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Escuela de Educación
Área de Proyectos Pedagógicos y Servicio Social Cátedra de Desarrollo Personal y Responsabilidad Social
Diplomado en Orientación y Educación Familiar Profa. Mª Auxiliadora Álvarez y Rodríguez
Suscita un equilibrio en la persona, por medio del cual será capaz de innovar y desarrollar la
creatividad para poner en funcionamiento los talentos, así como de tomar la iniciativa, sin esperar
que haya siempre otras personas que señalen lo que hay que hacer o pensar.
Es sumamente importante para desarrollar nuestra autoestima, aprender a estar a solas para
aceptarnos, valorarnos y sentirnos cómodos con nosotros mismos, observarnos y conocernos.
Apreciar las fortalezas y las debilidades, y aprender que las primeras, son abono para la autoestima,
pero si nos excedemos, se convierten en debilidades. Recordemos que la alta autoestima es el
resultado de percibir que la suma de las fortalezas es mayor que la de las debilidades, y como decía el
P. José María Vélaz (fundador de Fe y alegría): “No he conocido a ninguna persona en la que la
suma de sus cualidades sea menor que la de sus defectos”. Asimismo, en algunas ocasiones, las
debilidades pueden convertirse en fortalezas, cuando efectuamos una reorientación de las mismas
(proceso de reencuadre).
Si queremos ayudar a una persona a superar sus errores, podemos hacerlo mediante la
retroalimentación oportuna y adecuada (feedback), manifestando en primer lugar lo positivo y
luego lo mejorable de la conducta, de las acciones de la persona. Nunca debemos descalificar a nadie
en una supuesta crítica constructiva, porque podríamos causar graves daños a su autoestima. Para
fomentar la autoestima es necesario recordar siempre:
La autoestima implica producir los talentos que Dios nos ha dado (Mt. 25,14-30). Forma parte
del valor de la responsabilidad desarrollar al máximo nuestras potencialidades, y ayudar a las otras
personas a lograrlo. Recordemos estas palabras de Jesús: “Ustedes son la luz del mundo. No puede
ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y se
pone debajo de la mesa, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la
casa.” (Mt 5,14-16)