El soldado poeta
Destierro
Ante el emperador.
La última embajada
Se da como fecha del nacimiento del Dante el 8 de mayo de 1265, pero ya el dato
no es concorde; los eruditos retrasan o adelantan la fecha, si bien está comprendida en
la primavera de aquel año. Nace en Florencia, ciudad de oficios y gremios, de cambistas
y de tintoreros, con dos grandes Mercados, el Viejo y el Nuevo, y el río Arno.
La familia del poeta sufre ciertas penurias, que cuadran muy mal con la.
supuesta profesión paterna, tanto de cambista como de curial, so pena vieran mermada
la fortuna a consecuencia del destierro sufrido por el resultado adverso de la batalla de
Monteaporto, cuando el partido giielfo, partidarios del papa, fueron derrotados por los
gibelinos, partidarios del emperador.
Dante, según una cintura de Rafael.
En el barrio del Puente de San Pedro transcurre la infancia del poeta basta que
sucede uno de los acontecimientos que marcarán su vida: en 1273, cuando contaba ocho
años de edad, fallece su madre, Madonna Bella, y al poco tiempo el padre contrae
segundas nupcias con Lupa Cialuffi, que le da un hijo, Francisco, diez años menor que
Dante. Las fechas se prestan, cómo no, a discusión para situar cuánto tiempo guardó
respeto Alighieri a su primera mujer; sea el tiempo que fuere, el caso es que éste fallece
en 1277, cuando Dante cuenta doce años y dos o tres su hermanastro Francisco.
En estos años de orfandad es muy posible asistiera a los estudios que se daban en
Santa María Novella, el convento de los dominicos, donde al cabo del tiempo ha de
encontrar sus mentores y guías. Más tarde lo veremos bajo la tutela de Brunette Latini,
uno de los personajes más típicos de la época. Brunette es notario, escriba del
municipio, embajador, que enseñaba "cómo el hombre se hace eterno", según afirmará
su discípulo, muy versado en la lengua oil en la que publicó Li livrés dou Tresor, y en
lengua vulgar, en toscano, una Rettorica y Test alto, un larguísimo poema de 2.944
versos.
La cripta subterránea de los Aldighieri, en la antigua iglesia de Santa María, de
Ferrara, donde están enterrados todos los antepasados de Dante.
La Florencia del Trescientos
Florencia es la ciudad de las libertades y de las venganzas, sobre la que pesa una
especie de maldición: en 1304 se hunde el puente de Carraya sobre el Arno y ocasiona
numerosas víctimas; al poco tiempo, en el mismo año, se declara un incendio donde
arden más de 1.700 casas, se pierden grandes tesoros y el número de muertos es
elevadísimo; sufre varios asedios y está a punto de ser destruida, sin que quede piedra
sobre piedra... Es la ciudad dividida por las facciones de güelfos y gibelinos, hasta el
extremo dé que cada bando se viste de un color distinto; por la forma de las almenas y
las torres se sabe a qué bandería pertenece el castillo. Cada cual corta a su manera las
frutas y los ajos Los gibelinos tienen por santuario a San Pedro Scheragio y los güelfos,
el Batisterio de San Giovanni; los primeros mandan abrir tres ventanas en la fachada de
sus casas; los segundos, dos. Los unos levantan el dedo índice y los otros, el pulgar,
para conceder el perdón. Los primeros cultivan rosas rojas; los segundos, blancas. Los
unos llevan la pluma en el sombrero a la izquierda; los otros, a la derecha...
Brunetto era dado a la Astrología y predijo que como en la fecha del nacimiento
del Danto el sol entraba en Géminis, sería eminente en ciencias y letras. Los estudiosos
se han planteado el problema de por qué Dante condena a Brunetto y descubre
semejante lacra moral, cuando le da el calificativo de "padre" la "cara imagine paterna" y
se considera su figliolo, su "hijito" No es cuestión de enredarnos en disquisiciones pues
los términos del "Séptimo Círculo" son tajantes: Brunetto aparece junto a los sodomitas
y sufre el castigo de ellos, por muy cruel que parezca la denuncia de! "discípulo". De la
crueldad del Dante ya hablaremos, así como de su orgullo ilimitado que le lleva a
considerarse descendiente de los Frangipani, antiquísima estirpe de pura sangre
romana, los primeros edificadores de Florencia.
Poco más o menos por aquel entonces traba amistad con Guido Cavalcanti, que
le lleva ocho o nueve años y es muy distinto de él. Pertenece de verdad a una noble
familia, es poeta de segundo orden y un diletante, amigo de camorra que intenta
asesinar a Corso Donati y, sobre todo, hombre a quien no agrada la Beatriz real y
verdadera, el supremo pecado para el Dante. Guido sufre la pena de destierro
precisamente cuando Dante es uno de los priores de la ciudad, y quien le anuncia el
fallecimiento de Beatriz, corno ya veremos. Y, por si fuera poco, tiene fama de
homosexual; pero Dante lo libra de la condena y recurre a la argucia de fingir que el
viaje al Infierno comenzó meses antes de la muerte de su amigo.
Pero aún el poeta es el adolescente que vive en cusa de la madrastra, que entre
sus parientes se encuentra un tal Cione Alighieri, hombre turbulento y díscolo que
murió asesinado y quien corretea por las calles de la ciudad con la chiquillería. Tal vez
en aquella época — posiblemente en plena madurez si la Commedia contiene datos
autobiográficos — es cuando rompiera la pila bautismal para salvar a un niño que
·estaba a punto de ahogarse. En su tiempo tal acto era considerado como un sacrilegio, y
en el Canto XIX justifica el hecho.
para las ofensas, tan larga que se mantiene en las luchas civiles que son un fiel
reflejo de las mantenidas entre el papa y el emperador, prácticamente desde la "guerra
de las investidura?", cuando la Santa Sede quiere librar a las diócesis del feudo imperial,
hasta los papas de Aviñón.
En Florencia tal disputa queda centrada en las sostenidas entre los Buendelmonti
y los Urbeti, estos últimos favorecidos por el emperador Federico II y los primeros,
servidores del papa. En la Silva de varia lección, de Pedro Mexía. se explica esta división
de Florencia y de toda Italia: "Poco parece que nos toca a los españoles los bandos de
Italia; pero como naturalmente todos deseamos saber una cosa tan nombrada como son
los gebelinos y los güelfos en Italia, por ventura habrá alguno que huelgue de saber por
qué se llamaron así, qué principio tuvieron. Y para este tal escribo esto.
Puede decirse que lo narrado por el escritor español, sevillano, y nacido en 1469,
doscientos años más farde de los sucesos, concuerda en líneas generales con la verdad
histórica. Güelfo será Dante, como su padre y como la mayoría de los vecinos del barrio
del Puente de San Pedio. En este ambiente de luchas, de insidias y de competencias se
desarrolla la infancia del poeta, y güelfos serán sus maestros y amigos y hasta la familia
<le Beatriz y la de su esposa, Gemma Donati.
Entre esta multitud pasea Dante de niño y de joven, curioso por todos los
saberes, por todas las noticias, interesado por la vida y milagros de sus convecinos, pues
quién sabe si un día llegará a ser magistrado o curial. No es el niño ni el joven triste,
pero sí llevará la timidez y el orgullo unidos hasta la muerte.
Beatriz de carne y hueso
Folco Portinari, prior del barrio de la Puerta de San Pedro y fundador del
Hospicio de Santa María está casado con Cilia Caponsacchi y, que sepamos, tiene un
hijo llamado Manetto y una hija, Beatriz, dos años menor que el Dante. Debe de ser
hombre influyente, posiblemente adinerado y quién sabe si amigo o oliente de Alighieri
padre. Según se dice, Beatriz nace en 1266, por lo que el Dante le llevaría tan sólo un
año, y fallece en 1290, el 0 de junio Cuando el poeta tiene nueve años se encuentran por
primera vez, y lo que acontece lo sabemos por el propio Dante, pero diecisiete años más
tarde, cuando publica o escribe La Vita Nuona. Por muy fuerte que fuera la impresión
recibida, media demasiado tiempo.
Sí, es muy bello cuanto dice, pero a los nueve años no sabría expresar semejante
sentimiento; sería una emoción continuada, un enajenamiento que no podría expresarse
con palabras y un secreto tan enorme, que las hubiera desdeñado para no manchar la
pureza del pensamiento. Cuando el hombre se enamora en la raya de la niñez a la
adolescencia, ese amor es la propia raíz del ser y conforma de tal manera que el resto de
la vida queda marcado por el sentimiento. Ignoramos en realidad cuánto sufriera el
Dante por aquel amor; se acentuaría la timidez por la necesidad de vivir a solas tal
amor, que nadie podía comprender, y en ese nadie la propia mujer amada.
Pero en aquel tiempo, 3283. cuando el Dante contaba dieciocho años y Beatriz
diecisiete, va es la segunda esposa de Simone dei Bardi, personaje florentino de mucha
más edad qua la pareja. Este saludo ha sido objeto de toda clase de especulaciones:
desde la sencilla fórmula de cortesía hasta la manifestación de un afecto o de una
gratitud por los versos que ya había escrito el poeta en su honor y alabanza. Este
segundo encuentro será la última comunicación entre ambos, pues, aun cuando lo
siguieron otros, Beatriz le ignoró por completo. El poeta había fingido amar a otras
mujeres — ya trataremos de este tema —, "y por esta razón, por aquellos comentarios
que parecía que me acusasen de vicioso, aquella gentilísima, al pasar un día, me negó su
dulcísimo saludo".
Pero existen motivos para sospechar que Beatriz fue indiferente a los amores del
Dante, aun cuando se rompa el encanto de la leyenda.
Veamos ahora la escena de los esponsales, cuando ambos coinciden en una fiesta
de bodas a la que arrastra al Dante su amigo Guido Cavalcanti. Toda Florencia debía
conocer los sentimientos fiel poeta; tan pronto como se ven, un grupo de señoras
comienza a cuchichear y brotan las risitas, grupo que "hablando con aquella gentilísima
se burlaban de mí". Y una de las que participa en la burla es Beatriz. Entre lágrimas
comenta su amado: "Si esa mujer supiese mi condición, no creo que se burlase así de mi
persona."
Se contradice con ello de que estaba enterada desde hacía tiempo; si lo sabía en
efecto, la burla es lo más cruel y grosero que puede darse. Tal vez tomó parte por una
cobardía infinita. Sea por lo que fuere, la burla de Beatriz es la anécdota más dolorosa
de la vida del Dante.
El centro del barrio antiguo de Florencia donde Dante nació el año 1265.
Ha muerto Bice.
Se dice que el poeta quedó consternado, y al fin pudo articular unas palabras:
Si las palabras son auténticas, es difícil interpretar su sentido. ¿Qué paz es la que
ansia el poeta, o qué paz comienza con la muerte de Beatriz? Al año de la muerte de
Beatriz se publica La vita nuova, cuyo título tal vez indica el significado y alcance de esa
paz. Es el primer anuncio, el prólogo de la obra máxima, la que tarda dieciocho años en
escribir y concluye dos años antes de su muerte. La vita nuova es el primer intento de
deificación de Beatriz, la mujer que se convierte en símbolo supremo del amor y alcanza
alturas del pensamiento nunca igualadas. Beatriz es la intercesora entre los hombres y
Dios, casi igualado su papel al de la Virgen María. La burguesa florentina, la esposa de
Simone dei Bardi, gana la inmortalidad tal vez por el hecho de que no supiera los
amores que despertó o los desdeñara de una forma tan cruel como el propio interesado
informa. Beatriz será la encarnación del amor supremo, pero no solamente del amor
humano sino del divino, el máximo a que puede aspirar una criatura.
El soldado poeta
Beatriz Portinari con Dante, según un cuadro de Gabriele Rosetti. Beatriz era hija
de un acaudalado florentino. Folco Portinari, padre de once hijos. Beatriz casó en 1283
con Simone del Bardi, y murió en Florencia a los 24 años de edad. Fue la musa que
inspiró al poeta, amén de un amor eterno, La Divina Comedia.
Sean doce o seis, la cuestión es que Dante no es el fiel amador de Beatriz; bien
puede suceder que parte o casi todas estas mujeres sean motivos literarios. Lo evidente
es que el poeta era un hombre lujurioso. Boccaccio asegura: "Entre tanta virtud, entre
tanta ciencia encontré amplísimo campo de lujuria, y no solamente en los años de
juventud, sino también en los de madurez."
A los cinco años del fallecimiento de Beatriz se casa con Gemma Donati, una
hermosa muchacha florentina, de la que tiene seis hijos y una hija, que profesará en un
convento. El papel de Gemma es oscuro. Posiblemente se queda en Florencia durante
buena parte del destierro, para salvar lo poco que quede del patrimonio familiar; es la
mujer que no comparte la gloria ni la imaginación del marido, y a buen seguro
conocería la existencia de Beatriz. Dante no le dedica ni un solo verso, y muy poco
sabemos de ella. Hablará con ternura y cierto orgullo del abuelo Cacciaguida, pues al
parecer era de noble linaje. Ignoramos si Gemma pertenecería a la noble familia de los
Donati, aun cuando de serlo lo hubiera voceado el Dante, tan amigo de genealogías y
blasones.
Ya hemos indicado que la historia del padre es un misterio más en la vida del
Dante; el hombre que supo idealizar a Beatriz Portinari con tan pocos elementos reales,
mientras un silencioso rencor al tratar de quien le dio el ser y el apellido. Ignoramos
cuál es el motivo de vergüenza: prestamista, usurero... La Edad Media no es la época de
sutilezas que nos pintaron siglos después los románticos, sino un tiempo donde los
hombres y la sociedad son mucho más complicados de lo que creemos. Tal vez Dante se
viera rechazado por una clase social superior debido a la profesión paterna; tal vez el
hecho de que le diera madrastra influyó decisivamente en su modo de ser. No es cosa
de hablar del complejo de Edipo, pero lo evidente es que despreciaba a su padre, y cuando
atacan su memoria no le defiende directamente sino que vuelca calumnias y el altísimo
poeta se comporta como una comadre de barrio.
Y lo estupendo es que los sonetos de Forese Donati son tan buenos o mejores que
los del Dante. No ha faltado quien atribuya esta polémica a un juego dialéctico, a un
"divertimento" muy propio de la juventud, para paliar en lo posible el espectáculo de
un Dante viviendo a costa de los amigos, cliente de tabernas y bárdeles, mientras
cantaba los amores purísimos de Beatriz. Pero eso es la Edad Media: la lucha más cruel
entre el hombre y la carne, donde la obsesión sexual adquiere tal imperio que sólo
puede parangonarse a la época presente. Cuando el Dante cuenta cinco años se produce
el gran desastre de la Octava Cruzada, en la que pierde la vida San Luis, rey de Francia:
"El rey era delgado y fino, bastante flaco y esbelto; tenía un semblante angelical y una
cara agraciada", lo describe fray Salimbene. También es la época dorada de la brujería y
de la magia y de los primeros pasos de una medicina racional.
que aqueja a los tristes, débiles y silenciosos; son todos activos en el estudio y
nada inclinados al sueño; . .son constantes en sus propósitos, dudan de cuanto les
rodea.
El mago Dante
Se cuenta que en 1319, dos años antes de su muerte, los señores de Milán, Matteo
y Galeazzo Visconti, tramaron una conjura para asesinar al papa Juan XXII por artes de
encantamiento. Al parecer, se dirigieron a un tal Bartolommeo Canolati, sacerdote que
tenía fama de mago, quien se negó a tal negocio. Insistieron de nuevo al siguiente año, y
para acorralar al sacerdote Galeazzo Visconti le informó que "había llamado al maestro
Dante Alighieri de Florencia para el mismo negocio que te encargamos". Se ignora si el
Dante tuvo conocimiento de lo que tramaban los ambiciosos milaneses; lo único cierto
es que un año antes de su fallecimiento, en 1320, consta en un documento notarial que
era maestro y perito en artes mágicas.
Así se expresa en el Canto XXII del Paraíso, en el octavo cielo donde arranca la
escala que conduce a Dios.
Dante tendría ya fama entre los estudiosos y los príncipes de que escribía una
obra de argumento ultraterreno, un verdadero Juicio Final donde dialogaban todos los
muertos de todas las edades. Hasta la invención de la imprenta corren por la reducida
Europa más de 237 códices del poema, que son leídos ávidamente. En los palacios, en
los castillos, en los monasterios y en la corte papal se habla de esta obra. A los ocho años
de la muerte del poeta, en 1329, el cardenal legado Beltran du Poyet pretende hacer un
auto de fe con los restos del poeta por considerarlo hereje.
Se ha pensado que durante los veinte años de destierro bien pudiera haberla
ejercido, sobre todo por el tono doctoral de alguna de sus obras. Es una manía
pedagógica cuya expresión suprema la encontraremos en El convivio, con sus
disquisiciones acerca de la moral, la retórica, la filosofía y la religión; en De vulgari
Eloquencia, un tratado de gramática y lingüística; en De Monarchia, donde aborda
cuestiones de política; en la Epístola a Can Grande, sobre literatura, y en Quaestio de Aqua
et Terra, donde diserta sobre física y filosofía natural.
Antes de ser elegido prior se le encomiendan dos trabajos: inspeccionar las obras
de prolongación de la Vía de San Procolo, donde el poeta tenía una casita y dos
parcelas, y la embajada a San Gemignano, donde aquella Comuna invita a Florencia
mande un representante para elegir el capitán dei cupo güelfo de Toscana.
"Llegados los embajadores a Roma, el papa los recibió particularmente y les dijo
en secreto: «¿Por qué os mostráis tan obstinados? Humillaos ante mí, pues os digo en
verdad que no tengo más intención que vuestra paz. Regresad dos de vosotros y lleven
mi bendición si procuran que sea obedecida mi voluntad.»"
El embajador que queda retenido en Roma es Dante, quien tal vez expresara la
poca o nula consideración que le merece el Vicario de Cristo. El papa Gaetani es uno de
los más odiados de su tiempo: le odian los "espirituales" franciscanos y la poderosa
familia de los Colonna, que cuenta con dos cardenales en la Curia, odio recíproco, pues
el papa ordena la demolición de la fortaleza de Palestrina y la confiscación de sus bienes
para repartirlos entre sus sobrinos; le odian los Celestinos, el rey de Francia, que se libró
de la excomunión al fallecer el papa cuando ya estaba redactada la bula y sólo faltaba su
firma; le odian' señores y vasallos y los dos mayores poetas de su tiempo: Jacopone da
Todi y Dante.
Por culpa de este papa' sufre Jacopone prisión desde 1298 a 1303 y destierro hasta
la muerte él Dante.
El original de la sentencia en la que el entonces Gobernador de Florencia, conde
di Gabrielli, el 10 de marzo de 1302, condenó a Dante al exilio.
Destierro
Si no prestó grandes servicios, la verdad es que desde los treinta años el Dante
consagró horas y energías al servicio de su patria y al de la Señoría de Florencia,
militando en el partido güelfo, dividido en dos facciones: la blanca y la negra. A la
blanca pertenece el poeta, mientras que el "pacificador" Carlos de Anjou a la negra, lo
mismo que el papa. Al entrar Carlos en Florencia decreta el castigo a los blancos, que
deben ser desterrados o suprimidos. Con fecha 27 de enero de 1302, junto con otros tres,
era condenado, como ya hemos dicho, a pagar una multa de cinco mil florines oro, al
destierro de dos años y a la pérdida de los derechos civiles. El 10 de marzo del mismo
año, junto con catorce más, es condenado a morir en la hoguera. Dante huye de su
patria para .no regresar más.
Comienzan así sus casi veinte años de destierro, poco más o menos el mismo
tiempo que tarda en escribir su obra cumbre. Es el peregrino por necesidad, si bien
exagera un tanto al escribir en El convivio que ha caminado "por casi todas las regiones
por las cuales se extiende esta lengua, peregrino casi mendicante". Ni lo uno ni lo otro.
Dirá aquello de "qué amargo es el pan en casa ajena", y, al evocar sus andanzas,
comentará: "Y como el peregrino que va por un camino que no conoce, cada casa que ve
a lo lejos cree que es una hostería y, al ver que no lo es, pone sus esperanzas en la otra
de más allá, y así va de casa en casa, hasta llegar a la hostería."
Pero su vagar por las ciudades no era tan triste como las imaginaciones
románticas nos lo presentan.
No le faltan protectores: Cangrande della Scala, los Malaspina... Pero, como dice
su contemporáneo Villani, "este Dante, por su saber, fue un poco presuntuoso, esquivo
y desdeñoso". No es, pues, el adulador y el pedigüeño, sino en definitiva un hombre
que carece de patria y de hogar. Es el destino común de los desterrados que nunca
pueden verse libres de la nostalgia, que les consume energías y horas y consideran
siempre "provisional" el pueblo o la casa que los acoge. No fue ni mendigo ni juglar: un
peregrino sin retorno.
Antes del destierro fue a Roma al Año -Jubilar decretado por Bonifacio VIII para
remisión de las culpas y pecados. Toda la Cristiandad puso los ojos en la Ciudad Eterna
y fue un año de verdadera paz y la fecha ideal del comienzo de la Divina comedia. Si ya
en el Antiguo Testamento, en el Levítico, se instituye el Año Jubilar, tiempo en que
quedan en suspenso deudas y obligaciones, el papa Bonifacio considera que la
Humanidad debe beneficiarse de un perdón general, máxime cuando en aquel tiempo
la absolución de numerosos casos estaba reservada únicamente a la Santa Sede. El
Dante acude también a Roma, pero esta vez como peregrino, como romero, para.
solicitar el perdón de sus pecados.
Ante el emperador.
Al ser asesinado Alberto de Austria, el arzobispo de Tréveris, Balduino, consigue
sea elegido emperador su hermano Enrique, conde de Luxemburgo, rey de Alemania en
1308 y coronado en Aquisgrán como emperador en 1310. En Milán le imponen la corona
de hierro el 6 de enero de 1311 y consigue la de oro en Roma, pero no en San Pedro sino
en San Juan, y no impuesta por el papa sino por tres cardenales. Es un hombre idealista
que sueña con restaurar el Sacro Imperio, ya periclitado. El Dante le ve cuando cuenta
cuarenta años; es de estatura mediana y bizquea de un ojo.
El encuentro parece ser que tiene lugar en Milán o en Pisa por el 1311; el Dante le
escribe una carta en latín donde expresa sus más altas ilusiones y esperanzas; se dirige
también a los reyes y príncipes de Italia y, no contento con eso, redacta el tratado De
Monarchia.
¿Qué hace, mientras, el Dante? No quiere combatir contra los suyos y se gana
nuevas enemistades. Se pasó de los güelfos a los gibelinos por supervalorar la fi: ira del
emperador y sus nuevos amigos le rechazan, pues no se presta a ayudarles como
quisieran. Dante se encuentra en el Casentino, huésped del conde de Battifolle El sueño
imperial del Dante se cifra en el himno final del Canto XXX del Paraíso : "En aquel alto
asiento en que tienes puestos los ojos, por la corona que se ve encima, antes que tomes
tu parte en el festín de estas bodas, se levantará el alma que será augusta en la tierra del
gran Enrique, el cual vendrá a regir Italia antes de que ésta se halle dispuesta a recibirle.
Las ciegas pasiones que os embrutecen os han hecho semejantes al niño que perece de
hambre y rechaza a su nodriza."
Es Beatriz quien hace el elogio del emperador, el máximo honor que concede
Dante a los mortales. El encuentro entre los dos hombres debió de ser uno de los
espectáculos más grandes de la Tierra. El emperador había sido educado en la corte de
Francia y hablaba perfectamente el francés, pero no debía de entender el italiano; Dante
le presentaba con hermosas palabras el mismo sueño que él acariciaba, y de paso le
pedía que conquistase como fuera la ciudad de Florencia. Posiblemente el emperador
pensó que se trataba de uno de esos ardorosos italianos de relumbrante lenguaje, y no le
debió de prestar gran atención; no podría imaginar que para el desterrado él era el
summum de una teoría política que le había concitado las iras y los desprecios de todos.
Dante pensaba en la instauración del Tercer Reino, un tanto al estilo de los "iluministas",
que eran sus amigos. Pero un reino plantado en este mundo y con firmes raíces.
En Verona
Es posible que, por enero de 1320, el Podestá de Ravena, Guido Novello, fuera a
buscarle o le admitiera sin más. Al parecer, era hombre amigo de la poesía y del ingenio
y no debió de poner trabas a la presencia del Dante. Hay quien dice que le
acompañaban sus hijos Pietro, Jacobo y Antonia, la que profesó en el convento de Santa
María dell'Uliva precisamente con el nombre de Beatriz. Tal vez Gemma, la esposa, se
encontrara también allí. Es el último año de vida del poeta. Está escribiendo los últimos
Cantos del Paraíso y bien pudiera ser que enseñara en el Studio o tuviera alumnos
particulares o tertulia juvenil, que luego se llamarían sus discípulos. La Señoría de
Ravena está en manos de Guido da Polenta, sobrino de Francesca da Rímini, buen
soldado y fácil poeta, y es arzobispo el milanés Reinaldo Concoreggi, uno de los
favoritos de Bonifacio VIII, quien soportara, siendo rector de la Flaminia en Forli, el
asalto de los gibelinos, a consecuencia del cual resultó gravemente herido.
Allí tiene el poeta una tertulia donde aparecen un tal Diño Perini, Menghino
Mezzani, notario; Pietro di messer Giardino, también notario; Fiduccio dei Milotti,
médico de Certaldo; Bernardo Canaccio, rimador en latín... No falta Ceceo dAscoli o el
gramático de Bolonia, Giovanni del Virgilio.
Tal es la sociedad que le rodea. Con muchos siglos de antelación, igual que Don
Quijote, siente la tentación por lo pastoril y escribe dos églogas en latín y las remite a
Bolonia, donde ha obtenido una corona de laurel, un "premio literario" de aquella
época. Toda composición pastoril tiene su clave: "Titiro" es el propio Dante; "Mopso",
Giovanni del Virgilio; "Melibeo", Diño Perini; "Alfesibeo", el maestro Fiduecio; "Jollas",
Guido Novello, y "Fillide", tal vez la humilde Gemma Donati, pero da la casualidad de
que se duda en la identificación del personaje femenino de la fábula. "Titiro" es un
anciano pastor que conversa con otros pastores, ordeña el ganado y se tiende sobre la
hierba. Nadie puede imaginar al Dante, al poeta que está escribiendo los últimos Cantos
de su obra inmortal, convertido en bucólico pastor y atento a las naderías de ese estilo
simple y ñoño. Pero las circunstancias del vivir exigen muchas veces que los grandes
hombres sean presentados ante la posteridad incluso en los momentos más
desconcertantes.
Reproducción del cuadro mural que. con el título de «Dante y su poema», pintó
el año 1466 Domenico di Michelino en la iglesia del Duomo, de Florencia.
Estas dos églogas, así como los sonetos burlescos, son obras que todos los
enamorados de la obra del Dante quisieran no hubiese escrito. Pero es así: tal vez no
sería un hombre completo si no hubiera caído en esa tentación. El caso es que en la lista
de las obras no figuran; nadie quiere saber incluso su nombre.
Ravena es la ciudad de los pinos y de los muertos, el principio y el fin del
Imperio romano y la patria de Pier Damiani, el que escribiera un Liber Gomorliianus,
donde señala los vicios de la clerecía de su tiempo. En esta ciudad meditaría el poeta
sobre su destino y sobre la mala suerte que proporcionó a cuantos le amaron; la madre
muere cuando cuenta ocho años; el padre, a los doce; Guido Cavalcanti, su mejor
amigo, en plena juventud; Beatriz, a los veintiséis; Can Grande, a los treinta y ocho...
Hasta el emperador idealizado vivió dos o tres años más de la cuarentena.
En Ravena el Dante cuenta cincuenta y siete años, pero ya tiene todo el cabello
blanco y es un hombre vencido físicamente. Visitaría la iglesia de San Juan Evangelista,
donde se encuentra el sepulcro de Gala Placidia, con sus mosaicos de fondo turquí
oscuro; los de San Apolinar el Nuevo y los de San Vital, o el sepulcro de Teodorico.
Ravena es el conjunto más hermoso y completo del arte bizantino en el norte de Italia y
mucho más importante que el de Venecia. El poeta ha dado fin a la Divina Comedia y el
gran caballero Guido Novello da Polenta le distingue con sus favores, tan! o que le van
a ocasionar la muerte.
La última embajada
La época medieval presenta curiosas características que brevemente
recordaremos para el lector no iniciado u olvidadizo. El concepto de Estado no existe; la
suprema jerarquía civil, el emperador, no es un cargo hereditario sino electivo, y al
pasar del tiempo dejará de ser "rey de reyes" para convertirse en un mero símbolo, sin
demasiada efectividad. Existen dos grandes instituciones: los feudos y los burgos, los
primeros de puro origen militar, constituidos por un señor de armas, que impone su ley
de horca y cuchillo sobre un territorio mínimo, agrupado a la sombra del castillo,
primitiva línea de fortificaciones de la época. El señor feudal está sujeto por vasallaje o
por libre junta a un conde o a un rey, obligándose a participar en todas las empresas
bélicas y proporcionarle soldados. Los feudos nacen en lo que se llamaba "tierra de
frontera", en el territorio ganado al enemigo.
A muchos puede extrañar que hombres como el Dante y tantos otros sirvieran a
distintos señores o, dicho en lenguaje muy popular, que se "cambiaran de chaqueta" con
tanta frecuencia. No es eso: no existe el vínculo de la nacionalidad, sino el personal
acatamiento o amistad con determinado señor. Sólo existe, por así decirlo, la clase
social: el caballero es reconocido como tal en toda la Europa de entonces, y cuenta con
los mismos derechos y deberes, esté donde esté. Igual le ocurre al villano, al
comerciante o al juglar.
Dante pertenece al orden de los caballeros, y como tal ha tomado parte en dos
batallas.
Soñará con una Italia unida y poderosa, pero esa Italia tardará más de siete siglos
en existir.
Sed quia pars cessit melioribus hospita castris, actorenque suum pettit felicior as
tris,
Quien formula la pregunta es ese gran corazón de poeta que fue Giovanni Papini,
a quien Dios concedió una larga muerte como prueba decisiva. En su obra Dante vivo,
interpretación personalísima que provocara un gran escándalo entre los "dantófilos" al
desdeñar la erudición para rastrear el alma, llega a decir: "El que recorrió, antes de la
muerte, por derecho de genio y de fe, los tres reinos de los muertos, como peregrino
soñador, ¿de qué reino es hoy huésped auténtico y estable?
"Para los no católicos esta pregunta no tiene sentido y puede parecer ociosa y
risible. Mas para un católico, este problema, aunque necesariamente insoluble, tiene su
significado y su razón."
Y añade, párrafos más adelante: "Hay que excluir, en lo que a los hombres les es
permitido escrutar la inescrutable justicia divina, que se halla entre los condenados del
infierno. Sus culpas, aunque graves, no fueron tales que mereciesen, según parece, el
«eterno dolore». Pero es infinitamente probable que tuviese que permanecer en el
Purgatorio. ¿ Se halla allí todavía en este momento, o la infinita misericordia de Dios,
que él amó y cantó, le ha llamado a sí para formar una gotita del río «fulvido di
fulgore»...?
"¿En qué círculo del Purgatorio, presumiblemente diverso del que él imaginó,
habrá pasado los largos años o los siglos de la expiación? ¿Habrá encontrado
verdaderamente algunas de aquellas almas que él puso allí por legítimo arbitrio de
poeta?
"La Divina comedia, en suma, ¿le aparecerá todavía como un título de mérito
espiritual, o será causa de remordimientos y de humillación? ¿La mirará desde lo alto
con nostalgia de poeta no radicalmente purificado, o le parecerá, en el inefable flamear
del Empíreo, un pobre cuaderno cubierto de signos ineficaces y efímeros?
"Y sea cualquiera la" región del imperio de los muertos donde padezca o goce
nuestro Dante, sentimos el impulso de rezar, de rezar por él si todavía no le ha sido
dado contemplar la trina luz que ya vio en sus ficciones; de rogar por él como intercesor
benigno de los poetas ante los santos, si la Virgen Madre, a la que tanto amó, le ha
hecho entrar en la eterna ciudad de su Hijo."
no serás desdeñada
Podríamos citar más y más ejemplos, por más que el propio Alighieri censura la
propia alabanza. Este hombre se lleva al otro mundo la mayor de sus desilusiones: el
verse coronado de laurel en el atrio del baptisterio de Florencia, honor que le han
negado siempre sus conciudadanos.
Una de las características del hombre entero, del hombre cabal, es no ampararse
en la falsa humildad, en la hipocresía, uno de los pecados del ateísmo europeo. Los
hombres, grandes o pequeños, conocen la medida de sus fuerzas y la calidad de sus
obras. Pero serán los pequeños que sueñan con ser grandes quienes disimulen la
ambición y empequeñezcan cuanto les rodea.
Otra de las tesis del Danto es la restauración del Imperio, la autoridad universal
frente a las autonomías nacionales y el fraccionamiento de las propias naciones. La
unidad del mundo civil es una vieja aspiración sentida desde Carlomagno; unidad que
se ha intentado repetidas veces: en el Quinientos, por Carlos V; en el Ochocientos, por
Napoleón, y en el Novecientos, al fracasar la fórmula guerrera con Hitler, se abre el
camino de las negociaciones y se ensayan procedimientos unitarios, cuya expresión más
popular es el Mercado Común.
La Divina comedia, como ya veremos, está construida con muchas claves. Aparece
Virgilio, no por capricho o porque fuera la lectura predilecta del Dante, sino porque era
considerado como un profeta, por así decirlo, de la Encarnación de Cristo, en los versos
de la Égloga IV. Dante sería, pues, el heraldo o anunciador de la venida del Espíritu
Santo, y la Divina comedia es una recapitulación de la historia de la Humanidad hasta
ese momento.
Por si fuera poco, remata tal creencia con la segunda de las "profecías", la que
podemos leer en el último Canto del Purgatorio. Si el Veltro es el Espíritu Santo, el
Quinientos quince es un ser humano, que purificase la Iglesia y la Humanidad. Dice así:
"Yo, ciertamente, veo, y por eso lo refiero, varias estrellas ya próximas a darnos un
tiempo seguro de toda contradicción y obstáculo, en el cual uno que compondrá el
número de quinientos quince, enviado por Dios, destruirá a la prostituta y al gigante
que con ella peca."
Todos los ingenios del mundo se han torturado para descifrar el significado del
Quinientos quince. Hay quien opina se trata del emperador Enrique, pero lo más directo
es considerarlo como una aspiración del Dante, como el deseo de que algún príncipe
imponga orden y de paso le indulte de las graves condenas que sobre él recaen. No es
tanto una "profecía" como un anhelo. Ahora bien, como en la Divina comedia todo el
mundo quiere descubrir misterios, tan pronto nos topamos con alguno se desata la
imaginación. El propio autor advierte que sus palabras son tan misteriosas como las de
la Esfinge, pero que con el tiempo se irán aclarando. Eso da idea de que se trata de un
deseo no personalizado, y no es cuestión de perderse en este laberinto.
La "Divina comedia"
Comedia es el verdadero título que puso el Dante a su obra, pero al correr de los
tiempos se le añadió el calificativo. El propio autor explica las razones que le movieron
a bautizarla así: "La Comedia es un género de composición poética que difiere de todos
los otros. Difiere de la Tragedia en que la Tragedia es bella y apacible al principio y
horrible al fin. La Comedia, al contrario, se anuncia con situaciones difíciles y termina
felizmente, como puede verse en las obras de Terencio. De ahí que algunos poetas
acostumbren a desear como forma de saludo amistoso un "comienzo trágico y un
desenlace cómico". Estos dos géneros difieren igualmente por el lenguaje. El de la
Tragedia es elevado y sublime; el de la Comedia, sencillo, como pide Horacio en su
Poética. Por esto, la presente obra ge llama Comedia. Si se considera el asunto, es horrible
al principio, es el infierno, y en su fin es feliz, deseable, gracioso; su estilo es natural y
sencillo, puesto que es el lenguaje vulgar en el cual conversan las mujeres."
Para que el lector se dé una idea empezaremos a citar cuanto dice Asín Palacios:
"Un número considerable de pormenores y rasgos topográficos, de escenas y
descripciones episódicas de la Divina comedia tienen sus precedentes y modelos, ya
análogos, ya idénticos, en el Corán y en los hadices descriptivos de la vida de
ultratumba, ora en las leyendas musulmanas del Juicio Final, ora en la doctrina de los
teólogos y filósofos, especialmente místicos, que sistematizaron, interpretaron y
razonaron todos estos documentos de la revelación musulmana.
"El místico -murciano Abenarabí es, entre todos estos pensadores islámicos, el
que con más relieve se nos ofrece como modelo posible de imitación, en lo que atañe a
la arquitectura dantesca de ultratumba, en toda la cual predomina el mismo diseño
circular o esférico que caracteriza a los planos trazados por Abenarabí: los pisos
infernales, los cielos astronómicos, los círculos de la rosa mística, los coros angélicos que
rodean el foco de la luz divina, los tres círculos que simbolizan la trinidad de personas,
se describen de palabra por el poeta florentino tal y como están descritos por Abenarabí,
el cual, además, los dibuja exactamente igual que los han dibujado siglos más tarde !os
eruditos dantistas, cuando quisieron representar gráficamente las poéticas
descripciones de la Divina comedia. Esta identidad en los planos acusa relación entre
copia y modelo. Es moralmente imposible que se deba a coincidencia casual. La
casualidad, además, no es una explicación científica de los hechos históricos. Y el hecho
histórico que entra por los ojos es éste: Abenarabí, en el siglo XIII, veinticinco años antes
de venir al mundo el poeta florentino, deja insertos, en cuatro folios seguidos de su
Fotuhat, los diseños de los lugares de ultratumba, todos ellos inspirados en el símbolo
circular o esférico, que en el sistema masarri (expositivo, enciclopédico) de Abenarabí
representa al cosmos y a su principio."
Asín Palacios pasa ahora a analizar las semejanzas de los castigos del Infierno
dantesco y la doctrina islámica: "A todas estas semejanzas en el escenario se añaden
muchísimas analogías en episodios y escenas, que a veces son literalmente idénticas, y
de entre las cuales resaltan por su mayor relieve las siguientes: la clasificación de los
habitantes del Limbo y la condición de su suplicio moral, análogas a las del Aaraf
islámico; la negra borrasca de los adúlteros, que es el viento alcoránico de Ad: la lluvia
ígnea que cae sobre los sodomitas, obligados a marchar circularmente; el suplicio de los
adivinos que llevan su cabeza vuelta hacia el occipucio; Caifás, crucificado en tierra y
pisoteado por las gentes; los ladrones devorados por culebras; los fautores de cismas y
divisiones, acuchillados sin morir y corriendo con las tripas afuera, o con los brazos
amputados, o llevando pendiente de la mano su propia cabeza parlante; los gigantes,
descritas sus desmesuradas proporciones con análoga escrupulosidad métrica; el
suplicio del hielo, que es el Zamharir musulmán, soportado por los traidores en
actitudes semejantes; la pintura de Lucifer, empotrado en el hielo, como el Iblis islámico;
la densa humareda que castiga a los iracundos en el Purgatorio, idéntica a la que anuncia
el Corán para el día del Juicio; la doble ablución en los dos ríos del «paraíso terrenal» y
el encuentro de Dante con Beatriz, episodio nada cristiano y que es idéntico en conjunto
a la escena de la entrada del alma en el paraíso islámico, después de su ablución en los
dos ríos y del encuentro de su prometida celestial, y, finalmente, la descripción
espiritualísima de la visión beatífica mediante un Alumen divino, que produce brillo
exterior, claridad intelectual y deleite extático."
Pero Asín Palacios descubre también la existencia en la Divina comedia de una
serie de temas medievales y establece la relación con las leyendas islámicas, como
vamos a ver: "He aquí la enumeración sistemática de los principales elementos
islámicos de esta primera categoría, con indicación de las leyendas cristianas en que han
aparecido: Topografía infernal, dividida en siete zonas (San Macario, Edda) o en ocho
pisos (Cantor de Reggio Emilia). Suplicios infernales típicos, como son: las túnicas
ígneas (San Patricio); los sepulcros ígneos (ídem); el azufre fundido (ídem y Tundal) ;
los réprobos sumergidos en un lago (San Macario, San Patricio, Alberico); el fuego que
llega a varias alturas, según la gravedad de las culpas (San Pablo); los diablos armados
de garfios (Tundal); el suplicio de la bestia monstruosa (ídem);su bufido rítmico que
atrae y repele a los reprobos (ídem, San Patricio, San Pablo); los pecadores colgados
cabeza abajo (San Patricio, Alberico, San Pablo), o crucificados en tierra (San Patricio), o
devorados por serpientes (San Macario, San Patricio, Alberico), o cargados de
abrumadores fardos (Edda), u obligados a tragar sus ilícitas ganancias (Turoil); el
suplicio del hielo (Tundal, San Patricio, Alberico); la pintura del gigante encadenado
(San Macario); la de Lucifer atado en el fondo del infierno (Alberico).
Puede decirse que todos los escritores del mundo se han referido alguna vez a
ella. Los dos grandes poetas italianos Petrarca y Carducci la dedicaron sus elogios. La
lista de dentistas sería impresionante, pero debemos citar a Michele Barbi, Francesco
Torraca, Giuseppe Vandelli, Nicola Zingaretli, Giovanni Gentile, Benedetto Croce,
Pascoli, Torti, Arivabene y Giovanni Papini, Paul Claudel y Eliot. No debemos silenciar
la traducción francesa de Masseron ni los estudios de Valensin y de Pézard. En España
ha habido pocos dantistas y pocos traductores: en el siglo pasado el conde Cheste hizo
una traducción en verso, y entre los contemporáneos tenemos la de Fernando Gutiérrez,
de gran calidad y belleza.
El sepulcro de Ravena donde todavía hoy reposan los restos mortales del poeta.
Es nada más y nada menos que una de las diez o quince obras universales que ha
dado la Humanidad desde que existe.
FIN