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La universidad como generadora de conocimiento

En el presente ensayo haremos una breve revisión histórica del proceso de la universidad
occidental en torno a su rol como generadora de conocimiento con el fin de comprender en
dinámica la situación actual de la misma, en rasgos generales, y plantearnos los retos a los que se
enfrenta para los tiempos que corren y que vienen. No hablaremos acá de otros arquetipos de
universidad que la historia ha mostrado como fundamentales, tales como los monasterios
orientales (árabes, budistas, por ejemplo) o los centros de conocimiento como fueron en su
momento Alejandría o Toledo, que aportarían una mirada diferente a la occidental en la forma de
crear y aportar conocimiento en la sociedad.

El modelo occidental de universidad vigente en casi todo el mundo ha sufrido grandes cambios y
adaptaciones a lo largo de la historia. Partiendo de una hegemonía clerical del conocimiento en las
universidades medievales, pasando por el desarrollo de universidad elitistas ávidas por el cultivo
del saber del siglo XII, llegando al nacimiento de las universidades arquetípicas de Europa del siglo
XIII en las que sobre todo se dedicaban a transmitir la cultura, según nos relata Chuaqui (2002). En
esa etapa ha sido escaso o trunco el interés real de generar nuevo conocimiento orientado al
desarrollo de los conjuntos sociales desde las universidades.

Posteriormente, y con el desarrollo predominante del conocimiento racional y científico, el auge


de la generación de conocimiento coincidía con el fin de una Edad tradicionalista y el surgimiento
de una Edad Racionalista en occidente, tal como lo plantea Ortega y Gasset en su Entorno a
Galileo (1951). Simultáneamente, las universidades comenzaron a darle lugar a la
profesionalización de grupos todavía privilegiados de la sociedad.

Es hasta la irrupción de la Revolución Industrial y el surgimiento de la Ilustración en el siglo XVIII


que, a fuerza de necesidad galopante de “masas obreras cualificadas”, que se inicia un proceso de
universalización de la universidad y es hasta mediados del siglo pasado, que fueron terminando las
limitaciones segregacionistas en general en este campo. Hoy se vive todavía ese proceso de
inclusión en el ámbito del desarrollo del conocimiento desde las universidades en relación a los
pueblos indígenas, originarios y campesinos, sobre todo en nuestro país y en nuestro continente.

Entre tanto, en estas últimas décadas, pareciera que la generación de conocimiento desde las
universidades se ha centrado cada vez casi exclusivamente en un desarrollo del conocimiento
técnico (científico) dentro de las ciencias fácticas y de aquellas que estudian los fenómenos del
mundo natural, mientras que las ciencias que estudian los hechos humanos están sumidas en dar
soluciones a los problemas sociales siempre coyunturales. Claramente hubo un cierto
estancamiento en la generación de nuevo conocimiento a partir de mediados del siglo XX, en
cuanto al planteamiento de nuevas teorías que revolucionen el paradigma civilizatorio que hoy se
encuentra en franca crisis.

La tendencia actual en el ámbito académico dentro de las universidades está orientada a la


formación de “trabajadores” o “emprendedores”, y no logra salir de una práctica replicadora de
aquello aceptado como “realidad”, dentro de lineamientos propios de un sistema basado en
valores de consumo, entretenimiento y conservación del estado de las cosas. La “competencia”
como perfil profesional es una muestra del interés que domina todavía el ámbito académico.
Hasta tanto la universidad no se cuestionen seriamente el significado y la necesidad de convertirse
en un centro generador de nuevo conocimiento crítico y transformador de la realidad;
transformador en el sentido de reconocer que se ha llegado a punto de crisis civilizatoria que
necesita reformular sus bases de conocimiento como forma de entender la realidad, será muy
difícil que el rol formador de las universidades para con las nuevas generaciones se transforme de
un mero proceso adaptativo a las condiciones sociales, hacia un proceso de habilitación de las
mismas con un fin netamente transformador de dichas condiciones.

Mario Rodríguez Cobos (2004), conocido literariamente como Silo, plantea que el ser humano es
un ser histórico y social, no natural, definido por su intencionalidad orientada a la transformación,
humanización, del mundo.

Desde mi perspectiva, esta nueva definición del ser humano, demanda a las universidades a
replantear su rol en la sociedad, sobre todo a sumir el reto de ser centro de generación e
irradiación de nuevo conocimiento orientado a transformar el actual paradigma civilizatorio en
crisis. Es importante que el nuevo conocimiento este orientado a resolver los problemas actuales,
pero será menester reconocer que no se puede seguir emparchando los problemas de un sistema
global en crisis. Es necesaria una nueva educación, una nueva economía, una nueva política, una
nueva organización social, etc. Incluso es necesario un nuevo enfoque científico, hoy desligado de
la experiencia humana que no es segmentada, sino global, estructural, dinámica y también
espiritual.

Puedo concluir, además basado en los videos vistos para esta práctica, en los que los entrevistados
exponen el germen de estas inquietudes propias de la Época, que tendencias y herramientas como
los “laboratorios sociales”, la transdisciplinariedad, el lenguaje adaptado a una comunicación
horizontal con los actores sociales, la complementación del conocimiento local o de los pueblos
con el conocimiento occidental, la visión integral del conocimiento en las distintas dimensiones del
ser humano, etc.; son todos factores que aportan a la construcción de un conocimiento crítico y
apto para los nuevos tiempos. Pero es necesario hacer un análisis más de fondo sobre todo
aquello que no tiene caso seguir replicando, para poder comprender cuales son las necesidades de
otro tipo de sociedad humana que se insinúa desde el futuro.

Referencias bibliográficas:

 Chuaqui, B. (2002). Acerca de la historia de las universidades. Revista chilena de pediatría.


73 (6), pp. 563-565.
Recuperado de: https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0370-
41062002000600001#:~:text=Las%20universidades%20nacieron%20como%20expresión,a
%20dar%20una%20enseñanza%20superior.
 Ortega y Gasset, J. (1951). En torno a Galileo. Silo, Obras completas. Revista de Occidente.
Vol V.
 Rodriguez, M.R. (2004). Cartas a mis amigos, Obras completas. Vol I. México: Editorial
Plaza y Valdés.

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