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El agua está llamada a ser para la geopolítica del siglo XXI lo que fue el petróleo para el siglo XX,

por lo que se convertirá en motivo de grandes conflictos. El ex vicepresidente del Banco Mundial,
Ismail Serageldin, predijo en 1995 que «las guerras del próximo siglo serán por el agua». Fue una
afirmación audaz, basada en comportamientos humanos que han llevado a una creciente escasez
de agua potable en algunas de las zonas políticas más conflictivas del mundo.

Las predicciones de grandes guerras entre naciones por el agua no se han cumplido… todavía. Pero
no faltan las batallas por este recurso esencial. Los amargos conflictos a nivel regional en algunos
puntos del planeta ya cobran un precio muy alto en términos de vidas y el bienestar. Y podrían
convertirse en algo más mortífero.

A menudo conocida como la tesis de las «guerras por el agua», esta idea sugiere que la creciente
escasez de este recurso generará conflictos violentos a medida que su disponibilidad se reduzca
para ciertas comunidades. A los analistas les preocupa la disminución de los suministros de agua,
producto del cambio climático, la destrucción de los bosques, la contaminación y el crecimiento de
la población, lo que aumenta las tensiones.

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