad es exterior al agente; las ciencias practi- = cas, que se interesaban por la actividad del agente. Por otra parte, a excepcién de las matematicas y a pesar de algunas investigaciones mds o menos precisas, pero dis- persas, en el terreno de las observaciones referentes a la naturaleza o a la vida, ninguna ciencia habia experimen- tado un impulso especial suficiente para poder servir de modelo a las otras. Practicamente, hasta el final del Re- nacimiento, todas las ciencias estaban al mismo nivel: ausencia de rigor en el desarrollo, investigacién vacilante, resultados inciertos, cuando no estaban sometidas a creen- cias supersticiosas. Desde un cierto punto de vista, inclu- so se puede decir que el andlisis politico y la contribucién a la historia de Maquiavelo eran mas cientificos (en el 9 sentido que dames hoy a esta palabra) que los estudios que se hacian en su ¢poca sobre tisica o biologia. Esta si- tuacion se modifico a finales del Renacimiento, Sin entrar aqui en una investigacion detallada, hay que retener dos fenomenos que contribuyeron grandemente a suscitar una reflexion sobre la particularidad de las dis- ciplinas que, en nuestros dias, llamamos ciencias huma- nas, Fueron, por una parte, el impulso prodigioso de las_ ciencias de la naturaleza a partir de los trabajos de Ga- lileo y de las nuevas perspectivas que ofrecian; por otra parte, cl dualismo de alma y cuerpo, de espiritu y ma-_ teria, que Descartes desarrollé en filosofia, - _ La rapida expansion de las ciencias de la naturaleza a partir del siglo xv11 provocé un desfase, en la republica de las ciencias, entre la fisica y las ciencias del hombre. A causa del desarrollo creciente de una y del estanca- miento de las otras, diversos espiritus se interrogaron sobre una posible disparidad, a nivel de la cientificidad, entre ambos grupos de ciencias y sobre la particularidad de las ciencias humanas. Cierto ntimero de cellos se nega- ron a ver una oposicién definitiva. Al considerar las cien- cias de la naturaleza como el modelo de toda cientifici- dad, estimaron que el retraso de las ciencias humanas po- dria solucionarse a condicién de que adoptaran las nor- mas y los métodos de las ciencias de la naturaleza. Esta concepcidén epistemoldgica fue dominante en el siglo xvizr. Asi, en el prefacio de su obra De l’esprit, Helvetius cree que los problemas que plantean las ciencias morales pue- den entrar en Ja via del progreso si se introduce en ellos el método de la experimentacién fisica. La Mettrie inten- ta explicar el hombre segtin los principios de la meca- nica. En su Systéme de la nature, d’Holbach hace de la naturaleza el principio del sistema social y de la moral. Los trabajos de Newton confirmaron a numerosos auto- res en esta nueva orientacién, hasta el punto de que so- fiaban en convertirse en el Newton de las ciencias mora- les. Se pensaba que bastaba con naturalizar los fenéme- nos para poder explicarlos. De ahi los numerosos estudios de esta época sobre la religién natural, la moral natural, 10 el derecho natural, la politica natural, la historia natural, etcétera, Oponiéndose a la metafisica, sc desarrollo un metafisica naturalista o sensualista.! Opuesta a esta co rriente, habia otra mas o menos fiel a distincion cz tesiana del alma y del cuerpo, que traspaso esta diferen- ciacién ontolégica al plano metodolégico para mostrar la irreductibilidad entre Espiritu y Materia, Naturaleza y Pensamiento, y mas tarde entre Naturaleza e Historia. Ne- gaba la posibilidad de una reduccién de los fenémenos morales a fenémenos fisicos, aunque solo fuera en razén de Ja importancia de la finalidad en las acciones humanas, que un estudio cientifico no sabria sacrificar al mecanis- mo. Ponia asi las bases filoséficas de la autonomia de las ciencias humanas o «morales», ya que era esa palabra la que se utilizaba en el siglo xv111. Ese dualismo fue la base de la filosofia critica que Kant desarrollaria. Seria erré- neo asimilar el naturalismo del que acabamos de hablar a esta corriente critica, ya que sélo fue critica negativa- mente, en el sentido en que oponia al dogmatismo espi- ritualista el dogmatismo materialista. Asi, por ejemplo, Montesquieu, mientras insistia en la importancia de los factores fisicos para el conocimiento de las leyes y las cos- tumbres, se negaba, no obstante, a ver en ellos las condi- ciones determinantes, ya que, en su opinion, sélo los ma- los legisladores se someten simplemente al clima y a otros factores fisicos. Igualmente, Charles Bonnet afirmaba ta irreductibilidad entre la actividad y el mecanismo. Sean cuales sean las interpretaciones que se puedan dar al desarrollo de las ciencias durante los siglos xvII y XVIII, nos damos cuenta de que el problema de las cien- cias humanas se habfa convertido en objeto de un debate permanente. Por falta de elementos conceptuales suficien- tes, la reflexi6n era confusa, pero se habian puesto los jalones de una teoria general. O, mejor dicho, esta teoria general se buscaba en los intentos de clasificacién de las Ciencias, ya que en general un nuevo problema se aborda 1. A este propésito, ver: E. Casstrer, La philosophie des Iu- miéres, Paris, 1966. 11 "9 Or esta via. Entre las numerosas clasificaciones de los iglos \vit hasta el xtx, sdlo citaremos aqui las mas im- ortantes y ificativas. ”, 'y 1. La clasificacion de Bacon y de d'Alembert Consciente de las nuevas perspectivas que ofrecen el desarrollo de las ciencias y mds particularmente el méto- do experimental, Bacon se preocupa, no obstante, segtin propia confesién, de «apartarse lo menos posible de las opiniones y de las maneras de hablar de los antiguos». Asi, su verdadero problema es el de situar en el campo de los conocimientos las disciplinas tradicionales v las nue- vas, y completar la antigua légica con un novur orga- non. Ese es el proyecto que realiza en el De dignitate et augmentis scientiarum, publicada en 1623, pero concebi- do primitivamente como la primera parte de una obra més extense, La instauratio magna. Paradojicamente. Ba- con afirma que desconfia de las clasificaciones y, sobre todo, de los «métodos», ya que, a sus ojos, no son mas que simples procedimientos de exposicién, extrafios a la verdadera naturaleza del trabajo cientifico y propios uni- camente para acumular las distinciones sutiles y estéri- les. Quiz4 por esta razén no buscé el principio de su pro- pia clasificacién ni en los métodos ni en las propias cien- cias, sino en las diversas facultades del espiritu humano, completandolas con una distincién entre Ja naturaleza y el hombre. Con rigor, se podria ver en esta ultima dicoto- mia la base de una divisién del globo cientifico en cien- cias de la naturaleza y ciencias del hombre, si Bacon le hubiera concedido un valor epistemolégico. Pero ese no es el caso. En efecto, Bacon busca la distincién epistemol6- gica en las facultades del alma, «sede propia de la cien- cia»? a saber, la imaginacién que es fuente de la poesia, la memoria que es fuente de la historia y la razén que es fuente de la filosoffa. Nos damos cuenta, pues, que si- De dignitate, parte I, lib. II, cap. I. 12 guiendo la tradicion, Bacon utiliza el concepto de cien en el sentido amplio de conocimiento en general, al igual que entiende de manera tradicional las nociones de natu- raleza y de hombre. Pasemos por la poesia, que puede ser narrativa, dra- miatica y parabdlica. La historia, o ciencia de la memoria, se subdivide seguin la distincién de naturaleza y hombre. en historia natural e historia civil. La primera comprende la historia de la naturaleza libre (historia de los cuerpos celestes, de los meteoros y cometas, de las tierras, mares y montafias, de los elementos y de las especies), Ia historia de las pretergeneraciones o monstruos, y la historia de la naturaleza encadenada o de las artes mecAnicas. Nos podriamos sorprender por Ja falta de pertinencia de esta division, que clasifica bajo la misma mibrica de historia natural el estudio de las especies y de la actividad técnica, si no tuviéramos en cuenta que para Bacon las técnicas no crean fuerzas nuevas, sino que utilizan unicamente las fuerzas naturales por aproximacién y alejamiento de | cuerpos, con el fin de dar mayor eficacia a estas fuerzas naturales. Las ciencias de la razén o filosofia se dividen en tres ruabricas: la ciencia de Dios o teologia, las ciencias de Ja naturaleza, que se subdividen en ciencias especulativas (fi- sica y metafisica) y ciencias practicas (mec:nica y magia natural), y por ultimo las ciencias del hombre. Esta ul- tima rubrica es la que nos interesa mas particularmente. Se divide a su vez en dos tipos de ciencias: las del hom- bre individual, compuesto por alma y cuerpo, y las del hombre que vive en sociedad. En la primera categoria, Bacon clasifica la ciencia del hombre en tanto que ¢ste esta compuesto de alma y cuerpo, pero no le da ningun nombre especial, la ciencia del cuerpo que comprende la medicina, la cosmética, la atlética y el suntuario (ciencia del gusto y de las bellas artes), y la ciencia del alma que comprende la del alma sensible y voluntaria y la del alma razonable o divina (neumatica). La ciencia del alma sen- sible y voluntaria se subdivide a su vez en logica (arte de imventar, arte de juzgar, arte de retener y arte de comu- 13 nicar) y la moral (que se subdivide en ciencia del bien y en georgica, 0 ciencia de la cultura del alma, que tiene por objeto los caracteres, los afectos, etc.). La segunda cate- goria de las ciencias del hombre, la que hace referencia al hombre que vive en sociedad, se subdivide en otras tres disciplinas: la ciencia de la conversacion, la de los nego- cios 0 economia y Ia del gobierno o politica. Al presentar este cuadro dejamos de lado otras sub- divisiones mas sutiles, como, por ejemplo, la de la medi- cina en arte de conservar la vida, arte de curar y arte de prolongar la vida, o las del arte de juzgar en juicios por induccién o juicios por silogismo. De todas maneras, se trata de una clasificacién que contintia siendo heterédcli- ta a pesar de su experiencia sistemdtica. Ello se explica, quiza, por el hecho de que Bacon queria clasificar no sélo las ciencias que existian entonces, sino también anticipar- se sobre ciencias todavia por crear y que, en consecuen- cia, no tenian nombre. Desde el punto de vista que nos interesa, hay que hacer notar dos cosas: al principio Ba- con agrupa un cierto ntimero de disciplinas bajo la ruibrica comun de ciencias del hombre, que separa de Jas ciencias de la naturaleza la filosofia natural. Se podria ver en la subdivisi6n en ciencias del hombre individual y ciencias del hombre en sociedad un presentimiento de la psicologia y de la sociologia, pero el pensamiento permanece confu- so puesto que Bacon integra también la légica y la moral. En segundo lugar, introduce ciertamente la distinci6n en- tre el alma y el cuerpo, pero esta distincién permanece interna en las ciencias del hombre, a diferencia de algu- nos de sus sucesores que hardn de esta divisién el prin- cipio de la separacién entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del hombre. A pesar de sus protestas contra los detractores que veian en él a un plagiario de Bacon, d’Alembert no aporta ninguna via original en la clasificacid6n que propone en su Discours préliminaire de la Encyclopédie. Se trata de una reasuncién de la de Bacon, a excepcién de que la pone al gusto de] dia. En efecto, las grandes lineas son Jas de su predecesor, puesto que toma igualmente por base las tres 14 facultades de la imaginacién (fundamento de la poesia), de la memoria (fundamento de la historia) y de la razon (fundamento de la filosofia). Esta ultima se divide igual- mente en ciencia de Dios, ciencia de la naturaleza y cien- cia del hombre. Solamente las subdivisiones son distintas. Asi por ejemplo la ciencia de] hombre se divide en disci- plina del entendimiento 0 légica, y de la voluntad o mo- ral. Borra, pues, por completo la diferencia establecida por Bacon entre la ciencia del hombre como individuo y Ja ciencia del hombre en sociedad, lo que le conduce a clasificar en el apartado de la moral, no solamente la cien- cia del bien o moral propiamente dicha, sino también la jurisprudencia, la economia y la politica, y en el de la le gica, la pedagogia, la filologia y la critica. Nos podemos sorprender de que no tuviera en cuenta la revolucion Ne- vada a cabo por Newton, a quien Hama «ese gran genio» que «vio que habia llegado el momento de desterrar de Ja fisica las conjeturas y las hipdtesis vagas o, por lo me- nos, de darlas sdlo por lo que valian»2 Hay que imputar, sin duda, las insuficiencias de su clasificacion al hecho de que queria unir dos pensamientos incompatibles : el carac- ter enciclopédico de la clasificacién de Bacon y el carac ter genealdgico de la que Descartes expuso en el prefacio de sus Principes, refiriéndose a la filosoffa de Locke. En todo caso, es en el espiritu de la recepcion del cartesia- nismo en el siglo xv1r que d’Alembert hace una distincion, en «este ser Namado nosotros», entre el principio espiri- tual y el principio material, y que expulsa, en oposicion a Bacon, la ciencia del cuerpo de la ribrica de las cien- cias del hombre para trasplantarla a las ciencias de la na- turaleza: «La ciencia de la naturaleza no es otra que la del cuerpo.»* Con ello, d’Alembert suscité un debate que no ha dejado de ocupar a los teéricos de las ciencias del hombre a propésito de la clasificacién de la medicina, pero también de la psicologia. 3. Discours préliminaire, Paris, éd. Gonthier, p. 96. 4. Ibid, p. 67. 15 La «ciencia nueva» de G. B. Vico Vico (1668-1744) no participé directamente en la agi- tacién intelectual de su época, pero medité en soledad so- bre las grandes corrientes que se dibujaban leyendo aten- tamente la produccion filosdfica de su época. Desde el punto de vista de la elaboracién de las ciencias humanas, su contribucioén es ciertamente la mas original y la mas profunda de todas las de los siglos xvir y xvr11. Podemos decir, con B. Croce, que lo que él Ilama scienza nuova es precisamente la ciencia del hombre, pero considerada bajo ngulo de la filosofia de la historia. Hay que afiadir mos en presencia, no solo de una clasificacion de mo también de un primer esbozo de una neral de las ciencias humanas, basada en una ue sirve de fundamento a esta clasificacién. De as ciencias humanas de nuestro tiempo, er. Dejemos de lado la longitud, de su obra para captar la no- mas en términos de progreso, igua del retorno eterno bajo cir, de los , de de los hombres, a la que éstos otorgaban una fe entera, aun- que hoy nos parezca inocente. Fue mas tarde cuando ad- quirieron un significado alegdérico. «La definicién del mito —dice Vico— debe ser ésta: el mito es un relato verda- dero»,* y precisa en otro lugar: «Del mismo modo que no puede haber ideas enteramente falsas, porque Jo falso consiste tnicamente en una equivoca combinacion de ideas, del mismo modo no puede haber tradici6n aunque esté constituida por fabulas, que no haya contenido al principio algunos elementos de verdad.» * Hay que consi- derar igualmente la poesia, la religion, la filosofia y toda expresion humana en su contexto cultural concreto. Habia muchas cosas por decir a propésito de la ori- ginalidad de Vico, que fue un filésofo a contracorriente de su época. En efecto, analizando las diversas expre- siones humanas, Vico no se contenta con dar una simple 6. Ibid, p. 107. 7. Ibid, p. 102. interpretacién intelectual, sino que demuestra que las su- persticiones responden a unas exigencias del ser humano, que no se podria destervar la imaginaci6n en nombre de la razon, que cl hombre siempre intenta justificar sus in- teres: su siones. Vico intenté comprender la razén y la significacién vital de lo que sus contemporancos tra- taron de eliminar porque era contrario a la racionalidad o al progreso. Se comprende que, en esas condiciones, fue- ra un adversario de la filosofia cartesiana que sélo ad- mitia la idea clara y diferenciada. Lo confuso y lo oscuro tienen, en su opinién, carta de naturaleza incluso si la ciencia pretende rechazarlos o ignorarlos, ya que el hom- bre no es unicamente ciencia, sino una conciencia que, cierto, crea la ciencia, pero también la poesia, las fabulas y otras formas de imaginacién. A pesar de todo, la co- Triente que combatié con mayor vigor fue la de Ja mate- miatica universal, es decir, la pretensién de reducirlo todo a las matematicas, considerada como la ciencia perfecta de Ja que las otras disciplinas deberian tomar modelo. No es que Vico despreciara las matematicas, sino que se ne- gaba a ver en ellas la verdad ejemplar. En efecto, para Vico cada ciencia es su propio modelo y determina su cer- tidumbre segtin su orden. La ciencia nueva, la que se ocu- pa de las instituciones, de los regimenes politicos, de las costumbres y del derecho, es valida por si misma y no porque se cifia a las normas matematicas. Como subraya B. Croce, la epistemologia viquiana parte del siguiente principio: «Para conocer una cosa hay una condicién: po- der crearla, de manera que lo verdadero es lo creado. Ve- rum ipsum factum.»® Sin duda, las matemdaticas estan mas desarrolladas que las otras disciplinas, pero no go- zan de una superioridad intrinseca en el orden de los co- nocimientos. No hay, pues, que tratar more geometrico cualquier otra ciencia, empezando por la metafisica. Al contrario de Descartes, Vico se esforz6 por reha- bilitar la historia, la poesia, pero también el conocimiento 8. B. Croce, Die Philosophie Giambattista Vicos, Tubinga, 1927, p. 4. 18 empirico del hombre y de la socieds La sciencia nua o las ciencias humanas son a la vez especificas y auteno mas, tanto por su base como por su inctodo y su tipo de certeza. Las realidades humanas no 4 otras, sino que actuan por reciprocidad unas sobre otra y es asi como hay que tomarlas, por consiguicnte, inten tando comprender cada elemento en la totalidad y en la 4 deducen ur « serie. De todas maneras, si hay una ciencia del hombre es porque el hombre ha creado por si mismo el mundo hhumano. En este sentido, Vico escribe: «En ninguna otra parte no hay mayor certidumbre, en lo que hace referen cia a la historia, que cuando el que ha hecho las cosas Jas cuenta a su vez.» ® Estamos, pues, en presencia de una verdadera teoria general de las ncias humanas, cuya estructura interna elaboré Vico, no sin oscuridades, bajo Ja forma que se aproxima a una clasificacién de caracter enciclopédico. La ciencia del hombre se divide en una filosofia, una filologia y una ciencia empirico-histérica de Ja sociedad que algunos de sus intérpretes llaman sociolo- gia. La filosofia tiene por objeto las necessaria naturae 0, como dice el propio Vico, «la razén que es la fuente de lo verdadero». Es la ciencia de las ideas, 0 segun Cro- ce, la de las verdades de razon. La filologia tiene por obje- to las placita humani arbitrii o verdades de hecho: «Eli- ge —escribe Vico—, como sujeto de observacién, la auto- ridad del libre arbitrio humano, del que proviene la con- ciencia que tenemos de lo cierto.» "' No es solamente, pues, la ciencia de las palabras, sino de todo lo que se desprende de la accién humana concreta, por ejemplo las guerras, los tratados de paz, las alianzas, las costumbres, las leyes y los intercambios econémicos. En cuanto a la Ciencia de la sociedad, trabaja sobre esquemas 0 cuadros que son la familia, la ciudad y la naci6on. Su validez es aproximativa y de ella se destaca la probabilidad, de manera que per- manece sometida a la justificacién de la filosofia y de la 24 Vico, Opere Complete, Mildn, ed. Ferrari, 1835-1837, V. p. 147. 10. Chaix-Ruy, op. cit., p. 25, ll. Ibid, p. 25. 19 historia. Estos esquemas, aunque sean creados por los hombres, nos remiten a la sabiduria de un espiritu supe- rior a una providencia. La accion que Vico ejercié sobre su siglo fue practica- mente nula, aunque fue conocido por Montesquieu, Ha- mann y Goethe. El mismo habia comunicado su aisla- miento a sus amigos, diciéndoles que tenia la impresién de haber distribuido su obra cen el desierto». Sdlo a par- tir del principio del siglo xtx empez6 a notarse su influen- cia al ser traducida la scienza nuova al aleman, en 1822, y al dar Michelet a conocer, en Francia, algunos estractos de dicha obra en un texto publicado en 1827 bajo el titulo de Principes de la philosophie de l'histoire. El viquianis- mo estuvo incluso de moda durante un largo periodo, como Jo demuestran los escritos de Jouffroy, Balanche, Chateaubriand, Cousin, Bacherot y Cournot, al igual que algunas notas irdnicas en las novelas de Balzac y Flau- bert. Lo mas importante es que, por encima de la litera- tura ordinaria, influyé en Francia y en Alemania a diver- sos tedricos de las ciencias humanas: Comte lo leyé con admiracién; en Alemania, Savigny y Boeckh lo estu- diaron con provecho. A partir de entonces, se reconocié que habia sido uno de los principales promotores de las ciencias humanas. 3. Cosmologia y noologia en Ampere La distincién entre ciencia fisica y ciencia moral era corriente en el siglo xvii, pero entonces no dio lugar a ninguna elaboracién conceptual. Se contentaba con opo- ner las dos clases de ciencias sobre la base de la distin- cién cartesiana del alma y del cuerpo o del pensamiento y la materia. Fue el fisico y filésofo Jean-Marie Ampére (1775-1836) quien intento dar un fundamento filoséfico a esta clasificacién sobre Ja base de la distincién entre los fenémenos cosmolégicos y los fenémenos nooldgicos. Se insiste a menudo sobre la afinidad de la filosofia de Ampe- re y de la de Maine de Biran, olvidando Ja influencia pro- 20 funda que ejercieron sobre él Descartes y Kant, y tam- bién los idedlogos. Por otra parte, Ampére es autor de otra clasificacion, la de los hechos psicoldégicos, que tiene como base la distincién platoénica de lo sensible y de lo inteligible. En 1834 public su clasificacién de las ciencias en su Essai sur la philosophie des sciences ou Exposition analytique d'une classification naturelle de toutes les con- naissances humaines. La clasificacion de las ciencias proviene de la filosofia general de las ciencias o matesiologia, que conlleva cuatro puntos de vista: la autdptica, que se ocupa de lo aue es dado inmediatamente al conocimiento; la criptoristica, que considera el objeto separandolo de las apariencias para captarlo en su realidad; la troponimia, que intenta descubrir las leyes mediante la comparacién de las cua- lidades de los objetos; y la criptologia, que analiza las con- diciones del conocimiento. Si bien Ampére no tuvo ocasién de desarrollar sistematicamente esta matesiologia, no obs- tante hay que suponerla para comprender su clasificacion, pues ésta corresponde a esos cuatro criterios. En el plano de la clasificacién, Ja autéptica consistiria en «un diccio- mario o enumeracién» de las ciencias; la criptoristica se referiria a los métodos de las ciencias; la troponimia ten- dria por tarea el establecimiento de las leyes generales de la ciencia y su clasificacién natural; y, por ultimo, la crip- tologia analizaria el desarrollo de las ciencias a través del tiempo. La intencién de Ampére fue elaborar una cla- sificacién natural de las ciencias, comparable a la clasifi- cacion natural de las especies de Cuvier. Es natural por- que en lugar de contentarse con ser simplemente descrip- tiva, a la manera de las clasificaciones tradicionales que se limitaban a hacer una distribucién segun los diversos objetos que era suficiente jerarquizar, esta clasificacioén esta sometida al «principio generador» del desarrollo de Jas ciencias segun las leyes del entendimiento que apre- hende los objetos. Asi, lleva consigo géneros, familias, ra- mas, reinos y subreinos. De ello resulta, segin Ampére, que las diferentes divisiones estan en «acuerdo constante> entre ellas, en el sentido de que una ciencia engendra a 21 de una a otra se hace por si mismo, fe vista, esta clasificacién prefigura la ualmente ser completa, ce las relaciones entre las rticulares, y el conjunto de macdé comprobar que esta ural por cl pheehs de que el desarrollo seguido durante el tiempo los puntos de vista de la matesiologia, definidos mas si, la uranologia empezé siendo una uranografia E- = © cescripcién de los cuerpos celestes con Ptolomeo, para : convertirse acto seguido en una heliostatica con Copérni- ue determino su verdadero movimiento a pesar de sido se convirtié en astronomia descubrié las leyes del movimiento y. por nica celeste con Newton, que explicd movimiento. Desde el momento en que es natural, es la unica verdadera, y las ‘n ser mas que artificiales. la clasificacién debe reinar la mds exacta si- lo que. al contrario de lo que se podria pensar, no del caracter artificial de la clasificacion, sino sturel. En razon de esta simetria, incluso lecer relaciones desconocidas hasta enton- ‘dades particulares para incorporar las uturas. Ademas, segtin Ampere hay que fic no demasiado estrecha, con el fin a las ciencias independientes que todavia amplia, con el fin de no caer ural di be obedecer a Ja divisién de los fend- i vos (en virtud de los principios ral de Ampére), y a la division de los objetos i conocimiento en los de la naturaleza y los del de ahi el reino de la cosmologia y de la noolo- 2s cada una de estas divisiones debe doble- custro puntos de vista de la matesiologia (au- troponémica y criptolitica), se pue- bdivisiones en subreinos, ramas, etc. Sin entrar con detalle en estas divisiones, recordemos que cuentan, en una primera fase, con diccisct «primer orden», treinta y dos ciencias d y sesenta y cuatro ciencias de «tercer or un total de ciento veintiocho ciencias in pere utilizé muy a menudo un nucvo nomb: una de las ciencias a partir del griego, estima manera de denominarlas es suficiente para sin afiadir una definicién extensa Lo que nos interesa de esta clasificac mesg Ampére establecio una division fundamental entre las ¢ molégicas 0 ciencias de la naturaleza y las ciencias noole gicas 0 ciencias del espiritu, division que volveremos encontrar en casi todas las teorias interiores de las cier cias humanas, y en particular en Dilthey. Podmamos pre guntarnos sobre la validez de esta division entre natura leza y espiritu, pero, opina Ampere, es tan natural y evi dente que no puede haber objecioncs. Indiquemos scle las grandes lineas de la clasificacion de las ciencias de le naturaleza. Se subdividen en cuatro ramas: tematicas, ciencias fisicas, ciencias naturales y ciencias médicas. Cada una de estas ramas se subdivide en dos subreinos 0 ciencias de primer orden, por mplo, Jas matematicas propiamente dichas y el de las ci fisico-matematicas. Las ciencias de primer orden se dividen en cuatro ciencias de segundo orden: aritmologia y geometria (por lo que concierne a las matematicas pro- piamente dichas), y mecanica y uranologia (por lo que concierme a las ciencias fisico-matematicas). Cada una de estas ciencias de segundo orden se subdividen en cuatro Ciencias de tercer orden, por ejemplo la uranologia en uranografia, heliostatica, astronomia y mecanica celeste. Lo mismo sucede con las divisiones de las ciencias fisi- cas, naturales y médicas. La clasificacion de las ciencias jhumanas o noolégicas que, en confesién del propio Ampe& re, es mas dificil de establecer, obedece a los mismos principios. Las ciencias noolégicas se subdividen en cien- cias filosoficas, dialegmaticas (ciencias del arte y del len- guaje), etnolégicas y politicas. Para dar una idea de las 233 otra y que el paso de una a otra se hace por si mismo. esde este punto de vista, esta clasificacién prefigura la de Comte, ya que pretende igualmente ser completa, puesto que en principio establece las relaciones entre las diversas verdades y ciencias particulares, y el conjunto de conocimientos humanos. Se pucde comprobar que esta clasificacion es natural por el hecho de que el desarrollo de una ciencia especial ha scguido durante el tiempo los cuatro puntos de vista de la matesiologia, definidos mas arriba. Asi, la uranologia empezé siendo una uranografia © descripcién de los cuerpos cclestes con Ptolomeo, para convertirse acto seguido en una heliostatica con Copérni- co, que determiné su verdadero movimiento a pesar de Jas apariencias; acto seguido se convirtid en astronomia con Kepler, que descubrio las leyes del movimiento y, por Ultimo, en una mecanica celeste con Newton, que explicé las condiciones del movimiento. Desde el momento en que Ja clasificacién es natural, es la timica verdadera, y las otras no pueden ser mas que artificiales. En toda la clasificacién debe reinar la mas exacta si- metria, lo que, al contrario de lo que se podria pensar, no es el signo del caracter artificial de la clasificacién, sino de su validez natural. En razén de esta simetria, incluso es posible establecer relaciones desconocidas hasta enton- ces entre las verdades particulares para incorporar las nuevas ciencias futuras. Ademas, segin Ampére hay que concebir la clasificacién no demasiado estrecha, con el fin de dejar lugar a las ciencias independientes que todavia han de nacer, ni demasiado amplia, con el fin de no caer en una clasificacién artificial. Si se considera que la cla- sificacion natural debe obedecer a la division de los fené- menos en sensitivos y activos (en virtud de los principios de la filosofia general de Ampére), y a la divisién de los objetos del conocimiento en Jos de la naturaleza y los del espiritu (de ahi el reino de Ja cosmologia y de Ja noolo- gia), y si ademas cada una de estas divisiones debe doble- garse a los cuatro puntos de vista de la matesiologia (au- toptica, criptoristica, troponémica y criptolitica), se pue- den elaborar subdivisiones en subreinos, ramas, etc, Sin 22 , entrar con detalle en estas divisiones, recordemos que cuentan, en una primera fase, con dieciséis ciencias de «primer orden», treinta y dos ciencias de «segundo orden» y sesenta y cuatro ciencias de «tercer orden», lo que da un total de ciento veintiocho ciencias independientes. Am- pére utiliz6 muy a menudo un nuevo nombre para cada una de las ciencias a partir del griego, estimando que esta manera de denominarlas es suficiente para determinarlas sin afiadir una definicién extensa. Lo que nos interesa de esta clasificacion es que Ampére establecié una divisi6n fundamental entre las cicncias cos- molodgicas 0 ciencias de la naturaleza y las ciencias noolé gicas o ciencias del espiritu, division que volveremos encontrar en casi todas las teorias interiores de las cier cias humanas, y en particular en Dilthey. Podriamos pre guntarnos sobre la validez de esta divisién entre natura leza y espiritu, pero, opina Ampere, cs tan natural y evi dente que no puede haber objeciones. Indiquemos sélc las grandes lineas de la clasificacién de las ciencias de lz naturaleza. Se subdividen en cuatro ramas: ciencias ma- tematicas, ciencias fisicas, ciencias naturales y ciencias médicas. Cada una de estas ramas se subdivide en dos subreinos o ciencias de primer orden, por ejemplo, el de Jas matematicas propiamente dichas y el de las ciencias fisico-matematicas. Las ciencias de primer orden se sub- dividen en cuatro ciencias de segundo orden: aritmologia y_geometria (por lo que concierne a las matematicas pro- piamente dichas), y mecdnica y uranologia (por lo que concierne a las ciencias fisico-matematicas),. Cada una de estas ciencias de segundo orden se subdividen en cuatro ciencias de tercer orden, por ejemplo la uranologia en uranografia, heliostatica, astronomia y mecanica celeste. Lo mismo sucede con las divisiones de las ciencias fi cas, naturales y médicas. La clasificacién de Jas ciencias hhumanas o noolégicas que, en confesion del propio Amp& re, es mas dificil de establecer, obedece a los mismos principios. Las ciencias noolégicas se subdividen en cien- cias filos6ficas, dialegmaticas (ciencias del arte y del len- guaje), etnoldégicas y politicas. Para dar una idea de las 23 clasificaciones subsidiarias tomaremos el ejemplo de las filosoficas. Estas dan lugar a cuatro especies de ciencias : la psicologia, ]a metafi a Gtica y la telescologia (esta Ultima es la moral normativa que hay que distinguir de Ja ética o moral descriptiva). Cada una de estas cuatro ciencias se subdivide en diversas disciplinas. La psicologia comprende dos categorias de ciencias: por una parte, la psicologia elemental, que se subdivide en psicografia y en légica; por otra parte, la psicognosia que comprende la metodologia y Ia ideogenia. La metafisica se divide, por una parte, en ontotética, que comprende la ontologia ele- mental y la teologia natural; por otra parte, en ontogno- sia, que comprende la ontologia comparada y la teodi- cea. La ética se divide, por una parte, en ética elemental que se subdivide en etografia y en fisionomia; por otra parte, en etognosia, que se subdivide en moral practica y en etogenia. Finalmente, la telesiologia se subdivide, por una parte, en telesiologia elemental, que comprende la te- Jesiografia y la diceologia; por otra parte, la telesiognosia, que comprende la moral apodictica y la antropotélica. Ahorro al lector Jas subdivisiones de las ciencias dialeg- maticas, etnoldgicas y politicas. Expuestas con simplicidad, conservando los mismos principios de Ja clasificacién, se pueden presentar bajo la forma siguiente: I. Ciencias cosmoldgicas 1. Ciencias matematicas: aritmologia, geometria, me- canica uranologia. 2. Ciencias fisicas: fisica, etnologia, geologia y oric- totecnia (ciencia de las minas). 3. Ciencias naturales: botanica, agricultura, zoologia y zootecnia (ciencia de la cria). 4. Ciencias médicas: fisica médica, higiene, nosologia y medicina practica. Il. Ciencias nooldgicas 1. Ciencias filoséficas: psicologfa, metafisica, ética y telesiologia. 24 2. Ciencias dialegmaticas: glosologia, literatura, tex nostctica y pedagogia. 3. Ciencias ectnolog etnologia, arqueologia, h toria, hierologia (ciencia de las religiones) 4. Ciencias politicas: nomologia (ciencia juridica) arte militar, economia y politica. Otras clasificacion Si hemos titulado este capitulo «Periodo de las clasi- ficaciones», no hay que concluir que no han existido otras clasificaciones después de Ampére. En verdad, toda cla- sificacién, como lo demuestran las paginas precedentes. implica ya una teoria. Pero, a la inversa, como veremos mas adelante, toda teoria general de las ciencias huma- nas conduce igualmente a una clasificacion. Asi sucedera en Comte, Dilthey, Windelband y los otros autores. Co- meteriamos un error si no viéramos en la clasificacion mas que un procedimiento clemental primitivo 0 incoativo de la epistemologia. Sea cual fucre la filosofia, incluso si no tiene por finalidad establecer una clasificacion, incluye una © varias, como por ejemplo la distincién de Kant entre fenémenos y noumenos, o entre la razén teérica y la razén practica, o las divisiones de Marx entre la clase burguesa y la clase proletaria, entre superestructura e infraestruc- tura, etc. Se podria hacer la misma demostracién a pro- Pésito de cualquier filosofia, incluso la mas reciente. O bien la reflexién parte de una clasificacién implicita no consciente, o bien la inventa en el curso de su desa- rrollo, o incluso desemboca en ella en ultima instancia No sélo el procedimiento es inevitable, sino que es na- tural e inherente a todo analisis. Querer proscribirlo bajo Ppretexto de que pertenece a un estadio superado del pen- samiento humano equivaldria a introducir precisamente una clasificacién, puesto que se opondrian un periodo clasificador y un periodo pretendidamente no clasificador. Segtin toda probabilidad, la reflexi6n humana no sobre- Pasard nunca este método. ¢Qué significa el sumario de 25 icados los una obra sino que han sido ordenados y cl temas y los problemas? En consecuencia, si hemos hablado de un perfodo de clasificaciones, ha sido en un sentido muy relativo, para mostrar cémo la filosofia y la epistemologia han adqui- rido progresivamente conciencia de una posible autono- y pecificidad de las ciencias humanas. Esta toma de conciencia ha sido la condicién previa de las teorfas generales que consisten esencialmente en una justifica- cién tan pertinente como posible de la divisién de las ciencias. Cac por su peso, pues, que hay prdacticamente tantas clasificaciones de las ciencias como teorias de las ciencias. Entre las clasificaciones antiguas, sdlo hemos retenido aquellas que nos parecian mas tipicas; procede- remos del mismo modo en lo que concierne a las teorias generales de las ciencias humanas que estudiaremos mas adelante. En consecuencia, si no consagramos un parrafo especial a la clasificacién de Spencer, que divide las ciencias en abstractas (lé6gica y matematicas), abstracto- concretas (mecanica, fisica, quimica, etc.) y concretas geologia, biologia, psicologia, sociologia, etc.), es debido a que opinamos que su teorfa de las ciencias humanas no ofrece demasiados elementos determinantes para el de- bate. Tal vez nos equivoquemos a ojos de los admirado- res de Spencer. De todas maneras, habia que hacer una seleccién en el conjunto de las filosofias que han abordado el problema epistemoldgico de las ciencias humanas. Como cualquier otra, es impugnable. Mads que intentar ser ex- haustivos —lo que materialmente es imposible—, nos ha parecido preferible insistir al final de este capitulo en la necesidad y la significacién general de la clasificacién en la economia de una reflexion epistemoldgica sobre las cien- cias humanas. 26 ll. La conciencia histérica A partir de principios del siglo el problema de Ias ciencias humanas se planteé en nuevos términos. No se trataba ya de reconocer que existia una diferencia entre los diversos tipos de ciencias, sino de proclamar Ia auto momia de las ciencias humanas. Como toda voluntad de independencia, este movimiento suscité conflictos que se desarrollaron esencialmente en el terreno de Ia metodo- logia. Fue sobre todo en Alemania, donde el pensamiento acababa de tomar un impulso prodigioso después de Kant, donde se afirmé la nueva corriente con la mayor autoridad y la mayor impugnacién. Se asistiéd en este pais a una sucesi6n de methodenstreite (conflictos de método), hasta el punto de que casi cada generacién conocid el suyo, que no se limité a definir la especialidad y la originalidad de los métodos de las ciencias humanas, sino que incluso 2 veces pretendia elaborar una nueva logica, propia tnica- mente de las nuevas disciplinas en vias de constitucion Con nuestro retroceso, nos podriamos extranar de la v! vacidad de estos enfrentamientos intelectuales, ya que s¢ podria pensar que se trataba de una falsa querella, pues- to que las ciencias de la naturaleza nunca han pretendido la regencia de las ciencias humanas. En efecto, fueron en general los filésofos quienes creyeron poder imponer a estas disciplinas la metodologia estricta de las ciencias de la naturaleza. Nosotros sabemos pertinentemente que no existe la ortodoxia en materia de metodologia de las cien- cias y que, por consiguiente, si un procedimiento de las ciencias de la naturaleza aparece como fecundo, encuentra carta de naturaleza en las ciencias humanas. Sin embar- go, estos conflictos no fueron estériles, incluso a pesar de que algunas oposiciones de entonces aparezean hoy poco fundadas. Por una parte, contribuyeron a determinar y a 27 precisar el estatuto cpistemoldgico de las nuevas disci- plinas; por otra parte, como ha subrayado Emile Lask, los problemas metodolégicos contribuyen a la construccién y elaboracién ldgica de los conceptos cientificos. La fuerza catalitica que suscité a principios del si- glo x1x el movimiento en favor de las ciencias humanas fue la toma de conciencia de la dimensién histérica de las actividades humanas. Esta fue preparada por la idea propia del Siglo de las Luces, en particular de Condorcet, de los progresos realizados por el espiritu humano en el curso de las edades, pero también por una reflexién sobre la significacién de la Revolucién Francesa. Sin embargo, a diferencia del racionalismo del siglo xv111, el nuevo sen- tido histdrico rechazé la abstraccién de las construccio- nes intelectuales y se afirmé como un sentido de lo real por la intuicién de la vida concreta y por el desarrollo del yo, de la nacién o del descubrimiento del espiritu del pue- blo (Volksgeist). Hay que insistir también en lo que con- cierne al pensamiento aleman de aquella época, rica en ideas nuevas, sobre las relaciones entre este descubrimien- to del sentido historico y la estética romantica, asi como la filosofia organicista. Seria crréneo interpretar expresio- nes como «el alma del pueblo», «el espiritu del pueblo», «la historia natural del Estado», las «formas naturales de la vida humana», en el sentido mas bien Ilano de andlisis de caracter simplemente psicoldgicos 0 socioldgicos, ca- racteristicos del positivismo inglés y francés. Se trataba, por el contrario, de unas nociones que poseian una dina. mica cultural, ya que eran inmediatamente concebidas en la dimensién histérica de una accién casi mistica, Los problemas que son el objeto de las ciencias humanas, ta- les como la polftica o el Estado, la sociedad, el derecho, Jas lenguas, el arte, han dado lugar a debates apasionados y a controversias reemprendidas sin cesar. No nos sor- prenderd, pues, si fueron el centro de las publicaciones de aquella época, ya fueran filosdficas como las de Fichte, Schelling, Hegel, Adam Muller, Baader, o literarias como la de los hermanos Humboldt, los hermanos Schle- gel, Novalis, Gérres, Brentano, Eichendorff, Tieck, etc. 28 Fue durante esta época cuando Ja filosofia estuvo abierta a las cuestiones de las ciencias humanas que, en general, Ja filosofia clasica habia menospreciado. El] descubrimicnto de la historicidad se hizo correlati- vamente a la toma de conciencia de la particularidad del espiritu aleman, de lo que Fichte Hamaba en su séptimo discurso a la nacién alemana, la germanidad (Deutsch- heit), y de las potencialidades de la cultura alemana, pero acompajiando este designio con una visién universalista que Novalis resumié lacénicamente: «Somos misioncros, estamos llamados a formar culturalmente a la tierra en- tera.» El nuevo sentido de la historia no tiene, pues, nada en comun con la historiografia, es decir, Ja reconstitu- cién lo mas fiel posible del pasado, sino que concierne a Ja historia por hacer, al sentido de la filosofia de la his- toria. De este modo, la toma de conciencia de la autono- mia de las ciencias humanas se inscribia en el movimien- to mas vasto de una accién prometeica, de la que la filo- sofia de la historia debia constituir la teoria. El mundo se hace ocasién para poner en obra los conceptos que, gracias a esta operacién, se vuelven «verdaderos». Al leer los autores de esta época se comprueba que todos estan convencidos de ser los promotores de la «verdadera filoso- fia», de la «verdadera libertad», del «verdadero estado», de la «verdadera politica» 0 «economia», del «verdadero sacerdote», de la «verdadera democracia» o la «democra- cia real» , segiin Marx, etc.! Las ciencias humanas tienen el papel de garante de la validez cientifica de estas ver- dades. Asi, la historia se convierte en el cumplimiento histérico de los conceptos, pero por la universalizacién de una realidad particular, la del Estado, de la nacién o de una clase. Para aquellos que quieren comprender a Marx interpretando su pensamiento de una manera marxista, es decir, sobre la base de las categorias marxistas que insisten en la explicacién de una filosofia o de un sistema, por sus condiciones materiales e ideolégicas, no hay duda 1, Sobre este tema, ver C. SCHMITT, Romantisme politique, Paris, 1928, en particular, p. 109. 29 de que el sistema marxista se inscribe, también él, en el mismo titulo que el de Hegel, como un momento particu: renial en aquel vasto movimiento que agitaba a Ale. lary mania en cl curso de la primera mitad del siglo xix, Hay que anadir que esas ideas candentes encontraron un cua: dro institucional cn la Universidad de Berlin, fundada en 1910 por Wilhelm von Humboldt. 1, La escuela histérica Usamos en singular una expresién que mejor serfa uti- lizar en plural, ya que existicron diversas escuclas histé- ricas en Alemania, a medida que el espiritu histérico penetraba en las diversas ciencias humanas: derecho, teo- Jogia, lingiifstica, economia, etc. Sin embargo, a pesar de Jas variaciones de una disciplina a otra y de una genera- cién a otra, el espiritu profundo que animaba a los pro- tagonistas cra el mismo. La primera escucla histérica fue la de los juristas Puch- ta, Gustav Hugo y Savigny. Este ultimo (1778-1861) fue su principal representante y el autor de un manifiesto-pro- grama, Vom Beruf unseren Zeit fiir Gesetzgebung und Rechtswissenschaft (1814). A pesar de que, debido a su profesién, pusicran cl acento sobre el derecho, estimaban que se podia extender su férmula a otras formas como la poesia, las costumbres, las lenguas o Jas constituciones po- liticas. Todos estos fenémenos son, en su opinién, produc- tos del Volksgeist, lo que quicre decir del espfritu par- ticular de cada pueblo o nacién, de manera que un estu- dio cientifico sdlo puede ser histérico en el sentido que hay que analizarlos en su desarrollo espectfico, condicio- nado por el desarrollo histérico del pucblo, considerado en cada ocasion (pueblo romano, pueblo germanico, etc Estas formas son la obra de la historia en un doble sen- tido. Por una parte superan a los individuos que sélo son concernidos en tanto que participan en su desarrollo como miembros de una familia de una categoria social, de un Estado o de un pueblo; por otra parte, la historicidad 30 conslituye su verdad, en el sentido de que la historia no explica simplemente lo que han sido suces tiempo, sino en Jo que se fan convertido a la vex a partir del espfritu del pucblo y al contribuir a la formacién y a las modificaciones de éste a través de los siglos. Asi, la historia no es una simple explicacién del pasado, sino una dimensién ontolégica del ser de las cosas, ya que es una fuerza espontinea y creadora de formas cn su apa- ricién y en su desarrollo, La historia determina cl ser en su devenir y, en el limite, permite remontar hasta el fun- damento del devenir, De ello resulta que Jas diversas for- mas del derecho, de la lengua, de las costumbres, «no tie- nen ninguna existencia separada, no son mas que fuerzas y actividades singulares de un mismo pucblo, ligadas de manera indisoluble en Ja naturaleza, que sélo aparecen como particularidades separadas en el andlisis. Lo que las convicrte en un todo es la conviecién comun del pueblo, cl mismo sentimiento de su necesidad, que excluye cual- quicr pensamiento de una génesis contingente y arbi- traria»? Esta necesidad debe ser comprendida en un sentido organicista y no mecanicista, ya que estas formas «se de- sarrollan con cl pucblo, sc expanden en él y mucren cuan- do cl pucblo pierde su originalidad»? El historicismo asi concebido es una reaccién no sélo contra cl materialismo mecanicista del siglo precedente, sino también contra el racionalismo artificialista de las Luces. Las formas no se deducen en absoluto de una na- turaleza humana que seria idéntica en todas partes, tal como creian los partidarios de] derecho natural, sino, puesto que evolucionan con el tiempo, seria un error in- tentar estabilizarlas segtin los principios del cédigo napo- leénico que codificé el derecho civil. El «verdadero dere cho» (richtige Recht) es el que se autocrea sin cesar en «la conciencia comun del pueblo», y no el del sabio legis- vamente en el 2. Savicny, Beruf unserer Zeit, citado de la 3. edicién de 1892, p. 5. 3. Ibid., p. 7. 31 lador o del déspota ilustrado. De ali la oposicién de esta escucla al «derecho de los jur », que no es mas que un artificio de dominacion y constituye por cello una in- tervencién perniciosa en el desarrollo del derecho. Co- rresponde a la ciencia histérica, que debe ser al mismo tiempo la ciencia positiva, volver a trazar cl desarrollo del «derecho vivo», sobre la base de una «reflexién clara e intuitiva>, ya que asi puede igualmente aprehender su esencia. Sin duda, con la aparicién de las ciencias huma- nas especializadas, Jas formas nos aparecen bajo un doble aspecto, el de «partes del todo de Ja vida del pueblo» y el que adquieren como objeto de cada ciencia particular, por ejemplo como el derecho del jurista, o la lengua del lin- giiista, pero el sabio estaria en un error si separara estos dos aspectos separando la forma del todo. En estas con- diciones se puede definir asi la investigacién del especia- lista de las ciencias humanas, por ejemplo del jurista: «Tiene que poscer un doble sentido: el sentido histérico para captar con rigor lo que es propio a cada época y a cada forma juridica, y el sentido sistemdtico para con- siderar cada concepto y cada proposicién en su vincula- cién y su reciprocidad viva con el todo, es decir, en la re- Jacién que es la tunica que constituye lo verdadero y lo natural.» * Como se ve, este historicismo es diferente del de He- gel, que tiende a racionalizar lo real. De una generacién a otra, el nuevo espiritu histérico se precisaré a medida que penetren una tras otra las diver- sas ciencias humanas. La ultima escuela histérica que ejercié una gran influencia fue la de los economistas, aun- que se dividiera en dos tendencias, una Hamada Antigua Escuela Histérica, cuyos principales representantes fue- ron Wilhelm Roscher, Bruno Hildebrand y Karl Knies; la otra, llamada Nueva Escuela Histérica, se agrupaba en torno 2 Gustav Schmoller, Karl Biichner y Georg Knapp, cuya accion se ejercera a través de Ja célebre Asociacion de Politica Social y determinara en parte la orientacién 4. Ibid., p. 29. 32 potili de W. Sombart, Max Weber, Arthur Spiethoff y el mismo Schumpeter. Los protagonistas de la Antigua Escuela fucron mas historiadores de la econom istas propiamente dichos y como tales intentaron re contra la concepcidn estatica, abstracta y racio la economia inglesa clasica que en aquella époc mi ba tanto en Alemania como en Francia. En su Grusd zu den Vorlesungen Uber Staatswirtschaft nach i licher Methode (1843), Rosche fijaba a su disciplina el pro grama siguiente: determinar lo que los pueblos han pen- sado, querido y sentido en materia econémica, 2 lo que han aspirado y lo que han obtenido, por qué han as y por qué lo han obtenido. Tal proyecto slo podia tener Sentido a condicién de negarse a considerar la economia politica por si misma y orientarla sobre la base de un método comparativo hacia la toma en consideracion de otros fenémenos como el derecho, la religion, el estado, con el fin de comprender con la praxis su propia historia. Al transformar al mundo, se transfor. ma a si mismo. Es el educador que se educa a si mismo, pero no en el sentido de la historicidad de la conciencia individual, sino, como Engels senala en su carta @ Star- kenburg del 25 de enero de 1894, en cl de una historia que sera la obra de una «voluntad colectiva, segun un plan de conjunto».* Como para los teoricos del Wolksyeist, el individuo sdlo se comprende por el grupo al que pertene- ce, salvo que Marx y Engels sustituyen el pueblo por la cla- a debe, de i 27. K. Marx y F. niot, Paris, 1969, p. 101, 28K. Marx y p. 132. cris, La Sainte Fantlle, trad. de E. Cog- NGELS, Etudes philosop ques, Paris, 1947, “ se: «La liberacién de cada individuo en particular se rea- lizara exactamente en la medida en que la historia se transforme por completo en historia mundial.» *” Sea como fuere, se trata de elementos susceptibles de ser integrados unicamente de prestado en una teoria ge- neral de Jas ciencias humanas, con la condicién suple- mentaria de renunciar a los presupuestos del marxismo. En efecto, desde el punto de vista de la filosofia estricta de Marx y de Engels, esta teoria no tiene ningun sentido, puesto que solo es posible elaborar una unica ciencia del hombre, la del materialismo histérico, que es al mismo tiempo la ciencia unica del hombre y de la naturaleza. No podria existir un estatuto auténomo de las ciencias hu- manas, por una parte, porque no son disciplinas especifi- cas; por otra parte, porque sus objetivos, la religion, el derecho, la politica, no constituyen actividades indepen- dientes. En efecto, tanto el desarrollo de estas pretendidas cicncias como lo que pretenden explicar estan condicio- nados materialmente: * Solo filésofos marxistas «impuros», como por ejemplo Gramsci, que reintroduce una perspectiva hege- liana en la tradicion marxista, pueden con rigor servir de base a una teoria general de las ciencias humanas. 29. K. Marx y F. Enoris, L'idéologie allemande, Paris, 1968, p. 67. 30. Ibid., p. 51. 47

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