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contexto político, social y religioso que conducía a la mujer especialmente como un sujeto
marginado dentro de una sociedad patriarcal en esencia por la posición subordinada de la
mujer en el catolicismo, cono también de una época donde los destellos de la época
medieval perduraban fuertemente en las mentalidades, y con ello las creencias
supersticiosas y las prácticas “mágicas”, y también vinculándolo con las prácticas indígenas
que también tenían una relación intrínseca con una ritualidad mística.
El mestizaje que propició el choque del mundo europeo y su catolicismo que conllevaba a
las supersticiones teniendo como eje lo diabólico, se mezcla con las tradiciones amerindias
que en el caso concreto de los aztecas podemos entrever la importancia que se le daba al
corazón como un órgano vinculado al deseo y al poder. Las dos tradicione tenían en común
el poder del varón y la subyugación de la mujer, por lo cual, ésta encontraba desde su
marginalidad una defensa propia en su cotidianidad en la brujería y la hechicería, una
manera de contener desde lo supersticioso y lo mágico los maltratos de los hombres, ellas
encontraron un poder netamente femenino que se encontraba en el uso de elementos
naturales para ejercer un deseo sobre una persona o sobre una situación particular que hace
suponer una sabiduría de lo ritual como también de los elementos de la naturaleza que
propiciaban sus actos.
La autora expone que la Santa Inquisición se encargaba de juzgar estos actos teniendo en
cuenta que en el momento en que esta ejercía en América era un contexto donde la
modernidad estaba emergiendo, por lo tanto, esta institución eclesiástica tenía más
fundamento a la hora de juzgar un caso como se evidencia en el texto de Ruth Behar
“Brujería sexual, colonialismo y poderes femeninos: opiniones del Santo Oficio de la
Inquisición en México" que expone un caso donde una mujer está evidentemente
arrepentida de su acto y el juez la perdona, pero sin embargo no significa que se deba
desconocer una violenta arbitrariedad de esta institución a la hora de juzgar estas prácticas
que llevaron al exterminio a muchas mujeres en Europa especialmente.
Puesto que las mujeres tenían muy pocas esferas en las que podían hacerse respetar,
desarrollaron, en México y en otras partes de América Latina, un rico lenguaje simbólico
de creencias y actos para oponerse, castigar y hasta controlar a los hombres que la
dominaban. Era un lenguaje saturado de violencia: así como los hombres golpeaban a sus
esposas, las mujeres se vengaban con una forma más sutil de violencia [ CITATION Rut91 \l
3082 ]
En conclusión, las prácticas de brujería en la América Latina colonial eran desde espacios
sociales marginados, las mujeres como sujetos marginados de una sociedad profundamente
religiosa y patriarcal donde el hombre podía hacer lo que quisiera con ellas, encontraron un
refugio y una defensa en la brujería, como también un espacio donde ellas podían
evidenciar su poder como seres humanos porque era la única manera de sobresalir en una
sociedad dominada por el hombre. Por otro lado, la influencia de la religión católica traída
por España en América Latina suscitaba los sincretismos con las culturas originarias
indígenas que tenían conocimientos de la naturaleza y rituales que eran tomados como
brujería por la institución eclesiástica, como también la influencia de los esclavos africanos
en América que también tenían otras maneras de hacer rituales de hechicería, lo que nos
hace pensar que la superstición y el uso de la naturaleza para los deseos, las venganzas, las
fuerzas del bien y del mal son intereses en toda la humanidad y que se pueden evidenciar en
todas las épocas.
Bibliografía.