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LA REALIDAD POLÍTICA Y LAS CONSECUENCIAS DE LAS ILUSIONES

FRUSTRADAS, COMIENZAN A DAR SUS FRUTOS. EL DOCUMENTO DE


ABAJO ABRE PERSPECTIVAS DE AVANCE EN LA SOLUCIÓN DE LA CRISIS.
“Interesante documento suscrito por:
José Luis Farías, Pedro Benítez, Joaquín Marta Sosa, María Carolina Uzcátegui,
Manuel Narváez, Jairo Cubas, Alfredo Padilla, León Arismendi, Jorge Botti, Fredy
Rincón, Mibelis Acevedo, Simón García, Frank Payares, Ysrrael Camero, Jorge
Roig, Adalberto Pérez, Juan Carlos Fernández, Edgar Blanco, Oswaldo Muñoz,
Luis Bravo Jauregui, Tulio Ramírez, Marco Tulio Páez, Antonio Bastidas, Carlos
Texeira, Gregorio Salazar, Alonso Medina Roa, Francisco Suniaga, Ángel
Lombardi, Víctor Márquez, Jacqueline Richter y Pablo Zambrano:
Volver al voto
La ruta electoral
Enero 2021
Una nueva etapa de la lucha democrática ha comenzado en Venezuela. No tuvo
éxito la oferta de concretar un cambio político de corto plazo, que suponía la salida
del poder del régimen antidemocrático, como paso previo a cualquier otra acción.
La Asamblea Nacional electa en 2015 desde un comienzo fue declarada en
desacato y asediada. Muchos diputados fueron forzados a tomar el camino del
exilio.
Las principales organizaciones partidistas enfrentadas al autoritarismo sufrieron el
garrote de la judicialización. Se creó un ambiente hostil para ejercer la política que,
junto a los errores, condujeron al peor de los caminos: la abstención.
La percepción general es que hoy estamos más lejos del cambio que hace
cinco años. La realidad es que vivimos en un país más hambriento,
empobrecido, saqueado y destruido por quienes lo gobiernan, con seis
millones de compatriotas en la diáspora.
La situación exige un balance por parte de la oposición democrática venezolana.
A los venezolanos hay que hablarles con la verdad. No se desconocen los
esfuerzos hechos, pero se necesita una explicación por parte de sus
dirigentes de las razones por las cuales no se pudo hacer realidad el cambio
político. No con la idea de destruirnos mutuamente, sino para superar los
errores cometidos.
Es imprescindible dar ese debate, sin embargo, no podemos dejar de lado lo
medular: nuestra obligación de continuar la lucha democrática en nuestro
país.
Más allá de los señalamientos y recriminaciones que ya circulan, podemos
adelantar una serie de conclusiones que se desprenden del proceso político de los
últimos cinco años y que pueden contribuir no sólo al análisis sino a la
construcción de rutas eficaces para el cambio político, eslabón indispensable para
ir abatiendo la crisis generalizada que sufre el país, cuyo causante es el gobierno
actual, autoritario e ineficiente:
1) El cambio político en Venezuela no será producto de un milagro sino de un
trabajo organizativo permanente, tesonero, responsable y consistente dentro
del país, con base en una estrategia unitaria y de acumulación de fuerza.
2) El apoyo de la comunidad democrática internacional es y seguirá siendo
importante para la causa democrática venezolana, pero nuestra lucha no
puede estar dirigida o condicionada por factores externos al país. Por otra
parte, aliados internacionales muy importantes han dejado claro que la
estrategia seguida en los últimos dos años no ha dado los frutos esperados, y
se requiere una nueva hoja de ruta para canalizar efectivamente esos apoyos y
lograr la vuelta a la democracia en Venezuela.
3) El voto es el principal instrumento de lucha ciudadana para manifestar el
descontento. Ese es el recurso ciudadano que, junto a la protesta cívica, nos
ha permitido obtener logros en lucha democrática. No podemos renunciar a su
ejercicio, aún en las circunstancias más difíciles. Se impone rescatar su valor
ciudadano, en oposición al uso distorsionado y perverso que el autoritarismo
hace del mismo.
4) Las elecciones son un proceso, no se reducen al acto de votar. En un régimen
antidemocrático son jornadas de luchas cívicas, es hacer política, es un
llamado a luchar dejando de lado la fantasía. Supone volcarse a realizar el
trabajo organizativo necesario para recuperar y activar a fondo el tejido de la
sociedad democrática. El regreso a la lucha electoral
Los venezolanos debemos tomar una decisión impostergable: asumir la lucha
electoral con todas las dificultades que deriven de la acción del régimen autoritario
e, inclusive, de un sector de la propia oposición. Hay que seguir demandando
elecciones libres, justas y transparentes, sin convertir esa demanda, a priori, en un
pretexto para no participar.
El régimen de Maduro pondrá todos los obstáculos posibles – como lo ha
hecho hasta ahora – para apartarnos de ese camino o para lograr que lleguemos
al mismo completamente divididos.
Nuestra tarea será recordar esto y combatirlo, sorteando todas las trampas que
intenten quebrantar la unidad y el propósito de la misma, de manera tal que
podamos llegar al final, el voto, en las mejores condiciones.
Es fundamental desechar los caminos violentos y las conductas extremistas.
Los demócratas venezolanos debemos insistir en la ruta unitaria, democrática y
pacífica, en la que participen todos los sectores de la sociedad favorables al
cambio.
Para ello resulta imperativo una estrategia que comience por un balance de
todo lo andado, corrigiendo los errores cometidos, entre otros, el de someter
nuestra decisión de tomar la ruta electoral a la voluntad o al interés
particular de un líder u organización.
Recuperar la ruta electoral exige dotarnos de un plan de trabajo y organización,
sin la camisa de fuerza de objetivos de cambio inmediato, ni que se frustre ante la
falta de voluntad del régimen para satisfacer todas las condiciones electorales
legítimas y constitucionales.
El desarrollo de ese plan supone un esfuerzo a lo largo de un tiempo cuya
extensión puede ir más allá de nuestros deseos.
Las “vías rápidas” ya han demostrado que son ilusorias y nos devuelven al
mismo punto, pero aún más maltrechos. Esas vías sólo retrasan lo inevitable:
lograr una transición sustentable en el tiempo por medio de un gran acuerdo
nacional.
Esta conclusión es tan dura como inevitable. Para que la misma nos acerque a
nuestros objetivos hay que ir al encuentro del descontento, con planes de
organizar y construir la fuerza necesaria que retome la movilización de las
mayorías. Y para ello hay que utilizar todos los recursos cívicos que nos da la
política.
Es fundamental la unidad de propósito en beneficio del avance de la sociedad
democrática. Es una unidad orientada a potenciar y darle coherencia a la presión
social, que ofrezca una dirección eficaz a la impostergable e ineludible necesidad
de cambio y al universo de descontentos que se encuentran desagregados y
desorganizados a lo largo y ancho de toda Venezuela.
Alcanzar el logro de esa condición unitaria exige que las decisiones se tomen
con una transparencia que genere confianza mutua en los distintos actores
claves de este proceso.
La estrategia debe estar dirigida a sumar voluntades y definir claramente
quienes son nuestros aliados. Rescatar el voto como bandera política de los
demócratas debe ser visto como un proceso dinámico en la activación de las
capacidades de todos los que se enfrentan al autoritarismo hegemónico y debe
activar el ejercicio de las capacidades de movilización de cada uno en su
específico sector de la vida social y de la opinión pública. Esta es nuestra fortaleza
real.
¡El poder del voto para cambiar!”.

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