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La referencia más precisa la he encontrado en MERLEAU-PONTY, Maurice,
Fenomenología de la Percepción, Fondo de Cultura Económica, México, 1957, pág.
153, pero este autor da como fuente a GRÜNBAUM, Aphasie und Motorik. Fuera de
esta referencia esclarecedora, todos los desarrollos sobre el punto corren por mi cuenta.
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. El bebé —si no hay obstáculos en el camino— gatea en línea recta hacia
el objeto que apetece.
1.3.3. Adiestramiento
c) Dado que el bebé humano depende de su madre y, por tanto, de la
socialización 3 en una medida mucho mayor que el resto de los animales, es
difícil que el método de ensayo y supresión de errores funcione en él en un
grado total de pureza. La madre tratara de alejar al hijo del fuego antes de
que éste aprenda por sí mismo que el fuego quema. Aparece así en el bebé
un aprendizaje que podemos denominar adiestramiento y que consiste en
una variante del método del ensayo y el error en la cual un adulto define
qué debe entenderse por acierto y qué por error con un sistema de premios
y castigos 4. Así aprende el bebé, entre otras cosas, a controlar sus
esfínteres.
1.3.4. Imitación
d) La imitación de la conducta de los adultos juega también un
importante papel en el aprendizaje humano. Ella, entremezclada con el
método puro del ensayo y el error o con la variante del adiestramiento, es la
que le permite aprender a caminar y a hablar 5.
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Como es sabido se trata, según Kant, de un conocimiento sintético y a priori.
Desde el punto de vista que se desarrolla en el texto no tendría nada de sorprendente y
podría re formularse advirtiendo que para las distancias que puede gatear un bebé, la
superficie de la Tierra constituye —a todos los efectos prácticos— un plano de la
Geometría cuclideana.
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Socialización o también aculturación o endoculturación. Se refiere a la recepción
por parte de los menores en un grupo humano cualquiera, de convivencia de la cultura y
hábitos que les inculcan los adultos.
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Los premios y castigos pueden ser también verbales: alabanzas, retos, reproches,
etc.
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Con viene insistir acá en que para el chico el lenguaje forma parte de un saber
practognótico: aquel que le permite comunicarse —o comunicarse mejor— con los
adultos de los que depende o con sus iguales. Esto es de sentido común, pero se pone
aún más de manifiesto si consideramos que el chico usa adecuadamente el lenguaje aun
sin saber el significado de las palabras. Por ejemplo: gruesas palabrotas cuyo
1.3.5. Habilidades
e) Después de que el hombre domina la palabra u otros símbolos más
específicos o sofisticados, todavía queda un gran margen para el saber
practognótico:
i) Habilidades comunes
En primer lugar hay cosas que se aprenden mejor haciéndolas que con
una explicación verbal, como, por ejemplo, bajar una escalera, bailar o
andar en bicicleta.
ii) Habilidades posreflexivas
En segundo lugar existen muchas actividades que requieren en mayor o
menor medida un aprendizaje en el que se destaca el uso de palabras o aun
de signos convencionales especiales. Sin embargo, este aprendizaje
conceptual o de signos no basta. Constituye solamente un paso preliminar
para el ejercicio aceptable de la actividad en cuestión que deviene una
habilidad, recién cuando es absorbido en una auténtica practognosis. N os
pueden explicar con palabras qué es lo que hay que hacer para poner en
marcha y manejar un automóvil pero hasta que el encendido, los cambios,
el manejo del embrague, el volante y los frenos no pasen al nivel
practognótico no seremos conductores ni medianamente aceptables. El
aprendizaje en el que intervienen signos especiales puede ejemplificarse
con la música. Un pianista tendrá por fuerza que conocer la simbología
convencional del pentagrama y su dominio lo llevará normalmente al
solfeo, pero si no pasa de ahí aporreará el piano. Solamente después del
dominio practognótico de esta etapa podrá tocar aceptablemente el piano y,
eventualmente, llegar a ser un pianista.
iii) Habilidad en el manejo de símbolos
Finalmente el uso mismo de los símbolos debe llegar a ser irreflexivo y
practognótico a cierto nivel de exigencia. Consideremos, por ejemplo, el
caso de un matemático o un lógico moderno cuando desarrollan sus
fórmulas en un pizarrón: las transformaciones de fórmulas y demás
operaciones habituales no les requieren ninguna reflexión. Las hacen con
una naturalidad y rapidez que denuncia el nivel practognótico que ha
alcanzado su conocimiento de las reglas de inferencia.
1.4. OPINIÓN
1.4.1. Practognosis y opinión
El saber practognótico, implícito como está en una acción más o menos
eficaz, es saber de más o menos y no de todo o nada. Todos, o casi todos,
bailan aunque alguno sea un patadura y otro un eximio bailarín. La mayoría
de las acciones —a diferencia en esto del bailar— conllevan el trato con
algún ente intramundano, sea éste una bicicleta, un automóvil, la tierra de
labranza, un animal o aun otro ser humano. Aquí la acción puede