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EDWARD SCHILLEBEECKX

DIOS
VERDAD E IMAGEN FUTURO DEL HOMBRE
9

SEGUNDA EDICIÓN

EDICIONES SIGÚEME
Apartado 332
SALAMANCA
1971
Tradujo CONSTANTINO RUIZ-GARRIDO sobre la edición alemana Gott - Die
Zukunft des Menschen. Censor: GERMAN MARTIL. Imprímase: MAURO RUBIO,
obispo de Salamanca, 19 de junio de 1970.

Traducción revisada y aprobada por el autor

CONTENIDO

Prólogo 9

1. HACIA UNA UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA . 11


I. El problema hermenéutico 11
1. El «círculo hermenéutico» 14
2. El problema para la fe católica 29
II. Algunos principios hermenéuticos 32
1. El pasado a la luz del presente 33
2. Presente y pasado en el horizonte de la promesa. 48
3. La permanencia en el presente, pasado y futuro. 51
Conclusión 55

2. LA SECULARIZACIÓN Y LA FE CRISTIANA EN DIOS . . . . 59

I. La secularización como consecuencia del descubri-


miento y progresiva ampliación del horizonte de
comprensión racional 62
II. La razón del callar acerca de Dios y del hablar de
© Uitgeverij H. Nelissen 1969 Dios y hablar a Dios 77

© Ediciones Sigúeme 1970


3. EL CULTO SECULAR Y LA LITURGIA ECLESIAL 99

I. Duda sobre el sentido de la liturgia eclesial . . . 99


II. La vida secular como culto 106
Núm. Edición: E S . 477
III. El culto eclesial y litúrgico 111
Es propiedad Printed in Spain
Dep. Legal: B. 33635-1970 - Imp. Altes, s. L., Barcelona 4. LA IGLESIA COMO SACRAMENTO DEL DIÁLOGO 125
I. La nueva autocomprensión de la Iglesia y del mundo
exige internamente una Iglesia dialogal . . . . 127
II. El contenido del diálogo entre la Iglesia y el mundo. 138

5. LA IGLESIA, EL MAGISTERIO ECLESIÁSTICO Y LA POLÍTICA . 151

I. Refutación de algunas objeciones 152


II. La orientación del evangelio y los «signos de los PRÓLOGO
tiempos» 155
1. Una estructura universal 156
2. La estructura especial de las decisiones éticas El presente libro recoge cinco estudios que be llevado
factúrales 158 a cabo en los Estados Unidos. Después de una exposición
III. Sobre la obligatoriedad ética de las declaraciones general de los principios hermenéuticos que han de garan-
del magisterio eclesiástico en cuestiones de política tizar una interpretación del mensaje cristiano: una interpre-
social 175 tación que sea actual, fiel al evangelio y comprensible, vie-
nen algunos trabajos que se refieren a los problemas acerca
6. LA NUEVA IMAGEN DE DIOS, LA SECULARIZACIÓN Y EL FUTU-
RO DEL HOMBRE EN LA TIERRA 181
de «Dios» y de la «religión» en un mundo que se llama a sí
mismo «secularizado».
I. El peligro de una nueva «ideología» 184
A mi regreso de los Estados Unidos, seguí reflexionan-
II. La nueva cultura como ocasión para un nuevo con- do acerca de las conversaciones mantenidas allí con cole-
cepto de Dios 191 gas y estudiantes. De ahí nació otra reflexión teológica,
III. ¿Y la Iglesia? 219 que he recogido en el libro como capítulo final o epílogo
del mismo (c. 6). Tal vez sea conveniente •—y lo recor-
damos— comenzar la lectura de toda la obra por ese
capítulo final. De este modo, el lector podrá contemplar
todos los demás estudios en su verdadera perspectiva.
Mientras tanto, he ido llegando cada vez más a la con-
clusión de que la hermenéutica basada en las ciencias del
espíritu, debe entrar en diálogo con la filosofía analítica
que pregunta acerca del sentido y de los criterios de las
declaraciones teológicas. En virtud de esto, habría que
investigar de nuevo los problemas planteados en este li-
bro, siguiendo principalmente la trayectoria marcada en
el capítulo final: el análisis de los presupuestos teóricos
y de las implicaciones de una «ortopraxis» que se entre-
gue a la realización de lo que Ernst Bloch denomina lo
10 DIOS, FUTURO DEL HOMBRE

«humano que se halla amenazado» (bedrohte humanum).


No obstante, presentamos aquí sin cambio alguno nues-
tros estudios. En efecto, no se ha probado aún que el en-
foque filosófico-analítico de los problemas pueda sustituir
con tal éxito a los esfuerzos hermenéuticas, que ofrezca
a priori criterios válidos para distinguir entre las declara- 1
ciones teológicas que tienen sentido y las que no lo tienen.
HACIA UNA UTILIZACIÓN CATÓLICA
DE LA HERMENÉUTICA
IDENTIDAD DE FE EN LA
REINTERPRETACIÓN DE LA FE

Apenas habrá algo más grotesco que pregonar que mis


intentos en el campo del pensamiento son la ruina de la
metafísica, y servirse al mismo tiempo de mis ideas para
hallar caminos de pensamiento y representación que estén
tomados de (por no decir que deben su nacimiento a) esa
supuesta ruina'.

L A nueva hermenéutica ha surgido de la pregunta acer-


U ca de una acertada proclamación del mensaje evan-
gélico, es decir, de una proclamación que, por un lado,
esté resuelta a seguir fiel a la palabra de Dios, y que, por
otro lado, desee que esa palabra sea escuchada por los
hombres del siglo xx, y sea escuchada de una manera que
no quede al margen de la realidad vital de esos hombres.
En este punto están de acuerdo todos los que, desde
R. Bultmann, han tomado en serio la problemática her-
menéutica. Tan sólo son distintos los caminos que se
piensa que hay que seguir para llegar a una proclamación
actualizada del verdadero mensaje cristiano. En el centro
está la reflexión acerca de la orientación de la teología

M. HEIDEGGER, Zur Seinsfrage. Frankfurt 1956, 36.


12 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA REINTERPRETACIÓN DE LA FE 13

hacia la realidad. ¿Es legítima la pretensión de que la fe gunta teológica acerca de la realidad, en una situación en
y la teología afectan realmente a nuestra realidad? ¿No que el hombre está alienado de la historia y de la natura-
nos aleja, más bien, la teología de las realidades vitales leza, y en que el hombre pregunta sobre la falta de sen-
de nuestro existir, para conducirnos hacia un mundo ex- tido de un mundo creado por la misma genialidad técnico-
traño que linda tan sólo de un modo irreal con este mun- instrumental y científica: un mundo al que se siente la
do nuestro? La «nueva teología», con su acento marca- inclinación de considerar como la única realidad signifi-
damente hermenéutico, ¿no es precisamente una reacción cativa.
contra lo que podríamos llamar «el enfoque esquizofréni- Podremos estar en desacuerdo con la solución defini-
co» de la realidad, que era propio de la «vieja teología»? tiva que tratan de dar a esta problemática las teologías
Sea cual sea el camino que, desde Bultmann, se siga existencial e histórica. Podremos, además, lamentar sus
— el camino de la «teología de la existencia»2 o el de la soluciones. Pero todos tendrán que conceder que todos
«teología de la historia» 3 (los dos «caminos nuevos» que, esos teólogos tratan de salvar la fe cristiana del proceso
por el momento, se disputan la primacía) —, una cosa hay de «pérdida de realidad» que se va produciendo en nues-
clara. Y es la orientación fundamental de que la fe ha tro mundo técnico4 Podremos plantear la cuestión de si
de ser una comprensión creyente de nuestro propio vivir efectivamente la fe cristiana va a salir íntegra de esa rein-
concreto, y de que ahí se pretende despejar el campo para terpretación. Pero no podemos negar que, precisamente,
dilucidar la comprensibilidad de Dios y de nuestro hablar la intención de esa teología es ayudar a la fe cristiana a
acerca de Dios. En este intento, y a pesar de todas las superar la crisis actual, mientras que la «vieja» teología
apariencias, la «nueva teología» es el antípoda de la teolo- — esa teología que se está repitiendo sin cesar — no con-
gía liberal, que incluso Bultmann quiso superar. La «nue- tribuye en nada a superar esa crisis, y por esto está aven-
va hermenéutica» quiere poner de manifiesto las estruc- turando también (es lo menos que se puede decir) la orto-
turas ontológicas de la realidad concebida como totalidad. doxia de la fe, aunque sólo sea porque, por la repetición
Es el intento de penetrar en los presupuestos de la pre- meramente verbal de antiguas proposiciones de fe, está
contribuyendo a que las personas se alejen, unas veces
2
Por «teología de la existencia» o «teología existencial» (Existenz- callada y otras ruidosamente, de esa fe.
theologie), con sus múltiples variantes, entiendo yo aquella teología que se
orienta por el pensamiento de S. Kierkegaard y M. Heidegger, toma como En este trabajo voy a formular el problema con la
punto de partida la existencia humana (cualquiera que sea la interpretación mayor nitidez posible. Luego analizaré las nuevas solucio-
que de ella se dé) y trata de comprenderla en la fe. Nombres representativos
de esta orientación: según Bultmann, lo son principalmente H. Braun, nes y las someteré a crítica. Finalmente, por medio de
E. Fuchs, G. Ebeling, H. Ott, para mencionar sólo unos cuantos.
s
una hermenéutica de la historia, ofreceré una perspectiva
Por «teología de la historias» o teología que considera la revelación
como historia ( Geschichtstheologie), entiendo yo la teología del grupo que se
concentra en torno a W . Pannenberg, R. Rendtorff, D. Rossler, U. Wilckens. 4
La historia misma, en la que no puede hacerse distinción entre historia pro- Un análisis de la moderna «pérdida de realidad», nos lo ofrecen,
fana e historia de la salvación, es el ámbito de la revelación de Dios. Por entre otros, los siguientes autores: W. WEISCHEDEL, Wirklichkeit und
contraste con la teología existencial, que se reduce a ser una simple teología Wirklichkeiten. Berlin 1960; principalmente M. HEIDEGGER (Seinsverges-
de la «revelación verbal» (o «revelación de la palabra»), la teología histórica seriheit — «olvido del ser»), entre otras, en su obra: Die Technik und die
se concentra en una teología de la historia en la cual se realiza de manera Kehre. Pfullingen 1962; véase H. FREYER, Theorie des gegenw'ártigen Zeit-
indirecta la revelación que Dios hace de sí mismo. Entre ambas tendencias alters. Stuttgart 21963; P . RICOEUR, Previsión économique et choix etique:
apenas ha comenzado el diálogo. Esprit 34 (1966) 178-193.
14 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA EL PROBLEMA HERMENÉUTICO 15

en la que, a mi parecer, quede garantizada la fidelidad al vital originario, ese diálogo sigue conservando para los
mensaje bíblico dentro de una reinterpretación de la fe. creyentes, en las diferentes situaciones por las que éstos
atraviesan, su vitalidad y vigor.
Así que, en la comprensión de fe que los primeros cris-
I tianos tenían de sí mismos —una comprensión mante-
nida siempre con fidelidad, que escuchaba, pero que sabía
EL PROBLEMA HERMENÉUTICO interpretar—, no sólo nos llega la alocución (Anrede),
la interpelación de Dios, sino que en ella nos llega tam-
bién un contenido. Tanto en el mensaje como en su acep-
1. El «círculo hermenéutico» tación interpretativa está actuando el Espíritu de Dios, el
cual, dentro del ámbito eclesial de la Iglesia primitiva, nos
a) El nuevo planteamiento del problema está «recordando» (de forma que penetremos íntimamen-
Desde hace bastante tiempo sabemos con claridad que te: Er-innerung) el acontecimiento y su sentido. La sa-
no somos interpelados por una nuda vox Dei que cayera grada Escritura es como el archivo canónico por el que
sobre nosotros verticalmente, expresándose en términos todo el pueblo de Dios, bajo la dirección y compañía del
puramente divinos. La palabra de Dios se nos ha dado «ministerio apostólico», examina y revisa la anamnesis in-
en la respuesta del Antiguo y Nuevo Testamento que cesante de la Iglesia, la cual recuerda la palabra de Dios
hemos de interpretar: hombres creyentes como nosotros en situaciones siempre nuevas.
que habían encontrado la razón de su vida en la fidelidad Esto encierra en sí una grave tensión. Una palabra
de Dios, testifican interpretando e interpretan testificando de Dios, expresada e interpretada dentro de una deter-
la acción salvífica de Dios en Israel y en el hombre Jesús, minada situación histórica, se convierte en norma y piedra
el Cristo, acción que constituye el fundamento de su espe- de toque de nuestra fe cristiana, aun cuando nos encon-
ranza en un mundo nuevo. El Dios de la salvación nos tremos en una situación histórica completamente distinta.
habla en un diálogo interhumano. De este modo se dirige Esto implica esencialmente que sólo podremos compren-
a nosotros la palabra de Dios. Este diálogo humano, por der fielmente esa palabra bíblica si la reinterpretamos, si
el que Dios se da a entender, está como tal condicionado la entendemos en una comprensión reinterpretativa de la
esencialmente por la situación, tiene un Sitz im Leben, fe. Y no será posible comprenderla de otra manera; no po-
un contexto histórico vital propio. En el Antiguo y en el demos sustraernos a esta condición. Nosotros no podemos
Nuevo Testamento pueden apreciarse distintos «contextos comprender «en sí», directa e inmediatamente, el texto
nuevos» que se van sucediendo unos a otros en la historia bíblico, como si fuéramos lectores o creyentes supratem-
del texto hasta que llega a su forma definitiva: un diálogo porales, como si estuviéramos sustraídos a las circunstan-
anterior pasa a una situación nueva y es reinterpretado a cias de tiempo.
partir de esa situación nueva, pero de tal forma que la Al parecer, esta «tesis» fue formulada por primera vez
dirección la sigue teniendo el contenido del diálogo pri- por Bultmann y por toda la teología «posbultmanniana».
mitivo; y por consiguiente, incluso fuera de su contexto Pero, en realidad — y los católicos no parecen con fre-
16 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA EL PROBLEMA HERMENÉUTICO 17

cuencia ser conscientes de ello— se trata de uno de los principalmente en Heidegger5, tanto la escuela de Bult-
elementos esenciales de la teología católica, aunque sea mann 6 como algunos filósofos protestantes —indepen-
tesis atemática: no en conceptos hermenéuticos, sino en dientes de ella—, como P. Ricoeur7, H.-G. Gadamer 8 ,
el término de «evolución del dogma», que es la vertiente e incluso teólogos protestantes como P. Tillich y K. Lb-
católica de la misma problemática que los teólogos refor- with 9 , denominan el «círculo hermenéutico». Según Hei-
mados denominan «problema hermenéutico». En efecto, degger, la existencia humana tiene siempre una idea preon-
la comprensión católica del dogma, del dogma cristológi- tológica e implícita acerca de sí misma y de sus posibili-
co de Calcedonia, por ejemplo, implica que la concepción dades (la llamada Vorverstandnis, «comprensión previa»).
bíblica de Cristo es reinterpretada desde la situación de la Esta comprensión previa existencial (existentielles Vorver-
Iglesia y de la cultura universal en el siglo v; pero, al standnis9) es el hilo conductor para el «análisis existen-
mismo tiempo, es reinterpretada de tal modo que la nueva cial» (existentiale Analysc) (o «análisis del hombre»: Da-
interpretación expresa realmente el mismo dato de fe que seinsanalyse), análisis que descubre en esta comprensión
la Biblia nos anuncia, y no otro dato distinto: el mismo una estructura esencial: la «ex-sistencialidad» (Existentia-
dato pero en un testimonio que dé de él una nueva inter- litát) o lo «ex-sistencial» {das Existentiale10). Por consi-
pretación. ¿Qué significa esto sino que la situación del guiente, lo «existencial» [das Existentielle) es anterior y
siglo v entra esencialmente en la declaración misma de fe, precede a lo «ex-sistencial» (das Existentialle), desde el
sin que el verdadero contenido de la fe haya variado?
ha misma cosa se expresa de manera diferente, porque el B
M. HEIDEGGER, El ser y el tiempo. Fondo de Cultura Económica,
dogma es un artículo de fe, es decir, no una opinión teo- México 2 ig62, § 32, 166 8.
lógica, sino una proclamación del dato bíblico hecha por 6
R. BULTMANN, Glaubcn und Verstehen, 2. Tübingen 8 i g 6 i , 277 s.;
ID., Das Problem einer theolopischen Excgese des Neucn Testaments:
la Iglesia. En efecto, el dogma es un asentimiento — un Zwischen den Zeiten 3 (1925) 334-357; E. FUCHS, Hermeneutik. Bad Cann-
3
asentimiento de fe— prestado por la Iglesia universal. statt 1963, 118-126; G. EBELING, principalmente: Die Anfdnge von Luthers
Hermeneutik: ZThK 48 (1931) 172-230.
El camino que va de la Biblia hasta Calcedonia no es 7
P. RICOEUR, Existence et herméneutique: ínterpretation der Welt.
esencialmente distinto del que va, por ejemplo, de la ima- Festschrift für R. Guardini. Würzburg 1965, 32-51; I D . , Hermeneutik der
Symbole und philosophisches Denhen: Kerygma und Mythos V I / i . Hamburg
gen inicial de Cristo hasta la imagen que nos ofrece Pablo 1963. 45-68, principalmente en la p. 54, donde se habla del «circulo de la
y los sinópticos y, más tarde, la imagen que nos ofrece hermenéutica»: «Habrá que comprender para creer, pero hay que creer para
comprender.» Cf. I D . , De l'interprétation. Paris 1966.
Juan. El problema hermenéutico se presenta aquí en toda 8
H.-G. GADAMER, Wahrheit und Methode. Tübingen a 1965, princi-
su magnitud: la situación de entonces, con su propia com- palmente 250 s.
6
prensión de la existencia, es una «situación hermenéuti- P. TILLICH, Systcmatische Theologie, 1. Tuttgart 2 i956, entre otras
9. 15 s.; K. LÓWITH, Wisscn, Glaubcn und Skepsis. Góttingen 1956, 18 s.
ca», y sólo en ella y desde ella (no pasándola por alto, 10
La «ex-sistencialidad» (Existentialit'dt) es «la situación óntica del
o situándonos al margen de la misma) podremos compren- ente que ex-siste» (M. HEIDEGGER, El ser y el tiempo, 22), es decir, es la
manera de ser del hombre que, en su ser, vive auténticamente, vive desde su
der en la fe lo que el mensaje bíblico mismo quiere ha- propio ser: ex-sistencia. Lo «ex-sistencial» (Existential) es lo que está
cernos comprender. orientado hacia esa «ex-sistencialidad».
En cambio, «existencial» (Existentiell) es lo que tiene que ver con el
Esta interpretación católica de la evolución del dogma «hombre» (Dasein). Fijémonos, por contraste, en que «ex-sistencial» (Exis-
tential) es lo que tiene que ver con el existir auténtico del hombre o «ex-
implica de manera peculiar y específica lo que, basándose sistencia» (Existens). (N. del T.).
18 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA EL PROBLEMA HERMENÉUTICO 19

cual, a su vez, volvemos de nuevo a lo «existencial» (das bíblico, el cual, no obstante, sólo podrá dar una respuesta
Existentielle) o Dasein ( = e l hombre). El «texto» que inteligible si está dentro de un nuevo horizonte de pre-
Heidegger analiza, es por tanto el hombre, el existir hu- guntas que hace posible penetrar a través de ellas en el
mano (das menschliche Dasein), en cuanto es una com- trasfondo de lo que se dice expresamente en el texto. La
prensión de sí mismo. respuesta a una pregunta de nuestra época no podrá ser
Pues bien, en lugar de este «texto» analizado por nunca la repetición literal de un texto bíblico o confesio-
Heidegger, ha situado Bultmann el «texto de la Biblia». nal. De lo contrario, el texto que intentamos comprender,
Y le ha aplicado la «ex-sistencialidad» del «análisis exis- no sería una respuesta. Tan sólo dentro de nuestro hori-
tencial» o análisis del hombre. Todo comprender se rea- zonte de problematicidad de nuestras nuevas preguntas,
liza en un movimiento circular: la respuesta es determi- horizonte que se alcanza a través de nuestra relación vital
nada hasta cierto punto por la pregunta, la cual, a su vez, con la misma realidad que en la Biblia se expresa directa
es confirmada, ampliada o corregida por la respuesta. Y, o indirectamente (a saber, la existencia humana, con la
entonces, de esa comprensión nace una nueva pregunta, autocomprensión que en ella se da: por lo menos, en el
de suerte que el círculo hermenéutico se va desarrollando sentido fenomenológicamente restringido que Bultmann
en una espiral que nunca se acaba. A este círculo no pue- da a esa existencia), la Escritura puede darnos una res-
de sustraerse jamás el hombre, ya que jamás podrá fijar de puesta inteligible, porque sólo así da respuesta a nuestros
una vez para siempre la verdad o el contenido de la pala- problemas reales. De este modo, el sentido de un texto
bra de Dios. No hay ninguna comprensión definitiva y está relacionado efectivamente con la pregunta que se
atemporal, que no suscite ya problemas. El «círculo her- hace, y sólo en el ámbito de esa pregunta puede enten-
menéutico» encuentra, por tanto, su fundamento en la derse el texto de una manera que tenga sentido. La res-
historicidad del existir humano y, en consecuencia, de puesta (que, a pesar de todo, el mismo texto da) supera
todo comprender humano. El intérprete pertenece hasta lo que literalmente se halla en el texto. Y, no obstante,
cierto punto al objeto que trata de comprender, o sea, al el intérprete se deja guiar por el texto para corregir cons-
fenómeno histórico. Por eso, todo comprender es una tantemente sus planteamientos de preguntas y sus proyec-
forma de autocomprensión. En la comprensión creyente ciones previas con una comprensión acomodada al tiempo
del texto bíblico juega un papel hermenéutico nuestra pro- y reinterpretadora del texto mismo. En Bultmann, el
pia existencia que crece desde el pasado y está orientada círculo hermenéutico se resuelve en una rotación entre la
hacia en el presente hacia el futuro. Precisamente a partir autocomprensión (comprensión de la existencia) y la com-
de nuestra propia situación, nueva y distinta, planteamos prensión de la fe. Y de ahí se deriva toda su «interpreta-
preguntas a la Biblia y esperamos que ella nos las res- ción existencial» del Nuevo Testamento.
ponda. La comprensión de un texto se efectúa en un mo-
En oposición a lo que suele afirmarse a menudo, Bult-
vimiento circular: en toda interpretación desempeñan un
mann no pretendió que la «interpretación existencial» de
papel la vinculación a la tradición transmitida (el texto) y
la Biblia (la interpretación bíblica desde un «horizonte
las posibilidades futuras correspondientes a esta tradición.
existencial de problematicidad», es decir, tomando como
La interpretación es normada por el contenido del texto
punto de partida los problemas que atañen a mi existen-
20 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA EL PROBLEMA HERMENÉUTICO 21

cia) fuera, ni mucho menos, una previa decisión dogmática vamos en ellos ningún intento por mostrar que la verdad
que definiría qué es lo esencialmente intangible en la fe es verdad, y no solamente «autenticidad», algo que no
y qué lo mutable. Bultmann lo niega resueltamente11, podría apelar al hombre en situaciones constantemente
aunque su restringido concepto de la existencia pueda ser nuevas. Podemos preguntarnos si la orientación bultman-
calificado de hecho como una decisión previa perentoria. niana no padece tremendamente el mal que Heidegger, el
La interpretación existencial tiene carácter puramente her- más perspicaz diagnosticador del pensamiento europeo
menéutico: ¿cómo hay que entender la Biblia?, ¿cuáles son occidental, llama «olvido del ser» {Seinsvergessenheit), un
las preguntas adecuadas a la Biblia, de las que se puede punto ciego en el pensamiento que hace que se caiga, no
esperar una respuesta bíblica que tenga sentido? Según en el objetivismo, sino en pura existencialidad.
Bultmann, tales preguntas son la cuestión acerca de las
posibilidades de la existencia humana, las preguntas acer-
b) La antigua solución:
ca de la comprensión de uno mismo. Las preguntas que
núcleo y revestimiento
Bultmann hace a la Biblia están planteadas quizás — e n
muchos casos, a mi parecer, están planteadas con toda se- En toda esta problemática, se trata de la «mutabili-
guridad— sobre una base muy limitada, demasiado po- dad» e «inmutabilidad», de la inviolabilidad o indefecti-
bre existencialmente: en la Biblia se pueden entender más bilidad del mensaje cristiano, del testimonio y del dogma
cosas de las que Bultmann cree que son «comprensibles» cristianos. Parece que, expresado así, como un deslinda-
en ella. Mas, por otra parte, no debemos olvidar que ese miento entre lo que es inmutable y lo que es mutable,
«más cosas» también ha de ser entendido de manera exac- el problema es realmente insoluble. Pero, así, está plan-
tamente igual a las otras; de lo contrario, la fe —para teado equivocadamente. En el fondo se trata de la iden-
expresarnos un poco burdamente — podría convertirse en tidad de la fe dentro de la nueva interpretación de esa fe,
un aceptar-como-verdaderas una serie de tesis que contra- y no de un «momento (o elemento) inmutable de la fe»,
dicen, la legitimidad del pensamiento científico moderno como si ese elemento pudiera alguien aislarlo. La cristo-
y de la actual visión del hombre y del mundo, tesis que logía bíblica {interpretación bíblica de Jesús de Nazaret)
los creyentes consideran absurdas. y la cristología de Calcedonia (interpretación creyente de
Sin embargo, la dificultad reside en que, la mayoría la interpretación bíblica, o sea, una interpretación nueva)
de los autores que invocan el círculo hermenéutico en el dan claro testimonio de dos contextos vitales y de dos
que se realiza el comprender humano, han puesto en dis- mundos ideológicos, y, no obstante, testimonian al mismo
cusión el problema de la verdad. Acentúan con razón la tiempo la fe única e inmutable en Jesús, el Cristo, Señor
historicidad de la verdad, pero no se observa en ellos un nuestro. Nosotros mismos vivimos hoy en una época com-
intento de mostrar cómo la verdad — en esa historici- pletamente distinta. ¿Qué nos dice a nosotros la palabra
dad— es más que una afirmación históricamente condi- en la Biblia? Nos dice lo mismo, pero nos lo dice en una
cionada que cambia con los tiempos. Es decir, no obser- interpretación acomodada a nuestro tiempo.
De acuerdo con la tradición, se distingue entre el «nú-
Kerygma und Mythos, 2. Hambnrg 1952, 191, véase también 189. cleo de la declaración dogmática (el id quod) y el «revés-
22 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA EL PROBLEMA HERMENÉUTICO 23

timiento» (el modus cum quo). Lo primero hace referen- Por lo demás, el problema comienza a hacerse difícil
cia al «núcleo» inmutable, lo segundo a los «elementos» cuando la Iglesia se halla en transición, es decir, está pa-
mutables y cambiables. Otras veces yo mismo he utilizado sando de una interpretación antigua a una interpretación
también esa distinción, pero sólo lo hice —ya fuera im- nueva, y no hay todavía seguridad de que el intento de
plícitamente12 o de manera expresa 13 — en sentido re- reinterpretación sea efectivamente una verdadera com-
trospectivo. En sentido retrospectivo, esta distinción es prensión de la fe. En nuestra comprensión actual de la
justa y tiene sentido, pero nos deja por completo en la transustanciación, de la figura de Cristo, de la singularí-
estacada cuando más la necesitamos: cuando queremos sima filiación divina de Cristo en relación con el dato de
interpretar de forma acomodada a nuestro tiempo la fe la tradición acerca del «nacimiento virginal», etc., ¿cuál
auténtica. Con otras palabras, esta distinción sólo tiene es el núcleo auténtico y cuál nuestro revestimiento? Sabe-
sentido cuando para nosotros carece de importancia o sig- mos a priori que existe tal distinción, porque el elemento
nificado existencial: por ejemplo, cuando se ha dado ya socio-cultural no se puede eliminar nunca de nuestro pen-
una nueva interpretación y ha sido aceptada por toda la samiento y comprensión de la fe. Por tanto, la diferencia
comunidad eclesial, es entonces cuando podemos aplicar entre el «núcleo dogmático» y el «momento —históri-
esa distinción a la interpretación antigua. Así, por ejem- co— de revestimiento» es un dato intangible, pero...
plo, podemos considerar como un revestimiento los con- que casi no nos dice nada, un dato inútil, porque ese
ceptos aristotélicos «sustancia-accidente», cuando miramos núcleo no se nos presenta nunca como núcleo puro (ya
retrospectivamente al concepto de transustanciación de los que, entonces, no sería «núcleo»), sino que se encierra
teólogos tridentinos. En realidad, esto sólo significa que siempre en un modus cum quo histórico. Por lo demás,
los antiguos podían comprender perfectamente en esta in- una afirmación parcial nunca es completamente verdadera.
terpretación el dato real de la fe, que ese dato tenía vita- Por consiguiente, no podemos distinguir entre un núcleo
lidad para ellos, dentro de esa interpretación. Si exami- inmutable, completamente cierto, y un revestimiento mu-
namos ahora este «revestimiento» y lo dejamos al margen, table: lo absoluto está impregnando todas las interpreta-
entonces permanece un contenido que tampoco es «puro ciones relativas; lo uno no se da jamás sin lo otro. El creer
contenido de fe», sino una fiel interpretación de la fe es algo que se efectúa siempre como un comprender in-
desde nuestro Sitz im Leben. El «contenido puro de la fe» terpretativo. El momento interpretativo reside en una
radica para nosotros en esta interpretación, y no en un perspectiva noética, nunca tematizable, de la fe, en un
«núcleo atemporal». estar orientado por la realidad (de la salvación) hacia
aquella realidad que se expresa en la interpretación de
12
Dogma: Thcol. Woordenboek, I. Roermond 1952, col. 1079-1080.
la fe. Lo que se llama «núcleo» sólo es alcanzado en y
Por parte protestante, se hace — principalmente desde A. HARNACK, Lehr- mediante aproximaciones históricamente perfiladas, igual
buch der Dogmengeschichte, 1. Tübingen 4 i9og, 160— esta misma distinción.
A la concepción católica de la evolución del dogma, la menciona Harnack en que cuando se señala con el dedo hacia una determinada
otro lugar (Grundriss der Dogmengeschichte. Tübingen 1892, 2), llamándola dirección — y no hacia otra— porque en esa dirección
incluso «el más impresionante intento por dar solución» a esta problemática.
La patrística conoció ya la distinción entre el «núcleo» y la «corteza»: está la realidad buscada, que no podemos precisar de
cf. F. OVEKBEEK, Die Anfange der patristischen Literatur. 2 1954, 63. cerca.
13
La presencia de Cristo en la eucaristía. Fax, Madrid 1968, 23-29.
24 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA EL PROBLEMA HERMENÉUTICO 25

Existencialmente, la distinción clásica no significa na- no tiene nada que ver con la fe. Resulta claro que a esta
da más que lo siguiente — y esto es algo extraordinaria- distinción entre lo «dicho» y «lo que se quiere decir» debe
mente valioso—: incluso nuestras interpretaciones de la preceder una elección previa. El dilema es «existenciali-
fe, acomodadas a los tiempos, son intentos inadecuados dad» u «objetividad», siendo interpretada esta última en
por exponer con sentido y objetivamente el misterio, y sentido cartesiano o neo-kantiano como aquello de lo que
por hacerlo, de este modo, vivenciable. Sabemos de ante- el espíritu humano puede apoderarse: el dato «cósico»
mano que tales interpretaciones han de quedar superadas (dingliche Gegebenheit).
en el futuro. Porque la desmitización que nosotros apli- Como reacción completamente justificada contra esta
camos al relato bíblico se aplicará luego exactamente igual, concepción objetivista se llega de hecho, cuando uno se
y con el mismo derecho, a nuestra exposición acuñada en encuentra ante el citado dilema, a una interpretación exis-
el siglo xx. La historia continúa, y lo único que hay que tencial de la Biblia. Pero podría haberse aprendido en
preguntarse es: ¿qué es lo que da continuidad y, por tan- Heidegger —el filósofo que se halla tras la teología mo-
to, comprensibilidad a toda esa historia? derna, igual que Aristóteles, a través de la filosofía ára-
be, se halló tras toda la «teología moderna» de la edad
c) «Lo dicho» y «lo que se quiere decir» media— que este dilema previo es falso y que existe un
milagro (el hecho del ser) por el cual no sólo es todo lo
La distinción entre el núcleo dogmático y el revesti-
que es y se nos ofrece, sino aquello con lo que el hombre
miento volveremos a encontrarla en Bultmann en una
existe en la forma del pensamiento y de la intelección.
perspectiva algo distinta: la distinción entre lo «dicho»
(das Gesagte) y «lo que se quiere decir» (das Gemein- Muy típica de la hermenéutica bultmanniana es la te-
te) 14. Lo dicho debe ser medido e interpretado a partir sis de que no hay una hermenéutica teológica aislada y de
de lo que se quiere decir: de aquello que se pretende y que «la interpretación de los escritos bíblicos está some-
con lo que el intérprete se halla en relación vital directa tida a la misma condición de inteligibilidad que toda la
o indirecta. Así, en la Biblia lo «dicho» se expresa en las literatura restante» 16 . La interpretación existencial del ser
categorías de lo «cósico» (Dingliche) y de lo «accesible» humano le proporciona a Bultmann no sólo los conceptos
(Vorhandene), mientras «lo que se quiere decir» es una exactos I7 para su interpretación de la historia, del Nuevo
afirmación sobre la existencia humana. Por eso, lo «di- Testamento y de las afirmaciones teológicas y dogmáticas,
cho» en la Biblia debe ser interpretado existencialmente sino también los conceptos correctos para la predicación.
para dar cabida a una interpretación existencial de fe 15 . Entonces, si la hermenéutica es en teología un problema
Lo que no puede ser explicado existencialmente desapa- científico18, tiene sentido preguntarse cuál es la «recta fi-
rece; corresponde al «revestimiento», lo que significa que
16
Glauben und Verstehen I I , 231; I, 133. Los principios fundamentales
14 de su hermenéutica, los formuló Bultmann ex profeso en el año 1950.
Entre otras obras, véanse: Das Problem eincr theologischen Exegese
des Neuen Testaments, 340, y Glauben und Verstehen I I . Tübingen 8 l g 6 i , Su trabajo se ha recogido con el título de Das Problem der Hermeneutik en
211-235; I I I , 196°. 142-150; véase también: E. F U C H S : ZThK 58 (1961) 256. Glauben und Vestehen I I , 211-235.
15 17
Entre otras obras, véanse: Glauben und Verstehen I I I , 107-121; Jesús Kerygma und Mythos, I I . Hamburg 1962, 189. Resumen en Jesús
Chrisíus und die Mythologie. Hamburg 1964, 50-6S; Zum Problem der Christus und die Mythologie, 63-68.
w
Entmythologisierung: Kerygma und Mythos V I / i . Hamburg 1963, 20-27. Kerygma und Mythos I I , 188.
26 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA EL PROBLEMA HERMENÉUTICO 27

losofía»I9. Bultmann la encontró en el joven Heidegger, de la existencia humana pertenece a la filosofía, mientras
al menos en el sentido de que halla en ella los existentia- que la interpretación auténticamente existencial pertenece
lia del ser humano como estructuras formales de la exis- por el contrario a la fe y a la predicación22. Por tanto, la
tencia 20. decisión existencial de fe no presupone conocimientos filo-
Contra la opinión de Heidegger (sobre todo en su pe- sóficos, mientras que la interpretación ex-sistencial es fun-
ríodo posterior), Bultmann concluye — e n este punto es damental para comprender la Biblia. El criterio para una
ya posible una primera crítica a la interpretación existen- auténtica interpretación del kerygma se halla, pues, según
cial de Bultmann 21 — que la interpretación ex-sistencial Bultmann, en el hombre mismo: en su autocomprensíón
actual como comprensión previa. Con otras palabras: el
18
20
0. c, 192; cf. también: Jesús Christus und die Mythologie, 63* principio hermenéutico no reside en la fe sino en la com-
O. c, 192.
21
No sólo en el caso de BULTMANH, que enlaza aquí con el «primer» prensión humana previa, que se sitúa sin embargo bajo la
Heidegger de El ser y el tiempo, sino también en los casos de E. FUCHS autoridad de la palabra de Dios. La revelación cristiana
(Hermeneutik y Zur Frage nach dem histarischen Jesús. Tübingeíi 1960)
y G. EBELING (especialmente: Theologie und Verkündigung: Hermeneutische descubre, pues, el «que» (dass) de los contenidos humanos
Untersuchungen zur Theologie, 1. Tübingen 1963, y ¡Vort Gottes und Tra- previamente dados. Afirma que, de entre las muchas posi-
dition. Góttingen 1964), los cuales enlazan con el «Heidegger posterior»
(véase: The Later Heidegger and Theology: New Frontiers in The&logy 1, bilidades de existencia, sólo nos fue y será predicada en
obra publicada bajo la dirección de J. M. ROBINSON y J. B. COBB. New York
^9^3* y The New Hermcneutic: New Frontiers in Theology 2. New York Cristo ésta y no otra 23 . La revelación es «alocución»
1964), no puedo sustraerme a la impresión de que el filósofo (en este caso, (Anrede); puro «acontecimiento» (Ereignis) que se rea-
Heidegger) no se reconocería a sí mismo en esta utilización teológica de su
primera ñlosoíía y de la filosotía posterior que él desarrolló a partir de aquella fea en el creyente. Partiendo de esta concepción se levan-
otra primera. Contrariamente a su propia temática, pero evidentemente desde tan aquí y allá voces que afirman que una facultad teoló-
su fe (que, en concreto, es una fe cristiana-protestante), estos teólogos pro-
testantes han «formalizado» la autocomprensíón del filósofo, y de este modo gica aislada es algo obsurdo. La teología debería ser una
han neutralizado su contenido y lo han desligado del verdadero horizonte
de la problemática filosófica de Heidegger: tanto la idea de «existencia» parte de la facultad de filosofía, puesto que en su inter-
(Htiltmann) como la idea de «ser» (el expresar la realidad: Fuchs y Ebelíng) pretación de la fe no conoce más normas científicas que
han quedado formalizadas, para que (¿o quizás con el resultado de que?)
pueda mostrarse que su contenido (en el sentido de: lo existencial) se da las de la interpretación de textos en general (en su apli-
únicamente por medio de la revelación cristiana. cación a la Biblia, los escritos confesionales, etc.)
Estas filósofos han pretendido, sobre todo, ser auténticos cristianos. Pero
de este modo se sustraen a la problemática propiamente tal que reside en la Nuevos estudios científicos, como los ya citados de
tensión entre la comprensión humana de sí mismo y la comprensión de la fe.
Y lo hacen en virtud de la interpretación protestante del principio cristiano H.-G. Gadamer, P. Ricoeur y la escuela de H. Diem
universal de sola gratia. Entonces, reemplazan esa tensión por una proble-
mática más bien inocua: la filosofía proporciona las estructuras formales y esencialista. Heidegger mismo nos ha puesto en guardia repetidas veces
neutras de la existencia y del ser, la fe proporciona las decisiones existen- contra un «abuso cristiano» de su filosofía (véase también: Ueber den
ciales acerca del contenido. La fe se convierte de este modo en la superación Humanismus. Frankfurt/M 1947; originalmente: Platons Lehre van der
de toda metafísica, aun cuando ésta sea de base existencial. La crisis actual Wahrheit. Bern 1947. principalmente 21 y 35). Pero ¡no existe también una
de la fe es esencialmente una crisis de la metafísica. Así lo dice acertada- metafísica no-esencialista ?
mente H. M. KTJITERT (De realiteit van het geloof. Over de anti-metafysische 22
La diferencia entre «existencial» (existentiell) y «ex-sistencial»
tendens in de huidige theologische ontwikkeling. Kampen 1966). Pero el (existeritial) se remonta a Heidegger. La comprensión «existencial» de sí
mencionado autor asiente, sin más, a él, lo cual evidentemente hace sentir mismo señala hacia el encuentro personal y decisivo de cada uno con la rea-
sus consecuencias en el problema protestante de cómo hay que enjuiciar la lidad. La comprensión «ex-sistencial» de sí mismo señala hacia el análisis
doctrina barthiana del «positivismo de la revelación». Podemos preguntarnos descriptivo del hombre, del «existir humano» como tal: cf. El ser y el tiem-
si la reforma protestante no conduce lógicamente a un desarraigo de toda po, 14 s.
metafísica, mientras que una concepción tradicionalmente católica acerca de 28
Entre otras obras: Glauben und Verstehen I, 161, 264 y 157 s.;
la revelación parece que corre el riesgo de enterrarse en una metafísica Kerygma und Mythos VI, I, 24-26; Kerygma und Mythos I I , 191 y passim.
28 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA EL PROBLEMA HERMENÉUTICO 29

—junto a Diem 24 especialmente Lothar Steiger 25 — han der tampoco existe la fe. P. Ricoeur, especialmente, ha
mostrado, por una parte, que la teología no posee un len- mostrado en un profundo análisis que la «verdad» no se
guaje propio sino que habla la lengua de todo hombre de puede exponer de forma pura, sino que siempre se halla
este mundo. Por eso se halla bajo las reglas de la intelec- en correlación con el modelo de vida aceptado o con el
ción humana general, de forma que no existe una «herme- modelo científico26. Por eso existen tantas objetividades
néutica teológica» aislada: cuando se trata de entender y niveles de verdad cuantos modelos científicos de lectura.
científicamente la sagrada Escritura la hermenéutica es El concepto de verdad es pluridimensional. Si se reduce
«neutral» en relación con la fe, ya que el presupuesto el modelo de lectura teológico a una «interpretación ex-
específico de este entender es la pregunta por nosotros sistencial» (tal como ocurre según Bultmann en el «aná-
mismos. Por otra parte, dichos estudios mostraron que lisis ex-sistencial del Dasein» en Heidegger y que Bult-
esta pregunta se revela como la pregunta que Dios nos mann «formalizó» en categorías ex-sistenciales fundamen-
dirige y que la teología, a causa de su objeto especial, tiene tales, demasiado neutras, abiertas a todas partes), se corre
una relación propia e irreducible con esta comprensibili- el peligro de estrechar el modelo de lectura específico de
dad general. Por eso, no constituye ningún caso especial la comprensión de la fe. Bultmann se sustrae a este peligro,
en el ámbito de la «especie» universal, pero tampoco es porque como fiel cristiano que es y quiere ser no aplica
un «caso milagroso» aislado sin relaciones de ninguna cla- consecuentemente su propio programa de interpretación.
se con la comprensibilidad humana general. Dicho de otra Su fe cristiana le impide, al menos en algunos casos, sacar
forma: la teología habla de forma inteligible para todos consecuencias no cristianas de su propia teología.
los hombres (cae bajo los principios hermenéuticos univer-
sales de todo entender), pero sin deducir su inteligibilidad
de estos principios generales.
2. El problema para la fe católica
En esto radica la «diferencia hermenéutica de la teolo-
gía» y con esto se suscita la pregunta por las condiciones También el teólogo católico experimenta la Biblia, las
de posibilidad del entender teológico. En la aplicación teo- declaraciones del magisterio, etc., como un problema her-
lógica de la hermenéutica existe también un problema menéutico. Pero quizás viva con más intensidad aún lo
dogmático. La dogmática, la fe, no cae exclusivamente inverso: el problema hermenéutico como cuestión dogmá-
bajo la hermenéutica general. Aunque no se identifican, tica. En la praxis católica de la «evolución de los dogmas»
hermenéutica y dogmática están indisolublemente unidas. hay almacenada una gran cantidad de material herme-
Sin fe no existe una comprensión de la fe, pero sin enten- néutico; sin embargo, el teólogo católico casi nunca ha
puesto a luz ni ha formulado el contenido de este depó-
" H. DIEM, Dogmatik. Ihr Weg zwischen Historismus und Existen-
tialismus. München 1955; Der irdische Jesús und der Christus des Glaubens. 88
Existence et herméneutique; en este libro, Ricoeur hace a Heidegger,
München 1957, Sammlung Gemeinverstándlicher Vortráge, n. 215. y con razón, el reproche de haber tirado por «un camino demasiado corto»:
25
L. STEIGER, Die Hermeneutik ais dogmatisches Problem. Gütersloh tan sólo tomando como punto de partida las hermenéuticas aplicadas de las
1961. Puede consultarse también, aunque es menos convincente y tiene menor diversas ciencias, se puede emprender la reflexión crítico-filosófica de las
comprensión para el «bultmannismo»: K. SCHWARZWÁLLER, Theologie oder condiciones de posibilidad del comprender. Véase también: Histoire et vérité*
Phonomenologie t München 1966. París 1955.
30 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA EL PROBLEMA HERMENÉUTICO 31

sito de armas lleno de material hermenéutico existente en las distinciones indicadas por el Vaticano i) es necesario
su propia Iglesia. En parte, este proceso fue impedido por saber qué se me dice en ellas realmente (aunque se trate
una interpretación algo perezosa de un canon tridentino. de algo infalible). ¿De qué se habla exactamente y a qué
Porque, según se pensaba, el concilio había asentado para podemos y debemos depositar con toda confianza nuestra
los católicos el principio hermenéutico del modo siguien- obediencia de fe?
te: «Ecclesia, cuius est judicare de vero sensu et interpre- El hecho es que se han debido escribir amplios co-
tatlone Scripturarum sanctarum»27. Pero con esto no se mentarios para saber lo que opinaba el tridentino, y una
dice de ninguna forma que el ministerio apostólico sea el serie de artículos para encontrar en qué puntos el magis-
principio hermenéutico, sino que este ministerio pronun- terio apostólico de la Iglesia vincula a los fieles a la pala-
cia su juicio sobre nuestra hermeneia o interpretación de bra de Dios. Porque el mismo intérprete se encuentra en
la fe y de la Biblia. La relación entre el «recuerdo» susci- la historia. Nuestros modelos de lectura, nuestros proble-
tado por el Espíritu Santo (que dirige a la Iglesia en su mas, son distintos de los que respondió por ejemplo el
confesión unánime de la fe), la fe de toda la comunidad concilio iv de Letrán con sus afirmaciones sobre los án-
eclesial y las declaraciones del magisterio apostólico (que geles y los demonios, o el tridentino con sus declaraciones
actúa como diaconía y es al mismo tiempo exponente sobre el pecado original y la eucaristía. Y la respuesta
auténtico, determinante, de la fe de toda la Iglesia) cons- a las preguntas planteadas en los siglos x m o xvi (con
tituye sin duda un dato que el católico ha de tener en otras palabras, la repetición literal de definiciones inequí-
cuenta en su hermenéutica como problema dogmático. vocamente dogmáticas, como las del tridentino) no res-
Pero sería ridículo creer que con esto ya se ha resuelto ponde a mis problemas actuales, en los que necesita llegar
el problema hermenéutico. Al contrario, ahora es cuando a una comprensión en la fe. Si la respuesta del tridentino
se plantea en realidad por vez primera. Por lo demás, esto no es respuesta a mis preguntas actuales, no he entendido
tiene un valor universal: el autor de un texto histórico lo que el concilio de Trento quiere decir y no vivo en
puede ser completamente digno de crédito y merecer toda auténtica obediencia de fe. Quien afirma, como hacen mu-
nuestra confianza, pero lo que él me dice necesita ser en- chos, que el tridentino, por haber formulado un dogma,
tendido interpretativamente. Un texto es un documento, responde a priori con lo expresamente «dicho» (das Ge-
cuyo verdadero sentido se entiende únicamente sobrepa- sagte) a mis problemas de hoy, desconoce radicalmente la
sando su sentido literal, ya que ese texto nos habla acerca historicidad de mi existencia, de mi problemática y de
de algo, acerca de un «asunto» que también nosotros in- todo mi conocer.
tentamos comprender, y al que hacemos preguntas. Esto La auténtica ortodoxia raras veces se encuentra en
es igualmente válido para los textos conciliares y otras aquellos que repiten de modo literal las antiguas afirma-
declaraciones del magisterio, aun cuando el creyente depo- ciones, con el Denzinger en la mano como prueba feha-
site toda confianza en tales afirmaciones. Aunque las decla- ciente. Por suerte, su fe cristiana supera a la inautentici-
raciones del magisterio sean infalibles en ciertos casos (con dad de su ortodoxia temática. Un teólogo de hoy puede
sentirse seguro como creyente y vacilante como teólogo;
"' » no? (786).
así testimonia su reverencia ante el misterio. Muchas ve-
32 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA
PRINCIPIOS HERMENÉUTICOS 33
ees podríamos preguntarnos si la seguridad de muchos fundo de este tema, quisiera referirme a un aspecto del
teólogos no encubre una fe vacilante. problema que me parece fundamental: la dimensión histó-
rica de nuestra existencia creyente, que constituye la raíz
de toda hermenéutica. Dentro de esta hermenéutica de la
II historia desearía centrar toda la atención en una sola fa-
ceta: la importancia hermenéutica que tiene la distancia
ALGUNOS PRINCIPIOS HERMENÉUTICOS
temporal para lo que podríamos llamar «interhumanidad
histórica» (en oposición a un encuentro inmediato con un
Hoy día se plantea por todas partes la pregunta: ¿en hombre, pero dentro del modelo noético equiesencial del
qué somos libres y en qué estamos obligados? ¿O hay que «encuentro interhumano»): nuestro encuentro con el tes-
considerar que nuestra libertad como parcialmente retro- tigo humano de la fe, que hallamos en la Escritura, en
activa, puede captar el pasado para entenderlo en una nue- toda la tradición de fe, en los textos conciliares, etc.
va interpretación? ¿Se da juntamente en esta libertad la ¿Qué importancia hermenéutica tiene la distancia tempo-
obligación? ral para la comprensión de lo allí expresado, en cuanto
El problema hermenéutico —que es desde antiguo comunicación que se nos dirige a nosotros, hombres del
el problema de tender un puente de unión entre el texto siglo xx? De aquí se deducirá por qué la ortodoxia viva
y el lector— se ha acentuado en nuestros días. De hecho sólo puede darse en una comprensión de la fe que la in-
está en juego la identidad de fe y el problema sobre las terpreta de nuevo y la acomoda a los tiempos, permane-
relaciones entre la Escritura y la predicación eclesiástica ciendo fiel a la interpretación bíblica de la misma. Ya que
actual. ¿Podemos y nos está permitido repetir literalmen- nunca podemos prescindir de la interpretación de una
te lo «antiguo» —la Biblia, la tradición de fe con las de- interpretación ya dada, originariamente bíblica, que sólo
claraciones magisteriales de ayer y de hoy contenidas en entendemos en su autenticidad cuando la interpretamos
ellas— para no ser infieles al mensaje? ¿O no es acaso de nuevo. En este contexto deseo tratar tres aspectos de
tal repetición literal una infidelidad, mientras la fidelidad la «hermenéutica de la historia».
consiste, por la esencia misma de la historicidad, en la
evolución del dogma, es decir, en una traducción interpre-
tadora, acomodada a los tiempos, del antiguo depósito de
la fe? Y si esto es así, ¿cómo puede realizarse sin trai- 1. El pasado a la luz del presente
cionar al evangelio y a la Iglesia que vive de él? ¿Cuáles
son entonces los principios hermenéuticos de esta inter- La objetividad específica, propia de la interpretación
pretación traductora o de esta nueva interpretación? de la historia, está condicionada por la distancia temporal
En el pequeño espacio de este breve artículo, y por entre el pasado y el presente M . Pero esta distancia no es
tanto «audaz», queda excluido el tratar, ni siquiera de pa- 28
Sobre la peculiar objetividad y el peculiar sentido de la historio-
sada, los diversos aspectos de la actual problemática her- grrafía, véase principalmente: P. RICOEUR, Histoire et vérité. Véase, además:
H. MAEROU, De la connaissance historique. Paris *I954 (obra alabada espe-
menéutica. Pero como preparación a un estudio más pro- cialmente por Ricoeur, y reconocida en parte, pero también criticada violenta-
mente, por R. Bultmann, por lo menos en la edición alenfena de una versión
34 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA
PRINCIPIOS HERMENÉUTICOS 35
un espacio vacío, sino un suceso que pertenece igualmente
sea entender, por ejemplo, un canon tridentino o un texto
a nuestro pasado: la distancia queda llena por la continui-
neotestamentario debe sumergirse en el pasado y conver-
dad de la tradición. El presente, a partir del cual pregun-
tir en centro de su investigación a unos hombres que le
tamos al pasado (por ejemplo, a la sagrada Escritura, al son extraños y un período pasado. No debemos enten-
tridentino) también se halla condicionado por el pasado der esto en sentido romántico, igual que Schleiermacher,
que se extiende entre la sagrada Escritura o el tridentino como si pudiésemos introducirnos en la vida anímica de
y el día de hoy. A partir de este presente, la interpreta- los padres tridentinos o de san Pablo y «reconstruir» así
ción de la historia da nombre y sentido al pasado que hay el pasado; el pasado, en cuanto facticidad, es irrepetible
que entender, nombre y sentido que no podía poseer cuan- e irreconstruible. Lo que sí podemos conseguir con todos
do aún era «presente». Es conocido el ejemplo clásico: un nuestros esfuerzos actuales es apropiarnos las perspectivas
período de tiempo que cuando era hoy vivo no podía ser a partir de las cuales el autor primitivo configuró su vi-
llamado «edad media», es denominado así por nosotros a sión. El lector o intérprete nunca lee lo que está literal-
causa de la distancia temporal que nos separa de él. Esta mente escrito; siempre interpreta incluso al leer una vul-
denominación está fundada sin duda en el período mismo, gar novela. Pero debe ser justo con lo que el otro dice:
pero sólo es llamado «edad media» cuando lo interpreta- debe situarse bajo la autoridad del texto.
mos de nuevo desde nuestro presente. Lo mismo es visto Esto es tan válido para la interpretación de la litera-
de otra forma en otros tiempos. El «hoy» pasado (por tura profana, por ejemplo Platón o Aristóteles, como para
ejemplo, el tridentino) cuando era hoy vivo tenía tam- la interpretación de la Biblia. El sentido del texto es la
bién un pasado (los recuerdos de los hombres de entonces, norma de todo entender. Pero este «dejarse-guiar-por-el-
su afincamiento en una tradición) y un futuro (el futuro texto» presupone en el intérprete una actitud y unas ideas
de entonces, formado de esperas, visiones del futuro, te- que están condicionadas por el presente en que vive (y
mores, ignorancias, etc.). Pero visto desde nuestro presen- este presente se halla condicionado, a su vez, por un pa-
te, con nuestro pasado más amplio en comparación con el sado más amplio en comparación con el del tridentino o
de Trento, el pasado «hoy de entonces» aparece con nueva el del texto bíblico). El intérprete no puede poner esta
luz con su propio pasado y futuro. Porque el futuro de realidad —la distancia temporal — entre paréntesis. Tam-
aquel pasado se nos ha convertido parcialmente en pa- poco lo necesita; incluso le está prohibido, porque en-
sado. Por eso podemos esclarecer de otra forma el sentido tonces sería imposible una comprensión real del texto en
especial de aquel pasado (tridentino) a partir del presente. su dimensión futura. Sin un lenguaje de hoy no se puede
Esto constituye un serio problema. Porque quien de- entender el pasado en su peculiaridad y diversidad.
Por tanto, no insisto en que sea necesaria una com-
prensión previa, ya que esto es un presupuesto de todo
publicada anteriormente en inglés, y que se titula: Geschichte und Eschato-
logie. Tübingen 1958); R. ARON, Dimensions de la conscience historique.
entender; pero sí afirmo que para un entender científica-
París 1961; P. THÉVANAZ, L'homme et l'histoire. Paris s/a; H.-G. GADAMER; mente fundamentado es indispensable la concienciación
L. FEBVRE, Combats pour l'histoire. Paris 1953; E. BETTI, Teoría generóle
della interpretazione, 2 vol. Milano 1955; P. A. SOEOKIN, Social and cultural refleja de la comprensión previa (que de hecho siempre
Dynamics, 4 vol. New York 1937-1941; E. CASTEI.LT, Les présnpposés d'une juega un papel). Así, por ejemplo, apenas es posible en-
théologie de l'histoire. Paris 1952.
36 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA PRINCIPIOS HERMENÉUTICOS 37

tender la especial situación religiosa y la sensibilidad del una condición previa positiva que hace posible entender
siglo xvn en Francia sin tener en cuenta su futuro, que el pasado en cuanto pasado. Ésta es la causa — y ya por
se hizo realidad en el xvni; la reacción expresada por la razones hermenéuticas — de por qué la sagrada Escritura,
Ilustración francesa dio a conocer por vez primera la pe- que en cuanto texto transmitido posee una dimensión fu-
culiaridad del siglo xvil, igual que nosotros sólo entende- tura propia, no puede ser entendida si se descuida la tra-
mos la «rica» vida romano-católica de los años treinta en dición de fe que ha brotado de ella. El biblicismo es con-
Holanda a partir de la inseguridad de los últimos diez denado por la historicidad de nuestra existencia y de nues-
años. La distancia temporal, que antes era considerada tro entender. La objetividad histórica es la verdad del pa-
como un obstáculo para una interpretación objetiva del sado a la luz del presente y no una reconstrucción del
texto y para la explicación de la historia, es vista hoy más pasado en su facticidad irrepetible. Una repetición literal
bien como presupuesto ontológico de su posibilidad. Crí- de las antiguas fórmulas de fe significa un desconocimien-
ticos como P. Ricoeur, R. Aron, H. Marrou y H.-G. Ga- to de la historicidad de nuestra esencia humana y, consi-
damer están de acuerdo en esto, y M. Heidegger ha re- guientemente, un peligro mortal para la auténtica orto-
velado las estructuras ontológicas previas de esta visión doxia bíblica.
histórica. Nadie puede liberarse del espíritu de la época en que
Precisamente la distancia temporal, el interim que se vive y de los problemas vitales que brotan de él. Desde
desarrolla por ejemplo entre el concilio de Trento y nues- esta perspectiva se interroga al pasado. Por consiguiente,
tra época, deja conocer todo el problema hermenéutico; toda época escribe de nuevo la historia y ve el mismo pa-
incluso podemos decir que en esto consiste dicho proble- sado, aunque de forma diversa. Con esto se conoce no sólo
ma. ¿Cómo un ser que está implicado en la historia puede lo específico del período investigado e interpretado sino
entender la historia de modo histórico? Ricoeur ha for- también el período en el que la historia es escrita y expli-
mulado el problema con más dureza que nadie del modo cada. El historicismo o positivismo ve en esto un defecto,
siguiente: ¿cómo puede la vida humana, mientras se ex- una contraindicación en relación con la objetividad de tal
presa a sí misma, objetivarse a sí misma, por ejemplo, en explicación de la historia, y por eso quiere hacer hablar a
un texto? Más aún: ¿cómo hacer brotar la vida humana, los textos mismos, sin esclarecerlos desde el presente. Con
al objetivarse de este modo, una serie de contenidos y razón declara Gadamer (y también Marrou) frente a tal
significados que posteriormente pueden ser recogidos y en- positivismo utópico: si se trata realmente de un defecto,
tendidos por otro ser histórico y en una situación histó- resulta necesario reflexionar sobre este hecho inevitable,
rica diferente? 29 La hermenéutica nos muestra lo que nos porque podría contenerse en él una referencia a un prin-
ocupa enseñándonos a captar el sentido del mensaje que cipio estructural31.
viene a nosotros a través de lo dicho por los hombres del No se puede partir de un ideal abstracto de verdad.
pasado30. Como ya hemos visto, la distancia temporal no Como ya hemos visto, los conceptos de objetividad y de
es algo de lo que debamos prescindir sino, al contrario, verdad no se pueden obtener aisladamente, sino que deben
Existence et herméneutique, 34.
31
M. HEIDEGGER, Unterwegs zur Sprache. PfulHngen 1959, 95-9S. H.-G. GADAMER, Wahrheit und Methode, 483-484.
38 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA PRINCIPIOS HERMENÉUTICOS 39

ser considerados siempre en correlación con el modelo sado y tendiendo hacia el futuro, no significa que haya
científico al que pertenecen y con el modelo de lectura al que eliminar por sistema estos presupuestos, sino que de-
que han sido acomodados. Por eso es necesario, partiendo bemos ser conscientes de que marchamos hacia el texto
de la quaestio facti (de la subjetividad realmente dada de partiendo de una intelección previa y de que, al hacer
la explicación de la historia) investigar la posibilidad esto, debemos confrontar el contenido del texto con nues-
trascendental de la historia; con otras palabras, investig ar tra propia intelección previa. El proceso de comprensión
en «principios generales»32 qué significa el que en toda se realiza precisamente en la posible corrección de la pre-
interpretación de textos intervengan siempre de hecho Ja intelección. En la comprensión de la fe, que se halla bajo
situación históricamente condicionada del lector y su Sitz la palabra de Dios, esta corrección de la preintelección
im Leben. Por tanto, lo necesario no es proyectar de for- tiene un carácter muy peculiar, pero sigue en sus estruc-
ma abstracta y a priori el ideal de una interpretación del turas formales el modelo hermenéutico general. Precisa-
pasado, fundamentada científicamente, sino investigar có- mente los presupuestos no concienciados, pero existentes,
mo es posible de hecho una comprensión del pasado. son los que nos vuelven ciegos y nos impiden una exacta
Todos están de acuerdo en esto: quien quiere com- comprensión, por ejemplo, de un texto tridentino. El pre-
prender un texto debe estar dispuesto a situarse bajo la juicio no tiene primariamente un sentido negativo; su
autoridad del mismo y no puede modelarlo a su capricho. contenido lo hace aparecer como un momento estructural
La interpretación de textos no puede convertirse en in- indispensable de todo entender33.
-égesis. El texto condiciona al entender y constituye su Por tanto, es de importancia fundamental para la her-
norma. Esto se basa en principios hermenéuticos univer- menéutica la idea de que el hombre, a causa de su histo-
sales, no en la «inspiración» bíblica, y es válido para todo ricidad, se encuentra esencialmente en una tradición y de
texto: de la literatura profana, de la sagrada Escritura o que su libertad se halla limitada, entre otras cosas, por la
de documentos conciliares. Un pensador educado herme- facticidad del pasado. Pero su comprensión del pasado,
néuticamente debe permanecer abierto a priori a la posibi- iluminándolo a partir del presente, no es por ello menos
lidad de que el texto no responda a sus propias concep- creadora. El hallarse inmerso en una tradición, reacti-
ciones, deseos y esperanzas. Lo temáticamente nuevo de vándola, constituye la esencia del hombre 34 y sólo exis-
la hermenéutica actual radica en la visión de que esta te una tradición viva si lo ya expresado se interpreta de
apertura no se consigue con una actitud neutral ante el nuevo a la luz del presente y con una orientación hacia
propio contexto vital, colocándolo por así decir entre pa- el futuro. Pero permanece el problema de saber qué pre-
réntesis sino, al contrario, iluminándolo de forma cons- juicios son legítimos y cuáles ilegítimos en este esclareci-
ciente con las fuentes de su propia época. La exclusión de
nuestros prejuicios e ideas apriorísticas (es decir, de los 33
El sentido de la tradición y de los «pre-juicios» (o juicios previos)
juicios en primera instancia), que todos poseemos por ha- fueron devaluados, según opinión de Gadamer, e interpretados desfavorable-
llarnos en una historia y vivir en el presente desde el pa- mente por los filósofos de la Ilustración. Cf. H.-G. GADAMER, O. C, 225 s.
31
G. MARCEL, Le décliri de la sagesse. París 1954, 43 s.; véase, tam-
bién: E. HUSSERL, Die Frage nach dem Ursprung der Geometrie ais inten-
tional-historisches Problem: Revue Internat. de Philosophie 1 (1939) 203-
32
O. c, 484. 226, principalmente 207, 212 y 220.
40 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA PRINCIPIOS HERMENÉUTICOS 41

miento del presente. Pero este problema no puede deci- cerla completamente traslúcida con su pensamiento. Por
dirlo el intérprete por sí mismo. Encuentra la solución en consiguiente, antes de poder llegar a la comprensión de un
el mismo proceso de entender, en el diálogo con el otro texto transmitido debemos ser conscientes, ante todo, de
(aquí, el texto). Gracias a la distancia temporal, por ejem- esta situación hermenéutica; sólo así alcanzamos el ver-
plo entre el concilio de Trento y nuestros días, podemos dadero horizonte de la pregunta dentro del cual espera-
entender el tridentino desde nuestro presente y también mos una respuesta de la tradición. Naturalmente, el autor
podemos, basándonos en esta distancia repleta por la con- del texto transmitido tenía su propio horizonte de pre-
tinuidad de la tradición, distinguir en nuestra compren- guntas. Pero esto no significa que la comprensión histó-
sión previa entre los pre-juicios legítimos y los ilegítimos. rica implique un cambio de lugar desde el propio hori-
Precisamente al discernir esos pre-juicios es como se con- zonte al del autor, como consideraba posible el historicis-
sigue entender el concilio y como logramos situarnos, a mo. No se dan dos horizontes cerrados: el del autor y el
la luz del presente, bajo la autoridad del texto tridentino. nuestro.
Tratar de entender fuera de una tradición es humanamen- A partir de nuestro horizonte nos entendemos a nos-
te inimaginable, porque esta tradición es el fundamento otros mismos y entendemos a los otros hombres pasados
de posibilidad, la estructura ontológica previa, de todo en- o presentes. La verdad sólo puede manifestarse en el ám-
tender humano. En virtud de la esencia de nuestro ser hu- bito de la intersubjetividad humana. Por eso el lenguaje
mano entender significa, en el plano de las ciencias del es esencial dondequiera que se pretenda que la realidad se
espíritu, entender una tradición interpretándola de nue- esclarezca de verdad. La aceptación de la verdad se veri-
vo: una comprensión que se realiza en una nueva inter- fica en el diálogo con los hombres del presente y del pa-
pretación. sado. Por eso no puede ser suprimida la distancia entre
Situarnos bajo la autoridad del concilio tridentino sig- el pasado y el presente. La hermenéutica exige que pro-
nifica, pues, proponer una pregunta al texto y esperar de yectemos un horizonte histórico que se diferencie del
él una respuesta. En la pregunta se expresa que nos abri- horizonte presente, para que, en la fusión de los dos
mos a ciertas posibilidades y permanecemos abiertos a horizontes (ya que la historicidad es un todo poderoso
ellas. No significa que convirtamos nuestra preintelección captado en su devenir), nos hagamos conscientes de la di-
en una tabula rasa, dejando al otro nuestro puesto en versidad del otro en cuanto otro. Esto significa entender
nuestra conciencia. Significa, más bien, que, conscientes el pasado35. La proyección del horizonte histórico sólo es,
de nuestra propia historicidad, marchamos desde el pre- pues, una fase en el proceso de entender y es reasumida
sente hacia el texto transmitido y así, reflexionando sobre por el propio horizonte de comprensión del presente. Sólo
nuestra propia historicidad, leemos el texto. así es explicable toda la interpretación «histórico-tradicio-
De aquí debemos sacar la siguiente conclusión, muy nal» de la sagrada Escritura. Los estratos nuevos de la
importante: para todo entender, el presente (la experien- tradición se sedimentaron sobre los más antiguos, con lo
cia actual de la existencia) representa una situación her- que lo más antiguo fue interpretado de nuevo a partir del
menéutica. El intérprete queda sumergido en esta situa-
ción, y hasta tal punto que nunca puede penetrarla o ha- 35
H.-G. GADAMEE, O. C, 289-290.
42 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA PRINCIPIOS HERMENÉUTICOS 43

propio presente. Nosotros sólo poseemos la redacción nente que ya no puede quedar superada. Por eso dicho
final. kerygma desempeña el papel de norma permanente para
La importancia del presente como situación herme- toda interpretación creyente, acomodada a los tiempos,
néutica es fácilmente reconocible, por ejemplo, por la di- de la Biblia: la identidad de fe ha de quedar salvaguar-
versidad en la interpretación veterotestamentaria y cris- dada dentro de la nueva interpretación cristiana.
tiana de los mismos textos del Antiguo Testamento. En El resultado del análisis anterior es muy importante.
ambos casos el Antiguo Testamento es sin duda el libro La comprensión de un texto transmitido sólo se efectúa
sagrado, pero los cristianos parten de una nueva situación en su aplicación al presente, no en una especie de inter-
hermenéutica (del kerygma escatológico del cristianismo) pretación «en-sí» o en una reconstrucción o represencia-
para llegar a una nueva lectura e interpretación. La situa- lización histórica. Por tanto, entender la Biblia a la luz
ción hermenéutica del Nuevo Testamento es, pues, diver- de la fe es distinto de lo que se llama exégesis. (Todavía
sa de la que tomaría como fundamento un judío o un exe- no veo completamente clara la diferencia entre comenta-
geta del Antiguo Testamento. De aquí se deduce una di- rio bíblico y comprensión teológica). Cuando se quiere
ferencia entre la comprensión veterotestamentaria y neo- que una antigua verdad permanezca de acuerdo con su
testamentaria de los mismos libros del antiguo testamen- intención originaria debe ser formulada a partir del pre-
to. Porque los escritos neotestamentarios son en gran sente e interpretada de manera distinta. En el logion de
parte pura consecuencia de una «relectura» cristiana del Jesús: «el hombre no puede separar lo que Dios ha uni-
Antiguo Testamento hecha desde la nueva situación her- do», dice Mt 19,1-9 que el hombre no puede separarse,
menéutica: el encuentro con el Señor Jesús. por consiguiente, de su mujer. En el ámbito oriental o
También dentro del Nuevo Testamento se efectúa co- judío le era imposible a una mujer tomar la iniciativa del
mo proceso teológico una comprensión reinterpretadora divorcio. Sin embargo la situación era distinta en el am-
de las interpretaciones cristianas originarias, porque el Sitz biente greco-romano: según las costumbres helenísticas,
im Leben de la Iglesia primitiva se desplaza progresiva- la iniciativa podía partir también de la mujer. Y así, para
mente. Es característico para la importancia de cada con- conservar puro el sentido de este logion, esta verdad fue
texto vital como situación hermenéutica la diferencia que «elaborada», actualizada, cuando llegó al nuevo ambiente.
aparece entre la traducción griega, los LXX y los textos La expresión de Jesús, entonces, fue: ni el hombre ni la
hebreos más antiguos. Tenemos aquí en dos textos diver- mujer pueden divorciarse (Me 10,10-12). En la nueva
sos, lo que en la «historia de las tradiciones» sinópticas situación, la repetición literal de la antigua fórmula habría
sólo puede exponerse mediante la comparación y el aná- constituido una flagrante mentira, ya que entonces — con-
lisis de los tres evangelios sinópticos: logia antiguos, nor- tra el sentido profundo de la frase— se habría podido
mativos, diálogos y textos son interpretados en un nuevo considerar legítima la iniciativa de divorcio que partiese
Sitz im Leben y a partir de él. Es un hecho hermenéutico de la mujer. Sólo en esta aplicación, con otras palabras,
común, umversalmente humano, que se realiza en la vida en esta reinterpretación, quedó claro que los cristianos
de la Iglesia. Sin embargo, el kerygma escatológico de habían entendido rectamente la «antigua verdad». Del
Cristo representa para el cristiano una situación perma- mismo modo, la comprensión del dogma tridentino sobre
44 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA PRINCIPIOS HERMENÉUTICOS 45

la transubstanciación no se produce en su repetición lite- ceso de entender; porque el intérprete, en la aplicación al


ral, sino en una interpretación acomodada a los tiempos presente, no es libre ante el texto transmitido y su signi-
y en una formulación nueva. A consecuencia de la distan- ficado, sino que está ligado a ellos. Por eso puede decirse
cia temporal intermedia, sólo se comprende un texto que la interpretación interpreta la tradición de modo fun-
cuando es entendido de otra forma — no mejor ni peor —, damentalmente distinto a lo que piden los textos. Aquí
distinta de como se entendía en su tiempo desde un Sitz no basta la distinción de Bultmann entre lo «dicho» y «lo
im Leben que pertenece al pasado. En las situaciones cam- que se quiere decir». Porque lo que el autor quiere decir
biantes debe cambiar también la forma de comprender, ha de estar expresado de algún modo en el texto, aunque
de lo contrario no se entiende lo mismo. este modo sea muy insuficiente. Pero este «sentido que
La comprensión está, pues, íntimamente ligada al tex- se pretende» (gemeinte Sinn) está incluido en un sentido
to; éste tiene valor normativo. Pero sólo lo entendemos que aún hay que descubrir (desconocido incluso por el
cuando lo aplicamos al presente. La exégesis nunca puede autor), que permanece oculto en lo expresado, que se es-
ocupar el puesto del texto. Pero la supervivencia histó- conde implícitamente en todo lo que se expresa junta-
rica de la transmisión (del texto) consiste en una apropia- mente en ese «querer decir» (meinen) y «decir» (sagen)
ción necesariamente nueva. Porque ningún texto nos in- y se delata, se manifiesta, sin que temáticamente se haya
terpela ni nos dice nada si no se sirve de un lenguaje que pretendido decir. Pienso, por ejemplo, en el libro en el
nos resulte comprensible. El pasado es ininteligible si no que J. B. Metz36 analiza la forma del pensamiento filosó-
encarnamos su sentido en nuestra existencia vital de hoy; fico y teológico de santo Tomás: un dato que existía real-
de lo contrario no captamos lo que el pasado quiere de- mente en los textos de santo Tomás, sin que éste hubiese
cirnos realmente. Sin embargo, el hecho de que en la in- sido temáticamente consciente de ello. Sólo a la luz del
terpretación de un texto antiguo desempeñe un papel in- presente pueden manifestar los textos de Tomás este sen-
sustituible la forma actual de comprendernos, no quiere tido objetivo que fue desconocido durante siglos. Además
decir que debamos sumergirnos primero en el pasado de los aspectos dados existe siempre y fundamentalmente
hasta entenderlo para después, en segunda instancia, tra- lo «impensado» (das Unbedachte), lo que hace pensar,
ducir los resultados a los modos de expresión de nuestra pero que nunca es pensado. «Lo impensado es el regalo
forma actual de comprendernos. Ambas fases marchan supremo que puede hacer un pensamiento» ".
juntas y precisamente en esto se efectúa el proceso de Partiendo de los textos mismos, la interpretación se
intelección. pregunta — a través de los textos y de su sentido — por
Por consiguiente, la tarea de la interpretación consiste la realidad que, voluntaria o involuntariamente, se testi-
en encontrar el lenguaje exacto en el que se exprese el monia en ellos38. ¿Qué dicen los textos y de qué realidad
texto mismo, ya que no existe ninguna interpretación «en- 30
Christliche Anthropozentrik. Münch.n 1962.
-sí» que sea válida para todos los tiempos. En el presente, w
M. HEIDEGGER, Was heisst Denken? Tübingen 1954, 72; véase tam-
y a partir de él, llega el texto transmitido a su plenitud bién: F . WIPI-INGER, IVahrheit und Geschichtlichkeit. Freiburg 1961.
interna. Por tanto, la productividad creadora y el vincu- >» H.-G. GADAMEE, O. C, 318-319. También santo Tomás, en sus co-
mentarios a Aristóteles, principalmente a Peri hermcneias, nos ofrece valio-
lamiento a la tradición toman parte igualmente en el pro- sos principios hermenéuticos. La propia relación vital con la verdad desem-
46 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA PRINCIPIOS HERMENÉUTICAS 47

dan testimonio? Aunque estas dos preguntas no son sepa- ma realidad. En esto no hay que olvidar que tal pre-inte-
rables entre sí, no por eso son completamente idénticas. lección es intrínsecamente cristiana y se halla en el ámbito
Lo que es dicho es ya una interpretación de la realidad. de la fe. Por eso, entender la Biblia y entender el triden-
Por consiguiente, la nueva interpretación se muestra ne- tino significa siempre un syn-theologein: hacer hablar a la
cesaria en cualquier sitio donde a la vista de lo «inmedia- realidad salvífica a través del diálogo con el otro, presente
tamente dicho» surgen inquietudes y dudas, o un senti- en persona o en un documento. La verdad sólo resplan-
miento de extrañeza ocasionado por la «distancia tempo- dece en la intersubjetividad. El que esto se realice en diá-
ral» que nos separa de estos textos (por lo demás, esto no logo con una persona viva o con un texto de tiempos muy
quiere decir que quede interrumpida la relación vital con pretéritos no constituye una diferencia esencial. Incluso
la realidad expresada en ellos). «Lo incomprensible» del por motivos puramente hermenéuticos, mi comprender
texto pide un entender reinterpretador. En definitiva, her- creyente actual no puede prescindir, por tanto, del diálo-
meneia significa literalmente «traducir» algo que nos llega go con la sagrada Escritura y con toda la tradición de fe.
en una «lengua extraña». Por medio de la traducción que- Quien desea pensar de manera solipsista, a partir de su
remos apropiarnos del sentido de eso que nos ha llegado propia experiencia actual de la existencia, desconoce la
en una lengua extraña. El fundamento hermenéutico de condition humaine incluso en su ser creyente; cierra las
esto es nuestra propia relación vital con la misma cosa puertas que dan acceso al reino de la verdad. La libertad
o realidad que es expresada en el texto, y la comprensión humana no se halla en un espacio vacío; se encuentra en
una tradición y está vinculada al tiempo. Con razón afir-
previa que ya se da en esa relación vital.
ma Bultmann, siguiendo a Heidegger, que la libertad se
Esto es válido para todo entender, trátese de la Biblia ejercita en el presente con la mirada puesta en el futuro.
o de cualquier concilio. Bultmann lo ha observado justa- Pero el pasado, aunque es irrepetible en su facticidad, in-
mente. La teología católica ve en ello un elemento esen- cluye también un elemento que excede a esta facticidad.
cialmente estructural de la llamada evolución de los dog- El presente es el futuro —que se realiza ahora— de lo
mas. En efecto, lo que a nosotros se nos transmite en que en el pasado fue una vez presente. El pasado posee
primer lugar no es una doctrina —como la de la euca- una dimensión futura que le es propia. A la luz de la
ristía— sino la realidad eucarística misma: celebramos la «hermenéutica de la facticidad» de Heidegger surgen
eucaristía dentro de nuestra actual perspectiva cristiana. puntos de vista inesperados de la antigua problemática
Estamos existencialmente inmersos en ella y, partiendo sobre el sensus litteralis y el sensus plenior de la Escri-
de la celebración de la comprensión previa que se da en tura, igual que del problema ecuménico de las relaciones
ella, interrogamos a los antiguos textos eucarísticos de la entre el dogma (en sentido católico) y la Escritura. Se tra-
Biblia, del tridentino, etc., que dan testimonio de la mis- ta del futuro de la Escritura. En el presente y el futuro
se le comunica al pasado, a través de nuestra libertad,
peña fundamentalmente •—en su opinión— un papel en la interpretación de la plenitud de su auténtico sentido. A la luz del pre-
un texto en el que se hace hablar a la verdad. Gadamer, que en su herme-
néutica (como Fuchs y otros) tiene orientación «griega», habría podido en- sente, el pasado volverá a exponerse a sí mismo, pero siem-
contrar aquí (y en otros comentarios de santo Tomás) una multitud de pre de forma distinta. Además, el presente no es sólo la
material hermenéutico.
PRINCIPIOS HERMENÉUTICOS 49
48 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA

mesa. El presente, que es horizonte de interpretación del


dimensión futura propia del pasado, sino también, co-
pasado, hay que situarlo en un horizonte de promesa;
mo todo tiempo humano, un «kairos» de la benevo-
de lo contrario, se interpreta falsamente el pasado. En de-
lencia divina.
finitiva, se trata de poner en marcha al presente y al pa-
sado, orientándolos hacia una nueva realidad, hacia lo que
ha de venir. El dogma se convierte entonces en proclama-
2. Presente y pasado en el horizonte ción de la realización histórica de la promesa divina que,
de la promesa por su misma esencia, implica la apertura a realizaciones
futuras, históricamente nuevas*1.
La hermenéutica de la historia no se cierra con la ex- En efecto, todos los testimonios bíblicos están orien-
posición anterior. La unilateralidad de la «nueva herme-
tados a un cumplimiento futuro de la promesa divina,
néutica», que sólo se deja inspirar por la hermeneia de
cuya historia narran en la fe. Si se quiere entender la Bi-
las ciencias del espíritu, aparece en su convicción contra-
blia no hay que dirigir la mirada hacia ella, sino cogerla
puesta. Por eso resulta de esa hermenéutica una cierta
en nuestras manos para contemplar el futuro que se nos
desfiguración, precisamente en sus afirmaciones positivas.
ha encomendado hacer: hacer, pero también encomenda-
La «nueva hermenéutica», sobre todo la de Bultmann
do. Lo que Bultmann llama el «hacia dónde» (Worauf-
y Gadamer, es, pues, unilateral porque se pregunta ante
hin) de la interpretación bíblica, no puede ser lo que él
todo por las posibilidades de la existencia humana que
entiende bajo este término, sino que debe significar: la
ya han sido expresadas. No se plantea la pregunta más
ortodoxia (la recta interpretación de la promesa, en cuanto
importante desde el punto de vista bíblico: la que se re-
que ya se ha realizado en el pasado) como fundamento
fiere a las posibilidades futuras, a la realidad nueva inex-
de la ortopraxis, por la cual la promesa se realiza en nues-
presada. Queda sin mencionar el primado bíblico del fu-
turo (superior al del presente y del pasado). Ya Pannen- tro nuevo futuro. Sólo en la acción puede llegar la inter-
berg 39 y Moltmann40 han protestado con razón contra pretación ortodoxa a su plenitud interna. La nueva herme-
esto. Porque toda interpretación del pasado a la luz del néutica ha perdido de vista el hecho de que lo traditum
presente permanece abierta al futuro, que sin embargo no no consiste simplemente en un texto o en las posibilidades
debe ser interpretado, sino hecho, y ha de llevar a cabo existenciales expresadas en él; es más que un depositum
algo nuevo. Todo dogma debe ser introducido en un hori- cerrado a partir del cual puede sacarse lo nuevo a la luz
zonte futuro. Esto tiene consecuencias para nuestra con- del presente. Sin duda existe un depositum fidei, pero su
cepción del dogma, pues la verdad se convierte en algo contenido, a causa de la promesa ya realizada en Cristo
que todavía se encuentra en el futuro, mientras su conte- — realizada, pero que no obstante sigue siendo verda-
nido ya realizado se manifiesta esencialmente como pro- dera promesa—, sigue siendo promesa para nosotros, de
modo que la interpretación se transforma en una «herme-
" W . PANN-EKBEHG, Hermeneutik und Universalgeschichte: ZThK 6o
(1963) 101 s., principalmente 116. 41
40
Con vacilación ha dicho ya esto mismo W. KASPER, Dogma y pala-
J. MOLTMAÍIN, Teología de la esperanza. Sígneme, Salamanca iQ'ia, bra de Dios. Mensajero, Bilbao 1968.
353-393-

á.
>0 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA 51
PRINCIPIOS HERMENEUTICOS

néutica de la praxis*2. La Biblia nos recuerda la fidelidad trata de estar orientados, a partir de la anamnesis y en una
de Dios en el pasado para despertar nuestra confianza en acción creyente, hacia la gracia del futuro, y así hacer ver-
la fidelidad de Dios en el futuro. Lo que ha sucedido en el dadero el dogma. Porque la confesión y el dogma anun-
pasado posee un valor canónico para la comunidad de cian el mensaje de un futuro que debe realizarse en la
los fieles orientada hacia el futuro. Dios será en el futuro esperanza y que, por tanto, no es sólo objeto de contem-
lo que fue y lo que es: siempre inesperadamente nuevo. plación sino tarea que hay que realizar. Sólo en esta rea-
Desde Bultmann, el puesto predominante en la «nueva lización histórica es interpretado el dogma auténticamen-
hermenéutica» no lo tiene el futuro sino el presente, este te y, gracias a la promesa divina, se garantiza la identidad
pequeño punto. Historia e interpretación parecen correr de fe a lo largo de la historia. Porque el objeto de la fe es
incansables hacia nuestro presente, que es considerado Dios, y él es en Cristo el futuro del hombre.
como el eschaton de todo sentido y como el principio
hermenéutico verdadero, determinante. Esta hermenéutica
desescatologiza la historia al .elevar el presente a la cate-
goría de eschaton. De esta forma se destruye toda ten- 3. La permanencia en el presente,
sión hacia un futuro, en el que aún es posible una autén- pasado y futuro
tica historia salvífica y en el que se siga realizando la pro-
mesa; o la historia se convierte en la compañera paradó-
Por último, la hermenéutica de la historia tiene un
jica de la vida cristiana: la existencia cristiana es entonces
tercer aspecto. Otro defecto fundamental de la «nueva
«acabamiento de la historia humana», una forma escato-
hermenéutica» (no sólo de la escuela pos-bultmanniana y
lógica de existencia en la historia humana, que continúa
del filósofo Gadamer, sino también de Pannenberg y Molt-
ciertamente, pero no redimida como historia. Así, la
mann) consiste, a mi parecer, en que ha perdido de vista
existencia auténtica es separada tanto de la naturaleza
otro aspecto decisivo de la temporalidad del hombre: a
como de la historia.
saber, que nuestra historicidad no es pura temporalidad
Me parece que éste es uno de los errores fundamen- vivida, sino también, simultáneamente, conciencia del
tales de la «interpretación ex-sistencial de la Biblia»; se tiempo. Esta conciencia del tiempo, que es por esencia
ha unido demasiado unilateralmente a la hermenéutica de tematizable, significa en cierto sentido un salir de la tem-
las ciencias del espíritu, error fundamental que se da tam- poralidad, al menos de la temporalidad vivida. No de for-
bién en Gadamer. Y no obstante, quien tiene la palabra ma que nos desprendamos en cierto modo del tiempo y
definitiva no es la interpretación sino la ortopraxis, el que podamos captar la verdad con una conscience survolante
todo sea renovado a impulsos de la promesa divina. Se — aunque de resplandor muy tenue—, «en apariencia»,
43
Gadamer, que seguía un camino acertado cuando veía en la «herme- para garantizar así la identidad de fe. Ni siquiera esto se
néutica jurídica» una «significación ejemplar» para toda hermenéutica C307- le permite al hombre histórico en la tierra. Lo que esto
323), no utiKzó esta perspectiva para exponer simplemente el núcleo de la
única hermenéutica con la que un teólogo, en última instancia, puede tra- significa es que en nuestro ser temporal surge una apertura
bajar: la hermenéutica del actuar en la fe, basándose en la promesa de Dios. verdadera, algo así como un momento «transhistórico»
Aquí ofrecemos tan sólo una perspectiva que esperamos poder desarrollar
más en otra parte. (la expresión es demasiado fuerte), aunque no puede ser
PRINCIPIOS HERMENÉUTICAS 53
52 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA

definida o expuesta positivamente. El pasado se halla en norma interna a nuestra fe, eso no lo poseemos de mane-
el presente de camino hacia el futuro, que después, pa- ra absoluta, sino tan sólo de manera histórica. Como pe-
sando por el presente, vuelve de nuevo al pasado: esta regrinos que se hallan en camino, vivimos históricamente
trayectoria conduce de la interpretación a la acción y a en lo absoluto, orientados hacia lo absoluto, porque lo
la nueva interpretación. En este devenir fluyente, dicho absoluto nos abarca en su gracia, pero sin que nosotros
de otra forma, en este desarrollo de la tradicción, radica seamos capaces de abarcarlo a él. Por tanto, ¿la fe no
un aspecto de la estabilidad, una autoidentidad dinámica, tendrá ningún contenido preciso? ¡Sí que lo tiene! Pero
que no puede ser captada con palabras en sí y por sí. lo que no tiene es una representación —fijada expresa-
En la nueva interpretación, la perspectiva de la fe, mente— de la verdad. La fe se hace absurda si no tiene
atemática en sí y no tematizable, da un rodeo (a través contenido. Pero se hace absurda también, si ese contenido
del momento interpretativo del acto de fe), pero puede pudiera estar variando constantemente. Ahora bien, lo in-
ser captada con palabras y puesta a luz en cierto modo, violable del contenido de la fe radica en una perspectiva
siéndole así posible convertirse en una fuerza al servicio objetiva inexpresable, la cual se trasluce en un contexto
de la acción creyente orientada hacia el futuro. Aplicando histórico cambiante y, al mismo tiempo, se nos insinúa
la idea de Heidegger a la teología podemos decir: la com- plena de sentido y se hace válida en él: por eso el misterio
prensión de la fe es posible si somos «obedientes a las nos da siempre que pensar.
voces silenciosas del ser» 43 . Porque la revelación es, pri- Por eso, en su contenido conceptual expreso, la diná-
mariamente, una realidad viva que viene hacia nosotros. mica de la comprensión de la fe actúa esencialmente como
La comprensión creyente es dar una respuesta a una lla- desmitizante y «mitizante», demoliendo (en comparación
mada objetiva o real; no una pura descripción de la exis- con anteriores representaciones de la fe), y, por otro lado,
tencia ni tampoco un proyecto futuro puramente humano. edificando sin cesar nuevas representaciones de la fe. El
Entonces, nuestra fe, en cuanto a su contenido, ¿será núcleo del conocimiento del contenido no es nunca lo que
siempre un «hacer-como-si»? ¿Nuestra fe, en cuanto a su ha quedado fijado en conceptos, como tal. Pero nuestros
contenido, estará siempre condicionada y será hipotética? conceptos están, sin duda alguna, bajo el influjo norma-
Tal actitud sería humana. Pero no aceptaría realmente la tivo de ese núcleo. Tanto en el plano del pensamiento
«condición humana». Uno no querría vivir en el presente, como en el de la comprensión de la fe, la conceptualidad
por de pronto porque sabe que existe un futuro que será — la comprensibilidad a través de conceptos— es esen-
distinto. Frente a tal desconocimiento de nuestra tempo- cialmente historicidad. El contenido propio del conocer y
ralidad declaramos nosotros que no existen fórmulas de del creer del hombre es siempre misterio presente de pro-
fe que se mantengan en todos los tiempos como tales, mesa (el misterio, incesantemente presente, de la prome-
que sean válidas y tengan vitalidad en todos los tiempos. sa). El misterio es lo no-pensado, que por doquier se está
¿Relativismo? De ningún modo. Sino permanecer histó- expresando, pero que jamás es pensado. Esto convierte a
ricamente en la única fe. Lo absoluto, lo que sirve de la comprensión de la fe, la cual — tan sólo a través de una
interpretación conceptual (o también poética)— llega a
*s M. HEIDEGGER, Was ist Metaphysikf Frankfurt 7
1955, S°- realizarse, en una incesante y fascinadora aventura: una
54 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA
PRINCIPIOS HERMENÉUTICOS 55
experiencia que podría compararse con la experiencia bí-
blica de la mujer creyente que tocó la orla del manto de debió llegar a la convicción de que el escepticismo histó-
Jesús. rico es la única actitud defendible, cosa que, por lo demás,
como luterano, considera auténticamente reformadora45.
Por consiguiente, esta concepción afirma el pluralismo
Tampoco la «visión desde el presente» tiene ningún pri-
en las interpretaciones de la fe, pero al mismo tiempo lo
vilegio, ya que mañana será también «pasado» y necesita-
limita. Porque el pluralismo en las interpretaciones de la
rá, precisamente a causa de su historicidad, de una nueva
fe no puede llegar hasta el infinito. Por lo menos, no
explicación.
puede llegar en el sentido de que se pudiera representar
el misterio como una incógnita X a la que sólo pudiéra- El entender histórico nunca puede ser un entender
mos acercarnos a través de interpretaciones infinitamente perfecto. Si se considera al entender creyente como pura
divergentes. Esta limitación del pluralismo significa, por expresión histórica se dice adiós a la verdad, que siempre
naturaleza, que la verdad del misterio de la fe ha de estar está por venir. Entonces la «autenticidad», aquello que
presente también de algún modo, en la conceptualidad de «me dice algo», es la última palabra de la que el hombre,
la fe (es decir, en la expresión conceptual de la fe) como incluso el creyente, puede acordarse en su autointerpre-
un momento de la total conciencia de la fe, de suerte que tación: «autenticidad» dentro de un escepticismo histórico
el pluralismo se convierta en la expresión de una más y de una religiosidad temáticamente separada de sus fuen-
honda unanimidad, y sea realmente posible un juicio (co- tes y de su futuro. De aquí se deduce, en último término,
lectivo) de fe acerca de lo que pertenece o no pertenece como consecuencia interna, un «cristianismo» poscristia-
a la «verdadera fe», aunque (como lo testifica la historia no o a-teo, que es presentado con la misma «seguridad
de la evolución del dogma) pudieran pasar años o siglos dogmática» con que antes se tachaba de incorregibles
antes de que la comunidad de la Iglesia estuviese madura «conservadores eclesiásticos» al teísmo tradicional y a
para tal juicio de fe44. todos los «heterodoxos»: ¡el nuevo y moderno anatbema!
Por suerte, la vida, también la vida cristiana, es siempre
Esto que es en sí mismo indefinible — el misterio de más fuerte que la teoría la cual puede causar perturbacio-
la promesa que se otorga en la historia— asegura la iden- nes sólo durante algún tiempo... y que es para nosotros
tidad de fe en las sucesivas interpretaciones eclesiales de un estimulante para reflexionar de nuevo en lo que antes
la fe. Pero nada de esto se encuentra en el nuevo dogma parecía ser una evidencia cristiana.
de la tendencia antimetafísica que domina todo el pensa-
miento teológico actual, ya que se mueve sobre la estrecha
base del puro «acontecimiento». Este elemento indefinible
no se encuentra ni en Bultmann y su escuela, ni en Gada- CONCLUSIÓN
mer, que distingue tan sutilmente y que en definitiva
Nuestro análisis quería mostrar que no podemos lle-
** Todo esto implica que la comunidad confesante de la fe es la que gar a la «antigua fe» de forma directa, sino sólo a través
lleva toda la obra hermenéutica, porque el sujeto de la fe no es un «yo»
sino un «nosotros», y porque el momento reinterpretante pertenece al acto del camino de la «modernidad» en una comprensión cre-
mismo de fe. En erecto, la obediencia de fe, el escuchar la palabra de Dios,
es al mismo tiempo interpretación en la fe. 48
H.-G. GADAMER, O. C, 502.
56 UTILIZACIÓN CATÓLICA DE LA HERMENÉUTICA PRINCIPIOS HERMENÉUTICOS 57

yente, y que sólo superamos la modernidad —la «situa- los autores del Nuevo Testamento nos han precedido en
ción hermenéutica» del presente — en un acto interpreta- ella. Porque lo que fue su misión en otras situaciones (y
dor y activo de entrega a la je, en el que nuestro paso a ceteris paribus) es también la nuestra: renovar el primer
través del tiempo puede convertirse realmente en una rea- diálogo (una profecía viva), acercarlo al mundo y hacerle
lización del eschaton. ¿Pero explicaremos siempre recta- ejercer su influjo como palabra de Dios en un contexto
mente el misterio que nos rodea, que se realiza a sí mis- vital continuamente cambiante. Sólo en el ámbito de la
mo, y que nos obliga a expresarlo interpretándolo? Como Iglesia — e n el que resuena el eco de la promesa— es
he dicho, el misterio que se nos da en la historia asegura posible la comprensión cristiana de la fe. Hermenéutica y
la identidad de fe: pero sólo cuando escuchamos fielmen- teología realizan en esto un servicio puramente diaconal:
te y nos entregamos fielmente al futuro. Esta continuidad introducir el mensaje bíblico no falseado en la «situación
no es un fatum o una promesa que sólo se da en el cielo. hermenéutica» de hoy. Porque la realidad de la fe cris-
Es más bien un acontecer. Esta continuidad no es, pues, tiana sólo es puesta a luz y llevada al mundo en el diá-
resultado de una planificación humana, pero tan sólo fruc- logo eclesial: a través de la Iglesia como «sacramentum
tifica en la fidelidad creyente del hombre"6. En ella está mundi». Por eso dentro de la Iglesia la teología es una
activamente presente la promesa. Toda nueva interpre- empresa eclesial-apostólica al servicio del mundo.
tación y formulación personal no se halla, pues, per se
Portadora de toda la labor hermenéutica es la comu-
en la identidad de fe cristiana, pero un intérprete que se
nidad viva de la Iglesia. En la unanimidad de todo el
mueva bona fi.de en el ámbito de la Iglesia no es «acris-
pueblo eclesial, dirigido y acompañado por el episcopado
tiano» por una falsa interpretación. En efecto, existen de
universal, unánime en la misma interpretación de la fe,
hecho falsas interpretaciones de la fe. Pero lo único que
con el ministerio de Pedro como piedra clave del círculo
me correspondía hacer aquí era dejar claro que los serios
de la fe, que consiste en la grandiosa koinonia de la misma
intentos por dar una nueva interpretación de nuestra fe
fe, la misma esperanza y el mismo amor, es donde una
no deben atemorizarnos, y que no puede examinarse su
nueva interpretación teológica se convierte en una com-
ortodoxia con una simple contraposición de las antiguas
prensión de la fe acomodada a los tiempos por medio del
fórmulas de fe. Porque éstas necesitan siempre una inter-
sello del Espíritu Santo, que es el principio vivo y siempre
pretación y además deben ser hechas dignas de crédito.
actual de la anamnesis o «recuerdo» creyente fiel al evan-
Fueron una respuesta y se las consideró como tales; pero
gelio. De esta forma, la nueva interpretación se conver-
respondían a otra pregunta. Precisamente la fidelidad a la
tirá en punto de arranque de un nuevo futuro, con la con-
promesa del evangelio viva en la Iglesia nos exige a nos-
fianza depositada en la promesa.
otros, hombres del siglo xx, una nueva interpretación.
Naturalmente, esta empresa es muy arriesgada, pero

46
Véase, a propósito de esto, mi artículo Ecclcsia semper purificando:
Ex auditu Verbi. Theoi. Opstellen aangeboden aan Prof. C. Berkouwer.
Kampen 1965, 216-232, reimpreso en De seuding van de kerk. Bilthoven
•^968, rj-24.
2
LA SECULARIZACIÓN Y LA
FE CRISTIANA EN DIOS *

E L hombre que encontramos en la Biblia, en los escri-


tos patrísticos y en los teólogos agustinianos del
medievo, era una persona que lo contemplaba todo y lo
valoraba todo directamente desde la «causa primera y úl-
tima»: desde Dios. En la sabiduría y ciencia medievales,
los hombres hallaban muy poco para mejorar su condi-
ción de vida en la tierra. El verdadero horizonte existen-
cial estaba lleno de los valores éticos y explícitamente re-
ligiosos, y se hallaba dentro de la perspectiva de una exis-
tencia en el más allá: existencia que por fin sería feliz.
Por medio de obras de caridad, la Iglesia —tomando
como punto de partida su fe— trataba de aliviar la mise-
ria que había en la tierra. Pero parecía que el intelecto
humano no había descubierto aún su misión específica, su
capacidad y sus posibilidades para el futuro.
Sin embargo, el siglo x n comenzó a vislumbrar algo
de la capacidad técnica del hombre para mejorar su mo-
rada terrena. No se trataba de descubrimientos especí-
ficamente europeos de aquella época, sino que fue resul-
tado del encuentro casual con el oriente, durante las cru-
zadas. Y esto fue causa de que, en el siglo xn, se canta-
* Este trabajo, con el título de Zzuijgen en spreken over God in ¿en
geseculariseerde voereld se publicó antes en la revista: Tijdschrift voor
Theologie 7 (1967) 337-358.
60 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA SECULARIDAD Y FE CRISTIANA 61

ra a la ars mechanica con el mismo entusiasmo con que cerrado para aquellos hombres: menos para los políticos,
en nuestra época se ha celebrado el lanzamiento de los porque éstos sí sabían — a pesar de todas las palabras de
primeros satélites al espacio. Se descubrió (o se redescu- los filósofos y teólogos — manipular a fondo la sociedad
brió) la rueda hidráulica, que podía realizar el trabajo humana.
servil de muchos hombres e incluso de veinticuatro caba- Cuando más tarde, en el occidente, se efectuó el pro-
llos. El molino de viento, la palanca, la brújula, el reloj ceso de racionalización al servicio de la humanidad, el
mecánico, etc.' proporcionaron una vida más humana a hombre descubrió al mundo, y con ello se descubrió tam-
aquella sociedad. El mundo se convirtió un poco más en bién a sí mismo de manera completamente nueva: aprendió
morada digna del hombre. Pero no se comprendía aún a considerarse a sí mismo como libertad situada, la cual, en
que con esto se estaba presentando un valor independien- unión con otras, ha de definirse a sí misma en una tarea
te. El hecho de que todas esas cosas tuvieran como conse- — una tarea que da sentido— en el mundo, dentro de
cuencia una vida más humana, debe considerarse más bien un horizonte de comprensión racional, para proporcionar
como acontecimiento casual. de este modo a todos los hombres justicia, paz y amor.
Pero, al mismo tiempo, se experimentó también que la El hombre comienza ahora a proyectarse hacia un futuro.
técnica podía convertirse en fuente de nueva miseria. Difícilmente se podrá discutir que, desde entonces, éste
Se inventaron toda clase de aparatos bélicos nuevos y ge- ha sido el nuevo proyecto existencial de la humanidad,
niales. Por su poder homicida, dichos aparatos fueron aunque quizá no siempre se ha formulado expresamente
condenados ya en el concilio de Letrán del año 1139. así. Pero habrá que adoptar una actitud crítica ante la
Como está ocurriendo ahora otra vez, muchos sectores de realización total de ese proyecto existencial, ya que evi-
entonces calificaron de obra diabólica el «auge de la téc- dentemente está contrariado por una realidad también in-
nica*, la cual se arrogaba la pretensión de enmendar y negable: la realidad del abuso humano de la propia capa-
mejorar la creación de Dios 2 . En sus formas más marca- cidad. Y, en último término, está contrariado por el «pe-
das, todo esto nos está mostrando un rasgo fundamental cado del mundo».
del hombre medieval y agustiniano: la afirmación del La secularización, que había sido la consecuencia na-
slatu quo estático e intramundano, cuyo fundamento era tural del descubrimiento y progresiva ampliación del ho-
Dios mismo y cuyas desgracias se remediaban, en la me- rizonte de la comprensión racional del hombre, ha pasado
dida de lo posible, por la caridad. Un horizonte racional de efectivamente por una larga historia genética, de la que yo
comprensión, que hubiera podido ser principio de un pro- desearía mostrar ahora algunas etapas.
yecto para el futuro terreno, era algo que estaba oculto y
1
Cf. L. MuMFOitD, Technique et civilisation. París 1936; J. L E
GOFF, La civilisation de l'Occident medieval. París 3964, 249-318; M.-D.
C H Í N V , Arts mécaniques et oeuvres serviles: RSPhTh 29 (1940) 313-315,
artículo recogido en La théologie au dousieme sQcle. París 1957, 19-51.
2
Por medio de un ardid etimológico, se derivó ars mechanica de
mcechia («adulterio»): la técnica sería una violación o adulteración de la
dignidad humana. Cf. P. DELHAYE, Le mikrokosmos de Godefroid de S.
Víctor. Rijssel 1951, 115; M.-D. CHENU, O.C.
SECULARIZACIÓN Y COMPRENSIÓN RACIONAL 63
62 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA

cogidos entre muchos otros, lo ilustrarán. El primero está


tomado del plano ético; el otro, del plano epistemológico
I general. Después de comienzos esporádicos que habían te-
LA SECULARIZACIÓN COMO CONSECUENCIA DEL nido lugar en la escolástica incipiente, comenzó la alta
DESCUBRIMIENTO Y PROGRESIVA AMPLIACIÓN escolástica, en el siglo x m , a insertar «entre» Dios (y su
DEL HORIZONTE DE COMPRENSIÓN RACIONAL «ley divina», tal como había sido enseñada por la Iglesia,
y que se hallaba codificada en la Biblia y en la tradición) y
la conciencia moral del hombre la natura humana con su
En la historia del proceso de secularización en occi- inherente «ley natural» (lex naturac). Este intento no fue
dente, podemos distinguir cuatro puntos críticos, por lo más que un comienzo. Y no podemos considerarlo como
menos en el plano de la reflexión teológica y filosófica. completamente afortunado. Ahora bien, no debemos des-
La evolución teológico-filosófica no se efectúa dentro de atender por ello la intención que se encerraba en este in-
un ámbito especial, como si fuera un proceso autónomo, tento, y que es propiamente lo que se pretendía: humani-
sino que está integrada en acontecimientos socio-económi- zar la moral, fundamentarla en el hombre mismo, e inte-
cos y políticos. Cuando, a pesar de todo, hablo de cuatro riorizarla con ello, pero sin negar que la moral se basa
puntos críticos en el proceso occidental de secularización: últimamente en una base teísta.
entonces no sólo se trata de una esquematización (lo es
también, claro está), sino que yo limitaría además mi aten- El segundo intento, que es mucho más fundamental,
ción al fenómeno de k reflexividad, fenómeno que no lo hallamos en el nuevo intento de Alberto Magno y To-
obstante se desarrolla en medio de una realidad social vi- más de Aquino por integrar la estructura horizontal del
va y sumamente complicada. Por otra parte, esa realidad «intelecto agente» en la doctrina vertical de la «ilumina-
viva alcanza precisamente en la reflexión una autocom- ción» agustinana. Aunque estos pensadores permanecieron
prensión más enfática. Y, por su parte, esa autocompren- a pesar de todo dentro del marco de una comprensión de
sión influye y fomenta el ulterior proceso evolutivo. Por fe que lo abarcaba todo, sin embargo establecieron como
eso, parece que los cuatro puntos cruciales que vamos a base —por primera vez en la historia del cristianismo —
mencionar, son extraordinariamente significativos para el la legitimidad de un horizonte de comprensión autónomo
proceso de secularización en occidente. y racional. Esta nueva orientación, a pesar de su secula-
rización, permaneció dentro de la única perspectiva de la
vida: una perspectiva sobrenatural y cristiana. No obs-
1. Las raíces más profundas de la secularización re- tante, apareció muy pronto la incomprensión de la Iglesia
siden en nuestro mismo ser de hombres. Ahora bien, sus ante este fenómeno. El año 1277, en el que Etienne Tem-
síntomas claros no aparecen sino en los siglos x n y x m . pier, obispo de París, condena en este sentido 217 tesis,
En efecto, en la tradicional teología agustinana, que con- es innegablemente un preludio de la actitud bastante
cebía de manera exclusivamente vertical y hasta cierto «reaccionaria» que la Iglesia va a adoptar con respecto al
punto «extrinsecista» la relación del hombre con Dios, se proceso de secularización y frente a las consecuencias que
comenzó entonces a incorporar una nervadura horizontal se derivan de un horizonte racional de comprensión. Sin
y propia de las criaturas. Dos ejemplos fundamentales, es-
64 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA SECULARIZACIÓN Y COMPRENSIÓN RACIONAL 65

embargo, con razón comienzan los historiadores —cada derna tendencia a la secularización. Antes al contrario: la
vez en mayor número — a considerar, en su profundidad, teología de la «naturaleza pura» surgió como una inter-
el siglo x m como un siglo de laicización más bien que pretación (todavía inadecuada y, en el fondo, desafortu-
como el siglo de las catedrales, a la sombra de las cuales nada) de una nueva comprensión de la vida y de sí mismo:
se va realizando — a pesar de todo— la secularización. comprensión que fue surgiendo paulatinamente, pero casi
Inicialmente fue una secularización cristiana, a pesar de la en todas partes, en el paso de la tardía edad media al re-
protesta de la Iglesia oficial. nacimiento. Se pretende aceptar en todo su valor intra-
mundano el ser del hombre. Esa orientación nueva era
2. El segundo punto crucial lo tenemos en el último constitutivamente distinta de la conciencia existencial bí-
cuarto del siglo xvi. Dejando a un lado algunos comien- blica, patrística y medieval. Así resalta, de manera muy
zos, hacia mediados del siglo xvi, que surgieron principal- significativa, por el hecho de que antes se había desco-
mente entre ciertos teólogos de Lovaina, podemos afirmar nocido por completo la tematización teológica del ser del
que Belarmino fue el primer exponente de un cambio hombre en la «naturaleza pura», es decir, la afirmación de
radical en la historia del occidente: Belarmino enseña por una plenitud de sentido autónomo del hombre (cualquiera
primera vez, y con toda claridad, la teoría de la «natura- que sea lo que ese sentido signifique concretamente), com-
leza pura» 3 . Con esto se proclamó por primera vez en la pletamente al margen del destino sobrenatural de la vida 4 .
historia del hombre el principio de que el hombre tiene Ahora bien, la nueva tendencia permaneció fiel a la tra-
un destino supramundano y un destino intramundano. dición, en el sentido de que seguía considerando a Dios
Esto significa una ruptura no sólo con la patrística y con dentro del horizonte de comprensión racional. Se conser-
el medievo, sino también con el mundo ajeno al cristia- vó la «teología natural».
nismo y anterior al cristianismo, ya que también ese
mundo era sacral. Es el comienzo de lo que, con una ima- 3. La reforma fue una vuelta a la concepción bí-
gen que se presta, sí, a engaños, pero que es muy suge- blica, patrística y medieval del único destino religioso y
rente, podríamos llamar el «horizontalismo». sobrenatural de la vida. Sin embargo, la reforma — como
Con esto no queremos decir que la teoría de la «na- tercer punto crucial en la historia de occidente — contri-
turaleza pura» haya sido el origen estimulante de la mo- buyó de manera radical a que siguiera adelante el proceso
3
de secularización. Esto ha movido incluso a más de un
La teoría de la natura pura fue atribuida, al principio, errónea-
mente a Cayetano por parte de H. de LUBAC (Sumaturel. París 1046). historiador y a más de un teólogo a atribuir exclusiva-
Lo mismo hizo J. H. WALGRAVE, Geloof en theologie in de crisis. Kasterlee
1967. Pero H. HONDET corrigió con razón esa idea: Le probléme de la nature
puré en la theologie dtc XVI siécle: RSR (1948) 481-522. Y otro tanto hizo 4
Es exacto, efectivamente, que la aparición de la teoría de la «natu-
P. SMULDERS, De oorsprong van de theorie der zuivere nattiur: Bijdragen 10 raleza pura» se debió al hecho de que, en el siglo xvi, se reflexionó sobre
{1949) 105-127. En virtud de esto, H. de Lubac — e n una nueva publica- el carácter gratuito de la gracia. Pero el que se considerase como necesaria
ción— se retractó de su anterior concepción: Augustinisme et theologie mo- ta «naturaleza pura» para asegurar el carácter gratuito de la gracia: eso
derne. París 1965, 188. Es verdad que Cayetano, por su interpretación mini- innegablemente tiene su Sitz ir* Leben en el renacimiento. En el fondo,
malista del deseo natural de la gracia, preludia ya otro sentimiento de la vida. el bayanismo es también una reacción contra esta novedad de la teoría de la
Pero la doctrina de la «naturaleza pura», preparada por los teólogos lova- «naturaleza pura», y debe ser enjuiciado a esta luz. La rehabilitación de
nienses R. Tapper y J. Driedo y por Bañez, fue producto del teólogo rena- Bayo y de Jansenio es el gran mérito de la obra, mencionada anteriormente,
centista y contrarreformador Belarmino. de J. H. Walgrave.
66 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA SECULARIZACIÓN Y COMPRENSIÓN RACIONAL 67

mente a la reforma el proceso de secularización. Pero yo llaman feeling, y en castellano podría traducirse por «sen-
creo que injustamente. Principalmente por su rechazo de timiento» o «vida afectiva»), Y lo considera como el terre-
la concepción tradicional de que es fundamentalmente no, en el que puede enraizarse la religión. Pero no mucho
posible, dentro de un horizonte de comprensión racional, después se ilumina también científicamente el Gemiit. El
decir algo con sentido acerca de Dios: la reforma ha fo- horizonte de comprensión racional se va dilatando cada
mentado de hecho la incipiente secularización. Porque esa vez más. Y dentro de él no se encuentra ya al parecer
interpretación del cristianismo a la que los cristianos cató- ningún Dios.
licos aplican el nombre de «fideísta», deja por completo Las ciencias empíricas habían recibido con Kant su
al mundo — como mundo — en su secularidad. También la fundamento filosófico en los «juicios analíticos» de la
realidad de Dios cae ahora fuera del horizonte de com- razón pura. Las ciencias de la naturaleza y del espíritu,
prensión racional, horizonte que dominaba de hecho la y más tarde las ciencias del comportamiento5, podían se-
vida del hombre occidental. Por otra parte, la vida reli- ñalar su aportación práctica y fecunda a la edificación del
giosa, que había vuelto a florecer, el testimonio cristiano mundo terreno como ciudad habitable por los hombres.
protestante, incidía con ello verticalmente sobre el plano Estas ciencias representan principalmente el horizonte de
horizontal de la vida terrena, frente a la vida en el mundo comprensión racional, en el que la vida del hombre es
y con el mundo. Esto, más tarde o más temprano, tenía proyectada hacia un futuro humano.
que engendrar el «bultmannismo» o el «posbultmannis- Este largo proceso de secularización significaba de
mo», a pesar de la protesta de K. Barth. hecho una creciente pérdida de la función realizada por
la religión, la Iglesia y la teología. Surgió un mundo nue-
4. Pasando por la ilustración, este creciere protes- vo e independiente, junto a la Iglesia. Ésta, además, si-
tante halló su correspondiente intelligere en Kant, cuyo guió viviendo en su antiguo mundo, hasta que descubrió
pensamiento es el cuarto punto crucial en el proceso de por fuerza que ese mundo era completamente distinto al
secularización. Según Kant, la «razón pura» (reine Ver- mundo en que vivía tina gran parte de la humanidad.
nunft) no es capaz de probar la realidad objetiva de Dios, Y, así, la ruptura entre la Iglesia y el mundo ha suscitado
pero tampoco puede refutarla. La idea de «Dios» es un la impresión de que hay dos mundos distintos: el mundo
ideal del pensamiento teórico («idea trascendental»). Con del recuerdo, la Iglesia, y el mundo del futuro, la huma-
esto, la ruptura protestante entre la religión y el horizonte nidad dinámica, la cual vive en un horizonte de compren-
de comprensión racional recibe una confirmación. Sin em- sión racional que lo abarca todo.
bargo, el hecho de que Kant traslade a Dios al contexto En virtud de esta pérdida de función, se desplazó la
de la «razón práctica» (praktische Vernunft) y de la mo- confianza que sentían los hombres que se hallaban en ne-
ral, no alterará para nada esto. Pero también allí penetra- cesidad. Esa confianza, en vez de depositarse como antes
rá pronto la luz del horizonte de comprensión racional y en la Iglesia, se desplazó hacia las ciencias, la técnica, la
expulsará a Dios. Es verdad que Schleiermacher encontra-
rá luego un territorio humano, en el que todavía no había 6
En Holanda, £ las ciencias del espíritu se las llama «disciplinas
penetrado la racionalidad: el Gemiit (lo que los ingleses alfa»; a las ciencias de la naturaleza, «disciplinas beta», y a las ciencias del
comportamiento comienza a aplicárseles el nombre de «disciplinas gamma».
68 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA SECULARIZACIÓN Y COMPRENSIÓN RACIONAL 69

política y la prosperidad: todo ello, actividades e institu- y monárquica. Para el hombre moderno se ha hecho más
ciones que se realizaban dentro de un horizonte de com- difícil, no sólo hablar de Dios, sino principalmente hablar
prensión racional. Por eso, se fue haciendo progresiva- a Dios. Algunas personas verdaderamente creyentes sufren
mente más difícil hablar de Dios y hablar a Dios en la mucho por ello; otras se retiran en silencio de la vida ex-
forma tradicional. Las nuevas ciencias se ocupaban, además, plícitamente eclesial.
del fenómeno religioso mismo, es decir, de un terreno en Ahora bien, desde que los creyentes van viviendo cada
el que antes parecía que el único competente era el teó- vez más en una sociedad de cosmovisión pluralista, co-
logo. La psique del hombre religioso fue esclarecida cien- mienzan a darse cuenta — cosa que, al principio, fue una
tíficamente. Nació una interpretación psicológico-profun- experiencia de choque— de que los no-creyentes no están
da de la fe y de la religión: una interpretación que, en su menos capacitados ni tienen menos valores que ellos. Más
propio plano, es naturalmente legítima. Y, así, nacieron aún, han llegado a descubrir que se da una típica in-
también más tarde las explicaciones sociológicas de la reli- sensatez y defectos típicos precisamente en los cristianos,
gión. De este modo, el hombre moderno fue llegando cada en las personas creyentes. Se dan cuenta, también, de que
vez más a la conciencia de que, en su pensamiento de la se han cometido muchas injusticias «en nombre de Dios».
fe y en su práctica de la fe, se encerraba cierta ambigüe- Con todo esto, el sentido de la religión y de la referencia
dad. La religión le pareció sospechosa. a Dios, el sentido del hablar de Dios y del hablar a Dios,
Todo esto fue minando paulatinamente el hablar tra- comienza a esfumarse en la niebla. Lo que antaño consti-
dicional de Dios y el hablar tradicional a Dios. Y las expe- tuyó el núcleo del cristianismo occidental, se ha conver-
riencias parecieron confirmar la duda incipiente: las me- tido ahora para muchos en cosa incomprensible, más aún,
dicinas curaron a enfermos que, en épocas anteriores, no intolerable.
se habían podido curar ni con oraciones ni con milagros. El proceso continúa. Y, actualmente, está entrando
Productos químicos dieron fertilidad al campo, cuando el incluso en un estadio en el que comienza ya a olvidarse
rociarlos con agua bendita parecía que había fracasado. el trasfondo que, históricamente, le dio origen. De tal
Toda clase de instituciones sociales y medidas socio-eco- suerte, que se buscan palabras nuevas para definir este
nómicas aliviaron las situaciones humanas de indigencia. proceso. En vez de secularización, los sociólogos van ha-
Y cuanto más se iba imponiendo todo esto, tanto más iba blando cada vez más de diferenciación. Y en Francia va
enmudeciendo el familiar hablar de Dios y a Dios. La ne- desarrollándose la teoría del «estructuralismo».
cesidad, «que enseña a orar», es ahora estudiada racio- Cualquiera que sea el nombre que demos a este pro-
nalmente y, como atestigua la experiencia, se remedia de ceso social — y tiene derecho a que se le apliquen muchos
manera innegablemente más práctica de lo que antes la nombres —, no debemos desatender su reverso. En efecto,
oración era capaz de hacerlo. El «milagro» singularísimo, en esta secularización aparecen, al mismo tiempo, sínto-
hecho en favor de un elegido, se convertía casi en blasfe- mas de una ¡«seguridad radical que afecta al hombre en
mia para muchos otros (¡para la mayoría!) que, sin la ayu- un mundo que él mismo ha proyectado. Antiguamente,
da de tal milagro, tenían que seguir viviendo en su cala- la inseguridad y la miseria material y espiritual eran con-
midad, como subditos desnutridos de una sociedad feudal secuencia de un mundo de statu quo: de un mundo en
70 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA SECULARIZACIÓN Y COMPRENSIÓN RACIONAL 71

que parecía que el hombre no tenía influjo. Pero ahora misión cultural plenamente humana. La hominización no
ese mundo proyectado por el hombre, manipulado por el es todavía humanización. Precisamente en virtud de esta
hombre, y manipulable aún más por él, es precisamente nueva situación, el problema religioso en nuestra sociedad
el que causa preocupación a los hombres. En efecto, el llega a ser significativo de manera totalmente nueva.
proceso de racionalización y la manipulabilidad del mundo Así vemos que ha sucedido en los últimos años. Por-
pertenecen al plano de lo instrumental, de los medios que la que hasta ahora es la más reciente fase de nuestra
y de las sub-significaciones del vivir humano. No pertene- historia, en medio de este complejo de cambios sociales,
cen al plano del auténtico sentido de todo eso. El temor está interesada efectivamente (junto a numerosas formas
del futuro se cierne sobre la humanidad secular. Muchos de ateísmo) por una reinterpretación radical de la religión,
«movimientos espirituales» están surgiendo. Y se hacen del cristianismo y de la manera cristiana de hablar de
sentir más intensamente allá donde la secularización ha Dios. En esta reinterpretación, sin trazar nítidas líneas
avanzado más. Innumerables neurosis y psicosis y fenó- divisorias, pueden distinguirse dos tendencias: la primera
menos como el afán de consultar el horóscopo, van cre- se designa a sí misma paradójicamente con el nombre de
ciendo con el progreso de la secularización. En nuestra «ateísmo cristiano» o «teología radical»; la segunda está
sociedad —una sociedad de prosperidad—, la creciente interesada por diversas formas más moderadas de ese mo-
racionalidad de los medios va emparejada con una pérdida vimiento de «Dios-ha-muerto»8. Ambas tendencias toman
de sentido y con un enturbamiento de los valores-meta, como punto de partida la radical adecuación entre el amor
es decir, con una decreciente racionalidad, con una de- de Dios y la solidaridad cristiana con los hombres. Parece
creciente trasparencia de las metas humanas que tienen que el segundo grupo está interesado por un verdadero
sentido 6 . amor de Dios, el cual no obstante se realiza de manera ex-
Con esto no pretendo afirmar, ni mucho menos, como clusiva en la devotio o entrega a nuestros semejantes.
hacen algunos, que la cultura técnico-científica ha sido, Con respecto al primer grupo, podemos plantear la pre-
para el mundo occidental, una elección entre muchas otras gunta siguiente: aunque sus miembros no sean, todos
posibilidades, una decisión que podría o debería haberse ellos, ateos, ¿no defienden de hecho el punto de vista de
fallado de manera distinta. Considero el desarrollo téc- que el amor de Dios se diluye totalmente en la solida-
nico-científico como elemento necesario de la cultura hu- ridad con los hombres (en todo lo cual el hombre Jesús
mana, la cual — e n su raíz— es algo que forma parte sigue permaneciendo como modelo de vida), de tal suerte
del ser mismo del hombre'. Cuando hablo de pérdida de que el concepto de «amor-a-Dios» pierde por completo
sentido y de pérdida de realidad, lo único que quiero su verdadera significación?
decir es que esa cultura técnica no está integrada en la En virtud de estas corrientes, se impone cada vez con
6 8
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7
A. VAN MELSEK, Etkik ímd Naturwissenschaft. Kóln 1067. Grijalbo, Barcelona 1068; I D . , NO Other God. New York 1966.
72 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA
SECULARIZACIÓN Y COMPRENSIÓN RACIONAL 73
mayor urgencia la exigencia de D. Bonhoeffer, que ya ha-
bía hablado antes de una «interpretación secular de los cierta satisfacción de un estadio poscristiano de la historia.
conceptos bíblicos»9 y de la «fe arreligiosa»10. Hasta la Pero también podríamos hablar de un estadio «pos-
concepción de Braun, defendida enfáticamente, de que marxista» ya que todos los valores que se han trasmitido
es posible una interpretación existencial de la Biblia, sin por medio de un monólogo, se ven ahora abocados a la
hablar de Dios ", encuentra mucha acogida, a pesar de las crisis. Por eso, en estos momentos, está empezando a
protestas de Bultmann, el cual parece que no se ha dado entablarse en todas partes un vivo diálogo: un diálogo
cuenta de que, no él mismo, pero sí los demás han sacado que se ha señalado como meta una fundamental reinter-
de sus tesis iniciales las verdaderas consecuencias que de pretación tanto del cristianismo como del marxismo.
ellas debían sacarse. Por consiguiente, la teología radical ¿Por qué la palabra «diálogo» se ha convertido en el gran
aboga por una de dos: o por callar definitivamente acerca slogan del siglo xx, si no es porque nuestra época está re-
de Dios (así lo hacen, aunque por distintas razones, entre velando el fracaso de todos los sistemas, todos los cuales
otros, T. Altizer, H. Braun, P. van Burén), o por no ha- habían sido totalitarios y habían conocido únicamente el
blar por ahora —observando un compás de espera — monólogo? Estamos viviendo la bancarrota del monólogo.
acerca de Dios (así lo hace W. Hamilton, por lo menos El medievo fue un único y gran monólogo. La reforma y
en sus primeros ensayos). En ese caso, la fe cristiana se la contrarreforma fueron dos monólogos paralelos. La ilus-
reduce a la solicitud por la edificación de un mundo digno tración fue, finalmente, una secularización de la rabies
del hombre y por un total desarrollo de los pueblos. theologica: el écrasez l'autre («¡aplastad al otro!») de las
Lo nuevo en esta visión consiste principalmente en su cruzadas y de la inquisición se convirtió en el écrasez l'in-
fame («¡aplastad al infame!»), pero siguió siendo un mo-
ostensible evidencia y en la amplia difusión con que se ha
nólogo. Y, al surgir las ciencias empíricas de la natura-
extendido por todo el mundo (a lo cual ha contribuido,
leza, ocuparon éstas el puesto predominante que hasta en-
indudablemente, el que sea un fenómeno de moda; pero,
tonces había ocupado el punto metafísíco absolutista.
evidentemente, es más que eso n). Hoy día, se habla con
El «cientismo», por su misma esencia, fue un monólogo.
9
Constantemente nos hallamos ante monólogos que lo pin-
D. BONHOEFFER, Resistencia y sumisión. Ariel, Barcelona 1969, tan todo en contraste de blanco y negro.
passim. Cí. también: G. EBELING, Die nichtreligióse 1 nierpretation bibUs-
cker Beyriffe: ZThK 52 (1955) 296-360. El siglo xx está viviendo el derrumbamiento de todos
it» D. BOKIÍOEFFKR, o.c., principalmente 1823.; véase H. ZAHRNT, Die
Sache mit Gott. München 1967, 170-178 y 196-214.
los sistemas, también del cristianismo, en cuanto son siste-
11
H. BRAUN, Gesammelte Studien sum Neuen Testament und seiner mas monológicos. Y por eso, estamos comenzando ahora
Umwelt. Tübingen 1962, 243-309, especialmente 297. Tomando como punto todos a entablar conversación unos con otros. La verdad
de partida un análisis del lenguaje (un análisis estrictamente empírico y algo
anticuado), se dice lo mismo en: P. VAN BUB-EN, El significado secular del no puede hallarse en el sistema, sino en el diálogo, en un
evangelio. Península, Madrid 1968.
12 espacio común. Hemos adquirido conciencia de que na-
También en otras culturas está en curso, hoy día, un proceso de
secularización. E incluso en el pasado remoto puede observarse un fenómeno die ha monopolizado la verdad, de que la verdad se eleva
semejante. Podemos considerar con razón la filosofía griega como una
interpretación desmitizante del mundo de los dioses olímpicos. El epicúreo
Tito Lucrecio Caro, en su obra De rerum natura (véase también: G. HASEN- que algún lector moderno, si tuviera que averiguar el autor, atribuiría a
HÜTTL, Per uv.bekannte Cotí. Tübingen 1964), ha escrito muchas páginas Harvey Cox, W. Hamilton, T. Altizer o incluso a K. Marx y R. Garaudy.
74 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA SECULARIZACIÓN Y COMPRENSIÓN RACIONAL 75

por encima de todos nosotros, y sin embargo habita entre podía llamárselo todavía cristiano, la fe era muchas veces
nosotros. No experimentaremos la verdad en la canción de una trivialidad, una postura natural del individuo sano.
un solista, sino en una coral polifónica. Recordemos la Las corrientes modernas son para nosotros un golpetazo
historia de los cuatro ciegos que se encontraron con un que nos hace sentir de nuevo el incomprensible prodigio
elefante. Palparon al animal. Uno de los ciegos palpa las de la interpretación creyente de la realidad: una interpre-
patas del elefante y dice: es un edificio de columnas dó- tación que se funda en una radical metanoia con respecto
ricas. Otro palpa la trompa y dice: es una serpiente. El a la obvia visión de la realidad del mundo. Y recordamos
tercero palpa el vientre y dice: es la piel seca de un león. por fuerza aquellas palabras de Tertuliano: «Los cristia-
El último palpa las orejas y dice: es una hoja de palmera. nos no nacen, sino que se hacen» l4 .
Los cuatro ciegos comienzan a discutir, para terminar pe- Antes de ahondar en el problema acerca del hablar
leando cada uno por su verdad, que no deja espacio alguno sobre Dios y del hablar a Dios en medio de este mundo
a la verdad de los otros. Ahí tenemos la parábola de la secularizado, vamos a fijar exactamente qué es lo que en-
historia del mundo occidental, por lo menos en sus aspec- tendemos por secularización, qué es la «meta final» de
tos sombríos. todo el proceso de secularización. Me parece que es ur-
Ahora brota urgentemente esta pregunta: la situación, gentemente necesario distinguir entre dos planos: el fenó-
tal como la hemos esbozado, ¿conduce al final del cris- meno mismo y su interpretación. Así que, por un lado: el
tianismo?, ¿o al final de lo que se ha llamado «el cristia- proceso de secularización como fenómeno histórico-cultu-
nismo convencional»? 13 Y, si ha de ocurrir esto último, ral, en el cual el mundo y la sociedad humana son proyec-
¿no existirá el peligro de que, juntamente con los elemen- tados dentro de un horizonte racional de comprensión.
tos no-auténticos, se eliminen también algunos aspectos Me parece a mí que este plano es el fundamental. Con res-
cristianos auténticos? El problema se agudiza hasta el pecto a la historia de occidente, implica esto que el mun-
punto de convertirse en esta pregunta: hoy día, en nues- do y la sociedad humana han sido sustraídos de la tutela
tro mundo secularizado, y como creyentes, ¿cómo podre- por parte de la Iglesia y de la religión. Esto precisamente
mos seguir hablando de Dios? En efecto, la fugaz pano- hace que la positiva secularización del horizonte racional
rámica que hemos esbozado, nos hizo ver que, en este de comprensión incluya también en sí de hecho la desacra-
mundo secularizado, lo más obvio y espontáneo es una in- lizactón15. El hombre comienza a proyectar el mundo y a
terpretación atea de la Biblia. Podríamos afirmar que la proyectarse a sí mismo sobre un futuro creado por él.
teología radical, sin pretenderlo, nos ha vuelto a esclarecer Y con ello queda al descubierto una de las fuentes de las
por lo menos una cosa: que la fe en Dios no es una evi- que la religiosidad se ha alimentado de hecho. En efecto,
dencia vulgar, sino que esencialmente exige una decidida
metanoia, una conversión. Cuando al mundo de la cultura u
Fiunt, non nasenntur chrisliam, en Apolooctic%m, 18, 4 (Corp.
Christ. Lat. I, 118).
15
13
Este carácter secundario (de un acontecimiento con significación
W. VAX DE POL, El final del cristianismo convencional. Lqhlé, Bue- esencialmente positiva) es analizado especialmente por H. LÜBBE, Sákularisie-
nos Aires 1969; véase también: I D . , Op zveg naar een verantwobrd Gods- rung. Geschichte eines ideenpolitischen Begrifís. Freiburg-München 1965.
geloof. Roermond-Maaseik 1967; H. F I O L E T - H . VAN DER LINDE, Fin del Tengamos en cuenta de que precisamente lo secundario puede haber incitado
cristianismo convencional. Nuevas perspectivas. Sigúeme, Salamanca 1969. a conocer lo esencial.
CALLAR ACERCA DE DIOS Y HABLAR DE Y A DIOS 77
76 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA

la religiosidad en tiempos pasados sacó su fuerza, eviden- meno cultural) se presenta a menudo entreverado con esta
temente, de la impotencia que antaño tenía el hombre interpretación atea. Y todo este conjunto — el fenómeno
para vérselas dentro del espacio interior del mundo. Por y la interpretación— es denominado entonces, simple-
consiguiente, la secularización no sólo es un fenómeno cul- mente, secularización: lo cual confiere evidentemente a
tural, sino que — visto desde el punto de vista religioso — este término una inevitable ambigüedad. Por eso, hay que
tiene como consecuencia, entre otras, la distinción entre poner en claro que ese «ateísmo» es una interpretación
el «Dios de la fe» y el «Dios de la religión». Por tanto, ideológica, y que el fenómeno cultural existente, que es
una «fe (irreligiosa» es, desde el punto de vista de la his- interpretado así, puede explicarse también con sentido sin
toria de la cultura, una implicación de la secularización, echar mano de esa interpretación atea. Y que, por tanto,
en todo lo cual entendemos por «religión» el vivir reli- ese fenómeno cultural puede integrarse con sentido en la
gioso en un estadio cultural en el cual no se había des- perspectiva cristiana.
cubierto aún explícitamente el horizonte racional de com-
prensión en toda la amplitud del mismo: de tal suerte que II
la religión se hacía cargo de las funciones de la deficiente
potencialidad humana en el plano secular: lo «religioso», LA RAZÓN DEL CALLAR ACERCA DE DIOS V DEL
pues, abarcaba un amplio campo de «religión». Por tanto, HABLAR DE DIOS Y HABLAR A DIOS
me parece a mí que el proceso de secularización es funda-
mentalmente el descubrimiento del horizonte racional de 1. Hay un hecho que caracteriza en primer lugar a
comprensión del hombre, de una autocomprensíón del la nueva imagen del hombre y del mundo. Y es que la
hombre, que por su naturaleza se va desarrollando en la antigua imagen de Dios se ha desvanecido y es imposible
historicidad: de tal suerte que la secularización es algo que experimentarla, porque estaba íntimamente relacionada
se da con el desarrollo creciente del ser del hombre. En con la antigua imagen del hombre y del mundo. Pero más
este aspecto, el proceso de secularización debemos valo- característica aún es la manifiesta incapacidad de crearse
rarlo sin ninguna duda de una manera positiva. una nueva imagen de Dios, como se refleja claramente en
Por otro lado (y, aquí, entramos en un plano comple- la literatura acerca de la «muerte de Dios»: tanto en la
tamente distinto: el plano de la interpretación de este fe- literatura bien pensada como en la que se ha escrito preci-
nómeno socio-cultural), la secularidad es interpretada co- pitadamente. El pasado cristiano ha permanecido siempre
mo ateísmo. Y lo es, porque muchos suponen que la fe en claramente consciente de la inaccesibilidad de Dios y de
Dios sigue siendo una remora para la secularización en el su inefabilidad, así como también de la radical incapacidad
sentido histórico-cultural. Para decirlo con otras palabras: del hombre para hablar de manera suficiente acerca de
el «Dios de la religión» tiene un lastre histórico tan gran- Dios y para representárselo. Los grandes teólogos y mís-
de, que muchos no descubren diferencia alguna entre el ticos de otros tiempos fueron capaces de aceptar las con-
final del «Dios de la religión» y el final del «Dios vivo», secuencias de esta «teología negativa». Pero en la teolo-
del Dios de la fe. El fenómeno cultural de la secularidad gía corriente, en la vida espiritual media y en la predica-
(porque eso es primordialmente la secularidad: un fenó- ción usual de aquella época, se consideró de hecho a Dios
78 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA CALLAR ACERCA DE DIOS Y HABLAR DE Y A DIOS 79

con mucha frecuencia como a alguien que interviene en el Nuestra época se ha hecho consciente — y no sólo de
acontecer del mundo. Las representaciones categoriales de manera teórica sino también práctica— de que no tene-
Dios (es decir, las ideas de Dios derivadas de las cualida- mos conceptos de Dios, y de que todo concepto que se
des que se predicaban de él teológicamente) fueron utili- presente realmente como «concepto de Dios», es de hecho
zadas muchas veces como conceptos adecuados, como un concepto a-teo, impío, porque desconoce la trascenden-
«conceptos de Dios». La experiencia religiosa, en todo cia de Dios. Ahora bien, con ello ese concepto corre el
ello, siguió siendo auténtica. Pero estaba atrapada en un riesgo de convertir a Dios en un concepto límite, en un
contexto socio-cultural que hoy día está anticuado, pero «vacío»16. Incluso el concepto del «completamente Otro»
que ha dado su colorido interno a la experiencia religiosa. (der ganz Andere) convierte unilateralmente a Dios en
algo Excelso tan lejano, que no sabemos qué influencia ese
Por eso, algunos conceptos como el de «fe arreligiosa» son
Extraño puede tener aun sobre nuestra vida. Porque,
sumamente ambiguos, ya que no distinguen entre la fe
mientras continúe la historia, todo concepto de Dios será
y la función esencial que la fe tiene en un determinado
inadecuado. Y lo será incluso nuestro actual «silencio
contexto socio-cultural. Lo cual no quiere decir que la fe acerca de Dios».
misma, en otras épocas, fuera menos auténtica que en
nuestra nueva situación socio-cultural. ¿Tendremos que
2. Si queremos llegar a una distinción con sentido
darnos a nosotros mismos — y a nuestra época — la apa-
entre el «Dios de la religión», que ha muerto en el pro-
riencia de autenticidad de fe, siendo así que, en realidad, ceso de la secularización, y el Dios vivo o «Dios de la fe»:
se trata únicamente de una relación distinta del hombre entonces me parece a mí que eso es completamente impo-
con respecto al mundo? Con frecuencia, y sin darnos cuen- sible en una forma secularizada, si no se puede mostrar
ta, hacemos afirmaciones religiosas allá donde lo indicado que precisamente nuestra experiencia secular de la exis-
sería hacer afirmaciones culturales. Determinados aconte- tencia contiene elementos que están señalando interna-
cimientos del pasado, que dieron ocasión a que se atribu- mente hacia un misterio absoluto. Si no fuera así, se de-
yeran directamente a Dios, se basan en realidad, dado el rrumbaría incluso la secularidad o por lo menos quedaría
estado actual de nuestros conocimientos, en una deficiencia minada por ideologías que sacrifican la persona humana en
de saber humano, de potencialidad humana, etc. La fe de aras de un futuro mejor y que, por tanto, desembocan, no
los padres, teniendo en cuenta las circunstancias, ¿era por en una humanización, sino en una deshumanización. Pare-
eso menos auténtica? La experiencia religiosa está siempre ce inevitable que, en un mundo secularizado, el fideísmo
determinada también culturalmente, incluso para nosotros conduzca también a la muerte de la fe en el Dios vivo,
hoy día. El hombre de fe auténtica no tiene que esperar para decirlo con otras palabras: al ateísmo, cualquiera que
hasta que las ciencias, con sus conclusiones, hayan puesto sea su especie. Por eso, es notable que tanto Altizer como
las cosas en claro. En nuestro mundo «cientificado», lo Hamilton, a pesar de todo, no sólo tengan conciencia de
único que ocurre es que tenemos distintas ocasiones y es- estar influidos por Tillich (aunque éste sea su inspirador
tímulos diferentes a los de antes, para las experiencias re-
ligiosas. *e C. VERHOEVIN, Rondom üe leegie. Utrecbt a
1966, 163-
80 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA CALLAR ACERCA DE DIOS Y HABLAR DE Y A DIOS 81

principal) sino también por Barth, para quien Dios es el dicación y en la catequesis, se sigue presentando con fre-
completamente Otro, y acerca del cual nosotros no pode- cuencia en categorías que están tomadas de un estadio
mos saber absolutamente nada dentro de un horizonte ra- anterior de la evolución de la humanidad (un estadio en
cional de comprensión. el que, de hecho, tal hablar de Dios era significativo y
Puesto que Dios, como realidad absoluta, se sustrae relevante): surge ahora, inevitablemente, en un estadio
completamente por su misma esencia a la experiencia in- más avanzado de la experiencia y reflexión humana, un
mediata: resulta que, dentro de un horizonte racional de cortocircuito. Los hombres no entienden ya de qué esta-
comprensión, una fe en Dios, una fe que tenga sentido mos hablando. Si el hablar de Dios incluye que se diga
para el hombre, será posible únicamente si nuestra reali- algo significativo acerca del hombre, entonces el hablar de
dad humana misma contiene una verdadera flecha de indi- Dios en anticuadas categorías de experiencia no puede
cación hacia Dios, el cual entonces es también experimen- contener sencillamente nada significativo acerca del hom-
tado, es decir, Dios entra también en nuestra experiencia. bre moderno. Éste experimentará entonces, constante-
La afirmación precipitada de que precisamente este hecho mente, tal enunciado como algo carente por completo de
no dice ya nada al hombre moderno, y no corresponde ya significación para su experiencia humana, más aún, como
a la comprensión que él tiene de sí mismo, no puedo me- algo que está en contradicción con el más profundo anhe-
nos de calificarla de slogan pseudocientífico, que de una lo de sus actuales experiencias. Y entonces, como creyen-
manera nada crítica eleva determinados acentos (que aho- te, tiene uno la sensación de que hay que considerar como
ra quizás — o , mejor dicho, evidentemente— llaman la verdaderas unas cosas que son absurdas, y de que hay
atención) a la categoría de un ne varietur de la esencia del que seguir manteniendo una imagen del hombre y del
hombre mismo. Precisamente porque la esencia del hom- mundo, que en la vida cotidiana normal consideramos
bre es existir en la manera del comprender y del compren- como inexistente.
derse a sí mismo, podremos únicamente hablar con sentido Me parece que la actual crisis de las teologías pro-
acerca de Dios, cuando ese enunciado esté vinculado con testante y católica, considerada desde una determinada
la comprensión humana de sí mismo. No podemos formu- perspectiva, es la consecuencia extrema de la negación de
lar un enunciado acerca de Dios, que no hable al mismo toda forma de «teología natural»: una secuela de la rup-
tiempo con sentido acerca del hombre. Y viceversa. Esto tura entre la experiencia del hombre y la fe cristiana,
significa que tan pronto como se ha descubierto refleja- ruptura que podríamos sintetizar con el denominador co-
mente la historicidad de la experimentación humana de la mún de «fideísmo». Quien tome como punto de partida
existencia, se da cuenta uno claramente que también nues- la idea de que existe tal ruptura, llegará más tarde o más
tro hablar acerca de Dios ha de ir creciendo internamente temprano a la idea de que la fe cristiana es una super-
a la par de ese desarrollo. estructura innecesaria que se ha levantado sobre la reali-
Si no ocurre tal cosa, entonces nuestro hablar de Dios dad humana.
será —desde el punto de vista de la analítica del len- Ahora bien, aunque vuelva a abogar en favor de una
guaje— un hablar irrelevante, absurdo y que ni siquiera teología natural, ni mucho menos pretendo concebirla en
dirá nada. Puesto que el hablar acerca de Dios, en la pre- sentido tradicional. En efecto, en la teología natural (en-
82 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA CALLAR ACERCA DE DIOS Y HABLAR DE Y A DIOS 83

tendida en sentido tradicional) el problema está restrin- vida: esa confianza que muchas personas poseen de ma-
gido al plano puramente reflejo. Y esto ha conducido nera innegable, aunque no reflejamente, a pesar de los
igualmente a un fracaso. Puesto que, en nuestros días, momentos en que se ven asediadas por el absurdo. Se tra-
nos enfrentamos con el ateísmo y con el llamado «ateís- ta de aquella confianza básica de que el futuro es signi-
mo cristiano» de la teología radical, me parece que lo ficativo en virtud de la aceptación tácita de que el ser
más urgente no es discutir inmediatamente acerca de del hombre — l o imposible— es, a pesar de todo, posi-
la llamada prueba de la existencia de Dios, acerca de la ble. Se trata de una confianza que, aunque veladamente,
respuesta que los creyentes han de dar a la cuestión re- la hallamos en filósofos que describen lo absurdo del vi-
ligiosa. Sino que, más bien, lo que hay que hacer es in- vir, como A. Camus. Y habría que investigar las implica-
vestigar la legitimidad de la problemática misma. Incluso ciones del hecho de que haya personas —creyentes e in-
desde el punto de vista hermenéutico, tenemos ahí la creyentes— que se ponen decididamente del lado del
cuestión más importante, a saber: si la cuestión misma bien y confiesan con ello que, en último término, están
está justificada. Por conversaciones personales con teólo- considerando la vida humana como significativa: perso-
gos de la «muerte de Dios» en América y con humanistas nas que, a pesar de todo y principalmente a pesar del
de Holanda, he llegado a ver con claridad que una lla- hombre mismo, no quieren dar la última palabra al mal
mada respuesta «significativa» a una pregunta que no sino al bien. Este hecho, que no raras veces se presenta
tenía justificación, era por su misma naturaleza absurda. ante aquellas personas que se han hecho a sí mismas la
Es verdad que se está dispuesto a admirar la consecuen- pregunta religiosa, ¿no es ya una decisión en favor o
cia de un análisis teístico —antiguo o moderno—• de la en contra de Dios? O, mejor dicho, ¿no justifica esto en
experiencia existencial y de la respuesta temática a la última instancia la problemática religiosa y su objetiva
cuestión acerca de Dios, pero se pone en duda precisa- urgencia, ya que esa confianza, desde el punto de vista de
mente la legitimidad de la problemática; se pone en duda la totalidad del hombre, no se puede precisamente justi-
la legitimidad de hacer siquiera la pregunta. ficar? A mí me parece que todo el que desatiende este
Por eso, lo que hemos de buscar ante todo es lo que último hecho, está cometiendo una gran ingenuidad his-
los analíticos del lenguaje denominan disclosure («descu- tórica. Esta patente confianza en la vida, por parte de
brimiento», «revelación»), a saber, la situación existen- muchos, y la tenaz negación de esta misma vida, por parte
cial en la que lo que se puede experimentar de una ma- de otros, es un dato que yo, como creyente, tengo que
nera empíricamente inmediata, revela (discloses) y evoca interpretar indudablemente de la siguiente manera: cada
algo más profundo de lo que se experimenta inmediata- hombre afirma o niega —y por cierto antes de que, en
mente, algo que manifiesta precisamente la razón más general, se plantee expresamente la cuestión religiosa —,
profunda y la condición de posibilidad del acontecer secu- que la existencia humana factual (es decir, el hecho de
lar 17. Habría que poner de manifiesto la verdadera razón la existencia humana) es una promesa de salvación que
de ser de la confianza existencia! «subterránea» en la no se puede explicar por el ser concreto del hombre. Con
esto, todo hombre ha rechazado ya, o bien ha confesado
17
Véase, entre otros autores: S. OGDEN, The Reality of God and Other que cree en el inalienable amor de Dios, en Dios como
Essays. London 1967, r-70.
84 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA CALLAR ACERCA DE DIOS Y HABLAR DE Y A DIOS 85

futuro del hombre. Y, entonces, la llamada «prueba de cristianismo, la expresión refleja de esta actitud es una
la existencia de Dios», en virtud de la experiencia de la aceptación explícita de Dios. En todo ello, la resurrección
contingencia, no es más que la justificación refleja a pos- del hombre Jesús se manifiesta como la verdadera razón
teriori de la convicción de que esa confianza inalienable de esa confianza en la vida, a pesar de todas las cosas.
en el don de un futuro humano significativo no es una Por tanto, en un trascenderse a sí mismo, el abrir la
ilusión engañosa, no es una proyección de ensueños frus- realidad hacia Dios es el presupuesto ontológico que hace
trados, sino que tiene fundamento objetivo en la realidad humanamente comprensible la salvación inmerecida que
experimentada: en esa realidad, el Dios que está viniendo se ha revelado en Cristo. Y es, al mismo tiempo, la jus-
manifiesta (como ausente, sí, pero de manera íntima) su tificación personal de una existencia creyente. En lo que
cercanía, su estar acercándose a nosotros. respecta a la secularidad misma, la fe en Dios hace signi-
Esta interpretación contiene una profunda crítica del ficativa la secularización, sin minarla ideológicamente o
carácter secular cerrado del «ateísmo cristiano» de la degradar la persona humana al nivel de simple medio
teología radical. Pero, al mismo tiempo, recoge una de para asegurar un futuro mejor. La «secularidad cristiana»
las más profundas sugerencias del mismo. Porque con impide que el mundo secularizado imponga al hombre
esto ha quedado claro que, en nuestra época, difícilmente una «moderna esclavitud», en la que la persona humana
se podrá uno aferrar a que «el conocimiento natural de sea sacrificada en aras de una ideología o del surgimiento
Dios», de carácter reflejo, es imprescindible para la com- de un mundo terreno mejor.
prensión del cristianismo. El cristianismo, y por cierto un Me estoy maravillando sin cesar de que los cristianos
cristianismo comprensible y que nos diga algo, un cris- sigan preguntándose hasta qué punto el ser cristiano in-
tianismo explícito, descansa hoy día sobre otra compren- cluye en sí el compromiso de trabajar por la mejora del
sión previa y sobre otra experiencia previa, a saber, en la mundo, una resistencia militante contra la guerra, contra
entrega radical al mundo, por solicitud hacia todos nues- la discriminación racial y contra todas las formas de in-
tros semejantes; en la lucha contra todas las formas de justicia. Y me maravilla, porque, analizando, vemos que
mal y de injusticia. Y ahí ve luego el cristiano la expre- el reconocimiento y aceptación de Dios formula en «len-
sión, no tematizada todavía, pero auténtica, de un con- guaje diferente» aquello mismo que uno busca propia-
junto que contiene también un elemento que él, en el mente cuando trata de realizar el bien y cuando quiere
pasado, ha reconocido como «conocimiento natural de resistir al mal que hay en el mundo. El reconocimiento
Dios»: el presupuesto que da sentido humano al riesgo y aceptación de Dios es el nombre definitivo, el nombre
de su fe cristiana y a una entrega inalienable. exacto, que hay que dar al sentido más hondo del com-
Por tanto, es decisivo el que exista, o no exista, la promiso secular. Quien entienda así las cosas, hallará in-
actitud de una confianza fundamental en la realidad, a comprensible la pregunta de si la fe en Dios impulsa, y
pesar de las experiencias opuestas18. En la historia del hasta qué punto impulsa, al compromiso secular. El ver-
dadero creyente lia superado ya ese dilema. Edificar la
18
Es esencial para estas reflexiones el análisis de la muerte como en- sociedad como una convivencia de personas en la justicia
trega total de sí mismo «a la esperanzas. Pero no podemos detenernos a
estudiar detalladamente este punto.
y en el amor coincide evidentemente, cuando se reflexio-
86 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA CALLAR ACERCA DE DIOS Y HABLAR DE Y A DIOS 87

na detenidamente (o, mejor dicho, cuando se está en una humano. Por eso, en la fe ha de mostrarse — desde nues-
situación de disclosure), con el reconocimiento y acepta- tras experiencias seculares— un camino hacia Dios: un
ción de Dios e incluso concretamente con la fe en Dios. camino que, por sí mismo, no conduce ciertamente a la
Rehusarse a conceder al mal un puesto en la propia vida salvación, pero que no obstante convierte la fe en la
y en la vida de la sociedad, combatir el mal dondequiera salvación que Dios nos ofrece en Jesús, la convierte en
que aparezca significa dar expresión a la confianza que uno un acto maduro y que humanamente está lleno de sen-
tiene de que el bien ha de tener la última palabra. tido.
No dudar del hombre, en todas las actividades de cada La verdad de que, frente a todas las indicaciones que
uno, a pesar de todas las tristes experiencias que uno la historia nos hace, el ser del hombre —como don al
haya podido tener, es algo que, sometido a un detallado prójimo— es una posibilidad que tiene sentido: esa ver-
análisis, da muestras de ser una confianza oculta e inalie- dad se nos refleja en la Biblia con las palabras de que la
nable en Dios, una confianza que es fe en que la existen- gracia del reino de Dios se manifiesta en el reino de los
cia humana es una promesa de salvación. Es ya una pri- hombres: un reino de justicia, de amor y de paz, un reino
mera respuesta a la palabra que la realidad nos dirige: en el que no habrá ya males ni miseria, y en el que se
que hemos sido llamados a la vida por una Bondad abso- enjugarán todas las lágrimas (2 Pe 3,13; Ap 21,4). La
luta. Esto aparece en el incansable intento de la huma- esperanza cristiana sabe que esa posibilidad se le ha con-
nidad por vencer definitivamente el mal, e incluso la cedido efectivamente al hombre, como gracia. Por eso,
muerte. el cristiano vive en la conciencia de fe de que, ya desde
Pero la verdad de que el ser del hombre — lo impo- ahora, su compromiso en favor del orden de la sociedad
sible— es (no obstante) posible: eso no lo sabemos sino temporal no es un compromiso inútil. Sabe que no está
por la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Y lo comprometiéndose en vano. Es verdad que el cristiano
sabemos en la fe. El acto creador de Dios, ese acto que, no ve cómo ese orden temporal —que todavía no es el
aunque no con perfiles claros, captamos en la confianza reino final— puede ser, al mismo tiempo, el comienzo
que los hombres tienen en la vida, es un encargo, es la velado del eschaton. Pero la esperanza en el reino final,
en ese reino radicalmente nuevo, le da impulsos para no
misión para militar en la resistencia contra todas las
contentarse con una victoria conseguida ya sobre este
formas de injusticia. Y, al mismo tiempo, es la razón de
mundo, porque históricamente no podremos jamás decir:
la confianza de que el futuro es un encargo que se le ha
he ahí el futuro prometido. A quien diga tal cosa, el evan-
confiado al hombre. La vida, muerte y resurrección de
gelio le aplica el nombre de «anticristo». El cristianismo
Jesús es la seguridad divina de que, en nuestro compro-
implica esencialmente la vida «del más allá».
miso de fe y por medio de nuestro compromiso de fe, y
a pesar de todos los fracasos, el futuro se puede y se ha El compromiso y entrega en favor de lo intramundano
de realizar de hecho. Ahora bien, la fe en la resurrección — ese compromiso que se siente como un servicio de
sena un «salto irracional» (y quien no se atreviera a dar Dios— es algo que pertenece a la esencia de la fe cris-
ese «salto», tendría tanta o incluso más razón en no tiana en Dios. Ahora bien, y aquí tenemos el comple-
hacerlo), si la entrega de fe no fuera realmente un acto mento de vital importancia: por medio de nuestra con-
88 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA CALLAR ACERCA DE DIOS Y HABLAR DE Y A DIOS 89

fianza activa, por medio de nuestra confianza como cre- Iglesia ha dejado de dar al mundo su mensaje. En ese
yentes, se realiza en la historia el don de Dios. Por un caso, la Iglesia no tiene ya nada que decir al mundo. Y lo
lado, podemos afirmar que la Iglesia, como comunidad único que puede es repetir maquinalmente lo que el mun-
de los creyentes, 1.°, por medio de su activa esperanza do ha descubierto ya hace muchísimo tiempo. Sé por
participa en la actuación de Dios en este mundo; 2.°, «ar- propia experiencia que esto precisamente es lo que de-
ticula» esa actuación de Dios, es decir, le da un nombre cepciona hoy día en la «Iglesia moderna» a muchos lai-
como testimonio para todo el mundo; 3.°, proclama la cos que son expertos en el terreno secular. Esos laicos
inconsciente esperanza del mundo, y 4.°, ha de encon- reciben la impresión de que su Iglesia, es decir, los fieles
trarse en primera fila en la tarea de humanización del y algunos teólogos, no hacen más que repetir lo que ellos
mundo, ha de figurar en la «vanguardia» de una solicitud habían afirmado varios decenios antes basándose en ra-
por el hombre. Mas, por otro lado, hay que afirmar que zones científicas. Con eso, la Iglesia pierde para esas
la Iglesia no puede ejercer esas funciones y esa misión, personas su propia significación. Y entonces, lo que se
si ella no vive su propia vida eclesial: esa vida que nutre ha dado en llamar el final del «cristianismo convencio-
tales funciones. Para decirlo con otras palabras: la Iglesia nal» se convierte sin más en el final del cristianismo.
no podrá cumplir su misión, sí con reconocimiento agra- Podemos preguntarnos si de vez en cuando no se está
decido no celebra aquello de lo que el mundo debe vivir, dando ocasión evidente para que los hombres sientan
si no celebra a Jesucristo el Señor, la presencia absoluta esta desilusión mortal acerca de la Iglesia.
e inmerecida del Dios vivo. La fe en Dios implica esen-
Si la Iglesia no tiene ningún mensaje propio que dar,
cialmente interpersonalídad, conciencia creyente de un
no tiene ninguna promesa que pueda presentarnos articu-
Absoluto y Personal que está «frente a nosotros», de
lado al mundo, entonces —realmente— la Iglesia no
un «compañero de juego» por medio del cual es posible
tiene ya razón de existir. Tan sólo una Iglesia que mues-
el diálogo con Dios. En la revelación de Dios que se nos
tre su rostro propio y que sea capaz de dar nombre pro-
ha concedido por gracia — e n esa revelación de la que
pio a la solicitud secular por nuestros semejantes y de
vive la fe cristiana—, Dios se nos ha dado inmediata-
manifestar, proclamar y celebrar solemnemente el sentido
mente, como misterio, para que lo experimentemos en
personal y definitivo de esa solicitud, tan sólo esa Iglesia
comunión, aunque esto sólo se pueda expresar y temati-
tiene todavía algo que decir a un mundo secularizado, y
zar indirectamente. Por eso, la experiencia de Dios es
tiene entonces, precisamente en un mundo secularizado,
siempre interpretación y realización de la historia huma-
las mejores perspectivas para su vida. Si la Iglesia no
na en el mundo.
puede cumplir este mensaje especial que le corresponde,
Ahora bien, en la religión tenemos que vérnoslas con entonces el mundo secularizado mostrará las escapatorias
alguien, y no sólo con la humanidad y con su historia. más extrañas e irracionales: el horóscopo, la astrología y
Y esto precisamente se expresa de manera visible y se todas las clases de sectas «espiritualistas» ofrecerán la
proclama en la liturgia eclesial de la palabra y del sacra- compensación por la vida que tenemos que vivir en la
mento. Si la Iglesia se hace idéntica con el «mundo» y secular city, en la metrópolis. Tan sólo el mensaje especial
con la «mejora del mundo», y nada más, entonces la de la Iglesia, su fe en el inalienable y serio amor de Dios
90 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA. CALLAR ACERCA DE DIOS Y HABLAR DE Y A DIOS 91

a los hombres, es lo que da a la secularidad misma su difícilmente diremos de él sino que no tiene idea de lo
propia y significativa consistencia, sin subestructuras ni que es la oración, y que se está engañando a sí mismo.
superestructuras ideológicas. A Dios no podemos «conseguirlo —como quien dice —
Con esto queda dicho también que es indispensable aislado». El creyente sabe que Dios está presente. Ahora
y que está lleno de sentido el permanecer — tanto perso- bien, esa presencia la experimenta únicamente en medio
nalmente como comunitariamente— en ese misterio per- de la dolorosa experiencia de la «ausencia», la cual no
sonal. Tan sólo dentro de ese misterio, la vida humana obstante delata una cercanía sumamente íntima y, por
en el mundo y junto al mundo adquiere suprema y defi- tanto, mantiene viva la esperanza. ¿Y esto, porque Dios
nitivamente su plena significación como vida personal en es trascendencia? Sí, pero, más exactamente todavía, por-
una sociedad. Por tanto, frente a ese misterio personal, que para alguien que vive en el tiempo, la trascendencia
el hombre tiene conciencia suprema de que es responsa- de Dios no sólo es recuerdo y no sólo es ausencia expe-
ble ante el juicio y los anales de la historia, sino tam- rimentada agudamente aquí y ahora, sino que también
bién ante el juicio del Dios vivo. Si Dios no es un ser es el Dios que vive, el Dios que va delante de nosotros
infrapersonal, un vago «substrato» o un trasfondo místico- hacia un futuro. Por eso, en la historia estaremos siem-
cósmico de nuestro existir, sino que es un «Dios vivo» pre en camino, y tendremos siempre que estar haciendo
— y tal es el núcleo, después de toda desmitización, de historia, para poder encontrar a Dios. Encontrarnos con
la revelación bíblica—, entonces el cristianismo implica Dios mismo es un acontecimiento que tan sólo lo vivire-
también una atención explícita al Interlocutor personal mos en la hora escatológica. Pero es un acontecimien-
«que tenemos delante», una atención a la que, a su vez, to que se va preparando en la historia humana y terrena,
sólo podemos dar expresión de manera viva en las for- que es una historia que es más que simple preparación: es
mas seculares. precisamente el venir de Dios, del Trascendente.
Por eso, para el creyente la oración y la vida secular La oración, la liturgia, la vida eclesial en su conjunto
están siempre íntimamente entrelazadas. El cristiano que son sumamente significativas y para un cristiano son
está en el mundo, está también junto a Dios. Orando, imprescindibles. Pero no debemos olvidar que ellas pre-
permaneciendo con Dios, el cristiano está también «junto cisamente nos orientan hacia la historia secular como el
al mundo». Porque, si así no fuera, entonces — e n su espacio en el que Dios está viniendo a nosotros. Aunque
atención— no podría alcanzar a Dios. Tan sólo el foco tengamos en cuenta que la formación de la tradición mís-
de su atención está cambiando sin cesar. El hombre que tica de la Iglesia se vio influenciada intensamente por el
ora, no conseguirá jamás dirigir su atención absoluta- helenismo, sin embargo esa tradición mística sigue siendo
mente hacia Dios: la cercanía divina se manifiesta única- un testimonio vivo de que ella no capta nunca a Dios
mente, como afirman con razón los místicos, en l'expé- a l'état pur, sino que la verdadera vida de fe sigue es-
rience d'un mur («en la experiencia de un muro»). El cre- tando determinada sin cesar por el anhelo — u n anhelo
yente, al orar, tropieza con un muro rígido. Y el que que se expresa en oración— del encuentro con Dios.
lo haya experimentado de otra manera, por muy ardien- Este anhelo es un estimulante que, por un lado, radica-
temente que hable de sus experiencias de la oración, liza nuestro compromiso en favor del mundo, y que, por
92 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA
CALLAR ACERCA DE DIOS Y HABLAR DE Y A DIOS 93

otro lado, impide que consideremos ese compromiso


más fatal que el que es consecuencia de nuestro hablar
como el absoluto punto de reposo. El ser del hombre es
desfigurado y desmañado acerca de Dios, quien sobrepa-
posible únicamente trascendiéndose a sí mismo, es posi-
sará siempre todo lo que se diga acerca de él. Callar acerca
ble únicamente en algo que es más que humano, es posible
de Dios, dejarlo sin mencionar, hacerle únicamente que
únicamente como don de Dios. En efecto, en el don es
esté presente como «el tercer trascendente» en nuestras
el dador quien habla principalmente a nuestro corazón.
relaciones humanas y en nuestro trabajo por un mundo
Un ramo de flores —como regalo— es en sí hermoso
mejor: es una forma de hablar que no expresa lo más
y alegra el corazón. Pero el verdadero encanto del ramo
importante que hay en la vida, a saber, la fuente que
de flores, su calor, la simpatía que se experimenta íntima-
nos hace vivir llenos de esperanza. Y, al no expresarla, la
mente en él, tiene su origen en el dador mismo. Lo que
declara irrelevante, carente de significación. Esto es exac-
los alemanes llaman Mitmenschlichkeit (traducido literal-
tamente lo que Pablo rechazaba como el «vano gloriarse
mente: «co-humanidad») o comunión personal entre seres
del hombre». Ahora bien, en la comunidad de los hom-
humanos no encuentra radicalmente su sentido íntimo y
bres, hay que hacer que lo inexpresable se exprese en voz
definitivo sino por medio de la comunión con una abso-
alta. La humanidad misma está anhelándolo. Propiamen-
luta «co-persona» (Mit-Person: una persona que es seme-
te, tan sólo lo inexpresable es digno de que se hable de
jante a nosotros y que puede solidarizarse con nosotros).
ello. Nos está dando siempre nuevo tema en que pensar.
Ahí tenemos el sentido último de la fe en Dios, en medio
Se habla de verdades que son tonterías, de si hace buen©
de un mundo secularizado.
o mal tiempo, cuando uno no tiene propiamente nada
Como síntesis de todo esto, podríamos afirmar que que decir. El lugar en el que lo verdaderamente signifi-
el servicio ck Dios, por contraste con la «religión», no se cativo, lo inexpresable, ha de expresarse, debería ser pre-
puede definir como una relación exclusiva con Dios, sino cisamente la Iglesia. La Iglesia es entonces, por decirlo
que tan sólo puede describirse como una manera deter- así, la intérprete y representante de toda la humanidad,
minada, una manera que se está trascendiendo a sí misma, la profetisa que da un nombre al misterio del que todos
de captar la totalidad de ia realidad y ayudar a que esta pueden y deben vivir. Esa proclamación eclesial es enton-
realidad sea experimentada, a la sombra de la presencia ces, al mismo tiempo, un llamamiento y una invitación
de Dios: una presencia activa, absolutamente cercana, dirigida a aquellos que no parecen sentir necesidad de dar
pero que precisamente por eso no está nunca a nuestra un nombre a su compromiso terreno en favor de sus
disposición. He ahí, innegablemente, el aspecto auténtico semejantes: un nombre que brote de ese profundísimo
que puede cristalizar de la nueva manera de hablar de misterio que también a ellos los mueve.
Dios en nuestra época: una manera callada, una manera
de silencio, que hace que Dios se exprese en la solicitud Por lo demás, se comprende que no todos sientan esta
por nuestros semejantes y en la tarea de hacer el bien. necesidad. También en la vida conyugal, por ejemplo,
Pero también el callar es una forma de hablar. Por muchas personas que —por sus atenciones y por su soli-
eso, callar absolutamente acerca de Dios —imponer si- citud cotidiana— viven en comunión hondamente per-
lencio mortal a Dios —puede causar un cortocircuito sonal, no sienten necesidad de hablar expresamente de
su amor. Esto no quiere decir que les falte amor: viven
CALLAR ACERCA DE DIOS Y HABLAR DE Y A DIOS 95
94 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA

el uno del otro y para el otro. Sin embargo, surgiría un humana» (aquí podríamos decir: según la opinión igual-
vacío mortal, si la prosa no se convirtiera nunca, bajo mente unilateral, pero también auténtica, del «bultman-
ningún aspecto, en poesía, porque la poesía es elemento nismo» o de la «audaz reinterpretación de la fe»): este
esencial de la vida prosaica. ¿No deberíamos, por tanto, hecho, decimos, me parece que hay que atribuirlo a
considerar a la Iglesia como la que ha recibido de Cristo la fundamental ambivalencia de la «fenomenología exis-
— quizás como representante (de la humanidad)— el tencial», de la que tan encantado está el pensamiento teo-
encargo de expresar y dar testimonio, de proclamar y cele- lógico moderno. En el mundo de los filósofos, la fenome-
brar con corazón agradecido el misterio inexpresable del nología existencial está en regresión. Ciertas tendencias,
todavía no muy claras, pero manifiestamente anti-«exis-
que puede vivir inconscientemente el mundo, gracias a la
tencialistas», como el estructuralismo francés, la corriente
muerte y resurrección de Cristo? 19 ¿No es la Iglesia (es-
que se basa en el principio esperanza de Ernst Bloch,
toy olvidando ahora, intencionadamente, el dolor de su
y la teología de la historia, del círculo de Pannen-
fracaso y de mi fracaso) la poesía en medio de la prosa
berg, y quizás —principalmente— la inclinación que se
de,nuestra vida? La Iglesia, pues, no es —¡qué duda
observa en todas partes a superar el sentimiento antihege-
cabe! — «no-mundo», pero tampoco es «mundo». La
liano de la filosofía existencial y a entroncar de nuevo
Iglesia no es distinta del mundo, pero tampoco se iden-
con la problemática y tematización de Hegel (advertimos
tifica con el mundo. La Iglesia es «sacramento del esto incluso en una persona como Paul Ricoeur, aunque
mundo», es la comunidad humana de creyentes que ex- él es uno de los que simpatizan con la fenomenología
presa a Dios y lo proclama en un mundo secular, la existencial): todo esto somete a gravísimo fuego artillero
comunidad que le da gracias en Cristo Jesús y que la tendencia fenomenológica que hasta ahora había pre-
puede decir espontáneamente en nombre de toda la dominado. Claro está que con ello no se niega ni se mi-
humanidad: «Dios es mi canción». Y ahí tenemos preci- nimizan los resultados obtenidos por el pensamiento fe-
samente la primera tarea humanizadora de la Iglesia: cele- nomenológieo, que ya no podrán pasarse por alto. Pero
brar, dar gracias, «conmemorar», y de este modo tratar se va viendo cada vez con más claridad la ambigüedad que
íntimamente con la realidad. La Iglesia no puede coin- se oculta en esa manera de pensar, así como también los
cidir, por tanto, con el mundo prosaico, técnico, secula- efectos de dicha ambigüedad en la interpretación ex-sis-
rizado. Sin embargo, en ese mundo, y para su bien, canta tencial de Bultmann y de los «posbultmannianos». El pen-
la Iglesia su canción. samiento fenomenológico testifica, por un lado, la «crisis
El hecho de que, en la teología actual, no se haya de la objetividad» y, por otro lado, la «insuficiencia de
encontrado todavía solución armónica con respecto a las la subjetividad». El hecho de que es insuficiente la manera
relaciones entre la «revelación» (podríamos decir: según como la fenomenología existencial ha intentado superar
la opinión unilateral pero auténtica de Tomás de Aquino el esquema «objeto-sujeto» encuentra un eco clarísimo en el
y Karl Barth o de la «ortodoxia») y la «autocomprensión actual pensamiento protestante y católico que trata de
resolver el problema del hablar acerca de Dios, sin caer,
18
Esta «representación» o actuación vicaria no hace menos urgente la por un lado, en la «ortodoxia objetivizante» y, por otro
tarea misionera, pero le da un carácter distinto.
96 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA CALLAR ACERCA DE DIOS Y HABLAR DE Y A DIOS 97

lado, en el «liberalismo de la subjetividad» del siglo xix, igualmente necesaria. En efecto, podemos preguntarnos si
pero que hasta ahora no ha encontrado equilibrio satisfac- la actual reinterpretación de la fe y del hablar acerca de
torio entre estos dos extremos. Dios puede ayudar a la sensibilidad de la fe cristiana a
Parece como si Merleau-Ponty, partiendo de su pen- superar incólume la crisis que existe innegablemente.
samiento fenomenológico, hubiera intuido algo así, por- Pero podemos preguntarnos también si una teología que
que en su obra Sens et non-sens20 escribió que la fe cris- busca su salvación en la constante repetición literal de
tiana o el hablar acerca de Dios era algo que quizás se las antiguas declaraciones de fe, no está por lo menos
pudiera hacer únicamente sobre base tomista (y aquí poniendo en peligro con igual ligereza la «fe recta», aun-
alude a la ortodoxia objetiva en general; podríamos decir que nada más sea porque, con su desconocimiento de
de igual modo: sobre la base de Karl Barth) o bien —con- los fundamentos hermenéuticos y de las implicaciones de los
tinúa Merleau-Ponty— si el cristianismo evolucionara mismos, contribuye inevitablemente a una callada y a una
hasta llegar a ser una fe sin dogma, una apertura creyente ruidosa apostasía de la fe. En efecto, la persona que — en
sin contenido propio. Esta última inclinación se vislum- su creer— elimina la reflexión intelectual y reinterpre-
bra en el pensamiento bultmanniano. Y, en virtud de los tante, está declarando con ello, de hecho, que en su vida
principios de la fenomenología existencíal, la teología «de hay un ámbito que no tiene nada que ver con la fe, a
la muerte de Dios» y el «ateísmo cristiano» son las pe- saber, su entendimiento. Si tal persona sigue siendo cre-
núltimas consecuencias de esta tendencia (consecuencias yente, entonces tendrá que comportarse esquizofrénica-
que son la fe cristiana sin hablar para nada de Dios). De mente en un mundo secularizado: vivirá una doble vida y
esto me parece que no hay duda alguna. Con ello se se afiliará a una doble verdad. Entonces se manifestará,
le presenta a la teología la cuenta impagada de la feno- como reacción, o un «ateísmo cristiano» o una miope
menología existencial, principalmente por la ambigüedad «defensa de la fe». Tanto en un caso como en otro, que-
que ha quedado en su supuesta superación del esquema dará minada la verdadera ortodoxia.
«objeto-sujeto».
Pero, como creyente que soy, desearía terminar en
Evidentemente, hoy día la objetividad y la subjetividad tono esperanzador y, no obstante, realista. Desearía ter-
siguen siendo un problema tan complejo como antes de minar con un cri de coeur tomado del capítulo primero
surgir la fenomenología existencial. Por tanto, la teolo- de la obra: Gottesfinsternis («Oscuridad de Dios»), es-
gía conservadora y la teología progresista de nuestros crita por Martín Buber, el filósofo que tan inspirado es-
días no harán más que agravar dolorosamente la problemá- taba por el Antiguo Testamento:
tica de la fe, si no reflexionan seriamente sobre la verda-
dera hermenéutica de la historia, que analiza los presu- Dios... es la más cargada de todas las palabras huma-
puestos ontológícos que hacen posible una verdadera nas. Ninguna ha sido tan mancillada, tan mutilada. Precisa-
identidad de la fe en la reinterpretación de la fe, reinter- mente por eso no voy a renunciar a ella. Generaciones de
pretación que —por la historicidad del hombre— es hombres han hecho rodar sobre esta palabra el peso de su
vida angustiada, y la han oprimido contra el suelo. Yace en
el polvo, y soporta el peso de todas esas personas. Las ge-
** Paris 1948, I49> ' S i . neraciones de los hombres, con sus partidismos religiosos,

7
98 SECULARIZACIÓN Y FE CRISTIANA

han desagarrado esta palabra. Por ella han matado y han


muerto. Y tiene marcadas en sí las huellas de sus dedos y
la sangre de todos ellos. ¡Dónde iba yo a encontrar una
palabra que se le pareciera, para designar a lo más alto!
Si tomo el concepto más puro y radiante del más íntimo te-
soro de los filósofos, no podría encerrar en él más que una
imagen conceptual que a nada me habría de obligar. Pero
no podría infundir en él la presencia a la que yo me re-
3
fiero: la presencia de aquél a quien las generaciones de los
hombres han honrado y escarnecido con su estremecedor EL CULTO SECULAR Y LA
vivir y morir.
Sí, yo me refiero a aquél a quien las generaciones de LITURGIA ECLESIAL *
los hombres — atormentadas por el infierno y asaltando el
cielo — se refieren. Es verdad que los hombres dibujan ca-
ricaturas y escriben debajo de ellas: «Dios». Se asesinan 1
unos a otros, y dicen: «Lo hacemos en nombre de Dios».
Pero, cuando se disipe todo delirio y engaño, cuando los DUDA SOBRE EL SENTIDO DE LA
hombres estén frente a él, en medio de la más solitaria os- LITURGIA ECLESIAL
curidad, y ya no puedan decir «Él, Él», sino que suspiren
«Tú, Tú» y griten «Tú», todos lo mismo, y cuando añadan
«Dios»: ¿no será el Dios verdadero a quien todos claman,
el único Dios vivo, el Dios de los hijos de los hombres?
¿No es él quien les oye? ¿No es él quien los escucha?
W Hamilton, uno de los moderados del grupo The
Death of God Vrotestants («protestantes de la
muerte de Dios»), escribió a pesar de su moderación:
Y precisamente por esto, la palabra «Dios» ¿no es la pala-
bra de la llamada, la palabra convertida en nombre, consa- No veo cómo la predicación, el culto, la oración, el minis-
grada para siempre en todos los lenguajes de los hombres? terio y los sacramentos pudieran ser tomados en serio por
Debemos respetar a los que prohiben esta palabra, porque la teología radical1.
se rebelan contra la injusticia y los excesos que con tanta
facilidad se cometen con una supuesta autorización de
«Dios». Pero no nos descorazonemos. ¡Qué bien se com-
Este movimiento radical de la Iglesia hacia el mundo
prende que muchos propongan callar, durante algún tiem- vuelve la espalda a teólogos como Bultmann y toda la es-
po, acerca de las «últimas cosas», para redimir esas palabras cuela «posbultmanniana», a quienes se considera ahora
de las que tanto se ha abusado! Pero de este modo no se ya como conservadores, y ha eliminado hace tiempo a
redimirán. No podemos purificar la palabra «Dios». Y no H. Cox, que en muchos sectores había hecho furor, acu-
podemos devolverle su integridad. Pero sí podemos, man-
chada y mutilada como está, levantarla del suelo y erigirla
* Este estudio se publicó por primera vez en: Tijdschrift voor Tbeo-
sobre una hora de gran solicitud21. Iogie 7 (1967) 288-302.
1
T. A I - T I Z E B - W . HAIÍILTON, Teología radical y la muerte de Dios.
Grijalbo, Barcelona 1967, 22 (El párrafo citado lo hemos traducido directa-
mente del inglés. La tradacción que figura en la versión castellana nos parece
hecha por una persona nc familiarizada con el culto y la espiritualidad protes-
tante, pues el párrafo citado lo traduce así: «No veo cómo pueden ser tomados
en serio por la teología radical ]a predicación, la adoración, los rezos,
la ordenación y, en general, los sacramentos» [N. del T.]). Cf. también
M. BUBEB, Werke, i. Miinchen-Heidelberg 1962, 509 s. T. ALTIZEB, The Gospel of Christiaa Atheism. Pliladelphia 1966, 25.
100 CULTO SECULAR Y LITURGIA ECLESIAL DUDA SOBRE EL SENTIDO DE LA LITURGIA ECLESIAL 101

sándolo jocosamente de «neo-ortodoxo» (La ciudad secu- laicos, hombres y mujeres, cuando se matriculan en la
lar [pop Barth]) 2 , mientras que al obispo de Woolwich facultad teológica de la universidad, han leído ya todos
(J.A.T. Robinson, Sincero para con Dios) se le considera esos Übros. El hecho sorprendente de que muchos se ma-
yp. como «anticuado» 3 . Este movimiento no es expresión triculen, muestra el interés acuciante de la problemática
de lo que se ha estado incubando en los cuartos de traba- religiosa de la vida.
jo de los estudiosos, y que luego —por medio de tra- En tal clima, los que trabajan en la renovación litúr-
ducciones— hubiera extendido su vuelo por todo el gica se encuentran naturalmente con grandes interrogan-
mundo. Creo que lo contrario se acerca más a la verdad. tes. Porque el culto litúrgico se va convirtiendo poco a
Lo que muchos creyentes, desde el año 1945, han expe- poco, para muchos, en un problema fundamental5. Las
rimentado nolens volens en su propia vida: esos «ateos renovaciones extrañan y causan desarraigo a los antiguos
cristianos» (ellos prefieren llamarse «teólogos radicales») en la fe. En cambio, para muchos jóvenes, toda la liturgia
no han hecho más que tematizarlo y expresarlo sistemá- — sea antigua o nueva— está anticuada: ya no la nece-
ticamente. El sacerdote anglicano P. van Burén dice ahora sitan. Es verdad que esto se dijo ya hace un par de siglos,
rotundamente, con más sinceridad que en su libro, que no durante la ilustración. Y la liturgia de la Iglesia ha sobre-
sólo se ha acabado con las ideas teístas sino también con vivido ya a este rechazo durante más de siglo y medio.
el Dios vivo de la Biblia, y que él, que es clérigo, hace ya Pero tal relativización histórica de los nuevos slogans
tiempo que no ora y que rehuye los servicios litúrgicos4. hace poca impresión, como es natural, a sus partidarios.
Aquí se expresa sin rodeos lo que yo oigo también con Los cristianos podrían reaccionar de la siguiente manera:
frecuencia entre grupos de estudiantes católicos, tanto de ¡Está bien! ¡Borremos, entonces, a esas personas de las
clérigos como de laicos, aunque no puedo afirmar si es estadísticas de cristianos, y pasemos a estudiar el temario
grande el porcentaje de los que piensan así entre los cató- de la Iglesia! Pero yo creo que, en nuestros días, no le
licos. En todo caso, el fenómeno existe como tal. Claro corresponde a la fe cristiana señalar la hora en que hay
está que, en parte, debemos considerarlo como un impacto que interrumpir el diálogo. En caso de interrupción, ésta
de la moda, ya que todos esos libros (en los que muchos tendrá que venir de fuera. El creyente no debe ya tomar
lectores se reconocen a sí mismos) se venden en traduc- la iniciativa de esa interrupción, fulminando anatemas.
ciones baratas y fácilmente accesibles a todos. Pero, aun- Por lo menos, yo no veo ahí el remedio. Pero si desde
que se trate de un fenómeno influido por la moda, las ex- fuera se interrumpe el diálogo, entonces para un cristia-
periencias cotidianas demuestran que el «ateísmo cristia- no (que rechaza la «Iglesia-g¿f//o», pero que está dispues-
no» avanza a pasos de gigante por el mundo. Los jóvenes to a considerar una «Iglesia de diáspora» como una ge-
1
nuina posibilidad del futuro) no queda más que testificar
«La ciudad secular (iserá un Barth a lo popular?)», Teología ra- y confesar lo que para él significa Jesús, el Cristo, y ma-
dical..., 10.
3
V. MEHTA, Theologie zwischen Tur und Ángel. Zürich 1968. nifestar que la glorificación del nombre de Dios sigue
* En: V. MEHTA, O. C. Véase también: T. ALTIZEE, The Gospel..., 25: siendo para él el más hondo sentido de su vivir humano.
«Esta protesta apasionada contra el Dios cristiano les parece extraña y ofen-
siva a los cristianos ordinarios. Mas, para los cristianos radicales, no hay
otro camino hacia la verdadera fe sino el que pasa por la abolición o disolu- 5
Véase las reflexiones sociológicas en: P. L. BERGER, The Noise of
ción de Dios mismo». Solemn Assemblies. New York 1963.
102 CULTO SECULAR Y LITURGIA ECLESIAL DUDA SOBRE EL SENTIDO DE LA LITURGIA ECLESIAL 103

Y deja entonces en manos del futuro el juzgar quién ha gioso, como si lo religioso se redujera a ciertos actos de
captado de manera más honda y más pura el sentido de culto y a determinadas obligaciones morales. La ruptura
la existencia humana y quién ha hecho más justicia al entre la fe que profesan y la vida ordinaria de muchos debe
ser contada como uno de los más graves errores de nuestro
hombre. tiempo 7.
No obstante, los cristianos —como creyentes en
en Dios — deben «hacer verdaderas» sus convicciones vi- En ambas partes se dice que, desde el punto de vista
tales, en esta nuestra época. Y por eso, deben escuchar lo cristiano, la ruptura entre el quehacer secular y el culto
que alguien ha llamado la «profecía exterior» (Fremd- litúrgico es un absurdo. Y que hay que tender un puente
prophetie: H. Ringeling), cuyas palabras vienen desde el sobre esa ruptura. Pero entonces surge la cuestión: ¿en
mundo secularizado hasta nosotros. Los problemas de la qué sentido? ¿Habrá que considerar la vida secular como
existencia se hallan, con razón, bajo la crítica de la fe cris- culto y proclamar que de ahora en adelante no tiene ya
tiana. Pero también, desde las nuevas experiencias exis- sentido un culto especial celebrado por la Iglesia? ¿O ha-
tenciales, se hace crítica de las formas cristianas de vida. brá que secularizar el culto litúrgico mismo, situándolo
Y esta crítica se orienta concretamente hacia una vida cris- meramente bajo el signo de la vida secular y de sus pro-
tiana que coincide casi con las prácticas eclesiales, y que yectos terrenos? ¿O la adoración de Dios, que se ejercita
pone el culto litúrgico al lado del vivir en el mundo y por medio de nuestra ocupación secular con nuestros se-
con el mundo. Una renovación litúrgica que pase por alto mejantes, exigirá — por su misma naturaleza — una cele-
esa crítica, desoirá el kairós, la oferta actual de gracia que bración de acción de gracias, dentro del marco de una
Dios nos hace en el ahora, y con eso dejará de alcanzar la liturgia eclesial? Porque, aunque no establezcamos un di-
gracia. lema entre el servicio a la humanidad y la glorificación del
Por eso, es muy aleccionador establecer un paralelo nombre de Dios —«El hombre vivo es gloria de Dios»
entre un texto de Tillich y otro del concilio Vaticano n. (Ireneo)—, vemos que de este compromiso cristiano en
Si comparamos a ambos con la nueva corriente radical, favor de un mundo que sea digna mansión para todos,
nos parecerán genuinos «clásicos teológicos». Y, por eso, surge la cuestión de si esa preocupación por la directa uti-
ambos son calificados de «anticuados» por los teólogos ra- lidad prestada a nuestros semejantes que viven en el mun-
dicales. Tillich escribió: do, no está exigiendo quizás internamente la glorificación
del nombre de Dios, con un acto que no sea directamente
La existencia de la religión como ámbito especial es la
prueba más clara del estado de caída del hombre6. útil al mundo, es decir, con la liturgia de la Iglesia. Desde
el punto de vista antropológico, se trata del problema de
El concilio Vaticano n ha declarado: si la vida humana tiene sentido sin una celebración de ac-
ción de gracias. Con G. Marcel, podríamos preguntarnos
Pero no menos equivocados están quienes, por el con-
trario, piensan que pueden dedicarse de tal modo a los asun-
tos terrenos como si éstos fueran del todo ajenos a lo reli- "* Constitución pastoral Gaudium et spes, 43. La traducción de l ° s
textos del Concilio Vaticano 11 la tomamos, salvo indicación en contrario,
e de la edición bilingüe: Vaticano II. Documentos conciliares completos. Razón
Theology of Culture. New York 1564, 42. y Fe, Madrid 1967.
104 CULTO SECULAR Y LITURGIA ECLESIAL DUDA SOBRE EL SENTIDO DE LA LITURGIA ECLESIAL 105

si la desaparición de un agradecido «ser-en-el-mundo», no tradición, no nos facilita las cosas. En su reflexión sobre
es al mismo tiempo un déclin de la sagesse («un declinar el culto, la oración y la liturgia, declara expresamente que
de la sabiduría») 8 . dicho culto es necesario, no por Dios, sino por el hombre
Por consiguiente, no se trata de buscar un lugar en el mismo 9 . No Dios, sino el hombre tiene necesidad de él,
mundo, en el que el hombre fracasara constitutivamente aunque en relación con Dios. Ahora bien, en un mundo
en sus actos de dar sentido al mundo, y, por tanto, se secularizado, ¿sigue el hombre teniendo esa necesidad?
viera remitido a Dios, a fin de realizar su función de dar En todo caso, volvemos a desembocar en el mundo, en el
sentido humano. La cuestión no es esa. La cuestión es si que el hombre culmina como dador de sentido. Y, enton-
el dar gracias que «no crea nada» no es también una es- ces, la cuestión es si el hombre puede designarse como un
tructura ontológica de nuestro auténtico ser de hombres, ser completamente secular; si precisamente la apertura
y si, por tanto, la intervención dominadora en el mundo personal de su ser no es de tal índole, que el hombre no
para elevar — ¿hasta dónde? — a la humanidad es la puede tener su destino en sí mismo, ni siquiera en el
última palabra existencial que se puede decir acerca del «nosotros» del salir interhumano hacia el otro (del rela-
hombre. Para el cultivo humano del mundo, es necesaria cionarse con el otro), porque también esto queda limitado
una ética, pero no la religión, aunque la religión haya de todavía a los confines de lo intrahumano y posee, por
dar a ese cultivo por medio de la ética un colorido propio tanto, una apertura increíble que no se puede colmar con
y además la significación escatológica y definitiva: signifi- ninguna secularidad. El hombre, aunque está en el mundo,
cación que — e n la gracia— supera toda secularidad y es también «no-mundo». Por eso, la religiosidad, por un
toda ética, y da al mundo completa posesión de sí mismo. lado, no puede definirse independientemente del quehacer
La religión, entonces, ¿es superflua para el sistema secular del hombre o sin tener en cuenta dicha realidad.
secular? ¿Es una superfluidad que, en sí misma y por sí Porque, entonces, se consideraría, además, a Dios inde-
misma, sería significativa, sin tener en cuenta la resonan- pendientemente de su ser-Dios. Él es el hacedor de este
cia que hallara en el mundo? Y, viendo así las cosas, una mundo secular, y no retira con su mano izquierda lo que
religión que corriese al lado del mundo de la creación, nos ha dado con la derecha. Por consiguiente, a una reli-
¿seguiría siendo una religión real? gión que, al mismo tiempo, no sea secular, difícilmente
Todo esto está cargado de problemas. Para decirlo podremos designarla como religiosidad auténtica. Mas, por
brevemente: el cristianismo ¿es cosa de Dios o del hom- otro lado, no hemos definido aún lo que son realmente la
bre? La teología radical ha emitido ya su dictamen defi- religión y el culto.
nitivo sobre este punto: el cristianismo es cosa del hom- Ahora bien, con toda confianza podemos tomar como
bre, y el hablar acerca de Dios es sólo una manera anti- punto de partida la siguiente tesis: la religión, el cristia-
cuada que los cristianos tienen de entender el ser del nismo, es una manera definida y cualificada del «ser-en-el-
hombre. Incluso Tomás de Aquino, que en todo esto no mundo». Voy a analizar ahora las implicaciones internas
hace más que compendiar el sentir cristiano de toda la de este enunciado.
8
Le déclin de \a sagesse. París 19Í4. ' STh 2-2, q. 91, a. 1 ad 3; q. 89, a. 1 ad 2; q. 81, a. 1 ad i, etc.
106 CULTO SECULAR Y LITURGIA ECLESIAL LA VIDA SECULAR COMO CULTO 107

«con gemidos» (véase: Rom 8,22), en la «nueva creación»,


II que es el cristiano mismo.
La carta a los hebreos revela más claramente aún el
LA VIDA SECULAR COMO CULTO
fundamento de esta concepción de los primeros cristianos
que adoptaron una postura de crítica del culto. Jesús no
Pablo escribió a los cristianos de Roma, diciéndoles
entregó su vida en una solemnidad litúrgica. En un con-
que debían ofrecer su vida «como sacrificio vivo, santo,
flicto que, evidentemente, era secular, aunque tenía matiz
agradable a Dios, como culto espiritual»10. Vuestra «vi-
religioso, Jesús permaneció fiel a Dios y a los hombres.
da»: Pablo dijo «vuestros cuerpos». Es una manera semi-
Y, así, en una coincidencia secular de circunstancias, en-
ta de expresar toda la actividad humana, la persona hu-
tregó su vida por los suyos. El Gólgota no es una litur-
mana con sus implicaciones seculares. El hombre está cor-
gia eclesial, sino una porción de vida humana: una porción
poralmente con otros hombres en el mundo. Esa totalidad,
realizada por Cristo como culto. Y allí está nuestra reden-
«el mundo», es el lugar del «culto espiritual», dice Pablo.
ción. No fuimos redimidos por medio de un servicio espe-
Junto a muchas otras cosas, el «mundo» en la Biblia sig-
cíficamente cultual y litúrgico, sino por un acto de la vida
nifica también, indudablemente, el hombre en el mundo,
humana de Jesús, por un acto situado en la historia y en
como una creación buena de Dios, privada de su esplen-
el mundo, por un acto ubicado secularmente. «Porque
dor por el pecado, pero renacida en Cristo como «nueva
aquél de quien se dicen estas cosas (a saber, el Señor),
criatura» sobre la que no descansa ya ninguna maldición:
pertenecía a otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar»
un mundo que ha sido liberado de los esclavizadores de-
(Heb 7,13). Podríamos hablar también de una liturgia
monios del mundo, cualquiera que sea su índole, sean an-
secular. Porque a este sacrificio de la vida, realizado en
tiguos o modernos. Por consiguiente, el «ser-en-el-mundo»
medio del mundo, le aplica la carta a los hebreos las anti-
del cristiano, el ocuparse del mundo y el ejercicio de la
guas categorías judías, específicamente cultuales. Y así
solidaridad y comunión humana serán, para el cristiano,
surge el nuevo concepto de culto, es decir, el culto de la
un servicio prestado a Dios, culto divino, glorificación del
vida humana misma, experimentada como una liturgia o
nombre de Dios. La exhortación de Pablo sugiere, al mis-
culto a Dios. Con esto, el culto en el Nuevo Testamento
mo tiempo, que existe también una actividad secular que
adquiere un nuevo significado: la vida en el mundo y
no puede considerarse como servicio de Dios. Hay una
junto al mundo, en compañía de nuestros semejantes, ha
secularidad cristiana. Pero hay también una secularidad
de ser un «sacrificio espiritual». En virtud del sacrificio
no-cristiana. Por lo demás, Pablo no nos da a entender
que Jesús hizo de su vida, la vida secular del creyente
que lo cristiano prive a lo secular de su propia consisten-
puede convertirse también en culto. Por su vida de fe en
cia. Si bien es verdad que lo secular participa, aunque
el mundo, el pueblo de Dios es ahora, todo él, un «pue-
blo de sacerdotes de Dios». «Ofreced, como sacerdocio
10
Rom 12, i-2. (La traducción de este texto se acomoda a l a interpreta- santo, sacrificios espirituales, que sean agradables a Dios
ción del autor, y no coincide totalmente con ninguna de las traducciones
castellanas existentes: N. del T.) Véase: E. KASEMANN, Gcttesdienst im por medio de Jesucristo»: he ahí lo que ahora se dice a
Alltag der Welt: Exegetische Ver juche und Besinnungen, 2. Góttingen todos los creyentes (1 Pe 2, 5). La fe misma es un «culto
"1965, 198-204.
108 CULTO SECULAR Y LITURGIA ECLESIAL LA VIDA SECULAR COMO CULTO 109

sacrificial» {Flp 2,17). Cada acto de amor hacia uno de No os creáis seguros con palabras engañosas, repitiendo
nuestros semejantes es «un sacrificio que Dios acepta con «Éste es el templo del Señor, el templo del Señor, el tem-
agrado» (Flp 4,18). «Hacer el bien y ayudarse mutua- plo del Señor». Si enmendáis vuestra conducta y vuestras
acciones, si juzgáis rectamente entre un hombre y su pró-
mente» desde ahora va a ser en Cristo culto y liturgia jimo... (Jer 7,4 s.)
(Heb 13,16).
El Nuevo Testamento acentúa visiblemente el «culto Por otra parte, es curioso que, cuando los cristianos
secular». Puesto que, con Cristo, ha comenzado ya la vida comenzaron a adoptar las formas externas del culto paga-
escatológica — «Pero no vi santuario alguno en ella; por- no, desapareció de los escritos de entonces el reproche de
que el Señor, Dios todopoderoso, y el Cordero, es su san- «ateísmo» dirigido contra ellos16.
tuario» (Ap 21,22)—, lo profano o secular puede con- Precisamente, en virtud de su orientación escatológica
vertirse en la expresión válida de la paz de los hombres que al principio fue unilateral, el cristianismo —antici-
con Dios, tal como se ha visto ejemplarmente en la vida pando el fin de los tiempos — no hizo distinción entre lo
humana de Jesús. Lo profano no es una categoría del secular y lo «sacral». «Ya comáis, ya bebáis o hagáis cual-
reino de Dios. quier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios» (1 Cor
Por eso, las primeras generaciones cristianas — duran- 10,31). Este culto secular era la novedad del Nuevo Tes-
te unos tres siglos— estuvieron orgullosas de no tener tamento: una novedad en la que claramente podía verse
edificios eclesiásticos o altares: ésta era una de las razo- una crítica de los sacrificios judíos y de la diferenciación
nes de que los paganos les llamasen «ateos» o impíos11. veterotestamentaria entre lo profano y lo sacral, entre lo
El pagano Celso hace a los cristianos el siguiente repro- impuro y lo puro. La atención de los primeros cristianos
che: «Vuestros ojos no pueden soportar templos, altares no se dirigía tanto hacia la Iglesia cuanto al reino de Dios,
e imágenes de dioses»12; todo esto sería «idolatría» u reino en el que está asumido todo el mundo de la crea-
para los cristianos. Pero también los cristianos afirman lo ción. En efecto, este cristianismo escatolój;ico consideró
mismo acerca de ellos mismos. Hacia fines del siglo II es- a Cristo no sólo como «cabeza de la Iglesia», sino, de
cribía Minucio Félix: «Nosotros no tenemos templos ni manera más universal, como aquél a quien se ha dado el
altares» 14. Lo «arreligioso», por tanto, era algo asombro- señorío sobre todo el mundo. En Cristo, los cristianos no
so, que extrañaba a los paganos cuando veían el cristia- están sometidos ya a un mundo dominado por demonios,
nismo 15. Esta primitiva reacción cristiana contra lo espe- sino que ellos mismos se han convertido en señores del
cíficamente cultual enlazaba con la corriente profética que mundo: a ellos les pertenece todo, porque ellos pertene-
brotaba del Antiguo Testamento: cen a Cristo (cf. 1 Cor 3,22s.) La redención significó,
por tanto, una «des-divinización» y des-demonización de
a
Véase, entre otros: L. KOEF, ^Religión» und <íRitus», ais Problem
18
frühen Christentwms: Jahrb. f. Ant. u. Christentum 5 (1962) 43-59. Véase: E. FASCHEH, Der Vorwurf der Gottlosigkeit in der Ausein-
12
ORÍGENES, Contra Celsum, V I I , 62. andersetsung bei Juden, Griechen und Christen: Abraham unser Valer
" lUd., V I I , 63-64. CFestchrift O. Michel), publicada bajo la dirección de O. BETZ, Leiden-
14
Octamus, 32, 1: CSEL I I , 45. Kóln 1963, 58-105; Téase también: A. VON HARNACK, Der Vorwrf des
16 Atheismus in den drei ersten lahrhtttiderten: Tcxte und Untersuch., 28, 47.
Véase también: JUSTINO, Apnlogia, I, 13, 1-2. Leipzig 1905.
110 CULTO SECULAR Y LITURGIA ECLESIAL EL CULTO ECLESIAL Y LITÚRGICO 111

todo lo secular. El destino (la antigua moira griega o el derado como culto secular— en favor de nuestros seme-
jatum latino) había quedado vencido. La «nueva crea- jantes que viven en el mundo? El cristianismo ¿es una
ción» se había realizado — e n Cristo y por su muerte — solidaridad intensa con los hombres? ¿O es también un
en y por medio del «mundo antiguo». En Cristo se puede himno de alabanza, una panegyris (Heb 12,22), una
ahora decir «amén» a lo secular que puede realizarse como «asamblea para festejar»: una asamblea en la que, con ac-
culto, porque desde que Jesús se ha manifestado, «habita ción de gracias, se ensalza a la Fuente de esa mayor fra-
en la tierra la plenitud de Dios» (Col 1,19). ternidad que los hombres experimentan? Para decirlo
Por consiguiente, el compromiso cristiano en favor del con otras palabras: esa íntima comunión y solidaridad con
orden de la sociedad temporal y la resistencia cristiana nuestros semejantes, en virtud de que la revelación divina
contra todo lo que, por la injusticia, perturbe la paz entre nos proporciona también una más profunda autocompren-
los hombres, es algo que, con toda razón, puede apoyarse sión del hombre 20 , ¿es concebible y realizable sin una
en la Escritura. En la actual situación del cristianismo en alabanza expresa de Dios?
el mundo, hay que considerar ese compromiso cristiano
como un culto secular, exigido por el núcleo bíblico del III
cristianismo: la vida secular misma ha de ser un «culto
espiritual». La fe cristiana no es una evasión del mundo EL CULTO ECLESIAL Y LITÚRGICO
para refugiarse en la liturgia eclesial, sino que pretende
lograr que el mundo participe en la venida del reino o La coincidencia de lo profano con lo sacral es, como
señorío de Dios, un «reino de paz, de justicia y de amor». ya dijimos, una realidad escatológica. Pero el cristiano
La fe confirma que la vida humana en el mundo tiene vive en el tiempo intermedio, en la tensión entre el «ya»
sentido, y que vale la pena vivirla. Y todo esto, gracias y el «todavía no»: el reinado de Cristo sobre el mundo se
a Jesús el Cristo. El concilio Vaticano n ha confirmado desarrolla todavía en el transcurso de la historia. La Igle-
repetidas veces esta concepción cristiana: la expectación sia misma no es aún el reino final. Dicho reino está aún
escatológica no restringe la tarea terrena en este mundo, en devenir, está «haciéndose». Y precisamente por esto
sino que la consuma dándole nuevos motivos". El ser sigue habiendo todavía una diferencia, de hecho, entre
cristiano no significa que haya que descuidar la tarea lo «profano» (o «secular») y lo religioso. Las primeras
que se tiene en el mundo, sino que es un impulso más generaciones cristianas tuvieron que aprender por expe-
intenso aún para cumplirla 18. La expectación escatológica riencia que el eschaton, el tiempo final, tan sólo había ve-
incita a realizar un mundo terreno mejor para todos los nido en principio. Por eso, tuvieron que reinterpretar
hombres 19 . — desde las experiencias posteriores de su existencia —
declaraciones anteriores, Tuvieron la dolorosa experiencia
Pero surge ahora una nueva pregunta: el cristianismo de que, aunque el que está en el Señor no peca21, sin
¿se reduce, entonces, a un compromiso intenso —consi-
20
17
Ibid., 34, 36, 41 y 11 (cláusula final).
Gnudium et spes 21. 23
«Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado porque su germen
13
Ibid., 39. (— el germen de Dios) permanece en él; y no puede pecar porque ha nacido
18
Ibid., 43. 4e Dios» (1 Jn 3, 9).
112 CULTO SECULAR Y LITURGIA ECLESIAL EL CULTO ECLESIAL Y LITÚRGICO 113

embargo los cristianos (lo mismo que los no-cristianos) rior) o tal como se expresa eclesialmente en la comunidad
seguían pecando de hecho y morían. El pecado seguía es- de los que creen en Cristo (liturgia de la palabra y del
tando agazapado en las ocupaciones seculares de los cris- sacramento), sea consecuencia de un anticuado «suprana-
tianos entre los hombres. La secularidad no es todavía turalismo teísta» 24 . La persona que, teniendo en cuenta
en sí «liturgia secular» o cósmica. Lo es tan sólo en vir- que la relación viva y personal con Dios debe integrarse
tud de la fe cristiana en Jesús, el Cristo, el cual hace por su misma naturaleza en la relación del hombre con
nuevas todas las cosas. sus semejantes que viven en el mundo, y debe nutrirse de
Es verdad que los primeros siglos no conocían templos ella, pero sacara de ahí la conclusión de que, lógicamente,
ni altares. Pero celebraban una liturgia eclesial, íntima- habría que comprometerse tan sólo en la humanización
mente relacionada con su «culto secular». Al principio, la de la humanidad por medio de la humanización del mun-
liturgia eclesial y el culto secular se hallaban incluso ínti- do, y que habría que callar acerca de Dios: esa persona
mamente entrelazados en el «banquete de amor» o ágape: sucumbe, a mi parecer, a una fatal conclusión de corto-
banquete en el cual la liturgia secular de la comunión en circuito: conclusión de la que sólo podrá sustraerse des-
torno a una mesa — «todo para gloria de Dios» — se fun- embocando lógicamente en un ateísmo humanista. Por-
dió de tal modo con la celebración eucarística, que era que el que declara expresa y temáticamente que la rela-
difícil decir dónde terminaba una liturgia y dónde comen- ción con Dios está contenida implícitamente en nuestras
zaba la otra. En todo caso, la realidad de este culto se- relaciones con el mundo y con nuestros semejantes, ha
cular, en su dimensión cristiana profunda, se celebraba llegado ya al plano de una profesión explícita de fe en
expresamente alabando y dando gracias a Dios, predican- Dios. Porque, de lo contrario, ¿cómo podría tener con-
do, instruyendo y exhortando. Para decirlo con otras pa- ciencia de esta implicación? Pero, entonces, hay que acep-
labras: se celebraba expresamente en una liturgia eclesial, tar también las consecuencias de esta conciencia expresa,
en la que todo transcurría según la ordenanza de la Iglesia. si es que queremos seguir siendo sinceros con nosotros
Como he expuesto ya en otro lugar, y sigo defen- mismos. En efecto, desde el momento que uno es cons-
diendo ahora a , la relación personal del hombre con Dios ciente de que la compartida experiencia de comunión con
no puede darse jamás á l'état pur, porque en ese caso Dios convierte el servicio al mundo y a la humanidad en
seria una relación vacía sin contenido expreso y el hombre culto y culto de Dios, para decirlo con otras palabras:
religioso correría peligro de correr tras el vacío. Por consi- desde el instante en que uno acepta como cristiano el
guiente, el amor de Dios tiene siempre, por su misma na- «culto secular», entonces hay que hacer justicia a la ple-
turaleza, un lugar de encuentro y un campo de vivencia nitud de esa realidad (realidad que es, precisamente, un
en el mundo y en nuestros semejantes23. Sin embargo, regalo, un don de Dios), y expresarla también en alaban-
todo esto no implica que la religiosidad, tal como se za y acción de gracias25. La persona que, en el curso coti-
manifiesta en el trato silencioso con Dios (oración inte-
24
Esto mismo lo he defendido ya antes en: Tijdschrift voor Theologie
w
3 ( r Q 63), principalmente en 320 s. Lo he recogido en Dios y el hombre.
Véase: Das Ordensleben in der Auseiriandersetzung mit dem neuen Sigúeme, Salamanca sia<>o, 251 s.
Menschen- tind Gottesbüd: Ordenskorrespondez 2 (1968) 105-134. 25
Acerca del sikkaron del Antiguo Testamento, es decir, la anamnesis
28
Ibid., 12. o «conmemoración con acción de gracias», véase entre otros: P . A. DE BOER,

»
114 CULTO SECULAR Y LITURGIA ECLESIAL
EL CULTO ECLESIAL Y LITÚRGICO 115
diano de la vida ama realmente y recibe amor, desea ex- me interesa más el contenido de esa imagen cristiana que
presarse en determinados momentos con un gesto que no no el nombre que se le dé. Si alguien está dispuesto a
tiene más significación que la de ser precisamente una discutir per se acerca del nombre, entonces yo estaría dis-
muestra de amor, alabanza y gratitud. puesto a concederle que directamente no soy cristiano 26.
En efecto, lo que «no se expresa» o lo que «nunca
se expresa» viene a ser lo mismo que lo que es «irrele- Por tanto, P. van Burén es el antípoda del cristiano
vante», carente de significación. Ahora bien, si se afirma Bultmann. Esto no impide que P. van Burén pueda po-
que Dios es la plenitud implícita de nuestra vida (y que, seer prácticamente la realidad del cristianismo. Pero la
por tanto, es algo que debe permanecer implícito, a saber, cuestión es si la conciencia reconocedora del aconteci-
dentro de nuestro compromiso para con el mundo y nues- miento del que se puede vivir realmente, no es co-decisiva
tros semejantes), entonces se está diciendo algo, sin preten- para la realidad de tal vivir. Y aquí entra en nuestro
der expresarlo propiamente. Y, en ese caso, me parece que horizonte la significación de la Iglesia y de su liturgia.
el ateísmo humanista es más consecuente. Además, la expe- Quien acepte el «culto secular», no podrá sustraerse
riencia enseña que esta exclusiva confesión de Dios como a la consecuencia interna que de él se deriva: la alabanza
«tercer trascendente» e implícito no puede resistir lar- con acción de gracias. El hecho de que muchas personas
go tiempo y se convierte pronto en religiosidad explí- acepten lo primero — e l culto secular—, y no quieran
cita o bien se transforma lógicamente en «ateísmo». saber ya nada de lo segundo — la alabanza con acción de
La evolución seguida por P. van Burén es, en este punto, gracias —, hace que nos preguntemos si no será la orien-
muy reveladora. En un diálogo acerca de su obra El signi- tación unilateral de la cultura occidental la que hace, por
ficado secular del evangelio, responde el mencionado autor lo menos provisionalmente, que los hombres estén ciegos
rotundamente: para otras posibilidades de vida que no sean las que ahora
le dicen algo al hombre occidental. En ese caso, la fe tie-
Pues bien, yo no sé qué es lo que se gana o lo que se ne que convertirse también en crítica de esa cultura, por
pierde, calificando a una determinada respuesta de cristia- lo menos en crítica de su unilateralidad. Y, entonces, la
na o de no-cristiana. Me parece necesario decir que, en fe captará al mismo tiempo, de una manera nueva, las
torno a la figura de Cristo, el cristianismo... ha desarrollado
una imagen fija del hombre y de la relación humana. Esta consecuencias de la moderna experiencia, las consecuen-
misma imagen se puede desarrollar en la perspectiva huma- cias de la manifestación de Dios fuera incluso de formas
nística del occidente, y se ha desarrollado también dentro explícitamente religiosas o eclesiales. Porque, si en nues-
de dicha perspectiva. Si ese humanismo ha sido influido de tra época resalta más en primer plano la experiencia del
hecho, y hasta qué punto lo ha sido, por el cristianismo:
eso es quizás una cuestión distinta. Pero, si usted me pone «Dios escondido», entonces la manifestación de Dios en
la pistola al pecho, entonces le diré probablemente que a mí el acontecimiento litúrgico quedará más escondida detrás
de la nube, a no ser que experimente más realmente que
Gedenken und Gedachtnis ín der Welt des Alten Testaments. Stutlgart 1962; antes la presencia de Dios en la forma de genuina soli-
A. WEISEE, Glaube und Geschichte im Alten Testament und mdere aus-
gew&hke Schriften. Gottingen 1961, 280-289. (Un breve pero interesante
informe sobre este tema, lo encontrarán los lectores españoles en:Memoria: M
VocAiilario de teología bíblicn. Herder, Barcelona '•1967, 458-460.) Así, en un diálogo entre V. Menta y P. van Burén. Véase:
V. MEHTA, Van God gesproken, 75.
116 CULTO SECULAR Y LITURGIA ECLESIAL EL CULTO ECLESIAL Y LITÚRGICO 117

daridad humana entre los hombres. Por eso, el que abogue sámente esos tiempos requieren más calor, esplendor y
por una liturgia eclesial, deberá tener en cuenta también estilo. Las liturgias orientales cargan con la odiosidad (no
esta nueva práctica eclesial, porque la comunidad cre- completamente justificada) de alienación del mundo, de
yente lia de reconocerse a sí misma en la liturgia27. haberse hecho extrañas al mundo. Pero es sorprendente
Por consiguiente, si la alabanza con acción de gracias que, en muchas de esas liturgias, el culto secular y la li-
brota esencialmente del hecho de que el don se nos ha turgia eclesial constituyan una unidad armónica: en algu-
dado realmente, y por tanto es avivada internamente por nas de esas liturgias orientales, se exhorta expresamente
el «culto secular»: entonces la relación entre la liturgia a los fieles al comienzo de la eucaristía a reconciliarse
eclesial y el culto secular quedará caracterizada por este primero con sus semejantes, antes de entrar a participar
hecho. Evidentemente, la berakhah (la «alabanza de del sacrificio de alabanza que es la liturgia eclesial. Y, así,
Dios», de la que procede la eucaristía en cuanto a su pudo decir ya santo Tomás que «el visitar a las viudas y
estructura) o liturgia eclesial carecería de valor, si la los huérfanos» (la típica forma medieval de la preocupa-
realidad que ella sustenta, a saber, nuestra relación de ción social por nuestros semejantes, forma que se podría
servicio hacia nuestros semejantes en el mundo, no exis- traducir hoy día por ayuda a los países en vías de des-
tiera en realidad. Porque precisamente ese culto secular, arrollo, protesta cristiana contra la discriminación racial
en cuanto a su dimensión más profunda, en cuanto a su y contra todas las formas de injusticia) es ya culto, glori-
estar dado por gracia, es lo que se expresa y se confiesa ficación del nombre de Dios, y que suscita precisamente
en la oración y en la liturgia dentro del ámbito intersub- la necesidad de una alabanza expresa y de una eucharistia
jetivo de la comunidad de los creyentes. Sin el culto secu- cristiana n.
lar, la oración y la liturgia eclesial, nuestro hablar acerca En santo Tomás aparece ya claramente — y esta con-
de Dios y nuestro hablar a Dios, quedarían colgados del cepción suya brota del corazón mismo del cristianismo —
aire y se convertirían en una gran superestructura, en que la santidad y la oración, por su esencia, coinciden con
una mentira ideológica, que se reviste de la pompa de la la existencia y preocupación solícita por nuestros seme-
liturgia formal. Por eso, la proclamación —con alaban- jantes en el mundo 29 , y que, no obstante, precisamente
za— de la majestad de Dios y de su amor a los hombres esa forma secular de la oración y de la santidad exigen
(«Dios es mi canción») pertenece esencialmente a la es- internamente que se las confiese de manera expresa en
tructura total de nuestro amor de Dios: amor que se hace una alabanza con acción de gracias. Y, así, esta alabanza
realidad en la figura del amor a nuestros semejantes y en agradecida se expresa también —como anamnesis— en
la solicitud por nuestros semejantes. la gran oración eucarística, precisamente allá donde se
Naturalmente, el ritmo, la frecuencia y la duración de cantan las maravillas que Dios nos ha mostrado en nues-
esa alabanza estarán determinados por el momento his- tro ser de hombres y en su historia30.
tórico-cultural, y en tiempos de sobriedad objetiva estará
28
más «estilizado», aunque podríamos suponer que preci- Véase, entre otros pasajes: STh 2-2, q. 81, a. 1 ad I J a. 3; a- 4
ad 2; a. 8.
28
*i Vc'-.iHf también: H. MAHDERS, Desacralisering van de liturgie: 2-2, q. 81, a. 8.
80
Thcologie en Zielzore 62 (1966) '33- 2-2, q. 91, a. 1 ad 1 y ad a.
118 CULTO SECULAR Y LITURGIA ECLESIAL EL CULTO ECLESIAL Y LITÚRGICO 119

Por consiguiente, sin culto secular, la eucaristía cris- masiado íntimo e individualista. En este aspecto, la teo-
tiana caracería de valor para nosotros mismos. Por otro logía americana es sin duda una buena inyección para la
lado, la celebración eucarística es al mismo tiempo la teología europea, más antigua y a veces demasiado pre-
misión eclesial para el culto secular: culto que se ha he- suntuosa.
cho posible gracias a la absoluta religiosidad de la vida Esta totalidad se expresa muy significativamente en
humana y de la pasión y muerte de Jesús. El culto secular el concepto que, durante el concilio, ha adquirido dere-
y la liturgia eclesial no son alternativas, sino las dos for- cho de ciudadanía: la Iglesia es sacramentum mundi, es
mas complementarias, que se evocan recíprocamente, del el mundo mismo, hecho epifanía. La Iglesia y la liturgia
único ser de cristianos. En Juan, el lavatorio de los pies eclesial son el mundo con su «culto secular», en el nivel
ocupa poco más o menos el lugar en el que los sinópticos en el que ese mundo —con una confesión consciente y
insertan el relato confesante, plasmado ya litúrgicamente, madura— confirma su propio mysterium, del cual y en
de la eucaristía (relato que «falta» en Juan). Por eso, el el cual vive el mundo gracias a Cristo, y por medio del
lavatorio de los pies —el servicio a nuestros semejan- cual el mundo se realiza a sí mismo consumándose preci-
tes — tiene, en opinión de muchos exegetas, significación samente como mundo de los cristianos; un escalón en el
eucarística. La liturgia eclesial es una misión para el que el hombre da también gracias a Dios por su existen-
culto secular, para el verdadero servicio a nuestros seme- cia cristiana en el mundo que puede caminar hacia el
jantes en la situación existencial concreta de cada indi- reino eterno de Dios. Por eso, celebramos en la Iglesia
viduo y de toda la humanidad dentro de la situación lo que, fuera del edificio eclesiástico, se realiza en la his-
mundial del siglo xx. Los sinópticos relatan el «sacramen- toria humana, en cuanto esa historia puede denominarse
tum». Juan relata la «reí sacramenti»: la realidad signifi- historia de la salvación. En la unidad entre el culto secu-
cativa y realizada o que ha de realizarse, a saber, la ver- lar y la liturgia eclesial: allí coincide el homo mundanus
dadera fraternidad con todos los hombres en Cristo. con el homo religiosus. Y, así, ambos aspectos auténticos
El que establezca separación entre la eucaristía y la histo- (uno de los cuales está presente en lo que se denomi-
ria del mundo (la historia universal como culto), desco- na «cristianismo secular» y el otro en lo que se deno-
noce el sentido más hondo no sólo de la eucaristía sino mina como «cristianismo convencional») se ven rescatados
también de la historia del mundo. Porque esta historia del aluvión de expresiones y formas inauténticas que pu-
puede alcanzar hacia el eschaton gracias al ephapax, gra- dieran haber caído sobre ellos.
cias al acontecimiento único y singular de la humanidad Entonces, la liturgia eclesial ¿es simplemente acción
de Jesús: del hombre que está en comunión absoluta con de gracias comunitaria y homenaje comunitario? Sí, lo
el Dios vivo y, por eso, con el Hijo de Dios en la huma- es. Pero de tal modo, que la realidad es exaltada y que se
nidad secular. Por medio de la liturgia eclesial, el creyente intensifica la ejecución del modo de existencia humano.
es llevado «al punto esencial», al mundo junto a Dios. Y todo, bajo la señal de la resurrección de Cristo. En efec-
El mundo mismo es integrado ahora en la doctrina de la to, la liturgia se efectúa en la Iglesia, la cual cree que la
«justificación»: esa doctrina concebida antes, tanto por promesa de Dios está cumplida en Cristo. En la liturgia
los católicos como por los protestantes, en un sentido de- eclesial, esa promesa se efectúa en mí, en nosotros. Porque,
120 CULTO SECULAR Y LITURGIA ECLESIAL EL CULTO ECLESIAL Y LITÚRGICO 121

en la liturgia, yo participo activamente en la realización de tierra» se convierte ya veladamente en realidad. El cre-


la fe de la Iglesia, y permanezco por la fe en contacto con yente orientado hacia la naturaleza, hablaba principal-
Jesucristo en quien ella deposita su esperanza. En la li- mente de «nueva tierra». El creyente actual habla más de
turgia de la Iglesia se manifiesta públicamente la gracia «nueva historia», de metrópolis y secular city, en virtud
de Dios por Cristo: en mí, en la comunidad celebrante, la del reino final que — en Cristo — ha comenzado ya para
promesa se confirma ahora, se hace ahora verdad. En este nosotros. La antigua exuberancia de las «señales materia-
testimonio de fe se manifiesta la confesión pública de la les» y, por tanto, de la natura, ha quedado sustituida
convicción cristiana acerca de la vida: el «sacramentum ahora por la nueva exuberancia de la comunión y solida-
fidei», es decir, la acción salvadora de Dios en nuestra ridad humana y, por tanto, de la «historia». Pero ambas
actividad de fe: en esa actividad sacramental, litúrgica y exuberancias caen dentro de la misma intención sacramen-
visible. Por tanto, en la liturgia de la Iglesia se manifiesta tal. Esta diversidad, dentro de la unidad, ¿no es una ga-
la gracia de Dios en medio de nuestra historia terrena. nancia, una profundización y una humanización, más bien
Y lo hace con sumo vigor y de manera diáfana para la que una pérdida? Desde luego, no es en sí — n i mucho
fe. Se manifiesta en la liturgia como parte integrante que menos— una debilitación de la experiencia sacramental,
la liturgia es de un todo al que pertenece también nues- sino el reflejo de esa experiencia en un contexto socio-
tro «culto secular», en el cual, se manifiesta también, aun- cultural: orientado menos hacia la «naturaleza» y más
que de manera distinta, esa misma gracia, y por tanto se hacia la «historia»; de impronta menos cósmica, y más in-
hace sentir en él de manera diferente. tensamente humana. En ambos casos, es una manifestación
Si examinamos las cosas más de cerca, vemos que la secular o sacramento de la gracia.
intención básica de la actual «desacralización» de la litur- No sólo lo corporal, sino todo lo humano es considerado
gia no se diferencia mucho de lo que fue la liturgia de como manifestación sacramental de la presencia de Dios.
los diez primeros siglos. En ambos casos, las «cosas con- Precisamente por esto, en la liturgia, vuelve a acentuarse la
cretas» y sencillas de la vida humana son las que repre- celebración comunitaria, y la comunicación de lo divino se
sentan y realizan lo santo. En la antigua concepción «cos- concibe menos en categorías materiales que en la «presencia
mocéntrica» acerca del hombre, el interés recaía sobre real» de Cristo en su pueblo congregado: pueblo que exige
las cosas materiales que hay en el mundo de la creación: justicia y amor para todos. Precisamente por esto el creyente
agua, aceite, incienso, iconos: todo lo que es material- actual no podrá ya ver «aislada» la presencia real en la
mente visible se concibe como expresión de lo invisible. eucaristía de la presencia real de Cristo en la asamblea
En la actual concepción «antropocéntrica» acerca del hom- congregada de los creyentes. No se trata aquí de negar
bre, la atención se dirige hacia la ética: hacia la justicia lo uno para favorecer lo otro, sino que se trata del mun-
y el amor. Esas realidades de la creación se experimentan do material, cuyo centro está ocupado por el hombre en
ahora principalmente como manifestación de lo invisible. comunidad: de suerte que todo el conjunto se convierte
Por consiguiente, en ambos casos, no se toma como en el sacramento de la manifestación de Dios en Cristo.
punto de partida una insuficiente separación entre el mun- El hecho de que esté implicada la persona humana y, al
do y la liturgia, sino la intuición de fe de que la «nueva mismo tiempo, su modo corporal de existencia —modo
122 CULTO SECULAR Y LITURGIA ECLESIAL EL CULTO ECLESIAL Y LITÚRGICO 123

de existencia en el que el hombre Jesús nos ha precedi- Por el contrario, si la liturgia de la Iglesia se reduce
d o — impide que la liturgia se materialice o se espiritua- a ser lo que constituye su presupuesto y, al mismo tiem-
lice unilateralmente. Por eso, en la nueva liturgia la po, la hace nacer, es decir, si la liturgia de la Iglesia se
solidaridad humana ha recibido su propia forma sacra- reduce a ser «culto secular» en el que, de manera pura-
mental, con lo cual puede evitarse la ruptura entre la mente implícita, se experimenta a Dios en la vida secular,
vida y la liturgia: ruptura que era consecuencia del giro o desciende hasta el nivel de «club agradable» en el que
occidental del «cosmocentrismo» hacia el «antropocen- antiguos conocidos se saludan atentamente y se desean
trismo», giro en el que la liturgia se había quedado reza- feliz «fin de semana», entonces la liturgia de la Iglesia no
gada. Por consiguiente, el culto y el ethos vuelven a ex- sólo desconoce el «sacrificio espiritual» (ese sacrificio que
tenderse vigorosamente la mano. Y la liturgia eclesial está exigido por el ser del hombre en este mundo, a la
vuelve a ser el sacramentum mundi o, mejor dicho, el sa- luz de la comunión con Dios), sino además la profunda
cramento de la historia mundi: del mundo de los hom- dimensión humana que se expresa en la celebración — con
bres, el cual, significado por la resurrección de Jesús (es acción de gracias — de aquello que hace que nuestra vida
decir, teniendo como «señal» a la resurrección de Jesús), tenga sentido y valga la pena vivirse. Y esto, indudable-
puede progresar hacia el reino final, en el que la historia mente, no sería una cotidianidad vulgar, sino le sérieux
terrena, por el poder de Dios, se perpetúa en eternidad. de Vamour divin, que entre nosotros se ha hecho histó-
Todo esto tendrá consecuencias inevitables para la ricamente tangible en el amor divino que vemos en el
ulterior renovación de la liturgia en cuanto a su conte- hombre Jesús: ese amor que tuvo la forma de un radical
nido y estructura. El culto litúrgico no podrá ignorar la amor a los hombres «hasta el fin».
estructura total del culto secular y de su epifanía en Mientras Dios no sea «todo en todos», seguirá ha-
la liturgia de la Iglesia. Una liturgia que hablara única- biendo separación, seguirá habiendo tensión interna entre
mente del más allá y que olvidase la historia concreta del la vida eclesial y la vida secular de los cristianos, pues lo
mundo — que es precisamente el lugar en que el eschaton profano no es una categoría del reino de Dios. En ese
está misteriosamente en devenir —, sería una liturgia que reino, el señorío de Dios impregnará plenamente todo lo
ha olvidado el lavatorio joánico de los pies, sería una creado, y precisamente por esto lo situará en su libertad
liturgia gloriae que ha pasado por alto el tiempo en el autónoma suprema, libertad en la que se transparenta
que los hombres están actuando con todo su corazón y Dios. Lo profano es una categoría provisional: una cate-
con toda su alma. ¿Cómo podrían constituir la vida y la goría del venir del reino de Dios, del bailarse este reino
liturgia una unidad? ¿Habría otro modo de constituirla, únicamente en devenir. Mientras dure ese devenir, será
si no es tendiendo un puente entre lo secular y lo reli- también cristianamente válida la dualidad de culto secular
gioso, tal y como lo ha deseado el concilio? Si no evita- y culto eclesial, y permanecerá en vigor. No es posible una
mos esa escisión, esa ruptura, la liturgia de la Iglesia ya religiosidad que atraiga a todos y a todo a su círculo de
no dirá nada, se convertirá en una liturgia extraña para luz, sin que al mismo tiempo suprima la secularidad del
el mundo, ajena al mundo. Y los creyentes —como es mundo. La actividad secular es parte integrante del sacri-
lógico— la aborrecerán. ficio eucarístico. Más aún: así como lo fue para Jesús,
124 CULTO SECULAR Y LITURGIA ECLESIAL

así también para el cristiano el «sacrificio espiritual» de


la vida diaria en el mundo, en comunión con sus seme-
jantes, es precisamente el sacrificio que interesa. Porque
en ese sacrificio radica, para él, la realidad de su partici-
pación viva en el sacrificio de Cristo: sacrificio cuya forma
sacramental de manjar — convertida en eucaristía — pue-
de el cristiano recibir como confesión creyente de que el
4
culto secular sólo es posible en virtud de la «nueva crea- LA IGLESIA COMO SACRAMENTO
ción» que Dios ha obrado en él. Y, así, en la liturgia ecle-
sial se pone para todo el mundo la señal de que un culto DEL DIÁLOGO *
— agradable a Dios— de la historia terrena humana ha

E
llegado a ser posible como culto de Dios. Y ha llegado a
serlo, en virtud del absoluto amor de Jesús a los hombres. L diálogo hace que surjan milagros, y nos descubre
En Cristo, la historia es llevada a un buen fin. He ahí la los misterios de la vida»'
indestructible esperanza cristiana que no sólo incita a una En la época feudal, cuando la posesión patriarcal de
combativa mejora del mundo y a la resistencia militante grandes latifundios parecía la cosa más natural en la his-
contra todo lo que pueda convertir a la historia en histo- toria humana, sucedía que se veía casi con la misma na-
ria de perdición, sino qnc también estimula a la alabanza turalidad — desde el punto de vista sociológico— el que
eucarística: a una alabanza que, en último término, tendrá la Iglesia se comportara monológicamentc como un «gran
el mismo sentido que la bcrakhah que Juan pone en labios propietario de la verdad». A grandes rasgos, podemos
de Jesús en víspera de su muerte: «Yo te he glorificado decir que tal fue la actitud fundamental de las Iglesias
en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomen- cristianas, desde la era constantiniana hasta prácticamente
daste realizar» (Jn 17,4). la segunda guerra mundial, y, en la Iglesia católica, hasta
la época que ahora se denomina conciliar. La mentalidad
Glorificar el nombre de Dios significa edificar el mun-
de las Iglesias y de sus estructuras era inonológica, no
do de los hombres — en virtud de Jesús el Cristo— como
dialogal.
«comunión de santos», convirtiéndolo en reino de paz, de
justicia y de amor, «recordando» al mismo tiempo que Sé perfectamente que siempre es un poco arriesgado
todo eso es regalo inmerecido, regalo que, no obstante, querer reducir el pasado a un denominador. Numerosos
es para Dios algo tan natural como es todo su ser divino. datos históricos podrían refutar el esquema del pasado de
la Iglesia, que acabamos de ofrecer a nuestros lectores.
Precisamente ese amor divino tan natural y obvio,
Porque nunca ha faltado en la Iglesia de Cristo el elemen-
sigue siendo para la problemática vida del hombre un
problema que unas veces le atrae, otras le repele, y que * Publicado por primera vez en: Tijdschrift voor Theologie 8 (1968)
siempre es insondable: un problema cuya respuesta ade- 155-168.
1
R. L. HOWE, The Miracle af Dialogue. New York 1963, 11. (Citare-
cuada es únicamente una entrega incondicional. mos siempre el original inglés. Existe una traducción castellana deficiente:
E¡ milagro del dialogo. Comisión Evangélica Latinoamericana de Educación
Cristiana, San José, Costa Rica, s/a, Ad. del Tr.)
126 LA IGLESIA, SACRAMENTO DEL DIÁLOGO EXIGENCIA DE UNA IGLESIA DIALOGAL 127

to profético, que se basa en el diálogo. En efecto, el mo-


nólogo de la established church halló incesante oposición I
en nuevos movimientos animados por el espíritu del evan-
LA NUEVA AUTOCOMPRENSIÓN DE LA
gelio. En todas las fases de la historia de la Iglesia, esos
IGLESIA Y DEL MUNDO EXIGE INTERNAMENTE
movimientos han escuchado el tiempo y sus signos. Y, en
virtud del diálogo que en dichos movimientos se enta- UNA IGLESIA DIALOGAL
blaba entre la palabra de Dios y el llamamiento que el
mundo y la sociedad les dirigía, estuvieron naciendo sin No voy a detenerme aquí a investigar los factores
cesar órdenes y congregaciones religiosas, mediante las seculares que han conducido al tipo dialogal de Iglesia.
cuales la Iglesia y el mundo acudían rápidamente a soco- Pretendo únicamente, partiendo de ese trasfondo, indicar
rrer allá donde hacía falta socorro humano. algunos puntos medulares en la resonancia eclesial de
aquellas experiencias humanas que le han dado impulso.
Lo nuevo que en nuestros días se está desarrollando Se trata de ciertos cambios fundamentales de énfasis en
ante nuestros ojos o comienza a desarrollarse, no es por la autocomprensión de la Iglesia: cambios en los que se
tanto una novedad absoluta en la Iglesia. Lo nuevo con- manifiesta aquella nueva corriente que, al menos parcial-
siste en que ahora ya no es un solo individuo, como en mente, ha encontrado su sedimentación oficial en los do-
épocas anteriores, el que entiende el arte humano y cris- cumentos del concilio. Podrían formularse así:
tiano de comprender eclcsialmente el mundo de los hom-
bres y la sociedad, desencadenando así —dentro de la
1. Se ha abandonado la antigua tendencia a identifi-
established church— un movimiento modesto pero ani-
car demasiado fácilmente a la Iglesia con el reino o el
mado por el espíritu del evangelio. Lo nuevo consiste en
reinado de Dios 3 , y se acentúa más intensamente que la
que la Iglesia en su totalidad, incluida la Iglesia como
Iglesia es el pueblo de Dios, que todavía está en camino 4 .
jerarquía, ha aceptado el diálogo con el mundo, como
principio y actitud básica. En cuanto a la Iglesia católica 2. Se ha superado la errónea o no-matizada interpre-
se refiere, esto se desprende claramente de los documen- tación del antiguo principio de que «fuera de la Iglesia
tos del concilio Vaticano n y de encíclicas como Pacem no hay salvación»5, hasta tal punto que se ha visto con
in terris, Ecclesiam suam y Fopulorum progressio. En la más claridad que la salvación no es propiedad exclusiva
encíclica Ecclesiam suam dice Pablo vi: de la Iglesia (católica).
3. La Iglesia católica reconoce el carácter eclesial de
Para designar este impulso interno de amor, que trata las comunidades de fe cristianas no-católicas6.
de traducirse aJ exterior en una donación de amor, emplea-
remos el concepto, que ahora es usual, de «diálogo» (collo- 8
Lamen gentium, 5.
quium) 2. * Ibid., 8, 9, 14 y 21; Unitatis redintegratia, 2 y 6; Del verbum, 7;
Apostolicam actucsitatem, 4; Gi.ud.ium ct spes, 1 y 40; Ad gentes, 2.
5
A¿ gentes, 7; Gaudium ct spes, 22 y 57; Lumen gentium, 8 y 16;
Nostra aetate, 1; etc.
G
Unitatis redintegra-tio, 3 y 19; Lumen gentium, 15; Gaudium et spes,
2
Ecclesiam suam, 66. 40; Ad gentes, 15.
128 LA IGLESIA, SACRAMENTO DEL DIALOGO EXIGENCIA DE UNA IGLESIA DIALOGAL 129

4. La Iglesia reconoce, además, que hay auténticos Iglesia de estar concentrada en torno a sí misma, y que
elementos religiosos en las religiones no-cristianas7. Reco- la han vuelto hacia «el otro», muestra ya claramente la
noce, igualmente, que el «nuevo hombre» cristiano y, por posibilidad de un cambio del tipo de Iglesia monológico
tanto, el «ser de cristiano» está presente en todos los a un tipo de Iglesia dialogal. Porque estas declaraciones
hombres de buena voluntad 8 . conciliares afirman, por lo menos, que también fuera de
5. Se reconoce con más claridad que, fuera de Is- la Iglesia hay testimonio de la verdad, y que, partiendo
rael y del cristianismo, actúa también la voluntad sal- de esta base, es esencialmente necesario el diálogo. Quien
vadora de Dios 9 , de suerte que ya no se puede seguir ahora continúe dando testimonio monoldgicamente, des-
negando por más tiempo que fuera de ese ámbito conoce la verdad que está presente en otras partes.
pueden hallarse también elementos de la revelación de Sin embargo, si mencionamos únicamente estos facto-
Dios. res, estamos trazando una imagen errónea del diálogo.
Porque, en ese caso, se consideraría que el diálogo es po-
6. Se habla con mayor énfasis acerca de la Iglesia sible únicamente para la Iglesia, porque ésta — y en cuan-
como pueblo de Dios, antes de hacer distinción alguna to ésta— puede reconocer algo de sí misma en el otro,
entre los servicios, de suerte que en este aspecto queda para decirlo con otras palabras: en cuanto la Iglesia pue-
superada la diferencia entre el clero y los laicos10. Todo
de interpretar al otro como un «cristiano implícito». Pero,
el pueblo de Dios ha recibido la unción del Espíritu, y
entonces, en definitiva, no damos validez al otro en cuan-
— con su sacerdocio universal n — es, en su totalidad,
to otro, sino que lo absorbemos de antemano, dando una
el portador activo de un singular mensaje de alegría y de
interpretación cristiana de su actitud vital. Tal postura
la trasmisión del mismo n.
haría imposible cualquier diálogo. Por ejemplo, un budis-
7. El concilio declara, finalmente, que la voluntad ta desde su punto de vista podría considerar también a un
salvadora de Dios está presente en los avances seculares, cristiano de buena voluntad como «budista implícito».
políticos y socio-económicos de la humanidad13. No es que yo quiera negar el valor real del llamado «cris-
tianismo anónimo». Pero, para un diálogo sincero, hace
Esta enumeración de factores (que, seguramente, po- falta que en el diálogo aceptemos al otro como lo que es:
dría completarse aún con otros), que han librado a la como otro. Por consiguiente, un cristiano aceptará a un
no-cristiano y entablará diálogo con él, precisamente te-
7
Nostra aetaie, 2 y 4; Lumen gentium, 16. niendo en cuenta lo que un no-cristiano tiene de caracte-
8
Gaudium et spes, 23.
0
Dei verbum, 3 y 4 ; Lumen gentium, 2 y 16; Ad gentes, 7; Nostra
rístico. Aunque esto no excluye que el cristiano esté con-
aetate, 1. vencido de que, en todo diálogo, como ha observado con
10
Lumen gentium, c. 2; comp. con el c. 3. razón R. Mehl, Cristo sea le présent commun y conduzca
31
Ibid., 9, 10, 26 y 34; Apostolicam actuositatem, 3; Sacrosanctum
concilium, 14; Presbyterorum ordinis, 2; Ad gentes, 15. personalmente nuestra conversación hacia la plena verdad,
12

38
Dei verbum, 8 y 10. que es él mismo14.
Acerca de la evolución social del bienestar de tedas los hombres,
dice la constitución pastoral: Spiritus Dei... huic evolutioni adest (El Es-
píritu de Dios... está presente a esta evolución): Gaudium et spes, 26. S . M E H L , La rencontre d'autrm. Neuchátel-Paris 1955, 57.
130 LA IGLESIA, SACRAMENTO DEL DIÁLOGO
EXIGENCIA DE UNA IGLESIA DIALOGAL 131

El elemento que aún falta para un sincero diálogo, lo


la Iglesia: «La Iglesia... se convierte en el signo de la fra-
hallamos formulado en otros lugares de los documentos
ternidad, que permite y consolida la sinceridad del diálo-
conciliares, como la declaración sobre la libertad religio- go» ". Por consiguiente, la Iglesia presta realmente en el
sa. Allí se reconoce oficialmente que, de hecho, única- mundo el «servicio de la comunicación». Dondequiera
mente la verdad es el valor y norma específica de una que haya dificultades y perturbaciones en la comunicación,
conciencia que conoce, pero que esa verdad se convierte allá debe encaminarse la Iglesia, allá debe ir en cabeza,
únicamente en la norma subjetiva y efectiva, cuando el in- para superarlas. La Iglesia, como ha escrito muy acerta-
dividuo es consciente del contenido de verdad de la mis- damente G. Winter, tiene «la tarea de volver a estable-
ma. Para decirlo con otras palabras: la Iglesia ha recono- cer la comunicación»18. Y prosigue:
cido el derecho de la persona humana a no aceptar como
verdad y como fundamento de su conducta humana algo El ministerio de reconciliación de la Iglesia servidora es la
que esté en contradicción con su convicción de la verdad, restauración de la comunicación en la sociedad 19.
es decir, con la convicción que el hombre posee acerca de
Es lo que el concilio afirma con parecidas palabras, cuan-
la verdad15. Porque el hombre sólo puede vivir una vida
do dice:
humana digna, cuando está impulsado por una convicción
interna acerca de lo que es verdadero y bueno. La Iglesia es en Cristo como un sacramento o señal de la
Por consiguiente, ambos factores —la nueva auto- íntima unión con Dios y de la unidad de todos los hom-
bres entre sí 20 .
comprensión de la Iglesia y la nueva comprensión que la
Iglesia tiene del mundo— han impulsado el cambio por La Iglesia es sacramento del diálogo humano, sacramento
el que la Iglesia pasa del monólogo al diálogo. Todo ese de la comunicación humana.
cambio fundamental de énfasis, al que ha conducido dicho Por medio de la nueva comprensión de sí misma y del
impulso, puede sintetizarse en la idea clave, que no se mundo, puede la Iglesia desde ahora entrar en verdadero
halla literalmente en los documentos conciliares, pero que diálogo con todos. No tiene que abandonar por eso su
sí los ha inspirado: la Iglesia es «sacramentos del mundo», Ausschliesslichkeitsanspruch («pretensión de exclusivi-
sacramentum mundiI6. «Mundo», en este contexto, signi- dad»: K. Jaspers). Tanto al mundo como a la Iglesia
fica la fraternidad humana o la «pro»-existencia, es decir, misma les pareció antes que esta pretensión de absoluta
un modo dialogal de existencia que tienen los hombres singularidad hacía imposible de antemano un diálogo sin-
que viven, dialogando unos con otros, en el mundo. El sa- cero de la Iglesia o un diálogo sincero con la Iglesia.
cramento de esta existencia, según el concilio, ha de ser ¿Y qué es lo que un diálogo sincero presupone? R. L. Ho-
17
15 Gaudium et spes, 92: «Ecclesia... fiipnum evadit illius fraternitatis
Dignitatis humanae personas. quae sincerum dialogtlm permhtit atque roborat».
19
Véase: E. SCHILLEBEECKX, De Ecclcsia tit sacramento mundi: Con- 18
«The task oí reopening communication»: G. WINTEH, The New
gressus Internationalis de theologia Vaticani I I , Romae 26 sept.-i oct. 1966. Creation as Metrópolis. New York 1963, 130.
Romae 1967; K. RAHNES, Doctrina conciliar de la Iglesia y realidad futura 19
de la vida cristiana: Escritos de teología, 6. Taurus, Madrid 1969, 469-488. «The ministry oí reconciliation of the servant Church is the restora-
Véase: Lumen gentiunij 1, 9 y 48; Gaudi%m et spes, 45, 43. tion of cominunicatiotí to sociely»: Ibid., 103.
20
Lumen gentium, 1 y Gaudium et spes3 42.
132 LA IGLESIA, SACRAMENTO DEL DIÁLOGO
EXIGENCIA DE UNA IGLESIA DIALOGAL 133
we, con mucho acierto, lo ha formulado de la siguiente hacia el reino de Dios, y que no coincide con dicho reino.
manera. Tan sólo en el reino, en el reino definitivo de Dios, el
La verdad de cada uno debe ponerse en relación con la diálogo es una admiración unánimemente afirmativa de la
verdad de los demás, a fin de que se conozca la dimensión autoevidencia que ha llegado a hacerse trasparente en to-
plena de21 la verdad que cada uno posee. Tal es la tarea del das las cosas, un «amén» —pronunciado unánimemente—
diálogo .
a lo inagotablemente evidente, a lo que ahora, en la fe,
Al considerar esta descripción, surge naturalmente la pre- podemos y debemos llamar el «misterio de Dios». La Igle-
gunta de cómo se puede entablar un diálogo sincero con sia peregrinante no es el reino de Dios, sino que procla-
un interlocutor que de antemano sale con la pretensión ma el reino de Dios 22 . Y tan sólo así la Iglesia puede
de poseer plenamente la verdad y de tener siempre razón. anticipar de manera peculiar y específica el reino de Dios:
Sin embargo, tal concepción de la Iglesia no corres- reino que, por el poder de Dios, está ya eficazmente pre-
ponde a la verdadera comprensión de sí misma, cualquie- sente en la Iglesia y en el mundo. Por consiguiente, la
ra que haya sido históricamente la postura real adoptada Iglesia habla de lo que viene, sin haberlo experimentado
por la Iglesia. Porque la Iglesia de Cristo ciertamente propiamente, a no ser de manera parcial en determinadas
puede afirmar que, como servicio al mundo, descansa realizaciones históricas que todavía están incompletas, y
que además están desfiguradas por el pecado. Por eso, la
sobre ella la plenitud de las promesas, y que ella tiene
Iglesia puede tan sólo tematizar de algún modo lo que
el encargo de custodiar, conservar y convertir en verdad
viene, de una manera que en el fondo es sólo negativa, y,
histórica tales promesas. Pero la Iglesia no puede afirmar
al mismo tiempo, de una manera positiva pero impro-
que ella tiene siempre razón. Y la historia lo ha demos-
pia. No puede hacerlo adecuadamente. Pero, con la asis-
trado sobradamente. La Tglesia tiene una misión religiosa.
tencia de Dios, puede hacerlo de forma real y auténtica.
Y, por tanto, tiene también una tarea humanizadora en
Y, en cada nuevo contexto socio-cultural de la vida, la
el mundo. Ahora bien, para esta humanización como tal, Iglesia ha de estar reinterpretando sin cesar, con fidelidad
la Iglesia, dentro de la luz de la revelación divina, no investigadora, el mensaje.
posee más luz que la de todos los hombres y de sus
experiencias. Y, por eso, ha de tantear en búsqueda de Por tanto queda bien claro que incluso ese mensaje
soluciones. Además, la pretensión religiosa de la Iglesia, que constituye el fundamento de su «pretensión de exclu-
su Ausschliesslichkeitsanspruch («pretensión de exclusi- sividad», la Iglesia podrá sólo presentarlo ante el mundo
y hacerlo verdad ante el mundo, si entabla diálogo con
vidad»), que se apoya en la promesa de Cristo, queda re-
ese mundo y con la sociedad humana. Por consiguiente,
lativizada por el hecho de que la Iglesia está todavía
lo que al principio pareció ser un obstáculo insuperable
orientada escatológicamente, de que es una Iglesia pere-
para un verdadero diálogo, aparece ahora — a l examinar
grinante en la historia, una Iglesia que está en camino
las cosas más de cerca — como algo que no se puede rea-
21
lizar fuera de una postura de diálogo: sin escuchar al
«The truth of each other needs to be brought into relation with the
truth of others in order that the full dimensión oí the truth each has may
be made known. Such is the task of dialogue»: E. L. HOWE, The Mímele of
M Lumen gentium, 5
Dialogue, 121.
134 LA IGLESIA, SACRAMENTO DEL DIÁLOGO EXIGENCIA BE UNA IGLESIA DIALOGAL 135

mundo de los hombres, el mensaje de la Iglesia no llega cilio lo formuló de esta manera: «La Iglesia no ignora
en su autenticidad, y la predicación de la Iglesia es impo- todo lo que ha recibido de la historia y evolución del gé-
sible23. No sólo porque fuera de los límites de la Iglesia nero humano» 25 . Esto se aplica también a la manera como
visible actúa también el Espíritu, no sólo porque toda la la Iglesia proclama su mensaje26. En una palabra: gracias
historia terrena se halla iluminada también por la luz de a su diálogo con el mundo, la Iglesia realiza su propia
la presencia universal y activa del Dios vivo, sino porque esencia.
además pertenece a la esencia interna de la revelación el A pesar de haber usado la moderna terminología del
que la palabra de Dios esté contenida en palabras huma- diálogo, todo lo que he dicho hasta ahora acerca del ca-
nas. Vemos, por tanto, que un diálogo sincero, un diálogo rácter esencialmente dialogal de la Iglesia, podría ser en
no fingido, es imprescindible para el testimonio de la Igle- el fondo una manifestación más de la postura monológica,
sia. La Iglesia no tiene sólo que comunicar algo. Para po- de la actitud de monólogo. En su profundo análisis The
der comunicar, la Iglesia ha de recibir también. Y ha de Miracle of Dialogue, dice con mucho acierto Howe que
recibir, escuchando lo que a ella llega desde el mundo: las Iglesias han de entablar diálogo «no con la finalidad
la «profecía exterior», en la cual la Iglesia reconoce tam- de obtener logros, sino con la finalidad de dar» 27 . Y Win-
bién la voz tan familiar de su Señor. La relación entre la ter escribió en su obra, que causó sensación: The New
Iglesia y el mundo no es ya la relación entre la maestra Creation as Metrópolis:
y los alumnos, entre ecclesia docens y mundus discens,
sino un diálogo mutuo con una aportación recíproca y un Una sociedad democrática tiene desesperada necesidad de
sincero escucharse el uno al otro 24 . una Iglesia que pueda participar en su vida pública, sin
actuar como una facción que trata de lograr ventajas per-
Por su esencia íntima, la revelación es palabra de Dios sonales 28.
dirigida a hombres históricos. Por eso, la Iglesia, que
— en servicio del mundo— es el sujeto sirviente de esa En cuanto método, el diálogo puede ser manifestación
revelación, es, por esencia, una Iglesia dialogal, una Igle- tanto de una Iglesia dialogal como de una Iglesia funda-
sia en diálogo. No a pesar de, sino precisamente en virtud mentalmente monológica. Por eso, no se trata tanto del
de su exigencia fundamental de absolutividad, la Iglesia método (porque, en ese caso, el diálogo podría conver-
debe entablar diálogo con el mundo. Y es capaz de hacerlo, tirse en una nueva táctica, acomodada a los tiempos, para
sin caer en un «hacer-como-sí» (Tun ais oh). Para expre- conseguir eficazmente ganancias propias), cuanto del prin-
sarlo de otra manera: el diálogo es la forma específica de cipio y actitud fundamental del permanecer abiertos en
que se reviste el testimonio de la Iglesia en peregrinación. diálogo ante el otro en cuanto «otro», es decir, de una
Al mismo tiempo, el mundo —en el diálogo— da a la
Iglesia la posibilidad de dar realmente testimonio de 25
Ibid., 44 (per totum).
manera singularísima y ser, de este modo, Iglesia. El con- 2» Ibid., 58.
27
«Not for purpose of gainíng, but for the purpoae of giving»: The
Miracle of Dialogue, 97.
23
E. SCHILLEBEECKX, Revelación y teología. Sigúeme, Salamanca 2 i96g, 28
«A democratic sociely desperately needs a Church which can par-
120-126, 387-394- ticípate in its publie life wíthout acting as a faction ín search of prívate
24
Ga.udiv.rn et spes, 40. advantage»: The New Creation, 143.
136 LA IGLESIA, SACRAMENTO DEL DIÁLOGO
EXIGENCIA DE UNA IGLESIA DIALOGAL 137
postura que permite al otro expresarse y que le concede
No voy a detenerme a estudiar ahora hasta qué punto
la posibilidad (en el diálogo y por medio del diálogo) de
la práctica de la vida de la Iglesia responde ya a los prin-
ser más «él mismo», de encontrarse más a sí mismo.
cipios y programas conciliares en favor del diálogo con
Esto se aplica con mucha mayor razón a la Iglesia,
el mundo. La Iglesia, que está marcada por el pecado, y
la cual no existe por sí misma, sino que está al servicio
que es una Iglesia semper purificanda n, anda siempre ren-
del evangelio— de la alegre noticia— de Cristo acerca
queando y, evidentemente, se queda rezagada con respecto
de la venida del reino de Dios. Por eso, el diálogo de la
a sus programas. Pero el hecho de que el concilio haya
Iglesia no debe estar orientado hacia ella misma. Sino que
formulado solemnemente el principio del diálogo sincero,
es un servicio prestado por la Iglesia, es una diakonía o
es, sin duda alguna, el comienzo de una prometedora me-
ministeñum. Más aún: puesto que la Iglesia, como hemos
tanoia. Comprendemos que tal principio nuevo sea espe-
dicho, es el sacramento del modo dialogal de existencia de
cialmente doloroso para la Iglesia, y que a los comienzos
la humanidad, todos los servicios de la Iglesia, incluso los
aparezca incluso como un proceso de disolución. Desde
servicios de su ministerio, estarán fundamentalmente bajo
fuera y desde dentro se está sometiendo a crítica la anti-
el signo del diálogo. La constitución pastoral sobre la
gua mentalidad y estructura monológica de la Iglesia. En
Iglesia en el mundo actual ha formulado así este pensa-
este instante, los fortines monológicos de todas las Iglesias
miento:
están experimentando violentos asaltos. Es consecuencia
La Iglesia reconoce... todo lo que hay de bien en el dina- inevitable del descubrimiento del modo de existencia del
mismo social moderno... Todo lo que sea promover la uni- hombre: un modo de existencia esencialmente dialogal33.
dad está de acuerdo con la íntima misión de la Iglesia, ya Y este descubrimiento se está realizando tanto por parte
que ella es «en Cristo como un sacramento o señal e instru-
mento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo del mundo como por parte de la Iglesia.
el género humano»29. Principalmente a la Iglesia, tal como viene del pasado,
este cambio de manera de pensar le está exigiendo algo
Por lo demás, pertenece a la esencia de un diálogo así como una conversión, una conversio. La Iglesia debe
sincero el que no esté uno atento a sí mismo sino al otro, desligarse de la negativa al diálogo: negativa que es la
aunque en el fondo un buen diálogo enriquecerá a los dos señal característica de la ideología. Y debe desligarse tam-
interlocutores y les hará ser más intensamente «ellos mis- bién de las anticuadas ideas y opiniones acerca de la fe:
mos». En el diálogo de la Iglesia con el mundo, ambos una conversión que la haga pasar de Iglesia triunfante a
interlocutores —la Iglesia y el mundo— andan buscando Iglesia servidora, que le haga admitir también que, con
y palpando, aunque desde una actitud fundamental distin- frecuencia, ella es también una Iglesia que busca y que
ta 30 . En este diálogo, la Iglesia es omnium bono inser-
viens31, está al servicio del bien de todos.
82
Lumen gentium, 8.
83
«Reopening broken communication will inevitably tear and disrupt
the internal life of the Church, but that iiiner suffering is tile cssential nature
20 Gaudium et spes, 4.2; Aposttrlicam actuositatem, 14.
80
of the authentic presence of the New Mankiml ¡n the World» (El hecho de
Pacem in terris, r.54; Gaudium et spes, 10; véanse también 33, 46, volver a establecer la comunicación interrumpida ha de lacerar y desbaratar
47 y 91- inevitablemente la vida interna de la Iglesia. Pero ese sufrimiento interior
« Gaudium et spes, 4.2. es la naturaleza esencial de la presencia auténtica de la nueva humanidad en
medio del mundo): G. W I N T E E , The New Creation, 127.
138 LA IGLESIA, SACRAMENTO DEL DIÁLOGO
CONTENIDO DEL DIÁLOGO ENTRE IGLESIA Y MUNDO 139

no lo sabe todo. Pero este sufrimiento que la Iglesia ha


Esto significa que, por medio de los creyentes, «el
de inferirse a sí misma en virtud de su renovada concien-
mundo» mismo está ya presente en la Iglesia. Por con-
cia de sí misma, y que se le infiere también — ¡una con-
siguiente, el diálogo entre la Iglesia y el mundo es ante
secuencia del diálogo! — desde dentro y desde fuera, es todo un diálogo interno del cristianismo35, un diálogo
un sufrimiento saludable. Este sufrimiento exige a los entre creyentes: un diálogo que no sólo versa acerca de
creyentes comprensión y simpatía hacia sus hermanos los su singularísimo testimonio de fe, sino también acerca de la
creyentes y hacia sus pastores. Y también les exige intre- edificación del mundo y de la sociedad. Porque el cris-
pidez. Pero sin caer en un afán de activa demolición, es tiano, aunque abriga el convencimiento de que la huma-
decir, en el nuevo triunfalismo de un «diálogo» destructor nidad tiene un único destino de vida (es decir, aunque
que se convierte en un monólogo «desde abajo», en vez está convencido del único destino supremo del hombre),
del antiguo monólogo «desde arriba». acepta no obstante, dentro de esa unidad de destino, «la
recta autonomía» de lo intramundano, a favor de lo cual
él se compromete también activamente36. Por tanto, es
posible un diálogo intracristiano entre la Iglesia y el mun-
II
do. Y, en este sentido, hay también distintos interlocuto-
EL CONTENIDO DEL DIALOGO ENTRE res que toman parte en el diálogo.
LA IGLESIA Y EL MUNDO Pero hay que seguir adelante. En este momento, no
todo el universo de los hombres pertenece de hecho a la
communio sacramental de la Iglesia, ni siquiera aunque
1. Antes de expresar el contenido del diálogo entre
entendiéramos por tal «comunión» la totalidad de las de-
la Iglesia y el mundo, hay que contestar a una cuestión
nominaciones cristianas. La Iglesia ha ido dejando de ser
preliminar: ¿no hemos hablado demasiado precipitada-
cada vez más una «Iglesia nacional» (Volkskirche, «Igle-
mente de dos interlocutores del diálogo? La Iglesia y el sia de estado»), para convertirse en una «Iglesia de diás-
mundo ¿están tan separados, que —como interlocuto- pora». Y, en todo caso, teniendo en cuenta el pluralismo
res — puedan entablar diálogo el uno con el otro? obvio de la sociedad actual, la Iglesia se irá convirtiendo
En realidad, la Iglesia consta de personas que viven paulatinamente en una «Iglesia de voluntarios», a la que
en el mundo, El concilio dice: se pertenezca en virtud de una elección y decisión más
personal. Por tanto, en la única sociedad hay también un
La Iglesia está ya presente en la tierra, formada por la gran número de personas no cristianas, las cuales traba-
reunión de hombres, es decir, por los miembros de la ciu- jan completamente al margen de la religión en la edifica-
dad terrena, que son llamados para formar en la historia del ción de un mundo más digno del hombre. Por consiguien-
género humano la familia de los hijos de Dios, destinada a
crecer siempre hasta la llegada del Señor... Como resultado, te, la comunión de fe que es la Iglesia se ve ante un grupo
la Iglesia... avanza con toda la humanidad y pasa por los
mismos avatates terrenos que el mundo34. 86
Véase también: K. KAHNER, Vom Diaíog in der Kirche: Stimmen
der Zeit 179 (1967) 81-95.
86
Caudium et spes, 36; Apostolicam actuositatetn, 7; etc.
a Gaudium ei spes> 40.
140 LA IGLESIA, SACRAMENTO DEL DIÁLOGO CONTENIDO DEL DIÁLOGO ENTRE IGLESIA Y MUNDO 141

de personas no-eclesiales que, tomando como punto de elevación del bienestar, realiza una aportación religiosa y
partida diversas concepciones acerca del único hombre y ética. Es verdad que los otros grupos seculares, formados
de su sociedad, trabajan en el mismo terreno interior del por cristianos y no-cristianos, al tener en cuenta el pasado
mundo, como los cristianos. Hay, pues, interlocutores para de la Iglesia, siguen desconfiando de esta aportación par-
el diálogo: interlocutores entre quienes es posible y nece- ticular. Sospechan que la Iglesia, en este diálogo y coope-
sario un diálogo acerca del testimonio de la Iglesia, acerca ración, siga buscando únicamente sus propias ventajas.
del testimonio de la vida de los no-cristianos, y finalmente Ahora bien, diversas Iglesias han hecho declaraciones y la
acerca de la única labor en favor del progreso de todos los Iglesia católica ha publicado documentos oficiales como
pueblos. la Gaudium et spes, la Pacem in terris y la Populorum
Por último, hemos de tener en cuenta otra distinción progressio, que explican al mundo que las Iglesias quieren
que en nuestros días se reconoce umversalmente, y que, presentarse realmente ante el mundo en actitud de servi-
por lo demás, coincide con el primer motivo, ya mencio- cio y ayuda, y que esa labor de contribución al bienestar
nado, de la propia autonomía de lo intramundano y del no la consideran simplemente como un medio de propa-
mundo que se encuentra dentro de la Iglesia. Nos referi- ganda religiosa, sino que pretenden realizarla sencillamen-
mos al hecho de que, sociológicamente, la Iglesia es en te por amor: por el amor que quiere la justicia para todos
el seno de la sociedad una institución junto a muchas los hombres. Y, así, en diversos países, algunos movi-
otras, y de que la Iglesia, como todos los grupos sociales, mientos seculares en favor del bienestar del mundo, han
es también objeto de investigación sociológica. En el mer- dirigido a las Iglesias la siguiente pregunta: ¿qué es lo
cado común del mundo, la Iglesia figura como un grupo que tenéis que decirnos? ¿Cuál es vuestra aportación a
social que al lado de, junto con, o sin la colaboración de este gran diálogo universal que busca el bienestar de todos
otras agrupaciones, trabaja en la edificación del mundo 37 . los hombres? De esta forma comienza a entablarse un
Todos estos grupos toman parte en la labor encaminada diálogo entre la vida de fe que palpita dentro de la Iglesia
a aumentar el bienestar de la humanidad. Por consiguien- (y que, sociológicamente, es uno de los muchos sectores
te, por tener una zona de trabajo común, todas estas ins- empíricos que hay en la sociedad) y los ámbitos seculares
tancias tienen ya la posibilidad de entablar diálogo. Y, en de esa sociedad que no son inmediatamente religiosos
virtud de la interrelación social, este diálogo es incluso de (pero en los que trabajan cristianos y no-cristianos).
la mayor necesidad. En efecto, todos estos grupos tienen Por tanto, está bien claro que no se puede identificar
que realizar una aportación propia a la edificación de la a la Iglesia y al mundo, pero que tampoco se los puede
secular city. Y han de realizarla según la propia diferen- separar completamente entre sí como si fueran dos mag-
ciación y especialización. Pues bien, como uno de esos nitudes independientes (la Iglesia no coincide con el mun-
grupos sociales, la Iglesia asegura que, en esta labor de do, pero tampoco es sencillamente «no-mundo»). Y está
claro, igualmente, que puede haber verdadero diálogo
37 Véase, entre otros: D. MOBERG, The Ckurch as a Social Institution. entre la Iglesia y el mundo (en el sentido que antes hemos
New York 1962; J. MATTHES, Vis Emigtatio» der Kirche aus der Gesell-
schaft. Haitiburg 1964; J. MILTOB YINGER, Sociology Looks at Religión.
indicado), y que tal diálogo no sólo es posible sino tam-
New Yoik 3963. bién necesario. Con esto hemos resuelto la cuestión pre-
CONTENIDO DEL DIÁLOGO ENTRE IGLESIA Y MUNDO 143
142 LA IGLESIA, SACRAMENTO DEL DIALOGO

liminar. Y podemos pasar ahora a investigar cuál ha de ser Para decirlo con otras palabras: la Iglesia habla, hace su
el contenido del diálogo entre la Iglesia y el mundo. aportación al diálogo, desde su intención religiosa. Si-
guiendo la terminología de Tillich, podemos afirmar: el
2. Acerca del contenido del diálogo —diálogo que mundo habla acerca del hombre teniendo en cuenta los
se refiere directamente al fin último del hombre — hemos direct concerns (los «intereses directos»); la Iglesia hace
hablado ya: la Iglesia no puede proclamar su mensaje a exactamente lo mismo, pero iluminando con su mensaje
personas históricas, si no lo hace en diálogo con el mundo, acerca de los ultímate concern (los «intereses últimos» o
es decir, en diálogo con concepciones totales del hombre supremos) de la vida humana40. Con razón ha declarado
que siguen una orientación distinta. Ahora bien, este men- el concilio:
saje se refiere al hombre total, y por tanto también a su
Como a la Iglesia se le ha confiado la manifestación del
edificación de una morada terrena mejor. De esta forma misterio de Dios, que es el último fin del hombre, con esto
la Iglesia y el mundo tienen el mismo objeto de diálogo, mismo le descubre al hombre el sentido de su propia exis-
el mismo tema de conversación: el hombre tal como existe tencia, es decir, la íntima verdad sobre el hombre 41.
realmente en el mundo y en la sociedad. Pero la Iglesia
y el mundo hablan de ese mismo hombre desde distintos La fe de la Iglesia en el Dios vivo hace que el hombre
puntos de vista. Por eso, el diálogo es necesario. Y, por llegue a una más profunda comprensión de sí mismo. Por
eso, debido a la especial aportación que cada uno hace, eso, la expectación escatológica de la Tglesia no es un
tanto las Iglesias como el mundo necesitan conversar entre freno a la edificación terrena del mundo, sino que es
sí acerca de la labor en pro del bienestar de los hombres. un estímulo que la impulsa con nuevos motivos42, es un
En este diálogo, la Iglesia —incluso con respecto a los acicate más intenso para una enérgica actividad en favor
proyectos de la vida dentro del mundo— adquiere la po- del bienestar de los pueblos43, ya que el reino final — e l
sibilidad de ser más la Iglesia. Y la Iglesia ayuda al mundo reino escatológico— nos incita también it la realización
a ser más el mundo, mejor mundo. En todo esto, ambos de un mundo terreno mejor44. En efecto, la historia te-
interlocutores, que también deben colaborar, deben hacer rrena, en Cristo, se ha convertido en historia de la sal-
que hable lo mejor que hay en ellos, según aquella frase vación.
de G. Gusdorf: «Venir al mundo es tomar la palabra...», Por eso, la aportación especial de la Iglesia podrá va-
y: «hay que dar la palabra a lo mejor del propio ser» 38 . riar mucho en cuanto a su conteniílo: podrá llegar desde
el aliento y apoyo moral o enérgica colaboración e inicia-
El concilio ha señalado así el espacio desde el que
tiva hasta la crítica y la protesta. Precisamente por su fe
la Iglesia hace su propia aportación al diálogo construc-
tor del mundo: «...la misión de la Iglesia se muestra como *> Biblicctl Religión and the Scarch for ültimatt Rcality. Chicago 1964;
misión religiosa y, por lo mismo, sumamente humana» 39 . Theology of Culture. New York 1964, 7; y Die verlorcnc Dimensión. Ham-
burg 1962.
41
Gaudium et spes, 41.
33
«Venir a-u monde, c'est prendre la parole...» «II faut donner la pa- « Ibid., 21.
role a-u meilietir de son élre»: La parole. París 2 i956, 8 y 83.
89 « Ibid., 39.
«... ita ut Ecclesiae missio religiosam et ex hoc ipso summe humanam li
Ibid., 4 3 ; véanse también 34, 36 y 41.
se exbibeat¡>: Gaudium et spes, n , frase final.
144 LA IGLESIA, SACRAMENTO DEL DIÁLOGO CONTENIDO DEL DIÁLOGO ENTRE IGLESIA Y MUNDO 145

en la revelación divina y en el futuro «mundo mejor», la Ante la actual evolución del mundo, va siendo cada
vez más nutrido el número de los que o plantean o al
Iglesia protestará principalmente cuando la labor en pro menos advierten con una sensibilidad nueva la gran proble-
de un mundo terreno mejor se vea minada por ideologías, mática trascendental: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál el sentido
ya que la Iglesia sabe muy bien que, en este caso, se des- del dolor, del mal, de la muerte, que a pesar de tan gran-
conoce la más profunda esencia del hombre. En efecto, es des progresos, subsisten todavía? ¿Para qué aquellas vic-
torias, obtenidas a tan caro precio? 47
convicción de la Iglesia que el hombre, cuando —con
ultímate concern (con «interés supremo») y, por tanto,
He ahí la perspectiva desde la cual la Iglesia, con su
con entrega absoluta— se consagra a objetos que, de he-
convicción de fe, entra en diálogo con el mundo, con la
cho, no pueden corresponder a sus más profundos anhelos,
mira puesta en el bienestar de los hombres, en ese bien-
se encuentra más descontento y se siente más y más soli-
estar que comienza ya en la tierra.
tario, de suerte que la persona humana se desintegra45.
La entrega absoluta tiene únicamente sentido cuando se Ahora bien, cuando la Iglesia entra en diálogo acerca
orienta hacia algo que realmente es absoluto y que, in- de este sentido último de la vida humana, entonces sale
cluso como hombres, nos afecta profundísimametite. Ri- también en favor de los direct concerns a los que este
coeur ha señalado con frecuencia que el progreso pura- mundo aspira. Y, en todo ello, ha de dejarse guiar tam-
mente técnico y todo el proceso de racionalización (que, bién por las leyes autónomas que son inherentes a las es-
por lo demás, es necesario) se mueven en el plano de lo tructuras y misiones terrenas 48 . La encíclica Populorum
instrumenta], de los meólos y de Jas subsignifaeaciones de progressio es ejemplo típico de esto. Ello suscita proble-
la vida humana. Por eso, el proceso de racionalización ha mas con respecto ai diálogo ecíesíaí y ai papeí que tanto
estado vinculado con pérdida de sentido, con oscureci- el pueblo de Dios en su totalidad, como sus dirigentes je-
miento de los valores últimos. Ricoeur habla del «carác- rárquicos han de desempeñar en él. Por un lado, las fun-
ter de insignificancia que se atribuye a un proyecto sim- ciones del sacerdocio universal de que el pueblo de Dios
plemente instrumental»46. Por eso, en este momento el está revestido ante el mundo, adquieren con esto mayor
mundo está dirigiéndose también a las Iglesias y pidién- énfasis. Y, por otro lado, la función de la jerarquía ecle-
doles que hallen una respuesta a los más hondos pro- siástica (sustentada por toda la comunidad creyente) ad-
blemas: quiere con ello un aspecto distinto. En documentos como
la Gaudium et spes y la Populorum progressio resalta
principalmente (sobre el trasfondo del magisterio eclesiás-
a
P. TILLICH, Dynamics of Faith. New York 1958. tico) la autoridad pastoral y profética de la jerarquía ecle-
ie
«Caractére d'insignifiance qui s'attache á un projet simplement ins-
trumental»: P. RICOEUR, Previsión économique et choix éíhique: Esprit 34 siástica. En efecto, la Iglesia en estos documentos habla
(1966) 178-193. Las palabras citadas corresponden a 188-189. Sin ernbargo no a sus fieles autoritativamente acerca de cosas que están
pretendo decir, de ninguna manera, que la cultura técnico-científica haya
sido una elección de la cultura europea entre las muchas posibilidades exis- sometidas a constante evolución («cum non raro de rebus
tentes. ¡Una elección que hubiera podido o debiera suprimirse! Con A. VAN
MELSEB (Nat-Hurwetensckap en Ethiek. Antwerpen 1967, 180-iSh) consi-
dero la cultura técnico-cientifica como un elemento necesario y no sin compro- 17
miso de la cultura humana. Con «pérdida de sentido y de realidad* en nues- Gaudium et spes, 10; esta misma idea puede verse en: P. T I L M C H ,
tro mundo técnico quiero expresar solamente la no-integración de la cultura Auf der Grenze. München 1962, 114.
48
técnica en la misión totalmente humana de la cultura. Apostolicam actuositatem, 7.
146 LA IGLESIA, SACRAMENTO DEL DIÁLOGO
CONTENIDO DEL DIÁLOGO ENTRE IGLESIA Y MUNDO 147
incessanti evolutioni subiectis agatur»49). Hace declara-
ciones que, en su mayor parte, se basan en información contra la guerra, contra diversas formas de injusticia so-
no-teológica, como en el análisis de las situaciones secula- cial, contra la discriminación racial, contra los latifundios,
res. Aquí el ministerio de la Iglesia aparece claramente en contra el colonialismo, etc. Asimismo, tales experiencias
una nueva función, a la que se podría designar como fun- han dado el impulso para los imperativos éticos de lo que
ción de «crítica social» y de «utopía social». Esto conduce hay que hacer aquí y ahora, a fin de crear unas condiciones
ineludiblemente a una nueva forma de autocomprensión de vida que sean más dignas del hombre.
del magisterio eclesiástico; su vigor profético, es decir, su Ahora bien, la historia futura se prepara y se anuncia
vigor crítico y constructivo dependerá, entre otras cosas, precisamente por medio de decisiones históricas o nuevos
de un constante diálogo con el mundo. La Iglesia no pue- imperativos éticos. El haber intuido esto constituye lo es-
de basarse simplemente en la revelación, para cumplir su pecífico de las encíclicas Pacem in terris y Populorum pro-
tarea profética con respecto a los problemas intramunda- gressio. En estos documentos aparece claramente una nue-
nos del hombre y de la sociedad. Sino que, con este fin, va autocomprensión del ministerio eclesiástico. En cues-
deberá escuchar también a la «profecía exterior», la cual tiones de política social, el magisterio eclesiástico no quie-
— desde la situación secular — está haciéndole llamamien- re — evidentemente— limitarse ya a salvaguardar las
tos y la está impulsando a decisiones históricas. conquistas éticas, sino que se presenta como la voz auto-
Estos imperativos o «decisiones históricas» no pueden ritativa de una Iglesia que quiere conducir a la humanidad
deducirse de la revelación. Encuentran totalmente su ori- hacia un mundo mejor y más digno del hombre, hacia un
gen en experiencias negativas, en «experiencias de con- progreso que —para la fe y la esperanza de los cristia-
traste», que suscitan la protesta: «¡No! ¡No podemos se- nos — puede ya considerarse realmente, en Cristo, como
guir así! ¡No vamos a tolerarlo más!» En tales experien- un avanzar hacia el reino escatológico.
cias negativas se experimenta en vacío, en creux, la falta La constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo
de lo que debería existir. Y aparece así, dentro del actual ha formulado ya este principio:
horizonte de perspectiva, «lo que es necesario aquí y
Para realizar este cometido pesa sobre la Iglesia el deber
ahora»: al principio, de una manera vaga pero innegable. permanente de escrutar a fondo los signos de los tiempos
La protesta es posible únicamente en virtud de que existe e interpretarlos a la luz del evangelio50.
una esperanza. Porque la experiencia negativa no sería una
experiencia de contraste, y no suscitaría una protesta, sí La experiencia pasada nos hace ver claramente que estas
no estuviera sustentada por una firme esperanza de que palabras no pueden referirse a una interpretación teórica.
realmente es posible un futuro mejor. Por consiguiente, Porque, si tal cosa se hiciera, las decisiones históricas lle-
el tono profético que brota de la experiencia de contraste, garían casi siempre demasiado tarde. Se trata, más bien,
es protesta, promesa esperanzadora e iniciativa histórica. de un contacto íntimo y directo, de un contacto de cuerpo
W tal es experiencias de contraste ha nacido la protesta a cuerpo, con el mundo. Los imperativos éticos raras veces
fueron formulados por vez primera por los filósofos, los
i'uuftium H spes, gi.
Gaudium et spes, 4.
CONTENIDO DEL DIÁLOGO ENTRE IGLESIA Y MUNDO 149
148 LA IGLESIA, SACRAMENTO DEL DIÁLOGO

teólogos o el magisterio eclesiástico. Esos imperativos malo, no sólo es una realidad fuera de la Iglesia, sino que
brotan de las experiencias concretas y seculares de la vida. ha anidado dentro de la Iglesia misma y se encuentra
Y se imponen con la evidencia palpable de una experien- «muy confortablemente» en ella. Por eso, todo diálogo
cia vivida. Tan sólo más tarde se comienza a formular teó- sincero, entre las Iglesias, entre la Iglesia y el mundo, y
ricamente tales experiencias, a investigarlas y fundarlas entre el mundo y la Iglesia, ha de comenzar por una con-
más críticamente, y a expresarlas teológica y magisterial- versión interior y debe basarse en aquella metanoia que
mente. Todo esto nos muestra que, para el cristiano, es la Iglesia debe tener en cuenta por el principio de que
imprescindible incluso un diálogo de compromiso inme- ecclesia semper reformando, et purificanda (est), ya que la
diato en el mundo, un diálogo «pre-reflexivo». Porque, de condición de la Iglesia está marcada por el pecado y nece-
lo contrario, el amor cristiano, por muy noble que sea, no sita una constante purificación.
ve lo que hay que hacer aquí y ahora, y por tanto fracasa
inevitablemente o llega demasiado tarde.
La conclusión final de este breve análisis que exigiría
ulterior elaboración, podría ser la siguiente: los cristianos
no deben únicamente, y ni siquiera deben en primer lugar,
aspirar a un diálogo reflejo, sino que han de buscar una
orientación existencial hacia el mundo y una relación com-
prometida con él. Esta présence au monde no significa que
hay que pactar con el mundo; se trata de una presencia
redentora, que se anticipa a los «nuevos cielos y a la nue-
va tierra». Esta esperanza de nuevos cielos y de nueva
tierra radicalizará nuestro compromiso en favor de un fu-
turo terrenal mejor. Y, al mismo tiempo, relativizará todo
mas. Y estos problemas traspasan las fronteras de todas
orden político-social realizado ya, porque dicho orden no
es todavía el nuevo mundo de la promesa divina. En nues-
tros días, toda la sociedad lucha con los mismos proble-
las denominaciones cristianas. Por eso, el diálogo entre la
Iglesia y el mundo exige, de ambas partes, por su misma
naturaleza, una conversación entre las Iglesias, una con-
versación ecuménica. Por consiguiente, en nuestros días,
el mundo es un nuevo estímulo para el diálogo ecu-
ménico.
Además, y finalmente, debemos tener presente que «el
mundo» en el sentido joánico de la palabra, el mundo
5
LA IGLESIA, EL MAGISTERIO
ECLESIÁSTICO Y LA POLÍTICA *

R ECIENTES actuaciones y declaraciones del supremo


gobierno de la Iglesia —como el llamamiento a
la paz pronunciado por Pablo vi ante las Naciones Uni-
das, las encíclicas Paccm in tenis y Populorum progressio,
y en alto grado también la Constitución pastoral sobre la
Iglesia en el mundo moderno — nos plantean el problema
acerca del carácter, alcance y fuerza obligatoria de tales de-
claraciones del magisterio eclesiástico. En efecto, estas
declaraciones no se remontan directamente a datos de la
revelación, sino que se bailan intensamente determinadas,
entre otras cosas, por un análisis (aunque no llevado a
cabo rigurosamente) de la situación actual de nuestra
sociedad humana. Por consiguiente, hay puntos de vista
no teológicos que determinan también en parte el con-
tenido de tales declaraciones del magisterio. Y esto, como
es lógico, plantea sus problemas al pensamiento teoló-
gico '.

* Con el título de: El magisterio y el mundo político se publicó este


capítulo en Concilium 36 (1968) 404-427. Aquí ofrecemos una nueva tra-
ducción.
1
Este problema lo ha estudiado ya K. RAHNEK, Ueber die tkeolo~
gische Problematik einer Pastoralkonstitution: Schriften zur Theologie, 8.
Einsíedeln 1968, 613 s. No pretendemos repetir las ideas y razonamientos
de Rahner, pero sí vamos a considerar el problema desde otro ángulo, ofre-
ciendo así una visión complementaria.
152 MAGISTERIO ECLESIÁSTICO Y POLÍTICA REFUTACIÓN DE ALGUNAS OBJECIONES 153

el recinto del templo. Por eso, hay muchísimos cristianos


I que han permanecido indiferentes ante la política, y que
a lo sumo se mezclaban en la política para obtener el ma-
REFUTACIÓN DE ALGUNAS OBJECIONES yor número posible de ventajas para la Iglesia. Por otra
parte, una consecuencia de este «liberalismo político» es
1. No se puede afirmar que el papa o el concilio no
el que los cristianos, en los conflictos políticos, se com-
hubieran tenido conciencia de que, con este problema, es-
batieran mutuamente, saliendo unos en favor de una cau-
taban pisando el terreno de hechos condicionados por la
sa, y otros en contra de ella, ya que pensaban que los
historia. En efecto, la Constitución pastoral acentúa que
cristianos tenían absoluta libertad de opinar en las cues-
está dirigiendo un llamamiento a la conciencia moral de
tiones políticas y sociales: ¡como si cualquier orden socio-
todos, y que con ello está hablando de «problemas some-
político estuviera de acuerdo con las exigencias del men-
tidos a incesante evolución»2. Por consiguiente, podemos
saje cristiano!
dar por supuesto que el magisterio eclesiástico sabe que,
en este terreno, está hablando, en cierto sentido, hipoté- En su sección doctrinal, la Constitución pastoral, a
ticamente, es decir, que toma como punto de partida una pesar de reconocer la autonomía de la vida intramundana,
determinada situación del hombre y de la sociedad. demuestra expresamente la esquizofrenia de una distinción
entre la vida secular y la vida cristiana3. Se acentúa, ade-
más, que el mensaje cristiano afecta al hombre entero,
2. Otra objeción se muestra más tenaz. Algunos tie-
incluso a sus relaciones interhumanas (tanto privadas co-
nen la impresión de que, después de la final despolitiza-
mo sociales y públicas), incluso a sus esfuerzos por una
ción del cristianismo (despolitización en el sentido de que
morada terrestre mejor y más digna del hombre:
el cristianismo se ha emancipado de la tutela eclesiástica),
y después que el mundo es reconocido ahora en su pro- ... con eso se mostrará la misión de la Iglesia como misión
pia y singular significación secular, y así lo ha confirmado religiosa y, por lo mismo, sumamente humana4.
la fe cristiana: el concilio y el papa, dando un rodeo, pre-
tenden otra vez «hacer política» y sobrepasar con ello el Puesto que a la Iglesia se le ha confiado la tarea de
terreno de su competencia. manifestar el misterio de Dios, del fin supremo del hom-
No se puede negar que el paulatino y legítimo reco- bre, la Iglesia descubre al mismo tiempo al hombre la
nocimiento de las leyes propias — d e la autonomía — comprensión de su propia existencia, es decir, la suprema
por las que se rige la vida intramundana, ha conducido a verdad acerca del hombre 5 . Por eso, la esperanza escato-
muchos cristianos a un «liberalismo político», a una eva- lógica no es una camisa de fuerza para el progreso terre-
sión hacia lo «espiritual»: la religión es asunto privado, no, sino su enriquecimiento por medio de nuevos moti-
la vida pública y la política pertenecen al mundo, el lugar
de la Iglesia es tan sólo el corazón del hombre, el ámbi- 3
N. 43. En este mismo sentido dice P. TIJ-LICH: «T.a existencia de la
to privado de sus relaciones interhumanas, la sacristía y religión como ámbito especial es la prueba más clara del estado de caída en
que se halla el hombre»: Theology o-f Culture. New York 1964, 42.
4
Gaudiu-m et spes, 11.
N. 91. Véase también: Juan XXIII, Pacen in terris, 154. s
Ibid.. 41.
154 MAGISTERIO ECLESIÁSTICO Y POLÍTICA EVANGELIO Y SIGNOS DE LOS TIEMPOS 155

vos 6 y por medio de un impulso más intenso para la edi- después de la modificación dice: «Pasa la figura de este
ficación del mundo y para la promoción de todos los mundo» (es decir, ya está pasando). Con esto se quiso
pueblos 7 . Porque el eschaton espolea también a la reali- decir que en el camino terreno hacia un futuro mejor,
zación de un mejor futuro terreno 8 . Por eso, la Iglesia camino que se recorre por solicitud hacia nuestros seme-
está «al servicio del bienestar de todos» 9 . jantes, el eschaton está haciendo — ya ahora — historia12,
En su parte principalmente doctrinal, la Constitución naturalmente no por sí mismo, sino por medio del es-
pastoral ha hecho declaraciones muy significativas sobre fuerzo que brota del amor, y que quiere justicia para to-
este punto, declaraciones que parecen más sorprendentes dos. Ahora bien, esta justicia (por la «condición huma-
todavía, cuando tenemos en cuenta la prehistoria de la na») no es posible sin una ordenación concreta de la vida
constitución. Se dice en ella que el proceso terreno de social y política.
humanización, aunque no debe identificarse con el creci- Queda, pues, patente que la despolitización del cris-
miento del reino de Dios, sin embargo está integrado tianismo, que consiste en desatar las ataduras que ligaban
notablemente en la maduración del reino de Dios, por a las estructuras eclesiásticas con las políticas (cesaropa-
cuanto ese proceso contribuye a una mejor ordenación de pismo y papocesarismo, toda la gama de «teocracias», y la
la sociedad humana10. Precisamente, varios padres con- vinculación de la Iglesia a un régimen determinado), por
ciliares habían protestado contra una separación radical impulso del evangelio, deja libre el camino para un autén-
entre el futuro terreno y la esperanza cristiana para el tico compromiso de los cristianos — u n compromiso que
futuro. Y en virtud de esta protesta se cambió, y con haga justicia a su ser de cristianos — en la dura realidad
razón, el primer proyecto. En efecto, la expensio modo- de la vida social y política.
rum (el examen y respuesta a las enmiendas propuestas)
hace constar con mucho énfasis que la labor en favor del
bienestar terreno es un elemento de la solicitud por nues- II
tros semejantes, es decir, es una manifestación de la
caridad; y que esa labor en favor de un futuro terreno LA ORIENTACIÓN DEL EVANGELIO Y LOS
mejor no se puede distinguir adecuadamente de la labor «SIGNOS DE LOS TIEMPOS»
en favor del reino de Dios u . Es también característica la
modificación del texto del proyecto, que decía: «Pasará Por todo lo anterior vemos claramente que el hecho
la figura de este mundo, desfigurado por el pecado», y que de que el magisterio eclesiástico tenga voz propia en los
problemas socio-políticos, se funda efectivamente en la
propia misión de la Iglesia, que consiste en proclamar y
« Ibid.
T
Ibid., 39, así como también la parte segunda, capítulos 4 y 5. fomentar la salvación del hombre concreto. Se funda,
8
Ibid., 43, también 34., 36 y 41. Véase: E. SCHILLEBEECKX, Fot pues, en la responsabilidad histórica que también la Igle-
chrétienne et atiente terrestre: Gaudium et spes, L'Église dans le monde de
ce temps. París 1967, 13-41. sia tiene para con el hombre.
9
Gandium et spes, 42.
10
Ibid., 39. 12
Gaudiwn et spes, 39 (con las correspondientes secciones de la Expen-
11
Expensio modonim, c. 3, parte I , 236. sio modorum).
156 MAGISTERIO ECLESIÁSTICO Y POLÍTICA EVANGELIO Y SIGNOS DE LOS TIEMPOS 157

Pero precisamente esta pretensión crea los problemas. jamás únicamente en virtud de la revelación. La Iglesia,
Porque no hace falta demostrar que, así como en la in- por su misma esencia, es una Iglesia del diálogo, incluso
terpretación bíblica todo «fundamentalismo» que se apo- en su proclamación testificadora de la buena nueva. Por-
ye en la inspiración verbal es detestable, así también, que la situación actual se integra —por su esencia —
principalmente en el terreno político, un fundamentalis- como elemento hermenéutico en la proclamación moderna
mo «bíblico» tendría consecuencias funestas. El mensaje del evangelio completo u. Lo recordamos aquí únicamen-
cristiano, en sí, no nos propone inmediatamente ningún te para declarar de antemano que la aportación que de
programa concreto de acción político-social. Por otro lado, los ámbitos no-teológicos dimana sobre las declaraciones
no podemos afirmar que la elección de una determinada del magisterio eclesiástico no puede ser la causa directa
política sea cosa indiferente para el cristiano. De ahí que de la estructura específica de las afirmaciones de la Igle-
entre el mensaje del evangelio y las decisiones socio-polí- sia sobre cuestiones de política social. Lo mismo ocurre
ticas concretas de los cristianos deba mediar algo que en una definición dogmática en la que la Iglesia exprese
sirva de eslabón, de lazo de unión. La Constitución pas- el mensaje del evangelio en palabras y conceptos que no
toral lo formuló de la siguiente manera: sean exclusivamente bíblicos. La Iglesia y el magisterio
eclesiástico no viven jamás exclusivamente de «datos de
Para realizar este cometido pesa sobre la Iglesia el deber la revelación». La relación entre la Iglesia y el mundo no
permanente de escrutar a fondo los signos de los tiempos
e interpretarlos a la luz del evangelio n. es sencillamente la relación entre una ecclesia docens y
un mundus discens. Es una relación dialogal, una relación
Para decirlo con otras palabras: aquí la Iglesia no de mutuo enriquecimiento y de sincero escucharse el uno
puede hablar directamente en virtud de la revelación. al otro, incluso en la proclamación autoritativa del men-
En este punto, la experiencia humana y los factores «no saje exclusivo de la Iglesia. No necesitamos seguir des-
teológicos» desempeñan un gran papel. Vamos a analizar arrollando aquí esta intuición básica15.
ahora la estructura de esos factores. Ahora bien, en las declaraciones del magisterio ecle-
siástico sobre las realidades socio-políticas aparece muy
de relieve este carácter dialogal de la Iglesia, porque
1. Una estructura universal precisamente aquí se dan directrices para la recta actua-
ción en los terrenos seculares, y lo secular no se juzga
En este capítulo no vamos a detenernos a estudiar — como en las definiciones dogmáticas— como mera
— aunque se debe mencionar— que no es una excep- expresión conceptual de las verdades reveladas. En el
ción el que la Iglesia pueda cumplir únicamente en diá-
logo con el mundo, la misión y encargo que tiene en el 1' He tratado de exponer esto en los cnpítulos 1 y 4. Véase: La Iglesia
terreno político. No a pesar de, sino a causa precisamente como sacramento del diálogo (125-150), y principalmente: Hacia una utiliza-
ción católica de la hermenéutica (11-58).
de su pretensión de exclusividad, la Iglesia no habla 15
El concilio lo admitió también de pasada: «No ignora la Iglesia lo
mucha que ha recibido de la historia y del desarrollo de la humanidad»
(Gaudium et spesj 44), y lo aplica expresamente a la manera como ella
Gcudium et s$es, 4. difunde su propio mensaje (58).
158 MAGISTERIO ECLESIÁSTICO Y POLÍTICA EVANGELIO Y SIGNOS DE LOS TIEMPOS 159

ámbito socio-político, la Iglesia adopta una postura con puesta en distintas corrientes e instituciones socio-polí-
respecto a lo secular como tal. Lo hace como servidora: ticas e incluso en distintos partidos políticos. Y, no obs-
al servicio de la salvación de los hombres. Así, por tante, en los documentos pontificios que aquí estudiamos,
ejemplo, exige o señala la necesidad de una reforma de y en la Constitución pastoral del Vaticano n, no sólo se
las leyes del suelo o de una reforma agraria. Para ello es dejan abiertas varias posibilidades, sino que también a
evidente que no puede fundarse directamente en la revela- menudo se señala y propone una sola opción concreta y
ción, pero no es menos cierto que esta misma revelación le determinada. Principalmente aquí el problema se hace
impone el deber de preocuparse constantemente por el angustioso: ¿con qué razones puede la Iglesia, en las
bienestar del hermano. Pero, como esta preocupación ha declaraciones de su magisterio, exigir una decisión de
de manifestarse en la historia: aquí y ahora, de este modo política social, una decisión concreta y determinada,
y no de otro modo (por ejemplo, defendiendo determi- de tal suerte que — e n determinadas circunstancias —
nado derecho de propiedad, o acentuando la necesidad éste no sea ya, para el cristiano, un asunto de libre
de la distribución de la propiedad y la urgencia de la so- decisión, sino que le obligue de hecho a una acción
cialización), surge un problema: ¿de dónde saca la Igle- determinada? 16
sia su saber, cuando habla por boca de sus supremos di- No pretendo negar la asistencia carismática del Espí-
rigentes? ¿En qué se funda el carácter obligatorio de sus ritu Santo en el ministerio docente, santificador y pastoral
directrices? de la Iglesia, sino afirmarla expresamente. No deseo,
sin embargo, explicar directamente por tal asistencia ca-
rismática la opción y decisión, supremamente concreta,
2. La estructura especial de las decisiones que se adopta en esas decisiones de la Iglesia. Esto po-
dría producir la impresión de que se invoca el auxilio del
éticas ¡actuales
Espíritu Santo precisamente en aquellos nudos difíciles,
1. Dijimos que del mensaje del evangelio no se po- en los que nosotros mismos somos los que hemos de dar
día deducir directamente ningún plan concreto de acción una explicación. El abismo insalvable entre los principios
político-social. Sin embargo, podríamos afirmar que tal cristianos universales y la situación concreta que deja
cosa sería posible, a pesar de todo, si confrontamos el abiertas diversas posibilidades, ese abismo no debemos
mensaje del evangelio con una imagen de la sociedad tratar de salvarlo invocando un impulso enérgico venido
actual, con una imagen obtenida principalmente por me- de lo alto, y que determinase una elección concreta entre
dio de un análisis científico. Contra ello se puede objetar, las numerosas posibilidades. El Espíritu de Dios no actúa
ciertamente, que incluso una situación analizada científica-
mente deja abiertas varias alternativas de acción, y no 16
La obligación inmediata afecta a la comunidad eclesial como tal, es
dice sin más qué determinado camino político-social o decir, afecta a los creyentes, pero no precisamente a cada creyente como
individuo. En efecto, no todos y cada uno de los creyentes están llamados a
qué medida sería éticamente obligatoria aquí y ahora, en consagrarse inmediatamente a prestar ayuda para el desarrollo. Esta proble-
el pleno estatal o en el plano universal. Con frecuencia mática universal (por ejemplo, tiene que cultivarse la teología en la Iglesia,
pero esto no quiere decir que yo individualmente deba hacerme teólogo)
hay varias posibilidades, que luego suelen hallar su res- la damos aquí por conocida, y no nos detendremos a estudiarla.
160 MAGISTERIO ECLESIÁSTICO Y POLÍTICA EVANGELIO Y SIGNOS DE LOS TIEMPOS 161

como un suplente — u n «tapaagujeros»—, sino que actúa esta misma razón se hace moralmente obligatoria17. Por
en el hombre y por medio del hombre mismo. En este tanto, si resulta que por una parte los principios genera-
sentido podemos afirmar que acudir al Espíritu no puede les no pueden ofrecernos una solución concreta y, por
dilucidar nada; mientras que, por otro lado, como cre- otra parte, tenemos que incluso un análisis concreto de la
yentes podemos afirmar con énfasis y lo afirmarnos ade- situación no puede darnos una solución clara e inequí-
más que, precisamente en la dilucidación de la estructura voca, se seguirá entonces, en la opinión de estos dualis-
interna de una decisión concreta del magisterio y en la tas (normas generales y normas estrictamente situaciona-
intelección de la misma (en cuanto se puede penetrar, me- les), que debe existir un tercer factor desconocido que
diante la reflexión, en las decisiones humanas Ubres), ve- actúe como catalizador para aislar, entre todas las demás,
mos — en manifestación histórica concreta— la asisten- la única opción adecuada y, por tanto, obligatoria. Este
cia carismática del Espíritu Santo, que dirige a la Iglesia. elemento catalizador podrá ser, o de tipo «sobrenatural»:
Ésta es la fe intangible del católico. Por eso, el análisis el poder orientador del Espíritu, que zanja la ambivalen-
objetivo de la estructura interna de estas decisiones con- cia del problema, o humano: un factor irracional, como
cretas del magisterio es, por tanto, al mismo tiempo una la intuición o una corazonada, que decide por simpatía
alabanza que entonamos al Espíritu Santo. irracional, un sentido imaginativo de la historia, etc.
Nos podemos preguntar si esta forma de proceder, es
2. Hemos de ocuparnos ahora de un problema ético decir, si el punto de partida de este razonamiento es
general. Hay muchos que discurren partiendo de una exacto; con otras palabras, si existe una norma abstracta
cierta «dualidad» en cuestiones de normas éticas, y ello y otra concreta. No negaré la significación que las normas
porque proceden a partir de una moral abstracta y teó- abstractas y generalmente válidas tienen en el contexto
rica. En consecuencia, hablan de unas normas abstractas total de la vida humana. La cuestión, sin embargo, se
que son siempre válidas y de unas normas concretas que plantea a propósito de si verdaderamente las situamos
ihacen referencia a una «situación concreta». De ahí en el contexto adecuado, considerándolas en la función
sacan la conclusión de que los principios generales no son que les corresponde, de tal forma que por el mismo he-
aplicables a la situación concreta por vía de simple deduc- cho vengan a demostrar, al mismo tiempo, que una ética
ción. Es inevitable que se vean enfrentados con la cues- meramente situacional no ofrece realmente ninguna solu-
tión de cómo salvar el vacío entre unas normas absolutas ción. No puedo ocuparme ahora directamente de toda
y siempre válidas, y una situación humana cada vez más esta cuestión, pues no quedaría espacio suficiente para el
complicada que, como tal, hace referencia generalmente a problema que tenemos planteado; de todas formas, será
una variedad de posibles soluciones y reacciones humanas. preciso mencionar aquí algunos puntos más importantes.
Más aún, mientras que en muchos casos puede revestir
escasa importancia el que se llegue a dar con una u otra 17
Por consiguiente, no se trata aquí de lo relativo e imperfecto que hay
en toda decisión humana, incluso en las decisiones de los ministros de la
solución concreta, hay otros muchos casos en que sólo Iglesia. La «condición humana» marca soljre todas nuestras decisiones huma-
existe una respuesta concreta verdaderamente capaz de nas la impronta de la inadecuación y de la caducidad. Aquí se trata, más bien,
del problema de que determinadas decisiones históricas, por imperfectas que
promover la dignidad humana, aquí y ahora, y que por sean, pueden constituir una obligación moral.

II
162 MAGISTERIO ECLESIÁSTICO Y POLÍTICA EVANGELIO Y SIGNOS DE LOS TIEMPOS 163

3. Los juicios abstractos no pueden considerarse hacia la persona humana concreta que vive históricamente
como respaldados por la realidad, simplemente por sí en tal sociedad concreta. Las normas éticas son exigen-
mismos; sin embargo, tienen un valor de realidad deri- cias planteadas por la realidad, de la que las normas ge-
vado de nuestra total experiencia de la realidad. Ponga- nerales que llamamos abstractas son tan sólo una expre-
mos un ejemplo: el «ser humano» no es una parte de la sión esencialmente inadecuada. De ahí que no sea la ex-
realidad, es decir, de la persona humana individual y con- presión inadecuada la que constituye, por sí misma, la
creta, de la que formaría parte juntamente con otra parte norma ética, sino que es únicamente el indicativo hacia
constitutiva de la individualidad; la individualidad deter- la única norma real: estas personas a las que es preciso
mina al «ser humano» desde dentro. Sólo y exclusiva- acercarse con una actitud de amor que exige justicia para
mente en cuanto que intrínsecamente individualizado, el todos. La expresión abstracta puede únicamente indicar-
«ser humano» es una realidad y puede constituirse en me en forma vaga y general el sentido esencial de esta
fuente de normas morales (que en lenguaje religioso po- otra realidad, concretamente determinada, que me plantea
demos designar, con todo derecho, como voluntad de una exigencia; de ahí que yo nunca puedo ver en una nor-
Dios). Hay, por tanto, una sola fuente de normas éticas, ma abstracta lo que yo debo o no debo hacer aquí y
concretamente, la realidad histórica del valor de la perso- ahora. Y por la misma razón, a saber: porque estas nor-
na humana inviolable, con todas sus consecuencias en el mas generales expresan, aunque inadecuadamente, algo
orden personal y en el social. Ésta es la razón por la que auténtico de la verdad concreta, yo nunca puedo adoptar
no podemos atribuir validez a las normas abstractas en una decisión concreta que se sitúe al margen de aquella
cuanto tales. Más aún, ninguna declaración abstracta pue- dirección que me indican tales normas. Estas normas
de engendrar una llamada o una invitación. La naturaleza generales son indicativas, se derivan de unas previas expe-
abstracta y general de las normas sólo sirve para demos- riencias y suponen una valoración moral humana de base,
trar la incapacidad del hombre para expresar exhaustiva- sin la cual la vida humana se convertiría sencillamente
mente la realidad concreta. Tales conceptos abstractos se en un absurdo. Así es como podemos superar tanto una
presentan, de hecho, únicamente como un «aspecto» de moralidad puramente abstracta como la simple ética de
una más integral captación humana de la experiencia. situación.
Dentro de ésta, tales conceptos obtienen, debido al con-
Si, pues, el problema, a efectos prácticos, no se plan-
tacto existencial concreto con la realidad, el valor de
tea a propósito de una oposición entre normas generales
referencia interna objetiva a la realidad experimentada:
y elementos estrictamente situacionales, sino con vistas
sólo en esta dirección, indicada por el juicio conceptual
a una promoción de la persona humana concreta situada
abstracto, se encuentra la realidad concreta, y rio en nin-
en una concreta sociedad, la cuestión sigue siendo la
guna otra. Pero, por lo demás, el significado esencial
misma: ¿cómo podremos saber nosotros, o como sabrá
abstracto no puede determinar esta dirección en lo con-
el magisterio, lo que es preciso llevar a la práctica dentro
creto. En consecuencia, estas normas abstractas, de vali-
de la actual sociedad para que el cristiano, a título de
dez general, sen un indicativo inadecuado, aunque real,
tal, pueda contribuir a crear una forma de existencia más
que señala hacia la norma ética real y concreta, es decir,
en consonancia coa la dignidad humana, tal como corres-
164 MAGISTERIO ECLESIÁSTICO Y POLÍTICA
EVANGELIO Y SIGNOS DE LOS TIEMPOS 165

ponde a esta concreta humanidad que vive en esta so- simplemente apelando a la revelación, sino que está obli-
ciedad concreta? ¿Cómo habrá de orientarse tal actuación gada a escuchar con toda atención esta «profecía exterior»
ética constructiva?
que le está hablando desde la situación del mundo, y en
cuyo acento la Iglesia reconoce la voz familiar del Señor.
4. La Constitución pastoral nos decía que «debemos Cuando prestamos atención y analizamos la voz de
examinar los signos de los tiempos, interpretándolos a la esta «profecía exterior» que viene del mundo, llegamos a
luz del evangelio». Esto quiere decir que hemos de inter- descubrir que las decisiones morales históricas y la crea-
pretar la realidad concreta de la sociedad como expresión ción de nuevos imperativos morales no han brotado, de
de una exigencia moral que afecta a la conciencia cris- hecho, de una confrontación entre los principios generales
tiana. Pero la historia humana nos demuestra que aquí y el análisis científico de la situación social, sino que
no se trata primordialmente de buscar una interpretación normalmente (aunque no exclusivamente) nacen de aque-
teórica de estos «signos de los tiempos», porque lo que llas experiencias concretas que muy bien podríamos lla-
entonces suele ocurrir es que, entretanto, llegamos dema- mar «experiencias de contraste». La vocación — la decisión
siado tarde a escuchar la voz profética de este nuevo im- ética — de Cardijn (luego cardenal Cardijn) sobre lo que él
perativo moral. En otro lugar habla la Constitución pasto- pensó que debía hacerse aquí y ahora con respecto a deter-
ral en forma más realista acerca de la preocupación por los minados problemas sociales, surgió, como él mismo dijo,
problemas urgentes «a la luz del evangelio y de la expe- de una «experiencia de contraste» de este tipo: el amar-
riencia humana» (n. 46). El pasado ha demostrado que, go resentimiento de sus camaradas obreros porque él, un
mucho antes de que las Iglesias hubieran analizado los obrero como ellos, era lo bastante afortunado como para
problemas sociales, ya hubo personas que a través de un disponer de dinero suficiente para estudiar. Hay centena-
compromiso personal y en un diálogo preanalítico con el res de casos como éste. Las experiencias de contraste de
mundo llegaron a la decisión moral de que se imponían ambas guerras mundiales, los campos de concentración,
unos cambios fundamentales. Los nuevos imperativos éti- las torturas políticas, las experiencias de contraste que
cos situacionales raramente o nunca han sido iniciados por nacen de las relaciones de los blancos con las personas de
filósofos, teólogos, Iglesias o autoridades eclesiásticas. color, las experiencias negativas que se reciben al visitar
Por el contrarío, emergen de una experiencia concreta de los países en vías de desarrollo, los países con población
la vida y se imponen por sí mismos con la rotunda clari- hambrienta, sin hogar, con gente desposeída de sus de-
dad de la experiencia. Luego vendrá la reflexión teórica, rechos y pobre, en países donde hay inmensas riquezas
el examen crítico y la racionalización, la formulación ofi- potenciales, etc. Estas experiencias negativas hacen que
cial filosófica o teológica. Es así como, luego del aconteci- de repente se lance el siguiente juicio: ¡Esto no puede
miento, tales imperativos son declarados normas abstrac- ni debe continuar en el futuro! De ahí nace la protesta
tas, de validez general. Todo ello demuestra la necesidad contra la guerra, contra la injusticia social, contra la dis-
esencial de una presencia viva en el mundo. La Iglesia no criminación racial, contra los latifundios, etc. En nuestra
puede cumplir plenamente su tarea profética con respecto actual sociedad, los imperativos morales y las decisiones
a los problemas mundanos del hombre y de la sociedad históricas brotan principalmente de la experiencia de los
)(>(, MAGISTERIO ECLESIÁSTICO Y POLÍTICA EVANGELIO Y SIGNOS DE LOS TIEMPOS 167

padecimientos sociales, como la baja renta que perciben sino una realidad cultural creada por el hombre, la cual
determinados sectores de la sociedad, la explotación colo- puede ser manipulada y reformada18. Los imperativos
nial, la discriminación racial y otras injusticias. históricos surgidos de tales experiencias de contraste, tien-
den directamente a la reforma de la sociedad existente.
5. Cuando analizamos tales experiencias de contraste Para decirlo con otras palabras: estas experiencias de
en cuanto a su capacidad para crear nuevos imperativos contraste conducen al imperativo ético de las decisiones
éticos, hallamos que en tales experiencias negativas se socio-políticas. Con esto se demuestra una vez más que
incluye una captación de valores positiva, velada aún y los nuevos imperativos éticos, nacidos de experiencias ne-
sin expresión clara, pero capaz de mover la conciencia gativas, son un momento de la historia humana, sobre el
que empieza a manifestar su protesta. Se empieza experi- cual la ética reflexiona después detenidamente, de tal
mentando una ausencia de «lo que debería ser» y de ahí suerte que, con el correr del tiempo, se llega a trazar final-
se pasa a una percepción, quizás difusa, pero real, de «lo mente un cuadro total de principios éticos y de proposi-
que se ha de hacer aquí y ahora». Esta experiencia, por ciones concretas. De ahí que esta tematización no sea ni
supuesto, es tan sólo una etapa preliminar que lleva a una lo más importante ni lo más decisivo, con lo que se hace
reflexión más aguda que abarca tanto un análisis cientí- aún más claro que la decisión ética concreta no es sim-
fico de la situación como una nueva declaración de prin- plemente una aplicación de la norma universal y abstracta
cipios fundada en las experiencias del pasado. Lo cierto es a un caso individual. Porque las experiencias de contraste
que sin esa experiencia inicial, que evoca la protesta pro- demuestran que el imperativo ético es descubierto prima-
fética, ni las ciencias ni la filosofía ni la teología se hu- riamente en su interno sentido inmediato y concreto, an-
bieran decidido a irrumpir en el campo de la acción. tes incluso de que pueda ser tomado como objeto de una
(A veces tales experiencias llevan a la creación de nuevas ciencia y ser reducido así a la categoría de principio ético
ciencias, tales como la «polemología» — q u e estudia a umversalmente válido.
fondo el fenómeno de la guerra— y la sociología reli- Por esta razón no hay necesidad de apelar a un «ter-
giosa.) cer» factor que algunos desearían introducir para tender
Por medio de esas experiencias negativas llega el hom- un puente entre la «norma universal» y los elementos
bre a adquirir conciencia de que está viviendo por debajo «dados estrictamente por la situación». La decisión crea-
del nivel que potencialmente podría disfrutar, y de que dora original que descubre el imperativo histórico — e n
precisamente las estructuras sociales existentes le han cuanto a su sentido interno— en la experiencia de con-
forzado a vivir en ese bajo nivel. En tiempos pasados, traste, es al mismo tiempo para el creyente el rasgo caris-
estas experiencias de contraste llevaron a las personas mático de todo ese proceso. Las normas generales, por el
conscientes al imperativo ético de los deberes caritativos contrario, son como la proyección cartográfica de una
en la esfera del encuentro directo entre personas (Vicente
de Paúl, Don Bosco, etc.) En nuestros días, y en contras- 18
Véase, entre otras cosas: H. FEEYER, Theorie des gegenwartigen
te con el hombre «medieval», nosotros sabemos que el Zeitalters. Stuttgart 2 io63, que es uno de los primeros que ha estudiado la
creabilidad (Machbarkeit) y manipulabilidad (Manipulierbarkeit) del mun-
orden social «establecido» no es de institución divina, do y de la sociedad humana.
168 MAGISTERIO ECLESIÁSTICO Y POLÍTICA
EVANGELIO Y SIGNOS DE LOS TIEMPOS 169
larga historia de experiencias (una historia llena de expe-
riencias de contraste) en la búsqueda de una sociedad mación del evangelio — d e la alegre noticia— de que,
más digna del hombre: dignidad de la que el hombre por el poder del acontecimiento de Cristo, nuestro ser de
adquiere conciencia a través de experiencias negativas. hombres es posible efectivamente y no es una inútil
Con esto quedará claro que la vida cristiana no reci- labor de Sísifo. En términos bíblicos, afirmamos esta
birá mucha ayuda de un magisterio eclesiástico que se posibilidad, por encima de cualquier desesperanza hu-
limitase a proponer exclusivamente unos «principios ge- mana, cuando decimos que ésta es la gracia del reino
nerales» a propósito de las cuestiones sociales y políticas, de Dios que se va manifestando en el mundo de los
pues en tal caso la Iglesia iría, por definición, a remolque hombres: reino de justicia, de amor y de paz; reino en
de la situación histórica, dado que tales principios son el que ya no habrá mal ni lágrimas ni fatigas (2 Pe 3,
únicamente el último cabo de la historia que les ha pre- 13; Ap 21,4). La esperanza cristiana sabe que esta po-
cedido, al paso que la historia del futuro estaría ya exi- sibilidad le ha sido concedida al hombre efectivamente.
giendo ser preparada por medio de otras decisiones histó- Por eso el cristiano vive en la conciencia esperanzada
ricas y otros imperativos morales. El haberlo visto así ha de que su propia dedicación a la tarea de conseguir
constituido la mejor aportación de las encíclicas Vacem in un mejor orden temporal no es en vano, a pesar de que
tenis y Populorum progressio, en las que realmente se no le es posible contemplar cómo ese orden temporal,
toman unas «decisiones históricas» de orden moral (aun- que no es aún el reino prometido, es, sin embargo, un
que, como es obvio, esto se hace sobre la base de unos velado comienzo del eschaton. La esperanza de este reino
principios fundamentales adquiridos anteriormente a tra- final y radicalmente nuevo lo estimula para no darse por
vés de las experiencias del pasado). satisfecho con nada de lo ya conseguido en este mundo.
Porque en este tiempo histórico no podremos decir jamás:
6. En los párrafos anteriores hemos mostrado de «esto es ya el futuro prometido». El evangelio llama anti-
algún modo el Sitz im Leben del origen de las decisiones cristo a quien se atreva a decir tal cosa.
éticas históricas. Queda por determinar en todo este Estoy de acuerdo con P. Ricoeur, J. B. Mctz y J. Pau-
asunto el aspecto cristiano específico. Porque la experien- pert 19 en que el mensaje evangélico no nos proporciona
cia de nuestro ser de hombres ¿puede garantizarnos que un programa inmediato de acción política y social. Sin
el trabajo en favor de una vida más digna del hombre es embargo, el evangelio tiene una importancia decisiva, de
posible y tiene sentido? ¿No fracasa este intento... en el forma indirecta, en el terreno político y social, concreta-
hombre mismo? Y, si el futuro mejor es norma, ¿permi- mente en cuanto que es una «utopía». Pero ¿cómo ha
tirá la fe en un futuro mejor que sacrifiquemos a los hom- de entenderse esto? El mensaje evangélico de la expecta-
bres de hoy, utilizándolos como medios para lograr un
ción cristiana nos ofrece la posibilidad de superar constan-
mundo mejor? El mensaje del evangelio puede dilucidar
efectivamente estas preguntas. 10
P . RICOEUE, Taches de ¡'éducateur politiq-xe: Esprit 33 (1965) 78-93,
El núcleo del mensaje acerca de la muerte redentora principalmente 88 s; J. M. PAUPERT, Pour une politique évangelique. Paris
y de la resurrección de Jesús es, para siempre, la procla- 1965; J. B. METZ, Nachwort: Der Dialog <R. GARAUDY, K. RAHNER,
J. B. METZ). Hamburg-Reinbeck 1966, 119-138.
J70 MAGISTERIO ECLESIÁSTICO Y POLÍTICA
EVANGELIO Y SIGNOS DE LOS TIEMPOS 171
temente cualquier «orden establecido». Significa una crí-
hacer de otra manera, que debemos intentarlo y que todo
tica permanente de toda situación concreta, de las insti-
irá mejor como consecuencia de nuestro empeño. De las
tuciones seculares, las estructuras sociales y la mentalidad
experiencias de contraste brota una voz profética que
en ellas preponderante. Exhorta también a reformar y
es protesta, promesa esperanzadora e iniciativa histórica.
mejorar por doquier ese estado. Y nos infunde, además,
Precisando más todavía, la condición necesaria que hace
la firme convicción de que la edificación de un mundo
posible la protesta y la decisión histórica es la presencia
más digno del hombre es una tarea posible positivamente.
actual de la esperanza, pues sin ésta la experiencia nega-
No debe extrañarnos ni asustarnos el empleo del tér- tiva no podría dar paso a la experiencia de contraste y a
mino «utopía» aplicado a esta materia. Quiere significar la protesta. De ahí que sea precisamente la experiencia
únicamente aquel punto de vista desde el que se nos hace negativa el elemento que viene a demostrar la primacía de
posible criticar a nuestra sociedad. Más aún, históricamen- la esperanza en un futuro mejor20. La historia de estas
te es cierto que la mayoría de los «derechos del hombre» experiencias de contraste ¿no será la génesis histórica de
que hoy son aceptados, al menos en principio, por todo conceptos profundamente humanos y religiosos como sal-
el mundo, cuando fueron propuestos por primera vez in- vación y perdición? Más aún, sólo cuando se adquiere
dividualmente, fueron considerados por toda la gente conciencia de que es posible una existencia mejor que
bienpensante como sueños inconsistentes y utópicos de la del instante actual, y al mismo tiempo se ve como
algunos individuos raros. La presión ejercida por una realizable, surge la protesta y se llega a sentir la necesi-
«utopía» constituye, sin duda alguna, un factor histórico: dad de tomar unas decisiones históricas. ¿No lia sido
la humanidad cree en aquello que es humanamente im- acaso esta toma de conciencia, por ejemplo, lo cine ha
posible. Aún más, nuestra preocupación por el futuro no creado una situación pre-revolucionaria en lodn Latino-
consiste en un mero conjunto de vagos deseos, sino en américa? 21
la seguridad de que Cristo nos ha prometido algo que Puesto que la conciencia humana es una complicada
se va haciendo realidad, por gracia, en la historia, y que unidad de experiencia pre-refleja, análisis reflejo y me-
así resulta posible para el hombre. Desde el punto de ditación, podemos distinguir también -—n ^rundes ras-
vista de la vida en la sociedad política, la expectación gos— dos fases en las experiencias históricas de contras-
cristiana y el «sermón de la montaña» desempeñan el te: la primera fase es la de la experiencia negativa, en
papel de una «utopía» eficaz que debe ejercer una presión la cual — e n virtud del poder de propaganda de la utopía
continua en todos los asuntos sociales y políticos. del mensaje del evangelio— nace la protesta profética
Cuando nosotros dejamos que este factor cristiano
desempeñe su papel en las realidades humanas, especial- 20
No abordaré aquí l:i cuestión de como y hasta MUÍ1 pimío Hca posible,
mente en lo que hemos llamado experiencia de con- al margen de una concepción explícitamente cristiana, tener la fume determi-
nación de edificar un mundo mejor liara todo» los hombres*, bien fundiéndose
traste de donde brotan las nuevos imperativos morales, en una realidad positiva (iuc nosotros, cristianos, estamos en condiciones de
interpretar como una «esperanza cristiana» anónima (para cuya dilucidación
aparece claro que la protesta provocada por estas expe- ayuda mucho la revelación de la Palabra), o bien partiendo de unas falsas
riencias negativas («¡esto no puede seguir así!») se con- ideologías. No carece de importancia esta cuestión, precisamente en sentido
político.
vierte en una esperanza firme en que las cosas se pueden 21
Véase: C. FURIADO, La pré-r£volution brésiücnne. Paris 1964.
EVANGELIO Y SIGNOS DE LOS TIEMPOS 173
172 MAGISTERIO ECLESIÁSTICO Y POLÍTICA

haber descubierto la dimensión histórica del mundo bajo


contra los desconocimientos concretos de las posibilida-
la primacía del futuro, podemos entender como sacramen-
des de la existencia humana, y madura el imperativo ético
tum historiae, es decir, como servicio al reino de Dios,
de que las cosas deben cambiar y mejorar. Y, finalmente,
podemos reconocerle también efectivamente (a la Iglesia)
de manera muy imprecisa, van adquiriendo forma algunas
la «función crítica», institucionalizada sobre la base de
indicaciones éticas objetivas. En segundo lugar aparece la
un carisma divino, con respecto a la sociedad histórica.
fase en que el mensaje evangélico va madurando a base
Esto sucede en virtud del carácter profético de la Iglesia,
de una combinación de teología y análisis científico de
y por tanto en virtud de su esperanza del futuro prome-
una determinada situación, que lleva a un plan respon-
tido, futuro que en esta historia terrena — como historia
sable y más concreto de acción social y política. De esta
de la salvación— puede iniciarse ya modestamente: como
forma, el mensaje evangélico adquiere una indirecta pero
paulatina redención, como un irse redimiendo gradual-
real importancia en los asuntos sociales y políticos.
mente de la historia misma. Según esto, en virtud de la
esperanza cristiana de un futuro, esta expectación — e n
7. Por eso (de acuerdo con J. B. Metz, quien me el compromiso y por medio del compromiso de los cre-
sugirió que escribiera este trabajo) podemos hablar de yentes— crea la historia. Esta nueva conciencia del ma-
dos funciones de la Iglesia: una que consiste en hacer gisterio es del máximo valor en nuestros días, cuando la
«crítica de la sociedad» y otra por la que aplica a esta actual sociedad, comprometida insoslayablemente en una
misma sociedad su visión «utópica» 22. Y, por cierto, en el planificación racional, exige con urgencia unas decisiones
sentido de que esta visión, por ser utópica, es también históricas colectivas en materia social y política. De ahí
crítica. Esto se aplica a las Iglesias cristianas como tales. que incluso los no católicos estén a la espera de estas de-
Y, por tanto, a todos los creyentes. Y, así, de manera cisiones de la Iglesia: tanto ella como el mundo están
especial a los ministros de la Iglesia, ya que ellos tienen cada día más convencidos de que necesitan la mutua apor-
una responsabilidad de servicio en la Iglesia, en favor del tación con vistas a la consecución del bienestar común,
mundo. El hecho de que este sentido de responsabilidad universal, de toda la humanidad. Quizás exija esta nueva
empiece a expresarse en documentos tales como la Vacetn conciencia que la función crítica se organice mejor en la
tn tenis y la Populorum progressio, es la señal de que se Iglesia, supuesto que ya no les es permitido a los cristia-
está produciendo una nueva conciencia en el magisterio nos (alentados por esta contribución «utópica» y «críti-
eclesiástico, que ya no se limita a registrar el pasado his- ca») apartarse de las tareas sociales y políticas concretas,
tórico en principios generales, sino que intenta dar una sino que, al contrario, deberán unirse para realizarlas con
orientación de estas «decisiones históricas» de tipo mo- todos los hombres de buena voluntad (algo que, a su vez,
ral que están inaugurando el futuro. Si llamamos a la supone ya una decisión histórica que afecta a la situación
Iglesia sacramentum mundi, cosa que ahora, después de concreta).
22
Véase también, entre otros: J. MOLTMAWN, Teología de la esperanza. La oposición del Nuevo Testamento al culto del em-
Sigúeme, Salamanca 1969; J. B. METZ, O. C; ID., Zum Verhaltnis von Kirche
und Welt: T. P. BUEKE (director de la publicación), Künftige Aufgaben. der perador, junto con su apoyo a la real y verdadera autori-
Tkeolirgie. Minchen 3967, n - 3 0 ; ? • KICOEÜR, O. C.; I D . , Le socius et le dad del emperador, es ya un síntoma de esta función
prochtún: Histoire et vérité. París 1955, 9 9 - n i .
174 MAGISTERIO ECLESIÁSTICO Y POLÍTICA OBLIGATORIEDAD EN CUESTIONES DE POLÍTICA SOCIAL 175

«crítica» y «utópica» que compete a la Iglesia con res- fe en la promesa del reino de Dios. La función crítica de
pecto a la sociedad, que nos ofrece además un auténtico la Iglesia no es la de un compañero de viaje o la de un
fundamento bíblico. Esta función sólo puede ejercerse a extraño, sino más bien un compromiso crítico en la edifi-
través de una genuina presencia en el mundo, a través de cación real del bienestar de todos los pueblos.
unas experiencias en que Dios, para dirigirse a nosotros,
sitúa el mundo y la historia entre él y nosotros, como
traducción audible, visible y perceptible de su llamada III
de gracia que él nos dirige aquí y ahora. Son también
el medio en y a través del cual el cristiano adquiere con- SOBRE LA OBLIGATORIEDAD ÉTICA DE LAS
ciencia explícita de esta llamada. Son, finalmente, el DECLARACIONES DEL MAGISTERIO ECLESIÁSTICO
ámbito dentro del cual el cristiano se halla en condiciones EN CUESTIONES DE POLÍTICA SOCIAL
de realizar su propia respuesta a aquella llamada en su
vida. Según esto, el mundo y la historia enseñan al cris- Tan sólo sobre el trasfondo de las anteriores explica-
tiano a discernir el contenido explícito de la llamada de ciones, podremos ahora dilucidar claramente la naturaleza
Dios con respecto a los acontecimientos sociales. Es así específica de la obligatoriedad de la palabra del magisterio
como el cristiano debe convertirse, ante todo, en un pro- acerca de cuestiones sociales, políticas, económicas y cultu-
feta activo no de lo que se suele llamar «alcanzable», se- rales en general. Damos por supuesto que aquí nos esta-
gún el cálculo humano de fuerzas, sino de aquella «uto- mos ocupando de aquellas declaraciones emanadas del ma-
pía» cristiana que hace brotar lo totalmente nuevo, todo gisterio eclesiástico en las que éste se pronuncia directa-
lo que es radicalmente digno del hombre, a través de su mente acerca del fundamento doctrinal de una decisión
dedicación al hermano. Esta «utopía» es una fuente cons- histórica ética en el terreno de la política social. Pues lo
tante de críticas sobre toda la vida terrena, pero atacará que aquí nos interesa es el alcance teológico de las «deci-
particularmente la situación existente sobre todo en la me- siones históricas» contenidas en tales documentos, dicho
dida en que ésta pretenda ser ya la realización del «orden de otro modo: el valor de una declaración no doctrinal,
cristiano». Con esto no se quiere negar la importancia relativamente hipotética, emanada de la más alta mitorulud
que en un determinado período de tiempo pueda tener de la Iglesia: el papa o los concilios. Con las palnlu-ns «re-
una política de equilibrio del poder. Pero esto mismo lativamente hipotética» queremos significar el hecho de
exige que la Iglesia y el cristiano se mantengan en el ejer- que tales textos dependen también de una información no
cicio de su función crítica, y que se ha de mantener alerta, teológica, y hablan acerca de una realidad secular acciden-
en consecuencia, el elemento de «inquietud» profética. tal o cambiante.
La esperanza escatológica radicaliza el compromiso con el Esto equivale a decir que una dcclnnición de este tipo
orden temporal y, por las mismas razones, relativiza cual- sólo puede ser válida en la medida en que se cumpla una
quier orden temporal ya existente. De esta forma, el com- condición: la condición de que se dé precisamente esta
promiso social y político del cristiano, enraizado en su en- situación concreta histórica en la sociedad. De ahí que
trega al bien de la humanidad, es la hermenéutica de su estas orientaciones concretas, por sí mismas, no pueden
176 MAGISTERIO ECLESIÁSTICO Y POLÍTICA
OBLIGATORIEDAD EN CUESTIONES DE POLÍTICA SOCIAL 177

considerarse como válidas para todos los tiempos, más talles (por ejemplo, en esta situación concreta, la parce-
aún, ni siquiera — al tiempo de su publicación — aquí y lación de unos latifundios y su expropiación es algo mo-
en todas partes, ya que la situación aquí o allá puede ser ralmente necesario). Aunque en muchos casos se entiende
completamente distinta a. Y teniendo en cuenta la rápida que la exigencia concreta tiene únicamente valor indica-
evolución que se da en la sociedad humana, esos docu- tivo, dejando margen para la aplicación de otras soluciones
mentos oficiales quedan muy pronto anticuados, de tal posibles24, puede ocurrir sin embargo que estos documen-
suerte que una permanente invocación de tales enseñanzas, tos oficiales impongan, en determinadas ocasiones, una so-
conáicionaáas históricamente, pata reíerirse a la evolución lución concreta excluyendo prácticamente todas ias demás
social en el futuro, podría tener precisamente una signi- soluciones posibles. La historia ha demostrado, por lo me-
ficación reaccionaria. Esto se deriva, por de pronto, de nos después de los acontecimientos, que entre las varias
la definición misma de la «decisión histórica». De ahí que soluciones que se presentaban como posibles, realmente
(aparte de la posible inadecuación entre la situación des- sólo una era objetivamente la adecuada.
crita y los principios que se aconsejen, y que muy bien
podrían estar tomados del pasado) las encíclicas de polí- Así, pues, nos encontramos de nuevo, y en forma mu-
tica social se sucedan unas a otras con bastante rapidez y cho más agobiante, con la siguiente cuestión: ¿tenemos
sean sorprendentemente distintas en las indicaciones mo- los creyentes en la palabra oficial del magisterio eclesiás-
rales que hacen. La Constitución pastoral dice, muy acer- tico la garantía de que la dirección señalada por él, entre
tadamente, que hay que estar examinando «siempre», sin muchas otras posibilidades que se daban de antemano, es
cesar, los signos de los tiempos. Ahora bien, en cuanto la única dirección objetivamente recta? En mi opinión,
a la situación supuesta, la palabra concreta del magisterio creo que no se puede afirmar jamás, en sentido absoluto,
eclesiástico tiene validez aquí y ahora para la comunidad que exista tal garantía. Porque las decisiones —condicio-
eclesial. nadas históricamente— en el terreno de la política social
no pueden tener jamás esa garantía, ni siquiera cuando
Fundamentalmente esta obligación es ante todo una proceden de la autoridad eclesiástica, aun cuando nosotros
exigencia que se hace a todos los cristianos, partiendo de creamos que ésta se halla bajo la guía carismática del Es-
una situación real que es considerada inhumana y no cris- píritu Santo (siempre que actúa dentro de la universalidad
tiana. Esta situación debería incitar ya a la conciencia de la comunión eclesial y respaldada por ella). Podemos
moral, aun antes de que hubiera declaración alguna por asegurar, sin embargo, que ello aporta una seguridad al
parte del magisterio. No obstante, lo característico de la cristiano (dentro de Jos límites del elemento «hipotético»
declaración eclesial es que tal exigencia se concretiza en de que antes hemos hablado) en el sentido de que, actuan-
una orientación clara y precisa y determinada en sus de- do de acuerdo con aquellas decisiones, siempre tendrá la
certeza moral de estar a la altura de lo que la situación
23 Véase la limitación de la que se habla en la nota 16. Además, siem-
pre tendrá validez aquí lo de «dada una situación como la que se describe
aquí en términos generales». Por la unidad del mundo, que cada vez va
24
siendo mayor, hay una solidaridad humana y cristiana, cuando la situación Por eso, la Constitución pastoral, en su introducción a la segunda
descrita no se da en el propio país, pero sí en otras partes. Así que la obliga- parte, habla de que los creyentes, por medio de los luminosos principios que
ción tiene toda una gama de matices y grados. brotan de Cristo, «son guiados y todos los hombres hallan lu2 en la búsqueda
de las soluciones que problemas tan numerosos y complejos reclaman» (n. 46).
178 MAGISTERIO ECLESIÁSTICO Y POLÍTICA
OBLIGATORIEDAD EN CUESTIONES DE POLÍTICA SOCIAL 179

exige (más no se puede decir, dada la «condición huma- sable en el carácter absolutamente obligatorio que tiene
na», aunque esté guiada por el Espíritu Santo). Por eso, el contenido de la experiencia negativa. La «teología ne-
debemos aceptar con confianza cristiana las consecuencias gativa», en el plano especulativo, no desemboca en una
de esa actuación, aunque ésta condujera a trastornos. «teología negativa» en el campo de la práctica. En todo
En efecto, no se trata aquí directamente de la obediencia ello, la visión escatológica del futuro es una instrucción
de fe a la autoridad doctrinal de la Iglesia cristiana, sino «positiva», «utópica» y «crítica» para esta situación que
de la obediencia de fe a su función profética pastoral. se nos da concretamente y que es una situación cambiante.
De esta función debe esperarse no tanto una gran preci- Precisamente por eso, el cristiano que, después de leer la
sión como una capacidad profética más enérgica para con- Populorum progressio, marcha a su quehacer diario, sin
jurar, alentar e impulsar a una búsqueda ulterior, ante la cambiar nada en ese mismo quehacer, es culpable de faltar
que ningún cristiano debe cerrar sus oídos, su corazón y contra la voz profética de ese documento pontificio, y se
su poder imaginativo. hace culpable principalmente de una falta contra la hu-
Y esto nos lleva a plantearnos la cuestión de la natura- manidad, de una falta para con Dios. Porque ese cristia-
leza específica de la obligatoriedad de estas directrices ofi- no se está dando por satisfecho con el «orden estableci-
ciales. Puesto que el imperativo ético concreto nace pre- do», que el mensaje bíblico califica de desorden reinante,
ferentemente de unas experiencias de contraste, tendrá en ya que, mientras dura la historia, todo orden social se
primer lugar y principalmente un carácter negativo en su halla bajo la crítica del mensaje bíblico.
esencia más profunda: «Las cosas no pueden seguir así».
Por ejemplo, nadie sabe positivamente qué es la paz fren-
te a las guerras frías y calientes. El cristiano únicamente
tiene ante sí la visión de la «paz escatológica» (a la que
también, en buena parte, sólo puede definir negativamen-
te). Pero, a través de la experiencia concreta de «falta de
paz» que estamos viviendo, brota no sólo la voluntad
de superar esa situación, sino también el poder inventi-
vo de un amor rico en conocimiento, y que busca medios
de garantizar la justicia para todos.
Por tanto, a través de este análisis, de sabor un poco
abstracto, pero, creo yo, muy significativo, llegamos a en-
tender que el carácter estrictamente obligatorio de todas
las declaraciones del magisterio eclesiástico acerca de las
cuestiones de política social se basa más en el aspecto
«negativo» («Las cosas no pueden seguir así») que en el
elemento positivo, cuyo carácter específico y obligatorio
consiste en una participación actual y sabiamente respon-
6
LA NUEVA IMAGEN DE DIOS,
LA SECULARIZACIÓN
Y EL FUTURO DEL HOMBRE
EN LA TIERRA *

E N una serie de artículos relacionados entre sí', me he


enfrentado — durante los pasados meses — con las
innegables dificultades del cristiano de hoy día, que se en-
cuentra en un «mundo secularizado». Quise examinar se-
renamente los hechos. Pero muy pronto sentí un impulso
casi febril, ya que se trataba a todas luces de una urgente
problemática de personas que viven en este mundo, segla-
res y sacerdotes: de una problemática que por todas partes
nos está asediando a todos. Me di cuenta claramente de
que mis exposiciones, con el tiempo, contendrían inevita-
blemente inexactitudes. Pero estas inexactitudes me pare-
cían secundarias en comparación con la convicción funda-
mental que se fue formando poco a poco en mí: una
idea básica cuya formulación en esta seria de artículos
— viendo las cosas posteriormente— ha sido sólo un
intento. La verdadera y positiva formulación de lo que

* Publicado por vez primera con el titulo: Ffet nieurve Godsbecld,


sceularisatie en politick en: Tijdsclirift voor Theologie 8 (1968) 44-65.
1
Además de los artículos recogidos en este libro, véase: Das Or-
densleben in der Auseinandersctzung mit dem neucn Menschen- u-nd Gottes-
bild: Ordenskoirespondenz 2 (1068) 105-134; Foi ckrHienne terrestre: Gau-
diurn et Spes. L'Église dans le monde de ce temps. Paris 1967, 13-41-
182 NUEVA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE
NUEVA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE 183

me estaba quemando los labios, no he podido encon-


semejantes acerca de la problemática de la que todos he-
trarla todavía.
mos de ocuparnos con riesgo mortal, ya sea que nos enca-
Siento que estoy llegando a un nuevo estadio en virtud sillemos temerosamente o que acompañemos a otros en
de una doble experiencia: en primer lugar, por mis rela- nuestro pensamiento, con apertura esperanzadora e inqui-
ciones directas con el «mundo secularizado» de los Esta- riente. De este modo, no surge nada que pueda conside-
dos Unidos, — en un plano ya personal — por mis con- rarse como un sistema nuevo, ni tampoco la actitud escép-
tactos con aquellas personas a quienes se llama «los teólo- tica del que adopta por sistema «el no tener ningún siste-
gos de la muerte de Dios». Y, en segundo lugar, por la ma». Sino que nace una sencilla reflexión sobre lo que es
conversación que sostuve durante toda una tarde con unos la fe y la esperanza cristiana, «siempre dispuestos — como
cuarenta capellanes de estudiantes, franceses. Fue, por un dice una tradición bíblica — a dar respuesta a todo el que
lado, una confrontación con lo que se ha dado en llamar os pida razón de vuestra esperanza» (1 Pe 3,15). En nues-
el «pragmatismo americano»; y, por otro lado, un en- tra época, la teología es —también para el teólogo —
cuentro con la spiritualité típicamente anti-pragmática, una lucha personal a vida o muerte: el teólogo ha de vér-
que se encuentra en los pastores de los círculos universi- selas con una problemática viva y real, una problemática
tarios de Francia. Tanto con los americanos como con los que nadie podrá eliminar, dándole carpetazo triunfalística-
franceses hablé de la secularización y de la fe en Dios. mente — ¿o desesperadamente? — con textos conciliares
En la discusión que siguió a mis charlas, se me revelaron no bien interpretados. El teólogo ha de vérselas limpia-
dos mundos completamente distintos: efficiency y spiri- mente con una problemática vital, que está emergiendo en
tualité. Para mí, eso significó un reto. Fue algo que me todas partes. Y esto, sin caer en soluciones prefabricadas
obligó a reflexionar de nuevo sobre los problemas de la ni dejarse acorralar por la presión de los que, automáti-
secularización y de la fe en Dios: reflexión en la que traté camente, van a etiquetarle como un anticuado «conserva-
de penetrar en un buen número de estudios que hasta en- dor» o como un «progresista» que se anticipa a los tiem-
tonces me habían sido desconocidos: estudios de teología pos. El teólogo, fiel al evangelio, abierto a la verdadera
y principalmente de sociología religiosa, procedentes de problemática de las personas que viven la vida, ha de
los Estados Unidos. Todo esto, creo yo, me ha conducido poder decir con Newman, y sin dejarse amedrentar por
a lo que he tratado de expresar a lo largo de estas páginas, nadie: I am going my way («yo voy por mi camino»).
pero que ha quedado articulado a medias o completamente
inarticulado. Pienso que ahora tengo una formulación que, Esta introducción —poco corriente— a un artículo
en principio, es satisfactoria, aunque no me hago demasia- teológico suscitará quizás la impresión de que quiero jus-
das ilusiones sobre este capítulo. tificarme de antemano por lo que voy a decir. Pero, en
realidad, lo que pretende es exigir resueltamente a todo
Me doy cuenta perfectamente de que esta introducción el que quiera seguir fielmente el mensaje del evangelio
es un poco aparatosa. Pero, a pesar de mis vacilaciones, la «libertad de los hijos de Dios» (cf. Rom 8,21), para
no he querido omitirla. Este trasfondo mostrará al lector cólera y enojo de todos los que, en su conservadurismo o
que la teología no puede ser erudición de gabinete, sino en su progresismo, carecen de la apertura para una verda-
que únicamente puede construirse en diálogo con nuestros dera metanoia, pata una renovación de sí mismos y de la
184 NIJI1VA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE EL PELIGRO DE UNA NUEVA IDEOLOGÍA 185
historia por el poder de Dios que viene: «Renovaos, por- mente de la imagen corriente que nos hacemos del hom-
que el reino de Dios está cerca» (cf. Mt 3,2; 4,17)- Con bre y del mundo. En efecto, existe correlación entre nues-
esto hemos señalado ya el verdadero tema de esta refle- tros enunciados acerca de Dios y nuestros enunciados acer-
xión teológica. ca del hombre. Y la religión, como realidad humana viva
en el mundo, es también una magnitud social visible y,
I por tanto, se halla involucrada como es lógico en todos
los grandes cambios sociales que se efectúan.
EL PELIGRO DE UNA «NUEVA IDEOLOGÍA»
En la sociedad actual, la ciencia y la planificación tec-
No podemos evitar la impresión de que, hoy día, se nológica van asumiendo cada vez más la labor directiva
habla con demasiado pocos matices acerca del «mundo en la edificación del mundo y en el fomento del bienestar
secularizado», como si se tratara de un nuevo «dogma» de todos los pueblos. Y con esto se va transformando
indiscutible. Por esto, comienzan algunos sociólogos e his- radicalmente la antigua actitud — precientífica y preindus-
toriadores a criticar, con razón, el uso generalizado de esta trial— del hombre ante el mundo. Sobre todo, los dos
expresión así como de su contenido y finalidad2. Esto nos conceptos de «edificación del mundo» y de «fomento del
invita a pensar que posiblemente se están entremezclando, bienestar de todos los pueblos» representan históricamen-
con la consiguiente confusión, un concepto sociológico y te realidades nuevas. Porque son posibilidades creadas úni-
un concepto teológico de la secularización. camente por el predominio de la ciencia y por la planifi-
Cuando, al margen de toda ideología, investigamos el cación tecnológica que de ella se deriva. El hombre, ante-
fenómeno que se denomina sin más «secularización», ve- riormente, estaba vuelto sobre todo hacia el pasado. Pero
mos que ese término pretende indicar un acontecimiento ahora mira activamente hacia el futuro. Este cambio radi-
complejo cuya base consiste en que la relación del hombre cal que consiste en que el hombre, en vez de confesar la
con el mundo y con su «mundo circundante» (Umivelt) primacía del pasado (y, por tanto, de la tradición), con-
social se transforma radicalmente. Este fenómeno, como fiese ahora resueltamente la primacía del futuro, puede
ya he escrito en otra ocasión, tiene sólo relaciones indirec- considerarse como exponente de todo el proceso de tras-
tas con la religión, es decir, tiene relaciones únicamente formación3. Querámoslo o no, la influencia cada vez
en cuanto la imagen que nos hacemos de Dios, y la mane- mayor de las disciplinas «beta» y «gamma», es decir, de
ra como practicamos la religión, están en función obvia-
3
Mencionamos aquí algunas obras que aon necesaria* para compren-
3 der cómo se llevan a cabo les cambios sociales, y por tanto para construir
Véanse, entre otras obras: D. MARTIN, Towards Eliminatirtg the una reflexión teológica acerca de la implicación de la religión en tales cambios:
Concefi of Secularization (Penguin Survey). Baltimore 1965; J. M. YÍNGER, C. W. MILLS, The Sociological Imaginación. New York 1959; C. B.
Sociolog-j Looks at Religión. New York 1963; M. E. MARTV, Varieties of MACPHERSON, The Poliiical Theory of Posscss'we Individualism: Hobbes to
Unbeüef (Anchor-paperback). New York 1966; E. GELLNER, Thought and Locke. Oxford 1962; H. MARCUSE, lil hambre \inidimensionul. Ensayo sobre
Change. Chicago 1964; E. HOÍFER, The Temper of Our Time. New York la ideología de la sociedad industrial avanzada. Joaquín Mortiz, México 1968.
1967; W. C'LANTWELL SMITH, The Meaning and End of Religión. New York
Y, naturalmente, debe consultarse la ol)ra: The New Sociology. Essays
1963 (Dmdon 1964); K. N. BELLAH, Religious Evolution: W. LESSA-E. Z .
in social Science and sccial Theory (in tion. of C. W. Mills), publicada bajo
VOGT, Reader in Comparative Religión. An Anthropological Approach. New
la dirección de I. HOROWITZ. New York 1964.
York 1)65, 74 s.; véase también: T. LUCKMANN, Das Problem der Religión
in der inviernen Gesellschaft. Freiburg (Br.) 1963. Véase también: M, FRISCH, Homo faber. Seix Barral, Barcelona 2 i 9 6 9 ;
H. FKEYER, Thíorie dej gegetiwdrtigcn Zeitaltcis. Stuttgart 1963.
186 NUEVA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE EL PELIGRO DE UNA NUEVA IDEOLOGÍA 187

las ciencias naturales, de la tecnología y de las ciencias demos afirmar: Dios, entonces, fue también «sustitutivo»
del comportamiento, sobre la vida actual, está impulsando de la impotencia del hombre en el plano de lo terrenal.
al hombre hacia el futuro. Por contraste con las «ciencias Pero desde que parece que el hombre es capaz de subyu-
del espíritu» o disciplinas «alfa», que interpretan el pasa- gar lo secular, ya no se apela a Dios y a la Iglesia para
do y pretenden darle así nueva actualidad, las ciencias de compensar esa impotencia humana. Y a este aspecto del
la naturaleza y del comportamiento están orientadas esen- moderno acontecer, podemos aplicarle justificadamente el
cialmente hacia el futuro. Y, evidentemente, estas últimas nombre de secularización.
disciplinas son las que acompañan científica y tecnoló- Ahora bien, si a esta «función sustitutiva» de Dios,
gicamente a la sociedad y la orientan hacia un nuevo fu- función que estaba íntimamente vinculada con las carac-
turo. terísticas peculiares de una anterior fase cultural, la iden-
La religión encontrará siempre en la vida concreta sus tificamos con la esencia misma de la religión, cometemos
propias formas de expresión y su propio contexto vital. un fundamental error ideológico. En efecto, tal cosa no
Como tal constituye una comunidad encarnada en el mun- sería ya un enunciado sociológico, sino un juicio teológico,
do con una magnitud social. Antes, la religión tuvo, por y un juicio erróneo. Esta confusión tiene como consecuen-
naturaleza, una función en la cultura de aquel entonces: cia el que a toda la trasíormación cultural que se está
una cultura que era bastante estable, y que estaba orien- efectuando en nuestra época, incluso en sus aspectos po-
tada hacia el pasado y hacia su conservación. Pero por el líticos y socio-económicos, se la designe sencillamente
cambio radical de hoy día, la religión se ve obligada a como «proceso de secularización»: error ideológico que no
cumplir su función en una nueva cultura: en una cultura se puede justificar, ni siquiera desde el punto de vista so-
orientada hacia el futuro. Por consiguiente, la praxis reli- ciológico. Por eso, los sociólogos de la religión que, sin
giosa tiene que tratar de vérselas hoy día con un dato juicios preconcebidos, investigan todo el fenómeno, se li-
completamente nuevo: con un mundo industrial y urba- mitan a afirmar que la actual trasformación cultural mues-
nizado que, bajo la dirección de las ciencias y de la plani- tra aspectos de secularización. Pero creen que, científica-
ficación tecnológica, trata de crear un futuro mejor para mente, es insostenible el aplicar a todo el fenómeno el
la humanidad. Con esto, espontáneamente, se escapan di- nombre de secularización. Podríamos hacer notar que el
versas funciones, que las Iglesias habían cumplido antes hacer tal cosa, sería tomar como punto de partida un con-
en la sociedad temporal. La cultura anterior era todavía cepto erróneo de la religión. Pero eso es una cuestión teo-
«menor de edad», desde el punto de vista científico y téc- lógica. En todo caso, no se puede sostener que tal concep-
nico. Lo cual, para el hombre, significaba una impotencia ción se base en un análisis imparcial —sin prejuicios —
ante lo intramundano: impotencia que la religión tenía y científico de los hechos. Y ya sabemos que, para la ver-
que sustituir. Dios, la esperanza del hombre religioso, dadera ciencia, los hechos son «sagrados». Los sociólogos
tuvo que servir entonces de amparo y sostén en aquellos no niegan rotundamente que la religión esté implicada en
ámbitos intramundanos en los que el hombre no había el conjunto del proceso de trasformación, pero a este fe-
mostrado aún su intervención sobre el mundo y la socie- nómeno, en vez de llamarlo «secularización», lo conside-
dad. Considerando las cosas desde nuestra situación, po- ran como un «cambio religioso radical». Y la seculariza-
188 NUEVA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE EL PELIGRO DE UNA NUEVA IDEOLOGÍA 189

ción es tan sólo un aspecto, un elemento integrante de ese han encontrado ya repetidas veces un «mentís» en el tras-
cambio, el cual está mostrando que la religión se desliga curso histórico. Además, la misma investigación socioló-
paulatinamente de una antigua cultura. Ahora bien, en el gica contradice a tal pretensión injustificada. Dicha inves-
caso de la religión, este proceso está emparejado — al mis- tigación ha comprobado ya la existencia de muchas formas
mo tiempo— con un proceso de integración en la nueva nuevas de praxis religiosa: formas que, evidentemente, no
cultura que está surgiendo, y la consecuencia de este pro- son ya una reliquia de una cultura anterior (aunque pue-
ceso es una trasformación religiosa radical. De todos mo- dan observarse también elementos de esta índole), sino
dos, desde el punto de vista sociológico es insostenible el que son claramente otros modelos o patrones distintos
caracterizar a todo el proceso por lo que sólo es un fenó- con los que la praxis religiosa se integra en una nueva
meno parcial, a saber, la pérdida de función que la reli- cultura. Por eso, podemos calificar de versión moderna de
gión y la Iglesia han experimentado: pérdida a la que con la mitología a la expresión global: «Vivimos en un mun-
razón puede aplicársele el nombre de «secularización». do secularizado».
Ahora bien, si se comete este error, entonces la seculariza- Si lo que se pretende es enjuiciar la totalidad desde
ción se convierte en un concepto pseudo-científico del que uno de sus aspectos parciales, entonces habría que decir
se abusa fácilmente al servicio de una ideología, si es que también que la nueva cultura que está surgiendo, es una
tal utilización generalizadora no brota ya de esa ideología. «desculturalización». En efecto, en lo nuevo que se está
Las consecuencias de esta confusión no deben menos- formando podemos observar realmente elementos conco-
preciarse. En efecto, podemos ya observar que los que mitantes que son «desculturalizadores». El constreñimien-
designan al fenómeno total con el nombre de «seculariza- to de la racionalidad universal, constreñimiento en el que
ción», sacan de él — con seguridad precipitada — conclu- la persona y la sociedad han de vivir en una época cultural
siones para el futuro y, llenos de confianza, sostienen la que está bajo el dominio de la «razón científica», pura
opinión de que, de acuerdo con los análisis sociológicos, decirlo con otras palabras: la omnipotencia cientííicu
el mundo está encaminado irrevocablemente hacia un fu- (omnipotencia que, además, está sobradamente prohtuln
turo sin Dios, y que, teniendo en cuenta la tendencia in- por la experiencia), puede muy pronto hacerse insopotin
negablemente secularizadora de la historia, podemos dar ble y suscitar en nosotros sentimientos de inseguridiul un le
ya por desaparecidas a la Iglesia y a la religión. Mientras este mundo que nosotros mismos hemos creado. Ente mii-
tanto, se ha olvidado que el punto de partida de la argu- lestar conduce en todas partes a los movimiento* «nnií-
mentación es erróneo: el análisis sociológico imparcial sistema». En el terreno social, esto se ve en In iipiitlclón
muestra tan sólo que a un aspecto de toda la trasforma- de «comunidades marginales» que viven en IIIH simules
ción cultural se le puede aplicar el nombre de seculariza- urbes, y que revisten toda clase de formas, linaln llr^nr
ción. Ahora bien, una predicción acerca de la orientación a la de los hippies, cuya característica es In nrcmldml de
que la historia va a tomar, predicción que se basa única- echar mano de medios «psicodélicos», nmpliniuln rl cam-
mente en una tendencia de un proceso de evolución cultu- po de la experiencia consciente. En el Icnrno irllpjnso,
ral que es ambiguo, es una predicción que no alcanzará el una prueba podría ser el creciente atractivo dr Ion movi-
favor de los historiadores. En efecto, tales predicciones mientos pentecostales y de las: ¡igrupiicioiicN religiosas
190 NUEVA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE NUEVA CULTURA Y NUEVO CONCEPTO DE DIOS 191

«subterráneas». El constreñimiento de la racionalidad, el propia tarea, mientras que antes, poniendo la mirada en
principio director al proyectar una nueva sociedad y un el pasado, se podía afirmar sencillamente: esto es el sacer-
nuevo futuro, amenaza al mismo tiempo con volver a con- docio, y por tanto debo hacer tal o cual cosa. Por doquier,
vertir al hombre y al futuro en una cosa, en material para el cambio radical del pasado hacia el futuro lleva consigo
análisis y planificación objetivos. Principalmente la gene- una crisis de identidad. Y se comprende. Es algo así co-
ración joven sufre bajo esta presión, lo cual hace que mo una crisis de adolescencia cultural, en la cual hay que
muchos jóvenes se evadan y busquen refugio en el mundo salir del cálido y acogedor nido del pasado para ponerse en
de las llamadas experiencias psicodélicas, producidas por camino hacia un futuro que hay que crear ahora mismo.
las drogas, y que impulsa a otros jóvenes a la «contesta- Pero, así como a este fenómeno global no se le puede
ción», es decir, a la rebelión y a la protesta. Es una pre- aplicar el nombre de «desculturalización», así tampoco se
sión que suscita diversas visiones futuristas, y que hace le puede aplicar —generalizando— el concepto de «secu-
que con más urgencia que nunca se lance la pregunta larización».
acerca del sentido, del «¿para qué?», de la racionalidad
y de la técnica científica. La pregunta no es ya: «¿Qué II
ha sucedido con el hombre?», sino: «¿Qué va a suceder
con el hombre?» Esta situación congrega incluso a los LA NUEVA CULTURA COMO OCASIÓN PARA
científicos para celebrar consultas entre los especialistas de UN NUEVO CONCEPTO DE DIOS
distintas disciplinas. Porque toda ciencia orientada hacia
el futuro se siente constreñida internamente a buscar su 1. Por tanto, desde el punto de vista sociológico, a
propia metafísica y ética. la secularización debemos considerarla sólo como un único
Por consiguiente, la transformación que la cultura está aspecto parcial — de efectos purificadores — de un cam-
experimentando hoy día, al orientarse hacia un futuro bio radical en la praxis religiosa: un aspecto que surge en
creado por ella misma, no debemos identificarla sin más cuanto los creyentes quieren tomar realmente parte activa
con un feliz optimismo por el progreso. Habrá que decir, en la actual revolución cultural. A este solo aspecto par-
más bien, que la libertad humana se ve abrumada, con cial, que en realidad es secularización, se le puede aplicar
esto, por una carga tan grave, que el verdadero peligro no con razón y plenamente la declaración de que «Dios está
es ya una «evasión del mundo» sino una «evasión del muerto». Ahora bien, quien injustamente designe como
futuro», un pretender escapar al futuro, en las formas más secularización a todo el proceso evolutivo, entenderá tam-
diversas. Porque el «mundo» se ha convertido ya en el bién — lógicamente— en sentido universal el enunciado
«futuro». Por ejemplo, el creciente abandono del minis- de que «Dios está muerto». Pero lo hará también injusti-
terio pastoral, en la Iglesia católica, tiene indudablemente ficadamente: desde el punto de vista sociológico, ha tirado
como trasfondo diversos factores debidos a la vida interna por un camino no-científico.
de la Iglesia. Pero yo creo que ese fenómeno hay que con- Claro está que a esto se puede objetar que la sociolo-
siderarlo también a la luz de la angustia ante un futuro gía no puede responder a la cuestión de la verdad. A esta
incierto: en adelante cada uno tendrá que desempeñar su objeción desearía yo responder en primer lugar que, pre-
192 NUEVA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE NUEVA CULTURA Y NUEVO CONCEPTO DE DIOS 193

cisamente por haber calificado sociológicamente, de mane- esté enraizado en esa cultura. Luego desearía investigar si,
ra injusta y nada científica, a todo el proceso evolutivo en virtud de eso, podemos quizá hablar de «seculariza-
como un proceso de «secularización», ha habido nume- ción de la fe», en sentido completamente nuevo y justifi-
rosas publicaciones y la convicción espontánea e irreflexi- cado teológicamente. Finalmente, desearía plantear la cues-
va de muchos que han considerado como decidida ya la tión de si ese nuevo concepto de Dios puede decirnos algo
cuestión de la verdad. Con esto, se agrava más aún la acerca de la angustia existencial que sobrecoge al hombre
aplicación — sociológicamente injustificada — del concep- en el mundo creado por él mismo, y que, cuando el hom-
to de «secularización total», ya que se pasa — e n forma bre se ve enfrentado con el futuro que tiene que crearse
no científica — de un proceso sociológico de secularización a sí mismo, le impulsa tan sospechosamente a evadirse del
a un proceso teológico de secularización. De este modo futuro, al «escapismo del futuro».
surge una increíble confusión. La cuestión de la verdad se
da como resuelta por medio del análisis sociológico de los 2. La religión, por su realización y por sus formas
hechos. Se olvida que, como Martin Marty ha hecho no- de expresión, está enraizada en la cultura dominante, en
tar, la expresión «Dios está muerto», concebida como la cual adquiere forma concreta. Pues bien, en nuestra
enunciado universal, es la más clara afirmación no-secular época vemos que está surgiendo también un nuevo con-
que puede hallarse en los secularistas. En efecto, desde cepto de Dios, un concepto que (como he expuesto ante-
el punto de vista empírico es tan inverificable como el riormente) se nutre del terreno de la cultura histórica en
enunciado «Dios existe». Y, además, es tan metafísica la que el hombre religioso erige toda su vida. Por consi-
como ella. En todo caso, el análisis sociológico de los he- guiente, el nuevo concepto de Dios — en cuanto a su con-
chos nos enseña que sigue habiendo personas religiosas, tenido explícito y en cuanto a sus representaciones — es-
no sólo como residuos de una cultura más antigua (según tará también determinado por la cultura actual, la cual no
su comportamiento efectivo), sino también como testigos está vuelta ya primariamente hacia el pasado, sino que
de una nueva experiencia de Dios. se halla caracterizada principalmente por su orientación di-
En este artículo, no pretendo defender apologética- námica hacia el futuro. La filosofía, que es la reflexión
mente la fe en Dios, basándome en un nuevo concepto de que se encarga de filtrar el «espíritu de la época», ha ha-
Dios, y en contra de una interpretación secular de la rea- blado ya de la primacía del futuro. Y ha hablado también
lidad. Quiero tomar como punto de partida el hecho de de una época que se caracteriza por el hecho de proyectar
que yo estoy personalmente en la realidad de la fe cris- para toda la humanidad un futuro mejor: «el principio
tiana, para — en virtud de este hecho — ponerme a dia- esperanza» 4 .
logar, como creyente, con la revolución cultural, en la que El que cree en Dios y está dentro de esta cultura y
también el hombre religioso, como es natural, toma parte constituye internamente un elemento integrante de esta
activa. Desearía investigar cuáles son las posibilidades que cultura, tendrá bien presente que su fe en Dios ha perdido
tiene una fe en Dios, que esté realmente integrada en la
1
nueva cultura; y cuáles son las posibilidades que tiene I
«Das Prinzip Hoífnung»: E. BLOCH, Das Prinsip Hojfnung. Berlín
954-S9- Bloch es el primer autor que ha tematizado esta tendencia de la
un nuevo concepto de Dios, un concepto que de hecho cultura, denti-o de una perspectiva marxista.
PM NiiiiVA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE NUEVA CULTURA Y NUEVO CONCEPTO DE DIOS 195

III «función sustitutiva». Por eso, deberá reflexionar de futuro como hacia algo que ella misma ha de crear, la
nuevo sobre esa fe para cambiar en consecuencia sus ideas consecuencia es que el concepto cristiano de «trascenden-
luvirn de Dios. En efecto, el creyente sabe que tales cia» — un concepto ampliable y ambiguo— está some-
iili'iis están determinadas por la historia y que, por tanto, tido también a este cambio radical. La «trascendencia»
son mutables. Claro está que, de antemano, sabe perfecta- adquiere ahora especial afinidad con lo que en nuestra
mente que también las nuevas ideas —esas nuevas ideas temporalidad se denomina «futuro». Si la trascendencia
que él anda buscando— no permanecerán eternamente vá- divina trasciende desde dentro y abarca el pasado, el pre-
lidas. Pero, por otro lado, el creyente sabe sobradamente sente y el futuro del hombre, entonces, puesto que el
que su idea de Dios no tendrá significación para su propia hombre ha reconocido la primacía del futuro en nuestra
vida, si se atraviesa a su propia cultura; y que las nuevas temporalidad, el creyente gustará de relacionar con ello
representaciones de Dios, enraizadas en la propia cultura, la trascendencia de Dios. Y con razón. Por eso, el cre-
hacen que la fe en Dios sea viva y accesible para el hom- yente relacionará a Dios con el futuro del hombre. Y,
bre de hoy, de suerte que la profesión de fe que la Iglesia puesto que esa persona humana está en medio de una
hace de Dios, adquiere credibilidad en el mundo moderno. comunidad de personas humanas, relacionará a Dios con
Me gustaría ofrecer aquí un primer esbozo — aunque sin el futuro de la humanidad en general. Éste será entonces
entrar en todas las implicaciones— del nuevo concepto el terreno donde ha de echar raíces la nueva imagen de
que se está formando de Dios: un concepto en el que el Dios en medio de nuestra nueva cultura: naturalmente,
creyente va a expresar al Dios vivo, al Dios «de ayer, de presupuesta la realidad de la verdadera fe en la realidad
hoy y de mañana», de forma que ahora pueda sentírsele. invisible de Dios, la cual es la genuina fuente que, desde
Cuando en la antigua cultura, una cultura orientada el mundo, impulsa a la formación de un nuevo «concepto»
principalmente hacia el pasado, reflexionábamos acerca de de Dios.
la trascendencia de Dios, proyectábamos espontáneamente
En efecto, dentro de este contexto cultural de la vida,
a Dios sobre el pasado. La eternidad era algo así como un
el Dios de los creyentes se les manifiesta como «aquél
«pasado» inmutable petrificado o eternizado: «Al princi-
que viene», como el Dios que es nuestro futuro. Surge,
pio era Dios». Claro está que se sabía perfectamente que
así, un cambio decisivo: aquél a quien, antes, desde una
la eternidad de Dios abarca el presente, el pasado y el fu-
concepción anticuada del hombre y del mundo, hemos
turo del hombre; que, por tanto, Dios no es sólo «el Pri-
designado como el «enteramente otro», se muestra ahora
mero» sino también «el Último», y que con esto es el hoy
como el «enteramente nuevo», como aquél que es nues-
que trasciende nuestro hoy. La teología antigua ha escri-
tro futuro y que crea de nuevo el futuro humano. Se
to maravillas sobre esto: maravillas que todavía no han
muestra como el Dios que, en Jesucristo, nos regala la
perdido su valor. Pero en la cultura que tenía siempre su
posibilidad de crear futuro, es decir, de hacer nuevas
rostro vuelto hacia el pasado, existió un intenso atractivo
todas las cosas y de superar la historia pecadora de nos-
recíproco entre la «trascendencia» y la eternidad, por un
otros mismos y de todos. Por consiguiente, la nueva cul-
Indo, y el «pasado» eternizado, por el otro. Ahora bien,
tura se convierte en la ocasión de redescubrir de manera
desde que la cultura se ha vuelto resueltamente hacia el
sorprendente la buena nueva del Antiguo y del Nuevo Tes-
196 NUEVA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE NUEVA CULTORA Y NUEVO CONCEPTO DE DIOS 197

tamento: que el Dios de la promesa nos da el encargo de mente, sino que cae bajo la categoría de la posibilidad hu-
ponernos en camino hacia la tierra prometida: uti país mana de existencia. Por eso, el principio de verificación
que, como hiciera antaño Israel, debemos nosotros culti- de la fe cristiana y de su esperanza escatológica será un
var y edificar, con la confianza puesta en la promesa 5 . principio que sólo pueda darse indirectamente: constará
Este «nuevo» concepto escatológico de Dios está tras- de hecho que los cristianos —«como comunidad de los
formando radicalmente los tratados «de teología». Pero, que esperan» — muestran en la praxis de su vida que su
en un plano aún más profundo, está también trasforman- esperanza es capaz, ya desde ahora, de cambiar el mundo
do toda la praxis cristiana. Porque, como respuesta a la y de hacer que nuestra historia, a la que el hombre ha
pregunta actual acerca de la legitimación del cristianismo deformado hasta convertirla en la historia de la perdición
y a la pregunta —cada vez más urgente— acerca del y ruina, sea realmente la historia de la salvación, la his-
«principio de verificación» de la fe cristiana (pregunta toria que traiga bienestar a todos. Una fe en Dios como
ante la que nos sitúan los analíticos del lenguaje, y ante el Dios que viene, como el futuro de la persona y de la
la cual una teología puramente teórica aparece a menudo sociedad, ha de mostrar ya en este mundo y ante este
como impotente), podemos decir, tomando como punto mundo su eficacia, para que no suene de antemano como
de partida la fe en Dios como futuro nuestro: la fe no algo increíble para la humanidad de hoy día y para su
se basa en lo que podemos controlar empírica y objetiva- conocimiento previo. La fe, que tiene como contenido la
5 promesa divina de una consumación final escatológica para
Algunas obras teológicas nos ofrecen ya esta corriente en numerosas
temstizaclones, que por ahora son aún muy diferentes. Entre las más cono- todo hombre, y que confiesa a Dios como el que — e n
cidas, mencionaremos:
J. MOLTMANN, Teología de la esperanza. Sigúeme, Salamanca 1969;
cada instante de nuestra vida— está viniendo en la
G. SAUTER, Z-ukunft und Vcrheissung. -Zürich-Stuttgart 1965; J. B. METZ, historia misma (a la cual, no obstante, trasciende), ha de
Nackwort: Der Dialog (R. GARAUDY, K. RAIINER, J. B. METZ). Hamburg-
Reinbelc 1966, y Zum Vcrkaltnis von Kirche und Welt: BURKE, Künftige verificar (es decir, ha de hacer verdadera) en la his-
Aufgaben der Theologie, 11-30; K. RAHBER, Zur Theologie der Hoffnung: toria, esta promesa en la que él cree. Y ha de hacerla
Internationale Dialogzcitschift 1 (1068) 67-78).
En H. FRÍES, que se ha manifestado también de manera positiva, en- verdadera, precisamente, re-creando esa historia, hacién-
contramos, no obstante, algunas observaciones marginales de carácter crítico: dola nueva. El compromiso vital de los creyentes, su en-
Spero ut intelligam. Bcmcrkungen zu einer Theologie der Hoffnung; Wahr-
heit und Verkündigung (M. Schmaus zum 70. Geburtstag). Paderbom 1967, trega a la vida, ha de mostrar dónde manan las abun-
3S3-J75- dantes fuentes que son capaces de vencer el mal que está
Se puede interpretar, además, en esta misma dirección toda la obra
de W. PANNENBERG; véase, principalmente: Der Gott der Hoffnung; Grund- afrentando al hombre: esas fuentes que pueden hacer un
fragen systematischar Theologie. Góttingen 1967, 387-398, y sus contribu-
ciones en Theolegie ais Geschichte. Neuland in der Theologie, 3. Zürich- mundo mejor, precisamente por su solicitud por el hom-
Stuttgart 1967. bre. Y este compromiso vital de los creyentes ha de mos-
H. Cox, que en su obra La eitrdad secular. Península, Barcelona 1968,
se inclinaba más bien al grupo de los teólogos «de la muerte de Dios», ha trar quién posee la energía para defender eficazmente el
optado clarísimamente por el camino de la «teología cristiana de la esperanza» valor humano, que está siendo amenazado sin cesar, y para
en su reciente obra: Stirb nicht im Wartrraum der Zukunft (traducción ale-
mana, actualizada, de On Not Leaving H to the Snake. New York 1967). traer verdadera salvación. En este plano es donde ha de
Stuttgart 1968, especialmente en el capítulo primero: Der Tod Gottes und verificarse, donde ha de hacerse verdadera, la fe en Dios:
die Zukunft der Theologie, 21-23 Cen ^a edición americana: The l)eath of
God and the Futuro of Theology, 3-13). la fe en Dios como futuro para el hombre y para la hu-
Véase también; Disktissimt über die Theologie der Hoffnung, obra manidad.
publicada bajo la dirección de W.-D. MARSCH. München 1968.
198 NUEVA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE NUEVA CULTURA Y NUEVO CONCEPTO DE DIOS 199

Este nuevo concepto de Dios encierra una crítica con- hemos podido descubrir de nuevo. En la actuación cristia-
tra la antigua idea de Dios y contra la praxis concreta de na tendrá que resplandecer de manera indirecta la iden-
los creyentes que brotaba de esa idea. La persona que, tidad del nuevo concepto de Dios con el mensaje cristiano
cultural y religiosamente, está orientada con todo su ser original. Cuando una determinada reinterpretación del
hacia el pasado, corre peligro de dejar el mundo tal como mensaje cristiano suscita una actuación en la que no se
es, de interpretarlo, pero sin cambiarlo: cosa que Karl descubre ya la identidad con el evangelio, no puede ser
Marx reprochaba, y con razón, a la antigua praxis reli- una interpretación cristiana. Y, así, aparecerá que hay
giosa. Semejante postura corre también peligro de desen- una índole especial de comprensión que se acomoda a los
tenderse del futuro terreno y correr directamente hacia el enunciados de fe, los cuales no tienen nada que ver con
más allá. Ahora bien, en nuestra nueva cultura, la fe cris- la ideología6. Por eso, la hermenéutica, que consiste pre-
tiana en un futuro pos-terrenal se verificará tan sólo, se cisamente en la praxis cristiana de la vida, es el funda-
hará tan sólo verdadera, cuando esa esperanza escatoló- mento para la recta exposición de los antiguos textos de
gica haya mostrado ser capaz de proporcionar, ya desde la Biblia o del magisterio eclesiástico. La aportación espe-
ahora, a la humanidad un futuro mejor. ¿Quién podría cífica que la esperanza escatológica cristiana hace a un
creer en un Dios que «más tarde» va a hacer nuevas todas progreso verdaderamente humano del mundo, para salva-
las cosas, si de la actuación creyente de los que esperan en ción de todos, interpreta incluso el dogma del «reino de
aquél que viene, no se desprende que él está comenzan- Dios», en el que ya no habrá lágrimas ni miseria (Ap 21,
do, ya ahora, a hacer nuevas todas las cosas, si no se 4). «Esperamos, según nos lo tiene prometido, nuevos
prueba que la esperanza escatológica puede cambiar, ya cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia» (2 Pe
ahora, para bien, el curso de la historia? Por eso, el com- 3,13). Parece que esta meta de la esperanza cristiana tiene
promiso en favor del mundo, un compromiso que brote contenido positivo. Esta meta es positiva, qué duda cabe,
de la solicitud por el hombre, será la exégesis o herme- en su poder sugestivo. Pero, al examinar las cosas más
néutica del nuevo concepto de Dios, en el que se haga ver de cerca, vemos que esa meta es ante todo un vigoroso
efectivamente que Dios es el «enteramente nuevo». símbolo que nos hace pensar, un llamamiento a elevarnos
En la praxis vital de los creyentes ha de poder verse
con claridad que Dios se manifiesta efectivamente como 6
Tal vez se vea en estas frases cierto sabor e influencia del moder-
el que es suficientemente poderoso para crear el nuevo nismo. Pero sin razón. En primer lugar, yo no tengo suficiente conocimiento
histórico de ese movimiento, para dar pie a tal influencia. Pero sé lo sufi-
futuro. Tan sólo tomando como punto de partida esa exé- ciente para poder afirmar que los «modernistas» se alzaron contra una con-
gesis de Dios — esa exégesis que hay que hacerla a través cepción que consideraba la fe — en última instancia — como un «tener por
verdadero», y que, por tanto, insistieron en el aspecto existencial de la fe.
de y en el compromiso cristiano —, podremos profundizar Por esta razón, rechazaron una ortodoxia teórica, «considerada en sí misma»,
en el pasado para interpretarlo o reinterpretarlo. Y enton- y vieron el dogma ortodoxo —casi exclusivamente— como una norma para
la actitud práctica de la vida. Yo me distancio de esa concepción, porque esa
ces comprenderemos que, en una cultura anterior, la vi- interpretación no ha visto más que «n solo aspecto y ha negado otros as-
pectos. En líneas generales, el decreto Lamentabili se distanció, y con razón,
sión de entonces acerca de Dios estaba justificada, pero de la tendencia manifiesta que existía en el modernismo a pensar que un
que hoy cae bajo la crítica del bíblico «Dios de la pro- dogma de fe tenía simplemente significación pragmática, es decir, significa-
ción para orientar la conducta cristiana. Pero eso no es lo que yo he preten-
mesa»: ese Dios a quien, gracias a la rwolución cultural, dido decir en mis reflexiones anteriores.
200 NUEVA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE
NUEVA CULTURA Y NUEVO CONCEPTO DE DIOS 201

por encima de lo que nosotros hacemos de ella: falta de


de la perdición. Y, de este modo, pretende hacer que la
paz, guerra, injusticia, falta de amor. Ahora bien, la des-
salvación vaya triunfando cada vez más. Así como la liber-
aparición de todo eso se nos ha prometido también en su
tad pecadora hace que la historia humana se convierta en
modelo, en la acción histórica de la vida del hombre Jesús
historia de perdición, así también Dios — en y por medio
y en el sello de esa vida por Dios, ese sello que, en la fe,
de nuestra libertad liberada en la fe— puede trasformar
llamamos «resurrección», que es un vigoroso símbolo re-
esa historia de perdición en historia de salvación. El cre-
ligioso de la realidad de lo que es posible como futuro,
yente no sólo interpreta la historia, sino que ante todo la
que en Jesús —como en el Cristo— ha comenzado ya
trasforma. Quien niegue esto, está olvidando que la liber-
efectivamente.
tad humana es el eje del acontecer histórico. De esta for-
La Biblia, al referirse a la actitud cristiana que acaba-
ma, por medio de la libertad humana, la gracia puede tras-
mos de describir, utiliza la expresión: «hacer la verdad»
formar a la historia misma. Precisamente por esto, cree-
(Jn 3 , 2 1 ; 1 Jn 1,6; cf. Ef 4,15). Se trata de un concepto
mos poder afirmar que, en la praxis de la vida de los
de verdad que se diferencia evidentemente de la idea occi-
cristianos, ha de expresarse indirectamente la credibilidad
dental de la verdad, esa idea heredada del helenismo, y
de la promesa cristiana. Por tanto, en nuestra nueva cul-
que, por su distinción entre la razón teórica y la práctica,
tura, un tratado teológico acerca de Dios deberá ser el
y a pesar de todas las matizaciones, contiene una escisión
colofón de una exégesis que consista en la práctica cris-
fatal. No hace falta aceptar, ni mucho menos, todas las
tiana de la vida. Si falta esa práctica, entonces la fe cris-
implicaciones del pragmatismo americano que afirma con
tiana no le parecerá digna de crédito al hombre moderno,
seguridad lo que yo oí con frecuencia en América, cuando
el cual está hastiado de toda ideología y salta al instante
estaba sentado a la mesa: «The proof of the pudding is
con una réplica irrefutable: «¡Palabras, palabras, nada más
in the eating» (La prueba del pudín se da al comerlo).
que palabras!»
Pero habrá que tener cuidado de la conclusión precipi-
tada que, en este punto, suele sacar el pensamiento cristia- El nuevo concepto de Dios, es decir, la fe en el Dios
no. Puesto que Dios nos ha prometido graciosamente un que viene, en el «enteramente nuevo», que nos da gra-
futuro de salvación, a pesar de nuestra historia pecadora, ciosamente la posibilidad de convertir, ya desde ahora, el
se cree demasiado fácilmente que ese futuro gratuito cae acontecer humano en historia de salvación, en virtud de
vertícalmente sobre el acontecer terreno, el cual conti- una interna «nueva creación», hasta llegar a la «nueva
nuaría sencillamente como historia de perdición. La espe- criatura» muerta para el pecado: esta idea de Dios radi-
ranza escatológica exige creer que el cristiano, por la jus- caliza nuestro compromiso en favor de un mundo más
tificación de Dios, es responsable de que el acontecer digno del hombre, y al mismo tiempo relativiza todo re-
terrenal se convierta en historia de salvación. Por tanto, sultado que se haya conseguido ya. Así, pues, el creyente,
en su actitud de fe y por medio de su actitud de fe, el que conoce la consumación escatológica que está prome-
cristiano pretende vencer la perdición en el acontecer cós- tida a la humanidad y a su historia, no podrá reconocer
mico, pretende oponerse a todo lo que ha convertido nues- en cualquier resultado que se haya obtenido, la promesa
tra historia y sigue convirtiéndola todavía en la historia de «nuevos cielos y nueva tierra». En contraste con el
marxista, no se atreverá siquiera a dar un nombre posi-
202 NUEVA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE NUEVA CULTURA Y NUEVO CONCEPTO DE DIOS 203

tivo al cumplimiento final que está llegando. El cristiano quizás van a recibir forma más tarde. Cada persona, den-
concede al futuro una mayor apertura que el marxista. tro de su propia forma cultural, ha de realizar la auten-
Piensa también que el marxista corta prematuramente las ticidad cristiana.
posibilidades. Porque, para un cristiano, es ideología el Pero es posible insistir más en la objeción: concedido
señalar un estadio concreto como meta final. que no se ha hecho una nueva identificación; pero ese
Contra todo esto podría objetarse que, de este modo, Dios, que se conoce como el «poder del futuro», ¿no es
surgiría una nueva identificación que correría en sentido una nueva proyección? A esto, lo único que puedo res-
paralelo con lo que precisamente reprochábamos a la anti- ponder es que tal objeción puede hacerse a toda fe reli-
cuada concepción de la fe: una identificación entre la fe giosa, y puede dirigirse contra cualquier concepto de Dios,
en Dios y la nueva cultura. Como réplica, podría hacer ya sea dicho concepto antiguo o nuevo o se sitúe en un
notar que no se ha creado una identificación, sino que úni- futuro lejano. Pero no es esto lo que se trata de discutir.
camente se ha descrito cómo la fe ha de darse a valer en Lo que aquí interesa es investigar cómo el que cree en
la nueva cultura. La intención es evitar que, para alguien Dios, y para quien Dios no es una proyección, puede te-
que de corazón participa en la nueva cultura, la fe no pase matizar en la nueva cultura su confesión de Dios. Esto es,
de ser una actitud que no puede realizarse, una actitud al menos, lo que yo pretendo hacer en este trabajo. Luego,
que le convierta en persona extraña al mundo, porque tomando como punto de partida esta fe nuevamente te-
el cristiano se vería obligado a vivir en dos mundos: en el matizada, puede surgir de nuevo un fecundo diálogo con
mundo de la ciencia y de la técnica (en el que cumple su el ateísmo y con el secularismo. Si, como creyente, se
tarea secular), y en una especie de mundo de la fantasía descuida tal reinterpretación, entonces el diálogo versará
en el que ha de entrar por medio de su fe. Al escuchar de hecho sobre los distintos mundos culturales en los que
objeciones como la que acabamos de formular, recibimos los interlocutores habitan. Esto tendría como consecuen-
la impresión de que el que hace la pregunta cree que, de cia el que, desde un principio, se desfigurara el punto de
una vez para siempre, hay que poner las cosas claras en partida tanto del creyente como del increyente, porque
lo que respecta a la fe cristiana. Yo no puedo compartir cuando el creyente hable de religión, el increyente enten-
tal pretensión. Creo sencillamente que hay que confesar derá que aquél se está refiriendo a otra cultura, a una
que, como creyentes, podemos esperar tan sólo poner las cultura ya pasada.
cosas claras, en lo que respecta a la fe, dentro de una Sin embargo, yo pienso que no debemos olvidar el
cultura que es la nuestra. Las generaciones futuras debe- fundamento bíblico de ese llamado «nuevo concepto de
rán preocuparse de su propia época. Y nosotros no pode- Dios». Porque la nueva cultura ha sido únicamente la
mos anticipar las cosas. No podemos ofrecer una justifi- ocasión para que redescubramos, principalmente en el
cación de la fe cristiana, que sea válida para todas las Antiguo Testamento, al Dios vivo como «nuestro futuro».
épocas. Pero sí es posible hacerlo para el período en que Pero, entonces, no debemos perder de vista (cosa que,
estamos viviendo: para nuestra época. La autenticidad no obstante, sucede a menudo en esta nueva corriente de
cristiana de nuestra cultura actual es distinta a la de otras la «teología de la esperanza») que, en la perspectiva bí-
culturas, ya se trate de culturas anticuadas o de otras que blica, la certeza de fe de que se está en comunión con Dios
204 NUEVA IMAGEN DE DIO" Y FUTURO DEL HOMBRE NUEVA CULTURA Y NUEVO CONCEPTO DE DIOS 205

es el fundamento de la expectación escatológica del futu- el mundo, en el que se está realizando, aquí y ahora, la
ro: no existe una primacía del futuro, a costa de la rela- historia humana, y en el que la libertad liberada cristia-
ción comunitaria con el Dios de la alianza. Con razón dice namente puede convertir la perdición humana en salva-
T. Vriezen: «La expectación del futuro se basa en la cer- ción: en virtud de este nuevo concepto de Dios, repeti-
teza de la fe en la relación actual con Dios» 7 . El funda- mos, se puede hablar ahora efectivamente de una seculari-
mento de la esperanza es la je en Yavé, el cual se revela zación total, pero haciéndolo con una significación teoló-
como el Dios vivo de la comunidad. El olvidar este fun- gica. No pensamos entonces en la significación pseudo-
damento bíblico es, innegablemente, el defecto de algu- cristiana que borra la realidad de Dios, o la omite, o
nas recientes «teologías de la esperanza». Y, cuando se — en todo caso — no la expresa. Sino que se trata de una
descuida ese aspecto, existe el peligro de una injustificada secularización en sentido teológico, es decir, de una pos-
identificación de la mejora terrenal del mundo con la ve- tura que reconoce la presencia de Dios en nuestra histo-
nida del reino de Dios. ria humana, y coopera, por solicitud hacia el hombre, que
es nuestro semejante, en la tarea de lograr para todos un
Además, para el cristianismo, la relación con el pasa-
futuro de salvación. Es una postura en la que reconocemos
do, con Jesús de Nazaret y con lo que aconteció en él,
a Dios en el hombre Jesús, pero en la que también le
seguirá siendo el fundamento, la norma y el criterio de
reconocemos en nuestros semejantes, los cuales son un
toda expectación para el futuro. La Iglesia de Cristo es
llamamiento para el amor, que busca la justicia para todos.
profética, pero lo es en virtud de su fe en Jesús como
Nuestra fe en Dios será, entonces, «secular», es decir,
el Cristo. El Señor está «preordenado» a toda comunidad
adquirirá la forma de una «filantropía», de un amor a
cristiana, es decir, tiene prioridad sobre ella. Y, por eso,
los hombres, que resistirá a toda la historia de perdición,
el «pasado de salvación», obrado por Jesús, es —dentro
y que tratará de transformar a la realidad concreta en
de la proclamación de fe que la Iglesia hace— una «crí-
que vivimos en historia de salvación para todos. Por con-
tica de religión», dirigida a nuestras interpretaciones cris-
siguiente, Dios no desaparece, sino que impregna enton-
tianas contemporáneas. Incluso en Jesús, la relación in-
ces todo nuestro vivir terrenal. Dios, ciertamente, no se
mediata con Dios, a quien él llama su Padre, es el fun-
hará palpable como lo sería en una postura religiosa que
damento de su concepción acerca del reino de Dios, de
reservara una mitad de la vida para actividades seculares,
ese reino que está llegando (E. Ká'semann). Sin este énfa-
y la otra mitad para prácticas religiosas (¡una esquizofre-
sis sobre la comunión actual con Dios y sobre el pasado
nia religiosa que un verdadero cristiano no ha reconocido
de Jesús, que se nos está «recordando» por medio del
jamás, ni siquiera en épocas anteriores!) Sino que Dios se
Espíritu, me parece a mí que el nuevo «concepto de Dios»
reviste entonces de la librea de un servidor que se pone
corre peligro de convertirse en una nueva mitología.
a disposición de sus semejantes. Por medio de esta inme-
En virtud de este nuevo concepto de Dios, que — si- diatez suya que lo impregna todo, Dios — aunque aparen-
guiendo la trayectoria del Antiguo y del Nuevo Testa- temente esté ausente — llega así mucho más cerca de nos-
mento— vuelve a relacionar totalmente al creyente con otros. El hombre religioso se ve enfrentado con la tarea
7
T. VRIEZEN, Hoaf&lijnen der theologie van het Ov.de Tesíament. de tomar como punto de partida su fe en el Dios que
Wageningen 3 1966, 467.
206 NUEVA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE NUEVA CULTURA Y NUEVO CONCEPTO DE DIOS 207

viene, y comprometerse —con cuerpo y alma— en la criticado a ese mundo mejor. Cuál sea el contenido posi-
historia de la humanidad. Porque en esa historia Dios es tivo de lo souhaitable humain («lo deseable humano»: el
el que viene. En esa historia estamos apresurando nos- concepto procede de Ricoeur), es algo que no se puede
otros su venida, lo cual es el reverso de su venir por la formular. Pero la humanidad tiene una conciencia clara-
gracia. Porque el venir de Dios es algo que precede siem- mente negativa de ello. Porque, a la larga, en las situa-
pre a nuestros esfuerzos cristianos. Aquí tenemos la pa- ciones indignas del hombre, se llega a la protesta expresa,
radoja cristiana: vamos siguiendo las pisadas de Dios que no en nombre de un concepto, definido positivamente,
viene desde el futuro hasta nosotros, y con eso somos acerca de lo que debe ser — aquí y ahora — lo digno del
nosotros los que hacemos la historia. hombre, sino en nombre de la dignidad humana, la cual
todavía está buscando y se manifiesta negativamente en
3. Pues bien, ¿qué relación guarda la actividad cris- las «experiencias de contraste» en las que se experimen-
tiana orientada hacia el futuro, con el proyecto terrenal tan situaciones indignas del hombre 9 . Exactamente igual
de un mundo mejor? ¿Cuál es, además, la aportación es- que el increyente, el cristiano no tiene tampoco una ima-
pecial que la fe cristiana en el cumplimiento escatológico gen positiva de lo que es digno del hombre, aquí y ahora.
hace al orden terrenal de la sociedad, al bienestar del También él ha de tantear y ha de buscar. También él ha
hombre como persona y como sociedad? No podemos ni de meditar en las alternativas que se ofrecen. Y, en todo
debemos considerar esa aportación como una nueva for- esto, debe utilizar como trasíondo la dignidad humana que
ma de «sustitución» — d e sucedáneo— con respecto al se ha realizado ya en la historia 10.
ordenamiento interno del mundo, como si la religión, des- Ahora bien, el cristiano no sólo está buscando lo sou-
de fuera, como factor perturbador, completase o se inter- haitable humain, lo desconocido, lo plenamente digno del
6riese en los proyectos para el futuro que son propios del hombre. Con su fe escatológica sabe también que el Dios
hombre. Quien sostuviese tal función interventora de de la promesa lo ha prometido también en Cristo, aunque
Dios y de la religión, tendría rizón al afirmar que Dios el contenido de esa promesa no puede él formularlo po-
estaba muerto. sitivamente. Sabe que es algo que se le ha prometido, a
Sin embargo, esto no excluye que la fe tenga un men- él y a toda la humanidad, como gracia inmerecida, como
saje especial que anunciar a lo intramundano. La fe cum- don que la fe tiene que apropiarse internamente y que,
ple una función que yo describiría como «negatividad por tanto, tiene que comenzar a hacerse realidad en nues-
crítica» 8 . Con esta expresión pretendo indicar una fuerza tra historia humana. El cristiano sabe que recibe el futuro
positiva que ejerza presión constante para producir un para hacerlo: no lo recibe sencillamente como un «regalo»
mundo mejor, pero sin que el ser del hombre quede sa-
0
La significación de esta «experiencia — negativa — de contraste» la
8
Recojo gustosamente esta sugestiva expresión de la obra de Th. W . he expuesto ya en el capítulo quinto de cata obra (151-180).
10
AI>ORNO, Negativa Dialektik. Frankfurt 1966, pero sin aceptar por ello su Lo ya realizado se formula con posterioridad. Y entonces se habla de
«Systern des Niclit-Systems» (su sistema de no tener sistema) ni otros ele- «normas éticas universales». Por consiguiente, estas normas son de hecho el
mentos de su concepción. Dentro de otra perspectiva, esta expresión me la resultado de toda una historia humana llena de experiencias de contraste,
sugirió ya indirectamente P. RICOEUR, entre otros, con su agudo artículo: historia que, no obstante, sigue buscando el grado máximo de dignidad hu-
Taches de l'educateitr politique: Esprit 33 (1965) 78-93. mana.
208 NUEVA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE
NUEVA CULTURA Y NUEVO CONCEPTO DE DIOS 209

que se le da, sino que lo recibe para «hacerlo» él mismo, virtud de esta fe en la consumación final se dirige tam-
para llevarlo a cabo. Porque, por un lado, la esperanza bién una crítica negativa contra las corrientes «de polí-
escatológica no es un esperar inactivamente el futuro; tica derechista» que absolutizan el «orden establecido»
pero, por otro lado, tampoco es un redimirse a sí mismo, que se ha conseguido ya, y lo absolutizan y racionalizan
como si por medio de algún acto humano pudiera reali- como un orden de la sociedad temporal sancionado por el
zarse el futuro prometido. En efecto, la perdición está «Dios eterno». Además (y con esto descartamos de ante-
primordialmente en el hombre mismo; por medio de los mano un peligro que pudiera amenazar al «nuevo concep-
actos libres del hombre, la perdición anida en la historia, to de Dios»), la instancia crítica de la esperanza escato-
que el hombre mismo crea: el hombre es el sujeto activo lógica implica una crítica contra toda «dialéctica negati-
del «pecado del mundo». Por eso, no sólo es necesario va», la cual ciertamente ejercita la negatividad crítica, pero
humanizar el mundo; una exigencia primordial es redi- permanece incapaz, impedida (en gran parte) por la fragi-
mir al hombre mismo, puesto que la construcción y el lidad humana, de hacer una aportación positiva a la me-
mejoramiento del mundo es obstaculizado continuamente jora del destino de todos los hombres. Finalmente, la fe
por el hombre mismo. El futuro que produce salvación escatológica contiene una crítica contra todo intento que
— Pannenberg, sin duda, lo vio muy bien 11 —, sola- pretenda realizar un futuro perfecto para la humanidad
mente podrá ser verdadero futuro humano, si es reconci- basándose en una planificación puramente científica y tec-
liación por gracia. Precisamente porque el sujeto que hace nológica13. Cuando se trata del progreso del mundo, no
historia es también el hombre pecador, la realización de podemos renunciar a la ciencia j a la técnica. Pero éstas
un futuro mejor no puede ser una auto-redención huma- objetivizan al hombre hasta el punto de considerarlo como
na o el resultado de la planificación científica y tecnoló- una «cosa». La mera planificación racional del futuro no
gica. Puesto que, como ya hemos dicho, la redención cris- convierte a un hombre en un hombre bueno. La ciencia
tiana no es sólo un acontecimiento interno y privado, y la y la técnica no proporcionan aquella redención que es el
redención de la historia no debe diferirse hasta el fin de requisito indispensable para la edificación de un futuro
los tiempos. En virtud de la redención interna, con el verdaderamente digno del hombre.
«corazón nuevo» que el redimido ha recibido, ha de redi-
mir él nuestra historia concreta. En contra de cualquier reducción de las posibilidades
del ser del hombre, la fe cristiana en el eschaton adoptará
Por eso, la fe escatológica del cristiano es una instan- siempre una posición crítico-negativa. Y, no obstante, con
cia crítica que condena como ideología todo intento «de respecto a la edificación de un futuro verdaderamente hu-
política izquierdista» por dar a lo que es digno del hom- mano, esa misma esperanza escatológica nos dice: lo hu-
bre un nombre positivo y definitivo12. Ahora bien, en manamente imposible se ha hecho efectivamente posible
11
en Jesús el Cristo. El mensaje que el cristianismo ofrece
W. PANNEHBEKG, Stellungnah-me zur Diskussion: Theologie ais Ge-
schichte. Neuland in der Theologie, 3. Zürich-Stuttgart 1967, principalmente
320-321. 18
13 Este mito ha sido analizado en: SHhularisation und Vtopie CE. For-
Desde el punto de vista listórico, el chasco de esta ideología ha sido sthoff zum 65. Geburtstag) (Ebracher Stmiien). Stuttgart 1967. P. RICOEUR,
muy bien analizado por R. AROH, Dimensions de la conscience his-torique. en su articulo mencionado en la nota 8, ha manifestado brevemente una
París 1961. crítica parecida.
210 NUEVA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE NUEVA CULTURA Y NUEVO CONCEPTO DE DIOS 211

a lo intramundano dice así: ¡el ser hombre es posible! ranza positiva, podrá quizás parecer poco. Pero no debe-
Y desde nuestro concepto teológico de la secularización, mos menospreciar esa aportación. Porque la cuestión fun-
podemos nosotros añadir: el ser hombre es posible por damental es si lo souhaitable humain se puede conocer tan
medio del hombre mismo; pero únicamente por medio fácilmente — se puede estar conociendo siempre tan fácil-
del hombre redimido, con «corazón nuevo», lo cual es mente— sin una instancia crítica. ¿Y de dónde iba a ve-
algo completamente distinto del corazón nuevo trasplan- nir esa instancia, si no es de la fe en Dios como futuro del
tado por medios técnicos, aunque también esto último hombre? Porque todos los hombres, sin exceptuar los
deba asumirse en la actividad abarcadora que convierte cristianos, están en búsqueda de lo digno del hombre,
nuestra historia en una historia de posibilidades santas de pero sin poder formularlo positivamente; y, además, no
existencia. se desprende de la historia, de ninguna parte de la histo-
Por consiguiente, la inspiración cristiana en la vida ria (prescindiendo de la promesa de Dios), el que lo digno
socio-económica y política se dirige, por su «negativa crí- del hombre sea posible: la búsqueda de lo digno del hom-
tica», contra todos los proyectos del hombre que se pre- bre tropieza siempre con el pecado del hombre, pecado
sentan como una positiva y total definición14, y se dirige que por medio de ninguna ciencia se puede eliminar del
también contra la expectación ilusoria de que la ciencia mundo (aunque dicha ciencia hace también una aporta-
y la técnica sean capaces de resolver la suprema problemá- ción indirecta para su eliminación). Pero hay que avanzar
tica existencial. Por eso, su aportación para la mejora de más aún y decir que la fe en el eschaton es también una
nuestra morada terrestre, por solicitud por el hombre, instancia crítica con respecto a toda realización histórica
consiste en hacer presión para superar esas limitaciones positiva: insta a superar lo ya alcanzado, hasta llegar a la
y elevar esta actividad hasta el mayor nivel humano posi- máxima salvación para el hombre. Todo esto implica el
ble, un nivel que no se puede definir, el nivel más elevado que la fe escatológica, en su relación con la realidad his-
que trasciende a todas las expectaciones humanas. El he- tórica e intramundana, incluye esencial y consecuentemente
cho de que la aportación específicamente cristiana a la la crítica de la sociedad.
edificación de una sociedad temporal digna del hombre sea Los políticos de los partidos cristianos15 hablan de una
de tipo crítico-negativo, aunque en virtud de una espe- «inspiración cristiana positiva» con respecto a la ordena-
ción socio-económica y política de la sociedad temporal.
11
La obra, ya citada, de H. MARCUSE, El hombre unidimensional, ha Si por ello se pretende expresar que la fe cristiana ejerce
analizado sociológicamente el hecho de que la organización de cualquier so-
ciedad temporal y de sus organizaciones tiene como base una positiva visión una presión positiva e insta principalmente a que lo huma-
(consciente o inconsciente) del hombre y del mundo, de tal suerte que, en namente imposible sea, de hecho, posible: entonces yo es-
virtud de esta comprensión históricamente determinada del mundo y de si
mismo, se comprenden también las limitaciones de las formas e instituciones toy de acuerdo. Pero, si se entiende en otro sentido, enton-
sociales. El descubrimiento de la imagen del hombre — una imagen que,
en su mayor parte, es inconsciente — que constituye la base de la ordena- ces me temo que el cristianismo se estreche hasta conver-
ción concreta de la sociedad temporal (y que, con esto, ha dado a dicha tirse en una «ideología» sui generis. Es cierto que incluso
sociedad su limitación), es conditio sine qua non para superar las limita-
ciones de un sorden establecido». Basándose en estas ideas, C. B. MAC-
PHERSON (en su obra citada en la nota 3) ha analizado la implícita «imagen 15
El sistema político de partidos, en países como Holanda, Bélgica,
del hombre» que constituye la base de la estructura liberal-democrática de la Italia y Alemania, donde hay partidos cristianos confesionales, constituye el
sociedad en Europa y Norteamérica. trasfondo inmediato de lo siguiente.
212 NUEVA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE NUEVA CULTURA Y NUEVO CONCEPTO DE DIOS 213

el que, de manera permanente, está buscando lo souhaitable su voz crítica que brota de la fe. En efecto, no existe una
humain, por la presión y la instancia crítica de la fe en el antropología específicamente cristiana. Y tampoco existen
reino final, no debe desentenderse del valor humano que se una política o una sociología específicamente cristianas, en
ha alcanzado en la historia anterior. Lo que se ha recono- las que pudiera basarse un partido confesional. Asimismo,
cido ya positivamente como digno del hombre, no debe me parece que es difícil ver cómo se podría formar un par-
abandonarse, y ha de seguir siendo válido como inspira- tido político basándose en la «negatividad crítica» que la
ción para el futuro. Ahora bien, la defensa de lo ya alcan- fe cristiana ejerce con respecto a la sociedad terrena. En el
zado puede impedir la búsqueda de lo que todavía no se ha plano de la ordenación terrenal que existe de hecho, el
alcanzado y de lo souhaitable humain que se halla amena- aspecto específicamente cristiano consiste, por un lado, en
zado sin cesar. En efecto, por definición, lo ya alcanzado un compromiso (radicalizado por la fe escatológica) en fa-
está necesariamente, como lo atestigua la presión perma- vor de la edificación del mundo, por solicitud por el hom-
nente de la esperanza escatológica, por debajo de la me- bre, y ayudado de todos los medios científicos y técnicos
dida de lo supremo que se puede conseguir. Me parece disponibles; y, por otro lado, consiste en una crítica (fun-
que la simple defensa de lo ya alcanzado es la razón de dada en la misma esperanza cristiana y que brota interna-
las tendencias de «política derechista» que encontramos mente de ella) de todo proyecto positivo acerca del hom-
en muchos cristianos, cualquiera que sea la denominación bre, que se ofrezca como la última palabra o que restrinja
a que pertenezcan. Pero esto me parece una interpre- el ser del hombre. Por eso, la fe cristiana en la consumación
tación esencialmente a-cristiana de la fe cristiana en Dios: escatológica final, que supera toda expectación humana,
fe que se dirige hacia el Dios vivo de nuestro futuro. Es para decirlo con otras palabras: la fe en «aquél que viene»,
también un desconocimiento de la secularización teológica, en cuanto salvación tanto para la persona individual como
es decir, de aquella postura que pretende hacer valer los para la comunidad humana en su totalidad, se ha de oponer
derechos de Dios incluso en nuestra historia humana. El críticamente, sin cesar, a toda forma de individualismo o de
evangelio no nos propone directamente ningún plan de totalitarismo colectivista. Colaborará positivamente en la
acción político-social o económico; nos llama únicamente a edificación de un futuro mejor. Pero, a ese futuro, lo man-
comprometernos radicalmente en favor del hombre y de tendrá abierto constantemente, con incesante autotrascen-
la sociedad y a hacer — en la fe— una crítica de la socie- dencia.
dad, tal como existe de hecho.
Tal es la aportación específicamente cristiana a la bús-
Por eso, me parece que, teológicamente, es mejor queda de todos los hombres que andan detrás de un futuro
(y esto es, además, una tarea urgente) que las Iglesias cris- humanamente más digno para todos los hombres y para
tianas como tales, y a ser posible en armonía ecuménica, cada uno de ellos. Tan sólo esta función es específicamente
ejerzan esta crítica de la sociedad. En el plano de la técnica religiosa, ya que respeta la autonomía de la vida intramun-
y de la política, en el futuro los creyentes deberían encua- dana con sus aspectos socio-económicos, políticos y cultu-
drarse más intensamente en las filas de todas las personas rales y respeta también la «teología negativa» del «nuevo»
de buena voluntad que andan buscando la dignidad huma- concepto de Dios: «Por la fe, Abraham, al ser llamado por
na. Además, allí es donde pueden hacer que se oiga mejor Dios, obedeció y salió para el lugar que había de recibir en
;
214 NUEVA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE NUEVA CULTURA Y NUEVO CONCEPTO DE DIOS 215

herencia, y salió sin saber a dónde iba» (Heb 11,8). Esta imperativo ético que conduzca (después de juzgar crítica-
teología negativa, orientada hacia la consumación escato- mente las cosas, a la luz de la fe) a adoptar medidas revo-
lógica, constituye incesantemente una instancia crítica con lucionarias. La teología, vacilando, sí, pero con toda serie-
respecto a toda restricción y limitación del ser del hombre. dad, está dedicada a construir una «teología de la revolu-
Cómo esta función crítica de la fe escatológica puede ser ción». La renovada praxis cristiana de la fe no deja de to-
asumida alguna vez por un principio que esté en el hombre mar parte en el hecho de que diversos países latinoameri-
mismo: un principio que pase por alto la redención por canos estén atravesando en estos momentos, el estadio
gracia, y que haya sido descubierto por una secularización preliminar de la revolución, así como — en el pasado — la
en sentido socio-cultural, es decir, por la supresión de la realización práctica del cristianismo fue causa, desgracia-
función complementadora de la religión, eso es algo que damente, de que se conservaran prácticamente situaciones
yo no logro comprender. Sin la tensión escatológica de la injustas1S. El cristianismo comienza a reparar espontánea-
esperanza cristiana, encallamos en un proyecto ideológico mente su falta. Por la demás, a mí me asusta un poco el
acerca del hombre: un proyecto que restringe de antemano concepto de «teología de la revolución»: parece que se está
lo souhaitable hurnain. Entonces se llega inevitablemente convirtiendo en una ideología moderna. Yo me adheriría de
al escepticismo con respecto a las posibilidades históricas de mejor gana a los que no quieren construir ninguna «teolo-
lo digno del hombre, o bien se da uno por contento con gía de la revolución», sino que tratan de investigar única-
una simple apertura sin consumación final: apertura en la mente las implicaciones éticas de la cooperación activa, in-
que la persona como tal y la comunidad humana en su tota- cluso por parte de cristianos, en una revolución que, a cau-
lidad no reciben ni ahora ni más tarde lo que en derecho sa de la historia de perdición que ha precedido, se ha hecho
les corresponde. prácticamente inevitable. Esto me parece que es cosa
esencialmente distinta de una «teología de la revolución».
Después de lo que precede, no es necesario acentuar una
En contraste con la ética, la teología no puede ser sino una
vez más que los cristianos deben comprometerse, obvia-
reflexión acerca de la redención clemente de Dios. Y, en Je-
mente, en todos los proyectos concretos encaminados a la
sús, la redención se llevó a cabo de manera distinta a como
edificación de la comunidad humana, incitados por la acti-
los primeros discípulos (que hirieron a Maleo con la espada)
tud constante de búsqueda del grado máximo de dignidad
se habían imaginado. Incluso sin una «teología», la revolu-
humana que sea realizable aquí y ahora. En efecto, su «ne-
ción puede contar perfectamente con los cristianos, cuan-
gatividad crítica» no quiere decir que los cristianos estén
do la injusticia es de tal índole, que clama internamente por
autorizados a contemplar de un modo inactivo; su función
crítica no debe paralizar la búsqueda positiva de lo que, 16
El consejo ecuménico de las Iglesias ha señalado incluso en su pro-
ponderadas bien todas las circunstancias, puede y debe edi- grama la «teología de la revolución». Tanto de parte protestante como de
parte católica se está reclamando, por igual, tal teología. Y ya se han hecho
ficarse provisionalmente aquí y ahora. Tal paralización es- los primeros intentos de responder a esta demanda. Véase principalmente:
taría en total contradicción con el radical compromiso de R. SCHAULL y otros, he défi révolutionnaire lancé a l'Église et a la théologie:
Christianisme social 75 (1967) 39-40 (todo el fascículo de enero-febrero está
fe que hace que la historia se convierta en historia de sal- consagrado a esta cuestión); véase también: L. DEWART, Christianity and
vación. Los cristianos están llegando a la convicción de que Revolution. New York 1963; algunas perspectivas nos las ofrece también
el exegeta católico J.-P. AUDET, Edificar la morada humana, en Ch. DUQUOC-
la instancia crítica de la fe ha de impulsar también a un J.-P. AUDET, El hombre, mañana. Sigúeme, Salamanca 1968, 67-131.
216 NUEVA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE NUEVA CULTURA Y NUEVO CONCEPTO DE DIOS 217

la revolución, cuando la injusticia no se puede eliminar alegría y en la inquietud que brotan de la noticia del tras-
realmente por otros caminos. Mientras no vivamos todavía plante de órganos, y como aparece cuando uno se enfren-
en el prometido reino escatológico, será difícil acabar con ta con la probable imagen del futuro que nos asegura que
una verdadera situación de perdición, «sin mancharse las algún día el hombre vivo estará sujeto esencialmente « una
manos». computadora. Estos hechos exigen una espiritualidad cris-
La fe en el Dios que viene y el compromiso radical en tiana para el futuro, pero este tema necesitaría un capílulo
favor de nuestros semejantes, juntamente con la función aparte. Sin embargo, me voy a limitar a hacer algunaM ob-
— que de ahí se deriva directamente— de una «negativi- servaciones.
dad crítica» en la edificación de la sociedad temporal, los En este mundo que está orientado hacia el futuro r ira-
resumiría yo, formulándolos de la siguiente manera: huma- do por el hombre, vemos que aquel punto central de ln I ni-
nizar al mundo, pero con la mirada puesta en el eschatonll. dición cristiana al que se designa como la «mística de la
Tal me parece ser, en interpretación moderna, el núcleo del noche oscura», adquiere un nuevo campo de experiencia.
antiguo problema acerca de la «naturaleza» y de la «sobre- El mundo futuro, por su dominio de las situaciones, de-
naturaleza». jará al hombre mayor libertad de movimiento, y por tanto
Finalmente, tenemos que ocuparnos aún del problema hará que su libertad sea difícil y solitaria convirtiéndose así
de la inspiración que la esperanza escatológica proporciona en una carga demasiado pesada para sus espaldas, listo
al hombre que se halla bajo la coacción de la nueva racio- crea un nuevo especio, hasta ahora desconocido, donde
nalidad, y que está lleno de angustia existencial y de deseos experimentar la seguridad y la confianza en el Dios que
de evadirse del futuro. Y tenemos que saber hasta qué viene. La crítica freudiana y marxista de la religión ha des-
punto la confianza cristiana habla al sentimiento de «cosifi- enmascarado con razón el «consuelo pueril» que el hombre
cación» que se apodera del hombre, cuando éste se siente (en su impotencia terrena) encuentra en la religión. Sin em-
degradado hasta verse convertido en objeto de la planifi- bargo, Dios, para quien le ama, sigue siendo un «consuelo
cación tecnológica del futuro. Y hay que saber qué men- espiritual». Pero tal consolación no sirve ya para proteger
saje trae la expectación escatológica cristiana para la liber- contra lo funesto — contra la perdición — del existir hu-
tad humana de decisión, libertad a la que se le impone el mano. Por tanto, esa consolación no pretende poseer una
peso de edificar un futuro, y que siente vértigo ante las «función sustitutiva» que se atribuyera a Dios. Y, por lo
consecuencias incalculables que el mundo creado por ella mismo, no le afecta la crítica de la religión18. Cuando se
misma puede producir, como se ve, entre otras cosas, en la
18
17
Por lo demás, a mí no me consta todavía que Dios no pudiera cumplir
La Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, Gaudium ninguna función como «sustituto». Cuando — en la fe — se afirma la ver-
et speSj nos advierte, por un lado, contra la identificación entre la mejora dadera interpersonalidad entre Dios y el hombre (es decir, la verdadera rela-
humana del mundo y la venida del reino de Dios, pero nos dice, por otro lado, ción entre personas que se da entre Dios y el hombre), y se está convencido
que la edificación — por fe — del mundo, por solicitud hacia nuestros seme- de que el amor de Dios hacia el hombre no es, en él (en Dios) una rrlatio
jantes y con la meta de crear una verdadera fraternidad, es algo que tiene relationis sino que es su ser viviente mismo y, por tanto, una relatio rcalis
íntima y misteriosa conexión con la venida del reino de Dios («Aunque el y, por cierto, en sentido trascendente y relacional: entonces 110 se considerará
progreso terreno se debe distinguir cuidadosamente del desarrollo del reino absurdo que Dios, realmente, adopte iniciativas absolutamente sorprendentes
de Cristo, con todo, por lo que puede contribuir a una mejor ordenación de la en favor de quienes realmente le aman. Cuando se parte del hecho (le que
humana sociedad, interesa mucho al bien del reino de Dios...»: n. 39, interesa Dios entabla de veras un contacto personal con el hombre que le ama, en-
todo el número.) tonces no será difícil comprender que esto, en un mundo científica y técnica-
218 NUEVA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE ¿Y LA IGLESIA? 219

siente abrumado en su libertad y abandonado incluso por


sus semejantes en su libre decisión, no tiene por qué sen- III
tirse solo: «Yo no estoy solo. El Padre está siempre con-
migo», nos dice magistralmente el evangelio de Juan, como ¿Y LA IGLESIA?
una nítida interpretación de toda la vida de Jesús (cf. Jn 8,
16). Creo que la desaparición de esta antiquísima espiri- La vida eclesial, con su liturgia sacramental y su pro-
tualidad cristiana es una de las razones — junto a muchas clamación de la palabra, es necesaria para alimentar la CN
otras — del derrotismo que se experimenta en el terreno peranza escatológica, para celebrarla y consolidarla en nir
eclesial y apostólico. La «secularización teológica» no ha dio de la comunión de los que esperan, y para llevar ni
encontrado aún la espiritualidad que se le acomode. En es- mundo este mensaje de esperanza a través de la renovación
te ámbito de la confianza, somos capaces realmente de lo interior siempre creciente de la «nueva criatura». En virtud
imposible, y debemos incluso emprenderlo. Un poco de la de este mensaje, la comunidad eclesial en el mundo, con
spiritualité francesa puede situar en la perspectiva correcta el compromiso humano en favor de la mejora del mundo
a nuestro «pragmatismo» americano-holandés. por todos los medios científicos y técnicos, elevará la pro-
testa crítica — una protesta nacida de la fe — contra toda
sociedad que de algún modo desconociera (en sentido «de-
rechista» o «izquierdista») la dinámica de lo souhaitable
bumain. En la vida eclesial, los creyentes celebran y aman
al Dios del futuro del hombre, al Dios que es capaz de trans-
formar la historia de perdición en acontecimiento de sal-
mente impotente, tendrá una fisonomía distinta de la que tiene en nuestra vación, en la fe y por medio de la fe que hace que el Dios
sociedad que, en este campo, ha llegado a la mayoría de edad. De lo con-
trarío, no se toma en serio el diálogo entre Dios y el hombre. Claro está que, redentor esté presente en el mundo y en nuestra historia.
con eso, no hay que pensar en la supresión milagrosa de las leyes de la
naturaleza. Así lo vi claramente cuando, durante mi estancia en América, Una aplicación de esta doctrina es que la «misión» no
tuve que viajar en avión casi a diario, durante un mes. Tan sólo porque el
piloto se somete a las exigencias de la materia, puede él hacer que suceda con se puede identificar con la ayuda para el desarrollo. Para
ella (es decir, con la materia, con el avión) lo que él mismo exige libre- el cristiano, tanto la misión como la ayuda para el desarro-
mente. El avión no tiene en cuenta las intenciones del constructor y del
piloto: aquí rigen tan sólo las ciegas leyes de la materia. El hombre no es un llo son manifestación de la fe que espera cristianamente
hechicero que imponga coactivamente su propia voluntad a esas leyes. Así en la consumación escatológica final: consumación que, en
que el fundamento de todos los logros técnicos es que el hombre acepte su
propia impotencia y la sumisión a las llamadas leyes de la materia. Cristo, ha de adquirir forma ya desde ahora. Pero el cris-
Me parece a mí que esto ofrece una perspectiva a la intuición de fe de tiano, no hace más que trasplantar al «tercer mundo» los
que Dios deja a la naturaleza que sea soberanamente lo que es, y deja tam-
bién que la historia que los hombres hacen, sea también soberanamente lo problemas de occidente. Y el que quiera predicar el men-
que los hombres hacen de ella; y de que Dios, no obstante, en la naturaleza
y en la historia, hace que acontezca (como el piloto con su avión) lo que él
saje cristiano, sin ayudar al desarrollo, no sólo proclama un
quiere que suceda, en beneficio de los que le aman (cf. Rom 8, 28). Es posible mensaje que no merece crédito (porque, sin un vigoroso
que, en todo esto, me esté yo dejando influir por mi formación de dominico,
la cual se basa en la sola gratia y en el principio de que «todo es gracia». compromiso en favor de nuestros semejantes, el mensaje
Pero creo que esto es sabiduría cristiana, tal como nos la enseñó Jesús con se estrecha hasta convertirse en ideología), sino que además
su ejemplo, y tal como nosotros — en nuestro esfuerzo cristiano — podemos
reproducirla, aunque sólo sea de manera imperfecta y entre balbuceos. arrebata al mensaje su impulso escatológico para hacer ver-
220 NUEVA IMAGEN DE DIOS Y FUTURO DEL HOMBRE ¿Y LA IGLESIA? 221

dadera, ya desde ahora, por medio de nuestra edificación llenar de alegría: que el magisterio eclesiástico tiene ya una
del mundo, en la fe, la paradoja de Dios, el cual viene para nueva comprensión de sí mismo. Asimismo, el ministerio
todos a nuestra historia. Entonces, la Palabra se estrecha — en la Iglesia — sabe que está situado en un mundo que
y se reduce hasta convertirse en «lenguaje», en locución proyecta un futuro, y que ha hecho que nosotros, los cre-
al ignorar que hay que hacer que el Dios vivo se exprese yentes, descubramos nuevamente al Dios vivo como el
también, y principalmente, por medio de una acción que «enteramente nuevo», como el Dios que viene y que hace
traiga salvación. A este campo se le puede aplicar también nuevas todas las cosas: el Dios del futuro del hombre, el
la distinción ya mencionada. Cuando se concibe la seculari- cual impone a los cristianos «decisiones históricas» de tipo
zación «socio-cultural» como un enunciado acerca de la ético.
realidad total, se está prestando servicio a una nueva mito- ¿Quién se atrevería aún a suponer que la historia se
logía que hace que la misión de la Iglesia se convierta en encamina irrevocablemente hacia un punto en el que
ayuda para el desarrollo. Y por otro lado, cuando se pro- se convierta en historia sin Dios?
pugna la misión sin ayuda para el desarrollo se ignora la
secularización teológica, es decir, la secularización que afir-
ma a Dios. Hay que hacer notar además, a propósito de
todo esto, que, si somos tan celosos por desmitizar el pa-
sado, no deberíamos olvidarnos de someter a crítica alguna
vez que otra a nuestros slogans contemporáneos. De lo con-
trario, suscitaremos la impresión — y no sólo la impre-
sión — de estar convencidos de la idea bárbara de que nues-
tro estadio contemporáneo y nuestras ideas contemporá-
neas son la meta escatológica y la suma total de toda la his-
toria, de todo el pensamiento y de toda la fe religiosa.
Dentro del marco del nuevo concepto de Dios de la fe
cristiana, el ministerio pastoral de la Iglesia alcanza
una nueva comprensión de sí mismo. Sustentado por toda
la comunidad de fe, el ministerio pastoral — en su magis-
terio eclesiástico— velará concienzudamente por el sano
estado del mensaje escatológico que ha encontrado su sello
en Jesucristo. Ahora bien, en su dirección pastoral, hará
que la voz crítica de la esperanza escatológica resuene pro-
féticamente (y, por tanto, sin acepción de personas) incluso
ante la sociedad. Como un primer comienzo innegable, esta
idea se expresa ya en las encíclicas Pacem in terris y Popu-
lorum progressio. Esto es índice de algo que nos debe

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