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Mirar el pensamiento

La actitud inteligente de la persona que ama a la verdad es preguntarse: Si


hay una inquietud, una insatisfacción en mi vida, si hay una ansiedad que
pueda derivar en estrés o puede derivar en depresión, ¿por qué no miro a
qué se debe? En lugar de querer taparla o disimularla ante los demás o ante
mí mismo, ¿por qué no la miro? Podrá tener distintos matices en cada una
de las personas, pero siempre se deberá a que me he alejado de la verdad,
que no estoy siendo, expresando o manifestando mi verdadera naturaleza,
que no vivo de una manera auténtica.
El conjunto de miedos y deseos forman un grupo común, porque desear y
temer es lo mismo; están ocasionados por una carencia, porque algo nos
falta. Siempre imagino que esa carencia la va a llenar alguna cosa. Y si veo a
lo largo de la vida que voy adquiriendo cosas, situaciones, una pareja, una
casa, un trabajo, viajes varios y sin embargo sigue ese malestar, esa
inquietud.
El pensamiento ¿Qué es el pensamiento?
Lo opuesto a este camino es el simple preguntarnos por qué existe esa
inquietud. Podemos mirar, ¿quién nos ha dicho que o podemos comprender
la vida, que no podemos comprender el sentido de la vida? ¿No sería un
pensamiento? Nos ha influido un pensamiento, sin duda, porque lo tomamos
por la verdad. Me parece que deberíamos mirar los pensamientos, con
cuidado, dejar que la inteligencia los vaya viendo. Quedarnos en silencio, en
soledad de cuando en cuando y mirar todo lo que va pasando por la mente.
Sólo entonces sabríamos de que está hecho el pensamiento y no lo
tomaríamos en serio. ¿Conocemos lo que el pensamiento es? Es un
fantasma, una sombra de la verdadera luz; no es nada y nos estamos dejando
mover por esa nada.
Hay algunos pensamientos enormemente negativos; todos lo son en la
medida en que nos distraen de la verdad, pero algunos especialmente, como
pensar que no tengo la capacidad para ver la verdad, para llegar a ser un ser
humano libre y vivir una vida auténtica. Un pensamiento piensa eso; el
pensamiento de ese “yo” que creo ser, piensa: “Yo no tengo capacidad”; y
dice la verdad, un pensamiento no tiene capacidad. Pero se me escapa el
hecho de que yo no soy el pensamiento. ¿Cómo me he dejado hipnotizar por
él? Para despertar de esa hipnosis habré de mirar y mirar. No hay otra
manera. Mirar el pensamiento y al mirarlo y verlo tal cual es, irá
desapareciendo todo el ruido que hay alrededor de él, toda su obra, todo el
sueño que ha ido creando. Es como desnudarlo. Ya no aparenta nada sino lo
que realmente es, una sombra, un reflejo de la inteligencia, distorsionado ya,
enormemente limitado. El ruido que produce el pensamiento está
compuesto por emociones: el temor, la ambición, la envidia, los celos.
Las emociones
Las emociones son el ruido del pensamiento, porque se van formando
alrededor de opiniones, de creencias equivocadas. No existen en la
contemplación de la verdad.
Mi vida nacida de esta manera tiene que ser inauténtica, tiene que ser
conflictiva y frustrada, para mí y para todos los demás que me rodean,
porque lo mismo que hago conmigo, tratarme de manera inadecuada, hago
con los demás. Cuando me exijo cosas en base a una ambición exijo también
a los demás y puedo tenerlos angustiados por mis exigencias. Cuando tengo
miedo, atemorizo a los demás. El ruido del pensamiento llega a ser
ensordecedor, porque de unos a otros se van comunicando esas emociones.
Hay una cosa que hemos de tener clara porque, aunque de momento nos
parezca triste, es muy liberadora: no hay solución en el ámbito del
pensamiento, no hay ninguna solución ahí. Dejemos a un lado esas aparentes
soluciones técnicas, que no pasan de la zona superficial de la conciencia. Si
comprendiera cual es la verdad no tendría interés en hacer ninguna técnica.
Para comprender desde la verdad, es preciso contemplar: salirse y observar.
Así sobreviene un silencio psicológico y se vive lo nuevo, la verdad.

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