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En este artículo se habla sobre la muerte de Jesús en la Cruz y si esta tiene relación

con la redención de los pecados, es decir ¿es necesario que Jesús muera en la cruz?
Cuando San Anselmo habla de la satisfacción sabemos que hace referencia a que el
hombre por sí mismo no se puede salvar, por el pecado el hombre ha sido privado de la
gracia y solo Dios mismo puede restituir la alianza de salvación, esta restitución no se da a
un Dios enojado y furioso sino aun Dios amoroso y lleno de perdón, por ello la misma
muerte del Dios-Hombre no es un pago aun Dios castigador, sino de un Dios amoroso que
se entrega así mismo para la salvación de los hombres, algunos teólogos como Bultmann
dirán que : “la crucifixión solo fue causa de un infortunio político”, sin embargo, por lo que
sabemos Jesús comía con los pecadores, caminaba con ellos, convivía con ellos, eran parte
de su vida, tal comportamiento solo manifiesta la verdadera naturaleza de Jesús, ser
pontífice entre Dios y los hombres, este comportamiento muestra las cualidades del mesías,
por ello la muerte está íntimamente vinculada con la vida de Jesús. Esto quiere decir que su
vida es una entrega total, y no cabe pensar que no fuera capaz de dar su vida, el amor
inmenso que tiene por los pecadores lleva a la salvación concebida solo por la muerte, pues
ha amado y bendecido incesantemente a todo género humano.
El ser y actuar de Jesús conducen a la salvación, el anuncio del Reino de Dios
implica de manera concreta la redención de los pecados, como Verbo del Padre implica en
su ser acción salvífica, por ello la misión de Jesús es inherente a su persona por ello la
muerte en la Cruz tiene relación estrecha con la salvación de los hombres. Así mismo la
resurrección se identifica con la muerte del Cristo crucificado, ya que en la calidad de la
resurrección se entiende con la muerte, no habría resurrección si no fuera por los méritos de
Cristo que lo llevaron a la cruz, pero no por una causa política, sino porque ya estaba en las
escrituras que el hijo del hombre tenía que padecer y resucitar al tercer día. (Cf. 1Cor 15,4).
Si no hubiera una relación entre la misión de su vida y su muerte, no habría sentido en la
salvación y el ofrecimiento de Cristo seria solo una ideología.

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