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En Las Nubes (p.

68), Aristófanes loa la educación antigua del cultivo


de la cultura física y hace un retrato de cómo ve al joven que la
recibe:

“Siempre reluciente y fresco como una flor, pasarás tu


tiempo en los gimnasios... Bajarás a la Academia, y allí,
bajo los olivos sagrados, caminarás coronado de caña
ligera, con un amigo de tu edad, mientras florece el smilax,
la despreocupación y el álamo blanco que pierde sus hojas,
gozando de la estación primaveral, cuando el plátano
cuchichea con el olmo. Si tú haces lo que yo te digo y
aplicas en ello tu espíritu, tendrás siempre el pecho fuerte,
el color del rostro claro, las espaldas anchas, la lengua
corta, la nalga grande, la verga pequeña”

Y, para criticar la cultura espiritual que emerge en su tiempo y, de la


cual Sócrates es heraldo, hace un retrato de quienes acuden a ella:

“Pero si practicas las costumbres del día, enseguida tendrás


el color pálido, las espaldas estrechas, el pecho cerrado, la
lengua larga, la nalga sumida, la verga grande”

(Sin comentario)

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