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La vida anecdótica del Dante está envuelta

Infancia y primera polémica

La Florencia del Trescientos

Beatriz de carne y hueso

El soldado poeta

Las otras mujeres

Los sonetos del escándalo

Dante como profesor

Destierro

Ante el emperador.

La última embajada

Influencia musulmana en la obra

Cómo le trató la vida y la Historia


La vida anecdótica del Dante está envuelta en una nebulosa, no tanto por la
lejanía sino porque la grandeza de su obra oculta los pormenores humanos del autor. El
Dante es una de las cumbres del genio humano donde se acumulan todos los sabores de
la época, en tiempos que se han denominado Alta Edad Media. Puede decirse que la
obra del Dante ha sido estudiada y analizada desde todos los ángulos, con los criterios
más dispares y por hombres de todas las razas y creencias; pero los días y los trabajos
del hombre que fuera Dante han quedado oscurecidos, pese a los esfuerzos de los
investigadores. Tienta más plantearse problemas de interpretación que rastrear por los
caminos que andara Dante, no siempre tan hermosos como sus versos, pues nos
conducen a lugares como la taberna y el prostíbulo o la antesala de los pedigüeños, que
desdoran la fama del autor pero lo afianzan en su condición de hombre de carne y
hueso.
Infancia y primera polémica

Se da como fecha del nacimiento del Dante el 8 de mayo de 1265, pero ya el dato
no es concorde; los eruditos retrasan o adelantan la fecha, si bien está comprendida en
la primavera de aquel año. Nace en Florencia, ciudad de oficios y gremios, de cambistas
y de tintoreros, con dos grandes Mercados, el Viejo y el Nuevo, y el río Arno.

Es el unigénito del matrimonio formado por Alighieri degli Elisei y Gabriella


Abati, pero este dato también se presta a que cada cual nos dé una versión distinta a
cuenta de la ocupación y oficio del padre. Para algunos es abogado o curial de familia
burguesa, que incluso cuenta con algunas propiedades, como la casita o "torre" de
camerata, en las afueras de la ciudad; para otros, las actividades del padre son
deshonrosas y dejan caer la especie de si no ejercerá de cambista o prestamista, oficios
propios de la judería bastante numerosa en la ciudad. Sea lo que fuere, existe algo que
denigra el orgullo del Dante, pues, como ya veremos, con ocasión de una polémica
sobre sus orígenes guarda silencio y se escabulle.

El matrimonio vive, al parecer, en el barrio del Puente de San Pedro, residencia


de mercaderes. El nacimiento del Dante está marcado por un hecho que se presta
también a gran discusión; en agosto de 1264, en la época en que tal vez fuera concebido,
apareció un cometa "con grandes rayos y una cola detrás, que fue elevándose en el
Oriente con gran fulgor hasta llegar a lo alto del cielo, dirigiéndose luego a Occidente;
su cola resplandecía, y duró tres meses, esto es, hasta el mes de noviembre". Así lo
asegura el historiador Giovanni Villani, y lo presenta como signo premonitorio, como
anuncio de la futura grandeza del Dante. No discutiremos sobre la cuestión: la
Astrología aseguraba que los astros ejercían influencia sobre las personas en el
momento de nacer, pero nada dice de la fecha misteriosa de la concepción.

La familia del poeta sufre ciertas penurias, que cuadran muy mal con la.
supuesta profesión paterna, tanto de cambista como de curial, so pena vieran mermada
la fortuna a consecuencia del destierro sufrido por el resultado adverso de la batalla de
Monteaporto, cuando el partido giielfo, partidarios del papa, fueron derrotados por los
gibelinos, partidarios del emperador.
Dante, según una cintura de Rafael.

En el barrio del Puente de San Pedro transcurre la infancia del poeta basta que
sucede uno de los acontecimientos que marcarán su vida: en 1273, cuando contaba ocho
años de edad, fallece su madre, Madonna Bella, y al poco tiempo el padre contrae
segundas nupcias con Lupa Cialuffi, que le da un hijo, Francisco, diez años menor que
Dante. Las fechas se prestan, cómo no, a discusión para situar cuánto tiempo guardó
respeto Alighieri a su primera mujer; sea el tiempo que fuere, el caso es que éste fallece
en 1277, cuando Dante cuenta doce años y dos o tres su hermanastro Francisco.

Dante quedará, púes, huérfano en plena infancia, cuando ya ha ocurrido el hecho


fundamental de su vida: el encuentro con Beatriz Portinari.

En estos años de orfandad es muy posible asistiera a los estudios que se daban en
Santa María Novella, el convento de los dominicos, donde al cabo del tiempo ha de
encontrar sus mentores y guías. Más tarde lo veremos bajo la tutela de Brunette Latini,
uno de los personajes más típicos de la época. Brunette es notario, escriba del
municipio, embajador, que enseñaba "cómo el hombre se hace eterno", según afirmará
su discípulo, muy versado en la lengua oil en la que publicó Li livrés dou Tresor, y en
lengua vulgar, en toscano, una Rettorica y Test alto, un larguísimo poema de 2.944
versos.
La cripta subterránea de los Aldighieri, en la antigua iglesia de Santa María, de
Ferrara, donde están enterrados todos los antepasados de Dante.
La Florencia del Trescientos

Florencia es la ciudad de las libertades y de las venganzas, sobre la que pesa una
especie de maldición: en 1304 se hunde el puente de Carraya sobre el Arno y ocasiona
numerosas víctimas; al poco tiempo, en el mismo año, se declara un incendio donde
arden más de 1.700 casas, se pierden grandes tesoros y el número de muertos es
elevadísimo; sufre varios asedios y está a punto de ser destruida, sin que quede piedra
sobre piedra... Es la ciudad dividida por las facciones de güelfos y gibelinos, hasta el
extremo dé que cada bando se viste de un color distinto; por la forma de las almenas y
las torres se sabe a qué bandería pertenece el castillo. Cada cual corta a su manera las
frutas y los ajos Los gibelinos tienen por santuario a San Pedro Scheragio y los güelfos,
el Batisterio de San Giovanni; los primeros mandan abrir tres ventanas en la fachada de
sus casas; los segundos, dos. Los unos levantan el dedo índice y los otros, el pulgar,
para conceder el perdón. Los primeros cultivan rosas rojas; los segundos, blancas. Los
unos llevan la pluma en el sombrero a la izquierda; los otros, a la derecha...

Tal encono tiene por denominador común el mote sangriento, la giarda y el


estímulo de la competencia con su secuela de la zancadilla, el escarnio y la calumnia.
"Elevarse sobre !os demás a fuerza de ingenio y de suerte significa en Florencia ser
admitido por muchos pero envidiado y atacado por no pocos. El ingenio y ¡a fama se
consideran en Florencia, más que en otros lugares, una ofensa y una casi culpa que
merece ser expiada." Esto lo dice Giovanni Papini, "poeta, católico y florentino", como el
Dante. La giarda es la burla sangrienta, un trastorno de amargura cruel y casi sádica que
junto con la soberbia son las características má3 acusadas de los florentinos. Pero esta
ciudad de techumbres rojizas, de inviernos extremosos, da hombres apasionados y de
larga memoria no era un maestro profesional, sino un hombre amante de trasmitir a los
jóvenes su saber, el bien hablar, la retórica, e! gusto por el antiguo y por la belleza y
hasta el arte de gobernar. Se le podría considerar como un sofista de la antigua Grecia.
Maestro y discípulo se encuentran cuando el primero cuenta más de sesenta años v el
segundo, unos quince. También sobre Brunetto Latini pesa una leyenda, de la que es
autor el propio Dante, al condenarle en la Commedia, en el Canto XV, a sufrir los castigos
de cuantos pecaron contra natura: los homosexuales.

Brunetto era dado a la Astrología y predijo que como en la fecha del nacimiento
del Danto el sol entraba en Géminis, sería eminente en ciencias y letras. Los estudiosos
se han planteado el problema de por qué Dante condena a Brunetto y descubre
semejante lacra moral, cuando le da el calificativo de "padre" la "cara imagine paterna" y
se considera su figliolo, su "hijito" No es cuestión de enredarnos en disquisiciones pues
los términos del "Séptimo Círculo" son tajantes: Brunetto aparece junto a los sodomitas
y sufre el castigo de ellos, por muy cruel que parezca la denuncia de! "discípulo". De la
crueldad del Dante ya hablaremos, así como de su orgullo ilimitado que le lleva a
considerarse descendiente de los Frangipani, antiquísima estirpe de pura sangre
romana, los primeros edificadores de Florencia.

Poco más o menos por aquel entonces traba amistad con Guido Cavalcanti, que
le lleva ocho o nueve años y es muy distinto de él. Pertenece de verdad a una noble
familia, es poeta de segundo orden y un diletante, amigo de camorra que intenta
asesinar a Corso Donati y, sobre todo, hombre a quien no agrada la Beatriz real y
verdadera, el supremo pecado para el Dante. Guido sufre la pena de destierro
precisamente cuando Dante es uno de los priores de la ciudad, y quien le anuncia el
fallecimiento de Beatriz, corno ya veremos. Y, por si fuera poco, tiene fama de
homosexual; pero Dante lo libra de la condena y recurre a la argucia de fingir que el
viaje al Infierno comenzó meses antes de la muerte de su amigo.

Pero aún el poeta es el adolescente que vive en cusa de la madrastra, que entre
sus parientes se encuentra un tal Cione Alighieri, hombre turbulento y díscolo que
murió asesinado y quien corretea por las calles de la ciudad con la chiquillería. Tal vez
en aquella época — posiblemente en plena madurez si la Commedia contiene datos
autobiográficos — es cuando rompiera la pila bautismal para salvar a un niño que
·estaba a punto de ahogarse. En su tiempo tal acto era considerado como un sacrilegio, y
en el Canto XIX justifica el hecho.

En la iglesia de San Juan fue bautizado con el nombre de Durante, cuyo


diminutivo es Dante, pues ya es sabida la costumbre italiana de los apelativos
familiares. Dante era un chico flaco, desmedrado, de nariz ganchuda, que estudiaba
música con el maestro Belacqua y llega a tocar el laúd. Sus estudios no siguen la regla
normal y hasta cierto punto le podemos considerar un autodidacta. La timidez aparece
desde los primeros años, consecuencia tal vez de la orfandad; la cuestión es que desde
la adolescencia le veremos como un ser retraído y taciturno, aun cuando tenga sus
momentos de alegría y hasta del grosero gozo del vivir.

para las ofensas, tan larga que se mantiene en las luchas civiles que son un fiel
reflejo de las mantenidas entre el papa y el emperador, prácticamente desde la "guerra
de las investidura?", cuando la Santa Sede quiere librar a las diócesis del feudo imperial,
hasta los papas de Aviñón.

En Florencia tal disputa queda centrada en las sostenidas entre los Buendelmonti
y los Urbeti, estos últimos favorecidos por el emperador Federico II y los primeros,
servidores del papa. En la Silva de varia lección, de Pedro Mexía. se explica esta división
de Florencia y de toda Italia: "Poco parece que nos toca a los españoles los bandos de
Italia; pero como naturalmente todos deseamos saber una cosa tan nombrada como son
los gebelinos y los güelfos en Italia, por ventura habrá alguno que huelgue de saber por
qué se llamaron así, qué principio tuvieron. Y para este tal escribo esto.

"En el tiempo de Federico, emperador segundo de este nombre, y del papa


Gregorio IX, entre los cuales hubo muy grandes guerras y discordias, había en la ciudad
de Pistoia, que es en Italia, en Toscana, dos bandos principales llamados "Pacanticos" y
"Cancelarios", y de ventura dos hermanos, que el uno se llamaba de nombre "Güelfo" y
el otro "Gebel". Tuvieron diversas opiniones en esta ciudad, que el uno seguía al un
bando y el otro al otro; por lo cual, de esta pequeña ocasión, porque ellos debían ser
señalados, comenzaron a llamar al un bando güelfo y al otro, gebelino, de los nombres
de ellos; y echó el un bando al otro fuera de la ciudad, y echado fue el de los
«gebelinos» Y por ser cosa notable ser dos hermanos tan contrarios, luego se fue
extendiendo esto por las comarcas y los diversos favores y valías comenzaron a tomar el
mismo nombre, y fue tomo una pestilencia extendiéndose, y que, sin causa ninguna, en
cada ciudad y en cada casa se partían y dividían llamándose unos güelfos y otros
gebelinos, que parecía cosa de milagro. Y andando ya encendido, este fuego de esta
manera, el emperador Federico, siendo cruel enemigo de la Iglesia, estaba en Pisa en
aquellos días, que era cerca del año del Señor de mil trescientos y cuarenta. No teniendo
por cierto cuáles le favorecían a él en Italia y cuáles a Gregorio para, sabiendo lo que
estaba comenzado de los gebelinos y güelfos, dijo y publicó que él tomaba el nombre de
gebelino, y los que eran sus amigos y lo querían ser que así lo ficiesen; e hizo luego
cruel guerra a los güelfos."

Puede decirse que lo narrado por el escritor español, sevillano, y nacido en 1469,
doscientos años más farde de los sucesos, concuerda en líneas generales con la verdad
histórica. Güelfo será Dante, como su padre y como la mayoría de los vecinos del barrio
del Puente de San Pedio. En este ambiente de luchas, de insidias y de competencias se
desarrolla la infancia del poeta, y güelfos serán sus maestros y amigos y hasta la familia
<le Beatriz y la de su esposa, Gemma Donati.

El. espectáculo de la ciudad no es triste ni mucho menos; tiene toda la policromía


de la Edad Atedia; el lenguaje gráfico de los oficios: el caballo indica la posada; el jarro,
la taberna; la colchoneta, al vendedor de lana; la bacía, al albéitar... y los letreros
famosos: "Hermano, haz tu casa, si puedes, como yo hice la mía", "Ésta es la casa del
Gato Tuerto; en ella ni se ofende ni se es ofendido...". Pasan las señoras ataviadas con el
alto copete y el manojo de llaves que pende de una cadena, insignia del ama de casa; los
magistrados con sus mantos forrados de piel; los banqueros con la balanza para pesar el
oro... Y los pregoneros, los pajes, los criados, las mozas y gente de toda laya.

Entre esta multitud pasea Dante de niño y de joven, curioso por todos los
saberes, por todas las noticias, interesado por la vida y milagros de sus convecinos, pues
quién sabe si un día llegará a ser magistrado o curial. No es el niño ni el joven triste,
pero sí llevará la timidez y el orgullo unidos hasta la muerte.
Beatriz de carne y hueso

Folco Portinari, prior del barrio de la Puerta de San Pedro y fundador del
Hospicio de Santa María está casado con Cilia Caponsacchi y, que sepamos, tiene un
hijo llamado Manetto y una hija, Beatriz, dos años menor que el Dante. Debe de ser
hombre influyente, posiblemente adinerado y quién sabe si amigo o oliente de Alighieri
padre. Según se dice, Beatriz nace en 1266, por lo que el Dante le llevaría tan sólo un
año, y fallece en 1290, el 0 de junio Cuando el poeta tiene nueve años se encuentran por
primera vez, y lo que acontece lo sabemos por el propio Dante, pero diecisiete años más
tarde, cuando publica o escribe La Vita Nuona. Por muy fuerte que fuera la impresión
recibida, media demasiado tiempo.

"Al aparecérseme con nobilísimo aspecto, vestida de color rojo, humilde y


honesta, ceñida graciosamente y adornada cual convenía a sus juveniles años, sentí que
el espíritu vital que en lo recóndito del corazón tiene su morada, comenzó a latir con
gran fuerza en mi pecho, y recibió honda impresión todo mi organismo, cual si yo
interiormente me dijera: He aquí a un dios superior a mí que viene a dominarme... A
contar desde el día en que se me presentó mi ideal visión, mi espíritu quedó tan
preocupado que fui inhábil para todo, entregado por completo mi pensamiento al de la
hermosa y gentil criatura "

Sí, es muy bello cuanto dice, pero a los nueve años no sabría expresar semejante
sentimiento; sería una emoción continuada, un enajenamiento que no podría expresarse
con palabras y un secreto tan enorme, que las hubiera desdeñado para no manchar la
pureza del pensamiento. Cuando el hombre se enamora en la raya de la niñez a la
adolescencia, ese amor es la propia raíz del ser y conforma de tal manera que el resto de
la vida queda marcado por el sentimiento. Ignoramos en realidad cuánto sufriera el
Dante por aquel amor; se acentuaría la timidez por la necesidad de vivir a solas tal
amor, que nadie podía comprender, y en ese nadie la propia mujer amada.

La angiola giovanissima a buen seguro no reparó en su silencioso admirador, en el


niño que tal vez siguiera sus pasos y la espiara por !as esquinas; tal vez la turbó su
presencia en el despertar de la femineidad... Caben todas las suposiciones, pero
ignoramos la verdad. Lo evidente es que no hubo entre ellos relación alguna, aun
cuando ciertos comentaristas nos los presenten jugando en la niñez en un clima de
novela rosa. Tres años después del primer encuentro, Dante queda huérfano y en
posición económica precaria, lo que ahondaría aún más la separación. Pensemos
también que la escena se desarrolla en la Edad Media, donde las costumbres son
totalmente diferentes de las nuestras y donde no existe la "coeducación" y los dos sexos
viven distanciados no solamente en la niñez, sino durante toda la vida.

El Dante se enamoró de Beatriz Portillan; con el tiempo es casi seguro que


supiera la existencia de tal adorador, y hasta es posible que sintiera por él cierto afecto o
simpatía. También se ha planteado la cuestión de si Beatriz fue indiferente, ajena o tuvo
cierto afecto al Dante Sabemos que en el segundo encuentro fue ella quien tomó la
iniciativa: "Paseando por una calle volvió los ojos hacia el lugar en donde yo me hallaba
lleno de temor, y con su inefable cortesía me saludó muy virtuosamente."

Pero en aquel tiempo, 3283. cuando el Dante contaba dieciocho años y Beatriz
diecisiete, va es la segunda esposa de Simone dei Bardi, personaje florentino de mucha
más edad qua la pareja. Este saludo ha sido objeto de toda clase de especulaciones:
desde la sencilla fórmula de cortesía hasta la manifestación de un afecto o de una
gratitud por los versos que ya había escrito el poeta en su honor y alabanza. Este
segundo encuentro será la última comunicación entre ambos, pues, aun cuando lo
siguieron otros, Beatriz le ignoró por completo. El poeta había fingido amar a otras
mujeres — ya trataremos de este tema —, "y por esta razón, por aquellos comentarios
que parecía que me acusasen de vicioso, aquella gentilísima, al pasar un día, me negó su
dulcísimo saludo".

¿Cómo podemos interpretar este acto1? Beatriz es una mujer casada,


posiblemente con una vida matrimonial frustrada por la enorme diferencia de edad con
el marido. Posiblemente sintiera celos de las otras mujeres que cortejara el Dante, unos
celos originados por el platonismo de su afecto, pues "verdaderamente es conocido por
ella tu secreto desde largo tiempo". Beatriz tendría por Dante esa femenina
complacencia de la mujer que se sabe objeto de un amor que no podrá ser nunca
materializado Ella también idealizará al Dante, y cuando le lleguen noticias de que anda
con otras mujeres se retirará por celos o por no ser enojosa. Concretamente, el Dante
dice: "Esa nuestra Beatrice oyó, de algunas personas que hablaban de ti, que la mujer
que te he nombrado tenía por tu causa alguna mala fama; por eso esta gentilísima,
contraria a todo lo que no sea honesto, no se dignó saludar tu persona, temendo non fosse
noiosa."

También podemos suponer que Beatriz temiera verse envuelta en el pequeño


escándalo que provocaban los versos del poeta y no quisieran la comparasen con las
mujeres a quienes iban dedicados.

Pero existen motivos para sospechar que Beatriz fue indiferente a los amores del
Dante, aun cuando se rompa el encanto de la leyenda.
Veamos ahora la escena de los esponsales, cuando ambos coinciden en una fiesta
de bodas a la que arrastra al Dante su amigo Guido Cavalcanti. Toda Florencia debía
conocer los sentimientos fiel poeta; tan pronto como se ven, un grupo de señoras
comienza a cuchichear y brotan las risitas, grupo que "hablando con aquella gentilísima
se burlaban de mí". Y una de las que participa en la burla es Beatriz. Entre lágrimas
comenta su amado: "Si esa mujer supiese mi condición, no creo que se burlase así de mi
persona."

Se contradice con ello de que estaba enterada desde hacía tiempo; si lo sabía en
efecto, la burla es lo más cruel y grosero que puede darse. Tal vez tomó parte por una
cobardía infinita. Sea por lo que fuere, la burla de Beatriz es la anécdota más dolorosa
de la vida del Dante.

El centro del barrio antiguo de Florencia donde Dante nació el año 1265.

Es de suponer que la noticia de su casamiento con Simone dei Bardi causará al


poeta un grandísimo dolor; se dice que emprendió una vida alocada, de juego, de viajes
y de estudios. Se dice que huyó de Florencia para estudiar en la universidad de Padua,
que se transformó en un snob, lo que cuadra muy mal con su naturaleza y con su figura.
Tal vez por aquel entonces trabara conocimiento con fray Remigio Girolami, prior años
después de Santa María Novella, y con fray Pior Olivi, el francés Pierre Jean Olieu. En
fin, en 1283 publica su primer soneto y toma parte en dos batallas como soldado del
ejército güelfo, en la batalla de Certomonde el 11 de junio de 1289 y, en el mismo año,
en el asedio al castillo de Caprena, luchas en donde hiere de muerte a Buoconte di
Montefeltro, cuyo nombre no olvida en el censo de personajes de la Divina Comedia.

En fin, el 9 de junio de 1290, Guido Cavalcanti, el gran amigo, le comunica la


terrible noticia:

 Ha muerto Bice.
Se dice que el poeta quedó consternado, y al fin pudo articular unas palabras:

 ¡ Aquí empieza la verdadera paz!

Si las palabras son auténticas, es difícil interpretar su sentido. ¿Qué paz es la que
ansia el poeta, o qué paz comienza con la muerte de Beatriz? Al año de la muerte de
Beatriz se publica La vita nuova, cuyo título tal vez indica el significado y alcance de esa
paz. Es el primer anuncio, el prólogo de la obra máxima, la que tarda dieciocho años en
escribir y concluye dos años antes de su muerte. La vita nuova es el primer intento de
deificación de Beatriz, la mujer que se convierte en símbolo supremo del amor y alcanza
alturas del pensamiento nunca igualadas. Beatriz es la intercesora entre los hombres y
Dios, casi igualado su papel al de la Virgen María. La burguesa florentina, la esposa de
Simone dei Bardi, gana la inmortalidad tal vez por el hecho de que no supiera los
amores que despertó o los desdeñara de una forma tan cruel como el propio interesado
informa. Beatriz será la encarnación del amor supremo, pero no solamente del amor
humano sino del divino, el máximo a que puede aspirar una criatura.
El soldado poeta

El 31 de junio de 1289 se libra la batalla de Certomondo o Compaldino, donde se


enfrentan los güelfos de Florencia contra los gibelinos de Arezzo. Los florentinos
sumaban unos 12.000 hombres y la batalla fue encarnizadísima y cruel. Los derrotados
"fueron perseguidos y matados; los florentinos, que estaban acostumbrados a las
derrotas, los asesinaban y los villanos no tenían piedad". Los de Arezzo tuvieron 1.700
muertos y más de 2.000 prisioneros.

Entre los caballeros florentinos se encontraba Dante, y, según un testigo de la


batalla, era "no novel en las armas, experimentando grandes zozobras. y al final gran
alegría, por las varias fases de aquella batalla". En el Canto XXII del Infierno relata su
experiencia:

Ta caballero, vi levantar el campo, comenzar la algarada y enfrentarse y tal vez


partir hacia lo salvo.

En el mismo año le veremos en la guerra contra Pisa y en la toma del castillo de


Caprona:

Aquí vi el temor de los niños

que salían de Caprona por un pacto,

en presencia de los enemigos, de tal modo.

La experiencia militar acaba, pues Dante ha dado muerte a un hombre:


Buenconte di Montefeltro, desaparecido en el curso de la batalla y del que no se
encuentra el cadáver. Esta muerte no la olvida, y en el Canto V del Purgatorio sitúa a
este héroe, tal vez arrepentido de aquella hazaña.

¿Era Dante valiente? Es otra de las cuestiones discutidas; en esta batalla, en la de


Certomondo, confiesa que tuvo mucho miedo al principio, sobre todo cuando la
primera desbandada de los güelfos. No vuelve a tomar parte en otro hecho de armas, ni
siquiera en las empresas militares acometidas por sus compañeros de destierro.
Tampoco se le puede motejar de cobarde, por el uso excesivo de la palabra miedo, sobre
todo en el Infierno, donde narra toda clase de suplicios y se enfrenta con los monstruos
de la Mitología. Este miedo es literario y un recurso de poeta para conmover al lector.
Sigue aquí el dictado de Horacio: " Si quieres que llore, muéstrame antes tu dolor."
Dante fue un hombre reflexivo en demasía; de ahí que sus consejos de moderación, de
calma y hasta de doblez fueran interpretados por algunos como signos de cobardía.
Las otras mujeres

Ni un Casanova ni el platónico esclavo de Beatriz. En la vida de Dante hubo


varias mujeres amadas de distintas formas y maneras. Según los comentaristas, son
doce las mujeres que aparecen en su vida: Beatriz, Yioletta, Lisetta, Pietra, Gentucca,
Fioretta y Pargoletta, citadas por sus propios nombres, más las tres de La vita nuova: la
"señora del muy pacífico aspecto", el Amor mismo, y la "piadosa señora" que lo consoló
de la muerte de Bice. Luego citan a la muchacha del Trentino, a la que dedica una de sus
canciones, y, por fin, Gemma Donati, la esposa. No falta la referencia a una supuesta o
real aventura con su cuñada Pietra, la esposa del hermanastro Francisco, y existe una
zona oscura a los investigadores sobre si es Gemma o la cuñada la madre de su hijo
Giovanni.

Beatriz Portinari con Dante, según un cuadro de Gabriele Rosetti. Beatriz era hija
de un acaudalado florentino. Folco Portinari, padre de once hijos. Beatriz casó en 1283
con Simone del Bardi, y murió en Florencia a los 24 años de edad. Fue la musa que
inspiró al poeta, amén de un amor eterno, La Divina Comedia.

Sean doce o seis, la cuestión es que Dante no es el fiel amador de Beatriz; bien
puede suceder que parte o casi todas estas mujeres sean motivos literarios. Lo evidente
es que el poeta era un hombre lujurioso. Boccaccio asegura: "Entre tanta virtud, entre
tanta ciencia encontré amplísimo campo de lujuria, y no solamente en los años de
juventud, sino también en los de madurez."

A los cinco años del fallecimiento de Beatriz se casa con Gemma Donati, una
hermosa muchacha florentina, de la que tiene seis hijos y una hija, que profesará en un
convento. El papel de Gemma es oscuro. Posiblemente se queda en Florencia durante
buena parte del destierro, para salvar lo poco que quede del patrimonio familiar; es la
mujer que no comparte la gloria ni la imaginación del marido, y a buen seguro
conocería la existencia de Beatriz. Dante no le dedica ni un solo verso, y muy poco
sabemos de ella. Hablará con ternura y cierto orgullo del abuelo Cacciaguida, pues al
parecer era de noble linaje. Ignoramos si Gemma pertenecería a la noble familia de los
Donati, aun cuando de serlo lo hubiera voceado el Dante, tan amigo de genealogías y
blasones.

Gemma vive prácticamente alejada, no ya por la geografía, sino por la impasible


comunión de ideas y de sentimientos; a buen seguro Dante tampoco puso nada de su
parte para un entendimiento con la esposa. Si fue rústica o zafia no es culpa suya, y los
chismes de Boccaccio a cuenta de ella no prueban nada. Nos la imaginarnos amargada
ante un marido indiferente, encerrado en su orgullo, propenso a los amoríos y
aventuras, pues la exaltación de Francesca da Rímimi da que pensar a los críticos en que
fuera verdad su amor por la cuñada Prisca. Gemma no es más que el lecho donde se
satisface un amor carnal. Entristece el destino de esta mujer, a la que el Dante no
permitió asomarse a su soledad ni recibió una brizna de su gloria. Al cabo de siete
siglos, apenas sabernos nada de esta mujer que padeciera la intimidad diaria del poeta,
quien lo atendería en las enfermedades, soportaría los momentos de mal humor, de
desespero y de ira. Tal vez es imposible encontrar un hombre de excepción en todos los
sentidos, y si su obra demuestra al hombre de genio universal que resiste el paso de los
tiempos y las críticas y los análisis más minuciosos, en la vida privada es un ser egoísta,
que desprecie e ignora a una mujer a la que ha elegido tan sólo por la carne. El
matrimonio del Dante nos lo muestra bajo un aspecto humano, demasiado humano tal
vez, y muchos comentaristas apenas rozan el tema para que la estatua y el tópico que se
ha forjado del poeta no caigan del pedestal.
Los sonetos del escándalo

Tras la muerte de Beatriz, y posiblemente mientras escribe La vita nuova, la


disputa en verso con Forese Donati llena de escándalo a todos los comentaristas. Forese
era sobrino de Corso Donati, el que intentara alzarse y dominar Florencia para caer
asesinado en 1308. Cada antagonista escribe tres sonetos, donde se ponen en solfa los
vicios y las bajezas de cada uno. Dante escribe de Forese que era glotón, tramposo,
bastardo y adúltero, mientras que el aludido replica que el poeta es un villana, cobarde
y adulador. De la polémica rimada sólo dos hechos parecen ser verdaderos: la
glotonería de Forese y el silencio del Dante sobre su padre. Las costumbres de la época
al acabar el Doscientos exigían la defensa a ultranza del honor familiar y el medio
expeditivo de la sangre para lavar la ofensa. El Dante rehúye y se contenta con ensartar
improperios. Los seis sonetos de que consta la controversia los hubiera podido firmar
Quevedo, tal es el tono desgarrado en que están escritos. Hemos señalado que sobre la
historia del padre de Dante el propio hijo corre velos muy tupidos; no es que desprecie
a los interlocutores, pues la disputa la originó él; Dante fue el primero en arremeter
contra Forese y ambos se cubren de ignominia.

Si es un juego de burlas, un entretenimiento de la pluma, como pretenden


algunos críticos, nos muestra entonces al otro Dante-arrabalero, lenguaraz y sin pelos en
la lengua. Lo contrario de la imagen clásica del amador perpetuo de Beatriz, atento sólo
a los altos temas de la teología y de la cultura.

Ya hemos indicado que la historia del padre es un misterio más en la vida del
Dante; el hombre que supo idealizar a Beatriz Portinari con tan pocos elementos reales,
mientras un silencioso rencor al tratar de quien le dio el ser y el apellido. Ignoramos
cuál es el motivo de vergüenza: prestamista, usurero... La Edad Media no es la época de
sutilezas que nos pintaron siglos después los románticos, sino un tiempo donde los
hombres y la sociedad son mucho más complicados de lo que creemos. Tal vez Dante se
viera rechazado por una clase social superior debido a la profesión paterna; tal vez el
hecho de que le diera madrastra influyó decisivamente en su modo de ser. No es cosa
de hablar del complejo de Edipo, pero lo evidente es que despreciaba a su padre, y cuando
atacan su memoria no le defiende directamente sino que vuelca calumnias y el altísimo
poeta se comporta como una comadre de barrio.

Y lo estupendo es que los sonetos de Forese Donati son tan buenos o mejores que
los del Dante. No ha faltado quien atribuya esta polémica a un juego dialéctico, a un
"divertimento" muy propio de la juventud, para paliar en lo posible el espectáculo de
un Dante viviendo a costa de los amigos, cliente de tabernas y bárdeles, mientras
cantaba los amores purísimos de Beatriz. Pero eso es la Edad Media: la lucha más cruel
entre el hombre y la carne, donde la obsesión sexual adquiere tal imperio que sólo
puede parangonarse a la época presente. Cuando el Dante cuenta cinco años se produce
el gran desastre de la Octava Cruzada, en la que pierde la vida San Luis, rey de Francia:
"El rey era delgado y fino, bastante flaco y esbelto; tenía un semblante angelical y una
cara agraciada", lo describe fray Salimbene. También es la época dorada de la brujería y
de la magia y de los primeros pasos de una medicina racional.

En un curioso poema, De regimen sanitatis, encontramos la descripción de los


melancólicos, tipo al que debió de pertenecer el Dante:

Nos queda por cantar la negra cólera

que aqueja a los tristes, débiles y silenciosos; son todos activos en el estudio y
nada inclinados al sueño; . .son constantes en sus propósitos, dudan de cuanto les
rodea.

El melancólico es envidioso y triste, codicioso y avaro,

fraudulento, tímido y de color terroso.

El mago Dante

Que el poeta fuera conocedor de la Astrología no es extraño, primero por ser


discípulo de Brunette Latini, gran sabedor de estas cosas y después porque la
Astrología, y por tanto la Magia, constituyen el conocimiento supremo de la época.

Se cuenta que en 1319, dos años antes de su muerte, los señores de Milán, Matteo
y Galeazzo Visconti, tramaron una conjura para asesinar al papa Juan XXII por artes de
encantamiento. Al parecer, se dirigieron a un tal Bartolommeo Canolati, sacerdote que
tenía fama de mago, quien se negó a tal negocio. Insistieron de nuevo al siguiente año, y
para acorralar al sacerdote Galeazzo Visconti le informó que "había llamado al maestro
Dante Alighieri de Florencia para el mismo negocio que te encargamos". Se ignora si el
Dante tuvo conocimiento de lo que tramaban los ambiciosos milaneses; lo único cierto
es que un año antes de su fallecimiento, en 1320, consta en un documento notarial que
era maestro y perito en artes mágicas.

Que se dedicara a la práctica de la Magia no es muy probable, aun cuando la


curiosidad pudo llevarle Lo que sí es cierto es su creencia en la Astrología, pues sus
palabras lo afirman: "Por estas razones, la complexión del semen puede ser mejor o
peor, y la disposición del cielo a tal efecto puede ser buena, mejor u óptima, la cual
varía por las constelaciones que continuamente se transmutan, y así tenemos que el
semen humano y esta virtud más o menos pura producen el alma." Tal "matemática"
celeste la conoce a fondo el Dante, y así explica el hecho de la Estrella de Belén y
prorrumpe en un cántico de alabanza a la constelación de Géminis, porque ha presidido
su nacimiento: "¡Oh, gloriosas estrellas! ¡Oh, lumbrera henchida de la eficaz virtud a la
cual soy deudor de todo mi ingenio, cualquiera que sea! Con-vosotras nacía y se
ocultaba en vosotras el que es padre de toda vida mortal cuando respiré por primera
vez el aire de Toscana; y después, cuando me fue otorgada la merced de entrar en la
sublime rueda con que giráis, pude también penetrar en vuestra región. Por vosotras
suspira ahora fervientemente mi alma para adquirir la fuerza necesaria en el arduo
trance en que va a empeñarse."

Así se expresa en el Canto XXII del Paraíso, en el octavo cielo donde arranca la
escala que conduce a Dios.

Dante tendría ya fama entre los estudiosos y los príncipes de que escribía una
obra de argumento ultraterreno, un verdadero Juicio Final donde dialogaban todos los
muertos de todas las edades. Hasta la invención de la imprenta corren por la reducida
Europa más de 237 códices del poema, que son leídos ávidamente. En los palacios, en
los castillos, en los monasterios y en la corte papal se habla de esta obra. A los ocho años
de la muerte del poeta, en 1329, el cardenal legado Beltran du Poyet pretende hacer un
auto de fe con los restos del poeta por considerarlo hereje.

Si no fue ocultista, sí fue nigromante, ya que en su obra resucita a centenares de


muertos, los entrevista y los describe. Tal vez por ficción literaria o por oscuras razones
que no podremos nunca alcanzar, el Dante se nos presenta como un seguidor de la
metamorfosis. Es chocante que en el máximo poema de la Cristiandad figure un resabio
de antiguas creencias paganas; tal vez no tienen más valor que el mero de un ejercicio
de Retórica para demostrar a los doctos ¡a calidad de su saber.
Dante como profesor
¿Enseñó públicamente, ejercitó el magisterio durante los años de Verona y Ra
vena? Tal vez fuese consejero áulico, pero desde luego no fue maestro de escuela, como
entendemos al uso. En primer lugar, porque Dante no es amigo de los niños, a quienes
desprecia por su estado. "La mayoría de los hombres viven según los sentidos y no
según la razón, como si fueran párvulos"; "todo lo hacen como los párvulos, sin usar la
razón"; "de tal modo como los muchachos, que lloran y ríen sin motivo...". Estas citas las
entresacamos de sus obras, pues expresan la aversión que sentía por la infancia. Un
hombre así es incapaz de ejercer la docencia.

Se ha pensado que durante los veinte años de destierro bien pudiera haberla
ejercido, sobre todo por el tono doctoral de alguna de sus obras. Es una manía
pedagógica cuya expresión suprema la encontraremos en El convivio, con sus
disquisiciones acerca de la moral, la retórica, la filosofía y la religión; en De vulgari
Eloquencia, un tratado de gramática y lingüística; en De Monarchia, donde aborda
cuestiones de política; en la Epístola a Can Grande, sobre literatura, y en Quaestio de Aqua
et Terra, donde diserta sobre física y filosofía natural.

Moderna reconstrucción de la casa de Dante, en Florencia. La casa se alza en el


mismo lugar en que nació el poeta.

Dante es el primero de los humanistas, de los "intelectuales", pues hasta su


llegada serán los clérigos y los monjes los que transmitan la cultura; os también el
primero en emplear la lengua del pueblo para comunicar sus meditaciones, en lugar del
latín, lengua universal del saber. Hasta la invención de la imprenta, ciento cincuenta
años después de su muerte, la cultura reposa en la Iglesia, que la ha salvado de los
bárbaros, y gracias n sus copistas y traductores llega hasta nosotros.

La vida política del Dante

La organización política de Florencia era muy complicada; entre magistrados y


consejeros llegaban a! centenar: el Podestá, el Capitán del Pueblo, los Cónsules de las
Artes, los Sabios, los Priores... El mandato del Podestá era anual hasta la fracción de
güelfos y gibelinos, cuando se determinó reducirla a seis meses para que alternasen uno
de cada bando; el de los Priores, cuyo número se reducía a seis, era aún más breve: dos
meses. La actuación política del Dante fue muy pequeña y de escasa importancia, aun
cuando otra cosa digan sus panegiristas. Sabemos que fue prior desde el 15 de junio
hasta el 15 de agosto de 1300; que entre 1295 y 1296 tomó «asiento en el Consejo, así
como después, en 1301. Dada la brevedad de los mandatos, es de suponer que todo
ciudadano de cierta categoría más tarde o más temprano fatalmente tenía que ocupar
un cargo. Sabemos de tres intervenciones suyas en el Consejo: cuando vota a favor del
destierro de su amigo Guido Cavalcanti el 24 de junio de 1300, a los pocos días de haber
sido elegido prior; el 15 de marzo de 1301, cuando vota en contra de la concesión de
socorros a Carlos de Anjou, y el 19 de junio, cuando se opone a que fuese prorrogado el
servicio de los cien soldados que mantenía Florencia en los confines de Toscana al
servicio del papa.

Antes de ser elegido prior se le encomiendan dos trabajos: inspeccionar las obras
de prolongación de la Vía de San Procolo, donde el poeta tenía una casita y dos
parcelas, y la embajada a San Gemignano, donde aquella Comuna invita a Florencia
mande un representante para elegir el capitán dei cupo güelfo de Toscana.

En realidad, se trata de servicios menores, que no dan pie para hablar de la


"carrera" política del Dante. El único cargo de responsabilidad, incluso por lo que tiene
de decisivo en la vida del poeta, es la embajada a Roma.

En la Silla de San Pedro se sienta el cardenal Benito Gaetani, sucesor de Celestino


V, el monje anacoreta que a los seis meses de pontificado dimitió para refugiarse en su
convento. Con el nombre de Bonifacio VIII gobierna durante nueve años, de los más
crueles tal vez en la historia del papado. Lo primero que hace es trasladar a Roma a su
predecesor y confinarle en el castillo de Anagni, donde establece su propia residencia.
Provoca un grave conflicto con Francia a cuenta de la sucesión de la corona de Escocia,
por la que pleiteaban el rey inglés Eduardo I y el francés Felipe el Hermoso, nieto de
San Luis, a quien canoniza precisamente este papa. Se crea enemigos por todas partes, y
la Sorbona de París le califica de simoníaco y hereje,, le culpa de la muerte de su
antecesor y hasta afirma la primera Universidad del mundo en aquella época que el
papa está poseído del demonio.

Para apaciguar la Toscana nombró a Carlos de Valois y la Señoría de Florencia


decidió enviar al papa una embajada para enterarse de las intenciones del "pacificador"
y del pontífice. Los embajadores fueron Maso Minerbetti, Corazza da Signa y Dante
Alighieri. Llegaron a Roma entre finales de 1301 y primeros días de 1302, cuando el
papa Gaetani contaba sesenta y seis años y el poeta treinta y seis. El papa era un hombre
de fuerte complexión, alto, de aspecto rudo y campesino, mientras que el Dante era de
estatura mediana, flaco, un tanto cargado de hombros, tocado con la roja barretina de
orejeras y el ropón de magistrado.

"Llegados los embajadores a Roma, el papa los recibió particularmente y les dijo
en secreto: «¿Por qué os mostráis tan obstinados? Humillaos ante mí, pues os digo en
verdad que no tengo más intención que vuestra paz. Regresad dos de vosotros y lleven
mi bendición si procuran que sea obedecida mi voluntad.»"

El embajador que queda retenido en Roma es Dante, quien tal vez expresara la
poca o nula consideración que le merece el Vicario de Cristo. El papa Gaetani es uno de
los más odiados de su tiempo: le odian los "espirituales" franciscanos y la poderosa
familia de los Colonna, que cuenta con dos cardenales en la Curia, odio recíproco, pues
el papa ordena la demolición de la fortaleza de Palestrina y la confiscación de sus bienes
para repartirlos entre sus sobrinos; le odian los Celestinos, el rey de Francia, que se libró
de la excomunión al fallecer el papa cuando ya estaba redactada la bula y sólo faltaba su
firma; le odian' señores y vasallos y los dos mayores poetas de su tiempo: Jacopone da
Todi y Dante.

Por culpa de este papa' sufre Jacopone prisión desde 1298 a 1303 y destierro hasta
la muerte él Dante.
El original de la sentencia en la que el entonces Gobernador de Florencia, conde
di Gabrielli, el 10 de marzo de 1302, condenó a Dante al exilio.
Destierro

Si no prestó grandes servicios, la verdad es que desde los treinta años el Dante
consagró horas y energías al servicio de su patria y al de la Señoría de Florencia,
militando en el partido güelfo, dividido en dos facciones: la blanca y la negra. A la
blanca pertenece el poeta, mientras que el "pacificador" Carlos de Anjou a la negra, lo
mismo que el papa. Al entrar Carlos en Florencia decreta el castigo a los blancos, que
deben ser desterrados o suprimidos. Con fecha 27 de enero de 1302, junto con otros tres,
era condenado, como ya hemos dicho, a pagar una multa de cinco mil florines oro, al
destierro de dos años y a la pérdida de los derechos civiles. El 10 de marzo del mismo
año, junto con catorce más, es condenado a morir en la hoguera. Dante huye de su
patria para .no regresar más.

Comienzan así sus casi veinte años de destierro, poco más o menos el mismo
tiempo que tarda en escribir su obra cumbre. Es el peregrino por necesidad, si bien
exagera un tanto al escribir en El convivio que ha caminado "por casi todas las regiones
por las cuales se extiende esta lengua, peregrino casi mendicante". Ni lo uno ni lo otro.
Dirá aquello de "qué amargo es el pan en casa ajena", y, al evocar sus andanzas,
comentará: "Y como el peregrino que va por un camino que no conoce, cada casa que ve
a lo lejos cree que es una hostería y, al ver que no lo es, pone sus esperanzas en la otra
de más allá, y así va de casa en casa, hasta llegar a la hostería."

Pero su vagar por las ciudades no era tan triste como las imaginaciones
románticas nos lo presentan.

Mis ojos se alegraban al mirar

todas las cosas que son bellas.

El itinerario de sus viajes es un tanto impreciso, pero lo interesante es saber cuál


fue su vida. Michele Barbi dice: "La condición del Dante, separándose de sus
compañeros, fue convirtiéndose poco a poco en la de un cortesano; ir de aquí para allá,
donde había señores que tenían fama de liberales para con los hombres de ingenio y de
ciencia o de índole divertida que pudiesen ser útiles para honrar y servir una corte en
los asuntos de importancia, o procurarles distracción en !a vida cotidiana; vivir allí, en
una mescolanza de gentes que iban y venían, de diferentes caracteres, con gustos e
inteligencias diversísimas, desde las personas de ciencia y experiencia política hasta los
bufones; y, generalmente, no eran estos últimos los menos mimados y los menos
liberalmente tratados, ni los primeros que se veían obligados a marcharse."

No lo empleaban, desde luego, en grandes empresas. Sólo se tiene noticia de


concertar la paz entre los Malaspina y el obispo de Luni y la embajada a Venecia, por
cuenta de Guido Novello. El resto es lo que nos dirá Giovanni Papini: "Vida, pues,
naturalmente mortificante y humillante. No porque entre los hombres de la corte no
hubiese personas honradas y honorables, como aquel Marco Lombardo que Dante ha
hecho inmortal, sino porque su destino era siempre el de un servidor provisional, que
dependía del humor y de los caprichos del príncipe y que debía hacérsele propicio con
buenas o malas artes para obtener el sustento y la protección. Añádase la promiscuidad
con gentes de todas las razas y de toda calidad, que se congregaban en torno de las más
famosas pitanzas, con las cuales había que convivir y congraciarse. De esta penosa vida
entre señores poco nobles, entre juglares y bufones, se encuentran ecos en las leyendas
en torno del Dante, y tal vez no todas carecen de fundamentos de verdad. Dante no era
un bufón; al contrario, era propicio a la represión y al desdén, mientras que los señores,
como ha acaecido en todos los tiempos, preferían a aquellos que los hacían reír a los que
intentaban hacerles pensar. Y bien piulo ocurrir, casi seguramente, que Dante tuviera
que alejarse de alguna de aquellas cortes, aburrido más de la medida por los bufones,
que gozaban, mucho más que él, de la simpatía del patrón.

"No era en suma, un cortesano, ni tampoco un verdadero adulador que sirviese


en algo a sus protectores; era, a pesar de todo, un hombre libre. Los que sienten la
propia dignidad y conozcan el orgullo del poeta, pueden imaginar cuál sería el martirio
del Dante en aquellas sus forzadas peregrinaciones."

No le faltan protectores: Cangrande della Scala, los Malaspina... Pero, como dice
su contemporáneo Villani, "este Dante, por su saber, fue un poco presuntuoso, esquivo
y desdeñoso". No es, pues, el adulador y el pedigüeño, sino en definitiva un hombre
que carece de patria y de hogar. Es el destino común de los desterrados que nunca
pueden verse libres de la nostalgia, que les consume energías y horas y consideran
siempre "provisional" el pueblo o la casa que los acoge. No fue ni mendigo ni juglar: un
peregrino sin retorno.

Antes del destierro fue a Roma al Año -Jubilar decretado por Bonifacio VIII para
remisión de las culpas y pecados. Toda la Cristiandad puso los ojos en la Ciudad Eterna
y fue un año de verdadera paz y la fecha ideal del comienzo de la Divina comedia. Si ya
en el Antiguo Testamento, en el Levítico, se instituye el Año Jubilar, tiempo en que
quedan en suspenso deudas y obligaciones, el papa Bonifacio considera que la
Humanidad debe beneficiarse de un perdón general, máxime cuando en aquel tiempo
la absolución de numerosos casos estaba reservada únicamente a la Santa Sede. El
Dante acude también a Roma, pero esta vez como peregrino, como romero, para.
solicitar el perdón de sus pecados.
Ante el emperador.
Al ser asesinado Alberto de Austria, el arzobispo de Tréveris, Balduino, consigue
sea elegido emperador su hermano Enrique, conde de Luxemburgo, rey de Alemania en
1308 y coronado en Aquisgrán como emperador en 1310. En Milán le imponen la corona
de hierro el 6 de enero de 1311 y consigue la de oro en Roma, pero no en San Pedro sino
en San Juan, y no impuesta por el papa sino por tres cardenales. Es un hombre idealista
que sueña con restaurar el Sacro Imperio, ya periclitado. El Dante le ve cuando cuenta
cuarenta años; es de estatura mediana y bizquea de un ojo.

El encuentro parece ser que tiene lugar en Milán o en Pisa por el 1311; el Dante le
escribe una carta en latín donde expresa sus más altas ilusiones y esperanzas; se dirige
también a los reyes y príncipes de Italia y, no contento con eso, redacta el tratado De
Monarchia.

La historia del emperador es una tragedia italiana, pues en el asedio de Brescia


muere su hermano Walerinao; en Génova, su esposa Margarita, y él mismo de fiebres
palúdicas en Buonconvento. Es el hombre que llega para poner paz entre güelfos y
gibelinos, muchas ciudades se sublevan a su paso y el papa le ignora.

Se produce la sublevación de Florencia, y el emperador, con sus mejores tropas,


la asedia y contempla la batalla desde la abadía de San Salvi, a pocos pasos de la
ciudad. El rey de Nápoles acude en auxilio de los sitiados, pero el emperador, que llega
el 19 de setiembre del año 1312 a los muros de la ciudad del Dante, ha de retirarse el 30
de octubre falto de provisiones y de fe en su empresa. Ha mandado embajadores a la
ciudad, pero Betto Brunelleschi les replica: "Que nunca, por ningún señor, los
florentinos inclinarían los cuerpos."

¿Qué hace, mientras, el Dante? No quiere combatir contra los suyos y se gana
nuevas enemistades. Se pasó de los güelfos a los gibelinos por supervalorar la fi: ira del
emperador y sus nuevos amigos le rechazan, pues no se presta a ayudarles como
quisieran. Dante se encuentra en el Casentino, huésped del conde de Battifolle El sueño
imperial del Dante se cifra en el himno final del Canto XXX del Paraíso : "En aquel alto
asiento en que tienes puestos los ojos, por la corona que se ve encima, antes que tomes
tu parte en el festín de estas bodas, se levantará el alma que será augusta en la tierra del
gran Enrique, el cual vendrá a regir Italia antes de que ésta se halle dispuesta a recibirle.
Las ciegas pasiones que os embrutecen os han hecho semejantes al niño que perece de
hambre y rechaza a su nodriza."
Es Beatriz quien hace el elogio del emperador, el máximo honor que concede
Dante a los mortales. El encuentro entre los dos hombres debió de ser uno de los
espectáculos más grandes de la Tierra. El emperador había sido educado en la corte de
Francia y hablaba perfectamente el francés, pero no debía de entender el italiano; Dante
le presentaba con hermosas palabras el mismo sueño que él acariciaba, y de paso le
pedía que conquistase como fuera la ciudad de Florencia. Posiblemente el emperador
pensó que se trataba de uno de esos ardorosos italianos de relumbrante lenguaje, y no le
debió de prestar gran atención; no podría imaginar que para el desterrado él era el
summum de una teoría política que le había concitado las iras y los desprecios de todos.
Dante pensaba en la instauración del Tercer Reino, un tanto al estilo de los "iluministas",
que eran sus amigos. Pero un reino plantado en este mundo y con firmes raíces.

El 24 de agosto de 1313 muere el emperador y todas las ilusiones políticas del


Dante se vienen abajo. Al no aceptar en 1315 las condiciones de amnistía que ofrecieron
en agosto de aquel año, al expirar el plazo de presentarse ante el vicario del rey Roberto,
le condenan a ser decapitado: Caput a scapulis amputetur ita quod penitus moriatur. Así es
Florencia: primero le destierra, después le condenan a la hoguera y ahora a ser
decapitado. Tampoco puede permanecer en Verona, y tras idas y venidas por Mantua y
Venecia, elige Ravena como residencia.

En Verona

Es posible que, por enero de 1320, el Podestá de Ravena, Guido Novello, fuera a
buscarle o le admitiera sin más. Al parecer, era hombre amigo de la poesía y del ingenio
y no debió de poner trabas a la presencia del Dante. Hay quien dice que le
acompañaban sus hijos Pietro, Jacobo y Antonia, la que profesó en el convento de Santa
María dell'Uliva precisamente con el nombre de Beatriz. Tal vez Gemma, la esposa, se
encontrara también allí. Es el último año de vida del poeta. Está escribiendo los últimos
Cantos del Paraíso y bien pudiera ser que enseñara en el Studio o tuviera alumnos
particulares o tertulia juvenil, que luego se llamarían sus discípulos. La Señoría de
Ravena está en manos de Guido da Polenta, sobrino de Francesca da Rímini, buen
soldado y fácil poeta, y es arzobispo el milanés Reinaldo Concoreggi, uno de los
favoritos de Bonifacio VIII, quien soportara, siendo rector de la Flaminia en Forli, el
asalto de los gibelinos, a consecuencia del cual resultó gravemente herido.

Allí tiene el poeta una tertulia donde aparecen un tal Diño Perini, Menghino
Mezzani, notario; Pietro di messer Giardino, también notario; Fiduccio dei Milotti,
médico de Certaldo; Bernardo Canaccio, rimador en latín... No falta Ceceo dAscoli o el
gramático de Bolonia, Giovanni del Virgilio.
Tal es la sociedad que le rodea. Con muchos siglos de antelación, igual que Don
Quijote, siente la tentación por lo pastoril y escribe dos églogas en latín y las remite a
Bolonia, donde ha obtenido una corona de laurel, un "premio literario" de aquella
época. Toda composición pastoril tiene su clave: "Titiro" es el propio Dante; "Mopso",
Giovanni del Virgilio; "Melibeo", Diño Perini; "Alfesibeo", el maestro Fiduecio; "Jollas",
Guido Novello, y "Fillide", tal vez la humilde Gemma Donati, pero da la casualidad de
que se duda en la identificación del personaje femenino de la fábula. "Titiro" es un
anciano pastor que conversa con otros pastores, ordeña el ganado y se tiende sobre la
hierba. Nadie puede imaginar al Dante, al poeta que está escribiendo los últimos Cantos
de su obra inmortal, convertido en bucólico pastor y atento a las naderías de ese estilo
simple y ñoño. Pero las circunstancias del vivir exigen muchas veces que los grandes
hombres sean presentados ante la posteridad incluso en los momentos más
desconcertantes.

Reproducción del cuadro mural que. con el título de «Dante y su poema», pintó
el año 1466 Domenico di Michelino en la iglesia del Duomo, de Florencia.

Estas dos églogas, así como los sonetos burlescos, son obras que todos los
enamorados de la obra del Dante quisieran no hubiese escrito. Pero es así: tal vez no
sería un hombre completo si no hubiera caído en esa tentación. El caso es que en la lista
de las obras no figuran; nadie quiere saber incluso su nombre.
Ravena es la ciudad de los pinos y de los muertos, el principio y el fin del
Imperio romano y la patria de Pier Damiani, el que escribiera un Liber Gomorliianus,
donde señala los vicios de la clerecía de su tiempo. En esta ciudad meditaría el poeta
sobre su destino y sobre la mala suerte que proporcionó a cuantos le amaron; la madre
muere cuando cuenta ocho años; el padre, a los doce; Guido Cavalcanti, su mejor
amigo, en plena juventud; Beatriz, a los veintiséis; Can Grande, a los treinta y ocho...
Hasta el emperador idealizado vivió dos o tres años más de la cuarentena.

En Ravena el Dante cuenta cincuenta y siete años, pero ya tiene todo el cabello
blanco y es un hombre vencido físicamente. Visitaría la iglesia de San Juan Evangelista,
donde se encuentra el sepulcro de Gala Placidia, con sus mosaicos de fondo turquí
oscuro; los de San Apolinar el Nuevo y los de San Vital, o el sepulcro de Teodorico.
Ravena es el conjunto más hermoso y completo del arte bizantino en el norte de Italia y
mucho más importante que el de Venecia. El poeta ha dado fin a la Divina Comedia y el
gran caballero Guido Novello da Polenta le distingue con sus favores, tan! o que le van
a ocasionar la muerte.
La última embajada
La época medieval presenta curiosas características que brevemente
recordaremos para el lector no iniciado u olvidadizo. El concepto de Estado no existe; la
suprema jerarquía civil, el emperador, no es un cargo hereditario sino electivo, y al
pasar del tiempo dejará de ser "rey de reyes" para convertirse en un mero símbolo, sin
demasiada efectividad. Existen dos grandes instituciones: los feudos y los burgos, los
primeros de puro origen militar, constituidos por un señor de armas, que impone su ley
de horca y cuchillo sobre un territorio mínimo, agrupado a la sombra del castillo,
primitiva línea de fortificaciones de la época. El señor feudal está sujeto por vasallaje o
por libre junta a un conde o a un rey, obligándose a participar en todas las empresas
bélicas y proporcionarle soldados. Los feudos nacen en lo que se llamaba "tierra de
frontera", en el territorio ganado al enemigo.

Al mismo tiempo, algunas ciudades donde florece el comercio consiguen la


independencia y adquieren una personalidad puramente civil. Es el caso de muchas
ciudades de Italia y algunas de Alemania. Estas ciudades "libres" cuentan con su propio
Gobierno, su Ejército y su diplomacia, siempre a la medida y costumbre de la época.
Con el tiempo, algunas familias poderosas se adueñarán de los destinos de la ciudad,
como los Médicis hicieron en Florencia. El régimen político de estas ciudades lo
podríamos denominar "repúblicas aristocráticas", y su expresión suprema es la Señoría.
Las "ciudades libres" han de forjar sutiles y complicadas uniones o Ligas para sobrevivir;
concertar alianzas incluso con los enemigos naturales de la Cristiandad, como en el caso
de Venecia, que no duda en aliarse repetidas veces con los turcos.

Continuamente van y vienen embajadas de una ciudad a otra para resolver


pleitos, pues lo importante no es el motivo que los ha originado, sino las consecuencias
que pueden traer. Muchas veces simples alborotos públicos obligan a prolijas
discusiones, pues la ciudad más poderosa pretende siempre devorar a la menor.

Así ocurre en 1321. Marineros de Ravena y venecianos se enzarzan en una


discusión; salen a relucir las navajas y dos venecianos caen muertos y varios heridos. La
Señoría de R avena, con Guido Novello da Polenta en primer término, considera
oportuno enviar al dux una embajada para apaciguar los ánimos. El elegido es Dante
Alighieri, que marcha a la ciudad del Adriático. Será su último cargo político.

A muchos puede extrañar que hombres como el Dante y tantos otros sirvieran a
distintos señores o, dicho en lenguaje muy popular, que se "cambiaran de chaqueta" con
tanta frecuencia. No es eso: no existe el vínculo de la nacionalidad, sino el personal
acatamiento o amistad con determinado señor. Sólo existe, por así decirlo, la clase
social: el caballero es reconocido como tal en toda la Europa de entonces, y cuenta con
los mismos derechos y deberes, esté donde esté. Igual le ocurre al villano, al
comerciante o al juglar.

Dante pertenece al orden de los caballeros, y como tal ha tomado parte en dos
batallas.

E1 castillo de Castelnuevo. en Val di Magra, donde, en 1306. Dante dirigió las


negociaciones para firmar la paz entre el marqués de Malaspina y el obispo Luna.

Soñará con una Italia unida y poderosa, pero esa Italia tardará más de siete siglos
en existir.

El embajador de Ravena ha cumplido su misión y regresa por vía terrestre,


atravesando las regiones pantanosas de Pomposa y Comacchio. Se siente atacado por la
malaria y entra, ya gravemente enfermo, en Ravena. Las fiebres se complicarían con
algún otro mal, y entre el 14 y el 15 de setiembre de 1321 entrega su alma a Dios el
máximo poeta italiano y uno de los mayores genios de la Humanidad. Es sepultado en
la iglesia de San Francisco, de los Frailes Menores, y cuando le construyan un sepulcro
"provisional" pondrán por epitafio los siguientes versos latinos:

Jura Monarchiae superos. Phlegetonta laeusque

ilustrando cecini voluerunt fata quosque.

Sed quia pars cessit melioribus hospita castris, actorenque suum pettit felicior as
tris,

hic claudor Dantes patriis extorris ab oris

quern genuit paroi Florentia mater amoris.


Con el término de su vida terrestre comienza la famosa. ¿Encontrará semejante el
reino de ultratumba al que describiera con la imaginación?

¿Dónde está ahora Dante?

Quien formula la pregunta es ese gran corazón de poeta que fue Giovanni Papini,
a quien Dios concedió una larga muerte como prueba decisiva. En su obra Dante vivo,
interpretación personalísima que provocara un gran escándalo entre los "dantófilos" al
desdeñar la erudición para rastrear el alma, llega a decir: "El que recorrió, antes de la
muerte, por derecho de genio y de fe, los tres reinos de los muertos, como peregrino
soñador, ¿de qué reino es hoy huésped auténtico y estable?

"Para los no católicos esta pregunta no tiene sentido y puede parecer ociosa y
risible. Mas para un católico, este problema, aunque necesariamente insoluble, tiene su
significado y su razón."

Y añade, párrafos más adelante: "Hay que excluir, en lo que a los hombres les es
permitido escrutar la inescrutable justicia divina, que se halla entre los condenados del
infierno. Sus culpas, aunque graves, no fueron tales que mereciesen, según parece, el
«eterno dolore». Pero es infinitamente probable que tuviese que permanecer en el
Purgatorio. ¿ Se halla allí todavía en este momento, o la infinita misericordia de Dios,
que él amó y cantó, le ha llamado a sí para formar una gotita del río «fulvido di
fulgore»...?

"¿En qué círculo del Purgatorio, presumiblemente diverso del que él imaginó,
habrá pasado los largos años o los siglos de la expiación? ¿Habrá encontrado
verdaderamente algunas de aquellas almas que él puso allí por legítimo arbitrio de
poeta?

"La Divina comedia, en suma, ¿le aparecerá todavía como un título de mérito
espiritual, o será causa de remordimientos y de humillación? ¿La mirará desde lo alto
con nostalgia de poeta no radicalmente purificado, o le parecerá, en el inefable flamear
del Empíreo, un pobre cuaderno cubierto de signos ineficaces y efímeros?

"Y sea cualquiera la" región del imperio de los muertos donde padezca o goce
nuestro Dante, sentimos el impulso de rezar, de rezar por él si todavía no le ha sido
dado contemplar la trina luz que ya vio en sus ficciones; de rogar por él como intercesor
benigno de los poetas ante los santos, si la Virgen Madre, a la que tanto amó, le ha
hecho entrar en la eterna ciudad de su Hijo."

El único que se ha planteado tal problema ha sido Papini, con palabras


verdaderamente emocionantes, a las que debemos dar su justo valor de deseo y no de
juicio. Ya dijimos que en 1329 el cardenal legado Beltran du Poyet quiso quemar sus
huesos por considerarle hereje, si bien en 1343 el cardenal Bembo bendijo su sepulcro.

Algunas características del hombre

A lo largo de este recorrido de su vida le hemos visto como hombre soberbio y


lujurioso. Aquel terciario franciscano — se dice le amortajaron con el hábito del
humilde de Asís —, también era propenso a la ira. Fue también el hombre que juzgó a la
Humanidad, deparando condenas y glorias según su entender, llevado no siempre de
estricta justicia. Se podrá decir que aquello era una ficción literaria; lo es, en efecto, pero
al cabo de los siglos apenas tenemos más noticia de muchos hombres que las culpas con
que les cargó el Dante. Y alguna3 de sus condenas sospechamos están dictadas por la
venganza. No es desde luego ni glotón ni holgazán, ni siquiera envidioso, pues la
soberbia se lo impide. Le encontramos con una seguridad en su propio valer que se da
en muy pocos hombres. Es el primer convencido de su genio, y constantemente se
alaba. En El convivio afirma: "Fijad la atención en su gran belleza — se refiere a una de
sus canciones —, tanto por la construcción, cosa que atañe a los gramáticos, como por el
orden de las ideas, cosa que corresponde a los retóricos, como por el número de sus
partes, cosa que interesa a los músicos. Todas estas cosas puede verlas quien se fije
bien."

Se sirve de Beatriz, del abuelo Cacciaguida, de Brunetto Latini y hasta de San


Pedro para alabar sus versos, que considera los mejores del mundo:

Canción mía tan hermana, si te comparan

no serás desdeñada

por cuanto se refiere a tu bondad.

Podríamos citar más y más ejemplos, por más que el propio Alighieri censura la
propia alabanza. Este hombre se lleva al otro mundo la mayor de sus desilusiones: el
verse coronado de laurel en el atrio del baptisterio de Florencia, honor que le han
negado siempre sus conciudadanos.

Es una falsa idea la de que el escritor, el artista, desconoce su propia valía;


tendrán sus preferencias y sus gustos, que no siempre coincidirán con la mayoría.
Cervantes prefiere la Galatea a Don Quijote, y como escritor está en lo cierto, pues las
calidades literarias de la primera son muy superiores a su obra inmortal. El Dante
"sabe" lo que está escribiendo y el
alcance que tiene emplear la lengua toscana, la popular, en vez del latín. Ha de
adivinar por fuerza que está creando un idioma literario, que dignifica y ensalza el
habla de la gente de la calle. Y al concebir la idea de la Divina comedia tiene la seguridad
de que está construyendo la última catedral de la Edad Media.

Una de las características del hombre entero, del hombre cabal, es no ampararse
en la falsa humildad, en la hipocresía, uno de los pecados del ateísmo europeo. Los
hombres, grandes o pequeños, conocen la medida de sus fuerzas y la calidad de sus
obras. Pero serán los pequeños que sueñan con ser grandes quienes disimulen la
ambición y empequeñezcan cuanto les rodea.

El Dante agranda cuanto está al alcance de su mano: Beatriz Portinari, el


emperador Enrique, la misión de Florencia y de Italia en la Historia, anticipa la ruina de
la Iglesia, que tiempo más tarde sufrirá la gran prueba del cisma de Aviñón.
Engrandece la cultura, al presentarnos una de las síntesis más geniales: la unidad de la
herencia clásica con el cristianismo, sin desdeñar toda la aportación musulmana a la
civilización.

Desde luego es un hombre de excepción, una de las mentes más grandes de la


Humanidad, pero asusta un tanto que él mismo proclame su grandeza. El verso que
más comentarios ha originado es cuando Virgilio le inviste solemnemente :

Sobre ti coloco la corona y la mitra.

Si en su época la sociedad sólo reconoce a dos grandes: el papa y el emperador,


Dante se sitúa en un escalón superior al de ambos.

Pero no debemos desdeñar el Dante demasiado humano: el quisquilloso y


burlón, el que amaestraba gatos, el que rivaliza en obscenidades con el bufón Gomella,
el que buscan como consejero para seducir a una mujer, el que sufre burlas por su
estatura no muy alta...

El pensamiento del Dante

Podemos sintetizar el pensamiento del Dante en tres o cuatro tesis


fundamentales. La primera es su deseo, en estos momentos plenamente conseguido, de
que la política no interfiera el destino espiritual de la Iglesia. Los fines sobrenaturales de
esta sociedad espiritual exigen una libertad de acción y movimiento, que en nada puede
mermar la política de un país La Iglesia es universal, pero esta universalidad tan sólo se
demuestra y adquiere carácter de opinión popular hasta el reciente pontificado del papa
Juan XX'III., uno de los más grandes pontífices que han existido.
Desea también el Dante que los sacerdotes no se vinculen a la política particular
de los príncipes, sino al perfeccionamiento del alma y a la predicación del Evangelio.
Vive el poeta en plenas luchas político-religiosas que desembocarán en la apostasía de
Martín Lutero. Si los sacerdotes y prelados de la Edad Media no se hubiesen
esclavizado al poder público no hubiera surgido la Reforma, y si no hubiera recaído
otra vez, no hubiera brotado el ateísmo.

Otra de las tesis del Danto es la restauración del Imperio, la autoridad universal
frente a las autonomías nacionales y el fraccionamiento de las propias naciones. La
unidad del mundo civil es una vieja aspiración sentida desde Carlomagno; unidad que
se ha intentado repetidas veces: en el Quinientos, por Carlos V; en el Ochocientos, por
Napoleón, y en el Novecientos, al fracasar la fórmula guerrera con Hitler, se abre el
camino de las negociaciones y se ensayan procedimientos unitarios, cuya expresión más
popular es el Mercado Común.

También el Dante ansia, y es uno de los puntos más discutidos de su


pensamiento y el que puede colocarlo dentro do la herejía, el advenimiento de la tercera
Revelación. En definitiva, se trata de la doctrina de los Espirituales, apoyada en el
Evangelio de San Juan, capítulo XVI, versículos del 6 al 15. En el texto sagrado se
anuncia la venida del Espíritu Santo, y en la Edad Media los discípulos de Joaquín da
Fiore se lanzaron a unos cálculos fantásticos que obligaron a la Iglesia a condenarlos.
Dante participa de la esperanza general y la expone en el Canto I del Infierno, cuando,
tras enfrentarse con una pantera y una loba, aparece Virgilio y le propone escapar de la
tercera bestia. Los historiadores se han esforzado por identificar a esa tercera bestia,
pero no han reparado mucho en que quien la aniquilará será el Veltro, el lebrel.

Los especialistas comienzan su trabajo; el alemán Paulus Cassel, fundándose en


etimologías, llega a la deducción de que Veltro debe de significar "viento" y no "lebrel" o
"galgo", como es su traducción directa. Filomusi Guelfi fue el primero en hablar de que
esta palabra significaba Espíritu Santo, hasta que se llega a una clave: Veltro es la
abreviatura de Vangelo Eterno (Evangelio Eterno), nombre con que era conocida en su
época la doctrina de los Espirituales.

La Divina comedia, como ya veremos, está construida con muchas claves. Aparece
Virgilio, no por capricho o porque fuera la lectura predilecta del Dante, sino porque era
considerado como un profeta, por así decirlo, de la Encarnación de Cristo, en los versos
de la Égloga IV. Dante sería, pues, el heraldo o anunciador de la venida del Espíritu
Santo, y la Divina comedia es una recapitulación de la historia de la Humanidad hasta
ese momento.
Por si fuera poco, remata tal creencia con la segunda de las "profecías", la que
podemos leer en el último Canto del Purgatorio. Si el Veltro es el Espíritu Santo, el
Quinientos quince es un ser humano, que purificase la Iglesia y la Humanidad. Dice así:
"Yo, ciertamente, veo, y por eso lo refiero, varias estrellas ya próximas a darnos un
tiempo seguro de toda contradicción y obstáculo, en el cual uno que compondrá el
número de quinientos quince, enviado por Dios, destruirá a la prostituta y al gigante
que con ella peca."

En 1310, Arrigo VII, después de ser coronado emperador en Aquisgrán, llegó a


Italia para instaurar el partido de los gibelinos y pacificar el país. El grabado representa
la llegada del Emperador a Italia, según una ilustración de la época.

Todos los ingenios del mundo se han torturado para descifrar el significado del
Quinientos quince. Hay quien opina se trata del emperador Enrique, pero lo más directo
es considerarlo como una aspiración del Dante, como el deseo de que algún príncipe
imponga orden y de paso le indulte de las graves condenas que sobre él recaen. No es
tanto una "profecía" como un anhelo. Ahora bien, como en la Divina comedia todo el
mundo quiere descubrir misterios, tan pronto nos topamos con alguno se desata la
imaginación. El propio autor advierte que sus palabras son tan misteriosas como las de
la Esfinge, pero que con el tiempo se irán aclarando. Eso da idea de que se trata de un
deseo no personalizado, y no es cuestión de perderse en este laberinto.

La "Divina comedia"

Comedia es el verdadero título que puso el Dante a su obra, pero al correr de los
tiempos se le añadió el calificativo. El propio autor explica las razones que le movieron
a bautizarla así: "La Comedia es un género de composición poética que difiere de todos
los otros. Difiere de la Tragedia en que la Tragedia es bella y apacible al principio y
horrible al fin. La Comedia, al contrario, se anuncia con situaciones difíciles y termina
felizmente, como puede verse en las obras de Terencio. De ahí que algunos poetas
acostumbren a desear como forma de saludo amistoso un "comienzo trágico y un
desenlace cómico". Estos dos géneros difieren igualmente por el lenguaje. El de la
Tragedia es elevado y sublime; el de la Comedia, sencillo, como pide Horacio en su
Poética. Por esto, la presente obra ge llama Comedia. Si se considera el asunto, es horrible
al principio, es el infierno, y en su fin es feliz, deseable, gracioso; su estilo es natural y
sencillo, puesto que es el lenguaje vulgar en el cual conversan las mujeres."

La Divina comedia está dividida en tres partes: Infierno, Purgatorio y Paraíso. El


primero está dividido en treinta y cuatro cantos; el segundo y el tercero, en treinta y tres
cada ano. El número total de versos alcanza casi los catorce mil. La obra está escrita en
toscano, la lengua popular y la simiente del idioma italiano de hoy. Y, por fin, en
endecasílabos formando tercetos y rimando el primero con el tercero.

El argumento, en realidad, es muy sencillo: el poeta recorre, acompañado por


Virgilio, el Infierno y el Purgatorio, y con Beatriz el Paraíso, hasta llegar a la presencia
de Dios. En este camino encuentra personajes de toda condición y época, así como los
monstruos y mitos de la Antigüedad, pero se ciñe más a la historia de Florencia, de la
que nos ofrece una cumplida crónica.

En su obra el Dante resume todos los conocimientos de la época y se anticipa a


muchas de las teorías que surgirán después. Los eruditos enumeran que habló antes
que Colón de las tierras desconocidas en el Occidente; antes que Linneo se refiere a la
reproducción sexual de las plantas; habla antes que Galileo y Newton de la atracción
universal; antes que Bacon señala la experiencia como fuente de las artes, indica la
influencia lunar sobre las mareas... En efecto, es una obra universal en el sentido que
abarca toda la sabiduría de una época y en ciertos momentos se adelanta a la siguiente.

Se ha discutido, ¡cómo no!, si es una obra perfecta, y se han señalado defectos,


equivocaciones y falsedades, así como errores cronológicos. Incluso se le ha negado
originalidad, tanto en la forma expresiva, los tercetos endecasílabos, como en el
argumento. Se ha dicho que el poeta latinoespañol Aurelio Prudencio, que nació en
Zaragoza el año 348 de nuestra Era, compuso ya un Himno a San Fructuoso, empleando
tal medida y que en otra de sus obras, el Hamartigenia, describe ya las penas infernales.
Veamos ahora cómo uno de los críticos y comentadores, Simonde, opina todo lo
contrario: "Pocas obras maestras han manifestado mejor la forma de la inteligencia
humana que este poema de Dante. Completamente nuevo en su composición como en
sus partes, sin modelo en ninguna lengua, era el primer monumento de los tiempos
modernos, la primera obra magna que se hubiese osado componer en ninguna de las
literaturas meramente conocidas. Era conforme a las reglas del arte, de aquellas que son
invariables : la unidad de objeto o fin y la unidad de desarrollo. Vese en ella el sello de
un genio poderoso, que comprende al mismo tiempo el todo y sus partes; que dispone
con facilidad de las mayores masas y que es bastante fuerte para observar la simetría sin
ver jamás obstáculo alguno. Desde otro punto de vista, el poema de Dante estaba fuera
de las antiguas dentro de una laguna de barro; los asesinos, dentro de un río hirviente
de sangre; los suicidas están transformados en troncos de árbol; cubiertos de estiércol,'
los aduladores y las mujerzuelas; los simoníacos, de cabeza en un pozo del que
sol)resalen las piernas envueltas en llamas; los adivinos, con el rostro y el cuello vueltos
del revés; en un lago de pez hirviendo, los que traficaron con los empleos públicos;
Caifás, crucificado en tierra que todo el mundo pisa; los ladrones sacrílegos, enroscados
en serpientes y para librarse de ellas se arrojan al fuego y renacen de sus cenizas; los
inductores de delitos, rodeados de llamas; cuantos sembraron discordia, y Mahoma
entre ellos, son despedazados por los demonios, y cuando tratan de unir de nuevo sus
miembros se repite el tormento; los alquimistas padecen toda clase de enfermedades
pestilentes; los monederos falsos están acometidos por una sed inextinguible; los
mentirosos, acometidos por fiebre altísima; Caín está sumergido en un mar de hielo...

El monumento erigido a Dante en Verona, ciudad donde el poeta halló siempre


una excelente acogida. El monumento se levanta ante el antiguo palacio de los Scaligeri.

Es una clasificación minuciosa, ya que cada Círculo está dividido a su vez en


varios compartimentos según las características propias de cada pecado. Dante sostiene
la teoría de que el Infierno se encuentra en el centro de la Tierra, bajo el lugar que ocupa
precisamente Jerusalén.
El Purgatorio es una montaña que se eleva sobre las aguas del otro hemisferio, el
Occidental, deshabitado totalmente, según se pensaba en aquella época. Esta montaña
tiene la apariencia de un. cono truncado, en cuya cima se encuentran los once Círculos
del Purgatorio; los cuatro primeros forman el Antepurgatorio, donde están confinadas
las almas que pecaron por negligencia y residen allí hasta que son admitidas en el
propio Purgatorio, dividido en siete Círculos Aquí se expían los siete pecados capitales;
un ángel escribe sobre la frente ¡el Dante siete veces la letra P, que será borrada una a
una conforme avancen en su peregrinación. Simboliza el perdón que, una vez lavadas
las culpas, se obtiene en el Purgatorio.

La estancia de Dante en Ravena ha inspirado el cuadro de Feuerbach que


reproduce el grabado, titulado «Dante y las damas de Ravena», que se conserva en la
Pinacoteca de Karlsruhe.

El Paraíso es un perfecto sistema celeste, según las teorías de Tolomeo: la Tierra


permanece inmóvil y en el centro; alrededor de ella giran en órbitas concéntricas y
sucesivamente más anchas y veloces la Luna, Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Júpiter y
Saturno; el octavo Círculo es el de las estrellas fijas, y el noveno, el Empíreo. El
movimiento de cada uno de estos Cielos está dirigido por un ángel. El Paraíso es la parte
de la Divina comedia donde Dante alcanza la suprema maestría, tanto en el verso como
en lo que dice. Por sí solo bastaría para proclamar genio universal a su autor. Si en la
peregrinación por el Infierno y el Purgatorio le ha acompañado Virgilio, será Beatriz el
guía de las regiones celestes y donde adquiera este personaje la magnitud de la gloria y
la mujer que lo inspiró la inmortalidad. El Paraíso es la más delicada fantasía junto a
conocimientos muy profundos de Teología y de toda la ciencia de la época. Santos,
patriarcas, ángeles y una serie de personajes reales pueblan este lugar de gloria
Aparecen Adán, el tatarabuelo Cacciaguida y, para que no falte tema de discusión y
polémica, Salomón, el que escribiera el Cantar de los Cantares y cuya suerte última
provocó apasionados comentarios a los teólogos Oros dos personajes que han motivado
también discusiones son el emperador Trajano y el troyano Rifeo, a quienes situó Dante
en el cielo de Júpiter.
Influencia musulmana en la obra
El gran arabista español don Miguel Asín Palacios publicó Escatología musulmana
en la "Divina comedia", una de las obras más importantes, y que descubre un aspecto tal
vez inédito de la narración dantesca: la influencié musulmana. Tan pronto como el
sabio español publica su estudio, todos los comentaristas se lanzan a buscar
antecedentes. Se había estudiado su obra desde todos los ángulos, sin que falten los
pintorescos, como Pruebas de la herejía de Dante, principalmente respecto a la fusión en 1312
entre los albigenses, el Temple y los gibelinos para constituir la francmasonería, o aquel otro
Dante, revolucionario y socialista, de los que no citaremos sus autores, pero sí que fueron
escritas en francés y publicadas en París, en 1854.

Se había pensado también en la posible ascendencia hebrea del Dante por su


conocimiento de las Sagradas Escrituras e incluso de la Torah, y no faltó quien le
considerase como restaurador de la religión etrusca o como el primer "pastor"
evangélico, antecedente de Martín Lutero. Pero los comentaristas franceses, ingleses y
alemanes autores de todas estas lucubraciones —On the antipapal spirit of Dante Alighieri,
de Lyell — desconocían la gran tradición musulmana o no quisieron achacar al Dante
una remota inspiración española.

La cuestión es que el murciano Abubequer Mohamed Benalí, conocido por


Abenarabí. escribió una obra titulada Fotuhat ("Visiones"), sobro los lugares de
ultratumba, que concuerda casi perfectamente con la obra del Dante escrita ochenta
años después. Los comentaristas repararon entonces en Brunetto Latini, el maestro del
Dante, quien en 1260 fue enviado por la Señoría de Florencia a la corte sevillana de
Alfonso el Sabio como embajador. Se leyeron sus pesadísimos versos y se descubrió que
había escrito una biografía de Mahoma, que leyó la versión de Avicena de la Ética a
Nicómaco de Aristóteles, que cita a autores arábigo-españoles y que tal vez conociera
esta lengua.

Para que el lector se dé una idea empezaremos a citar cuanto dice Asín Palacios:
"Un número considerable de pormenores y rasgos topográficos, de escenas y
descripciones episódicas de la Divina comedia tienen sus precedentes y modelos, ya
análogos, ya idénticos, en el Corán y en los hadices descriptivos de la vida de
ultratumba, ora en las leyendas musulmanas del Juicio Final, ora en la doctrina de los
teólogos y filósofos, especialmente místicos, que sistematizaron, interpretaron y
razonaron todos estos documentos de la revelación musulmana.
"El místico -murciano Abenarabí es, entre todos estos pensadores islámicos, el
que con más relieve se nos ofrece como modelo posible de imitación, en lo que atañe a
la arquitectura dantesca de ultratumba, en toda la cual predomina el mismo diseño
circular o esférico que caracteriza a los planos trazados por Abenarabí: los pisos
infernales, los cielos astronómicos, los círculos de la rosa mística, los coros angélicos que
rodean el foco de la luz divina, los tres círculos que simbolizan la trinidad de personas,
se describen de palabra por el poeta florentino tal y como están descritos por Abenarabí,
el cual, además, los dibuja exactamente igual que los han dibujado siglos más tarde !os
eruditos dantistas, cuando quisieron representar gráficamente las poéticas
descripciones de la Divina comedia. Esta identidad en los planos acusa relación entre
copia y modelo. Es moralmente imposible que se deba a coincidencia casual. La
casualidad, además, no es una explicación científica de los hechos históricos. Y el hecho
histórico que entra por los ojos es éste: Abenarabí, en el siglo XIII, veinticinco años antes
de venir al mundo el poeta florentino, deja insertos, en cuatro folios seguidos de su
Fotuhat, los diseños de los lugares de ultratumba, todos ellos inspirados en el símbolo
circular o esférico, que en el sistema masarri (expositivo, enciclopédico) de Abenarabí
representa al cosmos y a su principio."

La muerte de Dante simbolizada en un cuadro de Feuerbach. El poeta murió en


Ravena entre el 13 y el 14 de setiembre de 1321. Durante sus últimos años, su gran
consuelo había sido la constante compañía de su hijo.
Asín Palacios señala ahora las coincidencias entre una y otra obra, que desde
luego no desmerecen la genialidad del Dante, pues demuestran, entre otras cosas, su
enorme curiosidad, su afán de saber y conocer una cultura y una civilización que por
aquel entonces, fuera de España, estaba considerada como cosa de bárbaros. Oigamos al
sabio español: "A esta identidad en la construcción se añade una gran analogía en la
decoración: los varios lugares de ultratumba ofrecen, en la decoración con que el Islam,
y principalmente Abenarabí, los adorna, tal número de rasgos idénticos a los dantescos,
que el Aaraf aparece como el prototipo del Limbo; el Chahanam o Gehena como el modelo
del Infierno; el Siraht como el boceto del Purgatorio; el March o pradera intermedia entre
aquél y el cielo, como el bosquejo del «Paraíso terrestre» y, en fin, las ocho Chañas
circulares y el árbol de la felicidad como el diseño de la «Rosa mística» o paraíso
dantesco.

"La misma unidad en la concepción arquitectónica y el mismo prurito de simetría


física y moral reina en ambas descripciones, coránica y dantesca... El número de las
mansiones e.3 igual en el reino de la pena que en el reino del premio, e idéntico criterio
moral sirve para subdividir unas y otras mansiones, de modo que cada lugar infernal
viene a ser la antítesis de su correspondiente celestial."

Asín Palacios pasa ahora a analizar las semejanzas de los castigos del Infierno
dantesco y la doctrina islámica: "A todas estas semejanzas en el escenario se añaden
muchísimas analogías en episodios y escenas, que a veces son literalmente idénticas, y
de entre las cuales resaltan por su mayor relieve las siguientes: la clasificación de los
habitantes del Limbo y la condición de su suplicio moral, análogas a las del Aaraf
islámico; la negra borrasca de los adúlteros, que es el viento alcoránico de Ad: la lluvia
ígnea que cae sobre los sodomitas, obligados a marchar circularmente; el suplicio de los
adivinos que llevan su cabeza vuelta hacia el occipucio; Caifás, crucificado en tierra y
pisoteado por las gentes; los ladrones devorados por culebras; los fautores de cismas y
divisiones, acuchillados sin morir y corriendo con las tripas afuera, o con los brazos
amputados, o llevando pendiente de la mano su propia cabeza parlante; los gigantes,
descritas sus desmesuradas proporciones con análoga escrupulosidad métrica; el
suplicio del hielo, que es el Zamharir musulmán, soportado por los traidores en
actitudes semejantes; la pintura de Lucifer, empotrado en el hielo, como el Iblis islámico;
la densa humareda que castiga a los iracundos en el Purgatorio, idéntica a la que anuncia
el Corán para el día del Juicio; la doble ablución en los dos ríos del «paraíso terrenal» y
el encuentro de Dante con Beatriz, episodio nada cristiano y que es idéntico en conjunto
a la escena de la entrada del alma en el paraíso islámico, después de su ablución en los
dos ríos y del encuentro de su prometida celestial, y, finalmente, la descripción
espiritualísima de la visión beatífica mediante un Alumen divino, que produce brillo
exterior, claridad intelectual y deleite extático."
Pero Asín Palacios descubre también la existencia en la Divina comedia de una
serie de temas medievales y establece la relación con las leyendas islámicas, como
vamos a ver: "He aquí la enumeración sistemática de los principales elementos
islámicos de esta primera categoría, con indicación de las leyendas cristianas en que han
aparecido: Topografía infernal, dividida en siete zonas (San Macario, Edda) o en ocho
pisos (Cantor de Reggio Emilia). Suplicios infernales típicos, como son: las túnicas
ígneas (San Patricio); los sepulcros ígneos (ídem); el azufre fundido (ídem y Tundal) ;
los réprobos sumergidos en un lago (San Macario, San Patricio, Alberico); el fuego que
llega a varias alturas, según la gravedad de las culpas (San Pablo); los diablos armados
de garfios (Tundal); el suplicio de la bestia monstruosa (ídem);su bufido rítmico que
atrae y repele a los reprobos (ídem, San Patricio, San Pablo); los pecadores colgados
cabeza abajo (San Patricio, Alberico, San Pablo), o crucificados en tierra (San Patricio), o
devorados por serpientes (San Macario, San Patricio, Alberico), o cargados de
abrumadores fardos (Edda), u obligados a tragar sus ilícitas ganancias (Turoil); el
suplicio del hielo (Tundal, San Patricio, Alberico); la pintura del gigante encadenado
(San Macario); la de Lucifer atado en el fondo del infierno (Alberico).

La abadía benedictina de Pomposa. a unos cuarenta kilómetros al norte de


Ravena. fue la última parada que hizo Dante en su viaje de regreso de Venecia en 1321,
cuando, sintiéndose gravemente enfermo, no tenía otro deseo que llegar cuanto antes a
Ravena para morir al lado de los suyos.
"Integran la otra categoría los elementos comunes a varias leyendas precursoras,
repitiéndose en ellas, a guisa de tópicos y otros que aparecen en leyendas aisladas. Los
más dignos de recuerdo son: "El mito de la balanza (Leyendas de la ponderación de las
almas); el del puente (Tundal, San Patricio, San Pablo, Abate Joaquín); el castigo del
sepulcro (Hugo, San Bandrán); la intercesión en el Juicio Final (Leyendas de la ponderación
de las almas); la desnudez de los reos (ídem); el suplicio de la vaca furiosa (Tundal) ; el
de la visión celestial para mayor dolor (Tundal); el diablo de las cien manos (Tundal);
las almas réprobas encarnadas en aves negras (Edda); las almas santas y los ángeles
encarnados en aves blancas (San Macario, San Brandán); Adán en el Paraíso que ríe y
llora a la vez (Turcil); la vida gloriosa concebida como fiesta cortesana o religiosa
(Courdu paradís, Veigier du paradís, Visione dei gandii de' santi).

"La conclusión que espontáneamente fluye de esta copiosa suma de elementos


islámicos, insertos en las leyendas cristianas precursoras de la Divina comedia es ésta:
antes de que el poeta florentino redactase su obra maestra, existía ya en toda la Europa
cristiana un caudal riquísimo de concepciones poéticas populares sobre la vida
ultraterrena, que no habían nacido por generación autóctona cristiana, sino por contagio
con la literatura escatológica del Islam, puesto que algunos de esos rasgos pintorescos y
mitos poéticos carecían de precedentes próximos y aun remotos en la escatología
cristiana, como hijos que eran de otras religiones orientales, la egipcia y la zoroástrica,
principalmente. El Islam, en estrecho contacto con estas religiones, habiéndoselos
asimilado y fundido con otras concepciones suyas, los habían transmitido a la literatura
cristiana occidental."

Éste es el estudio verdaderamente admirable de Asín Palacios, y hemos visto que


llega a la - conclusión de que Dante tuvo que conocer las leyendas islámicas llegadas a
Europa a través de España.

Debemos insistir de nuevo de que tales influencias no merman en nada la gloria


del Dante; cuantos le presentan como antipapista tampoco mellan su alto espíritu de
católico. En 1321 se conmemora el sexto centenario de su muerte. Dante es un constante
tema de investigación, hasta el extremo de que en el siglo xv se abrieron en Italia
cátedras para explicar su obra, no sólo en el aspecto literario sino en el teológico y hasta
en el jurídico, por la proporcionalidad entre los delitos y las penas que estipula en su
obra.
Cómo le trató la vida y la Historia
El Dante se concitó enemigos desde muy temprano, y en vida recibió burlas, pero
también fue honrado por gentes de valía. El primer ataque lo recibe a los dieciocho
años, cuando da a conocerse como poeta y circula su primer soneto, el que "A
ciascum'alma presa e gentil core". Un tal Majano se mete con él para achacarle el
sambenito que se cuelga siempre a los escritores: la holgazanería. Su amigo Guido
Cavalcanti le dedica algunos dicterios; viene luego la disputa con Forese Donati; Ceceo
Angiolieri se mete con él, así como Cecco d'Ascoli; más tarde el bufón Gonella le lanza
su zarpazo, y en Genova los clientes de Branca d'Oria lo apalean en venganza «le las
palabras que dedicara a su patrón. Incluso existe una tentativa de asesinato por parte de
sus compañeros de destierro al comprobar que los ha abandonado...

También su obra corre un destino parejo: del Trescientos al Quinientos todo el


mundo la considera como la suma de la poesía; viene después la época del silencio y el
olvido, para desembocar en la crítica feroz.

Puede decirse que todos los escritores del mundo se han referido alguna vez a
ella. Los dos grandes poetas italianos Petrarca y Carducci la dedicaron sus elogios. La
lista de dentistas sería impresionante, pero debemos citar a Michele Barbi, Francesco
Torraca, Giuseppe Vandelli, Nicola Zingaretli, Giovanni Gentile, Benedetto Croce,
Pascoli, Torti, Arivabene y Giovanni Papini, Paul Claudel y Eliot. No debemos silenciar
la traducción francesa de Masseron ni los estudios de Valensin y de Pézard. En España
ha habido pocos dantistas y pocos traductores: en el siglo pasado el conde Cheste hizo
una traducción en verso, y entre los contemporáneos tenemos la de Fernando Gutiérrez,
de gran calidad y belleza.
El sepulcro de Ravena donde todavía hoy reposan los restos mortales del poeta.

Entre tanta curiosidad como se ha dicho a cuenta de la Divina comedia no


podemos menos de citar la ocurrencia de Guerrazzi, sobrino del célebre Francesco
Domenico, quien imaginó que tal obra no era sino la descripción del plano de Florencia;
así, las calles donde estaban instaladas las casas de banca sería el Infierno; los suburbios
de las meretrices, la sede de los lujuriosos y sodomitas; los tribunales y las cárceles, el
lugar que ocupan ladrones y homicidas... Como podrá verse, no faltan las
extravagancias y los sueños.

El Dante no ha escapado al destino de los grandes hombres, y lo mismo ha


ocurrido con su obra. Se la ha motejado de oscura, de difícil comprensión, sin tener en
cuenta que requiere cierta preparación cultural en el lector moderno. En la época en que
fue escrita conocía todo el mundo el significado y alcance de la mitología clásica, que
revive el Dante para que sirva de tema al Renacimiento, que asoma ya en la Historia; lo
mismo ocurre con la Teología, que constituye el saber fundamental de los hombres por
espacio casi de mil quinientos años, y lo mismo puede decirse de las Sagradas
Escrituras. Hay que añadir los conocimientos de Física, de Astronomía y de Derecho
propios de la época, que constituyen, por así decirlo, los escollos para una lectura
actual.

Las versiones en prosa de la Divina comedia restan toda su gloria y la rebajan de


tal modo que se hace difícil comprender se trate de una de las obras más geniales de la
Humanidad; es una tarea ardua traducir verso, pues la musicalidad propia de cada
vocablo se pierde por completo, por muy similar que sea la lengua a la que se traduce.
También nos encontramos con que está escrita no en el italiano que se habla hoy, sirio
en toseano del siglo XII, cuando en España escribían el Arcipreste de Hita y el infante
don Juan Manuel, cuando los trovadores franceses cantaban el amor y cuando escribía
Raimundo Lulio sus obras. Naturalmente, tanta lejanía en el lenguaje es una barrera
más para su comprensión directa, pues incluso a los especialistas plantea problemas de
no fácil solución; queremos indicar con ello que es imprescindible una lectura apoyada
en notas explicativas, lo que produce siempre cierto enojo. Nadie puede recordar a
Pedro de la Brosse, el cirujano de San Luis, rey de Francia, o a Beltrán del Bornio,
vizconde del castillo de Altaforte, personajes citados en la Divina comedia. Hemos citado
al azar estos dos nombres entre los centenares que se encuentran en la obra.

La Divina comedia también ha sido definida como "Catedral", "Quinto Evangelio",


"Juicio Universal", "Crónica escandalosa del Mercado Viejo de Florencia", "Novela
teológica", "Milagro realizado por la Virgen para salvar el alma del Dante", "Milagro de
amor", "Sublime venganza"...

Es nada más y nada menos que una de las diez o quince obras universales que ha
dado la Humanidad desde que existe.

FIN

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