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Doble movimiento de la ética

Dialéctica de lo particular y lo universal-singular

Juan Jorge Michel Fariña

¿Cuáles son los recaudos éticos que se deben tomar cuando un profesional da a conocer material
basado en pacientes en tratamiento? A todos nos ha pasado, y a ustedes les ocurrirá cada vez más
frecuentemente, tomar contacto con un caso que merece ser considerado de manera especial. Un
caso que nos llega, ya sea como terapeutas, analistas, tal vez ahora para quienes cursan alguna
práctica profesional en hospitales o se desempeñan como acompañantes terapéuticos. Un caso
que haya detenido nuestra atención, que invite a ser pensado y cuyas reflexiones entendamos
deberían ser comunicadas a la comunidad científica. El dilema es evidente: si lo damos a conocer,
arriesgamos violar el secreto profesional; si no lo hacemos, privamos a colegas y estudiantes de
una herramienta para avanzar en el conocimiento sobre nuestra disciplina. ¿Qué hacer?

Vamos a iniciar la cursada presentando un ejemplo aumentado de este dilema: cuando el caso no
sólo va a llegar a la comunidad científica, sino a la población en general. Porque no va a ser
publicado en las actas de un congreso, sino que una editorial prestigiosa se interesa en darlo a
conocer al gran público. Y efectivamente, el libro se transforma en un best seller: el más vendido
de esa temporada. El caro recuerda efectivamente al del Lic. Gabriel Rolón, que superó el
centenar de miles de ejemplares con sus libros “Historias de diván” y “Palabras cruzadas”. Y a
diferencia de otras ficciones que recrean tratamientos terapéuticos, aclarando que cualquier
similitud con la realidad es mera coincidencia, en los libros de Rolón se dice explícitamente que los
personajes están inspirados en casos reales. El tema abre la cuestión de la confidencialidad y el
derecho a la intimidad.

Pero para extremar el dilema, demos un paso más: dado el éxito editorial y el atractivo que los
casos presentan, una productora televisiva se interesa en llevarlos a la pantalla. El problema se
potencia. Porque la cantidad de personas que leen libros es ínfima comparada con el número de
espectadores de la televisión. Y las posibilidades de que los y las pacientes sean reconocidos por
terceros crecen exponencialmente. Les propongo ver el tráiler del programa. Dura apenas 5
minutos:

http://eticaycine.com.ar/Nuevalocucion.html

Vieron allí ustedes a Darío Grandinetti, Calu Rivero, Fabián Vena, encarnando a los y las pacientes
que pasaron por el consultorio de Gabriel Rolón. Una vez más, ¿qué hacer? Si yo les consultara en
este momento, seguramente el auditorio estará dividido. Habrá entre ustedes personas que
consideren una cosa y quienes opinen lo contrario. ¿Damos a conocer este material completo o
no? Allí es cuando ingresa la ética, en principio en lo que llamaremos su “primer movimiento”.
Porque las opiniones que tenemos sobre el problema conforman un capital importantísimo: son
parte de nuestro ser moral. Nuestros criterios sobre lo que está bien y lo que está mal, sobre lo
bueno y lo malo, sobre lo correcto e incorrecto. Todos, todas, todes, tenemos un sólido sistema
moral que organiza nuestros cuerpos respecto de lo bueno y lo malo. Y no podría ser de otra
manera, porque efectivamente la moralidad es inherente a la condición humana. En breve tendrán
una clase completa a cargo del Prof. Carlos Gutiérrez, dedicada a la tragedia Antígona, de Sófocles.
Una obra escrita en el siglo V antes de Cristo, es decir hace más de 2.500 años, y verán de qué
manera allí ya se establece a la condición moral como propia de la condición humana.

Entonces, para dirimir el caso Rolón podríamos apelar a esta moralidad de cada quien; votar, por
ejemplo, y por mayoría simple establecer un criterio: a favor o en contra. Pero dijimos que es el
momento de ingresar la ética, en su primer movimiento, que como vimos en la diapositiva inicial,
va de la intuición moral al estado del Arte en materia de ética profesional. Es decir, una
operación que nos impone un movimiento. De la intuición moral al estado del Arte. Ustedes
conocen la expresión “estado del Arte” por haber cursado Metodología, es una expresión
seguramente originada en Aristóteles, que en su “Metafísica” había tratado la relación entre las
ciencias y las artes. Remite al estado del conocimiento sobre un tema, a los acuerdos que una
comunidad científica ha establecido sobre una cuestión en particular. Y como veremos, en materia
de ética profesional, existe un abundante “estado del arte”. Estado del arte, que por supuesto vale
para un tiempo y un espacio. Para que se den una idea, en los prácticos de esta semana se les está
distribuyendo un esquema de las cuestiones éticas en la práctica clínica en salud mental. Es un
cuadernillo breve, que bajo el título de “Mapa IBIS”, contiene 8 grandes capítulos, que se
desagregan en 32 ítems, cada uno de los cuales se acompaña a su vez de preguntas orientadoras,
sumando más de 100 cuestiones sobre las que existe “estado del Arte”.

Y por supuesto, el listado no es exhaustivo, sino sólo orientativo. Una especie de mapa inicial, una
suerte de GPS que les permita apreciar cuánto hay ya tratado en el tema. Y estamos hablando
solamente de práctica clínica. Tendríamos un cuadernillo similar para las tareas forenses, para
administración y evaluación de técnicas diagnósticas y proyectivas, para la labor de la psicología
educacional, para los temas laborales, organizacionales y comunitarios. Y por cierto para la tarea
de la investigación, que tiene parámetros muy bien establecidos y a los que nos dedicaremos
especialmente. Hay incluso directivas especiales para las declaraciones públicas de psicólogos y
psicólogas, es decir pautas éticas establecidas para la conducta de profesionales de la salud mental
que reciben consultas en los medios.

En ese vasto panorama, ingresan los criterios éticos para la publicación de casos basados en
tratamientos bajo nuestra responsabilidad. Y entonces, cuando el Lic. Rolón fue tentado por la
productora televisiva para llevar a las pantallas sus Historias de Diván, entendimos que era buen
momento para poner a prueba esta metodología. ¿Qué dice el estado del Arte en materia de
publicación de casos? Para discutirlo, convocamos al Lic.Gabriel Rolón, cojuntamente con Iair Dori,
responsable de la productora televisiva y en presencia del Dr. Moty Benyakar Presidente de la Red
de Ecobioética de UNESCO,

DIAPOSITIVA

Reconocerán ustedes el marco del Aula Mayor, donde ante un auditorio colmado de estudiantes y
colegas discutimos de manera abierta los criterios que rigen en estos casos. Aunque no es el
objetivo de la reunión de hoy entrar detalle de esta cuestión, vamos a repasar los cuatro principios
allí discutidos. Resulta importante porque introducen los recaudos que toman los y las
profesionales cuando deciden que sus casos clínicos inspiren artículos científicos, libros de
distribución masiva o como en este caso programas televisivos para la gran audiencia.

(a) ante todo, ficcionar los casos de manera tal que, sin perder verosimilitud clínica, se minimicen
los datos que puedan llevar a identificar a los pacientes. En el caso de “Historias de diván” la
narrativa literaria, las creaciones cinematográficas de los guiones y la labor de los actores
contribuyen a ello. Sigmund Freud aconsejaba ocultar datos que todo el mundo conoce de un
paciente, pero que no son clínicamente relevantes y brindar en cambio los que sí interesan
analíticamente, pero nadie conoce de esa persona. O si ue de modo que como alguna vez lo
sugirió el psicoanalista Jacques Lacan, sólo el propio paciente pueda llegar a descubrirse en esa
ficción.

(b) con el material así ficcionado, solicitar no obstante el consentimiento informado de los
pacientes, a quienes se entrega el texto para que den su aprobación –estando dispuesto el
terapeuta a retirar el caso frente a una negativa o incluso ante una duda o vacilación de su
paciente.

Pregunta: me pregunto por qué tomarnos todo este trabajo. ¿No sería más sencillo decirle al Lic.
Rolón que se abstenga de dar a conocer sus casos?

La pregunta es sin duda provocadora. Y a la vez pertinente. Supone un pequeño desvío, pero
vamos a darle entrada. Efectivamente, esa sería una solución posible: recomendar que no se
difundan los casos y dar por cancelada la cuestión. Pero el problema es más complejo. Porque
ocurre que cuando un medio poderoso de masas como el cine o la televisión llevan a la pantalla
nuestro quehacer profesional, nos llevamos algunas sorpresas. Tomemos un ejemplo: recordarán
ustedes una película llamada “El discurso del rey”, que llegó a obtener el premio Oscar de la
Academia. En aquel momento, la Sociedad Norteamericana de Fonoaudiología, publicó un paper
que demostraba que a partir de la difusión de la película y de los millones de espectadores que la
vieron, creció en un 25 % el número de consultas por problemas de tartamudez, dificultades del
lenguaje, etc. Es decir, que el llevar al gran público de manera digna una práctica terapéutica,
tiene el efecto de generar una demanda inesperada. Una demanda genuina, en la que mucha
gente necesitada de nuestros servicios profesionales se anima a consultar, muchos seguramente
por primera vez en sus vidas. Y especialmente si como en “El discurso del Rey” se trata de un
tratamiento exitoso. Tratamiento que, para quienes vieron la película, incluye giros muy
interesantes desde el punto de vista clínico y a los que podremos volver más adelante.

Agreguemos dos condiciones más. Si las primeras coincidían más o menos con la intuición sobre el
tema, estas son menos evidentes. Enuncio sintéticamente:

(c) asegurar que todos los derechos sobre el material queden en manos del profesional, quien
sigue siendo responsable frente a los pacientes en cuyo testimonio clínico se inspiró para sus
creaciones;

(d) supervisar el dispositivo ético-clínico llevado adelante, posibilitando un espacio en el que la


situación pueda ser permanentemente problematizada.

Esto último porque como veremos más adelante en la cursada de la materia, existe un nivel de la
responsabilidad, que llamaremos subjetiva y que atiende a ese lugar intangible en que para un
analista su práctica está siempre interpelada y puesta en riesgo. Cada vez, ante cada apuesta
clínica. En ese punto no existen garantías. El terapeuta puede presentar sus casos de manera
sobria, procurando que el paciente se sienta cuidado en el relato y perciba genuinamente que su
difusión contribuye al bienestar de otros. Puede incluso asegurar que las historias reflejen, aunque
sea parcialmente, la resolución de los conflictos que motivaron la consulta –debido ello a la
justeza de las intervenciones del analista. Pero la verdad última emergerá de las vicisitudes de la
transferencia. Estamos en el terreno de la contingencia y resulta imposible calcular la delgada
línea roja de una intervención.

Volviendo a la lógica del primer movimiento, les propongo tratar un segundo ejemplo, y de paso
introducimos lo que va a ser uno de los ejercicios a distancia durante esta cursada. Se trata de un
ejercicio sencillo que permite explorar este método del primer movimiento de la ética. Ustedes
conocen el examen de residencia, esa prueba a la que se presentan graduados y graduadas
recientes para aplicar a un puesto en un hospital público. Se trata de una serie de 100 preguntas
en modalidad multiple choice. Algunas de ellas se corresponden con el área de ética y ejercicio
profesional de la psicología. Nosotros hemos seleccionado un grupo de preguntas de distintas
ediciones del examen de residencia correspondiente a esa área y la propuesta es que ustedes las
conozcan y resuelvan. Como una manera de ejercitar este primer movimiento de la ética y a la vez
para sensibilizarse frente a la modalidad del examen de residencia, para el caso que en algún
momento quieran aspirar a presentarse.

Verán que la formulación de estos ejercicios, se corresponde con la lógica del primer movimiento.
Tomemos un ejemplo:

DIAPOSITIVA

“En una institución para niños y jóvenes severamente perturbados se planifica una actividad
tendiente a una mayor integración social de los pacientes, que asisten bajo la modalidad de
hospital de día. Durante una reunión del equipo, una profesional sugiere la posibilidad de
promover en ellos la participación en las próximas elecciones nacionales. Otra profesional aclara
que esto no es posible porque si bien varios de los jóvenes tienen más de 18 años, no están en
condiciones de votar. Una tercera profesional interviene diciendo que tal vez pueden votar
asistidos por alguien que los acompañe hasta el cuarto oscuro. Finalmente, otro integrante del
equipo aclara que el acto eleccionario es estrictamente secreto y personal, con lo cual la
propuesta anterior resulta inviable.”

¿Se aprecia cómo la formulación de la viñeta recrea intuiciones morales? Cada terapeuta refleja
con su juicio una representación posible sobre lo que está bien y lo que está mal, lo correcto e
incorrecto para esta situación. ¿En qué consiste el ejercicio del examen de residencia?
Evidentemente no en consultar la opinión de cada quien, sino en pasar de las intuiciones a un
cierto estado del Arte en la cuestión. Par ello, el ejercicio continúa así.

• Teniendo en cuenta la Convención Internacional para Personas con Discapacidad, ¿Cuál es


el principio que se debe aplicar en este caso?

Seleccione una:

1. Pueden votar sólo si una persona los asiste


2. Pueden participar plena y efectivamente del acto de votar

3. En razón de su discapacidad no están en condiciones de votar

4. Pueden votar únicamente a través de sus representantes legales

Siendo la Convención uno de los materiales de referencia obligatorio para el examen de


residencia, lo que el ejercicio indaga entonces es la capacidad del o la postulante para “aplicar”
correctamente tal instrumento a la situación presentada.

Se va perfilando el método de este primer movimiento de la ética, que se organiza de acuerdo a


tres momentos, que se nombran como Vistos, Considerandos, Resolución. Es decir, vista una
situación y considerando el referente (la Convención en este caso), se resuelve en tal o cual
dirección.

Podríamos formalizarlo de este modo. En los vistos se diagnostica una situación que presenta un
punto de inconsistencia, es decir una cierta tensión inicial; en los considerandos se enuncia el eje,
el valor, a partir del cual se intenta intervenir sobre la situación. Es el “Estado del arte”, que como
veremos más adelante, antecede siempre a la situación. La resolución es, finalmente, la instancia
en la que se arbitra una medida, se toma una decisión para intervenir en la situación descripta en
los vistos, en los términos señalados por los considerandos.

Aclaramos que en el ejercicio que propondremos durante la cursada no se requiere que estudien o
retengan los términos del referente ético-jurídico (la Convención, en este caso), pero sí que
conozcan su existencia y sepan cómo operar con ella. Para ello se les ofrecerá un enlace al texto
de la Declaración para que puedan identificar allí el punto en cuestión.

Pregunta: Me parece muy interesante, pero ¿podemos saber cuál es la respuesta correcta en este
caso?

Una vez más, no es el objetivo hoy saldar esta cuestión metodológica, pero por supuesto podemos
considerar la cuestión. Sobre todo, porque en este caso la respuesta “correcta”, entendiendo
como tal aquella que está en consonancia con la Declaración, tal vez no coincida con la intuición.
Con lo cual podemos tener un buen ejemplo de la tensión que mencionábamos antes entre la
opinión espontánea y el estado del Arte. Y por cierto un ejemplo del sentido de este primer
movimiento de la ética. Recordemos las opciones:

1. Pueden votar sólo si una persona los asiste


2. Pueden participar plena y efectivamente del acto de votar
3. En razón de su discapacidad no están en condiciones de votar
4. Pueden votar únicamente a través de sus representantes legales

Aplicando el principio de la Convención, la respuesta correcta es la 2. Efectivamente, pueden


participar plena y efectivamente del acto de votar. Ustedes dirán ¡pero va a emitir un voto una
persona severamente afectada mentalmente! ¡Va a votar alguien que no sabe cabalmente lo que
hace! Claramente el ejercicio está allí para darnos lo que podríamos llamar una lección de
contemporaneidad. Lección que está claramente contenida en la nueva ley de Salud Mental. La
época en que nos toca ejercer la profesión ha tomado una decisión: se prefiere arriesgar la
idoneidad de un voto, si a cambio le damos a una persona privada de sus derechos, la oportunidad
de que se restituya psíquicamente en el ejercicio de una función ciudadana que le fue conculcada.
Se trata de una apuesta clínica sumamente interesante como pueden apreciar. De alguna manera,
el ejercicio del examen lo que indaga es hasta qué punto quienes se candidatean para ocupar un
puesto en un hospital público están en condiciones, están dispuestos y dispuestas a poner entre
paréntesis sus intuiciones morales y dar entrada a las decisiones de su tiempo en materia de ética
profesional. Lo que no es poca cosa, por cierto.

Resumiendo, este primer movimiento de la ética se aplica a una pluralidad de situaciones,


respecto de las cuales existe ya suficiente estado del Arte. Para volver al cuadernillo IBIS
mencionado al inicio, disponen allí un centenar de ejemplos en los que aplica esta lógica. ¿Qué
tienen en común todas estas situaciones?

Se trata de situaciones para las cuales el conocimiento ya existe y antecede por lo tanto al caso en
cuestión. Es decir, antes de que el Lic. Rolón considerara publicar los materiales inspirados en sus
pacientes, ya existían normativas relativas a la confidencialidad. Antes de que en la institución
para jóvenes severamente perturbados se planteara la opción para que voten, ya existía la
Convención, etc.

Se trata de la dimensión deontológica. El término “deontología” viene del griego “Deonto” que
quiere decir “deber”, con lo cual la deontología es la rama de la ética que se ocupa del tratado de
los deberes para un cierto segmento profesional. Da cuenta del “deber hacer” para una disciplina
en un espacio y un tiempo determinados. Así, existe una deontología médica, o una deontología
jurídica, etc. De hecho, esta asignatura en otras universidades nacionales, como en la de Mar del
Plata, se llama “Deontología Psicológica”.

La expresión más depurada de esta lógica se encuentra en los llamados “códigos de ética”, que
como veremos presentan de manera sintética, destilada, una multiplicidad de cuestiones que
abarcan los distintos campos de nuestra vasta práctica profesional. El método que subyace es
siempre el de los tres tiempos que hemos introducido antes para toda legislación: vistos,
considerando, resolución. Volveremos sobre todas estas cuestiones en las clases siguientes,
especialmente en la que en breve dictará la Prof. Gabriela Salomone.

Ahora bien, si la ética se limitara a este primer movimiento, las cosas serían relativamente
sencillas, pero también poco interesantes. Bastaría con tener a mano las normativas, mantenernos
actualizados en ellas, y aplicarlas convenientemente en cada situación dilemáticas que se nos
presente. Pero las cosas son más complejas, y por ello hemos anunciado este módulo como del
“doble movimiento de la ética contemporánea”. Doble movimiento, que como dijimos da cuenta
de la dialéctica entre lo particular y lo universal-singular.

Vamos a cerrar la clase de hoy con dos ejemplos, uno literario y otro cinematográfico, esperando
retomar el tema para profundizarlo la reunión próxima. Tomemos el cuadernillo IBIS sobre las
cuestiones éticas en la práctica clínica en salud mental. El primer capítulo se llama “pautas
contractuales” y hace referencia a las preguntas que debemos hacernos al establecer un encuadre
terapéutico. El primero de sus ítems se nombra como “consentimiento informado”, y se desagrega
en tres cuestiones: discernir si la persona está en condiciones para dar su consentimiento,
adelantarle cierta información mínima sobre el tratamiento que va a iniciar, documentar el
consentimiento en caso que la institución en la que trabajamos así nos lo requiera. Obviamente, se
trata de una presentación esquemática.

¿Cómo se aplica allí la lógica del primer movimiento? Supongamos que estamos ante un caso que
presenta dudas. Un caso cualquiera de administración del consentimiento frente al cual debamos
decidir si el o la profesional actuó de acuerdo a lo éticamente deseable.Siguiendo el principio del
primer movimiento la operatoria es relativamente sencilla:

Delimitamos el universo con el que vamos a operar. Un universo es un recorte arbitrario de la


realidad. En este caso, nuestro universo está conformado por el conjunto de las reglas que rigen el
el consentimiento informado.

Este universo se desagrega en dos subconjuntos

En el subconjunto A vamos a identificar el correcto cumplimiento de los requisitos del


consentimiento informado: discernir si la persona está en condiciones de ejercerlo, informar las
características del tratamiento, documentarlo, etc. En el subconjunto –A (que nombramos No A)
ubicaremos los elementos que denotan el ejercicio negativo de la pauta positiva.
Hasta aquí, las cosas son relativamente simples. Llega un caso dudoso de ejercicio del
consentimiento informado, y a partir del testimonio se establece si corresponde incluirlo en el
subconjunto A o en el subconjunto –A. En el primer caso cumple con las pautas esperables; en el
segundo no. Y por cierto el propio universo lógico cuenta con las medidas (deontológicas,
jurídicas) a emprender en uno u otro caso.

Pero consideremos la siguiente página de la biografía de Jacques Lacan escrita por la historiadora
francesa Elisabeth Roudinesco. Entre paréntesis, una obra rigurosa y bella de ser leída.
Evidentenemente refiero de memoria, parafraseando un poco el orginal. Asistía al seminario de
Jacques Lacan un joven filósofo, lógico apasionado y erudito en cuestiones de Grecia Clásica, quien
se mostró desde el inicio vivamente interesado en el pensamiento del psicoanalista francés.
Advirtiendo el lugar que Lacan otorgaba a la cultura helénica, se entrevistó con él para hablarle de
temas, como los estoicos, que entendía interesarían a Lacan. Françoise Wahl, tal es su nombre, era
homosexual y una persona de una enorme sensibilidad y según la biografía de Elisabeth
Roudinesco, Lacan tenía una especial predilección por las personas gay. Se reunieron de manera
sostenida durante un tiempo, al cabo del cual en una oportunidad Wahl le consultó a Lacan sobre
la posibilidad de iniciar un análisis. ¿No le parece doctor que estando yo interesado como estoy en
su seminario y en los temas que usted enseña, tal vez sea bueno para mí iniciar un análisis
personal? La respuesta de Lacan no se hizo esperar: amigo mío, ¿qué es lo que cree que está
haciendo aquí desde hace meses? Usted ya está en análisis. Y efectivamente, François Wahl
continuó su análisis con Lacan, hasta que tuvo su fin de análisis. Y años más tarde, cuando Lacan
decidió reunir toda su obra dispersa, la mayor parte inédita, confió en una única persona para esa
tarea y convocó a su antiguo paciente François Wahl, que ya entonces trabajaba en la editorial
Seuil, para que fuera el editor de sus Escritos.

Bella anécdota, que da cuenta de una transferencia. Esta anécdota, más o menos ficcionada a
partir de los biógrafos y críticos de Lacan (y ahora recreada por mi), resulta hoy un homenaje a la
memoria de François Wahl –falleció el pasado 15 de setiembre–, pero sobre todo una oportunidad
para examinar la tensión entre lo particular y lo universal-singular en materia de consentimiento
informado.

En el primer movimiento de la ética teníamos nuestro estado del Arte, que nos presentaba un
subconjunto A, integrado por las directivas deseables desde el punto de vista deontológico:
discernir si nuestro paciente está en condiciones de dar su acuerdo para un tratamiento, explicitar
de manera clara las características y alcance de tal tratamiento, documentar adecuadamente el
consentimiento, etc. También tenemos por lo tanto el subconjunto –A, que estará integrado por la
acepción negativa de las pautas anteriores, para las cuales el sistema prevé las sanciones
correspondientes. La pregunta es evidente: ¿dónde ubicamos en este esquema la entrada en
análisis de François Wahl? No podemos alojarla en el subconjunto A, porque es evidente que
Lacan no siguió ninguna de las directivas allí prescriptas; pero tampoco podríamos desplazarlo a –
A y sancionarlo por ello, ya que estamos haciendo un elogio de aquél tratamiento.
Así ficcionado, el relato nos confronta con una singularidad en situación. Singularidad que
retroactivamente hace evidente la insuficiencia del conjunto A / -A para dar entrada en análisis a
este paciente.

La entrada en análisis de François Wahl, así ficcionada, comporta un punto (representado por la
estrella blanca en la diapositiva) que no pertenece ni a A ni a –A. Esta singularidad situacional
amplia los límites del universo y nos obliga a lidiar con una realidad más compleja.

Estamos en la hora. No tenemos hoy tiempo para el ejemplo cinematográfico, que dejo para la
clase siguiente. Pero les recomiendo la lectura en el volumen colectivo “Etica un horizonte en
quiebra”, la entrada de Bart Simpson. Es un comentario sobre uno de los primeros episodios de los
Simpson, que se proyectó cuando la mayoría de los y las presentes estaban en su temprana
infancia… pero que mantiene toda su vigencia. Repásenlo para la próxima y tendrán una amena
ilustración, en un dibujo animado, de las inversiones dialécticas hegelianas, de esta tensión entre
lo particular y lo universal singular.

http://aesthethika.org/Tatuajes-en-la-escuela-primaria

Verán allí, y con esto cierro, que la clase fue dictada durante un curso de verano en la temporada
1992-1993, lo cual nos recuerda que hace ya más de 25 veranos que transitamos estas aulas.
Decíamos entonces que para abordar los temas que tenemos por delante se requiere un espíritu y
riguroso y creativo: una mente abierta para comprender la realidad que nos conmueve, y un
corazón sensible para transformarla. En ese mismo espíritu, nos deseamos entonces una excelente
cursada.
Clase dictada el martes 29 de enero de 2018, transcripción de Jimena Blanco.

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