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¿Cómo ganar a tus amigos para

Jesús?
19 de febrero de 2020
Tiempo de lectura: 4 minutos

La amistad no se mide por la cercanía, sino por la fidelidad.[1] Hay tres tipos de


amigos: el que está con nosotros mientras nos va bien, el que está mientras nos va
mal y el que está siempre sin importar cómo nos vaya.

Para que una amistad se desarrolle debemos tener paciencia. No nacemos siendo
amigos, la amistad se construye día a día. Por eso tenemos la capacidad de ser
amigos de todos, aunque no todos sean amigos nuestros.

Si Dios tiene amigos, cuánto más nosotros necesitamos tenerlos. La amistad es tan
importante y necesaria que ni siquiera el Creador del universo se abstiene de ella.
[2] Lo que nos conecta en amistad con el Señor es creerle.[3] La fe es ese puente que
nos acerca hacia una genuina amistad con nuestro Padre. Cuando Abraham y Sara le
creyeron a Dios le demostraron que podían ser amigos de Él.

En estos días vemos mal a quien está cerca de los pecadores, olvidamos que todos
hemos pecado y que la mayor parte del tiempo Jesús convivió con ellos. Al comer
con los pecadores generaba cercanía, les daba un sentido de pertenencia con Él y de
esta forma les transmitía sus convicciones. Jesús comió con Zaqueo, habló con la
samaritana, convivió con Lázaro… Siempre se mantuvo cerca de la gente, creando
vínculos y transformando la vida de los que lo conocían. ¿Estamos lo
suficientemente cerca de las personas? Nuestro problema para evangelizar tiene que
ver más con cercanía que con unción.

Jesús rompió toda barrera social y cultural. Él creó puentes entre las personas, por
eso se le facilitó acercase a todos.[4] Él hablaba con los que nadie quería. Esto le dio
resultados que nadie más obtuvo.[5] Tomemos riesgos por amor a la gente y
obtendremos los resultados que esperamos.

Jesús le dijo a la mujer samaritana todo lo que había hecho y no la condenó. Eso fue
lo que la sorprendió. En este momento se abrió la salvación a los gentiles. Por eso
afirmaban que Jesús era el Salvador del mundo porque no hacía acepción de
personas.[6] Desafió el estatus quo de aquellos que acostumbraban a hablar del
Señor.
Él tenía clara su misión de salvarlos a todos. Enseñar de Dios sin una misión
provoca malos resultados. Si queremos ser efectivos compartiendo las buenas
nuevas de salvación debemos acercarnos naturalmente a las personas. De esta forma
le damos espacio al Espíritu Santo para que se manifieste de una forma sobrenatural.

Abraham tuvo su oportunidad de ser amigo del Padre y nosotros tenemos la de ser
amigos de Jesús. Cuando hacemos lo que el Señor nos mandó, nos convertimos en
sus amigos.[7] El buen samaritano cuidó, sanó y pagó los gastos de alguien que lo
necesitaba.[8] ¿Será que vio el ejemplo de Jesús cuando habló con la samaritana en
el pozo?

Dios cambiará nuestros prejuicios. Él tiene que transformar la Iglesia para llevar el
avivamiento a todo el mundo. Nuestro grupo no está lleno por falta de unción, está
vacío por falta de amigos. Mantengámonos cerca de las personas, comamos con
ellas y seamos sus amigos, ¡Esta es la mejor forma de trasmitir el mensaje de Jesús!

[1] Proverbios 18:28 (DHH): Algunas amistades se rompen fácilmente, pero hay


amigos más fieles que un hermano.

[2] Isaías 42:8: Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí,
descendencia de Abraham mi amigo.

[3] Santiago 2:23: Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le


fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.

[4] Juan 4:9-10: La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí
de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan
entre sí. Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te
dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.

[5] Juan 4:27-30: En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba


con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con
ella? Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:
Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el
Cristo? Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.

[6] Juan 4:39-42: Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por


la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he
hecho.    Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con
ellos; y se quedó allí dos días. Y creyeron muchos más por la palabra de él, y
decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos
hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el
Cristo.
[7] Juan 15:13-15: Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus
amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré
siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos,
porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.

[8] Lucas 10:30-37: Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a


Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se
fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel
camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel
lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca
de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas,
echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y
cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo:
Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién,
pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los
ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y
haz tú lo mismo.

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