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• Limitar las grasas (en especial las saturadas y los ácidos transgrasos).
• Limitar el colesterol de la dieta.
• Consumir cantidades importantes de fibra, verduras y frutas frescas.
• Limitar las proteínas.
• Reducir la sal.
Miles de alimentos nuevos se introducen cada año, muchos de los cuales se acompañan
de anuncios sobre sus beneficios nutricionales. Es importante tanto para toda la
población en general como, en especial, para los pacientes con diabetes poder
diferenciar los "anuncios publicitarios" de la realidad. Las etiquetas de los alimentos
suelen mostrar el número de calorías que contienen en forma de grasas, la cantidad de
nutrientes potencialmente peligrosos (grasa, colesterol, sodio, azúcares) así como los
nutrientes útiles (fibra, hidratos de carbono, proteínas, vitaminas).
Las etiquetas suelen mostrar los "valores diarios", el porcentaje de la dieta diaria que
cada uno de los nutrientes importantes ofrece por cada ingesta. Desgraciadamente, el
"valor diario" se calcula sobre 2.000 calorías que son generalmente muchas más de las
que debe ingerir una persona diabética y las cantidades por cada ingesta pueden no ser
equivalentes a las que constan en las "Listas de Intercambios". La mayoría de la gente
necesitará recalcular los gramos y las calorías relacionados en las etiquetas de los
alimentos para adaptarlos a las cantidades que ingiere en cada comida y a sus
necesidades calóricas.
Hidratos de carbono
Si se comparan con las grasas y las proteínas, los hidratos de carbono tienen una
influencia mucho mayor en el azúcar sanguíneo, sin embargo, los diferentes hidratos
tienen diferentes efectos. Los hidratos de carbono pueden ser complejos (como los de
los almidones) o simples (como los de las frutas y azúcares). Un gramo de hidratos de
carbono equivale a cuatro calorías. En la actualidad se recomienda que los hidratos de
carbono aporten entre el 50 y el 60 % de la ingesta calórica diaria.
• Los estudios han observado que las dietas ricas en fibra que proviene de cereales
enteros reducen el riesgo de diabetes tipo 2. Las fuentes de estos cereales son el
pan negro, el arroz entero y el salvado.
• La fibra soluble (que se encuentra en las judías secas, cebada, manzanas, cítricos
y patatas) tiene beneficios importantes para el corazón, en especial para
conseguir unos niveles adecuados de colesterol y posiblemente ejerciendo algún
beneficio sobre la presión arterial. Algo tan sencillo como añadir cereales al
desayuno regularmente parece reducir los niveles de colesterol. Las personas
que aumenten su nivel de ingesta de fibra soluble también deben aumentar la
ingesta de agua y de líquidos.
Azúcar: No parece existir diferencias entre los hidratos de carbono complejos y los
azúcares simples en su capacidad para aumentar las concentraciones de glucemia. La
fructosa (la molécula de azúcar de las frutas) puede producir un aumento de la glucosa
más lento que la sacarosa (azúcar de mesa). Esto no significa que los diabéticos deban
aumentar la ingesta de azúcar, pero sí que pueden añadir fruta fresca a sus dietas, lo que
tiene beneficios significativos para su salud, en cantidades mayores a las que se pensaba
antes. Con todo, incluso el consumo de fruta debe ser moderado. Los estudios a largo
plazo sugieren que con el tiempo, la ingesta elevada de fructosa puede producir un
aumento de los triglicéridos (una molécula grasa que parece ser perjudicial para el
corazón). También se ha asociado a la sacarosa con estos niveles perjudiciales de
triglicéridos y de colesterol. El azúcar en sí mismo añade calorías, aumenta la glucosa
sanguínea rápidamente y no aporta nutrientes. Las personas con diabetes deben evitar
los productos con más de 5 g de azúcar por ración. Si no constan las cantidades
específicas, los pacientes deben evitar los alimentos en los que el azúcar consta entre los
primeros cuatro componentes de la etiqueta.
Edulcorantes Artificiales
Proteínas
En general, los expertos recomiendan que las proteínas deberían aportar del 12 al 20 %
de las calorías. Algunos creen que todos los enfermos con diabetes, excepto las mujeres
embarazadas, deberían restringir su ingesta proteica a unos 0,4 g por cada libra de su
peso ideal lo que representaría un 10 % de las calorías diarias. Un gramo de proteínas
contiene cuatro calorías. Las proteínas se recomiendan habitualmente como parte de una
comida antes de ir a la cama para mantener los niveles de azúcar normales durante la
noche, aunque los estudios respecto a sus posibles beneficios para prevenir la
hipoglucemia nocturna han tenido resultados contradictorios.
• Varios estudios han observado que el comer pescado o marisco como mínimo
una vez por semana reduce el riesgo de muerte súbita debida a arritmias
cardíacas severas a menos de la mitad. El pescado aceitoso, como el salmón, pez
espada y atún, parece ser especialmente beneficioso. (los estudios de personas
que toman suplementos de aceite de pescado, que contienen ácidos grasos
omega-3, no han encontrado los mismos beneficios, indicando que el pescado
contiene otras sustancias protectoras).
Soja: la soja es un alimento excelente. Es rico tanto en fibra soluble como insoluble,
ácidos grasos omega-3, y proporciona todas las proteínas esenciales. Los brotes de soja
también contienen estrógenos naturales, llamados isoflavonas, que tienen efectos
positivos sobre los niveles de lípidos. Varios estudios han observado que los sujetos que
consumen hasta 40 gramos de proteína de soja diarios reducen sus LDL en un 13%, sus
triglicéridos en un 11%, y aumentan las HDL en un 2%. Cuatro onzas de tofu equivalen
a aproximadamente de 8 a 13 gramos de soja, y una hamburguesa de soja contiene unos
18 gramos. El polvo de proteínas de soja que contiene unos 60 mg de isoflavonas puede
tener unos beneficios similares. Sin embargo, los comprimidos de isoflavonas
específicas de la soja no parecen ofrecer ninguna ventaja. (Nota: la salsa de soja sólo
contienen trazas de soja y tiene un contenido de sodio muy alto). Un hecho
posiblemente preocupante es que la alta ingesta de soja durante el embarazo puede tener
efectos adversos sobre el feto, aunque sólo se ha observado en estudios animales. Es
importante investigar más al respecto.
Grasas y aceites
Los aceites y grasas que comen los animales son casi siempre mezclas de los tres tipos
de ácidos grasos, pero un tipo acostumbra a predominar. Además, hay tres subgrupos
químicos de los ácidos grasos poliinsaturados llamados ácidos grasos esenciales: son los
ácidos grasos poliinsaturados omega-3 y omega-6 y los monoinsaturados omega-9.
Para complicar la situación, también existen los llamados ácidos transgrasos. No son
grasas naturales, sino que han sido sintetizadas añadiendo otro átomo de hidrógeno, en
un proceso llamado hidrogenación, a los ácidos grasos poliinsaturados. Este subgrupo
ha sido muy estudiado para determinar sus efectos sobre la salud.
Todas las grasas, buenas o malas, tienen las mismas calorías. Para calcular la ingesta
diaria de grasa, se debe multiplicar el número de gramos de grasa por 9 (un gramo de
grasa equivale a 9 calorías, saturada o insaturada) y dividirlo por el número total de
calorías deseadas. Una cucharilla de aceite, mantequilla o de otras grasas equivale a
cinco gramos de grasa.
Aunque hay mucha controversia sobre los efectos globales de la grasa, virtualmente
todos los expertos aconsejan limitar la ingesta de grasa saturada y de ácidos transgrasos
(que se hallan en los productos de pastelería envasados y en la comida rápida). Otros
ácidos grasos parecen tener beneficios.
Grasas saturadas:
Ácidos transgrasos:
los ácidos transgrasos también son peligrosos para el corazón y pueden representar un
riesgo de ciertos cánceres. Se crean durante un proceso que intenta estabilizar las grasas
saturadas para que no se vuelvan rancias y para mantenerlas sólidas a temperatura
ambiente. Algunos expertos creen que estas grasas parcialmente hidrogenadas son
incluso peores que las saturadas porque aumentan las LDL, reducen las HDL y pueden
ser perjudiciales para el revestimiento interior de las arterias. Un estudio hecho en
80.000 enfermeras informó de que las mujeres cuyo consumo total de grasa era el 46%
de la ingesta calórica total no tenían más riesgo en general de un infarto de miocardio
que las mujeres que sólo ingerían el 30% de sus calorías en forma de grasa. Las mujeres
cuyas dietas eran altas en ácidos transgrasos, sin embargo, tenían un 53% más riesgo de
infarto comparándolas con las que consumían menos ácidos transgrasos. Las grasas
hidrogenadas se usan en la margarina y en muchas de las comidas rápidas y productos
de pastelería, incluyendo muchos de los panes precocinados. (la margarina líquida no
está hidrogenada y se recomienda, porque es "margarina libre de ácidos transgrasos").
La FDA requiere actualidad que las etiquetas de los alimentos incluyan información
sobre los ácidos transgrasos.
Grasas y aceites beneficiosos: debe hacerse hincapié en que algunas grasas son
esenciales para la salud y para el desarrollo adecuado de los niños. La atención pública
se ha centrado primordialmente en los beneficios o riesgos posibles de las grasas
monoinsaturadas (MI) y poliinsaturadas (PI). Las grasas poliinsaturadas se encuentran
en el girasol, maíz, y pescado, mientras que las monoinsaturadas se encuentran
predominantemente en los aceites de oliva, colza, y en la mayoría de los frutos secos.
Sin embargo, los estudios no están de acuerdo en sus efectos. Por ejemplo, los estudios
iniciales indican que las grasas monoinsaturadas ayudan a mantener niveles adecuados
de HDL, mientras que las poliinsaturadas los reducen. En general, no hay evidencias
claras sobre los efectos de las grasas MI y PI sobre los niveles de glucosa sanguíneos y
la insulina. algunos estudios no han encontrado ningún efecto. Sin embargo, en un
estudio, el aceite de girasol, MI, se asoció con un deterioro del control de glucosa, así
como con una elevación de los niveles de colesterol. Los investigadores están
interesados primordialmente en los componentes de los ácidos grasos que se encuentran
en estos aceites, llamados ácidos grasos esenciales, que pueden tener efectos más
específicos sobre los lípidos: tres ácidos grasos importantes son los omega-3, omega-6 y
omega-9. La comida acostumbra a contener una combinación de los tres bloques de
ácidos grasos, lo que podría ser la causa de la mezcla de resultados que se han
observado en las personas que los consumen.
• Ácido alfa-linoléico: los estudios han indicado que los aceites vegetales que
contienen ácido alfa-linoléico son protectores del corazón. Se ha asociado al
aceite extra de oliva virgen con una reducción de la presión arterial y un estudio
del año 2000 informó de que podría tener beneficios específicos para los
diabéticos tipo 2. Sin embargo, un estudio muy pequeño también del año 2000
informó de niveles de colesterol más altos, incluyendo LDL, en las personas que
consumían aceite de oliva comparándolo con los que consumían aceite de
girasol. Muchos estudios han señalado a los frutos secos, que contienen ácidos
grasos omega-3, fibra y otras sustancias importantes y además son
especialmente beneficiosos para el corazón porque disminuyen las LDL y el
colesterol total sin aumentar los triglicéridos.
Los estudios han indicado que, en un equilibrio adecuado, todos estos ácidos grasos son
esenciales para la vida. Por ejemplo, tanto los omega-3 como los omega-9 contienen
sustancias químicas que neutralizan los eicosanoides perjudiciales que se hallan en los
omega-6. Sin embargo, las investigaciones sugieren que en nuestra cultura occidental, la
dieta contienen una relación poco saludable de omega-6 respecto a los omega-3 (10 a
1). La idea es pues obtener un mejor balance de ácidos grasos sin ingerir demasiadas
calorías.
• El Olestra (Olean), pasa a través del cuerpo sin dejar ninguna caloría
proveniente de la grasa (sin embargo, debe comentarse que los alimentos que
contienen Olestra sí que tienen calorías provenientes de carbohidratos y de
proteínas). Un estudio del año 2000 informó de cambios saludables en los
niveles de colesterol en personas que habían tomado Olestra durante un año. Los
informes preliminares de rampas y de diarrea tras ingerir alimentos con Olestra
no han probado ser significativos. De mayor preocupación es el hecho de que
incluso pequeñas cantidades de Olestra vacían al cuerpo de ciertas vitaminas y
nutrientes que son importantes para la protección de enfermedades graves, como
el cáncer. La FDA obliga a añadir vitaminas a los productos con Olestra, pero
ningún nutriente más.
Pese a todo, las personas deberían limitar las comidas bajas en grasa y los sustitutos de
la grasa en sus dietas. Aunque uno pudiera creer que comiendo estos productos también
se reducen las calorías, a menudo no es el caso. Muchos productos comerciales bajos en
grasa (light) tienen calorías extra provenientes de azúcar y de otros carbohidratos. Un
estudio ha observado que las personas que consumen alimentos que contienen sustitutos
de la grasa no aprenden a rechazar los alimentos grasos, mientras que las personas que
aprenden a cocinar usando alimentos que naturalmente son bajos en grasa, pueden llegar
a perder el interés por las dietas ricas en grasas.
Colesterol de la dieta
El tema del colesterol que hay en la dieta no está enteramente claro. El colesterol sólo se
encuentra en los tejidos animales, con grandes cantidades en la carne, lácteos, yema del
huevo y marisco. La Asociación Americana del Corazón recomienda no tomar más de
300 mg de colesterol al día. Sin embargo, un estudio estimó que el reducir el colesterol
diario a 100 mg sólo produciría una disminución de un 1% en los niveles de colesterol.
De destacar son unos estudios que indican que aunque el colesterol de la dieta por sí
mismo no parece aumentar el riesgo de enfermedades cardiacas en personas sanas, las
personas con diabetes, en especial los tipo 2, pueden ser una excepción. Hasta que se
investigue más al respecto, deben considerar evitar comer huevos o otros alimentos
ricos en colesterol (como las gambas) más de una vez por semana.
Vitaminas
Las vitaminas antioxidantes (A, C y E), los carotenoides y muchos fitoquímicos pueden
neutralizar los radicales libres y pueden reducir o incluso prevenir algunos de sus
efectos perjudiciales. Desgraciadamente, aunque está claro que las vitaminas son
necesarias para prevenir las enfermedades por déficit de las mismas, los posibles
beneficios de su ingesta a altas dosis no han sido probados en la mayor parte de las
ocasiones. Hasta ahora, no hay evidencias fuertes de que los suplementos de
antioxidantes tengan un efecto protector real. En algunos casos, las dosis altas pueden
ser perjudiciales (ver el cuadro "Nota de precaución sobre las vitaminas antioxidantes").
Vitaminas del complejo B: varios estudios importantes han demostrado una relación
entre la deficiencia de las vitaminas B como el ácido fólico (folato), B6 y B12 y una
elevación en la sangre de los niveles del aminoácido homocisteína, un factor de riesgo
de ateroesclerosi y posiblemente también de mortalidad en los pacientes con diabetes
tipo 2. El ácido fólico es especialmente potente para reducir los niveles de
homocisteína. (el comer verduras verdes y legumbres, cerealses enriquecidos y zumo de
naranja, que son ricos en folato, también los reduce). No está claro todavía si el reducir
los niveles de homocisteína realmente tiene un efecto protector contra las enfermedades
cardíacas. Actualmente hay en marcha varios estudios grandes y los resultados
preliminares son prometedores. Otra vitamina B importante es la niacina (Vitamina B3),
que tiene beneficios especiales para los pacientes con colesterol alto. Ha habido cierta
preocupación sobre si los niveles altos podrían tener efectos negativos sobre el control
de la glucosa. Sin embargo, un estudio del año 2000 encontró que la niacina mejoraba
los niveles de colesterol y de triglicéridos sin efectos significativos sobre los niveles de
glucosa (ver también el informe de Well-Connected "Colesterol").
Nota de precaución sobre los suplementos a altas dosis de antioxidantes
Minerales
Cromo: Algunos estudios han informado de una asociación entre las deficiencias
de cromo y un riesgo mayor de diabetes tipo 2. Los estudios en ratas obesas a las
que se les dio cromo informaron de una mejoría en la sensibilidad a la insulina y
en el metabolismo de la glucosa. Sin embargo, los estudios en pacientes
humanos de diabetes tipo 2 informaron de pocos beneficios y de algunos efectos
adversos. Muchos enfermos con diabetes tipo 2 son deficitarios en zinc, aunque
se necesitan más estudios para establecer los beneficios o riesgos que pueda
tener la toma de suplementos de este elemento. El zinc tiene algunos efectos
secundarios tóxicos y algunos estudios han asociado su ingesta elevada con el
desarrollo de cáncer de próstata.
Sal y sodio
La sal puede aumentar la tensión arterial y los pacientes con diabetes deberían limitar su
ingesta, en especial si también son hipertensos, obesos o ambos. Las personas obesas
que tienen una ingesta alta de sodio también pueden tener un riesgo aumentado de
muerte por enfermedades cardiacas. Las dietas ricas en sal en las personas que son
sensibles a la sal pueden dañar el riñón y el cerebro, incluso independientemente de la
presión arterial. Además de ayudar a disminuir la tensión arterial, la restricción de sal
aumenta los beneficios de algunos fármacos antihipertensivos al reducir la pérdida de
potasio, y puede ayudar a proteger contra la enfermedad renal en los pacientes que
toman también fármacos bloqueadores del calcio para su hipertensión arterial.
Aunque no está claro si la restricción de sodio añade algún beneficio para las personas
con diabetes cuyas dietas son ricas en frutas, verduras y lácteos desnatados y que no son
sensibles a la sal, siempre es bueno intentar consumir un máximo de 2000 mg de sodio.
El simple hecho de eliminar la sal de la cocina puede ser beneficioso. Los alternativos a
la sal, como el Cardia, que contiene una mezcla de potasio, sodio y magnesio pueden
comprarse actualmente pero son caros. Sin embargo, debe destacarse que alrededor del
75% de la sal que se consume en la típica dieta americana proviene de los alimentos
comercialmente procesados, por lo que los sustitutos a la sal de mesa tienen unos
beneficios modestos. Se necesita algo de sodio para proteger al corazón, pero la mayoría
de los expertos están de acuerdo en que la cantidad es mucho menor que lo que se usa
en la dieta americana media.
Alcohol.
Estudios de 1999 y del año 2000 han sugerido que la ingesta moderada de alcohol (uno
o dos vasos al día) puede tener beneficios específicos para las personas con diabetes tipo
2. En uno de ellos se asoció aun riesgo reducido de muerte por enfermedad cardiaca, y
en el otro fue protector de la diabetes tipo 2. El vino particularmente parece tener
algunos efectos beneficiosos sobre la salud. En un estudio, el tomar vino tinto con las
comidas redujo los niveles de glucosa en algunos casos (el alcohol por si mismo no
tiene efecto sobre los niveles de glucosa). Sin embargo, cuando se utiliza insulina o
sulfonilureas, el alcohol puede causar hipoglucemias asintomáticas, de las que el
bebedor puede no darse cuenta. Las mujeres embarazadas o los pacientes con riesgo
para presentar abuso de alcohol no deben beber.
• Café: el consumo regular de café tiene un efecto perjudicial en las personas que
sufren de hipertensión arterial (la cafeína causa una elevación transitoria en la
presión arterial de todas las personas, que se cree que es inofensiva en las
personas normales). El café sin filtrar (café turco, escandinavo o francés y el
expresso), contiene un alcohol llamado cafestrol, que puede aumentar los niveles
de colesterol. El café filtrado no contiene este residuo. De preocupación es un
estudio que ha observado que los niveles de homocisteína aumentan en las
personas que toman muchas tazas de café al día (el descafeínado no aumenta los
niveles). La homocisteína es un factor posible en la enfermedad de las arterias
coronarias. Por otra parte, el café, al igual que el vino tinto, contiene fenol, que
ayuda a prevenir la oxidación del colesterol LDL. Un estudio de 1999 informó
de una efecto de la cafeína sobre el cerebro que tiene implicaciones en la
diabetes: reduce el flujo sanguíneo del cerebro incluso cuando hay suficiente
glucosa. Las personas con diabetes que toman dos o tres tazas de café pueden
creer que están hipoglucémicos, cuando sus niveles de glucosa realmente son
normales. Un estudio sugirió que este efecto puede ayudar a reconocer los
síntomas de la hipoglucemia en las personas que tienen dificultades para
reconocer sus síntomas.
Cualquier persona con diabetes necesita algún tipo de dieta planificada. Sin embargo,
diferentes personas tienen diferentes necesidades. Por ejemplo, un diabético tipo 2 que
tenga sobrepeso y resistencia a la insulina puede necesitar ingerir un balance
carbohidratos-proteínas diferente que un diabético tipo 1 delgado en peligro de sufrir
enfermedad renal. Los hábitos dietéticos adecuados junto con un buen control de la
glucosa sanguínea son las metas más importantes en esta enfermedad, y hay varios
métodos adecuados para conseguirlas:
• Simplemente una dieta sana para el corazón junto con el control del peso puede
ser suficiente para las personas con diabetes tipo 2. Un estudio en personas con
diabetes tipo 2 comparó varios planes dietéticos: una dieta rica en carbohidratos
y fibra, una dieta baja en grasas, y una dieta de control del peso. Después de 18
meses, todos los grupos experimentaron una mejoría en los niveles de
hemoglobina glicosilada y de colesterol. Los investigadores concluyeron que los
posibles beneficios de la dieta no provienen del régimen específico, sino que se
deben a que las personas del estudio estaban más atentas y enfocadas hacia la
dieta. En otras palabras, cualquier dieta saludable funcionará si los pacientes la
siguen.
• A la hora de elegir frutas y verduras, elegir las de color intenso (rojo, azul,
amarillo, verde).
• Para elegir proteínas, deben comerse con moderación, y preferir las del pescado
o de la soja sobre las de la carne (evitar, en cualquier caso, las carnes muy
grasas).
• Cuando se elijan alimentos con azúcar, elegir las frutas frescas, pero hacerlo con
moderación.
• Evitar las dietas que tienen alto contenido de proteínas y bajo de carbohidratos,
porque nadie con diabetes debería comer demasiadas proteínas. Además, la
ingesta baja de carbohidratos aumenta los ácidos grasos libres tras las comidas,
lo que aumenta a su vez la resistencia a la insulina.
• Reducir la sal.
• Evitar las grasas saturadas (animales) y los ácidos transgrasos (grasas de comida
rápida y de productos de pastelería comercializados).
• Pan/farináceas
• Fruta
• Leche