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La industria del entretenimiento

Una de las áreas o esferas que con facilidad encontramos abiertamente disponibles en
los medios de comunicación masivos es la producción de contenidos de
entretenimiento. En la televisión se producen infinidad de horas dedicadas al
entretenimiento. Los televidentes pierden muchas horas de su vida frente a la
pantalla, absorbidos por la dinámica veloz del programa. Los gritos del conductor, que
trata de llamar la atención con los gestos y el escenario de la falsedad. Los
participantes que juegan a someterse a cualquier prueba, sojuzgados y a veces
humillados, para provocar ansiedad en el espectador. La música incesante que convoca
al espectáculo de la frivolidad. Los colores del estudio y la vestimenta, que insinúan un
teatro prestigioso, universal.

Todo ese circo está instalado para atraer la atención del televidente, sujetarlo,
mantenerlo atento al espectáculo de la banalidad, de los contenidos que no tienen un
genuino contenido para nuestras vidas reales. No hay nada personal ni auténtico en
ese tren de veloz de estupideces. Su única función es desorientarnos, no permitirnos
pensar en nuestros auténticos deseos, aquello que verdaderamente necesitamos para
ser sujetos satisfechos con nuestras vidas y llenar nuestro corazón de realizaciones
auténticamente personales. En nuestra vida real necesitamos mucho tiempo para
pensar en nosotros, para meditar sobre lo que nos haría sentir personas realizadas.
Necesitamos mucho tiempo de libertad para conectarnos con nosotros mismos, con
nuestra parte más profunda, más íntima, y poder llevar a cabo nuestra propia
realización personal, espiritual. Es fundamental nuestro tiempo para descubrirnos a
nosotros mismos, por eso no es conveniente atosigarse de banalidades que no tienen
ninguna trascendencia en nosotros. Es necesario que los adolescentes, que tienen toda
su vida por delante, estén advertidos de que la verdadera fuente de satisfacción está
en nosotros mismos, en nuestros auténticos deseos de nuestro corazón. No es
conveniente atronarse de estupideces exteriores que nos impiden conectar con
nuestros sentimientos. El entretenimiento frívolo y banal es tiempo perdido para
descubrirnos a nosotros mismos, que es lo fundamental en la vida, encontrarnos con
nosotros mismos.

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