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TRAFICO ILEGAL DE FLORA Y FAUNA

El tráfico ilegal de fauna silvestre es la comercialización ilícita que se hace de especies


salvajes que son arrancados de sus ambientes naturales. Esta acción llega a tener graves
consecuencias para los ecosistemas de los países y a la vez atenta contra su patrimonio natural.

Todos los animales silvestres que son víctimas de este delito tienen distintos destinos, las
mascotas a domicilios particulares, a circos u otros espacios los animales de entretenimiento, a
museos como trofeos de caza, a centros de medicina tradicional o como ingredientes de platillos
exóticos.

“Durante los meses de diciembre, enero, junio, julio así como en Semana Santa, el tráfico ilegal de
fauna silvestre aumenta, debido a que residentes de las grandes ciudades visitan las regiones de
amplia distribución de especies y pretenden regresar a sus casas con una “mascota diferente”,
llevando consigo loros, perezosos, micos y otras especies de interés para la biodiversidad”

El comercio ilícito de especies amenazadas y en peligro de extinción es un negocio de miles de


millones de dólares y la demanda es cada vez mayor de los productos derivados de los animales
terrestres más representativos de África y Asia del Sur, como los elefantes, los rinocerontes y los
tigres. Las razones del aumento de volumen de comercio ilegal de estas especies está en la
demanda en países asiáticos, en parte por su uso como ingredientes de remedios medicinales y
también por su uso ornamental y la cuestión del estatus social. En China en la cultura del regalo
corporativo es habitual regalar piezas como piel de tigre u oso polar y colmillos de elefantes.

En este caso, muchos de los animales son vendidos vivos, pero son cazados en sus hábitats de
forma furtiva, y otros muertos como materia prima para diversas industrias. El negocio del tráfico
ilegal de animales es, tras el tráfico de armas y de drogas, el tercero que más dinero mueve (según
la ONU, 10 mil millones de dólares al año).

En este sentido, la caza furtiva de animales es muy importante en zonas como Sudamérica,


Centroamérica, Asia y África (lugares muy ricos en fauna considerada exótica en otras zonas) y
sus principales destinos son Estados Unidos, Europa o Japón. Se trafica sobre todo con monos,
víboras, tortugas, iguanas, caimanes o aves (principalmente loros). Los loros, por ejemplo, se
venden vivos como animal de compañía (por su gran atractivo para el público) o para zoológicos,
zonas de reserva de fauna o circos con animales. Las iguanas, por ejemplo, y otras especies se
venden muertas para la elaboración de zapatos o carteras con sus pieles.
Brasil es uno de los países con más caza furtiva del mundo, por su gran biodiversidad única. Se
calcula que en territorio Brasileño se cazan unos 38 millones de ejemplares al año y el 90% muere
durante su caza y transporte ilegales.
Otros ejemplos pasados y presentes son la caza furtiva de ballenas para obtener sus aceites y
carne (lo que ha llevado a las ballenas al borde de la extinción), la caza furtiva del rinoceronte
africano para traficar con sus cuernos, la extinción durante el siglo XIX del gran alce gigante debido
a la caza o la desaparición del periquito de Carolina.

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