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En este contexto, la presente investigación tiene como objetivo general analizar el fenómeno de la

sequía en el estado de Nuevo León, con el propósito de estructurar y plantear una serie de
estrategias que permitan gestionar el riesgo de sequía y mitigar los impactos del fenómeno en el
futuro, poniendo énfasis en el sector agropecuario por ser el que más agua consume y, por lo
tanto, el más vulnerable ante la falta del recurso. Para ello, se plantean los siguientes

objetivos específicos:
1. Proporcionar los elementos teóricos y conceptuales que permitan conocer y comprender
el fenómeno de la sequía y sus impactos en la sociedad, en los contextos mundial, nacional
y estatal.
2. Llevar a cabo el análisis y caracterización espacio-temporal de las sequías ocurridas
históricamente en el estado, desde las perspectivas meteorológica e hidrológica.
3. Realizar una estimación de los impactos socioeconómicos en el sector agropecuario y
forestal que tienen los eventos de sequía sucedidos en el estado. 5. Presentar una
narrativa del desastre natural causado por el último período de sequía en la entidad
(2011-2012).
4. Proponer una metodología para el desarrollo de un “Plan Integral contra la Sequía en el
Sector Agropecuario”.
5. Plantear una serie de estrategias y recomendaciones específicas para gestionar el riesgo
de sequía y mitigar sus impactos en los subsectores agrícola y pecuario.

Estructura del documento El presente escrito está dividido en tres secciones, cada una de las
cuales se compone de diversos capítulos independientes pero a la vez relacionados entre sí:

La primera parte (capítulos 1 y 2), se refiere a los aspectos generales relacionados con el
fenómeno de la sequía: en el capítulo 1 se presenta una descripción de los principales
componentes teóricos y conceptuales del fenómeno (definiciones, tipos, causas, consecuencias y
métodos de análisis); y en el capítulo 2 se incluye un relato de los impactos más sobresalientes
causados por las sequías en el contexto mundial y nacional. La segunda parte (capítulos 3 al 7) está
enfocada a lo que es propiamente el análisis espacio-temporal de la sequía en el estado de Nuevo
León: en el capítulo 3 se presenta un recuento de los principales eventos de sequía ocurridos
históricamente en el estado y de sus efectos en la población; en el capítulo 4 se realiza un análisis
de los factores naturales, socioeconómicos y ambientales que determinan la vulnerabilidad a la
sequía en la entidad; en el capítulo 5 se realiza el análisis y caracterización del fenómeno desde los
puntos de vista meteorológico e hidrológico; en el capítulo 6 se efectúa una estimación de los
impactos socioeconómicos y ambientales de las sequías acontecidas en el estado; y en el capítulo
7 se presenta una crónica del desastre causado por el último período de sequía acaecido en la
entidad (2011-2012). La tercera parte (capítulos 8 al 11), está destinada a exhibir una serie de
medidas y estrategias que pueden ser adoptadas para gestionar el riesgo de sequía y mitigar sus
impactos en el futuro: en el capítulo 8 se anotan los aspectos teóricos relativos a la gestión del
riesgo; en el capítulo 9 se describe una metodología para la elaboración de un plan integral contra
la sequía en el sector agropecuario del estado; en el capítulo 10 se presenta una serie de
estrategias específicas que se proponen para gestionar el riesgo de sequía en el subsector agrícola;
y en el capítulo 11 se presentan las estrategias correspondientes al subsector ganadero.
Finalmente, se incluyen las conclusiones generales derivadas de la investigación realizada y se
anota la relación de fuentes bibliográficas consultadas para sustentar el estudio efectuado.

Capítulo 2.
La Sequía en el Contexto Mundial

Desde tiempos inmemoriales la sequía ha sido una amenaza para la supervivencia de la


humanidad. Con frecuencia ha sido la causa de migraciones masivas, hambrunas y guerras, e
incluso ha llegado a alterar el curso de la historia misma. Hoy en día la sequía sigue afectando a la
población mundial de diferentes maneras. De hecho, todavía se están descubriendo las complejas
interrelaciones entre la sequía y la sociedad, y se están implementando diversas estrategias de
respuesta y mitigación que permitan reducir los impactos del fenómeno y, por lo tanto, la
vulnerabilidad de las generaciones futuras.

Para conocer y comprender de la mejor manera posible la magnitud de los impactos causados por
las sequías en la sociedad global, en este capítulo se presenta una narrativa de los principales
acontecimientos relacionados con la sequía en el contexto mundial y nacional. En primer lugar se
incluye un breve esbozo de las grandes sequías ocurridas históricamente en el mundo, así como de
los impactos del fenómeno en la época moderna, y luego se describe lo relativo a los principales
eventos de sequía que han ocurrido en México, desde los tiempos precolombinos hasta la
actualidad.

2.1. La sequía en el contexto mundial

a) Breve esbozo de las sequías en la antigüedad

Existen relatos de grandes desastres (incluyendo los causados por sequía), desde los inicios de la
historia escrita de la humanidad, y aún de otros que se remontan a épocas prehistóricas y que se
han transmitido a través de mitos y leyendas que con frecuencia han encontrado verificación
mediante evidencias físicas descubiertas en estudios arqueológicos recientes. Es probable que las
sequías más antiguas de las cuales se tiene registro escrito son las que se relatan en la Biblia,
específicamente en el Antiguo Testamento, donde los profetas de Israel consideraban que la
sequía era consecuencia de un castigo divino por los pecados del pueblo: “Así ha dicho Jehová
todopoderoso: meditad sobre vuestros caminos (…) Por eso, por culpa de vosotros los cielos
detuvieron el rocío y la tierra se negó a dar sus frutos. Yo hice venir una sequía sobre los campos y
las montañas, sobre el trigo y el vino nuevo, sobre el aceite fresco y el fruto de la tierra, sobre los
animales y los hombres, y sobre toda la obra de sus manos.” Hageo 1:7, 10-11 (Año 520 a.C.)

“Esta es la palabra de Jehová que vino a Jeremías con motivo de la sequía: Judá está de luto y sus
ciudades desfallecen; hay lamentos en el país y sube el clamor de Jerusalén. Los nobles mandan
por agua a sus siervos, y estos van a los pozos y no la encuentran. Avergonzados y confundidos
vuelven con sus cántaros vacíos y cubriéndose la cabeza en señal de luto. El suelo está agrietado
porque no llueve en el país. Avergonzados están los campesinos cubriéndose la cabeza. Aún las
ciervas, en el campo, abandonan a sus crías por falta de pastos. Parados sobre las lomas desiertas
y con los ojos desfallecientes, los asnos salvajes jadean como chacales porque ya no tienen
hierba.” Jeremías 14:1-6 (Año 629 a.C.).

Se cree, y algunas investigaciones así lo demuestran, que las sequías ocurridas en el pasado
pudieron haber sido la causa de grandes conflictos sociales e incluso de la desaparición de
civilizaciones completas. El hambre, la sed y las enfermedades causadas por la sequía, tienen el
potencial de matar a millones de personas, y han sido implicadas en la desaparición o contracción
severa de civilizaciones antiguas como la acadia en Mesopotamia, la tiwanaku y la moche en
Sudamérica, la anazasi en la América del Norte, y la tolteca y la maya en Mesoamérica, así como
otras alrededor del mundo (Gill, 2008).

Recientemente (2011), investigadores de la Universidad de Saint Andrews, Reino Unido, han


confirmado que un período de sequía muy severo ocurrido hace 4 mil 200 años aproximadamente,
podría haber contribuido a la desaparición del Imperio Egipcio. Utilizando ondas de radio para
estudios sísmicos, junto con la datación por carbono de una sección de 100 metros de sedimentos
en el lecho del lago Tana, en Etiopía, el equipo fue capaz de mirar hacia atrás miles de años,
descubriendo cómo los niveles de agua en el lago habían variado en los últimos 17 mil años,
mostrando períodos de abundancia de agua, pero también de sequías severas.

Figura 2.1. Seth o Set, deidad brutal, dios de la

Los estudios confirmaron que la antigua civilización egipcia pudo haber experimentado un
prolongado período de sequía de la misma gravedad de la que se encuentra en algunas partes de
África hoy en día. Lo que aconteció fue resultado de presiones externas y de un fallo en el sistema
agrícola del que dependía gran parte de la sociedad, dando como resultado una anarquía. Con
esto, fue llegando el final de un período particularmente extenso de faraones, existiendo muy
buenos antecedentes de que la ley y el orden se estaban viniendo abajo (Bates, 2011).

Los registros históricos sugieren que la región se vio afectada por una sequía que abarcó varias
décadas, obligando a las personas a tomar medidas extremas, incluyendo, según se encuentra en
algunos textos, el comerse a sus propios hijos. Esta sequía ha sido confirmada con la información
recogida por el equipo de Saint Andrews, junto con investigadores de la Universidad de
Aberystwyth, Inglaterra. Por otro lado, un estudio llevado a cabo en los últimos años (1996-2011)
por investigadores del Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia en
Palisades, Estados Unidos, revela la existencia de cuatro megasequías en los últimos mil años que
asolaron a la especie humana.

Figura 2.2. La sequía ha afectado a la humanidad desde tiempos inmemoriales

El estudio referido –que tuvo una duración de 15 años y se basó en el análisis de los anillos de 300
árboles en toda Asia– abarca un periodo histórico de 700 años. Según los resultados, en ese lapso
se registraron al menos cuatro sequías épicas, que están relacionadas con grandes catástrofes
históricas. El clima podría haber jugado un importante papel en la caída de la penúltima familia
real china, la dinastía Ming, en 1644. Entonces se produjo una grave sequía, que algunos textos de
la época describen como la peor en cinco siglos. Los anillos de los árboles revelan que duró tres
años, y que fue más mordaz en el noroeste chino, en las inmediaciones de Pekín. Parece que la
falta de agua podría haber incentivado las rebeliones que acabaron con los Ming.
Figura 2.3 Incentivado las rebeliones que acabaron con los Ming.

Entre 1756 y 1768, un periodo que coincide con el colapso de los reinos de los actuales Vietnam,
Tailandia y Birmania, la sequía enturbió las estructuras políticas hasta Siberia, y los anillos
arbóreos indican también que el oeste de la India se vio gravemente afectado. Este agostamiento
no aparece documentado en textos históricos, pero los investigadores rastrearon sus
consecuencias en los anillos de varias tecas en Tailandia, y más tarde en varios cipreses
vietnamitas. La sequía que asoló la India entre 1790 y 1796 se sintió a lo largo y ancho del globo
terráqueo. Trajo consigo levantamientos civiles y tumultos. La más sonada de estas rebeliones fue
la Revolución Francesa. Pero la peor de todas fue la 'Gran Sequía' de la era victoriana, entre 1876 y
1878. Afectó a los trópicos y provocó hambrunas que acabaron con la vida de 30 millones de
personas. Con base en las pruebas que aportan los anillos arbóreos, esta falta de lluvias fue
especialmente terrible en la India, pero se extendió hasta la lejana China y la actual Indonesia. Las
políticas de la era colonial intentaron medrar con las consecuencias de este fenómeno climático,
pero el hambre y el cólera agitaron a la población, que se sublevó contra Francia. Es importante
hacer notar que la sequía rara vez provoca inanición y sed por sí misma. Estas están
inextricablemente entrelazadas con las enfermedades, así que a menudo resulta difícil determinar
si una persona murió de inanición o de enfermedad. La cascada de efectos provocados por una
sequía incorpora a menudo las tres causas de muerte en gran escala: inanición y sed, enfermedad
y conflicto (Gill, 2008).

b) Las sequías en la época moderna y sus impactos en la sociedad

En la actualidad la sequía es considerada como el fenómeno natural que afecta a más población
que cualquier otro desastre natural a nivel mundial. Asimismo, se considera que la sequía es el
fenómeno menos comprendido de todos los peligros naturales (Hagman, 1984; Wilhite, 2000).
Esta aparente dicotomía es interesante porque se podría esperar que los gobiernos y las
organizaciones internacionales dirigieran los recursos financieros para atender las necesidades o
problemas sociales más urgentes (es decir, los que tienen mayor impacto) pero, históricamente,
este no ha sido el caso con respecto a la sequía. De entre los principales riesgos naturales que
afectan a la sociedad (es decir, terremotos, inundaciones, sequías y huracanes), la sequía es el que
recibe la menor atención científica y política. Esto se debe en gran medida a su lento inicio en la
naturaleza; a sus impactos acumulativos no estructurales; a su baja cifra de muertos directamente
relacionados con la sequía; y a su extensa cobertura territorial que hace difusas las actividades de
socorro y recuperación (Wilhite y Vanyarkho, 2000). Los eventos naturales peligrosos han sido
ordenados con base en sus características e impactos por Bryant (1991), los cuales se resumen en
el Cuadro 2.1. Las características clave de riesgo usadas en esta evaluación incluyen: una expresión
del grado de severidad, la longitud del evento, la superficie afectada total, la pérdida total de vidas
humanas, las pérdidas económicas totales, los efectos sociales, los impactos a largo plazo, la
brusquedad, y la ocurrencia de desastres naturales asociados. Aunque los rangos de clasificación
de varios peligros presentados en el Cuadro 2.1 son subjetivos, en general son útiles porque
proporcionan una evaluación integrada de las características de peligro y de las relaciones
existentes entre los riesgos. Debido a la duración, intensidad y extensión espacial de los eventos
de sequía, y a la magnitud de los impactos asociados, la sequía ocupa el primer lugar de la lista.
Sin embargo, se podría argumentar que la pérdida total de vidas asociada con la sequía, en este
caso está significativamente sobrevalorada. La clasificación hecha por Bryant (1991) atribuye la
pérdida de vidas a causa de las hambrunas ocurridas como consecuencia de la sequía pero, según
Wilhite (2000), esto es inapropiado ya que la causa principal de las hambrunas en las últimas
décadas ha sido la guerra civil o los conflictos políticos, los cuales aumentan la vulnerabilidad a la
sequía. Empero aunque no todas las hambrunas son causadas por sequía, ésta ha sido la causa de
muchas hambrunas en la historia de la humanidad (Gill, 2008); de hecho, algunos autores han
afirmado que la mayoría de las hambrunas catastróficas han sido producidas por sequías (Seavoy,
1986; Hidore, 1996). Por ejemplo, todas las hambrunas durante la segunda mitad del siglo XIX en
la India ocurrieron durante tiempos de paz, cuando había dos o más años consecutivos de
cosechas pobres causadas por sequías (Seavoy, 1986). En el África moderna el hambre es un mal
extendido. Muchos países del continente no están en condiciones para producir suficientes
alimentos para su población. Algunos de los factores que han desempeñado un papel decisivo son
las sequías, la aridez del suelo, ya de por sí seco, las oscilaciones del clima, la erosión y los ataques
de parásitos; todo ello produce la pérdida continua de cosechas con consecuencias catastróficas
para la población. El espectro de la sequía apareció en África en la década de 1980, cuando las
lluvias escasearon durante años sucesivos y, por el número total de personas afectadas, fue el
peor desastre en la historia moderna del continente. En 1984, 27 países necesitaron ayuda
alimentaria, y ni uno solo de los países africanos produjeron superávit de alimentos. Hacia 1985 la
hambruna se había desatado en el continente africano: hasta 35 millones de personas tuvieron
escasez de alimentos y ya habían muerto más de un millón. La hambruna no sólo fue grave sino
extensa (Hidore, 1996).
Cuadro 2.1. Eventos naturales peligrosos ordenados en función de sus características e
impactos.
Calificación de las características e impactos1

Orden
Evento Impacto de Ocurrencia
global Grado de Longitud del Extensión Pérdida de Pérdidas Efecto
largo Brusquedad de peligros
severidad evento territorial vidas económicas social
alcance asociados
1 Sequía 5 5 5 5 5 5 5 2 3
2 Huracán 5 4 4 4 4 4 5 1 5
3 Inundación
regional 4 4 4 5 5 5 4 2 3
4 Terremoto 5 1 5 4 5 5 4 3 3
5 Erupción
volcánica 5 2 2 4 4 4 5 3 5
6 Tormenta
extratropical 5 3 4 4 4 4 4 1 3
7 Tsunami 4 2 5 4 4 4 3 2 1
8 Incendio
forestal 3 3 3 3 3 3 3 4 1
9 Suelos
1 5 5 1 2 1 3 5 1
expansivos
10 Aumento del
1 5 5 1 3 1 5 1 2
nivel del mar
11 Témpanos de
2 5 5 2 2 1 1 4 1
hielo
12 Tormenta de
3 3 4 1 2 1 2 5 1
polvo o arena
13 Deslizamientos
2 4 4 2 2 2 1 4 1
de tierra Erosión
14
de las playas
1 4 4 1 2 2 2 4 1
Avalanchas de
15
escombros 4 1 1 3 2 3 1 5 1
Fluencia y
16
solifluxión
1 5 4 1 2 1 2 4 1
Tornado
17 4 1 3 2 2 2 1 4 1
Nevada
18 2 3 3 1 2 2 1 4 2
Hielo en la costa
19
Inundaciones 1 2 5 1 2 1 2 5 1
repentinas
20
Tormenta 3 1 2 2 2 2 1 5 1
eléctrica
21
Rayo 2 1 4 2 2 1 1 4 2
22 Ventisca 2 1 4 2 2 1 1 5 1
23 Olas oceánicas 2 3 2 2 2 1 1 5 1
24 Tormenta de 2 2 4 2 2 1 1 3 1
granizo Lluvia
25
helada 2 1 2 1 3 1 1 5 1
26 Viento fuerte 2 2 1 1 2 2 1 5 1
27 localizado
Hundimientos 1 2 3 1 1 1 1 5 1
28 Flujos de lodo y 2 3 1 1 2 2 1 3 1
29 escombros
Flujos de aire 2 2 1 2 2 1 1 2 1
30 sostenidos
Caída de rocas 2 1 1 2 1 1 1 4 1
31 1 1 1 1 1 1 1 5 1
Notas: La clasificación global se basa en la puntuación media. 1/Las características e impactos de los eventos naturales peligrosos se
clasifican en una escala de 1 (el más pequeño o menos importante) a 5 (el más grande o más importante). Fuente: adaptado de Bryant
(1991).
Figura 2.3. Ganado débil y moribundo como consecuencia de la sequía en África.

Sin embargo, existen otras causas importantes de la escasez de alimentos en el llamado


“continente negro”: la inestabilidad política con enfrentamientos armados, sobre todo guerras
civiles en las que el hambre se emplea intencionadamente como estrategia bélica. Pero también la
corrupción y la mala economía unidas a una política comercial desastrosa para la agricultura
africana son elementos clave del hambre y el sufrimiento de la gente (Genzmer et al., 2007).

Las recientes sequías que han ocurrido en países desarrollados y en vías de desarrollo, así como
sus efectos concomitantes y los impactos causados en la población, han puesto de relieve la
vulnerabilidad de las sociedades ante este riesgo natural. Las estadísticas recopiladas por el
Comité Alemán para la Década Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales (IDNDR,
por sus siglas en inglés), indican que la sequía fue la principal causante de víctimas de desastres
naturales a nivel mundial durante el siglo XX (1900-1998), destacando las enormes pérdidas
debidas a las sequías en Asia y África (Figura 2.4). En términos de pérdidas económicas, debido a
que los daños causados por la sequía son no estructurales, las pérdidas asociadas con este
fenómeno ocuparon el quinto lugar en la relación de desastres naturales ocurridos a nivel mundial
durante el período de 1976-1998, después de los sismos, las inundaciones, los huracanes y las
tormentas invernales (Figura 2.5)
Figura 2.4. Víctimas de desastres naturales a nivel mundial durante el siglo XX

Figura 2.5. Pérdidas económicas estimadas por grandes desastres en el mundo (1976-1998).
Es importante tener en cuenta que las cifras derivadas de los daños económicos causados por
la sequía incluyen únicamente la ayuda proporcionada por la comunidad internacional a
través de organismos 0 2 4 6 8 1 0 1 2 1 4 Sequía Inundación Sismo Huracán Erupción
volcánica Otros Millones de Víctimas Desastre 0 5 0 100 150 200 250 Sismo Inundación
Huracán Tormenta Invernal Sequía Otros Miles de Millones de Dólares (USD) Desastre
Capítulo 2. La Sequía en el Contexto Mundial y Nacional 47 internacionales, donaciones
gubernamentales, y organizaciones no gubernamentales. No se incluyen los fondos
proporcionados por los gobiernos para el socorro y la recuperación de las zonas afectadas
dentro de sus propias fronteras. Por ejemplo, el Gobierno Federal de los Estados Unidos gastó
cerca de 8 billones de dólares para auxiliar a las zonas severamente afectadas por la sequía
entre 1974 y 1977. Otros 6 billones de dólares fueron erogados por el mismo gobierno en los
años de 1988-89. Por su parte, el gobierno de Australia proporcionó asistencia para las áreas
afectadas por la sequía gastando un total de 940 millones de dólares australianos entre 1970 y
1984, y el gobierno de Sudáfrica erogó cerca de 450 millones de dólares para paliar los efectos
de la sequía en los años de 1984-85 (Wilhite y Vanyarkho, 2000). Finalmente, hay que hacer
notar que las sequías ocuparon el primer lugar en cuanto al número de desastres que
afectaron al 1% o más de la población mundial durante el período de 1963- 1992 (Figura 2.6).
En este aspecto, el número de desastres causados por sequía rebasa con mucho al número de
desastres originados por otro tipo de fenómenos naturales (inundaciones, tormentas
tropicales, terremotos, etc.). De hecho, según el Global Drought Monitor, en los últimos dos
años (junio 2010 a junio de 2012), más de 35 millones de personas en todo el mundo
padecieron sequía con algún grado de severidad (Figura 2.7).
Figura 2.6. Número de desastres, por tipo, que afectaron al 1% o más de la población mundial
(1963-1992)

Figura 2.7. Regiones del mundo que padecieron sequía con algún grado de severidad
durante el período de junio de 2010-junio 2012.
Obsérvese en la Figura 2.7 cómo una gran proporción del territorio mundial ha sufrido
recientemente los embates de la sequía excepcional, la cual se caracteriza por ocasionar la pérdida
de cultivos y pastos, aumentar el riesgo excepcional de incendios forestales y causar escasez de
agua en presas y reservorios (GDM, 2012). Esto no es un buen augurio para la producción
agropecuaria mundial. A pesar de que en algunos lugares del mundo se espera tener lluvias
torrenciales a causa de las tormentas tropicales y los huracanes, estas precipitaciones no serán
suficientes en muchos casos para mitigar la sequedad subyacente.

2.2. Las Causas de la sequia

Las causas de la sequía comúnmente aceptadas se agrupan en dos grandes categorías: a) las de
origen natural, representadas por las modificaciones en los patrones de la circulación atmosférica,
las variaciones en la actividad solar y los fenómenos de interacción entre el océano y la atmósfera,
como El Niño/ Oscilación del Sur (ENOS), entre otros; b) las de origen antropogénico, constituidas
por la quema de combustibles fósiles, la degradación ambiental (deforestación, degradación del
suelo y desertificación) y la alteración de los sistemas ecológicos naturales. A continuación se
analizan cada uno de estos grupos. a) Causas de origen natural Debido al desigual calentamiento
de los mares y de las superficies continentales, se generan cambios de temperatura y presión en el
aire, lo cual a su vez genera el conjunto de sistemas de vientos y corrientes de aire, que se
conocen como circulación general de la atmósfera. De manera teórica e idealizada, esta
circulación de los vientos se esquematiza en la figura 1. La circulación general de la atmósfera está
íntimamente ligada a las principales zonas de precipitación, y define las grandes regiones
climáticas que conforman la Tierra. Un examen de los mapas climáticos revela que los desiertos
del mundo se ubican en su mayor.
parte en la franja de altas presiones que tienen su centro de acción a 30º de latitud Norte y Sur,
aproximadamente. Por otra parte, los climas húmedos se encuentran en aquellas regiones en las
que hay movimientos ascendentes de aire, como ocurre en el Ecuador y en los cinturones de
latitudes medias (60º de latitud Norte y Sur, aproximadamente). Este esquema de circulación
general de la atmósfera sufre modificaciones al considerar la distribución y relación de continentes
y mares, así como la orografía y otros factores del clima. Sin embargo, sirve para observar, en
primera instancia, la ubicación de las zonas áridas y lluviosas en el mundo. México tiene gran parte
de su territorio en la franja de alta presión de latitud Norte, por lo que tiene zonas áridas y
semiáridas que coinciden en latitud con las regiones de los grandes desiertos africanos, asiáticos y
australianos. Además, por sus características orográficas, este tipo de zonas también se localizan
en el altiplano central de la república mexicana. Las zonas áridas son lugares donde la humedad
disponible normalmente es insuficiente para mantener el potencial vegetativo y de actividades
económicas regionales o locales, y ello se explica en la ubicación geográfica, la influencia de la
orografía, la altitud, etc.; todos estos factores conforman el paisaje característico de estas zonas.
Por supuesto que estas áreas también están sujetas a la ocurrencia de las sequías, y de hecho son
más vulnerables, lo que contribuye aún más a agravar la ya de por sí difícil situación hídrica. Por
otro lado, la actividad solar tiene influencia en la alteración de los movimientos atmosféricos, y
con ello en la ocurrencia de las sequías. Se ha observado una clara relación entre el número
variable de manchas solares y la intensidad del flujo de radiación solar que incide en la Tierra. La
presencia de manchas solares, que sucede alrededor de cada once años, podría ser más que
circunstancial: la modificación de la tasa con que llega la energía solar a la Tierra influye en el
cambio de temperatura y la presión atmosféricas, y con ello en que los patrones regulares de
circulación se alteren.5 Además, en una investigación realizada en la península de Yucatán, para
reconstruir la historia climática de la región en los últimos 2 mil 600 años, se encontró un patrón
recurrente de la sequía con periodicidad de 208 años, que está directamente relacionado con las
variaciones documentadas en la actividad olar en periodos de 206 años, por lo que se concluyó
que un componente importante de las sequías en esta área geográfica es la variación de la
actividad solar.6 Por otra parte, está demostrado que existe una interacción directa entre la
atmósfera y el océano, que da origen a fenómenos como el llamado El Niño/Oscilación del Sur
(ENOS), el cual es responsable de las variaciones climáticas en varias partes del mundo, pues está
íntimamente relacionado con los cambios que se presentan a gran escala en la circulación general
de los vientos en el Océano Pacífico.
La corriente oceánica conocida como El Niño fue descubierta por pescadores peruanos hace
cientos de años; la llamaron así porque aparece en forma irregular alrededor de Navidad, que
tradicionalmente se acepta como la época del nacimiento del niño Jesús. Ésta es una corriente
cálida que se inicia entre las islas de Papúa, Guinea y Micronesia, y fluye atravesando el Océano
Pacífico hasta las costas de Perú. Se produce en intervalos de tres a ocho años, y se ha
comprobado que está asociada a la Oscilación del Sur, que es la fluctuación de presión entre el
centro de altas presiones del Pacífico suroriental (isla de Pascua) y el centro de bajas presiones
situado entre Indonesia y Australia. Cuando se produce la corriente de El Niño, la diferencia de
presión Este-Oeste disminuye tanto que los vientos alisios se colapsan en el Pacífico occidental, y
el agua caliente allí acumulada, la cual los vientos ya no retienen, regresa al Este, como una
corriente que se propaga a lo largo del Pacífico en forma de ondas, y llega hasta Sudamérica,
donde eleva la temperatura del agua (figuras 1.5y 1.6)

La corriente de El Niño ocasiona los mayores y más rápidos cambios en los patrones normales del
clima. El flujo de la primera celda de circulación se invierte y desvía las masas de aire al Norte o al
Sur de sus localizaciones acostumbradas. Su aparición va seguida de años calurosos y sequías en la
India y en Australia, alteración del viento y lluvia en los trópicos; produce grandes temporales en el
Pacífico medio y afecta la corriente fría del noroeste de Sudamérica (peruana), y con ello la
capacidad de pesca de las costas de Perú.7 Así, este fenómeno es responsable de eventos
climáticos extremos de diferentes tipos que se presentan en varias partes del mundo: fuertes
inundaciones y lluvias ocurren en zonas que normalmente son secas y, al mismo tiempo, en otras
regiones se presentan sequías severas. Por ejemplo, durante la ocurrencia de ENOS, en 1982-83,
se originaron severas sequías en Indonesia, sur de África y Australia, disminuyéndose la
producción de trigo, cebada y avena a la mitad de lo que se había obtenido el año anterior;
mientras tanto, las lluvias e inundaciones récord ocurrieron al este de Norteamérica, en el Ecuador
y en Perú.8 Hasta 1957 se pensaba que El Niño solamente afectaba la costa oeste de América del
Sur, pero a partir de la década de 1970 los científicos descubrieron que El Niño y la Oscilación del
Sur son parte de un eslabonamiento global de eventos entre el océano y la atmósfera, y que los
efectos de este fenómeno pueden tener consecuencias evidentes lejos de su lugar de origen y por
un periodo prolongado de meses e incluso de años.
En México, el fenómeno de El Niño tiene grandes impactos en los patrones de variabilidad de la
precipitación. De manera general, se puede decir que las lluvias de invierno se intensifican en los
años en que ocurre El Niño (por ejemplo, los inviernos de 1982-83, 1986-87, 1991-92 y 1997-98) y
se debilitan durante los veranos correspondientes. Lo opuesto ocurre aproximadamente durante
los años en que se presenta La Niña, que es la fase fría de ENOS. En inviernos de El Niño, la
corriente de chorro de latitudes medias se desplaza hacia el Sur, provocando una mayor incidencia
de frentes fríos y lluvias en las zonas norte y centro de México. Durante veranos de El Niño, las
lluvias en la mayor parte de México disminuyen, apareciendo incluso condiciones de sequía. Por el
contrario, en los años en que sucede La Niña las lluvias parecen estar por encima de lo normal en
la mayor parte del país.

b) Causas de origen antropogénico


Es probable que, aún en pequeña escala, pero de manera creciente, las actividades humanas
influyan en la ocurrencia de sequías y de otros fenómenos hidrometeorológicos extremos. A pesar
de que el clima cambia de manera natural, los expertos señalan claras evidencias de que el
calentamiento del planeta, registrado en los últimos 50 años, puede atribuirse a los efectos de las
actividades humanas. Como resultado de la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas natural y
carbón) y la destrucción de los bosques, ha aumentado considerablemente la emisión de gases de
efecto invernadero (bióxido de carbono, metano, óxido nitroso y ozono, principalmente), con lo
cual se ha afectado el flujo natural que hay entre las fuentes naturales y la atmósfera y, por ende,
se han alterado las condiciones climáticas del planeta. La evidencia más contundente de que el
cambio climático ocurre es el incremento de la temperatura promedio mundial (por ejemplo, los
cinco años más calurosos desde 1890, en magnitud descendente, han sido 2005, 1998, 2002, 2003
y 2004), aunque también se han observado importantes alteraciones en otros elementos del
clima, como la precipitación y la humedad, así como el deshielo de los glaciares y el aumento en el
nivel del mar y en la frecuencia de las sequías, tornados y huracanes.10 Por otra parte, la
deforestación y los cambios en el uso del suelo propician la desertificación de amplias zonas,
haciéndolas más susceptibles y vulnerables a la falta de agua. Con estas acciones, el suelo pierde
rápidamente su capacidad de atrapar y retener humedad. Esto genera microclimas áridos que
terminan por alterar el patrón climático regional. Como resultado de ello, las zonas áridas pueden
hacerse aún más secas y extenderse.

Asimismo, hay razones de peso para afirmar que las sequías se autoperpetúan en cierto grado, ya
que una vez que la superficie del suelo está libre de vegetación, devuelve una mayor cantidad de
calor a la atmósfera, favoreciendo el predominio de cierto tipo de nubes continentales (cumulus)
sobre las marítimas, lo que propicia menores lluvias.12 Como resumen de este apartado, se podría
decir que ahora es ampliamente aceptado que la acción del hombre ha comenzado a alterar el
estado natural de nuestro planeta. Los cambios que los humanos imponemos al medio ambiente,
como el aumento en las emisiones de gases de efecto invernadero, o cambios en el uso del suelo,
modifican ciertos procesos meteorológicos relacionados con la lluvia y la temperatura. Dado que
la Tierra es un sistema, todos los elementos del ambiente están interrelacionados entre sí, por lo
que al alterar uno de éstos se originan cambios en los demás, algunas veces imperceptibles y otras
muy evidentes. Por ello, las modificaciones ambientales de origen antropogénico, indudablemente
han tenido un papel relevante en la presencia de anomalías hidrometeorológicas en los últimos
años, entre las cuales se encuentran la mayor frecuencia y severidad de las sequías.

EFECTOS DE LA SEQUÍA

Al fenómeno de la sequía se le conoce más por sus efectos que por sí mismo, pues los impactos
ocasionados por la falta de lluvias y el déficit hídrico son similares en cualquier parte del orbe (con
sus particularidades, obviamente). Si bien es cierto que la sequía no es un fenómeno espectacular
como otros eventos naturales (un huracán o un tornado, por ejemplo), sus impactos a largo plazo
suelen ser de mayor amplitud y más devastadores. Los efectos de la sequía, en términos
económicos y sociales, están en función de la afectación a los diversos sectores económicos y
productivos, asociados con la oferta y demanda de bienes y servicios que ofrecen, y el
desequilibrio debido a las condiciones naturales y de baja humedad, que se produce cuando la
demanda supera a la oferta.13 Esto se debe, principalmente, al mayor crecimiento de la población
y de sus necesidades de consumo con respecto a la capacidad de satisfacerlas, y aunque ambos
conceptos aumenten, si la tasa de crecimiento es mayor en el primero, también crecerá la
vulnerabilidad y la incidencia del impacto del fenómeno.14 Las recientes sequías ocurridas en
países desarrollados y en vías de desarrollo, así como sus efectos concomitantes y los impactos
causados en la población, han hecho notoria la vulnerabilidad de las sociedades ante este riesgo
natural. Las estadísticas recopiladas por el Comité Alemán para la Década Internacional para la
Reducción de los Desastres Naturales (IDNDR, por sus siglas en inglés) indican que la sequía fue la
principal causante de víctimas de desastres naturales a nivel mundial durante el siglo XX (1900-
1998), destacando las enormes pérdidas debidas a las sequías en Asia y África (figura 4).15 En
términos de pérdidas económicas, debido a que los daños causados por la sequía no son
estructurales, las pérdidas asociadas con este fenómeno ocuparon el quinto lugar en la relación de
desastres naturales ocurridos a nivel mundial durante el periodo de 1976- 1998, después de los
sismos, las inundaciones, los huracanes y las tormentas invernales .
Es importante tener en cuenta que las cifras derivadas de los daños económicos causados por la
sequía incluyen únicamente la ayuda proporcionada por la comunidad internacional, a través de
organismos internacionales, donaciones gubernamentales y organizaciones no gubernamentales.
No se incluyen los fondos proporcionados por los gobiernos para el socorro y la recuperación de
las zonas afectadas dentro de sus propias fronteras. Por ejemplo, el Gobierno Federal de los
Estados Unidos de América (EUA) gastó cerca de ocho billones de dólares para auxiliar a las zonas
severamente afectadas por la sequía entre 1974 y 1977. Otros seis billones de dólares fueron
erogados por el mismo gobierno en 1988-89. Por su parte, el gobierno de Australia proporcionó
asistencia para las áreas afectadas por la sequía, con un gasto total de 940 millones de dólares
australianos, entre 1970 y 1984; y el gobierno de Sudáfrica erogó cerca de 450 millones de dólares
para paliar los efectos de la sequía en los años de 1984-85.16 Finalmente, hay que hacer notar que
las sequías ocuparon el primer lugar, en cuanto al número de desastres que afectaron a 1% o más
de la población mundial durante el periodo de 1963-1992 (figura 6). En este aspecto, el número de
desastres causados por sequía rebasa con mucho al número de desastres originados por otro tipo
de fenómenos naturales (inundaciones, tormentas tropicales, terremotos, etc.). De hecho, según
el Global Drought Monitor, en los últimos dos años (junio 2010 a junio de 2012), más de 35
millones de personas en todo el mundo padecieron sequía con algún grado de severidad.17 La
vulnerabilidad a la sequía está en relación inversa al grado de desarrollo social y económico de las
áreas afectadas: en tanto que para los países más desarrollados la sequía rara vez representa una
severa amenaza, por disponer de los medios económicos y estructurales para afrontarla, en los de
menor desarrollo, una sequía es frecuentemente sinónimo de hambre, desastre y más pobreza,
situaciones en las que los habitantes difícilmente tienen elementos para mitigar los estragos.18 En
los países desarrollados, los impactos de la sequía son principalmente de carácter económico y
ambiental, y el fenómeno rara vez afecta o amenaza al bienestar general de la población. Sin
embargo, las pérdidas económicas pueden ser sumamente cuantiosas. Por ejemplo, en EUA, el
país más desarrollado del mundo, se estima que las pérdidas por sequía en la agricultura pueden
alcanzar una proporción hasta de 47% del total de pérdidas en valor de las cosechas ocasionadas
por fenómenos naturales.19 Por su parte, en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo,
los impactos de las sequías tienen un carácter altamente social: hambre, migración, reducción en
el bienestar y calidad de vida, principalmente, asociados con otros efectos colaterales. Por
ejemplo, el espectro de la sequía apareció en África en la década de 1980, cuando las lluvias
escasearon durante años sucesivos y, por el número total de personas afectadas, fue el peor
desastre en la historia moderna del continente.
En 1984, 27 países necesitaron ayuda alimentaria, y ni uno solo de los países africanos produjo
superávit de alimentos. Hacia 1985, la hambruna se había desatado en el continente africano:
hasta 35 millones de personas tuvieron escasez de alimentos, y ya habían muerto más de un
millón. La hambruna no sólo fue grave sino extensa.20 En México, país en vías de desarrollo,
donde la agricultura de riego y de temporal es una fuente importante de empleo y de ingreso
económico, el problema de la sequía ha sido una cuestión recurrente y persistente a lo largo de su
historia, tal como lo muestran los registros documentados de las sequías ocurridas incluso desde
antes de la colonización española.21 Y aun cuando no se conocen con exactitud las fechas en que
acontecieron las sequías en la antigüedad, se sabe que sus efectos fueron hambre, migración y
muerte, que alteraban no sólo la actividad agrícola, sino la vida misma de las comunidades.22 En
las últimas décadas, ante la presencia de varios años deficitarios de lluvias, las sequías han asolado
grandes extensiones agrícolas y comunidades rurales, propician severos desajustes en la economía
regional y nacional, como ocurrió durante la sequía de 2011-2012, la más severa de los últimos 70
años, la cual generó pérdidas económicas en la producción agrícola que superaron los 16 mil
millones de pesos (1 mil 300 millones de dólares). Se estima que las pérdidas totales provocadas
por esta sequía, en los diferentes sectores económicos, equivalen a 10% del PIB nacional, y se
calcula que alrededor de 48 millones de mexicanos padecieron las consecuencias del fenómeno en
zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, siendo un problema que afectó a dos de cada tres
hectáreas cultivadas y ocasionó la muerte de miles de cabezas de ganado.23 No obstante, aunque
paradójico, durante una sequía también hay sectores, empresas e individuos para quienes el
fenómeno significa ganancias; es decir, no todo son pérdidas ni efectos negativos. Entre los
sectores que obtienen beneficios por la presencia del fenómeno figuran: los productores agrícolas
de otras áreas, que sacan al mercado sus excedentes a precios significativamente mayores; los
transportistas y comerciantes, que aumentan sus actividades y precios, para movilizar y vender
alimentos, maquinaria, herramientas, animales, etc.; los industriales y constructores relacionados
con el agua: productores de motores, bombas y accesorios, tuberías, equipo eléctrico y de control
y medición, así como las compañías perforadoras, estimuladoras de lluvia, de tratamiento de agua,
etc.; empresas suministradoras de energía eléctrica y combustible, por el aumento en la
producción y consumo de energía para refrigeración; empresas farmacéuticas y de servicios de
salud, por el aumento de los padecimientos.24 La tecnología, en general, tiene un desarrollo más
acelerado y vigoroso en tiempos de sequía, impulsada por la necesidad de aprovechar mejor la
poca agua disponible; así, la sequía es el gran motor del desarrollo tecnológico relacionado con el
sector hídrico. Es de esperarse que a futuro tengan más peso las empresas aseguradoras, en la
medida en que se entienda y extienda la socialización de los riesgos relativos a la sequía, lo cual
generaría flujos adicionales de recursos para mitigar los impactos a menor costo. Actualmente, los
elevados costos del riesgo en com- CIENCIA UANL / AÑO 16, No. 61, ENERO - MARZO 2013 15
paración con el beneficio, cuando el fenómeno no se presenta, limitan la actividad, pero sus
posibilidades son amplias y atractivas.

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