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LOS DEMONIOS
) los días
nolcróN FACsIMILAR
I
Primera edición, 1956
Primera reimpresión, 200é
Distribución mundial
Sugerencias: editorial@fondodeculturaeconomica.com
wwwfondodecul turaeconomica.com
Tel. (s5)5227 -467 2 Fax (55)5227 -4694
ISBN 968-1ó-8170-3
Impreso en México c Printed in Mexico
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Cue crre cha. Bailemos. Fliervan los ruidos.
Siga el vacilón. Bailemos diente con diente.
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Gramaticalmente, me lo enseñaron
hace mucho tiempo, ,rtlu» y ,ryorr, y no sólo,
sino ('é1" y "t:ú" y ,'yo,,, rectamente
podemos llamarnos así: primera
persona, plural: ((nosotrosrr. Es fácil.
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Si yo digo "amor", espero, descanso.
Pero si de pronto alguno, solemne,
(t¿Sabes
me dijera: o te consta
que existel", yo sólo contestaría:
'(Lo he leído, pienso, lo imagino;
existió el amor en otro tiempo."
Será sin valor mi testimonio.
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II
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Escn¡ror¡os he conocido
con gentes detrás; he visto mesas
con gentes sentadas en torno; circos
repletos de gentes; calles vacías
por las que pasaban gentes iguales.
Y nadie pensaba en dar nada,
no estaba el amor en nadie, ninguno
era muy distinto de su sombra.
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corazones, sapos en agonía
moviéndose en medio de las calles.
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cran diferentes: su belleza
nacía con etrlas, maduraba tranquila;
rrl llegar Ia muerte, les dejaba
su existencia pura de hermosas ruinas.
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II
Tnncr. Y el furor en los huesos
y el desorden turbio de los harapos.
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Se mezclan chillidos de estudiantes
con sueños de niñas estupradas por radio.
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barajas, y tira a ganarry gana
y obliga a pagar las apuestas.
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tú, para quien fue demasiado simple
la caja de vidrio que te encerraba
cn mi coraz1n de veinte años,
y a quien un tendero anónimo
tomó como criada, tranquilamente,
después de pasar por un }uzgado
y un vestido blanco y una iglesia.
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de amor entre gentes que no se amaban;
pero, sin embargo, el amor lucía
en ellos, brillaba evidente.
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f no te basta
la vida que tienes: si llega el caso
descubres poemas antiguos
para libertarte del tiempo tuyo,
y para poder mirar a lo lejos
inventas que estás enamorada
de alguno que vive en otra parte,
y le escribes cartas, y lo recuerdas,
y viajas a todas horas.
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Quizi alguna vez, al dejar el sueño,
veremos tranquilos hombres mirándose
unos en los otros. Seres humanos
distintos de máquinas y de bestias.
Serios buscadores de caminos.
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III
AreurlBvtos trajes de etiqueta
paru ditfr^rarnos; es vergonzoso
no tener dinero. FIoy se casan
un chivo contento y una gallina
negra, totalmente virgen.
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de lucir los buenos modales
para que el Macaco nos admita,
sabiendo que somos gente decente.
Hay que aprovechar la elegancia,
pues nuestro sudor nos ha costado.
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Imposible
hallar un lugar seguro que pueda
guarecer el aire cuando menos.
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Puedo hablar y puedo decirlo: algunas
veces las ventanas tienden las hojas
y vuelan: son pájaros. Y acontece
que baja de todas Partes el cielo
rumbo al coraz6n, con la dulzutu
de una enfermedad sin importancia.
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Mr vez a la ventana
esornrÉ otra
a ver si tocabas en mi puerta.
No era nadie. Todos los vecinos
saben que te estoy esperando.
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apenas se está empezando¡ Y se pueden
armar infiernitos que en una sola
llama precipiten al otro mundo
cuatrocientos rnil infelices;
encender lucientes, perfectas máquinas,
o quitar mejor las enfermedades.
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se juntan tranquilamente, relucen
de tan firmes, cantatl de tan seguros,
mientras nos quebramos nosotros.
a,
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de caparazones de cangrejos
que a pausas se rompen y se vacían,
de peces que lentamente se pudren.
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En la madurez de Ia primavera
las dulces muchachas, despreocupadas,
sacan a la calle sus deseos
vestidos con ropzls ligeras. Se ven los hombros
húmedos, el pliegue bajo los brazos;
al sol y la sombra se transparentan
piernas asombrosamente desnudas.
Un adolescente ha caminado
con su novia pálida, en el silencio
de un jardín a solas bajo la tarde;
la lnbrá acariciado en secreto, con ganas
de llorar; Ie habrá dicho versos aprendidos
del Declamador sin Maestro; Ia habrá llevado,
después, a la puerta de su casa.
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Y llega la,certidumbre
entonces nos
de que no vendrá. Y pensamos,
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mirando el reloj cada tres segundos,
en otros lugares, en las palabras
que en ese momento se están diciendo
y que no sabremos nunca, y un golpe
de tristeza súbita, de impaciencia,
desordena el mundo, lo desencaja.
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IV
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Es el remolino de armadas bocas
que gritan con piedras y con garrotes.
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amada- y rcchaza su propia vida,
y al herirse hiere a quien lo busca.
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Es ru
yano amar con la voz, dejarla
correr, que se extienda: no le importa
a nadie.
Si yo pudiera decirlo.
Si pudiera abrir un espejo enfrente
de todos los ojos, si yo mismo
consiguiera ser el espéjo, entonces
tal vez se me fuera esta miseria
de salir sobrando, de no servirme.
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Pero no encontramos nunca; no vemos
más que la existencia inexplicable
como una mendiga embaruzada.
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SrrNro. No es problema de inteligencia.
Tengo el simple orgullo de haber sido
siempre un amador de las mujeres.
Vivas, existentes, imaginadas,
muertas: incansablemente bellas.
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que escribí estos versos para ti sola;
pero en ti pensé al hacerlos. Son tuyos.
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poemas de tonos melancólicos,
o quizá escribiendo las cosas
que mejor le duelen, para dejarlas
de recuerdo a alguno que no conoce.
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L¿ rrrrprnATURA, a la sombra,
es de cuatrocientos sobre cero.
Bajo un cielo blanco tienden los árboles
deslucidas hojas de ceniza.
Aquí está la luz: nos Ia presta
Ia mano de cera de un ahorcado.
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el insomnio, el llanto seco, las rejas
de todas las cárceles, eI hambre,
y \a fuerza líÁca y el impulso
para desquiciar la desventura.
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de la pesadumbre que respiramos,
de la soledad que se nos impone.
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fNpICE
t. A¡í he recordad.o de ¡ueño _brlzor_ 9
z. Catninot, esguinat, encrucijadas IO
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t6. Hay día¡ taa áridos, que 1o minto 38
n. Y cllurer de los hue¡o¡.. i... 4o
rZ. Qué fácil tería ?drd erta morcd 42
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t8. De noche, con 4ans lentot 44
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38. ¿Cuál et la rnujer que recordtmo¡...? ........ . 88