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Sobre “el nuevo espíritu del

capitalismo”, una aproximacion a la


sociología de Luc Boltanski [i]
Por: Gustavo Adolfo Muñoz Gaviria [ii]
Publicado en: Revista Web Kavilando ISSN: ISS: 2248-4361 (Año 2013) - 05 AGOSTO 2019
https://kavilando.org/lineas-kavilando/historia-de-las-organizaciones-sociales/7129-sobre-el-nuevo-espiritu-del-
capitalismo-una-aproximacion-a-la-sociologia-de-luc-boltanski-i

Es necesario entender el capitalismo contemporáneo más allá de una visión


economicista para comprenderlo como un modo de dominación que es estabilizado
gracias a las instituciones y dispositivos neoliberales que, por medio la racionalidad de
la gestión, pretenden adentrase en lo más profundo de la vida de los individuos, pero
también, en los niveles macro-sociales del manejo de los territorios en sus diversas
escalas.

Introducción
En este escrito hago una aproximación general a la obra del sociólogo francés
Luc Boltanski sin entrar de lleno en todos los conceptos que la componen,
pues ello excedería no sólo el alcance planteado, sino también mis
posibilidades actuales. En contraste, me voy a concentrar en su libro “El
nuevo espíritu del capitalismo”, obra escrita con Ève Chiapello y que
condensa una buena parte de su trabajo.
Espero con este texto comentar su arquitectura conceptual principal, de la cual
hace parte la relación necesaria entre instituciones y crítica; el papel de los
apoyos normativos, en forma de órdenes de justificación, cuando los actores
entran en alguna disputa; el doble carácter positivo (de seguridad semántica) y
negativo (de violencia simbólica) de las instituciones; así como carácter
intrínsecamente contradictorio de estas, que ofrece un camino para el
establecimiento de la crítica, en el marco de diferentes pruebas al orden
establecido. Esta arquitectura conceptual es abordada por Boltanski y
Chiapello a partir de la descripción de la relación entre el capitalismo y sus
críticas. Luego de abordar algunos conceptos de la obra, procedo a hacer una
lectura de caso a la luz del referencial presentado.
Considero, al cabo de esta revisión, que la sociología pragmática de la crítica,
como es conocido el proyecto sociológico de Boltanski, por medio del
planteamiento de las preguntas apropiadas, podría rendir en términos de
comprensión del modo de operación del actual modelo de acumulación
flexible de capital y de las posibilidades para oponerle críticas y resistencias.
Sobre el sociólogo y su obra
En entrevista con Madarriaga (2011), Boltanski se autodefine como un “hijo
francés del 68”. Con una fuerte marca weberiana en lo relacionado con la
indagación del sentido de la acción social y con el uso metodológico de tipos
ideales para entender esos sentidos, el autor se interesa particularmente por las
relaciones entre sociología y crítica y por los sentidos de la acción en
contextos de disputa entre actores.
Hacían carrera en los años 1970 dos enfoques sobre clases sociales: de un
lado, el marxismo estructuralista de Althusser y Poulantzas y, de otro, el
enfoque culturalista de Bourdieu en torno al concepto de habitus. Boltanski
sería educado al tenor de éste último, aunque, posteriormente, identificara en
él, puntos sobre los cuales establecer sus propias críticas. Pasaría a no estar
más de acuerdo con este enfoque por suponer un fuerte enraizamiento con un
grupo y un vínculo muy estrecho del individuo con aquel. Igualmente, por
constituir una “visión sustancialista de las clases”; lo que le habría hecho optar
por una visión, a su modo de ver más política, de la formación de las clases.
Trabajo que plasmaría en su obra Los Cuadros.
Conformó, así, el “Grupo de Sociología Política y Moral” para preocuparse
más por cómo funciona la crítica en la vida cotidiana, poniendo entre
paréntesis la teoría crítica clásica y la intención crítica del científico social.
Para ello, entró en el estudio de las justificaciones de los actores en situaciones
de disputa para derivar de esos estudios el “sentido moral” o “sentido de
justicia” presente en las críticas y justificaciones de los actores. Boltanski se
toma la molestia de aclarar que no se trataba de una teoría de la justicia, como
en Rawls, que sirve a los dominantes, sino de una justicia desde abajo. Este
estudio dio lugar a una gramática de los principios de justicia que Boltanski,
junto con Thévenot, denominaron “ciudades”[iii] (cités, en francés). Esto
permitiría a Boltanski construir una teoría crítica más realista.
Madarriaga lo describe como un sociólogo con intereses múltiples, incluso
con recorrido intelectual ecléctico; crítico de sus predecesores, con un férreo
compromiso político. Discípulo de Bourdieu, como ya dicho, pasó a ser un
férreo crítico de éste para luego volver a reconciliarse con su maestro. La
producción de la ideología dominante, escrita entre los dos y publicada en
1979 fue reeditada en francés en 2008 y traducida al español en 2009.
Entre otras de sus obras se encuentran: Estudios sobre estratificación social:
(Los Cuadros), estudios de teoría de la acción de corte pragmática (De la
Justificación, El amor y la justicia como competencias), sociología del cuerpo,
de los medios de comunicación, la moral y la política (La condición fetal
[biopolítica], El sufrimiento a distancia), economía política y sociología
económica (El nuevo espíritu del capitalismo), ensayos de teoría crítica y
emancipación social (De la Crítica). Finalmente, su obra Misterios y
conspiraciones prueba el marco analítico propuesto en De la crítica, que
aborda la función de seguridad semántica de las instituciones, aplicado al
Estado Nación. La función del Estado Nación sería estabilizar la “realidad” en
un contexto donde la desigualdad de clases y el flujo del capitalismo
comprometían los esfuerzos para controlar lo que ocurría en el territorio
(Conley, 2015). La tesis es que la contradicción entre el Estado Nación y el
surgimiento del capitalismo, la amenaza que el segundo hace del primero es
manejada a través de un mito, que él explota en la figura de la novela
detectivesca. Ella se manejaría diseñando dos niveles de realidad: “un nivel
superficial, transparente, claro, justo, pero completamente ilusorio. Y un nivel
profundo, mucho más ‘real’ pero que necesita ser develado, y el cual siempre
es malo, con malas intenciones” (Boltanski, 2011, en Madarriaga, 2011).
Continuando con la entrevista realizada por Aldo Madarriaga, tres preguntas
aparecen como centrales en la sociología de Luc Boltanski. La primera es
¿Cómo es posible que el mundo sea tan injusto e inequitativo, y se presente a
sí mismo como un orden justo? Dando respuesta, el autor plantea que la
tendencia humana sería imponer inicialmente sus intereses por la fuerza y
llevar ese movimiento tan lejos cuanto le sea posible y seguidamente, dar una
justificación a ese movimiento. Así, la justificación sería el límite impuesto al
uso de la fuerza. Esto generaría un movimiento de crítica y justificación que
constituye el curso de la acción humana, abordaje que resuena con los
planteamientos del filósofo Jacques Rancière en su definición de lo político
como el encuentro entre la policía y la política. El límite de este curso de
acción estaría en el uso de altos niveles de violencia, donde la justificación
pierde sentido, pero esta situación no sería, en principio, lo que se espera de
una sociedad democrática.
La segunda pregunta es planteada en los siguientes términos: ¿Cómo es
posible llegar a acuerdos comunes en un mundo donde la gente es tan
diferente? La arquitectura conceptual planteada por el autor permitirá a tribuir
a las instituciones el papel de establecer los mínimos de acuerdo de sentido
para llegar a esos entendimientos comunes.
Y, desde un punto de vista pragmático, es decir, poniendo el acento en las
capacidades y posibilidades de los actores de ejercer juicios críticos, el autor
se pregunta: “Qué sucede si en vez de atribuir determinadas intenciones a las
personas haciéndolas presas de inconscientes, deseos ocultos, falsas
conciencias, posiciones materiales, etc., dejamos que sean los propios agentes
sociales quienes nos muestren la manera en que elaboran las operaciones
críticas que despliegan en sus controversias diarias?” (Boltanski, 2011 en
Madarriaga, 2011, p 137)
Como presupuesto epistemológico, Boltanski critica la separación practicada
por la “doxa sociológica”, que separa los juicios de los actores y los juicios
críticos realizados por el propio sociólogo (que además deberían ser abolidos
por dicha sociología, en virtud del principio de neutralidad axiológica según
este autor). Desde el punto de visa ontológico, entiende que el objeto de
estudio (el sujeto) es reflexivo y se replantea sus propias acciones a fin de
realizar juicios sobre ellas. Estos juicios son fundamentalmente, juicios
morales toda vez que son asociados con la cuestión del bien y el mal. Así, los
seres humanos reaccionan también ante las representaciones que se colocan
frente a sus características o acciones. Esos juicios morales constituyen la
actividad crítica de los individuos. Adicionalmente, Boltanski hace la
diferenciación fundamental entre realidad y mundo, donde la primera es una
construcción temporal, compartida por un grupo de sujetos y estabilizada por
las disposiciones de las instituciones; mientras que el mundo es “todo lo que
existe” y de donde se pueden extraer críticas para cuestionar la realidad y
hacer avanzar la sociedad hacia nuevos acuerdos de sentido.
Frente a esas consideraciones teóricas, el abordaje propuesto por Boltanski
asume que existe siempre una incertidumbre sobre el significado de las cosas
para un acuerdo común, esa incertidumbre hace que pueda existir la crítica. En
De la crítica, Boltanski atribuye el papel de estabilización semántica, de
establecimiento de un sentido común, a las instituciones, pero supone que
siempre fallan, lo que permite a la crítica encontrar fisuras en las que
introducir sus demandas.
El nuevo espíritu del capitalismo
En ésta, que podría considerarse su más amplia obra, Boltanski junto Ève
Chiapello hace un análisis del capitalismo sobreviniente al desmonte del
Estado de Bienestar en Europa, que implicó un cambio en el modo de
producción de la gran industria, a un modo posfordista de acumulación
flexible. Según Basaure (2015) se trata de un abordaje dinámico de un objeto
macro como el capitalismo, pero a partir del estudio de su acción desde y
sobre los propios sujetos. La fuente de información empírica es la literatura
del management de las últimas décadas del siglo XX.
Desde el punto de vista teórico y metodológico, como ya se dijo, la obra se
inscribe en la tradición weberiana. Como el propio título lo indica, los autores
retoman la obra de Max Weber donde ese autor analiza la incorporación de la
ética protestante al capitalismo en forma de espíritu, como fuente de
justificación y sentido, externa al capitalismo.
Introducción general
Boltanski y Chiapello comienzan por enunciar las premisas sobre las cuales se
basa su investigación y, por ende, su obra. La primera es que debe hacerse la
diferenciación entre el mercado, como forma de regulación y el capitalismo en
tanto norma de acumulación ilimitada. La segunda consiste en entender, como
consecuencia de la primera, que el capitalismo está, por definición,
completamente alejado de la esfera moral. Tercero, que los capitalistas son
aquellos actores responsables de la acumulación y de la maximización del
capital, son quienes tienen una influencia real sobre esos procesos, lo cual
excluye a pequeños empresarios o dueños de propiedades que no
necesariamente tienen esa influencia global. Cuarto, que a la par del
capitalismo, existe el anticapitalismo, representado por las formas de crítica.
Y, finalmente, se entiende la ideología como compromiso, sentido y
justificación, lo que implica que los sujetos participan en el proceso de
acumulación capitalista animados por un conjunto de razones y justificaciones
para ello.
Las anteriores nociones pueden ser condensadas muy brevemente, a riesgo de
cometer la imprudencia de generalizar u omitir detalles importantes, de la
siguiente manera: el capitalismo, que por definición funciona alejado de
consideraciones morales y, teniendo como objetivo final de la acumulación
ilimitada, debe ofrecer justificaciones o razones válidas para que los agentes
se comprometan con un proceso insaciable de acumulación que esclaviza a los
dominantes a acumular indefinidamente y a los dominados a sobrevivir con la
venta de su fuerza de trabajo. Este conjunto de justificaciones, al conseguir
instalarse en los agentes se convierte en el espíritu del capitalismo y es
específico en espacio y tiempo.
Una segunda noción importante es la de crítica. La crítica es la contraparte
dialéctica (aunque Boltanski y Chiapello prefieren denominarla dialógica) del
capitalismo, el anticapitalismo que, aunque está en constante lucha contra éste,
ayuda a construirlo y reforzarlo, en la medida en que el capitalismo sea capaz
de incorporar los reclamos de la crítica. La esencia de la crítica es la
reivindicación de mayores niveles de justicia. Así, existe la crítica correctiva,
que quiere mejorar las condiciones de justicia de un estado de cosas, de una
situación actual a una situación deseada, pero sin salirse del marco de
referencia de ese estado de cosas. Existe igualmente la crítica radical, que
sería la que pretende cambiar la forma de entender los asuntos en juego, los
fines, más que los medios de la interacción.
Otras nociones clave de la conceptualización de Boltanski y Chiapello son las
de prueba y desplazamiento. Para los autores, la prueba es el dispositivo que
permite describir la interacción entre dos actores, individuales o colectivos.
Estas pruebas podrían ser de fuerza o de grandeza. En las primeras no hay
ninguna consideración moral, solo la fuerza o el poder, en cualquiera de sus
formas. Las pruebas de grandeza, por el contrario, ponen en juego la
legitimidad de las acciones de los actores, que se mide en el carácter justo del
orden revelado por la prueba (Boltanski y Chiapello, 2002, p. 41). Por su
parte, los desplazamientos son referidos en los siguientes términos:
Estos desplazamientos, que modifican el recorrido de las pruebas, tienen por
efecto la reducción de los costes asociados al mantenimiento de las pruebas
puestas en tensión y la mejora de los beneficios de aquellos que pueden
disponer de recursos diversificados y que se encuentran liberados de las trabas
que limitaban hasta entonces los usos que podrían hacer de sus fuerzas. En una
sociedad capitalista, donde los fuertes son los poseedores de capital, y en la
que la historia ha demostrado con regularidad que, sin trabas legislativas y
reglamentarias, éstos tienden a usar su poder económico para conquistar una
posición dominante en todos los ámbitos y para no dejar a los asalariados más
que lo indispensable para su supervivencia del valor añadido extraído,
evidentemente es el partido del beneficio el que suele salir ganando de estos
micro desplazamientos (Boltanski y Chiapello, 2002, p. 46).
Cabe también aclarar que, para los autores, el capitalismo es, en principio, una
norma de acumulación ilimitada, pero es ejercida por medios formalmente
pacíficos.
Axiomática del modelo de cambio
Para ser exitoso en su propósito de acumulación, el capitalismo necesita de un
espíritu. Ese espíritu haría que las personas, de las que dependen la producción
y la marcha de los negocios, estén convencidos de su participación. En teoría,
no es el capitalismo el que detenta el poder de las armas para que la gente se
quede por la fuerza, de esta forma, se es libre para contratar como trabajador y
se es libre para ejercer actividad empresarial. Sin embargo, los mismos autores
dejan claro que las necesidades materiales de aquellos que sólo tienen su mano
de obra para intercambiarla por salario, difícilmente les permiten sobrevivir
haciendo uso irrestricto de esa libertad teórica. En resumen, el capitalismo
requiere de una implicación positiva tanto de los trabajadores, como de los
empresarios y de quienes dirigen el proceso de acumulación del capital.
Ya que el capitalismo se encuentra alejado de toda consideración moral, su
espíritu debe encontrar una dimensión moral externa a él. En el caso de los
trabajadores, en la medida en que ellos tienen una vida por fuera de su mundo
laborar, aunque el capitalismo trate de reducir el tiempo que tienen para ello,
de ella pueden extraer elementos para mantener una distancia crítica con ese
mundo. Para que esa distancia crítica no se convierta en resistencia, el
capitalismo debe ofrecen un mínimo de justificaciones apuntando a algún o
algunos criterios de justicia. Del lado de los capitalistas, puede decirse que,
aunque el proceso de acumulación es insaciable, las personas sí son saciables,
entonces se necesitan argumentos más allá de una insaciabilidad inherente ya
que la insaciabilidad es sistémica y no antropológica; esto porque el hombre
no es esa ficción del homo economicus de la economía, él ha tenido desde la
infancia contacto con otros modos de vida, otros órdenes de valores y de
pertenencia. Al no encontrar fundamento moral en la lógica de la acumulación
insaciable, el capitalismo recure a órdenes de justificación que le son
exteriores para usarlos como principios de justificación. Estos valores
voluntariamente adoptados por el capitalismo le sirven de punto de apoyo a la
crítica.
El capitalismo es incapaz de desarrollarse sin contar con las inclinaciones
humanas a la acumulación de ganancias, de poder, de invenciones o de
experiencias diversas. El espíritu del capitalismo activa esta insaciabilidad en
forma de excitación y liberación, pero al mismo tiempo establece exigencias
morales que la limitan al imponerle obligaciones con respecto al bien común.
Se configura una tensión permanente entre libertad (un mundo en el que todo
es posible, pero absolutamente incierto pues dejado a merced de los impulsos
y pasiones) y seguridad (en un mundo perfectamente justo donde todas las
pruebas están reguladas).
De otro lado, para los autores, el espíritu del capitalismo no puede ser
reducido a una ilusión. Es ideología, pero no ilusión, tiene influencia sobre los
acontecimientos del mundo. Por ello, el espíritu del capitalismo debe cumplir
lo que promete y ya que las personas no están completamente alienadas
pueden exigir lo que el espíritu del capitalismo les promete. Es porque esos
compromisos se concretan en dispositivos que tocan a las personas y a las
cosas, que el espíritu del capitalismo no es una ilusión. A su vez, esos
dispositivos, al provenir de la crítica, constriñen el proceso de acumulación.
Por su parte, la crítica no es la principal fuente de transformación del
capitalismo, pero sí de su espíritu. La crítica actúa sobre el capitalismo a
través de las pruebas. Ella cuestiona a los dominantes o a los responsables
(quienes se encuentran a cargo del funcionamiento de las pruebas) en un
determinado momento y los obliga a presentar justificaciones, las cuales en
algunos casos son institucionalizadas. Entre más atención preste la crítica a
una prueba, mayor es la posibilidad de que ella se establezca en dispositivos
con grados mejorados de justicia. La crítica actúa categorizando las pruebas
para identificar si las fuerzas que intervienen son legítimas y que aquellas no
estén parasitadas por fuerzas externas. La credibilidad del espíritu del
capitalismo dependerá de su correspondencia con las pruebas controladas. Así,
la crítica es útil para que el capitalismo pueda tener argumentos para
incorporar justificaciones que convenzan a las personas a comprometerse en el
proceso, pero en la medida en que sus pretensiones son incorporadas, esa
crítica pasa inevitablemente a ser inútil y abre espacio para nuevas críticas.
Sin embargo, en determinadas ocasiones la crítica puede ser factor de cambio
del capitalismo y no sólo de su espíritu. El capitalismo puede reaccionar de
tres formas diferentes frente a la crítica: a) Si la crítica es muy virulenta, el
capitalismo puede reaccionar desplazando las disputas hacia terrenos no
categorizados por la crítica para salvaguardar su espíritu (normalmente esos
desplazamientos son movimientos furtivos); b) una crítica que se ejerce en
diversos frentes puede hacer que en un momento determinado uno de esos
frentes adquiera mayor relevancia en la dirección de pruebas menos
especificadas o a la creación de nuevas pruebas (la crítica que pedía mayor
liberación de la disciplina de la fábrica hizo que el capitalismo reformara sus
estructuras disciplinarias, y que la crítica al reparto desigual del valor
agregado perdiera fuerza) y; c) la crítica podría lograr que el capitalismo
modifique sus formas de acumulación (la crítica de la explotación posibilitó la
imposición de un marco contable que permitiera visibilizar el valor agregado y
su repartición).
Finalmente, como parte de la axiomática del modelo, los autores afirman que
la crítica extrae su energía de fuentes de indignación como: a) la exigencia de
liberación: irreductibilidad constitutiva de las personas cuya potencia no
puede ser contenida en una lista cerrada de propiedades; b) la inautenticidad
de personas y objetos, se apoya en la oposición entre verdad y mentira; c) el
egoísmo: exigencia de humanidad común, solidaridad en el seno de los
colectivos y; d) sufrimiento: del que se pueda acusar a la acción humana, en
este caso, la del capitalismo. Aunque estas indignaciones puedan considerarse
intemporales, ellas tienen mucho que ver con la Ilustración, después de la
cual, la denuncia pública pasa a ser un derecho humano. Sin perjuicio de la
anterior categorización, considero posible tener otras fuentes de indignación
desde otros campos experienciales del presente o de la tradición, que podrían
ser activadas por los colectivos.
Ya que, según este abordaje teórico, es en las pruebas en donde el sistema
capitalista actual trata de legitimarse, es en ellas donde la crítica se concentra
para develar las injusticias del orden vigente.
“En particular, este descubrimiento consiste en sacar a la luz las fuerzas
latentes que vienen a parasitar la prueba y en desenmascarar a algunos de
sus protagonistas, que, disfrutando de un mejor acceso a distintos recursos,
consiguen ventajas no merecidas movilizándolos a espaldas del resto”.
(Boltanski y Chiapello, 2002, p. 610)
Cuando las pruebas están institucionalizadas, toda crítica por fuera de ésta es
difícilmente articulada. Según Boltanski, si en el horizonte no aparecen
pruebas formalizadas que recojan esas críticas, la disputa puede ser
interminable o incluso orientarla hacia la violencia. De tal suerte que, con la
tensión y depuración de las pruebas instituidas a causa de la crítica:
“… el mundo social va tornándose sin duda algo más justo o, en otros
términos, un poco menos desequilibrado con respecto, evidentemente, a las
injusticias o desigualdades correspondientes a los formatos de las pruebas
reconocidas e institucionalizadas (otras injusticias y desigualdades pueden
seguir teniendo lugar e incluso aumentar, apoyándose en pruebas poco
sometidas a una revisión reflexiva)” (Boltanski y Chiapello, 2002, p. 613)
Un ejemplo de aplicación
Como ejemplo para enlazar los elementos de la teoría de Luc Boltanski, me
remito a un texto anterior, Muñoz (2015), en el que se abordé las formas de
violencia en proyectos hidroeléctricos, específicamente en el caso de la
construcción de la central hidroeléctrica Porce III, construida por Empresas
Públicas de Medellín (EPM), en Antioquia, Colombia, en la década de 2000.
Para una aproximación al concepto de violencia material propuse entender la
interacción entre empresa, Estado y comunidades en grandes proyectos como
una prueba en el sentido de Boltanski y Chiapello (2002). Esta prueba está
reglamentada conforme a un plan de acción presentado por la empresa y debe
estar fiscalizada por el Estado, que en su momento aprobó las condiciones de
la prueba. Sin embargo, la evidencia empírica muestra que la empresa usó
fuerzas por fuera de la prueba para mejorar sus beneficios, que, para los
intereses de ésta, están representados en reducción de costos de las
negociaciones de las indemnizaciones y compensaciones y en la disminución
del tiempo necesario para las mismas; lo que le permitió avanzar en los
cronogramas de ejecución de las obras para cumplir con sus compromisos de
generación de energía evitando, así, sanciones económicas.
La prueba del desplazamiento de población en grandes proyectos se pretende
como prueba de legitimidad en la medida en que se fundamenta en las
nociones de bien común, sostenibilidad y responsabilidad empresarial. Para
serlo, siguiendo la reflexión de Boltanski y Chiapello, ésta debe estar bien
especificada. Es decir, debe quedar suficientemente claro qué tipo de fuerzas y
que tipo de relaciones son consideradas como parte de la prueba. Igualmente,
para que la prueba sea válida o justa, sólo pueden ponerse en juego estrategias
de la misma naturaleza.
Este abordaje nos parece interesante para caracterizar las formas de violencia
material, en las interacciones sociales por cuanto, todo aquello que está por
fuera de la especificación de la prueba, puede ser considerado como uso
indebido de fuerza o como una forma de violencia. Boltanski y Chiapello
introducen la noción de desplazamiento para entender las estrategias del
capitalismo con el objetivo de cambiar el curso de las pruebas en busca de
mayores beneficios.
Así, pues, en Boltanski y Chiapello, el uso de fuerzas o poderes para
desplazarse por fuera de la prueba, poderes como el económico, constituirían
una forma de violencia. En este sentido pretendemos identificar los
desplazamientos que la empresa realizó para, evadiendo la prueba, mejorar sus
beneficios.
Para proceder a esta indagación sería necesario, antes de ello, definir la prueba
en términos de su especificidad, de las fuerzas legítimas que la compondrían.
Un nivel posible de la crítica, más radical, es aquel que cuestiona la
legitimidad de las normas invocadas por el Estado para declarar, posterior a la
solicitud de la empresa, como de utilidad pública el territorio de interés del
proyecto; territorio que es la base de la reproducción material y simbólica de
las comunidades que lo habitan, reproducción que se ve entonces
comprometida por la entrada del proyecto. En este nivel puede cuestionarse la
arbitrariedad con que unas formas o proyectos de existencia son sometidos a
las disposiciones de una invocada mayoría del resto de la sociedad.
Sin embargo, este nivel de la crítica, a la vez necesario, no excluye la crítica
en otros niveles, después de que se ha producido esa imposición de los
intereses del sector eléctrico, que coinciden a su vez con los intereses de las
empresas del sector y de algunas instituciones representantes del Estado.
Cuando el desplazamiento de la población es inevitable, en ese contexto aún
queda espacio para la crítica a la prueba del desplazamiento de población
generado por el proyecto. Si quisiéramos especificar el desplazamiento de
población como prueba, tendríamos que recurrir a los instrumentos que dieron
forma a la institucionalización de ésta.
El desplazamiento de población en cuanto prueba, se encuentra
institucionalizado en la normatividad sobre licenciamiento ambiental, sobre
participación ciudadana y en todo el marco regulatorio de derechos. Pero es
principalmente a partir de la licencia ambiental y del plan de manejo
ambiental asociado, que se desprenden los instrumentos usados en la
interacción. Dos de ellos serían el manual de valores unitarios para
compensaciones y el Plan de Gestión Social para el reasentamiento. El
primero es un documento elaborado por una comisión tripartita con
representación de la empresa, del Estado y de la comunidad. En el caso del
segundo, se trata de un Plan formulado por la empresa y que en teoría debe ser
construido de forma participativa con las comunidades afectadas.
La evidencia empírica muestra que, en la definición y aplicación de ambos
instrumentos, la prueba ha sido contaminada (Boltanski y Chiapello, 2002)
con el uso de la fuerza, o la violencia. Tal es el caso del uso del poder
económico para cooptar al representante de la comunidad ante la comisión
tripartita, que se evidencia en los testimonios de algunas de las familias
impactadas[iv].
La presión para la negociación de forma acelerada sería otro ejemplo del uso
de la fuerza que llevó a muchas personas a aceptar la compensación directa,
situación que, a su vez, impactó negativamente las posibilidades de restitución
integral de sus condiciones de vida y positivamente los costos de
compensación para la empresa, los cuales mediante la compensación en tierra
y proyecto económico habrían sido mayores.
Igualmente, una muestra del uso de fuerzas por fuera de la prueba es la
situación que denuncian las familias impactadas, según la cual, los líderes
habrían sido beneficiados con compensaciones más allá de sus derechos, con
el objetivo de promover las negociaciones de las familias que generaban algún
tipo de resistencia. Esta práctica, claramente influyó sobre los recursos
colectivos que poseían las comunidades, tal como el sentido de comunidad y
la confianza en sus líderes, lo cual ayudó a su desarticulación como grupo.
Estas prácticas demuestran la arbitrariedad del proceso, donde unos micro-
desplazamientos estratégicos ayudaron a la empresa a viabilizar y agilizar la
ejecución del proyecto imponiendo sus recursos materiales: dinero y bienes
para doblegar la voluntad y compromiso de los líderes y el uso de la amenaza
de expropiación e indemnización según avalúo catastral.
La negociación individualizada de las indemnizaciones terminó generando
resultados muy variables según las resistencias que cada familia o persona
afectada oponía, lo que viola la propia prueba institucionalizada contenida en
el manual de valores unitarios, el cual establecería las cantidades de las
indemnizaciones según los derechos de cada afectado. Múltiples testimonios
ejemplifican dichos desplazamientos con respecto al carácter justo de las
indemnizaciones[v] .
Otra prueba de esta arbitrariedad se evidenció en la detención ilegal que,
según información de la comunidad habría hecho la fuerza pública por
solicitud de la empresa, de los líderes de una de las manifestaciones realizadas
en busca de mejoras en las negociaciones y de reconocimiento de derechos
para familias que no los habían tenido reconocidos hasta entonces.
Claramente como enunciado en Boltanski y Chiapello (2002), el recurso a
desplazamiento genera colateralmente una pérdida de legitimidad de la prueba
que se evidencia en el malestar de muchas de las familias que fueron
desplazadas, que constituyen en sí mismas, una forma de crítica.
El nuevo espíritu del capitalismo y la dominación administrativa
Central a la obra de Luc Boltanski, así como lo es para Max Weber, es la
pregunta por el ejercicio del poder, se evidencia desde el planteamiento de la
“dialógica” entre instituciones y crítica. Siendo las instituciones las que tratan
de estabilizar su uso y la crítica, como visto antes, la que intenta modificarla o
cambiarla por otras formas de hacerlo. Más específicamente, la dominación
consistiría para Boltanski, en poner el poder al servicio de una política, sea
cual fuere (2014, p. 13). Sería función de la sociología crítica desvelar las
formas en que esa dominación ocurre, a través de qué mecanismo y sobre qué
fuentes de legitimidad. Y es que la cuestión de la legitimidad es central
también en Weber, para quien existen tipos ideales de dominación legítima:
tradicional, carismática, racional-legal. En esos tres tipos la dominación el
poder es obedecido por razones diferentes. En el primer caso, es la tradición,
la costumbre de obedecer a un poder porque así se ha acordado
históricamente; el ejercicio del poder es heredado a través de la historia por
los mismos representantes (emperadores, reyes, monarcas, etc.).
En el segundo caso, la legitimidad del ejercicio del poder la confiere la gracia,
el heroísmo, un tipo de diferenciación percibida y compartida por un grupo
con respecto a (caudillos, líderes, profetas, hechiceros, etc.). En el tercer caso,
la legitimidad la confieren los procedimientos racionales e instituidos por la
ley que obedecen a órdenes impersonales (propios de la sociedad moderna,
administración burocrática de las fábricas y el Estado). Boltanski actualiza
esta lectura al indagar por las formas de dominación en las sociedades
contemporáneas.
En su texto De la crítica, el autor se plantea dos formas de dominación:
simples y complejas. A continuación, se presentan algunas características de
ambos grupos:
Dominación simple (que en Bourdieu son denominadas “formas elementales
de dominación”). En este grupo, el autor identifica dos posibilidades: a)
aquella en la que los dominados están privados de libertades elementales,
configurando una “opresión”. En este caso, no se alcanza a percibir lo que se
tiene en común con el grupo, derivando en una fragmentación total. Aquí, la
crítica es excluida y la justificación del orden establecido se hace menos. b) El
caos en que las personas no pierden su lucidez, su sentido de justicia y
libertad; sin embargo, se les pone en situación tal que les es imposible actuar.
Los dominantes despliegan constantemente instancias de confirmación
(rituales, ceremonias, desfiles, condecoraciones, etc.) y cuando sea necesario a
la violencia, comúnmente la del Estado, configurando un modo de represión.
Esas instancias trabajan para mantener una realidad estereotipada,
imperturbable por las experiencias del mundo, al tiempo que se rechaza el
cambio y se mantiene un estado de guerra contra el “enemigo interno”.
Para el caso de la dominación compleja, el autor plantea que ésta es más
adaptada a las sociedades capitalistas democráticas contemporáneas donde
supuestamente se ha roto con las formas simples de dominación. La
dominación compleja, en contraste, habilita las relaciones entre las
instituciones y la crítica (se escucha, aunque no necesariamente se satisface).
Se valoriza el cambio por medios, en principio, pacíficos. Ocurre una
instrumentalización de las diferencias (de propiedad y movilidad) para obtener
beneficios, se conservan las de asimetrías negando la intencionalidad.
Estratégicamente, cuando aparece la crítica, los dominantes se defienden
invocando “efectos adversos de políticas bien intencionadas” o efectos
naturales, circunstancias fortuitas, de un espacio autónomo, el de la ciencia y
la técnica. Se percibe coincidencia con la lógica neoliberal de culpar a la
víctima, lo que incluye incluso razones raciales o culturales para que no se
logren los resultados que conducirían a un mejor vivir. Se domina a través del
cambio, siendo necesario quererlo puesto que resulta inevitable, hay un
“exceso de realidad” y se pide a las personas que suman su posición de forma
realista, al tiempo que se busca formar sus subjetividades (emprendimiento,
empleabilidad, conectividad, etc.).
Se asiste a una dominación que se propaga en medio de herramientas de
gestión y sobre la racionalidad de la gestión, configurando lo que Boltanski
llama de dominación administrativa. El instrumento por excelencia de
materialización de esta dominación es el proyecto. La sociedad y los
individuos pasan a actuar en el marco de sucesivos proyectos (de vida, de
“desarrollo”, de ciudad, de comunidad, de país, etc.) que en ocasiones
fragmentan y no permiten materializar iniciativas de largo aliento, de
permanencia y reproducción sociocultural.
Consideraciones finales
El anterior panorama general e introductorio a la obra de Luc Boltanski
sugiere un interesante y productivo marco de análisis para entender el
capitalismo contemporáneo más allá de una visión economicista al entenderlo
como un modo de dominación en el cual el sentido de esa dominación es
estabilizado por las instituciones y dispositivos neoliberales que, por medio la
racionalidad de la gestión, pretenden adentrase en lo más profundo de la vida
de los individuos, pero también en los niveles macro-sociales del manejo de
los territorios en sus diversas escalas.
Un punto de apoyo para entender ese capitalismo es estudiar su espíritu, sus
órdenes de justificación, que como nos propone el autor, se basaría hoy en día
en la cité por proyectos, una nueva metáfora para explicar un mundo
interconectado en que el que los sujetos deben hacerse cargo de sus propias
vidas, del riesgo, de las consecuencias de su acción o inacción, liberando a la
sociedad como un todo y al Estado como su represente, de las “pesadas
cargas” de la anterior forma de regulación o del anterior espíritu, que hemos
conocido como Estado de Bienestar.
Otro argumento importante que Boltanski pretende poner en discusión es el
consistente en devolverle la voz a los actores para que sean ellos quienes
informen al analista sobre los argumentos de la crítica y, por qué no, para que
a partir de un diálogo entre todos los articuladores de la crítica al capitalismo,
se identifiquen fisuras para el combate a ese orden que se encuentra en parte
institucionalizado y en parte es ejercido de forma subrepticia, combinando
modos simples y complejos de dominación.
Nos resta, como investigadores del capitalismo, definir un conjunto de
categorías que, partiendo de las experiencias de los colectivos que viven las
prácticas y efectos de aquel, y usando los aportes de la sociología pragmática
de la crítica en relación con otros abordajes teóricos y metodológicos con
miras a ampliar nuestra capacidad de reflexión colectiva para la
transformación social.
Bibliografía
Basaure, M. (2012). Reseña del libro de Boltanski: Sociología y crítica social. Ediciones UDP.
Recuperado: https://estudiosdelaeconomia.wordpress.com/2014/06/22/luc-boltanski-sociologia-y-
critica-social/
Boltanski, L. (2014). De la crítica, compendio de sociología de la emancipación. Madrid: Akal.
Boltanski, L. (2017). Un nuevo régimen de justificación: la ciudad por proyecto. Revista de la
Carrera de Sociología. 7 (7), p. 179 – 209.
Boltanski, L. y Chiapello, È. (2002). El nuevo espíritu del capitalismo, Madrid: Akal.
Boltanski, L. y Thévenot, L. (1999). The sociology of critical capacity. European Journal of Social
Theory, London. 2 (3), p. 359 – 377.
Conley, J. (2015). Luc Boltanski and the cult of the Individual Theorist. Canadian Journal of
Sociology. 40 (3).
Madariaga, A. (2011). Sobre Sociología, crítica y emancipación. Entrevista con Luc Boltanski.
Revista Némesis/Malestar y Conflicto Social. Santiago.
Muñoz, G. (2015). Formas de violencia en la construcción de la central hidroeléctrica Porce III en
Antioquia – Colombia. Cuadernos de Trabajo Red WATERLAT-GOBACIT, 2 (2), 59-81.
Recuperado de: http://waterlat.org/WPapers/WPSATAM22.pdf
Notas:
[i] Texto presentado por Gustavo A. Muñoz Gaviria, docente de la Escuela Superior de
Administración Pública –Territorial Antioquia-Chocó, al Grupo de Estudio Urbano, liderado por el
Grupo Kavilando y Redipaz, sesiones realizadas en la Universidad de San Buenaventura en
Medellín, los días 12 y 19 de julio 2019.
[ii] Ingeniero Ambiental, Doctor en Planeación Urbana y Regional. Correo
electrónico:gamgaviria@yahoo.es orcid: http://orcid.org/0000-0001-6142-0605
[iii] Boltaski y Thévenot (1999), identifican seis órdenes de justificación o cités: inspirada,
doméstica, cívica, del renombre, comercial e industrial. Más recientemente, Boltanski (2002, 2017)
desarrollará una conceptualización de lo que él denomina “ciudad por proyectos” como el orden de
justificación del nuevo espíritu del capitalismo y de su orden de “dominación administrativa”, como
se verá más adelante en este texto.
[iv] “… [al representante] le metieron la mano al bolsillo (quiere decir: le dieron dinero)”.
(entrevistado 1)
“… [el representante] manejaba mucha influencia en la cuenca… Él ayudó con proyectos de
electrificación en la vereda, etc. El hombre fue buena gente, pero tiene sus cosas que se tragó
solito”. (entrevistado 2)
“…… A él lo elegimos dos meses antes de que llegaran las máquinas [En dos meses hicieron el
manual según esto]. Él era el único que podía orientarnos con eso, con el valor de cada una de las
cosas de la finca, etc. No conocíamos el manual ni el precio de las cosas, fue privado… Se formó
una protesta para conocerlo, al representante lo amenazaron y le prohibieron ir a Amalfi, él fue
atacado [quiere decir, criticado] por tapar, por no decirle a la comunidad… Y el representante no
entregaba el manual de valores. Él no intervino en nada…” (entrevistado 3)
[v] “… personas que nacieron en la zona no recibieron nada, y otros que llegaron después ganaron
mucho” (Mujer reasentada por el proyecto)
“porque las personas no saben hablar… se emocionaban con la plata… al ver que no podían
conmigo, me iban subiendo de a poquito… todo el diálogo fue de resistir, no me fue mal porque no
fui fácil de negociar… compraban las personas con atenciones, almuerzos, paseos, etc., pero a los
que negociaron de último les fue mejor” (Hombre reasentado por el proyecto)

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